Aye Eeeee
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De hecho, la leyenda cuenta que cuando tenía tres años, sucedió algo que sería
una señal de lo que le depararía la vida. Mientras acariciaba a su gato, el roce de la
mano con el pelo del animal hizo que saltaran chispas. Tesla, sin entender nada, le
preguntó a su padre por qué ocurría eso. Y el padre, un sacerdote, le dijo que era
electricidad.
Y desde aquel momento, Nikola Tesla se sintió maravillado por aquel fenómeno
que había surgido en el lomo de su gato, por lo que dedicó su vida a resolver ese
misterio.
En la escuela mostró una gran facilidad para las matemáticas y para la ciencia en
general. Sin embargo, cuando todo parecía ir bien académicamente, pasó algo que
casi le costó la vida. Con 17 años, Tesla enfermó gravemente de cólera.
Mientras estaba enfermo y veía su vida correr peligro, Tesla le pidió a su padre que,
si se recuperaba, lo enviara a la mejor universidad de ingeniería que hubiera. Y así
sucedió, pues consiguió superar la enfermedad y su padre cumplió la promesa.
Por ello, en 1875, a los 19 años, Nikola Tesla comenzó sus estudios en la
Universidad Politécnica de Graz, en Austria. Empezaba así la formación de una de
las grandes mentes científicas de la historia.
De joven fue un estudiante brillante y trabajador, aunque no llegó a terminar sus estudios
universitarios en ingeniería eléctrica (probablemente abandonó después del fallecimiento de la
principal persona que le instaba a finalizarlos; su padre: Milutin Tesla).
Tras algunos trabajos menores como ayudante de ingeniería e incluso dos años en el sector
telefónico, Tesla comenzó a trabajar para Thomas Edison, primero en París (1882) y después
en Estados Unidos (1884). Sin embargo, en 1886 renunciaría a su empleo por las injustas
condiciones laborales y un no mejor trato por parte de Edison.
A partir de ese momento, con la ayuda de George Westinghouse, Tesla centró todos sus
esfuerzos en desarrollar su visión de la corriente alterna y patentar los hallazgos derivados de
ella. Del fruto de estas patentes, conseguiría finalmente la financiación necesaria para dar
realidad de forma independiente a todas sus invenciones posteriores (casi 300 patentes en
total).
Desafortunadamente, su visión adelantada a la época que le tocó vivir, unido a problemas
financieros y una personalidad extravagante, no le hicieron justicia al genio que fue en vida;
muriendo sin todo el reconocimiento que hubiera merecido el 7 de enero de 1943 (a los 86
años) en una habitación de un hotel de Nueva York.
Thomas Alva Edison nació el 11 de febrero de 1847 en Milán, una pequeña localidad
en Ohio, Estados Unidos, en el seno de una familia de clase media. Poco tiempo después
de que acabara la Revolución Industrial, las poblaciones que no disponían de ferrocarril
estaban destinadas a la ruina. Y era el caso de Milán.
Por ello, cuando Edison tenía 7 años, tuvo que emigrar con su familia a Port Huron,
Michigan, antes de que la crisis económica les azotara. Fue a esa edad que Edison asistió
por primera vez a la escuela. Sin embargo, duró apenas tres meses.
Tal era su afán por experimentar que, con apenas 10 años, instaló un pequeño laboratorio
en el sótano de su casa, donde empezó a ver qué podía hacer con la química y cómo se
comportaba la electricidad, un fenómeno que lo maravillaba y que sería el foco de su
actividad profesional.
Empezó a nacer en él, ya en esa edad temprana, un profundo espíritu emprendedor. Esto
le llevó a, con 12 años, vender periódicos y chucherías en un tren que salía cada día de
Port Huron, la localidad donde seguía viviendo. Incluso llegó a hacerse con una prensa de
imprimir de segunda mano y publicó su periódico, al que llamó “Weekly Herald”.
Él seguía haciendo experimentos por cuenta propia hasta que, con 16 años, Port Huron
empezaba a quedarse pequeño para él. Cogió sus cosas y marchó de casa de sus padres,
con la voluntad de ir moviéndose por el país y teniendo empleos que le permitieran saciar
su creatividad.