Evangelio 3 de Enero Pan
Evangelio 3 de Enero Pan
Evangelio 3 de Enero Pan
En sí
1.En el lenguaje común relacionamos la dicha con algo bueno, con algo
que provoca gozo interior y con una indecible felicidad que viene de lo
profundo de nuestro ser. Para cualquier persona religiosa la dicha
verdadera es sentirse en comunión con la divinidad, con Dios. La
persona religiosa sabe que vive en este mundo y que se siente
ciudadano de la tierra, pero al mismo tiempo, aunque no sepa explicar
cómo, también sabe que no es ni pertenece por entero a este mundo, se
sabe ciudadano de un espacio y de un tiempo que están más allá de
todo aquello que percibe por sus sentidos.
La experiencia religiosa cristiana nace del encuentro entre el ser humano
y el espíritu de Jesús resucitado de entre los muertos. Jesús, el Cristo,
está presente en medio de nosotros de manera espiritual, que es una
manera de ser de la realidad. El cristiano, como persona religiosa, se
sabe acompañado de Dios por medio de su Palabra, por medio de gestos
y símbolos sacramentales, por medio de acciones portadoras de
consuelo y de sentido. El creyente sabe que Dios existe y que su
presencia es tan real como el aire que respira, aunque no pueda verlo
con sus ojos sensibles.
Las Bienaventuranzas del Evangelio son verdaderas consolaciones
porque la persona religiosa, el creyente, como parte de la creación del
mundo, no puede dejar de experimentar la desgracia, el dolor, la
angustia, la decepción, el sufrimiento, etc. Sin embargo, y al mismo
tiempo, encuentra en su experiencia religiosa la fuerza y el impulso
necesarios para sobreponerse a todo aquello que es negatividad y que
amenaza a su vida y persona. Las consolaciones son momentos
trascendentales en nuestra existencia porque por medio de ellas la
esperanza descubre que el cielo y la tierra no son dimensiones
separadas ni desconectadas entre sí, antes, al contrario, intuye que
forman parte de una misma realidad salidas de la mano del creador.
2. Cuándo se está en sintonía con Dios es posible que estemos llenos de
problemas y dificultades, pero a la vez felices porque hemos encontrado
nuestra respuesta en Él. El cristiano sabe que, en medio de este mundo,
en medio de cualquier coyuntura política desfavorable, o situación
concreta no debe perder la esperanza. Entonces ¿cómo nos acercamos a
los beneficiarios de pan para mi hermano? Bajo estas coordenadas
debemos mostrarles la realidad tal cuál es en medio de sus problemas,
dificultades y quehaceres, pero siempre iluminados por la luz de Dios
mismo. De esta forma si reina Jesús en nuestros corazones tendremos
cada vez más presentes esa esperanza que siempre nos sacia. Esta luz
debe iluminarnos para que podamos enfrentarnos al día a día, y
acercarnos a nuestra propia verdad personal que ilumine y supere los
límites de un vacío o de un sufrimiento a los que todos estamos sujetos.
Es posible que tengamos que pedirle a Dios la capacidad de aceptar las
realidades de nuestra vida, pero también la virtud de la indiferencia,
como decía San Ignacio de Loyola; indiferencia con lo bueno o malo que
nos pase para que podamos aceptar lo bueno o lo malo que nos pase en
el día a día, superarlo y enfrentarlo.