4 Estrategias para Regular La Actividad de La Amígdala y Vivir Mejor
4 Estrategias para Regular La Actividad de La Amígdala y Vivir Mejor
4 Estrategias para Regular La Actividad de La Amígdala y Vivir Mejor
Tal vez no todo el mundo sepa que el neurocientífico Joseph LeDoux, pionero en la
investigación de la amígdala cerebral, es también cantante y compositor de una banda
de rock. El grupo se llama, como no podía ser de otro modo, The Amygdaloids. Algo
que este profesor de la Universidad señala con frecuencia es que investigar esta región,
le cambió la vida.
Su trabajo en esta temática empezó en los años 80, momento en todo el mundo estaba
mucho más interesado en el área del hipocampo. Algo que nos demostró es que la
amígdala es clave para comprender las respuestas sobredimensionadas a las
amenazas en los trastornos de ansiedad. Podríamos denominarla casi como nuestro
“botón del pánico”.
Sin embargo, a pesar de que siempre vinculemos estas pequeñas regiones con
emociones más adversas, es mucho más polivalente y fascinante de lo que pensamos. La
amígdala también tiene como función vincular el significado emocional a nuestros
recuerdos. Nos permite procesar las recompensas y favorece la toma de decisiones.
A pesar de que la amígdala sea la arquitecta del miedo y la amenaza, podemos regular
su actividad para que medie en emociones más estimulantes y positivas. La música, un
paseo o cualquier actividad que produzca oxitocina puede reducir su
hiperactividad. ¿Por qué no intentarlo?
La amígdala controla todo el cerebro y todos los sistemas principales del cuerpo para
responder a las amenazas. Es clave para nuestra supervivencia. El problema llega
cuando ve amenazas en casi cualquier circunstancia.
La amígdala es una región del cerebro que responde al estrés y cuanto más agobiados
estemos, más activa se vuelve.
Tú puedes regular la actividad de la amígdala
Para hacernos una idea de qué hace la amígdala, podemos verla cómo un pequeño
detector trabajando siempre en segundo plano, monitoreándolo todo mientras se
pregunta: “¿estamos a salvo?” . Su lema es “más vale prevenir que lamentar” y por
ello, actuamos a menudo con cierta prudencia y precaución para evitar cualquier
peligro, error, traspiés o fatalidad.
Asimismo, si nos preguntamos qué produce esa hiperactividad en dicha estructura, cabe
señalar que hay varias hipótesis. Estar expuestos a factores estresantes durante un
periodo sostenido de tiempo, por ejemplo, se traduce casi siempre en una mayor
actividad neuronal de la amígdala (Correll, Rosenkranz y Grace, 2005). Ahora bien, la
noticia positiva es que esto se puede revertir.
El Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano publicaba hace solo unas semanas
cómo un paseo de una hora en un bosque reduce la hiperactividad de la amígdala.
Dicha investigación señala incluso cómo los habitantes de las ciudades tienen tasas más
altas de ansiedad, depresión e incluso de esquizofrenia que las personas que viven en
áreas rurales.
Una estrategia esencial para regular la actividad de la amígdala es aplicar técnicas del
manejo del estrés en el día a día. Con ellas evitaremos no solo esa sobreactivación de
dicha estructura cerebral, sino que podremos prevenir estados de ansiedad. Cabe
señalar, eso sí, que a pesar de que existan diversas estrategias, debemos buscar aquellas
que más se ajusten a nuestras características y estilo de vida.
¿Cuándo fue la última vez que pasaste unas horas de risas, conexión y grata
complicidad con tus amigos o familia? En efecto, si deseamos modular y regular esa
actividad excesiva de la amígdala, la clave está en producir oxitocina. Como bien
sabemos, esta hormona favorece el afecto, el amor, el cuidado…
Hay múltiples maneras para elevar la producción de oxitocina, todas son sencillas y
tienen como facultad reducir el estrés para potenciar el bienestar, la calma, el equilibrio
y hasta la felicidad:
Para concluir, recordemos una vez más que el cerebro es un órgano muy plástico
que podemos modificar con nuevos hábitos. Basta con reducir el impacto del estrés,
aferrarnos al momento presente y favorecer la conexión social para que la amígdala deje
de ver amenazas donde no las hay.