Análisis de La Reforma Del Codigo Penal Por Abog. Gerardo Briceño
Análisis de La Reforma Del Codigo Penal Por Abog. Gerardo Briceño
Análisis de La Reforma Del Codigo Penal Por Abog. Gerardo Briceño
Penalizaciónreactiva
Debilidadesde la democraciaen la luchacontrala criminalidad
El presente informe surge de un análisis de la última reforma parcial del código penal venezolano,
luego de su publicación en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nro. 5.763
Extraordinario del 16 de marzo de 2005, y los efectos de la labor legislativa en atención a las
necesidadesfundamentalesde seguridady justicia que demandala sociedadvenezolana.
I. Introducción
Entre las tareas primordiales del Estado está el garantizar la seguridad y la paz ciudadanas, labor
que es uno de los grandes desafíos al Estado de derecho. En tal sentido, la respuesta ante hechos
criminales ha de estar enmarcada en las normas y principios que garantizan la Constitución y las
leyes.
Es así, como en un Estado de derecho, la labor de los grupos criminales se ve resguardadapor las
garantías que les brinda el propio sistema jurídico, el cual se ve limitado en la lucha contra la
criminalidad,al permitirle a los antisocialescontar con:
a. libertadde movimientoy capacidadde organización;
b. la posibilidadcierta de llevar a caboaccionescon fines criminales.
Según el modelo democrático, son principios del Estado de derecho la tolerancia, la pluralidad
política, el apegoa la legalidad,pero, sobretodo, una alta valoraciónde la dignidadhumana.
Ello puede llevarse a cabo en el marco de una política criminal coherente y libre de pasiones,
basada en la sensatez, la cual se pone de manifiesto en el análisis especializado del fenómeno
criminal por parte del encargado de legislar. En desarrollo de esta labor, los derechos
1
NAUCKE, Wolfgang: “Über die Zerbrechlichkeit des rechtsstaatlichen Strafrechts. Materialien zu neuen
Strafrechtsgeschichte“, Baden-Baden: Nomos, 2000
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Pese a ello, la cooperación esperada entre el Legislativo y los órganos gubernamentales puede
desviarse de sus principios al servir como vía para ejecutivizar las instrucciones de Gobierno, al
darles forma de ley a las instrucciones del Ejecutivo. De esta manera, pretende otorgárseles el
apelativo de decisiones eficientes contra la criminalidad, sin que dejen de ser una mera respuesta
reactivaante situacionesde marcadaconmociónsocial.
Por tanto, el constante cambio de los cánones sociales que sirven para penalizar conductas en
Venezuela nos lleva a afirmar que la legislación penal venezolana se encuentra en una fase de
marcadoreaccionarismo.3
Partiendo del ejemplo de la reforma penal en conjunto, se aborda la respuesta estatal ante las
manifestaciones de hechos criminales tan solo desde la perspectiva del derecho penal, lo que en
definitiva apuntaría a reducir la tarea a una función reaccionarista, apartándosede las razones que
permiten el desarrollo de deseos criminales y ulteriormente su manifestación a través de conductas
violentas.
II . La legítimaviolenciaestatal
2
La función rectora de los derechos fundamentales y la Constitución ante el desarrollo de la política criminal
se encuentra ampliamente detallada en LAGODNY, Otto: “Strafrecht vor den Schranken der Grundrechte”,
Tubinga: J.C.B. Mohr, 1996
3
BRICEÑO, Gerardo: “Reaccionarismo penal frente al ¿terrorismo? La crisis de los derechos
fundamentales ante las reformas penales coyunturales”. En Anuario de Derecho Constitucional
Latinoamericano. Montevideo: Fundación Konrad-Adenauer, 2006
4
WEBER, Max: “Wirschaft und Gesellschaft: Grundriss der verstehenden Soziologie” Tubinga: J.C.B.
Mohr, 1972
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esperar que esta influencia sea el resultado de un consenso entre los grupos políticos encargados
de legislar, de dondehabría de proponerseun instrumentode amplio espectro, con marcadorespeto
a la pluralidad de opiniones representadas en el Parlamento. Un ordenamiento jurídico penal
parcializado podría devenir en un mecanismo ideal de encubrimiento y ocultamiento de
responsabilidadesen el sentidodeseado.5
Por todo ello, si bien la ley se encuentra en el centro de toda estructura programáticadel Estado de
derecho,y es ella la que gobiernay no el hombre, la ley penal requiereuna particular consideración,
así como un apego estricto a la reglamentación para la promulgación de las normas legales, en
virtud de su inmensopotencial de control social, siendo ésta una muestra de la fragilidad manifiesta
del Estado de Derecho en la cesión de labor de crear normas punitivas al legislador. Al respecto
señala Naucke, que los fundamentos del derecho penal no han de considerarse apolíticos, sino
ciertamente libres del elemento político, razón por la cual dejan de ser democratizables en la labor
legislativaque les sirve de fuente.6
Por ello, los grupos encargados de legislar han de atenerse estrictamente a los mecanismos
adecuadospara la redacción de las leyes, lo cual no significa la renuncia al control jurídico, sino su
apego a formas adecuadas de regulación, así como a medios de elaboración jurídicamente
correctos,los cualesen gran medidase hallanya contenidosen el resto del ordenamientojurídico.
La lucha a ciegas contra la criminalidadtiene efectos nocivos contra la legitimidadde los gobiernos.
Esta deslegitimación se pone de manifiesto en el caso de las reformas parciales al código penal,
ejemplo en el cual abarca incluso el delicado campo de confianza y diálogo propio de un sistema
democrático.
En este sentido, los daños que ciertos actos criminales ocasionarían sobre un Estado podrían
considerarse menores, en comparación con el peligro que para el mantenimiento del Estado de
derechosignificaría una respuestadesmedidaante dichos actos, con lo cual quedaría en entredicho
la legitimidadde la violencia estatal, al permitirse en democracia una respuestain extremis de parte
del Ejecutivo (con la previa autorización legislativa), lo cual atenta contra las bases del sistema
democrático.
5
ALBRECHT, Peter-Alexis: “Das Strafrecht im Zugriff populisticher Politik”, en Institut für
Kriminalwissenschaften und Rechtsphilosophie (ed): „Von unmöglichen Zustand des Strafrechts“ Fráncfort
del Meno: Peter Lang, 1995
6
Naucke: ob. cit., p. 429
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Queda de nuestra parte, la de los ciudadanos comunes, consolidarnos ante dicha amenaza al
Estadode Derecho,a fin de reducir nuestravulnerabilidad.Pero, ¿somoscapacesde lograr esto por
nosotrosmismos?
Éste es un permanente desafío para la sociedad democrática actual, la cual está llamada a
armonizar las normas de control con el ejercicio propio de ese control, sin caer en el autoritarismo.
Ahora bien, ¿cómo puede asegurarse que un Estado democrático cuente con los instrumentos
necesarios para protegerse de las amenazas al ordenamiento jurídico y a la seguridad interna,
manteniendoun sistemade control por mediosviolentos(penales), sin que en su aplicaciónse torne
autoritario?
Resulta paradójico que, en una sociedad democrática, la respuesta ante los actos criminales deje
justamentede ser democrática para tornarse autoritaria al establecer mecanismosde restricción de
derechoscontrariosa los principiosque el Estadoestá llamadoa preservar.
Una política criminal seria ha de tomar como premisas índices de criminalidad concretos, de los
cuales se pueden inferir las causas generadoras de hechos antisociales. Reaccionar aisladamente
aumentael instrumentalpenal sin aportar respuestasconcretasal hechocriminógeno.
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En la última reforma al código penal se otorga una protección suprema a la función pública, al
dársele preeminencia al Estado por sobre cualquier otro bien jurídico, lo cual reafirma el interés
autoritario y se dota al gobierno de una útil herramienta para la persecución política, a la vez que
coartaotros espaciosganadosen el campode los derechosfundamentales.
Es así como en el texto legal aprobado se incluyen delitos con penas excesivas para hechos tan
diversos:las ofensasque pudieranocasionarsea funcionariospúblicosy las conductasque pudieran
considerarse una instigación a contravenir o desobedecer la ley, por la acción de llegar a causar
pánico derivado de la difusión de informaciones, hasta llegar a la obstaculización de las vías
públicas.
Con esto se hace firme la creencia de que estas reformas habrían sido concebidas simplemente
comoun mecanismopara dotar al Ejecutivo de un instrumentocapaz de contrarrestar cualquier tipo
de opinión contraria, al provenir ésta de grupos políticos disidentes, cuya actividad, en virtud de la
imprecisióndel articuladoen discusión,podríaser calificadacomodelictiva.
Artículo148
Cuandolos hechosespecificadosen el Artículoprecedentese efectuarencontrala
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Artículo283
Cualquiera que públicamente o por cualquier medio instigare a otro u otros a ejecutar actos en
contravencióna las leyes, por el solo hechode la instigaciónserá castigado:
1°. Si la instigaciónfuere para inducir a cometerdelitospara los cualesse ha
establecidopenade prisión, con prisiónde una terceraparte del delito instigado.
2°. En todoslos demáscasos,con multasde cientocincuentaunidadestributarias
(150 U.T.), segúnla entidaddel hechoinstigado.
Artículo285
Quien instigare a la desobediencia de las leyes o al odio entre sus habitantes o hiciere apología de
hechos que la ley prevé como delitos, de modo que ponga en peligro la tranquilidad pública, será
castigadocon prisiónde tres añosa seis años.
Artículo357
Quienpongaobstáculosen una vía de circulaciónde cualquier mediode transporte, abra o cierre las
comunicaciones de esas vías, haga falsas señales o realice cualquier otro acto con el objeto de
prepararel peligrode un siniestro, será castigadocon penade prisiónde cuatroañosa ochoaños.
Quien cause interrupción de las vías de comunicación mediante voladuras o quien por este mismo
medio cause descarrilamiento o naufragio de un medio de transporte, será castigado con prisión de
seis añosa diez años.
Quien asalte o ilegalmente se apodere de buque, accesorio de navegación, aeronaves, medios de
transporte colectivo o de carga, o de la carga que éstos transporten, sean o no propiedad de
empresasestatales, será castigadocon penade prisiónde ochoañosa dieciséisaños.
Quien asalte un taxi o cualquier otro vehículo de transporte colectivo para despojar a tripulantes o
pasajeros de sus pertenencias o posesiones, será castigado con pena de prisión de diez años a
dieciséisaños.
ParágrafoÚnico: Quienesresultenimplicadosen cualquierade los supuestos
expresados,no tendránderechoa gozar de los beneficiosprocesalesde ley ni a la
aplicaciónde medidasalternativasdel cumplimientode la pena.
Por ello extraña la tardía reaccióndel garante de la constitucionalidady del Estadode derechoante
los erroresde la reformapenal llevadaa cabopor la AsambleaNacional.
El comunicado del Ministerio Público dado a conocer posterior a dicha reforma, era firme al indicar
que la AsambleaNacionalhabía sido impactadapor una “cultura de la emergencia”. Sin embargo,la
solicitud de la nulidad por inconstitucionalidad ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremode
Justicia, máxima autoridad jurisdiccional encargada del control de la constitucionalidad, no ocurrió
sino hastatres mesesdespués.
Por su parte, el ente judicial es llamadoa ponderar el poder que le otorga el Legislativo al Ejecutivo,
en el marcode referenciasque comportael texto constitucional. Este control de la constitucionalidad
obliga que los jueces dejen de actuar como “neutrales políticos”7 en materia de política criminal, al
fundamentarsus decisionesen estricta atencióna los principiosestablecidosen la Constitucióny las
Leyes.
7
ALBRECHT, Peter-Alexis: “Die Bedrohung der Dritte Gewalt ”, en Institut für Kriminalwissenschaften
und Rechtsphilosophie (ed): „Irrwege der Strafgesetzgebung“ Fráncfort del Meno: Peter Lang, 1999
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Notasfinales
El proceso cognitivo que nos lleve a enfrentar las manifestaciones de la criminalidad, abriendo un
espacio particular para el fenómeno terrorista, ha de ser claro y determinado por el Estado, con el
objetode evitar perdernuestrosistemade libertades.
La acción estatal no ha de estar amparada en la lucha contra un enemigo sin rostro o una guerra
que jamás sucederá. Los casos hipotéticoshan de dejarsea un lado. A la opinión pública hemosde
darle el espacio necesario para formar su propio criterio, en atención al respeto de los derechos
fundamentales. Lo contrario sería beneficiar el efecto político perseguido por los criminales, al ser
limitados los derechos fundamentales por el Estado. La sociedad moderna ha de aprender a
autodefenderse,con un costoque no impliquela pérdidade sus valoresfundamentales.
Ponderación, sindéresis, diálogo y cautela han de ser el común denominador de toda política
legislativa penal, la cual debe contar con el contenido preciso que le permita tener vigencia en el
tiempo, para de esta forma brindarle a la población, no sólo en la lucha contra el terrorismo, sino en
el más lato sensu, la posibilidadcierta de pasar de un derechopenal emergentea un derechopenal
permanente, en el cual los principios constitucionales y el respeto a los derechos fundamentales
seanla fuentede inspiraciónde la letra del legisladory de la acciónde las institucionesde la justicia,
las cuales indefectiblemente han de regirse por criterios de imparcialidad e independencia, valores
sin los cuales la transparencia y objetividad requeridas para el respeto de sus acciones sería una
falacia.