Almaas - Esencia

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 137

ESENCIA

El Enfoque Diamante para la realización interior

El Elixir de la Iluminación
Índice

Prefacio, 4

Capítulo uno

Presencia y esencia, 5

Capítulo dos

La esencia, 12

Capítulo tres

La pérdida de la esencia, 49

Capítulo cuatro

La recuperación de la esencia, 61

Capítulo cinco

El desarrollo de la esencia, 73

Epílogo, 102
Dedicado a los tres:
el sabio, el mago y el vidente.
ESENCIA

PREFACIO

Como se ha escrito miles de veces, la naturaleza última de la realidad de la esencia no


puede expresarse con palabras. Sin embargo, esta realidad se manifiesta en formas
esenciales puras de la conciencia y la experiencia que llamamos "aspectos" de la esencia,
como el amor, la fuerza, la paz, la compasión o la conciencia, por nombrar sólo unos
cuantos. La experiencia de estos aspectos es totalmente palpable y está sujeta a criterios
precisos y profundos, gracias a lo cual son posibles las descripciones verbales y el análisis
que este libro se propone llevar a cabo.
El concepto de esencia se basa en tradiciones espirituales como el sufismo y algunas
escuelas del budismo, aunque no siempre utilizan la palabra "esencia". En su acepción más
común, "esencia" significa el aspecto más verdadero, real o sustancial de algo. La esencia es
lo que permite que algo sea lo que es. A lo largo de este libro, la utilización que hagamos de
este término permitirá que vaya haciéndose cada vez más claro, y, de hecho, al final vere-
mos que su entendimiento "espiritual" y "común" convergen en un camino más profundo,
más sutil e incluso más sencillo de lo que al principio resulta posible apreciar.
Empezar a entender la esencia significa empezar a no dejarse engañar por nuestras
ilusiones. Este libro describe la forma en que muchas cosas, en el trabajo espiritual y
psicológico, son tomadas erróneamente por la esencia. También describe la pérdida de las
cualidades de la esencia y la subsiguiente separación del verdadero ser, arrojando así luz
sobre toda la historia del sufrimiento personal que surge de la realidad ilusoria de la identidad
del ego individual. La vida de la mayoría de las personas conlleva un esfuerzo constante para
"mantener a flote", defender, promover y mejorar esta identidad, cuyo estatus como estruc-
tura mental nunca se pone en duda. Por esto, la liberación y la alegría que supone conocer
nuestra verdadera identidad se pierde, a menos que aceptemos la manifestación del deseo
de una experiencia más profunda y verdadera del ser, pues, en efecto, tenemos la
oportunidad de buscar la verdad sobre nosotros mismos.
Este libro presenta un método para la recuperación y desarrollo de la esencia, de manera
que pueda funcionar como un agente transformador en el proceso de la realización personal.
A lo largo de esta andadura hacia la realización, la manifestación estable de las cualidades
de la esencia desembocará en la sorprendente e inusual resolución de una antigua
dicotomía, una inesperada redención de la vida personal: la realización de la "perla
inapreciable", descrita en el capítulo cinco, que constituye la solución del aparente conflicto
entre la vida del "hombre de mundo" y la del "hombre de espíritu".

4
ESENCIA

CAPÍTULO UNO

PRESENCIA Y ESENCIA

Rara vez vive la gente la experiencia de la esencia, y nunca la reconoce como tal, por eso
empezaremos echando un vistazo a la cualidad de una experiencia relacionada que se vive y
comenta con más frecuencia: la cualidad de la presencia. La expresión "estoy presente" se
utiliza a menudo en círculos espirituales y psicológicos, asumiendo que su significado es
comprendido. Preguntamos: ¿qué quiere decir esta expresión? ¿Qué significa realmente
estar presente? La mayoría de las veces la expresión no se usa de una manera clara o
precisa; la mayor parte de las personas, si se les pregunta, son incapaces de explicar qué
quieren decir con "presente".
Pero debe haber una condición real que garantice el empleo de la expresión "estoy
presente". ¿Cuál es esa condición? La expresión significa literalmente que hay un "yo" que
se encuentra presente en este momento. ¿Es exacto este significado literal?
Obviamente, cuando decimos "estoy presente" no queremos decir exactamente que
somos conscientes de ello, de otra manera lo diríamos mucho más a menudo. Existe una
diferencia entre el significado de "estoy presente" y el de "soy consciente", aunque ambas
expresiones pueden coincidir y con frecuencia lo hagan. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué nos
hace decir "presente" en lugar de "consciente"? ¿Qué diferencia existe entre la experiencia
de "estoy presente" y la experiencia de "soy consciente"? ¿Cuál es el elemento que explica
la presencia?
Indaguemos el significado de presencia contemplando y analizando su experiencia real.
Examinemos una situación conocida, la experiencia estética. Mis ojos captan la visión de una
hermosa rosa roja. De pronto, mi visión es más clara, mi sentido del olfato más profundo. Es
como si estuviera dentro de mi visión, como si estuviese dentro de mi olfato. Al mirar, oler y
apreciar la rosa, es como si hubiera algo más en mí.
Este fenómeno no se limita al hecho de una conciencia ampliada que me hace sentir una
experiencia más profunda de la rosa a través de mis ojos y fosas nasales, una experiencia
más honda a través de mis sentidos.
En la experiencia de una presencia ampliada, es como si encontrase mis percepciones a
mitad de camino. Es como si algo de mí, algo más o menos palpable, estuviese presente en
mis ojos y en mi nariz. Algo en mi interior, además de mis canales perceptivos, está
participando en la experiencia de la rosa. Y este algo no se refiere a mi memoria ni a
asociaciones pasadas con las rosas.
En cierto sentido, mi conciencia aumentada mejora realmente la presencia de la rosa, o
de cualquier otro objeto estético, como una pieza musical o una pintura. A veces, una mayor
conciencia mejora sólo una cierta cualidad de un objeto: la belleza de la rosa, su color, su
olor o su frescura. Pero otras veces se siente la rosa en cuanto rosa, como presencia en sí
misma. Si esta experiencia es suficientemente profunda nuestra propia presencia aparece

5
ESENCIA

realzada. "Es como si estuviera más aquí", dice la expresión. ¿Pero qué es esta presencia?
¿Acaso hay realmente un "yo" que está más presente, o qué ocurre exactamente?
Naturalmente, la experiencia estética no se limita a una respuesta a la belleza. Podría ser
la experiencia del sobrecogimiento que sentimos ante la inmensidad del océano o la
grandeza de una cordillera de montañas. Puede ser la experiencia del sentimiento de
admiración cuando uno presencia el heroísmo de una persona o un grupo, o el coraje o la
audacia de un explorador.
Estamos considerando los momentos, por raros que sean, en que sentimos como si
hubiera algo más de nosotros compartiendo la experiencia. Nos proponemos comprender
qué significa "más de nosotros". ¿Más de qué? ¿Cuál es el elemento que proporciona a
nuestra experiencia esta sensación de presencia?
Tampoco ignoramos que algunas personas tienen una presencia superior a la de las
demás. Decimos "tiene más presencia", o "tiene una presencia imponente". Pero ¿podemos
especificar a qué nos referimos? No nos estamos refiriendo a la cualidad de una presencia
de ánimo, que tiene una mayor conciencia. La "presencia" misma es algo más que eso.
La presencia también puede sentirse en momentos de intensa y profunda emoción,
cuando una persona sufre un estado emocional que no puede controlar o inhibir, cuando está
envuelta de todo corazón en una sensación, totalmente inmersa en ella, de una manera libre
y espontánea sin ocultarlo ni oponerse. Esto sucede normalmente sólo cuando dicha persona
se siente totalmente justificada para sentir esas emociones.
Por ejemplo, un individuo podría experimentar una gran pérdida, como la muerte de un
ser querido, y sentirse justificado para experimentar dolor y tristeza. Podría estar tan absorto,
tan inmerso en la tristeza, que el sentimiento aumentase como si fuera profundísimo,
ahondándose a mayores profundidades y creciendo en intensidad. Este estado podría llegar
a hacerse tan profundo e intenso que lo sentiría de una forma más densa y espesa cuanto
más inmerso en él se encontrase, tan profundo y hondo que se experimentase a sí mismo
como penetrado por una especie de presencia. Es como si la profundidad y la hondura fue-
ran entonces una presencia real y palpable que se sintiera de una forma muy nítida.

Otro ejemplo: una persona podría sentirse justificada para sentir enfado e indignación al
ser insultada o tratada injustamente. El enfado se convierte en algo tan poderoso que en
algún momento, si insiste sin reservas en este sentimiento, la persona experimentará una
especie de fuerza que lo alimenta. Esta fuerza o poder se manifiesta con tanta claridad que
asume una presencia palpable. Es como si el poder creciente de la emoción desbordada
provocase todavía más a la persona. Se siente a sí misma tan presente en la emoción, como
en su centro, que una presencia sustancial y claramente palpable parece infundir la emoción
y llenar el cuerpo. Su cuerpo se siente lleno de poder, tan intensamente que ese mismo
poder se transforma en una presencia. Esta presencia parece ser la fuente de la emoción y
del poder, como si brotasen de ella. En tales momentos, la persona experimenta un intenso
contacto con el cuerpo, a la vez que una sorprendente capacidad para usarlo y controlarlo.
Es como si en ese momento la persona existiera realmente en sus brazos, por ejemplo, por
lo que puede manejarlos con una capacidad inusual de control, eficiencia e inmediatez.
Entonces, ¿qué es esta presencia que reside en los brazos, en el cuerpo, y que parece
proporcionarles poder, energía, contacto y conciencia? Como estamos viendo, la presencia
es más una realidad que una idea o una metáfora. La sensación que tenemos de la

6
ESENCIA

presencia es de algo mucho más profundo, más real que una emoción o una impresión. Nos
aproximamos, aunque todavía vagamente, a una apreciación de lo que es la presencia.
La presencia que experimenta una persona no tiene por qué ser la de uno mismo, y no
tiene que ser individual. Uno puede experimentar la presencia de otro. También un grupo
entero puede ser consciente de una presencia determinada. Incluso alguien que no está
especialmente en sintonía con la cualidad de la presencia no puede dejar de contactar con
ella en algunas circunstancias inusuales y únicas. Una de tales situaciones es la de una
madre dando a luz a un niño.
A veces, cuando la madre no está bajo medicación, cuando participa plenamente en el
nacimiento, su propia presencia puede ser provocada. La madre llega a sentir una plenitud,
una fuerza, una sólida determinación, una sensación inequívoca de que está presente en la
experiencia, plenamente involucrada en ella.
La situación de dar a luz es real; no es social, y no puede ser fingida. Para una mujer,
parir plenamente concienciada sin la ayuda de medicamentos que emboten la mente puede
llegar a exigir poner a prueba todos sus recursos, todas sus fuerzas y toda su determinación,
y estar auténticamente presente.
Esta presencia plena de la mujer también puede ser sentida por otros. Uno puede verlo
como la presencia de la intensidad, de una intensa sensación y emoción, o de intensa
energía y atención. Uno también puede ser consciente de que la mujer está presente de una
manera inusual para ella, pues parece estar imbuida de plenitud, además de brillo y
resplandor. La presencia es inequívoca, hermosa y poderosa.
La experiencia de la presencia en esta situación puede ser contemplada, si uno es
sensible y consciente, de manera que se dé cuenta de que no sólo reside en la madre. Si
todos los presentes participan plenamente, y esto sucede a menudo en tales situaciones a
causa de su espectacular intensidad, entonces puede contemplarse cómo la presencia
domina la habitación, cómo la llena y la impregna por entero. Hay una intensidad en la
habitación, una vitalidad, la sensación de una presencia viva.
La experiencia de la presencia se siente con una mayor claridad cuando el niño nace,
cuando sale al encuentro del mundo. Entonces se experimenta un cambio, una expansión en
la energía de la habitación. Uno siente que la habitación tiene una nueva presencia, una
presencia reciente. El niño no sólo se experimenta como un cuerpo sino como algo mucho
más intenso que eso, algo mucho más vivo y mucho más profundo. Uno puede, si presta una
atención sensible, contemplar al recién llegado como una presencia clara y definida. El niño
es un ser. Un ser está presente, sin nombre, sin historia, sin accesorios. Y hay una bendi-
ción.
De hecho, uno puede observar que niños diferentes tienen diferentes cualidades de
presencia. La cualidad de la presencia no sólo es cuestión del tamaño que tenga, de su
aspecto o del sexo. Cada uno parece tener su propia cualidad única de presencia, que es
completamente evidente al nacer y que se prolonga para constituir el modo de ser exclusivo
del niño. Uno puede contemplar la presencia emergente del niño como una dulzura, una
suavidad o una ternura. O la presencia puede sentirse como una tranquilidad, un sosiego y
una quietud. Otro niño se nos presentará con una presencia de claridad, de luminosidad y de
alegría. Otro podría llenar la habitación con fuerza, solidez e inflexibilidad.
Esta experiencia de una situación que aparece colmada por una cierta presencia también
puede sentirse en la pureza y soledad de la naturaleza. En momentos de sosiego y soledad

7
ESENCIA

en el mundo natural, una persona es consciente de que el entorno mismo tiene una
presencia que afecta profundamente a su mente y su corazón. No es infrecuente, cuando
uno está ocupado con los asuntos del mundo y la mente permanece vacía y en calma, que la
naturaleza se presente a sí misma no sólo como los objetos que la constituyen sino como
una presencia viva.
Se puede percibir una cordillera de altas y rocosas montañas como una inmensidad, una
solidez, una inflexibilidad que está viva, que está ahí. Esta inmensidad e inflexibilidad
parecen a veces manifestarse ante nuestros ojos, afectarnos, no como un objeto inanimado,
sino como una presencia clara y pura. Parece contactar con nosotros, tocarnos. Y si somos
abiertos y sensibles podemos participar en esta inmensidad, podemos, entonces, sentirnos a
nosotros mismos como aunados con la inmensidad, la inflexibilidad y la vastedad.
Igual que las montañas tienen su presencia particular, también la tienen los bosques, los
océanos, los ríos y los prados. Uno puede incluso sentir la presencia de un árbol, como
Krishnamurti relata en una de sus contemplaciones solitarias:
"Había una intensidad en el árbol, no la terrible intensidad de su contacto, de su
inmediatez, sino la intensidad de un ser completo, simple, único, que aun así formaba parte
de la tierra. Los colores de las hojas, de las escasas flores, del oscuro tronco, se
intensificaron miles de veces..."l
Podemos ampliar nuestra investigación considerando la presencia en situaciones de
estrés o peligro. A veces, cuando una persona es sometida a una extraordinaria presión y lo
que se espera es que su capacidad para actuar quede reducida, consigue salvarse gracias a
un poder o capacidad sorprendente e inesperada que surge de su interior.
De pronto, su percepción se hace más aguda, su mente lúcida, su cuerpo ágil y
dispuesto. Experimentará un nivel de valentía e inteligencia que normalmente no tiene, una
fuerza y una voluntad extraordinarias, un dominio inusual de su mente, de sus emociones y
de sus movimientos.
En momentos como estos se pueden lograr grandes proezas en respuesta a necesidades
vitales. Una persona puede sentir, vaga o lúcidamente, que un poder ha despertado en ella.
Es como si todo se acumulase en una intensidad compacta posibilitando la emergencia de
una fuerza tranquila, una presencia conmovedora que actúa deliberadamente y a sabiendas
según las necesidades del momento. La excitación desaparece, las emociones están au-
sentes y los pensamientos se detienen. Todo lo que queda es exactamente lo que se
necesita para enfrentarse con la emergencia.
Lo que nos importa en nuestra discusión de la presencia es que en esas crisis raras de
vida y muerte, cuando nuestras capacidades ordinarias para la percepción y acción nos
fallan, puede emerger en nuestro interior un poder desconocido hasta entonces: una
presencia tranquila y serena que se hace cargo de la situación y actúa sin el estorbo de
nuestros pensamientos y estados emocionales. Esta condición no se experimenta
simplemente como la ausencia de pensamientos obstaculizadores y conflictos emocionales.
Se trata, más bien, de la presencia positiva de un poder, de una inteligencia superior que no
es física, emocional o mental.

Este incremento potencial de presencia en situaciones peligrosas es utilizada por algunas


personas, como aventureros o atletas, mediante la búsqueda o logro de situaciones que les
obligan a estar intensamente presentes. No estamos hablando de la persona que busca
8
ESENCIA

excitación emocional implicándose en situaciones peligrosas, sino más bien en el individuo


que, sabiéndolo o no, busca situaciones de peligro en las que la excitación y las emociones
son un impedimento; en las que, por el contrario, se requiere una fuerza tranquila y una
presencia inteligente.
Este potencial creado por las situaciones de extraordinaria presión es reconocida y
utilizada por algunos sistemas de desarrollo personal. Se obliga al discípulo a permanecer
despierto y presente en situaciones de extrema dificultad emocional o fatiga física. En tales
momentos la mente cotidiana habitual no puede funcionar. El individuo tenderá a
descargarse emocionalmente o a echarse a dormir si la fatiga es el resultado de una
prolongada falta de sueño. Pero si se le mantiene despierto e intenta por voluntad propia
estar presente en estas circunstancias, emergerá en su interior una inteligencia o una fuerza
que puede cambiar por completo su situación.
En el budismo zen, esto se logra proporcionando al discípulo un koan, una frase o
pregunta enigmática que la mente discursiva es incapaz de entender. La persona la repasa
de todas las formas posibles, mental y emocionalmente, hasta que alcanza la extenuación
intelectual y emocional. Si está preparado, y si la situación es oportuna, entonces un
momentáneo silencio y sosiego le producirá un flash o satori, una realización carente de
emociones y palabras. Los seguidores sin experiencia normalmente asumen que la
realización debe ser una especie de idea. Sin embargo, en el zen, las realizaciones más
profundas son vislumbres del ser, del ser-como-tal, de la presencia de la realidad. La
realización más profunda es la experiencia de la presencia.
G. 1. Gurdjieff, el maestro ruso, utilizó el método de exponer a sus discípulos a una
presión extrema. Con frecuencia, los enfrentaba a situaciones tan difíciles que la mayoría de
ellos se sentían incapaces de soportado. Debían caminar largas distancias durante días, más
allá de su propio umbral de resistencia, o realizar tareas serviles durante días sin dormir.
Algunos pensaban que el propósito de estos esfuerzos consistía en fomentar alguna clase
de fuerza o resistencia, lo que en parte es cierto. Pero el verdadero significado de estas
situaciones emerge al tener en cuenta que, al mismo tiempo, los discípulos practicaban el
camino de la "automemoria". Se trata de prestar atención tanto al entorno interior como al
exterior. Algunos de sus discípulos afirman que la auto-memoria también significa ser
consciente de estar prestando atención.
De hecho, esta práctica es sólo un ejercicio que conducirá con el tiempo a una auto-
memoria real, que no puede explicarse a una persona que no la haya experimentado nunca.
Si con su auto-memoria, Gurdjieff se refería a dividir en dos la atención -una parte dirigida
hacia dentro y otra hacia fuera- habría dicho simplemente: presta atención hacia tu interior y
hacia tu exterior. ¿Por qué hacerlo con las palabras auto y memoria?
Se podría argüir que "auto" se refiere a lo que experimentamos en nuestro interior,
además de a nuestra conciencia y atención. Esto incluirá nuestras emociones, sensaciones y
pensamientos, además de la conciencia que tenemos de ellos, pero esta perspectiva es
limitada. Esto se debe al desconocimiento de que nuestra experiencia interna no incluye
realmente otras categorías.
Para nosotros, la práctica impuesta por Gurdjieff de la auto-memoria supone un primer
paso, el esfuerzo inicial necesario para que se produzca una verdadera auto-memoria. Sin
embargo, si nos limitamos a esta interpretación, podría ser que nunca reconociéramos la
experiencia de la verdadera auto-memoria, porque nuestras ideas preconcebidas
funcionarían como barreras frente a nuestra experiencia.
9
ESENCIA

Gurdjieff insistía en que los esfuerzos usuales son inútiles para el desarrollo personal.
Hablaba de superesfuerzos, esfuerzos que transcienden los límites normales de la
personalidad y no se dirigen hacia la satisfacción de las normales y pequeñas necesidades.
"El hombre debe comprender," dijo, "que los esfuerzos ordinarios no cuentan. Sólo cuentas
los superesfuerzos. Y así sucede siempre y en todo. Aquellos que no desean hacer
superesfuerzos mejor que lo dejen todo y se cuiden de su salud."2 El superesfuerzo "significa
un esfuerzo más allá del esfuerzo que es necesario para alcanzar algún propósito," dijo
Gurdjieff.

Imaginaos que he estado caminando todo el día y estoy muy cansado. Hace mal tiempo, está
lloviendo y hace frío. Por la noche llego a casa. He andado quizá veinticinco millas. En la
casa me espera una cena; está caliente y agradable. Sin embargo, en lugar de sentarme a
cenar, salgo de nuevo afuera bajo la lluvia y decido caminar otras dos millas por la carretera
y después vuelvo a casa. Esto sería un sobreesfuerzo. Cuando volvía la primera vez hacia
casa se trataba simplemente de un esfuerzo, y no contaba. Iba camino de vuelta a casa y el
frío, el hambre, la lluvia: todo me empujaba a caminar. En el segundo caso, me pongo a
andar porque yo mismo decido hacerlo así. Esta clase de sobreesfuerzo se convierte en algo
todavía más difícil cuando yo no decido por mí mismo, sino que obedezco a un maestro, que
en un momento inesperado me ha exigido que haga un nuevo esfuerzo cuando yo había
decidido que los esfuerzos del día habían acabado.3

Lógicamente, esos sobreesfuerzos desarrollarán fuerza y voluntad, pero a Gurdjieff le


interesa más la auto-memoria que fortalecer la capacidad de resistencia de las personas. Por
supuesto, parte del propósito reside en desarrollar esta capacidad, pero no es lo principal.
Cualquier individuo sólo necesita enrolarse en el ejército para aprender a resistir; no necesita
trabajar con Gurdjieff.
El método de Gurdjieff consiste en provocar un enfrentamiento entre la conciencia del
individuo y sus manifestaciones habituales, para que en su momento, y bajo las
circunstancias adecuadas, emerja en él una experiencia de auto-memoria. Escribiendo sobre
la manera de cumplir ciertas tareas que se impuso a sí mismo, describe cómo la totalidad de
sus actos mentales conducen, en algún punto, a la convicción de la posibilidad de lograr
todas sus tareas como resultado de las fuerzas que surgen del enfrentamiento de su
conciencia con sus manifestaciones automáticas. Describe cómo al final de su percepción
"todo mi ser parecía estar henchido de algo singular, nunca hasta entonces había
experimentado aquella sensación de alegría... Simultáneamente, de su interior ya partir de
ella, y sin ninguna manipulación por mi parte, surgió la sensación de la llamada 'auto-
memoria, así como un vigor nunca hasta entonces experimentado."4
Resulta evidente que aquí, Gurdjieff se refiere a la automemoria como una sensación y
no como una actividad o una idea. Pero nos preguntamos, ¿sensación de qué? Él dice que
es la sensación de auto-memoria, pero estamos intentando entender lo que significa. De
momento tenemos que conformarnos con entender únicamente que la auto-memoria es una
sensación de algo.
Comprendemos, pues, que esta impresión no es más que la sensación de una presencia.
Es la conciencia de una presencia dentro de uno mismo. Los métodos de Gurdjieff estaban
diseñados para ayudar a la persona a estar tan presente en aquellas situaciones de estrés
10
ESENCIA

que la misma presencia se convirtiese en una experiencia palpable y definida. Cualquiera


que tenga una impresión de Gurdjieff, a través de la experiencia personal o a través de sus
escritos y su obra, indudablemente experimentará a Gurdjieff como una presencia. Podemos
llamarlo poder, voluntad, o fuerza, pero la impresión implica, sin ninguna duda, una presencia
poderosa e digna de admiración. Se trata de una presencia con la que nos encontramos, que
está más allá de determinadas palabras y acciones; una presencia que es Gurdjieff.
Y la presencia de Gurdjieff es Gurdjieff, razón por la que utiliza el término auto. Es él
quien está presente como una presencia real palpable, más allá de sus palabras, ideas y
acciones. Por eso podemos afirmar que el significado de auto-memoria es justamente este.
Es el recuerdo de uno mismo. Gurdjieff lo expresa con esta frase, sencilla y literalmente. Las
personas que no entienden estas palabras las convierten en algo muy complicado, pero
cuando se vive la auto-memoria, esta surge como algo literal y sencillo; lo que es real en la
persona está presente, recordándolo después de haberlo olvidado. Gurdjieff tituló su último
libro Life ls Real Only Then, When “I Am" (La vida sólo es real entonces, cuando “yo soy").
Sólo hay realidad cuando me acuerdo de mí mismo, cuando experimento que "yo soy".
También afirma en el mismo libro que una persona puede ser -esto es, actuar de manera
consciente, intencionadamente y sin condicionamientos- sólo si está presente, si existe
conscientemente.
Volvamos de nuevo a las situaciones de presión extraordinaria en las que un individuo
puede actuar libre de los habituales estados de conciencia. De acuerdo con Gurdjieff, estas
situaciones ocasionan estados de auto-memoria. Lo que antes llamamos presencia es aquí
contemplado como la presencia de lo que es real en una persona. "Estoy presente" significa
"Lo que es real en mí está aquí". Es la experiencia consciente de la existencia. Es la
experiencia del "yo soy".
Aunque hemos establecido la conexión entre presencia, auto-memoria y la experiencia
del "yo soy", una persona podría objetar que todo esto resulta muy vago, y que hasta ahora
no se ha probado nada. Es cierto. No estamos tratando de demostrar nada. No es un
argumento lógico. Sólo estamos buscando una apreciación, una muestra, de un reino de la
experiencia que la mente no puede captar directamente. Es un terreno al que no se puede
llegar con la lógica y la argumentación. Sólo se puede experimentar directamente, y por esa
razón existen escuelas y sistemas dedicados justamente a engendrar y desarrollar esta
experiencia.

Discutiendo el empleo de Gurdjieff del concepto de automemoria, hemos sido capaces de


conectar la experiencia de la presencia y la experiencia de la existencia. "Yo estoy presente"
es la experiencia consciente del "yo existo". Es la conciencia de una presencia viva que
existe, que es. No se trata simplemente de la conciencia de los muchos pensamientos,
sentimientos y emociones, cuya conciencia es el requisito primario para la auto-memoria,
pero no es todavía la auto-memoria.
Gurdjieff llamó a la parte real de nosotros, la parte que puede experimentar el "yo soy",
nuestra esencia. Definió la esencia como la parte de nosotros con la que nacemos y que no
es un producto de nuestra educación o de nuestro aprendizaje.
Así pues, en la experiencia de la presencia, lo que está presente es la esencia, nuestra
verdadera naturaleza, que es independiente de los condicionamientos. Presencia y esencia
son lo mismo. Hemos hablado de la presencia con intención de proporcionar una muestra de
lo que es la esencia. Como vemos, la esencia es la parte de nosotros que supone la
11
ESENCIA

experiencia del "yo soy". La esencia es la experiencia directa de la existencia. Naturalmente,


la esencia puede experimentarse como otras cosas, tales como el amor, la verdad, la paz y
demás. Pero el sentido de la existencia es su característica más fundamental. Es el aspecto
más claro y más definido, y que lo sitúa al margen de otras categorías de la experiencia. La
esencia es, yeso es lo más básico de su experiencia.
Esta experiencia del "yo soy", de la percepción directa de la existencia, no es una
experiencia mental o emocional, y no puede comprenderse a partir de la perspectiva de las
categorías normales de la experiencia. La mente puede pensar acerca de la existencia, pero
no puede alcanzarla. Ya lo hemos visto al hablar de la presencia. La respuesta a la pregunta:
"¿Qué es la esencia"?, sería "lo que de nosotros puede experimentar el 'yo soy"'. La esencia
es lo único que tenemos que es directamente consciente de su propia existencia. La
conciencia de su existencia es una cualidad intrínseca de la esencia. Un autor tibetano lo
expresa así, "Por lo tanto, (en lo que se refiere a la experiencia) un estrato fundamental o
existencialidad (sku), y una fundada y prístina facultad de conocimiento (ye-shes), sin que
desde el mismo principio pueda una ser añadida o sustraída de la otra; están presentes
como la verdadera naturaleza del sol (y su luz)."
Alguien podría argumentar que todas las personas saben que existen, aunque podrían no
conocer su esencia. Esto es a la vez verdadero y falso. Ellos saben que existen, pero no lo
saben directamente. El normal conocimiento de la existencia se realiza a través de la
deducción; no es un conocimiento directo. Este tema ha sido discutido ampliamente por los
filósofos. Descartes ejemplifica el modo normal de conocimiento de la existencia con su
Cogito ergo sum ("Pienso, luego existo"). Podemos inferir la existencia sólo a través de
varios tipos de experiencia. Normalmente, pensamos que existimos porque podemos ver
nuestros cuerpos, escuchar nuestras voces, sentir nuestras sensaciones, y así
sucesivamente. Descartes fue más refinado al decir que sabemos que existimos porque
sabemos que pensamos.
Así pues, siempre existe una deducción a partir de alguna percepción. Y la deducción se
realiza a partir de algo que viene a ser muy vago. Cuando alguien dice: "pienso, luego
existo", ¿qué quiere decir con "yo"? ¿Está expresando con claridad lo que quiere decir?
Y puesto que media una inferencia, no existe una certeza absoluta. Debería haber una
certeza lógica. Debería haber una certeza basada en el sentido común. Pero no existe una
certeza existencial real, sentida en profundidad. No existe la seguridad absoluta en la
deducción porque la certeza existencial a través de la experiencia precisa de una experiencia
directa, de hecho, de la experiencia y percepción más directa.

La percepción y experiencia más directa es la de la identidad, cuando somos lo que


experimentamos, cuando la percepción es tan directa que lo que se percibe y lo percibido
son la misma cosa. Esto es exactamente la experiencia de la esencia.
No existe deducción alguna de nada más, sino que se trata de la experiencia más directa.
El que experimenta y lo experimentado son la misma cosa. No existe separación entre sujeto
y objeto. El sujeto y el objeto son lo mismo: esencia.
No es sólo que no haya ninguna deducción. Tampoco hay un medio interpuesto para la
percepción. Normalmente, siempre hay un medio interpuesto que permite que un sujeto
experimente un objeto. Cuando el ojo ve un objeto, el medio interpuesto es la luz, pero
cuando la esencia es consciente de sí misma, no hay intermediario alguno. El objeto, el

12
ESENCIA

sujeto y el medio de percepción son todos lo mismo: esencia. También el órgano mismo de la
percepción es esencia. En la experiencia sólo hay esencia. Esencia es el sujeto. Esencia es
el objeto. Esencia es el medio de percepción. Esencia es el órgano de percepción. Esencia
es la experiencia. No existe separación en absoluto, ni dualidad y ni diferenciación.
La experiencia de la esencia como existencia, la experiencia del "yo soy" no es como si
existiese un sujeto que cumpla la función de actor de la existencia. El "yo" y el "soy" no están
separados. El "yo soy" es una experiencia unitaria. La naturaleza de la esencia, del ser real,
es la existencia. El "yo" en sí mismo es existencia.
Por eso resulta más exacto decir que la parte de mí que es existencia está presente. La
esencia es la única parte de mí que realmente existe, en el sentido de experimentarse en sí
misma como existencia pura, presencia pura.
Hemos investigado la cuestión de la presencia, y hemos visto que la presencia es la
presencia de nuestra esencia. Es la parte real de nosotros, la parte no condicionada o
producida por el entorno. Es nuestra naturaleza intrínseca. Hemos visto también que la
esencia es la única parte que es directa e íntimamente consciente de su propia existencia, y
con certeza.
La esencia no es simplemente la única parte de nosotros que es consciente de su
existencia. Es lo que existe no sólo es lo que existe, sino también la existencia. Esta
existencia no es sólo la naturaleza del hombre sino la naturaleza de todo. Es la unidad de
todo, o como Shabistari, el sufi del siglo XIV:

Hay un átomo más grande que el todo:


La existencia; pues contemplar el universo
Supone, que el universo mismo existe.
Existir en sus diversas formas externas,
Que en su ser interior albergan la unidad.

En términos de experiencia, la presencia y la existencia son algo diferente, pero sólo de


grado. La presencia es la presencia de la esencia, de aquello que es existencia. Sin
embargo, debemos profundizar mucho en esta experiencia de la presencia para llegar a
percibir la natural más básica de la esencia, que es la existencia. Por tanto, la presencia es la
presencia de la esencia. La existencia es la naturaleza más íntima de la esencia, que la
destaca de todas las demás categorías de la experiencia. Cuando esta experiencia tiene
lugar, no es vaga, oscura o indefinida; no es una intuición o una idea fugaz. Es una
experiencia definida, clara y precisa del "yo soy". Una cosa es la precisión y otra la certeza.

1. J. Krishnamurti, Commentaries on Living, 3d serie., ed. D. Rajagopal (Wheaton, IL:


Theosophical Publishing House, 1977), p. 80. Con permiso de la K & R Foundation, Ojai.
2. P. D. Ouspensky, In Search ofthe Miraculous (Nueva York: Harcourt, Brace & World,
1949), p. 232. Citado con permiso.
3. P. D. Ouspensky, In Search of the Miraculous, p. 347. Citado con permiso.

13
ESENCIA

4. G. I. Gurdjieff, Life Is Real Only Then, When "1 Am," 38 serie de All and Eueything
(impreso en privado por E. P. Dutton para Triangle Editions, 1975), p. 42.

14
ESENCIA

CAPÍTULO DOS

LA ESENCIA

En el primer capítulo nos hemos acercado a la esencia abordando la presencia por una razón
fundamental: la mayor parte de las veces no se reconoce la esencia cuando está presente.
Esto es así porque, en general, la mayoría de las personas limitan su atención a las
categorías usuales y normalmente aceptadas de la experiencia, y la esencia no se encuentra
entre las categorías normales del pensamiento, la emoción o las sensaciones físicas. Es la
razón por la que siempre se pierde, incluso por parte de quien está interesado en ella. Las
personas no se imaginan una perspectiva diferente. Incluso si admiten la idea de que existe
semejante realidad, no saben dónde o cómo buscarla.
La dificultad estriba en que la realidad que se busca adopta una forma inesperada.
Incluso puede ocurrir que la persona la busque sin descanso sin darse cuenta de que la tiene
delante.
Un chiste de Oriente Medio ilustra este punto: Nasrudin se ha convertido en un
contrabandista. Se le ve cruzando la frontera con sus burros cargados de mercancías. Los
oficiales de la aduana buscan todo lo que pueden, pero nunca encuentran nada de valor,
aunque saben que Nasrudin es un consumado contrabandista. Tienen que permitirle pasar
una y otra vez, exasperados por no poder descubrir el contrabando. Lo que sucede es que
los aduaneros están contemplando directamente lo que buscan: Nasrudin es contrabandista
de burros.

En otras ocasiones, la dificultad se encuentra en que al individuo no se le ocurre mirar en


ciertas direcciones porque está acostumbrado, o condicionado, a mirar sólo en las
perspectivas más habituales. Es parecido al individuo que no sabe que puede experimentar
la energía directamente en su cuerpo. Siempre que siente cualquier movimiento interno en su
cuerpo cree que debe ser la corriente sanguínea, o que algo funciona físicamente mal en su
interior que requiere atención médica. De manera que cuando sufre una fuerte descarga de
energía, como una emoción profunda, nunca sabe que está percibiendo el dinamismo de la
misma energía.
El ejemplo de la energía es acertado porque también pone de manifiesto otro factor del
misterio. Normalmente, el movimiento de la energía en el cuerpo se siente de una manera
directa cuando es fuerte. Habitualmente, la mayoría de las personas no perciben los
pequeños movimientos, pero si entrenamos nuestra sensibilidad todos podemos aprender a
ser conscientes incluso de los movimientos más sutiles.
Lo mismo sucede con la esencia. Es necesario profundizar y refinar la receptividad
personal, pero incluso cuando esto ocurre, la esencia podría no llegar a ser reconocida
porque se desconoce la existencia de algo semejante; se la podría confundir con cualquier
otra cosa, como se confunde la energía con la circulación de la sangre.
Con nuestra verdadera naturaleza, la esencia, pasa como con los burros del chiste o
como con la energía de las anteriores analogías. Las personas que no reconocen la esencia
suelen imaginar que se trata de una realidad o fuerza misteriosas, aunque sólo es enigmática
para aquellos que no la reconocen. Para el que la conoce se trata de una presencia muy
15
ESENCIA

clara y definida, exactamente igual que la presencia de los burros. Para esta clase de
personas ni siquiera es una presencia sutil. Únicamente lo es para aquellos cuya atención se
siente normalmente atraída y captada por las experiencias de tipo normal -pensamientos,
emociones y sensaciones- o por los cambios físicos en el interior del cuerpo. La condición
habitual de la mente consiste en estar llena de toda clase de contenidos que son burdos en
comparación con la esencia. Cuando la mente está vacía de su contenido habitual, podemos
ver que la esencia es una presencia tan clara y definida como una estrella luminosa en una
oscura noche despejada.
La persona que ya ha descubierto la esencia no va a experimentarla de vez en cuando,
como una ocurrencia especial única. Esta pauta es lo normal para la gente corriente en las
mejores circunstancias, pero para la persona realizada es así sólo al principio. Con el tiempo,
la esencia se convierte en una presencia permanente y duradera, y la persona irá
progresivamente relacionándola con su verdadera naturaleza e identidad, transformándose
en la experiencia habitual del individuo cada minuto de su vida. La totalidad de la esencia
está entonces presente de manera permanente y se convierte en el centro y la fuente de la
vida y las acciones del individuo.
Después de hablar de la esencia en términos de presencia, necesitamos decir más sobre
lo que no es y contrastarla con otras categorías de la experiencia para comprender con
mayor precisión y amplitud la esencia como presencia.

LA ESENCIA y LA MENTE

La esencia no es un pensamiento o una idea que la persona tenga de sí misma. No se


trata de una auto-imagen. De hecho, la imagen de uno mismo, el conjunto de conceptos que
una persona tiene de su propio ser, es una de las principales barreras al reconocimiento y
desarrollo de la esencia. Normalmente, la imagen de uno mismo no incluye la esencia, que,
en general, está excluida de la experiencia personal. Incluso es probable que una persona en
cuyo interior fluye la esencia, no la experimente si su imagen de sí misma la excluye, del
mismo modo que una persona sólo podría manifestar inconscientemente su cólera si la
imagen de sí misma no incluye la conducta colérica.
Un concepto, un pensamiento o una idea podrían surgir de la experiencia de la esencia, o
generarse bajo su influencia. Esto ocurre a veces en las ideas expansivas que resultan de un
descubrimiento o una revelación. Pero el pensamiento no es esencia. La influencia de la
esencia en la mente surge de una forma más obvia en ciertos tipos de poesía escrita cuando
el poeta logra plasmar una muestra -cuando las palabras, pensamientos, ideas e imágenes
son generadas por la esencia e intentan reflejar y comunicar la experiencia esencial. Muy a
menudo, el poeta no es directamente consciente de la esencia sino únicamente de la idea, la
imagen y quizá la emoción producida por el contacto que ha experimentado con ella, pero
puede quedar tan enamorado de sus palabras e imágenes que nunca se mueva hacia la
verdadera experiencia de la esencia. Las palabras pueden ser hermosas y las imágenes
encantadoras, pero toda esta belleza y encantamiento se quedan cortos ante la belleza y
encantamiento de la esencia.

16
ESENCIA

La poesía se convierte en algo más real cuando el poeta es directamente consciente de la


presencia de la esencia. Entonces las palabras e imágenes reflejan con más precisión la
verdad y están menos distorsionadas por la personalidad del poeta. A este tipo de poesía la
llamamos objetiva, pues constituye una descripción fenomenológica de la experiencia de la
esencia del poeta. Es la poesía más bella, más inspirada y más poderosa. Las imágenes que
la describen directamente sobrepasan en belleza la imaginación de cualquier poeta, pues la
esencia es la fuente, el poder y la materia de la poesía. Sin embargo, no debemos olvidar
que incluso su descripción más precisa y poderosa no es la misma esencia.
Hay ciertas clases de imágenes que la gente habitualmente ve o toma por la esencia; nos
estamos refiriendo a las visiones. Tales experiencias les suceden a algunos individuos,
especialmente en momentos de intensidad emocional. Cuando las experiencias son
frecuentes, llamamos a estas personas visionarias. Pueden ver visiones de Jesucristo, la
virgen María, los santos, los ángeles, el paraíso y el infierno, toda clase de sucesos y
escenas, normalmente en vívidos colores y acompañadas de una emoción intensa. Por lo
general, se piensa que estas experiencias son espirituales, pero lo son si definimos la
espiritualidad como tener visiones, puesto que indudablemente no se trata de experiencias
directas de la esencia. La esencia es algo mucho más fundamental, mucho más real y mucho
más sustancial que las visiones. Si la persona se contenta con o incluso se enamora de sus
visiones, entonces podría no llegar nunca a reconocer su esencia, su verdadera naturaleza.
Con mucha frecuencia existe una conexión entre esencia y visión, aunque en general
permanece oculta al visionario. Sin embargo, si la persona conoce y entiende esta conexión
podrá utilizar la visión para contactar directamente con la esencia. Lo que ocurre es que la
persona experimenta una muestra de la esencia, aunque no se da cuenta de ello. Su
contacto con la esencia le conmueve de una manera profunda produciéndole hondas
emociones que su mente traduce como símbolos e imágenes religiosas. En algunos casos
las imágenes aparecen antes, y contemplarlas provoca emociones religiosas profundas.
Normalmente, la persona es consciente sólo de las imágenes y las emociones, aunque sean
simplemente reverberaciones en la mente del contacto con la esencia. La relación de las
visiones con la experiencia recuerda a la de los sueños con la realidad que expresan. Los
sueños son imágenes distorsionadas y simbólicas de procesos que el soñador desconoce.
Obviamente, si la persona centra su atención en las imágenes y emociones de una visión,
perderá por completo la realidad verdadera subyacente, la presencia de la esencia. Las
experiencias visionarias parecerán únicas y especiales y no serán utilizadas para profundizar
en su conocimiento. Con frecuencia, la persona se siente bendecida y la gente a su
alrededor la considera como espiritual.
Es verdad que la persona recibe una bendición, pero lo hace por entrar en contacto con la
esencia, no a causa de la visión. De hecho, la visión, como hemos visto, puede convertirse
en una barrera, un velo que oculta la verdadera experiencia de la esencia. La visión no es
una percepción objetiva, sino que resulta muy influida y conformada por la historia particular
y la mentalidad actual de la persona. Por eso los cristianos tienen visiones cristianas, los
judíos visiones judías, los hindúes visiones hindúes, los budistas visiones budistas, etc. Estas
experiencias, aunque pueden llamarse religiosas o espirituales, no son todavía la percepción
y la experiencia de nuestra verdadera naturaleza, nuestra esencia, la verdad que hay en
nosotros.
En realidad, muchos maestros y gran parte de las verdaderas tradiciones de trabajo
diferencian entre la experiencia espiritual y la experiencia de la esencia, la verdadera
realidad. Los sufíes, por ejemplo, afirman que hay tres formas de conocimiento: conocimiento
17
ESENCIA

intelectual, conocimiento espiritual (que ellos consideran de naturaleza más emocional) y el


conocimiento de la realidad.
La segunda forma de conocimiento, el conocimiento espiritual, es el conocimiento de los
estados, poderes psíquicos, ocultismo, etc. Sin embargo, el verdadero conocimiento de la
realidad es mucho más básico y mucho más simple que todo eso. Es la percepción directa
del ser, nuestra naturaleza. Y no es emocional o intelectual.
Las visiones entran dentro de la segunda categoría de conocimiento y todavía no son la
verdadera experiencia de la realidad. Constatamos, entonces, por qué el psicólogo Carl Jung
no consiguió entender la esencia. Se acercó más a la experiencia con su formulación de las
imágenes arquetípicas, pero las imágenes, como vemos, no son la esencia. Consideró a la
esencia, en todos sus arquetipos, como imágenes que aparecen más claras en visiones y en
imágenes oníricas. Vivió su propia experiencia a partir de imágenes de sueños y visiones en
sus horas de vigilia. De hecho, todos sus arquetipos son imágenes de ciertos estados
esenciales, pero no son estados esenciales. Creyó que el yo, por ejemplo, era una auténtica
imagen arquetípica que nos proporciona ciertas experiencias profundas y nos impele ha
realizar ciertas acciones. Pero en realidad, la imagen misma es una producción de la
esencia, o, más exactamente, la respuesta de la mentalidad de una persona determinada a
la presencia de la experiencia esencial del yo. Una persona puede tener sentimientos
emocionales profundos acerca de la imagen arquetípica del yo, pero no es lo mismo que
experimentar el yo esencial.
Jung también contempló la imagen del anciano sabio, al que consideró como el guía de la
transformación interior. Esta imagen supone un reflejo de cierto aspecto de la esencia que
funciona como guía, pero que, además, tiene muchas otras funciones no expresadas en la
imagen del sabio anciano. En otros sistemas hay otras imágenes relacionadas con este
aspecto de la esencia: el ángel de la guarda, el ángel de la revelación, el espíritu santo, el
ángel Gabriel, el testigo del cielo, el cuerpo del conocimiento y muchos más. Tales imágenes
dependen de la mente del individuo y no son reflejos exactos del aspecto esencial. Este
aspecto particular de la esencia es una presencia muy definida, muy clara, muy precisa y
muy palpable. Gurdjieff la llamó "conciencia objetiva", y los taoístas la llamaron "cuerpo de
diamante". Aquel que contacte directamente con esta presencia de la esencia podrá entender
fácilmente a qué faceta particular de esta presencia se refiere cada imagen arquetípica.
Como vemos, Jung estuvo muy cerca de la esencia y sus diversas manifestaciones, pero
se quedó a nivel de la imaginación a causa de la facilidad intelectual y visionaria de su
personalidad. No llegó a darse cuenta, pues, de su esencia y no pudo experimentarla, y su
psicología siguió siendo una elaboración intelectual que no estaba directamente conectada
con la presencia de la esencia. Lo mismo le ocurrió respecto a la alquimia, limitándose a
utilizar sus imágenes pero ignorando la sustancia de su enseñanza. (Discutiremos esto más
adelante en este capítulo). No obstante, Jung estuvo más cerca de la experiencia de la
esencia que los visionarios, porque sus imágenes la reflejan con mayor precisión. Cuanto
más cerca está una persona de la presencia esencial, con mayor fuerza influye esta en sus
imágenes. Cuando la persona está directamente en contacto con la esencia, entonces las
imágenes se transforman en un reflejo mucho más preciso. Cuando la imaginación se
sustenta en la experiencia de la esencia personificada, la mentalidad particular ejerce un
efecto distorsionador menor en las imágenes. Tales imágenes y visiones pueden llegar a ser
tan precisas que se convierten en auténticas pinturas del estado esencial que experimenta el
individuo.
Nos trasladamos aquí del reino de las visiones al reino de la visión. Una persona puede
18
ESENCIA

desarrollar la capacidad para ver la esencia directamente, tal y como es, sin que participe la
imaginación. Lo que sí interviene es la operación de un ojo interior, un órgano de percepción
capaz de ver la experiencia interior. Las imágenes son entonces claras. Tienen un significado
y un sentido definido y se corresponden fielmente con la experiencia directa de la presencia
de la esencia. Esta clase de experiencia es tranquila y estable, sin la excitación y la
emotividad de las visiones. La persona dispone de la oportunidad para contemplar la esencia
e investigarla, como si estuviera utilizando un telescopio o un microscopio. Esta es la "visión"
a la que se refiere Don Juan en los libros de Carlos Castaneda. El individuo es ahora un
vidente, no un visionario. Los antiguos sabios de la India se llamaron videntes porque
poseían esta facultad esencial de la visión.

Cuando más se base la persona en la experiencia de la esencia personificada, más


precisa será su percepción y menos influenciada estará por la mentalidad subjetiva de su
personalidad. La visión, como la presencia de la esencia, puede llegar a ser una presencia
permanente, y no un suceso aislado. Siempre que la persona quiera ver, sencillamente
mirará.
Existen otras clases de experiencias mentales que normalmente se consideran como
experiencias de la esencia cuando de hecho no lo son, como las de intuición o revelación. En
psicoterapia, por ejemplo, uno puede tener una revelación repentina sobre sí mismo, sobre
otros o sobre la naturaleza de la realidad. Se trata de experiencias que a menudo
sobrevienen como un flash de iluminación y van acompañadas por una sensación de
expansión y certeza. Estas revelaciones pueden proporcionar una valiosa información y
producir una satisfacción afectiva. Sin embargo, estas experiencias reveladoras no lo son de
la esencia, no todavía. Una revelación es un acontecimiento, y la esencia es una presencia.
Una revelación es la experiencia de conocimiento de una verdad específica, mientras que la
esencia es una presencia personificada, una realidad ontológica.
La mayoría de las veces, las revelaciones nos proporcionan información y comprensión
de cómo nuestras mentes, emociones y personalidades funcionan. Podrían incluso ayudar a
conducirnos hasta la esencia. Las revelaciones pueden ser liberadoras, profundas,
estimulantes o poderosas, pero todavía no son la esencia. La esencia es algo más.
Las revelaciones pueden llegar incluso a mayor profundidad, a niveles más profundos de
la realidad, y pueden proporcionarnos información acerca de la naturaleza de la realidad.
Pero ¿qué es esta realidad, sino la propia realidad de nuestra verdadera naturaleza, nuestra
esencia? En momentos como estos lo que recibimos son revelaciones acerca de la esencia
misma. Por ejemplo, un individuo puede experimentar el repentino y revelador flash de que
"yo realmente existo", o la enriquecedora revelación de que "el amor es mi verdadera
naturaleza". Hay revelaciones sobre la esencia que descubren parte de la verdad acerca de
nuestra verdadera naturaleza. Sin embargo, estos acontecimientos no son en sí mismos
manifestaciones de la presencia de la esencia. Pueden alcanzar la esencia y proporcionar
vislumbres de ella, pero si la persona permanece en el nivel de la revelación, la esencia no
se materializará ni personificará, ni experimentará su belleza y plenitud.
Como podemos ver, la revelación es un acontecimiento o una facultad para obtener
información y conocimiento. El objeto de su revelación puede ser cualquier cosa; puede ser
la propia mente, la propia personalidad o incluso la propia esencia. Las revelaciones más
profundas son las que conciernen a la esencia, cuando empezamos a entender nuestra
verdadera naturaleza. Finalmente, la revelación puede ser tan profunda que se convierte en

19
ESENCIA

una percepción directa de la esencia. Podemos tener un vislumbre, tal vez sólo un flash, pero
de la esencia. Quizá tengamos un contacto momentáneo con la esencia y durante ese
instante seamos esencia, aunque como no nos dura lo suficiente como para investigar a
gusto nos quedamos sólo con el conocimiento, y lo llamamos revelación. La revelación es
una visión interna, una visión de nuestro interior, de nuestra esencia. Podemos experimentar
la revelación interna de que "realmente, estoy lejos de la verdad", una poderosa revelación
que sacude nuestra mente. Sin embargo, semejante descubrimiento sólo es un exiguo y
limitado vistazo de la presencia de la esencia. Es una revelación profunda y enormemente
importante sobre la verdadera naturaleza de uno mismo, y puede cambiar realmente la vida
de una persona, pero no es lo suficientemente completa como para ser la esencia. Contrasta
la revelación de que "realmente estoy viendo la verdad" con la experiencia de una persona
realizada que está constantemente experimentando la esencia y es siempre consciente de su
naturaleza. Esta persona puede investigar todo lo que quiera y a sus anchas las cualidades
de la esencia, y puede aprender lo que es la verdad en sus detalles específicos, lo que
significa verdaderamente ser y lo que todo esto supone para la mente y el cuerpo, cómo
afecta a los demás, y cómo puede utilizarse más eficientemente en beneficio de todos. Estas
revelaciones acuden permanentemente a las personas realizadas. No se trata de flashes
aislados, sino que poseen el control de la luz del flash y pueden conectarlo o desconectarlo a
voluntad, durante el tiempo que quieran y con la intensidad o profundidad que deseen. Se
trata de una manifestación de la existencia de la esencia. De ahí que tomar la revelación
como esencia puede ser muy limitador. Sabemos que la revelación es útil, que puede
utilizarse para contactar con la misma esencia, por lo que puede llegar a convertirse en un
flash espontáneo de la esencia.
Veamos ahora la intuición. La palabra intuición se utiliza para describir muchas clases de
percepción de diversa profundidad, calado y certeza. A veces, puede significar la sospecha
de una cierta verdad o un ligero vislumbre sin certeza o claridad. Otras veces, intuición quiere
decir una impresión, más o menos vaga, de algo, pero si escuchamos esta impresión, este
sentimiento, puede conducimos al conocimiento. Otras veces se trata de un presentimiento,
algo así como una conjetura que conlleva un mayor sentimiento de certeza o convicción.
Todas estas son algunas de las experiencias que llamamos intuición.
Hay aspectos más profundos de la intuición: por ejemplo, cuando de alguna manera
sabemos algo, a veces acompañado por una honda sensación de certeza, pero no sabemos
cómo hemos llegado a saberlo; no podemos explicarnos a nosotros mismos cómo lo
sabemos. Hay ocasiones en que sabemos algo totalmente nuevo, pero no sabemos de
dónde nos viene, así que decimos que hemos tenido una intuición. Otras veces sentimos una
aprensión directa de cierta verdad, pero no podemos explicar cómo ocurrió. Por eso,
normalmente consideramos a la intuición como un proceso misterioso.
Al igual que con la revelación interior, la intuición puede referirse a cualquier cosa: la
mente, la personalidad de otras personas, las relaciones e incluso nuestra verdadera natura-
leza, nuestra esencia. Sin embargo, la intuición en sí misma no es la esencia; puede
ayudamos a conocerla, pero se trata de un proceso o experiencia, no una existencia
ontológica.
Podemos arrojar más luz sobre el fenómeno de la intuición si analizamos la declaración
de Sigmund Freud de que el inconsciente lo sabe todo. Nuestro inconsciente (en el sentido
que utilizó Freud para el término) lo sabe todo acerca de nosotros y de los demás, pero como
permanece en la inconsciencia, no disponemos de esa información. A veces, sin embargo,
parte del contenido del inconsciente entra en nuestra conciencia de una manera que no
20
ESENCIA

podemos explicar. Por eso llamamos intuición a este tipo de conciencia. El sentimiento de no
saber de dónde vino la conjetura o intuición indica que vino del inconsciente, una parte de la
mente con la que normalmente no estamos en contacto. Por esa razón la intuición resulta
misteriosa.
Teniendo todo esto en cuenta, podemos entender los diversos tipos de intuición. Según
Freud, el inconsciente contiene toda la información sobre nuestras mentes, todo lo que nos
ha ocurrido y nada de lo que hemos vivido escapa a su registro, lo que explica la intuición
que tenemos sobre nuestras mentes y el funcionamiento de nuestra personalidad.
Freud también afirma que el inconsciente conoce todo sobre la otra persona en cualquier
relación, incluyendo su inconsciente, pero no explica cómo. Obviamente, esto significa que el
inconsciente tiene cierta clase de capacidad para percibir cosas en los demás. Estamos,
entonces, hablando de empatía, de telepatía, de PES l y demás formas de conocimiento en
las que no intervienen los sentidos físicos.

Sin embargo, digámoslo con mayor claridad. Todas las partes de la mente con las que el
individuo no está conscientemente en contacto están presentes, pero en la parte
inconsciente de la mente. Esto incluye no sólo la parte reprimida de la personalidad sino todo
lo que está reprimido, incluyendo la esencia y sus capacidades. Freud se refería a la
personalidad y a la mente cuando hablaba del inconsciente, pues no llegó a conceptuar la
esencia. De ahí que, lógicamente, su idea se extienda a las otras partes del individuo, como
su esencia. En un capítulo posterior mostraremos que la esencia está reprimida, como todo
lo demás. A pesar de todo, del inconsciente puede filtrarse información no sólo sobre
complejos emocionales sino también sobre la esencia. Esa es la razón por la que a veces
tenemos intuiciones sobre la esencia: el inconsciente la conoce. Todo nuestro conocimiento
está ahí, pero se encuentra fuera del alcance de la conciencia. Y la intuición es una manera
de tener acceso a parte de este conocimiento sin que la esencia haya alcanzado aún la
conciencia.
La esencia tiene muchas facultades, algunas de las cuales han sido denominadas
órganos sutiles de la percepción, que superan a los sentidos físicos. Estas facultades, que
transcienden el tiempo y el espacio, y por lo tanto las limitaciones de los sentidos físicos, se
encuentran en el inconsciente. Esto explica por qué el inconsciente sabe tantas cosas sobre
los demás. Así pues, vemos que la intuición no es la esencia en sí, pero puede venir de la
esencia y utilizarse para su conocimiento. No obstante, cuando la esencia está presente en
la experiencia consciente del individuo, entonces no hay intuición ni misterio. Lo que hay es
justamente percepción directa y conocimiento directo: conocimiento directo de la esencia
puesto que existe conciencia de ella, y percepción directa de uno mismo y de otros porque la
esencia posee facultades que transcienden los límites del tiempo y del espacio. Ya no es
preciso esperar la intuición, simplemente se busca y se presta atención. Se ve, se percibe y
se conoce. Se conoce cómo se alcanza el conocimiento. Se comprende el mecanismo y el
proceso. Se puede conectar y desconectar a voluntad. Se puede controlar todo el proceso
cuando se desee.
Hay una forma de intuición más profunda, como es la función de un cierto aspecto de la
esencia. Nos referimos a este aspecto páginas atrás como conciencia objetiva o el cuerpo de
diamante. También lo llamamos el cuerpo del conocimiento. Este aspecto tiene la capacidad
de tomar hechos y datos, toda clase de conocimientos sobre un objeto particular o situación,
y considerarlos en su conjunto, simultánea e instantáneamente. Esta es la razón por la que

21
ESENCIA

los ordenadores son tan valiosos. Pueden analizar una serie completa de hechos, todos al
mismo tiempo.
Este aspecto de la esencia puede hacer exactamente eso, no en forma de pensamiento,
sino de una manera más viva y sentida. Su capacidad para analizar muchos hechos y
muchas dimensiones es ilimitada. Todo en la situación se tiene en cuenta, y el resultado es
una percepción que integra todos los hechos en los diversos niveles del entendimiento.
Si esta parte de nosotros es inconsciente, entonces experimentaremos su percepción
como una intuición. Si se presenta como un flash, pensaremos que ha sido una revelación.
Pero si este aspecto de la esencia se presenta en nuestra conciencia, experimentaremos la
percepción como un conocimiento directo. Se trata de la auténtica intuición. Una persona que
es esta esencia no necesita usar la mente lineal o ni atormentar su cerebro respecto a ciertas
situaciones importantes. El conocimiento directo está justamente ahí, a su disposición.
Normalmente, existe una certeza en él, una claridad y una precisión, además de una vitalidad
muy delicada y exquisita. Esta delicadeza, esta presencia exquisita se pierde cuando la
persona se limita a experimentar revelaciones e intuiciones y no las utiliza para guiarse a sí
misma hacia su fuente, que es la esencia.

LA ESENCIA y EL CORAZÓN

Muchas personas, especialmente aquellas que buscan su verdadera naturaleza a través


del amor y la devoción, asumen que la esencia va a ser alguna clase de estado emocional.
En verdad, se piensa que el estado emocional que se persigue es libre, hermoso, lleno de
amor y de alegría lo que se llama un corazón abierto. Lo que se busca es un maravilloso
sentimiento de felicidad y por eso es visto y esperado como un estado emocional.
Esto puede resultar muy engañoso, porque un sentimiento está más cerca de la
experiencia de la esencia que un pensamiento o una imagen, y a causa de esta proximidad
necesitamos ser más conscientes y más precisos en nuestro entendimiento. Sin tener en
cuenta lo hermosos, felices y profundos que son los sentimientos y las emociones, no son la
esencia. La esencia es una dimensión diferente de la experiencia.
La principal diferencia entre estados emocionales y esencia es que los primeros son
procesos descargados por nuestro sistema nervioso, mientras que la última, definitivamente,
no. Los estados emocionales son, en primer lugar, procesos psicológicos acompañados por
cierto contenido de ideas, mientras que la esencia no es un proceso fisiológico ni una
descarga del sistema nervioso. La esencia es independiente del sistema nervioso,
transciende los procesos fisiológicos y, de hecho, puede existir sin el organismo físico.
Cuando está presente, afecta al sistema nervioso, pero no es la descarga, o la emoción, que
resulta del contacto entre la esencia y la fisiología.
Se trata de una diferencia fundamental. Significa que las emociones no existen realmente
excepto en el sentido de que existen las actividades. Son actividades, y como tales no
poseen una presencia ontológica. La esencia, por otra parte, no es una actividad. Como
hemos visto en el primer capítulo, la esencia es una presencia, y su cualidad básica es su
existencia como una realidad ontológica, como "talidad". Una emoción es una actividad que
empieza y termina, mientras que la esencia es una presencia. Una emoción es como el
movimiento del agua, una actividad que es movimiento, pero el movimiento del agua no es el

22
ESENCIA

agua. El agua puede estar quieta, sin movimiento. La esencia, por otra parte, es como el
agua. Existe como tal al margen de si hay movimiento o no.
Así pues, la persona que toma sus emociones positivas como su verdadera naturaleza o
esencia está falseando la verdad. Dicha persona continuará desarrollando la vida de su
personalidad, basada en ciertos estados emocionales más que en la vida de la esencia. Esta
es la condición habitual de las personas no realizadas que siempre están buscando
experiencias emocionales positivas. Y es esta búsqueda incesante de emociones positivas lo
que nos impide a la mayoría de nosotros realizar nuestra esencia, que transciende tanto a las
emociones positivas como a las negativas.
Aunque aquí podemos ver la diferencia fundamental que existe entre esencia y emoción,
en general, no resulta tarea fácil llegar a comprenderla, especialmente para los principiantes,
porque sus sensaciones son similares. La situación se complica mucho más a causa de la
condición del hombre occidental, que se encuentra muy alienado por sus emociones. Mucha
gente ni siquiera las experimenta, y los que lo hacen normalmente no las experimentan en
profundidad o plenamente. Las emociones que sufren están normalmente tan distorsionadas
y dominadas por la negatividad, que supone un esfuerzo muy duro empezar a sentidas en
profundidad y de una manera equilibrada.
Las personas involucradas en muchos de los nuevos movimientos de expansión y
terapias New Age piensan que están inmersas en un "desarrollo personal", pero la mayoría
se refiere a un desarrollo emocional. Esto es verdad en general, incluso cuando piensan que
están inmersas en un "desarrollo espiritual". En realidad, lo que buscan es la satisfacción
emocional y los estados emocionales positivos, aunque con demasiada frecuencia lo que
consiguen no es el desarrollo emocional, sino la descarga emocional.
No obstante, esta capacidad para descargarse emocionalmente es necesaria para el
desarrollo y el equilibrio emocional. Además, el desarrollo emocional equilibrado es necesario
para encontrar y desarrollar la propia esencia. Sin embargo, la vida emocional no es todavía
la vida esencial. Resulta útil establecer esta diferencia entre la persona emocionalmente
sana y normal y la persona realizada.
Sabemos cuán empobrecida se encuentra la vida de una persona emocionalmente
bloqueada en comparación con la de otra normal que disfruta de una vida emocional
profunda y plena. Sin embargo, desde la perspectiva de la esencia, la persona que lleva una
vida emocional profunda y plena es tan pobre en su experiencia, comparada con la del
individuo esencial, como la persona emocionalmente bloqueada comparada con la sana,
empobrecida, de hecho, por otros muchos aspectos. En la experiencia del individuo esencial,
la persona normal emocionalmente desarrollada es superficial, incompleta y todavía se
encuentra en la infancia en lo que se refiere al potencial del ser humano.
Se suele decir, aunque no es exacto, que la esencia se experimenta como un
sentimiento, porque se siente y no se enseña. Es una experiencia que sentimos, pero no se
trata de un sentimiento. No es difícil comprenderlo: podemos sentir nuestro estómago, por
ejemplo, pero nuestro estómago no es un sentimiento. El estómago existe realmente. Lo
mismo sucede con la esencia: podemos sentida, pero no es un sentimiento. Existe realmen-
te, pero como podemos sentida y, con frecuencia, produce efectos en el cuerpo similares a
los producidos por la emoción y además no se trata de una presencia física, la gente tiende a
confundirla con las emociones y los sentimientos, y por eso nunca la identifican como lo que
es. Podemos expresar el problema con un koan: ¿Cuál es la parte de ti que puedes sentir
pero no forma parte de tu cuerpo y no es un sentimiento?

23
ESENCIA

Utilizando los términos del lenguaje de algunas escuelas psicológicas, la esencia puede
confundirse con una sensación. Esto es así porque la esencia produce una sensación, en el
sentido de que puede sentirse como dulce, cálida, tierna, suave, dura, densa, etc. Pero no es
la sensación. Son algunas de sus cualidades, pero no su naturaleza básica. Un diamante es
duro, pero la dureza no es el diamante. Por eso la esencia es como el diamante. Tiene
cualidades, exactamente como el diamante las posee de dureza, brillo, etc. Las cualidades
de la esencia, entonces, pueden denominarse sensaciones.
Aunque esto puede quedar muy claro y quienes conocen la esencia lo den por sentado, a
los demás les resulta muy confuso. Para dejar aún más clara la diferencia entre la
experiencia espiritual y la experiencia de la verdad, estudiemos el caso de una persona que
busca la esencia y que está viviendo experiencias y revelaciones profundas y expansivas.
Supongamos que esta persona alcanza el estado de corazón abierto, con el consecuente
flujo de sentimientos de amor y los diversos estados de felicidad. Esto le sucede a muchas
personas interesadas en la práctica de las muchas técnicas de meditación y ejercicios
espirituales.
En algún momento de esa práctica, el centro del corazón se abre y la persona queda
inundada por un profundo e intenso sentimiento de alegría, a veces acompañado de
pensamientos hermosos, imágenes o visiones. El corazón se llena de amor y compasión
hacia el propio ser y hacia el prójimo. Es probable que la persona contemple luces y colores
e intensidades llenas de hermosura. Incluso puede sentir que ella misma está hecha de luz.
Podría llegar a descubrir que "yo soy la luz."

Todo esto resulta hermoso y positivo. De hecho, es necesario para el desarrollo interior.
Pero todavía no es la esencia. Este tipo de experiencia es lo que en general ocurre cuando
se activa uno de los chakras del cuerpo. Chakra es una palabra hindú que significa "centro" o
"rueda". Los chakras son diferentes centros y energías corporales, y el chakra del corazón es
uno de ellos. Normalmente se encuentran situados en el plexo principal del sistema nervioso
y están muy vinculados con el sistema nervioso y sus procesos. Su función principal consiste
en la coordinación de algunos procesos básicos fisiológicos y de los flujos nerviosos
autónomos.
Las energías de los chakras son las energías primarias básicas de los estados
emocionales. Cuando un chakra está activo o "abierto" experimentamos directamente las
energías sutiles básicas que entran en la composición de diversas emociones, en lugar de
las emociones mismas. Por esta razón experimentamos una libertad emocional cuando el
corazón se abre: la energía nos libera, por el momento, de las emociones conflictivas que
normalmente anegan nuestros corazones. La energía básica del chakra del corazón se
experimenta como amor, alegría y felicidad. Cuando podemos verla se nos aparece como
luces de colores en el corazón, normalmente doradas o verdes.
La activación de los otros chakras producirán una sensación parecida de expansión,
libertad, luz, etc., pero no necesariamente de amor. En tales aperturas se produce
normalmente una inundación de emociones y sentimientos profundos e intensos, en general
experimentados como un acontecimiento espectacular lleno de energía. La persona tiene la
sensación de que se trata de algo único y de que está sufriendo una experiencia espiritual o
una unión mística. Todo esto es cierto, pero también lo es que se trata sólo de un nivel
transitorio. El acontecimiento se va apagando al cabo de un momento, y otro proceso, más
sutil y profundo, empieza a desarrollarse.

24
ESENCIA

Sin embargo, puesto que el nivel de los chakras es espectacular, intensamente emocional
y lleno de visiones de bellas luces fosforescentes de todas clases, adquiere una influencia
fascinante y cautivadora en la mente y la persona persiste en sus intentos por vivir estas
espectaculares experiencias desinteresándose por los procesos más sutiles que son
necesarios para encaminarse hacia la dimensión de la esencia.
Este acontecimiento espectacular y este flash son principalmente el resultado de la
naturaleza emocional de la experiencia. Cada chakra contiene tantas emociones profundas e
intensas que han permanecido sofocadas y acumulándose durante tantos años, que cuando
se activan las energías de todas estas emociones reprimidas se liberan e inundan la
conciencia de la persona. Las emociones más profundas del corazón son las del amor y la
alegría, y lo anegan con toda su intensidad produciendo luces hermosas, sensaciones y
estados extáticos.
Muchos sistemas de desarrollo interior consideran las experiencias de los chakra, como la
del corazón abierto, como tentaciones. El que las persigue puede llegar a convertirse en un
adicto a esta dimensión de la experiencia y detenerse ahí, abortando el proceso del
desarrollo esencial. La característica adictiva de la dimensión de los chakra puede
constatarse en personas que son adictas a los niveles altos de excitación. La energía de la
excitación es la misma que opera en el nivel de los chakra. Algunas personas incluso son
adictas al miedo. Lo persiguen poniéndose ellas mismas en situaciones peligrosas. Ver
películas de terror constituye una forma más de disfrutar de su adicción al miedo. La energía
del miedo es la misma que activa la excitación pura, que es la que opera en el nivel del
chakra cuando se encuentra anegado por la adrenalina. De este modo, la adicción a la
excitación y al miedo es la misma que la adicción a las experiencias espectaculares del reino
de los chakra. Las personas adictas al miedo disfrutan con él porque es la única manera que
conocen de activar sus chakras, de tener acceso a esas energías. No nos estamos refiriendo
a esos individuos neuróticos que se sienten asediados por el miedo y la ansiedad. Hablamos
de aquellos que buscan la excitación en situaciones aterradoras.
El chakra del corazón, como todos los demás niveles de los chakras abiertos, funciona
como la entrada a un reino más profundo, el reino de la esencia. Este reino es un universo
completo, el universo de la esencia. La puerta es hermosa, llena de color y fascinante, pero
sólo es la entrada adornada a un reino que lo supera todo en belleza y significado. A veces,
la energía del nivel de los chakras aparece simbolizada por una serpiente, la cobra: la
kundalini. Esta brillante y cautivadora imagen de la cobra kundalini, aunque hermosa y
espléndida, se utiliza también en muchos relatos educativos como símbolo del guardián de
un tesoro, un guardián con quien el héroe debe luchar y a quien debe vencer para alcanzar el
tesoro. El tesoro es el reino de la esencia, mientras que la serpiente es el guardián apostado
a la puerta del tesoro (esencia) para guardarlo y protegerlo, y si el héroe quiere conseguirlo y
disfrutar de la vida esencial tendrá que superar y derrotar a la serpiente.
Así pues, el nivel de los chakra, el reino de la serpiente kundalini, es una fase del
desarrollo interior que puede resultar útil para continuar hacia delante, pero no es el destino.
Si el individuo se decide a buscar más allá, más allá de la excitación y el brillo, el chakra del
corazón abierto se aprovecha para avanzar hacia la experiencia de la presencia de la
esencia, la presencia más profunda, más tranquila y más sutil del corazón. De hecho, puede
ocurrir que la experiencia del corazón abierto sea resultado de un contacto con la esencia en
el interior del corazón. La presencia de la esencia podría, por sí misma, abrir el chakra del
corazón. La experiencia extática no sólo es emocional sino también esencial, pues, en
algunos casos concretos, la esencia brota a raudales aunque se experimenta
25
ESENCIA

emocionalmente. En otros casos, el flujo de la esencia se mezcla con la energía emocional


del nivel del chakra. Cuando una persona resulta cautivada por el aspecto emocional de la
experiencia tiende a desperdiciar la presencia de la esencia, perdiendo así la oportunidad de
seguir avanzando hacia su reino, más profundo y más rico. Pero si permanece presente en la
experiencia y mira objetivamente sus componentes, es probable que se enfrente con la
presencia de la esencia. Entonces tiene la oportunidad de experimentar el reino de la esencia
en su toda pureza, sin la presencia diluyente de las emociones. La cualidad de la experiencia
en el corazón será ahora muy diferente de la del nivel del chakra, ya que más allá del chakra
del corazón el nivel más profundo podría ser la primera experiencia de la esencia. Es uno de
los centros que los sufíes llaman lataif y que a veces se denominan "órganos de percepción".

En Ibn Arabi, como el sufismo en general, el corazón (qalb) es el órgano


que engendra el conocimiento verdadero, la intuición detallada, la gnosis
(ma'rifa) de Dios y los misterios divinos; en pocas palabras, el órgano de todo lo
que connota el término "ciencia esotérica" (ilm al-Batin). Se trata del órgano de
una percepción que es a la vez experiencia y verificación íntima (dhawq)...
Se trata de una "fisiología sutil" elaborada "sobre la base de la experiencia
ascética, extática y contemplativa". . .
En pocas palabras, esta "fisiología mística" opera con un "cuerpo sutil"
compuesto de órganos psicoespirituales.2

Este latifa concreto, el del corazón, está vinculado con la experiencia de la compasión. A
este nivel de la experiencia, toda la excitación, brillo y espectacularidad del chakra del
corazón desaparece. En cambio, lo que se experimenta en la cavidad del pecho es el vacío.
Se tiene la sensación de que, a pesar de estar abierto y lúcido, nada ocurre. Si la persona
presta una atención más detenida, le parecerá que este vacío tranquilo está dominado por
una presencia muy tenue y sutil, tan tenue y sutil que, normalmente, quienes viven la
experiencia lo pasan por alto. Esta presencia, tenue y sutil que domina el vacío del corazón,
es el latifa, o su primera manifestación. La persona experimentará una sensación sutil pero
exquisita de compasión, hacia sí misma y hacia todos los demás.
Si la persona presta una atención todavía mayor se dará cuenta de que no hay ninguna
emoción, ninguna descarga emocional en absoluto. Entonces ¿de dónde proviene la com-
pasión? Descubrirá que la presencia sutil que inunda la cavidad de su pecho tiene una
cualidad particular que no podemos llamar sentimiento. Lo que mejor puede describir esta
cualidad es la bondad. Sin embargo, si la persona trata de descifrar con exactitud la cualidad
de esta presencia, verá que no es exactamente compasión o bondad, aunque bondad es el
término más cercano del que disponemos en nuestro lenguaje para describirla. Tiene un
sentido de cordialidad, ternura, frescura virginal, como la de un niño recién nacido, pero
también posee una cualidad intrínseca placentera que resulta muy difícil de describir.
Podemos decir que es como una agradable iluminación. No obstante, se puede hablar
mucho más sobre su presencia sutil.
Llamarlo amable bondad se acerca bastante, pero no es exactamente eso. La emoción de la
compasión, tal y como se siente normalmente, no es más que la descarga del sistema
nervioso bajo el impacto de la presencia de esta sutileza. No es la presencia, sino la
respuesta emocional del sistema nervioso. Nos acerca a la experiencia de la esencia, pero

26
ESENCIA

no logra alcanzarla. En este ejemplo, podemos ver muy claramente la diferencia entre la
experiencia de los chakras y la experiencia de la esencia (aquí a nivel de los lataif). La
experiencia de los chakras es un proceso de descarga; la esencia es más nuestra propia
naturaleza. Lo primero es una actividad, lo segundo una presencia ontológica.
En la literatura espiritual, la palabra corazón se utiliza a veces para referirse al chakra del
corazón y a veces para referirse al centro del corazón, el latifa llamado akhfa, "el más oculto".
Otras veces se refiere a otro latifa, qalb, que está en el lado izquierdo del pecho. "La palabra
qalb (corazón) puede considerarse como una localización anatómica del órgano que ha de
ser despertado. Su posición se encuentra en las pulsaciones del corazón físico, que nor-
malmente se localizan en el pecho izquierdo."3
Sin embargo, algunos maestros, la mayoría sufies, utilizan la palabra corazón para
referirse a la misma esencia, la presencia de la verdadera naturaleza, en todas sus facetas.
Muchos autores que escriben sobre el desarrollo interior utilizan la palabra corazón al
margen de los diversos significados que tiene. Esto no supone una dificultad muy grande
para el principiante, pero al poco tiempo se convierte en algo de la mayor importancia para
quien se propone comprender cual es su verdadero sentido, pues puede suponer una
diferencia decisiva para el entendimiento y la experiencia de su persona.

LA ESENCIA y EL CUERPO

En nuestro empeño por desenmascarar a los ídolos que se disfrazan de esencia llegamos
a la esfera de la acción, el movimiento y la actividad física. Algunas personas, como reacción
a la creencia de que el amor emocional es egoísta o inútil, llegan a la conclusión de que el
verdadero amor es la acción. Afirman que el amor, la compasión, la verdad, la armonía, etc.,
son las acciones concretas que un individuo emprende, y que la presencia de la emoción o la
expresión del afecto no implican un amor real a menos que haya una acción que sea útil.
Esto es muy engañoso. Hay algo de verdad en la afirmación, pero se trata de una verdad
que puede falsearse porque es parcial. Es cierto que la emoción del amor o su expresión no
indican necesariamente la presencia de un amor esencial real. La mayoría de las veces, la
emoción o su expresión están condicionadas por la personalidad y su consiguiente
apuntalamiento en el inconsciente. Por lo tanto, es amor egoísta, puesto que se está
buscando a sí mismo, e improductivo. Además, como hemos visto más arriba, la emoción y
la esencia no son lo mismo. El amor emocional no es el amor esencial. Es un proceso de
descarga, mientras que el amor esencial sólo puede ser una presencia real.
A veces, el aspecto esencial del amor puede estar presente sin acción manifiesta.
Ciertamente, podría tener como resultado la acción, y con frecuencia es así, pero no es ne-
cesario para vivir la experiencia. Cuando el amor esencial está presente, también lo está
nuestra naturaleza. Estamos presentes. Se trata de la presencia de una cierta faceta o
aspecto de la esencia. Si hay una necesidad de acción, se emprenderá. Si no hay necesidad,
no resultará ninguna acción. El amor, aquí, está presente. Es. A veces la acción del amor
esencial consiste únicamente en ser, sin acción.
En realidad, la acción más importante y útil del amor consiste, sencillamente, en su
presencia. El amor esencial actúa con su sola presencia, pero de una manera más sutil e
invisible. No existe movimiento físico manifiesto ni se precisa expresión alguna. La presencia

27
ESENCIA

de la esencia, en cualquiera de sus diversos aspectos, es su acción fundamental. Dejaremos


para otra ocasión el tema de cómo la esencia actúa y nos contentaremos aquí con citar un
pasaje, parte del cual recibe el nombre de "Recital de Sarmoun", y trata sobre el
conocimiento y la presencia de la esencia. "Aquel que sabe, y sabe lo que es: es sabio.
Dejad que le sigan. Con su sola presencia el hombre puede transformarse."4
La cuestión principal aquí se basa en que la esencia es el ser. Este ser puede expresarse
a través de la acción. La acción es real sólo si su fuente es la esencia. El acto más real, el
más fundamental es la presencia de la esencia.
Existe una acción que habitualmente se considera espiritual o esencial como es la del
servicio desinteresado. Muchos sistemas y enseñanzas se centran en él como método y
objetivo de su programa de trabajo interior. Se considera que el servicio es liberador porque
implica desinterés y generosidad, y porque la actitud centrada en uno mismo es la principal
barrera contra el desarrollo interior.
Una vez más, se trata de algo muy engañoso, porque si una persona no conoce la
esencia, es imposible decir si su acción es egoísta o desinteresada. Esto es así porque el yo
emocional actúa principalmente según motivaciones inconscientes. Una persona podría
pensar que está sirviendo desinteresadamente a otra, o a la humanidad, o a Dios, pero con
mucha frecuencia lo hace por una idea o ideal que, principalmente, viene determinado por
intereses inconscientes egoístas. Podemos ver un ejemplo corriente en la persona que
siempre está tratando de ser buena y servir, supuestamente, a Dios, pero que
inconscientemente está tratando de propiciar su superyo, que proyecta en su idea de Dios.
Además, decir que el servicio implica acción desinteresada resulta vago, poco claro y no
necesariamente exacto. La existencia del yo emocional o falsa personalidad no niega la
existencia de un yo real. De hecho, la esencia es el verdadero yo, aunque se le llama con
otros nombres. En este contexto, ¿qué significa ser egoísta, y qué significa prestar
desinteresadamente un servicio?
Digamos que para una persona que conoce la esencia, el servicio consiste en servir a la
esencia. Podría tratarse de la propia esencia o la de otro ser, de la esencia de la humanidad
como un todo o de la naturaleza y la esencia de todo lo que existe. De ahí que el verdadero
servicio no sea cuestión de servir a otra persona. No es servir a la falsa personalidad, ya sea
la propia o la de otros. Es servir a la esencia.
Entendemos que el verdadero servicio únicamente puede llevarse a cabo por alguien que
conoce la esencia. El servicio desinteresado significa ponerse en acción, pero no
centrándose en torno a la personalidad falsa sino en la esencia. En la esencia no hay
egoísmo porque no existe una separación defensiva entre uno mismo y los demás. Cuando
una acción sirve a la esencia propia, automáticamente sirve a la esencia de todos los demás.
Por eso, podemos decir que el servicio es la verdadera acción egoísta, la acción que sirve al
verdadero ser. El servicio de las personas que no conocen la esencia debería estar guiado
por alguien que sí la conozca, pues de otra manera es probable que se convierta en
explotación, tanto por parte del propio superyo como por el de la otra persona.
Moralmente, el servicio no es una buena acción. No tiene nada que ver con la moralidad.
El servicio es la acción o el trabajo útil y necesario que se necesita para la realización y el
desarrollo de la esencia, sin relación con los límites del yo y el otro.
Otra categoría de acción vinculada con el desarrollo interior es la disciplina. Se trata de
un ingrediente básico en casi todas las escuelas de desarrollo interior. Esto es así por varias

28
ESENCIA

razones. Una de ellas se refiere a que la personalidad emocional y falsa tiende a actuar y a
comportarse de una manera improvisada, principalmente cuando parece tratar de evitar
cualquier verdad desagradable. Por eso, sin disciplina, la personalidad emocional tenderá a
no cumplir el trabajo necesario para el desarrollo interno, pues esta labor consiste en gran
parte en un proceso de enfrentamiento con verdades desagradables, al menos en las etapas
iniciales. La disciplina le obligará a uno a enfrentarse, y no a evitar, las verdades y sensacio-
nes desagradables necesarias para avanzar en el esfuerzo del desarrollo interno.
La disciplina es necesaria para desarrollar ciertas actitudes y capacidades que demanda
el trabajo en el desarrollo interno. Por ejemplo, se necesita para desarrollar la capacidad de
prestar una atención concentrada. Además, es necesaria para llevar a cabo las prácticas
prescritas por una escuela o sistema. Muchos sistemas requieren la disciplina de una
meditación regular.
Así, muchas personas acaban convencidas de que la disciplina siempre es necesaria y
útil para todo el mundo. Esto resulta obviamente falso; con mucha frecuencia descubrimos
que una persona es disciplinada no por sus esfuerzos en el desarrollo interior sino por la
autoridad interior del superyo. El caso del neurótico obsesivo-compulsivo que rigurosa y
ritualmente se disciplina a sí mismo y a su tiempo es bien conocido. Se trata de un caso
extremo que ilustra bien cómo la disciplina puede estar sirviendo a la falsa personalidad y por
ello dificultar el desarrollo interno. Por eso, la disciplina necesita ejercerse con conocimiento
de la personalidad individual y las necesidades específicas, auténticas e internas de la
persona. Las exigencias disciplinarias para un individuo determinado varían dependiendo del
tiempo y lugar concretos y su fase de desarrollo. Se necesitan diferentes dosis y modos de
disciplina para desarrollar las distintas cualidades o capacidades esenciales. Por ejemplo, el
desarrollo de la voluntad requiere un tipo de disciplina distinto al de la conciencia objetiva.

Por ello, incluso en el caso de la disciplina, el conocimiento de la esencia es de capital


importancia, si no absolutamente necesario. Esto se aplica a todo tipo de disciplinas en lo
que respecta a tiempo, espacio, dieta, habla, expresión o movimiento.
Esto nos conduce a la consideración de los sistemas de movimiento y postura. Existen
muchos sistemas de este tipo, tanto antiguos como modernos, y muchos de ellos están en
boga en la actualidad. Existen escuelas de yoga, artes marciales, danza sagrada, métodos
de movimiento, composición corporal y de postura, etc. No entraremos a considerar los
detalles de cada uno de ellos sino, que nos contentaremos con algunas observaciones
generales.
El valor de la mayoría de estos sistemas ha sido ampliamente demostrado por las
personas que los practican. Sin embargo, esto no quiere decir que sean necesariamente
útiles para el desarrollo interior o que sean expresiones del mismo. La esencia es un
fenómeno tan profundo que una persona puede estar muy sana físicamente, moverse
aparentemente con elegancia y adoptar una postura perfecta y, sin embargo, no tener ni idea
de cómo ser, en esencia, ella misma. De hecho, lo que en realidad están utilizando muchas
personas que son expertas en yoga, consumadas practicantes de artes marciales,
maravillosos bailarines, profesionales del movimiento o terapeutas del cuerpo son sus
habilidades para esconder de sí mismas el vacío o la falta de la presencia de la esencia en
sus cuerpos. Algunos de estos sistemas fueron desarrollados por personas que realmente
sintieron la ausencia de su núcleo esencial y trataron de compensar esa sensación de
deficiencia con un sistema de movimiento o de posturas. Los hay que son una imitación casi

29
ESENCIA

tan perfecta de lo que encontrarían si la esencia estuviera presente que la mayoría de las
personas quedan fascinadas y cautivadas por la belleza, elegancia, lógica y poder del
sistema. Esta estrecha semejanza puede colaborar, desgraciadamente, para impedir el
desarrollo del núcleo esencial a causa del efecto placebo. Esto último resulta especialmente
cierto cuando una persona utiliza un sistema determinado para llenar o cubrir una deficiencia
personal.
Esta situación es corriente, pero al mismo tiempo no invalida estos sistemas, incluso en lo
que se refiere al desarrollo de la esencia. Algunos pueden utilizarse, y muy fructíferamente,
para el descubrimiento y desarrollo esencial siempre que se tenga conocimiento y conciencia
de la presencia de la esencia. Gurdjieff utilizó sus mecanismos con estos propósitos.
Conocía sus fines y sus efectos con precisión, y únicamente una persona que posea el
desarrollo y el conocimiento de la esencia que tenía Gurdjieff puede usarlos con el mismo
objetivo.
En el caso de los sistemas de posturas corporales, resulta fácil constatar que no existe
una postura o colocación determinada que se adecue a todas las personas en cualquier
momento. La postura asumida por el cuerpo cuando el aspecto esencial del amor unificador
o fusionante hace acto de presencia es muy diferente a la que se asume espontáneamente
cuando está presente el aspecto esencial de la paz expansiva. Distinta también es la postura
que se adopta cuando el aspecto presente es el de la férrea voluntad. Las posturas y
movimientos físicos son diferentes en los tres casos. El núcleo de la presencia y contacto se
concentra más en el corazón en el primer caso, en la cabeza en el segundo y en el vientre en
el tercero. Naturalmente, todo el cuerpo está implicado, pero el centro de la experiencia es
diferente en cada caso. En el primero, el del núcleo en el corazón, el cuerpo adopta una
postura más humilde, mientras que una postura de majestad y grandeza es característica de
la paz expansiva. Cuando el aspecto presente es la voluntad, el cuerpo es y se mueve como
una montaña, sólida y asentada en la tierra.
De todas estas posturas, no podemos decir cuál es más saludable, mejor o más
equilibrada. Si lo hiciésemos, sólo estaríamos demostrando nuestra ignorancia y nuestros
prejuicios hacia un aspecto de la esencia en detrimento de otro. No podemos adoptar una
postura que sea característica de cierto estado sin tener en cuenta cuán sana y equilibrada
es, ni tratar de imponérsela al cuerpo sin tener en cuenta qué estado esencial hay en él. Esto
sólo predispondría al cuerpo a favor de ese estado concreto en detrimento de la expansión
hacia muchos otros estados que son igual de válidos y saludables.
Desde esta perspectiva consideramos que las mejores condiciones para el cuerpo son la
elasticidad y la flexibilidad. No se trata de cierta estructura, posicionamiento o destreza sino
de flexibilidad y actitud abierta, de ausencia de limitaciones restrictivas. La condición ideal es
que el cuerpo pueda acomodarse y expresar libremente en sus posturas la esencia en sus
diversos estados y circunstancias. Esta es la libertad del cuerpo, que no puede conocerse a
menos' que la esencia esté ahí, encarnada, presente en nuestros cuerpos.
Cuando esto ocurre, entonces nuestra postura y nuestros movimientos irradian desde la
presencia de la esencia y no se encuentran determinados por ninguna programación
proveniente de dentro ni de fuera. Esta es la libertad, alegría y placer auténticos del cuerpo.
Cuando el cuerpo de una persona no puede adaptarse a la presencia de la esencia
podría intentar obtener el placer y la libertad que busca dedicándose a diversas actividades
físicas. Pero cualquiera que sea el placer implica tensión, fricción, esfuerzo, descarga o
contacto físico. Todo esto es bueno en sí mismo, pero no logra alcanzar la riqueza de las

30
ESENCIA

cualidades del placer de la esencia, ni se acerca a la dulzura, exquisitez, suavidad,


refinamiento y delicadeza de su experiencia esencial. En cierto sentido, la esencia es puro
placer, un placer que existe en sí mismo, y no una reacción, una respuesta o un resultado de
nada. Nuestra verdadera naturaleza, en una de sus muchas facetas, es puro deleite y placer
sin adulterar.

LA ESENCIA y LA ENERGÍA
Ahora llegamos al reino de las energías sutiles. El lector ya se habrá formulado la idea de
que la esencia debe ser pura energía, pues si no es el espíritu, ni el corazón ni el cuerpo,
tendrá que ser la energía de la vida. Muchas escuelas y sistemas dicen exactamente esto. La
energía de la vida recibe entonces diferentes nombres y designaciones, dependiendo del
sistema. En la tradición hindú se mencionan la energía del prana, la kundalini y la shakti. En
la tradición china existe el chi. En occidente, Freud formuló el concepto de la libido y, más
tarde, Wilhelm Reich descubrió lo que llamó el orgón. Son sólo unos pocos. Naturalmente,
también encontramos las mucho mejor conocidas energías electromagnéticas, químicas y
biológicas que operan en el organismo físico.
La mayoría de estos sistemas y tradiciones ignoran o incluso niegan las afirmaciones de
los demás. A veces parecen estar hablando de la misma cosa y a veces no. Las personas
que se dedican a estudiar este tema, o se ciñen a las formulaciones de un sistema en
particular o se pierden en la diversidad, aunque la mayoría llega a la errónea conclusión de
que lo más profundo que existe en nosotros es la energía, sea cual sea la forma de
asumamos que adopte.
La palabra energía se está convirtiendo en un término comodín para muchos interesados
en el desarrollo interior. Se emplea para referirse a muchos y diversos fenómenos, pero a
veces se refiere a algo que no tiene nada que ver con la energía, sino con otra clase de
fenómenos completamente diferentes, como movimiento, expresión, fuerza, poder, impulso,
acontecimiento, etc. Esto indica ignorancia y engendra más ignorancia. Es el resultado de la
ausencia de un conocimiento preciso y de discernimiento respecto a todo lo que atesora
nuestra experiencia. Otras veces, también se utiliza el término comodín de energía para
referirse a una combinación conjunta de factores en el que puede o no haber alguno que se
pueda calificar con justicia de energía.
Energía, pues, se ha convertido en una palabra muy popular y para muchos sistemas de
desarrollo humano supone el no va más. La gente quiere liberar su energía, sentirla,
expresarla, crearla, desarrollarla, refinarla, etc.
De nuevo nos encontramos ante una situación engañosa. Descubrimos que la propensión
de la mente humana a tomar un ingrediente, por importante y necesario que sea, por un
proceso superior y llegar a la conclusión de que se trata del objetivo del proceso vuelve a
cumplirse con respecto a la energía. La energía es un ingrediente importante, cuya concien-
cia es absolutamente necesaria para el desarrollo interior. Sin embargo, no es el objetivo ni el
medio del desarrollo interior. En otras palabras, la energía no es la esencia. O, mejor dicho,
la esencia no es sólo energía. Tiene una cualidad energética y puede ser tomada
erróneamente como energía por las personas que se centran en ella, pero considerar la
esencia como energía resulta, a fin de cuentas, restrictivo. Sería más exacto decir que la
esencia es la fuente de la energía, o que su presencia en sus diversas formas y
manifestaciones hace brotar o libera nuestras energías.

31
ESENCIA

La esencia es algo fundamentalmente diferente, más sustancial y más profundo que la


energía, ya sea ésta electromagnética, química, chi, prana, kundalini, shakti, libido, orgón u
cualquier otra. No obstante, todas estas energías deben ser experimentadas y liberadas por
la persona si quiere ser capaz de avanzar hacia el reino del ser, nuestra verdadera y esencial
naturaleza. Los procesos y sistemas que utilizan energías, como la cm, kundalini, shakti, o
cualquiera de las demás, resultan útiles para liberar las capas superficiales del organismo de
forma que las energías liberadas puedan utilizarse en el trabajo interior, que al final nos
conducirá al descubrimiento y realización de la esencia.
El organismo humano tiene muchos niveles o capas de funcionamiento energético,
algunos de los cuales se imbrican en los demás. La mayoría de los sistemas se centran en
una capa en particular y utilizan las energías de esta capa en el proceso instructivo del
desarrollo interior para después formular un sistema completo que describe y utiliza estas
energías concretas, sus centros y sus rutas corporales.
El sistema hindú, por ejemplo, maneja el nivel de los chakras. Como ya hemos visto, los
chakras trabajan con la energía, que es la materia prima de los estados emocionales. En
consecuencia, liberar los chakras significa, en realidad, liberarse uno mismo del dominio de
las emociones y sus conflictos. Algunas de las demás energías elegidas son prana, kundalini
y shakti. Prana es la energía vinculada con la respiración y, por ello, con la vitalidad. De
hecho, la respiración contiene otras energías sutiles, mencionadas por otros sistemas.
Kundalini es la principal energía que abastece de combustible el sistema de los chakras.
Está vinculada con la energía sexual, pero es energía sexual sólo cuando opera en los
chakras inferiores. En el chakra del corazón se experimenta como amor y en los chakras de
la cabeza como luz.
Shakti es la misma energía, aunque adopta una forma diferente en lo que respecta al
poder. Se experimenta como poseedora de una cualidad eléctrica superior a la kundalini.
Prana, por otra parte, se experimenta como una clase de energía más suave que las otras
dos. Es casi como el aire transparente. Tanto la energía kundalini como la shakti poseen una
cierta cualidad fosforescente y de color, por lo que son más llamativas y espectaculares.
Puede decirse que la energía del nivel del chakra, ya se llame kundalini, shakti o prana,
es la energía de la esencia. En otras palabras, tal y como la esencia dispone de los aspectos
de voluntad, amor, conciencia, etc., también tiene el de energía. Cuando la energía del
chakra es pura nos damos cuenta de que se trata de una energía que existe por sí misma.
Hasta ahora hemos diferenciado entre esencia y energía para hacer hincapié en que la
primera posee una cualidad ontológica muy diferente que no se manifiesta en la energía.
La tradición china, por otra parte, aborda el sistema meridiano de la acupuntura y el chi,
que es la energía que opera a ese nivel, algo más profundo que el sistema de los chakra,
aunque en ciertas partes del cuerpo se superponen. El chi se experimenta como un tipo de
energía más suave y amortiguado, que es menos eléctrico y más denso que la kundalini o la
shakti.
La tradición sufí utiliza el sistema de los lataif, algo más profundo aún que los anteriores
sistemas de energía. En realidad, a este nivel se hace más difícil hablar de energía. Todavía
podemos utilizar el término energía, pero los lataif operan con las formas más ligeras y
diluidas de la esencia. Podemos decir que el nivel de los lataif es la transición del nivel de
energía al nivel más profundo de la presencia de la esencia.
En algunas zonas del cuerpo se produce una superposición entre los centros conectados

32
ESENCIA

con el sistema de los lataif y los otros dos citados. Ya hemos hablado de la relación entre el
chakra del corazón y el latifa (singular de lataif) del centro del corazón en las sección sobre
las emociones. Otra zona superpuesta se encuentra en el plexo solar. En esta región hay un
chakra conectado con la interacción social y el control de la ansiedad. En cierto sentido
podría considerarse como la "trampilla" que accede al inconsciente. Sin embargo, en la
misma región, aunque a mayor profundidad, se encuentra el latifa llamado sirr, o "misterioso"
que está conectado con el aspecto volitivo de la esencia. Aunque los dos centros se
superponen, los dos niveles son completamente distintos, e incluso los colores vinculados
con ellos son muy diferentes.
Existen otros niveles y centros en el cuerpo más profundos aún que los lataif, pero ya no
se trata de centros de energía, sino que tienen más que ver con la operación de la presencia
y la manifestación de la esencia.

En occidente, los dos principales sistemas de pensamiento que abordan la energía


humana son los de Sigmund Freud y Wilhelm Reich. Hablaremos con mucho más
detenimiento sobre ambos en una publicación posterior, contentándonos aquí con reseñar
algunas observaciones generales. La escuela freudiana postula la existencia de dos energías
instintivas, la libido y la agresión. Las energías que aborda el discurso psicoanalítico se
encuentran en el nivel de los chakras. La energía de agresión es la energía roja del instinto
de conservación, cuya principal localización se sitúa en el primer chakra situado en el
perineo. La libido es la energía de color rojo anaranjado del instinto sexual, cuya fuente
primordial es el segundo chakra que se encuentra en la base de la espina dorsal. En
realidad, estas energías son las mismas que la kundalini o la shakti, aunque los freudianos
no las contemplan en sus formas puras más desarrolladas.
Los conceptos de libido y agresión, sin embargo, se formularon como deducciones a partir
de diversas experiencias y observaciones, por lo que no coinciden con exactitud con lo que,
en realidad, existe en el organismo. Por eso, descubrimos que a veces se utilizan estos
términos para referirse a los niveles esenciales que se corresponden, hasta cierto punto, con
los dos primeros chakras. Por ejemplo, la agresión es a veces el latifa rojo (espíritu), situado
en el lado derecho del cuerpo, que opera en todo lo que se refiere a separación, mientras
que la libido es a veces el latifa (corazón) amarillo (oro), en el lado izquierdo del cuerpo, que
puede actuar en asuntos de unión y contacto. Leemos estas implicaciones en los psicólogos
del ego Blank y en su interpretación de la libido y la agresión:

Sería mucho más exacto referirse no a la sexualidad infantil, ni


siquiera a la maduración que se desarrolla a lo largo de las etapas
sexuales, sino más bien a la necesidad infantil que se organiza en
torno a la zona erotógena particular, cuando muchas necesidades,
como la de conectar o separarse de un objeto, existen
simultáneamente. Esta opinión abre la posibilidad de reconocer en la
libido, desde una perspectiva más amplia, como un impulso de unión
antes que sexual, más restringido, y tal y como desarrollaremos en
breve, de considerar el impulso agresivo como un impulso de
separación antes que de destrucción.5

33
ESENCIA

El concepto que Wilhelm Reich acuñó con el nombre de orgón es, en realidad, un amplio
comodín que engloba muchos tipos de energías sutiles. Reich descubrió (en realidad,
redescubrió) la existencia de una energía sutil que no era eléctrica ni química, y que creyó
constituía el aspecto biológico de la libido. Más tarde la consideró como universal y no sólo
biológica. En su descripción podemos ver que unas veces se está refiriendo a la energía
prana y otras a chi o shakti, e incluso a la esencia misma. Al parecer, concibió la existencia
de una energía sutil que llamó orgón. Se trata de un gran descubrimiento, especialmente
porque tuvo lugar en occidente. Sin embargo, si profundizamos en su teoría y asumimos que
sólo existe una energía sutil, estaremos restringiendo nuestra percepción y eludiendo una
expansión mucho mayor que podría conducirnos hacia la experiencia de la esencia. Además,
no distinguir entre las diversas formas de energía puede resultar restrictivo. Por ejemplo, es
posible que una persona experimente la esencia siguiendo el método reicheano, pero para el
terapeuta se trata de una liberación de energía orgónica, quedando así sin identificar. Esto
aborta el desarrollo de la esencia. El término streaming6, por ejemplo, se utiliza en la
terminología reicheana para referirse al flujo libre de energía y de fluidos corporales,
especialmente cuando se han disuelto ciertos bloques de armadura. Sin embargo, a veces lo
que los terapeutas reicheanos observan que el streaming no es el flujo de energía o los flujos
corporales, sino la presencia y circulación de la esencia misma. Sirva como ejemplo la
siguiente cita del American Board of Medical Orgonomy sobre la libertad orgásmica: "El
orgasmo completo depende de la ausencia total de contención en el organismo. Cuando se
alcanza un determinado punto, la excitación se apodera de toda la personalidad y su incre-
mento queda fuera del control voluntario. Tras desparramarse por todo el organismo se
concentra en la zona genital y surge una sensación cálida y dulce."7
En realidad, esta sensación dulce y cálida no es una sensación sin más. Es la presencia
de un aspecto de la esencia que llamamos amor fusionante o esencia fusionante o
unificadora. Es el mismo aspecto al que se referían Blanck y Blanck como un impulso de
unión en relación con la libido. Se trata de la experiencia de la fusión y de la unión. Por lo
tanto, considerarlo como una sensación, como un streaming o como una corriente de energía
no es exacto. Esta inexactitud limita la experiencia y bloquea el camino hacia el
reconocimiento de la esencia. La cuestión que se nos presenta nos advierte que llamarla
corriente bioenergética u orgónica supone utilizar de nuevo términos comodín que cubren
muchas energías sutiles diferentes y específicas, así como diversos aspectos esenciales. Si
el terapeuta es capaz de reconocer la cualidad esencial específica que se presenta, podrá
distinguir los aspectos psicológicos vinculados a ella, lo que ayudará enormemente a
profundizar en campos de la experiencia más profundos.

LA ESENCIA y LA PERSONALIDAD

Hemos hablado brevemente y con palabras sencillas de la relación que existe entre la
esencia y la mente, el corazón, el cuerpo y con las energías que animan a los tres. Hemos
visto que hay una tendencia universal a tomar las diversas manifestaciones y contenidos de
estos reinos como la experiencia última y más profunda del ser humano, a pesar de que la
parte más profunda, el valor más recóndito que poseemos es nuestra esencia, y no ninguna
de estas manifestaciones. Este debate podría dar la impresión de que estamos estableciendo
los reinos de la mente, del corazón y del cuerpo frente al reino de la esencia. Sin embargo,
34
ESENCIA

esa no es nuestra forma de entenderlo ni nuestra opinión. En realidad, lo que hemos hecho
ha sido mostrar que el conocimiento correcto de estos reinos de la experiencia y sus
relaciones con la esencia pueden conducir finalmente a la realización y desarrollo de la
misma. Situar estos campos de la experiencia en su perspectiva correcta con respecto a la
esencia puede reducir la posibilidad de identificarse con ellos y quedar atascado en ellos,
aumentando así la posibilidad de avanzar hacia el reino de la presencia de la esencia.
Si este es el caso, entonces ¿de dónde surge esta aparente oposición y contradicción
que hallamos entre estos niveles? Lo cierto es que la respuesta es bien conocida: se trata de
la oposición entre la vida de la personalidad y la de la esencia. Por personalidad queremos
decir las identificaciones habituales del individuo, la idea que tiene de sí mismo, que a veces
se denomina falsa personalidad y que en lenguaje espiritual se llama el ego.
En este sentido, no se trata del mismo ego que definió Freud, sino de una superposición
entre ambos conceptos que, sin duda, son diferentes. El ego freudiano, por ejemplo, posee
las funciones de la percepción, la movilidad, la confirmación de la realidad, etc., funciones
que no están incluidas en el término ego tal y como se utiliza en la literatura espiritual o la
dedicada al desarrollo interior. Este último ego se refiere principalmente a la identificación del
individuo que le proporciona la sensación de sí mismo o identidad.
La psicología psicoanalítica del ego, y en concreto su teoría de las relaciones objetivas,
formuló de una manera muy útil cómo se desarrolla este sentido del propio ser o del ego.
Básicamente, lo que llamamos representación del yo se desarrolla a través de la
organización de las primeras experiencias del individuo desde unidades más pequeñas a
más grandes, más detalladas. Esto sucede simultáneamente al desarrollo de la
representación del mundo exterior.

Las representaciones del yo y del mundo externo son esquemas que


soportan organizaciones o estructuras en el interior de la mente produci-
das por varios procesos subsumidos bajo el término de organización:
asimilación, compromiso, generalización, diferenciación e integración.
Estos esquemas cambian muy rápidamente en los primeros tres o cuatro
años de la vida junto con el desarrollo de la percepción y la capacidad de
conocimiento en general. Continúan siendo modificados a través de las
experiencias y procesos de desarrollo posteriores, tales como la
asimilación de los cambios de la pubertad, dentro de la representación
del yo. Sin embargo, la estructura básica del yo como representación
cohesiva, integrada y diferenciada se consolida en los primeros años.8

De modo que la representación del yo (identidad del ego) depende de una estructura
concreta que integra todos los campos de la experiencia en un conjunto cohesivo. Esto
implica la estructuración de los contenidos de la experiencia de la mente, del corazón y del
cuerpo en una organización determinada, muy estable y rígida que, naturalmente, organizará
y estructurará el flujo de todas las energías corporales, porque "finalmente la estructura
interna de la psique se reduce a la organización interna del sistema nervioso central."9 El
sentido resultante de la identidad psicológica termina integrándose demasiado en el
individuo, que la defenderá como su posesión y logro más precioso e imprescindible.
Este sentido del yo -como núcleo de la personalidad- y la necesidad de preservarlo y

35
ESENCIA

defenderlo son las razones principales por las que nos encontramos con que los reinos de la
mente, del corazón y del cuerpo se oponen a la esencia. La personalidad y su sentido del yo
es la estructura particular de estos reinos; estructura que, además, únicamente incluye estos
reinos, por lo que si el reino de la esencia se introduce en ella su influencia será
desorganizadora y desintegradora. La personalidad tendrá que oponerse a la esencia para
mantener su propia coherencia y supervivencia.
La esencia constituye la verdadera persona, el yo real y verdadero. Se califica de falsa a
la personalidad porque intenta ocupar el lugar de la esencia. Como veremos en el próximo
capítulo, la personalidad y la identidad del ego se desarrollan con el objetivo de llenar el
vacío resultante de la pérdida de la esencia en la infancia. De ahí su impostura al pretender
ser reales.
Como hemos visto antes, los campos de la experiencia de la personalidad son la mente,
el corazón y las energías que los alimentan. Por esa razón la gente toma estos aspectos de
la experiencia como si fueran reales. Si la personalidad no los aceptas e tendría que recono-
cer que no se trata de la realidad, ni del núcleo de nuestra vida, lo que equivaldría al suicidio
de la personalidad. De hecho, este suceso, o, más exactamente, el fin de la creencia en la
personalidad como realidad en sí misma es exactamente la condición necesaria para la
realización de la esencia, o para la conversión de la esencia en el centro de nuestra
existencia.
Por eso, toda oposición a la esencia proviene, en realidad, de la personalidad. La
personalidad haría cualquier cosa por preservar su identidad y defender su dominio. Esta
tendencia o, mejor dicho, esta exigencia, es tan profunda, está tan consolidada y tan
estrechamente entretejida en nuestra identidad que únicamente la persona que ha recorrido
un largo camino hacia el establecimiento de la vida esencial puede ser capaz de
comprenderlo y apreciarlo en su integridad. Esta necesidad se encuentra literalmente
injertada en nuestra carne, sangre, huesos, e incluso en nuestros átomos. El poder de la
personalidad es tan grande, tan inmenso, tan profundo y tan sutil que la persona que se
enfrenta a él durante mucho tiempo tendrá que respetarlo en su justa medida. Su poder es
imponente. Su sutileza es inimaginable. Su inteligencia ilimitada.
Para preservar su cohesión y su posición como centro de nuestra existencia, la falsa
personalidad hará toda clase de cosas para arrojar polvo en nuestros ojos. Una de sus
maniobras, de hecho una de sus principales características, consiste en identificarse con los
contenidos de nuestras mentes, corazones y cuerpos. Estas zonas entran dentro del campo
del ego, donde reina. De manera que se dará prisa en afirmar "Al fin he conseguido la verdad
última." A pesar de lo cual, aunque puede hacer cambios en su reino, tratará de mantener la
estructura particular del ego, y a niveles más profundos se atendrá a los campos conocidos
de la experiencia.

Cuando lleguemos a las energías sutiles puras la personalidad llevará a cabo sus más
vehementes esfuerzos por mantenernos en ese nivel de la experiencia, pues si nos
adentramos más allá en el reino de la esencia, entonces su estructura, sus verdaderos
fundamentos y su auténtica razón de ser empezarán a desmoronarse. Las ansiedades y los
temores encontrados en este punto son enormes y sutiles, lo dominan todo. El individuo
querrá detenerse al mismo tiempo que se felicitará, lógicamente, por haber llegado.

36
ESENCIA

LA ESENCIA DEL VACÍO

Como hemos visto, la personalidad es una estructura, más o menos rígida, que organiza
nuestra experiencia bajo el patrocinio del sentido de la identidad. Esta estructura psíquica
está basada en el proceso de la identificación. Cuando una persona cree que es una persona
irascible, se identificará con la ira. No podrá contemplarse a sí misma al margen de la ira. La
personalidad no es otra cosa que una organización singular de identificaciones fundamen-
tales establecidas durante la infancia, o como dijo Freud: "Gran parte del ego se forma a
partir de identificaciones que ocupan el lugar de las catexias10 abandonado por el ello."ll
Por el contrario, la esencia no tiene nada que ver con la identificación. Existe simplemente
como tal. No hay identificación con la experiencia del pasado ni con una imagen del yo en
absoluto. De hecho, su presencia es concomitante a la ausencia de identificación con cual-
quier auto-imagen o estructura psíquica. Cuando nos identificamos con una imagen de
nosotros mismos adquirida en el pasado, no estamos siendo nuestra verdadera naturaleza.
Esto significa que para la realización de la esencia el primer paso que debemos dar es el de
la desidentificación, pues así nos daremos cuenta de que no somos como la imagen que
tenemos de nosotros mismos (autorrepresentación), ni tenemos nada que ver con cualquiera
de los contenidos que encontremos tanto físicos, como emocionales o mentales. Esta
pérdida de identificación aflojará la rígida estructura de la personalidad y creará más espacio
libre en nuestro interior.
El resultado final del proceso de desidentificación es la experiencia de la disolución de la
estructura psíquica o autoimagen. Se trata de la experiencia del espacio -de lo que a veces
se denomina experiencia del vacío-, cuando la autoimagen se disuelve y la persona
experimenta la pérdida de los límites, tanto físicos como mentales. La naturaleza de la mente
se revela entonces como un vacío, una vaciedad, un espacio inmaculadamente desierto. El
vacío y la ausencia de identificación que forman la estructura psíquica son la misma cosa.
Existen varias profundidades y niveles de espacio vacío. Podemos decir que el comienzo
del vacío es la ausencia de identificación con la auto-imagen. Continúa existiendo una auto-
imagen, pero no identificación con ella. El resultado es el sentido interno de expansión y
espaciosidad.
Pero todavía no es el nivel más profundo. Podría haber aún una identificación con una
imagen, aunque de forma inconsciente. Partes de la auto-imagen podrían permanecer en el
inconsciente y con el tiempo terminarían por emerger, con lo que experiencia del espacio se
perderá. Des-identificarse de estos aspectos de la auto-imagen hasta que se disuelvan por
completo profundizará la experiencia del espacio.
Vemos, pues, que la experiencia del vacío no requiere necesariamente la desaparición de
la auto-imagen o de la personalidad. Sólo significa que durante la experiencia, la
personalidad se encuentra ausente y no dirige el espectáculo. Esta experiencia es de la
mayor importancia, pues nos demuestra que no somos la personalidad y crea espacio para la
expansión y el desarrollo de la esencia.
Muchos autores que escriben sobre el desarrollo interior se refieren al vacío o muerte del
ego como si fuera una experiencia definitiva que acaba con la identidad del ego de una vez
para siempre. Esto es falso y engañoso. La muerte del ego es una experiencia repetida, que
continúa con el tiempo. El vacío es una percepción repetida y profundizadora. Escribir
describiéndolo como si fuera una experiencia definitiva que acabará por completo y de golpe

37
ESENCIA

con la identificación de la persona y el sufrimiento que la acompaña, no es sólo incorrecto


sino cruel e irresponsable. Empujará al estudiante que busca su desarrollo interior a
perseguir una perfección o un tipo de plenitud que es irreal y sólo conseguirá aumentar el
apego por las identificaciones y el ya existente sufrimiento.
Todo ser humano realizado continúa trabajando en su desarrollo interior. El camino del
desarrollo y descubrimiento de la esencia no conoce fin, pues a cada paso y con el tiempo
sigue revelando nuevos aspectos muy sutiles de la personalidad. Tras romperse la
identificación básica con la personalidad, el proceso de disolución de los aspectos más
sutiles de la auto-imagen se hace más fácil. Se trata de una disolución constante de los
límites de la auto-imagen que tiene como resultado una mayor expansión. N o es que
desaparezca la personalidad y se desarrolle la esencia, sino más bien que cuanta más
esencia se desarrolle más se desvelará la personalidad y se disolverán sus límites. La
realización y expansión de la esencia es un proceso interminable e ilimitado. Aquellos que
olvidan esto deberían prestar atención a las palabras del decimocuarto Dalai Lama del Tibet,
cuando en una entrevista le preguntaron:

Durante el curso de toda su vida, ¿cuáles han sido sus mayores


lecciones o retos personales? ¿Qué realizaciones y experiencias han tenido
mayor efecto en su desarrollo como persona?
DL.: Respecto a la experiencia religiosa, llegar a conocer parte del
shunya, un sentimiento, una experiencia, pero sobre todo el bodhichitta, el al-
truismo. Me ha ayudado mucho. De alguna manera, se podría decir que me
ha convertido en una persona nueva, un hombre nuevo. Todavía estoy
progresando, o intentándolo. Te proporciona fuerza interior, coraje y resulta
más fácil aceptar situaciones. Esta es una de las mayores experiencias.12

Con shunya el Dalai Lama se refiere al vacío. Como vemos, pues, un ser altamente
realizado, considerado por la tradición como la encarnación de Avalokiteshvara, el
Bodhisattva de la Infinita Compasión, habla de su continuo desarrollo. Es cierto que aquí se
expresa de una manera humilde, pero lo que dice va más allá de la falsa humildad. Está
siendo compasivo, llamando a las cosas por su nombre. El sufrimiento decrece, pero el
progreso continúa. Progreso es expansión. Expansión significa traspasar más límites.
La experiencia del vacío es una coyuntura importante, puesto que resulta obligada para
pasar del reino de la personalidad al reino de la esencia o del ser, aunque de ninguna
manera constituye el punto final de toda personalidad y el vacío en sí mismo no es todavía la
esencia sino un punto de transición. Indica la ausencia de identificación, de auto-imagen.
Aunque resulta absolutamente necesario para la realización de la esencia, todavía no es la
esencia ni el final del camino. El vacío es la ausencia de personalidad, pero como hemos
visto, la esencia es una presencia conmovedora. El vacío es la ausencia de identificación que
forma la auto-imagen.
Es verdad que el vacío es el foco principal del budismo y de los maestros budistas. De
hecho, la relevancia que le otorgan es la contribución más importante del budismo en favor
del entendimiento del desarrollo interior. El budismo contribuyó más que ningún otro sistema
o tradición al conocimiento de la personalidad y su disolución en la experiencia del vacío.
Otros sistemas hablan de esta experiencia como la muerte del ego, y la mayoría de ellos,

38
ESENCIA

como el de los sufres, se refieren al baqa, que es lo que queda tras la extinción, o la
existencia tras la disolución. La extinción de la personalidad es considerada como una etapa
que precede a la existencia de la esencia.
Entonces, ¿acaso los budistas no hablan de la esencia? Lo hacen, pues es el tema
principal de algunos de sus libros. Además, existen muchas técnicas budista s para su
desarrollo. Sin embargo, subrayan especialmente el vacío, la ausencia de identificación e
identidad conceptual. Mencionan el vacío a sus discípulos durante un largo periodo de
tiempo a causa de una interpretación que dirige su enfoque del trabajo interior y que
concierne a la personalidad y a la idea que uno tiene de sí mismo, a las que consideran
como las principales barreras que dificultan la libertad y el desarrollo interior. Además, el
fenómeno que hemos discutido anteriormente, la tendencia de la personalidad a usar
cualquier contenido de la experiencia para reforzar su presencia, se aborda con el método
budista de alejamiento respecto al contenido de la experiencia hasta la emergencia del vacío.
Los maestros budistas más destacados entienden que el vacío es una transición necesaria
hacia la vida de la esencia, del ser. Por esta razón en el budismo hay un término, Shunya o
Shunyata, para referirse al vacío, pero existen también otros, como Bodhichitta o
Dharmakaya, la naturaleza de Buda, y muchos más que se refieren a la experiencia de la
esencia, y no al vacío. Se considera que la naturaleza de Buda es nuestra verdadera
naturaleza, pero no se dice que sea Shunyata. Bodhichitta significa la naturaleza o esencia
de la mente y dharmakaya se refiere al ser, el ser absoluto, el ser-en-sÍ. Y lo que aquí
llamamos esencia es nuestro ser, nuestra cualidad de ser.
Escribiendo sobre budismo tántrico, Herbert Guenther afirma: "El objetivo del tan trismo
es el ser, y el camino para conseguirlo podría llamarse proceso de autorrealización".13
En el mismo libro, citando un tratado de budismo tibetano, escribe: "Todos los seres
sensibles poseen la naturaleza de Buda, que ha estado presente desde el principio de la
eternidad. ¿Cuál es la naturaleza de la budidad? Es el hecho existencial y la presencia del
espíritu. Pues ya que es intrínsecamente puro se trata de la dimensión que carece de
principio y abarca el tiempo del Ser (Dharmadhíltu) intacto, imparcial, radiante en sí mismo,
como la prístina experiencia existencial del Ser (Dharmakílya)."14
Generalmente se atribuye al budismo la creencia en la no existencia del yo, el vacío, que
es la naturaleza más profunda de la realidad. La mayoría de los sabios budistas niegan la
presencia y la existencia de la esencia, pero como ya hemos comentado se trata de una
cuestión de método, pues el budismo no niega la presencia de la esencia o verdadero ser.
Una historia de Buda nos ilustrará este punto de vista:

"Dime, Oh Sabio, ¿existe el Yo?"


El Buda guardó silencio.
"Entonces, ¿el Yo no existe?"
No contestó.
Vacchagetta se levantó y se fue. El noble Ananda preguntó al Buda, "¿Por
qué, señor, no contestaste las preguntas de Vacchagetta?"
"Suponiendo, Ananda, que le hubiese contestado que existe el Yo, hubiera
significado ponerse de parte de esos ascetas y brahmanes que se describen a

39
ESENCIA

sí mismos como Eternalistas. Si hubiera contestado que no existe, eso,


Ananda, hubiera significado ponerme de parte de esos ascetas y brahmanes
que se clasifican a sí mismos como antinihilistas. Siempre he sostenido que no
todas las cosas tienen un Yo. Entonces, ¿habría tenido razón si le hubiese
dicho que existe el Yo? Y si hubiera contestado que no existe, ¿no le habría
dejado aún más confundido? Hubiera ido por ahí diciéndose a sí mismo, "Creo
en un Yo. ¿Qué queda ahora para mí?"15

Esta historia muestra que Buda estaba más interesado en enseñar que en afirmar nada
sobre el Yo. La posición budista se hace más inteligible si constatamos que existen dos yoes:
el que llamamos falsa personalidad, por una parte, y el verdadero yo o esencia, por otra. En
la entrevista que citamos más arriba, el Dalai Lama dice:

Hay dos tipos de "yo": el más corriente y el más sutil. Existe el "yo"
designado por la mente ordinaria y el cuerpo, y el designado por la mente sutil
y la energía. Cuando uno está activo, el otro permanece inactivo. El "yo"
inferior es designado según la mente y el cuerpo ordinarios. Pero incluso
cuando no están operando tiene que haber un "yo" determinado. Entonces es
designado a la mente y el cuerpo sutiles que están presentes. Por ejemplo, un
yoghi experto es capaz de manifestar una conciencia más sutil y al mismo
tiempo considerar los fenómenos convencionales. Para esta persona existe un
sentido innato del "yo", no en el sentido ordinario, sino en uno mucho más sutil
designado por la mente y el cuerpo sutiles.

***
JA: ¿Qué sucede con la energía de la mente más sutil cuando un ser alcanza la
sabiduría?
DL: Que este "yo" sutil es el "yo" de un Buda, el ser de un Buda.16

El venerable Trungpa Rimpoche, uno de los más destacados representantes de budismo


tibetano en occidente, dice muy claro que el vacío o Shunyata no supone el fin de la
experiencia:

La experiencia del shunyata se corresponde con el nivel de un


bodhisattva, pero desde el punto de vista de la siguiente fase, que es la expe-
riencia del prabhasavra, luminosidad, es hasta cierto punto incompleta.
Prabhasavra es la experiencia positiva fundamental. Shunyata es como el
cielo. Que el espacio del cielo comience ahí, hace que las funciones
cósmicas sean posibles en su interior. Posibilita que se desarrolle la salida
del sol y el ocaso. De la misma manera, dentro del espacio del shunyata, de
amplitud y libertad, los estudiosos pueden empezar a abordar las expe-
riencias reales de la no-dualidad. Se trata de la experiencia prabhasavra, que
es una forma de reconocer la naturaleza de Buda que habita dentro de cada

40
ESENCIA

uno. 17

La luminosidad es la esencia, el principio de la experiencia de la esencia. Aquí vemos


muy claramente que se considera el vacío como un paso importante y necesario antes de la
percepción de nuestra naturaleza de Buda, nuestro ser, nuestra esencia luminosa. Por lo
menos, la presencia del vacío no niega la presencia o la realidad de la esencia.
Bhagwan Shree Rajneesh, maestro indio contemporáneo, expresa la relación entre la
personalidad, el vacío y la esencia incluso más gráficamente:

El Vacío está vacío en el sentido de que nada de ti quedará después;


pero, en otro sentido, el Vacío no es el vacío, porque el todo descenderá en él,
transformándose en el fenómeno más perfecto y realizado. ¿Entonces, qué
hacer? Si dices "Vacío", de pronto la mente piensa que no hay nada. ¿Por qué
preocuparse? Y si dices que no hay vacío, entonces se trata del ser más
perfecto, y la mente sufre una alucinación ambiciosa: cómo convertirse en el
ser más perfecto, y es entonces cuando aparece el ego.
Para abandonar el ego se hace hincapié en la palabra "vacío". Pero para
advertirte del hecho de que el Vacío no es realmente un vacío, también se dice
que está lleno con el Todo.
Cuando tú no eres, toda la existencia entra en ti.
Cuando la gota desaparece, se convierte en el océano. 18

Vemos, pues, que el vacío es la nada que resulta de la necesaria disolución de la


personalidad para la emergencia de la esencia. En otras palabras, el terreno básico de
nuestra experiencia es el espacio vacío, el vacío. Normalmente, la personalidad y sus
identificaciones ocupan todo este espacio, por lo que no queda para la esencia. Por eso
existe la necesidad de un proceso de clarificación que al final dé como resultado la
emergencia del espacio vacío. Entonces podrá emerger la esencia y se alcanzará la plenitud
de nuestro ser. Ocupará su lugar, como la fuente, la vida y la realización.

ESENCIA y SUSTANCIA

Si la esencia no es una idea, una intuición, un estado emocional, una energía sutil, ni
siquiera el vacío, ¿qué es entonces?
Es algo mucho más maravilloso que todas estas cosas, mucho más hermoso, espléndido
y significativo. Es lo único que saciará completamente nuestros corazones y lo único que
traerá la paz a nuestra mente. Su existencia es milagrosa, y sus características, totalmente
mágicas y deliciosas.
Está oculta en nuestro interior, aunque no forma parte de su naturaleza estar oculta ni ser
41
ESENCIA

secreta o esotérica. Su verdad se mantiene oculta a causa de su improbabilidad. No la


vemos o la reconocemos porque no contamos con ella; siempre estamos buscando otra
cosa. Siempre buscamos, lógicamente, algo que encaje en nuestras categorías habituales de
la experiencia. N o podemos imaginar que pueda existir una realidad que no sea mental,
emocional o física. Nuestras creencias nos atan a lo que puede ser y por eso pasamos por
alto, ignoramos, nuestra esencia, nuestra verdadera naturaleza, sin la cual no podemos
conocer realmente lo que debe ser un ser humano genuino.
Lo que estamos afirmando es que la esencia está simplemente ahí, como nosotros: no se
oculta, ni es un secreto, ni tampoco es complicada. Está delante de nuestras narices, pero
nuestros ojos miran a otro lado y nuestra mente más allá. Eso nos hace sentir ansiosos y
descontentos.
Cuando decimos que la esencia está en nuestro interior, no queremos decir que esté
contenida en el interior de nuestro cuerpo, como un líquido en el interior de un cuenco. Esto
significaría que la esencia y el cuerpo son de la misma naturaleza, materia física. Sin
embargo, podemos empezar a entender la relación entre nuestro organismo y la esencia si la
comparamos con la que existe entre nuestro cuerpo y el espacio.
En la naturaleza del espacio físico está su coexistencia con el cuerpo. El cuerpo ocupa
una región del espacio, pero no es como el líquido en un cuenco. El cuerpo no desplaza el
espacio. El cuerpo y el espacio se superponen y ocupan el mismo espacio porque existen en
dimensiones diferentes. El espacio físico y la materia física pueden ocupar el mismo lugar
porque son dos dimensiones distintas de la existencia.
Lo mismo ocurre con la esencia y el cuerpo. La esencia está dentro de nosotros de la
misma manera que lo está el espacio, en una dimensión diferente a la del cuerpo; pertenece
a un orden diferente al de la existencia del cuerpo, y es en este sentido que está dentro de
nosotros.
Pero esta analogía no hace justicia a la relación real que existe entre la esencia y el
cuerpo. Puesto que normalmente pensamos en el espacio como una no-existencia, nos
resulta fácil imaginar al espacio y al cuerpo coexistiendo en el mismo lugar. Sin embargo, la
esencia no es una noexistencia. No está vacía de la misma manera que el espacio. Lo que
sucede es que tiene una sustancialidad similar al cuerpo físico, pero en una dimensión
diferente.
De hecho, la esencia se experimenta como un tipo de sustancia aunque en un orden
diferente al de la existencia de la materia física. Idries Shah, el autor sufí, describe el aspecto
esencial del espíritu con estas palabras: "Según el sufismo, lo que en la terminología
religiosa se refiere generalmente a Espíritu (el ruh) es una sustancia con características
físicas, un cuerpo sutil (jism-i-latif)."19
Cuando experimentamos directamente la esencia, sentimos como si se tratara de algún
tipo de sustancia, como agua u oro, aunque no es una sustancia física como el agua material
o el oro. Es algo bastante difícil de entender. La esencia se experimenta como una sustancia,
como un material. Tiene características como densidad, viscosidad, textura, tacto, etc., pero
al mismo tiempo no es una sustancia física. Pertenece a un reino diferente de la existencia y
por esa razón se denomina sutil. Algunos autores la llaman materia sutil para distinguirla de
la materia física ordinaria. "Observamos aquí la importancia (como se nos ha recordado
muchas veces) del mundo de la materia sutil, mundus imaginalis (alam al-mithal), en la
cosmología profesada por todos nuestros investigadores espirituales. 'Materia sutil' son los
Cielos esotéricos de la tierra, su 'masa astral' y todas esas cosas."20
42
ESENCIA

No es sutil en el sentido de la cualidad de un pensamiento en comparación con el cuerpo.


Puede ser tan sustancial como el cuerpo, tan denso como el oro sólido. Esta verdad de la
esencia, su sustancialidad, es lo que resulta inesperado por las personas. Se trata de la
improbabilidad que la convierte en misteriosa y oculta. EI-Ghazali, el famoso sufi de la Edad
Media, utilizando indistintamente las palabras corazón, espíritu y alma, dice que es "una sus-
tancia divina misteriosa que está relacionada con el corazón material de la misma manera
que existe una relación entre el morador y la casa o el artesano y sus herramientas. Sólo es
sensible y responsable."21

El término sustancia se utiliza a veces de una forma figurativa. Decimos que alguien tiene
sustancia o que una idea no tiene sustancia. Por lo general, la primera frase se refiere a un
individuo que posee una realidad o naturaleza interna de cuya profundidad e influencia casi
palpables somos conscientes. Pero ¿de dónde viene la expresión de tener sustancia? ¿Por
qué se utiliza la palabra sustancia? El diccionario Merriam-Webster la define como "la:
naturaleza esencial: ESENCIA b: cualidad o parte fundamental o característica. C: Ciencia
cristiana: ESPÍRITU 2a: realidad última que subyace a toda manifestación o cambio
externos."
Como vemos, el significado original de sustancia es esencia, que es el sentido en que
hemos utilizado el término. El diccionario continúa proporcionando otro significado de
sustancia en cuanto materia física, de manera que incluso el lenguaje refleja los vínculos
entre esencia y sustancia.
Lo más probable es que el origen de la expresión "Tiene sustancia" sea el conocimiento
real de la naturaleza de un ser humano como un tipo de sustancia que implica profundidad e
importancia. Cuando un individuo está en contacto con su esencia, literalmente tiene
sustancia. La expresión aquí no es figurativa, aunque normalmente se utiliza figurativamente
pues la mayoría de la gente ha olvidado el significado original, su sentido literal. Constatamos
ahora el origen de la expresión y cómo el significado figurativo está relacionado con el
significado original, pues en un principio tener sustancia significaba poseer la naturaleza pro-
pia, que es un tipo de materia. Los significados literal y figurativo coincidían. Esto ocurre con
frecuencia en el desarrollo del lenguaje; terminamos utilizando el significado figurativo,
desprovisto del pensamiento que expresaba en un principio.
También es cierto con la segunda expresión, que una idea no tiene sustancia. Ahora
resulta fácil comprender el origen de esta expresión. Una idea que tiene sustancia es un
pensamiento que, literalmente, ha surgido de la sustancia, de la sustancia de la esencia. Es
una idea que expresa una verdad de la esencia y por tanto está preñada de significado y de
sentido. Una idea que no tiene sustancia es una idea que carece de significado profundo, de
realidad y de verdad. La realidad es, obviamente, en el uso original de la expresión, la verdad
de la experiencia de la esencia.
Existen expresiones parecidas relacionadas con la sustancia en muchos idiomas que
indican un conocimiento original de la esencia como sustancia. Normalmente, entendemos la
palabra esencia en términos de la naturaleza interna o la cualidad pura interna de algo. El
diccionario Merriam-Webster define la esencia como "la: elemento permanente del ser en
contraste con el accidental. B: naturaleza individual, real o fundamental de una cosa."
Esta vez nos sitúa en el nivel figurativo; la cualidad interna pura podría ser cualquiera. Por
esta razón podemos usar la palabra esencia para referirnos a nuestra naturaleza interna
humana. ¿Pero cómo es que la palabra sustancia que, normalmente, significa materia ha
43
ESENCIA

venido a significar lo mismo que esencia, tal y como acabamos de ver en la definición del
diccionario? Evidentemente, en el origen del lenguaje tuvo que existir el conocimiento de la
esencia o naturaleza interna como sustancia.
Esta percepción y entendimiento de la esencia como sustancia es tan importante y
fundamental que en la mayoría de los ejemplos señala la diferencia entre la autorrealización
y su ausencia. Es de la mayor importancia recordar que la palabra sustancia se usa aquí
literalmente, y no figurativa o metafóricamente. Comprenderlo adquiere una importancia
monumental para alcanzar la autorrealización y el conocimiento. Para el individuo que
reconoce la esencia como una sustancia con características físicas, la autorrealización
sucederá de modo natural y espontáneo. Cuando se reconoce la esencia, se empieza a vivir
y funcionar impulsando el desarrollo completo de la esencia, puesto que la naturaleza de la
esencia consiste en moverse hacia reinos más y más profundos. Es la razón por la que el
sufismo, por ejemplo, se entiende como la reunión y acumulación de baraka (fortuna) o
sustancia. "En palabras diáfanas, puede decirse que los sufíes creen que la actividad súfica
para producir un Hombre Total consiste en acumular una fuerza (sustancia) con la que se es
capaz de alquimizar un individuo menor."22
La persona que no comprende este hecho y es incapaz de reconocer la esencia en su
naturaleza sustancial encontrará extremadamente difícil profundizar en sí mismo y
permanecerá en un nivel de la existencia que le impedirá llegar a convertirse en un ser
humano genuino y completo. N o se trata de dogmatismo, la sustancia es la esencia, y si la
persona no la reconoce como tal, entonces no está reconociendo su verdadera naturaleza
propia. Los sufíes, de hecho, ven esta sustancia como el verdadero alimento de la
humanidad, y como la fuerza que se necesita incluso para su existencia física y su
supervivencia.
Idries Shah lo expresa en palabras de Israil de Bokhara:
"La enseñanza es como el aire.
El hombre habita en él, pero no sabe darse cuenta de que si no fuera por él estaría
muerto...
Puede llegar a ser consciente de ello y aprovecharlo mejor si comprende que se
trata de una sustancia común tratada con tanto descuido que nadie se fija en su presencia.
"23
La sustancia de la esencia es aquí comparada con la enseñanza, pues cualquier
verdadera enseñanza no es otra cosa que la manifestación exterior de la esencia.
Muchos sufíes también han comparado el verdadero conocimiento con la esencia: "Gazali
enseña que el factor que los sufíes llaman 'conocimiento' se emplea como término técnico, y
que sus funciones para el ser humano van mucho más allá de lo que vulgarmente se
consideraría como conocimiento... El conocimiento sufí, por lo tanto, es algo que está
continuamente vertiéndose en el hombre."24
El hecho de la esencia como sustancia, del conocimiento como sustancia, es el
fundamento de la hermandad Sarmoun, que algunas personas consideran como el corazón y
fuente interna de las órdenes sufíes. "Existen muchas leyendas sobre el Sarmoun Darqauh
('Corte de las Abejas') y una de ellas es esta. El Verdadero Conocimiento, se afirma, existe
como una materia prima, como la miel de una abeja; e igual que la miel, puede
acumularse25. El conocimiento que se recolecta como miel constituye la sustancia misma de
la esencia. Es la fuente del verdadero conocimiento y el conocimiento mismo. También
44
ESENCIA

podemos decir que es el cuerpo del conocimiento.


Gurdjieff reconoció la verdad de la esencia como sustancia y elaboró todo su sistema en
torno a ella. Por esta razón realizó los diversos mapas y gradaciones, y utilizó el H
(hidrógeno) para representar las energías sutiles y esenciales. Dice:
La siguiente idea que es necesario dominar se refiere a la materialidad del
universo que se manifiesta en forma de rayo de la creación. Todo en este
universo puede ser pesado y medido. Lo Absoluto es material, tan susceptible de
ser medido y pesado como la luna o como el hombre. Si el Absoluto es Dios,
esto significa que Dios puede pesarse y medirse, reducirse a los elementos que
lo componen, "calculado" y expresado en la forma de una fórmula específica.26

Como vemos, la tradición sufí reconoce el hecho de la esencia sustancial y lo tiene en


cuenta en sus métodos de trabajo. Además, esta verdad es conocida por todos los sistemas
genuinos de desarrollo interior. En general, no se pone de relieve públicamente y se escribe
poco sobre este tema, pues la mayoría de los libros tratan de la preparación y los primeros
pasos para llevar a cabo el desarrollo interior, fase anterior a la verdadera autorrealización y
la encarnación de la sustancia esencial. No obstante, es posible encontrar diseminadas en la
literatura muchas referencias a la naturaleza de la esencia como sustancia, y la persona que
excluye el hecho de la sustancialidad, ignorará o interpretará figurativamente estas
referencias, o porque son enigmáticas las mirará como si guardasen algún secreto o
conocimiento esotérico difícil de entender, ignorando su significado obvio y literal.

A nuestro modo de ver, muchos autores no hacen hincapié o no destacan el hecho de


esta cualidad sustancial porque ellos mismos no se dan cuenta de que esta sustancia que
ellos mismos poseen en su interior es el agente transformador mismo, el mismo ser. Son
conscientes del resultado, de la libertad y la alegría que experimentan. Es muy probable que
esto ocurra porque resulta posible y fácil confundir la sustancia única de la esencia con las
diversas sustancias que fluyen en el cuerpo. El cuerpo tiene muchas sustancias y fluidos
moviéndose en su interior, así, cuando se experimenta la esencia, podría no ser reconocida
como poseedora de una naturaleza diferente. Puede ser confundida con otra sustancia del
organismo físico, con la sangre o el fluido cerebroespinal, por ejemplo. Pero lo más habitual
es que se confunda con un sentimiento o un flujo de sensaciones o de energía, o un
"streaming", como dicen los reicheanos. Naturalmente, este error se apoya en la idea
preconcebida de que no existe ninguna sustancia que no sea materia física.

Creemos también que existe una razón de cautela en algunos autores. Si un investigador
escucha que la esencia es una sustancia, y si la tendencia de la personalidad de la persona
hacia la identificación por razones de defensa mantiene continúa siendo dominante, podría
surgir el error de tomar una sensación sin identificar o una sustancia física del cuerpo como
la esencia. Esta clase de error podría tener consecuencias negativas. Por eso estamos
obligados a declarar aquí que saber que la esencia es una sustancia no la hace más fácil de
percibir. El proceso de autorrealización requerirá aún todo el trabajo del entendimiento y el
refinamiento de las facultades de percepción.
Por otra parte, el conocimiento de la sustancialidad puede funcionar como fuerza
orientadora, como una idea verificadora, o incluso como protección contra el descono-
45
ESENCIA

cimiento o ignorancia de la esencia cuando esta podría estar presente, así como contra el
error de llegar a considerar lo que no es como si fuera nuestra verdadera naturaleza y
esencia.
Creemos que ya es hora de dejar esta verdad tan clara, precisa y disponible como sea
posible, ya que puede ahorrar de muchas dificultades y pérdidas de tiempo y esfuerzo a
muchas personas. No hay ninguna necesidad de que este conocimiento continúe siendo
secreto y esotérico, especialmente ahora que existe una tremenda necesidad de él.
Podemos utilizar el entendimiento y la claridad para salvaguardar su mal empleo.
A la luz de los últimos descubrimientos debemos descartar enteramente la antigua idea
de que es preciso prescindir casi por completo de la personalidad antes de poder realizar la
esencia. Dicha idea sostiene que la personalidad es una barrera y debe superarse si
queremos reconocer nuestro ser esencial. Sin embargo, ahora sabemos que es posible llegar
a realizar la esencia paso a paso, gradualmente, al mismo tiempo que nos ocupamos de la
personalidad. Cada aspecto o faceta de la esencia posee una constelación psicológica
asociada. Esta asociación es universal para todas las personas. Comprender y resolver la
constelación psicológica relevante (que es sólo una parte de la personalidad) permitirá que el
aspecto asociado de la esencia emerja en la conciencia. No es necesario resolver la
personalidad en su totalidad. Este es el tema que abordamos en los capítulos tres y cuatro
de este libro, en los que describimos métodos que permiten a una persona reconocer la
esencia de una manera mucho más fácil y rápida de lo que permitían los métodos antiguos.
Se trata de técnicas que utilizan la esencia misma como una ayuda para su comprensión al
tiempo que solucionan la rigidez de la personalidad. Es un método nuevo, que llamamos el
Enfoque Diamante y del que nos ocuparemos en el capítulo cuatro de este libro.
Lo que importa aquí es que no necesitamos emprender el laborioso proceso de, en primer
lugar, provocar la muerte definitiva de la identificación del ego y después ocuparnos del
desarrollo esencial. De hecho, podemos utilizar la misma esencia de una forma muy efectiva
para provocar la disolución total de las identificaciones del ego. En este punto resulta obvia la
necesidad y utilidad de identificar y reconocer nuestra sustancia esencial.
Hasta el momento sólo hemos proporcionado citas referidas a la sustancia de la esencia
a partir de fuentes sufíes. El lector podría hacerse la idea de que se trata de un concepto o
fenómeno exclusivamente sufí. Nada más lejos de la realidad. Hemos empleado fuentes
sufíes porque son las más claras y precisas en relación con este entendimiento de la
esencia. Sin embargo, todos los principales sistemas tienen su interpretación y enseñanza
aunque por una razón u otra no la señalan clara o directamente.
Dentro de la tradición hindú, podemos ver esta idea explicada con mucha claridad en las
obras y escritos de Sri Aurobindo, que nació en Calcuta el 15 de agosto de 1872. Tuvo muy
claro que esta sustancia es la esencia, el agente de transformación y la verdad. La entendió
como una fuerza que tiene masa y que cuando se descubre por primera vez desciende de la
cabeza. Por esta razón la llamó la fuerza descendiente:

Para empezar, cuando hemos logrado una relativa paz en la mente, en


silencio absoluto, y cuando nuestra aspiración o necesidad está a punto y es
constante y penetrante, como un agujero interior, observamos un primer
fenómeno que tiene consecuencias incalculables para todo nuestro yoga.

46
ESENCIA

Sentimos alrededor de la cabeza, y más concretamente en la nuca del cuello,


una presión inusual que puede dar la sensación de un falso dolor de cabeza.
Al principio apenas podemos soportarlo por más tiempo y tratamos de quitár-
noslo de encima buscando alguna distracción: "pensamos en otra cosa".
Gradualmente, esta presión va cambiando de forma y sentimos una ver-
dadera corriente que desciende, una corriente de fuerza, no como una
desagradable corriente eléctrica, sino más bien como una masa fluida. En-
tonces descubrimos que la "presión" o el falso dolor de cabeza que teníamos
estaba causado simplemente por nuestra resistencia al descenso de la
misma Fuerza, y que lo único que debemos hacer es no obstruir su paso (es
decir, bloquear la corriente en la cabeza) sino dejar que descienda en los
estratos de nuestro ser desde arriba hasta abajo. Al principio, esta corriente
es bastante espasmódica e irregular y se necesita un ligero esfuerzo
consciente para conseguir volver a conectar con ella mientras todavía es
vaga; después se va haciendo constante, natural, automática, y proporciona
una sensación muy placentera, como de una energía nueva o como de otro
aliento más amplio que el de nuestros pulmones, que nos envuelve, nos
baña, nos ilumina y al mismo tiempo nos llena con estabilidad.27

Se describen sus características, detallando claramente y con exactitud sus cualidades


sustanciales:

Mientras su concentración va haciéndose mayor gracias a una


"meditación activa", por su ambición, por su necesidad, sentirá que esta oleada
empieza a vivir en su interior: "Ella se ensancha sacando a relucir lo que vive",
dice el Rig Veda (1, 113-118), "despertando a alguien que estaba muerto". La
oleada reúne una consistencia cada vez mayor y más precisa, e incluso una
fuerza más densa y, sobre todo, una independencia, como si fuera a la vez una
fuerza y un ser dentro de su propio ser. En primer lugar, notará en su meditación
pasiva (es decir, estando en casa, tranquilo, con los ojos cerrados) que esta
fuerza en su interior tiene movimientos, una masa, intensidades varias, y que se
alza y desciende dentro de él como si no fuera estable, como los cambios de una
sustancia viva. Estos movimientos internos pueden incluso cobrar una fuerza
suficientemente grande como para inclinar el cuerpo cuando el impulso
desciende, o ponerlo derecho o echarlo hacia atrás cuando se levanta. En
nuestra meditación activa, es decir, en la vida normal externa, esta fuerza interior
se vuelve más diluida y produce la sensación de una pequeña vibración apagada
en el fondo, como ya hemos visto; además, sentimos que no es únicamente una
fuerza impersonal sino una presencia, un ser que se encuentra en nuestras
profundidades, como si ahí tuviéramos un apoyo, algo que nos proporciona
solidez, casi una columna vertebral, además de un tranquilo punto de vista sobre
el mundo. Con esta pequeña cosa vibrante en su interior, uno es invulnerable y
deja de estar solo. Se encuentra, entonces, en todas partes, siempre está ahí. Y
lo que resulta bastante extraño, cuando lo descubre, es lo mismo en todas partes
en todos los seres, en todas las cosas; puede establecer una comunicación
directa, como si fueran exactamente iguales, sin barreras de por medio. Para
entonces hemos tocado algo en nuestro interior que no es un juguete de las
47
ESENCIA

fuerzas universales, no el pobre y árido "pienso luego existo", sino la realidad


fundamental de nuestro ser, nosotros mismos, el verdadero ser, el núcleo real,
calor y ser, conciencia y fuerza.
Mientras esta oleada o fuerza interior asume una individualidad distinta,
mientras crece verdaderamente como crece un niño, la persona será consciente
de que no se mueve al azar como había pensado al principio, sino que se
acumula en varios puntos de su ser según las actividades del momento, y que, en
realidad, es la fuerza que se encuentra detrás de cada núcleo de la conciencia:
detrás de los núcleos donde uno siente, sufre y desea; o más abajo, o más alto; y
que es verdaderamente quien realiza el conocimiento: todos los núcleos,
incluyendo la mente, son sólo sus aberturas de los diferentes estados de la
realidad universal o sus instrumentos de trascripción y expresión.28

Como podemos ver, Aurobindo no sólo comprendió que esta sustancia o fuerza es
la esencia, el ser, sino el agente transformador y también el conocedor y la fuerza que
se encuentra detrás de todos los núcleos. Aurobindo encontró la explicación y la
confirmación de su experiencia en los antiguos libros védicos de la India, sobre todo
en el Rig Veda.
La Madre, socia y sucesora de Aurobindo, describe la esencia con palabras muy
hermosas y claras: "Para encontrar el alma uno debe retroceder desde la superficie,
retirarse profundamente en el interior y entrar, entrar, descender, introducirse en un
agujero muy profundo, silencioso y tranquilo, y una vez allí abajo sentirá algo cálido,
tranquilo, rico en contenidos y muy quedo, muy lleno, como un dulzor: se trata del
alma."29 Como vemos, la Madre está describiendo la esencia en su dulce aspecto del
amor unificador o fusionante, que ya hemos mencionado anteriormente.
Otro reciente maestro hindú, muy respetado y ya fallecido, Ramana Maharshi,
reconoció la verdad de la esencia y formuló su método según el aspecto esencial del
yo:

Cuando la mente disfrazada de ego, que confunde el cuerpo con el Yo y


se extravía en el exterior, es refrenada dentro del Corazón, entonces se renuncia
al sentido del "yo" en el cuerpo, y cuando, con la mente en calma, surge la
pregunta de quién habita en ese cuerpo, se experimentará una iluminación sutil:
se trata del "yo del yo", que no es otro que el Absoluto, el Ser, que está sentado
en el loto del Corazón, en la ciudad del cuerpo, el tabernáculo de Dios.30
"¿Quién soy yo?" No soy este cuerpo físico, ni tampoco los refinados
órganos de los sentidos de la percepción. No soy los refinados órganos de la
actividad externa, ni tampoco soy las refinadas fuerzas vitales, ni siquiera la
mente pensante. Tampoco soy ese estado de inconsciencia que retiene los
sutiles vasanas (latencias de la mente), que está libre de la actividad funcional de
los órganos sensoriales y de la mente e ignora la existencia de los objetos de la
percepción sensorial.
Por consiguiente, rechazando sumariamente todos los accesorios físicos
mencionados y sus funciones, diciendo "yo no soy esto; no, ni eso ni aquello", lo
que permanece aislado y solo en sí mismo, esa pura Conciencia es lo que yo
48
ESENCIA

soy. Esta Conciencia es por su naturaleza verdadera Sat-ChitAnanda (Existencia


- Conciencia - Felicidad Absoluta).31

Otro maestro indio contemporáneo, Baba Muktananda, habla de su experiencia personal


de realización como la experiencia de la perla azul. No hace hincapié en el aspecto
sustancial de la esencia, sino que habla de ella como si se tratase de una conciencia, aunque
en algunas de sus experiencias la vincula a la constatación de la sustancia. Con estas
palabras describe el desarrollo de su experiencia de la perla azul:

La Perla Azul, que se había agrandado hasta adquirir un aspecto humano


en forma oval, se alzaba ante mí. Su resplandor empezó a desvanecerse.
¡Entonces descubrí una figura humana azul en su interior! ¡Qué
encantadoramente hermoso! ¡SU forma azul relucía y centelleaba! Su cuerpo no
era el producto de fluidos humanos, de los siete componentes. No, estaba
compuesto por los rayos azules de la Conciencia que, según Tukaram Maharaj,
se condensan dentro de la loción del ojo que garantiza la visión divina. Era una
masa de Conciencia pura, la vida interior de la Vida de Muktananda. 32

Muktananda, en su interés con el azul se está centrando en la conciencia. La conciencia


es un aspecto de la esencia, o, en otras palabras, el azul es el aspecto de la conciencia de la
esencia. La conciencia es una sustancia, aunque no tan densa o sustancial como la voluntad
o el amor. La sustancia de la conciencia es la sustancia de la luz. Ver la conciencia es como
ver los fotones reales que constituyen la luz interior.
La "loción del ojo" que describe en el pasaje anterior es la condensación de los rayos de
la conciencia, la conciencia condensada que Aurobindo llamaba la fuerza y nosotros
llamamos la esencia. Para mostrar la sustancialidad del aspecto esencial que Muktananda
llama la perla azul, así como la cualidad sustancial de sus otras experiencias citamos más
pasajes de su libro autobiográfico:

Mientras meditaba contemplé la rara Perla Azul, ambrosiaca y


radiante, en sus múltiples variaciones...
Cuando se estabilizó la meditación en el sahasrar33, acompañado
por los fragores de la tormenta, la lengua se enrolló hacia arriba en la faringe
nasal y allí se mantuvo. Como resultado, empezó a sorber jugo celestial. A
veces, mientras la lengua está en esta posición desprende el fresco rocío de
la luna. Mientras disfruta de ello, se siente henchido de admiración. Practica
el sadhana34 con el mayor entusiasmo para beber más néctar. Existen
muchas variedades de este fluido, que sabe como mantequilla, leche,
ghee35, suero de leche y miel. Este flujo comienza cuando su mente
confluye en el ajna Chakra36 y percibe su propia alma como una llama sin
mecha brillando en el espacio entre las cejas de los ojos. Sirve para destruir
muchas enfermedades internas...
Tras la visión de la Persona Azul, meditando, mi mente convergió en el
akasha superior, donde contemplé vapores brillantes que envolvían a la Perla
49
ESENCIA

Azul en su centro. Aquella luminosidad se intensificaba cada día. Se dice que


el resplandor del sahasrar deriva de la Perla Azul. Cada vez que meditaba
surgía la conciencia, "yo soy el Alma". A veces descubría que la Perla Azul se
mantenía moviéndose dentro y fuera del sahasrar durante unos instantes.37

Muktananda es uno de los pocos maestros que describe específicamente cómo se


experimentan y ven ciertos aspectos de la esencia. Menciona la perla azul y, como hemos
visto, la entiende como su propia presencia y naturaleza. Muktananda subraya su propia
experiencia, la de la perla azul, pero no menciona que la perla representa un reino o
dimensión de la esencia que tiene un significado especial. No dice que la esencia puede
manifestarse en forma de perlas de diferentes colores, cada uno con un significado
determinado. Por ejemplo, el azul es el color de la conciencia, el dorado el del amor, o del
amor fusionante, como ya hemos mencionado, y así con todos los demás colores.
En el budismo se excluye totalmente el conocimiento de la esencia y su sustancialidad
hasta que uno alcanza los niveles de los tan tras, los reinos del Theravada Vajrayana
tibetano. Antes, en los reinos del budismo Theravada (Hinayana) y Mahayana, el énfasis
recae en la disolución del ego y la consiguiente experiencia del vacío. Ni siquiera los tantras
hacen hincapié de manera directa en la sustancialidad de la esencia, aunque lo asumen e
incluso se usa en sus prácticas.
Desde la perspectiva de los tantras se considera que la esencia es la conciencia sutil,
que, a su vez, se considera que realiza el vacío, aunque a veces también se piensa que es
vacío mismo. La sustancialidad de esta conciencia sutil se atestigua describiéndola como el
aire interior, tal y como declara Idries Shah en un pasaje anterior. En este, el Dalai Lama
habla de esta conciencia:

Sólo la conciencia puede capturar acontecimientos del pasado, pero


debe hacerla mediante la conciencia sutil. Por ejemplo, cuando se manifiesta
la mente sutil de luz clara en la muerte el cerebro ya está acabado. Desde el
punto de vista de su cognición, se llama conciencia, y desde el punto de vista
de su ocupación, o movimiento hacia su objetivo, se llama aire interior o
energía. Este aire sutil y la conciencia son una sola identidad indiferenciada.
Son una sola entidad diferenciada únicamente por el pensamiento o en con-
cepto de sus opuestos.38

Este aspecto de la esencia, que el Dalai Lama llama conciencia, aire sutil, energía sutil,
mente sutil, cuerpo sutil y luz clara, es un aspecto de la esencia vinculado con el estado del
despertar. Lo llamamos esencia clara o esencia despierta. Esta cualidad de claridad y
despertar es una característica del budismo en general, que contrasta con la conciencia azul
de Muktananda, que pertenece más al samadhi o absorción. Esto demuestra la principal
diferencia de énfasis entre el budismo y el hinduismo: el budismo enfatiza el despertar y el
hinduismo enfatiza el samadhi (absorción) como caminos hacia la iluminación. Ambas cua-
lidades son consideradas como conciencia porque son aspectos de la esencia que se
corresponden con los centros de la cabeza. Los centros del corazón manifestarán la esencia
en diferentes aspectos, como son los del amor. El budismo es consciente de las cualidades
del corazón en cuanto sustancias esenciales. Este conocimiento es empleado en algunas de

50
ESENCIA

sus prácticas tántricas, como cuando mencionan amrita, o néctar, el néctar de los dioses.
En una de las canciones de Milarepa, el yoghi tibetano más importante, el néctar es
comparado con la bendición.

El regalo de la bendición es otorgado por las


Dakinis39;
El néctar de Samaya es alimento abundante;
Los órganos de los sentidos se alimentan con
la devoción fiel.
Así cosechan mis discípulos méritos favorables.40

De esta manera reconoce Milarepa el néctar como sustancia esencial, como una
bendición que es un alimento espiritual.

En su libro Yoga Tibetano, Evans-Wentz describe muchas de las prácticas budistas


tibetanas. En una de ellas, el yoga del no-ego, describe cómo todas las manifestaciones se
transmutan en amrita, la bebida de los dioses. Tras proporcionar ciertos mantras, instruye al
yoghi: "Repite los mantras anteriores varias veces y piensa que así se purgan las impurezas
[del cuerpo ofrecido en el sacrificio místico] y que todas las ofrendas se transmutan en el
amrita y que el amrita ha sido encerrado en cantidades que colman el universo [para el bien
de todos los seres].”41
En otro libro, Evans-Wentz escribe sobre el amrita hablando de la vida del gran maestro y
erudito tibetano Padma-Sambhava: "El Buda de la Medicina se apareció ante Padma y
entregándole un cuenco de amrita le pidió que lo bebiera. Padma bebió la mitad para
prolongar su vida y la otra mitad la escondió en una stupa. Ahora le llaman 'Padma, el de la
realización"'. 42
Aquí vemos que el amrita o néctar, que evidentemente es alguna especie de sustancia
no-física, está considerada como el alimento espiritual necesario para la consecución del
conocimiento.
Una gran parte del budismo tibetano está formulado en un lenguaje alquímico, señal de
que trata con sustancias sutiles. La palabra para referirse a la sustancia esencial, bodhi-citta,
se traduce unas veces como el elixir de la iluminación y otras como la mente del
conocimiento o la conciencia de la iluminación. Aunque el budismo no especifique la
naturaleza sustancial del bodhi-citta, normalmente lo describe como una sustancia con
características físicas. El siguiente pasaje, que describe la fase final del famoso yoga del
fuego interno (Tum-mo), ilustra la naturaleza sustancial del bodhi-citta:

Esto se demuestra con la idea de que en el momento en que se


produce la unión de la "N.' y el "HAM" en la palabra-símbolo "AHAM",
se disuelve, porque "HAM" se funde en el calor de "N.' en llamas y se
derrama como Elixir de la Iluminación (en sánscrito: bodhi-citta; en

51
ESENCIA

tibetano: byanchub-sems) en el interior de todos los centros físicos del


cuerpo "hasta que ni siquiera la parte más pequeña queda sin
penetrar."43

Esta práctica es específica para la realización de la sustancia esencial, pero no se


destaca la sustancialidad del bodhi-citta, probablemente para no impulsar el apego, lo que
impediría el avance hacia el conocimiento. Aunque este conocimiento no consiste
únicamente en la percepción de la esencia, se considera que esta liberación de la estrechez
y la fijación de la personalidad -bodhi-citta, esencia- conduce a la libertad. El elixir de la
iluminación se denomina bodhi-citta porque se reconoce como el agente de transformación,
el agente alquímico necesario para catalizar el proceso de transformación.

Por eso, en la obra inmortal de Santideva, "El Sendero hacia la


Iluminación" (Bodhicaryavatra), se dice:

Aquel que quiere evitar los mil dolores de la existencia,


Que quiere apaciguar los sufrimientos de los seres sensibles
Que quiere disfrutar las mil felicidades (del espíritu),
Tal persona no debe nunca abandonar la Conciencia de la Iluminación.

En cuanto la Conciencia de la Iluminación echa raíces en él,


El miserable que está encadenado a la prisión por las pasiones
De la existencia, se convierte de inmediato en hijo de los Budas.
Se vuelve digno de veneración en el mundo de los hombres y de los dioses.

Cuando este pensamiento se apodera de su cuerpo Impuro


Lo transforma en la preciosa gema de un cuerpo de Buda.
Así pues, coge este elixir, que provoca esta maravillosa transformación,
Y que se llama la Conciencia de la Iluminación.44

Al describir los símbolos de la alquimia, Lama Govinda escribe:

La "Piedra Filosofal" es uno de estos símbolos invisibles, y quizá uno


de los más interesantes y misteriosos, puesto que ha originado muchos sím-
bolos visibles, grandes pensamientos y descubrimientos en los reinos de la
filosofía y la ciencia. La visión eterna que subyace en su interior es la de la
52
ESENCIA

materia prima, la sustancia original, el principio fundamental del mundo.


Según esta idea, todos los elementos o fenómenos existentes son sólo
variaciones de la misma fuerza o sustancia, que puede ser restaurada en su
pureza reduciendo y disolviendo múltiples cualidades que se han impuesto
ellas mismas a través de la diferenciación y la consiguiente especialización.
Por tanto, el que consigue penetrar la pureza de esta forma primordial no
diferenciada obtiene la clave del secreto de todo poder creativo, que se basa
en la mutabilidad de todos los elementos y fenómenos. 45

Al escribir sobre la conciencia pura que Buda dijo que existe en el estado de la iluminación,
comenta:

Aquel que comprenda esto habrá encontrado sin duda la piedra


filosofal, la joya preciosa (mani), la materia prima de la mente humana, y más
aún, de la verdadera facultad de la conciencia en cualquier forma vital que
adopte. Este era el objetivo real de todos los grandes alquimistas, que sabían
que el "mercurio" se refería a las fuerzas creativas de la conciencia superior
que deben ser liberadas de los elementos inferiores de materia para poder
alcanzar el estado de pureza perfecta y esplendor, el estado de la
Iluminación.46

Hablando de la piedra filosofal del budismo como mam, escribe:

Aquel que posea esta joya reluciente superará la muerte y el


renacimiento, y alcanzará la inmortalidad y la liberación. Pero esta joya no se
puede encontrar en ninguna parte sino en el loto (padma) del propio corazón
de cada uno.
Aquí, mani se refiere a la piedra filosofal o cintamani, la joya que
concede los deseos de innumerables leyendas budistas, y que en el Tibet
actual sigue encontrándose en el centro del folklore y la poesía religiosa.
En manifestaciones más tardías del budismo la idea de esta joya
adoptó la forma de Cetro del Diamante, el Vajra, y como tal se convirtió en el
símbolo más importante de las cualidades transcendentales del budismo.

***

El vajra está considerado como emblema del poder espiritual más alto,
que es irresistible e invencible, razón por la que se compara con el diamante,
que es capaz de cortar en pedazos cualquier otra sustancia sin que ninguna
pueda cortarlo.
53
ESENCIA

El budismo comparó el vajra con el diamante no sólo por el valor -o lo


que es más, el valor supremo- de la inmutabilidad, la pureza y la limpidez.
Esto se expresa en términos como el "Trono de Diamante" (vajrasana), que
es el lugar en el que Buda esperó la iluminación; "Sierra de Diamante"
(vajracchedika) para referirse a una de las escrituras filosóficas más
profundas del Mahayana, que termina con las palabras: "Esta sagrada
exposición será conocida como Vajracchedika-prajnaparamita-sutra, porque
es dura y aguda como un diamante, corta todas las concepciones arbitrarias y
conduce a la otra orilla de la "Iluminación”.
Las escuelas de budismo que sitúan esta enseñanza en el centro de
su pensamiento y vida religiosa son por ello conocidas con el término
genérico de "Vajrayana", el Vehículo de Diamante.47

Vemos aquí a Lama Govinda hablar de la esencia, la prima materia, en términos de elixir de
la vida o como la piedra filosofal de la alquimia. Se refiere al vajra, la gema que concede los
deseos y conduce a la iluminación. Escribe de estos fenómenos como símbolos y considera
sus propiedades como dureza, claridad, agudeza, etc., pero no menciona su más obvia y
fundamental propiedad, que es la sustancialidad. Si el vajra (diamante) es un símbolo, en-
tonces ¿también lo es la perla azul de Muktananda? La profunda verdad de la sustancialidad
se mantiene secreta, aunque los términos describen con claridad lo que se experimenta.
Una vez más observamos el énfasis del budismo en el diamante, en lugar de la perla, en
contraste con Muktananda. El diamante (vajra) constituye otra dimensión de la esencia, igual
que la perla es una dimensión de la esencia. Refleja la importancia que el budismo otorga a
la mente. Es la esencia en los aspectos objetivo e impersonal, mientras que la perla expresa
la esencia en su aspecto personal (en contraste con el impersonal). Esta es otra de las
principales diferencias entre budismo e hinduismo.
Observamos aquí el significado real de la alquimia. Normalmente se piensa que la
alquimia es una ciencia misteriosa, llena de símbolos, procesos secretos y términos eso-
téricos. Muchos creen que la terminología alquímica es una representación simbólica de
hechos y procesos internos, lo que en parte es verdad. Es verdad que la terminología se
refiere a procesos internos, pero no es cierto que el lenguaje sea simbólico. Resulta
simbólico sólo para quien no sabe que la esencia es una sustancia sutil con características
físicas. La alquimia se refiere a procesos que implican sustancias reales en la dimensión sutil
o esencial y no en el plano corporal. La mayor parte de la terminología es descriptiva, pues
los alquimistas tratan de describir su trabajo en términos que en la mayoría de los casos son
directos y literales. Para quienes no la conocen, estos términos sólo pueden entenderse
como símbolos de otra cosa. Piensan que cuando los alquimistas utilizan la palabra sol se
deben estar "refiriendo a alguna clase de proceso o percepción mental o espiritual", lo que es
al mismo tiempo verdad y mentira. Es verdad que se refieren a la percepción esencial, pero
no es cierto que los alquimistas hablen del sol -el sol físico del cielo- sino de una realidad
esencial distinta que la palabra sol describe mejor que ninguna otra. Para los verdaderos
alquimistas, todo lo que existe en el universo físico tiene su homólogo interno, y no piensan
que el objeto físico sea necesariamente más real que el interno. Esto se expresa en la Tabla
Esmeralda atribuida a Hermes, el Padre de la alquimia occidental, que dice: "Lo que está
arriba es como lo que está abajo. Lo que está abajo es como lo que está arriba."
El organismo humano es un universo en miniatura. Esto se cumple de tantas formas que la

54
ESENCIA

mayoría de la gente quedaría asombrada si contemplase esta realidad por sí misma. Las
personas que no lo saben pueden pensar que el lenguaje alquímico es únicamente
simbólico, porque eso es más fácil de aceptar que la innegable verdad de la alquimia. Así
pues, la alquimia queda de nuevo oculta por su improbabilidad, porque su verdad es
inesperada. N o estamos intentando ser misteriosos. Estamos afirmando hechos evidentes
en lenguaje claro. Existen algunas complicaciones en el asunto de los textos alquímicos
porque, en realidad, algunos autores no comprenden la quintaesencia de la alquimia, o la
comprenden sólo en parte. Hubo alquimistas que utilizaron algunos términos simbólicamente,
pero los más entendidos sabían que no eran simbólicos sino literales o análogos. Esto ha
originado que la mayoría de los libros sobre alquimia estén llenos de contradicciones que, a
su vez, ha convertido sus textos en casi inútiles, si no completamente falsos, para sus
lectores. Hay que estar empapado en el conocimiento directo del desarrollo de la esencia
para comprender los textos alquímicos y constatar que la alquimia constituye, literalmente, la
ciencia de la química interna, o la ciencia que trata con las sustancias sutiles. Lo podemos
ver con mayor claridad en los libros orientales de alquimia, como en el pasaje que citamos
más abajo procedente de un texto taoísta. Al leerlo descubrimos que las energías sutiles se
utilizan para producir el elixir, el néctar dorado. También aprendemos que los taoístas
conocían el aspecto de perla de la esencia:

Mientras su aliento permanezca (casi) estacionario, el feto (inmortal)


estará tan seguro como una montaña, y si continúa practicando alcanzará
una serenidad menor y superior; todos los fenómenos serán absorbidos en la
nada, y con el espíritu helado en este estado día y noche se formará la perla
brillante en esta nada imperturbada. Pero si no alcanza esta serenidad la
semilla inmortal no podrá materializarse. El instante en que entra en esta
serenidad puede compararse con el de la muerte acercándose y precediendo
la resurrección, que es el principal objetivo de la alquimia. En cuanto a cómo
la muerte va seguida de la resurrección, es de lo que trata el método para
producir la perla brillante.48

En primer lugar, observamos que no se describe la perla de color azul, como hace
Muktananda, lo que indica que puede tener otros colores. También vemos que se la
relaciona con la resurrección o el renacimiento. Esta cuestión de la perla como cuerpo de la
resurrección aparece en algunos escritos sufíes. Citamos un pasaje de Shaikh AhmadAhsai
del siglo XIX para ilustrar el hecho de que la alquimia es la ciencia de las sustancias sutiles.
Así pues, en el último análisis, los espíritus son luz, es decir, viven en estado fluido (nur
wujudi Dhabi). Los cuerpos también son luz, aunque están en el estado sólido. La diferencia
es la misma que existe entre el agua y la nieve. Por esta razón, la prueba que tiende a
confirmar la "vuelta" de los espíritus es la misma que tiende a ratificar la resurrección de los
cuerpos...
La Obra alquímica atestigua la validez de esta afirmación. El hecho es que los cuerpos
que han alcanzado la madurez y la plenitud mediante esta operación se encuentran en
estado líquido-sólido. Es lo que declara el Primer Imán, Ali ibn Ali- Talib -según la crónica de
su biógrafo Ibn Shahr-Ashub-, y Abul-Abbas en su libro que revela el secreto relativo a la
ciencia del Elixir. Por lo tanto, cuando el Imán estaba pronunciando un discurso y alguien le
preguntó qué era la alquimia: "Es la hermana de la profecía", explicó, "pues existe una

55
ESENCIA

inmunidad que protege la profecía contra su profanación, que es lo que la gente vulgar hace
al discutir su significado literal externo. Pongo a Dios por testigo de que no' es otra cosa que
agua en estado sólido, aire inmovilizado, fuego compacto, tierra líquida. Pues la tierra en
estado líquido es agua en estado sólido. En el mismo sentido los cuerpos también son espí-
ritus...

***

Mulla Sadra Shirazi: "El alma es 'materia' espiritual (madda ruhaniya), un organismo sutil
que sólo puede recibir Fonnas que se encuentran, ellas mismas, en el estado sutil y
suprasensorial, de manera que no son perceptibles por los sentidos físicos, sino sólo por los
órganos de la percepción psicosensorial (los sentidos suprasensoriales)."49

Aunque está claro que en textos como este las referencias a las sustancias no son
simbólicas, los autores actuales continúan considerando su significado como simbólico. Se
trata, naturalmente, de un reflejo condicionado por la imposición intelectual que sufren estos
autores. Son incapaces de comprender que la esencia es algo más fundamental y más
sustancial que la mente y sus manifestaciones. Permanecen en el reino intelectual de los
símbolos y las imágenes y huyen de la experiencia encarnada del ser. Es bien conocido el
ejemplo del psicólogo Carl Jung y sus discípulos. Para él, el lenguaje alquímico constituía un
símbolo de procesos mentales y físicos. Interpretó términos como agua de la vida, la piedra
filosofal, Mercurio y muchos otros como símbolos y metáforas de procesos psíquicos y
espirituales. De esta manera se acercó más a la verdad que aquellos que desechan por
completo la alquimia, pero no logró llegar a su verdad. N o pudo ir más allá de su propia
mente y su intuición, por lo que su desarrollo fue incapaz de alcanzar la realización de la
esencia. Su psicología no traspasó el nivel de la mente y sus arquetipos se quedaron en
imágenes incorpóreas. Consideró que el alma contenía imágenes en lugar de presencias
reales, como pone de manifiesto el siguiente pasaje:

Sólo puedo decir sobrecogido y admirado ante las profundidades y


alturas del alma, cuyo mundo más allá del espacio esconde una riqueza in-
conmensurable de imágenes que durante millones de años de existencia han
ido guardándose y condensándose en forma de material orgánico. Mi mente
consciente es como un ojo que percibe los espacios más lejanos; pero es el
no-ego psíquico el que llena este espacio, hasta cierto punto más allá del
espacio. Estas imágenes no son pálidas sombras, sino condiciones
poderosas y efectivas del alma que únicamente pueden ser malinterpretadas,
porque negándolas nunca se podrá robar su poder.50

Ira Progoff, discípula de Jung, escribe sobre la noción del arquetipo que tenía su maestro:

Lo importante es que, como proto-imagen, el Yo representa una

56
ESENCIA

realidad que constituye una posibilidad real para el organismo humano, y por
eso está implicado íntimamente en todas las etapas del desarrollo psicológico
humano. El arquetipo del Yo se expresa en forma de muchos símbolos
históricos que representan varias fases del proceso de individuación en la
historia de los pueblos. Un símbolo particularmente frecuente del Yo es el
"Niño Divino", que a menudo aparece también como mesías-salvador. En el
simbolismo de tipo alquímico, el Yo como realización máxima del proceso
psicológico está representado como "la perla de gran valor", la "piedra
filosofal" u otros símbolos que expresan la emergencia de una pequeña joya
preciosa como resultado de la integración de la psique.51

En los pasajes anteriormente citados de fuentes taoístas, hindúes y sufies, la perla, la


gema, etc., no son símbolos ni imágenes, sino presencias reales de la esencia en varios
aspectos. "La experiencia personal de Jung del Yo es, en otras palabras, como un símbolo
que representa la realidad de la vida."52 Sin embargo, cuando una persona realizada utiliza
los términos perla, cuerpo de diamante, etc, se refiere a la realidad de su vida interior y no a
símbolos que la representan.
Carl Jung alcanzó un conocimiento muy amplio y profundo, pero a pesar de que llegó a
entender las experiencias de la esencia se quedó en el nivel de la psicología. Por esta razón,
su psicología puede tener una utilidad mucho mayor si le añadimos la certeza de que el
desarrollo de la esencia interior trata con sustancias sutiles y no con imágenes psíquicas. Es
entonces cuando nos damos cuenta de que las imágenes no son más que vagos productos
de las experiencias esenciales en el nivel de la mente. Comprendemos que el arquetipo del
ser, por ejemplo, no es una imagen arquetípica sino una presencia ontológica sustancial que
tiene un significado infinitamente más importante que cualquier imagen.
Para alguien que comprende la esencia resulta fácil acertar qué arquetipos de Jung son
fieles representaciones de aspectos esenciales, cuáles están tergiversados y en qué medida
han sido distorsionados a partir de la "visión" objetiva de la esencia. Creemos que constituye
un valioso y útil esfuerzo, y esperamos que alguien con el conocimiento necesario lo lleve a
cabo.
Por ejemplo, ya hemos mencionado el aspecto esencial del cuerpo de diamante y lo
hemos vinculado al arquetipo del viejo sabio. El arquetipo nos dice que es la parte de nuestro
inconsciente colectivo que funciona como un guía durante el desarrollo interno. Esta certeza
se cumple en lo que se refiere al cuerpo de diamante, de ahí que, esta vez, la imagen
arquetípica resulta útil. Sin embargo, si nos quedamos a nivel de la imagen no llegaremos al
cuerpo de diamante, ignorando, por tanto, que se trata de un guía porque es puro
conocimiento objetivo y no tendremos un acceso completo y permanente a este conocimiento
y guía.

ESENCIA

Hemos afirmado la verdad de la sustancialidad para subrayar al lector que la esencia o


57
ESENCIA

ser no es un estado mental sino una presencia ontológica real y palpable. La sustancialidad
de la esencia es un hecho que debe tenerse en cuenta en el proceso de desarrollo, pero no
basta con reconocer esta verdad, puesto que, por ejemplo, el cuerpo físico también es una
presencia sustancial. Hemos indicado y afirmado la verdad de la sustancialidad para subra-
yar al lector que la esencia o ser no es una idea ni un estado mental, sino una presencia
ontológica real y palpable.
Entonces ¿qué diferencia hay entre la sustancia esencial y otras categorías de la
existencia? En el Capítulo Uno hemos analizado la esencia desde la perspectiva de la
presencia y desde la perspectiva, más profunda, de la existencia. La esencia y la existencia
son la misma cosa. En su naturaleza más profunda la sustancia esencial se experimenta
como existencia. Este nivel de la experiencia es tan hondo y profundo, tan poderoso,
conmovedor y vital, que no es posible comunicarlo con palabras. Las palabras pueden
describir algunos aspectos de la experiencia, pero son totalmente incapaces de transmitir
una impresión completa. Pueden comunicar la experiencia a alguien que ya la ha vivido o
está a punto de hacerlo, pero no a quien la desconoce.
A pesar de todo, la habitual contención que profesa la literatura espiritual respecto a que
no se puede hablar o describir el ser, no es del todo exacta. Como cualquier otra cosa la
esencia puede describirse con palabras e imágenes, lo que no significa que cualquiera que
no haya vivido la experiencia llegue a entender la descripción. No obstante, aquel que la
haya vivido entenderá fácilmente a qué se refiere. Esto es verdad con cualquier cosa, no sólo
con la esencia. Si alguien no ha visto o comido nunca un caqui, no será capaz de
comprender su descripción, pues al escucharla lo más probable es que se haga una idea de
otra cosa conocida en su experiencia pasada.
Lo mismo es válido con las descripciones de la esencia. La dificultad no estriba en
describirla con palabras sino en que tenga sentido para alguien que no ha vivido la expe-
riencia. Esta persona será capaz de entender las palabras, pero no de asociar la descripción
a su experiencia. Creará en su mente algo que se corresponde con la descripción, pero será
una idea falsa porque carece de la experiencia real. Sin embargo, como en el ejemplo
anterior, una persona que ha visto o comido un caqui entenderá la descripción enseguida.
Por eso, cuando digo "experiencia", quien haya vivido la experiencia de la existencia lo
entenderá enseguida. La persona que no la haya vivido no comprenderá lo que está viendo o
pensará, en su experiencia, que la existencia es otra cosa.
Por eso, en lo que se refiere a la esencia la dificultad con el lenguaje no estriba en
describirla sino en comunicada. Es importante entender esto, pues la persona interesada no
se orientará hacia algo vago, general, impreciso e inaccesible. La experiencia de la esencia
es muy clara, muy precisa y concreta. En realidad, es mucho más precisa y clara que la de
un pensamiento o una emoción.
Naturalmente, el lenguaje no puede captar todo sobre la esencia. No podemos detallada
en todas sus características y matices, pero es posible comunicar su experiencia a alguien
que esté familiarizado con ella o que esté a punto de vivida. Esto es cierto respecto a
cualquier categoría de la experiencia. Por ejemplo, no podemos explicar con palabras el
calor, pero podemos describirlo de manera que quien lo conoce comprenda lo que decimos.
"De tales experiencias empezamos a conocer el significado del azul profundo como centro y
punto de partida de la visión y el simbolismo meditativos: es la luz de la Sabiduría
trascendental del Dharma-dhatu -origen de la verdadera facultad de la conciencia y el

58
ESENCIA

conocimiento indiferenciado, potencial y que todo lo abarca como el espacio infinito."53 No


es posible describir semejante experiencia en su totalidad, pero se puede señalar, como en
este pasaje de Lama Govinda, para alguien que conoce la experiencia.

Existen ciertos modos de experimentar la esencia que resultan difíciles de describir.


Depende de qué tipo de relación perceptiva tengamos con ella. En ciertas experiencias,
especialmente las que no implican la presencia de la conciencia discerniente, la descripción
se hace imposible porque no media actividad conceptual alguna. No hay descripción porque
no hay conceptos, y los conceptos son necesarios para la comunicación verbal. Ciertos
aspectos de la esencia tienen este efecto en la conciencia habitual: algunos eliminan la
conciencia discerniente, suprimiendo todos los conceptos diferenciadores.
Pero si nos proponemos comunicar algo verbalmente debemos utilizar conceptos. Un
concepto importante que hemos estado utilizando sin aclarado es el de los aspectos de la
esencia, puesto que no sólo posee una cualidad, sino muchos aspectos. Como hemos visto,
la sustancia esencial tiene unas características físicas claras y precisas. De hecho, podemos
describirla en términos de color, tacto, textura, transparencia, densidad, luminosidad,
viscosidad, etc.; variaciones que dan origen a sus diferentes aspectos, cada uno de ellos con
un significado psicológico diferente.
Por eso, aunque la esencia es única, tiene muchas variedades, muchas calidades. Son
los aspectos de la esencia. Esto es cierto tanto para el niño como el adulto. El aspecto de la
verdad no es el mismo que el aspecto del amor, que, a su vez, no es el mismo que el de la
voluntad, etc. Todos son esencia, como claramente sabe quien la conoce, pero se
experimentan y nos afectan de diferente manera.
La mayoría de los sistemas de desarrollo interior no hacen hincapié en este hecho
porque no suelen tenerlo en cuenta. Una de las razones es que algunos de estos sistemas
basan su método en el contraste entre la esencia y la personalidad, por lo que su objetivo se
centra en liberar la esencia de la personalidad. Otra razón estriba en que algunos sistemas
se desentienden por completo de la esencia y se centran en la personalidad, considerándola
como la causa del sufrimiento Y la barrera que se interpone ante la libertad; su esfuerzo se
concentra en disolver su cerrazón. Un motivo más sería que algunos sistemas se funda-
mentan únicamente en un aspecto de la esencia, que es subrayado y elevado a la categoría
de verdad absoluta o la única realidad, ignorando los demás aspectos.
La falta de énfasis en la variedad de los aspectos de la esencia es a veces más aparente
que real. Este hecho es relevante sólo para discípulos cuya preparación se encuentra en
fase avanzada, aquellos que están involucrados de una manera íntima con una escuela o
maestro y reciben enseñanza directa oral.
Sin embargo, existen sistemas que reconocen la existencia de varios aspectos absolutos
de la esencia, conocimiento que incluyen y utilizan en los métodos de enseñanza. Los sufíes
59
ESENCIA

consideran que la esencia o el alma tiene diferentes modos de existencia: "En cuanto a los
aspectos doctrinales de la psicología sufí, el alma humana es presentada como una
sustancia que posee diferentes facultades y modos de existencia, separados aunque unidos
por un único eje que atraviesa todos los modos y planos."54
La metodología sufí emplea esta realidad en el concepto de las "estaciones" que constituyen
las etapas del desarrollo interior. Se considera que este progreso interior consiste en una
transformación de un aspecto a otro de la sustancia esencial, hasta que se realizan todos. La
transformación esencial es, en otras palabras, transubstanciación: "Un estado o estación,
como paciencia (sabr) o confianza (tamabkul), es una virtud, lo que significa que cuando el
alma alcanza ese estado no sólo posee la virtud en cuestión como mero accidente, sino que
su verdadera sustancia se transforma de forma que durante esta etapa del Camino, en cierto
sentido, ella misma es esa virtud."55
En el budismo, las escuelas tibetanas Vajrayana reconocen y utilizan este hecho, por
ejemplo, en su concepto de las familias de Buda, llamadas los "Budas-Dhyani":

Las formas en que los Budas- Dhyani aparecen en la fase creativa de


la visión interior durante el proceso de la meditación, las hemos comparado
con los diferentes colores en que se dividen los rayos del sol cuando
atraviesan un prisma, revelando así en cada color una cualidad específica de
la luz. Esta comparación es tanto más adecuada en cuanto que los colores
juegan un papel importante en las apariencias de los Budas Dhyani. Sus
colores indican ciertas asociaciones y propiedades espirituales que para el
iniciado son tan significativas e importantes como las notas para el músico.
Expresan la vibración característica particular de cada aspecto del
conocimiento trascendental o Sabiduría, que en el reino del sonido se
expresa con la vibración correspondiente del mantra, en el reino de la
corporalidad con el gesto o mudra correspondiente, y en el reino más interno
con la correspondiente actitud espiritual.56

Otros sistemas, por ejemplo los que provienen de tradiciones judeo-cristianas, utilizan la
idea de los ángeles para expresar los aspectos de la esencia. Otros, como el zoroastrismo, lo
convierten en el aspecto más importante de su perspectiva global: "La angelología es uno de
los aspectos característicos del zoroastrismo o mazdeísmo, razón por la cual no se puede
reducir a un tipo abstracto o monolítico de monoteísmo, ni quedar invalidado por lo que la
gente ha tratado de interpretar como un retorno a los "dioses antiguos" o una restauración
del politeísmo anterior al zoroastrismo."57
Estos aspectos esenciales son absolutos en el sentido en que no pueden ser reducidos a
ningún otro. La verdad es siempre la verdad y siempre dice lo mismo. En otras palabras, al
margen de cuánto cambia una persona, la verdad siempre retiene sus características
sustanciales específicas. Este aspecto permanentemente absoluto de la verdad sigue siendo
el mismo para todo ser humano. Cualquiera que lo experimente, lo experimenta igual. Es una
verdad universal. Es decir, sus características sustanciales de textura, tacto, color, densidad,
etc., son invariables para todos. Como hemos subrayado antes, la esencia es una presencia
ontológica objetiva, lo que significa que la subjetividad personal no le afecta.
Conocer la existencia de la esencia en aspectos diferentes y variados será útil más tarde

60
ESENCIA

para entender cómo se pierde y cómo se recupera. Nos contentaremos aquí tratando de
transmitir sus características más generales y básicas.
Es verdad que la esencia es una sustancia, pero no se trata de una sustancia inerte. Se
trata de una sustancia que en sí misma es vida, conciencia y existencia. Tomemos agua
clara, por ejemplo. Imaginemos que este agua es autoconsciente, que cada molécula es
consciente de sí misma y de su propia energía y capacidad de reacción. Imagine ahora que
usted es esta sustancia consciente, el agua. Esto se acerca a una experiencia de la
sustancia de la esencia. Naturalmente, resulta difícil de imaginar para alguien que no la
conoce. Y la experiencia esencial es mucho más que esto. No es que tenga la cualidad de la
existencia; es la existencia. No es amable, es amor. No es alegre, es alegría. No es
verdadera, es la verdad.

La cualidad que posee la esencia de estar viva pertenece a un orden diferente al del
cuerpo. El cuerpo está vivo, pero la esencia es la vida misma. La esencia es como pura vida
apretada, condensada y concentrada. Es cien por cien vida. Es como una sustancia en la
que cada átomo está hecho de existencia vital. Aquí, la vida y la existencia no son conceptos
ni ideas o descripciones abstractas, sino que son lo más vivo, lo más íntimo, rico, profundo,
emocionante y conmovedor que hay en nuestro interior. La experiencia de la sustancia de la
esencia puede tener tal profundidad, riqueza, realidad, significado e impacto en nuestras
mentes que algunas personas sufren vértigo, incapaces de asumir directamente el impacto.
No se experimenta como algo ajeno, distante o neutro, como un objeto físico o una idea.
No, lo experimentamos como lo que más íntimamente somos. Es nuestra naturaleza más
profunda, el núcleo más precioso y hermoso de nosotros mismos. Es nuestro significado,
nuestra trascendencia, nuestra naturaleza, nuestra identidad. Es lo que mueve nuestros
corazones, ilumina nuestras mentes y llena nuestras vidas. Es algo tan cercano a nuestros
corazones que sólo el corazón puede conocerlo, tan cercano a nosotros mismos que, en
realidad, se trata de la verdadera sustancia de nuestra identidad, algo tan trascendental para
nosotros que constituye el único alimento verdadero de nuestra vida. Es nuestra realidad,
nuestra verdad. Es la verdadera sustancia de la verdad y el secreto más interno de todas las
verdades. Es lo más precioso de la existencia.
La sustancia de la esencia es tan hermosa y magnífica que ninguna imaginación puede
concebir su belleza, y ninguna poesía puede expresar su esplendor. La manera en que nos
conmueve y nos enseña está más allá de los sueños e imaginaciones más intrépidas de la
humanidad. Sus potencialidades son asombrosas, su creatividad no tiene límites, su
profundidad no tiene fin y su inteligencia es ilimitada. Es una maravilla, una maravilla más
allá de todos los milagros. Es nuestra verdadera naturaleza, nuestra identidad más íntima.
Esta maravilla no existe únicamente para alimentar las historias o la poesía. No es sólo para
soñar o suspirar por ella. N o es sólo para proporcionarnos vistazos de su esplendor, o
fugaces muestras de su importancia. Es realmente nuestra esencia humana. Es lo que
nosotros somos: nuestro verdadero ser. Nosotros existimos para ser esta esencia, para
existir y vivir como esencia. Es nuestro potencial para ser nuestra esencia, no sólo en
experiencias ocasionales sino siempre Y permanentemente. Nuestra esencia es la que
puede y debe ser nuestra existencia, Y lo que debe ser el centro de nuestra vida. Puede y
debe ser inseparable de nosotros. El camino del desarrollo interior no sólo se centra en vivir

61
ESENCIA

la experiencia de la esencia, sino en la total realización de la esencia y la existencia perma-


nente de nosotros como esencia; se centra en la erradicación de nuestra separación
respecto a la esencia. Ser libres quiere decir, simplemente, ser, y ser quiera decir, simple-
mente, vivir como esencia. De hecho, cuando no somos conscientemente esencia, no
existimos. La vida de la personalidad es no-existencia, una vida desperdiciada e inútil. Sólo
hay vida cuando hay existencia, Y existencia es esencia.
Para ser un verdadero ser humano, un ser humano completo, hay que ser esencia. Ser
esencia es, entonces, no sólo una experiencia interior, sino una experiencia total, una vida
completa. La vida es entonces la vida de la esencia, tanto interior como exterior, en la
intimidad de nuestros corazones y en la experiencia compartida con los demás. La esencia
es, pues, lo que dicta nuestras acciones, lo que determina nuestra forma de vivir y lo que
participa de nuestro entorno. Esto es armonía real.

62
ESENCIA

NOTAS

1. Percepción Extrasensorial.
2. Henry Corbin, Creatiue Imagination in the Sufism oflbn'Arabi, trad. De Ralph Manheim,
Bollingen Series 91. Copyright @ 1969, Princeton University Press. Extracto, p. 221.
3. Idries Shah, The Sufis. Copyright 1964, Idries Shah. Reimpreso con premiso de Doubleday
& Company, Inc. Extracto, p. 302.
4. Idries, Shah, The Way ofthe Sufi (Nueva York: E. P. Dutton, 1970), p. 253.
5. Gertrude and Rubin Blanck,Ego Psychology II (Nueva York: Columbia University Press,
1979), p. 34. @ 1979, Columbia University Press. Reimpreso con permiso.
6. "Corriente, flujo". (N. del T.)
7. EIsworth F. Baker, Man in the Trap (Nueva York: Farar, Straus & Giroux, 1974), p. 84.
8. Althea J. Horner, Object Relations and the Deueloping Ego in Theraphy (Nueva York:
Jason Aronson, 1979), p. 76.
9. Althea J. Horner, Object Relations and the Deueloping Ego in Theraphy.
10. Carga de un objeto o idea con energía sexual o libido. (N. del T.).
11. Sigmund Freud, The Ego and the Id (Nueva York: W W Norton, 1960), p. 38.
12. John F. Avedon, Interview with the Dalai Lama (Nueva York: Littlebird Publications, 1980),
pp. 20-21. Citado con permiso.
13. The Tantric View of Life, p. 118. Herbert V. Guenther, @1972. Reimpreso con permiso de
Shambhala Publieations, Ine. Boulder, eo.
14. Herbert V. Guenther, The Tantric _ew of Life, p. 124.
15. D. Lal, trad., The Dhammapada (Nueva York: Farrar, Strauss & Giroux, 1967), pp. 20-21.
16. John F. Avedon, Interview with the Dalai Lama, pp. 63-64. Citado con permiso.
17. Hebert V. Guenther and Chogyam Trungpa, The Dawn of Tantra (Berkeley, CA, y
Londres: Shambhala, 1975), p. 35.
18. Bhagwan Shree Rajneesh, Only One Sky (Nueva York: E. P. Dutton, 1976), pp. 66-67.
Citado con permiso.
19. Idries Shah, The Sufis, p. 395.
20. Henry Corbin, The Man of Light in Iranian Sufism (Boulder, CO, y Londres, Shambhala,
1978), p. 108.
21. The Sirdar Ikbal Ali Shah, The Spirit ofthe East (Londres: Octagon Press, 1973), p. 136.
22. Idries Shah, The Sufis, p. 294.
23. Idries Shah, Thinkers ofthe East (Londres: Jonathan Cape, 1971), p. 26.
24. Idries Shah, Thinkers ofthe East, p. 177.
63
ESENCIA

25. D. M. Martín. "Acount ofthe Sarmoun Brotherhood", en Documents of Contemporary


Dervish Communities, ed. R. W Davidson (Londres: Society
for Organizing Unified Research Cultural Education, 1966), p. 23.
26. P D. Ouspensky, In Search of the Miraculous, p. 86.
27. Satprem, SriAurobindo (Pondicherry, India: Sri Aurobindo Ashram Trust, 1968), pp. 38-39.
Citado con permiso.
28. Satprem, Sri Aurobindo, pp. 60-61.
29. Satprem, Sri Aurobindo, p. 91.
30. Arthur Osborn, The Collected Works of Ramana Maharshi (York Beach, ME: Samuel
Weiser, 1970), p. 29.
31. Arthur Osborn, The Collected Works of Ramana Maharshi, pp. 39-40.
32. Swarni Muktananda, Guru (Nueva York: Harper & Row, 1971), p. 153.
33. El loto de los mil pétalos, situado en la coronilla del cuerpo sutil (N. del T.).
34. Actos rituales tántricos de culto y meditación (N. del T.).
35. Especie de mantequilla clarificada que se elabora en la India calentándola para separar la
grasa del agua (N. del T.).
36. Chakra situado entre las cejas (N. del T.).
37. Swami Muktananda, Guro, pp. 156-157.
38. John F. Avedon, Interview with the Dalai Lama, p. 62.
39. Personificación femenina de una iniciación o fase de sabiduría (N. del T).
40. G. Chang, trad., The Hundred Thousand Songs of Milarepa (Nueva York: Harper & Row,
1970), p. 17.
41. W y Evans-Wentz, Tibetan Yoga and Secret Doctrines (Oxford: Oxford University Press,
1935), p. 312.
42. W y Evans-Wentz, ed., The Tibetan Book of the Great Liberation (Oxford: Oxford
University Press, 1954), p. 138.
43. Lama Anagarika Govinda, Foundations ofTibetan Mysticism (York Beacht, ME: Samuel
Weiser, 1969; y Londres: Rider & Co. 1960), p. 171. Esta y las siguientes referencias citadas
con permiso.
44. Lama Anagarika Govinda, Foundations ofTybetan Mysticism.
45. Lama Anagarika Govinda, Foundations ofTybetan Mysticism, p. 51.
46. Lama Anagarika Govinda, Foundations ofTybetan Mysticism, p. 59.
47. Lama Anagarika Govinda, Foundations of Tybetan Mysticism.
48. Charles Luk, Taoist Yoga (York Beach, ME: Samuel Weiser, 1970).
49. Hemy Corbin, Spiritual Body ando Celestial Earth, trad. Nancy Pearson, Bollingen Series
91, Vol. 2 Copyright 1977 Princeton University Press.
50. C. G. Jung, Psychological Reflections (Nueva York: Harper & Row, 1957), p. 38.

64
ESENCIA

51. Reimpreso de The Death and Rebirth of Psychology, de Ira Progofl; p. 182. Copyright
1956 de Ira Progoff Citado con permiso de Julian Press, Ine.
52. Ira Progofl; The Death and Rebirth of Psychology, p. 187.
53. LamaAnagarika Govinda, Foundations ofTibetan Mysticism, p. 117.
54. Seyyed Hassein Nasr, Sufi Essays (Nueva York: Schocken Books,1977), p. 47.
55. Seyyed Hassein Nasr, Sufi Essays, p. 70.
56. LamaAnagarika Govinda, Foundations ofTibetan Mysticism, p. 115.
57. Henry Corbin, Spiritual Body and Celestial Earth, p. 5.

65
ESENCIA

Capítulo Tres

LA PÉRDIDA DE LA ESENCIA

Si la esencia es lo que somos, nuestra verdadera naturaleza, entonces ¿por qué la


mayoría de la humanidad no está al corriente de ella? ¿Por qué es algo que buscamos? Para
contestar esta pregunta resultará provechoso fijarse en los niños y los bebés desde la
perspectiva de la esencia. En las últimas décadas, muchos han sido los estudios sobre la
infancia realizados por los psicólogos que han sacado a la luz conocimientos útiles.
Naturalmente, estos estudios no se han llevado a cabo desde la perspectiva de la esencia,
sino desde planteamientos sociales, psicológicos o fisiológicos. En general, los han dirigido
investigadores cuyos puntos de vista filosóficos no incluyen la esencia. Ahora, sin embargo,
necesitamos información sobre la esencia y los niños, y podemos obtenerla observando no
sólo con nuestros ojos, sino con las facultades sutiles de la percepción, los órganos sutiles
de los sentidos que pueden ser directamente conscientes de la esencia, sin inferencias de
por medio. Es la única manera de observar y estudiar la esencia. Más tarde podremos
comparar estas observaciones con las de los adultos.
Cuando observamos de esta manera a los bebés y a los niños pequeños descubrimos
que no sólo tienen esencia, sino que están al corriente y se identifican con ella: son la
esencia. La experiencia interior de un bebé abarca principalmente la esencia en sus diversas
cualidades. Esto no significa que el bebé sea conceptualmente consciente de la existencia de
la esencia. Conoce la esencia muy bien, y muy íntimamente, pero sin mediación intelectual ni
cognición. Lo sabemos por la experiencia de los adultos, que descubren su esencia y
recuerdan haberla conocido, de algún modo, durante su infancia. En otras palabras, el bebé
conoce la esencia pero no es consciente de que lo sabe. No es consciente de su presencia ni
de su naturaleza.
El hecho de que los seres humanos han nacido con esencia se conoce desde tiempos
antiguos. El bebé no sólo nace con ella, sino que el niño que ha nacido es la esencia. Al
describirla, Gurdjieff dice: "Debe entenderse que el hombre consta de dos partes: esencia y
personalidad. La esencia del hombre es lo que tiene de propio. La personalidad es lo que 'no
es propio'. El niño pequeño carece de momento de personalidad. Es lo que realmente es. Es
esencia. Desea, prueba, quiere, rechaza, expresa su ser tal y como es."1
Así pues, podemos concluir que la gente nace con esencia, pero que acaba perdiéndola
tarde o temprano. Obviamente, se pierde de algún modo, o es la conexión con ella lo que se
pierde. Esto no significa que un bebé experimente la esencia exactamente igual a como lo
hace un adulto. Un bebé experimenta la esencia sin más, pero en el adulto será más
desarrollada, más amplia, más marcada y más poderosa; funcionará por caminos que en el
bebé sólo son promesas. La esencia del bebé no tiene la inmensidad, la profundidad y la
riqueza de la experiencia de la esencia del adulto. En general, aquella es más liviana y, en
cierto sentido, más diluida. El adulto puede experimentar su esencia de un modo igual de
ligero y poroso, pero tiene más importancia y dimensión. Sus facultades están más desa-
rrolladas y cultivadas. Además, un adulto también tiene la posibilidad de despertar a la
presencia de la esencia y su naturaleza.
Sería interesante observar el desarrollo de la esencia desde la niñez a la madurez
cuando no se produce interrupción o pérdida, porque significaría observar a una persona que

66
ESENCIA

no la ha perdido, o la conexión con ella, pero esta posibilidad es tan rara e improbable que a
todos los efectos prácticos resulta inexistente. Sin embargo, podemos observar qué ocurre
con la esencia del ser humano bajo circunstancias normales desde la infancia a la madurez,
y lo que nos encontramos es una gradual pérdida de la esencia.
Se trata de una realidad que también es conocida desde la antigüedad, al menos por
algunos. El ser humano nace con esencia, pero la pierde al poco tiempo y cuando alcanza la
madurez es apenas consciente de la existencia de una falta o carencia. Esta es la razón por
la que el proceso de descubrimiento y desarrollo interior se considera con frecuencia un
proceso de recordación o retorno. Existen muchas historias didácticas que describen la
pérdida y la recuperación de la esencia. Una de ellas, el "Himno del Alma", narra el proceso
con hermosos y gráficos detalles:

Cuando yo era un niño en el palacio de mi Padre y disfrutaba de la


riqueza y lujo de mis progenitores, mis padres me pertrecharon y me
mandaron lejos de Oriente, nuestro país nativo. Reunieron una rica
carga de sus tesoros, a la vez grande y ligera, que yo debía llevar yo
solo...
Y me armaron con el metal más duro, capaz de romper el hierro,
quitándome el vestido aderezado de gemas y lentejuelas de oro que
confeccionaron para mí porque me amaban. Era una vestidura de color
amarillo, hecha a medida.
E hicieron conmigo un pacto solemne que grabaron en mi mente para
que no pudiera olvidarlo nunca. Dijeron: si vas hacia Egipto y traes de vuelta
la perla que allí encontrarás en medio del mar guardada por la serpiente
devoradora, te pondrás de nuevo la vestidura y sobre ella el vestido de joyas y
te convertirás con tu hermano que está a nuestro lado en heredero de nuestro
reino.
Partí hacia oriente por un camino difícil y terrible acompañado por dos guías,
aunque no estaba preparado para recorrerlo...
Y cuando entré en Egipto, los guías que habían viajado conmigo me abandonaron.
Y emprendí la marcha por el camino más rápido al encuentro con la
serpiente y permanecí junto a su guarida esperando que estuviera dormida
para poder arrebatarle mi perla...
Me vestí como los egipcios para no parecer extraño, como uno que ha
venido de fuera para recobrar la perla, por miedo a que despertasen a la
serpiente contra mí.
Sin embargo, no sé por qué motivo descubrieron que era un extranjero, y
con astucia urdieron un engaño contra mí: probé su comida y ya no supe que
era el hijo de un rey. Me convertí en un sirviente de su rey.
También me olvidé de la perla, por la que mis padres me habían enviado,
y la pesadez de la comida que hizo caer en un profundo sueño.
Mis padres supieron lo que me había sucedido y se afligieron por mí, y se
publicó una proclama en nuestro reino que todos debían encontrar en

67
ESENCIA

nuestras puertas.
Entonces, los reyes de Partia, los de oficio y los grandes de Oriente,
dictaron una resolución sobre mí diciendo que no debía quedarme en Egipto,
y la princesa me escribió expresándose de este modo:

De tu Padre, Rey de reyes, y tu madre, que reinó en Oriente, y de tu


hermano, que es nuestro segundo; a nuestro hijo que está en Egipto, paz.
Levántate y despierta del sueño y escucha las palabras de esta carta y
recuerda que eres hijo de reyes; he te aquí, que has caído bajo el yugo de la
esclavitud. Recuerda la perla por la que fuiste enviado a Egipto. Recuerda tus
vestiduras tachonadas de oro y la gloriosa capa que debías llevar y con la que
debías engalanarte. Tu nombre está en el libro de la vida, y con tu hermano
estarás en nuestro reino...
La carta voló, se iluminó junto a mí y se convirtió toda ella en voz, y ante
su voz y sentimiento empecé a salir del sueño. La alcé, la besé y la leí.
Y lo que en ella había escrito se refería a lo que estaba registrado en mi
corazón, y recordé inmediatamente que era un hijo de reyes despertando mi
anhelo de libertad.
También recordé la perla, por la que había sido enviado a Egipto, e inicié
encantamientos contra la terrible serpiente y la vencí pronunciando ante ella el
nombre de mi Padre...
Así cogí la perla y volví sobre mis pasos para llevársela a mis padres
quitándome aquellas vestiduras raídas, que dejé en aquel país, y dirigiendo
mis pasos de inmediato hacia la luz de la tierra de mis padres en Oriente.
En el camino encontré mi carta, que me había despertado, e igual que
me había hablado despertándome cuando estaba dormido, también me guió
con su luz.
A veces, la vestidura real de seda brillaba ante mis ojos. Su voz y sus
consejos me animaron a ir a toda prisa, con amor, impulsándome hacia
delante...
Y cuando llegué y la recibí y me adorné con la belleza de sus colores,
quedé totalmente engalanado, enfundado en mi maravilloso vestido real.
Y cuando me lo hube puesto, fui alzado a un lugar de paz y homenaje e
incliné mi cabeza rindiendo culto al esplendor del Padre que me lo había
mandado, pues yo había cumplido sus órdenes y él también cuanto había
prometido.
Y a las puertas de su palacio eterno me mezclé entre sus nobles, y él se
alegró de verme y me recibió llevándome con él a su palacio, y todos sus
sirvientes le alababan con dulces voces...2

Sin embargo, esta historia y muchas como ella contemplan el tema desde una
perspectiva metafísica o cosmológica, explicando lo que ocurre en términos generales y pro-
porcionando una idea del conjunto. Esta historia en concreto, por ejemplo, responde a la
68
ESENCIA

pregunta del "porqué" de la pérdida y recuperación de la esencia. Aquí nos proponemos con-
templar la pérdida desde una perspectiva fenomenológica y psicológica, para lo cual
podemos usar la información que nos ayude en el proceso de recuperación o vuelta. Si com-
prendemos cómo se ha perdido la esencia, si lo estudiamos en detalle, seremos capaces de
saber cómo volver atrás, cómo volver, por así decirlo, sobre nuestros pasos.
La esencia se pierde gradualmente, o va quedando tapada (velada ante nuestra
percepción), al tiempo que se desarrolla la personalidad. Tendemos a identificarnos cada vez
más con la personalidad que se desarrolla en respuesta a nuestro entorno hasta que,
finalmente, nos olvidamos incluso de que teníamos una esencia. Terminamos por ex-
perimentar que sólo existe nuestra personalidad, y que somos esa personalidad, como si
siempre hubiera sido así.

Esto nos proporciona la pista para conseguir que nuestra esencia vuelva a emerger:
debemos aprender a dejar de identificamos con la personalidad y con el significado de la
identidad del ego. En realidad, es el principal método que la mayoría de los sistemas de
desarrollo interno emplean. Esta des-identificación, que puede culminar en la experiencia de
lo que técnicamente se denomina muerte del ego, es el principal requisito que necesitamos
cumplir para redescubrir nuestra esencia.
Veamos ahora con más detenimiento y detalle este proceso. Es cierto que la esencia se
pierde gradualmente mientras se desarrolla y crece la personalidad. En el transcurso de unos
pocos años, nuestra conciencia de la esencia va difuminándose lentamente hasta
desaparecer por completo. Esto es así, si consideramos a la esencia como una masa o un
conjunto indiferenciado que se va alejando de nuestra conciencia hasta perderse. Hablando
en término generales, todo esto es cierto, pero si utilizamos mejores lentes y si enfocamos
con mayor precisión nuestros microscopios internos lo veremos de manera diferente.
Sabemos que la esencia de un niño tiene muchas cualidades o aspectos, a los que nos
referimos en el capítulo dos. Cuando el bebé está descansando domina un aspecto diferente
a cuando está activo, que, a su vez, es distinto a cuando está juguetón, etc. Existe una
interacción, una compenetración, entre los diferentes aspectos, dependiendo de la situación,
la actividad, el tiempo, etc.
El niño no sólo experimenta una interacción de muchas cualidades y aspectos, sino que
observamos que, mientras crece, dominan diferentes aspectos de la esencia en diferentes
periodos de su desarrollo. Los aspectos de la esencia que se manifiestan principalmente
dependen de la edad del niño o la fase de desarrollo que atraviesa. Los aspectos particulares
de cada fase o etapa de desarrollo están orgánicamente interconectados con los procesos de
desarrollo específicos de dichas etapas. Por ejemplo, desde los dos meses hasta cerca de
un año el aspecto de la esencia dominante tiene que ver con una especie de mezcla de amor
tierno y fusión con el ambiente, especialmente con la madre. Esto coincide con la fase de
desarrollo que los psicólogos del ego denominan etapa simbiótica, una etapa en la que el
niño todavía no es consciente de la diferencia que existe entre él y su madre. Hacia los siete
meses de edad comienza a dominar otro aspecto más activo, más expansivo en apariencia,
que tiene que ver con la fuerza esencial. En poco tiempo las cualidades de la alegría y la
voluntad se harán dominantes, mientras el niño que empieza a andar se hace más
consciente de su entorno y empieza a explorarlo con placer y cierta sensación de poder.
Entonces, durante un tiempo, asume el dominio el aspecto del valor. De hecho, podemos ver
las etapas del desarrollo de la esencia en relación con las fases de desarrollo del ego.

69
ESENCIA

Los psicólogos del ego conocen el desarrollo de la fuerza, el valor, la alegría, etc., pero
normalmente ignoran que estos aspectos son la esencia. Los consideran como experiencias
emocionales o afectivas de la personalidad mientras se desarrolla y alcanza una estructura
permanente. Dejaremos el tema de las relaciones específicas y precisas que existen entre
los aspectos de la esencia y las etapas del desarrollo del ego para una futura publicación y
utilizaremos aquí la idea general del relativo dominio que ejercen los aspectos concretos de
la esencia durante las diferentes etapas de desarrollo del niño.
Puesto que en las distintas etapas de desarrollo dominan diferentes aspectos con
diferentes funciones, la esencia va perdiéndose aspecto tras aspecto. Es verdad que, en su
conjunto, la esencia se pierde gradualmente mientras se desarrolla la personalidad, pero
dentro de este proceso global observamos muchos procesos específicos cuando varios de
sus aspectos atraviesan diversas vicisitudes hasta que finalmente acaban perdiéndose. Cada
aspecto tiene su propio proceso y atraviesa sus propias vicisitudes, hasta que finalmente
termina quedando enterrado. El total de todos estos procesos menores va completando el
conjunto de un proceso mayor en el que se produce la pérdida de la esencia. Observamos
que el aspecto del amor, por ejemplo, atraviesa altibajos hasta que finalmente se difumina y
se pierde. Y vemos que este proceso es diferente al que atraviesan el valor, la voluntad, la
compasión o el vacío. Ciertos aspectos se pierden antes que otros; algunos lo hacen
repentinamente y otros de manera gradual.
Lo que queremos señalar aquí -algo que ningún otro sistema o tradición ha enfatizado-,
es que aunque la esencia en su conjunto atraviesa un proceso de difuminación hasta su
pérdida final, tiene aspectos específicos que atraviesan diferentes procesos de desarrollo y
diversas vicisitudes. El entorno afecta a la esencia en su conjunto, pero de manera diferente
a sus diversos aspectos. El aspecto del entorno del niño que finalmente apaga su voluntad
podría ser diferente del aspecto que apaga su alegría, por ejemplo. Este conocimiento de la
pérdida de la esencia es de primordial importancia en lo que se refiere a la cuestión de las
técnicas para su recuperación, como mostraremos en el próximo capítulo.

70
ESENCIA

Naturalmente, todos los aspectos de la esencia deben quedar velados por otros para
permanecer en el inconsciente. Si algunos se quedasen en la conciencia tenderían a sacar a
relucir otros de manera espontánea exceptuando, quizás, en casos de disociación grave, que

71
ESENCIA

son la causa de graves patologías mentales. Esto es así porque la esencia tiene la
característica de profundizar cada vez más y desplegar cualquier realidad que encuentre. Si
hay algún aspecto está presente, y no existe grave disociación, por naturaleza arrastrará al
resto de los aspectos a la conciencia.

Podemos entender la relación entre el proceso global de la pérdida con los diversos
procesos menores de pérdidas específicas utilizando un gráfico. Detengámonos en sólo unos
pocos aspectos, por motivos ilustrativos -es decir, los de fusión o unión con el entorno,
fuerza, voluntad y alegría. Los gráficos de la Figura 1 ilustran estos procesos concretos. El
eje vertical expresa la magnitud o la intensidad y el eje horizontal el tiempo en años. Si
colocamos todas las curvas juntas para obtener la curva global que representa la suma de
las cuatro tendremos el proceso de la esencia en su conjunto, como se muestra en la Figura
2.

Esencia

Alegría
Fuerza
Fusión

72
ESENCIA

Voluntad

1 2 3 4 AÑOS

Figura 2. Como podemos observar aquí, la curva global más grande, que representa las
vicisitudes de la esencia, combina las curvas que representan los diferentes aspectos. Es
preciso recordar que existen otras muchas cualidades de la esencia que no aparecen
representadas aquí, y que estas curvas varían de un individuo a otro; sin embargo, las
variaciones mantienen el carácter general de cada curva.
Esta perspectiva no es simplemente académica. Tiene implicaciones de largo alcance
para la formulación de métodos de recuperación y retorno de la esencia. En primer lugar,
podemos ver enseguida que lo que una persona necesita para lograr el retorno de su esencia
no es necesariamente lo mismo que para otra persona. Es cierto que todos perdemos la
esencia, pero el proceso de esta difuminación y pérdida es diferente para cada persona.
Diferentes aspectos están más profundamente enterrados en una persona que en otra. Por la
misma razón, hay aspectos que en unas personas se encuentran más cerca de la superficie
que en otras. Obviamente, los métodos para la recuperación de la esencia deben ser lo
bastante flexibles como para adaptarse a estas diferencias individuales. El método del
esfuerzo que necesita una persona para conseguir liberar un aspecto concreto podría ser
diferente del que precisa otra persona, y los métodos y las actitudes necesarias para liberar
un aspecto concreto serán diferentes de los que se necesitan para otros aspectos de la
esencia. El quid de la cuestión descansa en la especificidad, precisión y flexibilidad con que
enfoquemos nuestros métodos y técnicas.
Podemos contemplar con mayor detenimiento, con mejores lentes de aumento, el
proceso de pérdida y difuminación. Como hemos observado, la esencia se pierde mientras
se desarrollan la personalidad y la identidad del ego. Para comprender esto con una mayor
concreción podemos analizar las vicisitudes de un aspecto concreto de la esencia. Tomemos
como ejemplo el aspecto del amor unificador. Se trata de un aspecto que se encuentra
presente desde el comienzo de la vida, aunque, sobre todo, domina entre los dos y los diez
meses de edad. Este periodo de la vida coincide generalmente con el periodo de desarrollo
del ego, que Margaret Mahler llama fase simbiótica:

A partir del segundo mes, la tenue conciencia del propósito de la


necesidad de satisfacción señala el comienzo de la fase en la que el
niño se comporta y funciona como si él y su madre fueran un
sistema omnipotente, una unidad dual dentro de una frontera
común...
El término simbiótico en este contexto funciona como una
metáfora. A diferencia del concepto biológico de simbiosis no
describe lo que realmente sucede en una relación mutuamente
beneficiosa entre dos individuos concretos de diferentes especies.
Describe este estado de indiferenciación, de fusión con la madre, en
el que el "yo" no se ha diferenciado aún del "no yo", y en el que los
conceptos de fuera y dentro van diferenciándose gradualmente.3

73
ESENCIA

En esta fase del desarrollo del ego, el niño no es consciente de la madre ni de sí mismo
en cuanto individuos distintos por derecho propio. El ego no se ha escindido. La madre y el
yo constituyen todavía una unidad, una unidad dual. En el estudio del niño, descubrimos que
cuando experimenta la unidad dual sin conflicto o frustración alguna, su estado esencial es el
de amor fusionante o unificador. Se trata de un tipo de amor placentero, dulce y tierno. El
niño está tranquilo, feliz y satisfecho.
Sin embargo, como hemos señalado anteriormente, el niño no es consciente
intelectualmente, o desde la perspectiva de un observador, de la esencia. Él es la esencia,
pues en esta fase experimenta la unidad dual de la fase simbiótica como esencia fusionante.
De lo que es apenas consciente es de la presencia de la madre y de sí mismo como "uno", y
este "uno" se siente como amor fusionante. Como dice Mahler, no existe todavía
diferenciación entre el mundo exterior e interior, entre el yo y la madre. Es una unidad dual, y
esta es su percepción. Sin embargo, realmente está experimentando el aspecto unificador de
la esencia. El niño no sabe que él mismo es el amor fusionante, pues todavía no existe un
sentido diferenciado del yo en esta fase. Por eso, justo al comienzo de la formación del ego
existe la impresión de que la unidad dual es la esencia fusionante. Esta impresión inicial y
rudimentaria del niño resulta defectuosa porque la esencia fusionante es él mismo, pero para
nosotros, en esta impresión equivocada se encuentra la raíz de la personalidad. Esta relación
de unidad dual con la esencia fusionante permanece en el inconsciente, en la raíz de la
personalidad durante el resto de la vida del individuo.
Es una cuestión sutil pero de fundamental importancia para comprender la relación de la
personalidad con la esencia. Siempre que existe una merma en la unión simbiótica, en la
unidad dual con la madre, el niño experimenta la pérdida de la esencia fusionante. Esto es
así porque, para él, el aspecto del amor fusionante o unificador de la esencia es él y su
madre juntos, así es como lo siente. No se trata de algo introspectivo, pues desde el punto
de vista de un observador no es consciente de la presencia de este aspecto de la esencia.
Disfruta del amor fusionante, pero lo siente como la unión indiferenciada con la madre.
Mentalmente, en el nivel primitivo de su ego, asocia la proximidad amorosa con la madre con
el amor fusionante de la esencia.
Cuando deja de existir esta proximidad, esta unidad simbiótica satisfactoria, el amor
fusionante de la esencia, desaparece. Puede perderse por muchas razones: rechazo de la
madre, distancia respecto a ella, frustración o excesiva inclinación por su parte, abandono
físico, emocional o pérdida real, por mencionar unos pocos ejemplos.
Siempre termina por ocurrir, puesto que no existe una relación perfecta entre la madre y
el niño a causa de muchos factores, la mayor parte inevitables. No obstante, puede suceder
de muchas formas diferentes, algunas más dolorosas, repentinas o antes que otras. Nos
llevaría muy lejos de nuestro objetivo entrar en detalles aquí. Sólo necesitamos saber que la
esencia fusionante se pierde en algún momento.
El niño experimenta simultáneamente la pérdida del amor fusionante y de la relación
simbiótica, satisfactoria y positiva, con la madre. Aunque tiene la sensación de perder el
amor fusionante, cree que ha perdido la unidad dual. Empieza a sentirse incompleto porque
ha perdido una parte esencial de sí mismo, su amor fusionante. Sólo lo percibe vagamente,
subconscientemente, por así decirlo, pero lo que sufre es la pérdida de la relación simbiótica
gratificante con la madre, por lo que asume que esa sensación de estar incompleto es el
resultado de la pérdida de esta relación. De hecho, cree subconscientemente, y a la vez

74
ESENCIA

inconscientemente, que la parte propia que ha perdido es la madre. Esto puede suceder
fácilmente porque en la fase simbiótica aún no existe una diferenciación entre el yo y la
madre. Cuando el niño empieza a diferenciar y la madre se convierte en una persona más
individual, sólo puede pensar que lo que está perdiendo es a su madre.
Existe, además, otro punto sutil en la fase simbiótica. El niño siente que algo le ha dejado,
algo que para él significa la "buena madre". Durante la fase simbiótica es incapaz de percibir
que pierde algo porque "él" no existe aún como persona diferente, no en su mente. Por eso,
más adelante, cuando el individuo contempla la pérdida de la esencia fusionante, sólo es
capaz de pensar que se trata de la pérdida de la "buena madre". Esto es porque, entonces,
se siente como individuo diferente y no puede funcionar u operar como una unidad dual, al
menos no conscientemente. En su más profunda inconsciencia, la pérdida de la esencia
fusionante es comparable con la pérdida de la unidad dual. (No puede ser consciente de ello,
pues de lo contrario perdería la esencia de su ser en cuanto individuo diferente.)
Cuando se pierde, el amor fusionante deja en su lugar un vacío, un hueco, un agujero
dentro del ser. El amor fusionante de la esencia es una plenitud, algo que está ahí. Se trata
de una plenitud delicada y suave, una presencia sustancial. Por eso su pérdida provoca una
experiencia de ausencia, una falta que el niño siente con intensidad y dolor. Cuando un
adulto siente este vacío o agujero, normalmente lo experimenta como una sensación de algo
que está incompleto, una falta o una privación profunda.

Para el niño, este vacío es demasiado doloroso de soportar. Lo siente tanto emocional y
física como dolorosamente, pero, además, experimenta como una amenaza ante el reciente
proceso de formación de la estructura del ego. Es una estructura todavía demasiado débil y
frágil para tolerar semejante pérdida, que acontece justo al comienzo de las etapas de la
formación del ego. El ego todavía necesita la experiencia de la unión simbiótica gratificante
para su frágil y vacilante cohesión. Permitir esta experiencia en la que uno pierde su esencia
fusionante, que para la mente del niño significa la pérdida definitiva de la "buena madre",
resulta demasiado demoledor. El niño todavía siente la necesidad de la "buena madre" para
su supervivencia tanto física como psicológica, por lo que sufrir esta pérdida le producirá una
gran ansiedad: el miedo a la disolución o a la aniquilación total.
Por eso, el niño aprende a ser insensible a la pérdida y su consiguiente vacío. Aprende a
llenar el vacío, a cubrirlo, a enterrarlo. No sólo lo relega al inconsciente, sino que lo llena con
toda clase de emociones, creencias, sueños y fantasías.

Existen dos maneras principales con las que un niño puede llenar el hueco dejado por la
esencia fusionante. O niega su existencia por completo y fantasea la presencia de la cualidad
ausente (considerada aquí como la presencia de la unión simbiótica gratificante con la
madre), o adopta actitudes, rasgos, maneras, sueños y fantasías diseñadas para recuperar la
parte perdida. En realidad, son intentos por recuperar la unidad simbiótica gratificante con la
madre. En el primer caso, inventa una cualidad falsa; en el segundo, trata de conseguir la
fusión desarrollando ciertas partes de su personalidad. Lo más normal es que el niño
combine ambas estrategias en diferentes proporciones.

75
ESENCIA

Estos intentos están diseñados para llenar el vacío dejado por la pérdida de la esencia
fusionante, que se rellena a base de partes de la personalidad. Es lo que los psicoanalistas
del ego llaman auto-representaciones. Edith Jacobson, una de las principales teóricas de la
psicología del ego, define de esta manera las auto-representaciones:

A partir de los siempre crecientes rastros de la memoria de las


experiencias instintivas placenteras o no, emocionales, funcionales
o imaginativas, y de la percepción con la que se van asociando,
emergen imágenes de objetos de amor así como las del yo corporal
y psíquico. Al principio vagas y variables, gradualmente se amplían
y desarrollan formando representaciones psíquicas internas
consistentes y más o menos realistas del mundo objetivo y del yo.4

No estamos diciendo que todas las auto-representaciones que conforman la identidad del
ego sean intentos para suplir ese hueco; algunas no cumplen esta función. Lo que afirmamos
es que lo que llena ese vacío se convierte en parte de las auto-representaciones. De hecho,
afirmamos que conforman las auto-representaciones más vitales. Los psicólogos del ego y
los teóricos de las relaciones objetivas no dicen nada sobre vacíos o agujeros que llenar. No
son conscientes de la esencia o de su pérdida. Para ellos, el ego y su identidad (el yo) están
formados por la organización de las auto-representaciones.
"Shafer (1976), interesado en una utilización más precisa de los términos yo e identidad,
escribe: 'Yo e identidad sirven a modo de coordenadas que el niño organiza (separa,
individualiza) a partir de su experiencia subjetiva inicial indiferenciada de la matriz madre-
hijo.' "
Aceptamos enteramente esta interpretación del desarrollo de la personalidad. No
contradecimos ninguna premisa de la teoría de las relaciones objetivas del desarrollo de la
personalidad. Sólo estamos aportando la interpretación de que las principales islas de las
auto-representaciones, además de formar el sentido de la identidad, funcionan para llenar los
agujeros provocados por las pérdidas de la esencia. Hasta ahora sólo hemos hablado de la
pérdida del amor fusionante. La pérdida de otros aspectos de la esencia dejan otros agujeros
y carencias.
Casi todos los seres humanos llenan el vacío del amor fusionante con ciertos sectores de
la personalidad. Todo el mundo pierde el aspecto del amor fusionante de la esencia con
ocasión de la pérdida o frustración de la unión simbiótica con la persona que le ha criado. A
todos se nos abre un vacío que llenamos desarrollando partes de la personalidad, ya sea
mediante falsas fusiones o intentos por lograr aquel estado de simbiosis. Todas las
variaciones que se den serán sobre el mismo tema.
Como vemos, la cuestión del amor fusionante es uno de los determinantes inconscientes
que motivan a los adultos hacia relaciones amorosas íntimas, así como la razón que subyace
en las dificultades que surgen en las relaciones. La psicología sabe muy bien que las
personas ven a la madre en sus amantes. Esto ocurre, naturalmente, porque las personas
sienten y creen profundamente que su condición de seres incompletos desaparecerá y sus
anhelos serán satisfechos recuperando la relación de fusión gratificante que mantenían con
la madre, ahora sustituida por una persona del sexo opuesto. Probablemente, este es el
origen de la idea de que un amante del sexo opuesto es nuestra "segunda mitad" o nuestro

76
ESENCIA

ser complementario.
Pero lo que la persona realmente quiere y echa de menos es parte de su esencia, el amor
fusionante, y no el amante o la relación con él o ella. El individuo cree que lo que ha perdido
es la otra mitad, o la relación íntima, porque eso es lo que el niño alcanzó a distinguir en el
momento de la pérdida original. El adulto, como el niño, no sabe conscientemente que lo que
pierde es parte de sí mismo. Por eso, la búsqueda de la plenitud se dirige hacia fuera, por
mucho que lo único que en realidad arreglaría las cosas es la recuperación del aspecto
perdido de la esencia, el amor fusionante. El amante o la relación no son más que un pobre
sustituto, y normalmente recibirá las culpas de la-frustración, aunque no tenga mucho que
ver con ello. No estamos condenando las relaciones amorosas íntimas o el deseo de vivirlas,
sino tratando de explicar una de sus dinámicas, una dinámica que si no se comprende y
resuelve suele provocar una gran confusión y diversos conflictos en lo que se refiere a dichas
relaciones.
Hemos visto cómo se desarrolla un segmento de la personalidad como aspecto cuando
se pierde la esencia. Es posible seguir las vicisitudes de cada aspecto de la esencia, y
analizar las situaciones específicas de la infancia provocadas por su pérdida: veremos que
en cuanto se pierde un aspecto de la esencia se crea un agujero o vacío ocupado después
por el desarrollo de cierto sector de la personalidad que vendrá determinado por el aspecto
particular de la esencia perdida, y por la situación o situaciones específicas de la infancia que
condujeron a su pérdida.
Con el tiempo, no quedará esencia en la experiencia consciente de la persona. En su
lugar habrá muchos agujeros: todo tipo de profundas carencias y lagunas. Sin embargo, la
persona no será normalmente consciente de su estado perforado, sino que pensará que su
personalidad es el relleno que cubre la conciencia de estas carencias. Por eso, las personas
que son conscientes de la esencia consideran falsa esta personalidad. Sin embargo, la
persona cree sinceramente que de lo que es consciente es de sí misma, ignorando que se
trata únicamente de un relleno, capas de velos que cubren sus experiencias originales de
pérdida. Normalmente, lo que queda de la experiencia de la esencia y su pérdida es una
vaga sensación de estar incompleto, una insistente sensación de falta, que se incrementa y
profundiza con la edad. Sin embargo, esto es cierto sólo para lo que llamamos una persona
normal, de personalidad equilibrada, el están dar cultural de equilibrio psicológico.
Pero para muchos otros, para quienes las dificultades de la infancia fueron demasiado
dolorosas para lograr que su personalidad se desarrollase convenientemente, la sensación
de deficiencia y de estar incompletos es mucho más aguda, dolorosa e frustrante.
La condición resultante de confundir la personalidad con la verdadera identidad y con la
dueña de nuestra vida es lo que los sufíes llaman el estado del sueño. El maestro sufí Sanai
de Afganistán lo explica de este modo: "La humanidad está dormida, interesada sólo por lo
que es inútil, viviendo en un mundo equivocado."
La esencia se ha ido, pues, y la personalidad reclama su puesto. El escudo reclama ser la
esencia. La mentira reclama ser la verdad. N o es de extrañar que se diga que el hombre
vive al revés. La historia sufí que cuenta cómo los sirvientes de una mansión se apoderan de
ella cuando el amo la abandona durante un largo periodo de tiempo ilustra detalladamente
esta situación. Con el tiempo se olvidan de que son los sirvientes; olvidan sus auténticas fun-
ciones y su posición. Al final, incluso creen que son los dueños de la casa.
Las personas normales que se identifican con su personalidad son incapaces de entender
o apreciar el significado y las consecuencias de largo alcance provocadas por esta sub-
77
ESENCIA

versión. Las personas normales, equivocadamente, creen que su personalidad es su propio


yo. Carecen del contexto necesario para comparar la experiencia de su personalidad con lo
que han perdido. Sólo pueden comparar a partir de las experiencias de su personalidad. Para
ellas, la belleza y la maravilla de la esencia han desaparecido por completo.
Reprimir los diversos vacíos y las dolorosas emociones provocadas por estas pérdidas
exige reprimir y aislar por completo y eficientemente la esencia y sus diversos aspectos, pues
si emerge a la conciencia acarreará estas deficiencias Y los dolorosos recuerdos que
conlleva.
El organismo humano contiene muchas facultades de percepción. El ser humano normal
dispone de los sentidos físicos, pero existen muchos otros órganos o facultades de
percepción sutiles o, en cierto modo, invisibles. Se trata de facultades para ver, oír, oler,
palpar, etc., que tienen que ver con la percepción del reino interior, el de la esencia. También
existen facultades para la intuición, el conocimiento directo, la síntesis, el discernimiento, etc.
Todas estas capacidades son impulsadas por la sustancia de la esencia. La esencia es quien
las anima. Es su vida y su luz. Así lo sugieren los claros versos del Corán: "Alá es la luz del
cielo y de la tierra. Su luz es como una lámpara en una hornacina de color. La lámpara está
dentro de un cristal, que es como un cuerpo celestial perlado. Está encendida de un olivo
bendito, ni del este ni del oeste, cuyo aceite mismo casi resplandece sin que lo toque ningún
fuego. Luz sobre luz" (traducción del autor).
Los órganos de la percepción son, de hecho, partes de la esencia; son sus órganos y
facultades. Por eso, cuando la esencia resulta amputada, el combustible de estas facultades
desaparece, su luz se desvanece Y la mayoría de las veces se apaga. La persona pierde no
sólo su esencia sino también sus diversas facultades Y órganos sutiles de percepción y de
acción interna.
Los órganos y facultades están relacionados con varios centros de energía que animan
tanto el cuerpo como la mente. Se trata de una gran diversidad de centros a los que nos
referimos en el capítulo dos, y que operan en diferentes profundidades del organismo. Está el
nivel de los chakras, que son centros conectados a los diversos plexos del sistema nervioso;
el nivel más profundo de los lataif, que están conectados con sistema glandular; el nivel utili-
zado por Gurdjieff, formado por los tres centros en el vientre, el corazón y la cabeza, y
existen otros niveles cuyos núcleos, más profundos, son invisibles excepto para la esencia.
Para que la esencia quede reprimida por completo y eficientemente, estos centros sutiles y
energéticos deben estar desconectados o, como máximo, se les permite funcionar dentro de
un mínimo de actividad y la mayor parte del tiempo de manera distorsionada o
desequilibrada.
Esto produce una insensibilización y una amortiguación global del cuerpo y sus sentidos,
así como el estrechamiento y rigidez de la mente y sus funciones. La persona que sólo
conoce la personalidad no es consciente de lo insensible y rígida que es, pues desconoce lo
sensible y refinada que puede ser. Ignora lo sutiles, delicadas y claras que sus percepciones
y acciones pueden llegar a ser. Desde la perspectiva de la esencia, esta persona es un bruto
que carece de sensibilidad.
La pérdida de la esencia, la represión de los órganos y facultades sutiles, el apagado y
distorsión de los centros sutiles y energéticos, así como el resultado global de insensibilidad,
todo conduce a una general pero devastadora pérdida de perspectiva. El individuo ya no
78
ESENCIA

conoce el significado de la vida, del ser, de la existencia. A partir de entonces desconoce por
qué está vivo, qué se supone que hace, adónde va y, mucho menos, quién es. En realidad,
está completamente perdido.
Sólo puede mirar en su personalidad, en el entorno que la creó, y vivir de acuerdo con los
estándares de la sociedad que le rodea, tratando en todo momento de defender y reforzar la
identidad de su ego. Piensa que no se encuentra perdido porque siempre está intentando
cumplir con ciertos estándares de éxito y realización, tratando de realizar los sueños de su
personalidad, aunque no hace más que confundir el significado de todo.
Ya no se trata de la vida del ser, sino únicamente la de la personalidad, que en su
verdadera naturaleza es falsa y está llena de sufrimiento. Hay tensión, contracción, res-
tricción. No existe libertad para ser y disfrutar. La verdadera orientación que conduce hacia la
vida de la esencia, la orientación que conduce a la vida del ser humano armonioso está
ausente o distorsionada.
Esta pérdida de perspectiva y orientación conduce a la pérdida de la realidad. El individuo
sólo ve y persigue ilusiones, pues las confunde con la realidad. No estamos hablando aquí
únicamente de individuos neuróticos y patológicos. Es verdad que estas personas no ven la
realidad del ciudadano medio o equilibrado de la sociedad, pero esto quiere decir que
ignoran la realidad de la personalidad, que está distorsionada, es incompleta o demasiado
rígida.
Aquí nos referimos, sobre todo, a las personas normales y equilibradas, que poseen una
personalidad más o menos íntegra y que funciona bien. Estas personas ven únicamente la
realidad de su personalidad, pero ya hemos visto qué tipo de realidad es esta y cual es su
verdad: no se trata del ser sino de un impostor que pretende ser la verdad.
El aspecto más importante Y trágico de esta pérdida de la realidad consiste en la
imposibilidad de llegar a ser un ser humano completo, un individuo que no ha perdido su
elemento humano, su esencia. En un sentido estrictamente real, un individuo que no está
conectado con su esencia no es un ser humano, puesto que el elemento humano es la
esencia de cada uno. No es todavía más que una promesa, un germen de ser humano. Esta
es la razón por la que algunos sabios del pasado dijeron que sólo los "sabios", aquellos que
son capaces de conocer y ser la esencia, son humanos. EI-Ghazali, el sufí del siglo XI, lo dijo
así: "La sabiduría es tan importante que podría decirse que la humanidad está compuesta
únicamente por los Sabios."
Pero la condición de la mayor parte de la humanidad resulta incluso más trágica que todo
esto. No es sólo que la persona haya perdido su humanidad, es que el individuo ha perdido
su existencia, en el sentido más real de la palabra. Un individuo que no es, que no es su
esencia, no existe realmente. No está en contacto con la existencia porque esta, como
hemos visto, es el aspecto más profundo y característico de la esencia.
La experiencia de semejante individuo, tanto normal como patológica, es la experiencia
de la personalidad y, como hemos visto, la naturaleza más profunda de la personalidad
constituye una deficiencia, un agujero, una ausencia, una no-existencia. Añadiremos a las
palabras de EI-Ghazali que no sólo es verdad que la humanidad está formada por los sabios,

79
ESENCIA

sino que, además, en el sentido más fundamental, sólo existen los sabios.

1. P.D. Ousspensky, In Search of the Miraculous (Nueva York: Harcourt, Brace&World,


1949), p. 232. Citado con permiso.
2. M. R. James, trad., The Apocryphal New Testament (Oxford: Oxford University Press,
1924). Citado con permiso.
3. Margaret S. Mahler et al., The Psychological Birth of the Human lnfant (Nueva York: Basic
Books, 1975), p. 44.
4. Edith Jacobson, The Self and the Object World (Nueva York: International Universities
Press, 1980), p. 19.

80
ESENCIA

Capítulo Cuatro

LA RECUPERACIÓN DE LA ESENCIA

Puesto que casi todo el mundo pierde la esencia, muchos podrían pensar que se trata de
algo frágil y que se suprime o pierde fácilmente. Sin embargo, eso es así sólo en apariencia.
Para ver la realidad de lo que ocurre se necesita una indagación más a fondo y detallada,
una investigación más profunda que nos demostrará que, en realidad, no se suprime o pierde
con facilidad. Por el contrario, veremos que lleva un largo tiempo, con influencias muy
poderosas en contra, lograr que la esencia se desvanezca y quede finalmente enterrada.
Una manera de constatarlo consiste en observar cómo se comportan los niños fuertes en
su salud emocional, su vivacidad, su alegría y su apasionada participación en el desarrollo de
sus actividades. Los vemos recuperarse después de muchas desilusiones, errores y
contrariedades. Recuperan su vivacidad y alegría una y otra vez durante años antes de que
vayan perdiéndose y reprimiéndose lentamente. La realidad es que todo esto sucede en un
entorno hostil y contradictorio, despiadada y constantemente en contra, que ignora y lastima
el ser del niño durante años enteros, antes de que sucumba hasta la supresión. El poder,
elasticidad y fuerza de la esencia son enormes. Es la fuerza de la vida misma, la fuente
principal de vitalidad y vigor.
Pero en casi todas las comunidades humanas la esencia acaba siendo sin esperanza
superada en número y estrategia hasta que quedar aplastada. Casi todas las fuerzas e
influencias del entorno le son hostiles o, al menos, nada comprensivas. Casi todas las
fuerzas sociales, educativas, religiosas e incluso familiares, a sabiendas o no, están en
contra o incluso son hostiles a la esencia del niño, que siempre es mal comprendida,
ignorada o rechazada y, con frecuencia, insultada, pisoteada Y herida. No nos estamos
refiriendo sólo a experiencias traumáticas aisladas. Hablamos de casi todo el tiempo, en
todas las interacciones con el entorno y las personas que lo ocupan.
Y todo esto ocurre porque el entorno está gobernado por la personalidad, ya sea normal o
patológica. Todas las instituciones de la sociedad, excepto en algunos ejemplos aislados,
están formadas, dirigidas y pobladas por la personalidad, que ha usurpado el lugar de la
esencia. Y la personalidad, por su misma naturaleza, por su existencia, es contraria a la
esencia e ignora su naturaleza. Y no sólo esto, sino que su misma existencia está
amenazada por la esencia, que descubre su vacuidad, desnuda sus daños y deja al
descubierto su falsedad. En el capítulo anterior hemos visto que la personalidad se desarrolla
en un proceso caracterizado por la pérdida de la esencia con el objetivo de suplir el vacío
resultante y ocultar dolorosas carencias. La personalidad usurpa el lugar de la esencia. Su
verdadero fundamento consiste en la ausencia de la esencia. Por consiguiente, el
afloramiento de la esencia amenaza los mismos fundamentos de su existencia. La
personalidad no puede entender a la esencia. No está en situación de simpatizar con ella y,
en la mayoría de los casos, se opone por completo a ella.
Podemos ver, pues, la grave situación del niño, su soledad y aislamiento Y la
desesperanza de su posición, pues al margen de cuánto lo amen sus padres, con toda
seguridad malinterpretarán Y reprimirán su ser, que es la esencia. En su mayor parte, los

81
ESENCIA

adultos son personalidad, y no importa cuánto lo intenten evitar, malinterpretarán Y herirán la


esencia del niño. Ven la realidad desde la perspectiva de la personalidad, que se basa en la
ausencia, no en la existencia de la esencia, y mucho menos en su importancia y su valor.
En la actualidad, las influencias negativas sobre el desarrollo del niño ocasionadas por la
falta de amor, afecto y respeto de los padres, son más o menos comprendidas y conocidas.
La psicología profunda moderna ha demostrado con mucho detalle cómo los conflictos y las
distorsiones emocionales del carácter son principalmente resultado de las experiencias
tempranas de la infancia. Este conocimiento ha contribuido en gran medida a mejorar tanto la
educación como la terapia.
Sin embargo, todos estos conocimientos se siguen vinculando a la personalidad y no con
la esencia. Esta nueva interpretación analiza cómo surgen las dificultades en la personalidad
y qué medidas pueden tomarse para superarlas. El enfoque se dirige todavía hacia la
patología de la personalidad, su génesis y su profilaxis, sin aportar nada sobre la esencia.
Un padre que ama, cuida y apoya a su hijo contribuye a que el desarrollo de su
personalidad sea más equilibrado y saludable, oponiéndose en menor medida al ser del niño,
pero sigue siendo todavía algo muy distinto a conocer y comprender la esencia, y a contribuir
para que se desarrolle según su propia verdad. Al margen de lo cariñosos que sean los
padres con sus hijos, mientras la personalidad sea el centro de su vida, lo seguirá siendo de
sus hijos. Terminarán adoptando la personalidad como centro y enterrando la esencia.
Así pues, el problema no reside en una falta de buenas intenciones y buena voluntad. Se
trata de la falta de algo mucho más importante; la falta de orientación, de perspectiva y de
comprensión correctas. Como vimos en el capítulo dos, la mayoría de la gente no reconoce
su esencia, pero es que tampoco consigue reconocer la de los demás, incluyendo a sus
hijos. No serían capaces incluso aunque quisieran. De hecho, están obligados a ignorarla, so
pena - de enfrentarse con su personalidad, con sus pérdidas y sus carencias.
No estamos diciendo que la personalidad tenga que ser perjudicial y opuesta a la
esencia. Estamos señalando el hecho de algo que ocurre normalmente, y que esto así, prin-
cipalmente, porque la personalidad está convencida de que ella misma es el verdadero ser y
el núcleo del ser humano. Esta usurpación de la posición de la esencia (los sirvientes
convertidos en amos de la casa) crea una perspectiva y orientación contrarias a la de la
esencia.
Tomemos un ejemplo para ilustrar esta distorsión de la perspectiva. La personalidad sólo
puede pensar que el amor propio es el resultado, normalmente, de ciertas acciones y éxitos.
El amor propio surge como consecuencia del éxito en la vida social o profesional, pero para
quien se mueve en un nivel más sutil de la existencia, el amor propio surge como resultado
de vivir y actuar según sus propias convicciones y principios. En niveles todavía más sutiles,
el amor propio se acumula como resultado de ser sincero con las motivaciones y los
sentimientos propios más profundos.
Esto resulta lógico y comprensible, pero no es aún la perspectiva de la esencia, desde la
cual el amor propio no es el resultado de nada. El amor propio, cuando es real, es el valor de
la esencia, y el valor de la esencia no es otra cosa que la esencia misma en uno de sus
aspectos. El valor, en el sentido de valía, y de acuerdo con esta perspectiva, no es algo que
ganemos; es nuestra propia naturaleza. La esencia es valor. Y si tratamos de obtenerlo como
resultado de algo entonces deja de ser auténtico. Sólo estaría rellenando un agujero
determinado, un agujero producto de la pérdida de nuestro verdadero valor, que es un

82
ESENCIA

aspecto importante de nuestra esencia. De hecho, cualquier intento por conseguir valor
superándose en cualquier empeño, externo o interno, nos desposeerá del verdadero valor, el
valor absoluto de la esencia en la que somos valor, sin que tenga que ser atribuido a nada.
No se trata de criticar el tratar de conseguir la excelencia, sino de separar la excelencia
de la necesidad del valor. La correcta relación implica que la excelencia sea resultado del
valor y no al revés.

EL ENFOQUE DIAMANTE

Las enormes y omnipotentes fuerzas e influencias que reprimen la esencia son las mismas
que impiden su recuperación. Por eso resulta extremadamente difícil para la mayor parte de
la gente superar los obstáculos que permiten reconocer la esencia o la vida desde su
perspectiva. Durante la infancia, las fuerzas que lo impiden provienen en su totalidad del
exterior, pero en la edad adulta se extienden hacia el interior y se apoderan de la mente y del
cuerpo. En el proceso del desarrollo del ego el individuo asimila su personalidad a partir del
entorno hasta convertirse él mismo en la personalidad. El enemigo de la esencia, pues, ya no
se encuentra únicamente en el entorno. Ahora, el mayor adversario es la propia personalidad
de cada uno.
La personalidad, tanto hacia el interior como hacia el exterior, funciona a todos los niveles
para consolidar su posición central y de dominio. La vida se convierte en su vida. Esto ocurre
en todos los caminos que podemos ver, así como en otros más sutiles que la mayor parte de
la gente conoce. Por eso, el empeño en recuperar la esencia consiste principalmente en
luchar contra la personalidad hasta que renuncie a su autoridad y rinda su posición ante el
verdadero amo, la esencia humana.
Este empeño, que la mayoría de las enseñanzas orientadas hacia la esencia denominan
la Obra, se convierte para las personas entendidas en la tarea más digna que el hombre
puede llevar a cabo, porque sin ella seguirá siendo una mera promesa de ser humano y no
logrará realizar la auténtica vida humana. Sin la realización de la esencia, todas las demás
tareas están abocadas al sinsentido, al desperdicio. Es como si a un manzano no se le
permitiese tener manzanas. En realidad, es peor, como si una larva nunca llegara a
convertirse en mariposa.
A lo largo de la historia y en todo el mundo siempre ha habido sistemas de pensamiento y
escuelas que emplean sus propios métodos según sus particulares maneras de entender la
condición humana. Todos estos métodos son formas de abordar o superar la personalidad, o
una combinación de las dos. Por lo general, los enfoques que son objetivos en sus métodos
han conseguido un éxito mayor; objetivos en el sentido de que tienen en cuenta las mentes
de las personas que tratan de aprender y no sólo la subjetividad y las preferencias
personales del maestro. Las enseñazas y sus métodos se formularon inteligentemente y se
transmitieron considerando la comunidad específica implicada y prestando atención al tiempo
y lugar de la tarea. Normalmente, ha de hacerse de forma que la enseñanza pueda ser
absorbida y digerida por la mentalidad específica dominante en esa comunidad en el
momento de su puesta en práctica. Es cuestión de disponer de hábiles recursos para
transmitir las enseñanzas de la esencia y su liberación de la manera más eficaz.
Hasta cierto punto se pueden utilizar todavía enfoques más antiguos, especialmente si se

83
ESENCIA

modifican para adecuarse a los tiempos modernos y comunidades actuales. Sin embargo, no
es de esperar que sean tan efectivos como lo fueron entonces, en sus entornos originales y
en la época en fueron formulados. Por ejemplo, las antiguas enseñanzas de los cabalistas
judíos y de los cristianos esotéricos se proyectaron en la forma de cielo e infierno, habitados
por jerarquías de ángeles y demonios. Estas formulaciones podrían ser útiles para
comprender ciertas ideas y actitudes, pero difícilmente serán herramientas efectivas para que
una persona del siglo XX llegue a comprender su vida, y mucho menos para utilizarlas con
efectividad en su liberación. Esta idea se aclara aún más si consideramos a un
norteamericano de la región central del país que trata de comprenderse a sí mismo y de
liberarse utilizando imágenes hindúes de Krishna y Shiva. Para entender realmente lo que
estos nombres significan en la mentalidad hindú tendría que comprender su lenguaje y estar
empapado y saturado del inconsciente indio, lleno de imágenes de dioses y diosas. Las
imágenes de Krishna y Shiva son efectivas sólo en una mente cuyo inconsciente se
desarrolló en la India, donde formaron parte de la realidad de su infancia. Muchas personas
se sienten todavía atraídas por estas antiguas formulaciones, pero esto se debe, sobre todo,
a consideraciones románticas o estéticas, no a su efectividad o eficiencia.
Por lo tanto, en lugar de extendernos sobre algunos de los diversos métodos antiguos de
la Obra, centraremos nuestra atención en un enfoque específico, el Enfoque Diamante, que
se formuló en la pasada década y toma en consideración la situación actual, situación en que
la humanidad está cayendo decididamente bajo la influencia y el dominio cultural de la
civilización occidental basada en la ciencia, la tecnología y la racionalidad.
Aunque la civilización moderna occidental se caracteriza sobre todo por su ciencia y
tecnología, también resulta significativo su conocimiento del funcionamiento de la mente. La
psicología profunda, promovida por Sigmund Freud, ha arrojado una gran cantidad de luz
sobre un aspecto olvidado del funcionamiento interno de la personalidad y sobre la dinámica
de su desarrollo. Sabemos positivamente, según aseguran ciertas fuentes, que algunos de
estos conocimientos ya estaban a disposición de algunas de las antiguas escuelas de la
Obra, pero, por lo general, estas mismas fuentes no valoran los nuevos descubrimientos, que
son tan fundamentales para el entendimiento de la mente y de la personalidad que obligan a
una revisión de sus técnicas. Es cierto que los budistas conocen bien el funcionamiento
fenomenológico de la mente, como atestiguan los textos de Abhidharma. Los sufies
comprendieron los condicionamientos, las funciones de las emociones y muchas otras cosas.
Pero fue la psicología profunda occidental la que descubrió y formuló de una forma muy útil
los conceptos del inconsciente, la represión, la transferencia, la psicodinámica de la
estructura mental, etc.
Antes de Freud, la naturaleza de la sexualidad infantil y su importancia para el desarrollo
de la estructura de la personalidad nunca fue analizada como tal. En la actualidad, la
psicología del ego, la psicología del yo y la teoría de las relaciones objetivas, entre otras, han
aportado a nuestro conocimiento una comprensión específica y profunda de cómo se
desarrollan la personalidad y la identidad del ego.
En la antigüedad estos temas sólo se conocieron de una manera general y vaga. Poseían
un conocimiento básico de la naturaleza de la personalidad que los psicólogos con-
temporáneos no tienen todavía, pero la psicología moderna ha descubierto y desarrollado un
conocimiento de la personalidad que los antiguos no imaginaron posible, al margen de su
sabiduría. La sabiduría en sí no implica necesariamente el conocimiento de los datos
84
ESENCIA

concretos, de cómo funciona la personalidad humana.


No tratamos de comparar la psicología moderna con la antigua. Los nuevos
conocimientos psicológicos se complementan con la sabiduría básica antigua. Cuando
muchos autores modernos escriben sobre los métodos de la Obra tienden a ignorar o incluso
a despreciar los últimos y decisivos descubrimientos sobre el funcionamiento de la mente y el
desarrollo del ego. A nuestro modo de ver, se debe a que estos autores no han sido capaces
de integrar este conocimiento en su antigua sabiduría. Es verdad que los nuevos
conocimientos son incompletos y tienen muchas limitaciones, pero también las antiguas
disciplinas de la mente. ¿Por qué no aprovecharnos objetivamente de lo que disponemos y
analizamos su utilidad específica, que aunque limitada puede resultar útil?
Veamos un ejemplo concreto de cómo podemos hacerlo. En el capítulo sobre la pérdida
de la esencia, hablamos con algún detalle de las vicisitudes del aspecto de la esencia del
amor fusionante. Esta esencia de fusión o integración, esta esencia clara, dulce y dorada, fue
obviamente conocida por los maestros de las escuelas antiguas, aunque unos la entendieron
y otros no. Se trata de la fuerza y la energía que subyacen tras el deseo de unión con el
universo, con Dios o con la inteligencia primordial, o como se los quiera llamar. Se creía que
estaba detrás del anhelo por la desaparición en el Amado. Se trata del amor que funde la
mente y el corazón. Probablemente, algunos comprendieron su acción específica de fundir y
disolver los límites del ego e intentaron invocarlo para facilitar su entrega.
Sin embargo, no fue posible comprender su importancia en el desarrollo del ego hasta la
llegada de la psicología del ego y, en especial, la aparición de la monumental obra de
Margaret Mahler sobre su desarrollo, que la formuló como el proceso de separación-
individualización. Mahler formuló la etapa simbiótica como una fase del proceso de desarrollo
caracterizada por la ausencia de diferenciación y límites del ego. Esta formulación nos
permite ver el significado del amor fusionante en el proceso de desarrollo del ego, así como
en la estructura de la identidad del ego.
Ahora sabemos que la etapa simbiótica es de capital importancia para el desarrollo de la
personalidad y la identidad del ego.

Dentro de la órbita simbiótica, los dos socios o polos de la díada


pueden considerarse como polarizadores de los procesos
organizativos y de estructuración. Las estructuras que derivan de este
sistema doble representan un armazón con el que todas las
experiencias deben relacionarse antes de que en el ego existan claras
y completas representaciones del yo y del mundo objetivo (Jacobson,
1964). Spitz (1965) califica a la madre como el ego auxiliar del niño. De
manera parecida, creemos que el comportamiento acaparador del
socio materno, su 'primordial preocupación maternal' en el sentido de
Winnicott (1958), consiste en su actividad como organizador
simbiótico, como comadrona de la individuación y del nacimiento
psicológico.1

Así pues, se considera que el ego tiene su origen en esta fase de unidad dual
85
ESENCIA

indiferenciada. De hecho, se piensa que los aspectos más profundos de la personalidad se


remontan a este estado no diferenciado del ego, época en que la personalidad empezó a ser
absorbida, entre los dos y los diez meses de edad. En realidad, la no diferenciación, o fusión,
es necesaria para esta absorción de las cualidades de la personalidad. Más adelante, la
personalidad empieza a crearse a través de la identificación del niño con las cualidades que
experimenta en su fusión con el entorno. Durante la condición fusionada de la etapa
simbiótica, el niño no tiene idea de lo que es su mano ni de lo que pertenece al entorno
representado por su madre. Todavía no existe idea alguna del yo y el otro. Este es el
significado de la unidad dual. Por eso, un sentimiento originado en la madre podría terminar
siendo del niño, que experimenta el mismo sentimiento a causa de su condición fusionada.
Si, con el tiempo, se identifica con él, lo hará suyo y, de hecho, se convertirá en parte de su
personalidad en desarrollo.
Los psicólogos del ego aceptan y entienden esta simbiosis, pero no son conscientes de
que su origen se encuentra en la presencia del aspecto esencial del amor fusionante; sólo
ven las manifestaciones externas de la presencia de este aspecto de la esencia. No son
conscientes de su presencia real, ni siquiera de su posibilidad. En otras palabras, ven la falta
de diferenciación y límites, pero lo consideran como todo lo demás. Naturalmente, no son
conscientes de que esta falta de diferenciación coincide con una presencia real en el niño
que tiene la característica de hacer desaparecer los límites. Por otro lado, aunque la sabi-
duría antigua conocía este aspecto de la esencia y su efecto en la desaparición de los
límites, ignoró que la etapa simbiótica constituye una fase del desarrollo del ego. Ahora que
conocemos ambas cosas, podemos ver la relación de este aspecto concreto de la esencia
con el desarrollo del ego; cómo afecta a su desarrollo, cuándo y por qué, como hemos visto
en el último capítulo.
Así pues, no sólo disponemos del conocimiento de cómo de desarrolla la personalidad,
sino que incorporando nuestra certeza en la existencia de la esencia podemos comprender
este desarrollo en relación con varios de sus aspectos. Se trata de un conocimiento lo
bastante concreto como para describir las vicisitudes de las cualidades o aspectos de la
esencia durante todas las etapas del desarrollo del ego.
La certeza de cómo se desarrolla la personalidad al tiempo que se pierde la esencia es el
resultado de integrar la antigua sabiduría con la moderna ciencia de la psicología.
Naturalmente, esta no es toda la historia del desarrollo de la personalidad, que también
puede entenderse desde el punto de vista de su necesidad para la supervivencia física y las
relaciones del organismo con su entorno externo. Aquí nos estamos centrando únicamente
en la dinámica de su génesis y desarrollo en relación con el ser, con la esencia.
Esta manera de enfocar el asunto proporciona una metodología para recuperar la esencia
que es comprensible y congruente con la mentalidad moderna humana. Toma en
consideración la manera en que el ser humano entiende las cosas en esta época y qué tipo
de conceptos gobiernan su mente. Pero antes de entrar en los detalles concretos de este
método que llamamos el Enfoque Diamante, veamos cómo trabajaron algunos de nuestros
antepasados para lograr el aspecto de la esencia del amor fusionante. Más adelante nos
ayudará a contrastar.
Como este aspecto de la esencia provoca en el sistema nervioso la aparición de
sentimientos de amor y dulzura, así como la actitud de la humildad, y al mismo tiempo afecta
al ego haciendo desaparecer sus límites estructurales, algunos enfoques antiguos fueron de
naturaleza emocional y devocional. Oración, súplica, cantos y danzas devocionales, todos
dirigidos hacia una deidad o realidad amadas, sirvieron para ablandar el corazón y
86
ESENCIA

predisponer la mente en un estado receptivo hacia este aspecto de la esencia. En otras


palabras, estos métodos estaban diseñados para predisponer el corazón y la mente (el
sistema nervioso) en las mismas condiciones que se producen con la presencia real de este
aspecto de la esencia. Esto permite la posibilidad de su manifestación. En estas prácticas, la
personalidad se encuentra, en cierto sentido, trascendida o apartada a un lado, y el aspirante
logra cultivar actitudes más receptivas a la realidad de la esencia, actitudes que realmente
podrían ser contrarias a la estructura de la personalidad.
Otros métodos, como el yoga, consideran que la personalidad supone una barrera frente
a la esencia. Ven, con los órganos sutiles de la percepción, dónde funciona el aspecto
concreto de la esencia en la fisiología sutil, y consideran la barrera de la personalidad como
puntos oscuros que obstruyen los canales sutiles pertinentes y sus zonas correspondientes
del sistema nervioso. Por eso diseñan ejercicios, técnicas de respiración, posturas,
visualizaciones y cánticos para penetrar a través de los puntos oscuros y destruirlos o
desviar la energía esquivándolos para no tener que tratar con ellos directamente. De esta
manera concentran la energía en los lugares concretos donde probablemente opera el
aspecto esencial y con mayor fuerza. Vemos esto en la siguiente cita procedente de un texto
taoísta relativo al cultivo de este aspecto, que el texto llama el elixir dorado, o néctar dorado:

Pregunta: ¿Cuál es el agente alquímico macrocósmico y cómo puede uno


transmutarlo en néctar dorado para devolverlo al caldero (el vientre)?
Respuesta: El agente macrocósmico alquímico es la unión de los agentes
microcósmicos externos e internos que emiten la luz de la realidad. El néctar (o
kan tu, dulce rocío) se produce mucho después de que se entremezclen los
cuatro símbolos (cielo y tierra antes del nacimiento y corazón y vientre
después) y la unión del sol con la luna (el yang positivo y el yin negativo). Aquel
que sepa recogerlo obtendrá el néctar dorado, pero el que no sepa hacerlo sólo
conseguirá el blanco (saliva pura). Cuando es joven la luz está borrosa e ines-
table en la cavidad de chung kung (plexo solar). Este círculo de luz se
manifiesta en forma de quietud absoluta, pero si crece de uno pequeño a otro
más grande y después desaparece, o si se encoge de uno grande a otro más
pequeño, se divide en tres o se parece a un creciente, todo esto muestra que la
fuerza y vitalidad generativas no están llenas. Pero si, repentinamente, la luz
sube y baja tan rápidamente que los ojos no pueden seguirla, es imperativo
reunir inmediatamente la vitalidad y devolver el círculo de luz al cuerpo.
Entonces, después de que su corazón e intelecto se hayan calmado, el
practicante hará rodar sus ojos de A a D, de G a J, y de nuevo a A, como sigue:

G(3)

J (4) Ojos D (2)

87
ESENCIA

A (1)

Después de hacer girar sus ojos deberá cerrarlos, y como su boca está
ahora llena de néctar dorado, se concentrará tenazmente en la vitalidad que ha
hecho circular (como arriba), llevándola hacia abajo (el jen mo o canal de
función), a continuación del néctar dorado, en la cavidad de la vitalidad (bajo el
ombligo). Esto supone devolver la vitalidad al caldero para sellarla.2

Como vemos, se trata de una técnica muy cuidadosa y calculada para conducir una
energía determinada y concentrarla a través de algunos de los canales de la fisiología sutil
para iniciar un proceso al químico y producir el elixir dorado. Este elaborado y cuidadoso
sistema es necesario, en este método, para obligar a la energía a fluir por un canal
determinado, porque si no lo hace, quedará bloqueada en el cuerpo, donde las barreras de la
personalidad son fuertes. Por eso, el método consiste en rodear las barreras para alcanzar el
objetivo. Se comprenderá la extrema dificultad de realizar y llevar a cabo semejante labor, y
por qué se requieren generalmente muchos años de preparación. Normalmente, las
posibilidades de éxito en este tipo de método, así como en los métodos devocionales
mencionados más arriba, son muy escasas, pues la personalidad se encuentra por todo el
cuerpo y toda la mente, y sus barreras son omnipresentes. Son tan sutiles que la mayoría de
los practicantes se quedan atascados sin saber qué es lo que detiene su progreso.
Existen, desde luego, muchos otros métodos antiguos de realizar este aspecto de la
esencia, pero aquí sólo estamos considerando unos pocos, con el fin de iluminar con mayor
efectividad el enfoque moderno del que estamos a punto de hablar.
Según el Enfoque Diamante, las barreras que la personalidad levanta contra el aspecto
del amor fusionante (y frente a todos los demás), esos puntos oscuros y nudos que
obstruyen el flujo de las energías, no son nada más que ciertos contenidos mentales y
emocionales concretos relativos a la pérdida del aspecto esencial y los intentos consi-
guientes de compensación. En otras palabras, estos puntos son zonas de oscuridad en
nuestra personalidad: ciertas emociones, memorias e ideas amputadas y reprimidas de la
conciencia. Los yoghis conocen el contenido reprimido inconsciente, pero lo interpretan sólo
energéticamente y no psicológicamente. En nuestro enfoque, utilizamos el entendimiento
psicodinámico para ver a través de estos puntos oscuros y disolverlos. Los puntos son
oscuros porque se trata de material reprimido, y la luz de la conciencia y el entendimiento no
les alcanza. Por eso desenredamos los nudos y derramamos la luz de la conciencia sobre su
contenido. Esto hace que afloren en la conciencia los recuerdos y afectos reprimidos
relevantes. Normalmente, la liberación, la experiencia de vivirlo y el conocimiento de este
contenido disuelve los puntos oscuros, y de esta manera vamos disolviendo una barrera tras
otra hasta que todo el canal está limpio. No necesitamos la cauta prudencia que los yoghis
requieren puesto que podemos arrojar luz Y. abrir cualquier punto oscuro al que nos
enfrentemos. No necesitamos rodear ni evitar nada. Este método consiste en un
enfrentamiento directo con la personalidad, comprendiendo cada parte de ella que entra
dentro del campo de nuestra conciencia.
No necesitamos ver los puntos oscuros reales en el sistema nervioso, aunque es posible. Se
nos manifiestan psicológicamente, normalmente como resistencias, defensas emocionales y
88
ESENCIA

sus correspondientes materiales reprimidos. Si aplicamos nuestra conciencia y nuestra


comprensión surgirán todas las barrera, una tras otras, hasta ser desmanteladas y quedar
liberado el aspecto del amor fusionante de la esencia.
Algunos objetarán que no hay nada nuevo en este método. Que sólo se trata de otra
manera de aplicar métodos ya utilizados por muchos. Por ejemplo, así es como trabajan los
psicoanalistas y psicoterapeutas, y como funcionan el análisis del carácter y la terapia
reichiana contra la rigidez de la armadura muscular.
Es verdad; no hay nada nuevo excepto una forma diferente de ver las cosas, en términos
de la fisiología sutil. Sin embargo, todavía no hemos utilizado nuestro conocimiento del
desarrollo de la personalidad en relación con los aspectos esenciales. Entonces, lo
indispensable será la especificidad, la exactitud y el poder del método.
Hemos visto cómo la personalidad se desarrolla siguiendo las vicisitudes de los aspectos
de la esencia. El método psicoanalítico actual consiste en ir hacia atrás, remontar nuestros
pasos y sufrir una regresión que significa atravesar los canales sutiles disolviendo los puntos
negros, aunque con una diferencia: en el Enfoque Diamante sabemos qué aspecto de la
esencia está vinculado con cada uno de estos puntos. El contenido real de las zonas oscuras
es ahora explícitamente conocido por cada aspecto. Continuemos con el ejemplo de la
esencia fusionante.
A primera vista nos encontramos con que la persona tiene dificultades para fusionarse. No
puede experimentar la esencia fusionante, aunque lo desea y anhela conseguirlo. Este
anhelo podría ser consciente, en cuyo caso la persona se esfuerza por todos los medios en
lograr la experiencia de fusión, pero en realidad no está apuntando al objetivo que persigue.
Está buscando proximidad, intimidad, afecto, amor, aceptación. Tiene dificultades para ha-
cerse valer, para encontrar su lugar en cualquier situación de distanciamiento o de
separación. Siempre está buscando esa relación mágica de amor que finalmente hará
desaparecer todas sus preocupaciones y dificultades, en el que podrá descansar y vivir feliz
y ser ella misma. Pero estas relaciones crean en la persona conflictos constantemente, como
sentirse siempre insatisfecha, descontenta e incompleta.
Por otro lado, su anhelo podría ser inconsciente, y la persona estaría defendiéndose
contra la intimidad, la ternura, la dulzura y el amor. Le da miedo depender de alguien y se
siente orgullosa de su fuerza e independencia. Busca la separación y la defiende con su vida.
En el enfoque psicodinámico, este segundo tipo de persona necesita primero superar sus
defensas, su primer punto oscuro, lo que significa que debe superar su orgullo, su falsa
independencia y su aislamiento defensivo. En este proceso, indudablemente se enfrentará a
grandes y profundos temores como, por ejemplo, el miedo a ser débil, dependiente e
indefensa.
En ambos casos, la persona tendrá que observar y comprender todos los caminos que
debe recorrer para lograr la experiencia fusionante. Tendrá que analizar y comprender su
conducta en las relaciones sexuales o íntimas, sus deseos de relacionarse compulsivamente
con grupos cercanos o íntimos, sus idealizaciones de los sentimientos fraternales o su
compulsiva idealización de la unificación o agrupación de personas o cosas. Todas estas
acciones se considerarán como formas de ocultar los sentimientos de carencia, el vacío
resultante de la pérdida de la esencia.
Cuando la persona acepte que estas formas de actuar expresan una deficiencia y no una
plenitud, como le gustaría pensar, tendrá la oportunidad de liberarse de estas actuaciones

89
ESENCIA

defensivas y derrochadoras. Experimentará la deficiencia, el vacío, el agujero, que es el


contenido de uno de los principales puntos oscuros, y comenzará a sentirse empobrecida,
dependiente, necesitada, fría y vacía.
Si la persona consigue evitar defenderse, experimentará este vacío como una ausencia
de plenitud, una cavidad en el sistema energético del organismo que normalmente se
encuentra en la parte inferior del pecho. Este agujero concreto, específico de la esencia
fusionante, está conectado con un centro sutil que se localiza en el lugar donde el diafragma
se toca con el esternón.
A partir de entonces, podrá continuar sintiéndose como un espacio vacío, desprovisto de
toda plenitud o cualidad. Si se enfrenta con las asociaciones que le producen este vacío,
como las de dependencia y necesidad, y los temores que suscita, probablemente de
desintegración, desaparición, etc., recordará el antiguo dolor que le produjo la amputación de
la esencia. Este es otro importante punto oscuro. La persona desenterrará la situación o
situaciones dolorosas que acabaron con la pérdida de este aspecto concreto de la esencia.
Además de los recuerdos y los afectos, experimentará el dolor emocional como una herida.
Sentirá físicamente una herida en el pecho, aunque se trata de una herida producida en el
sistema energético como consecuencia de la herida emocional y la pérdida de la esencia.
Cuando se consigue experimentar en calma esta herida dolorosa y los recuerdos que la
acompañan, brota entonces el elixir dorado que la cura llenando el vacío con una hermosa y
dulce plenitud que ablanda el corazón, despeja la mente y proporciona la satisfacción que la
persona anhelaba.
El flujo de la esencia fusionante ocurrirá cuando la persona sienta y se dé cuenta de lo
que en realidad deseaba, y que cuando fue un niño de un año más o menos no tuvo la
posibilidad de conocer. Hemos visto ya que durante la fase simbiótica la esencia fusionante
está vinculada con la unidad dual, con la fusión gratificante con la madre. Esto significa que
aquí, en la profundidad del dolor, en plena herida sangrante, el individuo experimenta de
nuevo una profunda necesidad y amor hacia su madre. Es entonces cuando todas las
barreras han desaparecido y emerge la esencia fusionante, porque para el niño la esencia
fusionante es su madre.
Como podemos ver, la persona tendrá que desandar sobre sus pasos, vivir una regresión
de su personalidad hasta la época del estado simbiótico en el que encontrará esta parte
dulce de sí misma, justo de la manera que la tenía entonces. Ahora se ha liberado y
desenterrado de su lugar de sepultura.
Comprobamos en este ejemplo la dificultad para tener acceso a la esencia utilizando los
antiguos métodos. Existe mucha represión además de reacciones defensivas en el camino
de la experiencia de la esencia, y no resulta fácil ignorar o rodear toda esta represión, todas
estas barreras omnipresentes en el organismo. También constatamos por qué la mayoría de
las personas no se comprometerán a realizar este viaje, un viaje que implica enfrentarse a
miedos terribles. ¿Cómo puede una persona, que teme profundamente la desintegración,
sentarse y meditar tranquilamente? El miedo a la desintegración es uno de los obstáculos
que deben superarse en el proceso de liberación de centros que permitan el flujo de la
esencia. Este miedo se agrava porque es inconsciente y, por tanto, irracional.
La esencia fusionante es reprimida en la etapa simbiótica del proceso de desarrollo del
ego. En esta etapa, el ego no se ha desarrollado como una entidad diferenciada propia.
Regresar a esta época significa que el ego debe retornar a la forma que tenía antes de
constituirse como una entidad cohesiva. Naturalmente, esto despertará el miedo del ego a la

90
ESENCIA

pérdida de cohesión, de integridad y de su estatus objetivo. De hecho, la persona debe


experimentar y tolerar esta desintegración que, si es comprendida, no resultará ser otra cosa
que experimentarse a sí misma como un espacio vacío. El espacio es realmente la natura-
leza de la mente carente de estructura. Entonces, cómo puede una persona que tiene este
miedo, aunque no es consciente de él, ser capaz de sentarse y meditar o arrodillarse en
oración. Cómo puede realizar tranquilamente ejercicios de yoga mientras este terrible miedo
insondable se aproxima a su conciencia sin que la persona tenga la más ligera idea de lo que
está pasando.
En la mayoría de los casos las personas no llegan a acercarse a este miedo, por lo que
tampoco se aproximan a la esencia fusionante. Si lo hiciesen emergerían las defensas
psicológicas, que se manifiestan como todo tipo de barreras. Estas barreras pueden ser
superadas sólo en circunstancias especiales, bajo una disciplina muy estricta o con un
excelente guía.
No obstante, utilizando un enfoque psicodinámico, las defensas podrán ser analizadas y
comprendidas. Los miedos serán contemplados en su verdadera perspectiva, lo que
permitirá a la persona enfrentarse a ellos y experimentarlos de una manera mucho más fácil.
Este método podría recordar a algún tipo de psicoterapia, pero no es así. En realidad, se
trata de algo diferente, aunque emplee técnicas y conocimientos psicológicos.
La psicoterapia no reconoce la existencia o la pérdida de la esencia, por lo que no está
orientada hacia su recuperación. Su objetivo consiste en hacer que la personalidad sea más
saludable y fuerte, en conseguir que funcione mejor. En lo que respecta a la esencia
fusionante, la psicoterapia no llega normalmente más allá del primer paso. Casi nunca se
enfrenta con el agujero vacío. Más bien, la persona aprende a encontrar con mayor eficiencia
y facilidad formas de llenar el agujero, a mejorar sus relaciones con los demás o a encontrar
una relación íntima más satisfactoria con una persona del sexo opuesto.
Algunas terapias implican la exploración del pasado de la persona y sus relaciones con su
madre. Incluso las relaciones simbióticas madre-hijo podrían ser exploradas. Sin embargo,
como no se considera el vínculo existente entre la etapa simbiótica con la esencia fusionante,
la exploración queda confinada a la relación en sí, a sus gratificaciones y a sus frustraciones.
De esta manera, comprendiendo y entendiendo esta relación y experimentando algunos de
los afectos asociados a, ella, el conflicto dentro de la personalidad será subsanado y la
persona estará más capacitada para desenvolverse convenientemente en su relación con los
demás. El enfoque global de la terapia se esfuerza en despejar parte de la represión contra
las emociones, o en modificar un poco la estructura de la personalidad para que pueda
funcionar mejor.
De hecho, la actitud aceptada en el psicoanálisis y las demás psicoterapias consistente
en el tratamiento de los problemas relacionados directamente con la etapa simbiótica es
relevante únicamente para patologías graves, tales como los síndromes psicóticos o
fronterizos. Se cree que las personas normales o neuróticas no necesitan normalmente
abordar en profundidad los asuntos de la etapa simbiótica. Estas personas no experimentan
conflictos importantes en torno a esta etapa porque, desde entonces, la estructura de la
personalidad se ha desarrollado sólidamente. Por eso, la psicoterapia no estima la necesidad
de llegar a semejantes profundidades en lo que respecta a las personas normales, porque
funcionan bien en términos de la estructura del ego.
No obstante, aquí no nos interesa la terapia. Nuestro objetivo es mucho más importante;
se trata de la vuelta del ser. Desde nuestra perspectiva, cualquiera que haya perdido la
91
ESENCIA

esencia fusionante y desea recuperarla debe volver a la etapa simbiótica y tratar estas
cuestiones. Y esto es verdad para la gente normal, los neurótico s y todos los demás, no sólo
para las psicopatologías graves. En realidad, veremos que si una persona se involucra en el
viaje de vuelta utilizando el enfoque psicodinámico, los asuntos explorados serán en su
mayor parte lo que normalmente se considera en los círculos psicoanálisis como cuestiones
fronterizas, narcisistas y psicóticas. Esto significa que todo el mundo, no sólo las personas
con patologías, son narcisistas, neuróticas y psicóticas. Sin embargo, estas tendencias,
denominadas el núcleo psicótico, están enterradas a mucha profundidad en el inconsciente, y
la persona normal nunca aborda directamente estos apuntalamientos de su carácter. Ni
tampoco, desde luego, llega a vivir la vida de la esencia, a menos que se embarque
sinceramente en todo el proceso.
La patología narcisista, la neurastenia y las psicosis no son más que fallos y deficiencias
en la estructura de la personalidad, como reconoce actualmente la psicología. El esfuerzo
encaminado en el desarrollo de la esencia implica, en realidad, enfrentarse y amortiguar esta
misma estructura. No sólo para modificarla, sino en cierto modo para desmantelar a fondo la
identidad del ego y restablecer la identidad perdida, la verdadera, el ser de la esencia, y es
seguro que esto implica que afloren en la conciencia todos los conflictos, miedos,
distorsiones y deficiencias que padece la estructura.
No estamos aquí elogiando la carencia o la debilidad de las estructuras de la
personalidad; las tendencias neurasténicas y las psicosis no son esencia. Son únicamente
desgarrones en la estructura de la personalidad. En realidad, la personalidad debe ser
estable pero flexible para que el trabajo del desarrollo de la esencia sea posible. De otra
manera, los conflictos y temores se desintegrarán demasiado rápido, y la persona no será
capaz de resistir el proceso.
Este proceso de recuperación de la esencia y su desarrollo no requiere la disolución
completa y permanente de la personalidad. Más bien necesita una personalidad lo
suficientemente fuerte y flexible para permitir una disolución temporal y su posterior
reagrupamiento, para que la relación entre la personalidad y la esencia cambie. Lo que si
constituye una exigencia es la asunción por parte de la personalidad del papel y posición que
le corresponde como servidora de la esencia y no como su dueña. La personalidad debe
estar al servicio de la esencia, cumpliendo su verdadera y natural función.
En algunas circunstancias, en psicoterapia profunda y especialmente en psicoanálisis
profundo o vegetoterapia reichiana, el paciente podría incluso contactar con la misma
deficiencia, a la que nos hemos referido como el vacío o agujero. No obstante, no se debe
permitir que esta deficiencia se expanda hasta el punto de que el paciente se sienta a sí
mismo como un espacio vacío. Esto provocaría terribles miedos a la desintegración que el
mismo terapeuta no puede tolerar. La posibilidad de una disolución completa temporal no se
prevé y por eso ni el paciente ni el terapeuta deben permitir la experiencia. Por lo común, el
terapeuta no es consciente de la posibilidad de experimentarse a sí mismo como espacio
vacío, como el vacío. Tendrá que enfrentarse a sus propios miedos y conflictos para permitir
que su paciente viva la experiencia. Por eso, es posible permitir la experiencia emocional del
vacío, pero nunca en la dimensión fenomenológica fundamental.
Incluso si el paciente va más allá del vacío hasta la dimensión de la esencia, el terapeuta
no será capaz de reconocer o entender su experiencia. A nuestro modo de ver, durante las
sesiones de terapia, se producen experiencias de la esencia de vez en cuando, pero como el
terapeuta no está preparado para reconocerlas, sólo verá y reconocerá el efecto de la
esencia en el sistema nervioso: los sentimientos de amor y satisfacción. Por consiguiente, al
92
ESENCIA

no reconocer la esencia, el efecto del terapeuta en el paciente será similar al de un padre


amante con su hijo. Habrá aceptación, comprensión y cariño, pero sólo hacia la personalidad.
La esencia continuará siendo ignorada e incomprendida, lo que restablecerá
automáticamente las fuerzas represoras.
El hecho es que el terapeuta tiene que ver, entender y reconocer la esencia, y deberá
haberla experimentado él mismo en su propio cuerpo; de otro modo, estará amenazado por
ella. Lo más probable es que tome las percepciones de la esencia fusionante de su paciente
como una alucinación. ¿Cómo podría tomarla si no? No sabe que lo que tiene delante es la
esencia, y mucho menos que se trata de una sustancia que no es física.
Las barreras contra la experiencia de la esencia que se producen en las sesiones
terapéuticas son muchas. En el caso de la esencia fusionante podemos ver una importante.
La esencia fusionante disipa los límites del ego y permite que se produzca una condición de
fusión. De manera que cuando emerge en el paciente, automática e inconscientemente se
fusionará con el sistema energético del terapeuta. Como el terapeuta tiene sus propias
barreras y miedos en lo que refiere a este aspecto de la esencia, el paciente las
experimentará y, además, como propias a tenor de su condición fusionante, yeso bloqueará
su experiencia de nuevo. En estas circunstancias, las barreras del terapeuta sirven para
reprimir la esencia del paciente, sin que ninguno de los dos se dé cuenta.
Por el contrario, si una persona está trabajando con un maestro competente de la Obra,
este no sólo no bloqueará este aspecto de la esencia, sino que cuando la propia esencia del
discípulo emerja, la misma cualidad de la esencia del maestro se manifestará con fuerza y
espontáneamente, tanto consciente como inconscientemente, alentando y apoyando la
experiencia del discípulo. En lugar de bloquear la esencia emergente del discípulo, la
respaldará, incluso sin proferir una palabra. En semejante situación hará las veces de una
comadrona, aquí en el sentido más profundo, un sentido que no tiene igual en ninguna otra
parte.
De ninguna manera se trata de una reducción o menosprecio del terapeuta y su función.
Su trabajo es la terapia, no la Obra. Pero la persona que está interesada en recuperar la
esencia y que se somete a psicoterapia debe tener muy clara esta distinción. En la
actualidad, existe mucha confusión a causa de la proliferación de sistemas de desarrollo, así
como por la actitud de considerar la terapia como un "proceso de desarrollo". La terapia
puede resultar útil para el desarrollo, pero debemos recordar que la Obra tiene como objetivo
el desarrollo de la esencia, no de la personalidad.
En la actualidad existe una sutil zona de penumbra entre las dos orientaciones que
confunde a mucha gente. Esta confusión se refiere a la experiencia de descarga emocional o
liberación energética. La descarga o liberación, ya se la llame expresión de sentimientos,
streaming o de cualquier otra manera, produce una sensación momentánea de alivio y
libertad. A causa de esta sensación de libertad algunos consideran que este método se
encuentra entre los que facilitan la liberación de la esencia. Sin embargo, no es así
necesariamente, y en la mayoría de los casos no se trata, en realidad, de una liberación de la
esencia. Normalmente, es una liberación de las tensiones represoras de la personalidad.
Tales experiencias tienen la característica de producir cierto alivio de la tensiones corporales
y un flujo más libre (unas veces temporal y otras más estable) de energías físicas. Pueden
resultar útiles para la Obra si se contemplan en la perspectiva correcta, es decir, como una
preparación, un preludio previo a la emergencia de la esencia. La libertad es primero una
libertad de, de la personalidad. Después es una libertad para, para que la esencia vuelva.

93
ESENCIA

De este modo, vemos que la psicoterapia, desde la perspectiva de la Obra, detiene en


seco la realización de la esencia. Desde sus mismos fundamentos resulta incapaz de colmar
los anhelos más profundos del ser humano. Puede, cuando tiene éxito, ayudar a que la
personalidad funcione con mayor eficiencia y armonía, pero desde la perspectiva de la Obra
nos preguntamos: ¿Con qué objetivo? La tarea más valiosa no se ha intentado todavía. La
esencia humana sigue siendo una posibilidad sin realizar. Como señala Idries Shah, "Es
imposible, desde este punto de vista, intentar restaurar un mero equilibrio sin una dinámica
que genere movimiento. El psicólogo intenta hacer que una rueda torcida gire suavemente.
El derviche trata de hacer girar la rueda para arrastrar un carruaje."3
No se trata únicamente de que los esfuerzos psicoterapéuticos no conducen hacia la
esencia; son, al contrario de lo que aseguran tantas afirmaciones, rara vez efectivos en la
resolución integral de cualquier conflicto profundo del paciente. Los conflictos humanos más
profundos e importantes sólo pueden llegar a resolverse totalmente cuando los aspectos de
la esencia correspondientes se restablecen y recuperan. Volvamos a nuestro ejemplo de la
esencia fusionante. Los conflictos en torno a ella, sobre fusión y separación, intimidad y
autonomía, etc., no pueden resolverse y ni siquiera comprenderse a menos que la esencia
fusionante misma se haga realidad. La esencia fusionante es la única resolución verdadera
de estos conflictos. Su pérdida es lo que provoca la deficiencia y sus correspondientes
pautas emocionales. Sólo recuperándola se eliminará dicha deficiencia y sus
correspondientes pautas emocionales. Además, ¿cómo se puede llegar a comprender estos
conflictos si algunos datos necesarios, como el reconocimiento de la esencia fusionante, no
están disponibles?
La meta de la psicoterapia consiste en resolver los conflictos sólo a nivel psicológico, y lo
intenta esforzándose por entender los conflictos y sus orígenes en la infancia. Piensa que a
través de este conocimiento y la descarga de las emociones reprimidas se resolverán los
conflictos. Pero ¿es posible lograrlo cuando el punto más importante del conflicto reside en la
pérdida de la esencia? Aunque inconscientemente, la persona sabe lo que han perdido. Su
personalidad se encuentra siempre sutilmente irritada por el agujero que tiene en el pecho.
Sólo podrá sentirse completa y totalmente satisfecha en relación con este conflicto cuando
recupere lo que ha perdido. No hay otra forma. Lo comprenda o no, sólo alcanzará la plenitud
y la satisfacción cuando haya desaparecido el agujero, cuando la esencia esté ahí,
experimentada y admitida.
La causa más profunda de todos los conflictos de la personalidad se encuentra en la
pérdida de la esencia. No es una programación de la infancia; la programación de la infancia
conduce a la pérdida de la esencia, lo cual supone la mayor deficiencia. Desde esta
perspectiva vemos que la misma psicología padece un agujero, una deficiencia provocada
por su ignorancia de la esencia.
La esencia aquí no sólo constituye un elemento más de los conflictos de la personalidad,
es la pieza más importante del puzzle. Sin ella, sin esta pieza perdida, el puzzle nunca
quedará completo ni resuelto.
Hemos descrito el Enfoque Diamante considerando un aspecto de la esencia, el amor
fusionante, lo que nos ha servido para ilustrar de una manera general cómo funciona el
método. Podríamos haber empleado cualquier otro aspecto, como el de la paz, el despertar,
la voluntad, la alegría, la fuerza, la compasión, la personalidad esencial o la identidad
esencial. Hemos escogido el ejemplo del amor fusionante porque la mayoría de las personas
se encuentra en contacto con los asuntos relacionados con él. Sin embargo, para el
estudiante involucrado en la Obra, el método que nos interesa se aplica y emplea para
94
ESENCIA

recuperar todos los aspectos de la esencia y después para establecerlos de una manera
permanente.
N os hemos detenido en la diferencia que existe entre este método y los enfoques
psicoterapéuticos, así como con los antiguos métodos tradicionales de la Obra. Nuestro
método integra y sintetiza en un único enfoque orgánico las dos disciplinas citadas. Al
combinar el conocimiento de los dos campos en un método unitario, consigue resultados
terapéuticos, pero su objetivo, más grande e importante, es el del desarrollo de la esencia.
Puesto que integra los hallazgos de la psicología profunda en la metodología de la Obra,
el Enfoque Diamante posibilita que esta última sea más accesible a un número más amplio
de estudiantes interesados. Abarca todo el desarrollo humano porque se añade al
conocimiento de la personalidad. Los sistemas tradicionales auténticos tenían que escoger a
los más saludables y equilibrados entre los aspirantes, o a veces a los más desesperados,
pues no disponían de conocimientos suficientes sobre los menos afortunados o menos
decididos ni de métodos disponibles para ayudarles.
Además, este enfoque evita los escollos que presentan algunos de los métodos
tradicionales, en los que los aficionados encontraban hueco para llevar a cabo experimentos,
algo que representaba un peligro para ellos mismos en el caso de que tuvieran éxito en
despertar energías y habilidades sutiles sin el conocimiento, guía y preparación necesarios.
Idries Shah, por ejemplo, se refiere a este peligro comentando el sistema de desarrollo sufí:
"Trata de provocar que el ser funcione fuera de secuencia... produce ese tipo de confusión, o
algo peor, que se refleja en cierta literatura actual, que escoge su propia secuencia de
acontecimientos y llega a provocar desarrollos que escapan a su control."4
En el Enfoque Diamante no hay espacio para la experimentación. El método en sí no es
mecánico, no es un ejercicio. Requiere sinceridad y voluntad para enfrentarse a la propia
personalidad y abordar conflictos antes de que la esencia o los lataif se liberen. En otras
palabras, en este método, la esencia se libera utilizando el conocimiento, un conocimiento
que afecta directamente a los sectores de la personalidad que normalmente emergerán y
crearán dolor al aficionado que utilice métodos cuasi-mecánicos. Para eso dispone de sus
propias protecciones incorporadas como parte de su estructura.
Estas mismas barreras de la personalidad también surgirán incluso cuando no se trate de
meros aficionados, sino que practican uno de los métodos tradicionales en una escuela de la
Obra o lo hacen bajo la tutela de un maestro. Este material inconsciente que aflora debe ser
tratado, pues de otra manera la esencia emergente será reprimida y enterrada de nuevo.
En el Enfoque Diamante, naturalmente, se produce el afloramiento del material
inconsciente. Por ejemplo, surgen nuevos aspectos u conflictos laterales después de que
emerja la esencia fusionante. El método, como ya hemos descrito anteriormente, ha
abordado el aspecto principal: el deseo simbiótico inconsciente hacia la madre, pero existen
otros muchos aspectos asociados que saldrán a la superficie desde el inconsciente ahora
que se ha desatado el nudo central de este complejo. Desde luego, esto representa material
nuevo que puede conducir al estudiante a conocimientos más amplios y profundos.
Hay que seguir aplicando el conocimiento psicodinámico para descubrir y resolver las
cuestiones que llegan a la superficie. Este proceso, que es parecido a lo que en psicoanálisis
se denomina proceso de análisis, finalmente establecerá el aspecto de la esencia relevante.
Es el proceso al que los sufíes se refieren como el cambio de un estado a una "estación", es
decir, una condición de vigencia permanente. Este proceso también alcanzará otras tramas
dentro de la estructura de la personalidad y conducirá a otros aspectos de la esencia, hasta
95
ESENCIA

que todos queden restablecidos. Este es el proceso del desarrollo de la esencia, lo que nos
lleva al siguiente capítulo.
1. Margaret S. Mahler y otros, The Psychological Birth of the Human lnfant (Nueva York:
Basic Books, 1975), p. 47.
2. Charles Luk, Taoist Yoga (York Beach, ME: Samuel Weiser, 1970), p. 73.
3. Idries Shah, The Sufis. Copyright 1946 de Idries Shah. Reimpreso con permiso de
Doubleday & Company, Inc. Extracto de la p. 276.
4. Idries Shah, A Perfumed Scorpion (Londres: Octagon Press, 1978), p. 84.

96
ESENCIA

Capítulo Cinco

EL DESARROLLO DE LA ESENCIA

En el capítulo anterior hemos hablado del camino que conduce al retorno de la esencia, a
nuestro propio ser. En el capítulo tercero nos hemos referido en particular al método
psicodinámico, el Enfoque Diamante, que se basa en el conocimiento de cómo se pierde la
esencia. Hemos hablado del aspecto más crucial de este método, es decir, el proceso de
recuperación y reparación de la esencia enterrada. Este enfoque implica teóricamente, y
demuestra en la práctica, que la esencia nunca llega a perderse por completo. Lo que ocurre
es que, cubierta por capas de la personalidad, ha quedado enterrada, reprimida y relegada al
inconsciente. Esta es la razón por la que el enfoque psicodinámico resulta efectivo. Los
métodos psicodinámicos se basan en la topología de la mente tal y como la formuló Freud.
Suponen que hay una parte de la mente que es consciente y otra parte, donde el
conocimiento consciente no penetra, inconsciente.
En esta cuestión, sólo discrepamos con Freud en que consideramos que el inconsciente
incluye a la esencia. Freud analizó la mente y concluyó que hay partes de su estructura
tripartita, el ello, el ego y el superyo, que están enterradas en el inconsciente. Pero como a la
mayoría de los psicólogos occidentales, sus conocimientos de la mente le impidieron
adentrarse bajo el nivel del sistema de los chakras. Se limitó a estudiar el campo de la
personalidad y sus fuentes instintivas, que no funcionan a una profundidad mayor que el
sistema de los chakras. Sin embargo, su punto de vista topológico y estructural resulta muy
útil para nosotros, como ya hemos visto y como veremos cuando hablemos del desarrollo
sostenido de la esencia. Puesto que la esencia está reprimida (como los afectos, las ideas y
las fantasías), el esfuerzo por recuperarla se convierte en algo sencillo y obvio: conseguir
que la inconsciencia se vuelva consciente. Este empeño, sin embargo, altera la estructura de
la personalidad misma y cambiará su posición dentro de la economía global del organismo
humano. Esto es así porque, como dijimos en el capítulo tercero, la estructura de la
personalidad se basa en gran parte en la experiencia de la pérdida de la esencia. De modo
que cuando la esencia es liberada y alentada, cambia la estructura de la personalidad.

CONCIENCIA

Esta sencilla máxima, hacer que la inconsciencia sea consciente, constituye el aspecto
más importante, básico y necesario del Enfoque Diamante y de todos los demás métodos
auténticos de la Obra. Se empieza por la conciencia y se termina por la conciencia, que
simplemente va expandiéndose. Debemos señalar aquí que por conciencia nos referimos a
conocimiento, porque la palabra se usa a veces para designar otros conceptos. De hecho,
algunos autores la utilizan para referirse a la esencia.
Por lo tanto, como en todos los sistemas de desarrollo interno, para aplicar el Enfoque
Diamante hay que cultivar la conciencia. El método principal consiste en excluir la
inconsciencia a través de técnicas psicodinámicas. Sin embargo, incluso antes de empezar
este proceso, la persona debe aprender a prestar atención, a ser consciente de los
97
ESENCIA

acontecimientos internos y externos, pues para recoger observaciones que después puedan
ser utilizadas en el conocimiento psicodinámico se necesita ser consciente. Sin la conciencia,
la persona no conocerá qué pensamientos atraviesan su mente, qué emociones llenan su
corazón o qué sensaciones pueblan su cuerpo. Por consiguiente, no habrá impresiones ni
material para el conocimiento si no somos lo bastante conscientes.
Las personas normales tienen conciencia, pero muy restringida, confinada y selectiva. El
objetivo del entrenamiento de la conciencia consiste en aprender a expandirla, a no permitir
que quede confinada entre las pautas compulsivas y habituales de la persona. Al tiempo que
la conciencia va liberándose, se expanden los poderes de observación disponiendo así de un
mayor conocimiento.
La conciencia es necesaria no sólo para recoger observaciones útiles al proceso de
conocimiento, sino, en realidad, para todos los aspectos del desarrollo interior. También es,
desde luego, necesaria para la vida práctica cotidiana. La conciencia es una característica de
la vida misma, de toda la materia viviente.
El cultivo de la conciencia es necesario, también, por su propio bien, pues en última
instancia, ella misma es un aspecto necesario de la esencia que forma parte de nuestro
verdadero ser. Se trata de una característica básica de todos los aspectos de la esencia, que
es auto-consciente de una manera espontánea. No obstante, la conciencia puede existir por
sí misma, es decir, una persona puede experimentarse a sí misma como conciencia, como
conciencia pura y desnuda.
La conciencia ocupa un lugar muy especial entre los aspectos de la esencia. En cierto
modo, el desarrollo interno en su conjunto, el esfuerzo mismo destinado a cultivar tanto la
personalidad como la esencia, puede considerarse como una liberación y una expansión de
la conciencia. La razón que subyace en esta apreciación se refiere a que la función más
básica de la personalidad consiste en reducir la conciencia. De hecho, el aspecto más
profundo de la personalidad es una restricción de la conciencia. En su nivel más profundo, la
identidad del ego, que normalmente llamamos el yo, existe como una contracción, una
restricción de la conciencia. Para decirlo con mayor precisión, la identidad del ego (el yo)
como estructura es un vacío o una deficiencia de la conciencia, a causa de su pérdida básica
e intrínseca. Se trata del agujero de la personalidad más profundo y protegido.
Este agujero, en torno al cual se estructura la identidad de la personalidad, es la omisión
(pérdida) de la conciencia de la muerte. Más exactamente, la personalidad no comprende la
muerte y evita la percepción de su posibilidad y su existencia. Le aterroriza porque significa
su propia aniquilación. No nos estamos refiriendo aquí a la muerte del cuerpo, por mucho
que la personalidad no sea capaz de concebir ninguna otra clase de muerte a causa de su
identificación con el cuerpo. Hablamos de la experiencia de la no-existencia, que es la
ausencia de experiencia. Y esta noexistencia es la naturaleza más profunda de la personali-
dad, su verdadero núcleo.
El miedo de la personalidad y la omisión de la muerte crea un hueco (un agujero) en la
conciencia en torno al cual se estructura la personalidad. Este hueco es la semilla del
inconsciente. La inconsciencia se desarrolla mientras lo hace la personalidad y se estructura
en torno a este agujero. Básicamente, la inconsciencia es la inconsciencia de la muerte,
necesaria ante la falta de conocimiento de lo que es la muerte.
Así pues, podemos decir que el desarrollo interior es la expansión de la conciencia. La
conciencia total es justamente esto. No excluye nada, ni siquiera la conciencia directa de la
no-existencia (muerte). Por eso, la Obra es un proceso de expansión de la conciencia que
98
ESENCIA

culmina cuando la personalidad es consciente de su más oculto secreto, la muerte. Una vez
conocido, deja de existir el miedo en la personalidad y los temores comienzan a disminuir. A
continuación, la contracción y la tensión más profunda de la personalidad, que es la omisión
de la conciencia de la muerte, se pierde. Todo esto conduce a un debilitamiento de la
identificación con la personalidad, porque la identificación se basa en esta honda contracción
interna de la personalidad, lo que, a su vez, ayuda a la esencia a alcanzar su verdadera
posición de dominio.
Este secreto que anida en la zona más profunda de la inconsciencia de la personalidad,
igual que el resto de sus sectores recónditos y reprimidos, resulta tan inaccesible a la
conciencia normal y se encuentra tan protegido contra ella que es prácticamente imposible
de alcanzar. En la mayor parte de los casos, confiar únicamente en el cultivo directo de la
conciencia no es suficiente para penetrar en estos recovecos profundísimos de la mente.
Esta es una de las razones por la que los sistemas cuya práctica sólo incluye el cultivo de la
conciencia acaban por ser ineficaces en lo que respecta al desarrollo interior.
Aquí nos encontramos con uno de los mayores beneficios de la esencia. La esencia logra
penetrar hasta en esas esquinas profundas y oscuras de la personalidad. Puede recorrer
todo el camino porque es la profundidad. Puesto que la esencia viene caracterizada
intrínsecamente por la conciencia, posibilita que nuestro conocimiento llegue hasta esos
lugares profundos y normalmente inaccesibles del inconsciente para exponerlos a la luz de la
observación y el entendimiento, lo que, a su vez, sacará a relucir más agujeros, recuperando
aspectos nuevos y más profundos de la misma esencia.
Como podemos ver, se trata de un proceso recíproco en el que conocer la personalidad
supone sacar a relucir la esencia que, a su vez, descubre y saca a relucir capas más
profundas de la personalidad, y así sucesivamente. Este proceso continúa y la conciencia se
expande hasta que la personalidad acaba siendo conocida por completo, incluyendo la
experiencia de su propia muerte y la no-existencia. Además, todos los aspectos de la esencia
terminan siendo reconocidos y desarrollados en el proceso. Naturalmente, esto prepara el
terreno para el afloramiento espontáneo de la percepción de la iluminación.
Podemos atisbar en todo esto la enorme ayuda que proporciona la esencia al esfuerzo
que supone liberarse de la personalidad, que es la condición indispensable para alcanzar la
iluminación. Hacemos hincapié en este punto porque gran parte de la literatura de la Obra
habla como si estuviese diseñada para conseguir la liberación de la personalidad y después
el desarrollo de la esencia. Aunque es posible, se trata de algo muy improbable y que ocurre
en muy raras ocasiones a causa de la complejidad, profundidad y sutileza de la personalidad.
Con nuestro método, el Enfoque Diamante, no hay necesidad de esperar a la experiencia de
la muerte del ego para llegar a comprender la esencia. Cualquiera puede recorrer el sendero
pasando por pequeñas "muertes" que sacarán a relucir los aspectos de la esencia que, a su
vez, conducirán a la experiencia final de la muerte del ego.

LA SENSIBILIDAD y LAS PERCEPCIONES SUTILES

99
ESENCIA

Una parte principal y necesaria del entrenamiento de la conciencia consiste en la


sensibilización del cuerpo. Hay que invertir la tendencia hacia la insensibilidad que se
necesita para mantener la inconsciencia. La represión y las defensas del ego no consisten
únicamente en actitudes mentales. Son, más que ninguna otra cosa, tensiones y pautas de
tensiones corporales. En su formulación de los conceptos de armadura del carácter y
armadura muscular, Wilhelm Reich subrayó que estas obstrucciones y tensiones físicas
mantienen las ideas y las emociones en el inconsciente. Su idea principal se refería a que las
funciones defensivas del carácter son idénticas a las atrofias musculares del cuerpo: "En la
práctica analítica del carácter nos encontramos con que la armadura adopta un
comportamiento crónico, congelado, como muscular. Ante todo, destaca la identidad de estas
diversas funciones; pueden ser comprendidas sobre la base de un solo principio,
concretamente, el blindaje de la periferia del sistema biofísico."l
Las emociones y los sentimientos son, en primer lugar, sensaciones, y son sensaciones
corporales. Si el cuerpo es insensible, no habrá conciencia de estas sensaciones y, por
consiguiente, tampoco conciencia de los sentimientos. Esto excluirá la posibilidad de su
conocimiento. Así pues, se requiere la sensibilización del cuerpo mediante la disolución del
blindaje muscular y sus pautas de tensión.
Pero la sensibilización del cuerpo no tiene como objetivo únicamente la conciencia de las
sensaciones y los sentimientos, que es lo primero con lo que se topa la conciencia en
expansión. La sensibilidad, con el tiempo, necesita hacerse más profunda, y las
percepciones más agudas, para que el organismo logre ser consciente de la presencia, más
sutil, de la esencia misma, que constituye una existencia encarnada y habrá de
experimentarse en el cuerpo, en ninguna otra parte o de modo abstracto.
Cuando algunos autores escriben del refinamiento de la percepción, su intención va más
allá de lograr que la mente sea más aguda y el cuerpo más sensible. Al despertar el cuerpo y
refinar su sensibilidad, las facultades más sutiles y profundas de la percepción se despiertan
y desarrollan. Estas facultades sutiles para la percepción están organizadas a través de
centros energéticos sutiles que se encuentran en varios lugares del cuerpo y son necesarios
conocer la presencia de la esencia.
La esencia, como ya hemos visto, es una sustancia sutil que tiene características físicas.
Esto significa que para experimentarla el organismo físico tiene que ser lo suficientemente
sensible como para percibir estas características físicas que normalmente coexisten con las
sensaciones físicas ordinarias. Las características físicas de la sustancia de la esencia son
muy sutiles, en el sentido de que son silenciosas y serenas comparadas con las sensaciones
del cuerpo y sus sentimientos. Normalmente, están ahogadas por las sensaciones más
groseras, a las que las personas están casi exclusivamente acostumbradas a percibir, y a
pesar de su presencia pocos son conscientes de ella. Por eso es preciso adiestrar y refinar la
conciencia hasta que sea sensible a las sensaciones más sutiles y finas de la esencia.
La facultad de sentir ha de ser lo suficientemente refinada como para distinguir entre una
sensación física y la sensación de la sustancia de la esencia, pues no basta con que la
mente esté serena, también se necesita que el cuerpo sea sensible. La mente puede estar
tranquila mientras el cuerpo está in sensibilizado. El cuerpo tiene que estar consciente para
que el centro sensor, en el vientre, pueda activarse. Este centro, o lo que Gurdjieff llamó el
centro físico, es el núcleo de los sentidos de todo el cuerpo y su función más profunda

100
ESENCIA

consiste en actuar como sensor de lo sutil, el sensor de la presencia de la esencia, que los
sufíes llaman el órgano del tacto.
En cierto sentido, el tacto es el más íntimo de los sentidos físicos. La piel debe estar
directamente en contacto con un objeto para tocarlo. No hay ningún intermediario, como
ocurre con el sonido para el oído o la luz para los ojos. Así pues, esta facultad sutil es muy
íntima. Hablando con precisión, significa sentir la esencia siendo la esencia. Es la forma más
directa de percepción. En conexión con el centro del vientre, esta capacidad está
íntimamente vinculada con la encarnación de la esencia. Se trata del núcleo del cuerpo, y su
modo de percepción es la encarnación. Aquí, percepción a través del tacto y ser, constituyen
la misma acción. Por eso es la facultad más importante.
Además, el tacto proporciona información sobre las características físicas de textura,
densidad, temperatura, viscosidad y demás. El término tacto se utiliza porque, de hecho, es
más preciso que el término sensor cuando se alcanza la experiencia de la esencia. La
persona normal utiliza el sensor para lograr información sobre sensaciones y sentimientos,
que normalmente no tienen características de textura, densidad y viscosidad. Pero la esencia
tiene estas características porque tiene sustancia, aunque en una dimensión sutil.
Como podemos ver claramente el refinamiento de la percepción no puede limitarse a la
dimensión intelectual. La mente, tal y como la entendemos normalmente, no puede alcanzar
la esencia. El cuerpo debe agudizar su sensibilidad para que los órganos sutiles de la
percepción puedan ser despertados.
Sensibilizar el cuerpo también despierta la facultad del sabor, centrada en el corazón, en
el pecho. "El corazón (qalb) es el órgano que produce el verdadero conocimiento... Es el
órgano de una percepción que al mismo tiempo supone experiencia y sabor íntimo
(dhowq)."2
Aunque funciona de manera parecida, este órgano de la percepción (dhowq) es diferente
del órgano olfativo. Como la lengua, puede tocar y probar el sabor en el mismo acto del tacto.
Nos proporciona información sobre la importante característica física del gusto, necesaria
para la apreciación de la esencia y la satisfacción del corazón. La opinión popular de que el
amor es dulce se basa en el aspecto esencial del amor, que tiene ese sabor. Existen muchos
tipos de amor en la dimensión de la esencia, y cada uno tiene una dulzura diferente. Esta
facultad para sentir el sabor interno también es importante para la apreciación y el disfrute,
para diferenciar y conocer los diversos tipos de amor, así como los demás aspectos de la
esencia, que también tienen diferentes tipos de sabor.
Hablar del "sabor" de una idea, de una situación o una percepción, se basa,
probablemente, en la realidad del gusto interno. Indudablemente, la esencia tiene un sabor.
Cuando nos referimos a percepciones sutiles de la esencia en forma de sabor, no sólo
hablamos metafóricamente. La metáfora es válida, pero la realidad literal y real también
existe.
La tercera facultad principal de percepción sutil es la visión, vinculada con el centro de la
cabeza en la frente. Esta facultad proporciona información sobre el color y la forma, tan
necesarios para entender la esencia, distinguir sus diversos aspectos y apreciar su belleza
estética.
Es muy probable que la popular expresión "lo veo", que significa "lo entiendo", tenga sus
raíces en esta facultad de los sentidos. Ver equivale a entender, pues la facultad de la visión
sutil puede desarrollarse hasta el punto de escapar a las limitaciones del espacio y el tiempo.

101
ESENCIA

Uno puede ver en el interior del cuerpo, puede ver las partes anatómicas del cuerpo, incluso
las células y las moléculas; puede ver las emociones, energías sutiles y la misma esencia.
Puede ver cosas a distancia o en otros tiempos.
Existen otras facultades para la percepción sutil, tales como el olfato y el oído, pero nos
hemos limitado a poner estos ejemplos con el fin de ilustrar de una manera general. Vincular
estas facultades con diferentes centros de energía no significa que se ejerzan únicamente en
ellos; de hecho, cuando se han desarrollado lo pueden hacer desde cualquier parte del
cuerpo, pues, en realidad, se superponen. La textura puede distinguirse con el gusto, incluso
con la vista, como también la densidad y la viscosidad. Lo mismo sucede con los sentidos
físicos. Sin embargo, para nosotros, este fenómeno señala una verdad muy profunda, la de
la unidad de los sentidos o facultades de percepción. En la dimensión más profunda de la
esencia, los centros pierden su importancia. Son importantes únicamente al principio, como
puntos de orientación o de partida. Más tarde, estas facultades pasan a formar parte de la
misma esencia, que también posee facultades para tocar, ver, oír, oler, intuir, conocer y
todas las demás. En otras palabras, la esencia es el órgano de la percepción. Cuando se
alcanza esta realización, todas las capacidades son una sola. Se trata de un acto de la
esencia. Se podría decir que la esencia es la conciencia, la conciencia pura.
Una característica profunda de la esencia es que cuanto más profunda es la realización,
más unificación existe en la experiencia. Llega un momento en que incluso las facultades de
la percepción se unifican. La esencia es autoconsciente. Conoce, intuye, ve, oye, huele, toca
y prueba en sí misma. Y todo ello en un solo acto, en una percepción unificada. Como es
lógico, se trata de una auto-conciencia en la que no existe separación entre sujeto y objeto.
La esencia es en sí misma la conciencia.
La distinción entre las facultades, que tiene lugar a otro nivel de la experiencia, es, por así
decirlo, el resultado del análisis de una única facultad, una sola sensibilidad. El cuerpo, con
su fisiología sutil, actúa como un prisma sobre la sensibilidad básica. Este análisis y
distinción son necesarios para la especialización en otros niveles de funcionamiento.

LA SECUENCIA DEL DESARROLLO

Mientras la conciencia se expande y la sensibilidad profundiza, el individuo vive sucesivas


experiencias y transformaciones que requieren abordar varios sectores de la personalidad,
así como las situaciones de la vida vinculadas a ellos. Hay una secuencia general de
acontecimientos internos que transformarán a la persona. En el Enfoque Diamante, esta
secuencia no es rígida, y a menudo los estudiantes no la siguen con exactitud. Puesto que el
Enfoque se ocupa de la personalidad, existen muchas variaciones de secuencia, porque la
personalidad difiere en cuanto a carácter, tipo, rigidez, nivel de organización e historia de una
persona a otra. La situación de partida puede variar, y la misma secuencia también. Esta
característica del Enfoque Diamante tiene la ventaja de adaptarse a las necesidades y
situaciones individuales en lugar de ser una técnica fija que todos han de aplicar de la misma
manera, al margen del carácter o nivel de desarrollo de cada uno. En el momento en que
comienza su andadura, cada estudiante tendrá que ocuparse específicamente del material
que aporta: su propia personalidad, su vida real, lo que contribuye optimizar y economizar
tiempo y energía. Esta característica del Enfoque evita también que se convierta en un
conjunto mecánico que haya que aplicar sin conocimiento de causa. La rigidez mecánica hur-

102
ESENCIA

ta a cualquier método de su elemento vital y con el tiempo lo hace inservible.


Con todo, hay una secuencia general de acontecimientos y realizaciones que las
personas siguen espontáneamente. Existen postes indicadores fundamentales y universales.
Las variaciones se enmarcan dentro de un esquema global dictado por la estructura general
básica de la personalidad. El trabajo comienza en las capas superficiales de la personalidad
y va profundizando cada vez más. La estructura de la personalidad determina la secuencia
de las experiencias y las transformaciones interiores, y como la mayoría de la gente posee
una estructura general similar, el trabajo de desarrollo sigue una secuencia general concreta.

Las desviaciones importantes de esta secuencia general están relacionadas con las
estructuras desviadas de la personalidad, es decir, con deficiencias o distorsiones es-
tructurales. Por ejemplo, una estructura anormal comenzará el despliegue de la esencia por
un aspecto que una estructura normal no experimentará hasta después de un largo periodo
de desarrollo. Así pues, en nuestra exposición de la secuencia nos referimos principalmente
a la estructura normal, que posee un ego bien desarrollado y un sentido del yo cohesivo.
Podemos analizar esta secuencia basándonos en el modelo estructural de la personalidad
presentada en primer lugar por Sigmund Freud, según el cual, la estructura de la
personalidad, a la que llamó aparato psíquico, consta de tres instancias diferenciadas,
ordenadas jerárquicamente, como son el ello, el yo y el superyo.
El ello forma la base instintiva, principalmente psicofisiológica de la estructura global. El
yo, que se basa principalmente en el ello, es la parte que se encuentra en contacto con el
mundo externo. Está formado por el proceso de contacto y adaptación con el entorno,
principalmente los padres. El superyo es un entramado que conforma el ápex de la estructura
psíquica e incluye los ideales de la personalidad y los principios del juicio. Es la sede de lo
que vulgarmente llamamos la conciencia. Se desarrolla principalmente interiorizando e
identificándose con las prohibiciones, reglas, valores y preferencias de los padres y la so-
ciedad en general.
La secuencia de desarrollo en el Enfoque Diamante sigue la línea de regresión de esta
misma estructura. La última parte formada y organizada, el superyo, se convierte en la
primera que la persona ha de analizar y abordar, para después centrarse en el yo y,
finalmente, en el ello, con sus instintos y sus pulsiones.
Como ya hemos dicho, esta es la secuencia de desarrollo que, por lo general, siguen las
personas normales y las ligeramente neuróticas. Sin embargo, para quienes padecen una
neurosis grave o sufren desórdenes de carácter, tales como los síndromes neurasténicos, los
desórdenes de la personalidad narcisista o algún tipo de psicosis, no se cumple esta
secuencia, puesto que en las patologías graves, la estructura de la personalidad misma está
distorsionada o resulta defectuosa.
Esto no significa que las personas con patologías graves sean candidatos para la
realización del desarrollo interior. No lo son, excepto en circunstancias muy especiales. Lo
que ellos necesitan es otra cosa: el desarrollo de una estructura que funcione bien. En teoría,
estas personas sólo pueden utilizar el Enfoque Diamante con el fin de desarrollar una
estructura equilibrada y que funcione bien empleando la presencia de la esencia. Esta
posibilidad se encuentra aún en fase de investigación y todavía no se pueden sacar
conclusiones definitivas.
Sin embargo, incluso las personalidades normales o neuróticas poseen aspectos
103
ESENCIA

similares a estas patologías graves. A veces, la diferencia se encuentra únicamente en el


grado de la patología. El alcance de la presencia de aspectos fronterizos, narcisistas o
psicóticos en la estructura de la personalidad normal o neurótica sólo está empezando a ser
conocida en círculos psicológicos y aún se encuentra muy lejos de ser conocido con
objetividad.
Desde nuestra perspectiva, todo el mundo padece aspectos neurótico s, anormales,
narcisistas y psicóticos en su personalidad, todos ellos como consecuencia del proceso de
crecimiento del ego. Cada persona posee una diferente preponderancia e intensidad de los
aspectos en el desarrollo de sus personalidades. El diagnóstico en términos de neurosis o
psicopatía, etc., es útil únicamente por motivos prácticos, para aplicar con técnica y cálculo
cuál es la mejor secuencia de desarrollo que conviene a cada estudiante en particular. Por
ejemplo, una persona normal con tendencias neurasténicas podría necesitar abordar ciertos
aspectos de la estructura de su ego antes de proceder con efectividad a intervenir en su
superyo.

EL SUPERYO

Hablaremos brevemente, y de manera muy general, de los aspectos más importantes en


la secuencia de desarrollo en el caso de las personas normales, dejando de lado una
descripción más detallada para futuras publicaciones. Las verdades más profundas y directas
habrán de encomendarse a la transmisión oral, al proceso mismo de la enseñanza.
Al tiempo que la conciencia se expande, la persona se enfrenta, en primer lugar, con la
necesidad de encontrar fórmulas con las que abordar su superyo. Esta es la primera tarea
importante. Si no lo consigue, le resultará extremadamente difícil expandir su conciencia y
abordar su inconsciente.
La razón estriba en que el superyo sostiene el status qua de la personalidad, es decir,
continúa manteniendo el inconsciente en la inconsciencia y poniendo en marcha los
mecanismos defensivos del yo. El agente que dirige estas funciones defensivas es el
superyo.
Necesitamos conocer el proceso de represión para comprender mejor este mecanismo: la
conciencia del material inconsciente provoca ansiedad al ego, y este responde a la ansiedad
con represión, impidiendo el afloramiento del material inconsciente en la conciencia. De esta
manera evita sufrir ansiedad y el efecto desintegrador que la ansiedad produce en la
estructura del ego.
Durante la infancia, el miedo a los agentes coercitivos, Principalmente representados por
los padres, es el que provoca la ansiedad. Siempre que los padres desaprueban Cualquier
acción o sentimiento del niño, algo que ocurre con frecuencia, este aprende a contener y,
finalmente, a reprimir esa acción o sentimiento. No obstante, con el tiempo, la desaprobación
acaba interiorizándose como parte del propio superyo del niño, de manera que, al final,
cuando una situación provoca esta acción o estado emocional, el propio superyo desaprueba
y, de hecho, castiga al propio niño con un sentimiento de culpa o de vergüenza. El miedo se
transforma en miedo al propio superyo. El niño, al margen de este miedo al superyo y al
castigo, aprende a defenderse de sí mismo como lo hizo de sus padres. Reprime esa acción
o sentimiento y amputa su conciencia de sus propios impulsos, sentimientos y acciones. Para
que sea eficaz, toda la operación debe ser inconsciente y automática. Al margen del miedo al
104
ESENCIA

superyo, el inconsciente permanece en la inconsciencia para defenderse de sus ataques. De


este modo, el superyo se convierte en el agente coercitivo interno que defiende el status quo
de la personalidad.
Esto significa que para desarrollar la conciencia y convertir en conscientes algunas partes
del inconsciente, la persona tropezará con el miedo al superyo y a sus propios y dolorosos
ataques en su pretensión de superarlo. Además de causar mucho dolor y sufrimiento, este
enfrentamiento con el superyo inhibirá la conciencia y su expansión, a menos que la persona
encuentre una solución.
El psicoanálisis aborda esta situación analizándola y estudiando su génesis. Con el
tiempo, este proceso mejora la situación. El superyo se hace más realista en sus demandas
y criterios, y sus ataques se suavizan. Otras escuelas usan métodos diferentes para abordar
el superyo directa o indirectamente, pero todos los sistemas psicoterapéuticos se esfuerzan
únicamente en mejorar la situación. El superyo continúa siendo una parte importante y activa
de la personalidad. La posibilidad de la disolución total del superyo no es contemplada por la
psicoterapia ni se considera un objetivo deseable.
Esto es así, obviamente, porque el Weltanschaung, la filosofía o visión del mundo del
analista y del psicoterapeuta no incluye la realidad de la esencia. Ignora la presencia de la
esencia con su percepción directa y objetiva y su equilibrio de la naturaleza humana, por lo
que la posibilidad de una existencia sin el superyo y con una percepción objetiva no se
contempla. Tampoco se considera la facultad de la esencia para conocer y actuar de acuerdo
con este conocimiento. Así pues, siempre se mantiene la creencia en la necesidad de los
ideales, las diferentes moralidades y reglas para gobernar la vida de cada uno. Desde
nuestra perspectiva, el superyo es el agente coercitivo interno que obstaculiza la expansión
de la conciencia y el desarrollo interior, al margen de lo suave o razonable que pueda llegar a
ser. Es un substituto, y además cruel, de la percepción directa y del conocimiento. Con el
tiempo, el desarrollo interno exige la ausencia de estos agentes coercitivos internos y su
sustitución por una regulación basada en la percepción objetiva, el conocimiento y el amor.
El mejor enfoque consiste en reducir el poder e influencia del superyo y reemplazarlo, en
la medida de lo posible, con la conciencia hasta su expulsión final. Esto establece, a su vez,
algunos aspectos importantes de la esencia.
El yo responde automática e inconscientemente al superyo reprimiendo partes de la
personalidad para defenderse de sus dolorosos ataques. Un modo efectivo de tratar con el
superyo consiste en aprender a defenderse contra sus ataques de otra forma, sin tener que
utilizar la represión y los demás mecanismos de defensa inconscientes del y03. El método ha
de ser consciente e intencionado, en contraste con los modos automáticos habituales que
sólo consiguen fomentar la inconsciencia. Aprender a defenderse consciente e
intencionadamente del superyo y sus ataques es aprender un conocimiento y una tecnología
interior completa. Supone tomar en consideración el conocimiento de lo que es el superyo y
utilizar la inteligencia de cada uno para abordarlo y defenderse de sus ataques.
Veamos un sencillo ejemplo para ilustrar este método. Supongamos que alguien se siente
avergonzado cada vez que experimenta ternura hacia otra persona. El superyo le ataca
produciendo un sentimiento de vergüenza y desprecio, según el tópico que asegura que la
ternura en un hombre significa que es débil y femenino. Para empezar a ocuparse de su
superyo, lo primero que necesita esta persona es ser consciente del ataque, de su contenido
y del contenido del juicio. Después necesita analizar ese juicio psicodinámicamente. Por
ejemplo, podría recordar que en opinión de su padre los hombres debían ser duros, y que la

105
ESENCIA

ternura pertenece a las mujeres. De esta forma sabrá que durante la infancia interiorizó la
actitud de su padre, que entró a formar parte de su superyo. Por eso responde a esta actitud,
que es un ataque contra sí mismo, con vergüenza y represión. Ahora, aplicando este método,
puede imaginar la escena y decirle mentalmente a su padre: "¡Papá, vete al infierno! No me
importa lo que pienses de mí". Se enfrenta así a su superyo de una manera que, de niño, le
hubiera resultado imposible hacerlo contra su padre, porque era incapaz de defenderse
contra él, creía en él, le asustaba y le necesitaba. Este método podría no funcionar en un
primer momento, pero si practica repetidamente sacará a relucir la agresividad y la persona
será capaz de imponerse y distanciarse de la actitud paterna.
Para ser efectiva, la defensa necesita ser inteligente. Por ejemplo, si esta persona
responde con: "Padre, no es verdad que soy femenino y débil. La ternura es buena y no
significa debilidad o feminidad", entonces estará razonando con un superyo que, en realidad,
no es racional. Además, probablemente haya respondido de la misma manera muchas veces
sin éxito alguno, pues su respuesta está a la defensiva, intentando justificar sus sentimientos
y tratando de explicárselo a alguien para sentirse bien. Cualquier justificación ya implica
culpabilidad, así que no funcionará. En cambio, responder con un "Papá, ¡vete al infierno!"
resulta efectiva porque no intenta explicar ni justificar nada y, por tanto, no implica ninguna
culpabilidad inconsciente. La persona únicamente devuelve el ataque y se niega a aceptar su
contenido. Se libera por completo del superyo y no le otorga ningún poder sobre ella.
Es difícil apreciar el poder y efectividad de este método sin aprenderlo y ejercitarlo
durante algún tiempo, pero cuando una persona aprende a defenderse contra su superyo,
con el tiempo no necesitará utilizar los mecanismos de defensa inconscientes. Entonces, un
pequeño esfuerzo de concentración sacará a relucir el material inconsciente. Se trata de un
proceso gradual de apertura del inconsciente, que es de suma importancia para el desarrollo
interior. El individuo aprende a ser tan hábil y le resulta tan fácil manejar a su superyo, que
este va perdiendo fuerza gradualmente, al tiempo que su estructura misma queda expuesta
al conocimiento, contribuyendo así a disolver sus fundamentos.
Si se aplica con constancia, este método conducirá a la realización y desarrollo de varios
aspectos de la esencia. La activación de la agresividad para incrementar la defensa y auto-
afirmación nos lleva al aspecto esencial de la fuerza, que con el tiempo conducirá al aspecto
esencial del ser, la verdadera identidad. La inteligencia necesaria para poner en práctica este
método desarrolla a la larga el aspecto de la esencia de la conciencia objetiva, el cuerpo de
diamante, mientras que las leyes y valores morales del juicio ceden a la conciencia esencial.
Al reemplazar los mecanismos de defensa del yo, este aspecto de la esencia se convierte en
su verdadero agente protector, en su verdadera defensa.
Sin embargo, el esfuerzo necesario para alcanzar este nivel de realización exige ocuparse
del yo y del ello, que son los factores determinantes de la estructura del superyo.

Los CHAKRAS

Ocuparse del superyo, de la expansión de la conciencia y del aumento de la


profundización de la sensibilidad corporal implica la activación y liberación del nivel chakra
del funcionamiento energético, lo que no significa necesariamente concentrarse en la
localización física de los chakras. Se trata, básicamente, de despejar la mente y abrir el
cuerpo, lo cual exige despejar el sistema de los chakras. Este sistema consiste, fundamental-
106
ESENCIA

mente, en el nivel de las emociones, de los procesos del pensamiento y del funcionamiento
fisiológico, y el proceso se basa en liberar estas funciones del inconsciente, defenderse del
superyo y aclarar los conflictos de la mente.
Naturalmente, existen otros métodos para abordar este nivel de trabajo. Mientras unos
sistemas se centran directamente en el sistema de los chakras y sus centros, otros activan la
energía kundalini y la utilizan para activar y aclarar los chakras o emplean las técnicas físicas
del yoga. La psicoterapia y las terapias corporales también se orientan en esta dirección.
Los chakras no funcionan adecuadamente a causa del agarrotamiento del cuerpo y las
pautas de sus tensiones psicofísicas. El trabajo en el superyo, especialmente cuando va
acompañado de técnicas somato-energéticas, como las que emplean la respiración, es un
método poderoso y eficiente para desatascar este nivel, y además previene contra la
fascinación y la excitación características del trabajo directo con los chakras.
Tarde o temprano, desatascar este nivel de la personalidad conduce a la recuperación de
la energía emocional pura y culmina en la experiencia del vacío.

EL VACÍO

La labor ejercida en el superyo acabará por desvelar una de sus piedras angulares: la
ansiedad castradora. Para Freud, el superyo se basa en el complejo de castración. Explicó
que para resolver su miedo a la castración el niño desarrolla y fortalece su identificación con
el padre del mismo sexo. El hijo se identifica con las actitudes admonitorias y de prohibición
del padre, y esta es la principal identificación sobre la que se erige la estructura del superyo,
en la que hay bases más profundas que se originan en la etapa simbiótica del desarrollo del
yo, pero ahora estamos tratando sólo de las identificaciones selectivas que ocurren durante
el periodo edípico y que forman la estructura principal del superyo.
Aprendiendo a defenderse conscientemente del superyo, la persona rechaza o, más bien,
se aparta de esta identificación con el padre o la madre del mismo sexo, lo que termina por
sacar a relucir en la conciencia los fundamentos de la identificación. Puesto que las
identificaciones que nos interesan son las que se establecen con los padres del mismo sexo,
incluyen una identificación sexual. En el Enfoque Diamante abordar esta identificación, así
como el más profundo complejo de castración, equivale a ocuparse de un agujero específico
en la personalidad. Este agujero está relacionado con una distorsión de la auto-imagen,
particularmente la que se localiza en la zona genital de la imagen del cuerpo. El complejo de
castración es en sí mismo la principal causa de esta distorsión, y ocurre por igual en ambos
sexos.
Como podemos ver, al abordar el superyo saldrán a relucir en algún momento las
identificaciones que reprimen el complejo de castración. Abordar este problema pone al
descubierto el agujero específico relacionado con la castración, que es una distorsión en el
aspecto de la auto-imagen corporal. El agujero o deficiencia consiste sencillamente en una
imagen inconsciente del cuerpo que carece de genitales o de sexualidad. Aceptar y entender
este sentimiento y esta creencia provocará su correspondiente aspecto de la esencia que se
convertirá en el vacío (espacio). Este aspecto de la esencia es la corrección de la distorsión
107
ESENCIA

de la imagen del cuerpo que, en realidad, es una distorsión del espacio. El vacío es la
experiencia de uno mismo, de la propia esencia, como espacio vacío; una experiencia de ex-
pansión, de amplitud, de apertura y de infinitud. La mente ya no está sujeta a los rígidos
límites de la auto-imagen de la personalidad. Su efecto en la percepción consiste en ver las
cosas como son, sin distorsiones. La experiencia del agujero genital constituye una distorsión
de cómo son las cosas porque, en realidad, no hay ningún agujero ahí. El espacio emergente
borra esta distorsión.
El vacío no es, en verdad, otra cosa que la ausencia de la personalidad y sus diversas
distorsiones. Es cuando la mente se encuentra vacía, completamente desprovista de
personalidad. Es como si el espacio interior quedase limpio del todo, vacío, de la
personalidad y de sus pautas, mentales o físicas. La persona se siente libre, renovada, ligera
y sin estorbos. La mente es contemplada como es, un vacío inmaculado.

Los LATAIF

Esta experiencia del espacio anuncia el proceso de la realización y el desarrollo de la


esencia. Ahora hay espacio para algo más que el mundo de la personalidad. Antes de esta
realización, la personalidad lo llenaba todo. No había sitio para la esencia.
Muchas personas se refieren a esta experiencia como la muerte del ego, afirmando que
es necesaria para el nacimiento de la esencia, pero en realidad se trata del comienzo de la
muerte del ego. La personalidad debe atravesar muchas transformaciones, llamadas
muertes, antes de renunciar a sus influencias, pero esta experiencia del espacio conduce al
renacimiento, a la irrupción de la esencia.
Normalmente, esta condición de amplitud y espaciosidad provoca la activación de los
centros de la fisiología sutil llamados lataif. Dejemos que sea el más destacado repre-
sentante del sufismo en occidente, Seyyid Idries Shah, el que nos explique de qué se trata:
"En la representación sufí se afirma que el ser humano contiene cinco elementos de lo
'relativo' y cinco de lo 'absoluto'....se dice que son cinco centros de percepción espiritual que
se corresponden con estos ámbitos de la experiencia. Están concebidos para tener una
ubicación física en el cuerpo humano."
La mayoría de los escritores sufíes están de acuerdo en que existen cinco lataif
principales, o centros de percepción, y existe un acuerdo general en cuanto a los colores
asociados a ellos y sus localizaciones en el cuerpo humano.
El que está en el lado izquierdo del cuerpo se llama normalmente qalb, que significa
"corazón". Está asociado con el color amarillo. Su estado de conciencia es el de la auténtica
alegría y el placer en que vive la esencia. Su activación y realización también están
vinculadas con la transformación de un cierto sector de la personalidad, un proceso al que a
veces se hace referencia como la muerte amarilla.
El latifa del lado derecho del cuerpo se llama normalmente rouh, que significa "espíritu" o
"alma". Su color es rojo, y su conciencia es de fuerza verdadera y real. Es como el fuego de
la esencia y requiere una transformación de la personalidad a la que se hace referencia
como la muerte roja o la liberación del miedo de las personas.
El tercer latifa se localiza en el plexo solar y está vinculado con el color blanco o plateado.
Su conciencia es la de la verdadera voluntad, que es el soporte de la esencia y su existencia.
108
ESENCIA

La muerte blanca es la transformación de la personalidad que aquí nos importa, como es la


muerte en Dios. El nombre de este latifa es sirr, que significa "secreto". De hecho, a menudo
se considera la activación de este centro como el paso inicial o la transición desde el mundo
de la personalidad a la dimensión de la esencia.
El cuarto latifa está en la frente entre y exactamente sobre las cejas. Se llama khafi, que
significa "oculto", y tiene un color negro brillante. Su conciencia es un estado de paz y de
absoluta quietud relacionada con la actividad de la intuición y del conocimiento objetivo. Está
vinculado con la muerte negra, que es el estado de aniquilación del sentido de la identidad
del ego, el falso ser.
El quinto latifa, llamadoakhfa, que significa "más oculto", está en el centro del pecho y su
color es el verde esmeralda. Su conciencia es la del cariño y la compasión. Los sufíes lo
consideran como el principal latifa, el más importante. Esto es comprensible por muchas
razones. Tener compasión significa ser desinteresado y entrar en acción para demostrarlo.
Este latifa también conduce a la naturaleza del corazón, que es el aspecto de la esencia al
que se refiere la literatura como la perla inapreciable, el ser individual.
Los lataif, como dice Shah, no sólo son centros sino también formas de conciencia que
operan en la dimensión sutil. Cuando se conocen con precisión se considera que estas
formas de conciencia constituyen una dimensión de la esencia, una forma sutil de la
sustancia. Componen el cuerpo sutil (Jism latif) y son el principio de la experiencia de la
esencia en algunos de sus aspectos básicos. Por ejemplo, el latifa verde es el principio de la
compasión, o el aspecto del amor afectuoso de la esencia. El latifa rojo es el principio del
aspecto de la fuerza de la esencia, y así sucesivamente.
Se llaman lataif, que quiere decir cualidades que tienen sutileza, bondad y refinamiento, y
son la primera manifestación sutil y delicada de la esencia. Para usar una analogía: si la
esencia es como el aceite de un perfume, los lataifsería sus aromas. Un latifa es como el
vapor del aceite, que, a su vez, es la sustancia esencial. Por eso los lataif son una forma de
esencia, que es una presencia delicada, muy sutil y suave que se extiende por el espacio. Es
tan suave y sutil que es muy probable que nadie pueda distinguirla del espacio, del vacío.
Desde luego, activar un latifa significa sacar a relucir en la conciencia un sector de la
personalidad que hay que afrontar y conocer objetivamente. La experiencia del vacío no
quiere decir que el trabajo en la personalidad haya terminado, definitivamente no. Anuncia el
comienzo del desarrollo de la esencia.
Decimos aquí que el espacio conduce a la activación de los lataif, que, a su vez, señalan
el comienzo de la realización de la esencia. Pero el proceso no siempre se cumple con esta
secuencia. Esta secuencia es la natural, y muchos sistemas, como el budismo, la toman en
consideración en sus métodos. El budismo homólogo al reino de los lataif se llama el reino de
los cinco Budas-Dhyani, las deidades pacíficas del Libro tibetano de los muertos.

En el centro de todas las visiones del bardo están los cinco


Tathagastas (TrGyal-ba rigs Inga). Forman un primer grupo de cinco en
el budismo mandala, y en su extensa multiplicidad de significados
constituyen un trasfondo de múltiples niveles para el desarrollo de la
mayoría de las enseñanzas esotéricas del budismo Vajrayana. En las
diversas versiones del Libro Tibetano de los Muertos, que tienen su
propia tradición, constituyen la esencia y el fundamento de las declara-

109
ESENCIA

ciones sobre la naturaleza del hombre y su estructura psicológica, y al


mismo tiempo son las imágenes primordiales del sendero espiritual que
conduce a la trascendencia y a la liberación. La doctrina de los cinco
Tathagastas trata de las posibilidades de clarificación de la conciencia
en su vida terrenal, así como de la posibilidad de alcanzar el sendero
iluminado de la sabiduría de los Budas en el bardo.4

Los Budas-Dhyani (Tathagatas) no coinciden exactamente con los cinco lataif; el sistema
budista vincula la conciencia con el color azul, en lugar del negro de los sufres.
Otros sistemas de trabajo, como el sufi, no siguen esta secuencia e intentan activar
directamente los lataif. Esto sucede algunas veces en el Enfoque Diamante si la persona
logra trabajar en el segmento concreto de la personalidad conectado con uno de los lataif.
Hacerlo así puede conducir a un agujero correspondiente que activará el latifa conectado y
su particular esencia sutil. Esto puede ocurrir antes del descubrimiento del espacio, pero no
es la norma.
Otros métodos intentan, en primer lugar y por medio de ciertas técnicas, establecer más
interacciones entre el maestro y su discípulo para sacar a relucir la sustancia de la esencia,
que después es utilizada para activar los lataif. La activación de los lataif transustanciará, a
su vez, la esencia, es decir, transformará la sustancia de la esencia en varios aspectos y
dimensiones.
Sin embargo, el espacio debe ser realizado en algún momento. De otra forma la personalidad
volverá y tomará medidas drásticas contra el afloramiento de la esencia, lo que dificultará su
presencia permanente y obligará al empleo constante de las técnicas y las prácticas para
mantenerse en contacto con ella. Entre estos métodos se encuentran el sufi del Dhikr
(recuerdo) y el tántrico del mantra (cántico), que deben ejecutarse continuamente para recor-
dar la esencia y mantenerla presente.

LA ESENCIA

El trabajo para desarrollar los lataif continúa con el análisis de los sectores emergentes de
la personalidad. Cada uno de los lataif está vinculado a un sector de la personalidad que
actúa como un sustituto y guarda la memoria de las situaciones que condujeron a su
enterramiento. Todos estos fenómenos deben ser comprendidos con precisión y exactitud
para que los centros estén permanentemente activos.
Entonces se comprenden, experimentan y encarnan todas las formas sutiles de la
conciencia. Los efectos de los lataif en la conciencia de la persona son entendidos e inte-
grados, lo cual ejerce una influencia permanente en la personalidad que, de hecho, se
transforma alojando en su estructura y en su conciencia el impacto de los lataif.
A partir de entonces, cada uno de los lataif funciona, por así decirlo, como una puerta o
entrada a un universo completo, una dimensión completa de la esencia. Cada latifa es una
entrada a un reino del ser que contiene muchos aspectos de la esencia. Por ejemplo, el latifa
amarillo conduce a los aspectos esenciales del placer, la realización, la satisfacción y varias
formas de amor.

110
ESENCIA

La situación puede considerarse tanto como un desarrollo y expansión de cada uno de los
lataif hacia dimensiones cada vez más profundas de la esencia o como si fuesen puertas que
conducen a diferentes reinos de la esencia. Como experiencia, ambos puntos de vista
coinciden.
Como ya hemos dicho, la relación de los lataif con la esencia es como la del perfume con
el aceite que le proporciona el aroma. Siguiendo el aroma daremos con la sustancia del
perfume, el perfume concentrado, la esencia, siempre que tengamos buen olfato, es decir,
unas facultades de percepción bien desarrolladas.
El proceso coincide con el ejemplo de la esencia fusionante o unificadora que analizamos
en el capítulo cuatro. Se presentarán constelaciones psicológicas tanto dentro -en forma de
conflictos emocionales y tensión física como fuera -en forma de dificultades, conflictos,
consecuencias, insatisfacciones, así como una falta de entendimiento respecto al entorno y
las personas que lo habitan. Ya que en esta etapa resulta fácil abordar el superyó, el material
inconsciente será más accesible. El maestro podrá conocer las pautas relevantes, las
constelaciones psicológicas específicas que forman los sectores de la personalidad, cada
uno relacionado con un aspecto de la esencia. Esto ayudará al discípulo a concentrarse
mejor en los aspectos reales y a ser más preciso en sus observaciones.
Entender con exactitud en qué consiste una constelación psicológica llevará
espontáneamente a un agujero relacionado de la personalidad que el individuo experimen-
tará emocionalmente como una falta o carencia, de la que normalmente ha venido
defendiéndose mediante diversos engaños. La aceptación de este agujero conduce a la
experiencia de la personalidad como vacío. Este vacío, esta vacuidad, es como una muerte
para la personalidad. En realidad, se trata de una muerte de este sector concreto de la
personalidad, pero se experimenta psicológicamente como una muerte global de toda la
personalidad.
Cuando esta "muerte" es aceptada y comprendida en toda su profundidad, el aspecto
correspondiente de la esencia emerge y llena el vacío dejado por la personalidad. El aspecto
de la esencia emergente coincidirá exactamente con lo que faltaba y con lo que la persona
había estado intentando obtener del exterior a través de las pautas relacionadas de la
personalidad. Su exactitud, su idoneidad, resultan difíciles de creer. Es absolutamente
precisa. La persona se da cuenta de que inconscientemente sabía exactamente qué era lo
que le faltaba y que sus pensamientos, emociones y acciones estaban motivados por su
conocimiento inconsciente sin que siquiera llegara a sospecharlo. La experiencia podría
calificarse de "alucinante", pero lo normal es que se trate de una experiencia tranquila y
serena, generalmente invisible para el observador exterior, pero cuya exactitud e importancia
resultan pasmosas.
La literatura de la Obra suele denominar este afloramiento de la esencia con el término de
"renacimiento". La esencia nace de nuevo, después de haber estado durante años enterrada.
Este renacimiento supone la culminación de un ciclo, que precede al comienzo de otro
nuevo. Todo el proceso se repite; entender una nueva constelación o sector de la perso-
nalidad conduce a un agujero de deficiencia concreto (vacío) y termina con la irrupción del
correspondiente aspecto de la esencia. Hay un despertar, una muerte y un renacimiento para
cada uno de los aspectos de la esencia: el despertar de cierto sector de la personalidad, la
muerte de este sector en la experiencia del vacío y a continuación el renacimiento como
afloramiento del aspecto de la esencia. Este ciclo se repite tantas veces como agujeros hay
en la personalidad.

111
ESENCIA

Como vemos, no hay una sola muerte y un renacimiento, a menos que tomemos el primer
surgimiento de la esencia como una experiencia unitaria. La personalidad muere
gradualmente, un sector cada vez. Este es el significado del ciclo de muerte y renacimiento.
Conocemos esta secuencia de despertar, muerte y renacimiento desde los tiempos antiguos,
pero aquí podemos verla con una claridad diamantina. Gurdjieff la explicó así:

"Cuando un hombre despierta puede morir; cuando muere puede


nacer."
Debemos averiguar qué significa esto. "Despertar", "morir", "nacer".
Se trata de tres etapas sucesivas. Si se estudian los evangelios con
atención se verá que, a menudo, hacen referencias a la posibilidad de
renacer, varias veces se refieren a la necesidad de "morir" y hay
muchísimas referencias a la necesidad de "despertar": "vigila, pues no
sabes el día ni la hora..." etc.5

El Enfoque Diamante añade precisión y validez a este proceso. Precisión que es la


responsable de la efectividad y eficiencia del Enfoque Diamante. Las maneras vagas,
metafóricas o poéticas de describir el proceso de renacimiento añaden con frecuencia más
confusión que claridad. Las formulaciones metafóricas y poéticas son estéticamente
atractivas y muchas veces están inspiradas con una gran profundidad, pero para una
persona que está ansiosa, o incluso muriendo, una hermosa forma de describir el camino
que conduce al manantial no resulta tan importante como otra clara, precisa y sucinta.
Además, la precisión tiene una estética propia, una belleza clara y luminosa como la de un
precioso diamante.

Los ASPECTOS DE LA ESENCIA

Hemos dicho que la esencia tiene varios aspectos que son únicos y diferentes entre sí.
Todos son esencia, todos son sustanciales, pero su experiencia cualitativa, su función y su
influencia sobre la personalidad son diferentes. Es como si fueran diferentes órganos del
mismo organismo, siendo el organismo el propio ser. Todos son necesarios, pues el ser está
incompleto sin cualquiera de ellos.
Además, estos aspectos son absolutos. Lo son en el sentido de que no pueden ser
reducidos a otra cosa o analizados en constituyentes más simples. El amor es el amor y
siempre es el amor. Y el amor no es lo mismo que la voluntad. La voluntad es siempre la
voluntad, aunque es esencia, igual que amor es esencia. Estos aspectos absolutos de la
esencia recuerdan a las formas platónicas o ideas que Platón recogió de los argumentos de
Sócrates.
De hecho, Sócrates sabía que estas formas absolutas de la esencia humana están en
nuestro interior, porque afirmó y demostró lógicamente (por ejemplo en Meno, de Platón) que
no podían aprenderse. Pensaba que una persona sólo puede recordarlas, que nadie puede
aprenderlas de nadie más ni por deducción ni por experiencia. Una persona sólo puede
conocerlas recordándolas.

112
ESENCIA

Se trata de una profunda verdad que Sócrates conocía sin disponer del conocimiento que
hoy tenemos acerca de la personalidad. Ahora entendemos su filosofía psicodinámicamente;
comprendemos psicológicamente por qué sólo podemos recordar los estados de la esencia.
En el capítulo tercero vimos, hablando sobre la teoría de los agujeros, que lo que llena un
agujero es el sector de la personalidad que está relacionado con el aspecto perdido de la
esencia. También vimos que este sector de la personalidad está relacionado con su aspecto
particular de la esencia a través de los recuerdos inconscientes de las experiencias y
situaciones que condujeron a la pérdida y con las emociones implicadas en estas
experiencias. De hecho, este sector de la personalidad posee la memoria del aspecto de la
esencia, por lo que está íntimamente vinculado a él. Su comienzo y desarrollo guardan la
memoria del aspecto perdido, que en su mayor parte se encuentra reprimida. Recordarlo de
una manera consciente implica enfrentarse a las situaciones dolorosas que establecieron la
represión.

Así pues, Sócrates tiene razón. Los aspectos de la esencia o las formas absolutas sólo
pueden conocerse mediante el recuerdo, desenterrándolos de los más profundos recovecos
del inconsciente y experimentándolos concientemente. Sin embargo, no hemos mostrado
que resulta imposible conocerlos de una manera distinta, como a través de otra persona (de
la manera en que se aprenden las matemáticas, por ejemplo). No vamos a intentarlo. Para
nuestro propósito resulta suficiente señalar que la esencia es una categoría de la experiencia
no accesible a la mente lógica y "cerebral". La mente no puede comunicarla a nadie más. De
hecho, la mayoría de los maestros subrayan que la esencia se encuentra en el interior, y que
ellos únicamente pueden señalarla o, en el mejor de los casos, encender con su llama la que
se encuentra en el interior del discípulo. Pero la llama es de uno mismo y sólo puede ser
conocida directamente, en el interior de uno mismo y por uno mismo.
Que la personalidad mantiene el recuerdo de la esencia perdida en alguna parte de su
inconsciente se evidencia en sus manifestaciones, en sus pautas, sueños y esperanzas. Ya
lo vimos en el último capítulo, respecto a la esencia fusionante, en el deseo que siente la
personalidad por vivir la experiencia de fusionarse con otra persona cuando todos sus límites
desaparecen. Vemos esta tendencia hacia la esencia fusionante perdida en los deseos de
intimidad, de colectividad o de contacto físico, por mencionar sólo algunos.
Un psicólogo de las relaciones objetivas podría objetar esta afirmación arguyendo que las
personas no recuerdan el amor fusionante o unificador de la esencia, sino la relación
simbiótica con la madre. En este caso, es cierto que la persona recuerda la relación
simbiótica, la unidad dual, pero eso no explica todos los hechos. No explica las declaraciones
y fantasías, muchas de las cuales parecen no implicar a la madre, que algunas personas
tienen cuando sienten profundamente este deseo. No explica por qué piensan que este
contacto deseado es dulce, tierno y posee un brillo dorado: características todas ellas de la
esencia fusionante. No explica por qué algunas personas viven la fantasía de entrar en un
útero dorado o se sienten ahogadas en un charco dorado cuando experimentan el deseo
simbiótico.
En futuras publicaciones presentaremos más casos, con documentación, incluyendo sus
historiales. Por ahora nos bastará con acercarnos a la certeza de que la personalidad guarda
el recuerdo, aunque inconscientemente, de la esencia y sus aspectos. No obstante, la
personalidad no sólo recuerda los aspectos de la esencia, sino que, de hecho, utiliza este
recuerdo inconsciente en su intento por llenar el agujero correspondiente, llenándolo con una

113
ESENCIA

cualidad falsa o con la ilusión de obtenerla desde el exterior. El resultado final consiste en
que este sector de la personalidad pasa a ocupar el lugar del aspecto de la esencia, a actuar
como un sustituto. El sirviente cree y se comporta al poco tiempo como el dueño de la casa.
Todos los sectores de la personalidad, todas sus cualidades, todas sus características
actúan como sustitutos de los sectores de la esencia. La personalidad, de hecho, es una
réplica exacta de la esencia, pero falsa. Se trata de
una invención, una reacción, un producto, que carece de la realidad de la esencia. Es un
sustituto moldeable que carece de la vivacidad, frescura, autenticidad y luminosa claridad de
lo que es real.
Se trata de una situación dolorosa y difícil, pero que encierra la clave de su resolución.
Como todos los sectores de la personalidad son sustitutos e imitaciones de los aspectos de
la esencia, en realidad, se convierten en fieles indicadores de estos aspectos. Entendiendo
estos sectores podemos recuperar los aspectos de la esencia. En lugar de condenar la
personalidad, como hacen la mayoría de los sistemas de desarrollo interior, podemos
utilizarla como una guía, que además es fiel. Así pues, la personalidad contiene las claves de
sus propios enigmas y algunas de las antiguas escuelas se dieron cuenta de este hecho, del
que se aprovecharon en sus métodos.
Saber que la personalidad no sólo es una barrera sino que contiene las claves resulta de
gran ayuda en el viaje de retorno, y produce en el discípulo una actitud de aceptación y
compasión, además de un genuino deseo por conocer la verdad de la personalidad. Es
exactamente la actitud necesaria para realizar la tarea del desarrollo interior.
Pongamos un sencillo ejemplo para ilustrar este punto. Tomemos una de las
características más profundas de la personalidad, la codicia. Esta cualidad, que nos lleva a
desear más y más, a pensar que nunca es suficiente, siempre ha sido considerada como
parte de la personalidad y criticada y condenada por casi todos los sistemas y maestros. En
general, se considera la codicia desde una perspectiva materialista y no se han hecho
muchos intentos por comprenderla objetivamente.
Apliquemos a este ejemplo nuestra perspectiva de que cada característica de la personalidad
constituye un falso sustituto de una característica de la esencia. Normalmente, la
personalidad desea la esencia, pero la ve como algo externo y, además, de una manera
distorsionada. Ya nos hemos referido a estos factores al hablar de la esencia fusionante. La
personalidad quiere conseguir la esencia fusionan te del exterior y la imagina como algún tipo
de contacto plenamente satisfactorio con otro ser, pero la culminación de este deseo se
encuentra en un aspecto de la esencia que existe en nuestro interior, como nosotros mismos.
La codicia desea más y más del exterior. Además, no se trata de un deseo de algo en
particular, sino que se caracteriza por ser insaciable. Así pues, tiene que ser un reflejo de
una característica de la esencia per se y no de un aspecto particular de la esencia. Tiene que
funcionar como un intento de llenar el agujero, el vacío resultante de la pérdida de esta
característica de la esencia.
Dentro de la personalidad, la característica de la esencia relacionada con la codicia
adquiere una cualidad de "más y más", de lo interminable e ilimitado. De hecho, esta cua-
lidad de lo interminable es una característica profunda de la esencia. Cada aspecto de la
esencia existe de una forma ilimitada, pues su sustancia no tiene límites en su extensión; es
infinita, desmedida. Podemos decir que, en realidad, cada aspecto de la esencia es un
océano sin límites de esta cualidad. La esencia fusionante, por ejemplo, no existe en una

114
ESENCIA

determinada cantidad. Cuando el individuo se abre a este aspecto, de hecho, está conectado
a un océano ilimitado de esencia fusionante, a una dimensión infinita de esta dulce cualidad.
La personalidad guarda la memoria del carácter ilimitado e inagotable de la esencia, pero
al proyectar esta abundancia hacia el exterior, se manifiesta en forma de deseo desmedido.
De ahí que el agujero llenado por la codicia sea la carencia (el vacío) que resulta de la
pérdida de esta característica propia de la esencia como es la abundancia y la infinitud. En
esta característica de la codicia encontramos el indicador de la expansión, del carácter
interminable e inagotable de la esencia. A la personalidad no le van a detener las acu-
saciones morales de codicia. Lo sabe muy bien, pues su conocimiento es profundo. Esta
característica de la codicia no desaparecerá a menos que experimente el vacío y lo llene con
la abundancia verdadera de la esencia.
Existe otro tipo de codicia que busca la variedad, un deseo de poseer muchas cosas, más
y más cosas, todas diferentes. "Quiero esto y esto y eso y aquello; y lo demás allá también".
Podemos observar en los niños este tipo de codicia con mayor claridad y franqueza.
Pero esta característica de la personalidad refleja otras propias de la esencia, como son la
infinitud de sus formas, de sus aspectos, de sus características y de sus dimensiones. Se
trata de una profunda verdad de la esencia: no tiene fin. Su enseñanza no acaba nunca, ni su
expansión conoce fin. Si la persona mantiene la orientación correcta siempre descubrirá
nuevas cualidades y aspectos, nuevas características y diferentes dimensiones. El desarrollo
no se detiene; existen dimensiones diferentes, cualidades diferentes, reinos distintos. Cada
uno de ellos, a su vez, pasa por un nuevo desarrollo, por una expansión. El proceso es
ilimitado, interminable, en todos sus aspectos y dimensiones. Cada vez que una persona
cree haber alcanzado el fin, una nueva dimensión se abre ante ella. Las dimensiones pueden
emerger desde ángulos inesperados; el desarrollo puede orientarse en cualquier dirección.
Lo interminable de la esencia es a lo que se refiere Gurdjieff en su libro principal, All and
Everything, cuando llama a Dios "su infinitud".
Conviene recalcar que entender y comprender la codicia no significa autorizarla. Para
cumplir eficazmente con el desarrollo interior, la codicia debe ser entendida, pero no
practicada. La persona debe observar y entender esta característica de la personalidad hasta
que aparezca su agujero, lo que revelará la ignorancia que tenía de la característica esencial
de la infinitud. Después descubrirá y experimentará la infinita riqueza de la esencia, momento
en que se produce la muerte de la codicia.
Cuando nos referimos a los diferentes aspectos de la esencia no estamos diciendo que la
contemplemos desde diferentes perspectivas o diferentes puntos de vista. No significa que
veamos la misma realidad bajo diferentes condiciones o que la llamemos con nombres
distintos. En realidad nos referimos a distintos aspectos. Todos forman parte de la esencia,
pero son distintos en sus cualidades e influencias. Son como los diversos órganos del
cuerpo. Todos forman parte del cuerpo, pero no son lo mismo. El corazón no es lo mismo
que el cerebro, y ambos son diferentes a una pierna, pero ambos forman parte del cuerpo.

Ver la esencia en sus diferentes aspectos y dar a cada uno un nombre específico puede
presentar algunas dificultades al estudiante, pero esta diferenciación, además del hecho de
ponerles nombre, hasta cierto punto los concretiza. Esta especificidad y su descripción puede
conducir a cierta forma de apego, y a la personalidad le resulta fácil sentir apego hacia
algunos de estos aspectos. El individuo podría tratar de aferrarse a ellos y llegar a tener
miedo de perderlos. Podría fomentar la actitud de atesorar, de reunir más y más sustancia, o
115
ESENCIA

de reunir varios tipos de aspectos tratando a la esencia como cualquier objeto de posesión.
En otras palabras, la objetivización de los aspectos puede conducir y conduce al
materialismo espiritual. Este materialismo, este apego, puede fomentar, en lugar de debilitar,
el rígido dominio de la personalidad, lo que se opone al esfuerzo del desarrollo interior, en el
que la personalidad debe aprender a soltarse, especialmente de sus apegos. De hecho, la
característica básica de la personalidad es el apego, que supone la principal causa de
sufrimiento.
Por lo general, los sistemas que tienen en cuenta este hecho son muy cautos -en
realidad, paranoicos- ante la posibilidad de caer en el materialismo espiritual. De la esencia
se menciona de una forma muy vaga, y en cuanto a los aspectos ni lo mencionan ni siquiera
lo conciben. Todo queda como en el aire, de una manera imprecisa, o incluso se define como
algo imposible de saber.
Pero la creencia de que experimentar y nombrar los aspectos de la esencia debe conducir
al materialismo espiritual no es totalmente exacta. Refleja una falta de confianza absoluta en
la naturaleza de la esencia. Cuando hablamos de ella como elixir, como el agente de la
transformación, lo hacemos de una manera literal, pues se trata de lo que cataliza la
transformación interior. Es cierto que objetivizar los aspectos puede conducir al apego y al
materialismo espiritual, pero esto no significa un desarrollo negativo. De hecho, podemos
verlo con una luz positiva.

Mientras una persona pueda encariñarse, nada la detendrá. Tratar de evitar este apego,
como hacen algunos sistemas, sólo conseguirá seguir reprimiéndolo mientras permanece
vivo en el inconsciente. La personalidad encontrará cualquier objeto al que apegarse, si
todavía lo necesita. Así pues, el mejor enfoque, si la persona está interesada en perseguir la
verdad hasta el final, consiste en arrastrar este apego a la superficie para que pueda ser
analizado, comprendido y resuelto con sinceridad.
El Enfoque Diamante no evita el materialismo espiritual. Deja que aflore y salga a la luz
de la conciencia para después estudiar y comprender estos apegos, como cualquier otra
característica de la personalidad.
De hecho, la esencia misma se asegurará de que esto ocurre. El apego a la esencia o a
cualquiera de sus aspectos no puede ignorarse, y mucho menos en el Enfoque Diamante.
Este apego se revelará naturalmente como una contracción o una restricción. La pureza de la
esencia y el proceso de su expansión lo expondrá como tal. La persona no será capaz de
estar apegada y experimentar libremente la esencia. Apego es personalidad, y se
manifestará como un conflicto que produce sufrimiento. En realidad, cuanto más se
manifieste la esencia, más evidente será este conflicto.
Así pues, la esencia revelará los apegos. Emergerán aspectos específicos cuyos efectos
conseguirán exponer estos apegos. También emergerán otros aspectos que proporcionarán
el conocimiento necesario para lograr el distanciamiento y la liberación frente a todos los
apegos. De hecho, los aspectos de la esencia más profundos no pueden realizarse ni
liberarse sin abordar las consecuencias del apego y del materialismo espiritual.
Como podemos ver, la esencia incluye todas las garantías necesarias para conseguir la
libertad interior. Es genuina y verdaderamente el agente de la transformación. La confianza
en ella debe ser absoluta, y ninguna experiencia puede ser rehuida cuando existe esta
confianza absoluta. Es la confianza en que la esencia actuará de la mejor manera posible, la

116
ESENCIA

más inteligente y la más compasiva. Fortalecerá partes de nuestra personalidad sólo para
desvelarlas, así que únicamente habrá libertad, una libertad genuina que se basa en la
confianza, no en el control.

ESTADOS y CONDICIONES

El renacimiento de un aspecto de la esencia marca el comienzo de su vida, pero no


significa que esté totalmente establecido aún, pues podría tratarse únicamente de una expe-
riencia aislada que llena el corazón de alegría durante un tiempo y después desaparece.
También es posible que de vez en cuando se ponga de manifiesto, bajo ciertas circunstan-
cias, pero no cada vez que realmente la necesitamos. Esto significa que este aspecto de la
esencia no se encuentra totalmente liberado; todavía no somos dueños de él.
La aparición o la experiencia de la esencia puede ocurrir a veces sin que la persona esté
embarcada en el trabajo interior de conocimiento y sin haber experimentado el vacío. Esto
sucede en casos aislados y normalmente no tiene efectos duraderos sobre la personalidad.
También puede ocurrir cuando la persona se asocia con alguien que ya ha encarnado la
esencia. Esta es la situación habitual de los discípulos con sus maestros o guías. Si el
discípulo es suficientemente abierto o capaz de identificarse empáticamente con su maestro
o, lo que resulta más probable, cuando el discípulo es capaz de fusionarse con la conciencia
del maestro, él o ella podrían en ciertos momentos experimentar la esencia en algunos de
sus aspectos.
De hecho, este es uno de los métodos principales de enseñanza utilizado por muchos
maestros. Es lo que a veces se denomina iniciación. Sin embargo, como ya hemos señalado,
se trata de un ejemplo aislado y no significa que el discípulo haya hecho suya la esencia
todavía. Lo normal en estos casos es que la personalidad vuelva y ponga freno a esta actitud
nueva y abierta. Es de esperar, porque al activarse la esencia, hace salir desde el
inconsciente todo el material psicológico asociado que condujo a su pérdida. Si el individuo
no aborda entonces este material, la esencia volverá de nuevo a quedar enterrada, como lo
hizo en la primera ocasión. Esta es la razón por la que los sistemas de desarrollo interior que
carecen de una metodología de trabajo a través de los aspectos inconscientes de la perso-
nalidad resultan ineficaces, incluso aunque el maestro conozca y encarne la esencia.
Los discípulos se acercan ante la presencia del maestro o gurú, se fusionan con su
conciencia y experimentan la esencia, pero no pueden llevársela con ellos. La dejan con el
maestro sigue perteneciéndole. Esto, normalmente, conduce a una condición de
dependencia hacia el maestro, y además a su idealización, oponiéndose al enfoque global
del desarrollo interior. Estos sistemas de enseñanza se convierten en algo así como fuentes
de suministro: lo niños se acercan a su madre, se alimentan en su pecho y después se
marchan para volver cuando sienten que sus vientres están vacíos. Estos niños no crecen
nunca, porque no disponen de los medios para aprender cómo alimentarse ellos solos.
Idries Shah cuenta una historia en la que un visitante pregunta a un sufí cómo es que
algunos países están llenos de gurús y maestros espirituales mientras sólo hay unos pocos
sufíes que parecen dedicarse a enseñar. El sufí contesta: "En la India, por ejemplo, existen
muchos gurús y devotos a los santuarios, mientras que los sufíes públicos de la verdad real
son más que raros, esto es porque los gurús y sus seguidores juegan y los sufíes trabajan.
117
ESENCIA

Sin el trabajo sufí, la humanidad se extinguiría."6

la esencia. No es cuestión de tener experiencias extáticas o de ver visiones y esas cosas,


aunque estos sucesos suceden como parte del proceso de aprendizaje. El método del desa-
rrollo interior está destinado, sobre todo, a convertir a una persona en un verdadero y real ser
humano adulto, integrado a todos los niveles, desde lo más físico a lo más sublime. El trabajo
se orienta hacia la realidad, la verdad, la objetividad, lo completo, etc., temas que
normalmente escapan a quienes no se han desarrollado interiormente. Se trata de
experiencias que no sólo sirven para disfrutar, sino para ser digeridas como nutrición
esencial de un ser humano que desea convertirse en un completo y verdadero adulto.
Los sufíes llaman etapa del hal a la fase en que se viven experiencias aisladas de un
aspecto de la esencia. Estas experiencias son todavía propias de un estado, y un estado
contrasta con una condición permanente (maqam), que es cuando uno hace suyo el aspecto
de la esencia, cuando lo ha logrado de forma permanente gracias a su esfuerzo personal.
Que un aspecto de la esencia se haya convertido en condición no quiere decir que vaya a
estar siempre presente. Esta circunstancia se produce después de que el aspecto se haya
establecido, pero cuando emerjan otros lo desplazarán. En este caso, una condición significa
que el aspecto está permanentemente disponible; está presente siempre que la situación lo
requiera.
Incluso empleando el Enfoque Diamante, activando los aspectos de la esencia que pasan
por la muerte de los correspondientes sectores de la personalidad no los convierte
necesariamente en condiciones permanente. En algunos casos sí, pero normalmente se
necesita un esfuerzo mayor. A veces, no todas las partes importantes de la personalidad son
descubiertas y entendidas, aunque si emerge la esencia los expondrá. Después, el esfuerzo
interior se orientará hacia el análisis de las partes de la personalidad que afloran asociadas
con este aspecto y en los efectos producidos por el aspecto de la esencia en ellas.
Por lo general, el trabajo orientado hacia la activación de un aspecto de la esencia pone
al descubierto su principal conflicto, pero después este conflicto central tiene muchos tipos de
ramificaciones, todo tipo de conexiones con otras partes de la personalidad, vinculadas a su
vez con otros aspectos de la esencia. Por ejemplo, como vimos en los capítulos tres y cuatro,
el conflicto central respecto a la esencia fusionante se encuentra en torno al deseo simbiótico
hacia la madre. Sin embargo, cuando la esencia fusionante se activa, puede descubrir otro
conflicto; por ejemplo entre su presencia y el aspecto de la voluntad. Una persona podría
averiguar que durante en su infancia perdió repetidamente el contacto simbiótico con su
madre cada vez que él imponía su voluntad. Este conflicto tendrá que solucionarse; de otra
manera, esta persona no será capaz de experimentar su esencia fusionante cuando
experimente la voluntad esencial. También puede ocurrir que la esencia fusionante resulte
reprimida de nuevo porque el deseo simbiótico hacia la madre ha activado el deseo edípico
hacia ella, que todavía se encuentra reprimido. Normalmente, existen varios conflictos
entrelazados en torno a un aspecto determinado emergente de la esencia.
Este proceso de convertir un estado en una condición puede considerarse de forma que
arroje una luz diferente. El proceso consiste en esforzarse para disponer de la esencia, en
cualquiera de sus aspectos, en cualquier situación de la vida. Puede ocurrir que en ciertas
situaciones se experimente la esencia, pero en otras diferentes, en cambio, resulte difícil

118
ESENCIA

hacerlo. Entonces es el momento de analizar esa situación para comprender cuál es la causa
exacta de esta dificultad. La persona, entonces, tendrá que afrontar su ansiedad y tratar de
comprender el material inconsciente que la origina hasta posibilitar que la esencia esté
presente en esta situación. No es necesario buscar estas situaciones; en general, la propia
personalidad las presenta en el curso de la vida. La culminación de este proceso significa
que se es capaz de encarnar el aspecto de la esencia en todas las situaciones importantes,
es decir, que se convierte en una condición.
Este proceso que hace posible la presencia de la esencia en situaciones externas se
corresponde con un proceso similar orientado a la liberación de la esencia en el entorno inte-
rior. Puede que un aspecto de la esencia fluya en ciertos lugares del cuerpo, pero no en
otros. Se trata de una indicación de que existen más cuestiones que resolver respecto a esa
esencia concreta. El trabajo entonces consistirá en entender y resolver estas barreras y
obstáculos corporales hasta que la esencia desemboque en ellos sin dificultad.
Volvamos a nuestro ejemplo de la esencia fusionante. El individuo podría darse cuenta de
que su experiencia está limitada únicamente al pecho, que siempre que este aspecto está
presente no va más allá de los límites del pecho. Podría sentirse tentado a creer que se trata
de una cualidad del corazón, y por eso siempre se localiza en el pecho. Pero la esencia no
puede restringirse de esta manera, pues para que quede totalmente establecido, cualquier
aspecto debe ser libre para encontrarse en cualquier parte del cuerpo.
La persona podría notar, si presta atención, que la esencia fusionante está bloqueada
para descender dentro del cuerpo, particularmente hacia la pelvis. Lo normal es que la
esencia acuda espontáneamente a la zona bloqueada y descubra la represión relacionada
con ese aspecto concreto, pero para continuar con el proceso, la persona debe estar
interesada en descubrir la verdad, sea cual sea. Podría descubrir, por ejemplo, que cuando la
esencia fusionante fluye hacia el área genital activa el deseo de la unión sexual. Esto podría
provocar conflictos en torno a la sexualidad, edípicos o de otro tipo, que exigen ser
entendidos y resueltos para que la esencia fusionante fluya libremente en la zona genital.

Si la persona se compromete con la verdad, este proceso continúa normalmente por sí


mismo. La esencia sigue extendiendo su territorio, desplazando a la personalidad, hasta
reclamar la totalidad del cuerpo. Entonces, lo llena por completo, colma la totalidad del
organismo. Cada célula está llena y vivificada por su presencia. Todo el organismo se
encuentra entonces integrado y unificado. Así es la verdadera experiencia de la integración.
No sólo que la persona experimente su cuerpo como un todo, como una unidad, sino que se
experimenta a sí misma, todo su ser, como una presencia unificada, integrada y homogénea.
No existen barreras ni suturas en el interior. No hay partes que se experimentan unidas, tal y
como se entiende normalmente la integración. En la dimensión de la esencia, la integración
es real y literal. La persona se experimenta a sí misma como un medio homogéneo, que es la
sustancia de la esencia. Es, realmente, ser uno.
Muchas personas consideran esta experiencia de la unidad o integración como la
experiencia de todas las partes encajando juntas, trabajando unidas en mutua armonía, pero
desde la perspectiva de la esencia, esta experiencia es todavía mecánica. Cuando un
aspecto de la esencia está totalmente integrado, cuando es una condición, entonces se
experimenta como una sustancia única, sin particiones. En lugar de partes integradas es
como un estanque de agua, y la persona se experimenta a sí misma como este estanque:
unificación completa y auténtica integración.
119
ESENCIA

LA PERLA INAPRECIABLE

A lo largo de la exposición que hemos hecho en este capítulo, es probable que el lector
haya notado que ha consistido más en desenterrar aspectos sepultados de la esencia que en
un verdadero desarrollo. Esto nos lleva al tema del desarrollo frente al descubrimiento.
Algunos sistemas han formulado la Obra como si se tratara de desarrollar algo que ya
tenemos, o incluso desarrollar algo de lo que carecemos. Otros sistemas han orientado sus
formulaciones hacia el descubrimiento y salida a la luz de la esencia, que ya se encontraba
formada aunque era inaccesible a la experiencia.
Los sistemas del primer tipo asumen que, para empezar, la esencia está ausente, o se
encuentra presente pero en una forma primitiva y no desarrollada que necesita refinarse y
evolucionar. El segundo tipo de sistema asume que el organismo humano lo tiene todo, ya
formado y completo, y que sólo necesita salir a la luz. En la mayoría de los casos esta
diferencia conduce a una divergencia de métodos y técnicas.
Otra forma de formular la cuestión consiste en considerar desarrollo y descubrimiento
como dos aspectos complementarios del trabajo interior, asumiendo que ambos son
verdaderos. A veces se refieren a los mismos aspectos o fases del trabajo interior, y a veces
a otros diferentes.
Hasta el momento, la forma en que hemos descrito el proceso se parece más a un
descubrimiento. La esencia está enterrada y el trabajo consiste en destaparla y llevarla a la
conciencia. Incluso el trabajo que refiere a convertir los aspectos en permanentes no añade
nada nuevo. No significa más que recuperar lo que estaba ahí y se había perdido. No
obstante, este proceso conlleva la purificación o refinado de la personalidad.
Incluso el proceso de descubrimiento que hemos descrito se experimenta como un
desarrollo. Considerarlo como un descubrimiento, en el sentido de exponerlo a la luz, es a la
vez una formulación teórica de la situación y un método para abordar su desarrollo. Como
experiencia, en primer lugar se descubre la sustancia de la esencia, que después sufre una
transformación. Esta transustanciación implica el desarrollo de la esencia a partir de un
aspecto puro único a otro hasta que está completa.
Contemplarlo de esta forma prepara el terreno para encargarse jerárquicamente de los
aspectos de la esencia, ya que los aspectos finales requieren un desarrollo más elevado o
refinado. En realidad, algunos sistemas contemplan las cosas de esta manera.
Aunque es posible llevar a cabo este arreglo jerárquico, consideramos que la experiencia
no se corresponde con él, pues, al menos hasta cierto punto, cada persona descubre
diferentes aspectos en diferentes órdenes. También pensamos que resulta falso y confuso
para el estudiante pensar en los aspectos si fueran diferentes partes de la esencia, todas
importantes y necesarias, aunque algunas más fundamentales que otras. La analogía más
cercana es el cuerpo humano. Todos los órganos son necesarios, y es posible, aunque
engañoso, pensar que forman un orden jerárquico. Es cierto que el cerebro es más
importante que los pulmones, pero el cerebro no puede funcionar sin ellos.
Desde nuestra perspectiva, lo primero que se descubre y conoce depende más de qué
sectores de la personalidad aborda la persona que en un orden innato de los aspectos de la

120
ESENCIA

esencia. Desde este punto de vista, resulta irrelevante considerar el proceso como un
desarrollo o un descubrimiento. Son formulaciones equivalentes, con tal de que el proceso
sea considerado como experiencia. En teoría, desde la perspectiva de un conocimiento
global, el proceso es, hasta cierto punto, un proceso de descubrimiento. La esencia se ha
perdido, luego hay que recuperarla.
Sin embargo, considerar el proceso como un desarrollo se aplica con mayor precisión a
cierto aspecto de la esencia, un aspecto que, en de alguna manera, resulta más fundamental
u ocupa un lugar más central en el proceso de la realización interior. Vamos a tratar de
explicar esto.
Al comienzo del capítulo vimos que ocuparse del superyó conduce a la experiencia del
espacio, el comienzo de la experiencia del vacío. Después se activan los lataif, y su de-
sarrollo conduce al surgimiento de la propia esencia. El trabajo en el superyó continúa
porque tiene raíces más profundas que el complejo de castración, raíces que tienen su
origen en el mismo comienzo de la vida, como ha demostrado, por ejemplo, Edith Jacobson.7
No obstante, la etapa del desarrollo de los aspectos de la esencia desplaza el trabajo
interno sobre la personalidad desde el superyó hacia la estructura misma del yo. Ya hemos
visto, por ejemplo, que la esencia fusionante está relacionada psicológicamente con la etapa
simbiótica, de fundamental importancia para el desarrollo de la estructura del yo. Otros
aspectos de la esencia están vinculados a diferentes fases del desarrollo del yo o a
diferentes sectores de su estructura. La fuerza esencial está vinculada, por ejemplo, a la
subfase de diferenciación del proceso de la separación-individuación del desarrollo del ego,
cuando el niño empieza a percibir que su madre y él son dos personas distintas. La
satisfacción y estima son aspectos de la esencia que están más vinculados al ejercicio de la
subfase de este proceso de desarrollo, cuando el niño que empieza a andar explora con
satisfacción sus capacidades y el entorno.
El proceso de separación-individuación conduce al final al desarrollo del ego como
estructura. Su fase final es la constancia objetiva, cuando el ego está formado y establecido
como existencia permanente separada del entorno (la madre) y reconoce que las demás
personas poseen existencias propias y separadas. Finalmente, el ego se estructura y
desarrolla, y el niño experimenta permanentemente su propia identidad. Entonces se
considera que el ego adquiere una posición central porque todo lo demás pasa a formar
parte de su estructura. El ego es el producto del desarrollo del niño.

Algo parecido ocurre con el desarrollo de la esencia. Debemos recordar aquí que cada
parte de la personalidad es una imitación y un sustituto de un aspecto de la esencia. La
estructura del ego en su conjunto es un sustituto de un aspecto central de la esencia, que
tiene una posición central similar a la del ego.
Este aspecto central de la esencia es lo que llamamos esencia personal, que en la
literatura de la Obra se denomina "la perla inapreciable". Algunos autores, como el sufí
Alaoddawleh Semnani, se refieren a ella como el "Verdadero Ego": "El séptimo y último
órgano sutil está relacionado con el centro divino de tu ser, con el sello eterno de tu persona
(latifa haqqiya). Es el Mahoma de tu ser. Este centro sutil divino oculta la "rara perla
mahometana," es decir, el órgano sutil que constituye el Verdadero Ego."8
La perla inapreciable, la perla incomparable, el aspecto personal de la esencia, resulta
fundamental por muchas razones. Se trata, en realidad, de la verdadera personalidad de la

121
ESENCIA

esencia. Es la propia persona y se experimenta como uno mismo. Cuando la persona llega a
percibirla suele exclamar con satisfacción "¡Pero si soy yo!" La sensación que se tiene es de
uno mismo como ser precioso. Se produce entonces una plenitud, una integridad y una
satisfacción. Es como si la persona se sintiera llena y completa, completamente realizada.
Nada se echa de menos: ya no hay búsqueda, ni deseos o necesidad de ninguna cosa. La
persona siente que "Ahora me tengo a mí mismo. Soy un ser completo. Estoy entero y
completo. Soy plenitud. No deseo nada más."
La experiencia de la integridad y la satisfacción tiene unos efectos en la mente tan
incalculables y asombrosos que resulta inefable. De pronto toda agitación se calma. Toda
preocupación se desvanece.

Es la experiencia de ser uno mismo y no una respuesta o una reacción a algo. No se trata
de ser algo para alguien. En cierto modo se trata de una libertad completa, la libertad de ser.
Muchas personas hablan de querer ser ellas mismas, de disfrutar de su libertad personal,
pero normalmente se refieren con ello a su personalidad. Ser libre para encarnar la propia
personalidad de uno no es libertad, aunque pueda parecerlo. En realidad es una prisión. Por
el contrario, ser la perla inapreciable es ser realmente, completa y definitivamente, libre para
ser uno mismo. La persona puede entonces experimentar el "Yo soy" sin referirse a su
personalidad.
La perla es la personalidad real, completa y equilibrada de la que los psicólogos creen
hablar cuando se refieren al yo. Debemos recordar que el yo es una estructura, o proceso
estructurado, mientras que la perla es la esencia, lo que significa que la perla es una
presencia ontológica. La llamamos la esencia personal porque entre todos los aspectos de la
esencia sólo este es personal. Se experimenta como si tuviera un sabor personal en
contradicción con la esencia impersonal. Todos los aspectos de la esencia, incluso el amor y
la bondad son impersonales, pero la perla es personal. Y esta es su milagrosa cualidad,
totalmente inesperada e insondable.
Algunas personas interesadas en el desarrollo interior tratan de ser objetivas e
impersonales para alejarse de la identificación con la personalidad. Puesto que la persona-
lidad es personal, evitan y recelan de este sentimiento.
Sin embargo, la perla inapreciable se siente personal sin ser la personalidad. Tiene la
facultad de establecer contacto personal con otro ser humano y seguir siendo libre,
absolutamente espontánea, independiente del pasado y sus influencias.
Estamos hablando del aspecto personal más íntimo de uno mismo. Todo el mundo lo
reconoce cuando lo ve por primera vez. A veces, incluso la más vaga percepción provoca la
exclamación "pero si soy yo, mi verdadero yo." Pero aun así no se trata de un aspecto
egoísta como la personalidad. La personalidad se basa en una deficiencia que constituye la
fuente de su egoísmo, pero la perla se basa en el verdadero valor y en la verdadera plenitud.
De hecho, es la plenitud en sí misma.
En el fondo, todo desarrollo de la esencia es el desarrollo de la perla. Todos los aspectos
de la esencia son para la perla, para la vida, uso, disfrute y realización de la perla. Por eso
aparece en las historias representada como una princesa de belleza insuperable. La alegría
de la esencia es su alegría. El amor es su amor. La perla es el placer, la majestad y la
grandeza de la esencia, su misma belleza.

122
ESENCIA

Toda la búsqueda -su significado, propósito y consecución- puede entenderse como la


realización de la perla inapreciable. Se han escrito muchas historias acerca de ella. Incluimos
aquí una procedente de la tradición cristiana:

EL HIMNO DE LA PERLA

También conocida como el Himno del vestido de la Gloria, o el Himno del Alma.
El más encantador de todos los escritos GNÓSTICOS, que data, quizá, de comienzos del
siglo tercero. Empieza así:

Cuando era niño


vivía en el reino de la
Casa de mi padre,
y disfrutaba de la riqueza
y esplendor de mi educación,
Mis padres me dieron provisiones
y me enviaron de viaje
Lejos de nuestro hogar en Oriente.

Le quitaron sus espléndidos vestidos y le mandaron a Egipto a buscar la Perla, que


estaba guardada por una serpiente. Cuando llegó a aquel país se vistió con las ropas del
lugar, pero le drogaron hasta que olvidó su pasado y su misión. Su padre le envió una carta
para despertarle. Hechizó a la serpiente, capturó la Perla, y se quitó las ropas sucias e
impuras que llevaba. Sus padres le mandaron su vestido para darle la bienvenida.

De pronto, al mirarlo fijamente


El vestido era mi propia imagen en el espejo.
Me vi a mí mismo entero,
Mientras lo contemplaba.

Después volvió a casa y rindió homenaje a su Padre, que le prometió presentarlo con su
perla ante la presencia del Rey de Reyes. 9

A diferencia de otros aspectos de la esencia, este aspecto personal (la perla) pasa por un
proceso de desarrollo, crecimiento y expansión. Aquí el concepto de desarrollo y crecimiento
puede considerarse en su significado verdadero y literal. Esta personalidad auténtica del ser
nace, se nutre y se alimenta. Crece, se expande y se desarrolla en un sentido muy concreto.
En realidad, se trata del desarrollo de la esencia que pasa de ser impersonal a ser personal.
123
ESENCIA

Otros podrían llamarlo el paso en que Dios se convierte en un ser humano, una persona.
Vamos a explicar esto.
Una forma de entender los diversos aspectos de la esencia consiste en considerarlos
como la diferenciación de la fuente. Es lo que la historia gnóstica llamaba el Rey de Reyes.
Lo que llamamos la esencia de la esencia es la luz blanca, y los aspectos de la esencia son
los diferentes colores del arco iris. El aspecto de la esencia de la esencia, que es la fuente, y
los demás aspectos diversos que se diferencian de 'ella son todos impersonales. Cuando
todos estos aspectos diferentes se realizan, entonces se integran en una nueva síntesis, una
síntesis que adquiere una característica personal. Esta integración de todos los aspectos de
la esencia en una nueva y personal síntesis es la perla inapreciable. Por eso, de la fuente
indiferenciada emerge finalmente una síntesis, una personalidad equilibrada que es esencial.
Resulta interesante contrastar todo esto con el desarrollo del yo. Los psicólogos también
consideran que el yo es la síntesis final que se inició a partir de una fuente no diferenciada,
que Heinz Hartmann llamó la matriz indiferenciada. En realidad, se considera el proceso de
desarrollo del yo como una imitación del desarrollo de la perla. Por esta razón, en el Enfoque
Diamante, en lugar de utilizar el término yo y yo verdadero, utilizamos las palabras perla y
perla falsa. De hecho, el yo -la personalidad en su conjunto- no es más que un grano de
arena necesario para la formación y desarrollo de la perla. En la mayoría de la gente el grano
de arena ocupa el lugar de la perla y al cabo de un tiempo empieza a pensar que es una
perla preciosa.
El proceso de desarrollo de la perla constituye la integración gradual de todos los
aspectos de la esencia en una nueva forma, una nueva sustancia. Cuando la perla nace,
normalmente no está completa; es la esencia niña. Nace como una semilla personal que va
integrando por síntesis espontánea todos los aspectos de la esencia en su verdadera
sustancia hasta que alcanza la integridad formando un ser humano armonioso.
Los psicólogos del ego consideran que el yo posee las funciones de integración y síntesis.
Se empieza a reconocer que su función sintética resulta fundamental. No obstante, en la
perla vemos la integración real y verdadera. La perla no sólo sintetiza; ella misma es la
síntesis.

Esta percepción de la perla preciosa como la síntesis absoluta de todos los aspectos de la
esencia es de fundamental importancia. Protege contra el desequilibrio del desarrollo interior,
pues la perla es el equilibrio. Protege contra el prejuicio y el sectarismo, pues lo contiene
todo en su misma sustancia.
Algunos sistemas y enseñanzas se equilibran en torno al conocimiento y realización de un
aspecto o un grupo de aspectos concretos de la esencia. Cuando no existe un conocimiento
completo es posible, mediante ciertas disciplinas rigurosas, enfocar y establecer uno o unos
aspectos de la esencia, excluyendo otros. Esto establecerá una auténtica presencia de la
esencia, con su poder y su belleza, pero será incompleta y desequilibrada. Este desarrollo
limitado de la esencia constituye, además, un modo efectivo de evitar tener que abordar
algunos sectores de la personalidad cargados de conflictos.
Así pues, resulta obvio cómo surgen diferencias entre los distintos sistemas y
enseñanzas, y cómo esto puede conducir al prejuicio y al sectarismo. Si únicamente se desa-
rrollan algunos aspectos de la esencia, quedarán sin conocerse algunos sectores de la
personalidad, lo que provocará varios tipos de distorsiones. Se trata de una situación muy

124
ESENCIA

difícil de apreciar, especialmente para la persona afectada. Cuando alguien experimenta su


esencia, cuando ve la verdad, la realidad, el poder y su belleza, le resulta difícil darse cuenta
de cuándo algo está equivocado. Normalmente, el desequilibrio se justifica y racionaliza
construyendo un sistema o una enseñanza centrada en torno al aspecto o aspectos de la
esencia conocidos.
Los sistemas edificados en torno a la conciencia, por ejemplo, no comprenderán e incluso
podrían oponerse al sistema edificado en torno a la esencia fusionante. Todos creen estar en
posesión de la verdad, y ciertamente lo están, pero ninguno conoce la verdad total. Podemos
ver otro ejemplo claro en la aparente contradicción que existe entre las enseñanzas
construidas en torno al vacío y las que lo hacen en torno a la existencia.
Sin embargo, si la perla preciosa se convierte en el objetivo del sistema, entonces existe
una protección innata e inherente. Para desarrollar y constituir la perla, todos los sectores de
la personalidad que quedan al descubierto cuando se liberan todos los aspectos de la
esencia deben explorarse y entenderse. Al liberarlos y darles vida se desplaza la totalidad de
la estructura del ego y surge el equilibrio, la totalidad, la armonía, la plenitud y la satisfacción.
Entonces no hay razón para oponerse a alguien o convertir a nadie. Toda compulsión interna
desaparecerá, pues la persona se ha realizado y la realización se basa en la plenitud, la
riqueza y el valor. La persona se ha convertido en un ser humano maduro, una persona
completa.
Algunos sistemas antiguos minusvaloraron los aspectos y hablaron únicamente de la
perla. Con el tiempo se despreocuparon de todo, incluyendo los aspectos esenciales,
excepto de la perla incomparable.
En una historia didáctica sufí, la persona que busca la verdad se excita cuando vive sus
primeras experiencias del mundo interior. La historia se refiere a estas experiencias como el
hallazgo de una clase de postre delicioso, el halwa de Bagdad. Sólo cuando el buscador
encuentra la fuente del halwa se da cuenta de que estas experiencias, aunque maravillosas,
son insignificantes comparadas con la realización de la perla inapreciable. Resulta que el
halwa sólo son los residuos de los materiales cósmicos que una prisionera, la Perla
Incomparable, utiliza diariamente en sus baños. 10
La condición de la perla inapreciable es tan significativa porque no se trata de algo
relacionado con un estado de la conciencia o del ser, sino más bien con la realización de uno
mismo en su propia existencia. El hecho de ser se convierte en la existencia personal, un ser
humano completo que vive plenamente la vida de la verdad objetiva.

LA IDENTIDAD

Hasta aquí hemos hablado del desarrollo de la esencia siguiendo el proceso desde el
superyó hasta el yo. Hemos hablado de este desarrollo de la forma más amplia y rápida,
obviando cada uno de los agujeros específicos de la personalidad, sus correspondientes
aspectos esenciales, y las relaciones entre los aspectos en los diversos niveles de fun-
cionamiento. También hemos omitido hablar de muchos otros aspectos del proceso, de otros
tipos de experiencias y realizaciones, así como de su efecto en la vida de la persona. El
proceso es muy complejo y rico, y produce un fuerte impacto sobre la persona.
Ahora llegamos a la última y más profunda estructura de la personalidad, a la que Freud

125
ESENCIA

llamó el ello. El ello es el sector más primitivo de la personalidad, el más cercano a las raíces
biológicas y el que contiene los instintos y sus energías y pulsiones. Los instintos y sus
pulsiones siguen siendo la parte menos comprendida de la psicología profunda. Sin
embargo, como ya señaló Freud, el ello es ciertamente la base y el fondo de toda la
personalidad.
Normalmente, los instintos y sus impulsos son las categorías que la gente menos
cuestiona. Los instintos son los que dirigen a las personas, y esta impulsividad se considera
el curso natural y, por tanto, incuestionable. Por lo general, la gente no está interesada en
liberarse de las profundas influencias de sus instintos. Sin embargo, los instintos son tan
profundos y básicos y hasta tal punto determinan la personalidad y su existencia que el
individuo las personas ni siquiera se preguntan si es posible librarse de ellos.
La única posibilidad considerada por la psicología en lo que respecta al funcionamiento
de los instintos consiste en su represión y alteración mediante un proceso de aprendizaje. O
funcionan normalmente o son reprimidos y alterados. Como máximo pueden sublimarse, es
decir, desviar sus energías hacia otras actividades. La posibilidad de superar con éxito el
funcionamiento de los instintos no se ha planteado nunca. Se considera que forman una
parte inalterable de nuestra existencia biológica.
No cuestionar el poder de los instintos equivale a no cuestionar el sector más tenaz de la
personalidad: el sentido de la identidad, el sentido del ser, o lo que en psicología se
denomina identidad del yo. En la psicología del ego y en la teoría de las relaciones objetivas,
se establece una distinción entre el ego y la identidad del yo. El yo constituye el proceso y la
estructura global, pero la identidad del yo, el ego, es el centro organizador, el ápex del
proceso de desarrollo. Se trata del sentido normal de la identidad que tienen las personas, a
lo que se refieren cuando dicen "yo", una etiqueta identificativa que designa al ego y que dife-
rencia psicológicamente al individuo de las demás personas. Es el responsable de los límites
psicológicos del individuo. La relación del ego con la identidad del ego (concepto del yo) se
explica en el siguiente pasaje de Otto Kernberg, uno de los más destacados teóricos de la
teoría de la relación objetiva:

A lo largo del periodo edípico y de latencia continúa la integración de las


auto-representaciones en un auto-concepto organizado, y la identidad del ego,
originalmente resultado de integrar las autorepresentaciones buenas y malas
en el momento en que se establece la constancia objetiva, se consolida aún
más. Jacobson (1964) criticó a Erikson (1956) por su excesiva utilización del
concepto de identidad del ego, y por infravalorar las etapas infantiles de
formación de la identidad. Sin embargo, consideró su concepto de "formación
de la identidad" como válido, dado que incluía los procesos de organización
dentro de todas las estructuras del aparato psíquico. Sugirió que el proceso
objetivo de la formación de la identidad normal se refleja en el normal
sentimiento subjetivo de la identidad. La integración del auto-concepto dentro
del ego ejerce una profunda influencia en la integración de los precursores del
superyó y, a su vez, la integración del superyó refuerza profundamente la
integración del ego, y en particular del auto-concepto.ll

Esta identidad del ego es lo que en la literatura de la Obra se denomina simplemente ego.
Se trata de la identidad que, según la mayoría de los sistemas, debe morir para que la
126
ESENCIA

esencia se adueñe del ser alcanzando así la total liberación. La identidad del ego está
íntimamente relacionada con la auto-imagen porque es una imagen psicológica, o lo que en
la teoría de las relaciones objetivas se denomina una "representación". La teoría de las
relaciones objetivas cree que la identidad del ego o auto-representación se desarrolla
gradualmente en el proceso de estructuración del ego. Se cree que no existe en el comienzo
de la vida, sino que se desarrolla a lo largo de los procesos de interiorización e identificación.
Pero la pregunta de dónde procede el sentido de la identidad nunca se ha planteado.
¿Dónde aprende la mente que existe la posibilidad de adquirir una identidad? ¿Y cómo sabe
que quiere tener una? N o nos estamos aquí preguntando acerca de qué diferencia existe
entre una identidad y otra, estamos preguntando qué diferencia la identidad de otras
categorías de la experiencia. Por ejemplo, ¿qué diferencia la identidad del ego del
sentimiento de la fuerza del ego? ¿De dónde proceden el sentido, el sentimiento, el
reconocimiento de la categoría de la identidad?
Es un enorme hueco en la psicología del ego y del yo que todavía no ha sido formulado.
Asumir que el sentido de la identidad se desarrolla gradualmente mientras van uniéndose las
diversas auto-representaciones no responde a la pregunta. ¿Qué es lo que unen y por qué
siempre lo hacen en un sentido definitivo experimental, siempre de identidad? ¿De dónde
procede el elemento que explica el sentimiento de identidad (yo)? Además, el sentido de la
identidad es, por lo general, experimentalmente muy vago, nunca único. La vaguedad de los
escritos psicoanalíticos sobre esta cuestión no significa que tenga que serlo, significa
únicamente que es todavía impreciso en la mente de los autores.
Resulta comprensible, pues este sentido de la identidad, como todos los demás sectores
de la identidad, es una imitación de un aspecto específico de la esencia. La identidad del ego
es una imitación de la identidad de la esencia, el verdadero yo. Los hindúes lo llaman Atman.
El sentido de la identidad de la personalidad existe porque tenemos una memoria
inconsciente de este verdadero yo. El sentido de la personalidad de la identidad se desarrolla
a costa de la pérdida del verdadero yo. En un principio, el niño lo tenía, pero su pérdida
produjo el desarrollo, mediante interiorizaciones e identificaciones, del sentido de la identidad
del ego alrededor de un vago recuerdo de la verdadera identidad. Las representaciones del
yo se asocian con el yo a causa de esta vaga memoria. Esta es la razón que explica la
vaguedad que cada uno experimenta respecto a la identidad.
Este verdadero yo, la chispa de nuestra vida, el aspecto de la esencia más vivo y brillante,
constituye, por así decirlo, la fuente de todos los aspectos de la esencia. Muchos sistemas de
desarrollo interior, muchas enseñanzas, dirigen todos sus esfuerzos hacia la observación y
realización del verdadero yo, nuestra fuente, el núcleo más brillante. Esta verdadera
identidad, este aspecto del yo, es lo que Ramana Maharshi, por ejemplo, quería que sus
discípulos alcanzasen cuando los exhortaba a meditar en la pregunta ¿quién soy?
Liberar este aspecto significa cambiar la identidad del ego a la esencia. Se trata de la
parte más difícil del proceso. Incluso después de destapar y liberar la esencia en sus
diversos aspectos, la persona descubre que todavía cree en su personalidad. Todavía se
agarra tenazmente a ella. La esencia está presente, pero la persona todavía piensa en sí
misma y con mucha frecuencia actúa, si no presta atención, como si fuera su personalidad.
Por esta razón, todas las verdaderas enseñanzas insisten tanto en la muerte de la identidad.
No obstante, es obvio que esto no puede convertirse en una quema hasta que la esencia de
la persona se realice porque su experiencia está principalmente limitada por la personalidad.
De hecho, hasta ese momento, es muy difícil que esa persona entienda o aprecie la cuestión
de la muerte de su personalidad.
127
ESENCIA

Para que este cambio final se cumpla, es preciso comprender los aspectos más
profundos de la estructura del ego, que es donde tiene lugar la experiencia de la muerte del
ego. La experiencia de la aniquilación de la personalidad se intensifica y se hace muy
profunda, porque el sentido del yo está muy relacionado con el funcionamiento de los
instintos y, en particular, con el de supervivencia. De hecho, todo el desarrollo de la
personalidad se produce, principalmente, a causa de la supervivencia. Conocer a fondo la
verdad más profunda de la identidad del ego es entender la necesidad del yo y de su
identidad por la supervivencia física. Se trata de una cuestión profunda, cuya respuesta
conduce al conocimiento de la relación existente entre la esencia, la personalidad y el cuerpo
físico.

Entender y liberarse del auto-concepto supone liberarse de los instintos, la programación


biológica y los condicionamientos evolutivos. Esto es posible cuando se analiza y se
comprende la relación que se establece entre la vida y la muerte con la esencia. Así pues,
para vivir la vida de la esencia, la vida de la perla inapreciable, debe abandonarse la
identificación con la personalidad mediante el descubrimiento y la realización del verdadero y
radiante yo.
Esto no significa, como dicen algunas enseñanzas, que el individuo deba experimentar
todo el tiempo el yo de la esencia, ni que deba agarrarse a él como si fuera lo más preciado.
Muchos sistemas de enseñanza se centran en el verdadero yo, se concentran en él, se
identifican con él y lo glorifican. Esto, naturalmente, provocará apego, y el apego pertenece a
la personalidad, incluso cuando es hacia el yo de la esencia.
Lo que es necesario cumplir es la liberación de este aspecto de la esencia para que se
convierta en una condición y esté permanentemente disponible, para que esté ahí cuando se
necesite su contribución operativa. Por consiguiente, todas estas cuestiones en torno a la
identidad y el yo deben contemplarse y analizarse, incluyendo la necesidad o el apego de la
identidad. El verdadero yo saca a la luz todos los malentendidos y conflictos creados en torno
a la identidad y al yo. Resolver las cuestiones en torno al yo esencial elimina toda
identificación o, mejor dicho, hace que la identificación se convierta en una conciencia libre y
dinámica.

Los INSTINTOS

Parte de esta obra está destinada a comprender los instintos con el fin de lograr la
liberación de la necesidad biológica inconsciente. La psicología formula y reconoce dos
instintos: el instinto de supervivencia y el instinto sexual. A estos dos nosotros añadimos un
tercero: el instinto social. Los tres instintos implican la supervivencia física del organismo
humano. Están organizados por el sistema nervioso y los tres centros energéticos inferiores,
los tres primeros chakras. El instinto de supervivencia o de preservación está organizado por
el primer chakra, en el perineo. El instinto sexual está organizado por el segundo chakra,
situado en la base de la espina dorsal. Y el instinto social está organizado por el tercer
chakra, que se encuentra en el plexo solar. Todos funcionan con el objetivo de preservar la
supervivencia física, aunque utilizan diferentes energías y distintos modos de experiencia y
funcionamiento.
Podemos analizar el funcionamiento de los instintos observándolos en los niños. Durante
128
ESENCIA

la infancia el único instinto que se encuentra desarrollado y totalmente operativo es el de


supervivencia. Utiliza un aspecto fundamental de la esencia para su funcionamiento, basado
en el primer chakra, como es el de la fuerza y la actividad, que al comienzo de la vida se
encuentran estrechamente coordinados con el funcionamiento de la rama simpática del
sistema nervioso autónomo (SNA). En esa época, este aspecto de la esencia funciona en
cooperación con otro aspecto fundamental, el aspecto fusionante, estrechamente vinculado
con el funcionamiento de la rama parasimpática del SNA.
Cuando el niño está afligido, hambriento o siente dolor, la esencia de la fuerza inunda el
organismo activando la rama simpática del SNA. Esto se expresa en actividad: llorando,
pegando, etc., lo que atrae a la madre, que elimina su angustia con sus cuidados,
alimentándolo o lo que exija la situación. La tensión nerviosa se descarga, provocando el
dominio de la rama parasimpática del SNA, que se añade a la inundación de esencia
fusionante del organismo con sus efectos de calma y satisfecho descanso.

Este ciclo se repite cada vez que aparece la angustia en el niño. Si la angustia o alguna
carga creciente no es aliviada, la supervivencia física del organismo se siente amenazada.
Como vemos en este caso, el instinto de auto-conservación utiliza la esencia para regular y
mantener el organismo. Y vemos también que el niño depende totalmente de su madre para
completar este ciclo, que se llama regulación autónoma. La madre funciona aquí, como dicen
los teóricos de las relaciones objetivas, como un ego auxiliar.
Mientras el organismo crece, los otros dos instintos se desarrollan simultáneamente con
el ego. El ego provoca autonomía e independencia frente al apoyo y los cuidados vigilantes
de la madre, pues funciona para proporcionar estas atenciones y para completar el ciclo de
regulación autónoma con independencia de la madre. Es aquí donde entran en pleno
funcionamiento los otros dos instintos.
Analicemos con mayor detenimiento la actividad alimenticia. El niño tiene hambre,
necesita comida para sobrevivir, estar sano y crecer. Esto provoca la excitación de la rama
simpática del SNA, con su creciente carga de autonomía. La madre alimenta entonces al
niño, y el ciclo se completa.
Pero aquí la madre ha hecho algo más que alimentar al niño. Ella también, con esta
misma actividad, le ha ayudado a descargar el aumento de la carga autónoma del SNA. De
hecho, ella ha cumplido dos funciones para con el niño. Lo ha alimentado y ha descargado
su energía extra. Esta descarga de energía, la regulación autónoma, es de una gran
importancia para el organismo. A veces la madre hace exactamente eso. Todo el mundo
sabe que, a veces, los niños se sienten afligidos a causa de una energía extra que no saben
cómo descargar por sí mismos. La madre, si está en sintonía, interviene entonces para
facilitar la descarga de esta energía extra, de esta acumulación de disgusto. Esto regula la
economía del sistema nervioso autónomo, tan importante para su propia salud y el equilibrio
de todo el organismo.

Cuando la personalidad se ha desarrollado, el ego se independiza de la madre. Las dos


funciones del cuidado directo y la regulación autónoma las realiza entonces el ego utilizando
las energías del instinto social y sexual, respectivamente.
El instinto sexual se desarrolla para atender la función de la regulación autónoma. El ciclo
de carga y descarga se cumple con la actividad sexual, culminando en la descarga
129
ESENCIA

orgásmica que elimina la carga extra y las tensiones acumuladas por la vida normal del
organismo. Así, en lugar de la dependencia parasitaria respecto a la madre existe una
dependencia mutua entre las dos personas que componen la pareja, que llevan a cabo la
misma función de regulación autónoma.
Estas funciones sexuales que se ocupan de la eliminación de la energía extra y la tensión
(regulación autónoma) fueron analizadas y formuladas por Wilhelm Reich, como se destaca
en el siguiente pasaje escrito por uno de sus discípulos:

Los estudios clínicos, llevados a cabo con precisión, demostraron


que en las experiencias sexuales satisfactorias esta energía estaba de
alguna manera concentrada en la zona genital y después era
descargada, aliviando el estancamiento del organismo. Cuando se
detectaba la presencia de la ansiedad ninguna carga alcanzaba la piel
y la descarga no se producía. Podía considerarse, pues, que los
órganos genitales constituían un órgano especializado de la piel capaz
de descargar energía.
La función del acto sexual parecía consistir principalmente en mantener un
nivel de energía económico en el organismo. 12

Los detalles de cómo se desarrolla el instinto sexual, con su función de regulación


autónoma, a partir de los instintos de supervivencia es el tema de una futura publicación
sobre la sexualidad y su relación con la esencia.
Por otra parte, las actividades orientadas hacia los cuidados de alimentación, protección,
etc., están organizadas por el instinto social. Para realizar esta función, el ego prescinde de
la madre, pero, en general, mantiene una relación interdependiente con la comunidad o con
la sociedad para llevarla a cabo. La cooperación y el trabajo mutuos de todos los individuos
de la comunidad se encargan de esta necesidad del organismo.
Así pues, vemos que las funciones importantes de la madre son reemplazadas, en un
nivel de organización superior y más independiente, por los de la pareja sexual y la sociedad
en general. Y vemos, aunque de una manera muy general e incompleta, cómo los instintos
sexuales y sociales son desarrollos del instinto de supervivencia.
Este proceso de desarrollo del instinto está íntimamente vinculado al desarrollo del ego y
su identidad, de lo que hablaremos en el libro anteriormente referido. Existe una conexión
muy estrecha entre la estructura del ego y las funciones de los instintos. Esto significa que
para que la personalidad desaparezca y se disuelva su identidad, el individuo debe abordar
el tema de la supervivencia, pues se encuentra detrás del funcionamiento de todos los ins-
tintos. Abordar el instinto de supervivencia llevará al entendimiento de la muerte y su relación
con la personalidad y la esencia.
Existe una lógica y un orden internos en el proceso de desarrollo de la esencia, aunque no
es preciso que la mente se encargue de dirigir todo el proceso. En realidad, que lo haga sólo
puede provocar dificultades, pues la mente no lo conoce. Para que el proceso se desarrolle
basta con el compromiso de la verdad. Cuando se descubren y liberan los aspectos de la
esencia, cuando la perla incomparable se realiza, el proceso se orienta espontáneamente en
la dirección de los instintos y, finalmente, de la supervivencia.

130
ESENCIA

No se trata aquí de descubrir nuevos aspectos de la esencia. Lo que importa es


abandonar la identidad del ego y vivir de la esencia, que ya se encuentra presente. En esta
fase del desarrollo interior, todo se convierte en objeto de estudio y conocimiento. Ya no es
un proceso interno. Lo que interesa ahora es la vida propia, con todas sus circunstancias. El
estilo de vida de una persona y cómo dirige su existencia en todos sus aspectos se analiza y
se modifica consecuentemente. El individuo es consciente de su entorno y decide si apoya o
inhibe la vida de la esencia. Las relaciones personales con las demás personas, íntimas,
sexuales, sociales y profesionales, se clarifican y se vuelven objetivas. Todo, cada parte de
la vida de uno, interna o externa, sale a la conciencia, ya no se encuentra bajo el dominio del
inconsciente. Se trata de un trabajo muy profundo y complejo que conduce a la
responsabilidad y a la madurez. Sería casi imposible llevar a cabo este profundo esfuerzo si
no fuera por la presencia de la esencia, con su penetrante poder. La mayor parte del material
inconsciente de esta fase se relaciona con los primeros meses de la vida e incluso antes. Se
trata de un material considerado como pre-verbal que, de hecho, es anterior a la personali-
dad. La mente no puede funcionar a semejante profundidad. Sólo una intuición penetrante y
la percepción directa pueden utilizarse con efectividad en esta fase y nivel de desarrollo
interior. La esencia penetra en estas capas profundas de la personalidad y las expone a la
luz del entendimiento. Como ya hemos dicho, la esencia es el verdadero agente de la
transformación; pone de manifiesto los aspectos necesarios que se corresponden con los
sectores relevantes de la personalidad, y estos aspectos hacen posible el necesario
entendimiento.
El conocimiento que se necesita en estos niveles profundísimos del desarrollo interior no
puede venir del exterior. El conocimiento externo sólo consiste en información y no resulta
efectivo en estas profundidades, donde la mente aún carece de estructura. Sólo la propia
esencia personal puede proporcionar el conocimiento necesario. La esencia misma es el
conocimiento de la experiencia. Además, es la esencia quien pasa a ocupar el espacio
abandonado por estos sectores de la personalidad.
Como hemos dicho antes, en esta fase del desarrollo interior no se trata de descubrir
nuevos aspectos de la esencia. Sin embargo, comprender los instintos y su relación con la
personalidad afectan a la esencia de un modo particular. Todos los aspectos esenciales, que
ya se han realizado, sufren una transformación, un desarrollo. Mantienen sus cualidades
intrínsecas, pero hay que tener en cuenta que se encuentran en dimensiones distintas. Por
ejemplo, la compasión sigue siendo compasión, y su sentido y su color siguen siendo los
mismos, pero ahora abarca diferentes dimensiones que se necesitan para comprender los
instintos. Como todos los demás aspectos, la compasión se ha convertido en algo más
objetivo, más universal, más sólido y más amplio.
Cada vez que comprendemos uno de los instintos, todos los aspectos se desarrollan en
otra dimensión de la esencia y se establecen allí. Entonces, se abre y hace realidad una
nueva dimensión.
La perla incomparable, la esencia personal, también sufre una transformación, y su relación
con las nuevas dimensiones se hace clara, libre y sólida. A este proceso se refiere la historia
reseñada anteriormente, "El himno de la perla", con la acción de ponerse el vestido.
La persona se vuelve incluso más autónoma que cuando estaba en el nivel del ego.
Hasta cierto punto, se convierte en alguien completamente autónomo. A nivel social, esta
autonomía no significa que no necesite a la sociedad para nada, sino que su perspectiva
social es objetiva. Ya no contempla a la sociedad como si fuera su madre, ni se relaciona con
ella como lo hacía con su padre o con su madre. No la considera como una fuente de apoyo,
131
ESENCIA

protección emocional o de alimentación. Ya no la necesita para encontrar admiración,


aprobación, autoestima, respeto, posición, fama, identidad, u otras cosas por el estilo. Las
cuestiones de amistad, confianza y poder quedan claras. Sus relaciones sociales se vuelven
objetivas, en lugar de estar enturbiadas por las esperanzas y las suposiciones creadas por la
personalidad. La sociedad es contemplada como lo que es, y todas las interacciones sociales
son contempladas como lo que son. No es que se rechace o acepte a la sociedad, sino que
se juzga por lo que ofrece, por lo que demanda y necesita. La relación de la sociedad con la
esencia y con su existencia se hace consciente.
A nivel sexual, el desarrollo interior consiste principalmente en entender el placer y
descubrir todas las ilusiones e inconsciencias al respecto. No sólo se trata de analizar y
llegar a entender el placer sexual, sino toda clase de placer, interno o externo, en su relación
con la esencia y su existencia. Esto clarifica las cuestiones que atañen a las relaciones
íntimas entre los sexos, el lugar que ocupan en la vida y su desarrollo esencial. Todos los
aspectos de la esencia surgen en una nueva dimensión en la que se experimentan y
consideran como placer, como toda clase de alegrías y goces. La perla alcanza una nueva
integración en la que se descubre su relación con esta dimensión de placer. Tanto los
placeres externos como los internos son comprendidos con objetividad y armonizados entre
sí y con el resto de la vida de cada uno.
En lo que respecta al nivel de la conservación o supervivencia, las cuestiones con las que
uno se encuentra son protección, seguridad, garantía, supervivencia y muerte. Es el
momento en que hay que enfrentarse con los sectores más profundos de la personalidad,
cuando se conoce y comprende la necesidad que tiene la personalidad respecto a su
supervivencia física, así como la función defensiva del ego en su conjunto que pasa a ocupar
su verdadera dimensión como substituto de una parte de la esencia relacionada con la
protección. Es el momento a partir del cual somos conscientes y logramos la verdadera
protección y defensa de la esencia y su existencia, la ciudadela de la esencia, a la que a
veces llamamos la verdadera conciencia.
Hay que tener en cuenta que la personalidad no desaparece fácilmente y que esta
característica puede contemplarse desde una perspectiva positiva. La personalidad, como
hemos visto, contiene la memoria de todo lo que se había perdido. Pedirle que desaparezca
significa, según el inconsciente, perder la posibilidad de recuperar todo lo que se había
perdido. Inconscientemente, sabe qué hay ahí, y no va a despejar el espacio hasta estar
segura de que todo está en su sitio. A primera vista, parece como si la personalidad quisiera
reemplazar a la esencia. En parte, es cierto, pero también sabemos que, a niveles más
profundos, se formó y desarrolló para la protección y supervivencia de todo el proceso de la
esencia. Y cumple su función con fidelidad, aunque de una manera rígida.
Por tanto, resulta extremadamente difícil para la personalidad, y especialmente para la
identidad del ego (la idea que uno mismo tiene de sí), perder el control y dejarse ir cuando
sabe que el resultado va a suponer el vacío y la carencia. Sabe, aunque vaga e inconsciente-
mente, que la riqueza y la realización son posibles, y sigue resistiendo por su permanencia.
Sin embargo, cuando se descubren los aspectos de la esencia y se realizan sus diversas
funciones, resulta mucho más fácil desalojar a la personalidad.

En este caso, la personalidad no desaparecerá por desesperación o desesperanza, sino que


lo hará con conocimiento de causa. Desaparecerá porque se dará cuenta de que su vida está
sufriendo y porque su propia existencia estorba la realización de la vida de la esencia. Com-

132
ESENCIA

prenderá que constituye una barrera contra una vida de plenitud y abundancia, y
comprenderá la necesidad de su propia muerte. La anhelará. Después, no sólo se
desintegrará en el vacío, sino que se disolverá y desaparecerá en la dulce miel de la divina
esencia.

EL DESCUBRIMIENTO CREATIVO

El momento en que se reconoce la esencia como el propio ser y se experimenta como tal,
tiene lugar una transformación radical. La vida de la persona ya no vuelve a ser la misma. La
transformación puede ser total, aunque lo más normal es que sea parcial. No obstante, se
trata de una transformación radical: la persona sabe por vez primera lo que es el ser, su
verdadera naturaleza. Como vimos al comienzo de este capítulo, este descubrimiento inicia
el proceso de la transformación interior, tanto a nivel intelectual como en las dimensiones de
la esencia. La mente y la personalidad se despejan de una manera constante, la objetividad
se hace más y más completa y la esencia sufre una transustanciación en sus diversos
aspectos y dimensiones.
La vida deja de estar bajo el dominio exclusivo de la personalidad. Mientras la esencia se
despliega y expande, va descubriendo sectores de la personalidad más profundos y básicos,
provocando el conocimiento y la objetividad, que, a su vez, permiten a la esencia reemplazar
a la personalidad en más y más dimensiones.
El descubrimiento de la esencia es el comienzo de una verdadera vida. Como ya hemos
visto, no es un estado que se experimente una vez y después se repita. La esencia es rica e
interminable en sus aspectos, cualidades, dimensiones, capacidades y posibilidades. Toda
esta riqueza empieza a desplegarse, proporcionando sorpresa, deleite, belleza, valor y
satisfacción.

La vida deja de ser una existencia de conflictos y frustración, de deseo de éxito y miedo
al fracaso. Más que ninguna otra cosa, se convierte en un proceso de descubrimiento
creativo. El descubrimiento en sí se convierte en el corazón de la vida y la vida en una
creación continua, porque la esencia es nuestro elemento creativo. Los sufrimientos y los
problemas pierden su importancia, y el descubrimiento creativo se convierte en el verdadero
proceso de la existencia.
El despliegue de la esencia se convierte en el proceso de nuestra existencia. La vida ya
no es una serie de experiencias desconectadas de placer y dolor, sino un flujo, una corriente
de vitalidad. Se manifiesta un aspecto tras otro, una dimensión tras otra, una facultad tras
otra. Hay un flujo constante de entendimiento, penetración, conocimiento y estados del ser.
Mientras este despliegue continúa, va afectando a la mente, a la personalidad y a la vida
externa. Los conflictos que surgen, internos o externos, expresan la falta de entendimiento de
los aspectos y las dimensiones de la esencia. Es parte del proceso creativo de la vida. Cada
nueva idea o conocimiento es precedido por su ausencia, que desde la perspectiva del ego
se consideran como un conflicto o un problema. Sin embargo, si la persona está interesada

133
ESENCIA

en la verdad, analizará el conflicto tal y como es, es decir, como una ausencia de
entendimiento. La presencia de este entendimiento significa lo mismo que la presencia de un
aspecto o dimensión de la esencia, con sus cualidades, facultades, ideas y forma de vivir.
Sin embargo, el eje de todo este entendimiento, idea,
conocimiento, descubrimiento, creatividad, conflicto y tensión se encuentra en el despliegue
de la presencia de la esencia. Un flujo que se convierte en la verdadera experiencia del
tiempo, en lugar de la memoria lineal del tiempo que detenta la personalidad.
Al principio, el trabajo de análisis y entendimiento continúa siendo una necesidad, pero se
trata de una necesidad más aparente que real. El ego cree en la necesidad de su propio
trabajo, pero es debido a la falta de comprensión de las dimensiones más profundas de la
esencia. Al tiempo que se despliegan estas dimensiones y se van comprendiendo, uno
empieza a darse cuenta de que la barrera principal se encuentra en la actividad del ego (el
sentido del yo), causa de cualquier conflicto o sufrimiento interno.
Mientras la perla inapreciable se desarrolla y el verdadero yo es comprendido e integrado,
tiene lugar otra transformación radical. La identidad empieza a transformarse pasando de la
personalidad a la esencia. El individuo comienza a experimentarse a sí mismo como esencia,
dejando de ser un mero experimentador de la esencia.
Las experiencias de la muerte del ego ocurren ahora, cuando se acepta la soledad
interior. Los límites personales se disuelven y la esencia empieza a ser experimentada desde
la perspectiva de la misma esencia. La persona descubre y experimenta la infinitud, la
eternidad, el no hacer, la inocencia y la pureza. La esencia y la mente empiezan a ser una
unidad, lo que se manifiesta tanto como ausencia total de pensamientos como experiencia
del pensamiento en tanto que espontáneo torrente de la percepción.
La vida continúa siendo un proceso de descubrimiento creativo. El proceso de
aprendizaje, despliegue y expansión nunca termina. La esencia continúa desplegándose,
surgen nuevas dimensiones, emergen nuevas formas de experiencia y percepción, y se
manifiestan nuevas facultades.
El proceso de conocimiento, pues, continúa, aunque ya no se considera como una
necesidad, un trabajo, sino más bien como el proceso de descubrimiento creativo mismo.
Desde el momento en que se experimenta y reconoce la esencia como el verdadero ser
de la persona la vida se convierte en un proceso de descubrimiento creativo. Cuando la
identidad deja paso a la esencia, el proceso infinito de descubrimiento creativo continúa, pero
ahora existe la conciencia de que es así. Ahora se sabe, y se confía en que la esencia
producirá todo lo que se necesite producir. El ego ya no necesita trabajar más. El proceso
creativo sucede por sí mismo y el ego sólo puede obstruido. Este es el momento en se
descubre la esencia.
Vivir la propia vida y ocuparse de uno mismo se convierten en la misma cosa: se trata del
"ser eterno" que se despliega como un descubrimiento creativo. El cambio de identidad
desde la personalidad a la esencia no es otra cosa que la realización del verdadero yo, el
elevado ser de la esencia. Esta experiencia de la eternidad, del espacio ilimitado y del vacío
intelectual es también la entrada en el Más Allá, el Universo Impersonal, el Absoluto que se
encuentra al final de toda existencia. Es el Ser Último, que está más allá de la personalidad,
de la mente, del tiempo e incluso de la existencia.
A partir de entonces, la realización se expresa más y más en la vida, en la acción. La
134
ESENCIA

acción práctica se convierte en la acción del verdadero ser. Hay eficiencia, economía,
simplicidad, franqueza. Uno vive plenamente en el mundo, constantemente conectado con el
Más Allá, con la Realidad Suprema.

135
ESENCIA

EPÍLOGO

EL DESEO DE LIBERTAD, liberación, iluminación, realización personal, desarrollo interior, o como


quiera que lo llamemos, no es una respuesta a una llamada del exterior. N o es que oigamos hablar
de la iluminación y por eso nos interesamos. Tampoco supone embarcarse en un viaje porque otros,
personas conocidas, lo han emprendido antes. No se trata de una moda.
No es un deseo de mejorar. No es un intento de realizar algún tipo de modelo ideal que tenemos
en mente. No es cumplir con los preceptos de algunas creencias u opiniones que se han recogido en
algún lugar, recientemente o en un pasado lejano.
La búsqueda es un asunto muy personal, un interés profundamente personal que sólo atañe a
nuestra propia situación. Es una respuesta a una llamada profunda de nuestro interior. Al principio,
puede tratarse de una llama vaga, casi imperceptible y misteriosa, que se manifiesta en forma de
preguntas en medio de la discordia en que vivimos. Se trata de nuestra propia falta de armonía, tal y
como la experimentamos, de nuestro propio cuestionamiento y anhelo personal.
Si lo que se busca es alcanzar el conocimiento o la realización personal, algo que alguna vez
hemos oído a otras personas decir que han alcanzado, entonces no estamos preparados aún, porque
estaremos pensando en Buda o en Mahoma.

La inquietud debe partir de uno mismo, de nuestras propias profundidades. Las preguntas deben
referirse a la situación, a la mente de uno mismo, y no a algún sistema que alguien haya creado. Se
puede recurrir a cualquier sistema, pero al final se trata de la vida propia, de la mente y la búsqueda
de uno mismo.
La iluminación no va a provenir de ningún sistema, sino que debe resolver y clarificar la situación
de uno mismo. La realización debe satisfacer y cumplir las exigencias de nuestro propio corazón y no
los estándares de ningún sistema. La liberación debe ser personal, de uno mismo.
Así pues, el sendero eres tú, tu mente y tu corazón. La llamada es tu llamada, sólo le importa a tu
vida y apela íntimamente a ti.
La llamada, el camino y la realización son un asunto íntimamente personal. Todo lo demás no,
pues no puedes utilizarlo en tu favor ni en el de los demás, aunque la solución final de tu situación
personal es tuya y la puedes utilizar también para los demás.
La búsqueda no produce mejora o perfección. Produce madurez, humanidad y sabiduría.

1. Wilhelm Reich, Charácter Analysis (Nueva York: Simon & Schuster, 1972), pp. 338-339.
2. Henry Corbin, Creative lmagination in the Sufism of lbn 'Arabi, trad. Ralph Manheim, Bollingen
Series 91. Copyright 1969, Princeton University Press. Extracto, p. 221.

136
ESENCIA

3. Anna Freud, The Ego and lts Mechanism ofDefense (Londres: Hogarth Press), 1937.
4. DetlefLauf;Secret DoctrinesoftheTibetan Book ofthe Dead (Boulder, Colorado, y Londres:
Shambhala, 1977), pp. 104-105.
5. P. D. Ouspensky, In Search of the Miraculous (Nueva York: Harcourt, Brace & World, 1949), p. 217.
Citado con permiso.
6. Idries Shah, Thinkers ofthe East (Londres: Jonathan Cape, 1971), p. 27.
7. Edith Jacobson, The Self and the Object World (Nueva York: Intemational Universities Press, 1980),
p. 19.
8. Henry Corbin, The Man of Light in lranian Sufism (Boulder, Colorado, y Londres: Shambhala, 1978),
p. 125.
9. John Ferguson, Enciclopedia of Mysticism (Londres: Thames & Hudson, 1976), p. 82.
10. Idries Shah, Tales of the Dervishes (Nueva York, E. P. Dutton, 1970), pp. 15-20.
11. Otto Kemberg, Internal World and External Reality (Nueva York, Londres: Jason Aronson, 1980),
pp. 99-100. Citado con permiso.
12. EIsworth F. Baker, Man in the Trap (Nueva York: Farrar, Straus & Giroux, 1974), p. xxi.

137

También podría gustarte