Conocer A Dios

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CONOCER A DIOS

El verdadero anhelo por conocer a Dios es desconocido en la historia de la humanidad.


No fue hasta la Cruz de Cristo que el alma del hombre pudo gustar este verdadero
anhelo y el camino abierto para conocer a Dios en verdad.

Podemos ver en abundancia al hombre buscar a Dios por causa de sus propias
necesidades y deseos. El hombre siempre ha procurado conocer a Dios en la medida que
ese conocimiento les proporcione niveles de poder natural, o acceso a sus milagros,
prodigios o bendiciones.

Tenemos algunos vestigios, en forma de señales y sombras que puede ser oportuno
mencionar.

 Enoc.
 Génesis 5:22-24 Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a
Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. (23) Y fueron todos los
días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. (24) Caminó, pues, Enoc con
Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.
 Abraham.
 Santiago 2:23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le
fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
 Isaías 41:8 Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí,
descendencia de Abraham mi amigo.
 Elias.
 2 Reyes 2:1-2 Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un
torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. (2) Y dijo Elías a Eliseo:
Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo:
Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el.
 1 Reyes 19:12-13 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el
fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. (13) Y cuando lo oyó
Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la
cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
 Moisés.
 Éxodo 34:29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las
dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía
Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con
Dios.

Aunque todos ellos accedieron a una medida especial del conocimiento de Dios, no fue
hasta Cristo que se concedió acceso al verdadero y completo conocimiento de Dios.
CONOCER A DIOS ES LA VIDA ETERNA

Juan 17:3  “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado”.
La experiencia verdadera del conocimiento de Dios consiste en la vida espiritual y
eterna. No hablamos de una experiencia “con” Dios, en cuanto al alma.

Es imposible que el hombre pueda conocer verdaderamente a Dios sin vida eterna,
porque Dios es eterno.

Este conocimiento otorgado por medio del sacrificio de Jesús en la cruz, no consiste en
información en la mente, sino que es un conocimiento espiritual.

Con la vida espiritual, se nos otorga acceso a una realidad:

 Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar


misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
 Romanos 3:23-24 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, (24)
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
 Hebreos 9:8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el
camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.

Con la vida eterna se nos otorga una nueva historia:

 Efesios 1:3-5  Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, (4) según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, (5) en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad,
 Juan 1:12-13 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de
carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

CONOCER A DIOS ES EL SENTIDO Y


CUMPLIMIENTO DEL NUEVO PACTO

Hebreos 8:10-12  “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos
días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a
ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; (11) Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a
su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor
de ellos. (12) Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus
iniquidades”.

LA FALTA DE CONOCIMIENTO DE DIOS ES LA RAZÓN


POR LA CUAL ISRAEL FUE DESECHADO

Hebreos 3:7-12 “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, (8) No endurezcáis
vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, (9) Donde me
tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. (10) A causa de lo cual me
disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis
caminos. (11) Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. (12) Mirad, hermanos, que no haya
en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo…”.

EL CONOCIMIENTO DE DIOS LE OTORGA


PROPÓSITO A NUESTRAS VIDAS

2 Pedro 1:8  “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin
fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
Colosenses 1:9-10 “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por
vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, (10) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda
buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios…”.
Efesios 4:13 “…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…”.

Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el
valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. (24) Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en
entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra;
porque estas cosas quiero, dice Jehová”.

CONOCER A DIOS ES LA PUERTA PARA AMARLE Y


LLEGAR A SER LA EXPRESIÓN DE SU AMOR

Era imposible que el hombre pudiera conocer a Dios sin la vida espiritual. Es imposible
acceder al conocimiento de Dios sin el camino abierto por el Hijo a través de la Cruz. Es
esa la razón por la cual Israel nunca pudo cumplir la ley. Era imposible que ellos
pudieran amar a Dios sin conocerle. Recordemos que toda la ley se sustenta sobre el
mandamiento: amarás.
Mateo 22:37-40 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente. (38) Este es el primero y grande mandamiento. (39) Y el segundo es semejante: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Tampoco el hombre podía amar a su prójimo a la forma que Dios había mandado,
porque no estaba en ellos la naturaleza del amor, sino que estaban sometidos a la
enemistad, y llamados “hijos de ira” (Ef. 2:3) o “hijos de desobediencia” (Col. 6:3).

EL CONOCIMIENTO DE DIOS NOS OTORGA


GRACIA Y PAZ.

2 Pedro 1:2  “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor
Jesús”.

EN EL CONOCIMIENTO DE DIOS RECIBIMOS


BIENES ESPIRITUALES Y ETERNOS.

2 Pedro 1:3 “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su
divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia…”.

Colosenses 1:9-14 “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por
vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, (10) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda
buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; (11) fortalecidos con todo poder, conforme a la
potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; (12) con gozo dando gracias al Padre que
nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; (13) el cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, (14) en quien tenemos redención por
su sangre, el perdón de pecados”.
Efesios 1:15-17 “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de
vuestro amor para con todos los santos, (16) no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria
de vosotros en mis oraciones, (17) para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os
dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él…”
EL LLAMADO AL CONOCIMIENTO 1

Tabla de Contenido

 INTRODUCCIÓN
 ¿De qué manera es posible que un conocimiento sea vida?
 ¿Realmente anhelamos conocerle?
 ¿Por qué anhelaría nuestra alma conocer a Dios?
 Buscamos conocerle porque nada hay que tenga más sentido que eso en nuestras vidas.

INTRODUCCIÓN
Según el evangelio, no hay nada más extraordinario, no hay fin mayor, no hay experiencia más
poderosa que el conocer a Dios. Sólo el evangelio de Jesucristo puede darnos acceso a una
verdadera experiencia de conocimiento de Dios.

2 Pedro 1:3-7 “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos
han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel  que
nos llamó por su gloria y excelencia, (4) por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes
de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a
causa de la concupiscencia; (5) vosotros también, poniendo toda diligencia por
esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; (6) al
conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; (7) a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”.
El apóstol Pedro nos explica que el medio por el cual Dios nos ha concedido todas las cosas es el
conocimiento de Dios.

Juan 17:1-3 “Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la
hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; (2) como
le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
(3)  Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado”.

¿De qué manera es posible que un conocimiento sea


vida?
Piense por un momento. El conocimiento humano no tiene comparación con el conocimiento del cual
estamos hablando. Los seres humanos buscan conocimiento por causa de sus vidas, o para
obtenerla. Buscamos conocer, porque estamos biológicamente vivos y buscamos conocer nuevas
cosas porque deseamos seguir así. Sin embargo, Jesús nos presenta una declaración
absolutamente diferente a ese conocimiento: la vida eterna ES conocer al Padre.

Nota: El evangelio de Mateo menciona tres veces la expresión “vida eterna”; Marcos lo
hace dos veces y Lucas tres. Juan menciona la expresión “vida eterna” diecisiete veces
en su evangelio. Esto demuestra un especial interés de Juan acerca de la vida eterna.
De hecho, solo Juan registra esta oración de Jesús en su evangelio (Juan 17:3). En
ninguna manera se perdería esta importante definición, luego de seguir por tres años a
Jesús.

Hablamos de un conocimiento de naturaleza y efectos totalmente diferentes a los que estamos


acostumbrados a procurar y obtener. El discipulado debe conducirnos a alimentar nuestras
almas con ese conocimiento que nos ha sido otorgado en forma de vida en nuestro espíritu
en la Cruz de Cristo.
El apóstol Pedro nos indica que en nuestro proceso de madurez es necesario añadir conocimiento a
nuestras vidas en 2 Pedro 1:5. Sin embargo, su prescripción es sumamente precisa: añadan a la
virtud conocimiento. Esta acción es a prueba de orgullo, soberbia y vanidad, porque no se trata de
añadir información a nuestras mentes, sino de una edificación precisa. Es necesario añadir
primeramente virtud a nuestras vidas, antes que conocimiento, porque de esa manera el
conocimiento encuentra una plataforma firme y una dirección clara: el amor.
La virtud nos permite edificar vínculos espirituales de servicio y amor hacia otros, mientras que le
hace saber a nuestro corazón que lo importante del crecimiento espiritual no es lo que sabemos
sino lo que manifestamos.

¿Realmente anhelamos conocerle?


Esta es una pregunta que podemos hacernos antes de embarcarnos en este viaje. Es importante
notar que el alma humana solo suele desea aquello que le produce algún tipo de beneficio o placer
personal.

El conocimiento de Dios es un tesoro escondido a plena vista. Dios se ha dado a conocer a todo
aquel que le busca de corazón sincero y genuino, pero se oculta a plena vista para aquellos que
determinan vivir una vida vana.

Romanos 1:18-23 “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; (19) porque lo que de
Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. (20) Porque las cosas
invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la
creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no
tienen excusa. (21) Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a
Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido. (22) Profesando ser sabios, se hicieron necios, (23) y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”.
En el mundo abundan las falsas intenciones de conocer a Dios. 
¿Por qué puede una intención de conocer a Dios ser falsa? El ser humano suele procurar sólo
aquellas cosas que le otorgan algún beneficio humano, natural, personal y terrenal. Es decir, es
común que el hombre sólo intente conocer a Dios en la medida que ese conocimiento le otorgue
algún tipo de beneficio personal limitado a cosas terrenales.
Somos testigos de un gran despliegue de poder cuando una persona expresa un anhelo de conocer
a Dios por razones más altas; por ejemplo, porque hemos entendido que ese conocimiento es lo
único que puede darle sentido a nuestra existencia misma.

¿Por qué anhelaría nuestra alma conocer a Dios?


Ese es un anhelo que solo puede provenir de nuestro espíritu. Solo un espíritu vivo puede
despertar un anhelo verdadero y genuino por conocer a Dios en el alma. Es un anhelo espiritual en el
alma.
Si toda la información que tenemos acerca de Dios es producto de imaginaciones humanas,
entonces nuestras oraciones y adoraciones se vuelven idolatría. No hacernos imágenes de lo que
hay en el cielo, tiene que ver primero con desechar la imaginación humana, para tener nuestro
corazón limpio y dispuesto a acceder al verdadero conocimiento de Dios.

Buscamos conocerle porque nada hay que tenga más


sentido que eso en nuestras vidas.

¿Puede usted identificar ese anhelo clamando en su interior? Entonces no deje de confesarlo:
“Padre Celestial, quiero conocerte”.
Ese anhelo, si es espiritual y verdadero, sólo se produce como fruto de la fe no fingida. Eso significa
que es un anhelo que no está entrelazado a expectativas humanas, naturales, terrenales o
temporales. Eso quiere decir que no estamos buscando conocerle a Él porque esperamos que eso
nos traiga algún beneficio terrenal, sino que somos atrapados por la razón de nuestra existencia. 
Sencillamente buscamos conocerle porque nada hay que tenga más sentido que eso en
nuestras vidas.

EL LLAMADO AL CONOCIMIENTO 2

La Vanidad y el conocimiento

La Vanidad puede limitar nuestra sabiduría y necesitamos estar advertidos. Salomón fue un rey de
Israel a quien le fue otorgado dones de sabiduría e inteligencia. Fue tan grande la experiencia de
conocimiento que Salomón alcanzó, que en la cima de su “éxito” como rey escribió Eclesiastés.
Veamos dos pasajes en este libro

Eclesiastés 1:2 “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo


es vanidad”.
Eclesiastés 2:24 “No hay cosa mejor para el hombre, sino que coma y beba, y que su
alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios”.

Salomón se encontró con un gran límite en su sabiduría: la vanidad. Él encontró que la vida del
hombre no tenía ningún sentido, no importa lo que hiciera o a lo que se dedicara. Él se encontró con
aquella maldición de Dios sobre el hombre: polvo eres.
Los hombres tratan con esas frustraciones con más distracciones, nuevas metas o simplemente
sobreviviendo. Como hijos de Dios expuestos al evangelio, debemos mirar esta frustración cara a
cara y resolverla. Si en verdad nos enfrentamos a esta dura realidad de la naturaleza humana,
encontraremos rápidamente la respuesta: conocer a Dios les da sentido a nuestras vidas. Nada
hay sobre la tierra que tenga más sentido.
La obra de la cruz ha revertido para nosotros el estar
sujetos a vanidad
Sólo la Cruz de Cristo pudo revertir la vanidad del hombre, otorgándonos vida eterna y espiritual. Esa
vida nos trae grandes oportunidades de ser partícipes de cosas inesperadas y poderosas, entre las
cuales se encuentran el conocer a Dios. Sólo por esa vida espiritual podemos conocer al Dios que es
Espíritu.

En toda esta sección nos concentraremos en el conocimiento que nos es otorgado por la vida
espiritual. Buscaremos identificar ese conocimiento como una fuente infalible de vida y alimento,
para poder tomar de ese conocimiento para poder añadirlo a nuestras almas.

Todo esto debe conducirnos a entender que solo la esperanza a la que hemos sido llamados puede
conducirnos a una verdadera motivación para conocer a Dios. Es el anhelo genuino de alcanzar
madurez la única razón válida y espiritual por la cual debemos añadir conocimiento a nuestras
almas.

Ya hemos visto que el alma, por sí misma, no tiene especial interés por alcanzar verdadera madurez
espiritual. En realidad, el alma solo está interesada en esa manera de madurez que le proporciona
beneficios humanos, naturales, terrenales o materiales. Es el anhelo de nuestro espíritu el que
gobierna nuestros corazones para procurar la verdadera madurez espiritual, cuyo resultado
proporciona a Dios lo que Él espera de nosotros: el fruto de la vida espiritual que nos ha sido
otorgada.

Una Advertencia
Antes de continuar en este camino espiritual, es importante manifestar una advertencia. El
conocimiento verdadero de Dios suele trastornar todo lo edificado en el corazón. Claro que
también traerá orden y diseño al corazón, pero es importante entender que el conocer a Dios no es
como añadir cualquier tipo de conocimiento.
En general, cuando la mente adquiere algún tipo de conocimiento, este se mezcla y combina con
conceptos preconcebidos. El nuevo conocimiento encuentra en la mente canales marcados con
anterioridad y se adapta a ellos para alimentar conclusiones que se adaptan a las expectativas
humanas y su propia comodidad. Sin embargo, el conocimiento de Dios no opera de esa misma
manera. Hablamos de una experiencia para el alma que es muy poderosa y devastadora para
los sistemas del mundo que mantienen al alma en ignorancia.

¿Ha pensado que debió suceder en el corazón de una persona que ha alcanzado a amar a sus
enemigos? Es imposible experimentar ese tipo de amor en el corazón, si no son destruidas las
estructuras comunes que mantienen al alma en sus formas humanas y naturales de amar.

Por lo tanto, debemos estar advertidos: el conocimiento de Dios no produce información en


nuestra mente, sino una transformación que produce la expresión misma de ese amor y vida en
nosotros mismos. Es una luz que irradia y se hace parte de nosotros; destruye y construye algo
nuevo; arranca y siembra, mata y revive.

Juan 6:63 Jesús dijo: “las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida”.
Juan 6:68 “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de
vida eterna”.

Conclusión
Su alma pudiera estar atrapada en cárceles de vanidad por experiencias vividas en el pasado, o
sencillamente debilitada por emociones y pensamientos de los cuales no puede despojarse. Solo
una palabra y una verdad pueden transformar completamente el alma. El conocimiento correcto tiene
el poder para cambiar la debilidad en fortaleza, la tristeza en gozo, la amargura en entusiasmo.

El alma fue creada con la capacidad de experimentar emociones. Ninguna emoción es mala o buena
en sí misma. Puede haber tristezas que traen beneficios a nuestro crecimiento, trayendo cordura,
humildad, capacidad de reflexión, arrepentimiento, etc. De la misma manera puede haber alegrías
que en realidad son adversas. ¿Qué marca la diferencia entre una emoción buena y una mala? El
conocimiento o la ignorancia que la preceden.

EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y
EL CONOCIMIENTO DEL ALMA
La biblia reconoce dos tipos de sabiduría, la terrenal y la celestial. De la misma manera, tenemos el
conocimiento espiritual y el conocimiento que el alma ha adquirido.

En las escrituras la palabra conocimiento es altamente relevante y antes de sumergirnos en los


temas desarrollados en esta sección, vamos a evaluar algunas palabras griegas traducidas como
“conocimiento” en la biblia:

Conocimiento según la biblia


Oida (οἶδα G1492) Entender, percibir, saber. Conocer mediante percepción. Se traduce con el verbo
saber en la mayor parte de pasajes en que aparece (p. ej., Mateo 6:8,32; 7.11; 9.6; 12.25; 15.12;
20.22,25; 21.27; 22.16; 24.36,42,43; 25.13, 26; 26.2,70; 27.18,65). Significa, primariamente, haber
visto o percibido; de ahí, conocer, tener conocimiento de, ya bien absolutamente, como en el caso
del conocimiento divino.

Ginósko (G1097) prolongado de un verbo primario «conocer, saber» (absolutamente) en una gran


variedad de aplicaciones y con mucha implicación (como sigue, con otros no claramente expresados
de este modo): notar, reconocer, saber, sentir, tener, entender, informar, llegar (al conocimiento),
cerciorar, comprender, conocer, conocimiento.

Epignosi (ἐπιγνώσις G1922) Denota un conocimiento total, discernimiento, reconocimiento. Es la


forma intensificada de ginosko, expresando un conocimiento más pleno, o un conocimiento pleno,
una mayor participación por parte del conocedor en el objeto conocido, influenciándole más
poderosamente. No se halla en los Evangelios ni en los Hechos. Pablo lo usa 15 veces de las 20
veces que aparece en el NT; Pedro lo usa 4 veces, todas ellas en su segunda epístola; el escritor a
los Hebreos lo usa una vez.

Sin embargo, en este estudio nos centramos en las dos palabras más utilizadas: ginosko y oida.
Las diferencias entre ginosko y oida exigen consideración: ginosko sugiere frecuentemente
origen o progreso en conocimiento, en tanto que oida sugiere plenitud de conocimiento.
Lo que nos hemos de preguntar en este apartado es: ¿Cuál es la naturaleza del conocimiento
espiritual? ¿Qué tipo de conocimiento es el que nos propone el evangelio de Jesucristo y el que
buscamos alcanzar en nuestras vidas? ¿Cuáles son los efectos del conocimiento espiritual cuando
va siendo añadido en nuestras almas?

Comenzaremos este recorrido con las palabras de nuestro Señor:


Juan 8:54-55 “Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi
Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. (55)
Pero vosotros no le conocéis (ginosko); más yo le conozco (oida), y si dijere que
no le conozco (oida), sería mentiroso como vosotros; pero le conozco (oida), y guardo
su palabra”.

Observe que cuando leemos este pasaje en español, la palabra traducida como “conocimiento”, en
griego se utilizan dos palabras diferentes. Dos palabras que son traducidas con una misma palabra
en español, pero que en realidad reflejan dos realidades diferentes.
 Una forma de conocimiento tiene que ver con la experiencia y la progresión.
 Otra forma de conocimiento es pleno, completo e instantáneo.

Ginosko se refiere a la manera en que nuestras almas acceden al conocimiento: como una
progresión, un crecimiento por experiencia creciente.

Oida se refiere a una forma de conocimiento diferente. Piense por un momento que a usted le
encargan explicarle a una tribu de aborígenes aislados en una selva lo que es un avión. Quizá le
dirá: “es como un pájaro gigante con alas que no se mueven. Tiene una boca de costado por donde
las personas entran…”. Usted sabe que no importa cuánto usted hable y les explique, ellos no
entenderán plenamente aquello de lo cual usted les habla. Ellos están imaginando algo totalmente
diferente a la realidad.

Eso se debe a que usted intenta usar símbolos y elementos que ellos conocen, pero ese recurso es
muy limitado para lograr expresar lo que verdaderamente es un avión. Incluso ellos pueden aprender
de memoria sus palabras y hasta enseñarla a otros, pero ese conocimiento nunca dejará de ser
limitado e inexacto. Será suficiente llevarlos a ellos a ver y experimentar un vuelo en avión para que
ese conocimiento sea transformado. Aún sin palabras y explicaciones se produce una forma de
conocimiento que es completa en sí misma.

Cuando hablamos de conocer a Dios en el espíritu, entendemos que es un conocimiento


totalmente diferente a la manera en que el alma conoce. En nuestro espíritu no conocemos a
Dios por información o por experiencia, sino que en el espíritu conocemos a Dios por verle, porque
somos sus hijos y le hemos visto eternamente.
Es nuestra alma la que necesita ser expuesta al conocimiento de Dios, pero si hemos recibido la vida
espiritual que nos otorga el evangelio, entonces podemos aseverar que le conocemos en nuestro
espíritu.

Jesús les está diciendo que ellos no alcanzaron a conocer a Dios a pesar de toda su información y
experiencias con Él. Jesús les expone que Él mismo sí conoce a Dios, pero no es por medio de las
experiencias e informaciones, sino porque le ha visto y le conoce plenamente.

Veamos algunos otros ejemplos de estas palabras funcionando juntas:


Juan 13:6-7 “Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los
pies? (7) Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes (oida) ahora;
más lo entenderás (ginosko) después”.
Juan 14:6-9 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí. (7) Si me conocieseis (ginosko), también a mi Padre conoceríais
(oida); y desde ahora le conocéis (ginosko), y le habéis visto. (8) Felipe le dijo: Señor,
muéstranos el Padre, y nos basta. (9) Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: ¿Muéstranos el Padre?”

Hemos de embarcarnos en un viaje de obediencia y luz: añadir a nuestras almas conocimiento.


Hemos de añadir conocimiento a la virtud, porque es el orden correcto y verdaderamente productivo.

El objetivo de esta introducción es entender la calidad del conocimiento que nos ha sido otorgado
por la Cruz de Cristo y la nueva vida espiritual. Ese conocimiento es la verdadera fuente de la cual
hemos de tomar para que nuestra mente y corazón sean llenos de luz y entendimiento. Si
entendemos la calidad de ese conocimiento, entonces tendrá sentido todo otro conocimiento al que
podamos acceder.

Cuando un alma se llena de conocimiento religioso o de información externa acerca de Dios, se


producen muchas consecuencias que no tienen nada que ver con la verdadera madurez espiritual.
Por el contrario, sus corazones se llenan de orgullo y se apartan del verdadero efecto del
conocimiento espiritual: la expresión del perfecto amor.

EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LA VOZ DE DIOS


Oseas 4:6 “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto
desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu
Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.
La voz de Dios no es como la de los hombres. La palabra de Dios no es como las palabras humanas.
Lo que Dios habla no produce los mismos resultados que producen los hombres cuando hablan.
¿Cuál es la naturaleza de la Palabra de Dios?

Hebreos 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de
Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Es común oír a cristianos decir “Dios me habló”. Claramente Dios habla a sus hijos y el Espíritu de
Dios guía a aquellos que andan en el espíritu. Sin embargo, no es correcto reducir la voz de Dios a
conceptos o pensamientos humanos. Un error aún más grave es reducir una palabra de Dios a un
concepto que se consume en asuntos personales y humanos.
Mateo 4:4 “El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Juan 1:1-5 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2
Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada
de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra
ella”.

Tabla de Contenido

 Algunos principios para meditar sobre el conocimiento espiritual y la voz de Dios


 Algunos consejos al respecto de la palabra de Dios:
 APRECIACIONES SOBRE LA PALABRA Y LA PROFECÍA
 Conceptos que deben ser revisados sobre la palabra y la profecia:
 Algunos consejos sobre el ejercicio de dones proféticos:

Algunos principios para meditar sobre el


conocimiento espiritual y la voz de Dios

 Cuando Dios habla, entrega parte de sí mismo.


 No hay nada más valioso que Dios pueda darme que Su Palabra.
 La palabra de Dios contiene siempre su poder y naturaleza.
 Cuando Dios habla, lo hace en función de Sus intenciones y expectativas.
 Cuando Dios habla, lo hace a su Iglesia, al Cuerpo de Cristo, edificando Sus diseños y
provocándonos a ser UNO en Él. Cuando Dios habla, nunca conduce al individualismo, a la
separación o la soledad. Su palabra nos conduce siempre a la expresión de Su amor,
reforzando las coyunturas y ligamentos del Cuerpo.

Algunos consejos al respecto de la palabra de Dios:

 Debemos ser siempre cuidadosos al decir frases tales como: “Dios me dijo…”. Si usamos esa
expresión, hacerlo con temor de Dios y nunca livianamente.
 Cuidarnos del engaño de nuestro corazón que muchas veces procura justificar sus propias
decisiones e intenciones, usando la voluntad de Dios como excusa.
 Es sabio entrenar nuestras palabras para usar expresiones tales como “yo creo que Dios…”, o
“tengo el sentir de que Dios…”. De esa manera dejamos abierta la posibilidad a ser
enseñados, corregidos o instruidos por quienes nos conducen en la fe. Cuando decimos “Dios
me dijo”, cerramos toda posibilidad a ser instruidos, y si lo que pensamos es incorrecto, nos
afirmamos en un camino que sólo traerá consecuencias negativas a nuestro crecimiento y
madurez.

APRECIACIONES SOBRE LA PALABRA Y LA PROFECÍA

Es común oír a personas, que, funcionando en lo profético, expresan frases como: “Dios le dice…” o
“así dice el Señor…”. Ese tipo de expresiones que podemos ver también en los textos bíblicos,
exponen a los niños en la fe a situaciones que pueden dañar su crecimiento espiritual. En ocasiones
se usan esas expresiones de manera ligera y sin temor del Señor. Aún quienes operan en el don de
la profecía, ignoran acerca de este don y cómo usarlo para edificación de manera correcta.
En este apartado hemos de establecer algunos principios claves para entender la función profética y
la expresión de la palabra de Dios en la edificación de la Iglesia.

Un don espiritual es un regalo dado por Dios, una herramienta útil para la edificación espiritual, que,
si es bien usada, puede producir resultados provechosos.

Conceptos que deben ser revisados sobre la palabra


y la profecia:
¿Quién es un profeta según el Nuevo Pacto? ¿Qué es el don profético? ¿Qué significa profetizar?
¿Cómo se alcanza el don profético? ¿Qué lugar tiene la profecía en la edificación de la Iglesia?
¿Cuáles son los sesgos más comunes sobre la profecía en nuestra generación?

 El profeta es la gracia de Cristo operando en una persona que fue constituida por el Señor
para edificación de los santos y conducirlos a la estatura de Cristo como Cuerpo. Es un
ministro que funciona con dones y asignaciones específicas que son complementadas con el
resto de las gracias del ministerio.
 El don de la profecía es un don espiritual que permite ver cosas que no pueden verse por los
sentidos o anticiparse por deducción humana. En ocasiones permite ver situaciones futuras.
También puede ser complementado con dones de palabra de ciencia o palabra de sabiduría.
Los dones son herramientas útiles para la edificación cuando son usadas por manos
competentes y por santos que pueden entender el diseño que debe ser edificado. Cuando un
don es usado por un niño, puede ser igualmente peligroso.
 Profetizar significa usar el don de la profecía. Significa ejercer con palabras y acciones aquello
que proviene del don espiritual.

Debemos saber que existen las falsas profecías, lo cual aparece cuando se expresan palabras
similares a las que habla un profeta o las que expresan las escrituras pero que no responden a un
don espiritual genuino.

También existen los falsos profetas. Son aquellos que se constituyen para funcionar específicamente
en lo profético, toman un lugar de edificación, pero no fueron constituidos por el Señor en esa
función ministerial.
 El don profético es dado por el Espíritu Santo a aquellos que Él quiere dar. Al ser un don, no
produce gloria a quien lo posee y tampoco es una fuente de autoridad espiritual. Además, en
el Nuevo Pacto, estos dones pueden ser procurados. Quiere decir que, si un hijo de Dios
desea operar en un don específico, puede pedirlo y provocarlo en su vida. Aun así, el Espíritu
se reserva el derecho de otorgarlo genuinamente.
 La profecía es un don útil para la edificación, la exhortación y es especialmente poderoso para
preparar el camino a la palabra de verdad, quebrando estructuras, argumentos y altiveces.

Muchos de los errores cometidos por causa de la inmadurez espiritual en generaciones presentes y
pasadas, produjeron daños en la edificación, usando mal la profecía y ejerciendo mal el ministerio
profético. Algunos de los sesgos más comunes son:
 El uso de los dones proféticos para manipular y ejercer poder sobre otros.
 El uso de lo profético por beneficios personales.

1 Corintios 14:3 “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación,


exhortación y consolación”.
1 Juan 4:1 “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios;
porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”.
Mateo 7:22-23 “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? (23) Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de
maldad”.

El apóstol Pablo debe dedicar un espacio central en la carta a los corintios para explicar y traer
claridad sobre el uso de los dones espirituales en la iglesia. Al parecer, algunas conductas ya se
observaban en las iglesias del primer siglo, quienes disfrutaban del ejercicio de los dones
espirituales, pero no habían entendido su razón, importancia y peligros de su mal uso. No estamos
hablando de un equilibrio, sino de una coherencia con la realidad de Dios y de Su Iglesia. No se trata
de usar más o usar menos los dones espirituales, sino de cómo deben usarse y qué buscamos con
ellos. Es tan clara esta realidad que el mismo apóstol Pablo recomienda procurar los dones
espirituales, pero reconoce que hay una forma aún más excelente para edificar la Iglesia:

1 Corintios 12:31-13:1 “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un


camino aún más excelente. (13:1) Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no
tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”.

¿Cuál es el camino más excelente que el de los dones? El amarnos unos a otros. Si usamos dones,
pero no crecemos en la expresión del amor, entonces ese ejercicio es desechado delante de Dios y
no participará de la verdadera edificación de la Iglesia. Si nos amamos unos a otros, todo don
espiritual ejercitado expresará su mayor potencia y razón de ser.

Algunos consejos sobre el ejercicio de dones


proféticos:
 Siempre ponga a prueba toda palabra profética recibida. ¿Cómo hacemos eso? Con la
oración guía del Espíritu, con las escrituras, con el consejo de quienes nos preceden en el
Señor y con la paciencia.
 Nunca permita que una palabra profética manipule o coarte su responsabilidad de administrar
aquello que Dios le ha confiado. Sea tiempo, decisiones de vida, recursos, etc. La palabra
profética es un servicio a los santos que nos debe conducir a la madurez y no una ley externa
que viene para someternos a decisiones.
 Si usted recibe o expresa una palabra profética, procure la expresión y el compromiso del
amor entre los miembros del cuerpo. Evite las palabras proféticas de personas pasajeras que
no tienen ningún compromiso con la edificación de los santos. Evite y examine
cuidadosamente las actitudes de personas que no quieren comprometerse con aquello que
profetizan.
 Si usted reconoce dones proféticos en su propia vida, busque la guía de maestros que le
ayuden a desarrollar el uso de su don para la verdadera edificación de la iglesia.
 El ejercicio de un don espiritual no produce gloria a quien lo porta, sino a aquel de quien
proviene el don. Nunca exalte en usted o en otros el uso de un don espiritual. Los dones
espirituales no son señales de aprobación de Dios ni de autoridad espiritual. Por el contrario,
la madurez espiritual, la expresión del verdadero amor espiritual, la expresión del fruto del
espíritu y el compromiso con la edificación sustentable de la Iglesia del Señor, si son señales
de autoridad espiritual.
 Profundice en el conocimiento y entendimiento de estos asuntos, con la guía de quienes le
preceden y le nutren para el crecimiento espiritual.

LA ADMINISTRACION DEL ALMA

Es necesario que el conocimiento espiritual llegue al alma en forma de entendimiento y desplace


toda mentira, llevando a nuestra alma a vivir la verdad del evangelio.

El propósito de esta sección es comprender cuál es la dinámica del conocimiento espiritual operando
en su plenitud en nuestro espíritu y cómo es administrado en nuestras almas.

Tabla de Contenido
 ¿Cómo opera el traslado de la sustancia del conocimiento espiritual a la naturaleza del
entendimiento en nuestras almas?
o ¿Quiénes son los que alcanzan a disfrutar los beneficios de esa luz?
o Algunas consideraciones sobre esta dinámica:
 ¿Por qué debemos administrar nuestras almas?
 LO QUE CONOCES DEFINE TU ALMA

¿Cómo opera el traslado de la sustancia del


conocimiento espiritual a la naturaleza del
entendimiento en nuestras almas?

En el espíritu conocemos por vida y por naturaleza. Nuestras almas conocen por entendimiento, por
comprensión y por los pensamientos que luego se transforman en decisiones.
Es por eso que la madurez espiritual consiste en tomar del conocimiento espiritual que nos fue
otorgado, trasladado a nuestras almas. Ese traslado es importante porque es la manera en que
nuestras almas son expuestas a la luz de Dios y opera la transformación que propone el evangelio.

A ese proceso le llamamos madurez espiritual. Si el conocimiento espiritual queda en nuestro


espíritu, entonces nunca hemos de manifestar al Señor a través de nuestras almas. Eso sería
trágico, porque es justamente esa actividad la que nos hace partícipes del evangelio y nos asegura
recompensas eternas.
De esta manera se cumplen las palabras del Señor al decir:

Juan 7:38 “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva”.
Juan 4:13-14 “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a
tener sed; (14) más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el
agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.

Así como nuestro cuerpo necesita exponerse a la luz del sol, nuestra alma necesita ser expuesta a la
luz de la verdad de Dios todos los días. Aunque el mundo nos ha llevado a conformarnos con la luz
artificial del conocimiento científico o experiencial, lo que verdaderamente transforma el alma es la
luz del conocimiento de Dios.

Juan 8:31-32 “Jesús decía a los judíos que habían creído en él: “Ustedes serán verdaderos
discípulos míos si perseveran en mi palabra; (32) entonces conocerán la verdad, y la verdad
los hará libres”.”

¿Quiénes son los que alcanzan a disfrutar los


beneficios de esa luz?
Aquellos que están dispuestos a renunciar a la agenda egoísta, personal, individual y humanista de
la mente, para creer que el conocimiento de Dios nos conviene. Si sólo valoramos el conocimiento
que “creemos necesitar por causa de nuestros problemas o proyectos”, será imposible disfrutar de
aquel conocimiento que nos fue otorgado por la vida espiritual.
Hemos observado que, al anunciarse el Nuevo Pacto, las escrituras dicen: “ninguno enseñará a su
prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor”. El escritor a los hebreos está
haciendo referencia a la siguiente escritura en el libro de Jeremías:

Jeremías 31:33-34 “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo
seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. (34) Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.

Es necesario resolver cuál es la razón por la cual el Señor estableció maestros en para la edificación
de los santos, siendo que acerca del nuevo pacto se anuncia la incapacidad de enseñar diciendo
“conoce al Señor”.

Recordemos lo que estableció el apóstol Pablo en su carta a los efesios:

Efesios 4:11-12 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; a otros, pastores y maestros, (12) a fin de perfeccionar a los santos para
la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo…”.

También tenemos otros pasajes que hablan de la importancia de esta actividad en el crecimiento de
la Iglesia:

Romanos 12:6-7 “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos
es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; (7) o si de servicio, en
servir; o el que enseña, en la enseñanza…”.
1 Timoteo 4:11 “Esto manda y enseña”.
Colosenses 1:28 “…a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a
todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo
hombre…”.

Algunas consideraciones sobre esta dinámica:

1. El conocimiento otorgado por gracia en el Nuevo Pacto, es un conocimiento espiritual dado al


espíritu de manera completa y sin proceso. Eso no es posible en la mente humana, la cual
pertenece al alma.
2. La enseñanza que ejercen los ministros del evangelio no lleva a las personas a conocer a
Dios, sino que, habiendo ellos recibido el conocimiento espiritual, ahora colaboramos para que
ese conocimiento sea provocado y el alma alumbrada.
3. El conocimiento otorgado es al espíritu, la enseñanza es una actividad en servicio al alma. Es
por eso que el maestro del Nuevo Pacto, no se asemeja en nada a los maestros que
funcionaban en Israel antes de la Cruz de Cristo. Quedó demostrado que todas aquellas
generaciones que fueron enseñadas en la Ley, no alcanzaron a conocer a Dios y es por eso
que no reconocieron al Señor cuando caminó entre ellos.
4. Podemos concluir entonces que, como maestros de la palabra, no enseñamos para que las
personas conozcan a Dios, sino que colaboramos y servimos a los santos para que el
conocimiento de Dios que les ha sido otorgado en su espíritu, se vuelva luz en sus almas para
experimentar la santificación y transformación que es anunciada por el evangelio.

Esta actividad corresponde a la administración de nuestras almas.

¿Por qué debemos administrar nuestras almas?

Porque desde la salvación somos seres espirituales.


El conocimiento espiritual comienza a despertarse en un cristiano cuando comprende SU
IDENTIDAD EN EL ESPÍRITU.
Juan 1:12-13 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de
sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Antes de la Cruz de Cristo, tan sólo éramos almas sometidas al pecado y a la muerte. Después de
Cristo somos seres espirituales que administran un alma y habitan un cuerpo.

1 Corintios 15:45 “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”.

Es importante que nuestras almas entiendan que “no somos almas”. Es decir, nuestras almas
deben renunciar a ser el centro de lo que somos, renunciando a ser la fuente de nuestra
identidad.

Al decir “soy un ser espiritual”, dejamos al alma en un segundo lugar. Si ya no somos “almas”,
entonces… ¿Cuál es el lugar y función de nuestras almas? Somos seres espirituales que
administran un alma.
Habiéndosenos dado vida espiritual, entonces somos seres espirituales y los pensamientos del alma
ya no son nuestra identidad mayor, sino aquello que portamos en el espíritu.

Todo esto es un misterio que merece ser profundizado y revelado. Esto es sumamente importante
para poder alcanzar una verdadera y perdurable libertad en nuestras almas.

2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Cuando se nos ordena añadir conocimiento a nuestras almas, buscamos administrar aquel espacio
de construcción que nos fue confiado por el Señor y que debe ser conquistado por la vida espiritual.
Es así que entendemos que, al crecer en conocimiento de Dios, también crecemos en conocernos a
nosotros mismos según Cristo.
LO QUE CONOCES DEFINE TU ALMA
El alma humana es el resultado de horas, días y años de exposición a información y
conocimiento que van produciendo una edificación interior. Esa información llega al alma por
medio de los sentidos y produce todo tipo de dinámicas internas, para edificar una manera muy
puntual y específica de procesar el mundo que nos rodea. Lo que recibimos del mundo se transforma
en pensamientos, memoria, emociones, proyectos, imaginación, creatividad, deseos, voluntad y
muchas otras dinámicas que terminan por producir decisiones y acciones que afectan nuestro
exterior. 

Podríamos decir que el alma se forma con conocimiento de todo tipo y se alimenta de ese
mismo conocimiento.
La vida espiritual abre en el alma una nueva fuente de alimento inesperada e inexistente hasta aquí: la capacidad
de alimentar nuestras almas con el conocimiento espiritual. Ese conocimiento no proviene de los sentidos, sino
de la vida espiritual que nos fue otorgada.

Juan 4:13-14 “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed -respondió Jesús-,
(14) pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que
dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.”

Entonces, ¿Ya no son útiles los sentidos naturales? Claro que son útiles. Ellos nos permiten ser
provocados al conocimiento espiritual, mediante la predicación, la enseñanza, y los dones dados por
Dios a la Iglesia. Pero no son ellos finalmente la fuente, sino la vida misma que nos ha sido otorgada
en el espíritu.

Si comprendemos que en nuestras almas somos el resultado de la acumulación del conocimiento al


que hemos sido expuestos durante años, entonces el evangelio nos trae una excelente noticia:
Exponernos al conocimiento espiritual, produce en nuestras almas el despertar de quienes
verdaderamente somos según Dios.

Medite por un momento en lo siguiente:


¿Cómo sería usted si hubiera nacido en otro país? ¿Cómo sería su personalidad si hubiera estado
expuesto a diferentes circunstancias? ¿Qué sería hoy de su vida si en su niñez le hubieran
enseñado algún instrumento musical o algún deporte? Es posible que en realidad usted fuera un
científico o un artista, pero no lo sabe porque no fue oportunamente expuesto al conocimiento
correcto.

Lo que el evangelio responde respecto a esto es que ninguna persona sobre la tierra conoce
quién verdaderamente es, hasta que experimenta la madurez espiritual. El conocimiento
espiritual produce una luz en el alma que expone toda edificación falsa, para que, al ser desalojada,
entonces lo verdadero salga a luz.

2 Corintios 5:16-17 “Así que de ahora en adelante no consideramos a nadie según


criterios meramente humanos. Aunque antes conocimos a Cristo de esta manera, ya no
lo conocemos así. (17) Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo
viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”

¿Qué significa conocer según la carne? Significa definir a las personas por sus experiencias
humanas, decisiones, reacciones e historia. Es conocer por lo que proviene de los sentidos. Cuando
aprendemos a despreciar la calidad de ese conocimiento, damos lugar a una nueva manera de
conocer a las personas y conocernos a nosotros mismos: la vida espiritual.

Cuando aprendemos a despreciar todo conocimiento natural, nuestra alma comienza a ser más
verdadera. Somos librados de toda edificación circunstancial, terrenal y carnal. Es una batalla de
conocimiento contra conocimiento.

1 Corintios 13:12 “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces


veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui
conocido”

CONOCIMIENTO ESPIRITUAL
VS.
CONOCIMIENTO NATURAL

La principal diferencia entre el conocimiento natural y el conocimiento espiritual es el origen del


mismo conocimiento, pero otras diferencias nos pueden ayudar a diferenciarlos.
A continuación, veamos algunas diferencias entre el
conocimiento natural y el conocimiento espiritual:
Conocimiento natural: Tiene como fuente la experiencia y lo que proviene de los sentidos.
Conocimiento espiritual: Tiene como fuente la luz de Dios y Su Verdad.
Conocimiento natural: Produce razonamientos, principios, conclusiones, ideas, ideologías,
doctrinas, etc.
Conocimiento espiritual: Produce la expresión del amor de Dios y Su Luz.
Conocimiento natural: Es procurado por razones terrenales y temporales. Su valor tiene que ver
con asuntos materiales o humanos (fama, poder, influencia, riquezas, supervivencia, progreso
humano, comodidad, confort, placer personal, etc).
Conocimiento espiritual: Es procurado por causa de la vida espiritual que nos habita.
Conocimiento natural: Alimenta la auto justicia humana.
Conocimiento espiritual: Provoca en nosotros la Justicia de Dios manifestada en la Cruz de Cristo
y Su amor.
Conocimiento natural: Generalmente es acompañado con orgullo, soberbia o vanagloria.
Conocimiento espiritual: Es acompañado con temor del Señor y entendimiento profundo de la
Gracia de Dios.
Conocimiento natural: Produce bien y mal como fruto de su naturaleza.
Conocimiento espiritual: Produce la expresión de Cristo en aquellos que lo adquieren y
permanecen en él.
Conocimiento natural: Puede ser transmitido por diferentes medios naturales: verbalmente,
escritos, audios, videos, etc.
Conocimiento espiritual: Sólo puede ser dado por la voz de Dios y la obra de Su Espíritu. No
puede ser otorgado por hombres ni encapsulado en preceptos humanos, aunque sí puede ser
provocado con la predicación, las escrituras y todo medio que tenga ese fin.
Conocimiento natural: Produce información acumulada en la mente, la cual se va mezclando,
deteriorando y con el tiempo.
Conocimiento espiritual: Produce vida, fuerza, enfoque y poder. Conocer, según Dios, no es otra
cosa que amar.

Provocar el conocimiento de Dios significa colaborar con la tarea de traer al alma aquello que el
Señor ya nos ha concedido en nuestro espíritu. Esa provocación no tiene que ver con añadir algo
que no existe, sino reconocer lo que nos ha sido otorgado y procurar que ese conocimiento sea el
alimento de nuestras almas. Es un proceso “de adentro hacia afuera” y no de “afuera hacia adentro”
como lo hace el conocimiento natural. En el proceso de madurez no comenzamos desde la
ignorancia, sino que comenzamos del conocimiento de nuestro espíritu para alcanzar el
entendimiento y luz en nuestras almas.
En próximos apartados nos concentraremos más profundamente en el siguiente pasaje, pero hemos
de notar un principio fundamental para el evangelio:

Hebreos 8:10-12 dice: “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel,
después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre
su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por
pueblo; (11) Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce (ginosko) al Señor; porque todos me conocerán (oida), desde el menor hasta
el mayor de ellos. (12) Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré
de sus pecados y de sus iniquidades”.
Una vez más vemos esta diferencia entre dos palabras traducidas como “conocimiento”,
pero que en realidad son palabras diferentes en el original. El mensaje es claro: en el
Nuevo Pacto, otorgado a nosotros por el sacrificio de Cristo, nos es otorgado un
beneficio espiritual y eterno absolutamente central y altamente relevante: el
conocimiento de Dios.

Al decir: “todos me conocerán” (oida), está expresando que junto con la vida espiritual
nos ha sido otorgado el pleno conocimiento de Dios. Ese conocimiento no es por
experiencia humana, sino por la luz plena de la vida espiritual y eterna.

Recordemos cuál es la calidad de la vida espiritual que nos ha sido otorgada en Cristo:

Efesios 1:3-4 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, (4) según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él…”.

La vida espiritual que nos fue otorgada es eterna y es preexistente a nuestra historia
natural y humana. Es en esa naturaleza y realidad donde conocemos a Dios de manera
plena, aunque nuestra alma y mente aún no hayan podido acceder ni entender ese
conocimiento.

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