Exposicion Bachillerato

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LA CERTEZA DEL JUICIO: CERTEZA, DUDA Y OPINIÓN, JUICIO,

PREJUICIO, CREENCIA
Para iniciar este tema con precisión es necesario recordar algunas cuestiones
fundamentales sobre la verdad. Y es que, si bien es cierto ya se ha dicho que
la verdad, formalmente considerada, consiste en la adecuación del sujeto
cognoscente con la cosa conocida no estamos hablando de una adecuación
cualquiera como la que podría haber entre el espejo y mi rostro, hay una
adecuación ciertamente pero no es una conformidad veritativa ya que el espejo
no conoce mi rostro, solo tiene mi imagen. De manera similar, yo podría tener
en mi mente una imagen o un concepto adecuados a una determinada cosa,
pero sólo habrá verdad propiamente dicha si yo conozco la respectiva
adecuación en cuanto tal. A este tipo de verdad en sentido estricto se le suele
llamar verdad lógica o formal.
Con esta expresión se puede distinguir de la llamada verdad ontológica, verdad
de las cosas o verdad de los entes. En este sentido, según MILLÁN PUELLES
en su libro Fundamentos de la Filosofía «la verdad ontológica es una propiedad
del ente, y por lo mismo, algo que todo ente tiene en cuanto constituye, por su
propio carácter entitativo, algo inteligible. La verdad lógica, la del conocimiento,
corresponde, en cambio, a una sola clase de entidades, las mismas
intelecciones reales que tienen por objeto lo que las cosas son».
Esta cita solo sirve para remarcar la diferencia entre ambos tipos de verdades,
sin embargo, para el tema de la exposición solo interesa tener claro lo que es la
verdad lógica.
Hay que decir también que la verdad lógica no se da en el conocimiento
sensible. Afirmar esto no es lo mismo que sostener que nuestros sentidos nos
engañan o que la sensación no corresponda a la cosa sensiblemente conocida.
Lo que con esto se quiere decir es que la adecuación que acontece en los
sentidos no tiene carácter veritativo, precisamente porque no es
cognoscitivamente poseída como tal. Poseer la verdad equivale a conocer la
adecuación; pues bien, el sentido no la conoce en modo alguno, porque,
aunque la vista tiene la semejanza de lo visto, esta no conoce la comparación
que hay entre la cosa vista y lo que ella percibe. En toda sensación hay
conciencia de sentir, pero -como la potencia sensible no es reflexiva- ello no
equivale a conocer la adecuación entre la cosa y lo que de ella se ha captado.
Ahora bien, así como la verdad -formalmente considerada- se encuentra de
modo más principal en el entendimiento que en las cosas, así también se halla
más principalmente en el entendimiento que juzga, componiendo la
proposición, que en el acto por el que el entendimiento -formando conceptos-
conoce las esencias de las cosas. El entendimiento puede ser verdadero o
falso, en sentido estricto, cuando juzga de la cosa aprehendida. Y por eso la
verdad se encuentra con prioridad en la composición y división del
entendimiento, es decir, en el juicio; mientras que secundariamente y con
posterioridad se dice verdadero el entendimiento que forma los conceptos. Por
esta razón se dice que la verdad es la conformidad del cognoscente en acto
con lo conocido en acto.
El entendimiento -a diferencia de los sentidos- puede conocer su conformidad
con la cosa inteligible; pero no la percibe cuando conoce la esencia de las
cosas, sino cuando juzga que la cosa es tal como realmente es la forma de la
cosa que aprehende. Es entonces cuando conoce y dice lo verdadero. Y esto lo
hace el entendimiento que compone y divide, ya que lo que se hace en toda
proposición es aplicar o separar de alguna cosa, significada por el sujeto, la
forma significada por el predicado.
En el juicio aparece algo nuevo y decisivo: la referencia al ser real de la cosa.
(Referencia que incluso se da -aunque sea de modo indirecto o remoto- en los
juicios sobre entidades ficticias). En la proposición hay una comparación de lo
aprehendido con la cosa, ya que la proposición afirma (o niega) que la cosa
tiene realmente (en el orden del ser) aquella forma que se le atribuye en el
predicado. En el juicio se vuelve sobre la simple aprehensión y lo que había
sido captado como algo uno, en una aprehensión sintética, se analiza,
distinguiéndose los aspectos diversos' con conceptos distintos, que se
procuran sintetizar de acuerdo con la composición que, en la cosa misma, hay
entre sujeto y forma.
El juicio incluye la construcción de una proposición, el conocimiento de la
conveniencia entre los términos en la realidad, y el asentimiento. La fuerza
asertiva refiere el contenido proposicional a la realidad, y le va a conferir
relevancia veritativa. Por eso decimos que el juicio conlleva un «compromiso
ontológico», una declaración acerca de la realidad de las cosas: por eso -en
principio- ha de ser verdadero o falso.
En la simple aprehensión, la mente humana tiene la similitud de la cosa
conocida, pero no lo sabe aún; mientras que en el juicio «no solo tiene la
similitud de la cosa, sino que también reflexiona sobre esa misma similitud,
conociéndola y juzgando sobre ella»
En este juicio, que se refiere a una aprehensión simple, el cognoscente ha
adquirido un conocimiento acabado sobre el contenido real de la aprehensión;
ya sabe que, en ese concepto, poseía una similitud de la cosa, conociendo tal
adecuación: sabe ahora que lo que conocía era la cosa. Y ha adquirido esa
mayor intensidad de conocimiento por medio de una reflexión sobre el acto en
el que se conoce un contenido real.
CERTEZA
Habiendo considerado los puntos anteriores, toca ahora abordar algunos
estados en los que la mente se encuentra con respecto a la verdad. Toca
examinar el aspecto subjetivo de la aprehensión cognoscitiva del ser. Ya
sabemos que la verdad se da de modo estricto y acabado en el juicio, Pues
bien, una de las dimensiones esenciales del juicio es el asentimiento: al juzgar,
la mente se adhiere a la preposición en la que el juicio se expresa. Un mismo
contenido proposicional puede estar dotado de diferente fuerza asertiva. Por
ejemplo, la diferencia existente entre estas frases: «¡Aprobaste el examen!»;
«¿aprobaste el examen?»; «creo que aprobaste el examen»; (¡ojalá hayas
aprobado el examen!»; etc. Por esta razón dice Santo Tomás que “se deben
considerar dos actos de la razón: uno por el que se aprehende la verdad sobre
algo (...); y el otro es el acto por el que la razón asiente a aquello que
aprehende»
El asentimiento, entonces, se inscribe en la dimensión reflexiva de la verdad. A
veces resulta inevitable como cuando la proposición es evidente, por su
claridad propia, como sucede con los primeros principios. Pero hay otras
ocasiones en las que la proposición no es evidente, ya que la relación entre el
sujeto y el predicado no aparece claramente; entonces, puede darse el
asentimiento, pero puede también rehusarse o, al menos, suspenderse. De
estas diversas tesituras del asentimiento ante el contenido proposicional
provienen, justamente, los diversos estados de la mente ante la verdad, de los
cuales me centraré, según el tema que me ha tocado exponer, en la certeza, la
duda y la opinión.
DEL LIBRO

1. Certeza:
Desarrollado en el tema VI.
Certeza se define como el estado de la mente que se adhiere firmemente y sin
ningún temor a un juicio. La certeza es un estado subjetivo que puede o no
tener un fundamento objetivo.
1. Certeza y verdad
La verdad es la adecuación entre el intelecto y la realidad y la certeza, en
cambio, es un estado subjetivo. Pero tenemos que distinguir que hay certezas
que son erróneas por ende no es lo mismo que la verdad. El error sería
imposible sin certeza, pues de lo contrario no estaríamos en el error sino en la
duda o en la opinión. Las causas del error son las potencias inferiores y, sobre
todo, la voluntad, que nos impulsa a asentir cuando aún no hemos logrado la
evidencia. En esos casos no estamos en la verdad, sino que deseamos que las
cosas sean como nosotros queremos.
2. Duda:226

Vacilación o inestabilidad de la mente ante dos juicios contradictorios, que le


lleva abstenerse de asentir. Consiste en la abstención del juicio, pero no por
ignorancia, sino, por:
1. Duda negativa: ambos extremos parecen falsos.
2. Duda positiva: ambos extremos parecen verdaderos.

Siendo así, que es imposible que dos proposiciones contradictorias tengan el


mismo valor de verdad.
Muy a pesar, de que, hoy está extendida la opinión de que la duda es una
actitud positiva, propia del sabio, que tiene capacidad crítica; siempre es un
estado provisional del que el hombre procura salir cuanto antes, pues actuar
con conciencia dudosa nunca es legítimo ya que es exponerse a cometer
graves errores.
3. Opinión:227

«Significa el acto del entendimiento que se inclina por uno de los miembros de
la contradicción con temor de que el otro sea verdadero»228. La opinión se
diferencia de la certeza, por eso quien opina piensa que un extremo es más
probable que el otro, pero lo hace sin fundarse en la evidencia. Implica cierto
temor, pero no suficiente como para que la persona deje de asentir.
Santo Tomás afirma que su asentimiento se basa en la voluntad, que le da el
plus que le falta para asentir ya que no tiene razones suficientes. Por ello, está
influenciado por deseos propios o intereses, que pueden ser muy fuertes.
4. Juicio:
Desarrollado en el tema V.
5. Prejuicio:229

Según Gadamer, es un juicio pronunciado antes de un examen completo y


definitivo de todos los elementos objetivamente relevantes. Voltaire escribió
que “existen los prejuicios óptimos, y son aquellos que nuestro juicio ratifica
después, cuando razonamos”
6. Creencia:230

La fe es el asentimiento con certeza, pero sin evidencia, basado en el


testimonio y la autoridad de otro. En la fe el asentimiento está motivado por la
voluntad, pues la inteligencia no dispone de la evidencia.
La certeza de la fe o creencia depende del valor del testimonio y de la
autoridad de la persona a la que creemos, pero puede ser tan fuerte como en el
caso de la certeza por evidencia; la razón es que, en lugar de apoyarnos en la
evidencia propia, lo hacemos en la evidencia ajena, que puede ser mayor que
aquella si se trata de Dios, de un testigo presencial, de un científico, de un
maestro, etc.
FENOMENOLOGÍA DE LA MORAL
1. La experiencia como punto de partida objetivo382

La experiencia es el punto de partida de todo análisis fenomenológico de la


persona humana, también, por supuesto, en el estudio de la ética. La
experiencia es experiencia del hombre, en la que interviene la inteligencia a
través de oportunas distinciones y clasificaciones mentales del acto
experiencial. La experiencia fundamental que tiene el hombre, es la experiencia
que tiene de sí mismo.
El hombre, es el sujeto y el objeto de esa experiencia: experimenta y se
experimenta. Esta, es única e irrepetible. Toda experiencia es total, es
experiencia del YO, de sí mismo de su interioridad. Esta experiencia hace
emerger la esencia del ser del hombre que soy.
2. Los actos humanos383
Si la persona se manifiesta en su obrar es ahí donde podemos conocerla,
puesto que es el mejor acceso que tenemos para descubrir la esencia
intrínseca de la persona humana, su estatuto ontológico y su ser moral.
El actus humanus, se diferencia del actus hominis, acción que, aunque realice
el hombre no comprende su humanidad. El acto humano es una acción
consciente. Actuación deliberada del hombre, voluntaria, contiene un quiero y
darse cuenta de lo que quiere. Ese es el acto que debemos estudiar para
conocer al hombre.
El acto hace posible el método fenomenológico. Y este mediante la inducción
“nos da el nexo entre la persona y la acción, o, mejor dicho, nos da a la
persona como sujeto de la acción”. La acción revela a la persona, miramos a la
persona a través de su acción. La acción ofrece el conocimiento de la esencia
de la persona.
Karol Wojtyla construye una ética filosófica, metafísica, siguiendo la reflexividad
de la conciencia de su propia acción. Persona y acción forman un conjunto
dinámico íntimamente cohesionado, en el que la persona se manifiesta y
explica por medio de la acción y la acción de la persona.
3. La fundamentación fenomenológica384
La fenomenología se propone superar el formalismo ético kantiano formulando
una ética material de los valores. Para Kant el elemento racional a priori es una
condición de la experiencia. Para Scheler, el a priori es el contenido propio de
un tipo particular de experiencia: la experiencia fenomenológica, entendido
como intuición de esencias. Mientras que para Kant las leyes de los objetos de
la experiencia y del querer se rigen por las leyes trascendentales de los actos
de experimentar y de querer y, por tanto, los objetos dependen de la estructura
de estos actos, para Scheler las conexiones entre actos y objetos son
recíprocas: a un tipo de objetos corresponde un tipo de actos y a un tipo de
actos corresponde un tipo de objetos.

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