Frenk - Entre La Voz y El Silencio
Frenk - Entre La Voz y El Silencio
Frenk - Entre La Voz y El Silencio
ENTRE LA VOZ
Y EL SILENCIO
La lectura en tiempos de Cervantes
Frenk, Margit
Eritre la voz y el sililrici«. La lectura eii ticilipos de Cervantes 1
Margit Frenk . -México : FCE, 2005
222 p. ; 21 x 14 cm - (Colee. Lengua y Estudios 1,iterarios)
1SBN 968-16-7588-6
tura, las cuales, dentro de la historia de la humanidad, cons- t ~En. los~ primeros siglos de la Roma imperial -cito a Auer-
tituyen la inmensa mayoría.' bach- "la mayoría de las obras literarias no fueron conocidas
Pero no son sólo las civ lizaciones sin escritura las que es- primero a través de copias escritas, sino por medio de la lectu-
tán reclamando una visión no "escritocéntrica":' las culturas ra oral. Ésta se realizaba generalmente en reuniones informa-
occidentales conocedoras de la escritura estuvieron permea- les y privadas de los amigos del autor': Luego se leyó en todas
das también, durante siglos, de diversos tipos de oralidad, partes, y "desde Adriano hubo edificios públicos que servían
hecho este que no es conocido a nivel general. En la Anti- exclusivamente a este propósito" (Auerbach, 1969,235-237).
güedad grecorromana, "el método común de publicación Tan asociada estaba la letra con la voz, con el hablar y el oír,
fue la recitación pública, [...] incluso después de que se ge- que incluso la lectura solitaria se hacía en voz alta, como lo
neralizaron los libros y el arte de la lectura" (Hadas, 1957, prueba el famoso pasaje de las Confesiones (vi, iii) en que san
50). A partir del siglo v a.c., y sobre todo en la epoca hele- Agustín expresa su asombro ante la capacidad y costumbre
nística, la cultura griega conoció la lectura individual, pero que tenía san Ambrosio de leer en silencio (véase nuestro ca-
ésta las más veces se realizaba en voz alta. También en la Ro- pítulo vir).
ma antigua los textos eran leídos oralmente, recitados de me-
moria, salmodiados o cantados; su público era un público de
oyentes, un "a~ditorio".~ "Para los antiguos la palabra escri-
ta no era otra cosa que un sucedáneo de la palabra oral" Nadie sino san Ambrosio parece haber leído silenciosamen-
(Borges, 1960, 157); los manuscritos servían para fijar los te en el siglo IV. Ni nadie más, por muchos siglos. La Regla de
textos y apoyar la lectura en ~rozalta, la memorización, el can- San Benito, capítulo 48, ordena que quien desee leer en el
dormitorio debe hacerlo sin molestar a los demás: sibi sic le-
" ~ lenguaje
l es tan abrumadoramente oral, que de los muchos miles de
lenguas -posiblemente decenas de miles- clue se han hablado en el curso de la gat u t aliurn non inquietet (Chaytor, 1950, 14). La cultura de
historia humana, sólo unas 106 han practicado la escritura en una medida su- la Edad Media europea siguió estando mayoritariamente ba-
ficiente coino para haber producido literatura, y la mayoría de ellas nunca se
han puesto por escrito. De las rnás o rnenos 3000 lenguas habladas que exis- jo el imperio de la voz, como lo ha venido a demostrar de ma-
ten hoy, sólo unas 78 poseen una literatura" (Ong, 1982, 7). Sobre todo esto, nera definitiva el libro de Paul Zumthor, La lettre et la voix.
véase también Goody, 1991.
"n cuanto a la Grecia prealfab6tica, anterior al siglo v a.c., el puilto de De la "littéruture" rnédiévule (1987).6
vista escritocéntrico ya ha sido parcialmente superado gracias a trahajos co-
mo los clásicos de Parry, Havelock, Lord y sus seguidores. Para un rápido re- Véase lo que dice Díez Borque (1985,22) sobre "cultura de uso" versus
sumen del paso de la cultura plenamente oral a la conocedora de la escritura, "cultura de permanencia': y nuestro capítulo vi.
véase, entre otros, a Kivers, 1983, 1-3. 'jYa en libros anteriores, desde su Essai depoétique médiévale (1972), ha-
Para la lectura en la Antigüedad, véase también, entre otros, Balogh, bía venido mostrando Zumthor las dimensiones orales de la literatura ine-
1926-1927; Kenyon, 1932; McLuhan, 1966; Knox, 1968; Genette, 1969; Nel- dieval. Desconcierta el desconocimiento de tales trabajos por parte de espe-
son, 1976-1977; Ife, 1985; Havelock, 1986; Zumthor, 1987; Schon, 1987. cialistas como Ong, Goody, Schon.
18 LOS ESPACIOS DE LA VOL LOS ESPACIOS I)E LA VOZ 19
Por una parte, entre grandes masas de la población, des- lo de manera excepcional llegaron a ponerse por escrito, du-
conocedoras de la escritura, seguía existiendo una cultura ple- rante la Edad Media, los productos de esas tradiciones ora le^,^
namente oral, de vieja y arraigada tradición. Esa cultura se
1 de modo que nuestro conocimiento de ellos es indirecto y
expresaba en los usos y costumbres cotidianos, los rituales,
1 muy insuficiente. Más adelante esbozaré algunas caracterís-
I1
las festividades, etc., y se manifestaba verbalmente en mu- ticas primordiales de este tipo de culturas.
chas variedades de "literaturan7oral, tanto profana como re- ;Puede hablarse aquí de "oralidad primaria"? No para
ligiosa: cantares épicos, canciones narrativas y líricas para Walter Ong, quien limita la expresión a culturas que desco-
acompañar el trabajo y el baile, rimas infantiles, oraciones y
1 nocen la escritura y quien aplica a periodos como el inedie-
l
conjuros versificados, cuentos, refranes. Toda esa produc- , val la denominación de "residualmente oral'', por la gran can-
ción, local unas veces, regional otras, trasregional otras mu- tidad de elementos, de "residuos", orales que conserva (1982,
c h a ~constituía
,~ un patrinionio colectivo; se creaba y recrea- 36, 37,43, passim).l0 Por su parte, Paul Zuinthor piensa que
ba oralmente, se transmitía de boca en boca y de generación
1 la oralidad primaria se puede dar igualmente en "grupos so-
en generación y por lo común se ejecutaba públicamente. Só-
1 ciales aislados y analfabetas" y que tal "era el caso de grandes
Por un prurito etimológico, Walter Ong ("Did you say 'oral literature'?': 1 sectores del mundo campesino medieval, cuya vieja cultu-
1982, 10-15) se niega a hablar de "literatura" oral -"moilstruoi~s concept" lo
llama (1 1)-, como ya lo había hecho Havelock y lo harían después otros.
Goody (1991, xi), para evitar el término, crea -pero afortunadamente emplea
poco- el de standardized oral forms (sigla: so^). Por otro lado, Kuth Finnegan
I1 ra, tradicional, oprimida", debió poseer "una poesía de orali-
dad primaria" (1987, 18). Parece, sin embargo, que incluso la
cultura campesina que vivía en el aislamiento solía entrar en
(1992,16) arguye con toda razón en contra de la falacia etiinológica; J. J. Dug-
gan coordina en 1975 un volumen intitulado Oral literature; Z u ~ i ~ t l subti-
~or 1 contacto con la "otra" cultura en lengua vernáculaj poseedo-
tula su libro de 1987 De la "Iittérature" nzédiévale. No existe para el concepto I ra, ésa sí, de escritura, y tales coiltactos no podían sino traer
de 'literatura' una palabra que no esté teñida de "escritocentrisn~o",pero pres-
cindir del término literatura crea más problemas de los que resuelve. En si-
tuación análoga se encuentra la palabra texto, que para Ong y sus sucesores
I consigo, en mayor o menor medida, mutuas influencias.ll
Se trataba siempre de registros muy parciales, en los cuales intervenían
(Stoik, por ejemplo) se refiere necesariamente a un escrito o impreso; la poe- las preferencias y los rechazos de quienes sabían escribir. "Con poquísimas ex-
sía oral, dice Ong, es un acontecimiento, no un texto; Goody la denomina ut- cepciones -dice Zuinthor-, todo lo que sabenios de la poesía medieval a través
ter~irire(manifestación oral, vocal) o performance, contraponiéndola a text or de sus textos es lo que las gentes de escritura juzgaron a bien darnos a cono-
score (1991, xiii). Recordemos, sin embargo, el amplio sentido que la semió- cer" (1987, 134). Sólo se conservó una fraicióri mínima de los que circulaban
tica suele dar a la palabra texto: 'conjunto de enunciados verbales que poseen oralmente. Stock (1983,8), hablando nids bien de costumbres e instituciones
una furiiión coinunicativa'.Los "textos literariosn-subespeiie de los "textos" - medievales, dice: "very occasioiially, nieritiori is niade of what may be called
no son merios textos cuando son producidos y transmitidos oralmente. pure orality [...l. Medieval documentatiori provides little direct evidence for
Dado el nomadismo de los juglares, importantes trarismisores de poesía such orality, although one catches gliinpses of it in accourits of gestures, rituals,
en la Edad Media, un rasgo característico de esa cultura oral es la amplísima and feudal ceremonial".
divulgación de muchos textos, temas y recursos poéticos y narrativos. De ahí "'El término nos resultará útil aquí, pero recoiiozco que está s u n ~ a n ~ e n t e
resulta, como dice Zuinthor, "una apretada red de tradiciones poéticas [y,aña- necesitado de precisiones, porque Oiig lo aplica iiidistintamente a culturas de
do, cuentísticas] orales que abarcan todo el Occidente" y, de hecho, toda Eu- índole muy diversa y a tipos también distintos de oralidad.
20 LOS ESPACIOS DE LA VOZ LOS ESPACIOS DE 1.A VOZ 21
Esa otra cultura, escrita, que floreció en ámbitos más res- El legere in silentio siguió siendo excepcional durante la
tringidos -medios clericales y conveiituales, cortes y pala- Edad Media, posiblemente hasta el siglo ~ 1 1 :la' ~gente no sa-
cios, ciudades-, tenía en común con la de tradición oral un bía hacerlo, aun cuando quería. Hay a este respecto una bo-
factor muy importante: la publicación de sus productos li- nita anécdota de comienzos del siglo xiii: Ricalmo, abate del
terarios adoptaba las más veces modalidades orales: "esas monasterio cisterciense de Schonthal, en Alemania, autor
obras [...] estaban destinadas a la recitación, a ser cantadas o del más completo manual medieval de demonologia, confe-
leídas en público" (Auerbach, 1969,279);lo mismo sus "lec- só lo siguiente:
tores" que sus receptores -letrados o analfabetas- estaban
acostumbrados a oír el sonido de las letras, las "voces pagi- Cuando estoy leyendo directamente del libro y sólo con el
norurn': según el feliz título de Joseph Balogh (1926- 1927). pensamiento, como suelo hacerlo, ellos [los diablos] me ha-
O sea, que para la cultura medieval que se expresaba por es- cen leer en voz alta palabra por palabra, privándome de la
crito los ojos no eran sino vehículo para una comunicaciói-i comprensión interior de lo que leo y para que pueda pe-
oral-auditiva; también en ella, pues, "el sentido circulaba de sión de la literatura escrita por medio de la voz: "La literatura oralizada" ha-
la boca al oído", y "la voz detentaba el monopolio de la trans- bría sido, a mi ver, el título adecuado.- Me abstengo de usar aquí los términos
de oralidad mixte y seccinde -esta última entra fácilmente en conflicto con la
misión" (Zumthor, 1972,37 y SS.).Pero era una voz que, lejos "secondary orality" cle Ong, referida a la era tecnológica- que Zumthor aplica
de oponerse a la escritura, cooperaba con ella, complemen- a "la casi totalidad de la poesía medieval" (1987, 18-19).
'' Eso, por lo nienos, es lo que ha afirmado Zumthor (1972,38): el leer só-
tándola. Evidentemente, no cabe hablar aquí de una literatu- lo con los ojos "ne senible pas avoir été connu avant le xve siecle. La lecture so-
ra oral, como lo era la otra -de aplicarle este término, estaría- litaire elle-meme, propre aux lettrés, comportait une prononciation du texte
lu". Sólo desde el siglo xiv "on entend $a et la plaider en faveur d'une science
mos extendiendo su significado hasta el punto de diluirlo-, foridée en lecture plut6t qu'en audition. C'est alors inenie qu'apparaissent par
pero sí de una literatura que podemos llamar oralizada, tér- ailleurs les premiers indices d'un affaiblissement vocal de la poésie" (Zum-
thor, 1987,93).Si Zumthor tiene razón, no podría hablarse de "lectura" ni de
mino que, junto con el de oralización, permite evitar inalen- "lectores", en el sentido actual de estas palabras, para los siglos xii-xiv, como
tendidos.12 suelen hacerlo incluso estudiosos interesados en estas cuestiones. Elias L. Ri-
vers, por ejemplo, piensa que la lírica proverizal "prcihablemente fue cantada
te en las costumbres, instituciones, leyes, en los siglos xr y xri. Dice Elias Ri- más frecuentemente que leída en silericio" ( 1 983,8: jsólo "probablemente"?, jse
vers (1988, 18): "en ninguna cultura que tenga escritura puede existir una la leyó alguna vez en silencio?) y dice que "Berceo's texts provided a strange
oralidad pura. Incluso en la Edad Media, [...] se sabía siempre que existía la new experience for listeners and readers alike" (22), que su poesía "seems to
escritura latina y que la conservación de un poema vernáculo no dependía, demand to be read out loud" (25) y que don Juan Manuel "writes for readers,
en principio, de la constante repetición oral y colectiva". Cf:lo que escribe en rather than listeners" (29, cf: 30-32). En este último caso, me permito sugerir
1983,18-19, y su aseveración de que la mayor parte del público, predominan- que la preocupación de un escritor por la pureza de sus textos no se opone a
temente analfabeta, de Berceo "had an almost superstitious respect for scrip- la lectura en voz alta o, incluso, la memorización de éstos: véase por ejeinplo
ture of any sort" (1983,22). el caso de los cuentos de Timoneda (cap. ir, pp. 65-66). Enseguida veremos
l2 El haber intitulado "La literatura oral" al extracto de mi ponencia so- que el propio don Juan Manuel practicaba y recomendaba la recepción oral
bre "Lectores y oidores" publicado en Egido (coord.), 1992, despistará a más de textos literarios e históricos. Sobre estas cuestiones evidentemente no se ha
de uno. El tema de aquella ponericia, como el del presente libro, es la transini- dicho la última palabra.
LOS ESPACIOS DE LA VOZ LOS ESPACIOS DE LA VOZ
netrar tanto menos en la fuerza interior de la lectura cuanto retraer estas cosas sobredichas, et esto era porqi~eo)/éndolas
más me vierto en el lenguaje externo.14 les crescían los corazones (1807, ii, 213).16
Para quienes no creemos en los demonios, el problema Se leían en voz alta muchos otros tipos de obras. En el
de Ricalmo era, simplemente, que no lograba leer en silen- prólogo al Libro del caballero e del escudero, don Juan Ma-
cio; deseaba mucho hacerlo, porque compartía con otros la nuel le cuenta al arzobispo de Toledo que "cada que so en al-
convicción de que la lectura silenciosa propiciaba, más que gún cuydado, fago que m e lean algunos libros o algunas es-
la oral, la comprensión de los textos (véase aquí cap. vrr, no- torias", y añade que le envía esa obra suya "porque alguna
ta 26); pero no tenía la costumbre de hacerlo, como no la te- vez, quando no pudierdes dormir, que vos lean, assy com-
nían sus contemporáneos: no era parte de su cultura. mo vos dirían una fabliella" (1955,9).
Los nobles acostumbraban oír leer, lo mismo en compa- El hábito de escuchar los textos escritos no podía sino
ñía, durante la comida, que en privado, y ambos hábitos que- repercutir en la escritura misma, como veremos, y así se ha
daron incluso reglamentados en España desde el siglo xrrr. podido comprobar, precisamente en don Juan Manuel, la in-
Un pasaie de la Segunda Partida de Alfonso X dice que los an- fluencia de los cuentos orales, con ciertos rasgos típicos de
tiguos ordenaron que en tiempo de paz los caballeros apren- composición, como las continuas repeticiones, en el Conde
dieran hechos de armas, ya que no "por vista et por prueba", Lucanor y en el llamado Libro de las armas.l7
"por oída et por entendimiento" (o sea, escuchándolos), En toda la Europa medieval la lectura ocular conducía,
pues, normalmente a la oralización de lo escrito. Los ojos ali-
et por eso acostumbraban los caballeros, quando comién, mentaban los oídos, empezando por los del propio "lector",
que les leyesen las hestorias de los grandes fechos de armas
que los otros fecieran [...l. Et eso mesmo facién que quando la population urbaine". Como lo muestra este pasaje y veremps después, "lec-
tura privada" no es sinónimo de "lectura silenciosa''. Por otra parte, es inte-
non podiesen dormir, cada uno en su posadal%e facié leer e resante ver con qué situaciones de la vida diaria se asocia la lectura: con la co-
mida (véase infra, nota 19) y con el insomnio. Se trata evidentemente de tupoi,
l 4 Richalm von Schonthal, Liber Revelntiuri~~lii de Insidiis et Versutiis Dae- que aparecen por todas partes. Nelson cita ejemplos de lo que llamaré "lectu-
rnonurn Adversus Hurnines, col. 390: "Saepe cum lego solo codice, et cogi- ra por insomnio" que ha encontrado en Chaucer, el conde de Blois, Froissart
tatione, sicut soleo, faciunt meo verbotenus, et ore legere, ut taritum~nodo (1976-1977,112).
eo magis auferant mihi internum intellectum, et eo ininus vim lections intus I h Eickhoff, quien cita este pasaje (1992,6), hace notar que la "lectura del
penetrem, quo magis in verba foris profundor" (Ife, 1985, 187, nota 65). Ife, humanismo vernáculo castellano no es lectura de la razón ni del entendi-
p. 75, da la traducción de Coulton (1923, r, 38), quien a su vez encontró el tex- miento sino lectura del corazón y de la voluntad" (9). Podemos añadir que lo
to en el Tlzesaurus anecdotorum riuvissirritts de Beriiard Pez (1721). Véase tam- es precisamente por ser lectura en voz alta, hermana del "saber de coro" (pur
bién Chaytor, 1950, 14-15. coeur) los textos y recitarlos. Como veremos, en el siglo xvr fray Antonio de
l5 Esto contradice, por lo menos para España, lo que afirma Robert Ma- Guevara asociará estrechamente el oír con el corazón, contrastándolo con el
richal 11968.457 v s.): "la lecture ~ r i v é ene devient fréauente au'au 15' siecle. leer (silencioso), en que "solamente se ceban los ojos". Cf cap. vil, notas 6 y 26.
" Véase Macpherson, 1973; England, 1977; Deyermond, 1982 y 1988.
24 1,OS ESPACIOS DE I,A VOZ LOS ESPACIOS DE 1.A VOZ 25
que también "leía" con sus oídos, pues al pronunciar lo es- tante o recitador o lector y un auditorio" (Zumthor, 1972,
crito se escuchaba a sí mismo: "O tu che leggi, udirai" (Dan- 37).21La literatura medieval española abunda en referencias a
te, Inferno, xxr, 118).18A fines del siglo XIV escribió el poeta la lectura y recitación ante muchos oyentes: "Sennores e ami-
inglés John Gower en su Confessio amantis: "Que cuando leo gos quantos aquí seedes, / si escuchar quisierdes, entenderlo
de amores, alimento mi oído con esas historias".19 podedes", dice Berceo en la Estoria de San Millán (1964, ver-
sos 435ab; también 109a y 321ab); la Vida de Santa María
Egipciaca comienza:
Junto a tales exhortaciones encontramos muchas refe- indicio también del carácter social, grupal, de la comuni-
rencias de otros tipos, como éstas del Libro de buen amor: cación.
"que pueda de cantares un librete rimar, 1 que los que lo oye- Toda la literatura europea medieval abunda en testimo-
ren puedan solaz tomar" (Juan Ruiz, 12cd);"Buena propie- nios y fórmulas como los que hemos visto en España. En
dat ha [el Libro] do quier que sea, 1 que si lo oye alguno que poemas franceses: "Or oez tuit coumunement", "Or oiez un
tenga muger fea, 1 o sy muger lo oye que su marido vil sea" flabel courtois", "Or escoutez, grans et menour"; "Oi avez le
(1627a-c);"Qualquier ome que lo oya, si bien trobar sopie- vers del parchemin" (Chaytor, 1950,ll y ss.); en la literatura
re" (1629a). Lo mismo, en las crónicas. Chaytor (1950, 110) inglesa: "Lystnes, lordyings ...", "as you shall hear", "as you
cita la Crónica de Jaime I de Aragón, escrita después de 1230: have heard" (Crosby, 1936, 101-102). Generalmente se com-
"A aquells qui voldrán ohir de las graces que Nostre Senyor binan, como en la Disputa del alma y el cuerpo, un verbo de
ha fetes deixam aquest libre per memoria" (final del cap. 1); locución (dicere, decir, dire, sagen, hablar, contar...) con uno
"Per tal que sapigan aquells que ohirán aquest libre [...]" (fi- referente a la recepción auditiva (audire, oír, ouir, horen, d.
II
un jardín, en el verso 5366 del fiain de Chrétieii de Troyes. En los siglos XIII y xrv se fue expandiendo la escritura a cau-
También los textos en prosa se leían así, y para España tene- sa del desarrollo del coliiercio, la intensificacióil de las co-
, ejemplo, esta pequeña viñeta del Libro del Caballero
m o ~por mui~icacionesy, sobre todo, la estabilización espacial, el se-
Zi$ar: dentarisino -y la necesidad de llevar registros- que trajo
I
consigo el crecimiento de las ciudades: "las ciudades son hi-
E la donzella leuaua el libro de la estoria de don Yuan e co- jas del Escrito" (Zumthor, 1987, 102). Con todo, "tantos si-
mencó a leer en él. E la donzella leyé muy bien e muy apues- glos no le bastaron a la sociedad europea para interiorizar
tamente e muy ordenadamente, de guissa que entendié el verdaderamente su conocimiento y su práctica de la escritu-
infante muy bien todo lo que ella leyé, e tomaua en ello muy ra" (109).A su vez, la lectura era una cosa difícil, ejercida por
grand plazer e gran solaz (1983,413). pocos (115, 119-120). Hay que ver la increíble penuria de li-
bros en las bibliotecas todavía en el siglo XIII; la biblioteca
Aquí tenemos dos "figuras" esenciales de la lectura en el que más libros posee, la de la Sorbona, tiene un millar de vo-
Medioevo, ya fuera pública, ya privada: la persona que do- lúmenes. Apenas va iniciándose en ese mismo siglo XIII el co-
mina la técnica de leer en voz alta, por un lado, y, por otro, mercio de libros. Salvo en las ciudades de Flandes y del norte
su público -en este caso, un infante-, que recibe "grand pla- de Italia, sostiene Zumthor (108-109), nada cambió real-
zer e gran solaz" oyéndola leer. Cuando de recitaciones se tra-
ta, entra en juego otra figura de primer rango: la memoria. supuesto, Yates, 1966. Véase, además, entre otros, Ong, 1982, 57-68; Stock,
1983,possim; Goody, 1991, en especial, 174-190; Zumthor, 1987, capítulo vIr.
Petrarca describe a los juglares como "homines non magni Volveremos sobre la memoria en los capítulos 11,v y, sobre todo, VI.
27 Cf; Jousse, 1981, 258: "On confiait des livres eiltiers a la mémoire,
ingenii, magnae ver0 r n e m ~ r i a e "(Chaytor,
~~ 1950, 116).
quand les livres étaient rares et couteux, comme aux xiiie et xive siecles". En el
gran obra obligada sigue siendo Menéndez Pidal, 1957. Los juglares influye- s v ya eso asombraba, por lo menos en Alemania. "Una carta de 1446, publi-
ron en esos otros "portddores de la voz" que fueron los predicadores, los cada por J. Werner, relata la estupefacción y la incredulidad de los sabios ale-
cuales aprendieron de ellos las técnicas para la comunicación de masas, lo manes ante la visita de un joven espanol de veintiún anos [...] capaz de recitar
mismo que fórmulas, recursos narrativos, etc. En los siglos svi y xvrI, como de memoria toda la Biblia, Nicolás de Lira, los escritos de santo Tomás, Ale-
tendremos ocasión de ver, entraron en escena los lectores adiestrados eii la jandro de Hales, Buenaventura, Duns Escoto 'y muchos otros', amén de las
lectura oral (cap. 111). decretales y sus glosas, todo Avicena, Hipócrates, Galeno... pero, es verdad,
?" Sobre la memoria son iiidispensables: Jousse, 1981, cap. 15, y, por sólo una parte de Aristóteles" (Zumthor, 1987, 157-158). Alfonso Reyes
30 LOS ESPAClOS DE LA VOZ
II
la manera obvia -la única manera posible- corno han llega- o al canto, en tal o cual circunstancia. La escritura no era si-
do hasta nosotros los textos medievales: a través de manus- no un relevo provisional de la voz (1987, 135).30
critos.
Lo que se está viendo con claridad cada vez mayor es que En efecto, parece ser que entre la cultura oral de la Edad
los manuscritos mismos estaban supeditados a la oralidad Media y su "cultura manuscrita" hay menos distancia que la
predominante. Dice Walter Ong: "La cultura manuscrita si- 1 que existe entre esta última y la cultura impresa que la rem-
tos parece poca cosa la anécdota del comerciante converso español Ferrán se escribiera mayoritariamente pronunciando. Chaytor ha hablado de ello,
Verde, que en 1492 fue acusado ante la Inquisición y encarcelado por cuatro citando ejemplos por demás curiosos: el copista del siglo VIII que, ensalzan-
anos, entre otras cosas porque se había aprendido de memoria 219 estrofas de do la labor del escriba, dice que involucra tres dedos, dos ojos y una lerlgtla
los Proverbios tnorales de Sem Tob (López Grigera, 1976; Deyermond, 1988, (1950, 14, nota 2 ) ; Lutero, para quien el escribir pone en juego las partes del
28-29). En el Renacimiento, pese a la imprenta, hubo un resurgimiento de la cuerpo y las acciones más elevadas: la cabeza, la lengua y el habla (147).En las
memoria artificial: Yates, 1966, xii, 126-128. escuelas se enseñaba a escribir pronunciando, como en un libro famoso de-
Zumthor prefiere este término al abstracto de oralidad: "La vocalité, mostró Istvan Hajnai (L'enseigl~errzentde l'écrittlre atlx universités viédiévu-
c'est l'historicité d'une voix: son usage" (1987,21). les), citado por McLuhan (1966,92,94,97) y por Stephen Gilman (1972, 318;
2y CCf: Ong, 1952, 157: "We Iiave not yet cometo full terms witb the fact qf: 31 1-314, sobre el predominio de la oralidad en los estudios universita-
that from antiquity well through the eighteenth century many literary texts, rios). Añadarrios a Pablos, el Buscón, que "tenia por costumbre escribir repre-