Albarrán Fernández, J. Vicente - Colas Orgánicas de Origen Animal
Albarrán Fernández, J. Vicente - Colas Orgánicas de Origen Animal
Albarrán Fernández, J. Vicente - Colas Orgánicas de Origen Animal
1. Las colas.
Max Doerner señala que las primeras colas de una cocción son las mejores, las más
puras y las de mayor poder adhesivo. Por el contrario, las últimas, al estar más próximas
a la fuente de calor y sometidas a un continuo recalentamiento, son impuras, más duras,
menos elásticas, más oscuras y con un menor poder de adhesión. (Doerner, op. cit.; p. 118).
Finalmente, una vez enfriadas, se cortan y se dejan enfriar sobre redes.
3.1. La Caseína.
Los adhesivos de caseína que contienen resinas sintéticas funcionan bastante bien,
pero si lo que se persigue es la permanencia absoluta, es preferible usar el
procedimiento tradicional. Aunque se debe ser consciente de que la cuajada casera
contiene mantequilla y los azúcares derivados de la leche, por lo que no es conveniente
usarla como sustituto de la caseína comercial moderna.
Para preparar un gesso, se mezclan 100 gr. de caseína con 650 c.c. de agua y se
deja en remojo. Después se añade, lentamente, el amoniaco diluido, sin dejar de
remover. Finalmente, hacemos una pasta, mezclándolo con 1,8 Kg. de creta precipitada
y se le añade 1 l. de agua para que podamos aplicarlo con pincel. Si vamos a utilizar la
caseína como aglutinante de pigmentos utilizaremos agua destilada. Bastará con 1 l. de
agua por cada 100 gr. de caseína.
Fue utilizada durante los siglos XIV-XVI de una manera habitual en los países
meridionales (España, Francia, Italia,...). Pero a pesar de su resistencia a la humedad,
será sustituida por otras colas de mayor calidad, obtenidas de la cocción de restos
orgánicos de animales.
"Es esta una cola que usan los carpinteros; la cual se hace de queso reblandecido en
agua. Remuévelo con una pala, a dos manos, con un poco de cal viva; ponla de una
tabla a otra y júntalas y sujétalas bien." (Cennini, Cennino. Tratado de la Pintura (El Libro del
Arte). Manuales Meseguer. Sucesor de E. Meseguer. Editor. 4ª ed., 1979. Barcelona. Cap. CXII).
"Toma queso de cualquier clase, que sea medianamente viejo y ráelo como se hace
con el papel. Coge dicha raedura y ponla en remojo en agua clara durante un día, luego
retira el agua con cuidado; toma después la misma cantidad de agua caliente y pon
dentro dicha raedura y remuévela con la mano muy bien como se hace con el pan, y
muévela hasta que el queso desprenda toda su grasa y vaya espesando el agua; luego
amásala y haz un pan y ponlo en un recipiente con agua clara, de forma que dicho pan
esté bien en remojo. Y cuando vayas a usar, cuece la cantidad de pan que vayas a
necesitar y añádele un poco de cal viva sobre una tabla muy limpia y mézclalo bien con
un palito de madera. Luego añade un poco de yeso molido y vuelve a removerlo todo
junto durante un buen rato y obtendrás cola de queso para pegar madera y vasijas. Y
úsala lo antes que puedas, ya que pega mejor".
Esta cola ha sido utilizada, durante mucho tiempo, para ensamblar maderas, hasta que
fue sustituida por el acetato de polivinilo o "cola blanca".
También llamada "cola de gato", "de retazo" o "de retal" -según Pacheco-. Se
obtiene de la cocción de restos de animales más pequeños. Es más fina y no tan fuerte y
dura como la anterior. Tiene un color bastante claro y opaco. También podemos
encontrarla en tableta o granulada. Es idónea para la elaboración de estucos, aunque
rebajada se puede usar para dorar.
Hay otra que se llama cola de pencas, la cual se hace de raeduras y retales de
cabritilla, pies y manos, nervios y otros desperdicios de piel. Esta cola se hace en marzo
y en enero, cuando vienen aquellos grandes fríos y vientos; y se hace hervir con agua
clara hasta que se reduzca a su mitad. Después de echas, bien colada, en recipientes
planos, fuentes o moldes de gelatina. Déjala allí una noche. A la mañana siguiente, con
el cuchillo las cortas en panes; ponlos a secar sobre una estera, al aire, pero no al sol; y
tendrás una perfecta cola. La cual es empleada por los pintores, por los guarnicioneros y
por muchísimos artífices, como más adelante te diré. Y es buena para la carpintería y
muchas cosas de las que trataremos en detalle, como en lo referente al yeso, al temple
de los colores, a las vihuelas, marquetería, follajes, temple del yeso y para hacer con él
relieves; y para muchas cosas más es buena". (Cennini, Cennino. Tratado de la Pintura (El
Libro del Arte). Manuales Meseguer. Sucesor de E. Meseguer - Editor. 4ª edición, 1979; Barcelona. Cap.
CIX; p. 83).
Pacheco dice:
Es junto con la cola de retal la más fina, por lo que muchos doradores la utilizan. Su
aspecto es muy diferente al de otras colas, pues es incolora y transparente. La
encontramos en el mercado en tabletas alargadas, muy finas y triturada.
Hay una que se llama cola de pescado. Esta cola se hace de varias clases de
pescado. Y es tal, que poniendo la penca de ella en los labios y humedeciéndola lo
bastante, frotándola luego en el pergamino o en el papel los pega muy fuertemente.
Diluida, es buena para encolar vihuelas y delicadas cosas de papel, de madera y de
hueso. Cuando la pongas al fuego, pon, por cada penca de ella, medio tazón de agua".
(Cennini, op. cit. Cap. CVIII; p. 82-3).
Pero es, de nuevo, en el Manuscrito del Maestro Boloñés (siglo XV), donde
nuevamente obtenemos una descripción más detallada de su elaboración.
"Para hacer cola de pescado: toma espinas de lucio y de cualquier otro pez grande
y sécalas; luego pulverízalas en un mortero de bronce y pon el polvo que consigas en un
recipiente limpio con agua que piense suficiente para la cantidad de espinas o polvo y
hazlo hervir hasta que se haga líquido: luego toca el agua. Si pega quiere decir que ya
está lista. Retírala del fuego y cuélala con un paño de lino y déjala enfriar; luego pártela
en pedazos y ponla a secar al aire sin que le caiga polvo".
3.6. Cola de guantes.
Las ventajas de la utilización de estas colas son muchas, hasta el punto que hoy no
se han podido sustituir para ciertos fines. Pero tiene un inconveniente, por ser materia
orgánica, estas colas son propicias a la putrefacción. Sin embargo, esta circunstancia fue
salvada por los antiguos con la adición de sal. Hasta hace poco, se le añadía una
pequeña cantidad de pentaclorofenato, un poderoso fungicida, muy venenoso, o
nipagine. Por otro lado, estas colas deben ser aplicadas siempre en caliente.
5. Preparación de la cola.
Max Doerner aconseja que se deje la cola, durante 24 h., en cuatro veces su peso en
agua. Por otro lado, menciona 60º, como temperatura máxima a la que debe estar
expuesta; a más grados la cola se degradaría y perdería su adhesividad. (Ibidem, p. 119).
"Se echan 75 gr. de cola de conejo en un recipiente con 900 c.c. de agua fría". (op.
cit.; p. 242).
"Se puede obtener una proporción más exacta de agua y cola remojando 60 gr. de
cola en 750 c.c. de agua, calentándolo, vertiéndolo en un recipiente de 1 l. y añadiendo
agua caliente hasta completar 900 c.c.,...".
"Se aprieta hacia abajo con el pulgar y el índice, separándolos al mismo tiempo
para abrir la cola. Según la resistencia que ofrezca y la naturaleza de la fisura, se puede
apreciar con bastante exactitud la fuerza de la cola. Las paredes laterales de la grieta
deben ser rugosas o granulares; si son lisas es que la cola es demasiado fuerte".
Antes de realizar cualquier tratamiento de superficie sobre madera, esta debe ser
preparada de modo adecuado. Tradicionalmente se recomienda seguir los siguientes
procesos:
1. Humectación de la madera con agua caliente. El objetivo es que esta abra el poro
y cree una superficie rugosa para facilitar el agarre de los aparejos.
2. Aplicación de la primera imprimación: la gíscola. En restauración se emplea una
cola mixta, compuesta por cola de conejo y coleta.
3. Aplicación de los aparejos. Estos están compuestos de sulfato cálcico aglutinado
con cola animal. Tenemos la cola ya preparada, perfectamente disuelta y
caliente. Sin retirarla del fuego, vamos añadiendo el sulfato de cal hasta
saturarla. Finalmente, movemos la mezcla hasta dejarla totalmente homogénea.
El estuco debe tener una consistencia parecida a la de la crema de café.
Cennini y sus contemporáneos utilizaban el yeso de París apagado, como carga, porque
era el material inerte más puro, el más blanco y que podían adquirir con mayor
facilidad. Posteriormente, cuando se comercializó la creta en forma pura y uniforme lo
sustituyó. Un nuevo progreso sería el blanco de París, muy fino. Finalmente, se
utilizaría la creta precipitada.
El gesso original italiano, tal como lo describe Cennini, se preparaba con dos
texturas diferentes: el gesso grosso y el sotile. Este último se aplicaba en diferentes
capas finas sobre una capa gruesa del primero. El gesso grosso era yeso de París sin
apagar, mezclado con una solución de cola de pergaminos. Actualmente, se considera
innecesaria esta primera capa gruesa de estuco.
Cennini recomienda pegar tiras de lino sobre los ensambles de la madera, antes de
aplicar el gesso, para evitar que se produzcan en el soporte grandes movimientos. Otros
pintores prefirieron cubrir la tabla entera con una tela. Con este proceso se aisla el gesso
de la madera con lo cual, si se agrieta o mueve la madera el gesso se ve menos afectado.
El estuco debe ser aplicado en diferentes capas, cuidando de que estas no sean
demasiado gruesas. Es preferible conseguir el grosor deseado aplicando un mayor
número de capas finas. Se alterará la dirección de los brochazos, buscando que la
pincelada sea perpendicular a la de la capa anterior. Con ello conseguimos un mayor
agarre de unas capas con otras.
7. Adquisición de la cola.
Max Doerner opina que, actualmente, las colas animales que se comercializan son
mezclas de pieles y de hueso; son menos viscosas y siempre neutras. (Ibidem, p. 119).
Mayer opina que no es fácil encontrar las mejores colas americanas en pequeñas
cantidades, ya que se venden en barriles y grandes sacos, fundamentalmente, para usos
industriales. Más fácil de obtener en pequeñas cantidades resulta el producto francés.
(Ibidem; p. 597).
Pero también tenemos la pasta de madera, el Araldite, una resina epoxi que, dentro
de los adhesivos termoendurecibles, tiene la propiedad de endurecer en frío con la ayuda
de un catalizador. Se puede utilizar para pegar maderas, con inmejorables resultados.
Cola, gelatina, caseína, albúmina, clara y yema de huevo, etc., pertenecen todos a
la misma clase de productos de origen animal; son proteínas. Una de las cualidades que
tienen es su capacidad de formar soluciones coloidales viscosas en agua. Algunos se
desnaturalizan al someterlo al calor, como es el caso del huevo. Otros, como la cola, una
vez seca se endurece, sin que cambie ninguna de sus propiedades originales, pudiendo
volver a disolverse con agua. Con la caseína esto no ocurre, después de seca no es
completamente soluble en agua; para disolverla tendremos que recurrir al amoniaco. Así
pues, es más resistente al agua que la cola.
10. Bibliografía.