Frenk - Entre La Voz y El Silencio

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MARGIT FRENK

ENTRE LA VOZ
Y EL SILENCIO
La lectura en tiempos de Cervantes

FONDO DE CULTURA ECONOMICA


Primera edicitiii (Ceiitro dc 1;studios Cervantiilos, Madrid), 1997
Priniera edicitiii ( F C E ) , 2005

Frenk, Margit
Eritre la voz y el sililrici«. La lectura eii ticilipos de Cervantes 1
Margit Frenk . -México : FCE, 2005
222 p. ; 21 x 14 cm - (Colee. Lengua y Estudios 1,iterarios)
1SBN 968-16-7588-6

1. Literatura oral 2. Literatura espniiol~- Historia y crítica 1.


Ser 11. t.
1. Los espacios de la voz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LC PQ6066 .F74 Dewey 808.5 F662e La Edad Media, bajo el imperio de la voz. . . . . . . . . . . .
"Si queredes o@ lo que vos quiero dezir" . . . . . . . . . . . .
Otros indicios de oralización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cultura manuscrita, cultura oralizada . . . . . . . . . . . . . .
Una especial organización del pensamiento y de la ex-
presión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La oralidad y la oralización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Textos en movimiento y joralidad versus escritura!. . .
Una transformación que duró varios siglos . . . . . . . . . .
Comentarios y sugerencias:
La tarea que tenemos por delante.. . . . . . . . . . . . . . . . . .
www.fondodeculturaeconomica.corn
Tel. (55)5227-4672 Fax (55)5227-4694
11. Lectores y oidores en el Siglo de Oro . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Diseño de forro: Teresa Guzmán Varias "oralidades" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
"Lector o oydor" . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
D. R. B 2005, FONDOD E CULTURA ECON~MICA El ancho público de la literatura áurea . . . . . . . . . . . . . . 54
Carretera Picaclio-Ajusco 227; 14200 México, D. F.
Los géneros oralizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra Otros géneros prosísticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Nuevamente, el público: sus transformaciones. . . . . . .
-incluido el diseiio tipográfico y de portada-,
sea cual fiiere el medio, electrónico o mecánico, 77
siti el coriseritimiento por escrito del editor.

ISBN 968-16-7588-6 111. La ortograf?~eloctlente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86


Escribir bien para pronunciar bien . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Impreso en México Priiitcti iri Mexico
7
Sc~ltidoy función de las letras del alfabeto . . . . . . . . . 88 VI1. El lector silencioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
Se escribía y se leía para que otros oyeran .......... 91 ¿Desde cuándo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
La p~intuación.para los oídos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 ¿Existe la lectura en silencio? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
El adiestramiento de los "lectores" ................. 96 Algunos testimonios españoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
¿Satisfacer a los oídos o a los ojos? . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 Cervantes. lector silencioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Dos debates del momento: ¿palabra o escritura?.
IV. Ver. oír. leer. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 ¿VOZ O silencio? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
Ambivalencias léxicas: leer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 ¿Teatro oído y visto o teatro leído? . . . . . . . . . . . . . . . 165
Ambivalencias léxicas: decir, hablar . . . . . . . . . . . . . . . 104 De la voz al silencio. del grupo al individuo. del afue-
Ambivalencias léxicas: recitar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108 ra al adentro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
An~bivaleilciasléxicas: contar. narrar. referir . . . . . . . 109 Paréntesis sobre la participación comunitaria . . . . . 172
Ambivalencias léxicas: oír . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110 El espacio interior de la lectura . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
Maridajes extraños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Escuchar ya sólo con los ojos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
Las sinonimias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
¿Diferenciación semántica o igualación? . . . . . . . . . . 115 Bibliografia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181

V. La poesía oralizada y sus mil variantes . . . . . . . . . . . . . 121 Índice de nombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211

VI . El manuscrito poético. cómplice de la memoria . . . . . . 136


Para una futura tipología de los cancioneros manus-
critos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Cancioneros destinados al uso inmediato . . . . . . . . 138
Cancioneros destinados a permanecer . . . . . . . . . . . . 139
¿Cuidado versus descuido? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Manuscrito poético y memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
El texto fluido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Poesía y canto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Un romance nuevo copiado de ~ilemoriay de oído 148
El hormiguear de la vida creadora . . . . . . . . . . . . . . . 150
totalidad los iítulos mencionados y sigue las normas edito-
riales dcl Fondo de Cultura Económica. He preferido utili-
zar las ediciones originales de obras escritas en otras lenguas
cuando las traducciones existentes me resultan insatisfacto- 1. LOS ESPACIOS DE LA VOZ1
rias; traduzco las citas sin hacerlo constar expresamente. Los
subrayados son iníos, salvo aclaración.
Agradezco a Carlos Monsiváis y a Enrique Flores que me EN UN importante libro de 1945, From Script to Print, el in-
hayan sugerido reunir estos trabajos en un libro, porque ello glés Henry John Chaytor decía que hoy en día casi no somos
me ha permitido aprender y repensar una serie de cosas e capaces de concebir el lenguaje sino en su forma escrita
iniciar así una nueva fase en la investigación. La obrita iba a (1950, 6). Esta inextricable atadura del lenguaje con la escri-
aparecer, hacia 1993, en la editorial Anthropos, pero fue al tura es un fenómeno tan reciente en la historia de la huma-
fin publicada en 1997 por el Centro de Estudios Cervanti- nidad y tan limitado a ciertas culturas como lo es la escritura
nos, gracias a los buenos auspicios de mi amigo Carlos Alvar. misma; pero ya lo ha dicho Walter Ong: "nosotros -los lec-
Vaya aquí mi agradecimiento también a cuantos, compar- tores de libros como éste- somos tan 'letrados"', que "sólo
tiendo mi pasión por el tema, me han regalado datos y ob- con grandes dificultades logramos imaginar cómo es una
servaciones, y al Fondo de Cultura Económica por su interés cultura de oralidad primaria, esto es, una cultura que des-
en publicar nuevamente el libro. conoce totalmente la escritura e incluso la posibilidad de la
escritura'' (1982,2,30).
Ciudad Universitaria, México, D. F., 1996,2005 Ha hecho época el libro Orality and Literacy. The Tech-
nologizing of the Word de Walter Ong (1982), excelente in-
vestigador norteamericano que se ha ocupado ampliamente
del contraste entre las culturas orales y las dotadas de escri-
tura.
A pesar, dice, de que todo lenguaje es básica, naturalmen-
te, oral y de que la escritura es un fenómeno tardío, deriva-
do y artificial (5-10,75,82-83), ella ha marcado muy a fondo
a nuestras culturas y creado en nosotros nociones falsas so-
bre las culturas de épocas y civilizaciones carentes de escri-
' He utilizado aquí algunos elementos de mi ponencia "Los espacios de la
voz", publicada en Company (coord.), 1991,9-17.
16 LOS ESP~CIOSIIE LA VOZ

tura, las cuales, dentro de la historia de la humanidad, cons- t ~En. los~ primeros siglos de la Roma imperial -cito a Auer-
tituyen la inmensa mayoría.' bach- "la mayoría de las obras literarias no fueron conocidas
Pero no son sólo las civ lizaciones sin escritura las que es- primero a través de copias escritas, sino por medio de la lectu-
tán reclamando una visión no "escritocéntrica":' las culturas ra oral. Ésta se realizaba generalmente en reuniones informa-
occidentales conocedoras de la escritura estuvieron permea- les y privadas de los amigos del autor': Luego se leyó en todas
das también, durante siglos, de diversos tipos de oralidad, partes, y "desde Adriano hubo edificios públicos que servían
hecho este que no es conocido a nivel general. En la Anti- exclusivamente a este propósito" (Auerbach, 1969,235-237).
güedad grecorromana, "el método común de publicación Tan asociada estaba la letra con la voz, con el hablar y el oír,
fue la recitación pública, [...] incluso después de que se ge- que incluso la lectura solitaria se hacía en voz alta, como lo
neralizaron los libros y el arte de la lectura" (Hadas, 1957, prueba el famoso pasaje de las Confesiones (vi, iii) en que san
50). A partir del siglo v a.c., y sobre todo en la epoca hele- Agustín expresa su asombro ante la capacidad y costumbre
nística, la cultura griega conoció la lectura individual, pero que tenía san Ambrosio de leer en silencio (véase nuestro ca-
ésta las más veces se realizaba en voz alta. También en la Ro- pítulo vir).
ma antigua los textos eran leídos oralmente, recitados de me-
moria, salmodiados o cantados; su público era un público de
oyentes, un "a~ditorio".~ "Para los antiguos la palabra escri-
ta no era otra cosa que un sucedáneo de la palabra oral" Nadie sino san Ambrosio parece haber leído silenciosamen-
(Borges, 1960, 157); los manuscritos servían para fijar los te en el siglo IV. Ni nadie más, por muchos siglos. La Regla de
textos y apoyar la lectura en ~rozalta, la memorización, el can- San Benito, capítulo 48, ordena que quien desee leer en el
dormitorio debe hacerlo sin molestar a los demás: sibi sic le-
" ~ lenguaje
l es tan abrumadoramente oral, que de los muchos miles de
lenguas -posiblemente decenas de miles- clue se han hablado en el curso de la gat u t aliurn non inquietet (Chaytor, 1950, 14). La cultura de
historia humana, sólo unas 106 han practicado la escritura en una medida su- la Edad Media europea siguió estando mayoritariamente ba-
ficiente coino para haber producido literatura, y la mayoría de ellas nunca se
han puesto por escrito. De las rnás o rnenos 3000 lenguas habladas que exis- jo el imperio de la voz, como lo ha venido a demostrar de ma-
ten hoy, sólo unas 78 poseen una literatura" (Ong, 1982, 7). Sobre todo esto, nera definitiva el libro de Paul Zumthor, La lettre et la voix.
véase también Goody, 1991.
"n cuanto a la Grecia prealfab6tica, anterior al siglo v a.c., el puilto de De la "littéruture" rnédiévule (1987).6
vista escritocéntrico ya ha sido parcialmente superado gracias a trahajos co-
mo los clásicos de Parry, Havelock, Lord y sus seguidores. Para un rápido re- Véase lo que dice Díez Borque (1985,22) sobre "cultura de uso" versus
sumen del paso de la cultura plenamente oral a la conocedora de la escritura, "cultura de permanencia': y nuestro capítulo vi.
véase, entre otros, a Kivers, 1983, 1-3. 'jYa en libros anteriores, desde su Essai depoétique médiévale (1972), ha-
Para la lectura en la Antigüedad, véase también, entre otros, Balogh, bía venido mostrando Zumthor las dimensiones orales de la literatura ine-
1926-1927; Kenyon, 1932; McLuhan, 1966; Knox, 1968; Genette, 1969; Nel- dieval. Desconcierta el desconocimiento de tales trabajos por parte de espe-
son, 1976-1977; Ife, 1985; Havelock, 1986; Zumthor, 1987; Schon, 1987. cialistas como Ong, Goody, Schon.
18 LOS ESPACIOS DE LA VOL LOS ESPACIOS I)E LA VOZ 19

Por una parte, entre grandes masas de la población, des- lo de manera excepcional llegaron a ponerse por escrito, du-
conocedoras de la escritura, seguía existiendo una cultura ple- rante la Edad Media, los productos de esas tradiciones ora le^,^
namente oral, de vieja y arraigada tradición. Esa cultura se
1 de modo que nuestro conocimiento de ellos es indirecto y
expresaba en los usos y costumbres cotidianos, los rituales,
1 muy insuficiente. Más adelante esbozaré algunas caracterís-

I1
las festividades, etc., y se manifestaba verbalmente en mu- ticas primordiales de este tipo de culturas.
chas variedades de "literaturan7oral, tanto profana como re- ;Puede hablarse aquí de "oralidad primaria"? No para
ligiosa: cantares épicos, canciones narrativas y líricas para Walter Ong, quien limita la expresión a culturas que desco-
acompañar el trabajo y el baile, rimas infantiles, oraciones y
1 nocen la escritura y quien aplica a periodos como el inedie-

l
conjuros versificados, cuentos, refranes. Toda esa produc- , val la denominación de "residualmente oral'', por la gran can-
ción, local unas veces, regional otras, trasregional otras mu- tidad de elementos, de "residuos", orales que conserva (1982,
c h a ~constituía
,~ un patrinionio colectivo; se creaba y recrea- 36, 37,43, passim).l0 Por su parte, Paul Zuinthor piensa que
ba oralmente, se transmitía de boca en boca y de generación
1 la oralidad primaria se puede dar igualmente en "grupos so-
en generación y por lo común se ejecutaba públicamente. Só-
1 ciales aislados y analfabetas" y que tal "era el caso de grandes

Por un prurito etimológico, Walter Ong ("Did you say 'oral literature'?': 1 sectores del mundo campesino medieval, cuya vieja cultu-
1982, 10-15) se niega a hablar de "literatura" oral -"moilstruoi~s concept" lo
llama (1 1)-, como ya lo había hecho Havelock y lo harían después otros.
Goody (1991, xi), para evitar el término, crea -pero afortunadamente emplea
poco- el de standardized oral forms (sigla: so^). Por otro lado, Kuth Finnegan
I1 ra, tradicional, oprimida", debió poseer "una poesía de orali-
dad primaria" (1987, 18). Parece, sin embargo, que incluso la
cultura campesina que vivía en el aislamiento solía entrar en
(1992,16) arguye con toda razón en contra de la falacia etiinológica; J. J. Dug-
gan coordina en 1975 un volumen intitulado Oral literature; Z u ~ i ~ t l subti-
~or 1 contacto con la "otra" cultura en lengua vernáculaj poseedo-
tula su libro de 1987 De la "Iittérature" nzédiévale. No existe para el concepto I ra, ésa sí, de escritura, y tales coiltactos no podían sino traer
de 'literatura' una palabra que no esté teñida de "escritocentrisn~o",pero pres-
cindir del término literatura crea más problemas de los que resuelve. En si-
tuación análoga se encuentra la palabra texto, que para Ong y sus sucesores
I consigo, en mayor o menor medida, mutuas influencias.ll
Se trataba siempre de registros muy parciales, en los cuales intervenían
(Stoik, por ejemplo) se refiere necesariamente a un escrito o impreso; la poe- las preferencias y los rechazos de quienes sabían escribir. "Con poquísimas ex-
sía oral, dice Ong, es un acontecimiento, no un texto; Goody la denomina ut- cepciones -dice Zuinthor-, todo lo que sabenios de la poesía medieval a través
ter~irire(manifestación oral, vocal) o performance, contraponiéndola a text or de sus textos es lo que las gentes de escritura juzgaron a bien darnos a cono-
score (1991, xiii). Recordemos, sin embargo, el amplio sentido que la semió- cer" (1987, 134). Sólo se conservó una fraicióri mínima de los que circulaban
tica suele dar a la palabra texto: 'conjunto de enunciados verbales que poseen oralmente. Stock (1983,8), hablando nids bien de costumbres e instituciones
una furiiión coinunicativa'.Los "textos literariosn-subespeiie de los "textos" - medievales, dice: "very occasioiially, nieritiori is niade of what may be called
no son merios textos cuando son producidos y transmitidos oralmente. pure orality [...l. Medieval documentatiori provides little direct evidence for
Dado el nomadismo de los juglares, importantes trarismisores de poesía such orality, although one catches gliinpses of it in accourits of gestures, rituals,
en la Edad Media, un rasgo característico de esa cultura oral es la amplísima and feudal ceremonial".
divulgación de muchos textos, temas y recursos poéticos y narrativos. De ahí "'El término nos resultará útil aquí, pero recoiiozco que está s u n ~ a n ~ e n t e
resulta, como dice Zuinthor, "una apretada red de tradiciones poéticas [y,aña- necesitado de precisiones, porque Oiig lo aplica iiidistintamente a culturas de
do, cuentísticas] orales que abarcan todo el Occidente" y, de hecho, toda Eu- índole muy diversa y a tipos también distintos de oralidad.
20 LOS ESPACIOS DE LA VOZ LOS ESPACIOS DE 1.A VOZ 21

Esa otra cultura, escrita, que floreció en ámbitos más res- El legere in silentio siguió siendo excepcional durante la
tringidos -medios clericales y conveiituales, cortes y pala- Edad Media, posiblemente hasta el siglo ~ 1 1 :la' ~gente no sa-
cios, ciudades-, tenía en común con la de tradición oral un bía hacerlo, aun cuando quería. Hay a este respecto una bo-
factor muy importante: la publicación de sus productos li- nita anécdota de comienzos del siglo xiii: Ricalmo, abate del
terarios adoptaba las más veces modalidades orales: "esas monasterio cisterciense de Schonthal, en Alemania, autor
obras [...] estaban destinadas a la recitación, a ser cantadas o del más completo manual medieval de demonologia, confe-
leídas en público" (Auerbach, 1969,279);lo mismo sus "lec- só lo siguiente:
tores" que sus receptores -letrados o analfabetas- estaban
acostumbrados a oír el sonido de las letras, las "voces pagi- Cuando estoy leyendo directamente del libro y sólo con el
norurn': según el feliz título de Joseph Balogh (1926- 1927). pensamiento, como suelo hacerlo, ellos [los diablos] me ha-
O sea, que para la cultura medieval que se expresaba por es- cen leer en voz alta palabra por palabra, privándome de la
crito los ojos no eran sino vehículo para una comunicaciói-i comprensión interior de lo que leo y para que pueda pe-
oral-auditiva; también en ella, pues, "el sentido circulaba de sión de la literatura escrita por medio de la voz: "La literatura oralizada" ha-
la boca al oído", y "la voz detentaba el monopolio de la trans- bría sido, a mi ver, el título adecuado.- Me abstengo de usar aquí los términos
de oralidad mixte y seccinde -esta última entra fácilmente en conflicto con la
misión" (Zumthor, 1972,37 y SS.).Pero era una voz que, lejos "secondary orality" cle Ong, referida a la era tecnológica- que Zumthor aplica
de oponerse a la escritura, cooperaba con ella, complemen- a "la casi totalidad de la poesía medieval" (1987, 18-19).
'' Eso, por lo nienos, es lo que ha afirmado Zumthor (1972,38): el leer só-
tándola. Evidentemente, no cabe hablar aquí de una literatu- lo con los ojos "ne senible pas avoir été connu avant le xve siecle. La lecture so-
ra oral, como lo era la otra -de aplicarle este término, estaría- litaire elle-meme, propre aux lettrés, comportait une prononciation du texte
lu". Sólo desde el siglo xiv "on entend $a et la plaider en faveur d'une science
mos extendiendo su significado hasta el punto de diluirlo-, foridée en lecture plut6t qu'en audition. C'est alors inenie qu'apparaissent par
pero sí de una literatura que podemos llamar oralizada, tér- ailleurs les premiers indices d'un affaiblissement vocal de la poésie" (Zum-
thor, 1987,93).Si Zumthor tiene razón, no podría hablarse de "lectura" ni de
mino que, junto con el de oralización, permite evitar inalen- "lectores", en el sentido actual de estas palabras, para los siglos xii-xiv, como
tendidos.12 suelen hacerlo incluso estudiosos interesados en estas cuestiones. Elias L. Ri-
vers, por ejemplo, piensa que la lírica proverizal "prcihablemente fue cantada
te en las costumbres, instituciones, leyes, en los siglos xr y xri. Dice Elias Ri- más frecuentemente que leída en silericio" ( 1 983,8: jsólo "probablemente"?, jse
vers (1988, 18): "en ninguna cultura que tenga escritura puede existir una la leyó alguna vez en silencio?) y dice que "Berceo's texts provided a strange
oralidad pura. Incluso en la Edad Media, [...] se sabía siempre que existía la new experience for listeners and readers alike" (22), que su poesía "seems to
escritura latina y que la conservación de un poema vernáculo no dependía, demand to be read out loud" (25) y que don Juan Manuel "writes for readers,
en principio, de la constante repetición oral y colectiva". Cf:lo que escribe en rather than listeners" (29, cf: 30-32). En este último caso, me permito sugerir
1983,18-19, y su aseveración de que la mayor parte del público, predominan- que la preocupación de un escritor por la pureza de sus textos no se opone a
temente analfabeta, de Berceo "had an almost superstitious respect for scrip- la lectura en voz alta o, incluso, la memorización de éstos: véase por ejeinplo
ture of any sort" (1983,22). el caso de los cuentos de Timoneda (cap. ir, pp. 65-66). Enseguida veremos
l2 El haber intitulado "La literatura oral" al extracto de mi ponencia so- que el propio don Juan Manuel practicaba y recomendaba la recepción oral
bre "Lectores y oidores" publicado en Egido (coord.), 1992, despistará a más de textos literarios e históricos. Sobre estas cuestiones evidentemente no se ha
de uno. El tema de aquella ponericia, como el del presente libro, es la transini- dicho la última palabra.
LOS ESPACIOS DE LA VOZ LOS ESPACIOS DE LA VOZ

netrar tanto menos en la fuerza interior de la lectura cuanto retraer estas cosas sobredichas, et esto era porqi~eo)/éndolas
más me vierto en el lenguaje externo.14 les crescían los corazones (1807, ii, 213).16

Para quienes no creemos en los demonios, el problema Se leían en voz alta muchos otros tipos de obras. En el
de Ricalmo era, simplemente, que no lograba leer en silen- prólogo al Libro del caballero e del escudero, don Juan Ma-
cio; deseaba mucho hacerlo, porque compartía con otros la nuel le cuenta al arzobispo de Toledo que "cada que so en al-
convicción de que la lectura silenciosa propiciaba, más que gún cuydado, fago que m e lean algunos libros o algunas es-
la oral, la comprensión de los textos (véase aquí cap. vrr, no- torias", y añade que le envía esa obra suya "porque alguna
ta 26); pero no tenía la costumbre de hacerlo, como no la te- vez, quando no pudierdes dormir, que vos lean, assy com-
nían sus contemporáneos: no era parte de su cultura. mo vos dirían una fabliella" (1955,9).
Los nobles acostumbraban oír leer, lo mismo en compa- El hábito de escuchar los textos escritos no podía sino
ñía, durante la comida, que en privado, y ambos hábitos que- repercutir en la escritura misma, como veremos, y así se ha
daron incluso reglamentados en España desde el siglo xrrr. podido comprobar, precisamente en don Juan Manuel, la in-
Un pasaie de la Segunda Partida de Alfonso X dice que los an- fluencia de los cuentos orales, con ciertos rasgos típicos de
tiguos ordenaron que en tiempo de paz los caballeros apren- composición, como las continuas repeticiones, en el Conde
dieran hechos de armas, ya que no "por vista et por prueba", Lucanor y en el llamado Libro de las armas.l7
"por oída et por entendimiento" (o sea, escuchándolos), En toda la Europa medieval la lectura ocular conducía,
pues, normalmente a la oralización de lo escrito. Los ojos ali-
et por eso acostumbraban los caballeros, quando comién, mentaban los oídos, empezando por los del propio "lector",
que les leyesen las hestorias de los grandes fechos de armas
que los otros fecieran [...l. Et eso mesmo facién que quando la population urbaine". Como lo muestra este pasaje y veremps después, "lec-
tura privada" no es sinónimo de "lectura silenciosa''. Por otra parte, es inte-
non podiesen dormir, cada uno en su posadal%e facié leer e resante ver con qué situaciones de la vida diaria se asocia la lectura: con la co-
mida (véase infra, nota 19) y con el insomnio. Se trata evidentemente de tupoi,
l 4 Richalm von Schonthal, Liber Revelntiuri~~lii de Insidiis et Versutiis Dae- que aparecen por todas partes. Nelson cita ejemplos de lo que llamaré "lectu-
rnonurn Adversus Hurnines, col. 390: "Saepe cum lego solo codice, et cogi- ra por insomnio" que ha encontrado en Chaucer, el conde de Blois, Froissart
tatione, sicut soleo, faciunt meo verbotenus, et ore legere, ut taritum~nodo (1976-1977,112).
eo magis auferant mihi internum intellectum, et eo ininus vim lections intus I h Eickhoff, quien cita este pasaje (1992,6), hace notar que la "lectura del
penetrem, quo magis in verba foris profundor" (Ife, 1985, 187, nota 65). Ife, humanismo vernáculo castellano no es lectura de la razón ni del entendi-
p. 75, da la traducción de Coulton (1923, r, 38), quien a su vez encontró el tex- miento sino lectura del corazón y de la voluntad" (9). Podemos añadir que lo
to en el Tlzesaurus anecdotorum riuvissirritts de Beriiard Pez (1721). Véase tam- es precisamente por ser lectura en voz alta, hermana del "saber de coro" (pur
bién Chaytor, 1950, 14-15. coeur) los textos y recitarlos. Como veremos, en el siglo xvr fray Antonio de
l5 Esto contradice, por lo menos para España, lo que afirma Robert Ma- Guevara asociará estrechamente el oír con el corazón, contrastándolo con el
richal 11968.457 v s.): "la lecture ~ r i v é ene devient fréauente au'au 15' siecle. leer (silencioso), en que "solamente se ceban los ojos". Cf cap. vil, notas 6 y 26.
" Véase Macpherson, 1973; England, 1977; Deyermond, 1982 y 1988.
24 1,OS ESPACIOS DE I,A VOZ LOS ESPACIOS DE 1.A VOZ 25

que también "leía" con sus oídos, pues al pronunciar lo es- tante o recitador o lector y un auditorio" (Zumthor, 1972,
crito se escuchaba a sí mismo: "O tu che leggi, udirai" (Dan- 37).21La literatura medieval española abunda en referencias a
te, Inferno, xxr, 118).18A fines del siglo XIV escribió el poeta la lectura y recitación ante muchos oyentes: "Sennores e ami-
inglés John Gower en su Confessio amantis: "Que cuando leo gos quantos aquí seedes, / si escuchar quisierdes, entenderlo
de amores, alimento mi oído con esas historias".19 podedes", dice Berceo en la Estoria de San Millán (1964, ver-
sos 435ab; también 109a y 321ab); la Vida de Santa María
Egipciaca comienza:

Oít, varones, huma razón,


En su mayoría, las presentaciones orales de las obras se ha- en que nin ha si verdat non;
cían colectivamente. Textos de toda índole se leían en voz al- escuchat de coracón,
ta o se recitaban -o cantaban- de memoria20 ante grupos de sí ayades de Dios perdón.
oyentes. Generalmente estaban "concebidos para funcionar
en condiciones teatrales: como comunicación entre un can- La Disputa del alma y el cuerpo: "Si queredes oyr lo que
l X "In the Middle Ages, as in Antiquity, they read usually, not as today,
vos quiero dezir"; la Razón de amor,
principally with the eyes, but with the lips, pronouncing what they saw, and
with the ears, listening to the words pronounced, hearing what is called the
'voices of the pages'. It is a real acoustical reading: legere means at the same
Qui triste tiene su coracón
time oildire" (Leclercq, 1961, 18-19). benga oyr esta razón;
" For when I of here loves rede / m i n ere with the tales I fede (Chaytor,
1950, 16). Francesco Sacchini (véase cap. 11, nota 26) dirá al comienzo de su
odrá razón acabada,
libro de 1614:"El leer es al espíritu lo que el alimento al cuerpo" (Schori, 1987, feyta d'amor e bien rymada.
107). La asociación de la lectura con la alimeiltación -y no es casual el que a
lo largo de los siglos se haya escuchado leer durante la comida- aparece eri el
(ALVAR, 1970,79, 135, 149)
Antiguo Testamento ("comer el libro" 'memorizarlo: Ezequiel: Jousse, 1981,
205-206) eil muchos monjes medievales, que hablan del palatum cordis, de
ruminatio, de "sabor", como ha mostrado Leclercq; véase también Schon,
Juan Ruiz, arcipreste de Hita, dice:
1987,118-119.
20 Zumthor (1987, 19-20) establece una interesante diferenciación entre
estos dos tipos de oralización: "Lorsque le poete ou son interprete chante ou
Sy queredes, senores, oyr un buen solaz,
récite (que le texte soit improvisé OLI mémorisé), sa voix seule confere celui- escuchad el rromance, sosegad vos en paz (14ab).22
ci son autorité. [...] Si le poete ou ]'interprete, en revanche, lit dans un livre ce
qu'entendent ses auditeurs, l'autorité provient plutdt du livre comme tel, objet '' Véase también Crosby, 1936; Chaytor, 1950; Auerbach, 1958,215; Nel-
visuellement pergu au centre du spectacle performanciel. [...] Dans le chant son, 1976-1977, 112 y n. 3; Clanchy, 1979.
ou la récitation, ménle si le teste déclamé a été composé par écrit, I'écriture 2' Cf también los versos 12cd, 15a, 1627bc, 1629a, passim, del Libro de
reste occultée. La lecture publique [...] est moins théatrale [...]". Habría que buen amor. Por razones obvias he omitido las abundantes referencias eil la
estudiarlo. poesía épica.
26 LOS ESPACIOS DE LA VOZ LOS ESPACIOS DE LA VOZ 27

Junto a tales exhortaciones encontramos muchas refe- indicio también del carácter social, grupal, de la comuni-
rencias de otros tipos, como éstas del Libro de buen amor: cación.
"que pueda de cantares un librete rimar, 1 que los que lo oye- Toda la literatura europea medieval abunda en testimo-
ren puedan solaz tomar" (Juan Ruiz, 12cd);"Buena propie- nios y fórmulas como los que hemos visto en España. En
dat ha [el Libro] do quier que sea, 1 que si lo oye alguno que poemas franceses: "Or oez tuit coumunement", "Or oiez un
tenga muger fea, 1 o sy muger lo oye que su marido vil sea" flabel courtois", "Or escoutez, grans et menour"; "Oi avez le
(1627a-c);"Qualquier ome que lo oya, si bien trobar sopie- vers del parchemin" (Chaytor, 1950,ll y ss.); en la literatura
re" (1629a). Lo mismo, en las crónicas. Chaytor (1950, 110) inglesa: "Lystnes, lordyings ...", "as you shall hear", "as you
cita la Crónica de Jaime I de Aragón, escrita después de 1230: have heard" (Crosby, 1936, 101-102). Generalmente se com-
"A aquells qui voldrán ohir de las graces que Nostre Senyor binan, como en la Disputa del alma y el cuerpo, un verbo de
ha fetes deixam aquest libre per memoria" (final del cap. 1); locución (dicere, decir, dire, sagen, hablar, contar...) con uno
"Per tal que sapigan aquells que ohirán aquest libre [...]" (fi- referente a la recepción auditiva (audire, oír, ouir, horen, d.

nal del cap. ~ x i x )En


. verso y en prosa, las fórmulas tópicas hear, escuchar, entender, entendre, vernemen); lo veremos con
para remitir de una parte del texto a otra son generalmente más detalle en el capítulo IV. Frecuentísimo era que un autor
del tipo "como oístes dezir", "como oiredes contar".23 se dirigiera, como Beda el Venerable, al auditor sive lector
Hay quienes quieren negarles sentido literal a este tipo de (Crosby, 1936,90), fórmula sobre la cual volveré en el capí-
expresiones (Gybbon-Monypenny, 1965),y sin duda se tra- tulo 11.
ta de clichés que no en todos los casos tienen que tomarse
al pie de la letra; pero globalmente funcionan como indicios
de la omnipresencia de una voz que "participa con toda su
materialidad en la significancia del texto" y de una "situación Para gran número de poemas medievales europeos, otro in-
de discurso en presencia" (Zumthor, 1987,20 y 42);24como dicio que no deja lugar a dudas sobre su "vocalización" es,
como muy bien señala Zumthor (1987, 37-41), la presencia
23 Cf Poema de Fernán Gonpílez, 3 10ab: "Avaxaron las langas e fueron a
feryr, 1 el conde delantero commo (syenpre) oyestes dezir": Berceo, San Millán, de notas musicales en los manuscritos, prueba manifiesta de
29d: "metióse en las cuevas que avedes oído". Eil la Primera crónica general que se cantaban, y también las alusiones al canto y al acom-
abundan los enlaces de este tipo: "Hércules, que ya oyestes dezir [...]","De Asia
e de África oydo auedes ya en otros libros" (Weber de Kurlat, 1967,37 y 42). pañamiento instrumental. Hay que tomar en cuenta, ade-
24 Estudiando las maneras como Dante se dirige al lector en la Divina
más, la multitud de informaciones documentales de tipo
Commedia, Leo Spitzer comentaba el "O tu che leggi, udirai iluovo ludo" de
Inferno, xxri, 118, como una referencia irónica a las fórmulas con audire anecdótico que nos hablan de juglares, cantantes, recitadores
usadas por los juglares. Tiene, afirma, un "impact of vulgarity": la Commedia y lectores, "portadores de vozn2" de su público de oyentes.
no es obra "para ser escuchada en el mercado" (1959,577-578). Sospecho que
25 Zumthor, 1987, cap. 3, con bibliografía. Sobre los juglares españoles la
I
profesional, un juglar; son generalmente las mujeres de la no- que tener en los siglos anteriores a la imprenta, y todavía
bleza", en un ambiente doméstico, íntimo, dice Robert Mari- después.27
chal (1968,458) y recuerda una escena de Flores y Blancaflor
en que una doncella lee un roman delante de su padre y su CULTURA
MANUSCRITA,
CULTURA ORALIZADA
madre, recostados en tapices de seda. Misma escena, pero en 1

II
un jardín, en el verso 5366 del fiain de Chrétieii de Troyes. En los siglos XIII y xrv se fue expandiendo la escritura a cau-
También los textos en prosa se leían así, y para España tene- sa del desarrollo del coliiercio, la intensificacióil de las co-
, ejemplo, esta pequeña viñeta del Libro del Caballero
m o ~por mui~icacionesy, sobre todo, la estabilización espacial, el se-
Zi$ar: dentarisino -y la necesidad de llevar registros- que trajo

I
consigo el crecimiento de las ciudades: "las ciudades son hi-
E la donzella leuaua el libro de la estoria de don Yuan e co- jas del Escrito" (Zumthor, 1987, 102). Con todo, "tantos si-
mencó a leer en él. E la donzella leyé muy bien e muy apues- glos no le bastaron a la sociedad europea para interiorizar
tamente e muy ordenadamente, de guissa que entendié el verdaderamente su conocimiento y su práctica de la escritu-
infante muy bien todo lo que ella leyé, e tomaua en ello muy ra" (109).A su vez, la lectura era una cosa difícil, ejercida por
grand plazer e gran solaz (1983,413). pocos (115, 119-120). Hay que ver la increíble penuria de li-
bros en las bibliotecas todavía en el siglo XIII; la biblioteca
Aquí tenemos dos "figuras" esenciales de la lectura en el que más libros posee, la de la Sorbona, tiene un millar de vo-
Medioevo, ya fuera pública, ya privada: la persona que do- lúmenes. Apenas va iniciándose en ese mismo siglo XIII el co-
mina la técnica de leer en voz alta, por un lado, y, por otro, mercio de libros. Salvo en las ciudades de Flandes y del norte
su público -en este caso, un infante-, que recibe "grand pla- de Italia, sostiene Zumthor (108-109), nada cambió real-
zer e gran solaz" oyéndola leer. Cuando de recitaciones se tra-
ta, entra en juego otra figura de primer rango: la memoria. supuesto, Yates, 1966. Véase, además, entre otros, Ong, 1982, 57-68; Stock,
1983,possim; Goody, 1991, en especial, 174-190; Zumthor, 1987, capítulo vIr.
Petrarca describe a los juglares como "homines non magni Volveremos sobre la memoria en los capítulos 11,v y, sobre todo, VI.
27 Cf; Jousse, 1981, 258: "On confiait des livres eiltiers a la mémoire,
ingenii, magnae ver0 r n e m ~ r i a e "(Chaytor,
~~ 1950, 116).
quand les livres étaient rares et couteux, comme aux xiiie et xive siecles". En el
gran obra obligada sigue siendo Menéndez Pidal, 1957. Los juglares influye- s v ya eso asombraba, por lo menos en Alemania. "Una carta de 1446, publi-
ron en esos otros "portddores de la voz" que fueron los predicadores, los cada por J. Werner, relata la estupefacción y la incredulidad de los sabios ale-
cuales aprendieron de ellos las técnicas para la comunicación de masas, lo manes ante la visita de un joven espanol de veintiún anos [...] capaz de recitar
mismo que fórmulas, recursos narrativos, etc. En los siglos svi y xvrI, como de memoria toda la Biblia, Nicolás de Lira, los escritos de santo Tomás, Ale-
tendremos ocasión de ver, entraron en escena los lectores adiestrados eii la jandro de Hales, Buenaventura, Duns Escoto 'y muchos otros', amén de las
lectura oral (cap. 111). decretales y sus glosas, todo Avicena, Hipócrates, Galeno... pero, es verdad,
?" Sobre la memoria son iiidispensables: Jousse, 1981, cap. 15, y, por sólo una parte de Aristóteles" (Zumthor, 1987, 157-158). Alfonso Reyes
30 LOS ESPAClOS DE LA VOZ

mente en Europa antes de la gran boga del humanismo, ha-


cia 1450, que es también el momento en que Johann Guten- I tura servía en buena medida para reciclar los conocimientos
berg inventó la imprenta de tipos móviles. 1 y devolverlos al mundo de la oralidad"; antes de convertirse
El predominio de la voz, de la oralidad, o la "vocali- en un objeto, el libro era todavía an utterance, algo que "se
dad"," hasta el siglo xv nos está exigiendo una revisión de decía'' (Ong, 1982, 119, 125).
muchas ideas, todavía arraigadas y pertinaces, en relación También José María Díez Borque ha insistido en que en
con la literatura del Medioevo. Pese a cuanto se ha venido es- la Edad Media "lo escrito [...] es sólo una forma subsidiaria
cribiendo al respecto, desde el año de 1926 (Balogh) y hasta derivada, auxiliar o irrelevante" (1985, 14).Y Paul Zumthor,
nuestros días, sigue habiendo una dificultad generalizada de en La lettre et la voix:
imaginar que en la Edad Media la poesía y la prosa le lle-
gaban a la gente a través del oído, con todo lo que ello iin- I El factor inmediato decisivo de la puesta por escrito fue la
plica." Debernos culpar de ello, sin duda, al "escritocentris- 1 intención, ya de registrar un discurso previamente pronun-
mo" de nuestra era, que en este caso se ha visto apoyado por I ciado, ya de preparar u11 texto destinado a la lectura pública

II
la manera obvia -la única manera posible- corno han llega- o al canto, en tal o cual circunstancia. La escritura no era si-
do hasta nosotros los textos medievales: a través de manus- no un relevo provisional de la voz (1987, 135).30
critos.
Lo que se está viendo con claridad cada vez mayor es que En efecto, parece ser que entre la cultura oral de la Edad
los manuscritos mismos estaban supeditados a la oralidad Media y su "cultura manuscrita" hay menos distancia que la
predominante. Dice Walter Ong: "La cultura manuscrita si- 1 que existe entre esta última y la cultura impresa que la rem-

(1962a, 28-29) relata otras hazañas memorísticas, corno la recitación de los


40 000 versos del Ramayana; la de 1900 casidas por el rapsoda irabe Ham-
mad; la de Itelio, rico romano, que tenía 200 "esclavos memoristas para anie-
nizar sus banquetes. Cada uno se sabia un libro entero': Frente a tales porten- O' No debe sorprendernos que en la Edad Media, y aun después, también

tos parece poca cosa la anécdota del comerciante converso español Ferrán se escribiera mayoritariamente pronunciando. Chaytor ha hablado de ello,
Verde, que en 1492 fue acusado ante la Inquisición y encarcelado por cuatro citando ejemplos por demás curiosos: el copista del siglo VIII que, ensalzan-
anos, entre otras cosas porque se había aprendido de memoria 219 estrofas de do la labor del escriba, dice que involucra tres dedos, dos ojos y una lerlgtla
los Proverbios tnorales de Sem Tob (López Grigera, 1976; Deyermond, 1988, (1950, 14, nota 2 ) ; Lutero, para quien el escribir pone en juego las partes del
28-29). En el Renacimiento, pese a la imprenta, hubo un resurgimiento de la cuerpo y las acciones más elevadas: la cabeza, la lengua y el habla (147).En las
memoria artificial: Yates, 1966, xii, 126-128. escuelas se enseñaba a escribir pronunciando, como en un libro famoso de-
Zumthor prefiere este término al abstracto de oralidad: "La vocalité, mostró Istvan Hajnai (L'enseigl~errzentde l'écrittlre atlx universités viédiévu-
c'est l'historicité d'une voix: son usage" (1987,21). les), citado por McLuhan (1966,92,94,97) y por Stephen Gilman (1972, 318;
2y CCf: Ong, 1952, 157: "We Iiave not yet cometo full terms witb the fact qf: 31 1-314, sobre el predominio de la oralidad en los estudios universita-
that from antiquity well through the eighteenth century many literary texts, rios). Añadarrios a Pablos, el Buscón, que "tenia por costumbre escribir repre-

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