Catequesis LA IRA
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Catequesis LA IRA
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Por tanto, desechad la mentira y decíos la verdad unos a otros, pues somos
miembros unos de otros, si os irritáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis
irritados, para no dar así ocasión al diablo. El que robaba, que ya no robe; que
trabaje con sus manos haciendo algo útil, para que pueda socorrer así al que lo
necesite. No digáis palabras que puedan herir, sino las que sean oportunas para
edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis
al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención.
Que desaparezca de entre vosotros cualquier clase de amargura, ira, cólera, Gritos,
maledicencia y maldad. Sed amables y compasivos entre vosotros, perdonándoos
mutuamente, como os perdonó Dios en Cristo.
Esta catequesis sobre el pecado de la Ira nos introduce hoy a revisar que cada pecado es una especie de
desfiguración de los bienes y los dones que Dios ha dado al hombre. Dios da al hombre autonomía y
libertad el hombre lo desfigura en la soberbia, Dios da las riquezas y aparece entonces la idolatría, nos da
el don de la sexualidad que se corrompe cuando aparece la lujuria, es decir que algo que no es malo y que
Dios nos da, se puede corromper en nuestro corazón.
Los salmos hablan de la Ira de Dios y la ira, no se refiere a este Dios de furor castigador que muchos
entienden, sino a un Dios que aborrece el mal y que obra para extirpar este mal de la vida del hombre y
del mundo, por eso la biblia habla del día final o el día de la Ira, en donde se manifestara Dios para
destruir la muerte. Es decir que la Ira no hace precisamente una alusión a algo negativo en este sentido,
sino a la pasión con la que hacemos las cosas, otro ejemplo para explicar esto, son los padres, cuando
corrigen a sus hijos, ante el mal aparece la amonestación, la corrección en justicia, en verdad, en nuestra
vida se debería tener esta pasión, reaccionar frente al mal que vemos en nosotros mismos y así esta
pasión positiva nos ayuda, pero la sed de justicia se puede tergiversar en nuestro corazón convirtiéndose
en una reacción desproporcionada, visceral, que intentando implantar esta justicia, se puede convertir en
un egoísmo que quiere implantar la venganza y la revancha, entonces, la Ira lo que hace es simplemente
desquitarse del mal que se ha sufrido principalmente cuando hemos sido vulnerables o niños y que aparece
cada vez que alguien nos recuerda esa herida.
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La Ira tiene un peligro grande, pues nubla el juicio de manera que el hombre en ella no es consciente de lo
que hace. La ira es ciega en muchos aspectos: primero se busca la venganza y sufre gran parte de las
veces aquel que no lo merece, es un pecado contra la injusticia y el hombre deshaciéndose de esa
injusticia que se ha sufrido en su vida, lo que hace es hacer una injusticia mayor, como se ha visto en la
historia de la humanidad.
Así esta revancha la paga alguien que no lo merece, si te hacen una injusticia en el trabajo lo paga tu
familia cuando llegas a casa, alguien que no lo merece, hasta el perro; por eso la ira es ciega, porque es
desproporcionada, en relación a la injusticia recibida. Por una ofensa pequeña recibida se trae a colación
una gran injusticia de tu pasado y reaccionamos de manera desmedida con alguien que nos ha hecho algo
incluso sin maldad, un carro que se te atraviesa, alguien que te pisó jugando futbol, alguien que juzgaste
que habla mal de ti o te miró mal pero en realidad pensaba en otra cosa, en fin nos enfocamos en el mal
que juzgamos que nos hacen.
Santo tomas dice que la ira es la puerta de todos los males, si la soberbia es la madre, la ira es la puerta,
pues mientras ella este cerrada todas nuestras virtudes descansan, pero cuando se abre la ira, damos
paso libre a una cantidad de pecados enormes, al nublarse la razón, palabrotas, maledicencias, homicidios.
Un ejemplo de esto en la escritura es la historia de Caín y Abel, ella nos narra que cuando no fue
aceptada la ofrenda de Caín y sintiendo esto como una profunda injusticia, se llena de ira y enceguecido
por la envidia, mata a su hermano y la misma escritura señala: el pecado está a la puerta esperándote, tu
abres esa puerta y allí están todas esas cosas de las que somos capaces cuando se nubla nuestra mente.
Es interesante esta expresión de Santo Tomas, el habla de cómo la Ira empieza en nuestro corazón por
pensamientos de venganza y San Gregorio describe todo el proceso, diciendo que bajo los estímulos de la
ira palpita el corazón, cuando te dan la patada jugando futbol, cuando se nos pasan en la fila, después
tiembla el cuerpo, ,se traba la lengua, se pone incandescente el rostro, se desorbitan los ojos y
finalmente algo más impresionante, los conocidos se vuelven desconocidos y se convierte al hermano en un
enemigo que hay que eliminar y quitar de en medio, la boca emite sonidos que ni se pueden explicar.
En la Ira aparecen distintos niveles, 1 nivel, es la impaciencia , aquel que se muestra nervioso piensa que la
gente le debe algo y todo lo que no sale bien le impacienta, podíamos señalar muchos ejemplos en un día
normal de nuestra vida, para ver cuantas cosas nos impacientan. Otra nivel son las palabras amenazantes,
otro nivel es la violencia a nivel físico hasta llegar al descontrol.
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La Ira tiene también según santo Tomas tres tipos: los agudos, que son aquellos impacientes que ante
cualquier estímulo negativo reaccionan, hay otros que son los amargos, son los que tienen rencor y puede
que no actúen, pero en su corazón guardan cualquier cantidad de veneno hasta llegar a la amargura, en el
resentimientos, se guardan facturas de injusticias y está también el implacable que busca siempre cobrar
al otro. Por eso la Ira tiene hijas:
La ira da lugar al rencor, indignación en donde el otro muere para mí, es este pecado contra la caridad,
este hinchazón en donde el hombre se llena de planes de venganza, después de la ira se apodera de
nosotros la blasfemia, el renegar de todo, luchas, querellas, golpes.
Este pecado se combate con la oración, pidiendo el espíritu santo que nos de paciencia, mansedumbre,
dominio propio. También es necesario el silencio, frente a ese mal no defendernos del mal, pues si
recordamos en silencio lo que Dios nos ha perdonado a nosotros y nuestras injusticias, quizás podamos así
perdonar o ver con misericordia al otro.
No hay mejor regalo secreto que orar por nuestros enemigos, Solo así los veremos transformarse delante
de nosotros en nuestros hermanos. Por eso Jesús nos dijo ¿si solo amas a los que te aman que merito
tienes? también obran así los gentiles y el Santo José María Escrivá de Balaguer nos recuerda en sus
palabras: no digas que un hermano te carga, di más bien que te santifica.
Fraternalmente:
Pastoral Educativa
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