Kostas Floros - Kiklos Alpha. El Movimiento Libertario Español Durante La Dictadura

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Tras los primeros años de terror, con los combatientes

libertarios repartidos entre el interior y el exilio y en


circunstancias hostiles, la CNT intenta reorganizarse. Al mismo
tiempo, la lucha armada de signo libertario se atrinchera en las
ciudades (principalmente Barcelona y Madrid) y en ciertas
regiones de difícil acceso de todo el territorio nacional.

El lector conocerá con profusión de detalles acciones


protagonizadas por personajes u organizaciones legendarios
del maquis: la UJA, los hermanos Quero, los Jubiles,
Salsipuedes, Ollafría, Foucellas, Pin el Cariñoso, Curuxás, el
Manco de La Pesquera. Como también conocerá en detalle las
últimas hazañas de la guerrilla libertaria que llevaron a cabo
personajes míticos como Caraquemada, Sabaté, Massana o
Facerías.

Sin olvidar las intrincadas cuestiones orgánicas, el autor


centra su objetivo en la oposición activa contra Franco y
redacta una historia interior del movimiento vista desde el
exterior, iluminando una parte ignorada de nuestra historia y
procurando evitar que la historia contada desde los púlpitos
oficiales se convierta en la verdad histórica ahora que ya han
desaparecido casi todos sus protagonistas.
Kostas Floros

KYKLOS ALPHA

El movimiento libertario español durante la dictadura

1939‒1977
Editan:

Kyklos Alpha; CNT Aranjuez; FAL delegación Aranjuez.

Otoño 2014.

Traducción: Juan Merino.

Diseño de cubierta y maquetación originales: Curro Rodríguez

Se permite y alienta la reproducción total o parcial de este


texto.

Edición digital: C. Carretero

Difunde: Confederación Sindical Solidaridad Obrera

http://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/biblioteca.html
CONTENIDO

PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA


PRÓLOGO
LA TRAYECTORIA DEL MOVIMIENTO HASTA 1936
LA GUERRA CIVIL (1936‒1939)
DERROTA, RECONSTRUCCIÓN Y CISMA (1939‒1945)
LA RESISTENCIA ARMADA A LA DICTADURA (1939‒1944)
APOGEO Y DECADENCIA DEL MOVIMIENTO (1945‒1952)
CATALUÑA ARDE (1945‒1952)
LA LUCHA ARMADA EN EL RESTO DEL PAÍS (1945‒1952)
LA CAÍDA LIBRE (1952‒1960)
LA CNT UNIDA Y LA DI (1961‒1965)
LAS JUVENTUDES INTERNACIONALIZAN LA LUCHA (1966‒1975)
LOS GRUPOS AUTÓNOMOS (1966‒1975)
LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA (1975‒1979)
GRITOS DE LIBERTAD DESDE LAS PRISIONES
ANEXO: COPEL Y AMNISTÍA GENERAL
BIBLIOGRAFÍA
SIGLAS
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

Estoy perplejo frente al ordenador escribiendo un prólogo


para la edición española sin saber por dónde empezar. Cuando
en el 2006 tomé la decisión de elaborar esta obra en griego, mi
objetivo era escribir un breve librito dirigido al movimiento
anarquista en Grecia y capaz de arrojar luz sobre la suerte del
movimiento libertario tras la victoria total del fascismo en el
estado español en 1939.

El volumen de información y la importancia de los


acontecimientos era tal que el librito se convirtió
necesariamente en un ensayo y a continuación en un libro tal
cual. A pesar de ello siento cierta perplejidad ante su edición
en español. En los viajes que hice por España mientras
investigaba para escribirlo, me di cuenta de que existen dos
tipos diferentes de posibles lectores de mi libro, cada uno de
ellos con su ritmo concreto. Conocí a personas que habían
estudiado en profundidad la historia o incluso habían vivido
cuanto aquí se relata. En la mayoría de los casos eran personas
de edad avanzada. También conocí personas de mi generación
(tenía 28 años cuando empecé a escribir el libro) que o bien
tenían un conocimiento confuso, poco o mucho, o bien no
tenían ningún conocimiento sobre el período histórico en
cuestión. Ahora que el libro se edita en el territorio español,
me hallo en una humilde situación frente a los primeros y con
un sentimiento de responsabilidad frente a los segundos.

Existen muchos libros en español dedicados a los hechos del


mismo período histórico. Muchos de ellos son evidentemente
más analíticos y detallados. Téllez, en su libro sobre Facerías
hace un registro detallado de la lucha armada en Barcelona.
Herrerín profundiza en la historia de la organización en La CNT
durante el franquismo. Alberola‒Gransac y Gurruchari‒Ibáñez
aclaran los acontecimientos de la década de los 60 en El
anarquismo español y la acción revolucionaria e Insurgencia
libertaria, respectivamente. Si mi libro tiene una peculiaridad,
es que se refiere a todas las formas de lucha, a las
organizaciones libertarias en toda su amplitud, en el conjunto
del marco temporal que va desde 1939 hasta el fin de la
dictadura. Resulta obvio que en muchas partes del libro esto se
hace de forma condensada y descriptiva. Cada capítulo podría
generar un libro por sí solo. El objetivo del libro es incitar a
cuantos lo lean a leer otros, abundantes en español y que son
más adecuados y detallados que el mío. Igualmente, espero
que los conocedores del período histórico perdonen las
omisiones y los posibles errores. Nada ha sido alterado u
ocultado deliberadamente. A fin de cuentas, no soy historiador
o académico, simplemente soy militante del movimiento
anarquista griego, camarero de profesión y miembro del
sindicato de base de camareros y cocineros de Atenas.

Una segunda peculiaridad del libro es que afronta el caso


español analizándolo sobre la base de la cultura política del
movimiento anarquista griego y desde una perspectiva
derivada de esta. Según avanzaba con la investigación, leía
libros y buscaba en archivos, entendía lo complicada que era
mi obra y lo difícil que era encontrar el equilibrio en el modo
en que deben plasmarse sobre el papel las contradicciones y
las diferencias ideológicas dentro del movimiento libertario en
el continuo temporal que examina la obra. La dificultad de este
intento se basaba en el hecho de que la mayoría de los
compañeros del estado griego no tienen una idea clara de las
raíces de estas diferencias. Esto suponía para mí una gran
responsabilidad en lo referente al posicionamiento ideológico
que tendría el libro respecto a los hechos. Un posicionamiento
que no se expresa solo explícitamente, sino que se advierte
continuamente a lo largo del texto, a través de las palabras que
elijo y de los calificativos que utilizo.

Para que se entienda mi punto de vista, es imprescindible


para el lector hispanohablante leer el prólogo a la edición
griega, que encontrará en las páginas siguientes. En este punto
quiero solo comentar que como anarquista creo que las
diferentes vertientes del movimiento deben tener
posicionamientos políticos claros y explícitos y que nuestras
discrepancias y diferencias ideológicas producen
argumentación política, cultura y calidad. Nuestra acción
produce historia, nuestros postulados y controversias son
valorados a cada momento en la esfera social y serán valorados
históricamente en algún momento. Sin embargo, como
anarquista, creo también firmemente en el concepto de la
síntesis, de la unidad y del consenso entre las diferentes partes
del movimiento. Nuestras diferencias son en realidad
inexistentes frente a aquellas que tenemos con los enemigos
de la revolución y de la libertad.
La unidad es el modo de seguir adelante.

Especialmente en una época de crisis generalizada y de


reestructuración del capitalismo, en la que nuestro proyecto
revolucionario es combatido despiadadamente debido a las
tensiones y controversias sociales que se van creando y de las
oportunidades que estas generan para una perspectiva
revolucionaria, la unidad es el modo de seguir adelante.

La primera edición del libro en Grecia es de junio de 2010 y la


segunda de febrero de 2011. El total de los 3200 ejemplares se
han agotado prácticamente a día de hoy. Los gastos de edición
fueron cubiertos con las aportaciones de compañeros,
mientras que la segunda edición fue impresa en la imprenta de
Vila Amalia (ya desalojada, pero de indiscutible importancia
histórica para el movimiento griego) por el colectivo de
impresión Rotta. El libro no estuvo disponible en ninguna
librería comercial, sino que circuló exclusivamente por la red
de centros ocupados y de espacios políticos y locales del
ámbito griego. Y además carecía de precio, cada cual podía
adquirirlo mediante una aportación económica libre y el total
de la recaudación fue empleado para cubrir necesidades de
compañeros y compañeras presos en las cárceles griegas.

Para concluir este breve prólogo quiero dar las gracias a


todos los compañeros que han trabajado en la elaboración de
la edición española (especialmente a la CNT de Aranjuez que se
ha hecho cargo de la publicación). Más en concreto quiero dar
las gracias al amigo y compañero Juan Merino, que tomó la
iniciativa de la presente edición y que se encargó con gran
paciencia de traducir mi libro y de plasmar excepcionalmente
en castellano el original. El libro que tenéis entre manos lo
siento tan mío como suyo.

Suerte con la lectura y ánimo, ¡hasta la revolución!

Atenas, septiembre de 2014.


PRÓLOGO

Cuando en la adolescencia leía, uno tras otro, libros sobre la


Guerra Civil española, mi pregunta era la siguiente: ¿Qué pasó
con todos esos anarquistas cuando terminó la Guerra Civil? No
tardé mucho en descubrir el Sabaté de Dieznís Vivliociki que
respondió a una parte de mi pregunta, pero generó otras
nuevas. También me desconcertó el hecho de la mitificación de
un único personaje de la resistencia antifranquista, hasta el
punto de que quedaba claro en el libro que Sabaté no había
sido ni el único guerrillero anarquista ni el de actividad más
prolongada, ni necesariamente el más “prolífico” en acciones.
Pasaron los años y en mayo de 2006 visité Barcelona y me
abastecí de algunos libros sobre el tema de la guerrilla
anarquista. En principio mi objetivo era traducir alguno de
ellos. Pero ninguno cubría el fenómeno en conjunto. Algunos
libros se centraban en la parte organizativa de la CNT y otros
en la resistencia armada, algunos libros se referían a los
libertarios exilados y otros al interior del país, mientras que
‒en la mayoría de los casos‒ el período examinado era
bastante específico y no se refería a todo el período de la
dictadura. Decidí escribir un libro que combinase todos los
aspectos y períodos de resistencia libertaria. Honestamente, no
tenía conciencia de lo que me esperaba...
En el primer año de preparación del libro tuve la suerte de
conocer de cerca a personas que compartieron conmigo sus
experiencias del período que cubría el libro. Me ayudaron a
comprender las verdaderas circunstancias de la época, a
organizar el volumen de información que había reunido y
‒sobre todo‒ me dieron consejos muy útiles para que pudiese
leer críticamente la voluminosa bibliografía, teniendo en
cuenta las motivaciones, las experiencias y las fuentes de cada
autor.

Gran parte de la historia que se desarrolla en este libro es


completamente desconocida para la inmensa mayoría de los
españoles, incluyendo muchos compañeros. España nunca ha
pasado por una etapa de purga ‒aunque fuese
simbólicamente‒ después de la dictadura. En las universidades
de todo el mundo se enseña con orgullo por parte de los
analistas políticos democráticos que la Transición ‒de treinta y
ocho años de totalitarismo fascista a la democracia monárquica
parlamentaria‒ se produjo sin sanciones, condenas, despidos y
purgas del aparato estatal. Los mecanismos que crean cohesión
social hicieron horas extraordinarias tras el final de la dictadura
y se volvieron con especial furia contra la CNT, pero también
contra el conjunto del movimiento libertario, anarquista y
revolucionario. Desde la firma del Pacto de la Moncloa en 1977
hasta la producción en masa de libros que falsifican la historia y
silencian conscientemente los acontecimientos polémicos del
pasado, las fuerzas políticas ‒desde la extrema derecha a la
izquierda‒ arrastraron la historia manchada de sangre bajo la
alfombra y lucharon apasionadamente por la unidad nacional y
el desarrollo que llevaría a España a la Comunidad Económica
Europea.
El movimiento libertario en España no consiguió oponerse
eficazmente a esa perspectiva y poco a poco decayó, resultado
de la represión sistemática contra él, pero también, y sobre
todo, de las prolongadas e irresolubles discrepancias que había
en su interior. Ya desde principios del siglo pasado había
conflictos graves dentro del movimiento, que a menudo se
representan esquemáticamente en una única bipolarización.
Esa bipolarización entre las dos tendencias presenta diversas
denominaciones con los años: ortodoxos‒reformistas,
anarquistas‒sindicalistas revolucionarios antipolíticos‒
partidarios de la colaboración, hasta incluso pieles
rojas‒pájaros carpinteros, como despectivamente llamaba una
tendencia a la otra.

Es muy importante para quien quiera entender la historia del


movimiento no basar todo el análisis sobre la yuxtaposición de
ambas tendencias. La línea divisoria entre ortodoxos y
reformistas ha sido unas veces visible y otras casi inexistente.
Muchos militantes hicieron el recorrido de una tendencia a
otra (algunos incluso más de una vez). Las jerarquías
informales, la burocratización innecesaria, la existencia de
cabecillas ‒pero también de sus seguidores‒ y la percepción de
cuándo y por qué se adulteró la manera de tomar decisiones
de la democracia directa y desde abajo, son herramientas
necesarias por igual para entender la trayectoria del
movimiento libertario español.

Aquí debo hacer una observación: como en este libro se


presenta detalladamente la resistencia armada libertaria
contra la dictadura y ‒por razones del curso narrativo‒
habitualmente se separa del esfuerzo sindical y de
organización, quiero aclarar que no hay propósito de resaltar
una de las funciones del movimiento o degradar la otra. La
crítica que ejerzo sobre varias personas que aparecen en el
libro se basa en sus decisiones, sus opciones y su sinceridad.
No se sostiene en ningún caso sobre una escala arbitraria de
pureza revolucionaria que tuviese la lógica simplista como
base: resistencia a la dictadura es solamente la clandestina y,
principalmente, la armada.

Tanto en el período examinado en el libro como en la época


actual ‒pese a las enormes diferencias y los sorprendentes
paralelismos‒ hay muchos procesos revolucionarios que deben
realizarse y considero un error la distinción en escalas de
moral, revolución, realismo o audacia. La labor de organización,
el sindicalismo revolucionario, la lucha armada, la producción
de discurso y las publicaciones, la lucha en los barrios, la lucha
contra los intereses económicos y la opresión ‒del tipo que
sea‒, la solidaridad con los presos y cualquier otro proceso
revolucionario que tenga como objetivo eliminar el estado y la
autoridad, la emancipación del ser humano y la libertad son
necesarios y equiparables. El objetivo es llevar a cabo estos
procesos con coherencia, sentido de comunidad y falta de
protagonismo. Nadie ha descubierto la fórmula revolucionaria
mágica. Ni la “apertura a la sociedad” ni la “destrucción de lo
existente” ni la “vida alternativa en la periferia del capitalismo”
ni cualquier otra práctica “autosuficiente” puede traer por sí
sola el resultado deseado. Pero, cuando todas estas prácticas
se combinan con responsabilidad y actitud sincera, podemos
ser una amenaza real para el estado.

Eso ocurrió a principios del siglo pasado en España. Los


miembros de la CNT y la FAI no sólo eran anarcosindicalistas y
partidarios de la acción directa, respectivamente. Fueron
fundadores de escuelas libertarias que formaron a miles de
niños de la clase trabajadora, atracadores de bancos sin
fortuna propia, redactores de programas revolucionarios pero
también de novelas populares con moraleja libertaria,
propagandistas del amor libre y del nudismo, obreros
analfabetos que siguieron los dictados de la justicia social y
entregaron su vida al esfuerzo de derrocar el sistema
económico, religioso y político establecido que los tiranizaba.
La combinación de todas estas personas, con sus
contradicciones, el pluralismo de teoría y acción, pero también
la plataforma organizativa para reflejar ‒muy genuinamente‒
el punto de vista de las bases, llevaron al movimiento a logros
importantes ‒así como a retrocesos‒ en los años treinta.

El lector de este libro tendrá muchas veces la tentación de


identificarse con militantes o tendencias y de desestimar
precipitadamente comportamientos y decisiones. Sin embargo,
me gustaría pedir a quien se moleste en leer esta historia que
lo haga tratando de poner en tela de juicio y desafiar lo que
para él mismo sean opiniones arraigadas y no centrarse en esos
fragmentos del libro que justifiquen su forma de pensar.

Sólo así puede este libro ser realmente útil y proporcionar al


análisis político de cada uno, planteando cuestiones y haciendo
tambalear estereotipos teóricos cómodos (cómodos no porque
no sean producto de la reflexión, sino porque los procesos
masivos son una realidad completamente diferente de un
microcosmos político). Si no, este libro no sería más que una
historia obsoleta de acción, abnegación y politiquería, sólo
práctico para que su tamaño ocupe un poco más de espacio en
las estanterías de la biblioteca.

El título del libro refleja1 ‒en mi opinión‒ la importancia del


movimiento libertario español y su contribución a la expresión
política actual del ámbito anarquista y antiautoritario. Su
importancia no reside sólo en los logros de la Guerra Civil, sino
también en la difusión y el enriquecimiento de las ideas
anarquistas en el mundo entero, por la oleada de exiliados
libertarios que surgió tras la derrota. En las páginas de este
libro el lector se dará cuenta de la magnitud de la influencia de
los anarquistas españoles en una serie de cuestiones teóricas e
iniciativas de acción. Desde la teoría de la guerrilla urbana
hispanoamericana, al desarrollo de la solidaridad
internacionalista activa y el florecimiento de la lógica
antiautoritaria de Mayo del 68 hasta el rescate de cientos de
personas de los nazis, su influencia sobre los movimientos
anarquistas europeos y grupos de acción armada del
continente, los compañeros españoles han dejado su huella
indeleble en la historia del movimiento mundial durante el
siglo pasado. Y si ellos son las causas metafóricas que
considero que “circunscribieron la A”, incluso si lo
consideramos literalmente, un miembro de la FIJL e hijo de
refugiados anarquistas españoles fue la persona que concibió
la idea gráfica de la representación de la A en un círculo en
1964, haciéndolo uno de los símbolos más reconocibles
mundialmente.

En una de las primeras entrevistas que hice a personas que

1 La traducción del título original griego es "Las personas que circunscribieron la A"
actuaron en el periodo relatado, Salvador Gurucharri me
preguntó sobre el tamaño que tendría el libro que iba a
escribir. Todo orgulloso le respondí que sería de al menos
quinientas páginas y sonriendo me dijo irónicamente: Así que
se trata de una vulgarización de la historia, ¿eh? Cuanto más
avanzaba en mi investigación más comprobaba que tenía toda
la razón. Este libro es una cartografía muy concentrada de una
serie de hechos y procesos muy complejos. Contiene versiones
muy simplificadas y seguramente habrá descuidos ‒no
intencionados‒. A pesar del rigor y la diversidad de fuentes es
razonable que también tenga errores. Lo único a lo que me
comprometo es que no se oculta nada deliberadamente
‒incluso se describen pormenorizadamente hechos que no
honran al movimiento anarquista‒ y que he tratado de hacer
referencia a todas las perspectivas concernientes a los hechos,
con independencia de con cuál estoy de acuerdo. Eso significa
que este libro es “históricamente objetivo”, como les gusta
decir a los diversos historiadores, científicos u otros apologetas
de la democracia burguesa. Parafraseando por orden a
Clemenceau, Vidal‒Naquet y Amorós, quiero a mi vez decir que
la historia de la guerra social y de clases es un asunto
demasiado serio para dejarlo en manos de los historiadores
profesionales.

Para que el libro llegase a las manos del lector, ha sido


necesaria la ayuda de muchas personas, unas menos y otras
más. Quiero dar las gracias con toda mi alma a cuantos han
ofrecido tiempo muy valioso, conocimiento, entusiasmo,
dinero, valor, experiencias y alma para transformar el conjunto
de informaciones en libro. Sin querer dar prioridad a las
distintas y diversas colaboraciones en los casi cuatro años que
ha durado esta historia, debo agradecer en primer lugar en
gran medida al compañero y amigo Vasilis (Teó), por una serie
de razones que requerirían otro prólogo. También a Yanis
(Iraclio) casi por las mismas razones. A Dimos por su apoyo
técnico y anímico. A Yanis D. por su prólogo y sus comentarios.
A Tatiana y Maripola por su esmero (a ritmo demoledor) y su
paciencia. A Pavlos (enlucidor). A Dimitris (colaborador
científico) y a Dora por las traducciones. A los compañeros y
compañeras que me hospedaron en mis viajes por España y
Holanda. A todos los que han contribuido financieramente a
esta difícil tarea. A mis allegados ‒familia y amigos‒ que tengo
la suerte de tener junto a mi.

Además no puedo no hacer referencia a los que se fueron


antes de que el libro llegase a ser editado. En primer lugar, al
compañero Labros (Funtas), asesinado por el estado luchando
‒por todos los medios‒ por derrocar la putrefacción en la que
vivimos y por que prevalezca la justicia social y la solidaridad,
digno continuador de la tradición revolucionaria que expone
este libro. La rabia y la tristeza de todos por su pérdida crece
cuando traemos a la mente su ejemplar y cordial
comportamiento de compañero en los años que caminamos
juntos. A Hasan, mi buen amigo, que en su juventud
protagonizó hechos similares a los que el lector verá a
continuación. El interés del primero por este libro, y también la
multifacética ayuda del segundo, añaden mucha melancolía al
final de este trayecto de cuatro años.

También quería agradecer a la gente que compartió conmigo


la historia de su vida, ayudándome a entender el movimiento
anarquista español y su trayectoria. Muchas gracias a Octavio,
Juan, Miguel y Eduardo (quien me dio sus luces, antes de irse).
También, un fuerte abrazo a Salva, por todo. Muchas gracias a
Marta y Xavi, a Carmen y a la gente de la CNT desfederada de
Barcelona. Seguiremos luchando.

I would also like to thank the staff of the Ámsterdam


International Institute of Social History, for the access to the
invaluable files that they provided me. Amongst them a special
thanks to Willeke and the rest of the people in the archives
section and to Kees for his guidance and contacts.

Por último, mi segundo libro es tuyo, porque sin ti nada sería


igual, tal vez ni siquiera posible.

Atenas, 19/3/2010.

P.D.1

El uso de los términos anarquista, libertario,


anarcosindicalista, a menudo no refleja con exactitud la forma
en que se presentaban a sí mismas las personas a las que se
asignan, pero no hay manera posible de contrastar la tendencia
política precisa de los cientos de combatientes a los que se
hace referencia en el libro. Que sepa el lector que muchas
veces la elección entre los tres términos es aleatoria y que con
bastante frecuencia utilizo el término anarquista. Eso no
significa en ningún caso que los que se definían como
anarquistas tuviesen posturas o actitud vital más
revolucionaria. Por ejemplo, los hermanos Quero ‒modelo de
guerrilleros ofensivos y símbolo para los anarquistas
españoles‒ eran miembros del reformista Partido Sindicalista
de Pestaña. 2

P.D.2

La exhaustiva relación de nombres en este libro sé que


cansará al lector. Pero creo que es indispensable para la
comprensión global de la magnitud de la resistencia libertaria,
útil para quien quiera investigar más a fondo algunas hipótesis
y un mínimo homenaje a los combatientes de la causa
revolucionaria, desconocidos para un público más amplio.

P.D.3

En España puede que muchos discrepen con que haya


incluido algunos militantes autónomos en mi relato. No
pretendo usurparlos ideológicamente y espero que esto se
ponga de manifiesto durante la narración.

2 Después de haber editado el libro, me hice con el minucioso libro Hijos de una
Guerra, de Jorge Marco, que en la página 74 hace referencia a que solamente está
comprobado que Pepe Quero estaba afiliado al Partido Sindicalista durante la Guerra Civil
y que Antonio era miembro de la UGT antes de la guerra. Jorge Marco, Hijos de una
Guerra. Los Hermanos Quero y la Resistencia Antifranquista, Granada: Comares, 2010.
P.D.4

La escasa referencia a nombres femeninos refleja la limitada


participación de las mujeres en los grupos guerrilleros (al
menos hasta 1960). Pero no hay que pasar por alto que
muchos de los protagonistas del libro tenían familia e hijos que
les ayudaban como podían y a menudo se olvida la compleja
aportación de las compañeras ante la “heroica lucha armada”
que ellos llevaron adelante. Esta ayuda en labores de apoyo,
transporte, ocultación de armas, etc. está siempre escrita en
letra minúscula en los libros de historia, puesto que es tan
silenciosa e importante como el proceso de la respiración. La
aportación de todos esos hombres y mujeres que son invisibles
en los libros de historia, es especialmente importante ‒si no
igual‒ para la agudización de la guerra social y de clases que la
de los más conocidos y “reconocidos” compañeros/as suyos.
LA TRAYECTORIA DEL MOVIMIENTO HASTA 1936

La historia del movimiento anarquista español hasta el final


de la Guerra Civil ha sido asunto de muchos libros en lengua
griega. Pero se hace necesaria una breve presentación de los
hechos y reflexiones que condujeron al movimiento a la
situación en que se encontró en 1939, de modo que se ponga
de manifiesto su importancia en la evolución posterior (o sea,
el periodo que se estudia en este libro), pero también para que
los lectores que no tienen conocimiento del periodo histórico
se sitúen.

La llegada de Fanelli a España por orden de Bakunin en 1868


constituye el punto cero para la historia del movimiento
anarquista. Los principios anarquistas hallaron en España
terreno abonado, que había sido cultivado por las teorías del
federalismo. Pero lo que contribuyó especialmente a que el
anarquismo arraigase en la Península Ibérica fue la abismal
desigualdad social que caracterizaba
21 a la sociedad española.
Los obreros ‒y sobre todo los campesinos‒ vivían una opresión
despiadada, tanto por parte de los propietarios y los
terratenientes como por parte del poder estatal y la
ultraconservadora iglesia católica. El discurso antiautoritario de
la igualdad y la liberación social abrió perspectivas a miles de
seres humanos que eran tratados por la clase dominante como
objetos consumibles.

Desde el primer momento ‒1870‒ el movimiento en España


intentó formar estructuras organizativas sobre una base
federal. Hasta la fundación de la CNT, en 1910, se habían
creado y disuelto cuatro tentativas de organización
importantes, que aglutinaban en sus periodos de apogeo a más
de cincuenta mil miembros. La historia de los primeros
cuarenta años del movimiento estuvo llena de congresos,
insurrecciones, publicaciones y represión. Las discrepancias
entre las diferentes tendencias que se desarrollaron fueron
muchas veces un factor importante de contención más
importante que el terrorismo de estado. Colectivistas,
anarquistas individualistas, anarcocomunistas,
insurreccionalistas, sindicalistas y otras diversas tendencias
ejercieron una influencia oscilante en el movimiento y a
menudo chocaban entre sí.

Al mismo tiempo, España era el teatro de grandes


agitaciones sociales e insurrecciones que eran reprimidas de
manera violenta. A la vanguardia del movimiento estaban los
campesinos sin tierra andaluces con sus frecuentes
insurrecciones (el motín de Jerez en 1892 es un ejemplo
significativo), pero también los obreros catalanes
‒principalmente‒ con sus enérgicas huelgas (se cita a modo de
ilustración la huelga de Barcelona en 1902, durante la cual el
ejército mató a centenares de trabajadores).

En la vorágine de la evolución de los primeros años del


movimiento tuvo mucho desarrollo la idea de la acción directa,
tanto a nivel colectivo como individual. Asesinatos de
funcionarios del estado y ataques bomba (como el que costó la
vida a veinte ciudadanos que asistían a la ópera en el Liceo de
Barcelona en 1893) se llevaron a cabo como respuesta a la
represión del estado y retroalimentaron las persecuciones
contra anarquistas. En el libro de Max Netlau Historia de la
anarquía puede encontrarse un registro detallado de las
deliberaciones políticas de ese periodo. 3

El ascenso del movimiento sindical en Europa tuvo


repercusión también en España, donde algunos sindicatos de
tendencia anarcosindicalista de Barcelona se unieron en 1907
bajo la etiqueta de Solidaridad Obrera. Esta organización
constituyó la antesala de la fundación de la CNT. En julio de
1909 estallaron los sucesos de la “Semana Trágica” en
Barcelona, cuando una huelga general contra la guerra
evolucionó a insurrección proletaria 4. La represión que siguió
fue durísima y ejemplar. La vengativa ejecución del pedagogo

3 Vid. Nettlau, Max, Itnopíai; tpi; avapxíai; [Historia de la anarquía], Atenas, Dieznís
Vivliociki, 1988, ps. 104112, 138‒152, 205‒233. En el texto To Xáooi; ron Octvéxt [El
error de Fanelli], vid. Colombo, Eduardo, Lanza, Luciano, Camacho, Diego, Berti, Nico,
Itraavía 1936. nóxep.05 xat Emxvátacrq [España 1936, guerra y revolución], Atenas,
Elefceriakí Cultura, 2006, ps. 19‒27.
4 El término de “trágica” lo consagraron los periodistas de la época. Los participantes
y sus contemporáneos revolucionarios la denominaron “Semana Gloriosa” y “Semana
Roja”. La insurrección duró desde el 26 al 31 de julio y durante ella setenta y cinco
edificios eclesiásticos (iglesias, monasterios, capillas, etc...) fueron entregados a las
llamas. Los insurrectos levantaron más de doscientas barricadas en unas pocas horas y
para la restitución del orden llegaron diez mil soldados de otras regiones del país.
Oficialmente los muertos llegaron a ciento diecisiete (ciento cuatro del lado de los
insurrectos), mientras que fuentes anarquistas de la época hablaban de seiscientos
muertos. Hay una vivida descripción de los hechos en La Barcelona de la dinamita, el
plomo y el petróleo, 1884‒1909, Barcelona, Grupo de Afinidad Quico Rivas, 2009, ps.
103‒149.
Francisco Ferrer y de otros cuatro revolucionarios fue su
culminación.

En 1910 empezó una nueva etapa para el movimiento


libertario español con la fundación de la Confederación
Nacional del Trabajo, conocida por todos como CNT.5 En la
declaración fundacional estaba claro que el sindicalismo no era
un propósito, sino un medio de resistencia y de lucha en el
marco de la guerra de clases, con el propósito de expropiar los
medios de producción a las clases propietarias y controlar la
producción por parte de los trabajadores en el momento
apropiado. Se hacía énfasis en que la emancipación de los
obreros la obtendrían los propios obreros (y no ningún
partido).

La declaración de huelga general en Barcelona por la CNT el


año siguiente comportó quinientas detenciones y la
organización actuó clandestinamente hasta 1914 a causa de la
intensa represión. La clandestinidad tuvo como resultado la
radicalización del movimiento y el aislamiento de los que
apoyaban tesis más moderadas. La neutralidad de España en la
Primera Guerra Mundial tuvo una influencia beneficiosa tanto
en la economía española como para la CNT, que aumentó su
fuerza, pese a las diferencias que a menudo había entre sus
miembros en cuestiones de actualidad, pero también en

5 Muchos historiadores confunden la fundación de la CNT el 31 de noviembre/1 de


diciembre de 1910 con el primer congreso nacional de la organización en 1911, en el que
estaban representados treinta mil trabajadores de toda España. En la historia semioficial de
la CNT, Peirats da como fecha de la fundación el 8 de septiembre de 1911, es decir, el
primer congreso. Vid. Peirats (1988), tomo I, p. 25. El primer secretario general de la CNT
en la Transición considera el 1 de diciembre de 1910 la fecha de la fundación. Vid. Gómez
Casas (1986), ps. 50‒51.
cuestiones tácticas. Un conflicto típico era el relativo a la forma
de los sindicatos, ya que la CNT había creado gremios fabriles,
pese a la reacción de miembros que preferían la antigua
estructura de los gremios profesionales y sectoriales.

El primer éxito de la Confederación en la posguerra llegó con


la huelga en La Canadiense, empresa eléctrica de intereses
anglocanadienses, en Barcelona en enero de 1919. El gremio
fabril empezó una huelga para solicitar la readmisión de ocho
despedidos y el aumento de los sueldos. Durante la huelga el
gobierno adoptó medidas represivas, la huelga se extendió por
toda Cataluña y tres mil obreros fueron encarcelados en el
castillo de Montjuic. A continuación, la retractación del estado
y de los patronos significó el aumento de los salarios, así como
la consagración de las ocho horas en muchos sectores.

Pero el triunfo de los trabajadores en Barcelona provocó la


reacción prolongada de los patronos y del gobierno que
lanzaron una ola de terror contra la CNT. Se crearon grupos
armados paraestatales, un cuerpo de orden represivo especial,
los somatenes 6 , y asociaciones de patronos en las que
industriales y paraestatales obligaban con amenazas a los
obreros a inscribirse. El periodo de terror que vino a
continuación ‒conocido como pistolerismo‒ privó a la CNT 7 de

6 Los somatenes, una singular milicia armada, fueron disueltos durante la Segunda
República española para reconstituirlos Franco después de 1944, con la voluntad de batir a
la guerrilla.
7 Gómez Casas (1986) habla de cien muertos y quinientos heridos de la CNT, ibid. p.
60, mientras que Peirats da una lista de ciento seis muertos que considera incompleta. Solo
en 1921 se realizaron treinta atentados mortales contra jefes, cincuenta y seis contra
policías y ciento cuarenta y dos contra obreros. En dos años estallaron más de doscientas
bombas en blancos de uno y otro lado. Vid. Marín (2002) p. 43. En griego hay una amena
descripción de los sucesos en Abel Paz (1999) ps. 34‒52.
importantes miembros, como el secretario general del comité
nacional, Evelio Boal, Antonio Feliú y Salvador Seguí 8, conocido
también como el Noi del Sucre, pero dio a conocer a una nueva
generación que dotó de personal a los grupos de autodefensa
de la organización, respondiendo a la represión estatal y
patronal. Entre ellos destacaban Pedro Mateu 9, Rafael Torres
Escartín 10 , los hermanos Ascaso, Marcos Alcón 11 ,
Buenaventura Durruti, Juan García Oliver, Ricardo Sanz 12 y
Gregorio Suberviola. 13

8 Salvador Seguí Rabinat (1887‒1923) fue asesinado el 10 de marzo de 1923. Había sido
cofundador de la CNT y uno de sus más reconocidos miembros. Opuesto desde el
principio a la Tercera Internacional, recibió críticas en los duros años del pistolerismo por
su actitud política conciliadora. Después de dos atentados frustrados, los paraestatales
pusieron fin a su vida, una vida repleta de encarcelamientos, pero también de lucha
incesante.
9 Pedro Mateu Cusido (1897‒1980) participó en 1921 en el asesinato del presidente
Dato. Fue puesto en libertad en 1931, combatió en la Guerra Civil y fue encarcelado tras
los sucesos de mayo de 1937 por la ocupación ilegal del arsenal. Exilado en Francia,
colaboró con grupos de guerrilleros anarquistas, fue torturado por los franceses en 1951 y
vuelto a encarcelar en 1959 por su relación con la lucha armada antifranquista.
10 Rafael Liberto Torres Escartín ejecutó junto con Francisco Ascaso al cardenal
Soldevila, participó en numerosas acciones contra la policía y fue detenido tras el gran
robo del Banco de España de Gijón en 1923. Fue encarcelado, torturado y trasladado en
1931 a un psiquiátrico. En 1939, el primer día de la entrada de los fascistas en Barcelona lo
fusilaron a la puerta del psiquiátrico.
11 Marcos Alcón Selma (1902‒1997) era miembro de los grupos armados de
autodefensa y luego de las organizaciones sindicales de la CNT. Sustituyó a Durruti en el
Comité de Milicias en 1936. Después de la derrota emigró a Méjico y se opuso a las tesis
reformistas, participando en el movimiento hasta su muerte.
12 Ricardo Sanz Asensio (1898‒1996) fue un miembro fundamental de los comités
armados de defensa y soportó muchos encarcelamientos. Tras la muerte de Durruti asumió
la comandancia de su columna hasta el fin de la guerra. En el exilio se alineó con la
tendencia reformista.
13 Gregorio Suberviola Baigorri (1896‒1924) participó intensamente en la vida
organizativa del movimiento, pero también protagonizó una serie de robos para financiar a
la CNT. Fue asesinado por la policía, junto a Marcelino del Campo, en su escondrijo de
No olvidemos que en ese mismo periodo la Revolución de
Octubre estaba en proceso y seguramente también influyó a
los obreros españoles. La CNT en un principio adoptó una
actitud crítica ante los sucesos que tenían lugar en Rusia,
aunque en 1919 anunció su participación en la Tercera
Internacional. Pero un grupo de jóvenes miembros que eran
filobolcheviques sacaron provecho de la situación (régimen de
ilegalidad, represión, ejecuciones y detenciones) y ‒dado que
eran desconocidos para la policía‒ ocuparon cargos en los
comités de la organización, sin representar a ninguna
tendencia importante. Los más conocidos eran Andrés Nin y
Joaquín Maurín14. Ambos, con Jesús Ibáñez, Hilario Arlandis y
Gastón Leval, compusieron la delegación de la CNT en la
URSS 15 . Después del regreso y como las libertades
constitucionales habían sido restablecidas, en el congreso de la
CNT en Zaragoza en junio de 1922, la tendencia
anarcosindicalista no dejó ningún margen al más mínimo

Barcelona.
14 Andrés Nin, fundador posteriormente con Maurín del POUM, fue asesinado por los
estalinistas tras los sucesos de mayo de 1937. Antes de la fundación del POUM, Maurín
dirigió el BOC, un partido catalán obrero y campesino que colaboraba con la Unión
Soviética estalinista. Más información sobre el POUM, de una fuente trotskista, puede
encontrarse en griego en Félix Morrow, Exaváataaq Kat Avrexaváataat arqv laxa vía
[Revolución y contrarrevolución en España], Atenas, Pali Eigatikí, 2006. Como muchos
otros izquierdistas antiestalinistas cuando analizan la Revolución Española, Morrow da al
POUM dimensiones mayores de las que en realidad le corresponden, mientras que sus
comentarios contra los anarquistas muestran más rabia militante que una excelente labor
de análisis, como se dice en el prólogo. La frecuencia de referencias al POUM por parte de
los izquierdistas contemporáneos, reside en que, no pudiendo alinearse históricamente con
el partido comunista estalinista o los socialistas, pusieron los ojos necesariamente en este
pequeño partido sin importancia (con sus enormes errores de bulto y sus dirigentes de
dudosa calidad) para identificarse.
15 Gómez Casas, apoyándose en el testimonio personal de Manuel Buenacasa, dice que
a la delegación se le privó del derecho de representación oficial antes de que partiese. Vid.
Gómez Casas (1986), p. 61.
bolchevismo y se retiró de la Tercera Internacional para
incorporarse a la anarcosindicalista AIT recién fundada, con
sede en Berlín.

Al mismo tiempo que en la estructura puramente sindicalista


de la CNT, muchos militantes participaban también en grupos
anarquistas autónomos. Tales grupos existían en España desde
finales del siglo anterior y se ocupaban de cuestiones teóricas y
sociales, publicaciones o incluso de la acción directa, según el
talante de los que participaban en ellos. Se distinguían
claramente de la Confederación como grupos no obreros y
anarquistas puros, sin relación con la actividad sindical de los
miembros de la CNT. En 1920‒21 apareció una tendencia que
apoyaba la coordinación de los grupos a nivel nacional. El
resultado de las deliberaciones fue un congreso local de grupos
el verano de 1922 en Barcelona, en el que se constituyó una
Comisión Nacional de Relaciones Anarquistas 16, el precedente
de la FAI.

El golpe de estado militar de Primo de Rivera, en septiembre


de 1923, devolvió gradualmente a la CNT al régimen de
ilegalidad y a una posición desfavorable, ya que el contrapeso
sindical, la UGT socialista, colaboró con la dictadura (su
secretario general y posterior presidente del gobierno en la
Guerra Civil, Largo Caballero, fue ministro de Trabajo). El
gobierno solicitó garantías legales a la CNT, cuyo acatamiento

16 Fue su secretario Juan Manuel Molina ‘Juanel’. La iniciativa del congreso


correspondió al recién constituido grupo Los Solidarios, de García Oliver, Ascaso,
Durruti, Escartín, Fernández, Sanz, Suberviola, Brau, Miguel del Campo, García
Vivancos y Martínez Garzón. En el congreso participaron también Pestaña y Urales entre
un total de cincuenta anarquistas más o menos. Vid. Gómez Casas (1986) p. 64‒65.
ponía en peligro su carácter revolucionario, algo que creó
tiranteces entre sus miembros en relación a la actitud que se
debería mantener. La mayoría de los sindicatos pasó
voluntariamente a la clandestinidad, antes de que el gobierno
declarase ilegal a la CNT en mayo de 1924. El periodo que
siguió hasta la definitiva caída de la dictadura en 1931 se
caracterizó por las intensas disputas sobre el carácter de la
Confederación y la postura que debía tener como sindicato. Esa
confusión se estampó esquemáticamente sobre todo en la
yuxtaposición de dos tendencias. Una ‒con Ángel Pestaña
como máximo exponente 17‒ quería un sindicalismo “puro”,
alejado de la supremacía de la ideología anarquista dentro del
movimiento obrero. Estaba por la legalización de la CNT a
través de su control por comités estatales tripartitos y optaba
por las alianzas políticas en defensa de los intereses de clase.
La otra ‒su más ilustre exponente era Juan Peiró‒ prefería una
actividad clandestina limitada a una legitimación que
adulteraría la tradición antiautoritaria del movimiento con su
actividad reformista.

En ese clima y con la represión aumentando continuamente,


se fundó en Valencia el 25 y 26 de julio de 1927 la Federación
Anarquista Ibérica, la FAI. El objetivo de su fundación era

17 La trayectoria política que siguió Pestaña, con el “manifiesto de los Treinta” y la


fundación del Partido Sindicalista, ha provocado la desaprobación de gran parte de los
anarquistas. Pese a su giro final hacia posiciones más reformistas, vale la pena recordar
que Ángel Pestaña Núñez (1886‒1937) fue una de las figuras centrales del movimiento,
que contribuyó a la pervivencia de tesis clave en épocas muy difíciles. Eso le costó años de
cárcel en periodos diferentes (conoció por primera vez la cárcel a sus quince años por
propaganda en favor de las ocho horas). También Pestaña fue firme en sus tesis, en
contraposición a muchos de sus críticos que tomaron senderos más reformistas y de poder
que él ‒principalmente durante la Guerra Civil‒ antes de girar de nuevo hacia tesis
anarquistas ortodoxas y restituirse en la memoria colectiva...
coordinar los grupos anarquistas dispersos de la península,
para impulsar el movimiento anarquista. La FAI declaró su
oposición desde el principio a colaborar con cualquier agente
político. Acordó invitar a la CNT a colaborar ampliamente y a
formar comités comunes a nivel local y nacional. Pero los
temas que ocuparon el congreso fundacional fueron la
naturaleza de los grupos que merecían participar en la FAI, el
movimiento obrero, la represión y los presos, la propaganda y
la cultura, la dictadura, el carácter ibérico de la Federación, su
estructura organizativa y su desarrollo internacional 18 . La
fundación de la FAI vino a responder a muchas cuestiones
abiertas de los anarquistas españoles, como las de la
orientación teórica, la de la organización, la de la autodefensa y
la de coordinación. Pero su característica básica fue el esfuerzo
por conservar la primacía del discurso anarquista dentro de la
CNT, en una época en que el reformismo ganaba terreno no
solo en España, sino también internacionalmente.

Hasta la caída de la dictadura en 1930, la actividad del


movimiento era relativamente limitada y sus figuras centrales
‒las que no estaban en el exilio o en la cárcel‒ estaban
ocupadas en conjuras contra el régimen. A la dictadura de
Primo de Rivera le sucedió el régimen de transición del general
Berenguer, que se desmoronó con la monarquía en abril de
1931, abriendo camino a la Segunda República española y
dando paso al gobierno a una alianza de socialistas y
republicanos radicales. En 1930 empieza el periodo de
reestructuración de la CNT. Durante el régimen de Berenguer
hubo un gran aumento de huelgas y se observó una gran

18 Informaciones que analizan ese primer congreso, Gómez Casas (1986), ps. 107‒116.
alteración social, debida tanto a la crisis económica que
castigaba al país como a la actividad creciente de los sindicatos.

La CNT empezó a reorganizarse y sus miembros a


aumentar 19 . Aparte del trabajo de organización, a ello
contribuía también el mito que empezaba a crearse en torno a
la FAI y su participación en las huelgas y las manifestaciones
violentas de la época, que favoreció la orientación
revolucionaria de muchos obreros y campesinos sin tierra y la
expectativa de una revolución social. La verdad es que la FAI se
hizo más conocida por las acusaciones de la prensa burguesa y
del gobierno socialista contra ella que por su actividad real.
Pero sus tesis reflejaban claramente una tendencia existente
en la CNT, ya pujante aunque minoritaria. La síntesis de todas
las tendencias dentro del movimiento se intentó en el tercer
congreso de la organización, en julio de 1931, en Madrid.

En ese congreso 20 se debatieron muchas cuestiones de


naturaleza orgánica de la acción sindical, pero los temas
básicos fueron la conformación de una postura común ante la
recién nacida república, la cuestión agraria y el reconocimiento
‒o no‒ de la FAI por la CNT. La cuestión agraria se debatió por
extenso y todos los congresistas llegaron a una decisión común
en favor de la expropiación de las grandes propiedades, su

19 La excarcelación de muchos de sus miembros en abril de 1931 favoreció esa


dirección.
20 Miguel Íñiguez calcula la participación en el congreso en cuatrocientos dieciocho
representantes de quinientos once gremios, que contaban quinientos treinta y cinco mil
miembros. Vid. Íñiguez (2001), p. 355. Paz habla de setecientos representantes de
ochocientos mil trabajadores, Paz (1999), tomo I, p. 158. Thomas calcula que en 1930 los
obreros que estaban a favor de la CNT eran millón y medio, Vid. Thomas (1971), tomo I,
p. 78.
transmisión a los sindicatos para uso colectivista y a la
necesidad de preparar a las masas agrarias para la revolución
anarcosindicalista constructiva. A la cuestión de la FAI no se le
halló ninguna solución comúnmente aceptada, siendo así que
no fue reconocida oficialmente por la CNT como interlocutor
equivalente en el congreso. Pese a todo, muchos
representantes electos de los gremios eran miembros de la FAI,
en tanto que trasladaban las opiniones de las asambleas de sus
gremios en su doble condición. La postura frente a la república
puso de manifiesto la clara disensión entre dos sistemas de
acción. La más moderada, cuyos principales representantes
eran Peiró y Pestaña, apoyaba la actitud apolítica de la CNT y la
revolución social como último objetivo, pero insistía en que
hubiese unas exigencias mínimas al gobierno en cuestiones
obreras y constitucionales. La más dura, en la que ‒aparte de
los miembros de la FAI‒ estaban alineados algunos miembros
que luego se incorporaron a ella, persistía en la agudización
inmediata de la situación y en la condena de la república
burguesa como único camino para alcanzar la revolución. El
resultado del congreso estuvo más bien a favor de la tendencia
moderada, ya que, aunque no lograse que se aprobara su
postura sobre las exigencias al gobierno, se aprobaron sus
puntos de vista en muchas cuestiones de organización y se
evitó un agravamiento inmediato de la situación, dando al
gobierno espacio vital y tiempo para avanzar. Pero al final los
acontecimientos próximos de la actualidad cambiaron las
correlaciones.

Alarmados por el funcionamiento de la FAI en el movimiento,


treinta ilustres sindicalistas de la CNT, entre ellos el secretario
general del comité nacional, Ángel Pestaña, y el editor de
Solidaridad Obrera, Juan Peiró, publicaron en agosto de 1931
un manifiesto que se denomina ‘Manifiesto de los Treinta’ y la
tendencia que lo expresaba ‘treintismo’. Su objetivo era
oponerse a la presión que ejercía la FAI en la Confederación,
centrándose en una táctica más sindical. El texto comenzaba
con un análisis de la realidad española y la actitud antiobrera
del gobierno con claras tesis antiestatales y la conclusión de
que la revolución social era inevitable. Continuaba con la
confirmación de que algunos ‒la FAI‒ creían que la revolución
llegaría inmediatamente, a través de la acción de minorías
intrépidas que con el uso de la violencia precipitarían la
confrontación final. A esta postura se la calificaba de
perspectiva demagógica de la revolución y absolutamente
aventurera. Para los firmantes, la preparación de la revolución
debía ser metódica y colectiva, resultado de un esfuerzo
popular colectivo, mediante los sindicatos. En el epílogo, los
Treinta se presentaban como revolucionarios antiestatalistas y
no “seguidores del mito revolucionario” y finalmente
subrayaban su oposición a una serie de opciones intrépidas de
una elite revolucionaria, que después del triunfo de la
revolución podría transformarse en dictadora, insinuando
claramente a la FAI.21

El manifiesto provocó serias fricciones en la CNT. Los


continuados ataques de la recién constituida república contra
los obreros y campesinos anarquistas en las huelgas y las
manifestaciones habían creado un clima de agitación 22 . El

21 Vid. Íñiguez (2001) ps. 602‒603, pero también Gómez Casas (1986). ps. 125‒129.
22 Nos referimos al asesinato de veinte trabajadores de la Confederación durante el
ataque de la Guardia Civil a las oficinas de la CNT en Sevilla en julio de 1931 para
ocuparlas. Los trabajadores participaban en una huelga en la que se produjeron disturbios.
apoyo manifiesto del gobierno a la tendencia de los Treinta,
con el encarcelamiento selectivo de miembros de la FAI y la
publicación de artículos ‒por parte de la prensa
gubernamental‒ contra las prácticas violentas que la FAI
defendía y en defensa de las tesis sindicalistas, orientó a la
Confederación hacia la tendencia de la FAI. En 1931 esa
postura era sostenida no solo por la propia FAI, sino también
por otros polos de influencia dentro de la CNT y,
especialmente, por la familia Urales y sus publicaciones, así
como por los reconstituidos Solidarios, que habían cambiado
su nombre por el de Nosotros en 1931.23

En el congreso local de la CNT de Cataluña en octubre se


impuso la tendencia de la FAI y se retiró a Peiró de la jefatura
de redacción de Solidaridad Obrera, situando en su lugar a
Felipe Alaiz 24. Pese a los intentos de conciliación, la situación
empeoró tras la insurrección anarquista en la comarca catalana
de las minas del Alto Llobregat, el 18 de enero de 1932. Esta
revuelta fue la primera de una serie de insurrecciones
semejantes que se registraron durante la Segunda República.

Vid. Paz (1999) tomo I, p. 160.


23 La hija de Federico Urales ‒pseudónimo de Juan Montseny‒, Federica Montseny, se
afilió luego a la FAI e incluso los políticos adversarios la llamaban “Miss FAI”.
Desempeñó junto con su marido, Germinal Esgleas, un papel crucial en todo el periodo
estudiado por el libro. Nosotros, aunque no se habían afiliado a la FAI (por otra parte,
varios de sus miembros estaban ausentes de España durante su fundación y García Oliver
estuvo en la cárcel hasta 1931), muchas veces funcionaban en su nombre creando
confusión. Peirats sostiene que Nosotros prefería coordinarse con los comités de defensa
de los sindicatos de Barcelona y actuaba independientemente de la FAI, como vanguardia
suya. Vid. Amorós (2003), p. 89.
24 Felipe Alaiz de Pablo (1887‒1959) era escritor y periodista en publicaciones
anarquistas. Ha escrito miles de artículos y se le considera una de las plumas anarquistas
más importantes del siglo XX.
Los edificios públicos más importantes de la comarca fueron
ocupados, se izó la bandera roja y negra y los obreros
desarmaron a los cuerpos de seguridad. Se abolió el dinero y se
proclamó el comunismo libertario. Cinco días más tarde, tras
breves enfrentamientos, el ejército restableció el orden en la
comarca e hizo centenares de detenciones.

Esta práctica era claramente opuesta a la alternativa política


de la tendencia moderada, que la censuró. En abril de 1932 se
removió al secretario de la organización en Cataluña y fue
sustituido por el miembro de la FAI Alejandro Gilabert,
mientras que la situación empeoró con la dimisión de Pestaña
de su puesto de secretario general de la CNT. El conflicto ya se
había decidido a favor de la FAI cuando Pestaña fundó la FSL
como contrapeso, en enero de 1933.25 En marzo la CNT dio de
baja a la organización de Sabadell y en junio de 1933 el cisma
entre ambas tendencias se hizo oficial con la creación de los
“Sindicatos de Oposición”. En su auge estos sindicatos
alcanzaron aproximadamente los sesenta mil miembros26, pero
la fundación por parte de Pestaña del Partido Sindicalista, en
marzo de 1934, llevó a que la mayor parte de los miembros de
los Sindicatos de Oposición lo desaprobasen e intentasen
reafiliarse a la CNT. La conexión otra vez de ambas tendencias
se produjo en el congreso de Zaragoza, en mayo de 1936.

El triunfo de las tendencias directamente revolucionarias


desde 1931‒32 tuvo como resultado, según se ha referido más
arriba, el comienzo de una fase más violenta de la lucha obrera

25 Federación Sindicalista Libertaria.


26 Vid. Íñiguez (2001) p. 575
y campesina, llena de huelgas ‒muchas de ellas salvajes‒ e
insurrecciones. El eco y la participación en ellas fue grande,
algo lógico en un país que era castigado por la extrema pobreza
y en el que la expectativa de reformas agrarias y laborales por
parte del recién constituido gobierno no iba por buen camino.
La propaganda anarquista sobre la asunción de la acción
revolucionaria directa halló gran repercusión y engrosó las filas
de la CNT.

La insurrección de enero de 1933, de ámbito nacional, se


demostró crucial para la historia española. La había precedido
en agosto de 1932 el fracasado golpe de estado militar del
general Sanjurjo. El único lugar que los amotinados controlaron
durante un pequeño espacio de tiempo fue Sevilla, pero la
huelga general que declaró la CNT local en combinación con el
sector más pujante de los obreros invalidó sus planes. El
peligro de un golpe de estado más organizado era visible. La
Confederación decidió que una tentativa revolucionaria, aun
fracasando, despertaría a la clase trabajadora y revelaría la
actitud antirevolucionaria y oportunista del sindicato socialista.
Cabía la esperanza de que muchos trabajadores de la UGT la
abandonasen y pasasen a la CNT, que luchaba por la revolución
social inmediata. El comité nacional de la CNT fue el que planeó
la insurrección, creando un comité revolucionario. Se había
previsto una huelga nacional de ferroviarios, a la que seguirían
huelgas generales e insurrecciones en la mayoría de las
regiones del país.

El plan fue conocido por las autoridades y los ferroviarios se


echaron atrás. El comité nacional retiró la convocatoria, pero,
como los preparativos estaban consumados, la FAI decidió
ejecutar el plan, mientras que la organización regional de la
CNT en Andalucía asumió la responsabilidad del movimiento. El
amanecer del 8 de enero Barcelona despertó a causa de los
disparos de los trabajadores, que pretendían ocupar edificios y
puntos cruciales de la ciudad. En Barcelona el movimiento
fracasó, pero, en otras comarcas de Cataluña y especialmente
de Levante y Andalucía, comarcas enteras pero también
pueblos aislados y aldeas, proclamaron el comunismo libertario
durante unos días27. En un caso, en Casas Viejas, cuando las
autoridades recobraron el pueblo, quemaron a un grupo de
anarquistas en la casa que sitiaban, aunque también
ejecutaron a otros aldeanos. Ese suceso innecesario tuvo una
enorme repercusión en el gobierno, que fue acusado tanto por
las derechas como por sus propios miembros de asesino del
pueblo. Al poco tiempo hubo remodelación del gobierno, su
popularidad cayó y se abrió el camino a unas nuevas
elecciones. Las elecciones se fijaron para noviembre y llevaron
a una victoria aplastante de las derechas.

Esa victoria se debe a muchos factores. La reconstrucción de


la derecha, que estaba preocupada por la preservación de sus
privilegios, fue apoyada por la iglesia, que había visto
recortadas muchas de sus prebendas. Viceversa, los pobres
resultados del gobierno saliente decepcionaron a muchos de
los que habían votado a los socialistas. Tuvo parte importante
la enorme campaña antielectoral de los anarquistas28, aunque

27 En las comarcas agrícolas se produjo en muchos casos sin enfrentamientos. Las


autoridades, al ver armados a los campesinos, simplemente huían del pueblo sin resistirse,
esperando refuerzos para volver.
28 En griego está editado el libro de Mercedes Vilanova, Ot Aópaxei; nx£io\|rq(pí£
Epyanicrj skp.sxáxx£uaq, £taváaxaari Kat Kaxaaxoxrj [Las mayorías invisibles.
Explotación fabril, revolución y represión], que intenta descomponer la importancia de la
algunos analistas atribuyen el triunfo de la derecha al voto
femenino, que se dio por vez primera, considerando
‒infundadamente y de manera abusiva‒ que la mayoría de las
mujeres eran creyentes y por eso habrían tendido a la derecha.
En todo caso, la posición de la CNT era clara: abstención e
intensa propaganda revolucionaria para que estallase la
revolución social. La FAI había expuesto también su postura de
que los dos únicos caminos que podía tomar la situación eran
el fascismo o la revolución social 29.

propaganda antielectoral anarquista y propone que la abstención fue resultado del


analfabetismo, en combinación con presiones de los patrones a sus trabajadores para que
no votasen. Pese a la firme postura antielectoral de la CNT, es sabido que, de las tres
batallas electorales del periodo 1931‒36, solo en 1933 la campaña fue intensa, mientras
que la expectativa de excarcelación de los políticos presos condujo en 1936 a los
miembros de la CNT a una actitud más participativa. La investigación a la que me he
referido antes hace uso de testimonios orales cuya validez se examina según parámetros
psicológicos y sociales. En todo caso son testimonios que proceden de hombres de más de
sesenta años, deshechos por treinta y cinco años de dictadura militar y propaganda, así que
sus apreciaciones no carecen de prejuicios. La segunda herramienta de la investigación
son las listas electorales de Girona, la provincia de Cataluña menos influida quizá por el
anarquismo. Personalmente creo que, precisamente por la postura ‘científica’ y ‘neutral’
que invoca continuamente, a la autora la domina una obsesión por la devaluación de la
propaganda antielectoral de la CNT, sin combinar su investigación con los hechos reales
que configuraron el comportamiento electoral del periodo (por ejemplo los nueve mil
detenidos de la CNT en 1933 casi se duplicaron hasta 1936. ¿Cuál fue el comportamiento
electoral de los familiares y amigos que esperaban su excarcelación?). Si en cambio tiene
como objetivo demostrar que los miembros de la CNT no eran todos revolucionarios
conscientes, ya se sabe, pero hay que recordar que a la investigación que llevó a cabo no
podían responder los doscientos mil miembros de la CNT ‒calculando moderadamente‒
de Barcelona, que fueron asesinados en los combates, ejecutados por los pelotones
franquistas o tomaron el camino del exilio... Vid. Vilanova, Mercedes, Ot aópaxsi;
nxsiorq(pí£ Epyaxuaj skpsxáxxeuaq, £7taváaxaari xat kaxaaxoxrj, Atenas, Catarti, 2000.
29 Este análisis se impuso en un congreso de los comités locales de la FAI a finales de
octubre de 1933. Por esa razón se constituyó un grupo con el objetivo de elaborar un
modelo de gestión económica antiautoritario y anticentralista a nivel local, nacional e
internacional, así como también afianzar una sociedad libertaria que pudiese mantener sus
logros. Vid. Gómez Casas (1986) ps. 138‒144.
Así, el triunfo de la derecha llevó a la CNT a una tentativa
revolucionaria más. Los representantes de los sindicatos
nombraron un comité revolucionario constituido, entre otros,
por Durruti, Isaac Puente 30 y Cipriano Mera, para organizar una
insurrección nacional. Esta se llevó a cabo el 8 de diciembre de
1933 y, pese a los éxitos locales, fue reprimida en una semana.
Los enfrentamientos con la policía fueron intensos y la
represión subsiguiente extensa31. El fracaso de la insurrección
constituyó el principio del cambio de la política tanto de la CNT
como de la FAI. El agotamiento natural y económico del
movimiento, por la continua represión y las tentativas
fracasadas, condujo al reajuste de la táctica.

La llegada a España de algunos militantes anarquistas


exiliados de Uruguay y de Argentina en el bienio 1932‒33
desempeñó un papel importante en ese giro. Entre ellos
destacaban Francisco Carreño y Manuel Villar, pero la figura
más conocida era Diego Abad de Santillán32. Tuvo una gran
autoridad en el movimiento porque representaba a la
federación anarquista argentina (FORA) en los encuentros
internacionales, pero también por el gran volumen de su obra

30 Isaac Puente Amestoy (1896‒1936) era médico y eminente teórico del comunismo
libertario. De los más grandes intelectuales del movimiento, fue encarcelado
repetidamente y ejecutado los primeros dias del golpe de estado. Tras su ejecución, un
tribunal franquista lo condenó a muerte.
31 Paz da cuenta de ochenta y siete muertos y seis mil encarcelados, vid. Paz (1999),
tomo I, p. 215, aunque la cifra real de encarcelados por la insurrección ascendió a
setecientos y los seis mil que refiere debían de ser el conjunto de los detenidos. Vid. Peirats
(1988), tomo I, p. 78.
32 Pseudónimo de Baudilio Sinesio García Fernández. Nacido en España en 1897, a
corta edad emigró con sus padres a la Argentina. Regresó a España a estudiar, se vinculó
con el movimiento y a continuación vivió cuatro años en Alemania antes de regresar en
1926 a la Argentina. Murió en Barcelona en 1983.
escrita. Fundó junto con otros compañeros el grupo anarquista
Nervio y, con la ayuda del grupo Germen de Juan Manuel
Molina ‘Juanel’, Santillán asumió el cargo de secretario del
comité peninsular de la FAI. En ese periodo la FAI estaba siendo
golpeada por las detenciones y se caracterizaba por una
desorientación teórica que reunía en sus filas a seguidores de
la acción directa (Nosotros, etc...), pero también a conocidos
reformistas y seguidores de la participación política (Fidel Miró,
Horacio Prieto). Santillán era moderado y defendía una
percepción tecnocrática del comunismo libertario. Había
escrito muchos libros sobre la gestión de la producción y la
importancia revolucionaria de la industria y de la tecnología,
aunque creía en la necesidad de un consejo económico central
que coordinase la economía postrevolucionaria 33. Finalmente,
era defensor de una alianza de la CNT con la UGT.

El triunfo de la derecha aumentó las voces por una alianza


dentro de la Confederación con la UGT. La mayoría quería una
alianza de las bases de ambos sindicatos, pero no faltaban
tampoco las opiniones en favor de un acuerdo tanto con la
UGT como con el partido socialista que la controlaba, el PSOE.
Había también, por supuesto, muchos que se oponían a
cualquier forma de colaboración 34. El pleno nacional de la CNT,
en febrero de 1934, acabó convocando a la UGT a un

33 Amorós considera que sus últimas tesis eran cercanas a las de los socialdemócratas.
Vid. Amorós (2003), p. 89.
34 Todas estas tesis se expresaban abiertamente en los periódicos del movimiento.
Juzgando por el hecho de que nunca la base de la CNT decidió colaborar con el PSOE,
podemos suponer que el punto de vista de Jaume Balius en Tierra y Libertad representaba
a gran parte de los miembros de la CNT: [...] los socialistas, los eternos traidores del
proletariado y el verdugo mayor que ha conocido el proletariado ibérico en el periodo
1931‒1933. Amorós (2003), p. 64.
compromiso revolucionario público, al que seguiría la firma de
un acuerdo básico de afianza de clase. La UGT ni siquiera
respondió. En el siguiente pleno nacional, en junio, se mantuvo
esa postura de la CNT, pero se supo que la organización local
de Asturias había suscrito por separado un pacto con la UGT
local.

Los socialistas, que se negaban a aliarse con los anarquistas,


se volvieron al pequeño partido comunista y a los partidos
separatistas radicales de Cataluña y el País Vasco, creando la
Afianza Obrera. Esa táctica les llevó a la insurrección de
octubre. Para llegar hasta aquí, su preocupación básica fue el
patente alejamiento de la CNT. Salvo el caso de Asturias, en
todo el resto del país, los socialistas y sus aliados
exteriorizaban sus diferencias con el sindicato anarquista. A
modo de ilustración, la policía catalana ‒Cataluña había
obtenido autonomía administrativa parcial después de 1931‒
disolvía las huelgas de la CNT y detenía a los huelguistas.
Además, un día antes del estallido de la insurrección de
octubre detuvo a muchos anarquistas conocidos, antes de que
la Afianza Obrera convocase la huelga.35

La insurrección fracasó en toda España, salvo en Asturias. En


Barcelona el gobierno local, la Generalitat, proclamó la
independencia de Cataluña, pero sus partidarios se rindieron
casi sin luchar, cuando el ejército salió a la calle para
restablecer el orden. En Madrid, Donostia (San Sebastián) y
otras ciudades, el gobierno se hizo rápidamente con la

35 Los “Sindicatos de Oposición” apoyaron a los socialistas en Cataluña. Vid. Gómez


Casas (1986), p. 152.
situación. Pero en la región de Asturias, el núcleo de extracción
de minerales de la península, los trabajadores ocuparon en una
noche veintitrés cuarteles de la Guardia Civil 36 y controlaron
muchas ciudades y pueblos. La colaboración de trabajadores
socialistas, que eran la mayoría, anarquistas y comunistas, que
se organizaron en consejos revolucionarios y milicias, fue
particularmente decisiva. Un ataque aplastante del ejército
español, con el general Franco al frente ‒entonces popular
entre los derechistas‒, logró derrotar la República Socialista de
Asturias después de trece días de duros combates. El balance
oficial para toda España refería 1.335 muertos y 2.951
heridos37.

Esta insurrección fue el suceso más importante del llamado


‘Bienio Negro’ del gobierno de derechas del país. Desde ese
momento hasta las elecciones de 1936, la Confederación se
halló en una situación terrible. Los anarquistas llenaban las
cárceles 38 y muchos sindicatos locales funcionaban
clandestinamente, mientras las fuerzas que se han citado
anteriormente se imponían en la parte organizativa. Todo eso
contribuyó a una relativa disminución de la actividad pública de
la CNT y un paciente esfuerzo organizativo de los gremios, ya

36 La Guardia Civil es un cuerpo militar de vigilancia del campo que fue creado en el
siglo XIX y existe hoy día. Fue utilizado contra los contrabandistas y los bandoleros
tradicionales y, tras el ascenso del movimiento popular, constituyó el arma de represión
por excelencia de las reivindicaciones y las insurrecciones agrarias. Tras la Guerra Civil
cayó sobre ella el peso de la aniquilación de los guerrilleros, por eso llegó a contar con
cerca de sesenta mil miembros.
37 Una buena descripción de los hechos hacen Paz (1986), tomo n, ps. 19‒93 y Thomas
(1971), tomo I, ps. 145154. Esas cifras son más bien pequeñas, si tenemos en cuenta que el
poder oficial quería rebajar ‒en la medida de lo posible‒ el suceso.
38 Se calculaba que los políticos presos eran cerca de treinta mil en 1935, la mayoría de
los cuales eran miembros de la CNT. Vid. Amorós (2003) p. 61.
que todos sabían que era ya casi seguro un golpe de estado
militar. Incluso hasta los partidarios de la acción directa, como
Durruti, optaban por una disminución de las huelgas y de las
prácticas insurreccionales, para que el movimiento no sufriese
más encarcelamientos de militantes en un momento tan
decisivo. Los militantes tenían que preparar su arsenal y
organizarse para la victoria de la revolución.

Finalmente cayó el gobierno tras una serie de escándalos


económicos y se convocaron elecciones para el 16 de febrero
de 1936. Las dos grandes formaciones que se medirían eran el
Frente Nacional y el Frente Popular. El primero era una
colaboración de la CEDA, partido de derechas ‒cuyo dirigente,
Gil Robles, era admirador de Hitler‒ con monárquicos,
terratenientes, tradicionalistas, carlistas y falangistas 39 . El
Frente Popular ‒resultado del giro político del Comintern en
1935 hacia las colaboraciones‒ estaba formado por el PSOE,
dos partidos de centroizquierda, el PCE, la Esquerra catalana, el
POUM y el Partido Sindicalista de Pestaña40. Algunos partidos
centristas que participaban en el gobierno anterior
concurrieron de manera independiente y lo mismo hizo el PNV
vasco.

39 La Falange era el partido que había fundado José Antonio Primo de Rivera ‒hijo del
exdictador‒ en 1933. Su ideología era nacionalsindicalista y daba prioridad a la acción
directa contra los políticos rivales.
40 Para que el lector entienda un poco la dinámica de los partidos, los partidos de
centroizquierda consiguieron 117 escaños, el PSOE 90, Esquerra 38, los comunistas 13, el
POUM apenas 1 y el partido de Pestaña 2. Aunque los escaños no reflejan con exactitud la
analogía de fuerzas, ya que el resultado está influido por el sistema electoral y la
concentración de fuerzas de cada partido en una región concreta, sin embargo son
indicativos del tamaño y de la base de cada partido. No hay cómputo analítico de los votos
de cada partido por separado, puesto que el Frente Popular participó como bloque unitario.
Vid. Peirats (1988), tomo 1, p. 111.
La postura de la CNT ante las elecciones fue en esta ocasión
controvertida. La organización de Cataluña convocó una
asamblea para el 25 de enero de 1936, en la que se debatiría la
postura del sindicato a la vista de las elecciones. Los
numerosos anarquistas presos y su segura liberación en caso
de victoria del Frente Popular pesaron mucho en el criterio de
los ciento cuarenta y dos representantes que se reunieron.
Peirats refiere en su historia semioficial del movimiento que
muchos habían llegado al punto de considerar que la
abstención en las elecciones era un tema de táctica y no de
principios 41 . La representación de Hospitalet propuso la
votación de reprobación de esa tesis oportunista y de los
compañeros que habían convocado una asamblea con
semejante tema. Pese a todo, el tema se debatió. Una carta de
reprobación que había enviado la FAI invitaba a los
participantes a asumir sus responsabilidades ante el
proletariado español e internacional. Hacía referencia a que la
aceptación del proceso electoral dañaría irremediablemente
cualquier perspectiva revolucionaria. Esa carta 42 transformó el
clima de la asamblea.

La asamblea redactó una resolución que apoyaba la


abstención y hacía propaganda de la naturaleza revolucionaria
del sindicato.

El periodo electoral fue intenso para todas las formaciones

41 Peirats (1988), tomo I, p. 107.


42 La carta fue redactada por Eusebio Carbó, representante de la CNT en la AIT.
Eusebio Carbó (1883-1958) era un notable teórico del anarquismo puro y había tenido una
prolongada actividad en el movimiento, con una obra literaria y sindicalista encomiable,
pero también sesenta encarcelamientos
políticas salvo para la Confederación. La campaña antielectoral
fue la más tibia que se había realizado nunca. Los resultados de
las elecciones dieron la victoria al Frente Popular.

Por de pronto, el ejército pensó en amotinarse y pidió al


presidente en funciones que declarase el estado emergencia.
Pero al final el golpe de estado se suspendió y el gobierno del
Frente Popular juró.

Desde el momento en que se comunicaron los primeros


resultados, obreros armados abrieron las puertas de muchas
cárceles del país, liberando al conjunto de los presos. En las
capitales de provincia hubo manifestaciones en favor de la
amnistía de los presos. El clima de euforia se mezclaba con la
inquietud por el futuro.

La CNT decidió convocar su cuarto congreso en Zaragoza el


primero de mayo de 1936. En el congreso estuvieron
representados 550.595 trabajadores, que pertenecían a 982
sindicatos 43. Primero se resolvió el tema de los “Sindicatos de
Oposición”, que habían vuelto a unirse con la CNT.

A continuación se debatió el tema de las alianzas políticas y


se decidió que se aceptaba la vinculación de la afianza
revolucionaria con la UGT, siempre y cuando el sindicato
socialista reconociese el callejón sin salida del régimen
parlamentario y la política y se comprometiese con la

43 Esas cifras da Peirats (1988), p. 117. Otras fuentes elevan el número de trabajadores
a quinientos ochenta y nueve mil ciento catorce, vid. Íñiguez (2001), p. 643. Sea como
fuere, esas cifras no representan al conjunto de miembros de la CNT, ya que muchos
congresistas protestaron por la ausencia de representación de muchos sindicatos.
subversión del régimen existente. El congreso planteó como
objetivo la victoria del comunismo libertario y nombró un
comité para la redacción de un informe, para que se pudiese
debatir con base científica de las cuestiones de naturaleza
económica y social que surgiesen tras la revolución.

Pero también ocuparon al congreso la cuestión agrícola, la


huelga y la situación políticosocial, aunque se tomaron
decisiones sobre todos los problemas prácticos en curso de la
Confederación.

Fundamentalmente el congreso respondió a las dos grandes


cuestiones por las que había sido convocado, es decir, la
solución del cisma y la definición de los presupuestos de una
alianza revolucionaria.

Pese a que hubo bastantes que consideraron reformistas el


tono y las votaciones del congreso, es significativo que, apenas
unos pocos meses después, miembros de la CNT entrasen en el
gobierno revolucionario sin que hubiese un previo acuerdo de
base y ‒evidentemente‒ contrario a la lógica de alianza
revolucionaria que se había acordado. Según se expone más
abajo, hasta los años cincuenta y sesenta, muchos invocaban
las votaciones del congreso de Zaragoza para referirse a la CNT
en sus posiciones más radicales, condenando la ‘desviación
política’ durante la Guerra Civil. El congreso fracasó
precisamente al establecer una propuesta política orientada al
comunismo libertario y ‒aun previendo el inminente golpe de
estado‒ no lograr elaborar estructuras claras para enfrentarse
a él.
El intervalo de tiempo que siguió hasta el golpe de estado del
18 de julio estuvo repleto de tensión y conflictos. En esos cinco
meses hubo en territorio nacional español ciento trece huelgas
generales y doscientas veintiocho sectoriales, mientras que
perdieron la vida doscientas sesenta y nueve personas y fueron
heridas mil doscientas ochenta y siete en atentados mortales y
enfrentamientos entre trabajadores, policía y fascistas, según
los datos oficiales44.

44 Vid. Peirats (1988), ps. 133‒134. Por el contrario, en el periodo inmediatamente


anterior, durante esos meses fueron los fascistas de la Falange quienes tuvieron la parte del
león en las tentativas de asesinato, procurando desestabilizar el régimen.
LA GUERRA CIVIL (1936‒1939)

En este libro no hay cabida para un relato analítico de los


hechos de la Guerra Civil. Eso ya se ha hecho en muchos libros
en lengua griega, aunque, desafortunadamente, la mayoría de
ellos tienen baja calidad y valor histórico, porque constituyen
un intento de justificación a posteriori de perspectivas políticas
concretas. En este capítulo se intentará presentar las tesis y las
tendencias del movimiento libertario durante la guerra, con
breves referencias a los hechos. Las alternativas y los hechos
de este periodo determinan toda la trayectoria posterior, de la
cual trata este libro.

El estallido del golpe de estado militar no sorprendió a nadie


en España. Fue la evolución esperada, especialmente para la
CNT, que la había previsto incluso por escrito en el congreso de
Zaragoza. Pero la Confederación no había esclarecido la
postura política que mantendría frente a los partidos y las
instituciones estatales. Todos se habían concentrado en la
preparación de la respuesta al inminente golpe de estado y no
en bosquejar sobre el plano el día siguiente. Además, de
siempre hubo en el movimiento libertario hispánico la
percepción de que en un proceso revolucionario la iniciativa y
la espontaneidad de la clase trabajadora rebasarían la
planificación previa, cualquiera que fuese.

El problema fundamental de los anarquistas fue encontrar


armas para sofocar el golpe de estado. En algunas regiones
había pequeños depósitos de armas ligeras, aunque las
autoridades estatales y locales ‒salvo escasísimas excepciones‒
se negaron a armar a la clase trabajadora y en particular a la
CNT. La resistencia se basó en el entusiasmo y la abnegación de
los trabajadores y en menor grado en fuerzas del ejército y de
la policía que permanecieron fieles al gobierno republicano.

Los militares se sublevaron primero en los bastiones


españoles del norte de África el 17 de julio y en las ciudades de
España al día siguiente. En Madrid y Barcelona los trabajadores
atacaron los cuarteles de los sublevados y los tomaron,
sofocando la insurrección y haciéndose con parte de las armas
como botín 45. Pero los nacionales lograron controlar ciudades
estratégicamente decisivas y consiguieron dar un golpe
importante a las fuerzas de la CNT. Tomaron ciudades de
Andalucía con poderosa tradición y población anarquista, como
Cádiz, Sevilla, Jerez y Granada, pero también Zaragoza, en
Aragón. Una de las tretas que utilizaron los sublevados en
algunas ciudades fue la salida de los cuarteles con proclamas
en favor de la democracia y la consiguiente ejecución de los

45 Los anarquistas más conocidos participaron en esos combates. A modo de ejemplo


mencionamos a Durruti y García Oliver en Barcelona ‒donde Francisco Ascaso murió en
el ataque a los cuarteles‒ y Cipriano Mera y David Antona en Madrid, que fueron
protagonistas en la toma de Guadalajara. Sobre las batallas de los primeros días hay
abundante material en lengua griega en los libros de Paz Durruti y Viaje al pasado, en el
libro de Vemon Richards (1996), y en Thomas (1971).
ciudadanos que salían a la calle a festejar con ellos y pedir
armas 46. En Andalucía, la incapacidad de los fascistas para
controlar los barrios obreros con un ataque por sorpresa llevó
al bombardeo masivo por unidades de artillería, casi hasta
arrasarlos 47.

Los primeros días transcurrieron en un clima de


incertidumbre, de confusión, pero también de sacrificio. El
gobierno central de Madrid parecía incapaz de manejar con
éxito la situación y la razón de que no se desmoronase desde el
primer momento fueron los aciertos del pueblo llano, que se
organizó en los dos grandes sindicatos y combatió a los
fascistas. Barcelona fue el epicentro del proceso para los
anarquistas. Los otros dos baluartes sólidos de la CNT
‒Andalucía y Zaragoza‒ habían caído en manos de los
sublevados. La capital de Cataluña se salvó por la respuesta
coordinada de los grupos de defensa de la CNT y el elemento
anarquista que era mayoritario en la clase trabajadora de la
ciudad controló desde el principio toda la vida social. Se
tomaron los edificios y los transportes neurálgicos, se declaró
una huelga general y se pusieron bajo control de la
Confederación las numerosas barricadas de todos los barrios
de la ciudad.

Ante esta realidad se convocó el 20 de julio el pleno de los


sindicatos de Barcelona para decidir la táctica que debería
seguirse. El presidente del gobierno autónomo catalán, Lluis

46 Entrevista con Salvador Gurucharri, Barcelona, 8‒5‒2007.


47 Vid. Peirats (1988), tomo I, ps. 139‒152. Francisco Espinosa escribe en su ensayo
que en algunos barrios de Sevilla los fascistas atacaron con granadas, utilizando como
escudos a mujeres y niños prisioneros. Vid. Casanova et alii (2004), p. 70.
Companys, ya había convocado a una delegación de la CNT y
había puesto su dimisión a su disposición. El pleno se vio en
poco tiempo en una encrucijada. Debía elegir entre dos
perspectivas: la primera era proclamar el comunismo libertario
en Cataluña e imponer una peculiar “dictadura anarquista” 48,
con la disolución de los partidos y de las demás formaciones
sindicales y la destitución del gobierno catalán. La segunda
perspectiva era la de la colaboración con las demás fuerzas
políticas en el marco de la lucha antifascista, perspectiva que
jerarquizaba los objetivos de la CNT, dando prioridad a la
derrota del fascismo en el ámbito nacional.

La toma de la decisión se fundamentó en muchos


parámetros. Las decisiones del congreso de Zaragoza, la
tradicional actitud antipolítica del movimiento libertario
hispánico y el predominio de los anarquistas en Barcelona se
pusieron en la balanza junto a la situación global en el frente
de la Guerra Civil y la general relación de fuerzas en España, las
reacciones esperadas de la sociedad internacional y la falta de
ánimo para comenzar una oposición radical a las fuerzas del
Frente Popular. En la historia semioficial de la CNT, Peirats
considera que el silencio de muchos combatientes conocidos
fue el que decidió el resultado: Entre los que protestaban en
vano y los que callaban por falta de decisión, se abrió el camino
de la propuesta de colaboración...49

48 Este término, aunque se ha consagrado en la mayoría de los libros que tratan el tema,
es bastante desacertado, cuando se proporcionaba una posibilidad de expresarse
libremente a todos a través de su sindicato y de las estructuras comunitarias que se
desarrollarían. Su objetivo era la transformación de la sociedad y de la economía en el
espíritu de las decisiones del congreso de Zaragoza. Vid. Gómez Casas, (1986) p. 188.
49 Vid. Peirats (1988), tomo I, p. 158
Aparte de García Oliver y los sindicatos del Baix Llobregat,
que estaban representados 50 por José Xena 51 , que
argumentaban en favor de la proclamación del comunismo
libertario, la mayoría se alineó finalmente en favor de la
colaboración. Así, se decidió la fundación de las Milicias
Antifascistas de Cataluña, por iniciativa de la CNT. La
Generalitat de momento había perdido su fuerza, pero no fue
eliminada. El Comité de Milicias asumió el control real de la
situación y la CNT creó poco a poco otros comités para afrontar
las cuestiones de la guerra, de la economía, del orden público,
de la justicia, etc... Pero siempre intentaba no provocar un
enfrentamiento serio con otras fuerzas políticas y colaboraba
con ellas.

El caso de Barcelona se repitió de manera ligeramente


diferente en Valencia. La alianza sindical de la CNT y la UGT,
una vez que se negó a someterse al gobernante local y a los
comités del gobierno central, tras una huelga general
indefinida, atacó el 1 de agosto los cuarteles y desarmó al
ejército regular. A continuación colaboró con otras fuerzas
antifascistas, participando en los comités de organización y
administración que se habían creado52. Por el contrario, en la
capital, Madrid, el gobierno central mantuvo el control de la
situación, pese a que se produjeron ataques a los cuarteles

50 No se desprende de ningún sitio que los asistentes al pleno hubiesen consultado a los
sindicatos o a sus organizaciones locales. Vid. Richards (1996), p. 36. Esa disfunción, que
se observó ya desde el primer día, fue ‒desgraciadamente‒ norma durante la Guerra Civil.
51 José Xena Torrent (1908‒1988) ejerció luego de alcalde de Hospitalet y fue
secretario de la FAI catalana durante la Guerra Civil. Fue encarcelado en Francia tras la
retirada del 39 y acabó exilado en Venezuela, donde continuó su intensa actividad política.
52 Aunque sí una fuerza considerable, la CNT en Valencia no tenia la primacía
absoluta, como en Barcelona. Vid. Paz (Virus, 2001), ps. 25‒34.
principalmente por trabajadores armados y algunos
destacamentos de las fuerzas del orden fieles a él. La mayoría
de los trabajadores madrileños pertenecía a la UGT socialista,
así que el gobierno central logró controlar con relativa facilidad
la ciudad en la que se encontraba.

La única esperanza revolucionaria se consumía en Cataluña y


en zonas de Levante y de Aragón. Las colectivizaciones
constituyeron la norma en las empresas de Barcelona, mientras
que los campesinos de las provincias limítrofes ‒muchas veces
con el aliento de los milicianos que las recorrían en su camino
al frente‒ pusieron en marcha programas de colectivización de
la tierra y de la economía. Pero esas tentativas eran socavadas
por el gobierno central, que tenía en sus manos las reservas de
oro y ejercía una política de estrangulamiento económico de
Cataluña, para debilitar la iniciativa anarquista. A medida que
los partidos y el gobierno se recuperaban del shock
revolucionario de los primeros días, la presión hacia la
Confederación era mayor.

Por desgracia, la opción inicial de la colaboración


entrampaba cada vez más a los anarquistas. El pleno nacional
de comités regionales de la CNT se reunió el 20 de septiembre
y convocó a las fuerzas políticas a constituir un Consejo
Nacional de Seguridad, en el que también participaría la
Confederación. Camuflando con ese término la palabra
‘gobierno’ y pese a lo revolucionario de las medidas que
propuso tomar el Consejo, la CNT hablaba por primera vez en
términos de poder central. En Barcelona se convocó un pleno
de federaciones locales el 24 de septiembre. Sin concluir
claramente que semejante decisión se tomó allí 53, el 27 de
septiembre de 1936, la prensa difundió la entrada de la
Confederación en el gobierno local. Ciertas justificaciones
ridiculas ‒que no se trataba de un gobierno, sino de un nuevo
mecanismo administrativo que se denominaba ‘Consejo de la
Generalitat’‒ no convencieron a nadie. La coherente postura
antiautoritaria y antipolítica de la CNT se vino abajo también de
manera oficial...

En el período que siguió, el falso pragmatismo y el


derrotismo de los ‘militantes con influencia’54 dieron el tiro de
gracia a la revolución. A finales de octubre la CNT catalana
suscribió mediante procedimiento sumario un acuerdo de
colaboración con la UGT y el PSUC (que estaba bajo control de
los comunistas). El acuerdo fue sancionado por un pleno
regional el 25 de octubre, aunque la mayoría de los
participantes solicitó al comité que consultase más a menudo a
las bases. El 4 de noviembre de 1936 la CNT entró en el
gobierno central, haciéndose cargo de cuatro ministerios. Los
cuatro anarquistas ministros fueron García Oliver de Justicia,
Peiró de Industria, Montseny de Sanidad y López de

53 Ninguno de los historiógrafos de la CNT, incluso los que participaron en el pleno,


aclara cómo y quiénes tomaron esa decisión. Vid. Peirats (1988), tomo I, ps. 205‒206, y
Richards (1996), ps. 65‒68.
54 Así se ha establecido denominar a los miembros más conocidos de la CNT que
durante la Guerra Civil tomaron en sus manos la suerte de la organización, sin tener las
más de las veces la autorización de las bases. Pese a que muchos ocupaban un cargo en los
diversos comités locales o nacionales y otros eran representantes de ciertos sindicatos,
explotaron las dificultades que provocaba la guerra en los procesos colectivos
directamente democráticos y participaban en la toma de decisiones sobre las que no
consultaban a las asambleas de base y los sindicatos. Un papel central en el diseño de la
política de la CNT lo desempeñó el comité peninsular de la FAI, que estaba bajo control de
los grupos anarquistas a los que pertenecían Diego Abad de Santillán y Federica
Montseny. Vid. Amorós (2003), p. 121.
Comercio 55. La decisión de la entrada en el gobierno se tomó
en una reunión del primer ministro Largo Caballero con el
secretario general de la CNT, Martínez Prieto.

Las reacciones a este proceso fueron variopintas. Grupos de


las juventudes libertarias, brigadas de milicianos, publicaciones
anarquistas e individuos aislados expresaron su oposición.
Incluso aunque ‒como se decía‒ lo quería la mayoría de la
organización, el modo en el que se produjo esa desviación de
principios era inaceptable 56 . Para asegurarse el mayor
consenso se organizaron grandes mítines con oradores hábiles.
El comité central de Barcelona sustituyó al comité de redacción
de Solidaridad Obrera de forma arbitraria para acallar las voces
de reacción a las nuevas circunstancias.

Los comités permanentes de la CNT y la FAI, por el contrario,


no hicieron nada por hacer retroceder el impetuoso ascenso
del partido comunista, cuyo funcionamiento antirevolucionario
era manifiesto57. El pequeño partido comunista de España,
PCE, logró en los primeros meses de la Guerra Civil incrementar
espectacularmente su fuerza58. El discreto apoyo de Stalin al
gobierno republicano trajo armas y conocimientos técnicos e

55 Juan López Sánchez (1900‒1972) había firmado el ‘Manifiesto de los Treinta’ y era
secretario de la FSL de Pestaña. En la década de los sesenta colaboró con el sindicalismo
franquista.
56 Vid. Richards (1996), ps. 82‒83.
57 El 30 de octubre la recién constituida policía comunista de Valencia abrió fuego
contra anarquistas que participaban en las pompas fúnebres de un miliciano que había sido
asesinado por la policía a causa de su identidad política. Pese a los treinta muertos y los
ochenta heridos, la CNT y la FAI silenciaron el hecho y cuatro días más tarde entraron en
el gobierno. Vid. Paz (Virus, 2001), ps. 86‒89.
58 Las cifras que dan los miembros del PCE en 1936 varían entre los 3.000 y los 30.000.
Al final de la Guerra Civil se acercaban a los dos millones.
hizo crecer la autoridad del PCE, que gestionó esa relación. El
dinero de la URSS contribuyó a la incesante propaganda de los
comunistas, que encontró repercusión en muchos obreros de
la UGT y ‒especialmente en Cataluña y Levante‒ en la clase
burguesa. La pequeña burguesía ‒y en general la clase media‒
estaban inquietas con la fuerza de los anarquistas y querían
asegurar sus propiedades y la continuidad de la democracia
burguesa tras una probable victoria. Idéntica repercusión tuvo
la propaganda en los pequeños propietarios campesinos,
mientras que el PCE se había pronunciado abiertamente contra
las colectividades y en defensa de la propiedad privada59.

La ayuda estalinista, naturalmente, no llegó voluntariamente.


Aparte de las expectativas de ventajas diplomáticas y políticas,
la URSS le había echado el ojo a las reservas de oro del Banco
de España, que eran las segundas mayores del mundo. A
finales de octubre de 1936, el oro de España llegó al puerto
ruso de Odesa. Las municiones, los víveres y los combustibles
que enviaron los soviéticos a España eran mínimos en
comparación con ese tesoro. El gobierno ‒con Juan Negrín,
ministro de Economía, como peón de los soviéticos‒ armó con
esta ayuda principalmente a las divisiones militares bajo
mando comunista. Donde estaban a cargo los anarquistas, la
ayuda llegaba con cuentagotas. Al mismo tiempo, el PCE
difamaba con su bien pagada y enorme red de propaganda a la
CNT y la FAI.

La única resistencia activa a esos hechos llegó a mediados de

59 El 30,7% de los miembros del PCE en marzo de 1937 eran campesinos hacendados y
el 6,2% medioburgueses acomodados
octubre del frente de Aragón. Allí se había proclamado el
Consejo de Defensa de Aragón, que formaban solamente
anarquistas. La decisión de su fundación surgió de reuniones
entre representantes de las milicias que acampaban allí y de las
colectividades agrarias que se habían creado60. Ese peculiar
“órgano anarquista de poder” quería reorganizar la economía
local y controlar el poder que ejercían las milicias
‒principalmente las no anarquistas‒ a costa de los pueblos y
colectividades. Los comunistas tildaron de ‘fascista’ al Consejo
y el gobierno central lo reconoció apenas el 17 de diciembre
una vez que los anarquistas cedieron ciertas competencias a
otras fuerzas políticas61.

El comité central de la CNT y el Consejo de Aragón tenían


continuas fricciones. La actitud cada vez más complaciente de
la Confederación con las demás fuerzas políticas llegaba con
frecuencia a una contradicción con la realidad de Aragón. Los
hechos aceleraron la marcha de las cosas. El avance de los
fascistas en Castilla llevó al asedio de Madrid. El gobierno
central huyó despavorido a establecerse en Valencia. Lo mismo
hizo el comité nacional de la CNT. Camino opuesto siguió la
Columna Durruti, que abandonó el frente de Aragón para
defender la capital.

60 La decisión se tomó el 6 de octubre en Bujaraloz. Estaban las representaciones de


todos los milicianos anarquistas de Aragón y las de ciento treinta y nueve
pueblos‒colectividades. A favor del Consejo se decantó la gran mayoría (incluido
Durruti), que consideró al Consejo el instrumento más apropiado para resistirse a las
imposiciones comunistas. Vid. Íñiguez (2001), ps. 165‒166.
61 Es significativo que a los comunistas se les cediesen las direcciones de Sanidad e
Industria, dos sectores sin importancia, correspondientes a los que la CNT había asumido
en el gobierno central. Vid. Peirats (1988), tomo I, ps. 211‒215.
La huida del comité nacional provocó su dimisión y Mariano
Rodríguez Vázquez, hasta entonces secretario de la
organización local de Cataluña, ocupó el puesto de Martínez
Prieto. El traslado de la columna a la defensa de Madrid
provocó muchas bajas, entre las que estuvo la de Durruti62.

Madrid aguantó hasta el final de la guerra, pese a las


previsiones agoreras. La muerte del famoso combatiente
provocó una enorme sensación en toda la península, porque
era una figura muy conocida y respetada por todo el pueblo.
Pero su hiperbólica heroificación fue resultado de una opción
consciente de la dirección de CNT‒FAI, que utilizaron después
de su muerte para justificar sus decisiones63.

1936, hito en la historia para España, terminó en un clima


que prefiguraba los acontecimientos futuros. El 16 de
diciembre el POUM fue expulsado del gobierno catalán. Los
comunistas españoles, siguiendo fielmente la política de Stalin,
empezaron a depurar trotskistas y discrepantes. Pese a las

62 Las circunstancias de la muerte de Durruti no se han esclarecido nunca. Fue abatido


en Madrid, cerca de primera linea, mientras conversaba con milicianos. Oficialmente se
sabe que la bala vino de las líneas enemigas. Conjeturas de anarquistas hablaban de una
mano comunista, mientras la propaganda comunista, en un intento de alejar de la
Confederación a los trabajadores sencillos que respetaban la figura de Durruti, insinuó que
lo habían matado elementos gubernamentales de la CNT, ya que se oponía a la
participación en el gobierno. García Oliver admite que le hicieron saber que la muerte se
había debido a un accidente, pero que le pidieron que no lo dijera porque seria mejor para
la moral del pueblo que hubiese sido asesinado por el enemigo. Vid. García Oliver (2008),
p. 259. Versiones diversas se presentan en griego en Enzensberger (2005), p.s. 283‒323.
63 Durruti había expresado su inquietud por las opciones de gobierno de la CNT y su
oposición a la militarización de las milicias. Tras su muerte, los periódicos oficiales de la
CNT y los oradores en los mítines aislaron una frase que se atribuye a Durruti y la
estuvieron utilizando continuamente: Renunciamos a todo menos a la victoria. Con esa
consigna intentaban convencer a la gente de que aceptase las decisiones de los comités y
sus crasos errores ideológicos.
reacciones de la prensa anarquista por la manifiesta
intervención soviética en los asuntos internos de España, la
CNT participaba normalmente en la nueva Generalitat. En ese
mismo periodo, el asunto que se imponía en el bando
anarquista era el intento gubernamental de transformar a los
milicianos en ejército regular.

Ya a finales de octubre, la Generalitat había promulgado un


decreto para la transformación de las milicias en cuerpos
regulares del ejército. La mayoría de los milicianos era
contraria a tal proceso. Por otro lado, el gobierno central eludía
enviar municiones a las milicias, reduciendo así su grado de
efectividad. En el pleno de los grupos anarquistas de la FAI de
Barcelona el 6 de diciembre, Santillán y Molina se manifestaron
en defensa de la orden de militarización. El ministro Peiró ya
había hecho lo mismo. Los comités de la CNT y de la FAI
presionaban a las bases hacia una nueva renuncia de
principios, que a comienzos de 1937, empezó a presentarse
como un mal inevitable.

El 5 de febrero la Columna de Hierro 64 organizó una


asamblea de representantes de todas las milicias anarquistas,
para resolver el tema de la militarización. Tras un debate
tormentoso, el punto de vista que finalmente prevaleció fue el

64 Los comunistas y los antirevolucionarios, como también los comités de la CNT, se


enfrentaban con miedo a la Columna de Hierro por su inquebrantable entrega a los ideales
anarquistas. La crearon en Valencia campesinos y obreros industriales y al principio
combatió en Teruel. Impulsó en su zona de acción la colectivización y abrió todas las
cárceles. La mayoría de los condenados escogieron combatir en sus lineas. Eso dio aliento
a la polémica que se practicó contra ella, aunque en su zona los casos de violencia fueron
casi inexistentes. Tras su militarización obligatoria, siguió combatiendo hasta el fin de la
Guerra Civil con enormes bajas. Su comandante electo, José Pellicer, fue ejecutado en
Paterna en 1942.
que defendía la transformación de las milicias en unidades
regulares65. Las únicas milicias que decidieron seguir como
estaban fueron la Columna de Hierro y la Columna Tierra y
Libertad. También la cuarta agrupación de la Columna Durruti
expresó su oposición frontal a esa perspectiva en el enclave de
Gelsa. El resultado de la militarización fue que muchos
milicianos abandonaron el frente, negándose a entrar en una
rutina de órdenes, saludos, galones y obediencia a
determinados jefes. Al final, las dos columnas discrepantes
fueron obligadas de hecho a integrarse en el ejército
republicano pocas semanas después, bajo la presión de las
circunstancias (falta de municiones y provisiones, polémica con
la CNT‒FAI, difamación del PCE).

En ese mismo periodo los comunistas intensificaban su


ataque contra la Confederación. Cuando aumentaba su
influencia en los socialistas y en el conjunto del gobierno,
empezaron a crearse las primeras cárceles secretas. Las
desapariciones, las ejecuciones y las torturas de los anarquistas
eran acompañadas por difamaciones continuas. El 8 de febrero

65 El más importante defensor de la militarización entre los comandantes fue Mera. En


su autobiografía da una explicación: Teníamos que reconocer que la revolución en la que
creíamos firmemente en los primeros tiempos se nos había escapado de las manos. No nos
quedaba otro objetivo que ganar la guerra, ya que perderla significaría el fin de toda
libertad, política o sindical, durante un gran periodo de tiempo, quizás varias generaciones.
¿La militarización de nuestras milicias significaba abandonar nuestros principios más
exactos? Seguramente, pero esos principios habían sido violados por la entrada de
miembros de la CNT en el gobierno, decisión que bastantes combatientes ya habían
adoptado, aunque sin la participación de toda la organización. Vid. Mera (2006), p. 165.
Mera asumió la comandancia de la XIV División ‒constituida por anarquistas‒ y la llevó a
la toma de Brihuega. En esta batalla derrotó al cuerpo expedicionario italiano de
Mussolini, salvó a Madrid del cerco definitivo y consiguió elevar la moral de toda la
España republicana. La victoria en la batalla de Brihuega es, tal vez, la más importante del
ejército republicano en toda la Guerra Civil.
cayó en manos de los fascistas Málaga, a la que defendían
brigadas del ejército bajo mando comunista. Una semana
después fue detenido Maroto 66, dirigente anarquista de las
milicias, como espía de los fascistas y responsable de la
catástrofe, de modo que ante la opinión común se presentaba
a la CNT como responsable de la calamidad. Al mismo tiempo,
los comunistas desacreditaban a las colectividades y las
estructuras organizativas de los anarquistas, apoyando la
pequeña propiedad privada. Ni los ministros ni la CNT‒FAI
lograron detener con su política de colaboración esos ataques.
Además, los periódicos oficiales de la CNT de Madrid fueron
censurados y clausurados unos días cuando a mediados de
abril denunciaron el asesinato por los comunistas de decenas
de colectivistas de la región.

La única reacción coordinada 67 a esa concesión de la


Confederación se organizó en Barcelona. Allí se creó a finales
de febrero el grupo Los Amigos de Durruti. El núcleo original
eran los combatientes de la cuarta agrupación de la Columna
Durruti, que se habían retirado del frente negándose a la
militarización. A ellos se unieron anarquistas de Barcelona y
Aragón, con Jaume Balius y Juan Santana Calero como los más
conocidos. Este grupo organizó dos concentraciones en
Barcelona y editó documentos contra el estalinismo y la
colaboración con el gobierno. Los Amigos de Durruti tenían el

66 Francisco Maroto del Ojo era comandante de milicia en Granada y muy conocido
en toda Andalucía por sus éxitos contra los fascistas y su tenaz posición en cuestiones de
principios. Fue liberado el 1 de mayo de 1937 y siguió combatiendo. En 1938 se retiraron
las acusaciones contra él. Al final de la guerra fue detenido en Alicante, salvajemente
torturado por los falangistas y ejecutado.
67 Hubo aisladas críticas dispersas tanto de combatientes como de ciertas publicaciones
anarquistas.
apoyo de casi cinco mil combatientes68 y llegaron al cénit de su
influencia en los sucesos de mayo de 1937.

El ataque coordinado de los comunistas contra la CNT


encontró resistencia fuerte solamente en Cataluña y Aragón,
que tenían mayoría anarquista. Los comunistas tejieron una
conspiración, en colaboración con los nacionalistas catalanes,
para hacerse con el control también en esas comarcas. Tras la
disolución real de las milicias, llegó el turno al desarme de la
retaguardia, que aseguraba el control de todo el territorio por
las fuerzas gubernamentales. El 4 de marzo el delegado de
Orden Público de la Generalitat promulgó un decreto en el que
se ordenaba la disolución de las Patrullas de Control, el cuerpo
de orden que se había creado los primeros días de la
revolución y que constituían trabajadores de la CNT en un
cincuenta por ciento. También ordenaba desarmar a todos los
ciudadanos y perseguir a los que no se aviniesen. El monopolio
de las armas y de la violencia debía pasar al gobierno.

Los representantes de la CNT y la FAI se opusieron al


decreto 69 , hecho que provocó el 26 de marzo una crisis
gubernamental en la Generalitat que duró un mes. El 26 de
abril se nombró un nuevo gobierno catalán sin que se hubiese
resuelto la cuestión. Al mismo tiempo, el asesinato del
comunista Cortada provocó una oleada de represalias en la

68 Vid. Íñiguez (2001), p. 40.


69 La reacción de las organizaciones fue enérgica y reflejaba el sentimiento general de
disgusto que predominaba entre los trabajadores. En comunicados que publicaron la CNT
y la FAI de Barcelona había un ataque directo a la burocracia catalana a sueldo y se
manifestaba la disposición de los anarquistas a incrementar su fuerza en los órganos
gubernamentales, en proporción con su fuerza real en Cataluña. Advertían de que la
paciencia y la transigencia tienen un límite. Vid. Peirats (1988) tomo II, ps. 131‒135.
provincia catalana que culminó con el asesinato por parte de
las fuerzas gubernamentales de Antonio Martín, alcalde de la
localidad fronteriza de Puigcerdá, así como de dos compañeros
suyos70. La situación era delicada. No se celebró el Primero de
Mayo en Barcelona, donde las fuerzas policiales de la
Generalitat procedían continuamente a detener anarquistas
armados y verificar datos.

El 3 de mayo se produjo un ataque sorpresa al edificio de la


compañía telefónica, controlado por la CNT. Los trabajadores
anarquistas perdieron la planta baja, pero conservaron el resto
del edificio con la resistencia armada. El ataque se hizo famoso
en Barcelona. Trabajadores armados de la CNT, pero también
del POUM, empezaron a levantar barricadas y las propias
fuerzas de la policía hicieron lo mismo frente a ellos con la
contribución de los comunistas y los nacionalistas catalanes. Se
convocó huelga para el día siguiente y los combates se
extendieron por toda la ciudad. La postura de los ministros y
del comité nacional de la CNT fue en principio conciliadora.
Unicamente solicitaron la dimisión del secretario de Seguridad
Pública, Rodríguez Salas, y de Aiguadé, ministro de Interior, a
cambio de restablecer el orden. La petición no fue aceptada.

El golpe de estado de los comunistas y los nacionalistas


catalanes se extendió por toda Cataluña. En Tarragona y en
Tortosa fuerzas policiales atacaron las compañías telefónicas y
los edificios de los anarquistas. Su propósito era que las fuerzas
gubernamentales controlasen la comunicación y presentar esta

70 Antonio Martin habia sido colaborador de los Solidarios, encargado antes de la


Guerra Civil de la introducción clandestina de armas por los Pirineos.
situación como un golpe de estado anarquista contra el
gobierno. Pero casi toda Barcelona estaba bajo control de los
anarquistas. Los cañones del cuartel de Montjuic estaban
vueltos hacia el edificio de la Generalitat, amenazando con
arrasarlo. El gobierno central, cuando vio que los esfuerzos de
García Oliver y Montseny por una tregua eran vanos, decidió el
envío de los ejércitos republicanos a Barcelona. Las milicias
anarquistas del frente de Aragón solicitaron ir a Barcelona para
defender a sus compañeros, pero las organizaciones se lo
impedían. El 5 de mayo dimitió el gobierno catalán en pleno,
satisfaciendo así ‒de forma poco ortodoxa‒ la demanda de las
dimisiones de Aiguadé y Rodríguez Salas.

Los sucesos acabaron el 7 de mayo, después del acuerdo de


liberación de rehenes y del alto el fuego mutuo. Los ejércitos
gubernamentales entraron en la ciudad sin participar en los
combates. El balance fue trágico: quinientos muertos y más de
mil heridos 71. Entre los muertos estaban el secretario general
de la UGT catalana, Antonio Sesé, Domingo Ascaso, hermano
de Francisco, el anarquista italiano Camilo Berneri72 y Alfredo
Martínez, dirigente de las juventudes libertarias de Barcelona.
Muchos anarquistas fueron ejecutados tras su detención. La
exhortación de los Amigos de Durruti a la creación de un

71 No hay datos exactos de bajas. Fuentes diversas estiman los muertos entre quinientos
y mil, mientras que los heridos ascienden hasta los dos mil.
72 Camilo Berneri había nacido en 1897 en Lombardía, Italia. Desde pequeño hahia
participado activamente en el movimiento anarquista, especialmente en el sector editorial.
Luchó contra el fascismo y fue desterrado de la Italia de Mussolini y luego también de
Francia por sus convicciones políticas. Llegó a España con el estallido del golpe de estado
y combatió en la Columna Ascaso. Editó el periódico italiano Guerra de Clase, desde
cuyas columnas ejerció la crítica a la lógica de colaboración de la CNT y fue un enemigo
inflexible del estalinismo.
comité revolucionario que destituiría a la Generalitat y
continuaría la revolución no encontró suficiente repercusión.
La postura de CNT‒FAI durante los sucesos tenía una lógica
defensiva y conciliadora. Así que la clase burguesa catalana y
los comunistas lograron su objetivo. Desarmaron a la clase
obrera, consolidaron el dominio soviético en el territorio de la
España republicana y frenaron los logros de los trabajadores en
provecho de la propiedad individual73.

Para completar la tarea de los comunistas se necesitaban


unas pinceladas aún. El 15 de mayo el consejo de ministros del
gobierno central debatió sobre los recientes sucesos. El
presidente Largo Caballero se negó a denunciar como
responsables a los anarquistas y al POUM. Los ministros
comunistas abandonaron, seguidos por varios socialistas, así
como por representantes de vascos y catalanes. El gobierno
cayó y los comunistas controlaron mediante esta crisis la
mayor parte del partido socialista. La CNT fue excluida del
nuevo gobierno, lo mismo que la UGT.

La primera tarea del nuevo gobierno, bajo la presidencia de


Juan Negrín, fue la disolución total del POUM. Detenciones,
ejecuciones a sangre fría, censura de la prensa marxista
heterodoxa y parodias de juicios a puerta cerrada, hicieron
desaparecer ese partido y a la mayoría de figuras dirigentes,
con el asesinato secreto de Andrés Nin como culmen. Los
representantes de la FAI fueron excluidos de los tribunales

73 La presentación de los sucesos de mayo en este libro se hace muy brevemente. En


griego se han editado bastantes libros que presentan el tema, entre ellos la versión
semioficial de la CNT que escribió Augustin Suchy. Vid. Suchy (1996). También vid.
Richards (1996), ps. 290‒303.
especiales de la democracia, ya que el nuevo gobierno no le
reconocía personalidad jurídica. Pero los comités de la FAI
procedían ya a un plan de transformación de la estructura de
su organización.

En el congreso de principios de julio de 1937 se decidió la


sustitución del “grupo de afinidad”, hasta entonces célula de la
FAI, por una estructura basada en criterios geográficos. La FAI
abrió sus puertas a la afiliación masiva de nuevos miembros,
pero los criterios para aceptar una afiliación se redujeron al
mínimo. ¡Los nuevos miembros solamente debían aceptar un
texto de principios general y en ninguna parte se hacía
referencia a que había que ser anarquista! El comité
peninsular, el órgano superior de la FAI, asumía competencias
de gestión, que no se compadecían con el carácter
democrático directo de la organización hasta entonces. Esos
cambios encontraron una gran resistencia y fueron aprobados
por una mayoría mínima, aunque muchos miembros de la FAI
renegaron de su carnet o siguieron funcionando como “grupos
de afinidad”, con la tolerancia tácita de la organización. La
federación anarquista legalizó su existencia, adoptó el modo de
funcionamiento de un partido e introdujo la lógica de la
mayoría en su actividad. A finales de 1937 había incrementado
sus miembros a 154.000.74

El reflujo completo del movimiento libertario se cumplió


donde había logrado sus más brillantes resultados, en Aragón.
El Consejo de Aragón siguió existiendo, aunque su dinámica

74 Da la cifra Santillán, vid. Peirats (1988), tomo II, p. 242. Sobre el congreso, vid.
Gómez Casas (1986), ps. 217225.
había sido limitada. El gobierno central y los miembros de los
partidos que participaban minoritariamente en él obstruían
continuamente su labor. Algunas propuestas para la
constitución de un órgano nuevo en el que participasen
solamente anarquistas y colectivistas habían caído en saco
roto. El 11 de agosto el gobierno central ordenó la disolución
del Consejo y envió a Aragón la XI división bajo el mando de
Líster, coronel comunista. El objetivo real de la intervención no
era el Consejo ‒ya débil‒, sino las conquistas revolucionarias
de los campesinos de Aragón. El ejército disolvió por la fuerza
las colectividades, expropió sus provisiones y reintegró la tierra
y las herramientas a sus antiguos propietarios, imponiendo la
propiedad individual de la tierra. También destruyó los edificios
en los que se albergaba el movimiento libertario en todos los
pueblos y ciudades por los que había pasado. Hubo más de
seiscientas detenciones, muchas desapariciones y denuncias
por homicidios, pero una vez más CNT‒FAI no opusieron
resistencia con las armas para no romper el frente antifascista
ni ser acusadas de favorecer la victoria de los fascistas. Al
mismo tiempo, el comité nacional de la CNT dio muestras de
buena conducta aguardando una llamada para participar en el
gobierno de Negrín.

En los frentes de guerra la situación empeoraba. Los ejércitos


franquistas, reforzados por unidades italianas y alemanas,
consiguieron apoderarse de Bilbo (Bilbao), Santander y Asturias
entre junio y octubre. Todo el norte de España había caído en
manos de los golpistas. Las potencias democráticas europeas
simplemente observaban a los ejércitos fascistas haciendo
prácticas y pruebas técnicas en territorio español. La política de
no intervención que siguieron se debía al miedo a Hitler, pero
también a su opción política de no apoyar una transformación
social revolucionaria. Las condiciones del frente de guerra no
permitían el optimismo en el bando republicano. En la última
parte de la Guerra Civil, los políticos españoles más perspicaces
veían como única salvación la conservación de sus puestos
hasta el inevitable conflicto bélico entre el Eje y los Aliados.

La CNT decidió reorganizarse tras los sucesivos golpes que


había recibido. Pero, aunque pareciese más lógico volverse
hacia sus principios más tradicionales, continuó en caída libre.
El 15 de enero de 1938 comenzó en Valencia el Pleno
Económico Nacional Ampliado de la CNT. Los ochocientos
representantes que participaban representaban a un millón
setecientos mil miembros potenciales 75. Pero la mayoría de los
representantes era miembro de los comités locales
permanentes, por tanto la mayoría de los sindicatos no estaba
directamente representada. Si incluimos a las decenas de miles
de anarquistas que estaban combatiendo en los frentes,
comprendemos que el pleno era representativo más de la
opinión que dominaba entre los miembros de los comités que
de la expresión por abajo de los trabajadores de la
Confederación.

El comité nacional de Mariano Vázquez participó de modo


irreversible en el proceso, encauzando las decisiones que
finalmente se tomaron. Las decisiones mismas eran la prueba
de la decadencia moral del movimiento. Pese a la reacción de
una minoría del congreso, se votaron tesis inaceptables para
una organización libertaria: establecimiento de inspectores de

75 Sobre ese pleno los datos son limitados. Vid. Peirats (1988) tomo III, ps. 3‒25.
trabajo en las fábricas para intensificar la producción, línea
común en la prensa anarquista y sindicalista para no crear
discrepancias internas en el movimiento, creación de un banco
sindical...

La CNT giró hacia el centralismo e hizo del estado y del


gobierno revolucionario ‒con su propia participación‒
guardianes de las conquistas del pueblo. El siguiente paso de la
Confederación fue la consecución de un acuerdo de
colaboración con la UGT, que se consumó a mediados de
marzo, bajo la presión del avance de los fascistas en el frente
oriental. Ese acuerdo, defendido por los dirigentes de las
uniones sindicales sin que expresase un pacto de clase real de
las bases, estaba lleno de concesiones y aquiescencias
ideológicas. Su objetivo era más bien facilitar el retorno de la
CNT al gobierno, con la presentación de garantías de buena
conducta.

El carácter centralista que adoptaba el movimiento se


confirmó el 2 de abril con la constitución del comité ejecutivo
del MLE76. Este comité ‒idea de García Oliver‒ estaba formado
por miembros de la CNT, la FAI y la FIJL. Tenía como objetivo
aumentar la disciplina en el frente y en las retaguardias y
funcionar consultivamente en cuestiones sociales y militares.
También tenía el derecho de eliminar miembros de las
organizaciones si juzgaba que su comportamiento perjudicaba
al movimiento. Huelga decir que esa decisión no surgió de las
bases.

76 Movimiento Libertario Español. El acrónimo MLE empezó a utilizarse ampliamente


desde ese momento y comprendía el conjunto de organizaciones libertarias, pero
principalmente la CNT, la FAI y la FIJL.
Como resultado determinista de esos movimientos y del
estado de guerra, la CNT retornó al gobierno de Negrín el 6 de
abril de 1938. Negrín propuso nada más una cartera ministerial
y pidió elegir él al ministro de una lista con tres nombres. La
CNT propuso a Martínez Prieto, García Oliver y Segundo
Blanco. Negrín nombró a este último ministro de Educación. El
15 de abril el ejército de Franco llegó al puerto de Vinaroz, en
el Mediterráneo, dividiendo en dos el territorio republicano.
Esta división impuso la creación de un subcomité nacional de la
CNT con sede en Valencia, ya que el comité nacional se había
trasladado a Barcelona junto con el gobierno central.

Es propia de este periodo la contraposición de baja


intensidad entre la CNT y la FAI. Muchos miembros de la FAI
creían que la condescendencia del movimiento había llegado a
su cénit y se manifestaron ‒moderadamente‒ en contra de
ciertas decisiones de Negrín 77. Lejos de expresar un testimonio
de las bases, esa reacción se debía a una oposición a las
decisiones de los comités superiores. Dentro del movimiento
muchos calificaban la postura del secretario general de la CNT,
Vázquez, como filonegrinista, en un periodo en que la
imposición comunista a costa de los anarquistas ‒con
injustificables detenciones y ejecuciones‒ permanecía
inalterable.

En agosto de 1938 Martínez Prieto sostuvo en una serie de

77 Aquí merece la pena referir que la única organización que mantuvo durante toda la
Guerra Civil una firme postura no oportunista fueron las juventudes libertarias de
Cataluña. Pese a la insoportable presión que recibió de toda clase de comités del
movimiento libertario, no abandonó nunca el apoyo de los principios tradicionales del
anarquismo. Vid. Peirats (1988), tomo III, p. 51.
artículos que la FAI debería aceptar oficialmente su
participación en el escenario político y transformarse en
partido político. Pero la situación desesperada a la que habían
llegado el frente y la economía por los manejos comunistas
había llevado a muchos miembros de la FAI a la revisión de la
postura del movimiento libertario. La resistencia de muchos
anarquistas ya se había agotado y había una tendencia que
demandaba la revisión de las tesis. Para la solución de estas
cuestiones se convocó un pleno de comités regionales del
movimiento libertario del 16 al 30 de octubre de 1938.

Por primera vez durante la guerra el movimiento era


convocado para valorar la postura que había mantenido
después del 19 de julio de 1936. En el orden del día había
también otras cuestiones: coordinación de las tres ramas del
movimiento, comités de defensa, ayuda al movimiento de las
juventudes, etc... Pero en trece de las dieciséis sesiones el
tema que monopolizó el interés fue la línea política que se
había mantenido durante la Guerra Civil. Se manifestaron dos
tesis diferentes en torno a dos polos de influencia. La primera
justificaba la labor política coyuntural del movimiento y
proponía su continuación como algo inevitable. Esta postura
era mayoritaria y se aglutinaba en torno al comité nacional de
la CNT. El comité ibérico de la FAI y la CNT catalana expresaron
sus inquietudes sobre el giro que habían tomado los
acontecimientos a causa de los manejos de los anarquistas y
solicitaron una renegociación de la postura del movimiento
ante el gobierno de Negrín y la participación política.

En los discursos se dijeron duras palabras por ambos lados.


Vázquez, el secretario general, entre otros dijo: Precisamos
arrojar nuestros bagajes literarios y filosóficos para podemos
situar y conseguir mañana la hegemonía. [...] Nuestra división
interna, conocida por nuestros enemigos, nos sitúa en franca
inferioridad. Para qué queremos la dignidad si somos
derrotados? 78. Pedro Herrera respondió del lado de la FAI:
Tampoco pueden justificarse los errores del presente con los
pretéritos. Si se cometieron, sólo hemos de recordarlos para no
incurrir de nuevo en ellos. [...] y considerando, como cosa
circunstancial que es, la acción gubernamental. No hemos de
olvidar un solo momento nuestros auténticos objetivos
revolucionarios 79. La FIJL catalana respondió lo siguiente al
argumento de que los anarquistas participasen en las
estructuras estatales para destruir el estado: [...] es como si
para abolir la prostitución compartiéramos la teoría de llevar a
nuestras compañeras y hermanas a los burdeles 80.

En el comunicado que se redactó por unanimidad el


movimiento corroboraba la fidelidad a sus principios y se
asumía que su actitud antifascista consecuente y la
particularidad de la situación eran las que habían dictado sus
acciones. Al mismo tiempo reconocía la existencia de dos
evaluaciones diferentes sobre los hechos que no eran, sin
embargo, rivales. La verdad era diferente. Las dos tendencias
estaban en franca oposición, cuyo recrudecimiento había
evitado el avance fascista. El 23 de diciembre empezó la
ofensiva contra Cataluña, que concluyó con su conquista por
Franco el 6 de febrero. El 23 de enero el gobierno de Negrín

78 Peirats (1988), tomo III, ps. 243‒244.


79 Peirats (1988), tomo III, ps. 245‒246.
80 Peirats (1988), tomo III, p. 246.
declaró el estado de sitio. Más del 70% de los mandos militares
habían sido puestos ‒y estaban controlados‒ por el partido
comunista 81 . El PCE ya había empezado una campaña de
información falsa, haciendo responsable de la derrota en
Cataluña a anarquistas y socialistas82.

La guerra ya se había perdido. La única zona del país que


estaba controlada por los demócratas era parte de la zona
central y meridional. El ejército tenía casi cuatrocientos mil
hombres, el armamento era escaso, la industria bélica se había
perdido con Cataluña y la falta de bienes y víveres era enorme.
Estaba claro que el gobierno había fracasado e intentaba
responsabilizar políticamente de la derrota a sus adversarios.
Negrín hablaba de resistir hasta morir en el momento en que
los miembros del gobierno y la jefatura militar solo se
preocupaban por evacuar sus familias y sus bienes al
extranjero.

El 10 y el 11 de febrero un pleno de comités regionales del


movimiento decidió presentar protestas a Negrín y aconsejó
una alerta ante un probable golpe de estado comunista. Pero el
gobierno no se tomaba en serio los comunicados de los
anarquistas. Una nueva reunión de los comités optó por la
formación de un Consejo de Defensa, en medio de las
discrepancias y las tensiones entre los comités de la CNT y la

81 Peirats (1988), tomo III, p. 296.


82 Todos los puestos de mando del ejército del Ebro importantes estaban en manos de
comunistas. Las secciones del ejército que estaban compuestas por las antiguas milicias
anarquistas resistieron con muchas bajas en Aragón y retrocedieron solo cuando se supo
que el frente se habia venido abajo. La XXVI división (antigua Columna Durruti) fue la
última unidad del ejército en cruzar la frontera francesa.
FAI. Negrín preparaba, con el apoyo de los comunistas, un
golpe de estado, concentrado en encauzar la última fase de la
guerra en beneficio del PCE. El 5 de marzo se le adelantó el
coronel Casado, que había asumido el poder con el apoyo de
los anarquistas de Madrid83, formando el Consejo Nacional de
Defensa. Negrín no opuso resistencia y subió a un avión con la
‘Pasionaria’84, escapando a Francia.

Algunos dirigentes comunistas no aceptaron la evolución de


los acontecimientos y marcharon contra Madrid. Tras cinco
días de combates, los vencieron las fuerzas del ejército al
mando de Cipriano Mera85. Los anarquistas que acompañaron

83 El Comité de Defensa de la CNT‒Centro (Madrid) fue el principal soporte de


Casado. Sus miembros más conocidos eran García Prada, Manuel Salgado y Eduardo Val.
Relativamente desconocidos para el público más amplio, estos tres anarquistas eran el
alma de la resistencia de los anarquistas en Madrid y durante tres años estuvieron
combatiendo sin cesar contra los fascistas que estaban a las puertas y contra los
estalinistas, que tenían en la zona el epicentro de su actividad. Val participó en las redes de
fuga que formaron los anarquistas en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, fue
detenido y enviado a un campo de exterminio alemán. Logró escapar en mayo de 1944 y
regresó a Francia, donde participó en la reorganización de la CNT.
84 Dolores Ibárruri, más conocida como ‘Pasionaria’, fue cuadro dirigente y oradora del
PCE. Se había comprometido en sus fogosos discursos con una resistencia a muerte,
diciendo: antes morir de pie que vivir de rodillas. Al final prefirió una tercera solución:
cogió el avión y eligió como destino final la URSS estalinista, haciendo efectiva de esa
manera la obediencia ciega al ‘padrecito’. Vid. Mera (2006), p. 304.
85 En comparación con los sucesos de mayo de 1937, muy pocas cosas se han escrito de
este segundo enfrentamiento civil dentro del bando “republicano”, pese que los muertos
quintuplicaron los correspondientes de la Barcelona del 37. Casado se reveló agente de los
británicos, que querían desembarazarse de la cuestión española. Los comunistas del
núcleo duro fueron los que abandonaron el ejercicio del poder sin batalla. El dirigente
político de los comunistas que se resistieron se convirtió en antiestalinista fanático tras la
Segunda Guerra Mundial y sus memorias se editaron con financiación ‒directa‒ de la CIA.
Los anarquistas cayeron en la trampa de Casado y apoyaron el golpe de estado, creyendo
que podían gestionar la derrota en mejores condiciones. Como ninguna fuerza política se
sintió orgullosa de su comportamiento en esa última parte de la guerra, el registro histórico
de los hechos se ha limitado a acusaciones mutuas, con un mínimo talante autocrítico.
Hasta hoy no ha habido un registro analítico sereno de esos acontecimientos desde una
al Consejo Nacional de Defensa tenían tres planes para la
evolución de los acontecimientos.

El primero preveía la transformación del ejército regular en


guerrilla y la creación de zonas libres dentro del país.

El segundo proponía un repliegue organizado y crear un


enclave de resistencia en Cartagena, para que fuesen
evacuados al menos veinticinco mil hombres, que se
enfrentarían a una ejecución segura por parte de Franco.

El tercero era firmar la paz con Franco, con la garantía de


evitar las represalias. A cambio los demócratas no destruirían
las infraestructuras del país (minas, puentes, fábricas).

Nada de eso sucedió. A finales de marzo, el pánico ante el


movimiento de los ejércitos fascistas en todos los frentes
condujo al hundimiento simultáneo de todo el frente.
Interminables caravanas de seres humanos y vehículos
partieron hacia el mar, esperando escapar en alguno de los
barcos que había prometido el gobierno francés, pero no
llegaron nunca.

Unos pocos lo lograron. Las informaciones de que llegarían


barcos a Alicante concentraron en esa ciudad a decenas de
miles de combatientes. Las unidades italianas, que habían
rodeado Alicante, vaciaron la ciudad tras dos días de espera,
haciendo prisionera a esa multitud, apoderándose así del
último palmo de tierra del bando republicano. El conocido
periodista y escritor anarquista, Eduardo de Guzmán, se

perspectiva libertaria.
hallaba entre ellos y ha hecho una descripción del ambiente en
su libro La muerte de la esperanza: 86

Como una obsesión, la idea de la muerte surge a cada


instante en nuestro pensamiento.

‒Yo me mataré antes de salir. ¿Qué pensáis hacer


vosotros? [...]
87
‒Yo no ‒afirma Manuel Amil . Si me quieren muerto
tendrán que matarme.

[...] Son las ocho de la mañana y un sol brillante inicia su


recorrido por un cielo sin nubes. La noche ha quedado
atrás, pero las tinieblas empiezan para nosotros. Va a
concluir la evacuación del muelle.

[...] A cuatro pasos de nosotros Evaristo Viñuales 88 y


Máximo Franco 89 ...se estrechan con fuerza la mano

86 Libro de 1973, editado nuevamente por Ediciones VOSA en 2006.


87 Manuel Amil Barcia fue un conocido combatiente de la CNT‒Centro que desempeñó
un papel eminente en la reconstitución clandestina de la organización durante los años
cuarenta, como se pondrá de manifiesto a continuación en el libro.
88 Evaristo Viñuales Larray nació en 1913 en Huesca. Fue miembro del Consejo de
Aragón, después combatió en la 127a división (antigua Columna Tierra y Libertad) y del
último comité nacional del MLE, que se constituyó en Valencia el 7 de marzo de 1939.
Vid. Íñiguez, (2001) p. 634‒635.
89 Máximo Franco Cavero nació en un pueblo de Huesca en 1913. En la insurrección de
diciembre de 1933 fue encarcelado por proclamar el comunismo libertario en su pueblo.
Cuando se produjo el golpe de estado, intentó organizar allí la resistencia, pero al final se
vio obligado a huir a la zona republicana. En las milicias fue jefe de una centuria en la
Columna Roja y Negra y tras la militarización mandó la 127a división. En los sucesos de
mayo condujo una falange que se dirigió a Barcelona para exterminar a los estalinistas,
pero miembros de la CNT de Barcelona le hicieron cambiar de opinión poco antes de
entrar en la ciudad. En marzo de 1939 derrotó con su unidad a los comunistas en Ciudad
izquierda mientras levantan las pistolas que sostienen con
la derecha a la altura de su sien.

‒ ¡Nuestra última protesta contra el fascismo...!

Suenan a un tiempo los dos disparos. Un instante


permanecen de pie ambos. Luego se hunden verticalmente
como si les hubiesen fallado a un tiempo músculos y
huesos. Quedan tendidos, inmóviles en el suelo, con los ojos
abiertos mirando sin ver, con las pistolas humeantes al lado
y unidas aún sus manos izquierdas. [...] Alguien murmura a
mi lado:

‒ Pronto envidiaremos a los muertos.

Asiento sin palabras.

Es el primero de abril de 1939.

¡La guerra ha terminado!

Real, cuando éstos se sublevaron contra Casado. Vid. Íñiguez (2001), p. 236.
DERROTA, RECONSTRUCCIÓN Y CISMA (1939‒1945)

El Reino del Terror

El hundimiento del frente y el fin de la Guerra Civil


extendieron un manto de terror sobre todo el territorio
hispánico. Para entender la trayectoria del movimiento
libertario, es necesario que el lector comprenda la magnitud de
la represión y del terror que siguieron a la victoria de Franco.
Cada región que caía en manos de los fascistas se transformaba
en un inmenso cementerio. Los datos de la represión
computados varían según la identidad política de los escritores
que los presentan. Tras la muerte de Franco, el general del
régimen Salas Larrazábal hacía referencia a 80.000 ejecuciones
desde 1936 hasta 1961, apelando a archivos estatales90. El
conservador Hugh Thomas refiere 100.000 ejecuciones en
ambos bandos, según estimaciones 91. El profesor universitario
progresista Julián Casanova,
78 combinando datos oficiales y
estimaciones personales, calcula en 100.000 las ejecuciones en

90 En Preston‒Mackenzie (1996), p. 210.


91 Vid. Thomas (1971) tomo 2o, p. 459.
1939 y al menos 50.000 más tras el fin de la guerra92. Su colega
Francisco Moreno habla de casi 200.000 republicanos
ejecutados93. El periodista americano Charles Foltz, apelando a
una fuente anónima del Ministerio de Justicia franquista,
sostuvo en 1948 que entre abril de 1939 y junio de 1944 hubo
192.694 ejecuciones94. El periodista británico A. Philips, que
pasó ciento treinta y dos días encarcelado en Madrid en 1939,
escribió que en el primer año del régimen se llevaron a cabo
‒con o sin juicio‒ más o menos cien mil ejecuciones95. El conde
Ciano, ministro italiano de Asuntos Exteriores, habla
impresionado en un informe suyo de doscientas cincuenta
ejecuciones al día en Madrid, ciento cincuenta en Barcelona y
ochenta en Sevilla, en los primeros meses después de la
victoria de Franco96.

Es muy difícil calcular, aunque sea por aproximación, el


número real de seres humanos que perdieron la vida en los
pelotones de ejecución de la dictadura. En los archivos
oficiales, muchas muertes por ejecución se atribuyen a causas
naturales. Para los fusilamientos se refiere como causa natural
la hemorragia interna, mientras que para los
estrangulamientos por garrote vil, la asfixia 97. En la estadística
estatal oficial se observa una reducción en vertical de las

92 Vid Casanova et alii (2004), p. 8.


93 Vid. Moreno (2001), p. VIII.
94 Entre esas ejecuciones incluye a los cuatrocientos treinta profesores universitarios y
seis mil profesores y maestros, casi la mitad del personal docente del país. Coloma (1973).
95 Coloma (1973).
96 Coloma (1973).
97 Vid. Téllez (2004), p. 47.
muertes por accidentes de tráfico (!) después de 1942 98. En el
campo español aún hoy se abren fosas comunes en las que hay
restos humanos, que habían sido registrados como
desconocidos o emigrantes.

A las cifras de los ejecutados hay que añadir las miles de


muertes por hambre y enfermedades. La supresión de la
peseta republicana sin compensación, la severa falta de bienes
y la marginación social de los vencidos condujeron a la ruina
económica de la clase trabajadora y campesina que había
apoyado al bando republicano.

Con el fin de la guerra, empezaron a crearse campos de


concentración y cárceles improvisadas, cuando las ya
existentes no podían responder a las necesidades de la
creciente represión 99 . Fábricas abandonadas, haciendas e
instituciones eclesiásticas fueron transformadas en cárceles en
las que en abril de 1939 había casi medio millón de
combatientes. Su número se redujo gradualmente, ya que
decenas de miles fueron ejecutados, otros murieron en las
tristes circunstancias de la reclusión, aunque tras los primeros
años empezaron también las excarcelaciones. En 1943 había
más de cien mil presos, a pesar de que los datos oficiales
hablan de 15.947 detenidos en batallones de trabajo ocupados
en obras públicas100. Diez años después del fin de la guerra

98 Casanova et alii (2004), p. 130.


99 Un simple ejemplo es la cárcel modelo de Valencia, en la que se amontonaban en
1939 unos quince mil detenidos. Su capacidad oficial era de quinientas veintiocho
personas. Casanova et alii (2004), p. 24.
100 Casanova et alii (2004), ps. 24‒25. Molina sostiene que una estadística estatal de
1946 daba 136.513 presos y 223.563 en libertad condicional. Vid. Molina (1976), p. 256.
había aún 89.126 presos políticos, de los cuales 6.553 hacían
trabajos forzados 101.

Las ejecuciones y los arrestos constituyen solo un aspecto de


la represión. El otro aspecto es el que quedó estampado en la
cotidianeidad de la sociedad franquista. A la victoria de los
fascistas le siguió una serie de medidas que tenían como
objetivo consolidar un régimen de terror y hacer añicos
cualquier expectativa de cambio o tentativa de resistencia. La
intimidación de los vencidos era continua. En las sociedades
agrícolas pequeñas, la humillación de los ‘rojos’ 102 con palizas y
ridículos públicos culminaba la dificultad de los sin tierra para
encontrar trabajo. Pero también en las ciudades muchos
fueron despedidos de sus trabajos, mientras que, para ser
contratado, se debía tener un certificado de buena conducta. El
traslado del lugar de residencia estaba prohibido sin un
permiso escrito de las autoridades. Los productos de primera
necesidad y los alimentos se repartían con una cartilla y en
presencia de la Guardia Civil. En los primeros meses después
del final de la guerra funcionaban en todas partes “oficinas de
denuncia de delincuentes”.

Era importante también la redistribución de la riqueza social


hasta que pasó a manos de los partidarios del régimen. Los
bienes de los prófugos, de los ejecutados y de los muertos en la
guerra muchas veces eran confiscados o sencillamente

101 El estado español aceptaba solamente treinta mil quinientos presos. Vid. Ester
Borras, carpeta 71.
102 La propaganda franquista, ya durante la Guerra Civil, llamaba “rojos” al conjunto
del bando republicano. La guerra fría afianzó ese apelativo, ya que Franco se presentaba
como custodio de los ideales de occidente frente a la URSS.
tomados por los derechistas. Los tribunales imponían enormes
sanciones económicas, incluso hasta a familias de ejecutados,
de modo que les obligaban a vender baratas sus casas a
compradores predeterminados. La corrupción era soberana en
el régimen conservador, cristiano, de Franco. Las circunstancias
económicas condujeron a miles de mujeres a la prostitución. A
las mujeres que habían sido encarceladas y su marido había
muerto se les privó de la custodia de los hijos103. Más de diez
mil hijos de presos crecieron en instituciones eclesiásticas de
concepto medieval 104 . Miles de huérfanos de la guerra
crecieron en asilos y reformatorios bajo supervisión
eclesiástica.

¿Cómo justificó el régimen esas circunstancias? Los


nacionales bautizaron como Cruzada contra el ateísmo y el
comunismo a la Guerra Civil. Y su victoria abrió el campo para
la reforma radical de la sociedad española. El cardenal Gomá,
arzobispo de la iglesia católica española, explicó la política
franquista en el Congreso Eucarístico de Budapest: Paz, sí, pero
cuando no quede un adversario vivo 105. El obispo de Cartagena
fue un poco más poético: Benditos sean los cañones si en las
brechas que abren florece el Evangelio 106. El duque de Alba y de
Yeltes explicó a los ingleses su propia visión: Nuestro programa
es exterminar una tercera parte de la población masculina. Esto
purificará el país y nos desharemos del proletariado, lo que es

103 Vid Casanova et alii (2004), p. 27.


104 En Molina (1976), p. 491. El Vaticano fue el primer estado en reconocer al gobierno
franquista en medio de la Guerra Civil.
105 Molina (1976), p. 489.
106 Molina (1976), p. 489.
sano económicamente. Así no tendremos desocupados en
España. El objetivo de los fascistas era la desaparición de su
contrapeso. El editor del periódico La Vanguardia invitaba al
régimen a enviar a la cárcel también a los neutrales107. Esas
eran, en breve, las circunstancias que tenía que afrontar
cualquier intento de resistencia a la tiranía en territorio
español.

Retirada y Exilio.

Pero, aparte de la situación en el interior, fueron muchos los


anarquistas que tras la caída de Cataluña se habían refugiado
en Francia. El desmoronamiento del frente del Ebro dejó
abierto el camino a los ejércitos franquistas para la conquista
del resto de Aragón y de Barcelona. Ante el terror que provocó
este acontecimiento y dado el desbarajuste del campo
republicano, no fue posible organizar una defensa efectiva para
proteger Barcelona. Seguros de las atrocidades que seguirían,
los que habían combatido contra los fascistas eligieron el
camino del exilio. Formaron enormes caravanas en dirección a
Francia. Hombres de todas las edades intentaron por todos los
medios disponibles ‒la mayoría a pie‒ cubrir los casi ciento
cuarenta kilómetros hasta la frontera francesa. Además de la
gran distancia, tenían que afrontar las difíciles condiciones
climáticas del invierno y los continuos ataques aéreos de los
aviones alemanes y fascistas, que bombardeaban y
ametrallaban indiscriminadamente aquel gran río humano.

107 Casanova et alii (2004), p. 30.


Desde la medianoche del 28 de enero hasta el avance y
conquista de toda la línea fronteriza de los Pirineos por los
fascistas el 19 de febrero de 1939, se calcula que pasaron la
frontera más de quinientos mil hombres108.

Hasta el 5 de febrero, las autoridades galas no permitían el


paso de la frontera a los soldados, pero el avance de los
fascistas no dejó margen de maniobra. Los cinco últimos días
de la retirada, centenares de miles de soldados, que durante
dos años y medio habían combatido duramente a los fascistas,
independientemente de su ubicación política, se veían
obligados a entregar las armas, humillados, como única
condición para su entrada en territorio francés. Jean Bénazet,
comunista francés habitante de la villa fronteriza de Varilhes,
dejó estampado el clima de esos días en su diario:

He visto a mujeres dar sus alianzas a guardias móviles


que las aceptaban a cambio de pan. He visto con qué
rudeza recibían a los primeros combatientes contra el
nazismo y el fascismo. [...] he visto niños de corta edad, con
cinco centímetros de nieve, que habían pasado la noche
sobre paja, sacos, mantas, viejos toldos, para protegerse
delfrío. Un niño con fiebre tífica agonizaba. En el corral de
una casa de campo, sobre un colchón, un miliciano
republicano español estaba muerto de cara al cielo, con los
ojos bien abiertos. A su lado una anciana sufría y a los pies

108 Las cifras de los refugiados oscilan en las diversas investigaciones, aunque la
situación en Francia no permitió ningún inventario oficial, ya que unos meses después
empezó la Segunda Guerra Mundial. Hugh Thomas refiere 240.000 refugiados civiles y
250.000 militares. Vid. Thomas (1971), tomo II, p. 413. Dolors Marín da cuenta de
ochocientos mil. Vid. Marín (2002), p. 64.
del cadáver un niño jugaba. Esta falta de solidaridad con la
República española es el tocar a muerto de la República
francesa. (9 defebrero de 1939). 109

La imagen de los combatientes que abandonaban las armas


en montones enormes al atravesar la frontera, muchas veces
con los comentarios irónicos de los policías y soldados
franceses, era trágica. Muchos no querían creer que todo había
terminado, otros estaban seguros de que regresarían por mar a
las zonas libres para continuar la lucha. Ciertos grupos que
pasaron la frontera por pasos sin vigilancia de los Pirineos
nevados, fueron precavidos y ocultaron sus armas. Más tarde,
esas armas se mostraron muy útiles para los que continuaron
la lucha.

Las autoridades francesas no estaban preparadas para recibir


a tantos refugiados. Sus cálculos de veinticinco mil hombres
resultaron equivocados, así que su deficiente auxilio ‒fuese
como fuese‒ fue sencillamente inexistente. Los primeros
campos de concentración, Argelés, Barcarés, Saint‒Ciprien y
Agde, estaban en la costa, mientras que a los pies de los
Pirineos los primeros refugiados fueron encerrados en Vernet,
un apartado campo de concentración de presos alemanes de la
Primera Guerra Mundial. En pocos días se levantaron también
otros campos de concentración improvisados, entre ellos los de
Bram, Septfonds y Rivesaltes. La situación preponderante en
estos campos es difícil de describir. Erigidos deprisa y
corriendo, carecían de albergue, consultorios médicos o
letrinas. El agua potable era difícil de conseguir y la comida

109 Vid. Téllez (1996), ps. 131‒132.


escasa. En especial, los campos costeros no eran más que
enormes extensiones de costa valladas y custodiadas por
soldados franceses y senegaleses. Con el frío del invierno, los
refugiados excavaban pasadizos en la tierra húmeda y se
acostaban muchos juntos, abrazados entre sí, para esquivar el
helado viento norte que descendía de los Pirineos.

Los primeros metros de playa junto a las olas funcionaban


como servicios comunes para centenares de miles de seres
humanos, mujeres y hombres, al descubierto. Aparte de la
cuestión de la dignidad, el problema básico era la falta de una
gestión sanitaria de la situación, que llevó inmediatamente a la
declaración de epidemias. Al frío y la desnutrición se sumaron
el cólera, la disentería y el tifus. Los primeros días los soldados
franceses repartían solo pan, que arrojaban desde carros a la
multitud amontonada. Luego repartían legumbres crudas a
personas que no tenían enseres para cocinarlas, ni siquiera la
posibilidad de hacer fuego110. En poco tiempo empezaron las
muertes en el exilio. Los primeros cadáveres eran enterrados
en fosas comunes, ya que en el pánico de la huida, muchos se
habían extraviado de sus familiares y no se sabía su nombre. En
los meses y años siguientes, los cementerios anexos a los
campos crecieron continuamente. Tumbas con nombres de
combatientes españoles, pero también de extranjeros que
habían llegado de todas partes de la Tierra a luchar por sus
ideales, permanecen hasta hoy en ese rincón de Francia para
recordar un episodio dramático, que la historia europea ha
preferido olvidar.

110 Hay una buena descripción de toda esa situación en Paz, Ταξίδι στο παρελθόν
[Viaje al pasado], Alfa, Atenas, 1996, ps. 321‒323.
El comportamiento del estado francés con los refugiados fue
inaceptable. Muchos españoles creían que la tradición
republicana del país y la izquierda potente que había
asegurarían una recepción mejor. La realidad completamente
diferente fue dictada por dos razones principalmente. La
primera fue económica. El avituallamiento y el alojamiento era
caro para el estado francés, especialmente en un período en
que los preparativos bélicos absorbían partidas enormes.
Inevitablemente se debatió el concurso de otros estados, tanto
en la financiación como en la recepción de refugiados. Al
principio solo Bélgica aceptó acoger a tres mil niños, mientras
que Inglaterra y la Unión Soviética solamente donaron ciertas
cantidades de dinero y luego también recibieron un pequeño
número de inmigrantes. Los Estados Unidos enviaron ciertas
cantidades de dinero, pero también víveres; y lo mismo
México, que gradualmente aceptó veinticinco mil solicitudes de
inmigración en su territorio 111. La segunda razón para esa
recepción era política y se sintetizó en la opinión del diputado
francés Ybarnegaray. Este solicitó al parlamento francés en
marzo de 1939 que se expulsase a todos los refugiados
españoles de Francia y se los enviase a las colonias africanas, a
Madagascar o lo más lejos posible. Justificó esa opinión
diciendo que determinados refugiados eran agentes de un
virus revolucionario contra el que no había antídoto 112.

111 Los gobiernos mexicanos no reconocieron nunca al régimen de Franco. Además de


refugiados, acogieron también a los gobiernos españoles en el exilio durante la dictadura.
Las relaciones oficiales entre ambos estados no se restablecieron hasta el 28 de marzo de
1977, durante el periodo de transición a la democracia. Vid. Téllez (1996), p. 133.
112 Entrevista con Eduardo Pons Prades, Barcelona, 4 de octubre de 2006. Él creía que la
táctica del estado francés pretendía llevar a los inmigrantes por desesperación de nuevo a
España, donde les esperaba seguro prisión o ejecución, y así poner fin al problema. Según
La maquinaria estatal francesa, que empezó a separar a los
refugiados según determinados criterios políticos y sociales,
compartía su punto de vista, aunque no en grado tan extremo.
Los refugiados más ancianos fueron enviados a Bram, las
mujeres a Rivesaltes, los vascos a Gours y los autonomistas
catalanes a Agde. Los presos más peligrosos ‒anarquistas,
combatientes foráneos y comunistas‒ fueron enviados al
campo de Vernet, estrictamente vigilado. Enseguida comenzó
el envío de refugiados a campos de concentración del norte de
África, de Túnez, Argelia o Marruecos. De ese modo los
franceses esperaban evitar la difusión de las ideas
revolucionarias en su país. La declaración de guerra a Alemania
tras el ataque de los nazis a Polonia cambió la evolución de los
acontecimientos. El estado francés decidió explotar el
potencial humano que se pudría en los campos de
concentración y creó batallones de trabajo. Estos estaban
compuestos por exilados españoles que, por un sueldo
simbólico en su mayoría se vieron obligados ‒oficialmente se
ofrecían voluntariamente‒ a trabajar horas interminables en
las obras de fortificación del frente franco‒alemán y en obras
de infraestructura o en fábricas que producían material de
guerra.

Se calcula que más de cincuenta mil españoles trabajaron en


esos batallones de trabajo 113 . Muchos porque estaban
obligados, otros porque creyeron que encontrarían una
oportunidad para escapar de los campos de concentración o al
menos de mejorar sus condiciones de vida. Las condiciones no

dijo literalmente: Muerto el perro, se acabó la rabia.


113 Vid. Marín (2002), p. 72.
mejoraron, aunque la huida era muy difícil ya que la única ropa
que permitían llevar era uniformes militares franceses de la
Primera Guerra Mundial. Algunos otros españoles eligieron
alistarse en la legión extranjera o en otros cuerpos del ejército
francés que fueron enviados a primera línea del frente, con el
objetivo de combatir a los alemanes114. El destino fue duro con
esos hombres. Tras el rápido desplome del frente, la mayoría
de ellos fue hecha prisionera por los alemanes y unos diez mil
fueron enviados a los campos de exterminio alemanes.
Durante cuatro años conocieron Buchenwald, Dachau,
Auschwitz. Cuando acabó la guerra, pocos habían
sobrevivido115. Los batallones restantes o fueron enviados otra
vez a los campos o continuaron haciendo trabajos forzados
para los alemanes. Pocos fueron los afortunados que lograron
escapar.

La conquista de Francia por los nazis comportó su separación


en dos partes: la parte ocupada y gobernada por los alemanes
y la Francia colaboracionista de Vichy, con gobierno francés
bajo supervisión alemana. Los campos de los españoles
quedaban en el lado ‘libre’. Inmediatamente después de la
derrota de los franceses, Franco acometió un ataque
diplomático contra los refugiados, enviando miles de
solicitudes de extradición de combatientes a las autoridades de
Vichy. Muchas de ellas fueron aceptadas y así, en el otoño de

114 El partido comunista prohibía a sus miembros luchar contra los alemanes, para
apoyar el acuerdo de no agresión Ribbentrop‒Molotov entre los nazis y la URSS.
115 En julio de 2006 se editó en España Libro de la memoria. Españoles deportados a los
campos nazis (1940‒45), de B. Bermejo y S. Checa. En su investigación han cotejado
nueve mil nombres de presos, de los que habían muerto unos seis mil. La lista es, aunque
incompleta, bastante aproximada a las cifras reales. Vid. El país Semanal, n° 1587,
25/2/2007.
1940, algunas de las figuras más conocidas de la Guerra Civil
española, de todo el espectro político del campo
antifranquista, regresaron al otro lado de los Pirineos. Entre
ellos se distinguían el presidente de la Generalitat, Lluis
Companys, el exministro anarquista Joan Peiró 116, el socialista
Zugazagoitia, así como el albañil anarquista Cipriano Mera,
comandante en la Guerra Civil del cuarto cuerpo del ejército.
Todos ellos fueron condenados a muerte. Salvo Cipriano Mera,
cuya pena fue conmutada por cadena perpetua, los demás
fueron ejecutados.

El Consejo General del MLE.

Con la retirada de Cataluña se fue de España el comité


nacional, pero también muchos combatientes y miembros de
las organizaciones locales de la CNT y la FAI de Aragón y de
Cataluña, para evitar la ejecución 117 . El 25 de febrero se
presentó el consejo general del Movimiento Libertario Español
(MLE) en París. Asumió funciones de secretario general
Mariano Rodríguez Vázquez, ‘Marianet’, hasta entonces
secretario del comité nacional. Eran sus miembros Germinal
Esgleas, Federica Montseny, Juan García Oliver, Pedro Herrera,

116 Juan Peiró i Belis nació en 1887 en Barcelona. Obrero comprometido desde 1906,
ejerció como ministro de Industria durante seis meses y dimitió tras los sucesos de mayo
del 37. Los fascistas lo torturaron durante casi dos años y le propusieron un puesto en el
sindicato fascista a cambio de su vida. Fue ejecutado en Valencia el 24/7/1942.
117 Peirats calculaba en más o menos ochenta mil los miembros de CNT que huyeron a
Francia. Vid. Herrerín (2004), p. 36.
José Xena, Francisco Isgleas, Valerio Mas, Germinal de Sousa,
Roberto Alfonso, Fidel Miró y Serafín Aliaga118. Ese consejo no
se reunía ni ordinariamente ni con el cuórum indispensable.
Gestionaba los asuntos económicos del movimiento,
intentando ayudar a los miles de anarquistas que estaban
encerrados en campos de concentración franceses, pero
también a los que intentaban asegurar una plaza en los barcos
de Latinoamérica. El consejo se autoproclamó único
representante del movimiento, basándose en una
interpretación sui generis de las decisiones de 1938 sobre la
creación de un comité ejecutivo del MLE.

Como la guerra aún no había acabado cuando se constituyó


el consejo, enseguida hubo desavenencias en los círculos de la
CNT en relación con la legalización del consejo y sus
competencias. El MLE censuró la participación de la CNT en el
Consejo Nacional de Defensa de Madrid, algo que empujó a
García Oliver a dimitir. Las discrepancias sobre la cuestión de la
colaboración y de la participación política continuaban
incesantes. Horacio Martínez Prieto y García Oliver plantearon
otra vez la cuestión de la creación de un partido, considerando
que la FAI había fracasado y que no había razón para la
existencia de la CNT en territorio extraño, en donde no podía
actuar como sindicato 119.

118 Los nombres de los miembros del consejo general del MLE difieren según el
historiador o incluso el participante en él. Esgleas, aunque fue preguntado en los congresos
de 1944‒45, no reveló oficialmente sus nombres. Aquí se utiliza la lista que se publicó en
el volumen colectivo Memorias (1993), p. 809.
119 En sus memorias, García Oliver sostiene que abandonó inmediatamente la idea del
partido y acusa a la pareja Esgleas‒Montseny de calumnia, con el objetivo de su
destrucción moral. Vid. García Oliver (2008), p. 536.
El 18 de julio de 1939 ‘Marianet’ se ahogó cuando nadaba en
el Marne y su puesto fue ocupado por Esgleas120. Este se hizo
cargo también, además de la secretaría, de la gestión de los
recursos económicos del movimiento. La actividad principal del
consejo durante el periodo siguiente hasta la ocupación de
Francia se limitó a la correspondencia, a la edición de circulares
y a la gestión económica. No hubo ninguna iniciativa evidente
para asumir acciones fuera de España. Toda la actividad del
consejo se consagró a las disputas con los miembros de la CNT
exilados en Londres, pero también en España, para preservar
su primacía dentro del movimiento. La ocupación de Francia
por los ejércitos nazis en junio de 1940 condujo a Esgleas y al
consejo a la clandestinidad, que también significaba su
definitivo abandono.

La Reorganización de la CNT en el interior. Los Primeros


Comités Nacionales y el Grupo Ponzán.

Pese a las dificultades objetivas, la tentativa de reorganizar la


CNT en España se puso en marcha inmediatamente. Su origen
estuvo en el campo de concentración de Albatera, adonde
fueron conducidos los soldados que al final de la guerra

120 Mariano Rodríguez Vázquez, ‘Marianet’ (1909‒1939) había participado en huelgas


y sabotajes durante la Segunda República, por lo que fue encarcelado repetidas veces. En
1935 comenzó un ascenso vertical en los cargos de la CNT y fue su secretario en
noviembre de 1936. Su postura filonegrinista y conciliadora contribuyó a la devaluación
del movimiento libertario. No ha recibido la crítica que le corresponde, bien porque
muchos lo consideraban peón de otros o bien por su prematura muerte.
resultaron atrapados en Alicante. Entre ellos se encontraban
casi diecisiete mil anarquistas, la mayoría miembros de la
militarizada antigua columna Tierra y Libertad. Los reclusos del
campo decidieron que el subcomité nacional que se había
creado en 1938 debía hacerse cargo hasta que hubiese posibles
asambleas para el nombramiento de nuevos comités.

Los tres miembros del subcomité eran Leoncio Sánchez, José


Cervera y Luis Ubeda. Junto a Génesis López, Julia Miravet,
Francisco Marés 121 , José Riera y Amadeo Casares,
constituyeron el primer comité nacional ‒clandestino‒ de la
CNT. Esteve Pallarols asumió las funciones de secretario
general 122 . El único afán del comité era intentar salvar a
cuantos más combatientes de la CNT fuese posible de los
campos de concentración y las cárceles, salvándolos de una
muerte segura. Para ese objetivo se constituyó una empresa de
comercio de fruta en Valencia. El camión de la compañía‒
tapadera transportaba a combatientes clandestinos a
diferentes destinos. Riera y Casares falsificaban continuamente
permisos de cambio de residencia, timbres del estado y fianzas
para liberar presos123. El comité creó así una primera red de

121 Francisco Marés Sánchez (1895‒1941) había participado antes de la guerra en los
Sindicatos de Oposición. Fue uno de los fundadores de la Columna de Hierro y su
comandante después de Pellicer, cuando ya había cambiado su nombre a 83a Columna.
Fue detenido cuando viajaba clandestinamente para fines de la organización y fusilado en
Paterna en 1941. Se había escapado de Albatera.
122 Esteve Pallarols Xirgu nació a principios del siglo XX en Vic. Participó en el
movimiento desde temprana edad y estuvo exilado en Cuba durante la dictadura de Primo
de Rivera. Durante la Guerra Civil contribuyó de manera importante a la organización de
las colectivizaciones de Cataluña y Levante. Fue ejecutado en julio de 1943 acusado de
demoler una iglesia de Vic en los primeros días de la Guerra Civil.
123 Cuadros del régimen franquista firmaban tales fianzas de excarcelación para
conocidos y familiares suyos, bastaba con que no fuesen responsables de delitos contra la
vida.
fugas ilegal y de comunicación de los núcleos libertarios
dispersos.

Esa red comprendía la zona costera meridional salvo


Andalucía, el centro, el norte, Aragón y Cataluña. Incluso había
habido contactos con compañeros de Francia, que ayudaban a
pasar ilegalmente la frontera y a acoger huidos. Entre los
centenares de combatientes célebres y desconocidos que
salvaron la vida de esa manera, podemos reconocer a
Saturnino Carod 124 , Victoriano Castán 125 y Eduardo José
Esteba126. Los tres regresaron al poco tiempo a España para
luchar clandestinamente.

Los esfuerzos del comité nacional se afianzaron de manera


importante con grupos guerrilleros que se habían creado en
Francia. El coordinador de estos grupos era Francisco Ponzán,
exmiembro del Consejo de Aragón y luego comandante de una
unidad de sabotaje y espionaje que actuaba tras las líneas
enemigas en el frente del Ebro. Ponzán estuvo recluido en el
campo de concentración de Vernet, donde se entregó desde el

124 Saturnino Carod Lerín (1903‒1988) participó antes de la guerra en los sindicatos de
Zaragoza. En la Guerra Civil fue comandante de la Columna Carod‒Ferrer y en mayo de
1937 participó con Máximo Franco en la columna de anarquistas que partió hacia
Barcelona. Fue encarcelado por actividades ilegales en 1941 en Barcelona y permaneció
preso hasta 1960.
125 Victoriano Castán Guillen (1901‒1983) se hizo cargo, después de la militarización,
del XVII cuerpo del ejército. Espía de los servicios secretos aliados durante la Segunda
Guerra Mundial, dejó de militar en la CNT en 1945 por principios. Fiel a sus ideas hasta la
vejez, se suicidó días después de la muerte de su compañera en el exilio francés.
126 Eduardo José Esteve (1916‒1996) fue conocido con el pseudónimo de Germen
Esteve. Antes de la guerra fue albañil y secretario de las juventudes de Levante. Regresó a
España en 1942 para contribuir a la lucha, participó en la actividad clandestina durante
toda la dictadura y fue encarcelado en multitud de ocasiones.
primer instante a la organización de los anarquistas, con el
objetivo de salir del campo y crear grupos que actuasen
clandestinamente dentro de España. Las armas para esa
actividad pertenecían a su grupo, que había tenido la
precaución de ocultarlas en la frontera antes de que los
desarmasen los franceses durante la retirada.

En cuanto salió del campo de concentración, Ponzán se puso


en contacto con el consejo general del MLE a través del
responsable de asuntos de los campos de concentración, Juan
Manuel Molina ‘Juanel’. Informó al consejo de la existencia del
grupo y de las armas y solicitó apoyo económico. Al mismo
tiempo, empezaron los primeros viajes de miembros del grupo
al interior. Allí lograron ponerse en contacto con la CNT del
interior y ‒según se ha referido más arriba‒ contribuyeron a la
constitución de la red de fugas. Simultáneamente
transportaban también correspondencia clandestina entre
Francia y España. La colaboración de Ponzán con el comité
nacional y el que indujese al consejo del MLE a colaborar con
aquél y apoyar sus opciones condujeron a la ruptura entre el
consejo y Ponzán. El consejo del MLE, con el pretexto de la
línea política de colaboración que seguía la CNT del interior,
evitó apoyarla económicamente o reconocerla como órgano
superior.

‘Juanel’ se puso de parte de Ponzán y siguieron colaborando


con los compañeros de España. En septiembre de 1939 llegó el
primer golpe. En Barcelona actuaba un grupo de jóvenes
anarquistas, que se había consolidado con la llegada de
combatientes de Francia. Este grupo colaboraba en la huida de
anarquistas de los diversos campos de concentración y cárceles
de Barcelona, mientras que realizaba pequeños hurtos para
asegurar económicamente sus acciones. La policía detuvo la
primera semana de septiembre a veintiséis personas con un
arsenal enorme y les acusó de atracos, de evasión y de la
muerte de un soldado en un tiroteo. El 12 de septiembre,
después de un juicio militar exprés, fueron ejecutados seis de
ellos. Eran los hermanos Rafael y Salvador Gómez, Juan
Pallarás, Juan Baeza, Fulgencio Rosauro y José Tarín. Los demás
fueron condenados a penas de cárcel de muchos años. Pese a
los atroces tormentos, estos chicos jóvenes no dieron más
direcciones y nombres y el mal se quedó ahí.

Poco tiempo más tarde, en noviembre de 1939, cayó en


manos de la policía todo el comité nacional, incluidos López y
Casares. En el juicio, que se celebró en 1944, fueron
condenados a muchos años de prisión, salvo Pallarás, el
secretario, y Marés que ya habían sido ejecutados. No hubo
intento inmediato de reconstituir el comité. El grupo Ponzán
mantuvo relaciones con el comité local de Levante, que tenía
su sede en Valencia.

Ponzán, tras la ruptura con el consejo del MLE, perdió la


única capacidad de financiación de su plan. Poco después,
recibió una propuesta de los servicios secretos ingleses para
colaborar juntos. Los enviados de Ponzán a España registraban
el movimiento de barcos comerciales y de guerra alemanes en
los puertos españoles. Al mismo tiempo, Ponzán se hizo cargo
del último sector de una red paneuropea de fuga de la Europa
nazi. Esa red trasladaba personas que corrían peligro (judíos,
pilotos derribados, resistentes, etc...) desde Europa a Gibraltar.
Los hombres de Ponzán tenían responsabilidad total sobre la
Francia meridional y España. Como pago de sus servicios,
Ponzán recibía de los ingleses dinero y armas para el
funcionamiento de su red.

Aunque muchos han condenado al grupo Ponzán por esa


alianza, fueron aún muchos más los que salvaron la vida gracias
a su actividad 127 . El propio Francisco Ponzán no se hacía
ilusiones sobre esa relación y explotó los recursos ingleses para
continuar la lucha en España. Al mismo tiempo, creía que la
caída del nazismo comportaría la caída de Franco. El cabecilla
de la red de fugas paneuropea, Albert Guérisse, más conocido
con el pseudónimo de Pat O’Leary, decía: Vidal (Ponzán) no
tenía ninguna simpatía particular por los ingleses. Los
consideraba, lo mismo que los franceses o los alemanes, como
peones en un tablero de ajedrez. El tablero era España, tras los
montes. España bajo la dominación de Franco. Rebelde contra
el destino, impaciente de actuar, siempre a cuestas con sus
ensueños de anarquista, Vidal reclamaba siempre armas:
pistolas... necesito pistolas... y fusiles también, decía 128.

El 1 de mayo de 1940 se puso en circulación en diversas


ciudades españolas un panfleto ilegal, que llamaba a los
españoles a permanecer neutrales en la Segunda Guerra
Mundial. Ese panfleto, financiado por los británicos, fue
repartido por la red de Ponzán. Un mes después, la policía
franquista consiguió disolver la CNT clandestina de Valencia,

127 La corrupción y el hambre en España creaban un terreno apto para el soborno de


policías y carceleros. Los grupos de Ponzán contribuyeron con el dinero inglés a la
excarcelación de muchos combatientes anarquistas. Al mismo tiempo, salvaron miles de
vidas de personas a las que perseguía el Tercer Reich.
128 Vid. Téllez(1996),p. 216.
prendiendo a treinta y dos de sus casi doscientos miembros. El
juicio fue en noviembre de 1941. Se dictaron diez condenas a
muerte y el 19 de noviembre fueron ejecutados Angel Tarín 129,
Enrique Goig y Enrique Escobar. La pena de los siete restantes
se conmutó por treinta años de cárcel.

La represión obligó a muchos combatientes de Valencia a


emigrar a Madrid. Uno de ellos fue Manuel López, secretario
del subcomité nacional de Valencia durante la Guerra Civil.
López se había encargado de organizar otra vez la CNT con la
ayuda de algunos miembros de las juventudes libertarias. Estos
eran Progreso Martínez, Eladio Hernández, Nicolás
Sansegundo, así como dos mujeres más y tres hombres 130. Este
segundo comité siguió falsificando documentos, pero puso en
circulación un boletín de contrainformación que se repartió a
compañeros presos. Al poco tiempo, López fue ingresado en un
sanatorio ‒ya que tenía una tuberculosis avanzada‒, donde
murió al año siguiente.

El resto del comité fue detenido a mediados de 1940. Fue


sustituido inmediatamente por el tercer comité, cuyo
secretario fue Celedonio Pérez131. Pérez siguió colaborando con
el grupo de Ponzán, asegurando la excarcelación de muchos

129 Ángel Tarín Haro (1920‒1941) combatió en la Guerra Civil en las milicias
anarquistas. Actuaba clandestinamente con su hermano José, que huyó a Francia. Su
hermano mayor, Miguel, había sido ejecutado en 1939.
130 Los datos sobre este período son orales y escasos. Vid. Molina (1976), ps. 89‒98.
131 Celedonio Pérez Bernardo era minero. Cuadro beligerante desde la época de la
dictadura de Primo de Rivera, estuvo exilado en Bélgica, donde colaboró con Ascaso y
Durruti. En la Guerra Civil había sido comisario en el regimiento de Mera. Hasta su
muerte en 1956 o bien actuaba en la clandestinidad o bien estaba en prisión. Era el alma de
la organización clandestina en Madrid.
anarquistas mediante el soborno de funcionarios estatales.
Tras su detención a principios de 1941, se hizo cargo del puesto
de secretario Manuel Amil, que estaba preso en Madrid. La
organización de los anarquistas en las cárceles había llegado a
un altísimo nivel. Así, se decidió que las orientaciones se diesen
desde dentro de la cárcel y el trabajo clandestino fuera
consistiese en comunicarse con el secretario preso132.

Los primeros cuatro comités nacionales no eran otra cosa


que el resultado de la abnegación de algunas personas, que se
arriesgaron ‒y todos sin excepción lo pagaron caro‒ por ayudar
a sus compañeros a salvar la vida. La comunicación entre los
núcleos dispersos de combatientes era infrecuente y con
interrupciones continuas por la represión y se debía en su
mayor parte a los grupos de Ponzán. La situación en los frentes
de guerra hasta 1942 era favorable al Eje, así que Franco
continuaba impulsando la política de exterminio y terror,
ayudando al mismo tiempo a los nazis133.

Pero la situación empezó a cambiar a finales de 1942. Los


triunfos de los aliados, el repliegue de los fascistas y la
presencia ya de fuerzas aliadas en el norte de África llevaron a
Franco a una maniobra diplomática. Vislumbrando la inminente
derrota de Hitler, el dictador intentó dar un tono más liberal a
su régimen para mejorar su imagen diplomática internacional.

132 Herrerín invoca los testimonios de dos miembros de la CNT que sostienen que el
secretario no debía nunca ser un preso y por eso Amil había cedido su puesto a Eusebio
Azañedo. Vid. Herrerín (2004), p. 84.
133 Aparte de materias primas y uso libre de los puertos españoles, Franco había enviado
una división de voluntarios para luchar en el frente oriental. Componían la División Azul
falangistas fanáticos, muchos de los cuales perdieron la vida en la batalla de Leningrado.
De esa manera, en 1942 creó un parlamento dirigido y en 1943
concedió el indulto a miles de presos que estaban acusados de
delitos leves. La coyuntura favoreció a la CNT, ya que fueron
excarcelados bastantes combatientes suyos y acometieron
inmediatamente la difícil tarea de la recomposición.

Por el contrario, el bienio 1942‒43 fue desastroso para el


grupo de Ponzán. Ya en enero de 1941 había sido detenido en
Portugal Agustín Remiro 134, mano derecha de Paco Ponzán y
resolutivo en las misiones más peligrosas de fronteras adentro.
Remiro fue entregado a las autoridades españolas y fue
condenado a muerte. Pocos días antes de su ejecución intentó
escapar de la cárcel de Porlier, en Madrid. Sus perseguidores lo
ejecutaron in situ, a pocos metros de la cárcel, el 21 de junio de
1942. Pese a la pérdida de Remiro, se siguió en la tarea de
salvar personas y resistir a la dictadura. En noviembre de 1941
el grupo esparció miles de octavillas rojinegras en el aniversario
de la muerte de Durruti. Decían: Libertad o muerte. Ésa fue la
consigna de Durruti. Esa debe ser la consigna de los obreros de
España y del mundo entero. CNT 135 . En julio de 1942 se
repartieron en Huesca miles de folletos que recordaban la
muerte de Ramón Acín y llamaban a resistir136.

134 Agustín Remiro Mañero (1904‒1942) formaba parte de la CNT desde 1919 y se dio a
conocer por su actividad organizativa clandestina durante la dictadura de Primo de Rivera.
En la Guerra Civil combatió al principio en la Columna Durruti como jefe de un grupo de
sabotaje que actuaba por detrás de las lineas enemigas. Luego combatió con la Columna
Carod‒Lerín, siempre en misiones especiales, y desde 1938 comandaba una compañía
autónoma que acometía secuestros, atracos y sabotajes en el frente del Ebro, en la
retaguardia de los fascistas.
135 Vid. Téllez (1996), p. 234.
136 Ramón Arsenio Acín Aquilé (1888‒1936) fue ejecutado en su ciudad natal por los
fascistas en 1936. Era profesor, pero también escultor y escritor. Luchó en la CNT desde
En noviembre de 1942 las fuerzas alemanas se desplegaron
también por el sur de Francia. La Gestapo asumió la tarea
represiva que correspondía a la policía del gobierno de Vichy y
en poco tiempo restringió la actividad de las redes de fuga.
Ponzán con los cuadros fundamentales de su grupo137 fueron
encerrados en Vernet una vez más como refugiados, ya que los
servicios alemanes ignoraban su actividad. Enseguida salieron
del campo con documentos falsos, pero su suerte no duró
mucho tiempo. Vicente Moriones, ‘Navarro’, experto guía de
fronteras138, fue detenido en junio de 1943 y conducido a
Buchenwald. Los hermanos Eusebio y Pascual López, que
colaboraban con Ponzán desde la época de la Guerra Civil,
fueron encarcelados respectivamente en Francia y Barcelona.
El propio Francisco Ponzán fue detenido por la Gestapo en abril
de 1943 en Toulouse, después de una delación. Permaneció
preso hasta el 17 de agosto de 1944, último día de estancia de
los alemanes en Toulouse. Cuando se iban, los nazis escogieron
a los presos más peligrosos, los ejecutaron a las afueras de la
ciudad y quemaron sus cadáveres. Entre ellos estaba también
Francisco Ponzán Vidal, de treinta y tres años.

corta edad y es considerado uno de los talentos más importantes del mundo libertario.
Entre muchos otros célebres anarquistas, Ponzán fue alumno suyo.
137 Entre los cuadros básicos del grupo estaba Juan Catalá Balaba (1913‒2008), que
estaba ya preso en Barcelona. Catalá era especialista en fugas y, después de su tercera
fuga, en 1947, regresó a Francia. Allí participó en 1951 en un atraco y fue encarcelado
durante catorce años. En la guerra fue saboteador en la Columna Durruti y colaborador de
Ponzán desde 1938.
138 Vicente Moriones Belzunegui, ‘Navarro’, (1913‒1970), sobrevivió a los campos de
concentración nazis con serios problemas de salud. En 1947 volvió a la actividad
clandestina en España, fue detenido en Donostia y permaneció preso durante dieciocho
años. Cuando salió de la cárcel, continuó la labor de organización y fue secretario del
comité regional clandestino de la CNT Norte. Murió de infarto en Baracaldo, donde vivía
con documentos falsos.
Comités Nacionales y Locales Hasta el Fin de la Guerra.

La excarcelación de muchos combatientes contribuyó a la


reorganización de la CNT, principalmente en las ciudades,
donde el anonimato favorecía la actividad clandestina. En el
bienio 1942‒43, la CNT estableció estructuras fundamentales,
resultado de la creación de una serie de comités locales. Aparte
de Levante, donde desde el fin de la Guerra Civil no había
dejado de existir una estructura ‒aunque rudimentaria‒, se
organizaron en comités locales Aragón, Asturias, Galicia, el País
Vasco y Andalucía 139. Las Islas Canarias y Extremadura apenas
estuvieron representadas orgánicamente en 1945 y 1946,
respectivamente.

En Cataluña se creó a finales de 1942 un comité regional con


Eliseo Melis como secretario general. Melis era agente de
Eduardo Quintela, jefe de la Brigada Político Social de
Barcelona. Por aquella época había ganado influencia en un
círculo de anarquistas, ya que ayudaba a personas a ocultarse y
huir a Francia. Su actitud no tardó en provocar sospechas. En
poco tiempo su influencia se vio limitada y el comité se
disolvió, aunque su acción traicionera continuó hasta su
ajusticiamiento en 1947. Desconfiando del comité de Melis,
algunos compañeros crearon en paralelo otro, que, con el paso

139 En Andalucía el comité local lo constituyeron los guerrilleros que actuaban en la


región y estaban siempre en contacto estrecho con la guerrilla, hasta su disolución en
1950.
del tiempo y la comunicación de los núcleos dispersos,
evolucionó a único comité de Cataluña.

La acción de Melis no fue el único intento del régimen de


controlar a los numerosos miembros de la CNT. En esa
dirección, la dictadura había ejercido presiones a antiguos
cuadros de la CNT ya maduros para que participasen en los
sindicatos fascistas, para contribuir a una supuesta
democratización de la sociedad 140 . Pocos fueron los que
cayeron en la trampa. Con la ayuda de la dictadura crearon en
1944 el Partido Obrero, que tuvo escasa repercusión hasta
1947, en que fue disuelto por el régimen franquista.

El quinto comité nacional, con Eusebio Azañedo como


secretario general, consagró sus esfuerzos a comunicar los
dispersos comités locales. Azañedo fue detenido en uno de sus
viajes. En el pequeño intervalo de tiempo en que hubo un vacío
orgánico, un miembro del comité acordó la participación de la
organización en una alianza de inspiración comunista, la
UNE 141, participación que nunca se ejecutó. Amil, el secretario
del comité anterior, salió de la cárcel al poco tiempo y volvió a
asumir sus funciones.

En marzo de 1944 se reunió en Madrid el Pleno Nacional de


comités locales. Allí Amil se convirtió oficialmente en secretario
del sexto comité nacional. La asamblea decidió interrumpir los
contactos con los comunistas y la expulsión del comité de

140 Esos cuadros se habían distinguido por la lucha en defensa de la primacía del
sindicalismo frente a las ideas anarquistas dentro de la CNT.
141 Unión Nacional Española.
Abraham Guillén, que había suscrito el acuerdo142. Pero una
vez más se justificó la táctica de alianzas y participación política
que se había decidido durante la Guerra Civil con el argumento
de que ésta no había terminado y que solo un congreso táctico
podía cambiar esa orientación política. A continuación, el pleno
expresó su descontento por la falta de ayuda de los
compañeros exilados y principalmente porque no mostraban
interés fehaciente, viajes y comunicación clandestina
mediantes, con objeto de informarse sobre la situación en el
interior. El sexto comité nacional que surgió del pleno tenía
doce miembros de diversos comités locales, cifra indicativa de
la extensión de la organización por toda España.

En el periodo de tiempo inmediatamente posterior,


empezaron los contactos de la CNT con republicanos y
socialistas para la creación de la ANFD143. Era la primera vez
que el movimiento libertario hacía referencia a una posible
alianza con los monárquicos con el objetivo de derrocar a
Franco. En septiembre un pleno en Madrid nombró un nuevo
comité nacional con Sigfrido Catalá como secretario. Manuel

142 Abraham Guillén Sanz (1913‒1993) ejerció de comisario político de la XIV división
bajo Cipriano Mera. Fue condenado a muerte al final de la Guerra Civil, pero escapó en
dos ocasiones, la segunda en 1945, cuando llegó a Francia con la ayuda de unos gitanos
libertarios. Fue dado de baja en 1946 por la CNT del exterior por filocomunista. En 1948
emigró a América Latina y vivió en Argentina, Uruguay y Cuba, hasta su regreso a España
a la muerte de Franco. Muchos lo consideran el padre de la guerrilla urbana. Fue mentor de
los Uturuncos y cofundador y teórico de los Tupamaros. Escribió decenas de libros y
artículos sobre guerrilla urbana, economía, autogestión y la Guerra Civil, siendo editor de
muchas revistas y periódicos. Luis Andrés Edo ‒cuya gran contribución al movimiento se
presentará en los capítulos siguientes‒ considera una excusa sin motivo su baja. Incluso
añade que su obra en tres tomos sobre economía autogestionaria es claramente
antimarxista y no duda en calificarlo como la figura intelectual más importante que el
movimiento libertario en el exilio ha puesto de manifiesto. Vid. Edo (2006), ps. 142‒143.
143 Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas.
Amil se distanció voluntariamente porque soportaba un cordón
policial asfixiante. Cuando pretendía desplazarse a Francia, fue
sorprendido en Barcelona y encerrado en los calabozos
franquistas.

En octubre de 1944 la CNT protagonizó la fundación de la


ANFD144. Ésta fue la tentativa política más importante que
hubo durante la década de los cuarenta dentro de España para
la creación de un frente único de resistencia al régimen. En ella
participaban casi todas las fuerzas del bando antifranquista; es
significativo, en cambio, que poco después de su constitución
los comunistas solicitasen participar y fuesen aceptados. Su
creación fue el resultado de la euforia que provocaba en el
bando antifranquista la derrota de los nazis en Europa. Todos
creían que los aliados expulsarían a Franco del gobierno y la
AFND se constituyó para cubrir el vacío de representación de
los vencidos en los organismos internacionales, vacío que hasta
entonces habían cubierto en el exilio los diversos gobiernos
que habían formado los políticos españoles en México y
Francia.

Bajo el prisma de la euforia y de las expectativas, se explica el


acuerdo del conjunto de las fuerzas políticas españolas en un
texto‒declaración, que se dirigía a los aliados de manera
democrática y pacífica. La ANFD declaraba su apoyo al acuerdo
atlántico y predeterminaba el futuro del país a una
colaboración con las fuerzas occidentales. Su objetivo era la

144 Ramón Álvarez afirmó en 1990 que los contactos para la fundación de la AFND los
comenzó la CNT en 1942 y que la alianza funcionaba ya en 1943, aunque su existencia se
hiciese pública en octubre de 1944. Vid. Memorias (1993), p. 302. No hay otro registro del
periodo que afirme tal cosa.
realización de elecciones democráticas, el mantenimiento del
orden político y social, el restablecimiento del funcionamiento
judicial normalizado. La secretaría de la ANFD pasó a manos de
Catalá, consolidando la posición del comité nacional de la CNT.

La primacía de la CNT dentro de España no se debía tanto a


su discurso político como a que había llegado a un nivel de
organización mucho más alto que el de otras fuerzas políticas.
Juan García Durán, miembro del comité nacional en 1946,
refiere que los enlaces y las redes de comunicación de los
anarquistas fueron utilizados para la reorganización de los
socialistas y los republicanos145. Al mismo tiempo, en todo el
territorio español actuaban grupos de anarquistas armados y
con bastantes de ellos había comunicación permanente.

Pero por muy organizada que estuviese, la CNT recibía


constantes golpes de las fuerzas de represión. A finales de 1944
llegó a Madrid Luis Alfaro, hijo de un republicano que había
sido ejecutado en Donostia. Su procedencia, una falsa
presentación de un político republicano en el exilio y su fingida
pasión por ayudar a la lucha fueron suficientes para que
algunos lo pusieran en contacto con la organización. Ese
hombre era soplón de la BPS y llevó a la detención de
bastantes miembros del aparato clandestino de la organización
en todo el país. Entre los detenidos estaba Catalá, así como
otros miembros del comité nacional. En marzo de 1945 lo
sustituyó en la secretaría José Expósito Leiva, quien cumplía
funciones de secretario por turnos con Ramón Rufat.

145 Vid. Paz (2001), p. 87.


La trayectoria del movimiento libertario dentro de España,
desde 1944 en adelante, está en relación directa con su
evolución en el exterior. No tiene nada que ver no solo con la
más vasta coyuntura política que se estaba configurando desde
que se vislumbraba el fin de la guerra, sino también con la
reorganización principalmente y las opciones del movimiento
libertario en el exilio. Ya desde el pleno de septiembre de 1944,
se había expresado preocupación por la autonomía de la
actividad del movimiento en el exilio. La comunicación era
difícil, pero había un porcentaje grande de recelo. La mayoría
de los “militantes con influencia” se habían exilado después de
la Guerra Civil y seguían creyendo que tenían en sus manos la
suerte del movimiento. Los militantes del interior vivían de
primera mano la represión y las dificultades y consideraban
que constituían la única continuación orgánica ‒por tanto
aceptable‒ de los comités nacionales de la CNT. A su juicio, los
exilados debían ayudar y no dirigir. El enfrentamiento de
puntos de vista políticos y de personalidades era herencia de
desviaciones y graves errores ideológicos, en los que el
movimiento había incurrido durante la Guerra Civil.

El Restablecimiento de las Estructuras de Organización en el


Exilio.

La inexistencia del consejo general del MLE creó un vacío


organizativo para los miembros de la CNT. En Francia, el
contacto entre los diversos núcleos del movimiento era más
difícil por la ocupación alemana. En el resto del mundo donde
se habían dispersado, los refugiados anarcosindicalistas
intentaron recomponerse como organización y ponerse en
contacto con los compañeros para coordinar la lucha.

La primera tentativa de organización ‒aparte del consejo del


MLE‒ se produjo en Inglaterra. Ya desde agosto de 1939 los
cien exilados libertarios, más o menos, constituyeron un
comité que intentó ponerse de acuerdo con el consejo. La
mayoría de los exilados de Londres habían participado en el
golpe de estado de Madrid, al final de la guerra, por lo tanto se
oponían a la colaboración con el gobierno de Negrín en el exilio
y tenían fricciones con el consejo. El comité inglés redactó una
circular en 1940 en la que daba a conocer su propuesta de
colaboración con las otras fuerzas políticas españolas
antifranquistas ‒salvo los comunistas‒ para la creación de un
frente común. Esta propuesta de colaboración política llevó a
una parte de miembros del comité a la dimisión por principios.
La discordia que provocaba la cuestión de la participación
política y la colaboración emergía para todos los combatientes
como tema central.

El mismo problema se les presentó también a los miembros


de la CNT que se habían refugiado en México. Eran más o
menos doscientos cincuenta a principios de 1941 146. En junio
de ese año crearon la delegación de la CNT en México, con

146 Los organismos de refugiados que habían creado las organizaciones y partidos
españoles en el exilio habían previsto que el 22% de las plazas de los barcos para México
correspondiese a miembros de la CNT. Al final, a causa de la insuficiencia de anarquistas
y del “espíritu de colaboración” de las restantes fuerzas, el porcentaje real no rebasó el 5%,
así que varios centenares de combatientes se quedaron en los campos de concentración.
Vid. Herrerín (2004), p. 45.
Progreso Alfarache de secretario. El objetivo principal de los
exilados era la participación en las organizaciones de ayuda y el
contacto con las demás fuerzas políticas, de modo que
pudiesen intervenir en las cuestiones que concernían a España.
La delegación mostró gran interés por los dos mil refugiados
que se encontraban en Santo Domingo ‒entre ellos muchos
anarquistas‒ y vivían en condiciones miserables.

La situación cambió con la llegada de García Oliver a México.


García Oliver escribió un texto para sus compañeros en el que
analizaba la manera que consideraba adecuada para organizar
el movimiento en el exilio y apoyaba la tesis de la participación
política de la CNT, tal como ésta había decidido durante la
Guerra Civil. Muchos miembros de la delegación se opusieron a
la idea de la colaboración política y del consejo nacional en el
exilio que se proponía. Tras seis tormentosas asambleas, la
posición de García Oliver fue derrotada por la mínima con
sesenta y ocho votos en contra y sesenta y seis a favor.
Saltándose los procedimientos conjuntos, los partidarios de la
colaboración política fundaron el consejo nacional en el exilio y
empezaron a negociar con las demás fuerzas políticas,
provocando el primer cisma de la CNT en el exilio.

El cisma de México continuó hasta agosto de 1945. Los


enemigos de la colaboración constituyeron la nueva FAI en
abril de 1942 y ejercieron una dura crítica a los partidarios de
García Oliver. La liberación de Francia en 1944 fue la que
normalizó los conflictos en México, ya que el centro de la
rivalidad política pasó al otro lado del Atlántico. México no fue
el único país de América que acogió núcleos de
anarcosindicalistas. Núcleos de menor tamaño había también
en Venezuela, Argentina, Chile, Ecuador, Panamá, Estados
Unidos, Uruguay, Bolivia y la República Dominicana. En esos
países los refugiados habían constituido sus propios órganos y
participaban como podían, con dinero, delegados y cartas, en
las estructuras del movimiento en el exilio.

El núcleo de la CNT más numeroso en el exilio, aparte del de


Francia, fue el de África del Norte. Allí había muchos
anarquistas a los que los franceses habían expulsado de los
campos de concentración de la Francia continental como
peligrosos, así como bastantes que, tras la derrota, habían
cruzado de cualquier manera el Mediterráneo. Las condiciones
de supervivencia en los campos de concentración de África
para los diez mil españoles exilados eran peores que las de sus
correspondientes franceses. Los campos de Djelfa, Morad,
Hadjerat M’Güil y otros más pequeños estaban cerca o incluso
dentro del desierto del Sáhara. Muchos combatientes
decidieron luchar en el lado de los aliados para evitar esas
condiciones.

En Argelia y Marruecos permanecieron mil trescientos


miembros de la CNT que crearon el Movimiento Libertario
Español Emigrado en Africa en el pleno de Orán, en diciembre
de 1943. La organización de Africa apoyó con fuerza el regreso
a la índole claramente anarquista de la CNT. Muchos de los
compañeros que se encontraban allí se revelaron
posteriormente vigorosos defensores de la línea política
ortodoxa, como Pedro Herrera o Valerio Mas. En el segundo
pleno, en octubre de 1944 en Argelia, se ejerció una dura
crítica al grupo de García Oliver, que fue calificado de
cismático.
Pero la orientación política del movimiento iba a decidirse en
el país en el que se encontraban expulsados decenas de miles
de miembros de la CNT, es decir, en Francia. El vacío orgánico
que había creado la desaparición del consejo general del MLE
vinieron a cubrirlo algunas tentativas esporádicas de
reconstitución del movimiento en 1941. La más importante de
ellas provino de un grupo de compañeros que trabajaba en la
presa de L’Aigle, al suroeste de Clermont‒Ferrand147. Personaje
central de la reconstrucción de la CNT fue José Germán148, con
la ayuda de José Berruezo149, José Asens150, Sebastián Gómez y
José Marqués. La gente que se aglutinó en torno a esta
tentativa se denominó Comité de Organización del Movimiento
Libertario en Francia y publicó dos circulares que se repartieron
de mano en mano a centenares de compañeros. Reconociendo
la dificultad de la reconstitución de las tres ramas del
movimiento (CNT‒FAI‒FIJL) optaron por llamarse ML‒CNT. En
septiembre de 1942 organizaron un encuentro local en la presa
en el que se decidió convocar un Pleno Nacional el 6 de junio
de 1943 en el vecino pueblo de Mauriac.

147 A la presa de la central hidroeléctrica de L’Aigle se la llama también en Francia


“presa de la Resistencia”, porque el retraso deliberado de los obreros en su construcción
privó a los ejércitos de ocupación de la posibilidad de utilizarla. En su construcción
trabajaron centenares de obreros, gran parte de los cuales eran españoles de los campos de
concentración.
148 José Germán González (¿‒1991 o 1992) combatió en la Columna Durruti y después
de la Segunda Guerra Mundial los franceses lo condecoraron por su actividad antinazi.
Luego emigró a Venezuela, donde murió.
149 José Berruezo Silvente (1895‒1990) fue encarcelado por primera vez en 1912 por su
actividad anarquista, que continuó sin interrupción durante todo el periodo anterior a la
Guerra Civil y le hizo conocer la cárcel, el despido y hasta el exilio. Pasó a Francia en
enero de 1939 y regresó a España tras la muerte de Franco.
150 José Asens Giol era miembro del Comité de Milicianos Antifascistas de Barcelona
en julio de 1936, con Durruti y García Oliver.
Al mismo tiempo que la iniciativa de L’Aigle, hubo también
otras tentativas de reorganización. Las dos más serias se
iniciaron en Marsella y Saint‒Etienne. En Toulouse los jóvenes
libertarios hicieron esfuerzos por reconstituir la FIJL. Se
tuvieron en cuenta esas tentativas en el pleno de Mauriac,
donde se decidió crear un comité que coordinase y uniese
todas las iniciativas destacadas. También se decidió redactar un
texto que se utilizaría como base de debate en un próximo
pleno para definir las orientaciones políticas del movimiento en
lo sucesivo. Se encargó la redacción a Juan Manuel Molina
‘Juanel’ y Felipe Alaiz. Finalmente, en Mauriac se decidió que
los miembros del consejo general del MLE no pudiesen ocupar
puestos en la organización hasta que rindiesen cuentas de su
actividad.

El 19 de septiembre hubo un nuevo pleno en Tourniac. Todas


las iniciativas destacadas participaron en él. Solo puso
objeciones importantes el comité de Saint‒Etienne, que ya
había tomado decisiones más radicales en relación con la
orientación política del movimiento. Al final se decidió por
unanimidad incorporar tal cual las decisiones de ambos
comités en un texto común. Esa discrepancia ‒aunque fuese
resuelta‒ puso de manifiesto otra vez el cisma que crecía entre
los partidarios de la colaboración política y los que deseaban el
regreso a las raíces del anarquismo ortodoxo.

La discrepancia entre ambas tendencias llegó a su culmen en


Tourniac en torno al texto de Molina y Alaiz. La parte que había
escrito Alaiz hacía referencia a la organización social tras el
triunfo de la revolución y no se debatió mucho. En cambio, la
parte de Molina, que planteaba cuestiones de opciones
políticas inmediatas, dividió. Ese texto, que siguió siendo
conocido como “dictamen Juanel”, dudaba de la oportunidad
de las tesis anarquistas tradicionales y justificaba la
participación de los anarquistas en el gobierno durante la
Guerra Civil. ‘Juanel’ consideraba que esa participación había
fracasado porque no había un programa serio y se basaba en
improvisaciones. Más abajo, en el texto, hacía referencia a la
unión del movimiento como presupuesto básico de su
efectividad y señalaba que la cuestión de la orientación política
del movimiento debía debatirse en un inminente congreso
ordinario y representativo. En conclusión, proponía la
participación de la CNT en cuantas iniciativas y organismos de
colaboración fuese posible para impulsar sus tesis. Además
propuso la participación de los anarquistas en un inminente
parlamento constitucional en España con el objetivo de que la
regulación constitucional fuese limitada mediante
151
plebiscitos .

El informe provocó reacciones y volvió a sus redactores para


que lo presentasen mejorado en un próximo pleno. Pero el
comité que surgió del pleno, cuyo secretario era ‘Juanel’,
empezó a ser tildado ‒informalmente‒ de “colaboracionista”.
Como contrapeso a la política de este comité, se creó otro
comité en Béziers, que fue apoyado especialmente por los
grupos de las juventudes libertarias. El comité de Béziers
desestimaba la participación en política y en el sistema burgués
y calificaba con duras palabras a sus defensores152. Ambos
comités se reunieron en Marsella en diciembre de 1943 y

151 El “dictamen Juanel” completo se encuentra en el archivo Peirats, carpeta 498.


152 Vid. Paz (2001), p. 100.
decidieron solventar sus diferencias en un nuevo Pleno
Nacional, en Mouret, el 22 de marzo de 1944.

Esa reunión fue la más relevante hasta entonces desde el


aspecto del número de militantes que estaban representados.
Se decidió que los dos comités se fundiesen, así como una serie
de parámetros que definían la reorganización del movimiento.
Sobre la cuestión crucial de la orientación política, se presentó
una formulación mejorada del “dictamen Juanel”, pero, para
no alterar el clima de unidad, se decidió repartir ese texto
ampliamente entre los militantes, para que se tomase una
decisión en un próximo pleno. Además, se estableció un nuevo
comité nacional, que formaban Francisco Carreño 153 ,
Evangelista Campos154 y Ángel Marín155.

La rápida evolución de los acontecimientos en el frente de


guerra afectó también a la CNT. Ya muchos de los militantes
que participaban en la tentativa de reconstitución luchaban en
la resistencia francesa. El desembarco de los aliados en

153 Francisco Carreño (¿?‒1947) fue un activo miembro de la FAI antes de la guerra y
responsable del consejo de guerra de la Columna Durruti desde julio de 1936. Se
distinguió por sus posiciones antiestalinistas y participó en el primer comité de los Amigos
de Durruti. Era un firme defensor de la tradición política anarquista.
154 Evangelista Campos era partidario de la colaboración y en 1945 entró en España para
ponerse en contacto con el movimiento clandestino. Fue encarcelado en sucesivas
ocasiones durante la dictadura.
155 Ángel Marín Pastor (1917‒1993) combatió en la Columna Durruti y fue miembro del
comité de Béziers. En Francia participó en grupos que hacían expropiaciones en beneficio
del movimiento. En 1945 lo detuvieron en Barcelona durante una misión política. Su
pronta excarcelación (después de una rumoreada intervención de Melis) acabó con su baja
en la CNT en Francia. Su apego a los ideales anarquistas hasta su muerte, aunque fuese al
margen de la organización, muestra que tal vez no colaborase con los fascistas, sino que lo
liberaron para sembrar discordia entre los exilados en Francia, ya que Marín estaba entre
las figuras cruciales del movimiento.
Normandía, auxiliado por la guerrilla en el interior, condujo a la
liberación de Francia. Las primeras unidades de la División
Leclerc, que entraron triunfantes en París, llevaban banderas
de la República Española junto con las francesas. Sobre los
carros de combate se leían nombres como Teruel, Durruti,
Guadalajara, acreditando el numeroso componente español de
la resistencia. En las batallas de la liberación participaron más o
menos doce mil guerrilleros españoles en unidades
autónomas 156 y una cifra desconocida ‒claramente menor‒
combatió en las francesas. Muchos miembros de la CNT
combatieron como unidad separada de la UNE, controlada por
comunistas157.

Incluyendo las decenas de miles de españoles que habían


combatido durante toda la guerra en el bando aliado en África,
Sicilia, la batalla de Creta y demás, es comprensible la euforia
con la que recibió el movimiento la liberación de Francia. Todos
daban por seguro que el siguiente objetivo de los aliados
democráticos sería el régimen fascista español. La salida de
muchos anarquistas de campos de concentración y el
restablecimiento de la comunicación entre los diversos núcleos
comportaron la representación de 20.000 miembros de la CNT
en el pleno de Toulouse (5‒13 de octubre de 1944)158.

156 Vid. Pons (1977), p. 47.


157 El “grupo de CNT de la UNE” fue dado de baja por la Confederación en el pleno de
Toulouse en octubre de 1944. Muchos de sus miembros participaron en el intento de
invasión de España de ese mismo mes, bajo dirección comunista. Más tarde, la mayoría de
los cinco mil combatientes disolvió el grupo, se distanció de la UNE y volvió en junio de
1945 a las filas de la CNT. Una minoría se afilió al Partido Comunista.
158 Eso calcula Herrerín (2004), p. 58, mientras que Paz eleva la cifra a 25.000, vid. Paz
(2001), p. 102.
El clima en el pleno era festivo. La mayoría creía que el
regreso a España era cuestión de meses. Las decisiones que se
tomaron reflejan ese clima, ya que se encaminaban a la
colaboración con las restantes fuerzas políticas y correspondían
a los dictados republicanos de los aliados. Más concretamente,
se decidió colaborar con las restantes fuerzas políticas
antifascistas y participar en un inminente gobierno (bastaba
que se observaran las conquistas sociales del trienio de la
Guerra Civil). Los exilados reconocieron el papel consultivo que
debía tener el consejo de la ANFD, rebajando así el papel de la
CNT del interior. Al final, la decisión del pleno de Mauriac que
excluía de las elecciones a cargos a los miembros del consejo
del MLE volvió a tener vigencia, pese a que había sido
rechazada en los dos plenos anteriores.

¿Cómo fue posible que se aprobase tan fácilmente la línea de


los reformistas a costa de la ortodoxa? Ya sabemos que una
gran parte de miembros había expresado su oposición y en el
pleno anterior la situación se había equilibrado. Aparte del
optimismo del ambiente, José Borras, que participó en el
pleno, da un explicación bastante lógica.

En condiciones normales, el representante que participaba


en una reunión debía declarar por escrito los puntos de vista
de su comité local. En el caso de Toulouse, la falta de tiempo,
los rostros conocidos de los participantes y la deficiente
capacidad de control, llevaron a una decisión insólita:
bastantes representantes expresaron opiniones personales así
como colectivas. El resultado fue que la proporción real de las
opiniones se adulteró para no alterar la unidad del movimiento
en vista del regreso a España. ¡De las personas que pusieron su
firma en las decisiones, todas salvo una se alinearon en la tesis
ortodoxa en el pleno siguiente!159

Hacia el Cisma.

El periodo siguiente estuvo cargado de conflictos tensos


dentro del movimiento libertario del exilio. La disparidad de
pareceres se manifestaba en la prensa libertaria y se extendía
por todos los países donde había anarquistas exilados. Las dos
personas que desempeñaron el papel determinante en el
desarrollo de los acontecimientos fueron Molina y Germinal
Esgleas. Este, secretario general del Consejo General del MLE
tras la muerte de ‘Marianet’, fue excarcelado cuando la
liberación de Francia, habiendo sido preso de la Gestapo tres
años160. Molina, secretario otra vez del comité nacional en
Francia, le invitó a dar explicaciones. Esgleas se negó a
reconocer al según él autodenominado comité nacional 161 y
declaró que seguía siendo el único representante legal del
movimiento. Además, se negó a revelar la composición total
del Consejo General, pero también a rendir cuentas de la

159 Paz (2001), p. 104 y vid. Herrerín (2004), p. 58.


160 Muchos contemporáneos dudaron de la duración de su retención y creían que había
pasado gran parte de la ocupación oculto y beneficiándose de los recursos económicos del
MLE. Esa afirmación nunca fue demostrada, pero tampoco se negó, ya que no existe
archivo de la cárcel donde estuvo detenido, mientras que su único testigo era su mujer,
Federica Montseny.
161 La ironía por parte de Esgleas a expensas de un comité que representaba veinte mil
miembros demuestra la intensa ruptura que existía. Vid. Paz (2001), p. 107‒109.
gestión económica de los recursos del MLE. Le bastó con decir
que los recursos que había recibido de ‘Marianet’ eran
limitados y que, si había más dinero escondido, ‘Marianet’ se
había llevado el secreto consigo cuando se ahogó en el Marne.
En cuanto al balance político y económico, Esgleas se
comprometió a que lo haría ante un congreso ordinario en
territorio español 162. Finalmente, como secretario del Consejo
General declaró que no tenía intención de colaborar ni con la
UNE ni con la JEL 163, ni tampoco con los representantes de la
ANFD.

Por contra, el comité nacional suscribió a finales de octubre


de 1944 la declaración de la JEL, sin consulta previa a las bases.
Esa mentalidad partidista agudizó aún más los conflictos. A
medida que pasaba el tiempo y los aliados no hacían gestos
decisivos, se hizo evidente que había que dar una solución a los
conflictos internos del movimiento. Así que se nombró un
congreso de federaciones locales para el 1 de mayo de 1945 en
París. Hasta que hubo congreso, la polémica seguía y las
calumnias de uno y otro lado culminaban el intercambio de
pareceres políticos164. Apenas dos meses antes del congreso, el

162 Hasta su muerte en 1981 en Francia, Esgleas no aceptó rendir cuentas en Francia,
pese a que hubo congresos de la CNT en España tras el cambio de régimen.
163 La Junta Española de Liberación fue creada en 1943 por socialistas y republicanos en
México y se trasladó a Francia en 1944, con el objetivo de ser el órgano común de los
exilados ‒excepto los comunistas‒ en las negociaciones con los aliados y los organismos
internacionales.
164 Hubo hasta acusaciones contra Laureano Cerrada, falsificador, editor de Solidaridad
Obrera de París y conocido militante de la FAI, de que había sobornado a algunos
miembros para que cambiasen de postura. Vid. Herrerín (2004), p. 61. Personas que lo
conocieron desmienten totalmente esas acusaciones. Entrevista con S. Gurucharri,
Barcelona, 14/5/2007. De todos modos, parece que Cerrada contribuyó con dinero de sus
actividades clandestinas a la edición de los periódicos que apoyaban las opiniones de los
“pieles rojas”. Vid. Memorias (1993), p. 396.
comité nacional restableció a Esgleas y Montseny la posibilidad
de participar en el siguiente congreso y ser elegidos. Esa
decisión era irregular, ya que solo un pleno podía revocar la
decisión de un pleno anterior. Y era también un gesto de buena
voluntad por parte de la tendencia reformista hacia la unidad
del movimiento.

El 8 y el 9 de abril tuvo lugar el pleno nacional de la FIJL. La


reorganización estructural de las juventudes constituía un
alarde de fuerza más de la tendencia ortodoxa. El comité
nacional no asistió al congreso. Aunque había sido invitado,
declaró que no tenía autorización de los comités locales y que
consideraba que la FIJL debía convocar un pleno después del
Congreso de París. El comité votado por las juventudes tenía
como secretario a Benito Milla 165, mientras que, entre otros, el
responsable de Relaciones era Raúl Carballeira 166.

El primer congreso de MLE‒CNT en el exilio se celebró entre


el 1 y el 12 de mayo de 1945 en el Palacio de la Química de
París. Aunque se desconoce el número de representantes, los
miembros que estaban representados eran entre treinta y
treinta y cinco mil. En las primeras sesiones hubo intensas
discrepancias sobre la cuestiones de las alianzas y la línea
política. El congreso eligió a dieciocho representantes, nueve

165 Benito Milla Navarro (1916‒1987) fue secretario de juventudes en la Columna


Durruti, uno de los pilares de la reorganización de la FIJL en Francia y editor del periódico
de las juventudes, Ruta. En 1949 emigró a Uruguay, donde fundó una casa editorial,
profesión que siguió ejerciendo tras su regreso a España en 1977.
166 Raúl Carballeira Lacunza (1917‒1948), poeta; nació en Argentina y fue en 1937 a
España, donde combatió en el frente de Aragón. En 1946 pasó clandestinamente a España
para contribuir a la reconstitución de la FIJL. Acorralado por la policía, se suicidó en la
colina de Montjuic en junio de 1948.
de cada tendencia, para llegar a un texto comúnmente
aceptado. El comité de redacción, teniendo en cuenta las
propuestas de las federaciones locales, consumó un texto de
concesiones mutuas. Los ortodoxos aprobaron la ratificación
de los principios, tácticas y finalidades clásicos del anarquismo
manteniendo el carácter antiestatal y revolucionario de la
organización. La situación de emergencia a causa de la lucha
contra la dictadura no significaba necesidad de desviarse
ideológicamente. Así, improvisadamente y sin crítica, se
cerraba el paréntesis de la participación en el gobierno durante
la Guerra Civil. La concesión en favor de los reformistas se
resumía en el reconocimiento, por parte del MLE‒CNT, del
comité nacional de la CNT en España como único comité
nacional (luego como órgano soberano del movimiento). Una
segunda concesión fue que se siguiese formando parte de la
JEL.

Otras decisiones del congreso concernían al reconocimiento


de los derechos de las autonomías (Cataluña, País Vasco), la
estructura federal del estado y la conservación de las
conquistas obreras y campesinas de la Guerra Civil. Todo eso
en el caso de la restauración de la república, a la que el
congreso consideró un mal menor que la continuación del
régimen de Franco 167. Finalmente el congreso decidió que el
movimiento planteaba como objetivo la muerte del mismo
Franco. En la votación decisiva sobre las tesis del comité, los
“pieles rojas” mostraron su gran superioridad numérica.
Esgleas fue elegido secretario del comité nacional del MLE‒CNT
en Francia. El resto del comité eran su mujer, Federica

167 Las decisiones del congreso están en Paz (2001), ps. 116‒120.
Montseny, Juan Puig Elias, Ángel Marín, Paulino Malsand,
Miguel Chueca y Jerónimo Rodríguez168.

La elección de Esgleas y Montseny provocó reacciones tensas


en la minoría, que rescató la decisión del pleno anterior, que
los excluía de los cargos orgánicos. Pero nada podía cambiar el
veredicto. Se calcula que la tesis de los “pieles rojas” era
apoyada por veintidós a veintiséis mil miembros. El último día
del congreso llegó a París César Broto, delegado del comité
nacional de España. Su objetivo era participar desde el
principio, pero ciertas dificultades en el paso clandestino de la
frontera habían retrasado su llegada. Así que Broto se reunió
con el comité nacional en presencia de algunos representantes
que se habían quedado en París al finalizar el congreso. Allí
explicó la postura del interior, donde la organización
consideraba que la guerra continuaba y con ella las especiales
condiciones que habían llevado a la colaboración en el
gobierno y a la desviación de los principios. Los compañeros de
España consideraban que solo un congreso ordinario podía
redefinir la táctica de la CNT. Para ellos era incomprensible que
en Francia debatiesen sobre principios, tácticas y finalidades,
mientras en España la represión y los asesinatos seguían sin
cesar.

Broto reconoció que la mayoría de las personalidades


dirigentes de la CNT estaban en el exilio, pero declaró que los
compañeros del interior querían tener la iniciativa de las

168 Molina creía que la rivalidad ortodoxos‒reformistas quedaba estampada en su


persona por un lado y por otro en la pareja Esgleas‒Montseny. Para que el conflicto no
revistiese características personalistas, propuso que los tres se autoexcluyesen de las listas
electorales. La pareja se negó. Vid. Martínez Guerricabeitia, carpeta 1018.
acciones, haciendo efectivo el valor moral que les concedía su
permanencia en España y la cruenta lucha que mantenían169.
Sus puntos de vista no afectaron a la tendencia ortodoxa.
Muchos años después Broto afirmó:

[...] leer la memoria de los acuerdos de aquel congreso


da la impresión de que se referían a otro planeta. Por
ejemplo, decía Malsand, “yo no volveré a descender a la
mina hasta que sea de nuestra propiedad” y seguían
estructurando el porvenir como si la existencia de Franco
fuera un detalle insignificante 170.

El balance del congreso puede que fuese positivo para los


ortodoxos, que se hacían con las riendas de la organización,
pero fue negativo para el movimiento en su conjunto, no solo
el español, sino el mundial. En París se perdió la única
oportunidad de abrir un debate sobre los extravíos de la
Guerra Civil, por los mismos hombres que los apoyaron y
participaron en ellos. No hubo debate a fondo, para que
surgiesen conclusiones útiles y un conocimiento concienzudo
de los hechos. Al contrario, se esquivó en favor de mantener
una unidad tan frágil que no aguantó ni seis meses.
Desgraciadamente, la ratificación de los principios, tácticas y

169 Por desgracia, muchos antiguos y célebres militantes en el exilio creían que tenían
superioridad intelectual y dentro del movimiento frente a los del interior. En España,
aparte de unas pocas excepciones, habían quedado los miembros de la Confederación que
no tuvieron un papel dirigente en la Guerra Civil, por lo tanto corrían menos peligro. La
nueva generación, que reorganizaba la CNT y asumía por primera vez cargos de
organización, era desconocida para la mayoría de los combatientes. Valerio Mas, célebre
militante de la facción ortodoxa, los calificaba, subestimándolos, como célebres
desconocidos a los que quizá alguien conociese en su casa. Vid. Memorias (1993), p.312.
170 Vid. Herrerín (2004), ps. 69‒70.
finalidades de la ideología anarquista, en lugar de funcionar
como trampolín para lanzar un ataque frontal a Franco, se
quedó en vehículo del restablecimiento del grupo de
Esgleas‒Montseny en el timón del movimiento.

La Respuesta del Interior y el Cisma.

A principios de 1945 el comité nacional de España preparaba


un pleno de comités regionales para reconsiderar la situación y
coordinar la actividad. Al regresar de Francia, César Broto había
informado a los comités regionales del clima y los resultados
del Congreso de París. El pleno tuvo lugar entre el 12 y el 16 de
agosto de 1945 en Carabaña, un pequeño pueblo a las afueras
de Madrid. En él participó el comité nacional, así como
representantes de todas las regiones, salvo Asturias, donde la
invitación a la reunión secreta tardó en ser entregada. Los
miembros de la CNT que estaban representados eran más o
menos treinta mil 171. El pleno se celebró en un camión cerrado
del que los participantes salieron solamente cuando llegaron a
Madrid.

En sus decisiones el pleno reconoció a la ANFD como punto


de partida para la conquista de la república, aunque admitió
que su programa no satisfacía las aspiraciones del movimiento.
La participación de la CNT en ella se basaba en la necesidad de
crear un frente único para golpear al franquismo. Con cinco

171 Herrerín (2004), p. 71.


votos a favor y dos en contra, se decidió excluir de la Alianza a
las fuerzas de la derecha contrarias a la dictadura. La ANFD se
proclamó única fuerza autorizada para dialogar con los aliados
y los organismos internacionales. El pleno reconoció las
autonomías locales y redactó una base programática relativa a
la justicia, el ejército y la iglesia, para el caso de que volviese la
república. En relación con la posibilidad de participar en el
gobierno, el pleno respondió positivamente, subrayando que
un cambio de táctica en relación con la Guerra Civil exigía una
decisión de un congreso ordinario.

El último día se debatió el tema de la relaciones con los


compañeros exilados. Todos censuraron su posición, que
calificaron de desdeñosa y despectiva. Pero manifestaron que
los esperaban con los brazos abiertos, bastaba con que fuesen
a España para conocer la situación de primera mano y
luchar 172 . El pleno se negó a participar en la Conferencia
Intercontinental que organizó el comité francés con la
participación de todos los núcleos españoles de CNT del
mundo. Se consideró que el objetivo de la Conferencia era
poner en una posición difícil a la organización del interior y
privarle de tener la primera palabra en los acontecimientos 173.

El pleno de Carabaña afianzó la crisis entre interior y exterior.


César Broto fue nombrado nuevo secretario general del comité

172 Vale la pena referir que la crítica de los exiliados no procedía solo de los criterios
políticos reformistas. Es significativo que el comité regional de Cataluña, que en sus
propuestas mantenía una postura crítica a la ANFD y optaba por métodos de acción
directa, como huelgas, colectivizaciones y lucha armada, ejerciese una dura crítica a sus
posiciones.
173 Las informaciones proceden de las actas del pleno que se encuentran en el archivo
Gómez Peláez, carpeta 726.
nacional e inmediatamente tomó iniciativas de coordinación de
la AFND, con llamamientos nacionales a organizar unidades
dispersas de resistencia y contactos con el conjunto de fuerzas
políticas resistentes. Al mismo tiempo, el comité envió a
Francia a José Expósito Leiva y Manuel Vicario para que se
pusiesen en contacto con los miembros de la CNT en el exilio
que quisiesen contribuir a la organización en España. Una gran
parte de los reformistas aceptó colaborar con los delegados,
considerando que así se interpretaba al pie de la letra la
decisión del Congreso de París, que ‒supuestamente‒ cedía la
iniciativa al comité español. El medio para organizar a los
exilados reformistas fueron las Regionales de Origen, en las
que se organizaron según la parte de España de la que
procedían.

En agosto de 1945 en México, las fuerzas políticas del frente


antifranquista, excepto el Partido Comunista, asignaron a José
Giral la creación de un gobierno en el exilio. Su objetivo era
crear un grupo de políticos autorizado que dialogase con los
aliados. Giral propuso a la CNT de México una cartera
ministerial y, después de negociaciones, ofreció una segunda.
Cuando la CNT le dio a conocer que sus dos ministros serían
Aurelio Fernández y Juan García Oliver, Giral solicitó hacer él
mismo la elección de los ministros de una lista que le diese la
CNT. La organización en México creyó que la palabra para esa
acción debía tenerla el comité nacional de España y le remitió a
Giral para esos contactos.

El comité nacional envió una lista con los nombres de


Federica Montseny, Horacio Martínez Prieto, Juan García
Oliver, José Expósito Leiva y José Sancho 174 . César Broto
mantuvo que le había dado a conocer la lista a Montseny vía
telegráfica, sin que hubiese respuesta175.

La tendencia ortodoxa mantuvo que nunca tuvo


conocimiento de una lista ni de la participación de la CNT en el
gobierno. Cuando se supo que Leiva y Prieto ocuparían puestos
gubernamentales, empezaron las deliberaciones febriles en el
exilio francés.

Un pleno de comités regionales les pidió explicaciones a


principios de octubre en Toulouse. Ellos respondieron por
escrito que actuarían siguiendo instrucciones claras del comité
nacional español.

A continuación, el comité del MLE‒CNT en Francia envió una


carta a su correspondiente español. Entre otras cosas decía:

Queremos creer que la misión del compañero Leiva


responde a su criterio personal y que sin embargo no ha
consultado al comité nacional (de España). Una vez más os
pedimos que investiguéis el problema que se ha causado
con vuestra decisión de nombrar ministros que representen
a la organización en un gobierno, con la responsabilidad y
el pensamiento orientado a los intereses del MLE‒CNT y del
pueblo español. Antes de decir vuestra última palabra

174 José Sancho García había colaborado en el primer comité nacional de Pallarols.
Pocas cosas se saben de su actividad. Fue fusilado por los fascistas en la cárcel de Ocaña el
23 de diciembre de 1949.
175 La existencia de esa lista la confirman también no anarquistas. Vid. Herrerín (2004),
p. 75‒76. Paz refiere que los ministros fueron nombrados desde el interior de acuerdo con
Giral. Vid. Paz (2001), p. 131.
consultad al conjunto de compañeros de España, así como
a los núcleos responsables del movimiento libertario en el
exilio 176.

El cisma entre ambas tendencias se confirmó oficialmente el


1 de noviembre de 1945. El comité nacional del MLE‒CNT de
Francia recibió una carta en la que los redactores hablaban de
la creación de un nuevo subcomité nacional en Francia 177. El
nuevo comité se creó de acuerdo con las instrucciones de la
delegación de la CNT española en el exterior178 (que eran Leiva
y Vicario) y se constituyó oficialmente sobre la base de las
Regionales de Origen. Ramón Álvarez firmó la carta como
secretario e informó al comité ya subordinado de que debía
dejar de funcionar. Los redactores sabían, por supuesto, que
era imposible que tal cosa sucediese. Pero sirviéndose de una
interpretación del Congreso de París sobre la primacía del
comité español en el conjunto del movimiento, calificaron a la
tendencia ortodoxa de sectaria e intentaron ilegalizar el comité
francés existente.

Cuatro días antes de la fundación del subcomité había


empezado a circular ampliamente un texto con el título de
¿Con España o contra España? Ese texto lo suscribían los
secretarios de las Regionales de Origen. Abría de nuevo viejas
cuestiones, como el consejo general del MLE y la corrección de
las decisiones del Congreso de París. Los redactores acusaban
al comité francés de malversación del dinero con que los

176 Paz (2001), p. 132.


177 Ese nuevo comité fue bautizado subcomité para poner de manifiesto la singularidad
del comité de España.
178 Paz (2001), p. 132.
miembros habían contribuido a la lucha en el interior.
Finalmente proponían la disolución del comité francés y la
constitución de un subcomité que continuase con la actividad
del interior. Según se dijo apenas cuatro días después, todo
estaba listo.

La tendencia ortodoxa no se quedó de brazos cruzados. En


lugar de organizar un congreso ‒tal como requería la
situación‒, el comité francés organizó asambleas separadas en
cada uno de los doce comités locales de Francia. El comité de
Toulouse, del que eran miembros tanto Esgleas como la
mayoría de los militantes famosos, fue el primero que se
reunió. Marcando el tono a los demás comités locales, decidió
que los firmantes del manifiesto Con España o contra España? y
cuantos les ayudan deben ser expulsados inmediatamente del
MLE‒CNT francés. No obstante, se concedía el periodo de un
mes a los compañeros que lo habían hecho de buena fe para
que volviesen a incorporarse a sus respectivas federaciones
locales. Pasado ese espacio de tiempo, se llevarán a cabo
sanciones contra ellos179.

Las demás federaciones locales aceptaron la propuesta de


Toulouse. Así, la tendencia ortodoxa cortó los contactos con el
movimiento organizado en el interior y ‘borró’ a los partidarios
del subcomité francés, que ya se habían “excluido” ellos
mismos. En 1946 el MLE‒CNT de Francia se encontraba
dividido. La tendencia ortodoxa tenía el apoyo de casi veintidós
mil miembros y la reformista de cuatro mil quinientos. Aún
menos, tres mil quinientos miembros abandonaron la

179 Vid. Memorias (1993), p. 399.


organización, espantados por las discordias internas en el
momento en que la unidad era inexcusable, más que nunca,
para dar la batalla decisiva a Franco.

¿Era la participación de la CNT en un gobierno sobre el papel


‒que no tenía competencias reales‒ suficiente motivo para la
división de la Confederación? La mayoría de los investigadores,
pero también los que participaron en las decisiones políticas
del periodo, lo califican de inevitable. Pero es evidente que,
más allá de las discrepancias políticas que había, una gran
parte de la responsabilidad la tuvieron las diferencias
personales de los cabecillas del movimiento.

El periodo de la Guerra Civil legó al movimiento libertario no


solo muertos y desviaciones ideológicas. Por desgracia, hizo
descarados los instintos de poder de ciertos compañeros que
estaban acostumbrados a decidir antes del movimiento y sobre
el movimiento, explotando las condiciones especiales de la
guerra y la buena fe que albergaban hacia ellos sus
compañeros. El enfrentamiento entre dos concepciones
políticas diferentes, que representaban a dos diferentes
jerarquías informales creó un problema enorme de falta de
efectividad entre los anarcosindicalistas. En vez de
concentrarse el movimiento en la lucha antifranquista, se
despilfarraron muchas fuerzas en rivalidades internas.

Entre esas dos tendencias, pero también en sus filas, hubo


personas que se alzaron en defensa de la unidad del
movimiento.

Esos hombres reconocían los peligros que emanaban del


cisma del movimiento y nunca cejaron en su lucha por la
reunificación de la organización. Pese a sus esfuerzos, solo un
cambio de las condiciones mundiales y el impulso de una nueva
generación del movimiento, permitieron la reunificación de
ambas tendencias en 1960.
LA RESISTENCIA ARMADA A LA DICTADURA (1939‒1944)

Introducción

En el capítulo anterior se ha examinado la actividad de los


primeros comités nacionales, así como la existencia de ciertos
grupos armados que actuaban en complicidad con el grupo de
Paco Ponzán. La distinción que se hace en estos capítulos entre
acción armada y organización política del movimiento es
necesaria para mantener la coherencia en el relato.

En muchos casos, ambas funciones se embrollan de tal


manera que hace injusta la inserción de la historia de ciertas
personas del periodo que se examina en uno u otro capítulo de
este libro. Así, los grupos de Ponzán, a los que hemos visto
falsificando, ayudando a huir y peleando contra las fuerzas de
represión, podrían insertarse también perfectamente a este
capítulo. Y lo mismo los miembros de los primeros comités
nacionales de la CNT que recorrían armados el país para
reorganizar el movimiento, establecer contactos y llevar dinero
para presos. Y viceversa, en este capítulo se presentarán el
movimiento en Andalucía, que se fundamentó y se organizó
sobre la guerrilla de la región, y la reorganización de las
Juventudes Libertarias en Cataluña con las armas en la mano,
historias que cabían perfectamente en el capítulo anterior.

En la conciencia de los que participaban en ella, la lucha


contra el régimen fascista no se dividió en armada y no
armada. Tanto la confrontación armada como el trabajo de
organización se complementaban mutuamente y nutrían al
movimiento de experiencias y combatientes. Al mismo tiempo,
la represión que afectaba al movimiento castigaba también a
sus dos manifestaciones, ya que muchos anarquistas
participaban en la lucha con actividades heterogéneas. Solo
con el paso del tiempo, después de 1944, aparecieron las
primeras distinciones claras entre las dos formas de acción. En
este capítulo se presentará a los grupos y a las personalidades
de luchadores libertarios de toda España, que decidieron ‒o se
vieron obligados‒ a oponer resistencia a la brutalidad fascista
con las armas.

La lucha de guerrillas de algunos de ellos había comenzado ya


antes del final oficial de la guerra, ya que estaban en zonas que
habían sido tomadas desde el principio por las tropas de
Franco y se habían visto obligados a echarse al monte para
salvar la vida. La mayoría de esa primera oleada de guerrilleros
o bien se había pasado al lado republicano o había sido
exterminada por las tropas fascistas. Las primeras partidas de
guerrilleros estaban constituidas por prófugos y por soldados
que quedaban atrapados en zonas que conquistaban los
fascistas. Los datos del periodo de la Guerra Civil tras las líneas
enemigas son pocos, como también los supervivientes. Como
hecho ilustrativo se refiere que grandes grupos armados
quedaron aislados al principio de la guerra en Extremadura y,
cuando cayó el frente en el norte, en Asturias y Galicia. Estos
grupos ‒pese a que hostigaban a grandes contingentes del
enemigo‒ no fueron auxiliados como hubiera sido debido y casi
se disolvieron hacia el final de la Guerra Civil.

El final de la guerra vino acompañado por una oleada de


violencia y terror sin precedentes a costa de los vencidos. Eso
obligó a muchas personas, que temían caer en manos de los
fascistas o que vivían humillaciones y persecuciones cotidianas,
a ocultarse para salvar la vida. En toda España ‒salvo las
grandes ciudades‒ el instinto de autoconservación y la
disposición a la lucha llevaron al monte a miles de
combatientes. La opción más habitual en las grandes ciudades
era esconderse en cierta casa segura o proveerse de
documentación falsa para cambiar de identidad y eludir el
arresto 180.

El primer periodo de la guerrilla en las montañas hasta 1944


es denominado por los investigadores «periodo de los
huidos»181. Se caracteriza por una actitud más pasiva de los
guerrilleros, que aspiraban principalmente a sobrevivir más
que a atacar por todos los flancos al régimen. En este periodo,
las directrices políticas influyeron menos en la guerrilla rural,
pero sus miembros pertenecían a todo el espectro político del
bando antifranquista de la Guerra Civil. El segundo periodo,

180 Aquí merece la pena referir que muchas personas optaron por emparedarse en
escondrijos (paredes dobles o sótanos excavados bajo las casas), para evitar la ejecución
durante los primeros años después de la conclusión de la guerra. Se les denominaba topos
y en ciertos casos extremos permanecieron así, ocultos, más de diez años.
181 Vid. Moreno (2001), p. VIII.
después de 1945, se caracterizó por el intento del partido
comunista español de controlar los focos dispersos de
resistencia y manipularlos. El otoño de 1944 fue el punto de
inflexión para la guerrilla rural, cuando se produjo la fracasada
invasión de guerrilleros ‒bajo la égida de comunistas‒ desde la
frontera francesa. Algunos de los que pasaron a territorio
español desempeñaron un papel crucial en el control de las
zonas de la guerrilla ‒no todas‒ por parte del partido
comunista. A despecho de la propaganda comunista que lanzó
el PCE después de la transición española, los guerrilleros
comunistas no fueron ni la mayoría ni los más decisivos en las
acciones. Sencillamente después de 1945 los delegados del
partido asumieron el control en muchas zonas de la España
montañosa, puesto que el PCE había establecido la lucha
armada como prioridad.

En lo que concierne a la guerrilla urbana, en ese periodo la


mayoría de las acciones provinieron de anarquistas, con
Barcelona, Valencia y, al sur, las ciudades andaluzas como
epicentro 182.

La falta de datos sobre la actividad de los combatientes


libertarios armados durante los primeros años del franquismo
se debe a la «ley del silencio» del régimen sobre estas
actividades y a la eliminación física de la mayoría de los que
habían participado en ellas. Los investigadores de este periodo
han obtenido datos de testimonios personales de
combatientes que consiguieron escapar a Francia y de

182 Seguramente hubo incidentes aislados también en otras ciudades, pero los datos
históricos son muy deficientes.
investigaciones in situ en las zonas de la guerrilla, treinta años
después de su apogeo183.

La Resistencia armada en Barcelona.

Barcelona constituyó el campo de acción privilegiado de los


anarquistas, incluso tras la conquista de Franco. Los dos
factores básicos que propiciaron el desarrollo de una lucha
armada fueron la cercanía de la ciudad a la frontera francesa y
el elemento libertario profundamente arraigado en la
población. Un papel muy importante en la evolución de la
lucha lo desempeñaron los jóvenes anarquistas, educados en
escuelas libertarias y crecidos entre las llamas de la revolución
de 1936. Ellos fueron los primeros que alzaron la bandera de la
resistencia contra el régimen fascista, ya antes del final oficial
de la Guerra Civil, en abril de 1939.

El primer grupo grande fue creado en febrero de 1939 por


libertarios de Santa Coloma y San Adrián del Besos, que
fundaron la Unión de Juventudes Antifascistas (UJA). Los
miembros del grupo tenían entre quince y veintidós años de

183 Las investigaciones de Téllez sobre la actividad anarquista en Cataluña se basaron en


contactos personales (y en la participación del propio Téllez en el movimiento). La
investigación de Pons Prades ‒de una importancia enorme‒ sobre la guerrilla se hizo
mediante un estudio in situ en 1975‒76. Pese a la distancia temporal de los hechos y el
inminente cambio de régimen, pocos hablaban de la guerrilla, impregnados por el terror
del régimen durante más de treinta años. Los datos oficiales ‒donde no han sido
destruidos‒ están llenos de imprecisiones, tal como se presenta a continuación más
pormenorizadamente.
edad y algunos de ellos tenían experiencia militar de la Guerra
Civil. La UJA intentó desplegar contactos por toda la ciudad y
concentró sus esfuerzos en la contrainformación y en atracos,
con el objeto de ayudar a presos, así como a familias de
ejecutados y de compañeros de armas sin recursos. El primer
grupo anarquista que fue desarticulado en Barcelona estaba
compuesto por veintitrés adolescentes de entre dieciséis y
dieciocho años de los barrios de Gracia, San Martín y del
hospital de San Pau. Este grupo tenía contacto con la UJA a
través de Antonio Asensio, de diecisiete años, quien había
participado en su fundación184. La policía los detuvo el 28 de
marzo de 1939. A pesar de que eran menores, fueron
condenados por el tribunal militar. En su posesión hallaron una
máquina de escribir, una multicopista y octavillas que
convocaban a la juventud a la resistencia armada, algunos
fusiles y pistolas. Fueron acusados de hurtos y actividad
insurreccional. Dos de los detenidos, José Antonio Guevara y
Antonio Céspedes, fueron condenados a muerte, pero la pena
fue conmutada por cadena perpetua después de tres meses.
Todos los demás fueron condenados a penas de prisión
prolongadas.

El régimen se alarmó por la reorganización de los grupos


libertarios e intensificó la represión. Franco nombró como
opción personal catorce jefes de policía para la ciudad de
Barcelona, con el objetivo de derrotar a los anarquistas. Las
operaciones de la policía y los interrogatorios eran un
fenómeno cotidiano en las barriadas obreras. Además, el

184 Antonio Asensio Forza (1923‒?) salió de la cárcel en 1958, después de diecinueve
años.
régimen pretendía aterrorizar y humillar a todos los habitantes
de esos barrios tradicionalmente libertarios con métodos
extremos. En la Semana Santa de 1939 curas acompañados por
policías y falangistas paraestatales armados paseaban por la
Torrassa, Hospitalet y Sans obligando a los transeúntes
‒muchos de ellos eran obreros ateos‒ a recibir la comunión en
mitad de la calle 185.

En el barrio de la Torrassa actuaba un grupo de las


juventudes anarquistas, cuya organización había asumido
Joaquim Pallarés. Días después de la Semana Santa, el 30 de
abril de 1939, Pallarés ejecutó, junto con otro compañero, al
inspector Jiménez en la Plaza de España, mientras se
aproximaba a ellos para verificar sus datos. León Jiménez era
uno de los catorce jefes de policía, responsable de la zona de
Hospitalet.

Una nueva ronda de comparecencias e interrogatorios


masivos con torturas siguió a esta acción. A finales de mayo, la
policía hizo efectivas las informaciones que había reunido,
procediendo a la desarticulación de la UJA. Veintiún jóvenes
anarquistas de entre quince y veintidós años fueron
conducidos ante el tribunal militar y cinco de ellos condenados
a muerte. De los cinco solamente fue ejecutado Manuel
Campeny, de veintidós años, ya que las otras cuatro penas
fueron conmutadas por cadena perpetua. Los miembros
restantes de la UJA fueron condenados a penas de reclusión
prolongada o a cadena perpetua. Julia Romero, que había sido
condenada a cadena perpetua, murió el 8 de septiembre de

185 Vid. Paz (2001), p. 43.


1941 en la cárcel de mujeres de Barcelona, sucumbiendo a los
daños irreparables que le habían ocasionado los torturadores
en su cuerpo durante el interrogatorio.

Días después de estas detenciones, el 14 de junio, hubo una


segunda ronda y la policía logró desarticular los grupos de las
Juventudes de tres zonas de Barcelona. Los dieciséis
combatientes no se enfrentaron a condenas a muerte, ya que
no habían llegado a acometer más acciones que la distribución
de folletos propagandísticos. Sus graves condenas se basaron
principalmente en el arsenal que fue confiscado en sus casas:
ocho pistolas, tres revólveres, cuatro fusiles, ocho granadas,
una carabina y ochocientas balas de diverso calibre 186. Entre los
detenidos estaba también Celedonio García ‘Celes’, con
diecisiete años entonces, quien tras su libertad condicional, en
noviembre de 1945, desempeñó un papel importante en los
grupos armados.

Pese a las detenciones, la acción de los anarquistas siguió


siendo incesante. Los grupos de Ponzán ya habían empezado
los contactos con las Juventudes Libertarias de Barcelona. En
septiembre, según se ha referido en el capítulo anterior, se
desarticuló la partida que habían constituido los anarquistas de
Horta y Guinardó, en colaboración con la partida de Gómez y
Tarín, que habían venido de Francia con el apoyo de Ponzán.
Antes de su detención esa partida había causado grandes
problemas a las fuerzas de represión durante el verano de
1939. Una de sus acciones más impresionantes fue la liberación
de diez condenados a muerte durante su traslado al cuartel de

186 Vid. Téllez (2004), p. 32.


Camp de la Bota para ser ejecutados 187 . Tendiendo una
emboscada en un punto del recorrido, donde la caravana que
los transportaba atravesaba unos campos, la inmovilizaron,
desarmaron a los guardias y liberaron a los detenidos. Antes de
esta acción, la partida de Gómez y Tarín había ingeniado otro
método para la liberación de compañeros. Sus miembros,
disfrazados de policías, iban a campos de concentración con
falsas solicitudes de traslado y se llevaban consigo a los
detenidos. En una operación semejante se produjo un
enfrentamiento con soldados que se dieron cuenta del engaño.
Toda la partida salió sana y salva del cuartel, dejando tras de sí
un soldado muerto y otro gravemente herido. La financiación
de la partida se hacía con atracos a bancos y cajas de caudales
de fascistas.

La detención de la partida Gómez‒Tarín y la ejecución de seis


de sus miembros constituyó el golpe más importante a la lucha
armada de los anarquistas durante 1939.

El único elemento positivo fue que, pese a las salvajes


torturas a que fueron sometidos, los detenidos no dieron datos
de las demás partidas con las que estaban en contacto y así la
madeja de la represión se cortó en ellos. Más aún, las dos
partidas más importantes de Barcelona eran la de la Torrassa y
otra que habían organizado miembros del antiguo sindicato de
artes gráficas de CNT, con Juan Doménech como personaje

187 El Camp de la Bota era un campo de concentración en el que fueron ejecutados


muchos miles de antifascistas en los años posteriores a la Guerra Civil. Estaba a la orilla
del mar y durante muchos años fue sinónimo de muerte. Cuando Barcelona organizó los
Juegos Olímpicos de 1992, en el espacio del cuartel se erigió el Forum Olímpico, con salas
de congresos y hoteles de lujo...
central. Esta segunda partida fue desarticulada en diciembre de
1939 188.

Tras sucesivos golpes de la represión a las Juventudes


Libertarias de Barcelona, se creó la necesidad de reconstituir
los núcleos armados y el establecimiento de nuevos contactos.
Esa difícil tarea la asumió la partida de Joaquim Pallarés, al que
la policía no había conseguido atrapar. De entre las relaciones
con compañeros de Aragón, que vivían en Hospitalet, Pallarés
entró en contacto con José Urrea. Este había escapado de la
cárcel de Huesca el verano de 1940. La huida de Huesca la
había organizado en colaboración con Ponzán, quien tenía
interés personal en ella, ya que dos amigos íntimos suyos se
encontraban allí. Estos eran Manuel Lozano 189 y Bernabé
Argüelles190. Al final, Lozano no lo consiguió, pero escaparon
Argüelles y Urrea, junto con Benito Santi, Vicente Iglesias,
Manuel Gracia y Rafael Olalde. La gran movilización de fuerzas
fascistas para localizarlos obligó a los compañeros a refugiarse
en el anonimato de Barcelona, ya que todos ellos procedían de
Aragón y eran muy conocidos en sus lugares. Allí, a través de
Urrea, entraron en contacto con la partida de Pallarés.

188 Los datos sobre esa partida son limitados. Paz refiere que su organizador fue Juan
Doménech, quien fue liberado en 1944 y asumió la actividad clandestina de reorganizar el
sindicato de artes gráficas. Vid. Paz (2001), p. 50. Pero quizá se trate de José Doménech
Avellanet, miembro de las Juventudes Libertarias que fue detenido en 1939 y ejecutado en
el cuartel de Camp de la Bota en 1942. Vid. Íñiguez (2001), p. 188.
189 Manuel Lozano Guillen (1904‒1945) fue un activo miembro de la CNT desde la
dictadura de Primo de Rivera y sufrió encarcelamientos y destierros. En 1937 fue
comisario de la Columna Roja y Negra, entonces militarizada. Pese a las propuestas y las
torturas para que asumiese un puesto en los sindicatos fascistas, se negó a ceder y fue
ejecutado en 1945.
190 Bernabé Argüelles Repaz fue comandante de una unidad de la Columna Roja y
Negra.
Con la ayuda de los compañeros de Aragón, el grupo de la
Torrassa intensificó sus actividades. En el nivel organizativo
logró reconstituir en 1942 las Juventudes Libertarias de
Barcelona, creando así la primera organización de base
prolongada en el tiempo del movimiento libertario en la región.
El comité regional de las Juventudes Libertarias de Cataluña
logró entrar en negociaciones con los presos de Barcelona, a
los cuales consultaban también en la toma de decisiones. Los
compañeros aragoneses constituyeron un comité de enlace de
la CNT entre Aragón y Cataluña.

Pero, aparte de la actividad organizativa y la distribución de


propaganda contra el régimen, los dos objetivos básicos de los
combatientes eran hallar recursos económicos para los presos
y armar a los nuevos grupos que se creaban. Por esa razón, su
actividad se concentró en los atracos a bancos y el desarme de
la policía. La policía franquista los hizo responsables de las
siguientes acciones: ejecución de un oficial de la Guardia Civil
en Sans el 6 de agosto de 1942; atracos a bancos y desarme de
sus vigilantes el 23 de agosto, 29 de septiembre y 21 de
octubre de 1942; desarme de miembros de la Guardia Civil el
29 de octubre; dos robos el 5 y el 10 de diciembre de 1942 191.
Es cierto que esas acciones son indicativas, puesto que la
actividad de ambos grupos ya había empezado en 1941 y
continuó en 1943.

Las investigaciones sobre el grupo de Pallares ‒que


permanecían inalterables desde 1939‒ al final dieron fruto en
1943. El 17 de marzo hubo detenciones masivas por toda la

191 Vid. Paz (2001), p. 75.


ciudad de Barcelona. Entre los detenidos había miembros del
comité regional de las Juventudes Libertarias y los anarquistas
aragoneses. Durante algunos días los detenidos fueron
torturados en los edificios de la dirección de la policía. Entre
ellos estaba Joaquim Pallares, pero también su madre, que era
enlace de la organización. Cuando vio que subían a su hijo de la
celda subterránea para un interrogatorio, le dio gritos de
aliento: Muere antes de delatar a un compañero. Después de
un tiempo, dos guardias lo acarreaban, molido a palos en la
celda, y, al pasar a su lado, la saludó y le dijo: Tu hijo no es
ningún flojo 192. El 24 de marzo se formó el tribunal militar, que
condenó a muerte a nueve de los acusados y a los demás a
veinte años de reclusión. Los nueve eran los siguientes:
Joaquim Pallares, secretario del comité regional; los miembros
del mismo Francisco Álvarez y Fernando Ruiz; los miembros del
comité de enlace con Aragón Bernabé Argüelles y Benito Santi;
y los militantes anarquistas Francisco Atares, José Serra, Juan
Aquilla y Pedro Trésols.

Su ejecución se produjo el 29 de marzo de 1943 en la cárcel


modelo de Barcelona mediante garrote vil por los verdugos de
Burgos y de Sevilla 193. Joaquim Pallares, de veinte años cuando
fue ejecutado, murió gritando: Vivan las Juventudes Libertarias,
muerte a Franco. Cuando se despidió de él antes de la
ejecución su madre ‒el padre y un hermano habían muerto
durante la Guerra Civil‒ le dijo: Recuerda lo que representas y

192 Paz (2001), p. 75.


193 El ajusticiamiento a garrote vil era una forma de ejecución por estrangulamiento. El
reo se sentaba atado a una silla a espaldas de la cual había una columna con una corona de
hierro, por la que pasaban la cabeza. El verdugo atornillaba lentamente un hierro que
presionaba el cuello del reo hasta que se lo rompía y le cortaba la respiración.
muere como hombre; hijo mío194. Las ejecuciones duraron cinco
horas y los verdugos se vieron obligados a sacrificar a la última
víctima por decapitación, ya que se rompió su mortífera
herramienta.

El golpe que recibió la resistencia libertaria en Cataluña fue


grande, pero la importante labor de organización de los
hombres que fueron ejecutados había asegurado la
continuación de la resistencia y había engrosado las líneas de
los anarquistas, principalmente de las Juventudes. En 1943, la
CNT se reorganizó completamente en Cataluña y empezaron a
montarse los sindicatos al margen de la ley. Las Juventudes
Libertarias continuaron la propaganda y la acción armada
directa y funcionaban ya con reuniones ordinarias y plenos.
Pero en agosto de 1944, durante el pleno regional de las
Juventudes, que se celebró en un almacén de la ciudad vieja, se
pusieron de manifiesto las primeras discrepancias con la CNT.
Las Juventudes no estaban de acuerdo con su sumisión a las
decisiones de la Confederación, más bien discrepaban también
de la línea política de colaboración que se había decidido en el
pleno nacional de la CNT de marzo.

La segunda cuestión que se presentó fue la de la acción


armada. Muchos jóvenes estaban impacientes por responder
con las armas al régimen, pero había un clima de moderación
por parte de los sindicalistas, porque la actividad organizativa,
propagandística y armada se confundían directamente y
cualquier detención ponía en peligro todas las formas de lucha.
Las Juventudes Libertarias, fieles a la línea de acción que

194 Vid. Téllez (2004), p. 35.


habían establecido Pallarás‒Argüelles hasta 1943, decidieron
fundar el MIR195, con el objetivo de crear un brazo armado de
las Juventudes que actuase autónomamente, reduciendo las
posibilidades de represión a costa del conjunto del movimiento
libertario. La fundación del MIR encontró la oposición de la
CNT. La actividad de la organización empezó en absoluto
secreto, para reducir el riesgo de sus miembros. Pero en una de
las primeras expropiaciones que acometió fue detenido
Mariano Medrano196, que era secretario de las Juventudes de
Barcelona. Por tanto, el plan del MIR no salió adelante y la
detención de Medrano condujo a detenciones de compañeros
de su entorno íntimo.

La Resistencia en las demás ciudades.

Otras ciudades en las que se desarrolló guerrilla urbana


fueron Valencia, Málaga y Granada. Valencia era una ciudad
con gran número de libertarios ya antes de la Guerra Civil. Tras
la derrota, se reunió allí un gran número de anarquistas, que,
expulsados de sus pueblos y de las ciudades menores de la
región intentaron reconstruir ‒legal o clandestinamente‒ sus
vidas. Valencia, según se ha referido, fue la sede del primer
comité nacional y conservó sus estructuras organizativas
locales ininterrumpidamente durante toda la década de los 40.

195 Movimiento Ibérico de Resistencia.


196 Mariano Medrano (1922‒1949) fue condenado a treinta años y murió de tuberculosis
en la cárcel.
La resistencia armada en la ciudad se limitó a algunos atracos y
robos, de modo que se obtuviese dinero para apoyar a los
compañeros presos y sus familias. Los dos principales grupos
que llevaban a cabo esas misiones eran las Juventudes
Libertarias de Valencia y el grupo de los Galileos.

De éstos pocas cosas se conocen. Era un grupo de personas


muy jóvenes, anarquistas principalmente, con la participación
también de algunos comunistas. Su actividad durante el primer
año después de concluir la Guerra Civil parece acabar con la
muerte de su miembro Bautista Soler, el 6 de noviembre de
1940. Las Juventudes Libertarias de Valencia estaban en
contacto con los grupos de Ponzán y recibieron un duro golpe
en junio de 1940 con la detención de treinta y dos miembros y
la ejecución de tres de ellos al año siguiente. Desde entonces
se limitó a una actividad organizativa, ofreciendo refugio a
prófugos, pero también encargándose de la logística y la
provisión de armas a los grupos armados que actuaban en los
montes aledaños.

La guerrilla urbana en Andalucía está indisolublemente unida


a Antonio Raya. Antes de la Guerra Civil Raya era miembro de
las Juventudes Libertarias y de la FAI. En 1931 y 1933 participó
en las insurrecciones anarquistas, interviniendo en sabotajes y
acciones en la ciudad de Málaga. Cuando estalló la Guerra Civil,
creó una brigada de anarquistas que llevaba su nombre y fue al
frente. Durante la guerra perdió un ojo cuando una granada
defectuosa le estalló casi en las manos. Con la victoria de los
fascistas Raya se echó al monte, donde inmediatamente
empezó a reorganizar las fuerzas anarquistas. Uno de los
primeros que apoyaron su iniciativa de diversas maneras fue
Manuel Gallego. Gallego fue cofundador de la brigada Raya y
organizador del primer comité local clandestino de la CNT en
Málaga197.

Aunque apoyó la creación de una guerrilla en el monte,


Antonio Raya fue conocido por sus acciones en las ciudades,
principalmente en Málaga, pero también en Córdoba y
Granada. Acostumbraba disfrazarse de cura u oficial del
ejército para evitar la comprobación de datos. En 1941 localizó
en Málaga a los hombres que habían ejecutado a su madre.
Tras un seguimiento, entró en el bar que frecuentaban y los
ejecutó ante los estupefactos clientes, antes de huir en un
coche que lo esperaba a la entrada. Entre los muertos había
también un oficial de la Guardia Civil. Tras esa acción, la policía
tomó medidas extraordinarias, acordonando barrios enteros y
procediendo a registrar casa por casa. En un caso, un delator
informó a los fascistas del escondrijo, pero Raya logró escapar.
Con el cordón estrechándose en su torno, tomó la decisión de
trasladarse a Granada.

Allí entró en contacto con los anarquistas de la zona, entre


ellos con Antonio Zafra y Juan Sandoval. El entendimiento
entre los grupos armados en Andalucía dio origen a un
entramado organizativo sobre el que se apoyó la
reorganización del comité regional de la CNT allí. Por otra
parte, Raya contribuyó económicamente a la reorganización,
procediendo a una serie de expropiaciones. Además de en

197 Manuel Gallego Ponce de León (1915‒1942) se echó al monte cuando se descubrió
que la CNT local estaba funcionando. En 1942 lo asesinaron los comunistas. Su hermano
Luis (1917‒1979) estuvo activo en la reconstrucción de la CNT clandestina y huyó al
norte de África a finales de la década de los 40.
atracos, participó también en numerosos sabotajes y
ejecuciones de partidarios del régimen y delatores. El 12 de
junio de 1942, tras un pleno regional de la CNT en Granada,
algunos guerrilleros fueron interceptados por fuerzas de la
policía, pero huyeron tras un tiroteo. El 23 de junio Antonio
Raya fue a un bar de la plaza de la Mariana. Las fuerzas de
represión estaban informadas de que lo frecuentaba y en
cuanto abrió la puerta, lo mataron con una ráfaga de
disparos198. Al día siguiente hubo una serie de detenciones en
la ciudad de Granada.

Granada fue la patria de la segunda leyenda de la resistencia


en la región, los hermanos Quero. Los hermanos Quero Robles
eran Antonio, Francisco, José y Pedro. Antonio, que era el
mayor, había participado en la defensa del barrio obrero del
Albaicín ‒donde vivía la familia‒ en el alzamiento militar de
1936. Tras la ocupación de la ciudad por los amotinados, los
tres hermanos ‒salvo Francisco‒ pasaron a la zona republicana
y siguieron combatiendo. Al final de la Guerra Civil Antonio y
José fueron encarcelados, mientras que Pedro fue encerrado
en un campo de concentración. En 1940 los dos primeros
huyeron de la cárcel de la Campana y se pusieron en contacto
con los guerrilleros de los alrededores de la ciudad de Granada.
Pedro huyó a Francia. Francisco se unió a sus hermanos en la
clandestinidad en 1941199.

198 Entre los asesinos de Antonio Raya González estaba el policía Eduardo López
Ochoa, hijo del general del mismo nombre. El general había desempeñado un papel crucial
en la imposición de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, cuando fue jefe de las fuerzas
que reprimieron con sangre la comuna de Asturias en 1934. En julio de 1936 estaba en el
hospital militar de Madrid y fue ejecutado por los republicanos. Vid. Téllez (1996), p. 47.
199 Íñiguez refiere que no aguantó las continuas palizas de los falangistas y en 1941 se
En la primavera de 1941 comienzan la actividad, al principio
en los montes aledaños de Granada, aunque entraban
frecuentemente en la ciudad. Su partida ayudaba en la
comunicación y la actividad del comité regional, en
colaboración también con Antonio Raya. Los Quero
procedieron a una serie de atracos en 1942‒43 en Granada y la
Zubia. Su fama creciente y los muchos puntos de apoyo que
tenían en la zona contribuyeron a la ampliación de la partida.
Miembros permanentes desde 1943 fueron ‘Güéjar’ y
‘Mecánico’, que habían huido de un batallón de trabajos
forzados en Huelva. Otros miembros de la partida eran Morales
y Delgado. El incremento de miembros mejoró la capacidad
operativa de la partida, que había empezado a ejecutar
delatores y a secuestrar.

Su acción culminante se produjo en 1943, cuando


secuestraron al general Estrada, matando a un policía y a un
delator. La liberación del general con la entrega de un alto
rescate ayudó económicamente a la partida y al movimiento,
pero también aumentó la represión contra ella, obligándola
durante un tiempo a refugiarse en la sierra de Albuñuelas. La
primera etapa de la acción de los hermanos Quero acabó con la
muerte de José durante un intento de secuestro del hijo de un
industrial, el 2 de noviembre de 1944. Para cubrir ese vacío, su
hermano Pedro regresó de Francia y ocupó su puesto en la
lucha.

Para cerrar la primera parte de la guerrilla urbana en

echó al monte. Vid. Íñiguez (2001), p. 500. Otras fuentes sostienen que Francisco Quero
Robles estuvo preso en el campo de concentración hasta 1943 y entonces huyó. Vid
Casanova et alii (2004), p. 211.
Andalucía, merece la pena hacer referencia a Manuel Campillo,
quien fue el hombre que reorganizó el comité regional de
Andalucía en colaboración con Raya. Tras la muerte de Raya,
Campillo continuó la actividad organizativa en Málaga,
funcionando como enlace con los guerrilleros del monte.
Perseguido por la policía, se vio obligado a huir a Madrid en
junio de 1943, donde al mes siguiente fue localizado y
asesinado en mitad de la calle, antes de que respondiese a los
disparos.

Guerrileros libertarios en el monte.

Aparte de los anarquistas que oponían resistencia armada en


la ciudad, eran muchos también los que, bien perseguidos o
bien porque sabían que no podían regresar a sus casas sin
peligro, decidieron vivir en el monte. En esta primera fase,
periodo de los huidos, no eran muchas las partidas que
luchaban violentamente contra el régimen. La mayoría de las
partidas aspiraban a sobrevivir, repeliendo a las fuerzas de
represión y creando redes de relaciones. Para sobrevivir
robaban a agricultores ricos para poder pagar la comida que
compraban en otras fincas o robaban animales y víveres en
asaltos sorpresa nocturnos.

La represión en el campo tenía una dureza especial. Muchos


campesinos y ganaderos que ayudaban a los guerrilleros, por
razones familiares, políticas, de simpatía o única y
exclusivamente porque cobraban, eran ejecutados in situ por la
Guardia Civil, sin juicio 200. Los familiares de los prófugos eran
sometidos a torturas, encarcelados o ejecutados, para que los
fugitivos se viesen obligados a entregarse. En algunos pueblos
los familiares de los fugitivos estaban obligados a presentarse
tres veces al día en la comandancia de la Guardia Civil y
entregar un informe escrito sobre los movimientos del día. Si
llegaba a conocimiento de las autoridades un recorrido o
actividad de la que no se había informado, eran conducidos a
prisión.

Una de las más importantes partidas de anarquistas del


periodo de los huidos fue la de los Jubiles, en la provincia de
Córdoba, Andalucía. Los Jubiles eran los hermanos Francisco,
Juan y Sebastián Rodríguez Muñoz, de Bujalance201. Durante la
Guerra Civil habían asumido el mando de la 88a columna.
Cuando el frente se hundió, lograron llegar con su unidad a
Alicante, donde comprobaron que había sido tomada por los
italianos. Los Jubiles decidieron continuar su lucha en la región
de Córdoba, su tierra natal, donde podían contar con ayuda y
conocían los entresijos. Los siguieron unos treinta anarquistas
de la misma provincia. Cuando regresaron a los lugares
conocidos por ellos, crearon una red de enlaces y rápidamente
reclutaron jóvenes campesinos que se negaban a cumplir el
servicio militar o sufrían humillaciones en sus pueblos.

200 En España había desde principios de siglo una ley (la ley de fugas), que permitía a las
fuerzas policiales ejecutar a cualquier detenido que intentase huir. Cientos de guerrilleros
y enlaces fueron asesinados con esa excusa, de modo que su eliminación estaba justificada
legalmente. El presidente Dato, que había aprobado esa ley, fue ejecutado por un grupo de
anarquistas en 1921.
201 Bujalance, al este de Córdoba, era una villa cuyos campesinos y obreros eran en su
aplastante mayoría miembros de la CNT. Otros pueblos semejantes de la zona eran
Villaviciosa y Fuente Ovejuna.
La partida empezó su actividad con robos de animales y
víveres a familias pudientes. Una parte de los objetos robados
se la suministraban a las familias de sus miembros, que,
privadas de trabajo y sin recursos, pasaban hambre. Los Jubiles
evitaron durante su prolongada actividad establecer relaciones
con grupos guerrilleros de convicciones políticas diferentes, ya
que no tenían confianza en ellos. El 31 de mayo de 1940
tendieron una emboscada a una patrulla y mataron a un
soldado y a un guardia civil. El 8 de julio de 1940 y mientras se
lavaban en el arroyo Guadalbarbo, se les acercaron cuatro
cazadores, que los reconocieron y les ordenaron que se
entregasen. Pese a la sorpresa, los Jubiles lograron matar a los
cazadores, sin sufrir bajas. Tres de aquéllos eran miembros de
la Falange y el cuarto era un terrateniente. Tras el incidente las
autoridades prohibieron la caza en la comarca.

Durante 1940 y 1941 la partida tuvo algunas bajas. En


emboscadas de la Guardia Civil habían perdido la vida cinco
guerrilleros y otros dos habían sido detenidos. Pero en 1942
entraron en la partida nuevos combatientes, la mayoría de los
cuales eran enlaces que corrían peligro de ser descubiertos. La
partida se dividió en dos grupos, para moverse pasando más
fácilmente inadvertidos. En un intento de esquivar la continua
vigilancia, pasó la mayor parte de 1942 en la vecina provincia
de Jaén. Allí ejecutó el 5 de marzo de 1942 a un latifundista
local de extrema derecha, mientras intentaba secuestrarlo. El
régimen vengó su muerte ejecutando en la plaza del pueblo a
seis republicanos locales, que no tenían ninguna relación con el
hecho202. A principios de 1943, los guerrilleros se enfrentaron

202 El otoño de 1942 las autoridades detuvieron a Francisco Milla ‘Paco Simón’, cuñado
de los Jubiles y miembro de la partida. La hija del latifundista lo reconoció entre los
muchas veces con las fuerzas de orden, pero siempre lograban
escapar sin bajas. El 22 de julio y el 4 de septiembre del mismo
año, realizaron dos secuestros exitosos, con los que cubrieron
con creces sus necesidades económicas.

El segundo secuestro fue organizado por un campesino, Juan


Olmo, que era confidente de la Guardia Civil. Olmo solicitó
enseguida formar parte de la cuadrilla, lo cual fue aceptado.
Este fue el error fatal de los Jubiles. El 12 de diciembre Olmo
condujo al grupo a una emboscada en la comarca de Baños de
la Encina, Jaén. Allí los fascistas asesinaron a uno de los
hermanos Rodríguez ‘Jubiles’, Juan. Los once restantes huyeron
y decidieron regresar a sus escondrijos conocidos de Córdoba.
Pero el traidor ‒del que aún no habían sospechado‒ dio a
conocer a la Guardia Civil que la partida se ocultaba en la finca
Mojapiés, en la comarca de Montoro.

El 6 de enero de 1944 por la mañana cien efectivos de la


Guardia Civil cercaron la finca. Olmo había llevado los fusiles a
una barraca, fuera de la casa. En Mojapiés se encontraban siete
miembros de la partida, de los que dos estaban gravemente
enfermos. Las únicas armas que tenían para defenderse eran
sus pistolas contra las ametralladoras y las granadas de los
policías. Durante la batalla, ‘Payaso’ se suicidó. Los demás
intentaron la salida sin éxito. Aparte de José Moreno, de
diecinueve años, que fue detenido gravemente herido, en
Mojapiés hallaron la muerte los hermanos Francisco y
Sebastián Rodríguez Muñoz, ‘Jubiles’, de treinta y siete y

responsables. Francisco Milla Santiago, ‘Paco Simón’, fue ejecutado en Jaén el 9 de


agosto de 1944. Los fascistas ya habían matado a su madre y a su hermana a palos en 1940,
cuando se supo que ‘Paco Simón’ participaba en la guerrilla. Vid. Moreno, (2001), p. 69.
veintiséis años respectivamente, Tomás Martínez, de treinta y
nueve años, Manuel Jiménez ‘Gato’, de treinta y cinco años,
Antonio Castilla ‘Bigotín’, de veintitrés años, y Miguel Morales
‘Payaso’, de veinticuatro años 203. Todos ellos procedían de Buj
alance y los cuatro primeros llevaban combatiendo juntos sin
cesar desde el periodo de la Guerra Civil.

Cargaron sus cadáveres en un carro y dieron una vuelta por


la comarca hasta que fueron expuestos en la plaza mayor de su
lugar de origen. Dos días después de su asesinato, la policía,
siguiendo las informaciones del traidor Olmo, localizó y asesinó
en otra finca a los hermanos Manuel y Mateo Alcalá ‘Béjar’204.
En el intervalo que siguió a la doble tragedia, la policía detuvo a
más o menos cien enlaces de la partida en la comarca. La
ejecución en Jaén de los detenidos, Sebastián Martínez y
Francisco Jiménez, cerró definitivamente el capítulo de los
‘Jubiles’en febrero de 1945205.

203 En Moreno (2001), ps. 93‒95, hay una descripción pormenorizada de la batalla.
204 El padre de los ‘Béjar’, Manuel Alcalá Rodríguez, había sido miembro original de la
partida de los ‘Jubiles’ y había muerto en un enfrentamiento en 1941. Junto a los hermanos
Manuel y Mateo Alcalá Cabanillas ‘Béjar’ cayeron muertos otros dos guerrilleros de la
comarca y el campesino sin tierra que había alquilado la finca.
205 La posibilidad de relatar pormenorizadamente la actividad de la partida se debe a la
localización del último superviviente. José Moreno Salazar ‘Quincallero’, por el
historiador Francisco Moreno. ‘Quincallero’ fue conducido a la cárcel de Córdoba. Allí
fue interrogado por el juez militar para fijar la acusación. Cuando recibía el papel
preparado previamente, el juez, con la ayuda del guardia, lo dejó semiinconsciente de una
paliza... Pocos días después logró huir, esquivando el pelotón de ejecución. Solicitó ayuda
en Manzanares (pueblo con muchos anarquistas) y en Madrid, terminando finalmente en
Valencia. Allí ‒tras fracasados intentos de reunirse con la guerrilla local‒ se proveyó de
papeles falsos e hizo una vida nueva, evitando la detención. A ello contribuyeron los
archivos de la Guardia Civil, que se referían a él como muerto en un tiroteo en Córdoba.
Moreno (2001), ps. 105106.
Aparte de la partida de los Jubiles, muchos libertarios de la
zona 206 se ocultaban en los alrededores del pueblo de
Villaviciosa, asistidos por la topografía montañosa y boscosa
del lugar. La mayoría de ellos encontraban apoyo en la ayuda
del pueblo para sobrevivir, pero la intensidad de la represión
contra el pueblo y contra ellos mismos, condujo a la
aniquilación de la mayoría hacia 1942. La misma suerte
corrieron también muchos de los prófugos que se ocultaban en
la sierra de Albuñuelas, al sur de la ciudad de Granada, que
también se habían puesto en contacto con los Quero. Varios de
ellos procedían de la vecina villa de Alhama, centro del
colectivismo libertario de la comarca durante la Guerra Civil207.

De la vecina Jaén procedía Manuel Castillo ‘Salsipuedes’,


capitán durante la Guerra Civil. Después de su liberación de la
prisión de Granada en 1940, huyó a los montes aledaños de la
ciudad y creó una partida de guerrilleros, que se trasladó al
poco tiempo hacia el norte y se estableció en la zona de
Valdepeñas de Jaén, de donde procedían muchos de sus
miembros. A la partida de ‘Salsipuedes’ se le atribuyen muchos
atracos, de los que el más importante fue el del autobús de
línea que se dirigía a la capital de la provincia, con un botín de
40.000 pesetas208. Todo éxito tiene su precio, así que la policía

206 Entre ellos los tres hermanos Caballero Calvo. Por falta de datos sobre su actividad
desde 1941 hasta 1944, serán incluidos en el capitulo sobre el siguiente periodo de la
guerrilla.
207 Entrevista con J. Gutiérrez, Banat d’Ariége, 13/5/2007. Su padre habia sido el
organizador de la colectividad de Alhama y fue ejecutado por los fascistas. Los comunistas
hicieron en 1937 una tentativa de disolver la colectividad por la fuerza, pero una milicia
anarquista defendió el pueblo.
208 El atraco se produjo el 20 de octubre de 1941. El régimen respondió con la ejecución
ejemplar de cinco lugareños, tras una parodia de juicio. Solo dos de ellos eran enlaces de
‘Salsipuedes’. Otros once aldeanos fueron condenados a penas mayores de veinte años.
formó hasta una unidad de artillería en los montes de los
alrededores, que perseguía la disolución de la numerosa
partida de ‘Salsipuedes’. Tras el bombardeo el 4 de diciembre
de 1942 que costó la vida a un guerrillero y en el que otros
resultaron heridos, la partida se separó en pequeñas secciones.
El 10 de febrero de 1943, tras detenciones y torturas en los
pueblos de alrededor, la Guardia Civil obtuvo la información
deseada sobre el escondrijo que buscaba. Cercó una cueva
escarpada en la que se encontraban ‘Salsipuedes’ y tres
guerrilleros más. La batalla duró muchas horas y los guerrilleros
huyeron uno tras otro, salvo su capitán, que fue el último en
intentar salir. Manuel Castillo ‘Salsipuedes’ murió a la entrada
de la cueva, no sin haber matado antes a un oficial. Después de
su muerte, el anarquista Juan Garrido ‘Ollafría’ dirigió a la
mayor parte del grupo tras los montes de Granada209.

Otra zona de Andalucía con fuerte presencia del elemento


libertario tradicionalmente era Huelva. Huelva había sido
conquistada desde el principio por las huestes de Franco, así
que la guerrilla empezó allí ya en 1936. Los guerrilleros de la
zona, más de mil en 1936‒37, provocaban continuos
quebraderos de cabeza en la retaguardia. Pero, por su
condición anarquista, el partido comunista impuso el veto a su
consolidación, así que la mayoría se vio obligada a huir hacia
las líneas republicanas210.

La guerrilla en la provincia de Sevilla surgió desde el primer


día de la Guerra Civil, nada más imponerse en la zona las

209 Vid. Moreno (2001), ps. 135‒139.


210 Vid. Pons (1977), ps. 102‒103.
fuerzas fascistas. La dura represión que ejerció el gobernador
militar de la zona, Queipo de Llano, sembró el terror entre la
población, reduciendo la capacidad de resistencia, incluso en
las masas montañosas que la favorecían211. Dos partidas de
jóvenes anarquistas que habían huido de la ciudad de Sevilla
desarrollaron actividad en la zona. Las partidas del ‘Tranviario’
y del ‘Niño de las Marismas’ estaban constituidas cada una por
cuatro o cinco personas y se dedicaban a hacer sabotaje y
tender emboscadas contra el ejército franquista. Luego se
vieron obligados a huir más al norte, hacia Extremadura, donde
se perdió su rastro.

Por lo que concierne a Sevilla, merece la pena referir el caso


del secretario de la FIJL de Sevilla, Felipe del Casar ‘Felipillo’.
‘Felipillo’, tras la furiosa resistencia del barrio obrero de Triana,
se echó al monte con objeto de organizar una partida
guerrillera. Como represalia, los fascistas estuvieron
torturando a su padre durante días, hasta que ‘Felipillo’ no
aguantó y se entregó a las autoridades para evitarlo. Después
de una salvaje paliza, fue trasladado, atado a una silla, para ser
ejecutado. No podía tenerse en pie porque tenía ambas
piernas rotas. Fue fusilado en agosto de 1936 en Sevilla, junto a
cuatro compañeros suyos, miembros de la FIJL.

En esta primera fase de la guerrilla actuaban en toda


Andalucía partidas de anarquistas sobre las que no hay datos
suficientes. Aunque en los archivos de la Guardia Civil se han
conservado muchos nombres de combatientes asesinados, de

211 Un ejemplo típico es la ejecución de todos los mineros ‒aproximadamente cien‒ de


Pedroso en 1936, independientemente de su identidad política, tras un sabotaje en el que se
usó dinamita. Pons (1977), p. 131‒132.
la mayoría no hay informaciones sobre su identidad política.
Pero, por la historia anterior a la Guerra Civil como por
testimonios posteriores 212, es sabido que en su mayoría eran
libertarios. Igualmente, durante el periodo de los huidos
empieza en Andalucía la actividad resistente de partidas como
las de Bernabé López Calle, la de los tres hermanos Barragán,
‘Morenos de Cortes’, y la de Diego Gómez, que llegó a su
apogeo en el periodo siguiente de la guerrilla y se estudiará en
el capítulo siguiente.

Muy importante en participación fue también la resistencia


armada en el sector norte y noroeste del país, en Galicia, León,
Asturias y Cantabria. Esas regiones habían sido completamente
conquistadas hacia el otoño de 1937 y en sus montes
permanecían muchos combatientes, autóctonos pero también
soldados del ejército republicano. Algunos intentaron huir
hacia la zona republicana y otros al vecino Portugal, cuyo
régimen fascista, sin embargo, los entregaba a Franco. De los
prófugos locales muchos habían participado en la insurrección
de 1934 y temían por sus vidas. El ejército fascista lanzó un
terrible ataque contra ellos, ya en 1938, cuando su número en
la región superaba los diez mil y su actividad obstaculizaba la
extracción de metales de las ricas minas de la región. Los
bombardeos masivos, la quema de fincas y el despliegue de
miles de soldados de Franco redujeron hasta el fin de la guerra
el número de guerrilleros.

La presencia de anarquistas en la guerrilla de Asturias era


muy importante, aunque esas comarcas eran bastión histórico

212 Pons (1977), p. 72.


del partido socialista. Uno de los más importantes guerrilleros
de la zona era Ovidio Flórez, ‘Comandante Flores’. En 1937
mandaba el Batallón 207 de infantería213. Tras el hundimiento
del frente en otoño de 1937, la partida se trasladó a la comarca
de minas en torno a La Felguera, donde Flórez había sido
sindicalista de la CNT antes de la guerra. Su partida se
caracterizó por la actitud agresiva que mantuvo contra los
fascistas locales y la Guardia Civil. Entre sus miembros había
personas que habían huido de las cárceles de Fabero y
Campados. De la partida de Flórez se crearon al menos otras
seis partidas de guerrilleros. Flórez se encargó también de la
reorganización de la CNT en Asturias, mientras ejerció de
secretario del comité regional clandestino a principios de los
años cuarenta. Su partida se mantuvo activa hasta 1947. El
mismo había sido herido de gravedad poco antes en un
enfrentamiento, pero después de una prolongada
convalecencia en el monte se le perdió el rastro y se conjetura
que huyó a Francia.

Serafín Fernández ‘Santeiro’, minero, miembro de la CNT, fue


uno de los más célebres guerrilleros de la región. Empezó su
actividad en 1941 y al año siguiente creó una partida con
personas a las que había ayudado a escapar de la prisión de
Fabero. Hasta 1945 las autoridades le atribuyeron nueve
ejecuciones, entre ellas también la de un cura 214. Aunque no
está verificado si todas las muertes fueron provocadas por su

213 Antes de militarizarse, el Batallón 207 se llamaba Batallón García Tirador, por el
nombre de su fundador y primer jefe, Onofre García Tirador. García era de los cuadros
más importantes de la CNT y de la FAI en la región y había sufrido persecución tras la
insurrección de 1934. Murió en México en 1988.
214 Vid. Nieto (2007), p. 30.
partida, es cierto que era uno de los guerrilleros más violentos
de la región215. ‘Santeiro’ se suicidó el 5 de diciembre de 1947,
gravemente enfermo y perseguido por un gran contingente de
policía y paraestatales. Tres miembros de su partida, que
permanecían con él todavía, huyeron. Durante su actividad
evitó la colaboración con otros grupos, anarquistas incluso,
pero siempre procuraba que su actividad no influyese
negativamente en los demás grupos anarquistas de la comarca.

En la vecina Galicia, los guerrilleros socialistas, anarquistas y


comunistas, que actuaban en la comarca de Casayo como
epicentro, tomaron la decisión ‒única en la historia de la
guerrilla española en ese periodo‒ de organizarse en grupos
estructurados, dejando de lado sus diferencias políticas. La
comarca de Casayo, junto a la frontera portuguesa, estaba casi
controlada por los guerrilleros, puesto que muchos se habían
refugiado allí con el objeto de escapar a través de Portugal.
Cuando con el paso del tiempo resultó evidente que esa huida
era casi imposible, se tomó la decisión de organizar la guerrilla
y planear actividades. En el verano de 1941 se produjeron los
primeros intentos y el 17 de julio de 1942 en la aldea de
Ferradillo se constituyó la Federación de Guerrillas de León y
Galicia 216.

¿Cómo fue posible semejante federación? Casayo, entre tres


elevadas sierras, estaba aislado y allí los guerrilleros estaban
apartados de sus organizaciones y sus partidos. Ese aislamiento

215 Pons Prades refiere que, cuando hizo la investigación in situ en 1976 en la comarca
en la que había actuado, los nativos confirmaban unánimemente su dureza. Vid. Pons
(1977), p. 185.
216 Para la Federación de Guerrillas de León y Galicia, vid. Nieto (2007), ps. 51‒58.
contribuyó a deshacer sus conflictos y avanzar hacia una
federación genuinamente pluralista y unitaria. El talante
organizativo de los anarcosindicalistas y la falta de talante
hegemónico en los comunistas facilitaron la situación. En la
asamblea fundacional participaron ‒representando a sus
respectivos grupos‒ cinco socialistas, cuatro de la CNT, seis de
la UGT, cuatro comunistas y cinco sin afiliación. Entre los
fundadores estaba Manuel Girón217, mientras que el socialista
Marcelino Fernández ‘Gafas’ ejerció como jefe del comité
director. En el comité estaba también el anarcosindicalista
Marcelino de la Parra.

La Federación impulsó la democracia interna en la


organización, pero también la obediencia a las estructuras y a
los superiores, mientras que se prohibió el proselitismo político
dentro de las partidas y la presencia de mujeres en las bases de
los guerrilleros. Aparte de sabotajes, asaltos a las fuerzas del
régimen y ejecuciones de fascistas, se organizó la edición de un
folleto y el reclutamiento de nuevos guerrilleros. En julio de
1943, el Partido Comunista intentó incorporar la Federación a
la UNE, mediante delegados que la presentaban
engañosamente como una plataforma política unitaria,
objetivo que logró poco más tarde, pero sin controlar
políticamente la guerrilla.

Pese a las presiones externas del PCE, con delegados de


Asturias y contra la línea política central del PSOE sobre

217 Manuel Girón Bazán, combatiente de la UGT, es uno de los mitos de la guerrilla
española. En los montes durante quince años ininterrumpidamente, fue asesinado por la
espalda por un traidor el 2 de mayo de 1951. En la Guerra Civil fue saboteador de las lineas
enemigas, junto con su inseparable amigo, anarquista, Marcelino de la Parra.
resistencia pasiva, la Federación permaneció unida y
especialmente activa durante todo 1944. De la Parra ejerció
como miembro del comité director en los cuatro congresos que
organizaron los guerrilleros hasta 1944. Precisamente en
octubre de 1944 fue él quien propuso la separación ‒militar‒
de la Federación en agrupaciones para mejor coordinación de
la guerrilla. De la Parra se encargó del sector entre Casayo y
Vilar de Cervos. Dos grupos más de anarquistas que
participaban en la Federación eran el que mandaba Abelardo
Macías ‘Liebre’ y la partida de los hermanos Jovino, Baldomero
y Abelardo Gutiérrez Alba, con este último como jefe. Ambos
jefes participaron en la asamblea fundacional de Ferradillo en
1942 218, pese a que sus partidas actuaban en la zona al menos
desde 1939.

En contraposición a los anarquistas de Casayo, otras partidas


de guerrilleros libertarios de Galicia mantuvieron distancias con
la Federación.

Uno de los guerrilleros más conocidos de la zona, Benigno


Andrade ‘Foucellas’, colaboró con la Federación apenas en
1945, a pesar de que estaba en el monte desde 1936219, y su
actividad se estudiará en el capítulo siguiente. Durante sus
primeros años en la guerrilla, a ‘Foucellas’ lo acompañaba Jesús
Lavandeira ‘Ladrillo’, quien antes de la Guerra Civil había sido
secretario de la CNT de Betanzos.

218 El cuarto anarquista que participó en la asamblea fundacional fue Eduardo Pérez
Vega ‘Tameirón’. Pérez pasó clandestinamente a Francia en 1948 y acabó en Venezuela.
219 En el estudio in situ de Pons Prades, los lugareños afirman que ‘Foucellas’ hizo
sabotajes en su tierra desde 1936. Vid. Pons (1977), p. 364.
En 1940 creó su propia partida, que se limitó a un papel
pasivo y por eso no se le ejecutó cuando fue detenido en 1945,
sino que fue condenado a veinte años de prisión220.

También José Neira, el jefe de la partida de guerrilleros más


importante de Galicia, era anarquista, fuera de la
Federación221. Neira se echó al monte en la primavera de 1938
y en poco tiempo lo acompañaron muchos prófugos, que
apreciaban su coherencia y sus capacidades organizativas. En
1939 procedió a robar, tanto para financiar las necesidades de
la partida ‒siempre crecientes‒ como para apoyar
económicamente a los presos y sus familias sufrientes. En 1940
su partida superó los cincuenta miembros. Entre ellos se
encontraban algunos de los guerrilleros de los años siguientes
más activos en la zona. Uno de ellos fue Marcelino Rodríguez
‘Marrofer’, comunista y ayudante de Neira.

Neira había dividido la partida en agrupaciones más


pequeñas, para esquivar la represión y aumentar su radio de
acción. Él mismo, junto a algunos fieles guerrilleros suyos, se
dirigió hacia el oeste de la región, a la zona costera. Los datos
sobre su fin son confusos. Lo seguro es que, desde 1943 en
adelante, ‘Marrofer’ había asumido el control de la partida.
Aunque entre los habitantes de la comarca circuló el rumor de
que Neira había sido trasladado en barco a Francia a causa de

220 Jesús Lavandeira Pérez ‘Ladrillo’ salió de prisión en 1953 y murió a principios de la
década de los noventa en A Coruña. Antes de la Guerra Civil habia sido miembro de la
FAI.
221 José Manuel Neira Fernández (1909‒1942?) nació en Ortigueira (A Coruña) y antes
de la guerra habia sido herrero y miembro de la CNT.
una lesión seria222, es casi seguro que fue purgado por los
comunistas por orden de ‘Marrofer’, ya que se oponía a la línea
política del PCE. Los comunistas denominaron durante un
tiempo a la partida Agrupación de Guerrilleros Neira,
explotando su fama, y sobre ella construyeron el posterior
Ejército Guerrillero de Galicia.

En la comarca de A Coruña actuó otro mito de la guerrilla


anarquista, Ramón Rodríguez ‘Curuxás’223. ‘Curuxás’ trabajaba
en la mina y participó en la frustrada resistencia de los mineros
de la región contra las unidades militares de los golpistas. En
abril de 1937 se distinguió en el asalto de guerrilleros a las
minas de San Fiz, gracias al cual se interrumpió durante mucho
tiempo su producción. La fama que adquirió intensificó
también la represión contra él. En dos ocasiones los
perseguidores se acercaron a su objetivo. La primera en 1938,
cuando quemaron un bosquecillo en el que se ocultaba, pero
se escabulló hundido en una charca y la segunda en una
emboscada que le tendieron en 1941, cuando visitó su pueblo
para ver a los suyos. Un paisano, que percibió su presencia en
la casa, avisó a la Guardia Civil del pueblo, que lo cercó.
Rodríguez salió de casa disparando y arrojando granadas y
escapó corriendo por los campos. Tras él dejó dos policías
muertos, de los cuales uno era jefe del destacamento. Su
actividad continuó irreductible durante todo el periodo de la
guerrilla.

Poco más al sur, en León, actuó la partida de los hermanos

222 Pons (1977), p. 364.


223 Ramón Rodríguez Várela ‘Curuxás’ (1904‒1967) era miembro de la CNT y tenía
experiencia bélica por haber servido en el ejército español en Marruecos.
Fernández Arias, con el hermano mayor, Casimiro ‘Mellao’,
como capitán y el menor, Amable, como ayudante. La partida
se creó en 1942, cuando ‘Mellao’ escapó de la cárcel de Burgos
y se puso en contacto con su hermano. Ambos eran mineros,
miembros de la CNT, y habían combatido en la misma unidad
durante la Guerra Civil. En su partida participaban también
socialistas de Asturias. Los Arias estaban comunicados con las
demás partidas de su zona, una constituida por mineros
socialistas y una mixta con el minero anarquista Calixto López
‘Zara’ como capitán, que estaba en el monte desde 1937. La
partida de ‘Zara’ era la más agresiva de la zona, con sabotajes,
robos y asaltos continuos al régimen y cubría un radio de
acción grande, principalmente en territorios del este de León.

En Cantabria los guerrilleros anarquistas desempeñaron un


papel muy importante, ya que sus partidas crearon el marco en
el que se desarrolló más tarde toda la guerrilla de la región.
José Lavín ‘Pin el Cariñoso’ fue creador y figura central de la
partida más violenta (y de las más agresivas de toda la primera
fase de la guerrilla). Después de la caída del frente de Asturias,
‘Pin’ regresó a su pueblo, pero fue detenido. Alcanzó a huir
antes de que lo ejecutasen y estuvo en el monte desde finales
de 1937. Allí creó una partida con paisanos suyos y soldados
del derrotado ejército republicano que se ocultaban en el
monte. Desde el principio tuvo a su lado a su hermano
Belisario. En marzo de 1938 Belisario resultó gravemente
herido en un enfrentamiento de la partida con fascistas que
también lograron detenerlo. Fue fusilado en Santander el 27 de
septiembre del mismo año.

Los guerrilleros de ‘Pin’ actuaban desde 1940 en los montes


del sur de la ciudad de Santander, donde había una vasta red
de enlaces. A ellos se atribuye un gran número de robos y de
ejecuciones de fascistas y de delatores. A principios de 1941, el
grupo se reforzó con los primos de ‘Pin’, Marcos, Dolores y
Pedro Lavín. En el periodo siguiente, los miembros de la partida
actuaban cada vez más frecuentemente en la ciudad de
Santander224, donde los apoyaba un gran número de conocidos
y correligionarios suyos. El ritmo de actividad frenético
continuó también allí, con la policía atribuyéndoles doce robos,
un secuestro y tres enfrentamientos armados.

Las fuerzas de represión de la ciudad se consagraron a una


increíble cacería contra ellos, con detenciones e interrogatorios
de decenas de personas que tenían un pasado antifascista
personal o familiar, con salvajes torturas y registros casa por
casa. Al final, alguien “chivó” a la policía que ‘Pin’ se escondía
en casa de su compañera, María Solano. La policía tendió una
emboscada y lo ejecutó a sangre fría a la puerta de la casa, el
27 de noviembre de 1941. María Solano ‒que estaba
embarazada‒ fue detenida y torturada y, poco tiempo después,
ejecutaron a su madre. Al día siguiente la policía localizó y
mató a los tres primos Lavín. Otros dos miembros de la partida
habían sido asesinados el mes anterior en un tiroteo en La
Cavada. A pesar de las bajas, la partida no se disolvió y
continuó su actividad, aunque fuese de forma más pasiva. Los
guerrilleros mantuvieron el nombre de ‘Pin el Cariñoso’ como
denominación hasta 1945, en honor de su compañero muerto.

224 Según las informaciones, miembros de la partida planearon su huida en barco a


Venezuela. Vid. Íñiguez (2008), p. 909.
Igualmente importante fue también la guerrilla que organizó
el anarcosindicalista Ceferino Ruiz ‘Machado’. ‘Machado’ dotó
de personal a su partida con soldados que habían huido de los
campamentos de prisioneros fascistas tras el hundimiento del
frente norte en verano de 1937. En otoño del mismo año creó
las primeras bases en la sierra de Picos de Europa, en los
límites de la región de Cantabria con Asturias, extendiendo su
zona de influencia al sur hacia Palencia. Su objetivo primordial
era mantener el carácter político de la guerrilla, organizando a
los prófugos y eludiendo el robo indiscriminado de víveres y
animales de los lugareños.

En torno a la partida de ‘Machado’ se montó la intendencia


de los demás guerrilleros de la zona, que utilizaban sus bases y
enlaces para realizar asaltos y expropiaciones en común. En
1943 la partida estableció bases también en la vecina sierra de
Cuera, en Asturias, desde donde podía llevar a cabo golpes en
la zona costera. Entre los muchos guerrilleros que colaboraron
con ‘Machado’, estaba Juan Fernández ‘Juanín’ 225. En 1944
‘Machado’denominó a las partidas que estaban bajo su control
Brigada Picos de Europa. Como veía la presión que ejercían los
comunistas en las diversas partidas para incorporar la guerrilla
a la UNE, estuvo planeando la creación de brigadas libertarias
en todas las grandes cadenas montañosas de España, que
tomarían su nombre del correspondiente al monte donde

225 Juan Fernández Ayala ‘Juanín’ (1918‒1957) fue un guerrillero local que colaboró
con todas las tendencias políticas. En el monte desde 1937, dirigió una partida desde 1941
y asumió la jefatura de la guerrilla de ‘Machado’ tras la muerte de éste. No abandonó
nunca la lucha. Acompañado por el comunista Francisco Bedoya, ayudante y amigo suyo,
vivió en el monte hasta el 24 de abril de 1957, en que cayó muerto en un tiroteo con la
Guardia Civil. Había pasado veinte años ininterrumpidos en la guerrilla. Bedoya fue
asesinado unos meses después, en un intento de huir a Francia.
actuasen y funcionasen como contrapeso de la propaganda
comunista.

Su ambicioso proyecto se debía también a la euforia que


dominaba en 1944 en España. Los guerrilleros se enteraban de
las noticias del frente de la guerra mundial y confiaban en que
el fin de la dictadura estaba cerca. ‘Machado’ no vivió para ver
sus esperanzas malogradas. A finales de abril de 1945 organizó
un encuentro en Sotres de Asturias para festejar con sus
compañeros la inminente caída de Berlín y del nazismo. Un
aldeano denunció la presencia de la partida a la Guardia Civil,
que los atacó al amanecer. ‘Machado’ intentó romper el cerco,
pero cayó muerto. El resto de la partida se salvó. El 22 de abril
de 1945 perdió la vida ese carismático dirigente de la guerrilla
en el norte. El mismo decía de sí: Soy valiente, porque sé que
me matarán y me da lo mismo que me maten hoy o mañana226.

Otra zona con bastantes prófugos fueron los montes que se


extienden en el perímetro de Teruel, incluso hasta la provincia
de Cuenca al oeste, comprendiendo las provincias de Castellón
al este y la de Valencia al sur. En la región levantina había una
gran presencia de libertarios desde siempre, mientras que los
pueblos de la montaña de Teruel habían organizado
colectividades durante la Guerra Civil, sostenidas por la
Columna de Hierro. En la zona montañosa de Cuenca, el
número de miembros de la CNT era menor y en esta primera
fase de la guerrilla, su actitud fue principalmente pasiva.

De La Pesquera (Cuenca) procede uno de los más conocidos

226 Vid. Nieto (2007), p. 90. Algunas fuentes refieren que ‘Machado’ era miembro de la
UGT y no anarcosindicalista.
guerrilleros españoles. Basiliso Serrano ‘Manco de La Pesquera’
nació en 1908 en La Pesquera, en el extremo suroccidental de
la provincia. Antes de la guerra había sido secretario general de
la CNT de su pueblo y durante la Guerra Civil había servido
como conductor de camión en la Columna de Hierro, pese a los
cuatro dedos mutilados de su mano izquierda, que había
perdido de pequeño haciendo fuegos artificiales. Tras el final
de la Guerra Civil logró regresar a su pueblo y se vio obligado a
vivir en un régimen de semiclandestinidad, dado que lo
buscaban las autoridades. Pero él tenía una reputación
extraordinaria en la comarca y circulaba con relativa
comodidad. Decidió pasarse a la guerrilla en el verano de 1944,
formando una partida con compañeros de su zona. Su actividad
fue particularmente intensa en la segunda fase de la guerrilla.

Más al norte, en torno al pueblo de Priego, actuó otro


combatiente libertario, Sebastián Cano ‘Fortuna’. ‘Fortuna’,
que procedía de Valencia, estuvo en la zona después de la
Guerra Civil. En invierno de 1939‒40 participó en un traslado
de presos, que se hizo a pie 227. Al no aguantar el recorrido,
‘Fortuna’ cayó inconsciente y los guardias creyeron que le
habían dado el disparo de gracia, pero él sobrevivió herido. En
el monte fue capitán de una partida de veinte guerrilleros que
solamente robaban y luchaban para sobrevivir. Los intentos de
los comunistas de convencer al grupo para que se incorporase
a la guerrilla organizada resultaron infructuosos. Los datos

227 Tales ‘paseos’ de presos eran habituales los primeros años después de la guerra. En
concreto, en ciertos casos, las distancias que cubrían los presos eran irrealizables, de modo
que muchos morían en el camino. Hay testimonio de un superviviente del recorrido desde
Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid, hasta Barcelona, durante el que murieron casi
doscientos de los trescientos presos. Vid. Pons (1977), p. 216.
sobre ‘Fortuna’ son limitados y parece que su partida se
disolvió poco a poco, durante la segunda fase de la guerrilla.

Por el contrario, la actitud de los guerrilleros anarquistas de


la comarca de Teruel, al sur de Aragón fue más activa. Entre los
primeros guerrilleros de la comarca se cuentan José Ramia
‘Petrol’ y su paisano Fernando Castel ‘Rabos’, de Aguaviva228.
Ambos fueron condenados a muerte cuando Aguaviva cayó en
manos de los fascistas en 1938, pero lograron escapar de la
cárcel del vecino pueblo de Mas de las Matas, en febrero de
1940. ‘Petrol’ y ‘Rabos’ organizaron una partida, en la que
participaron al menos otros cuatro compañeros suyos: Juan
Pérez, José Alarcón, Jesús Borrás y Saturnino Colomer 229. Sus
enlaces en la comarca eran muchísimos y su actividad los
primeros años se concentró en robar para cubrir sus
necesidades económicas, pero también las de compañeros
presos de la provincia. Progresivamente la partida se hizo muy
popular entre los habitantes y especialmente entre los
libertarios. Eso llevó a un enfrentamiento con los comunistas,
como se cuenta en el capítulo siguiente.

La comarca minera de Utrillas, al norte de Teruel, era núcleo


de libertarios. Allí se creó una vasta red de anarquistas,
constituida por lugareños, pero también por bastantes reclusos
de todo el país condenados a trabajos forzados en las minas de

228 Aguaviva era un pueblo de larga tradición libertaria. Según Pons, no había allí ni un
solo comunista por muestra. Pons (1977), p. 146. Cuando visité yo mismo la comarca, en
marzo de 2008, la plaza del pueblo era la única parte de la provincia donde había una
pintada de anarquistas...
229 José María Alarcón Flores (1922‒1945?), Jesús Borrás Salavert (1907‒1945?) y
Saturnino Colomer Lázaro (1888‒1945?) fueron detenidos en 1945 y condenados a
muerte. No hay datos en los archivos en relación con lo que sucedió.
la comarca en régimen de semilibertad. Desde 1944 y después,
aparte de la organización política que ya funcionaba, se
formaron también grupos armados que procedieron a hacer
sabotajes y expropiaciones. Algunas de esas partidas actuaban
por la noche, ocultaban los objetos robados y las armas y por la
mañana iban con normalidad a las minas a trabajar. La
organización de la CNT en la comarca se llamaba ‘red
Espartaco’ y jefes de grupos armados fueron, entre otros,
Pedro Acosta ‘Chaval’, Modesto Plou ‘Modesto’ y Justiniano
García ‘Macho’. La policía era completamente incapaz de
controlar la actividad de los anarquistas de la comarca, a pesar
de que había veinte agentes en las minas y grandes fuerzas
policiales en los pueblos de los alrededores 230. En el mismo
periodo empezó la actividad de la partida de Josep Borrás
‘Cinctorrá’. Este había huido a Francia al final de la guerra, pero
regresó en 1943 con José Linares ‘Valencia’ 231, Josep Sangüesa
y Francisco Salvador. Ese grupo actuaba en los alrededores de
Morella, provincia de Castellón.

En el resto de Aragón actuaron durante los primeros años


después de la guerra los grupos de Ponzán. La proximidad de la
región a la frontera francesa y el necesario tránsito continuo de
guerrilleros no favorecía la existencia de partidas grandes, sino
más bien la creación de redes de apoyo. Además, la mayor
parte del norte de Aragón había caído en manos de los
fascistas en 1936 y los prófugos de esa zona no formaron

230 En marzo de 1944 los agentes de Utrillas solicitaban que les enviasen refuerzos con
demandas reiteradas. Vid. Sánchez Cervelló (2003), p. 106.
231 José Linares Beltrán (1913‒1950) se habia fugado en 1942 de la cárcel, donde estaba
condenado a muerte. Participó en la guerrilla de la comarca hasta mayo de 1950, cuando
resultó muerto en un tiroteo con la Guardia Civil. Vid. Sánchez Cervelló (2003), p. 477.
guerrilla, sino que pasaron a las líneas republicanas, que
estaban a una distancia de pocos kilómetros. El gran número
de libertarios de la zona fue la piedra angular de las redes de
Ponzán, pero también contribuyó a que antifascistas de todas
las organizaciones y partidos cruzaran las fronteras.

Tras la disolución de la red Ponzán, se crearon en el norte de


Aragón los GAA232 en colaboración con anarquistas de Francia.
Los datos sobre esta organización son deficientes, pero
sabemos que en ella participaban al menos dos grandes grupos
de guerrilleros anarquistas. El mayor era el del ‘Tuerto de
Fuencalderas’, mientras que el otro era el de ‘Sos’. También
tenía contacto con los guerrilleros de los GAA Ambrosio
Pargada ‘Manco de Riglos’233, quien en 1944‒45 estaba en el
monte con su compadre Rufino Carrasco, quien se convirtió a
continuación en guía de los pasos pirenaicos de los GAA.

En el centro de la península ofrecían cobertura a los fugitivos


las grandes moles montañosas de Toledo y Cáceres, en una
región grande que comprendía también parte de Badajoz, Ávila
y Ciudad Real. En esta zona se vieron obligados a refugiarse
muchos combatientes del norte de Córdoba perseguidos,
cuando la represión allí se intensificó. En la primera fase de la
guerrilla las partidas estaban desorganizadas e intentaban
sobrevivir y armarse. Las líneas guerrilleras estaban formadas
en buen grado por personas que protagonizaban fugas masivas

232 Grupos de Acción Anarquista.


233 Ambrosio Pargada ‘Manco de Riglos’ (1909‒1974) tenía el brazo derecho mutilado.
Vivió seis años solo, escondido en cuevas, además del año y medio que le acompañó
Carrasco, su compadre. Luego pasó a Francia, vivió en el cenobio libertario de Aymaré y
murió interno en un psiquiátrico.
de cárceles y campos de trabajos forzados. Centenares de estos
hombres que estaban en el monte constituyeron un gran
problema para el régimen, junto con los guerrilleros
autóctonos.

El núcleo libertario de la región fue las minas de Almadén y el


vecino valle de la Alcudia. Por allí estaban Norberto Castillejo
‘Veneno’234 y Manuel Fernández ‘Secretario’, que se habían
echado al monte en 1939. Los datos sobre su actividad hasta
1945 son limitados. Junto a ellos se encontraba al principio
otro anarquista paisano suyo, ‘Alegría’, quien murió en agosto
de 1943 de un infarto, mientras atravesaba el helado río
Guadalmez. En la comarca de Almadén también actuó en la
primera fase de la guerrilla Julio Rodríguez ‘Cubano’235. Otros
guerrilleros que escogieron esta comarca para ocultarse fueron
Fernando Maraña ‘Joven’ y Eusebio Liborio ‘Lavija’. Ambos se
echaron al monte en 1939 junto con un comunista, ‘Corruco’.
Habían logrado conservar su armamento militar desde la
Guerra Civil, armas nuevas, que se mostraron muy útiles más
tarde. Junto a ellos durante un tiempo, en esos primeros años,
marchó también un guerrillero con el apodo de ‘Veneno’,

234 Las torturas a las que lo sometieron los fascistas como represalia por la actividad de
su hijo dejaron tullido al padre de ‘Veneno’, que se había quedado en el pueblo. Una de
ellas fue la destrucción de su sentido del oído vertiendole aceite hirviendo por las orejas.
Vid. Moreno (2001), p. 61.
235 Julio Rodríguez Fernández ‘Cubano’ (1918‒1949) se había distinguido en la Guerra
Civil y había sido comandante de la 39 Brigada en 1938. Pons Prades, en nuestra entrevista
de 3 de octubre de 2006 en Barcelona, afirmó que el ‘Cubano’ estaba en 1941 en los
grupos de acción de Barcelona y que fue de los primeros que cometieron atracos de bancos
en la ciudad. Probablemente en 1946 se encontró en Madrid con Mera, por quien se sabe
que había participado en la guerrilla de Almadén en el periodo anterior (¿quizá después de
la represión de 1943 en Barcelona?). A continuación (¿1947?) huyó a Francia e ingresó en
los grupos que actuaban en Barcelona. Allí fue asesinado en la gran ola de represión de
octubre de 1949.
Francisco Blancas. Todos los antes citados desempeñaron un
papel muy importante en la segunda fase de la guerrilla, que
comenzó en la zona en 1945 con la organización a la que el PCE
dirigió sus esfuerzos. Finalmente, por lo que concierne a las
numerosas fugas masivas que se produjeron en la región, se
refiere el caso revelador de la fuga de Hato Blanco en 1943 de
cuarenta y dos presos que dotaron de personal a las partidas
del monte. Entre ellos estaban los anarquistas Luis López
‘Lechuga’ y Miguel Martín ‘Chepa’.

Para cerrar este primer capítulo sobre la actividad armada de


los anarquistas hasta finales de 1944, merece la pena referir
una historia relativamente desconocida: el atentado frustrado
contra Franco y Hitler de 1940 en Hendaya, en la frontera
hispanofrancesa. Allí estaban por azar Domingo Ibars y Canillas,
dos anarquistas enviados por Ponzán, que querían pasar la
frontera con papeles falsos. Cuando se dieron cuenta de que
en la estación en que iban a bajar se encontrarían los dos
dictadores, decidieron actuar. La estación estaba cerrada y los
únicos que se encontraban allí sin control eran los pasajeros
del tren, que en aquel momento se apeaban. Al no tener
contacto visual con los dictadores, ambos compañeros
decidieron salir de la estación y ponerse en contacto con
compañeros de Hendaya para proveerse de más explosivos, ya
que solo llevaban consigo una granada cada uno.

Gracias al porte de Ibars, que era alto y rubio, los policías los
dejaron pasar sin control, creyendo que eran agentes
alemanes. Los dos compañeros se separaron para no provocar
sospechas e Ibars fue a casa de los compañeros, donde se
proveyó de explosivos. Pero Canillas fue detenido y no llegó
nunca al punto de encuentro. Ibars intentó él solo acercarse
otra vez a la estación, pero el aumento de soldados a su
alrededor lo hizo imposible y se vio obligado a abandonar236.
Sin que lo supiese Ibars, Celedonio Pérez había organizado
desde Madrid un atentado contra el tren que trasladaría a
Franco a esa cita. Pero una detención de última hora forzó al
comando de anarquistas que se había encargado de ello a
abandonar el plan. Apenas un año después del dominio total
de los fascistas, se abría un baile de intentos frustrados de
tiranicidio, que el movimiento libertario continuó durante tres
décadas.

236 Vid. Paz (2001), ps. 66‒68.


APOGEO Y DECADENCIA DEL MOVIMIENTO EN ESPAÑA Y EN EL
EXILIO (1945‒1952)

El Comité Nacional de la CNT en España y el Subcomité


Francés.

El cisma entre las dos tendencias interrumpió los contactos


del comité nacional español con la tendencia mayoritaria de los
ortodoxos en Francia. La CNT del interior mantuvo contacto
solo con la tendencia reformista de Francia, que había creado
su propio subcomité con Ramón Álvarez como secretario
general. Apenas unos pocos días después de la fundación de
ese subcomité en Francia el 6 de diciembre de 1945, la policía
detuvo en Madrid al comité nacional español. Catorce
miembros de la organización, entre ellos también el secretario
César Broto, permanecieron cincuenta y tres días en las celdas
de seguridad, antes de ser trasladados a la cárcel. Luego fueron
condenados a penas de prisión prolongadas, la mayoría a
penas superiores a veinte y treinta años. Sus puestos fueron
cubiertos inmediatamente por otros combatientes. Ángel
Morales ejerció de nuevo secretario general, con el objetivo de
mantener la continuidad de la organización y llevar a la CNT a
otro pleno del que derivase un nuevo comité.
Pese al carácter organizativo y de trámite de este comité,
Morales tomó la iniciativa de abrir un canal de comunicación
con monárquicos desencantados, que se mostraban dispuestos
a derrocar a Franco con un golpe de estado. Algunos generales
próximos al rey ya habían sido retirados por Franco. Juan José
Luque asumió el papel negociador por parte de la CNT. Cuando
se conocieron los movimientos de Luque y Morales, se les
retiró el derecho de representación de la Confederación. A
principios de marzo de 1946 se convocó una plenaria de
comités regionales. Lorenzo Íñigo asumió la secretaría,
mientras que por vez primera participaba un delegado de la
tendencia reformista de Francia. Este fue ‘Juanel’, quien se hizo
cargo de la Comisión de Defensa de la CNT.

En la plenaria se debatió la situación política en vigor y se


decidió renovar la confianza en el gobierno Giral en el exilio,
pero también que se hiciesen los preparativos ‒en caso de que
el gobierno Giral fracasase‒ para contactar con los
monárquicos. Juan García Durán ocupó el cargo de
representante de la ANFD en París, para mantener contactos
con el gobierno en el exilio. El primer afán de la ANFD era
expresar su descontento a Giral por no recibir ninguna ayuda
económica, mientras que desaprobaba la indiferencia de su
gobierno por la organización dentro de España. El 4 de marzo
de 1946, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia 237 difundieron
un comunicado conjunto en el que se negaban a tener
relaciones con el régimen franquista, pero al mismo tiempo
decían que la solución a la cuestión española debían darla

237 Francia ya había cerrado sus fronteras con España el 1 de marzo como protesta por la
ejecución de Cristino García, miembro del engranaje clandestino del PCE y héroe de la
resistencia francesa.
políticos españoles que procurasen apartar pacíficamente a
Franco y disolver las estructuras franquistas. El régimen que
surgiese podía ser decidido mediante referéndum.

Acompañaba a este ambiguo comunicado la constatación de


que los tres países no querían intervenir en los asuntos
internos de España. La CNT del interior consideró que tal
comunicado constituía un estímulo de los aliados para la
consecución de una colaboración amplia de todas las fuerzas
que querían derrocar el régimen, por lo tanto también de los
monárquicos. Pero el comité de Íñigo fue desarticulado por la
policía en la primera quincena de abril, apenas un mes después
de su constitución. El fiscal solicitó la pena de muerte para
García Durán, que fe conmutada por una de treinta años 238.
Las penas de los restantes fueron desde ocho a treinta años.
‘Juanel’ fue condenado a quince años de prisión239.

En el nuevo comité nacional asumió las funciones de


secretario Enrique Marco, que era delegado de Francia. Marco
había combatido en la Guerra Civil con la Columna de Hierro y
en el exilio se incorporó al ejército aliado y luchó en el frente
africano y en los desembarcos de Sicilia y Normandía. Había
sido hecho prisionero por los alemanes en la batalla de las
Ardenas y liberado al final de la guerra de un campo de
concentración cercano a Nuremberg. El nuevo secretario era

238 Juan García Durán (1915‒1986) se llamaba Luis Costa García, aunque solamente era
conocido con el nombre que utilizaba en la clandestinidad y que conservó. Escapó en 1949
de la cárcel de Yeserías, pasó a Francia y viajó por todo el mundo antes de regresar a
España tras la muerte de Franco.
239 Juan Manuel Molina Mateo ‘Juanel’ (1901‒1984) salió de prisión en 1952 y pasó a
Francia. Se distanció del movimiento hasta la reconstrucción de la CNT en España durante
la Transición.
un verdadero defensor de las negociaciones (incluso con los
monárquicos), ya que consideraba que la CNT por sí sola no
podía soportar el peso de la oposición frontal al régimen. El
comité nacional de Marco aguantó la presión del aparato de
represión durante un año entero, el año más creativo de la CNT
en toda la dictadura.

A través del duro trabajo de sus militantes por todo el


territorio, la Confederación logró aglutinar a unos sesenta mil
miembros240. En la ciudad de Barcelona, donde la CNT había
ascendido de 9.816 miembros en junio de 1946 a 14.203 en
diciembre, los miembros pagaban cuota regularmente y tenían
un carnet sindical clandestino 241. Los ramos que se habían
reconstituido durante esa primera fase de la lucha contra la
dictadura en la ciudad eran los siguientes: Artes Gráficas,
Metalurgia, Construcción, Alimentación, Sanidad, Educación,
Actividades Diversas, Madera, Pesca, Espectáculos Públicos,
Luz y Fuerza, Textil, Industrias Químicas, Piel y Transportes. Los
presos de la organización y sus familias recibían ayuda
económica mensual. El periódico clandestino de la organización
local Solidaridad Obrera vendía más de quince mil ejemplares
cada vez que se imprimía. Por lo que se refiere a otras
regiones, en Levante había unos veinte mil miembros y más de
quince mil miembros en la región Centro, que comprendía a la

240 Registra esa cifra Herrerín basándose en cálculos y datos. Vid. Herrerín (2004), p.
122. Otros estudiosos del periodo contraponen cifras más abultadas, como los cincuenta
mil ejemplares de Solidaridad Obrera que refiere Coloma para Barcelona y los sesenta mil
miembros de la CNT en toda Cataluña que calculó Pons Prades. Esas cifras tal vez
garanticen que el mínimo de miembros de la CNT, a principios de 1947, era de sesenta mil
en toda España y probablemente fuesen algunos más. Vid. Coloma (1973), p. 36 y
entrevista con Pons Prades, Barcelona, 3/10/2006.
241 Vid. Herrerín (2004), p. 118‒119.
capital, Madrid 242. En regiones como Galicia e Islas Canarias, la
Confederación tenía una participación y una influencia mayores
que antes de la Guerra Civil.

Aparte del trabajo que se hacía en los campos laboral y


editorial 243, la CNT mantenía contactos también con partidas
de guerrilleros, principalmente en Galicia, Asturias, Ciudad
Real, Levante y Andalucía. Aparte de la Confederación hubo
tentativas de reconstituir la FIJL y la organización femenina
Mujeres Libres244. La dictadura franquista estaba bajo presión,
una presión que se intensificó en diciembre de 1946, cuando la
ONU decidió excluir a España de sus organismos y propuso a
todos sus miembros retirar sus embajadas del país. Franco,
excelente jugador en política exterior, pasó al ataque en el
interior, mientras se presentaba a sí mismo internacionalmente
como enemigo de los comunistas, vislumbrando la ruptura
definitiva entre los bloques del este y del oeste. En los tres
primeros meses de 1947 fueron detenidos con acusaciones
más o menos graves en torno a mil doscientos miembros y
simpatizantes de la CNT.

242 Vid. Molina (1976), p. 172.


243 La actividad editorial clandestina era muy difícil y un proceso costoso en las
circunstancias de la dictadura. Pese a todo, hubo un pequeño intervalo de tiempo en 1946
en que cada comité regional tenía su propio periódico. Al mismo tiempo, estaban también
los ramos, como el de ferrocarriles, que distribuían sus propios periódicos por todo el país.
244 Mujeres Libres era una organización anarquista feminista que se había creado en
abril de 1936 y en los tiempos de la Guerra Civil aglutinó casi veinte mil miembros. Nunca
fue aceptada como rama equivalente del movimiento libertario, como eran la FAI y la
FIJL. Eso se debe tanto a la ‒de una u otra manera‒ cultura androcrática española como a
que Mujeres Libres no llegó a desarrollarse como para reivindicar tal posición. Al mismo
tiempo, la cultura anarquista ortodoxa de la época consideraba que la mujer emancipada
podía solamente surgir por una revolución social.
En lugar de explotar la agitación social y las bases de la CNT
que se mostraban dispuestas a pasar al contraataque245, el
comité nacional de Enrique Marco siguió aferrado al objetivo
de las negociaciones. Los ejemplos de reivindicaciones obreras,
como sucedió con la huelga de Manresa en enero de 1946,
pero también con las huelgas aisladas en fábricas grandes de
Barcelona, Sevilla, El Ferrol y Vigo en el mismo año, iban en
aumento. En todos estos casos los obreros reivindicaban una
mejora de las condiciones laborales y salariales ante un
régimen totalitario que se enfrentaba a ellos con detenciones y
despidos. Y sin embargo la Confederación dio prioridad a las
negociaciones políticas, pese a la dilatada tradición en tales
luchas. Como cuenta Paz:

Los organismos dirigentes de la AN de FD estaban más


atentos a lo que ocurría en Francia en tomo al gobierno de Giral
y a lo que pasaba en la Organización de las Naciones Unidas,
que a lo que estaba ocurriendo en España. Esta desviación de la
atención correspondía a la idea que los partidos políticos se
habían hecho del caso español. Todos pensaban en una
situación de derecho y, por tanto, política. Se creyó que
bastaría una declaración de la ONU reconociendo al gobierno
Giral para que Franco y sus aliados abandonaran el terreno. Esa
actitud podía ser justificada en los partidos políticos, pero era
inadmisible en la CNT, que no podía ignorar el carácter que
había tenido la lucha en España y las razones que asistían a
Franco para continuar en el poder. Y por muy extraño que

245 Eso se debía no solo a factores ideológicos, sino también al nivel de vida de España.
El PIB era inferior al de antes de la guerra, los sueldos estaban congelados, mientras que
en muchas provincias incluso se repartían los víveres con cartilla. En combinación con la
favorable coyuntura internacional, muchos españoles esperaban un cambio social.
pueda parecer, lo inadmisible fue admisible en la CNT, sobre
todo después de que Enrique Marco fuera su secretario general
a partir de Mayo de 1946 246.

Entre las primeras preocupaciones de Marco estuvo la de


nombrar un responsable para las negociaciones con los
monárquicos. Este fue Vicente Santamaría, quien en octubre
de 1946 firmó un bochornoso acuerdo con los monárquicos en
Portugal. En él se contenía el compromiso de la organización
de que contribuiría al periodo de transición del régimen,
manteniendo la paz social y traicionando el derecho a la
huelga. Aún peor, en el acuerdo estaba previsto el lugar
preeminente de la religión católica en el nuevo régimen.
Santamaría presentó el acuerdo al comité nacional, que lo
anuló tanto por el contenido del acuerdo como porque se lo
había presentado antes a los socialistas, sin su aprobación. Así
que en enero de 1947 se nombró a Juan José Luque como
nuevo negociador.

La CNT y la ANFD ‒que estaba controlada en realidad por la


Confederación y menos por los socialistas‒ decidieron que era
el momento de “jugarse el todo por el todo” en el nivel
diplomático. De acuerdo con el partido socialista retiraron a
sus ministros en el gobierno de Giral en el exilio, en el que
habían entrado en el último periodo también los comunistas,
que intentaban controlarlo. El PCE consideraba que la ONU
reconocería al gobierno en el exilio y quería manipular a Giral
para poner otra herramienta diplomática en las manos de
Stalin. La retirada de los ministros obligó a Giral a dimitir y en

246 Vid. Paz (2001), p. 188.


febrero de 1947 se constituyó un nuevo gobierno en París bajo
la presidencia del socialista Llopis. La CNT aceptó un ministerio
a condición de que el nuevo gobierno ofreciese ayuda real a las
organizaciones del interior. Asumió la cartera de Información y
Propaganda Luis Montoliú, que pasó clandestinamente a
Francia por esa razón.

La política del comité nacional se centró en dos ejes. El


primero fueron los contactos de todo tipo con los
monárquicos, una psicosis, se diría, que Luque y Marco
lograron trasladar a los demás miembros de los comités. El
segundo eje fue luchar contra la influencia de los militantes
que enviaba el MLE desde Francia. Estos delegados, como se
mostrará más abajo, intentaban recomponer estructuras
‒principalmente Juventudes y grupos de la FAI‒ para devolver
a las bases a sus posiciones. Las continuas acciones armadas de
esas estructuras preocupaban al comité nacional, que
pretendía una imagen de prudencia para convencer a los
monárquicos de llegar a un acuerdo escrito.

A finales de 1946 Marco utilizó para sus contactos con los


monárquicos también a Cipriano Mera. Mera acababa de salir
de la cárcel en condiciones restrictivas. Tras las dos primeras
conversaciones ‒que calificó de reuniones políticas para niños
pequeños‒, Mera se negó a reunirse otra vez con los
monárquicos. Marco le dijo que si la organización se lo
encomendaba debería hacerlo y recibió esta respuesta: Por la
Organización he hecho ya muchas cosas; algunas de ellas a
disgusto; pero eso, compañero, no lo haré más, ni aunque me lo
pidiera mi madre247. Mera no quería que su nombre estuviese
unido a esa confabulación, que consideraba irrealizable. Pocas
semanas después cruzó clandestinamente la frontera hacia
Francia como delegado de la Regional Centro.

La cuestión que ocupa a los historiadores del movimiento es


en qué medida esa línea política procedía de la base de los
miembros de CNT o era iniciativa de los miembros de los
comités. La respuesta tal vez se incline del lado de los comités,
algo que se explica por las circunstancias de la lucha en España.
Muchos de los 60.000 miembros que tenía la Confederación se
conformaban con pagar la cuota solamente y ser abastecidos
de prensa clandestina. El miedo que se había apoderado de los
simples miembros no tenía que ver solo con las torturas y la
cárcel, en caso de ser detenidos por actividad subversiva. Tenía
que ver también con la preocupación por sus familias, ya que
las represalias se extendían siempre al entorno familiar del
militante. Despidos de parientes, palizas, privación de la
custodia de hijos menores, multas elevadas en periodo de
extrema pobreza, disuadían a gente nueva, desconocida por las
autoridades, de asumir cargos de responsabilidad y conllevaba
que se reciclasen las mismas personas en los comités.
Inevitablemente, esos militantes que corrían riesgos habían
incrementado su peso en las asambleas ‒donde se celebraban‒
y de esa manera, en muchas ocasiones, las decisiones de los de
abajo estaban influidas por los de arriba.

Al mismo tiempo, había incapacidad y falta de disposición a


la hora de plasmar las decisiones de miles de miembros de la

247 Vid. Mera (2006), p. 408


CNT que se encontraban encarcelados. Pese a la organización
que había dentro de cada cárcel, no se debatió nunca el punto
de vista de los presos sobre decisiones políticas cruciales248. Al
final, la información de los miembros sobre asuntos del
interior, pero también del exterior, venía exclusivamente de la
prensa clandestina que editaban los comités, siempre que
hubiese una realimentación continua de la línea política
reformista. Testimonios de los miembros de los comités de
entonces cuentan que hasta los guerrilleros libertarios de
Galicia y Asturias dieron su conformidad a la línea política que
se siguió 249 . Dada la escasa información que tenían los
guerrilleros en los montes, información que procedía casi
exclusivamente de los delegados de los comités, eso no parece
extraño en absoluto.

Es significativa de la situación la circular que envió el comité


nacional a principios de 1947 para plantear a las bases las
cuestiones de la plenaria que se había fijado para marzo. El
texto parece que pretende más aterrorizar a las bases para
conseguir la renovación del mandato para negociar que
coordinar la acción y avivar la lucha250. Inevitablemente, en la
plenaria de comités regionales que se celebró a mediados de
marzo de 1947 se decidió la continuación de las negociaciones
con los monárquicos y la futura participación de la CNT en un
parlamento constitucional. Las decisiones de la plenaria se
refieren claramente a una transición pacífica hacia un régimen

248 Información “de primera mano” de Abel Paz, que pasó la mayor parte de ese periodo
en las cárceles españolas. Paz (2001), p. 223.
249 Vid. Herrerín (2004), p. 133.
250 Vid. Paz (2001), p. 222.
democrático. El quebrantamiento de todo principio libertario
era tan evidente que los redactores de Solidaridad Obrera
sintieron la necesidad de poner una nota bajo el comunicado
de la plenaria para anticipar la crítica: Sépase, eso sí, que la CNT
no ha perdido un ápice de su valor revolucionario y constructivo, y
que su linea de conducta es consecuente con el anhelo del pueblo
trabajador que espera de nuestro anagrama y de los hombres que
lo mantienen vivo la liberación política y económica de España251.

Es evidente que muchos militantes de los comités habían


perdido la moral y planteaban como principal objetivo ‒y quizá
el único‒ sacudirse el yugo franquista a cualquier precio
ideológico. Pero esa actitud no representaba a todos los
partidarios de la línea reformista del interior. El propio ‘Juanel’
envió una carta a Marco, en la cárcel, en la que, entre otras
cosas, decía:

A mi juicio, amigo, hemos cometido la torpeza de jugarlo todo


a la carta de las gestiones políticas y diplomáticas, menos
arriesgadas, y necesarias desde luego, pero absolutamente
ineficaces, si no van acompañadas de otros procedimientos que
son consustanciales con nuestras características y con nuestras
tradiciones, que no debimos olvidar nunca [...] Esa obra
emocionante de recuperación y de agitación, de la que soy el
más apasionado admirador, debía culminar, debe culminar
históricamente en una acción revolucionaria de ataque al
régimen para apresurar su caída. Ya sé que no pueden pedirse
imposibles, ni pueden hacerse milagros, pero una acción
progresiva de hostigamiento al régimen es posible, y

251 Paz (2001), p. 224.


absolutamente indispensable para cubrir dignamente esta
etapa. [...] Repito: hemos jugado a una sola carta y si falla ‒y
está fallando‒ hemos perdido la partida ante el Movimiento y
ante la opinión. Las posibilidades de resistencia activa de
nuestro pueblo no han sido agotadas, sino que, por ahora,
están intactas [...]. En la correspondencia y circulares cursadas
de un año a esta parte pueden observarse repetidos
llamamientos a la reflexión, a la disciplina y ala calma,
orientaciones que tienden a impedir, que la militancia, los
sindicatos, las regionales realicen ninguna acción por su cuenta,
cuando ya era hora de que cada uno y cada núcleo, desde su
respectivo radio de acción, atacara a las instituciones
franquistas de una manera contundente […].252

La verdad es que hubo comités locales y regionales, como


también ramos, que tenían una actitud claramente más
agresiva contra el régimen, dejando en un segundo nivel los
llamamientos del comité nacional.

En Andalucía, por ejemplo, donde el movimiento soportaba


un ataque frontal de los servicios de Franco y el terror era
despiadado en el campo y en las ciudades, el comité mantenía
contactos continuos con unidades guerrilleras y era apoyado
económicamente por ellas. Otra brillante excepción de acción
violenta fue la de los sindicalistas de la CNT de Vizcaya.

En una comarca donde no había la misma influencia que en


Levante o Barcelona y donde los grupos armados eran
prácticamente inexistentes, los miembros de la CNT, la UGT y la

252 Herrerín (2004), ps. 124‒125.


STV se coordinaron para convocar una huelga el 1 de mayo de
1947253.

Pese a las miles de octavillas que se esparcieron por la ciudad


y los panfletos que se habían repartido clandestinamente, las
tres organizaciones sindicales se sorprendieron cuando el 1 de
mayo participó en la huelga el 75% de los obreros de la
provincia. En Bilbo la participación fue casi absoluta. Cincuenta
mil obreros atendieron la convocatoria de los sindicatos,
destacando la huelga como la protesta más masiva desde el
final de la Guerra Civil. No había demandas básicas, fue más
una protesta espontánea contra el franquismo y las tristes
condiciones de vida. El régimen reaccionó inmediatamente. La
zona fue aislada y el ejército hizo patente su presencia al lado
de las fuerzas de la policía. El gobernador de la región amenazó
a los huelguistas con detenciones, despidos y listas negras, lo
que tuvo como resultado la continuación de la huelga hasta
que se retirasen las amenazas. La huelga duró ocho días y tras
su conclusión fueron detenidos casi dos mil obreros.

Los miembros del comité local habían informado al comité


nacional de la CNT de la moral elevada de la clase trabajadora
con vistas a la huelga y habían inferido la conclusión de que los
obreros de Cataluña procederían a una movilización
equivalente. Para gran decepción suya, vieron que se habían
quedado solos en esa tentativa. Una probable participación de
Barcelona y Madrid en esa huelga podría haber acarreado un
golpe decisivo al régimen fascista. La falta de coordinación y de

253 Solidaridad de Trabajadores Vascos fue fundada en 1911 y era la organización


sindical del Partido Nacionalista Vasco.
voluntad por parte del comité nacional tuvo una importancia
crucial, porque en Barcelona y en las ciudades de su entorno
hubo algunas movilizaciones obreras espontáneas. La noticia
de la huelga en Bilbo se dio a conocer días más tarde y se
presentó como movilización separatista vasca para restarle el
carácter obrero.

De todos modos, el comité regional de Cataluña era


claramente más agresivo que la línea del comité nacional.
Además, el comité catalán era el que habitualmente mantenía
una postura ortodoxa en las plenarias, aunque nunca repudió
la línea de la colaboración política, permaneciendo en el bando
reformista 254 . Pero bastantes de sus miembros mantenían
contactos con los ortodoxos de Francia y en la ciudad había
muchos delegados del MLE. En Barcelona se había
reconstituido en noviembre de 1945 la FIJL, que apoyaba ‒y
era apoyada por‒ la tendencia ortodoxa 255. El resultado de esas
circunstancias y del elemento libertario profundamente
arraigado en la ciudad fue que Barcelona se transformó en la
vanguardia del movimiento.

La situación en la capital de Cataluña era obstruida en


particular por la actividad de Eliseo Melis, exmiembro de la
CNT y posteriormente agente de la seguridad, quien,
solucionando pequeños problemas con las autoridades y

254 Ya en el pleno de Carabaña de 1945 el comité catalán criticó la vía diplomática y


pidió el recrudecimiento de la lucha armada, de la propaganda y de las huelgas. Vid. Actas
del Pleno de Regionales (Int.) 12‒16/7/1945, Gómez Peláez, carpeta 726.
255 Ramón Rufat calificó a la región catalana de [… verdadero rompecabezas revuelto
de CNT. A la diversidad de sindicatos, llamándose siempre autónomos y poderosos,
uníase los grupos de la FAI y las juventudes indómitas pro‒anarquistas y no pocas veces
enfrentadas a los comités regionales]. Vid. Memorias (1993), p. 203.
obteniendo excarcelaciones de compañeros, se había ganado
la consideración de muchos libertarios que se negaban a creer
que pudiese ser un traidor. Su constante ayuda a miembros de
la CNT había engañado hasta incluso a algunos compañeros
dentro de los comités, que le otorgaban partidas clandestinas
para “asuntos policiales” 256 . Con su ayuda se habían
desarticulado muchos comités y se le responsabilizaba de la
detención de compañeros que podrían desempeñar un papel
crucial en la continuidad del movimiento, como Tommaso
Ranieri 257 y Hermes Piquer258

La intensa represión en Barcelona fue la que costó la


detención a Enrique Marco. En el viaje que realizó allí a
mediados de mayo de 1947, fue detenido junto con el

256 El soborno de los funcionarios públicos era norma en el país en aquellos años de
hambre. Por una cantidad satisfactoria ‒y por casos de peso específico menor‒ muchos
oficiales del ejército, jueces y carceleros (y, en menor grado, policías) estaban dispuestos a
hacer desaparecer expedientes, a modificar acusaciones y facilitar excarcelaciones.
Cuando Pons Prades atravesó clandestinamente el país en una misión de organización y
fue detenido por el ejército, consiguió ‒pagando‒ ser acusado solamente de no llevar
consigo documentación completa y se le dejó en libertad provisional. Entrevista con E.
Pons Prades, Barcelona, 3/10/2006.
257 El italiano Tommaso Ranieri (1908‒1969) era conocido con el pseudónimo de
Antonio Pereira. Perseguido por el fascismo, llegó a España en 1932. Combatió con las
milicias anarquistas en Aragón y fue encarcelado en Alicante al final de la Guerra Civil.
Pasó a la clandestinidad nada más salir de la cárcel en 1945 y ejerció de secretario de
defensa en Cataluña, teniendo a su cargo los grupos armados. Escapó a una ejecución tras
su detención en 1946 por las presiones de Italia y Gran Bretaña. Fue deportado a Italia,
donde continuó su intensa actividad hasta la muerte.
258 Hermes Piquer Fargas sucedió a Ranieri en sus funciones desde 1946 hasta su
detención en 1947, y durante un tiempo ejerció de secretario del comité regional. Tras su
excarcelación pasó a Francia y continuó su actividad política. En 1966 ‒estando exilado‒
fue condenado a trece años de prisión por actividad sindical en el exterior por un tribunal
de Madrid. Era conocido con el pseudónimo de Juan Figueras. Su hermano José fue
detenido en 1947 como miembro del comité local de Vic y murió por las torturas en un
interrogatorio. Los policías lo colgaron en su celda para que pareciese un suicidio.
secretario del comité catalán, Eduardo José Esteve, quien
estaba bajo una discreta vigilancia259. Años más tarde, en 1990,
Marco escribió que el objetivo de su viaje era organizar la
voladura del parlamento y del edificio de la seguridad en
Madrid con explosivos que les enviaría desde el exterior el
subcomité de Francia. Franco ya había hecho pública su
propuesta de dar prioridad en la sucesión al príncipe Juan
Carlos, reduciendo drásticamente las probabilidades ‒ya
escasas‒ de un golpe de estado monárquico. Juzgando por la
actitud global del comité Marco, parece casi improbable un
escenario semejante, que tal vez ambicionaba dinamitar el
sambenito de reformista que le adjudican muchos
historiadores 260.

Pese a los calificativos de cualesquiera de los historiadores de


tendencia ortodoxa, la policía franquista interrogó a Marco
durante cuarenta y dos días en la cárcel de seguridad de
Barcelona. Luego lo envió a Madrid, donde lo torturó y lo
interrogó otros ciento seis días en medio de amenazas de los
fascistas para que colaborase con ellos. Finalmente fue
condenado a muerte en 1949 y, días antes de la ejecución, la
intervención de un antiguo compañero que operaba en los
sindicatos fascistas conmutó su condena por treinta años de
prisión.

259 Eduardo José Esteve, ‘Germen’ (1916‒1996), era miembro de los grupos de
Ponzán. Permaneció en España durante toda la dictadura luchando por la CNT, lo que
pagó con sucesivos encarcelamientos.
260 En el propio texto de 1990 acepta que un cuadro dirigente de las guerrillas
libertarias de Galicia y Asturias se había ofrecido a participar con sus unidades en
sabotajes violentos donde se lo pidiese el comité. Cinco meses después Marco afirma que
fue a Barcelona a solicitar combatientes que entendiesen de explosivos... Memorias
(1993), ps. 97‒158.
Pocos días antes de Marco, la policía había detenido en
Madrid a la mayor parte del comité nacional. Asumió las
funciones de secretario Antonio Ejarque, hasta entonces
secretario de defensa del comité nacional. Las masivas
detenciones de mayo ‒más de doscientas en todo el país‒
significaban para la CNT del interior el principio del curso
descendente. Las relaciones de la Confederación con el resto
de los socios de la ANFD iban a peor y lo mismo con el gobierno
en el exilio de Llopis en Francia. En agosto de 1947 los
socialistas y la CNT retiraron a sus ministros del gobierno,
provocando su caída. Casi once años después de la primera
participación de la organización en el esquema gubernamental,
esta dimisión cerraba esa página negra de experimentos de
gobierno. Pero, desafortunadamente, las tácticas del comité
nacional siguieron siendo las mismas.

El nuevo objetivo de la CNT del interior era la suscripción de


un acuerdo entre ellos y los monárquicos, al margen de la
ANFD y antes de que los socialistas lograran un acuerdo
semejante. El subcomité reformista de Francia, que hasta
entonces había apoyado constantemente de todos modos las
iniciativas del interior, manifestó por vez primera sus
objeciones. Los representantes permanentes de la CNT del
interior en el subcomité acusaron a sus compañeros en Francia
de querer que las conversaciones con los monárquicos
naufragasen para mangonear ellos en la organización. Dos años
después del cisma, los reformistas de Francia recibían la misma
crítica que ellos mismos hacían a la tendencia ortodoxa.

Entretanto, la represión en España seguía siendo constante.


En agosto la policía consiguió detener al comité de Ejarque y
pocos meses después desarticuló también el nuevo comité de
Manuel Villar. El aparato clandestino de Madrid fue
desarticulado casi por completo. Dinero, sellos, imprenta,
direcciones, casas seguras y códigos de comunicación pasaron
a manos de la policía franquista. Los compañeros que habían
salido intactos de los envites del estado, para mayor seguridad
decidieron trasladar la sede del comité a Valencia. Los
miembros de los comités que habían sido detenidos fueron
todos condenados a penas de prisión prolongadas.

El único que evitó la pena fue Ejarque, que participó en la


fuga de la prisión de Ocaña en mayo de 1948 y pasó a Francia.
Esta fuga se consumó al amanecer del 8 de mayo de 1948.
Doce anarquistas lograron excavar un túnel de trece metros
hasta los talleres de la cárcel y desde allí, superando el
obstáculo de los dos muros exteriores con cuerdas, lograron
salir sin ser advertidos. Fuera los esperaba Francisco San Gil
con una furgoneta. De los doce que se fugaron, solamente
Ejarque y Francisco Romero escaparon, mientras que los
restantes ‒traicionados por un soplón‒ fueron detenidos ocho
días más tarde, cuando iban camino de la frontera francesa con
una furgoneta261. La fuga de Ocaña es la más famosa de las que
organizaron los anarquistas durante la dictadura, tanto por la
gran dificultad del túnel como por la importancia de los
compañeros que escaparon.

261 Los que participaron sostienen que el soplón fue Progreso Martínez (pseudónimo de
Sebastián Martínez del Hoyo), miembro de la regional Centro y uno de los que acusa a
Ejarque de colaborar con las autoridades. Juan Gil Heredia, gitano libertario y coordinador
de la fuga fuera de la cárcel, fue fusilado el 17 de noviembre de 1949 acusado por sus
actividades durante la Guerra Civil. Los diez fugados que fueron detenidos pasaron casi un
año y medio en régimen de aislamiento, aunque el límite de aislamiento máximo previsto
era de dos meses y medio. Vid. Yáñez et alii (1993).
El siguiente comité nacional que se constituyó tuvo a Antonio
Castaños como secretario y Valencia como sede. Pero no tuvo
el apoyo del subcomité de Francia, del que disfrutaba hasta
entonces. En el pleno de 1948 el subcomité decidió que el
capítulo de las desviaciones gubernamentales debía cerrarse
definitivamente para la CNT, aunque volvió una preocupación
global en torno a las colaboraciones políticas. Los reformistas
de Francia se acercaban cada vez más a las posturas de la
tendencia ortodoxa. Además en marzo de 1949 redactaron un
texto en el que consideraban que ya estaban de acuerdo con la
tendencia ortodoxa en cuestiones de táctica y de principios
ideológicos y que el “ciclo de la colaboración” se había
cerrado 262. El restablecimiento de las relaciones entre ambas
tendencias no siguió adelante porque los ortodoxos no
aceptaban la vuelta colectiva de los reformistas al movimiento,
sino que les pedían que disolviesen sus estructuras y que
cursasen solicitudes individuales de entrada en la CNT
ortodoxa.

Inevitablemente, la tendencia reformista intentó hallar


puntos de contacto con la organización del interior. La
decadencia del movimiento en el interior era evidente. La
ANFD se disolvió fundamentalmente con la retirada de los
socialistas en el verano de 1947, mientras que Franco abría una
brecha entre los monárquicos con la Ley de Sucesión 263. El

262 Vid. Herrerín (2004), p. 116.


263 La Ley de Sucesión proclamaba que España era un reino cuyo guía era el “Caudillo
de España y de la Cruzada, Generalísimo de los ejércitos”, Francisco Franco, que se
reservaba el derecho de nombrar sucesor a quien quisiera. De esa manera Franco guiñaba
el ojo a la familia real con que, si se avenían, algún miembro suyo pudiese sucederlo. En
1969 el dictador nombró como sucesor al hoy rey Juan Carlos. La ley fue sancionada con
un plebiscito el 6 de julio de 1947. El 99% votó sí y el 1% no... La FIJL de Barcelona hizo
comité de Castaños hizo en 1948 unas últimas tentativas para
firmar un acuerdo con los representantes del rey, acciones que
nadie ‒aparte de los miembros de los comités‒ veía ya con
buenos ojos. Pero tampoco la situación internacional suscitaba
ningún optimismo. El comienzo de la Guerra Fría anulaba la
ocasión de que el mundo occidental aceptase una situación
subsiguiente en la que anarquistas y comunistas
desempeñasen un papel. No olvidemos que en los montes y las
ciudades del país había ‒según se presentará más adelante‒
muchos grupos armados que estaban controlados por ambas
fuerzas políticas.

En noviembre de 1947 el representante de los Estados


Unidos en la ONU se negó a renovar la condena del año
anterior y la imposición de sanciones al régimen fascista. En
febrero de 1948 se reabrió la frontera con Francia y ambos
países suscribieron acuerdos comerciales en verano del mismo
año. De manera semejante actuó Gran Bretaña un mes más
tarde. A principios de 1949 obtuvo su primer crédito
internacional del banco norteamericano Chase National Bank,
por valor de veinticinco millones de dólares. Franco estaba ya
bajo los auspicios de los Estados Unidos. La ONU levantó en
noviembre de 1950 el voto de castigo, con la abstención de la
Unión Soviética, que a cambio lograba que fuesen aceptados
en la ONU algunos de sus países satélites.

El 21 de julio de 1949 el comité de Castaños cayó en manos


de la policía de Valencia. Castaños había fundado, con un

propaganda intensa por la abstención con setenta mil octavillas y pintadas en muros. Vid.
Téllez (1996), ps. 149‒150,164.
general monárquico y un representante socialista, el
comité‒pantalla CIC (Comisión Interna de Coordinación), que
se basaba solo en las promesas del general Aranda de que
procedería a un golpe de estado. Castaños fue condenado a
treinta años de prisión y el comité nacional fue trasladado a
Barcelona, quizá la única ciudad en territorio nacional que
podía incluso apoyar con éxito un aparato clandestino. Miguel
Vallejo asumió las funciones de secretario. En la primavera de
1950 el subcomité francés intentó, en colaboración con la
regional de Cataluña, apartar la línea de colaboración que
empantanaba a la CNT ‒ya anémica‒, pero las demás
regionales no aceptaron. Sin embargo, en un gesto de buena
voluntad, el delegado del comité nacional en Francia, Helios
Sánchez264, condenó el comportamiento de sus predecesores,
Luque y Ejarque, durante cuyo mandato las relaciones de
ambos comités se habían enfriado. Sánchez, dando un paso
más allá, intentó convocar un congreso unitario de ortodoxos y
reformistas, pero la tendencia ortodoxa se opuso.

En España el movimiento vivió el canto de cisne de ese


periodo de lucha contra la dictadura con la huelga de los
tranvías de Barcelona en marzo de 1951. El 1 de marzo hubo
una pequeña concentración de estudiantes y obreros en la
plaza de Cataluña para protestar por el aumento del precio del
billete de tranvía, el medio de transporte más popular para los
obreros. La policía disolvió por la fuerza la concentración, en la
que había matado a un niño de cinco años. El suceso, aunque
nunca salió en la prensa, movió a otros obreros decepcionados

264 Heliodoro Sánchez Fernández (1909‒1988) era gitano, obrero industrial que ingresó
en la CNT en 1928 y desarrolló una intensa actividad sindical. Combatió en la Columna de
Hierro y fue atrapado al final de la guerra en Alicante. Fue miembro del comité de Vallejo.
con la carestía y el paro a participar en la huelga del 12 de
marzo, que convocaron con octavillas unos estudiantes. En el
ínterin, convocaron a la huelga muchas organizaciones, como la
FAI, la FIJL, la CNT, hasta falangistas decepcionados que
firmaron como CNS265.

El 12 de marzo, trescientos mil obreros participaron en la


huelga y, como los tranvías estaban inmovilizados,
convergieron a pie en el centro de la ciudad. La multitud pedía
la dimisión del alcalde, del gobernador y del servicio de víveres.
Algunos tranvías que las autoridades intentaron poner en
circulación fueron detenidos y quemados. Los obreros
desmontaron los carriles en el mismo instante en que la
multitud prendía fuego a vehículos públicos y se enfrentaba a
la policía. El lujoso hotel Ritz fue destrozado porque sus
trabajadores no hicieron huelga. El mercado de abastos de la
Boquería fue asaltado y la multitud saqueó y destrozó los
puestos. Los enfrentamientos con las fuerzas policiales por
toda la ciudad fueron continuos, con el resultado de muchos
heridos y algunos muertos. Protagonizaron los incidentes
muchos miembros de las organizaciones libertarias, que tenían
particular experiencia en disturbios y enfrentamientos
callejeros.

Casi tres mil policías vinieron de otras ciudades. Al día


siguiente los huelguistas fueron la mitad y al siguiente hicieron
huelga en torno a setenta mil obreros, principalmente en el

265 El CNS era el sindicato único vertical y estaba controlado por miembros de Falange.
Los fascistas proponían a muchos detenidos de los comités de la CNT ocupar puestos en él
a cambio de su libertad, pero ninguno de ellos sucumbió. El CNS sacó un comunicado
público contra la huelga de tranvías, condenando a los redactores de la convocatoria.
cinturón industrial. Las medidas de excepción fueron duras,
muchos fueron detenidos, mientras la ciudad recordaba una
zona ocupada. La fábrica de maquinas de escribir Hispano‒
Olivetti despidió, en una demostración de dureza, a centenares
de trabajadores en bloque. El comité nacional y el local de la
CNT quisieron explotar la coyuntura y convocar una huelga el 1
de mayo, pero cuando el régimen se percató de sus
intenciones decidió cortar de raíz semejante iniciativa.
Perseguido por la policía, Miguel Vallejo, se vio obligado a
refugiarse en Francia en mayo de 1951 para evitar ser
detenido. Era ya evidente que la capacidad de la organización
era muy limitada.

Cipriano Damiano, el nuevo secretario, recibió el testigo el


mes siguiente, continuando un trabajo que ya casi no tenía
sentido. La represión permanente y el pesimismo en las líneas
libertarias habían sustraído a la organización toda perspectiva
revolucionaria. Las demás fuerzas tradicionales, socialistas,
comunistas, republicanos, o bien se habían despedido de la
arena o bien existían solo sobre el papel, como la CNT. La única
tarea del comité era la coordinación de algunos núcleos
dispersos y la preocupación por los presos y sus familias con los
pobres medios económicos de que disponía. Ineludiblemente,
la detención de los miembros del comité en septiembre de
1952 ‒salvo Damiano y Juan Gimeno, representante de
Levante‒ significaba para la organización del interior el letargo
invernal.
Los "Ortodoxos de Toulouse" y la tendencia antipolítica
dentro de España.

El 14 de abril de 1946, quince años después de la


proclamación de la República Española de 1931, la tendencia
ortodoxa de Francia organizó su primer gran acto público tras
el cisma. La pareja Esgleas‒Montseny subió a la tribuna y atacó
al gobierno Giral en el exilio, subrayando que la única vía para
derrocar al régimen fascista era la actividad insurreccional, con
la revolución social como objetivo y no las libertades
democráticas o las conquistas de la Guerra Civil. Por
consiguiente, atacaban a la CNT del interior y a sus partidarios
en Francia, tratándolos de agentes franquistas y de
traidores 266. La retórica de la facción ortodoxa, siguiendo el
ejemplo de ese primer acto, no dejó nunca de ser afilada. Y si el
comportamiento del conjunto de sus partidarios
‒principalmente de sus cabecillas‒ hubiese seguido ese mismo
tono elevado, este libro habría tenido que cubrir un espacio
temporal mucho más corto.

En las líneas de los “pieles rojas” lucharon muchos


anarquistas destacados, que sin embargo fueron traicionados
tanto por el comportamiento de los comités que administraban
sus organismos en Francia como por la apatía de sus
correligionarios, ya que se alejaba el sueño del rápido regreso a
España. Mención especial hay que hacer a los comités de la FIJL
de ambos lados de la frontera, ya que las Juventudes
Libertarias mantuvieron con coherencia su postura, postura
que pagaron con la aniquilación de toda una generación de

266 Vid. Herrerín (2004), p. 95.


jóvenes anarquistas. La separación entre propaganda,
organización y acción armada, fue especialmente difícil para los
miembros de la tendencia ortodoxa que actuaron en el
interior, ya que participaban en el movimiento revolucionario
de manera diversificada. Este capítulo se centrará en las
estructuras y su discurso, dejando para el siguiente el relato de
su lucha armada, para hacer más fácil la narración.

En noviembre de 1945 un grupo de jóvenes anarquistas tomó


la iniciativa de reconstituir el comité regional de las Juventudes
de Cataluña, que había sido desarticulado por la policía el año
anterior.

Se pusieron en contacto con Juan Serna, único miembro libre


de los antiguos comités y procedieron a la creación del nuevo,
con Manuel Fernández de secretario. Poco después se hizo
cargo de la secretaría de defensa Josep Lluis Facerías. El comité
decidió pedir dinero al MLE‒CNT para montar una imprenta
clandestina, opción que impulsó a dimitir a dos miembros
opuestos a desarrollar contactos con los ortodoxos267.

Finalmente, el propio secretario pasó clandestinamente a


Francia para participar en el segundo congreso de la FIJL, el 8
de marzo de 1946 en Toulouse.

Fernández se entretuvo al pasar los Pirineos, de tal manera


que se encontró con el nuevo comité nacional de la FIJL que
había surgido del congreso y tenía como secretario a Cristóbal

267 Los dos miembros eran Sema y ‘Germen’ Esteve, posteriormente secretario de la
regional de CNT que fue detenido junto con Marco en 1947.
Parra 268. En las tres semanas que permaneció en Toulouse,
Fernández se dio cuenta de que las grandes expectativas que
alimentaban en el interior sobre ayuda de cualquier clase por
parte de los compañeros de Francia eran desproporcionadas.
Cuando se fue, se llevó consigo una pequeña ayuda económica
y la promesa de que la FIJL enviaría representantes para ayudar
en todos los niveles. Sus compañeros de Barcelona ya habían
comprado una máquina de imprenta con la que empezó a
editarse Ruta, periódico de las Juventudes. Además, antes de él
habían llegado los primeros delegados de Toulouse, Raúl
Carballeira y Diego Franco, más conocido con el nombre de
Amador Franco. Carballeira había ido como delegado del
MLE‒CNT y Amador en misión de recogida de información. Un
tercer enviado, José Pérez, ‘Pepín’, se dirigió hacia Madrid.

La cuestión que más preocupaba a las Juventudes catalanas


era la de la lucha armada. Hasta entonces cada sección del
movimiento libertario tenía su propio secretario de defensa,
que se encargaba de la intendencia de la lucha armada de su
sección. Las Juventudes propusieron un plan para crear una
organización armada en la que participase un delegado de cada
sección (CNT‒FAI‒FIJL), pero que actuase como entidad
autónoma, sin conexión orgánica con los comités. Esa
organización haría también un llamamiento a unirse a quien
quisiera responder con las armas al régimen, de modo que los
miembros de las organizaciones libertarias no recibiesen todo
el peso de la represión. La organización se denominaría MIR 269,

268 En el congreso estuvieron representados tres mil cuatrocientos cuatro miembros de la


FIJL del territorio francés. Vid. Téllez (1996), p. 102.
269 Movimiento Ibérico de Resistencia.
como la fracasada tentativa anterior de 1944, de cuyas
enseñanzas habían aprendido los inspiradores del plan. Los
delegados de Toulouse en principio estuvieron de acuerdo,
pero solicitaron consultar primero a sus compañeros de
Francia.

El primer golpe para los “pieles rojas” en España vino en julio


de 1946 con la detención de Amador Franco y Antonio López
en la ciudad fronteriza de Irún durante una misión. Después de
duros tormentos, fueron condenados por el tribunal militar el
21 de abril y ejecutados en Ondarreta el 2 de mayo de 1947,
mientras la comarca estaba en situación de emergencia por la
huelga del 1 de mayo de 1947. El puesto de Amador vino a
cubrirlo en agosto de 1946 Liberto Sarrau. Su compañera
Joaquina Dorado se estableció también en Barcelona sin que
nadie supiese de su llegada.

En ese mismo periodo, tras un pogromo de detenciones que


había desarticulado el comité regional catalán de la CNT, las
Juventudes intentaron controlarlo en provecho de la línea
ortodoxa. Fernández fue nombrado vicesecretario con la ayuda
del gremio de artes gráficas al que pertenecía. El objetivo de
los ortodoxos era inclinar al comité regional de su lado y utilizar
a su delegado después para cambiar las tendencias reformistas
del comité nacional. Cuando se reveló que Fernández era
secretario de las Juventudes ‒hecho que se había encubierto a
propósito‒ los demás miembros del comité lo expulsaron.

Hubo muchos ejemplos semejantes en ese periodo, ya que


los ortodoxos luchaban por crear estructuras en el interior o
por provocar un giro ideológico en las ya existentes. ‘Pepín’
logró, con unos pocos compañeros dispersos, crear un comité
peninsular de la FAI, mientras que en Madrid había dos FIJL
diferentes, con Juan Gómez Casas como secretario de la
ortodoxa 270.

Engrandecía esas tentativas en la prensa del exilio la


tendencia ortodoxa de Toulouse, con la ayuda de la pluma
elegante de Federica Montseny, que persuadió a los miembros
de allí de que la tendencia ortodoxa triunfaba en el interior
sobre los reformistas y de que la acción de los anarquistas
había llevado a la dictadura al borde del abismo.

Pero José Peirats estampó correctamente la verdad en sus


memorias, en las que cuenta el relato de un anarquista
miembro de la FAI en el congreso de Madrid de 1947, adonde
Peirats había ido como delegado del MLE‒CNT: Yo no quiero
engañarte. No tenemos casi nada.

Los reformistas son los que llevan la batuta... cuando leo las
circulares de Francia, escritas con una euforia manicomial, me dan
ganas de llorar. Procura hacer, cuando llegues, una información
sincera. ¡No hay derecho a engañar a la gente! 271

Aparte de la desgana de los combatientes del interior por


incorporarse a sus líneas, la tendencia oponente tenía que
hacer frente también a una tremenda presión de parte del
estado, que tenía como prioridad imperiosa la aniquilación de

270 Juan Gómez Casas (1921‒2001) fue detenido en 1948, ya que estaba en su domicilio
la imprenta clandestina de las ediciones de los ortodoxos en Madrid. Fue excarcelado en
1962 y fue el primer secretario de la CNT en la Transición (1976‒1978).
271 Vid. Herrerín (2004), p. 111.
los delegados de Toulouse y de sus estructuras, porque sus
órdenes de resistencia violenta constituían un factor de
inestabilidad para la seguridad. En agosto de 1946 las
autoridades detuvieron a treinta y nueve compañeros en
Barcelona, entre ellos a Manuel Fernández 272. En Zaragoza
detuvieron a Ignacio Zubizarreta 273.

Pese a las dificultades, Raúl Carballeira continuó con su labor,


dando vueltas por toda España con ‘Pepín’ para encontrar
colaboradores solícitos para sus planes insurreccionales.
Sarrau, establecido en Barcelona de forma fija, se ponía
continuamente en contacto con jóvenes militantes que querían
tomar las armas y contribuir a montar grupos armados. En
noviembre el comisario de la brigada político‒social de
Barcelona, Quintela, dio con la pista de Carballeira tras
sucesivas detenciones e interrogatorios, pero éste se dio
cuenta de la trampa que le habían puesto y escapó en el último
momento. Quintela conocía el papel crucial que desempeñaba
en relación con la lucha armada y sus contactos con Francia y
había puesto precio a su cabeza como peligro público número
uno274. En contraposición con el discurso del resto de la prensa

272 Manuel Fernández Rodríguez (1917‒2003) combatió en la Guerra Civil en la


Columna Maroto. Salió de la cárcel con fianza en 1947, cuando ‒por serios problemas de
salud‒ pasó clandestinamente a Francia y se quedó allí. La práctica de la excarcelación con
fianza hasta el juicio era habitual para cualquier acusado que rehuía las acusaciones por
actividad insurreccional. Así se explica la excarcelación en un breve periodo de tiempo de
algunos militantes peligrosos para el régimen. La policía muchas veces no tenía una
imagen completa de las actividades de cada detenido.
273 Ignacio Zubizarreta Aspas (1898‒1958) fue condenado a treinta años de prisión.
Murió un día antes de su excarcelación, hecho que refuerza las sospechas de que fue
asesinado en la cárcel. La compañera que lo hospedaba cuando fue detenido fue tan
duramente torturada que se suicidó en la jefatura de Zaragoza, cortándose la carótida con
un cacharro de arcilla de su celda.
274 Aparte del argentino Carballeira, los otros dos anarquistas que tuvieron de cuando
antifranquista, el periódico de las Juventudes, Ruta, decía en
noviembre de 1946 ‒en un periodo de grandes expectativas‒:

Con el fascismo un solo diálogo: el de las armas: Nada bueno


puede esperarse de esos políticos que estudian el caso español
porque tienen los oídos taponados con acciones financieras o
billetes de banco. Es lógico, pues, que no confiemos en una
decisión justa por parte de la ONU.

Lo único eficaz sería una enérgica acción solidaria del


proletariado mundial en favor de nuestro pueblo, sincronizada
con una acción revolucionaria en toda España. Nada, pues, de
diplomacias. Sólo la acción directa, sostenida y tenaz, es el único
medio que puede liberarnos y deshacer al fascismo en esta
segunda etapa que nos preparan las democracias275.

En enero de 1947 Liberto Sarrau y Raúl Carballeira pasaron a


Francia para una serie de contactos, a la busca de recursos
económicos, pero también del beneplácito de los comités para
la creación del MIR.

En Francia la situación era un poco caótica. La tendencia


ortodoxa no tenía muchos contactos con las demás fuerzas
antifranquistas y de esa manera se ahorraba el tiempo que los
demás perdían en negociaciones interminables. La única
excepción fue el hecho de que el MLE‒CNT, pese a su retórica
de no colaboración, no se retiró de la JEL. Claro que la JEL en
realidad se disolvió tras la formación del gobierno Giral a

en cuando el honor de ganarse ese título de parte de Quintela fueron Lluis Facerías y Quico
Sabaté.
275 Vid. Paz (2001), p. 200.
principios de 1946, cuando las demás fuerzas políticas lo
abandonaron. Los ortodoxos mantuvieron su firma para tener
un peón internacional en su tablero. En 1951 decidieron
retirarse por fin de la organización en la que estaban ellos
solos, con un comunicado en el que se decía que la JEL había
sido derrotada por las decisiones internas y que se retiraban
ante el peligro de que la JEL se transformase en ¡una
organización platónica!

La falta de proyección exterior trajo problemas a una gran


parte del MLE. En Francia las tres ramas del movimiento
funcionaban normalmente en comités locales, regionales y
nacionales. Algunos militantes actuaban en dos o tres
secciones al mismo tiempo. Pero la CNT no intervenía en
reivindicaciones o cuestiones de la sociedad francesa, ya que
todas las asambleas versaban sobre el problema español. Cada
comité nacional de la CNT, la FAI y la FIJL tenía su propio
secretario de defensa que se ocupaba de la acción armada de
los grupos que iban y venían a España, el cual debía dar
explicaciones a su comité. Es evidente que, si en las demás
funciones del movimiento había una confusión de
responsabilidades o de iniciativas, en la cuestión de la lucha
armada esa complejidad obstaculizaba tanto la efectividad
como el necesario secreto.

Las cosas se complicaron aún más a principios de 1947,


cuando surgió la creación de una superestructura del
movimiento, la Comisión Intercontinental (CI) del MLE. El
objetivo de esta comisión era la coordinación del conjunto de
núcleos españoles ortodoxos a lo largo y ancho del mundo,
aunque conservaba el derecho de proceder a acciones
conspiradoras. El CI tenía una vez más sede en Toulouse y su
base en el núcleo francés, claramente mayoritario entre los
exilados. Esa superestructura se constituyó en abril con José
Peirats como secretario provisional y en noviembre de ese
mismo año se consolidó con Pedro Herrera como secretario y
Esgleas‒Montseny (¿quiénes si no?) y Roque Santamaría como
miembros del comité.

De regreso a Francia, Sarrau y Carballeira debatieron por


extenso con sus comités las cuestiones de España. Los comités
eran escépticos en relación con el MIR, ya que su estatuto
preveía su completa autonomía. Al mismo tiempo,
consideraron que el nombre de la organización debía cambiar a
MLR 276, de modo que contuviese el término “libertario”, algo
que facilitaba su reconocimiento y contribuía a que los exilados
lo abrazasen. En marzo de 1947 Sarrau volvió a Barcelona,
trasladando las propuestas del movimiento de Francia y una
escasa ayuda económica 277. Varios compañeros discreparon del
nuevo nombre y la nueva lógica y se apartaron. Consideraron
que de esa manera se perdía la plataforma unitaria para una
acción armada, mientras que la represión se concentraría en el
movimiento libertario, en lugar de marcar una distancia con la

276 Movimiento Libertario de Resistencia.


277 La gestión económica de los recursos del MLE‒CNT fue siempre problemática.
Había una cuota “para España”, aparte de la simple cuota de miembro, pero la mayor parte
de ella no llegaba nunca a su objetivo. Eso sucedía porque había un gran despilfarro de
dinero en gasto de organización de asambleas, plenos, manifestaciones y congresos y en
las “dietas” correspondientes de los que participaban en ellos, para cubrir las cuales se
utilizaban los recursos para España. Al mismo tiempo, los miembros del comité nacional y
luego del CI cobraban un salario mensual, porque su carga de trabajo no les permitía
desarrollar normalmente una profesión. Así que el dinero para cubrir la lucha en el interior
(imprentas, presos, lucha armada, traslados de delegados) fue siempre escaso en relación
con las necesidades reales.
CNT que le permitiese a ésta ocuparse de la labor de
organización en los ramos y en los lugares de trabajo.

El cambio de nombre y de filosofía tenía como objetivo


asegurar una mayor capacidad de control del MLR desde
Toulouse. Los comités ortodoxos no estaban dispuestos a
contribuir a la creación de una organización absolutamente
autónoma que hiciese frente a la vanguardia del movimiento.
Si la tentativa tenía éxito, el MLR influiría y guiaría el
movimiento tanto dentro como fuera de España, algo que los
comités de Toulouse no querían que sucediese nunca.
Manteniendo el control, podían apropiarse de los éxitos y
evitar su ascenso como tercer polo del movimiento. Sarrau,
que estaba enfrascado de buena fe en la tentativa de crear una
organización armada, no percibió las intenciones reales de
Toulouse. Creó, con un trabajo frenético, el núcleo inicial del
MLR, que contó con la ratificación orgánica de la FIJL catalana
el 6 de julio de 1947.

Después de examinar la cuestión del MLR, la FIJL se


pronunció a favor de su fundación, restándole toda posibilidad
de participar en los procesos del movimiento, pero también
concediéndole autonomía plena. La única intervención a la que
tenía derecho el movimiento era solicitar la disolución de la
organización si funcionaba en contra de sus intereses. El MLR
debería lograr golpear en el corazón de la economía del estado
y no proceder a acciones simples en la calle. Además debería
asumir la responsabilidad de cada golpe que llevase a cabo278.
Así empezó la vida de esta organización, cuya acción se

278 La decisión de las Juventudes detallada en Paz (2001), p. 217.


presentará en el capítulo siguiente. Aquí se hace referencia
simplemente a que su primera acción fue la ejecución del
soplón Eliseo Melis, acción con una repercusión positiva
enorme en el interior y en el exterior.

El 15 y el 16 de julio de 1947 se celebró la plenaria de


comités regionales de las Juventudes en Madrid. Las
Juventudes catalanas presentaron la decisión de fundar el MLR,
pero tanto los delegados de Francia como ciertas Juventudes
regionales se opusieron a su existencia. Consideraban que el
nombre remitía al MLE, creando confusión 279 , y que su
autonomía era inaceptable, ya que sus miembros deberían
estar controlados por procedimientos comunes. Las
Juventudes catalanas apoyaron absolutamente al MLR,
negándose a obedecer, actitud que mantuvieron hasta su
disolución. El 17 de julio se celebró en otro lugar de Madrid
‒con los mismos participantes, añadiendo tres representantes
más‒ el pleno de la FAI. De ambos plenos surgió el comité
nacional del movimiento libertario del interior CN (FAI‒FIJL),
con Gómez Casas como secretario general y con el objetivo de
constituir la punta de lanza de la acción de los ortodoxos en
territorio español.

El primer texto del nuevo comité, en agosto, tenía como


objetivo practicar una retórica revolucionaria y poner así de
manifiesto que la existencia del MLR era inútil. Proponía entre
otras cosas:

[...] iniciar y fomentar el movimiento guerrillero. Sabotear la

279 Recordemos aquí que los tutores de Toulouse eran los que habían propuesto el
cambio de nombre de MIR a MLR.
producción fascista. Proceder a la eliminación automática de
verdugos y delatores, poner el corazón en la garganta a los
bravucones de los antros represivos y penitenciarios, promover
la resistencia pasiva de todos los antifascistas españoles que no
pueden practicar la acción.

¡Trabajadores! Cataluña arde y da el ejemplo. Mañana todas


las regiones españolas deben vibrar en una lucha sostenida, sin
cuartel, contra un régimen de oprobio que hay que pulverizar.
[...]

Las circunstancias imponen como única filosofía posible la de


la violencia y no nos faltan ejemplos en el orden mundial: los
luchadores judíos, el pueblo griego en armas, los egipcios
apasionados, los árabes e hindúes secularmente oprimidos,
imponen su decisión y crean problemas que hay que resolver. El
caso español, resuelto hoy, debe adquirir la grave y apremiante
categoría de problema280.

El MLR, al hallarse defendiendo desde el principio su


existencia frente a quienes consideraba que contribuirían a su
desarrollo, redactó un manifiesto en septiembre de 1947 en el
que presentaba su estructura, con cuidado de no señalar
personas, pero también de que pareciese que tenía la inicial
aprobación de Toulouse, y lo envió a Francia. El objetivo era
que fuese leído por quienes participasen en el segundo
congreso del MLE‒CNT que se había fijado para octubre y
convencerlos de que se aceptase la ayuda de Francia. En el
manifiesto, que firmaba el comité revolucionario, el MLR se

280 Vid. Téllez (1996), p. 155. Los subrayados son del texto original.
presentaba a sí mismo como una organización de tipo
terrorista y añadía:

[...] El MLR tiene la relación que estima oportuna con las


organizaciones FAI‒FIJL‒CNT, pero nunca dependiendo de ellas,
pues, de lo contrario, este sería el punto débil del mismo.

No solamente se basa en razones de seguridad y eficacia la


independencia del MLR respecto a las Organizaciones
integrantes del Movimiento Libertario, sino también en otras
más elevadas de orden ético. Nuestras Organizaciones
específicas281 y sindical tienen una misión a cumplir de más
amplios horizontes. Pretender restringir la labor de éstas a la
mera acción destructiva de un régimen o sistema de gobierno,
como es el caso del MLR y sería desviarlas de su cometido que
está en el campo de las ideas y no en el de los hechos de fuerza.
Esto justifica por sí solo tal independencia y de paso define el
cometido del MLR, que es la acción con métodos de terror
frente al terror que el fascismo impone en la actualidad a los
españoles. [...]

Podrá hacerse la objeción de que, dada su forma de


funcionamiento, el MLR corre el riesgo de convertirse en una
Organización autoritaria. A eso hemos de decir que tal posibilidad
existe aún en el caso de que se eligiera un Comité por métodos
federales. Todo estriba en la solvencia moral de quienes lo
componen282.

El congreso de federaciones locales se fijó del 20 al 29 de

281 La FAI era conocida como organización especifica.


282 Téllez (1996), p. 167‒169.
diciembre de 1947 en Toulouse. El MLR envió como
representante a Facerías, que cruzó los Pirineos acompañado
por Manuel Fernández y Francisco Ballester283. Otro grupo de
ortodoxos de Madrid, acompañado por un grupo de presos que
habían huido, cruzaba la frontera más al norte, por el País
Vasco. Con ellos estaba José Pérez ‘Pepín’, que en
circunstancias poco claras se perdió del grupo y cuyo cadáver
fue hallado al día siguiente a orillas del río Bidasoa.

Facerías no fue aceptado en el congreso en su condición de


delegado del MLR. Como delegado se limitó a contactar con la
Comisión de Defensa del MLE, con la FIJL y con compañeros
que querían contribuir de manera individual. La FIJL en el exilio
se opuso a reconocer la organización, pero propuso un cambio
de nombre, a ver si así el comité nacional del MLE decidía
respaldarlo. Oficiosamente la FIJL prometió contribuir como
pudiese. También la Comisión de Defensa del MLE se negó a
reconocer al MLR, pero su secretario, Pedro Mateu, se
comprometió bajo manga a enviar armas y municiones. Era
evidente que, sin la conformidad de los comités superiores de
la jerarquía ortodoxa, los demás comités del exilio temían
adoptar iniciativas claras que los enfrentasen con la jerarquía
interna ‒informal‒ de la organización.

Otro parámetro que caracterizaba al movimiento en el exilio


en ese periodo era la continua amenaza del estado francés de
que si el MLE‒CNT se pasaba de la raya en sus acciones, el
gobierno francés lo pondría fuera de la ley. De todos modos,

283 Francisco Ballester Orovitg ‘Expropiador’ (1920‒1957) pertenecía los grupos


armados de Barcelona desde 1945. Fue detenido en 1948 y liberado en 1953. Murió en
Francia en un accidente ferroviario.
hasta mayo de 1949, la política del estado francés y de la
policía en relación con la actividad de los exilados españoles en
torno a la frontera era la de la discreta vigilancia y el trato
benévolo en cuestiones de tenencia de armas y municiones.
Por otro lado, muchos de los que formaban parte del aparato
estatal francés habían combatido al lado de los españoles en la
resistencia francesa y reconocían la legitimidad de su lucha.
Pero con el cambio de la política exterior francesa, después de
1949 se modificó también el comportamiento de las
autoridades.

La reprobación de los exilados dificultó aún más la tarea del


MLR, ya que muchos militantes que colaboraban con él
decidieron abandonarlo. En noviembre de 1947 el MLE‒CNT
reclamó la autorización de Liberto Sarrau para actuar de parte
suya. Los únicos que apoyaban ya la empresa eran la FIJL
catalana y los comités de presos de Barcelona. El MLR se
disolvió en 21 de febrero de 1948 en una carta a los presos de
la Cárcel Modelo. Al día siguiente la policía localizó la imprenta
clandestina de Ruta y dos días después, a través de ella, a
Liberto Sarrau 284 y Joaquina Dorado. El inspector Quintela
estaba seguro de que Sarrau era el responsable de la impresión
de Ruta, pero no sabía nada de su relación con el MLR. Para
evitarle a su amigo una pena grave y más torturas, Carballeira
montó urgentemente un número nuevo de Ruta, con textos
antiguos de Liberto ‒que daban la impresión de que el pilar
básico del MLR estaba libre‒ y lo editó en pocos días. De esa
manera la policía se convenció de que el detenido no era el pez
grande que buscaba.

284 El lugar en el que estaba la imprenta lo alquilaba su hermano Joaquín Sarrau.


La disolución del MLR no significó la interrupción de la lucha
armada, simplemente preservó las patologías que presentaba
en las circunstancias dadas. En el segundo congreso de
Toulouse se tomó la decisión de intensificar la actitud violenta
de los anarquistas y las diferentes comisiones de defensa se
agruparon en una común de cinco miembros. La nueva
estructura era conflictiva también en lo que concierne al
secreto, ya que esos cinco miembros rendían cuentas a sus
comités. Dada la presencia de agentes de Franco entre los
exilados y teniendo en cuenta que la CNT era una organización
abierta por excelencia, es evidente que el esquema de
conspiración sencillamente no era tan conspirador.

La FIJL catalana criticaba la postura de los comités de Francia


e hizo sonar la alarma de peligro en abril de 1948, avisando de
que las capacidades de la organización se consumían
gradualmente bajo el peso de la continua represión. El
pogromo de detenciones de junio llevó a las organizaciones de
Cataluña a una situación trágica. Salvo los grupos armados que
iban y venían de los Pirineos, eran pocos los compañeros que
tenían residencia estable y no sentían el aliento de los hombres
de la brigada político‒social de Eduardo Quintela. Raúl
Carballeira, que una vez más había esquivado la detención de
milagro, se había quedado sin casa y sin enlaces, aparte de la
compañera que estaba bajo vigilancia. Su situación era tan
difícil que se veía obligado a permanecer en un escondrijo en la
montaña de Montjuic 285.

285 La montaña de Montjuic, con el castillo de la ciudad en su cumbre, está muy cerca
del centro de la ciudad y tiene una extensión de cerca de seis kilómetros cuadrados.
El 26 de junio de 1948, las fuerzas policiales, siguiendo a su
compañera, dieron con el lugar en donde se encontraba y lo
rodearon. El argentino intentó romper el cerco y huir, pero
cayó muerto en el tiroteo que hubo a continuación. La orden
del jefe era disparar solo a los pies, porque Quintela lo quería
vivo. Pero, cuando se interrumpieron los disparos y los fascistas
pudieron acercarse al punto en que se encontraba, lo hallaron
muerto con una bala en la sien. Su pistola estaba vacía, hecho
que confirma la posibilidad de que Raúl guardó la última bala
para sí.

El catastrófico verano de 1948 obligó a los comités de Francia


a revisar su lógica respecto a las cuestiones organizativas. En el
congreso de octubre en Toulouse renovaron su confianza en la
acción directa y procedieron a la formación de una Comisión de
Defensa simplificada, que constituirían tres compañeros
elegidos por el secretario del comité nacional según sus
capacidades. Pero eso no podía resolver las diferencias
surgidas entre el comité nacional y el intercontinental, por las
que el secretario del segundo, Pedro Herrera, dimitió en mayo
de 1948. Una de las razones básicas de su dimisión fue el veto
por parte del secretario general del comité nacional, Peirats, a
realizar una campaña internacional de solidaridad con los
presos anarquistas de la lucha armada en España. En la
campaña eran mencionados nominalmente los compañeros,
algunos de los cuales se enfrentaban a condenas a muerte.
Pensándolo bien, Peirats no quería que esta campaña tuviese
un coste penal para los compañeros que el régimen había
detenido sin saber que pertenecían a las estructuras armadas y
puso el veto. Otra razón para la dimisión de Herrera fue que
Peirats había recibido a una representación del comité regional
de Cataluña a la que pertenecía Generoso Grau, reformista del
interior, a quien Herrera antiguamente había tildado de
colaborador del régimen286.

La cuestión del solapamiento de responsabilidades se


resolvió en febrero de 1949, cuando el comité nacional y el
intercontinental se fundieron en el Secretariado
Intercontinental SI (MLE‒CNT). Pero la situación en el exilio
prolongaba el pesimismo que imperaba también en el interior.
Los miembros de la organización se reducían, ya que la
decepción por el distanciamiento de la visión del regreso se
topaba con la decepción por las rivalidades de los comités. Así
que eran muchos los que buscaban la manera de emigrar al
continente americano y de rehacer su vida. En la parte
organizativa, los comités de todo tipo se habían convertido en
el cáncer del movimiento. El secretario de coordinación del
comité nacional, Miguel Vázquez, hizo en 1948 una exposición
en la que calculaba en unos mil los comités locales,
provinciales, regionales y comités de cualquier tipo que había
en Francia en los que ocupaban cargos de organización unas
cinco mil personas. Vázquez llegaba a la conclusión de que la
burocratización ahogaba al movimiento y debía ser combatida.
Su exposición se consideró un ejemplo de derrotismo y
catastrofismo.

Los tres comités del SI que surgieron de los sucesivos


congresos hasta 1952 elaboraron un plan para desembarazar a
la organización de la lucha armada, decisión que se debía a
muchos factores. El primero fueron las condiciones objetivas

286 Vid. Herrerín (2004), ps. 106‒107.


bajo las que se desarrollaba la lucha armada en el interior.
Aunque los compañeros que llevaban a cabo las misiones no
descuidaban ni el coraje ni la voluntad, el tributo de sangre
crecía año tras año y no había ya el número suficiente de
personas para sustituir a los que eran detenidos o asesinados.
La segunda razón fue la coyuntura internacional, que ya se ha
examinado. La tercera fue el cambio de postura del gobierno
francés ante la organización. El atraco con muerte a la fábrica
de Rhóne‒Poulenc en mayo de 1948 por anarquistas españoles
‒algunos otros anteriores no se habían esclarecido‒ aumentó
las presiones de los franceses hacia los grupos armados. En
enero de 1951 fracasó un atraco de anarquistas a una
furgoneta de transporte de dinero del correo de Lyon, que
costó la vida a dos vigilantes y a una transeúnte de avanzada
edad y provocó traumatismos a otras ocho personas. En la
búsqueda y captura que hubo a continuación, la policía detuvo
hasta al secretario del SI, Peirats, para presionar a los comités
con el objetivo de que tuviesen su actividad bajo control, de lo
contrario el estado francés pondría al MLE fuera de la ley. Pero
la razón fundamental para el abandono de la lucha frontal fue
el debilitamiento de la moral de las bases anarquistas en
Francia. Muchos de ellos vivían en situación de alerta
permanente al menos desde 1936. Tras más de quince años de
guerra, privaciones, clandestinidad y fricciones internas y con
una edad media en ascenso, sin perspectivas, exilados fuera de
su país, no fueron pocos los que se doblegaron y dejaron el
movimiento en segundo plano.

En los plenos, asambleas y congresos del bienio 1949‒50,


empezó a expresarse inquietud por la naturaleza de la
conspiración y el apartamiento de los métodos ilegales de
financiación del movimiento. La inquietud se centraba en la
naturaleza centralista de la conspiración y en qué medida los
procedimientos cerrados se avenían con la ideología del
movimiento. En cuanto a los atracos, se analizaba si los que
optaban por ellos, provocaban complejos de inferioridad en los
compañeros que no podían acometer tales acciones, creando
escalas de pureza revolucionaria y moral 287.

Con ese espíritu, la asamblea de París, la mayor de Francia,


empezó una campaña de financiación de una imprenta
clandestina para el interior. El dinero que se reunió era
suficiente para la empresa, pero el Secretariado
Intercontinental de Toulouse en 1951 solicitó gestionarlo y
organizar el envío del dinero a España. Ante el miedo de que el
dinero de la campaña fuese utilizado para otros fines de
organización, París compró equipamiento para la imprenta y lo
envió a Toulouse para que fuese transportado a Barcelona. El
Secretariado Intercontinental no lo envió nunca...288

En el pleno intercontinental de Toulouse, en abril de 1951, se


decidió el abandono de la actividad insurreccional dentro de
España. Para los ortodoxos el golpe fue muy duro, ya que
habían basado toda su existencia en esa propaganda. El año
siguiente, en el pleno de Aymare, se registró un plan para la
creación de un Frente Antifascista Español, que emplease la
acción armada ignorando a las superpotencias y sus
maquinaciones. El nuevo secretario del SI, Esgleas, envió una

287 Vid. Actas de la reunión plenaria específica: Dictamen elaborado por la ponencia
nombrada para resolver sobre el punto 5o del día del Pleno Nacional 24/5/1950, Ester
Borras, carpeta 80.
288 Vid. Téllez (1996), ps. 290‒291.
invitación al partido socialista y la UGT, que ni siquiera se
tomaron la molestia de responder. El plan quedó sobre el
papel. Los socialistas estaban desarticulados en mayor grado
que los libertarios. El Partido Comunista había arrojado hacía
tiempo la toalla, con su comité central ubicado en Moscú y
proponiendo la política de reconciliación nacional dentro de
España.

Las fuerzas políticas tradicionales de la Guerra Civil entraron


en un largo túnel. El propio estado francés desestimaba las
capacidades de las organizaciones españolas que actuaban en
su territorio, con la única excepción de la FIJL. En un
documento interno del Ministerio de Asuntos Exteriores de
Francia se la consideraba principal sospechosa al destacar un
enemigo interno de Francia en alteración del orden289. Como se
mostrará a continuación, los servicios secretos del estado
francés eran particularmente clarividentes, con una previsión
de decenios además.

CATALUÑA ARDE (1945‒1952)

289 Vid. Ester Borrás, IIHS, Ámsterdam, sobre 130


Cataluña siempre estuvo a la vanguardia del movimiento
libertario español y no podría haber sido de otra manera en el
periodo que se analiza. Aparte del arraigado elemento
anarquista ‒pese al exilio de miles de miembros de CNT‒FAI‒,
la proximidad de la frontera francesa constituyó una segunda
causa para el desarrollo de una guerrilla anarquista muy
dinámica en la región. La mayor parte de la actividad se
concentró en la ciudad de Barcelona y su entorno, que estaban
en disposición de ofrecer cobertura a la guerrilla urbana,
mientras que, como foco económico, agrupaba muchos
objetivos que querían atacar los guerrilleros. Muchas acciones
se produjeron en la zona de entre Barcelona y la línea
fronteriza de los Pirineos. Centenares de guerrilleros que iban y
venían a Francia ‒donde tenían sus bases y esquivaban la
represión‒ se enfrentaban a menudo con los miles de hombres
del ejército y de la Guardia Civil, que patrullaban las montañas,
fronteras escarpadas, desde el océano Atlántico, en el País
Vasco, hasta el catalán Portbou, en el Mediterráneo.

La particularidad de la vecindad con Francia permitió la


existencia de unidades estables de guerrilleros en el monte, al
contrario que otras regiones de España. Solamente la partida
de Marcelino Massana estuvo actuando permanentemente en
el campo catalán hasta 1950, pero también ésta se retiraba al
territorio seguro de Francia los difíciles meses de invierno. Por
tanto, había guerrilleros de montaña que no bajaban a
Barcelona, sino que preferían atacar en la región. Estos
montañeses tenían con frecuencia un doble papel, ya que
servían como guías de los pasos pirenaicos, pasando a los
guerrilleros con garantía desde y hacia Barcelona por viejos
senderos escarpados de montaña. Excelentes conocedores de
la región, conseguían esquivar, casi siempre con éxito, la
vigilancia de las autoridades fronterizas. Muchos de esos guías
habían aprendido los senderos secretos de contrabandistas,
otros habían sido contrabandistas ellos mismos hasta
incorporarse al movimiento. Los guías, además de garantes de
la seguridad de los demás, funcionaban también como correos
del movimiento, pasando clandestinamente al país material
impreso, correspondencia orgánica y municiones.

Cataluña constituyó un campo de acción privilegiado de los


anarquistas. Solamente una cuadrilla de comunistas actuó con
armas en Barcelona, colocando tres bombas en noviembre de
1946. Miembros de ese grupo eran el secretario del PSUC
clandestino, que fue fusilado junto con otros tres miembros en
1949. Unas decenas de detenciones que siguieron a los ataques
con bomba desarticularon el aparato comunista clandestino en
la comarca. Los estalinistas conservaron únicamente algunos
enlaces‒bases que ayudaban a pasar miembros del partido
hacia otras zonas. Esos enlaces no tenían presencia política
alguna en la zona. Por el contrario, el POUM mantuvo un
pequeño núcleo de miembros, principalmente en torno a
Girona, que fue desarticulado a principios de la década de los
cincuenta, sin que hubiese hecho sensible su presencia.
Miembros del POUM ‒aunque fuesen contados con los dedos‒
optaron por combatir con cuadrillas de anarquistas y compartir
su cruel suerte.

Según se ha contado en un capítulo precedente, a finales de


1944 las autoridades franquistas desarticularon el MIR, justo
antes de que llegase a pasar a la acción. La intensa represión
había puesto a los anarquistas de Barcelona en una situación
difícil, su arsenal se había reducido y muchos compañeros
valiosos o bien habían sido ejecutados o bien permanecían
encerrados en las cárceles. La situación empezó a cambiar tras
el Congreso de París en mayo de 1945. Allí se decidió en
secreto la eliminación física del dictador y el secretario de
coordinación, Ángel Marín, se encargó de la difícil tarea de
organizar la intendencia de los grupos armados. En principio,
con dinero del MLE‒CNT se compró el monasterio abandonado
de Tartás, en los Pirineos, que se encontraba a unos pocos
centenares de metros de la frontera, cerca del pueblo francés
de Osséja. En Tartás se empezaron a reunir armas y
municiones, que habían permanecido en manos de anarquistas
desde la resistencia francesa. Al mismo tiempo, hubo acciones
de aprovisionamiento de armas por parte de partisanos
italianos, muchos de los cuales eran anarquistas. Una pequeña
parte de las armas de la organización fue comprada.

Además de las armas, fueron muy importantes los


documentos de viaje y los carnets españoles de todas clases,
permisos de traslado de residencia, etc... De la falsificación de
tales papeles se encargó Laureano Cerrada, que era el hombre
fuerte del aparato clandestino de la organización en Francia y
sin cuyos contactos y conocimientos se habrían logrado
muchas menos cosas. Lo que faltaba era la organización de una
red de enlaces y bases dentro de España. En octubre de 1945,
Marín, junto con José Dot e Ignacio Zubizarreta, se encargó de
montar un aparato clandestino en el interior 290. En esa primera

290 Zubizarreta, como se ha referido en el capitulo precedente, fue detenido al año


siguiente en Zaragoza. José Dot Arderíu ‘Athos’ (1921), habia sido excarcelado en 1946
‒en su declaración prometió a Quintela que le informaría de los movimientos de los
comunistas en Francia‒ y, con la ayuda de sus amigos Carballeira y Sarrau, pasó a Francia.
Cayó en desgracia a causa de su salida de prisión, circunstancia que le obligó a abandonar
misión, la organización le asignó como guías a Francisco Sabaté
‘Quico’ y a Jaume Parés ‘Abisinio’291. Dot y Marín no llegaron a
hacer muchas cosas, ya que cayeron en manos de la policía en
el pogromo que originó la detención de Victorio Gual el 30 de
octubre 292 . ‘Quico’ y ‘Abisinio’, junto a Juan Salas ‘Roset’,
procedieron a una serie de atracos a personas pudientes del
régimen en Hospitalet, barrio residencial de Barcelona, donde
había nacido Sabaté.

El dinero era indispensable tanto para cubrir las necesidades


de la clandestinidad como también para ayudar a los
compañeros presos 293. Al mismo tiempo, hicieron los primeros
contactos para la creación de una red clandestina. Antes de
regresar a Francia, los tres compañeros liberaron mientras eran
transportados a dos anarquistas presos, hiriendo gravemente a
dos policías que los acompañaban.

Poco antes de la llegada de los delegados de Francia,


Barcelona fue sacudida por una serie de atracos que se
hicieron para financiar al movimiento. La ausencia de los
nombres de los autores en la historiografía del movimiento
lleva a la conclusión de que eran miembros de los grupos del

su actividad clandestina en 1948. Nunca abandonó el movimiento, además las autoridades


francesas lo estuvieron vigilando discretamente hasta la década de los sesenta.
291 Jaume Parés Adán, ‘Abisinio’ (1910‒1946), era miembro de los grupos de acción
anarquistas desde 1926. En la Guerra Civil combatió en la Columna Durruti y luego
participó en misiones especiales de liberación de anarquistas de las cárceles secretas
estalinistas.
292 Victorio Gual Vidal (¿?‒1947) fue detenido después del fracasado atraco de una
empresa de un conocido fascista y ejecutado el 12 de marzo de 1947. Dot fue hallado en su
casa.
293 Las primeras expropiaciones reportaron casi 90.000 pesetas. Sobre esas acciones
más en detalle, vid. Téllez (1978), ps. 44‒47.
interior, que nunca revelaron su identidad. En concreto, seis
hombres armados atracaron el 6 de agosto el Banco de
Vizcaya, con un botín de 100.000 mil pesetas. El 31 del mismo
mes le tocó el turno a Banesto, del que se llevaron 200.000
pesetas. En septiembre tuvieron en el punto de mira dos
fábricas de cuyas cajas sustrajeron en total 72.700 pesetas.

En esta primera fase de la organización de redes, vinieron de


Francia muchos combatientes para montar redes y escondrijos.
Las acciones contra el régimen fueron limitadas en relación con
los años siguientes precisamente porque en los primeros años
había que preparar el terreno, en una España quebrantada por
el terror del estado y estrechamente observada por las
numerosas fuerzas de represión. Guerrilleros procedentes de
Francia, que empezaron la lucha en ese año, fueron Marcelino
Massana y Ramón Vila ‘Caraquemada’, mientras que Francisco
Denís ‘Catalá’ había empezando a sentar sus bases en 1943.

1946 empezó mal para el movimiento en Barcelona. La


policía iba tras las huellas de un grupo armado que se reunía en
un bar de la calle de la Serra. Puso el bar bajo una discreta
vigilancia y un día que los miembros habían fijado para
reunirse, policías armados entraron en el establecimiento
sorprendiendo a los presentes. Entre ellos estaba Francisco
Marín, conocido anarquista andaluz. Mientras los policías les
ponían las esposas, la compañera de Marín, Paquita Martínez,
que había escapado a la atención de los policías, sacó una
granada de su bolso y se la arrojó. En la explosión murieron un
inspector, el jefe y su hijo, pero también la propia Paquita, y
muchos resultaron heridos, entre ellos también Marín 294. De
los detenidos, cinco fueron ejecutados en los años siguientes.
Fueron Francisco Marín, Victoriano Ruiz, Antonio Casas,
Eugenio Mansilla y Antonio Rodríguez. Entre las acusaciones
que pesaban sobre ellos destacaba el atraco a la empresa
Batlle.

Pocos días más tarde, cerca de Girona, la policía detuvo a dos


hombres y una mujer que llevaban municiones, una metralleta
y prensa clandestina. En abril se produjo la detención de un
correo cerca de la frontera, tras un tiroteo. La movilización de
policías en la región catalana era grande, ya que los fascistas
querían desactivar en origen el peligro que constituía la
reactivación de los anarquistas. Los pueblos estaban llenos de
agentes de la Guardia Civil, que patrullaban y comprobaban
datos de quien no era del lugar. Eso fue fatal para uno de ellos,
que el 25 de abril de 1946, mientras le pedía los papeles a
Sabaté, cayó muerto por el disparo de Ramón Vila, que estaba
al acecho. Tras la ejecución del guardia en Banyoles, hubo un
pogromo de detenciones y comparecencias ante los jueces en
la comarca, con la consecuencia de que se conocieron las
direcciones de los enlaces de ‘Quico’ en Barcelona295.

294 Otras fuentes cuentan que Paquita Martínez murió por los disparos de los policías.
En cuanto a los muertos, Hernando sostiene que murieron in situ el propietario y un
policía, mientras que tres días después perdieron la vida otros dos policías y un inspector
que fueron hospitalizados gravemente heridos. Vid. Hernando Bravo (s.f.). Sohre el
incidente de la calle de la Serra, vid. Marín (2002), p. 273.
295 El grupo se separó tras el suceso. En julio fue detenido Antonio Malpica, miembro
del grupo. Hahía cometido dos atracos por dinero para sobrevivir, hasta que restableció el
contacto con los compañeros. Acusado solamente de dos atracos, pero con sospechas de
que estaba en la partida de Sabaté, permaneció en prisión durante veinte años. Vid.
Sánchez Agustí (2006), ps. 172‒173.
Sacando provecho de sus informaciones, el 9 de mayo la
policía esperaba a ‘Abisinio’ a la entrada de la casa donde
residía y lo mató mientras subía las escaleras. El 26 de mayo
localizó a ‘Roset’ y lo detuvo296. Sabaté se dio cuenta de la
emboscada que le habían puesto y escapó. Poco después se
puso en contacto con su hermano José, que acababa de salir de
prisión, y acordaron continuar juntos la lucha armada. Su
primer golpe juntos fue el atraco a la fábrica de lignita de
Serchs, con Vila y Massana, el verano de 1946. El botín fue de
40.000 pesetas. En Barcelona los grupos armados intentaban
constituir el MLR y aún no habían pasado al ataque frontal.
Acciones aisladas que hubo ese año fueron la explosión de una
bomba en el monumento a la Legión Cóndor nazi el 3 de
octubre, la colocación de artefactos explosivos en dos oficinas
de falangistas en diciembre y la voladura del repetidor de la
radio nacional el 15 del mismo mes. De todos modos, la
situación estaba aún tan desorganizada en la ciudad que
Celedonio García, que acababa de salir de prisión ‒estuvo en
prisión desde 1939 por haber participado en la UJA‒, tomó la
iniciativa de pasar solo a Francia a buscar armas. 1946 terminó
para la resistencia catalana de la misma manera que había
empezado. Hubo muchas detenciones, no solo de miembros de
grupos armados, sino también del comité regional de
Carrasquer297.

296 Juan Salas Millán ‘Roset’ (1918‒¿?) combatió a finales de la Guerra Civil en grupos
de sabotaje de la retaguardia franquista. Fue condenado a treinta años de prisión y tiene el
triste récord de permanencia en los calabozos franquistas. Fue liberado en 1973, después
de veintisiete años y once meses. Aunque el periodo de prisión que estaba previsto eran
veinte años, su condena se prorrogó por cuatro intentos de fuga fracasados en 1951, 1954 y
1955.
297 Félix Carrasquer Launed (1905‒1993) pertenecía a la tendencia reformista. Pese a
Mientras en Barcelona se preparaban para fundar el MLR, los
compañeros de Francia seguían intentando adquirir los medios
necesarios para la lucha. El paladín de estos esfuerzos fue
Laureano Cerrada, quien en febrero de 1946 reunió datos para
el atraco a la brigada central de transporte de dinero del Credit
Lyonnais en París. Para ejecutar la misión eligió a Manuel Huet
‘Murciano’ 298. ‘Murciano’ proyectó un plan con seis individuos
armados con subfusiles y gases lacrimógenos, que intervenían
en dos automóviles. El atraco se llevó a cabo con éxito en una
calle central de París ‒con muchos transeúntes como
espectadores‒, ya que los cuatro vigilantes del furgón no
presentaron resistencia y el traslado de las sacas a los
automóviles se produjo con precisión y celeridad. Dos policías
de paisano que asistieron al incidente no intervinieron y luego
declararon que creían que se estaba rodando una película, por
la sangre fría y lo bien vestidos que iban los atracadores. El
botín fue de casi treinta y cinco millones de francos, cuando el
dinero legal de las contribuciones de miembros del MLE‒CNT
que se preveía para España ascendía en 1946 a 5.180.201299.

que era ciego, combatió en la CNT clandestina del interior y fue encarcelado, hasta que
pasó a Francia en 1959.
298 Manuel Huet Piera ‘Murciano’ (1908‒1984) era taxista en Barcelona antes de la
Guerra Civil, miembro de la FAI y de los grupos de acción. A menudo trasladaba en su taxi
a las acciones a compañeros. En 1941 ingresó en la red de Ponzán y estuvo transportando
personas por mar, desde y a España. Colaboró con Sabaté e hicieron algunos viajes juntos
a Barcelona. Huet no cesó en su actividad clandestina hasta finales de la década de los
cincuenta, cuando el acoso continuo de las autoridades francesas y la muerte de Sabaté le
impulsaron a emigrar a Bolivia durante un tiempo. Murió en España en un accidente
automovilístico. Su nombre no aparece sino muy escasamente en la historiografia del
movimiento, ya que su actividad era conocida solamente por sus allegados. De Huet nos
habló bastante Pons Prades en Barcelona, 3/10/2006. También, vid. Íñiguez (2008), tomo
I, p. 842.
299 Vid. Herrerín (2004), p. 108. Sobre el atraco, vid. Pons (1977), ps. 265‒266.
Las autoridades francesas, incapaces de rastrear el caso,
atribuyeron el atraco a ‘Pierrot el Loco’, conocido criminal
francés. Una gran parte del dinero se utilizó para alquilar bases
y embarcaciones para comprar y transportar armas
clandestinamente desde Génova a Francia, misión de la que se
encargó Manuel Huet y en la que le ayudó Raúl Carballeira.

Pero desgraciadamente, pese a esos excepcionales refuerzos,


la situación económica en el interior seguía siendo difícil. Las
necesidades enormes de miles de compañeros presos y de sus
familias y la posibilidad de liberar a algunos mediante soborno
del aparato estatal absorbían todos los recursos legales y
clandestinos del movimiento. Al mismo tiempo, el estado
continuaba incesante con la represión, deteniendo a casi dos
mil miembros de la CNT en los primeros cinco meses de 1947.
Un comando de guerrilleros que había pasado la frontera fue
atacado en febrero por la Guardia Civil, con el resultado de dos
detenciones y el asesinato de Manuel Castrillo el 13 de febrero.
En toda la periferia española la acción de grupos guerrilleros se
recrudecía a principios de 1947. Eso provocó que la dictadura
franquista presentase un proyecto de ley antiterrorista, la “ley
de represión del bandidaje y terrorismo”. El proyecto de ley
preveía tribunales militares para los guerrilleros, el aumento de
las penas y la ejecución de los jefes de partidas guerrilleras que
eran detenidos, independientemente de los delitos que
hubiesen cometido. Disposiciones adicionales prohibían a
quienes salían de la cárcel en libertad condicional residir en
Madrid, Barcelona, la zona fronteriza y quinientos cincuenta y
cuatro pueblos más en todo el territorio 300. La ley se proclamó

300 En ciertas provincias con guerrilla fuerte estaba prohibido establecerse en más de la
mitad de sus comunidades. Vid. Molina (1976), ps. 245‒246.
el 18 de abril de 1947 y coincidió con la agudización de la
actividad de los anarquistas en Cataluña.

El 17 de mayo de 1947 se había fijado una visita oficial del


dictador a Barcelona. Diez años después de los sangrientos
sucesos que significaron el fin del proceso revolucionario en la
ciudad, los libertarios tenían una oportunidad de cambiar el
curso de la historia española ejecutando al carismático caudillo
de la cruzada. Se elaboraron dos planes para exterminarlo. El
primero preveía un ataque de cien guerrilleros al batallón de
carros de combate que lo trasladaría al norte de la provincia
para inspeccionar las minas del Llobregat. Ese ambicioso plan
se canceló por el despliegue de miles de soldados por la
provincia. El segundo plan fue preparado por un grupo de
anarquistas andaluces que actuaban en Barcelona, pero tenían
escasa relación con sus compañeros de la ciudad y
permanecían en régimen de anonimato por su propia
seguridad.

Franco vendría a Barcelona en barco y se había programado


un desfile desde el puerto hasta el edificio administrativo de la
región catalana. A ambos lados del camino había soldados que
impedían el acercamiento al dictador y a su séquito. Los
andaluces optaron por encaramarse a las estatuas que había
en el monumento a Colón y arrojar granadas y dinamita en el
momento en que Franco pasase. Bien vestidos y vitoreando al
régimen, esperaban pacientemente sobre los leones de
granito, mientras observaban al barco entrando en el puerto.
En el instante en que el séquito partía del puerto ‒aunque
miles de personas habían llenado el recorrido hasta los topes‒,
los organizadores colocaron en la plaza de Colón dos filas de
niños pequeños que portaban banderas.

Los compañeros se miraron entre sí. Habían admitido la


posibilidad de matar o herir a los espectadores, pero las
decenas de niños en el espacio del atentado era un factor
imprevisible. Cancelaron el atentado por señas, segundos antes
de que pasase el séquito delante de la estatua. La moral
anarquista de la acción directa siempre estuvo supeditada a
evitar causar víctimas sin sentido, mucho más ahora que los
candidatos a víctimas eran niños. Los anarquistas andaluces se
quedaron viendo a su objetivo pasar ovacionado, además en
fotografías de la época han sido inmortalizados sobre los
leones de la estatua de Colón, con sus mochilas de piel
colgadas del hombro. Otro atentado contra Franco había
fracasado301.

Ese mismo mes un comando constituido por Celedonio


García ‘Celes’, José Falceto y otro compañero colocaron una
bomba en el cuartel de la Guardia Civil de Travesera de Gracia.
El 31 de mayo, los anarquistas atracaron 18.000 pesetas en la
caja de una fábrica de Granollers para financiar al MLR. En el
atraco participaron ‘Celes’, Falceto, Pedro Adróver ‘Yayo’, Juan

301 Sobre ambos atentados hay detalles en Paz (2001), ps. 235‒238. Las informaciones
sobre esos atentados proceden de Domingo Ibars, quien, tras su prolongada prisión, dio
muestras de alteraciones psicológicas y muchos compañeros consideran que exageró en la
narración de los sucesos, magnificando su papel en ellos (sin que eso signifique que Ibars
no fuese un miembro protagonista de los grupos armados). En principio tenía la intención
de suprimir ambos atentados en este libro, ya que Ibars se presenta a sí mismo como
protagonista en los dos, aunque hay unos pocos días de diferencia. Luego conocí la
historia del atentado de Barcelona por un conocido de Emilio Oliva, anarquista andaluz
que participó en él. Oliva murió a principios de siglo en Barcelona. Los miembros del
grupo al que pertenecía no fueron detenidos nunca ni tampoco dejaron registro alguno de
su actividad como grupo. La relación de Ibars con el atentado en cuestión ‒dado que lo
conocía‒ no está acreditada.
Cazorla ‘Tom Mix’ y Ramón González ‘Nano’, que antiguamente
había trabajado en esa fábrica. Pocos días más tarde, ‘Celes’ y
Falceto, acompañados por Enrique Martínez ‘Quique’,
colocaron una bomba en la torre de telecomunicaciones del
Tibidabo, en Barcelona, que se descubrió antes de que la
mecha prendiese.

Tras el acuerdo de la FIJL catalana para la fundación del MLR,


éste procedió a su primera acción oficial, la ejecución del
delator‒traidor del movimiento libertario, Eliseo Melis. El 12 de
julio, tres anarquistas entraron en un bar de la plaza Bon
Succés, en el casco antiguo de Barcelona, donde Melis jugaba
al billar, y le pidieron que los acompañase fuera. Los tres eran
José Pareja, Antonio Gil y José López. Al salir del bar, Melis
pensó en echar a correr, pero vio que otros tres hombres lo
esperaban dispersos por la plaza. Eran Adróver, ‘Nano’ y José
Villejas. Pareja pidió a Melis que los condujese a su casa y les
entregase todos sus documentos a cambio de perdonarle la
vida. Melis, que sabía que no lo dejarían vivo, sacó provecho a
la presencia de transeúntes más allá en la calle y dio un
empujón a Pareja, precipitándose hacia la entrada de un
edificio. Pareja lo siguió por las escaleras e intercambiaron
disparos, ya que no se habían preocupado de desarmar a Melis
durante el recorrido. Melis cayó muerto por las escaleras, pero
Pareja fue gravemente herido.

Sus compañeros lo llevaron en un vehículo que detuvieron in


situ y ‒pese a que pedía insistentemente que lo mataran‒ lo
dejaron a la puerta de un hospital. Apenas fue informado de la
muerte del delator y amigo íntimo suyo, Quintela ordenó a los
médicos que salvasen a Pareja, costase lo que costase, para
interrogarle. Pero su hemorragia no iba a detenerse. Antes de
morir, asumió la responsabilidad de haber organizado la
ejecución, sin acusar a nadie. Hasta el último instante, Quintela
estuvo a su lado intentando arrancarle información sobre la
identidad de los autores.

Quintela fue el siguiente objetivo del MLR. Los miembros de


la organización habían estudiado con detenimiento su
recorrido desde la Jefatura a su casa. A pesar de los continuos
cambios de itinerario, había ciertos puntos por los que pasaban
esos itinerarios casi siempre. Facerías y Jesús Martínez ‘Maño’
se encargaron de resolver el plan. En la primera encerrona que
hicieron con un taxi robado, el automóvil de Quintela al final
no pasó por el punto. En el segundo atentado alquilaron una
furgoneta, pero no podían llenarla de combustible, porque
todas las gasolineras estaban cerradas, algo que sucedía a
menudo, por la falta de carburante. La tercera vez, el
automóvil pasó por el lugar previsto, pero el taxi robado no
adelantaba. Los miembros del grupo intentaron en un último
atentado darle un empujón, pero tampoco lo lograron.
Además, los pararon dos policías que les ayudaron a empujar el
automóvil en dirección opuesta a la de Quintela. El coche
arrancó, pero ya estaban lejos.

Esos atentados fueron en julio de 1947. El 29 de agosto


‘Celes’, ‘Yayo’ y ‘Nano’, junto con otro compañero atracaron el
Banco Español de Crédito de la calle Mallorca y reforzaron la
tesorería del MLR con 210.000 pesetas. En agosto y septiembre
la policía hizo detenciones importantes. Concretamente detuvo
a tres grupos de guerrilleros que habían pasado desde Francia
para reforzar la guerrilla en la región de Cataluña. Veintisiete
anarquistas en total fueron puestos fuera de combate. La única
acción que se les atribuyó fue la voladura de la industria
cementera Sansón en San Feliú de Llobregat. La explosión en
Sansón había provocado un largo corte de corriente eléctrica
en zonas de Barcelona, sembrando el pánico incluso en la
recepción oficial que ofrecía Franco, que entonces se hallaba
de visita en la ciudad. Las detenciones y el paso de compañeros
a Francia, donde se decidía el futuro del MLR en el pleno de
comités regionales, interrumpieron provisionalmente la
actividad armada en la capital catalana. A su vuelta de Francia,
Facerías, ‘Yayo’, ‘Celes’ y Ballester atracaron 179.917 pesetas
en el Banco de Bilbao de la calle Mallorca y joyas por valor de
20.000 pesetas en una joyería. Todo el dinero fue a reforzar la
tesorería del MLR, que, deslegitimado desde Toulouse,
caminaba hacia su disolución.

En diciembre empezó un nuevo pogromo de detenciones,


debido al arresto de Mercedes de la Cruz en su viaje a
Andalucía. De la Cruz era un enlace crucial de la tendencia
ortodoxa en el interior y los datos que sacaron de su agenda y
sus torturas ‒estaba embarazada de seis meses‒ llevaron a la
cárcel a muchos compañeros españoles, encargados de labores
de intendencia de la lucha armada. En febrero de 1948 se
disolvió oficialmente el MLR. Sus miembros no abandonaron la
actividad armada, pero inevitablemente se exponían a muchos
peligros, ya que sus movimientos estaban controlados desde
Toulouse, sin embargo en Barcelona, como no había
estructuras organizativas, tenían que recuperar los contactos
con personas que estaban en el punto de mira de la policía.
Esos contactos eran necesarios para la entrega de dinero de los
atracos, que abastecía a los presos y su empeño por la
liberación.

El 30 de abril de 1948, el grupo de Facerías se llevó 100.000


pesetas en un atraco al Banco de Vizcaya. El 10 de junio, ‘Yayo’,
‘Nano’, ‘Tom Mix’ y ‘Celes’ repitieron el atraco del diciembre
anterior al Banco de Bilbao, obteniendo 163.605 pesetas. Dos
días más tarde un agente de la BPS, aprovechando datos de
detenciones en Madrid y adiestrado en utilizar el argot de los
libertarios, solicitó una cita a Germinal Gracia, haciéndose
pasar por un fugitivo. Gracia, delegado en Barcelona de la FIJL
en el exilio, sospechó la trampa y pidió cobertura a sus
compañeros. La cita tuvo lugar el 13 de junio y Gracia estaba
discretamente vigilado por Carballeira, ‘Nano’ y ‘Tom Mix’,
mientras hablaba con el agente de seguridad, al tiempo que
paseaban. A corta distancia, sus compañeros esperaban una
seña determinada que sin embargo no venía, ya que a Gracia
no le convencía su interlocutor. Cuando estaban lejos del
gentío de las Ramblas, los compañeros consideraron que
debían actuar. Se dirigieron hacia ellos y fingiendo ser policías
pidieron los papeles. El agente sacó enseguida la pistola y
disparó a Ramón González ‘Nano’, mientras estallaba un
infierno de disparos, ya que el “compañero” era escoltado por
colegas suyos a distancia de seguridad. El resultado fue que
‘Tom Mix’ fue gravemente herido y Carballeira más levemente.
Pero ‘Nano’ murió al instante por un disparo que recibió en el
rostro.

La busca y captura que siguió al incidente llevó a la


localización y muerte de Carballeira. Cazorla, herido, fue
operado clandestinamente en Barcelona por el médico Pujol y
con la ayuda de sus compañeros pasó a Francia para
restablecerse. El 31 de julio, Facerías, ‘Celes’ y ‘Quique’, con
Antonio Franquesa ‘Toni’, que era miembro del POUM,
confiscaron 125.000 pesetas en una fábrica del puerto de
Barcelona. En los tres días del 24 al 27 de septiembre de 1948,
se sucedieron tres atracos impresionantes por un comando de
anarquistas, que mantuvo su anonimato. El total de dinero que
reunieron fue de 1.950.000 pesetas. Pocos días después, en
octubre, una enorme explosión destruyó totalmente la fábrica
de vidrio Ingiada de Badalona.

El grupo de Facerías regresó en otoño a Francia para


recomponerse y entrar en contacto con los comités de allí.
Durante su estancia en Francia, Facerías conoció a Wenceslao
Jiménez ‘Wences’. ‘Wences’ era de Zaragoza y se había
incorporado al movimiento anarquista de las montañas de
Aragón que se denominaba GAA, pero no soportó mucho
tiempo la mentalidad defensiva que caracterizaba a muchos
guerrilleros de las montañas, ya que tenía hambre de acción.
Así que pasó a Francia para ponerse en contacto con la
guerrilla urbana de Barcelona. El 26 de noviembre, ‘Wences’,
con Facerías, ‘Quique’, ‘Celes’ y otro compañero, cruzaron la
frontera con destino a Barcelona y con Jesús Martínez ‘Maño’
como guía.

‘Wences’ se sentía como un cuerpo extraño en el grupo,


quizá porque la familiaridad que se había desarrollado entre los
demás miembros no se expresaba ante él. El clima empezó a
estropearse y finalmente se vino abajo cuando los demás
decidieron proceder a un atraco de un banco sin informarle. El
21 de diciembre detuvieron un taxi y sacaron fuera al
conductor. Con el taxi se dirigieron al Banco Intercolonial de
Gracia, donde expropiaron 40.000 pesetas. Durante la huida, el
taxi, que conducía Facerías, chocó contra otro vehículo y quedó
inmovilizado, pero los cinco compañeros huyeron sin más
imprevistos. Cuando a ‘Wences’ se le comunicó el suceso,
informó a los demás de que montaría un grupo nuevo con
compañeros suyos de Zaragoza. La nueva partida se llamó ‘Los
Maños’. El año acabó de manera poco grata para los grupos de
Barcelona, porque la policía detuvo a Félix Perpiñán, joven
miembro de los grupos de acción302.

En 1948 sucedieron en Francia dos acontecimientos muy


importantes. El primero fue el intento de atraco de la fábrica
de Rhóne‒Poulenc, cerca de Lyon. La noche del 6 al 7 de mayo
de 1948, hombres armados irrumpieron con un automóvil en el
patio, ataron a los guardias y cortaron las líneas telefónicas.
Pero un vigilante nocturno que había escapado a su atención,
abrió fuego y los atracadores lo mataron durante el tiroteo.
Durante su apresurada fuga dejaron tras de sí pistas que los
delataban. Los tres que participaron con seguridad en el atraco
fueron Manuel Benítez, Carlos Vidal y José Sabaté. Los datos
del caso condujeron a Vidal y a Quico Sabaté, quien
seguramente estaba al corriente del plan, aunque no
participase. La policía francesa, que sabía que esos datos eran
insuficientes para una condena firme, procedió a inspeccionar
la casa de Quico Sabaté en los Pirineos y halló una gran
cantidad de explosivos 303 . ‘Quico’ se ocultó en casas de
conocidos y continuó con su actividad en España. En el largo

302 Félix Perpiñán tenía veintidós años. La policía lo torturó cruelmente para arrancarle
información y murió poco tiempo después por infección de las heridas que le habían
causado.
303 Sobre el atraco y las investigaciones, vid. Téllez (1978), ps. 73‒74.
periodo de tiempo que Sabaté permaneció en Barcelona
luchando, fue juzgado en ausencia por la justicia francesa por
tenencia ilegal de explosivos. El asunto de Rhóne‒Poulenc
causó muchos problemas a ‘Quico’ hasta el fin de su vida, como
se analizará a continuación.

El segundo acontecimiento que sucedió en Francia fue la


organización de un atentado contra la vida de Franco. Este
atentado permaneció oculto tanto por el régimen como por el
movimiento hasta las investigaciones policiales que siguieron al
atraco del correo de Lyon en 1951. Las razones de que la acción
permaneciese oculta tenían que ver con sus inspiradores y con
quienes la ejecutaron, que eran todos veteranos de la
conspiración. El plan consistía en atacar desde el aire el yate
que transportaba a Franco durante las regatas anuales de
Donostia. El plan fue presentado al comité nacional en
principio por el secretario de defensa del MLE, Mateu, pero
nadie se ocupó en serio de él. Mateu esperó a que el tema se
olvidase y decidió proceder sin la aprobación de los comités. El
plan fue presentado a Laureano Cerrada, a quien le pidió que
buscase un avión.

Cerrada gestionaba la tesorería clandestina de la


organización y, además de a los atracos y a la falsificación de
documentos españoles, se dedicaba también a falsificar
documentos franceses, financiando al movimiento con la
venta. El verano de 1948, cuando comenzó la organización del
atentado, Cerrada empezó a caer en desgracia en el MLE. Los
comités, alborotados por los artículos que siguieron al atraco
de Rhóne‒Poulenc, temían que su actividad pusiera en peligro
la legalidad del movimiento en Francia. Le pidieron que
entregase toda la red y los medios que controlaba. Cerrada,
que se negó, decía sobre eso: [...] si esa gente fuese capaz de
hacer algo, yo no tendría el menor inconveniente en ponerlo
todo a su disposición, pero lo que pretenden es matar la
gallina... los huevos ya se los han comido en gran cantidad... 304.

Cerrada encontró un avión turístico y para comprarlo pagó a


nombre de Georges Fontenis, secretario de la Federación
Anarquista Francesa. El piloto, Primitivo Pérez, fue elección de
Mateu y Antonio Ortiz 305 y José Pérez ‘Valencia’ 306 asumieron el
papel de tripulación. El avión era un cuatrimotor, pero, en el
lugar del cuarto pasajero, transportaba veinte bombas de
racimo de cinco kilos y cuatro artefactos incendiarios de veinte.
Se arrojarían por un agujero improvisado con un tubo en la
panza del avión. Pedro Mateu se ocupó de que el día adecuado
hubiese un comando en los montes, a las afueras de Donostia,
con la misión de recoger a la tripulación cuando el avión
aterrizase ‒si lo conseguía‒ a una distancia próxima del
atentado.

El 12 de septiembre de 1948, al avión despegó de un


pequeño aeropuerto cerca de la frontera y se perdió en las

304 Vid. Téllez (1993), p. 23.


305 Antonio Ortiz Ramírez (1907‒1996) fue miembro de Nosotros y responsable de
coordinación de los grupos de acción de Barcelona en 1934. Jefe de la segunda columna
que fue al frente, tras la de Durruti, contribuyó a la fundación del Consejo de Aragón y se
enfrentó a los comunistas. Un complot contra él y Joaquín Ascaso los transformó en
chivos expiatorios para la CNT a finales de la Guerra Civil. Después de los campos de
concentración, Ortiz combatió con los aliados en África y Europa y en 1951 se trasladó a
América Latina, donde ejerció de secretario de la CNT en el exilio en Venezuela.
306 José Pérez Ibáñez ‘Valencia’ (1912‒1992) fue colaborador de Los Solidarios y
cofundador de Nosotros. Fue subcomandante de columna en la Guerra Civil, pero
abandonó el frente después de la militarización.
nubes. Veinte minutos después, los tres pasajeros encararon
las costas españolas y el golfo de Donostia. Tenían el objetivo a
la vista cuando los abordaron seis cazas y un hidroavión de la
flota de guerra española, que les obstruyeron el acceso al
golfo. Los barcos de guerra desde abajo los apuntaban con
ametralladoras antiaéreas. Según el plan, podrían pasar
inadvertidos entre la multitud de aeronaves turísticas que
seguían las regatas, pero, por el mal tiempo o la mala
información, el pequeño avión francés era el único civil en el
cielo de Donostia. La distancia era inasequible para intentar
una misión suicida e, ineludiblemente, dieron la vuelta hacia la
frontera francesa otra vez.

La única señal que quedó de la acción fue un acto de protesta


de la dictadura ante el gobierno francés por la violación del
espacio aéreo nacional. Cuando aterrizaron en Francia, los
miembros del grupo decidieron intentar un asalto al día
siguiente contra el palacio de Ayete, lugar de residencia de
Franco en Donostia. El nuevo plan preveía un vuelo peligroso a
nivel del agua para esquivar los radares y golpear el objetivo al
amanecer, para que hubiese contacto visual. La lluvia que caía
continuamente desde la noche anterior transformó la pequeña
pista de tierra en un charco de barro, que era imposible
despegar. Esperaron hasta las diez de la mañana, pero la lluvia
arreciaba. Al día siguiente Franco se fue de la ciudad.

Ese día todos los miembros del grupo regresaron a su vida


cotidiana. Solamente el piloto se quedó en el aeropuerto y,
cuando lo permitieron las condiciones atmosféricas, pocos días
después, trasladó el avión a un aeropuerto cerca de París. Allí
se encontró el avión después de los interrogatorios que
siguieron al fracasado atraco de Lyon de 1951 y de que ciertas
publicaciones en la prensa se refiriesen al atentado, sin entrar
en detalles. Cerrada estaba entonces en las cárceles francesas.
Un mes antes la policía lo había detenido por falsificar marcos
alemanes. En mayo de 1949 había esquivado la detención,
cuando la seguridad francesa desarticuló una de sus
“empresas” de base. En una imprenta subterránea de París que
editaba legalmente el Solidaridad Obrera de los exilados, la
policía encontró cuarenta mil billetes de lotería falsos y un
arsenal que contenía treinta kilos de explosivos plásticos, cien
detonadores, treinta cables de detonación, cuatro bombas
anticarro, cincuenta granadas, una ametralladora pesada,
cuatro fusiles automáticos, cuatro carabinas, treinta revólveres
y miles de balas y de cargadores para todas las armas
antedichas. Los seis trabajadores anarquistas de la imprenta
verificaron primero con las armas en la mano que los policías
eran franceses y no secretas de Franco y luego se entregaron.
Asumieron en exclusiva la responsabilidad de todo, sin delatar
a nadie y negando relaciones oficiales con el MLE 307. En 1950
Laureano Cerrada308 fue dado de baja por unanimidad en la

307 El movimiento “anatematizó” a esos compañeros en aras de su legalidad en Francia.


Uno de los seis era Pedro Abella Rebull, fundador del sindicato de dibujantes de Barcelona
durante la Guerra Civil.
308 Laureano Cerrada Santos (1902‒1976) fue uno de los más grandes cerebros
organizativos del movimiento libertario. Antes de la guerra era miembro del sindicato de
ferroviarios. Mostró sus capacidades durante la ocupación alemana, cuando creó redes de
casas seguras y escondrijos, organizó la propaganda clandestina y estableció contactos con
guerrilleros de dentro de España. Antes del congreso de 1945 era el anarquista más
popular de Francia, secretario del comité local de París y candidato fundamental para el
cargo de secretario nacional, puesto al que renunció (y que acabó en Esgleas). Se ocupó
exclusivamente de la logística de los grupos armados y de falsificaciones de todo tipo. En
un intento de provocar artificialmente una inflación en el régimen franquista, enviaba
continuamente pesetas falsas al interior, que no tenían, sin embargo, buena calidad. El
dinero de sus actividades clandestinas lo entregaba al movimiento, pero el hecho de que lo
CNT del exilio.

Mientras sucedía eso en Francia, la lucha en Barcelona seguía


siendo constante. A principios de 1949 la represión había
debilitado a la CNT del interior, pero los grupos armados
aumentaban su actividad continuamente. Wenceslao Jiménez
había creado Los Maños, con Mariano Aguayo, Plácido Ortiz,
Simón Gracia, Victoriano Muñoz y ‘Rodolfo’. El grupo
colaboraba con César Saborit, miembro del comité regional de
la CNT catalana, quien había colocado en el grupo a Niceto
Pardillo ‘Chaval’. Los Maños empezaron su actividad
amenazando a un conocido delator de la policía, que se fue de
la ciudad los días posteriores. A continuación ejecutaron a un
falangista que diez años antes había delatado al padre de
‘Chaval’, que fue fusilado. El 22 de febrero intentaron atracar el
Banco de Vizcaya, pero se provocó un enfrentamiento con los
dos guardias del banco durante el cual murió uno. A principios
de 1949 la dictadura había tomado la decisión ‒tras el
incremento de los atracos en Barcelona‒ de custodiar todos los
bancos del territorio nacional con dos policías armados.

El siguiente objetivo de Los Maños fue el inspector Quintela,


la personificación de la represión en Barcelona. Para ese golpe
colaboraron con el grupo de los hermanos Sabaté. El grupo de
los Sabaté ‒al que pertenecían José López y Carlos Vidal‒ había
atracado el Banco Hispano Colonial de Hospitalet el 28 de
enero de 1949, con un botín de 350.000 pesetas. Un tercer
grupo que actuaba en Barcelona ‒entre sus miembros estaban

gestionase fuera de los comités provocó fricciones. Cerrada fue encarcelado de nuevo en
1957, 1970 y 1974. Fue asesinado en París por un mafioso español. Es una de las
personalidades más controvertidas del movimiento libertario español.
Ginés Urrea, Francisco Martínez y Santiago Amir‒ en ese
mismo periodo atracó el Banco Central y la compañía Ferrero.
Ferrero, el propietario, fue herido de muerte al intentar atacar
a los atracadores. Los atracos continuos provocaron la
movilización de la policía, que logró arrancar la información
relativa a la localización de una cita clandestina el 26 de
febrero.

Los policías que se desplegaron en torno a los cines América


y Condal esperaban detener a Francisco Martínez, pero en su
lugar se encontraron frente a los hermanos Sabaté. Los Sabaté,
que se dieron cuenta de la encerrona, sorprendieron a los
agentes de seguridad y en la trifulca mataron al agente
Oswaldo Blanco, al que arrebataron el carnet de identidad y el
arma antes de escapar bajo el fuego 309. En la emboscada
estuvo presente Pedro Polo, comisario de la policía, segundo
en la jerarquía de la represión, tras Quintela.

Apenas tres días más tarde, se montó el intento de asesinato


del propio Quintela. A cien metros de la Sagrada Familia, en la
calle Marina, dos vehículos robados esperaban el paso del
automóvil del inspector. Sus conductores eran Carlos Vidal y
Simón Gracia. En la emboscada esperaban, armados con
metralletas, los hermanos Sabaté, ‘Wences’ y José López. El
automóvil de Quintela acostumbraba a pasar por ese punto
alrededor de las dos del mediodía. A las dos menos cinco, un
Hat completamente igual que el del jefe de la policía hizo su
aparición y el grupo procedió a ejecutar su plan. El automóvil
fue cosido por tres lados y se detuvo al borde de la calle.

309 Vid. Téllez (1978), ps. 77‒80.


‘Quico’ abrió la puerta y comprobó que había sido un error. Los
pasajeros eran dos cuadros de alto rango de las juventudes de
Falange. Uno cayó muerto y otro fue herido. Además, murió su
chófer que había sido quintacolumnista en Barcelona durante
la Guerra Civil. Quintela, que pasaría al poco tiempo por ese
punto, fue informado enseguida del suceso.

En los días siguientes la ciudad parecía hallarse en estado de


emergencia. Los controles fortuitos a transeúntes se
multiplicaron, mientras que cincuenta taxis con secretas
conducían a la jefatura de la vía Layetana a sus confiados
clientes para comprobar sus datos 310 . Muchos anarquistas
significados y sus familiares recibieron visitas en sus casas y
fueron conducidos a interrogatorios. En una visita semejante
‒o quizá tras una información correctamente valorada‒ cuatro
policías fueron el 9 de marzo a registrar una casa en Hospitalet.
Allí se ocultaban José López y José Sabaté. Nada más abrir la
puerta la propietaria, Sabaté disparó y mató al primero que
intentó entrar. Los agentes respondieron a los disparos e
hirieron a Sabaté en el pecho. Los dos compañeros intentaron
escapar por la puerta de atrás, pero, mientras corrían, López
recibió una bala en el pulmón y se quedó atrás. La policía lo
condujo urgentemente al hospital, donde le salvaron la vida
para que pudiesen interrogarlo. Once meses más tarde, el 4 de
febrero de 1950, lo ejecutaron junto a Carlos Vidal311. José

310 El taxi era el medio de transporte habitual para los comandos de Barcelona. En
muchas acciones, los anarquistas detenían un taxi, llevaban al conductor a un punto
alejado, le aconsejaban que no denunciase el incidente inmediatamente y utilizaban el
vehículo para la acción. Téllez (1978), ps. 83‒84.
311 José López Penedo (1915‒1950) estaba casado y tenía tres niñas pequeñas en
Francia. Era redactor del material propagandístico que distribuía la partida de Sabaté.
Carlos Vidal Pasanau (1913‒1950) era discípulo de José Xena en la escuela libertaria de
Sabaté logró huir pese a estar herido. ‘Quico’ lo localizó dos
días después, tras una angustiosa búsqueda, en una casa
amiga. Dispuso que lo viese un médico y se preocupó de
transportarlo de manera segura a Francia, para que se
recuperase.

La policía, que no estaba satisfecha con una sola detención,


mató a sangre fría, como represalia, a Miguel Barba en su casa
el 11 de marzo de 1949312. Los Maños, que permanecían en
Barcelona y estaban bajo presión, decidieron trasladarse a
Madrid y estudiar un posible plan de ejecución de Franco.

Se establecieron en Madrid en abril y ‘Rodolfo’ ‒que había


nacido allí‒ empezó los contactos con un conocido suyo, que
era amigo de un guardia del palacio del Pardo, residencia de
Franco. El guardia había combatido con la División Azul en el
frente oriental, pero se mostraba dispuesto a contribuir a la
realización de un plan por el anticipo de una cantidad
económica importante a cambio.

Prometió que podía colocar a dos personas a corta distancia


del paso del automóvil de Franco, bastaba con que llevasen
uniformes militares.

Estas tendrían media hora para colocar los explosivos y


ajustarlos a la hora en que ese mismo día pasase el dictador. En
recompensa, el aventurero guardia pidió 200.000 pesetas,

Hospitalet y amigo de infancia de Sabaté.


312 Miguel Barba Moncayo ‘Reyes’ (1899‒1949) era un popular anarquista, actor, y
acababa de salir de la cárcel. Después de la Guerra Civil fue condenado a muerte, pero se
le conmutó la pena y salió de la cárcel en 1946. Durante un periodo de tiempo colaboró
con los grupos armados, pero volvieron a meterlo en la cárcel en 1947.
50.000 el día anterior al atentado y el resto después, si salía
bien313.

La única manera de hallar dinero era hacer un “reintegro”.


Los Maños atracaron el Banco Popular, inmovilizando a un
guardia ‒el otro se había ido por tabaco‒ y sacaron 250.000
pesetas. Al día siguiente concertaron una cita con el guardia,
pero éste no apareció. El atraco, en el que participaban los
siete compañeros, cayó como una bomba en la atmósfera
tranquila de Madrid, que estaba acostumbrado hacía tiempo a
que no se perturbase el orden. Toda la policía empezó a
buscar. Casas de militantes, hoteles, pensiones y casas
recientemente alquiladas eran su objetivo. El grupo vio que
corría peligro y se fue en el tren a Andalucía. Cuatro días
después regresaron veinticuatro horas para buscar al guardia,
pero éste había desaparecido. Decidieron regresar a Barcelona
y desde allí directamente a Francia, adonde llegaron a finales
de abril. En Barcelona solamente se quedó Saborit, al que
‘Wences’ había dado gran parte del botín para cubrir las
necesidades de los presos de la Cárcel Modelo.

Mientras Los Maños pasaban a Francia, un comando


compuesto por Facerías, Guillermo Ganuza y Juan Serrano

313 Los Maños entregaron más tarde en Francia al SI los datos concretos del asalto. El
Pardo, con un bosque privado para cazar a las afueras de Madrid, estaba vigilado por mil
cuatrocientos soldados de infantería, doscientos noventa y ocho de caballería y una
compañía de mauritanos que era la guardia personal de Franco. Veinte policías secretos
deambulaban por las inmediaciones fingiendo ser amantes de la naturaleza. El informe
contenía una descripción pormenorizada de los uniformes que llevaban los guardias, los
nombres de los oficiales, un horario de los cambios de guardia y las marcas de los coches
que utilizaba el dictador. Los automóviles se probaban durante cincuenta kilómetros antes
de cada traslado de Franco y los conductores estaban acompañados continuamente por
soldados. El informe se encuentra en el archivo Ester Borras, carpeta 130.
‘Chófer’, con Jesús Martínez de guía, hacía el recorrido inverso.
Poco antes de llegar a Barcelona, cayeron en una trampa de la
Guardia Civil, en la que Ganuza perdió la vida. Los demás
lograron escapar tirando granadas para romper el cerco y
llegaron a la ciudad sin más problemas. Allí participaron en una
reunión de los grupos armados para coordinar su actividad. El
15 de mayo se había fijado una votación en la ONU para
levantar las sanciones al régimen de Franco. La votación la
habían suscitado los regímenes filofranquistas de Bolivia, Brasil
y Perú. Quico Sabaté y Facerías propusieron una acción
coordinada contra los consulados de los tres países en
Barcelona. Se decidió colocar bombas al mismo tiempo en los
tres.

El 15 de mayo, ‘Quico’, junto con Francisco Martínez y un


compañero más, colocaron la bomba en el consulado de Perú y
luego fueron al de Brasil. Facerías, ‘Chófer’ y ‘Yayo’ se
encargaron del boliviano. Excepto en el consulado de Brasil,
donde, además de la precipitación, hubo un error con la
mecha, los otros dos sufrieron daños serios, sin causar
víctimas. Los ataques con bombas tuvieron continuación. En los
dos meses siguientes, ‘Yayo’ colocó cuatro bombas más,
teniendo en cuenta las visitas a la ciudad de Franco, pero
también de Evita Perón314. La primera se colocó en la catedral
de Barcelona, provocando daños y rabia en los católicos
respetables del régimen. La segunda, en el hotel Ritz, no
estalló. La tercera estalló en la plaza de Calvo Sotelo. La última
estaba prevista para el Banco de España de la plaza de

314 El régimen de Perón abastecía de víveres a Franco y Evita se presentaba como la


Madre Teresa de los niños pobres de España.
Cataluña, pero el guardia sospechó de Pedro Adróver, que se
vio obligado a dejarla bajo un banco de la plaza. La fuerte
explosión hirió a algunos transeúntes315.

Mientras ‘Yayo’ provocaba el pánico en la vida cotidiana de la


ciudad, ‘Quico’ decidió regresar a Francia para ver a su familia.
La policía, que esperaba con impaciencia su regreso, lo detuvo
en su casa el 4 de junio y lo condujo a las cárceles francesas. Un
día antes, la policía franquista había detenido a Francisco Denís
‘Catalá’ cerca de Gironella 316. Cuando lo conducían a la jefatura
de policía de Sallent, ‘Catalá’ se suicidó con una cápsula de
cianuro.

Facerías fue a principios de junio a Francia, pero en menos de


un mes tomó el camino de regreso con ‘Celes’, ‘Quique’ y
‘Toni’. El grupo de cuatro compañeros, colaborando en
ocasiones con otros anarquistas como ‘Yayo’, Miguel García,
Domingo Ibars, Francisco Martínez y otros, procedió a una
serie de acciones en agosto de 1949. El comienzo fue el 5 de
agosto con la inauguración de una nueva táctica por parte de
los guerrilleros. Después de requisar un coche de lujo fueron a
la Casita Blanca, un lujoso hotel de una noche, que ofrecía
discreción a las parejas ilícitas y ‒la mayor parte de las veces‒ a
hombres de la alta sociedad de la ciudad que iban allí con
prostitutas, a menudo menores. El objetivo del asalto era
triple. Los guerrilleros robaban dinero y documentos a los

315 La prensa comunista del exilio ‒el PCE había abjurado de la lucha armada‒ decía
que las bombas las habían colocado agentes de Franco. Vid. Téllez (2004), ps. 239‒240.
316 Francisco Denís Diez ‘Catalá’ (1899‒1949) era uno de los más capacitados guías de
los pasos pirenaicos y disfrutó de gran estima en el movimiento libertario. Los últimos seis
años de su vida estuvo desplazándose constantemente desde y a Francia.
clientes, mientras con su acción desenmascaraban a los
‒supuestamente respetables‒ cabezas de familia católicos,
pilares de una sociedad puritana y fascista.

El 11 del mismo mes, repitieron la misma acción, esta vez en


el “hotel” de la Vía Augusta. Al día siguiente el grupo de
Facerías atracó la joyería Bauer. Las joyas que se robaron
tenían un valor de casi medio millón de pesetas. El 13 de
agosto le tocó el turno a una fábrica de automóviles, que
proporcionó al movimiento otras 100.000 pesetas. El 16 de
agosto, los grupos de Barcelona procedieron a una acción
coordinada para la adquisición de carnets de identidad y otros
documentos públicos. Ocuparon una masía cerca de la
carretera de Rabassada, un poco a las afueras de Barcelona. A
continuación detenían los vehículos en la carretera y los
conducían a la granja, donde cogían los documentos de los
pasajeros y ‒si eran pudientes‒ sus carteras. Una vez que
“controlaron” una docena de coches, regresaron a Barcelona.

El 19 de agosto, ‘Yayo’ realizó otro de sus preferidos ataques


con bombas, en esta ocasión contra la administración regional
de Cataluña. La bomba estalló en una de las ventanas traseras
y provocó daños serios. El mismo día ‘Celes’, ‘Toni’, ‘Quique’ y
Facerías robaron un taxi y se dirigieron al garaje de CAMPSA,
empresa estatal monopolio del petróleo. Una vez inmovilizados
los guardias, acribillaron las cisternas de gasolina con las
ametralladoras. Su objetivo era provocar un infierno de fuego y
explosiones, pero las cisternas que había estacionadas allí
estaban vacías, por lo que el fuego no adquirió grandes
dimensiones. A los cuatro anarquistas no les bastó con este
golpe. Con el mismo taxi pasaron por la comisaría de Gracia y la
cosieron a tiros. Antes de abandonar el vehículo, dispararon
por miedo a un policía que encontraron casualmente saliendo
de su casa. El objetivo de la partida era fomentar un clima de
pánico, poco antes de su regreso a Francia.

El 22 de agosto el comando de compañeros inició a pie su


viaje de regreso a Francia. El 26 de agosto intentaron cruzar los
Pirineos por un lugar muy próximo al Mediterráneo. Un pueblo
de la comarca celebraba una fiesta y los compañeros
supusieron que los agentes de la Guardia Civil permanecerían
allí. Aunque las fuerzas de la zona tenían por objetivo hacer
eso, un telegrama de última hora les ordenaba desplegarse por
las montañas de los alrededores, presumiendo que el grupo de
Facerías pasaría por allí. A cuatrocientos metros de la frontera
y mientras los compañeros caminaban confiados hacia Francia,
cayeron en una emboscada que les había tendido la Guardia
Civil. El fuego repentino de la policía fue correspondido con
granadas y disparos. Los policías se dieron a la fuga y uno de
ellos fue herido.

Pero ‘Toni’ y José Iglesias fueron heridos por los primeros


disparos y Celedonio García ‘Celes’ y Enrique Martínez ‘Quique’
cayeron muertos. De esa manera se cerró el ciclo de dos de los
combatientes anarquistas más importantes de Barcelona.
Junto a los cadáveres de los dos compañeros se encontró una
bolsa que el grupo había dejado atrás en su precipitada fuga,
que contenía joyas del último atraco, un poco de dinero y
documentos robados. El asesinato de ‘Celes’ y ‘Quique’ abrió el
telón de la peor fase de represión de la guerrilla de Barcelona.

Después de unos pocos días, el 4 de septiembre de 1949,


pasaron a España dos partidas con Ramón Vila ‘Caraquemada’
como guía. La primera era la partida de Los Primos, con
Saturnino Culebras como jefe y Joan Busquets como enlace con
los grupos de Barcelona. En la segunda partida participaba el
menor de los hermanos Sabaté, con su amigo Helios Ziglioli,
anarquista italiano. Manolo Sabaté quería seguir a sus
hermanos en la lucha armada desde hacía tiempo, pero ellos
no se lo permitían. El encarcelamiento de ‘Quico’ y la estancia
de José en Barcelona facilitaron al pequeño su incorporación a
una partida y su entrada en España.

A mitad de su recorrido hacia la capital catalana, los


guerrilleros se enfrentaron a problemas, ya que fueron
advertidos, tras un fracasado intento de robo de un coche. Se
separaron en dos cuadrillas.

Los Primos fueron hacia Barcelona, mientras que


‘Caraquemada’, Sabaté y Ziglioli se dirigieron de nuevo hacia el
norte. El 29 de septiembre Ziglioli levantó las sospechas de la
Guardia Civil cuando intentó comprar suministros en un pueblo
de la comarca. Una vez que lo detuvieron y le interrogaron,
procedieron a ejecutarlo sin juicio, con la excusa de que
‒torturado y con esposas‒ se agachó para sacar una granada
de la bolsa que tenía junto a sus pies 317.

Al día siguiente la policía atacó a ‘Caraquemada’ cuando se


aproximaba a una granja a pedir alimentos. Se salvó en el
último momento, herido, ya que saltó por un barranco para
que no lo siguiesen. Manolo Sabaté, inexperto y solo, fue presa

317 Así dice el comunicado oficial de la Guardia Civil. Vid. Sánchez Agustí (2006), p.
78.
fácil para los fascistas, cuando intentaba buscar alimentos.
Cuando se descubrió su identidad real, su detención fue
festejada por todas las fuerzas policiales de Cataluña. En su
juicio no había ninguna prueba contra él que justificase una
pena grave. Manolo fue ejecutado por venganza el 24 de
febrero de 1950 única y exclusivamente por el nombre de sus
hermanos y las acciones que ellos habían cometido. A su lado
estuvo en el pelotón Saturnino Culebras. Tampoco él había
cometido ningún delito grave cuando fue detenido en
Barcelona en octubre, pero se le consideró jefe del grupo
guerrillero, calidad que ‒con la ley antiterrorista de 1947‒ le
comportó la pena de muerte. Con ellos iba a ser ejecutado
también Joan Busquets, pero en el último instante se le
conmutó la pena por cadena perpetua318.

Mientras las adversidades golpeaban a los grupos que se


acercaban a Barcelona, en la ciudad cometieron un
impresionante atraco César Saborit, José Sabaté y José Pérez,
que atracaron el furgón de una compañía constructora,
incautando 734.117 pesetas. El atraco se cometió el 14 de
septiembre, justo un mes antes de que se pusiese en marcha el
pogromo contra los grupos armados anarquistas. El que
provocó el pogromo fue Manuel Guerrero, miembro del grupo
Talión, cuyo jefe, Julio Rodríguez ‘Cubano’, había venido de

318 Joan Busquets Vergés ‘Senzill’ (1928) era un obrero fabril que, perseguido por la
policía tras una huelga ilegal en 1946, se refugió en Francia. En 1948 regresó a España con
los grupos armados. Participó con Gómez Casas en el fracasado intento de fuga de 1956 y
salió de la cárcel en 1969, cuando huyó a Francia. Durante la visita del rey Juan Carlos a
París en 1976, la policía francesa lo incluyó entre los once libertarios que fueron detenidos
preventivamente y retenido en un lugar de veraneo de cinco estrellas, mientras durase la
visita. Con él tuvieron “vacaciones” Octavio Alberola y Alicia Mur, combatientes a los
que nos referiremos en los capítulos siguientes.
Francia a principios de septiembre. Guerrero fue herido en las
inmediaciones de Manresa y ‒cuando llegó un médico de
Barcelona para examinarle las heridas‒ fue trasladado a
principios de octubre a una casa de la capital catalana para
restablecerse. Los demás miembros del grupo Talión ya
estaban allí, preparando asaltos en colaboración con el grupo
de José Sabaté.

Por desgracia, la casa a la que fue trasladado Guerrero se


hallaba bajo discreta vigilancia de la seguridad, ya que había
sospechas de que pudiese dar cobijo a guerrilleros anarquistas.
Guerrero fue detenido y aceptó colaborar con la policía dando
algunos datos a cambio de evitar la pena de muerte319.

Quintela explotó esos datos y los puso en relación con las


demás datos que había reunido de informadores, dentro y
fuera de España. La semana negra para la guerrilla urbana
empezó el 14 de octubre de 1949. Durante el atraco a una
sucursal del Banco de Vizcaya en el centro de la ciudad
intervino la policía y hubo a continuación un tiroteo. Cayó
muerto por las balas Luciano Alpuente, anarquista de
Aragón320.

319 Al final fue juzgado en un tribunal aparte de sus compañeros y condenado a


veintiséis años de prisión. Salió en 1962. También ofreció informaciones importantes
Jaume Albana, que fue detenido cuando intentaba vender un reloj robado. Tenía dieciocho
años cuando entró clandestinamente al país por primera vez. Fue cruelmente torturado
para que cantase, luego se dijo que había escapado, aunque probablemente Quintela lo
premió por su disposición a colaborar. El condenado a muerte Miguel García hace un
registro pormenorizado de los que se “rajaron” en una carta suya a Francia. Vid. Ester
Borras, carpeta 130. La carta estaba escrita en papel de fumar y llegó desde una celda del
ala de condenados a muerte hasta Francia a través de una red clandestina.
320 Del intento de atraco habla Sánchez Agustí (2006), p. 174, mientras que Téllez
(1978), p. 104, dice que Alpuente fue ejecutado en medio de la calle, inesperadamente.
La Brigada Político Social procedió a detener a enlaces,
sacando provecho a las informaciones de Guerrero y
arrancando otras nuevas a los demás detenidos. El 17 de
octubre montó una emboscada en un escondrijo de armas al
aire libre en el barrio del Prat, pero los guerrilleros que
aparecieron por allí se dieron cuenta de la presencia de la
policía y huyeron arrojando granadas a las fuerzas de policía. El
mismo día hubo una información sobre una cita de José Sabaté
con alguno de los detenidos en el centro de la ciudad. Los
policías inundaron la zona de la cita y estuvieron esperando
pacientemente su objetivo.

José Sabaté apareció con retraso e inmediatamente se dio


cuenta de que varios extraños transeúntes en torno al punto
de la cita eran agentes de Quintela. Abrió fuego contra ellos y
empezó a correr. Al intentar huir por una callejuela, se
encontró ante dos agentes. Sin perder tiempo, disparó
mortalmente a uno en la cabeza, mientras el otro intentaba
cubrirse. La persecución con tiroteo continuó durante unas
manzanas más. José hirió a otros dos secretas, pero también él
recibió balas de sus perseguidores. Entró en una farmacia y
‒exhausto por la hemorragia‒ perdió el sentido. Cuando llegó
una ambulancia para recogerlo, había expirado.

La lista de muertos creció todavía más el 21 de octubre. La


policía ‒enterada de los movimientos de los miembros del
grupo Talión‒ decidió acabar con los guerrilleros armados sin

Luciano Alpuente procedía de Valdecuenca de Teruel y había organizado ‒con otros dos
compañeros de la CNT‒ el gran atraco del tren de Caudé con el que se financió la
fundación de la guerrilla ‒de jefatura comunista‒ de Levante y de Aragón, que se contará
en el capítulo siguiente.
arriesgarse a detenciones que concluyesen con más agentes de
seguridad muertos. En la zona del Poblé Sec mataron a sangre
fría a José Luis Barrao y Víctor Espallargas 321 mientras paseaban
por la calle tranquilamente. Poco tiempo después, un coche
lleno de agentes de seguridad se acercó a Julio Rodríguez
‘Cubano’322, que estaba en la avenida Diagonal, y los agentes lo
cosieron desde las ventanas abiertas antes de que pudiera
defenderse. Por la noche mataron a sangre fría otra vez,
ametrallando a Francisco Martínez ‘Paco’ en la calle Dos de
Maig, el barrio en el que había crecido. Miguel García y José
Corral tuvieron más suerte, ya que fueron localizados en sus
escondrijos y se entregaron323. Ese mismo día, la Guardia Civil
asesinó en los Pirineos a los combatientes anarquistas Manuel
Oltra, Cecilio Galdós y Carlos Cuevas.

La intensa asfixia de la represión continuó los días siguientes,


con decenas de detenciones de enlaces y registros de casas. El
5 de noviembre la policía localizó el escondrijo de Pedro
Adróver ‘Yayo’ y lo detuvo en el momento en que daba una

321 Víctor Espallargas (¿?‒1949) era secretario de la FAI de Aragón en 1936.


322 Sobre ‘Cubano’ hay datos en la nota a pie de página 56 del capítulo cuarto. Fue uno
de los más activos combatientes de la resistencia.
323 José Corral Martín (1910‒¿?) fue condenado a muerte, pero su pena se conmutó por
cadena perpetua y salió de la cárcel en 1967. Miguel García García ‘Seco’ (1908‒1981)
participó en los grupos armados durante la dictadura de Primo de Rivera. En la Guerra
Civil combatió en Aragón y Guadalajara, donde participó en la victoriosa batalla de
Brihuega con Mera. Fue condenado a muerte, pero se le perdonó la vida. Salió de la cárcel
en 1969 y fue a Londres, donde participó en la fundación de la Cruz Negra Anarquista
(organización anarquista paneuropea de solidaridad, uno de cuyos miembros era Pinelli,
que fue defenestrado en Milán por la policía) y colaboró en la edición del periódico Black
Flag. Regresó a Barcelona tras la muerte de Franco. Es autor de Franco’s Prisoner,
London, Hart Davis, 1972 [Prisionero de Franco. Los anarquistas en la lucha contra la
dictadura, Barcelona, Anthropos, 2010, traducción y notas de José Ignacio Álvarez
Fernández],
vuelta por allí. Poco tiempo después se acercó al mismo punto
Juan Serrano ‘Chófer’, que intentó sacar su arma y fue
ejecutado in situ. El mismo día cayó en manos de la policía José
Pérez ‘Tragapanes’. ‘Yayo’ y ‘Tragapanes’ fueron condenados a
muerte y ejecutados el 14 de marzo de 1952 en el cuartel de la
Bota. La ola de represión se completó tres meses más tarde
con el asesinato de cinco aldeanos, enlaces de los guerrilleros
en el norte de Cataluña. Uno de los cinco era el tío de
Marcelino Massana, los demás eran conocidos anarquistas de
la comarca de Berga.

La respuesta inmediata a esos asesinatos se dio en el


extranjero, no ‒como uno esperaría‒ en Francia, donde los
comités se desgastaron con ardorosos discursos fúnebres en la
prensa de los exilados y con tibias protestas, sino en Italia. El 8
de noviembre de 1949, tres jóvenes anarquistas italianos,
Busico, Mancuso y De Lucchi, armados con pistolas, una
granada de mano y una garrafa de gasolina, entraron en el
consulado español de Génova, sacaron fuera a los presentes y
volaron el despacho del cónsul y prendieron fuego a los
documentos oficiales. También arriaron la bandera española y
pusieron en su lugar una roja y negra con la leyenda “ni dios ni
amos”. La detención de De Lucchi empujó a sus compañeros a
entregarse antes del juicio, en el que fueron absueltos de
graves acusaciones en noviembre de 1950. Gino Bibbi,
anarquista de Carrara, al que se considera organizador del
intento de asesinato de Mussolini en 1926, declaró en el juicio
como testigo de la defensa. Dos meses después de la primera
acción en Génova, el 22 de enero de 1950, la policía detuvo a
Giuseppe de Luisi en Roma, cuando se dirigía a la embajada
española con armas y explosivos a vengar la sangrienta
represión de Barcelona 324.

En la capital catalana habían quedado muy pocos guerrilleros


activos. Entre los exiguos golpes que se produjeron en ese
periodo de dura represión hubo dos asaltos en el puerto de la
ciudad a los barcos cargueros que transportaban algodón. El
grupo Los Maños, que estaba en Francia en otoño de 1949,
decidió pasar a la acción en enero de 1950. Sus miembros
fueron a Barcelona, salvo Niceto Pardillo ‘Chaval’, que disintió
de los demás y se quedó en París. ‘Chaval’ pretendía emigrar a
Latinoamérica, pero no tenía documentos de viaje. Para
adquirir el pasaporte, colaboró con los agentes de Franco y
reveló los pormenores del viaje de sus antiguos compañeros325.
El 9 de enero Wenceslao Jiménez fue ametrallado en mitad de
la calle por policías y resultó gravemente herido. Antes de ser
detenido, tuvo tiempo de tragarse una cápsula de cianuro que
tenía en su pluma. Los otros tres miembros del grupo, Muñoz,
Ortiz y Gracia, cayeron en manos de la policía y fueron
condenados a muerte con procedimientos abreviados.
Finalmente fueron ejecutados el 24 de diciembre de 1950. Los
únicos supervivientes del grupo fueron ‘Rodolfo’ y Mariano

324 Giuseppe de Luisi (1886‒1962) tenía sesenta y cuatro años cuando fue detenido en
Roma. Fue condenado a seis años por tenencia ilícita de armamento pesado. De Luisi
había pasado ya veintitrés años en los calabozos de Mussolini, condenado a veinticinco
años por actividad insurreccional, pena que se incrementó cuatro años por intentar huir del
tribunal utilizando una granada. Fue liberado por los partisanos en 1945 y se distinguió en
las batallas por la liberación de Italia. Murió en un asilo de Livomo en 1962.
325 Los fascistas no le entregaron pasaporte. ‘Chaval’ fue detenido en París por atracos y
salió de la cárcel en 1954. Un grupo de anarquistas lo localizó y le dieron una paliza hasta
que perdió el sentido, creyendo que hahía muerto. Mientras los compañeros debatían
dónde enterrarlo, ‘Chaval’ desapareció en la noche. En 1976 se editó en Barcelona un
homenaje a Los Maños, que revelaba la traición de ‘Chaval’ y tenía su fotografía. ‘Chaval’
trabajaba en la imprenta del periódico La Vanguardia, con documentación falsa y
desapareció para evitar las represalias. Vid. Téllez (2004), ps. 255‒258.
Aguayo.

Pocos días más tarde, la BPS localizó la casa en la que se


ocultaba Jordi Pons “Tarántula’, miembro de la guerrilla rural
de Cataluña, que había venido a reforzar la lucha en la capital.
‘Tarántula’ se atrincheró en la casa y se defendió, pero
finalmente se entregó. En la casa se encontraron
ametralladoras y municiones. También él fue condenado a
muerte y ejecutado el 24 de marzo de 1952326. En febrero de
1950 fueron ejecutados los condenados a muerte Manolo
Sabaté, Culebras, Vidal y López. A finales de marzo, llegaron a
Barcelona Facerías, ‘Toni’ y Saborit, con el objetivo de vengar
todas esas muertes, pero también de reestructurar el aparato
clandestino. Se editó un nuevo Solidaridad Obrera y los
compañeros prepararon una acción con bombas para causar
impacto. El amanecer del 1 de abril ‒entonces se festejaba la
victoria de los fascistas en la Guerra Civil con desfiles en todo el
país‒ colocaron un potente artefacto explosivo en el estrado
de oficiales del desfile. A continuación arrojaron octavillas por
diversos puntos de la ciudad. La policía descubrió la bomba y la
desactivó, pero la patrulla que la llevaba a la seguridad se
chocó cuando el detonador ‒desactivado‒ estalló asustando al
conductor. Dos agentes fueron heridos en el accidente.

Una semana después, los tres compañeros colocaron otra


bomba, esta vez en la comisaría de Lonja. La explosión hirió a

326 La burocracia fascista lo acusó de participar en ciento veinticuatro ejecuciones de


fascistas durante la Guerra Civil en la comarca de Lleida. El total de fascistas ejecutados
en la comarca en el trienio de la Guerra Civil fue de trescientas sesenta y nueve personas.
Jordi Pons Argilés ‘Tarántula’ (1912‒1952) estuvo ausente de la comarca durante la
mayor parte de la Guerra Civil, ya que combatía en la Columna Durruti.
seis policías y destruyó la comisaría. Una manzana más allá del
objetivo vivía ‒por casualidad‒ el responsable de los
informadores que se habían infiltrado en los círculos libertarios
de Francia y hubo una gran inquietud por si la explosión estaba
relacionada con el probable descubrimiento de la red en
Francia. Facerías ya había enviado una carta confidencial a
París, donde decía que la policía estaba informada de la llegada
del grupo a la ciudad y solicitaba una investigación interna para
descubrir a los chivatos.

En abril de 1950, ‘Toni’, Facerías y Saborit intentaron atracar


la tesorería de los ferrocarriles catalanes, pero no encontraron
dinero, ya que la brigada de transporte lo había recogido una
hora antes. Dos días después atracaron con éxito en
Cerdanyola, pero a su vuelta a Barcelona con una furgoneta
robada, cayeron en un control de la policía. Abandonaron el
vehículo y empezaron a correr por los campos para escapar,
pero una bala alcanzó la cabeza de Antonio Franquesa ‘Toni’,
matándolo instantáneamente.

Facerías y Saborit escaparon y, después de haberse


escondido en la ciudad, huyeron a Francia a finales de mayo.
Unos días antes Quintela se anotaba nuevos éxitos, con las
detenciones de Amir, Urrea, Isgleas, Moreno y Meca327.

327 Santiago Amir Gruañas ‘Sherif´ y Ginés Urrea Piña fueron ejecutados el 14 de marzo
de 1952 junto a ‘Yayo’, ‘Tarántula’ y ‘Tragapanes’. Urrea habia ajusticiado antes de la
Guerra Civil al verdugo de Barcelona, cumpliendo la amenaza de la FAI a las autoridades
judiciales en caso de aplicación de penas de muerte a compañeros anarquistas. Pedro Meca
López fue condenado a veinte años, José Iglesias Paz a treinta (salió de prisión en 1963) y
Antonio Moreno Alarcón vio su condena a muerte conmutada por cadena perpetua, para
finalmente salir en libertad condicional en 1964.
Al regreso de Facerías a Francia le acompañó un suceso
desafortunado. En un control que había en Perpiñán los
franceses lo detuvieron por llevar armas. Pese a su carnet de
identidad francés falso, la policía española fue informada
inmediatamente de la detención y solicitó su extradición. La
demanda no fue aceptada y Facerías permaneció en las
cárceles francesas hasta noviembre de 1950. Las autoridades
francesas lo dejaron libre, pero le prohibieron circular por las
provincias fronterizas con España. Mientras estaba en la cárcel,
el comité de defensa del MLE proyectó un plan para asesinar a
Quintela, de cuya ejecución se encargó un grupo cuyo
responsable era César Saborit. Cuando los compañeros
llegaron a Barcelona, comprobaron que los datos que les
habían entregado eran falsos o estaban quemados y
regresaron con apuros a Francia. Los chivatos de los fascistas
habían erosionado el hermetismo conspirador del movimiento.

Facerías y Saborit decidieron tomar las riendas de la situación


y reconstituir una red ilegal de enlaces y casas seguras para no
apoyarse en las opciones logísticas del comité. En abril de 1951
regresaron a Barcelona con Jesús del Olmo ‘Malatesta’ y
Teófilo Navarro para crear bases y ocuparse de la impresión de
material de propaganda. En esta iniciativa suya se enfrentaron
al comité francés, que días antes había decidido cesar la lucha
armada. Los compañeros caminaban solos. El 20 de junio el
grupo atracó la empresa de un soplón de la BPS con un botín
de 12.000 pesetas. Esa misma noche asaltaron a un sacerdote
católico, conocido fascista y delator de libertarios, y le dieron
una paliza. El 14 de julio organizaron un atraco en un céntrico
garaje subterráneo de la ciudad, en el que sustrajeron dinero y
documentos valiosos a los clientes y huyeron con uno de sus
vehículos.

Pero por desgracia un accidente interrumpió la exitosa


recomposición. El 19 de julio de 1951 dos secretas entraron en
un autobús de línea en los barrios orientales de la ciudad, en
un recorrido rutinario. Inmediatamente reconocieron al único
pasajero que estaba sentado en el autobús, ya que sus
fotografías estaban en todas las comisarías de la ciudad. Era
César Saborit. Cuando estuvieron seguros, sacaron las pistolas
y le invitaron a que se entregase. César se lanzó sobre uno y
luchó durante unos segundos, pero cayó muerto por una bala
que le traspasó el corazón. El golpe fue duro para sus
compañeros, que se enteraron del suceso por los periódicos el
día siguiente. El grupo regresó a Francia, donde recibió una
dura crítica de los comités y la acción fue reprobada. Facerías
se convirtió además en la oveja negra para los comités del MLE.

En septiembre decidió regresar solo a Barcelona para


continuar con la tarea de recomposición de las bases y el
seguimiento de posibles objetivos. Ese mismo mes el comité
francés envió un comando de tres compañeros a ejecutar una
misión. Eran Jorge Oset, Avelino Cortés y Pedro González. Los
tres se vieron en una difícil situación en Barcelona, ya que
habían perdido el contacto con su objetivo y tenían poquísimo
dinero para subsistir. Inevitablemente, Oset intentó ponerse en
contacto con Facerías para buscar ayuda. De momento,
Facerías temió que sus compañeros le hubiesen enviado a una
misión para ejecutarlo, pero el carácter íntegro de Oset ‒al que
conocía‒ disolvió sus sospechas.

Finalmente, los cuatro guerrilleros decidieron colaborar y


atacar la Casita Blanca, “hotel” que había sido objetivo de los
anarquistas hacía dos años. En octubre robaron un vehículo y
se dirigieron a su objetivo. Una vez atados y amordazados los
guardias y el personal, empezaron a inspeccionar las
habitaciones y a sustraer dinero y documentos a los clientes.
Uno de ellos, Antonio Massana Sanjuán, intentó oponerse y
recibió una ráfaga en el pecho. El muerto era hijo del
propietario de una gran empresa de construcción de Barcelona,
padre de seis hijos, eminente ciudadano católico y partidario
del régimen. En su habitación estaba una prostituta
veinteañera. Tras el imprevisto incidente, el grupo decidió huir.
En ese mismo instante entraba en el recinto un automóvil del
que descendió otro cliente, el agregado militar de la embajada
de los Estados Unidos en París, Albert Mordon. Nada más coger
los compañeros sus documentos y comprobar su identidad, le
dieron un puñetazo y le sustrajeron bastante dinero en divisas
de varios países. Luego desaparecieron en la noche. Los
periódicos de la ciudad consagraron muchas páginas a esta
acción 328.

Pero una vez más Quintela consiguió aprovechar sus


conocimientos e informaciones y localizó el escondrijo de Oset
y González. Su objetivo era seguirlos hasta llegar a Facerías. Los
dos compañeros se dieron cuenta de la presencia policial
alrededor de su casa el 25 de octubre e intentaron sorprender
a los agentes. Tras un tiroteo, lograron escapar corriendo
porque arrojaron una granada y se ocultaron en un solar donde
había muchos vagabundos. Desafortunadamente una anciana
que los vio informó a la policía. A continuación hubo un ataque

328 Vid. Sánchez Agustí (2006), ps. 151‒153.


por sorpresa con gases lacrimógenos y los compañeros fueron
apresados vivos. Pocas horas después fue detenido Avelino
Cortés. Los tres compañeros fueron ejecutados a garrote vil el
8 de enero de 1953.

Las salvajes torturas que sufrieron revelaron a la BPS su


siguiente cita con Facerías, que era en la plaza de Molina el 26
de octubre de 1951. ‘Face’, que no sospechaba la suerte de sus
compañeros, pero siempre atento, fue a la cita veinte minutos
antes con una bicicleta. No vio movimientos sospechosos. A la
hora de la cita, las diez de la mañana, regresó con la bicicleta y
encontró a Joaquim Mir, un joven compañero que él mismo
había incorporado al grupo. Observaron que un grupo de
aldeanos estaban parados en una callejuela próxima. Facerías
se acercó a ellos con la bicicleta y les preguntó qué estaban
esperando. Estamos esperando un funeral, le respondieron329.

Cuando comprendió que se trataba de su propio funeral, se


volvió hacia Mir y partieron a pie en otra dirección con paso
rápido. Unos pocos metros más abajo se encontraron frente a
un grupo de policías que les dieron orden de detenerse.
Facerías respondió disparando directamente contra ellos y de
esa manera comenzó una lluvia de balas desde todas partes.
Los dos anarquistas, acorralados por todas partes, echaron a
correr a un garaje subterráneo y entraron en un coche que en
ese instante se preparaba para salir. Echaron fuera al
conductor y aceleraron hacia la rampa, arremetiendo contra
los policías que entraban a perseguirlos. Siguió a continuación
una persecución de las patrullas por el centro de la ciudad,

329 Sobre el suceso vid. Téllez (2004), ps. 299‒303.


pero la habilidad de Facerías conduciendo y la puntería de Mir
contra sus perseguidores, les permitieron huir.

Tenían que actuar rápido. En el enfrentamiento se había


perdido la bolsa de Facerías. En su interior había una carta de
Francia en la que estaba la dirección de su base segura en
Barcelona. Se dirigieron a la casa en el barrio del Carmelo, para
avisar a los propietarios y salvar armas y documentos que se
encontraban allí. En el momento en que se iban de la casa con
el coche robado recibieron el ataque de policías. El parabrisas
estalló y Facerías perdió el control del automóvil, que chocó
con una columna. Con dificultad abrieron una puerta y se
cubrieron bajo el coche. Mir había sido herido en el tobillo y no
podía caminar. Pocos metros más allá de los compañeros había
una ladera en pendiente. Facerías vació un cargador de la
ametralladora que a duras penas había sacado de la casa,
levantó a Mir y se precipitaron por la pendiente de la colina. La
suerte les sonrió, ya que se encontraron ante una camioneta.
Hicieron bajar al conductor y se fueron rápidamente. La herida
de Mir no era muy grave, pero el joven anarquista no podía dar
un paso.

Como es natural, los enfrentamientos de Facerías con la


policía causaron sensación en Barcelona. Los dos compañeros
dejaron tras de sí un policía muerto y nueve heridos, algunos
en situación grave. El jefe de policía habló por la radio y pidió
ayuda a los ciudadanos para detener a los “maleantes”. Fueron
rodeados barrios de la ciudad y las casas fueron
minuciosamente registradas. Las casas de los enlaces antiguos,
amigos, familiares y compañeros estaban bajo vigilancia
continua. Comparecencias y torturas estaban a la orden del
día. Pero los dos compañeros, con Joaquín Navarro, que era
miembro del grupo, siguieron sin ser detenidos.
Permanecieron tres meses ocultos en una casa sin salir siquiera
a la ventana. Los nervios de los dos compañeros más jóvenes
estaban tensos por el encierro, además en una ocasión Facerías
se vio obligado a amenazar con el arma a Navarro para impedir
que saliese de la casa. A finales de enero de 1952 Facerías
condujo a los dos jóvenes a Francia. Allí, miembros del
Secretariado Intercontinental del movimiento les prometieron
ayuda, a condición de abandonar a Facerías. Se negaron.
Facerías se convirtió en objetivo de los comités de Francia, que
presionaban a la confederación a la que pertenecía, la de París,
para que le diesen de baja, ¡porque durante años no había
pagado su cuota! Ese fue el comportamiento de los burócratas
de Toulouse con un combatiente que había abastecido la
tesorería de cientos de miles de pesetas poniendo en peligro su
vida, por los combatientes presos y las necesidades de la
organización: lo acusaron de ser un moroso del
movimiento...330.

Facerías huyó a Italia por temor a las solicitudes de


extradición del estado español al gobierno francés. La guerrilla
urbana de Barcelona de momento se apagó. Quico Sabaté
estaba todavía en las cárceles francesas y muy pocos
anarquistas habían salvado la vida o conservado su libertad.
Uno de ellos, que continuaba con su actividad, era Ramón Vila
‘Caraquemada’, que llevaba a cabo golpes en la zona
montañosa de Cataluña331. Se han referido más arriba acciones

330 Téllez (2004), p. 308.


331 A Ramón Vila Capdevila ‘Caraquemada’ se le dio ese pseudónimo por parte de las
autoridades. Tenía la cara quemada por un rayo que le había caído a edad temprana. En la
que llevaron a cabo en el norte de Cataluña unos guerrilleros
que hacían el viaje desde la frontera hasta Barcelona. Aparte
de los golpes de esos grupos, se desarrolló en la zona una
guerrilla estable cuyos principales representantes eran
Marcelino Massana ‘Pancho’ y ‘Caraquemada’.

Massana combatió en las brigadas anarquistas durante la


Guerra Civil y estuvo preso en el puerto de Alicante. Cuatro
años más tarde pasó a la clandestinidad, tras su fuga de un
campo de trabajos forzados. A continuación huyó a Francia,
donde colaboró muy brevemente con los anarquistas que
tenían como objetivo la lucha armada en la región catalana.
Massana montó una vasta red de enlaces, principalmente en
torno a su tierra natal, Berga. Su actividad subversiva empezó a
finales de 1944 con atracos en tiendas y masías que
pertenecían a individuos del régimen. El verano de 1945
procedió con su partida a volar torres de tendido eléctrico. Este
tipo de ataques provocaban serios problemas económicos a la
hacienda franquista, ya que paraban la producción en la zona
industrial del Alto Llobregat. Pocos días más tarde, la partida
de Massana entró en la iglesia de Espinalbet durante la liturgia
y atracó a todos los católicos ricos presentes. Desde la primera
fase de su actividad ‘Pancho’ se convirtió en un héroe popular
entre los habitantes de la provincia. Ignorando las
precauciones formales que tenían otros guerrilleros, aparecía a
menudo por su localidad natal, ayudaba económicamente
tanto a los pobres como a los presos y ponía en ridículo a la
Guardia Civil de la comarca, que nunca consiguió detenerlo.

comarca de Berga, donde había nacido y que constituyó su campo de actividad más
habitual, era conocido entre los campesinos como ‘Maroto’ o ‘Pasos Largos’.
Al año siguiente Massana atracó los jornales de la mina de
lignita de Serchs, con la colaboración de los hermanos Sabaté.
Pocos meses después, en marzo de 1947, repitió el mismo
atraco, obteniendo un botín de 40.000 pesetas. Durante todo
el bienio 1946‒47 la partida de Massana apoyó los esfuerzos
de la FIJL de Francia, pero también de la de Barcelona,
contribuyendo económicamente a su lucha y trasladando por
su cuenta documentos y armas. Se le atribuyó un atraco a la
casa de un conocido fascista en agosto de 1947. En septiembre
le siguió otro atraco impresionante en la masía tienda‒bar Les
Lloses. Los guerrilleros confiscaron más de 50.000 pesetas,
carabinas y objetos de primera necesidad, ya que encerraron a
los clientes en una habitación. El propietario, que era un
conocido partidario del régimen y no estaba en el momento del
asalto hizo alarde de que, si él hubiese estado presente, habría
matado a Massana. ‘Pancho’ regresó después de cuatro meses
‒en esa ocasión el propietario estaba allí‒ y, una vez que le dio
una paliza, sustrajo todos los víveres del restaurante, dinero,
alhajas y ropa y se fue de noche con sus hombres.

En 1948 la partida de Massana incrementó su actividad. Se le


atribuyó un atraco en Sant Corneli con un botín de 60.000
pesetas en junio, mientras que en ese mismo periodo volaron
bastantes torres de alta tensión en la misma comarca. El
siguiente golpe de Massana es significativo de su reputación en
la comarca. Con cobertura de sus compañeros entró en una
industria textil de Berga y ante la mirada de decenas de
trabajadores desnudó y atracó al propietario, cruel patrón
conocido en la comarca. A continuación lo amenazó con que no
se retrasase en el pago de los salarios y le hizo prometer un
aumento mientras le señalaba su arma. Pocos días más tarde,
la partida voló ciento cincuenta metros de línea de alta tensión,
sumergiendo en la oscuridad a las industrias del Llobregat.

Después de pasar una brevísima temporada en Francia,


Massana regresó en febrero de 1949 y expropió 63.390 pesetas
en una industria textil. En junio fue el jefe de una cuadrilla en la
que participaron Jordi Pons ‘Tarántula’ y Joan Busquets 332.
Cuando por vez primera volaron unas torres en las
inmediaciones de Manresa, cogieron de rehenes a un juez y a
un político falangista con su hijo. Enviaron al hijo a Barcelona
para que trajese el rescate, mientras retenían como rehén a su
padre en la masía donde pasaban las vacaciones. El rescate
eran 100.000 pesetas 333 . La Guardia Civil intensificó los
controles para localizar a la partida. En uno de esos controles,
los anarquistas asaltaron a tres agentes que querían entrar en
la masía donde se ocultaban y mataron a uno en una batalla de
dos horas. Los compañeros se apresuraron a llegar a Francia
para evitar una represión fuerte.

En octubre de 1949, una pareja de extrema derecha


partidaria del régimen y un presbítero católico fueron
ejecutados en la mansión de la pareja en Alpens. La policía
informó que el autor había sido Massana. Sus datos eran los
testimonios de los habitantes de la comarca, conocidos
opositores al régimen, a los que habían torturado para

332 Hay datos sobre muchísimos de los hombres de estas partidas que tuvieron a
Massana de jefe, pero no se añaden sus nombres para que la narración sea fluida. La
mayoría sobrevivieron a la represión y luego vivieron en Francia.
333 Massana dio mil pesetas a sus rehenes. Quinientas para regresar cómodamente a
Barcelona y las quinientas restantes las había perdido jugando a las cartas con el político.
Vid. Sánchez Agustí (2006), ps. 72‒73.
arrancarles confesiones. Además, uno de ellos fue ejecutado in
situ por la ley de fugas una vez que confesó la culpabilidad de
‘Pancho’. Massana no asumió nunca esa ejecución. Hasta su
muerte sostuvo que nunca había matado a nadie. Según se ha
referido más arriba, noviembre de 1949 constituyó un punto
de inflexión también para la guerrilla rural catalana. La muerte
a sangre fría de cinco campesinos enlaces de Massana ‒entre
ellos un tío suyo‒ con la ley de fugas y las decenas de
detenciones de miembros de su red lo pusieron en una
situación muy difícil 334.

A principios de 1950, Massana se limitó a transportar


compañeros desde y a Francia, contribuyendo a la
reconstrucción del aparato clandestino de la CNT. A la vuelta
de una misión semejante en julio de 1950, la partida se
Massana se enredó en un incidente armado con los
funcionarios de aduanas franceses. Aunque no hubo tiroteo,
Massana pasó a la lista de personas más buscadas de la policía
francesa. Regresó inmediatamente a Cataluña, con César
Saborit y Antonio Torres, que estuvieron presentes en el
incidente. El 21 de agosto procedieron a otro secuestro, del
que sacaron 100.000 pesetas para la tesorería del movimiento.
Dos días más tarde, un policía intentó hacer una comprobación
de datos a Massana en el centro de Berga. En lugar de papeles
vio una pistola que se trababa en la mano y ‘Pancho’
desapareció una vez más. Ese viaje fue el canto de cisne de su
actividad resistente.

334 Entre los detenidos estaba también el enterrador del cementerio de Berga, que era
miembro del comité local de la CNT. Muchas veces los guerrilleros, y también los comités
sindicales clandestinos, celebraron asambleas a altas horas de la madrugada en el depósito
de cadáveres del cementerio de Berga. Sánchez Agustí (2006) p. 132.
Cuando regresó a Francia, fue detenido, pasó un mes en la
cárcel y fue desterrado a una provincia francesa lejos de la
frontera. Los franquistas solicitaron su extradición por el triple
asesinato de Alpens, pero también por el resto del código
penal español entero. El proceso de demanda de extradición
era un medio de presión de las autoridades francesas sobre la
CNT del exilio. Finalmente, en 1956 acabó su destierro y se le
permitió la libre circulación 335.

El segundo pilar de la acción anarquista en la región catalana


fue Ramón Vila ‘Caraquemada’. Vila había nacido en 1908 en
un pueblo cercano a Berga y ‒huérfano a corta edad‒ ingresó
en la CNT a principios de la década de los veinte. Desde 1928
era objetivo de las autoridades. Sabotajes en fábricas que
despedían trabajadores, participación en insurrecciones del
norte de Cataluña y enfrentamientos con la policía
caracterizaron el periodo que pasó fuera de la cárcel hasta
1936. Combatió en la Guerra Civil y se refugió en Francia,
donde participó en las redes de fuga como guía de los Pirineos.
Fue detenido por la policía de Vichy y conducido a campos de
trabajos forzados en una mina, de donde huyó y pasó a la
resistencia francesa. Conocido como ‘lieutenant Remór’ dirigió
una fuerza de doscientos resistentes y luego el batallón

335 Mientras trabajaba como minero en el pueblo donde estaba desterrado, tuvo
comunicación continua con compañeros y habia acordado la activación de su lucha en
España en caso de aceptación de la demanda de extradición. Los comités de Francia no lo
apoyaron como debían; al contrario, lo difamaban hablando del dinero que había sacado de
los atracos. Era la época en que el Secretariado Intercontinental del MLE intentaba
repudiar el carácter armado del movimiento y especialmente la tendencia ilegalista.
Massana era ‒como ‘Quico’ y Facerías‒ un símbolo del movimiento, un atracador sin
blanca que puso en peligro su vida durante años con abnegación. Cuando en 1956 acabó su
destierro, estaba tan decepcionado por el comportamiento del movimiento que decidió no
volver a la lucha armada. Murió en Francia en 1981.
Libertad, que actuaba en las costas del Atlántico. Al final de la
guerra se dedicó en exclusiva a la guerrilla anarquista de
Cataluña.

Vila colaboró mucho con los hermanos Sabaté, así como con
Massana, de quien era amigo desde los años treinta. Era de los
guías y correos de más confianza del movimiento y ejecutó
muchas misiones durante su vida. En abril de 1946 salvó a
‘Quico’, ejecutando a un policía que quería detenerlo para
comprobar sus datos. En 1948 fue detenido en Francia por
tenencia de armas y municiones y pasó dos meses encarcelado.
Apenas fue liberado, pasó a España y voló el suministro de
agua de la acería de Berga, provocando daños importantes y la
interrupción del funcionamiento de la fábrica. En mayo de
1949 se le atribuyó un sabotaje en la línea ferroviaria
Vic‒Manlleu. En septiembre del mismo año fue herido en el
hombro durante el viaje que costó la vida a Ziglioli y Manolo
Sabaté. En enero de 1950, pasó por la frontera a la partida de
Los Maños y aprovechó su presencia en España para volar dos
torres de alta tensión en las inmediaciones de Manresa. Dos
meses después repitió el viaje a la comarca y en cuatro meses
golpeó tres objetivos diferentes: torres en Santa María, en
Ceres, pero también la línea ferroviaria Ripoll‒Torelló. Pero a
su vuelta a Francia fue encarcelado otros tres meses por paso
ilegal de la frontera. El verano de 1951 continuó sus acciones
preferidas, volando torres del tendido eléctrico en Manresa y
Vic, aunque se le atribuyó también un sabotaje ferroviario. La
última acción probada que llevó a cabo durante el periodo que
se estudia fue su colaboración en la fuga de Luis Agustín
‘Metralla’ en noviembre de 1952. "Metralla’, miembro activo
de la guerrilla y amigo de Facerías, había sido detenido en
verano de 1947 e iba a ser juzgado poco después de su fuga.
Escapó del castillo de Montjuic, fuera del cual le esperaban Vila
y Jesús Martínez ‘el Maño’, que lo trasladaron a Francia de
manera segura.

Estas acciones de resistencia que se han presentado no


fueron las únicas que hubo en Cataluña. Muchos sucesos
permanecieron en la oscuridad y sobre muchos más hay
solamente informaciones confusas, ya que los guerrilleros que
las ejecutaron fueron asesinados antes de que las contasen o
‒cuando no fueron detenidos‒ no quisieron nunca implicar su
nombre por prevención o modestia. Así, no se sabe quién era
el anarquista ‘Malagosso’, que ejecutó a dos partidarios del
régimen y colocó una bomba en un club nocturno de Igualada
el verano de 1947. Los hermanos Soler fueron ejecutados en
febrero de 1948 en Barcelona, acusados de haber atracado
bancos y ejecutado a dos policías en un enfrentamiento en el
metro, pero no hay datos que vinculen a esos dos anarquistas
con los atracos de los que fueron acusados. Finalmente, en
marzo de 1950, un comando de anarquistas montó una
emboscada a la Guardia Civil en la comarca de Girona y mató a
cuatro policías. Luego asaltó un puesto alejado de la Guardia
Civil en el pueblo de Val de Bianya y ejecutó a otros tres. Hubo
a continuación una gran movilización de las autoridades, que
persiguieron al comando hasta la frontera francesa. En los
enfrentamientos que se registraron hasta la frontera,
perdieron la vida otros dos policías, pero también el anarquista
Joan Subinyá. A excepción del muerto, los demás miembros de
la partida siguen siendo desconocidos. Y siguen siendo
desconocidos otros combatientes de la resistencia y
principalmente la columna vertebral del aparato clandestino,
es decir, los enlaces y vecinos de Barcelona y sus
inmediaciones, que pagaron su contribución al movimiento con
prolongados encarcelamientos, incautaciones de bienes,
torturas y ejecuciones.
LA LUCHA ARMADA EN EL RESTO DEL PAÍS (1945‒1952)

El segundo período de la guerrilla.

Desde finales de 1944 la lucha armada adoptó otra forma


tras el periodo de los huidos. Tal como se ha dicho, el
optimismo por la retirada inmediata de Franco del poder con la
ayuda de las potencias aliadas había creado un clima de
euforia, a la que acompañaba en el interior el florecimiento de
una actividad política clandestina. El Partido Comunista Español
era el que apoyaba más intensamente la organización y la
intensificación de la lucha armada, sin que eso signifique que
anarquistas y socialistas hubiesen abandonado esa perspectiva.
Ya en 1943 el PCE había llevado a cabo las primeras tentativas
de controlar ‒a través de la UNE‒ la Federación de Guerrillas
de León‒Galicia, mientras que los comunistas de la Galicia
nordoccidental no dudaron en matar a los guerrilleros
anarquistas carismáticos para llevar adelante las órdenes de la
dirección de su partido. Casos equivalentes de asesinatos de
anarquistas hubo en Andalucía en 1942 y también en bastantes
partes del país más tarde.

El trabajo de algunos historiadores osados con el fenómeno


de la guerrilla antifranquista desde la Transición hasta hoy ha
echado abajo bastantes de sus mitos. Tanto la propaganda
franquista como la tergiversación de la historia que intentó el
Partido Comunista Español para apropiarse de esa lucha
heroica mantuvieron esos mitos durante un periodo bastante
grande de tiempo. Los datos deficientes y falsos de los archivos
locales y policiales, en combinación con la obstrucción del
acceso de investigadores a expedientes judiciales y
policiales336, han venido bien a los fascistas, pero también a los
comunistas durante el primer periodo de la Transición. El
acuerdo social que culminó con la suscripción de los Pactos de
la Moncloa en 1977, en los que participaron todos los agentes
políticos y sindicales salvo la CNT, dio el tono a una estampa
histórica moderada y de palabrería que exageraba el rol del
PCE en la guerrilla y ocultaba la brutalidad fascista y el volumen
real del fenómeno.

La investigación sistemática de la guerrilla por historiadores


de todo cariz ideológico ha restablecido gradualmente la
verdad. Pero cuando eso ha sucedido, el interés de la
Transición por la historia había declinado, de manera que la
mayoría de los españoles hoy tiene una imagen distorsionada
del periodo, basada en dos mitos principales: que el fenómeno
era limitado y que la guerrilla era comunista (salvo unas pocas
excepciones). Por lo que se refiere al primer mito, ha sido
hábilmente cultivado por los fascistas ya desde los años de la
guerrilla. El régimen presentaba a los combatientes como

336 Es significativo que ciertos empleados de archivos públicos y policiales negasen al


profesor universitario Francisco Moreno el acceso a ellos, mientras al mismo tiempo se
mofaban y reprobaban su investigación. ¡Eso sucedió en el año 2000! Antes, durante la
investigación sobre el terreno de Eduardo Pons Prades entre 1975 y 1976, el autor recibió
hasta amenazas de muerte, siendo expulsado de diversos pueblos.
bandoleros, rojos delincuentes y forajidos sanguinarios,
sustrayendo de su actividad el componente político. Las
acciones de los guerrilleros eran ocultadas o tergiversadas por
la propaganda dominante. Solamente tras la supresión de la
guerrilla hubo una aceptación indirecta de su existencia,
cuando antiguos oficiales de la Guardia Civil y del ejército
escribieron libros ‒injuriosos e imprecisos‒ sobre el exterminio
de la guerrilla. Esos libros contenían datos oficiales de los
archivos estatales que durante muchos años no fue posible
desmentir, ya que el acceso a ellos estaba prohibido incluso en
los primeros años de la “democracia”. De esa manera, se
reprodujeron muchas veces y configuraron la imagen de una
guerrilla inferior con mucho a lo que fue en realidad.

El carnicero de Toledo, Ciudad Real y Granada, el teniente


coronel de la Guardia Civil Eulogio Limia, calculó que los
guerrilleros eran 2.824 personas en todo el país, de modo que
rebaja su respaldo popular. Los datos oficiales, que salieron a la
luz pública poco antes de la Transición, hacían referencia a la
existencia de 5.548 guerrilleros. Esa cifra ha seguido siendo
indiscutible durante muchos años, al mismo tiempo que la
cuenta de 19.400 enlaces de la guerrilla presos. Hoy, tras la
investigación in situ en muchas provincias y el cruce de datos,
la apreciación más serena y conservadora es que al menos
7.000 guerrilleros combatieron en los montes y de 60.000 a
80.000 enlaces sufrieron penas de prisión mayores o menores.

Miles de personas más fueron ejecutadas sin juicio por


ayudar a la guerrilla o sencillamente por su relación de
parentesco. El 40% de los guerrilleros o bien cayeron en los
enfrentamientos o bien fueron asesinados en los pelotones de
ejecución. En esas cifras faltan los anarquistas ‒más de
trescientos cincuenta‒ que actuaron en Barcelona, entrando y
saliendo por la frontera 337.

En cuanto al segundo mito, el del control total de los


comunistas sobre la guerrilla, carece completamente de
fundamento. Aunque el Partido Comunista intentó ese control,
no lo consiguió precisamente porque en ninguna parte cumplía
las condiciones para imponerlo. Así que en muchas regiones
provocaron escisiones, como en Ciudad Real, Asturias, Galicia,
provincias de Andalucía, etc... Pocas eran las zonas que el PCE
controlaba completamente desde 1945, como Albacete y Jaén,
mientras que en otras ‒como en la región catalana‒ era casi
inexistente. Hubo casos en los que los comunistas colaboraron
con los anarquistas y los socialistas también después de 1945
(Granada, Córdoba), así como casos en que esa colaboración se
logró tras asesinatos (hoy verificados) de guerrilleros
anarquistas y los equilibrios fueron delicados.

Un ejemplo característico de tal situación fue la Agrupación


Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), orgullo del partido
comunista, en la que participaban sin embargo muchísimos
anarquistas. Muchos de ellos cayeron víctimas de las purgas de

337 Pons (1977), ps. 255‒256, da las cifras de los anarquistas. Esa cifra quizás sea un
poco mayor, si nos basamos en investigaciones posteriores. Por lo que se refiere a los
cálculos globales, vid. Moreno (2001), ps. 685‒693, 735. Estas cifras reflejan la situación
del periodo 1939‒1952. No olvidemos que miles de guerrilleros (al menos mil en
Extremadura, dos mil en Asturias, pero también en otras partes) se habían echado al monte
cuando los fascistas conquistaron sus zonas y muchos de ellos estaban ya muertos antes de
1939. Si se incluye a éstos, a los anarquistas de Francia y también a los guerrilleros que
actuaron en los Pirineos durante la fracasada invasión de 1944, la cifra que guerrilleros que
actuaron en España es seguramente superior con mucho a diez mil. Vid. también Casanova
et alii (2004), p. 292‒294.
la canalla estalinista por orden de la dirección del partido en
París.

El PCE dice en sus libros de historia oficial que en 1948


ordenó el repliegue de la guerrilla y el cambio de táctica,
optando por la lucha dentro de los sindicatos fascistas, para
apoyar el mito del control de la guerrilla, pero también para
eludir las bajas sin sentido de guerrilleros tras 1947, cuando
quedó claro que Franco no sería derrocado por las fuerzas
“democráticas”. Esa es una gran mentira. El partido comunista
contribuyó solamente a la evasión de veintisiete guerrilleros de
la AGLA en 1952. No hay ningún documento histórico que
demuestre que ayudó a otros guerrilleros a escapar de la
muerte segura que significaba su permanencia en España. Al
contrario, hay testimonios de comunistas que aseguran que el
PCE en Francia se enfrentó a los que lograban atravesar la
frontera, tras épicos viajes de meses, como a traidores, pese a
que habían actuado muchos años bajo su tutela 338. Solo ciertos
delegados del partido informaron a las partidas de Galicia y
Asturias en 1950 de la decisión del partido de que se
disolvieran y se reintegraran a la sociedad, continuando solo
con la lucha política. Los guerrilleros se negaron339. Finalmente,

338 Hay muchos ejemplos semejantes de comunistas que cayeron en desgracia cuando
huyeron a Francia, después de más de diez años continuos de actividad en el monte.
Habian visto que sus familias eran encarceladas o ejecutadas, que sus hijos iban a
hospicios católicos y que sus compañeros habían muerto. Fieles al partido, cuando
perdieron todo contacto con sus tutores del PCE ‒que en muchas regiones habían
desaparecido después de 1947/48‒, atravesaron centenares de kilómetros de tierra
desconocida por el monte para llegar a Francia. La mayoría que lo intentaron fueron
asesinados por el camino. Su partido los abandonaba a merced de las autoridades francesas
y muchos fueron deportados a España. En Moreno, (2001), ps. 599‒606, hay un caso
característico, pero también una estimación general del fenómeno.
339 El único que siguió la linea del partido fue el jefe de la guerrilla comunista de
otra mentira más, que se debe a la propaganda fascista y no ha
sido desmentida por el PCE, es que las guerrillas comunistas
estaban financiadas por Moscú. La verdad es que el aparato
clandestino del partido en Madrid ‒constituido también por
delegados de Francia‒ solicitaba a los guerrilleros de Toledo y
de la sierra de Gredos que procediesen a atracar para financiar
al comité central de la capital340.

El intento del PCE de organizar partidas de guerrilleros en


todo el territorio español siguió a la empresa fracasada de la
invasión de guerrilleros por los Pirineos en octubre de 1944. La
liberación de París y del conjunto de la Francia suroccidental
había sembrado el entusiasmo en los refugiados que veían
acercarse el derrumbamiento de los nazis. Ineludiblemente
volvieron su mirada hacia España ‒hasta incluso
espontáneamente‒, muchos de ellos, que habían combatido en
la resistencia francesa, tomaron las armas y se dirigieron a la
frontera. La invasión de España fue más una demanda de las
bases que una decisión del comité del PCE que asumió la
resolución en el marco de la UNE341.

La empresa “Reconquista de España” aspiraba a la creación


de un enclave en territorio español de una profundidad de
quince a treinta kilómetros, controlado por las fuerzas de la
UNE, donde pudiese establecerse un gobierno provisional. Los
inspiradores del plan contaban con que de esa manera
forzarían a los aliados a intervenir en España y que al mismo

Asturias, vid Casanova et alii (2004), ps. 294‒295.


340 Vid. Moreno (2001), p. 368.
341 Moreno (2001), p. 246.
tiempo estallaría una insurrección popular en el interior. En la
empresa participaron casi doce mil guerrilleros. Entre ellos se
encontraba la “Agrupación CNT de la UNE”342. A finales de
septiembre, pequeñas unidades de guerrilleros realizaban
acciones de reconocimiento y preparatorias a lo largo de todos
los Pirineos.

Se fijó el ataque para el 19 de octubre. Ese día por la mañana


una fuerza de casi cuatro mil hombres realizó el ataque
fundamental en el valle de Aran.

Hubo penetraciones de divisiones pequeñas a lo largo de


todos los Pirineos. Al principio los atacantes lograron algunos
triunfos contra los fascistas, pero a medida que pasaban los
días no lograban conquistar Viella, el punto crucial del valle. La
intensa nevada y la logística difícil del ejército guerrillero
fueron rivales más importantes que los cuarenta mil soldados
de Franco en los Pirineos.

Al mismo tiempo, los guerrilleros liberaban pueblos, pero los


habitantes, entumecidos por cinco años de terror fascista, se
enfrentaron a ellos moderadamente. La llegada de refuerzos
militares y artillería adicional llevó a dar la orden de retirarse el
28 de octubre.

El 30 los fascistas habían recuperado el control de la frontera.

Las bajas fueron de doscientos cincuenta guerrilleros


muertos y setecientos cincuenta detenidos, mientras que las

342 Se calcula que unos cinco mil libertarios participaron en la UNE. En la invasión
participaron algunos de ellos, que dotaron de personal a sus propias unidades.
fuerzas franquistas perdieron en torno a cien hombres y
trescientos detenidos, que fueron trasladados a Francia 343. Casi
doscientos combatientes lograron romper las líneas enemigas y
pasar al interior del país, para engrosar las líneas de la guerrilla
local.

La mayoría de los que penetraron en el país eran comunistas.


Algunos de ellos tenían una clara misión del partido: no
combatir en la frontera, sino ir a regiones concretas del interior
y reorganizar las partidas de allí.

De esa manera empezó la tentativa de control de las


guerrillas dispersas de la península y el plan del PCE de crear
una guerrilla militarizada separada de las “agrupaciones” por
regiones y “divisiones”, bajo control de los estados mayores de
las agrupaciones344.

El objetivo esencial del partido era controlar los estados


mayores, la propaganda y los jefes de las divisiones.

343 Esas cifras comprenden a los guerrilleros del conjunto de la región de los Pirineos
durante la invasión, pero también a los que intentaron avanzar hacia el interior y perdieron
la vida en las zonas fronterizas, sin lograr el objetivo de la invasión. Sobre la invasión, vid.
Sánchez Cervelló (2003), ps. 61‒68; Sánchez Agustí, (2006), ps. 19‒20; Moreno (2001),
ps. 245‒250.
344 Esos términos militares no se correspondían con la realidad. Algunas “divisiones”
estaban constituidas por menos de diez guerrilleros, mientras que habitualmente una
división tenia de veinte a treinta miembros, aunque en ciertos casos, mínimos,
sobrepasaban los cincuenta.
Las guerrillas del centro y del sur.

Jesús Bayón ‘Carlos’ 345 fue el carismático guerrillero


comunista que desempeñó el principal papel de organización
en la creación del “Ejército Guerrillero del Centro”, en las
sierras del centro de España. Allí se crearon cinco
agrupaciones. La 1a ‒con ‘Carlos’ como jefe y Cáceres como
epicentro de acción‒ la constituían guerrilleros comunistas y
socialistas locales346 y unos pocos miembros de la CNT. En la 2a
Agrupación, que cubría Ciudad Real, los comunistas ‒pese a
que habían instigado su creación‒ no asumieron su jefatura, ya
que se hizo cargo de ella la mayoría de anarquistas y socialistas
de la región 347 . En la sierra de Gredos se creó la 11a
Agrupación, una partida numéricamente muy limitada que
surgió de cuadros del PCE y guerrilleros locales. Lo mismo rigió

345 Jesús Bayón González ‘Carlos’ dio cuerpo al plan que diseñó el comisario del partido
José Isasa. ‘Carlos’ fue acorralado por los fascistas en un maizal de Talavera de la Reina el
13 de septiembre de 1946. Observando con fidelidad el código de disciplina guerrillera
‒que él mismo habia redactado‒ se suicidó con un compañero suyo para no ser atrapado
vivo. Confiaba los puestos de responsabilidad a guerrilleros de fuera del PCE cuando
consideraba que eran los más apropiados y nunca ordenó la ejecución de un guerrillero por
razones políticas. Poco antes de suicidarse, el partido lo había degradado de jefe de la Ia
Agrupación a simple guerrillero.
346 Se define como guerrilleros locales a los que no tenían identidad política clara o
conocida. Muchos de ellos combatían la injusticia del régimen fascista o eran enlaces que
se habían visto obligados a echarse al monte para evitar ser detenidos. Una gran parte de
los historiadores considera equivocadamente que eran comunistas, puesto que estaban
bajo jefatura comunista.
347 Solo la división que cubría Jaén estaba totalmente compuesta y controlada por
comunistas, aunque orgánicamente pertenecía a la 2a Agrupación. Después de la
aniquilación del anarquista ‘Salsipuedes’ en 1943, los libertarios de la región, bajo el
mando de su subjefe, encontraron refugio en la subjefatura de Granada, según se ha
referido en el capítulo anterior.
para la 5a Agrupación de Albacete. Por el contrario, en la 3a
Agrupación de Córdoba participaban muchos anarquistas ‒que
al final la controlaron de verdad‒ y colaboraron con los
comunistas. En Córdoba más de cien guerrilleros, locales,
anarquistas y socialistas, se negaron a militarizarse. Más abajo
se presenta detalladamente la actividad de los guerrilleros
libertarios en el sistema de las sierras centrales del país.

En la 1a Agrupación de Cáceres brilló la estrella de un


excelente guerrillero libertario: Eusebio Moreno ‘Durruti’.
‘Durruti’ fue el organizador de la CNT clandestina en la región,
hasta su detención en 1945. Aprovechó un despiste puntual de
los agentes para huir del cuartel de Navalmoral y huyó al
monte con un amigo suyo. Allí se encontró con los guerrilleros
de ‘Francés’, que era un violento comunista, jefe de ‘Carlos’.
Desde el primer momento, ‘Durruti’ se ganó la confianza de los
comunistas, ya que su actividad clandestina en la zona era
conocida y había puesto sus enlaces a disposición de la partida.
Su capacidad organizativa se puso rápidamente de manifiesto y
‘Francés’ le nombró responsable de su estado mayor. Durante
toda su actividad, ‘Durruti’ siguió siendo abiertamente
miembro de la CNT, sin afiliarse al PCE o renegar de sus
postulados. La incorporación del PCE a la ANFD ‒aunque fuese
con retraso‒ favoreció esta actitud suya.

Entre el invierno de 1945 y el verano de 1946 ‒el 31 de julio


‘Francés’ fue asesinado en una emboscada‒ su partida, con la
mente organizadora de ‘Durruti’, procedió a una serie de
acciones. Su práctica preferida era la ocupación de pueblos,
donde desarmaban a los falangistas y a los guardias locales,
robaban armas, municiones, víveres y dinero y secuestraban a
miembros preclaros de la sociedad local (derechistas,
terratenientes, alcaldes) para cobrar rescates. Su más célebre
asalto de tal tipo se produjo el 17 de abril de 1945 en el pueblo
de Mesas de Ibor. Cuarenta guerrilleros desarmaron a tres
agentes de la Guardia Civil y mataron al único que opuso
resistencia. Pronunciaron un discurso en la plaza, repartieron
documentos y expropiaron lo que necesitaban. Al día siguiente
llegó al pueblo el gobernador militar de Cáceres, que ordenó la
ejecución inmediata de los tres agentes 348 . Incursiones
semejantes se produjeron en unos diez pueblos.

El dinero que expropiaron los guerrilleros de ‘Francés’,


principalmente de secuestros, pero también de atracos en
casas de partidarios del régimen pudientes, fue de más de
400.000 pesetas. Ese botín era muy elevado para una guerrilla
de monte, el mayor que había logrado cualquier partida de la
región. Igualmente, la partida de ‘Francés’ fue de las pocas en
la zona que se dedicó a sabotear con frecuencia torres de
tendido eléctrico y líneas férreas. La contribución de ‘Durruti’
en labores de organización no pasó desapercibida a ‘Carlos’,
quien le encomendó el estado mayor de la 1a Agrupación.
Pocos meses después, ‘Carlos’ fue destituido de la jefatura y la
composición del estado mayor cambió. La línea del partido
envió a ‘Durruti’ con dos guerrilleros más a reorganizar las
partidas que había en la provincia. La primavera y el verano de
1946 fueron desastrosos para la 1a Agrupación, ya que tuvo

348 El teniente Gómez Cantos, que ordenó la ejecución, fue depuesto de su cargo. ¡La
razón no fue la ejecución en sí misma, sino que no permitiese a los que iban a morir
confesarse y comulgar, hecho que provocó la protesta por escrito del cardenal primado de
España! Gómez fue responsable de centenares de ejecuciones colectivas sin juicio de
ciudadanos, tanto durante la Guerra Civil como más tarde, ejecuciones que disfrutaron del
favor del estado y de la iglesia...
muchas bajas, entre las que estuvieron también las de
‘Francés’ y de ‘Carlos’.

La continuación fue aún peor para la Agrupación de Cáceres,


que sufrió muchos reveses y algunos de sus guerrilleros se
entregaron a las autoridades y denunciaron los enlaces y los
escondrijos de las partidas que se movían por la zona. ‘Durruti’
estaba en el grupo de ‘Pinto’, un viejo contrabandista de la
zona, que se había incorporado pronto a la lucha armada. El 6
de noviembre de 1946 el grupo entró en el pueblo de Jarilla
con el objetivo de honrar el aniversario de la Revolución de
Octubre, pero también del inicio de la defensa de Madrid,
ejecutando a conocidos fascistas. Sus objetivos eran el alcalde
falangista, su secretario y también un conocido fascista que
había asesinado antifascistas arrojándolos desde el puente del
río Tajo cuando entraron los franquistas en el pueblo.

Los partidarios del régimen fueron conducidos a la plaza,


donde los guerrilleros pronunciaron un discurso ante la
multitud concentrada, izaron una bandera de la república en el
campanario y los ejecutaron tras un juicio popular. A
continuación la partida expropió dinero y víveres y desapareció
en la oscuridad. Cuatro días más tarde, la partida de ‘Durruti’
ejecutó a otros dos fascistas en un pueblo cercano.

La continua actividad provocó la intensificación de la


represión y desde noviembre de 1946 la 1a Agrupación pasó a
una posición puramente defensiva, ya que sus miembros eran
detenidos o asesinados a un ritmo acelerado, mientras muchos
se entregaban o delataban a los demás. En junio de 1947 solo
quedaban vivos cuatro guerrilleros de esa partida, apartados
del PCE, entre ellos ‘Durruti’. Dos grupos de guerrilleros de la
comarca pasaron a la provincia de Ciudad Real para escapar.

Los cuatro últimos supervivientes se vieron obligados a


limitar su actividad a permanecer ocultos durante la mayor
parte del periodo de 1947 hasta agosto de 1948. Para cubrir
sus necesidades cometieron dos atracos ‒uno en una fábrica
de harina‒ y un secuestro. En agosto de 1948 se pusieron en
contacto con un contrabandista comunista portugués que les
hizo saber que la ONU tenía una oficina en Lisboa que ayudaba
a los refugiados políticos españoles a escapar. Solo ‘Durruti’ y
un compañero suyo lograron llegar allí, los otros dos se vieron
obligados a volver a Cáceres. Finalmente, Eusebio Moreno
‘Durruti’ fue el único guerrillero de la 1a Agrupación que logró
escapar a Venezuela en barco349.

En Cáceres permaneció activa una partida de guerrilleros de


la 1a Agrupación, la que tenía de jefe a Francisco Blancas
‘Veneno’350. La táctica de Blancas fue la salvación de la partida,
ya que la mitad del año atracaba y repartía material
propagandístico por la provincia de Ciudad Real y en invierno
se ocultaba a cien kilómetros de distancia, cerca de un pueblo
de Cáceres, Cañamero. Solamente una vez la Guardia Civil
acorraló a la partida, matando a tres de sus miembros en el
tiroteo, el 1 de mayo de 1949. Mientras todas las partidas de la

349 Su compañero no obtuvo la tarjeta de embarque a causa de una infección. Pero


regresó a Cáceres y huyó con los otros dos guerrilleros a Francia.
350 Probablemente fuese libertario y tuviese contactos con el PCE a causa de su
participación en las agrupaciones. No hay que confundir a Blancas con el conocido
guerrillero anarquista Norberto Castillejo Jiménez ‘Veneno’, jefe de la 2a Agrupación de
Ciudad Real, con quien compartía apodo.
comarca eran aniquiladas una tras otra, los guerrilleros de
Blancas lograron escapar y continuaron su actividad también
en los años cincuenta. Especialmente en 1952 se dedicaron a
atracar, secuestrar y robar a un ritmo frenético y al mismo
tiempo repartían documentos que ellos mismos
mecanografiaban en el monte. El estado movilizó todas sus
fuerzas contra ellos por todo el sistema de serranías del centro
de la península. Pese a la obsesión persecutoria de las
autoridades, la partida continuó su actividad hasta abril de
1955. Entonces, Blancas y tres compañeros suyos intentaron el
largo viaje hasta la frontera francesa, abandonando la lucha
armada después de quince años. En verano de 1955 llegaron
sanos y salvos a Francia. Sus enlaces en Cáceres fueron
descubiertos y encarcelados con penas desproporcionadas y
vengativas.

A principios de 1945 se fecha la fundación de la 2a


Agrupación, que cubría la región de Ciudad Real. El partido
comunista envió a la zona a ‘Julio’ para organizar a los
numerosos guerrilleros de la región, que eran anarquistas y
socialistas por aplastante mayoría. De esa manera, en el
congreso fundacional de la 2a Agrupación, que se celebró a
finales de junio en Almadenejos, sucedió un hecho único en la
historia de la guerrilla española. Pese a que la iniciativa del
congreso fue tomada por el PCE, los anarquistas
‒principalmente‒ y los socialistas aprobaron su propia
perspectiva. Declararon que no aceptaban incorporarse a la
UNE ni financiar la tesorería del PCE y decidieron que la 2a
Agrupación se incorporase a la recién creada ANFD. Los
intentos de los comunistas de controlar Ciudad Real no
fructificaron, aunque a Almadenejos bajó toda la dirección del
Ejército Guerrillero del Centro, junto a expertos cuadros del
PCE. Fueron elegidos por votación como jefes de la agrupación
los anarquistas Norberto Castillejo ‘Veneno’ y Eusebio Liborio
‘Lavija’, expertos guerrilleros de la región.

Esta derrota política les costó especialmente a los


comunistas, quienes desde entonces, con mentiras y
exageraciones, intentaron reducir su importancia. Por el
contrario, ‘Veneno’ y ‘Lavija’ incluyeron miembros del PCE en
sus estados mayores y les confiaron una división en el este,
para asegurar la mayor combatividad posible contra el
régimen. Los comunistas convocaron un nuevo congreso en
marzo de 1946, en el que de nuevo se confirmó el status quo
de la zona y ‘Veneno’ recibió un voto de confianza para
continuar en la jefatura. Las tres divisiones de la 2a Agrupación
siguieron estando dotadas en su mayoría por anarquistas,
excepto una, en la que eran mayoría los comunistas y la
mandaban ellos mismos351.

Los anarquistas actuaban principalmente al oeste de Ciudad


Real, con Almadén y el valle de Alcudia como epicentro.
Además de las partidas que mandaban ‘Veneno’ y ‘Lavija’,
había en la región más guerrilleros anarquistas que no se
incorporaron a la 2a Agrupación, sino que prefirieron una
actividad más autónoma. El más conocido de ellos fue

351 Merece la pena decir que el comunista Francisco Expósito, comisario político de la
21 división de la 2a Agrupación, controlada por los comunistas, afirma en sus memorias
que el 80% de los guerrilleros de Ciudad Real eran comunistas, pero la dirección del
partido en Madrid cedió la jefatura a los anarquistas para no dar la impresión de que los
comunistas aspiraban a cargos y puestos de mando. Vid. Moreno (2001), p. 344. Para
quien tenga un mínimo conocimiento histórico y un análisis político más cualificado que
el de un niño, eso es una mentira evidente.
Francisco Corchado ‘Lazarete’. En la partida de ‘Lazarete’
participaba su mujer, Sergia Flores, los combatientes
anarquistas Manuel Fernández ‘Secretario’ y Raimundo Flores
‘Arroyo’ y varios guerrilleros más de su zona.

La actividad de los grupos armados en la zona era continua.


Secuestros, atracos y ejecuciones constituían su mayor parte,
aunque los anarquistas se mostraron especialmente
competentes también montando comités locales de la ANFD.
La expansión de guerrilleros en torno a la zona de las minas del
oeste de Ciudad Real obligó al estado a establecer un batallón
del ejército en Almadén, para auxiliar a la Guardia Civil en el
control de la zona. Algunos de los anarquistas que
protagonizaron esas acciones fueron Luis López ‘Lechuga’,
mano derecha de ‘Lavija’, Miguel Martín ‘Chepa’ y Fernando
Maraña ‘Joven. Este participó ‒con otros guerrilleros de todas
las tendencias‒ en el intrépido atraco del furgón de Banesto en
Puertollano el 7 de septiembre de 1946, que reportó 250.000
pesetas a la Agrupación.

Fuentes comunistas refieren que la 2a Agrupación se


reorganizó a finales de agosto, incluyendo a la guerrilla de Jaén
‒exclusivamente comunista‒ y excluyendo a los anarquistas y
socialistas, que habían abandonado la lucha352.

352 El autor del libro más detallado sobre el tema se basa, para esta información, en la
declaración del guerrillero comunista ‘Timoshenko’, que prestó cuando se entregó y
empezó a delatar a compañeros. Desgraciadamente el autor repite ¡ocho veces! la
afirmación de ‘Timoshenko’ de que los jefes anarquistas ‘Veneno’ y ‘Lavija’ declararon el
“sálvese quien pueda” el verano de 1946. Invalida esa subestimación la colaboración de
anarquistas con comunistas incluso después de esa fecha, pero también la permanencia de
los anarquistas en la guerrilla de la región. Tal vez los comunistas decidieron disociarse de
los anarquistas y conservar el nombre de 2a Agrupación sin que los anarquistas se
Los anarquistas, por supuesto, no habían abandonado la
guerrilla; al contrario, ‘Lavija’ organizó otro atraco
deslumbrante el 24 de septiembre de 1946, en esta ocasión al
tren correo Madrid‒Badajoz. Los guerrilleros subieron al tren
en la estación de Puertollano sin hacerse notar y en su
recorrido irrumpieron en el último vagón, desarmaron a los
guardias y robaron trece sacas con dinero. La cantidad no se
dio a conocer, pero seguro que fue muy grande.

En octubre de 1946 ‘Lavija’ viajó a Madrid con Julio Rodríguez


‘Cubano’ ‒probablemente también estaba con ellos ‘Joven’‒
para ponerse en contacto con el comité nacional de la CNT.
Enrique Marco, el secretario, preparaba una huelga en
Barcelona, así que ‘Lavija’ se entrevistó con Cipriano Mera,
quien le informó que debería esperar cinco días hasta el
regreso de Marco. Pero dos días después, el 4 de noviembre de
1946, el escondrijo de los anarquistas en el barrio de Tetuán
recibió el asalto de la Guardia Civil. Los agentes intentaron
irrumpir en la casa por la noche, pero los guerrilleros los
recibieron con una lluvia de balas. El tiroteo continuó en la
calle, cuando los compañeros intentaron escapar. Cayeron
muertos dos agentes, pero en el enfrentamiento también
perdió la vida Eusebio Liborio ‘Lavija’, jefe de la 2a
Agrupación353.

incorporasen a esa opción. La represión ya habia golpeado a muchos guerrilleros de la


agrupación y algunas partidas habían sido aniquiladas. Moreno (2001), capítulos 5 y 9.
353 Moreno ‒siguiendo las memorias del comunista Expósito‒ dice que ‘Lavija’ y
‘Joven’ conocieron a dos mujeres y decidieron llevarlas consigo a Madrid para construir
una nueva vida con dinero de atracos y estafas... La versión más probable, teniendo en
cuenta el testimonio de Mera, es que ‘Cubano’, ‘Lavija’ y ‘Joven’ querían pasar a Francia
e incorporarse a la guerrilla urbana de Barcelona en 1949. ‘Cubano’ lo logró y, según se ha
En Ciudad Real el invierno era muy difícil para los guerrilleros,
a causa de la intensa represión contra ellos. El golpe definitivo
a los anarquistas se dio el 21 de abril de 1947. La noche previa
un comando de diez hombres había robado animales en una
finca para alimentar a los guerrilleros. La movilización del
ejército y de la policía en la zona fue inmediata y los hombres
se dividieron en dos grupos para huir de sus perseguidores.
Pero un grupo fue localizado por los soldados y acorralado. En
el enfrentamiento que hubo a continuación, fueron muertos
los anarquistas Manuel Martínez de la Mata ‘Mera’ y Norberto
Castillejo ‘Veneno’, mientras que el comunista ‘Timoshenko’ se
entregó y otro guerrillero herido fue detenido. La relevante
baja del cabecilla anarquista de la comarca se completó con la
presteza de ‘Timoshenko’ en la delación de sus compañeros
para salvar la vida. Una serie de enlaces, escondrijos y guaridas
de la comarca fue descubierta, por lo que se ocasionó un golpe
muy fuerte a la red de los anarquistas.

La mayoría de ellos se vieron obligados a refugiarse en zonas


vecinas y se advirtieron señales de disolución de la guerrilla. La
partida de ‘Lazarete’ se disgregó. Algunos guerrilleros se
dirigieron a Córdoba, mientras que ‘Lazarete’, su mujer y dos
compañeros se quedaron en la comarca. Las acciones en la
comarca de las minas de Almadén se redujeron. Su mejor
representante fue la partida de los anarquistas ‘Lechuga’ y
‘Chepa’. En el verano de 1947 el comandante de la Guardia
Civil de la comarca cambió y ocupó el puesto Eulogio Limia, uno
de los más competentes oficiales de Franco en la lucha contra

contado, fue asesinado en Barcelona en 1949. De ‘Joven’ hay datos escasos, sabemos
solamente que también él fue asesinado por la policía en Barcelona en 1947. Vid. Mera
(2006), ps. 410‒411 y Moreno (2001), ps. 356‒357.
los guerrilleros. Limia se concentró en dos tácticas. La primera
consistió en transformar a los guerrilleros en delatores a
cambio de recompensas económicas o reducciones de penas.
La segunda fue la creación de las “contrapartidas”, que eran
partidas de policías que se disfrazaban y transitaban por el
monte haciéndose pasar por guerrilleros. Compraban víveres a
fincas y majadas remotas y, cuando su propietario no
denunciaba inmediatamente su presencia a las autoridades,
volvían, lo detenían y lo torturaban como sospechoso de ser
enlace de los guerrilleros.

Los guerrilleros delatores cumplían a menudo funciones de


guías de las contrapartidas. El plan de Limia cambió la filosofía
de la represión, no solo en Ciudad Real, sino también en
muchas otras regiones de España, en las que se siguió su
ejemplo. Por lo que concierne a la 2a Agrupación, en la que
habían quedado los comunistas, el plan de represión se
demostró muy eficaz. Todo el estado mayor ‒excepto ‘Julio’,
que había caído en combate‒ aceptó colaborar con el estado y
se entregó, delatando a decenas de simples guerrilleros y
centenares de enlaces. Entre los traidores de Ciudad Real
figuran los nombres de dos anarquistas. ¡Durante un secuestro
en febrero de 1948, el secuestrado, hijo de un terrateniente,
convenció a ‘Lechuga’ y a ‘Chepa’para que se entregaran a las
autoridades!

Los dos hombres condujeron a una contrapartida tras las


huellas de ‘Lazarete’. El 5 de marzo de 1948 ‘Lazarete’ y su
mujer, Sergia Flores, fueron acorralados en una finca de
Almodóvar y eligieron morir con las armas en la mano.
Llevaban casi ocho años viviendo en el monte y tenían
cincuenta años. ‘Lechuga’ fue recompensado por la delación de
este guerrillero emblemático de la comarca con el permiso de
apertura de una cantina en un pueblo cercano. Allí lo
recuerdan algunos habitantes mayores, sentado en la cantina
con las armas en la mano, ya que vivía siempre con el miedo de
que un viejo compañero se vengase de él. Por desgracia eso no
sucedió, porque la tarea represiva de Limia diezmó la guerrilla
de la comarca. En octubre de 1949 Limia se trasladó a Granada,
en cuanto su tarea en la zona de Ciudad Real hubo concluido
con la completa extinción de la 2a Agrupación.

La 3a Agrupación cubría la región de Córdoba y actuaba


principalmente en su zona norte. Fue creada hacia el otoño de
1945 por un delegado del PCE que sentó sus bases en la masa
montañosa de Sierra Morena, principalmente en torno al
bastión anarquista de la zona, el pueblo de Villaviciosa. A la
iniciativa comunista se incorporaron bastantes anarquistas,
aunque fueron muchos los que prefirieron una actividad
autónoma. Entre los primeros que se alistaron en la 3a
Agrupación estuvo Dionisio Habas ‘Eugenio del Real’ y su
hermano Nemesio. Ambos hermanos eran conocidos
anarquistas de Villaviciosa cuya madre había sido ejecutada en
1936 por ser miembro de la FIJL. Los Habas participaron en el
asalto a las minas de Peñarroya el 13 de mayo de 1946. Allí una
vez que robaron toda la dinamita, mecha y detonadores que
podían acarrear, volaron las instalaciones y el polvorín.

Dionisio Habas estaba desde el principio en la partida del


comunista ‘Godoy del Pueblo’, con quien en cierto modo
llevaba la atípica cogestión de la comarca. La jefatura
comunista de la 3a Agrupación mantenía una actitud más
defensiva con la propaganda como objetivo principal. Pero la
división de ‘Godoy’ y de Habas marcaba la pauta de la
resistencia en el norte de Córdoba. En la partida eran mayoría
los anarquistas de la comarca, como los cinco hermanos Martín
Benítez, José Ramos ‘Ramillos’, los primos José y Juan Molina
‘Los Pelaos’, Miguel Guardia ‘Botasfinas’ y Benito Gómez
‘Zurdo’. Todos ellos eran habitantes de Villaviciosa, campesinos
y ganaderos anarquistas, que vivían una represión bárbara y
habían visto a los pelotones fascistas ejecutar a amigos y
parientes. Empezaron a ejecutar a chivatos y colaboradores de
la Guardia Civil en la comarca que estaba bajo su control.

En marzo de 1947 murieron en enfrentamientos con la


Guardia Civil Juan Molina ‘Pelao’ y el hermano de Dionisio
Habas, Nemesio. Dos meses y medio más tarde, en una
emboscada del ejército catastrófica, perdieron la vida los cinco
guerrilleros que formaban el estado mayor de la 3a Agrupación.
Además ‒incluso formalmente‒ la jefatura había pasado a
manos del anarquista Habas y del comunista ‘Godoy’354. Los
dos abrieron un ciclo de violencia en toda la comarca cuyos
protagonistas fueron los guerrilleros anarquistas. Su actividad
fue frenética en 1947.

La financiación de la guerrilla se hacía mediante atracos a


industrias y a partidarios del régimen pudientes, así como
mediante secuestros. Los ataques con bombas eran frecuentes,
principalmente en líneas férreas y torres de tendido eléctrico,
pero también en edificios públicos de los pueblos de la

354 El comisario del partido de la 3a Agrupación intentó controlar el funcionamiento de


la nueva jefatura, pero no lo tenían en cuenta. Además en la primavera de 1948 le instaron
a irse de la comarca. Moreno (2001), p. 303.
comarca. La posibilidad de los ataques con dinamita se
incrementó después de julio de 1947, cuando se expropió el
polvorín de las minas de Espiel.

Pero lo que caracterizó a la guerrilla de Córdoba fue su


actividad continua contra los traidores y los fascistas de la
zona. Cuantos colaboraban con las autoridades o contribuían
con su tarea represiva constituían el objetivo de los grupos
armados, principalmente de la partida de anarquistas de
Villaviciosa. En 1947 procedieron a ejecutar al menos a quince
informantes. Entre ellos estaba un joven que en 1942 ‒aún
adolescente‒ había denunciado la presencia de una partida en
la comarca de Los Blázquez, con el resultado de la muerte de
seis guerrilleros, entre los que estaba el jefe ‘Corruco’ 355. En
otras ocasiones los ejecutados eran propietarios de cortijos
donde habían muerto guerrilleros. Al guardia de las minas de
Espiel, que había corrido a avisar a la Guardia Civil del robo de
explosivos y la llevó tras las huellas de los guerrilleros, se le
encontró en su casa ahorcado y castrado. Casi siempre los
guerrilleros dejaban sobre las víctimas una nota que explicaba
su acción. Una de esas notas, que se encontró sobre un pastor
ahorcado, decía: Esta persona no quiso salvarse y tres veces que se
le habló, las tres dio cuenta. Por chivato. Ha dado tres veces cuenta
y esta cuatro: veremos si da otra vez356.

355 ‘Corruco’ se había echado al monte en 1939 con ‘Lavija’ y ‘Joven’, los dos
guerrilleros anarquistas de Ciudad Real. El único superviviente del desastre de Los
Blázquez fue ‘Joven’, sobre el que desde antes había sospechas de que era traidor. Los
hombres de Habas descubrieron mediante un trabajo sistemático la identidad del soplón y
lo ejecutaron el 18 de marzo de 1947. Moreno (2001), p. 481.
356 Moreno (2001), p. 480.
El agresivo comportamiento de los anarquistas de Córdoba
no tenía nada que ver con su carácter, pero tampoco con un
intento de aterrorizar en general a la población. Reflejaba más
el talante positivo con el que la población de los pueblos de la
zona ‒gente sin tierra con una larga tradición política‒
abordaba la guerrilla. El auxilio activo de los habitantes a los
anarquistas imponía la venganza ejemplar de los delatores,
porque no solo ponían en peligro a los hombres armados, sino
también a la vasta red de enlaces y simpatizantes. Eso lo
comprendió bien el jefe de la Guardia Civil de la región, que
decidió responder a la acción de los guerrilleros con una
campaña de terror sobre los habitantes de la zona para aislar la
ayuda a la lucha armada. Hasta 1949 las autoridades habían
ejecutado sin juicio a más de ciento sesenta personas 357. Los
cadáveres de los ciudadanos se dejaban en las plazas o en
puntos donde los guerrilleros habían hecho sabotajes, para dar
ejemplo a la población.

Dos de los muertos eran cuadros del aparato clandestino de


la CNT en la zona. Joaquín Chamizo, obrero de un taller de la
capital de la provincia de Córdoba, fue llevado al monte y
ejecutado, ya que no había hablado tras los crueles tormentos
a los que le habían sometido. El otro, Antonio Salado,
secretario de la CNT en Hornachuelos, fue detenido el 17 de
marzo de 1948. Sabía que su final estaba decidido cuando
simuló ser colaborador y se ofreció para conducir a los agentes
a un supuesto escondite de documentos ilegales en el campo.

357 La mayoría ‒al menos ochenta‒ fueron ejecutados en 1948. Los datos oficiales de los
ejecutados están en Moreno (2001), ps. 570‒574, aunque hay sospechas de que esa lista es
mayor. Más de cien muertos corresponden a una comarca que cubre seis o siete pueblos de
montaña.
Mientras atravesaban a pie un elevado puente sobre el río,
Salado se lanzó sobre un guardia para arrastrarlo consigo a la
muerte tirándolo puente abajo. Consiguió llevarse consigo solo
la capa del policía, que conservó en el último instante su vida y
no siguió a Salado en su fatal caída.

Aparte de la violencia ciega contra la población, el estado


consolidó las fuerzas en la región, alarmado por la
intensificación creciente de la actividad guerrillera. Los
hombres armados ‒principalmente anarquistas‒ de la comarca
no se arredraron. En 1948 empezaron a invadir pueblos, donde
colocaban banderas de la FAI y de la república, escribían
consignas en los muros y repartían material propagandístico. Al
mismo tiempo, expropiaban lo que necesitaban y colocaban
aparatos explosivos en edificios estatales y estaciones de
tendido eléctrico. Los sabotajes en las líneas ferroviarias y en
las torres continuaron sin cesar 358 y lo mismo los secuestros.
Las ejecuciones de campesinos simpatizantes, enlaces y
familiares llevaron a los guerrilleros a represalias contra
fascistas, confidentes y paraestatales. En 1948 ejecutaron al
menos a veintitrés personas más, que de una u otra manera
colaboraban con el régimen contra la guerrilla. La violencia no
se limitó solo a falangistas y confidentes, pero llegó al grado de
tender emboscadas a patrullas de la Guardia Civil, hecho que
habitualmente evitaban los guerrilleros a causa de la
inferioridad de su armamento y a la falta de municiones.

358 Las estadísticas oficiales del estado refieren veintiséis sabotajes, pero todas las cifras
de las estadísticas del estado están ‒intencionadamente‒ reducidas. Córdoba era una
provincia con un elevado número de sabotajes en comparación con otras regiones. La
cantidad de explosivos expropiada, que ofrecía la posibilidad de ataques con bomba,
desempeñó un papel importante. Vid. Pons (1977), ps. 86,433.
Ambas emboscadas las tendió la partida de ‘Vicente del
Puerto’, que era uno de los cinco hermanos Benítez,
Florencio 359. Las patrullas de la Guardia Civil se dieron a la fuga
en ambas ocasiones con bastantes heridos.

La vigorosa cuadrilla de anarquistas de Villaviciosa, cuyo jefe


era Habas, consiguió repeler el ataque de las fuerzas de
represión hasta el otoño de 1949 con relativamente pocas
bajas. Otras partidas de Córdoba tuvieron peor suerte. Ya
desde finales de 1947, las partidas comunistas ‒en su mayoría
defensivas‒, algunos guerrilleros autóctonos, pero también
partidas anarquistas de otras comarcas habían empezado a ser
disueltas por la Guardia Civil. Más o menos setenta guerrilleros
cayeron muertos en una lucha desigual y, de esa manera,
desde el otoño de 1949 la 3a Agrupación estuvo controlada
exclusivamente por los anarquistas de Villaviciosa, que
constituían la aplastante mayoría de sus combatientes vivos. El
jefe seguía siendo Dionisio Habas ‘Eugenio del Real’, con el
comunista ‘Godoy del Pueblo’, quien en realidad había dejado
mandar a los anarquistas, ya que, aparte de él, habían quedado
en la partida otros dos guerrilleros comunistas más.

La dura represión en los pueblos de la comarca llevó a los


anarquistas a la sierra, más a occidente, en la provincia de
Sevilla. Allí, en el pueblo de Cazalla de la Sierra, había un
aparato clandestino de la CNT pujante, que ofreció

359 Los hermanos Martín Benítez eran los siguientes: José ‘Pedro’ (muerto en un
enfrentamiento el 23 de marzo de 1949), Cándido ‘Rafaelito del Puerto’ (que fue
asesinado el 21 de agosto de 1950 por la Guardia Civil tras una larga persecución y cuando
se había apartado de sus compañeros), Julián ‘Daniel’ (que fue ejecutado por sus
compañeros por una falta grave, y Florencio ‘Vicente del Puerto’, el último guerrillero de
la 3a Agrupación ejecutado el 11 de mayo de 1953 en Sevilla.
generosamente su ayuda a los guerrilleros. Ofreció a los
perseguidos de Córdoba techo y alimento y señalaba objetivos
para cometer atracos a partidarios del régimen de la zona. La
partida de Habas consiguió expropiar casi 300.000 pesetas en
un periodo de tiempo muy pequeño. El dinero se destinó a
ayudar a los presos y a sus familias y se utilizó también para
alquilar o comprar apriscos y huertos en la comarca, para que
los combatientes tuviesen bases seguras. Además, algunos
jóvenes anarquistas de Cazalla decidieron hacerse guerrilleros
en un periodo en que la guerrilla tenía enormes bajas.

Por desgracia, al traslado de los combatientes hacia el oeste


le siguió el correspondiente traslado del terror de estado. El 15
de enero de 1950 hubo un encuentro de miembros de la CNT
en Cazalla en el que participaba también un delegado del
comité regional de Sevilla. La Guardia Civil rodeó la cabaña en
la que se celebraba la reunión y la acribilló con ametralladoras,
sin invitar a los asistentes a entregarse. Encontraron la muerte
tres varones y una mujer. Al mes siguiente los policías
procedieron a ejecutar a más campesinos y miembros de la
CNT para romper la red de ayuda a los guerrilleros. En la
primavera de 1950 la partida se separó en dos secciones.
Habas, ‘Botasfinas’ y Antonio Serrano ‘Mohíno’ se quedaron
con los tres comunistas en la provincia de Sevilla, mientras que
Cándido y Florencio Martin Benítez, ‘Ramillos’ y unos pocos
anarquistas más regresaron a los montes de Villaviciosa.

En los meses siguientes el grupo de Villaviciosa fue


exterminado por las autoridades. La muerte del anarquista José
Ramos ‘Ramillos’ el 3 de febrero de 1951 es un ejemplo típico
de la desigual batalla que daban ya. La Guardia Civil había
descubierto a un enlace de ‘Ramillos’, un campesino pobre que
vivía en una cabaña. Un destacamento estuvo esperando
encerrado en la cabaña quince días hasta que aparecieron los
guerrilleros. Pese a que ‘Ramillos’ vigiló la cabaña durante un
día para asegurarse de que no corría peligro de ser
denunciado, no se dio cuenta de la trampa y, cuando fue a
entrar por la noche, le acribillaron a balazos en la puerta antes
de que le diese tiempo de reaccionar.

‘Vicente del Puerto’, solo tras la muerte de su hermano


Cándido, se dirigió a la ciudad de Sevilla para ocultarse. La
opción de abandonar las armas y esconderse la tomaron
también los guerrilleros de la partida de Habas y ‘Godoy’.
Mediante el aparato clandestino de la CNT en Sevilla, los tres
compañeros comunistas y los tres anarquistas se proveyeron
de documentos falsos y empezaron a trabajar en un régimen
de semiclandestinidad. Pero una serie de detenciones de
miembros de la CNT condujo tras las huellas de los guerrilleros
anarquistas, que finalmente cayeron en manos de los fascistas
el 19 y el 20 de junio de 1951. Tras casi un mes de torturas, las
autoridades arrancaron los datos que finalmente les
condujeron a la detención de los tres comunistas.

Aparte de los guerrilleros, las autoridades desarticularon la


mayor parte de la CNT clandestina de la provincia de Sevilla. En
los tres tribunales militares que se formaron a continuación,
todos los guerrilleros de la 3a Agrupación, salvo un comunista
que colaboró con las autoridades, fueron condenados a
muerte. El 30 de enero de 1953 fueron ejecutados junto al
cementerio de Sevilla Hilario Martínez ‘Godoy del Pueblo’, de
treinta y seis años, Dionisio Habas ‘Eugenio del Real’, de
cuarenta, y Miguel García ‘Botasfinas’, de veinticuatro 360. El 11
de mayo de 1953 fueron ejecutados en el mismo cementerio
los anarquistas Florencio Martín Benítez ‘Vicente del Puerto’,
de treinta y cuatro años, y Antonio Serrano ‘Mohíno’. Así se
cerró la historia de la guerrilla de Córdoba, una de las guerrillas
más sangrientas de España.

Intensidad y duración equivalentes tuvo también la mayoría


de las guerrillas de Andalucía. Las condiciones para el
desarrollo de la lucha armada allí eran ideales. Una gran parte
de la población de Andalucía, que estaba entre las regiones
más pobres de España, se había decantado contra Franco y
vivía bajo un régimen de terror continuo. La cercanía de las
costas de Andalucía con África permitía transportar hombres y
armas, mientras que las altas y abruptas sierras del interior
ofrecían cobertura a los combatientes, condiciones que, en
combinación con el consentimiento por parte de la población,
agigantaron las capacidades de la guerrilla.

Las raíces de la organización de la guerrilla se remontan ya al


periodo de los huidos. Los numerosos combatientes libertarios
de la región habían organizado la CNT clandestina casi en toda
Andalucía, auxiliados por partidas de guerrilleros tanto en las
ciudades como en los pueblos. Un momento crucial lo
constituyó la fundación de la Agrupación Guerrillera de
Gibraltar en 1944 por anarquistas que actuaban en las
provincias de Málaga y Cádiz. El jefe de la agrupación era
Bernabé López Calle 361. Pocos meses antes los comunistas

360 Miguel García Vázquez ‘Botasfinas’ fue la pesadilla de los confidentes y de los
fascistas de Córdoba, ya que era quien habitualmente se hacía cargo de las ejecuciones.
361 Bernabé López Calle ‘Bernabé’ o ‘Comandante Abril’ (1889‒1949) era miembro de
habían puesto en marcha su propia organización, con la
Agrupación Stalingrado de Málaga. Ambas agrupaciones
llegaron a un acuerdo en agosto de 1945 y fundaron la
Agrupación Fermín Galán, que se incorporó primero a la UNE y
luego a la ANFD. Bernabé asumió la jefatura. La Agrupación
Fermín Galán es el único caso en la guerrilla española en el que
comunistas y anarquistas se coordinaron y colaboraron desde
el principio hasta su derrota, sin interrupción. En ello
desempeñó un papel importante tanto el carácter de Bernabé
como el predominio de los anarquistas en la zona.

La agrupación de Bernabé llegó a su apogeo en 1946‒47, en


que congregó a más de cien guerrilleros, apoyados por una red
más amplia de enlaces y el comité regional de la CNT de
Andalucía. El hermano de Bernabé, Pedro, tenía la
responsabilidad de enviar municiones y provisiones desde
Tánger, en Marruecos, a España. Los anarquistas habían
llevado la intendencia de la agrupación magníficamente y
disponían hasta incluso de asistencia médica y farmacéutica,
fenómeno raro para la guerrilla en España. Pero el cambio de la
situación política internacional después de 1948 tuvo una
influencia negativa en la moral de los guerrilleros y muchos
prefirieron huir a África, pesimistas ante el desenlace de la
lucha.

Bernabé no puso obstáculos a los guerrilleros que elegían esa


opción, aunque al mismo tiempo aumentaba su violencia
contra el régimen con la mayoría de sus hombres, que optaron

una conocida familia de anarquistas de Málaga. En la Guerra Civil organizó con su


hermano una columna que disolvieron los comunistas. En 1939 ayudó a Mera a derrotar a
los estalinistas.
por quedarse con él en España. Los frecuentes
enfrentamientos con las fuerzas policiales y militares, los
secuestros y los sabotajes continuaban sin parar hasta 1949 y
la agrupación tuvo bajas escasas, gracias a la colaboración y al
consentimiento de parte de los habitantes humildes del sur de
Andalucía. Esta situación cambió desde el verano de 1949,
cuando Franco trasladó a la región a los oficiales que fueron
responsables de la represión de Córdoba y Ciudad Real. La
táctica de las torturas masivas y las ejecuciones de enlaces, de
la quema de pueblos y de las contrapartidas dio frutos en
breve y empezó a diezmar a los guerrilleros con las fuerzas de
apoyo que llegaron a la región.

Pese a la represión, Bernabé logró llevar a cabo el mayor


atraco de la guerrilla andaluza en septiembre de 1949 en el
cortijo Regino. El botín fueron 700.000 pesetas, cantidad con la
que se proponía reorganizar la guerrilla para evitar su
exterminio. Por desgracia no llegó a completar sus planes, ya
que el 31 de diciembre de 1949 su comando recibió un ataque
en Medina Sidonia. Bernabé fue gravemente herido en la
batalla e intentó huir con sus hombres, pero, cuando
comprendió que no podría lograrlo, se suicidó para no caer
vivo en manos de sus perseguidores. En la misma batalla
desaparecieron bastantes guerrilleros, entre ellos también
Francisco Barragán ‘Benito’.

Los hermanos Francisco, Diego y Julián Barragán habían


fundado la partida de Los Morenos de Cortes ya en 1939.
Participaban en la Agrupación Fermín Galán y actuaban
principalmente en la zona de Cádiz. Los datos sobre los otros
dos hermanos son confusos. Tal vez lograron salvarse pasando
a África. La muerte de Bernabé y la intensificación de la
represión llevó a la misma opción también a otros miembros
de la agrupación. En un intento de fuga semejante halló la
muerte Cristóbal Ordóñez ‘Libertario’, que era la mano derecha
de Bernabé. El 29 de mayo de 1950 cayó en una emboscada de
la Guardia Civil en la costa de Cádiz, mientras esperaba con
otros tres compañeros el bote que los trasladaría a África. Los
cuatro anarquistas intentaron defenderse con las armas, pero
estaban condenados. Cayeron muertos también José Barea
‘Curicán’, guerrillero, Francisco Ruiz, enlace, y Antonio
González Tagua, secretario general del comité local de la CNT
de Sevilla.

Otras partidas de la Agrupación Fermín Galán siguieron


protegiéndose en el monte. Una de ellas fue la partida de los
Pataletes, que eran los hermanos José y Juan Castillo. Su
presencia de seis años en la guerrilla acabó en 1950. Los
hermanos murieron en combates con la Guardia Civil en enero
y abril del mismo año. La misma suerte corrieron también los
dos hijos de Bernabé, que continuaron la lucha tras la muerte
de su padre. El 16 de noviembre de 1950 se entregó a las
autoridades el guerrillero ‘Palma’, inmediatamente después de
haber matado a ‘Joseíto’, el hijo de Bernabé. A ‘Palma’ no le
bastó con esa traición, sino que procedió a delatar también al
último comando de la Agrupación Fermín Galán. El 18 de
diciembre de 1950 decenas de soldados tendieron una
emboscada en la que hallaron la muerte los cinco últimos
guerrilleros libertarios de la zona, entre ellos el otro hijo de
Bernabé, ‘Pedro de Alcalá’362.

Casi en la misma zona que los guerrilleros de la Fermín Galán


estaba también un grupo de cinco duros guerrilleros
anarquistas, que no se habían alistado en ninguna agrupación.
El jefe era Diego Gómez, ‘Diego el de la Justa’. Gómez era un
campesino pobre sin tierra, que en 1932 había asesinado al
terrateniente de la comarca, cuando éste se negó a renovar el
contrato de arrendamiento del campo del que había vivido
durante veinte años. La CNT había apoyado a Gómez y él,
cuando salió de prisión en 1936, luchó con pasión en las filas de
los anarquistas. La partida de Gómez estaba en el monte desde
1939. La definía una particular violencia contra los partidarios
del régimen en la comarca. Acometió muchas expropiaciones,
pero también asesinatos de grandes terratenientes hasta que
fue eliminado en una emboscada de la Guardia Civil en mayo
de 1949.

La parte occidental de la provincia de Málaga y Granada se


organizaron en agrupaciones diferentes. En 1946, los
comunistas fundaron la Agrupación de Guerrilleros de
Granada, que incluía gran número de anarquistas. Pero la
pronta eliminación del estado mayor comunista de hasta 1947,
condujo a la disolución de esa agrupación y a la entrada de

362 Pocos meses antes había sido detenido el guerrillero anarquista Antonio Núñez,
fundador de las partidas de Ubrique con ‘Libertario’. Fue ejecutado en Sevilla el 28 de
febrero de 1952. El único superviviente de la agrupación fue Pablo Pérez ‘Manolo el
Rubio’, comunista, fundador de la Agrupación Stalingrado y colaborador de Bernabé.
Pérez abandonó la guerrilla en 1949 y se ocultó en un aprisco bajo la protección de una
pastora. Las autoridades lo localizaron y lo prendieron después de veintisiete años, ¡en
1976! Los jueces decidieron que su encierro durante veintisiete años en el aprisco era
suficiente castigo y lo absolvieron por decreto...
guerrilleros comunistas en la recién fundada Agrupación
Granada‒Málaga, que siguió siendo conocida con el nombre de
su comandante ‘Roberto’ 363 . Los guerrilleros anarquistas
continuaron sus actividades de manera independiente, en
connivencia con la CNT clandestina de Granada y de Málaga.
Especialmente en Granada los anarquistas tuvieron una
presencia muy intensa, con los legendarios hermanos Quero
como figuras más reconocidas.

La muerte de José Quero en noviembre de 1944 fue el primer


golpe a la guerrilla urbana de Granada. Pero los guerrilleros
anarquistas siguieron con su actividad, principalmente con
secuestros y atracos, cuyo botín cubría las necesidades de la
organización clandestina, pero también las de los presos
libertarios y sus familias. La labor represiva de la policía se
concentró principalmente en los dos barrios de la ciudad donde
los anarquistas tenían multitud de compañeros que les daban
cobertura. Esos barrios eran el Albaicín y el Sacromonte. Allí
logró localizar la policía a la partida el 15 de enero de 1945.
Hubo un largo enfrentamiento, durante el cual los tres
hermanos e incluso algunos guerrilleros más lograron escapar.
En su casa fueron atrapados tres miembros del grupo: Antonio
Velázquez ‘Antonio el de Güéjar’, Baldomero de las Torres
‘Mecánico’ y un compañero cuyos datos se desconocen. La

363 José Muñoz ‘Roberto’ fue un comandante comunista especialmente violento y


capaz. Su agrupación llegó a las doscientas personas en 1949 y funcionaba con disciplina
militar (había ejecutado a más de veinte guerrilleros para dar ejemplo). Sus éxitos contra el
ejército, junto con los éxitos y el desarrollo de la guerrilla de Bernabé, fueron causa del
extremo terror de estado en Málaga de 1949 a 1951. ‘Roberto’ fue detenido en Madrid en
1951, mientras arreglaba la evacuación del resto de su agrupación, tras haber sido
diezmada en 1950. Se ofreció a delatar a los demás compañeros suyos y provocó la
ejecución de seis de ellos y el encarcelamiento durante veinte años de otros cinco. Pese a la
traición, fue ejecutado también él.
policía, que ya había aislado la casa, comenzó a derribarla con
dinamita para minimizar la posibilidad de que los policías
fuesen muertos o heridos. Los tres anarquistas se suicidaron
para evitar una detención segura. De las ruinas sacaron
muertos a los cuatro inquilinos de la casa.

Las acciones de los Quero en la ciudad continuaron sin cesar


y el 10 de julio de 1945 el cerco se estrechó de nuevo a su
alrededor. La policía allanó la casa donde se escondían. Los tres
hermanos escaparon, pero en el enfrentamiento halló la
muerte Modesto Delgado, miembro de la partida. Dos días
después, un nuevo enfrentamiento perturbó la tranquilidad del
mediodía del Albaicín cuando los agentes de seguridad
procedieron a registrar una casa que sospechaban que era la
base de los Quero. Sus sospechas se confirmaron cuando los
tres hermanos salieron de la casa corriendo y disparando,
dejando tras de sí una maleta con 200.000 pesetas. A
continuación se dividieron para esquivar la gran movilización
de fuerzas policiales en la zona. Pero la policía consiguió
encontrar las huellas de Pedro Quero y por la tarde localizaron
su escondite, una cueva en el Sacromonte. Pese a que no había
esperanza de escapar, Pedro se defendió ferozmente y logró
matar a un policía y herir gravemente a otro. La policía recurrió
a su táctica favorita y dinamitó la entrada de la cueva. Tras los
policías, muchos vecinos y conocidos de Pedro asistían a la
escena. Los policías le invitaban a entregarse y él pidió un
cigarrillo para pensarlo mejor. Después de fumárselo, apuntó
su pistola contra la sien y se suicidó. Era el 12 de julio de 1945.

Durante meses la policía no consiguió volver a localizar la


partida, que siguió con su actividad en Granada, manteniendo
al mismo tiempo contactos con los guerrilleros que estaban en
las montañas alrededor de la ciudad. Pero el 30 de marzo de
1946 las investigaciones dieron resultados y Francisco Quero
fue localizado con Antonio Morales en la casa de una pareja
que les ofrecía protección. En la refriega que siguió, los dos
compañeros lograron matar a dos policías y herir gravemente a
un agente de seguridad antes de caer muertos ellos mismos. La
misma suerte tuvieron también los propietarios de la casa. El
último hermano, Antonio Quero, fue el único superviviente de
la partida original. Continuó la lucha con la ayuda de algunos
familiares suyos durante más de un año, causando dolores de
cabeza a las fuerzas represivas de la ciudad. El 22 de mayo de
1947 fue atrapado con un primo suyo en una casa de Granada.
Al ver que no tenía ninguna esperanza de salvación, Antonio se
suicidó después de haber matado a su primo, que quería
entregarse. Así terminó la historia de la partida de los
hermanos Quero, que fue el comando urbano más peligroso de
Andalucía, cuya actividad sólo es comparable a la de los
comandos de Barcelona. Los miembros de la partida habían
jurado no caer vivos en manos de los fascistas, promesa que
mantuvieron todos, minimizando de esta manera el riesgo de
revelar los nombres de los enlaces y sus ayudantes. El balance
final de su actividad fue que ejecutaron a una decena de
policías, hirieron a muchos y cometieron decenas de secuestros
y atracos con un botín de centenares de miles de pesetas. Ese
dinero sostuvo las necesidades de sus compañeros anarquistas
y los Quero colaboraron también asistiendo a las partidas del
monte.

La repercusión que tuvo la fama de los Quero ha


ensombrecido la actividad de las demás partidas anarquistas
de guerrilleros de Granada, que sin embargo fue muy
intensa364. Una de las partidas de anarquistas más famosas que
actuaron en la provincia fue la partida de Los Clares, cuyo jefe
era Rafael Castillo. La partida tenía sus bases en la sierra de
Albuñuelas y asumió el mando de su sector cuando los
comunistas fundaron la agrupación de Granada. Su golpe más
conocido fue la ejecución del coronel Miláns del Bosch el 8 de
enero de 1947 en su finca en la Sierra Nevada. La disolución de
la agrupación no les arredró y continuaron con su actividad,
con numerosos secuestros y sabotajes. El 23 de noviembre, un
destacamento de la policía rodeó a la partida muy cerca de la
ciudad de Granada. La batalla fue larga y los guerrilleros
lograron escapar al caer la noche, abriéndose camino con
granadas y provocando la muerte de muchos policías. En el
lugar del enfrentamiento quedó muerto el jefe de la partida,
junto con su compañera Asunción González ‘Catalina’.

Asumió la comandancia del grupo su hermano, Félix Castillo.


Esta partida tomó una iniciativa sin precedentes para poder
golpear a las fuerzas de represión. Autorizó a dos guerrilleros a
entregarse en Granada y llevar a la policía en una emboscada

364 La región de Granada está muy arriba en las listas oficiales de las estadisticas de la
guerrilla (en las que las cifras están adulteradas a la baja para minusvalorar el fenómeno).
Es la primera en enfrentamientos armados con 151, la primera en policías muertos con 43
(la cifra real es al menos el triple), la primera en secuestros con 188, pero también en
atracos con 423, mientras que es la cuarta en número de sabotajes con 34. Vid. Pons
(1977), ps. 433‒434. Esas cifras resultan de la actividad continua de comunistas
‒Agrupación Roberto‒ y anarquistas en la comarca, actividad de características violentas
y agresivas, que fue detonada por el extremo terror de estado que conoció Granada, ya
desde el comienzo de la Guerra Civil. Es significativo que en 1941 los tribunales de
Granada tuviesen 20.174 casos por enjuiciar, cifra mayor que las de Madrid y Barcelona,
que la multiplicaban en población. Vid Casanova et alii (2004), p. 22. En la región de
Granada actuaron, verificados, más de seiscientos guerrilleros.
que les tenderían los anarquistas para diezmarlos. En principio,
las fuerzas de policía cayeron en la trampa y comenzaron a
organizar la operación, pero ciertos detalles traicionaron a los
dos compañeros, que se vieron obligados a volver al monte. La
partida aguantó la represión al menos hasta noviembre de
1949, cuando murió Félix Castillo "Clares".

Menos vida tuvieron las partidas de los jefes Juan Medina


‘Yatero’ y Juan Garrido "Ollafría". Los guerrilleros de estos
grupos ‒que estaban en el monte desde 1940‒ decidieron
abandonar la lucha en 1947. Estaban en contacto con los
Quero y la eliminación de la guerrilla urbana de Granada
sembró más decepción y pesimismo en sus filas. Así, mientras
que "Yatero" huyó a Francia por Barcelona, la mayoría de los
guerrilleros de ‘Ollafría’ pasaron a África en barcas. Finalmente,
en la frontera entre Granada y Málaga se desarrolló la partida
de los anarquistas Candiles, sobre quienes hay escasos datos
disponibles. El exterminio de esta partida se produjo en
diciembre de 1950 en un cortijo de Riogordo donde el jefe
‘Candiles’ y varios de sus hombres fueron muertos por la
Guardia Civil.

Las guerrillas del norte.

En el extremo noroccidental de la península Ibérica se


encuentra Galicia. En el capítulo anterior se presentó la
creación temprana en la región de la Federación de Guerrillas
de León‒Galicia en 1942, con la participación de guerrilleros
socialistas, libertarios y comunistas. La nueva táctica del PCE
para controlar la lucha en todo el país llevó a un choque de los
comunistas con sus antiguos colaboradores. Nuevos delegados
del partido fundaron el Ejército Guerrillero de Galicia,
incorporando los restos de la guerrilla del anarquista José
Neira, que había sido liquidado por los comunistas. La rivalidad
entre las dos tendencias tenía ribetes políticos, pero también
había cuestiones tácticas. En 1945 los comunistas querían una
actitud más agresiva, mientras que los de la Federación
apoyaban una táctica más defensiva, a la espera de los
acontecimientos internacionales.

Pese a su postura defensiva, la Federación tenía fuerzas


importantes en el monte, que habían asestado golpes fuertes
al régimen en 1945, como el asesinato de una unidad de la
Guardia Civil y la ejecución de un policía famoso por la crueldad
de sus torturas. El objetivo de la Federación era la unidad entre
los guerrilleros, por lo que convocó a todos sus antiguos
miembros a un congreso de reconciliación en julio de 1946. Allí
se cedió el estado mayor a los comunistas, en un último
intento de convencer al Ejército Guerrillero de Galicia de que
se incorporase a la Federación. El último día del congreso la
Guardia Civil asaltó el campamento y entre los muertos en la
batalla estuvieron los comunistas del estado mayor. La muerte
de los comunistas que defendían la unidad selló la ruptura
definitiva entre las dos tendencias.

La Federación se mantuvo activa casi un año más,


controlando completamente la zona de los montes de Casayo.
La persistencia de las organizaciones del PSOE y la CNT del
interior en la política de alianzas y no en la confrontación
armada condujo a gran parte de miembros de la Federación a
la decisión de abandonar la insurgencia. Los guerrilleros
libertarios Marcelino de la Parra, Eduardo Pérez y los tres
hermanos Gutiérrez Alba intentaron huir hacia Francia en
expediciones diferentes, después de diez años de vida de
guerrilla. Todos lo consiguieron, excepto De la Parra, que fue
detenido en Tarragona en mayo de 1948 y ejecutado en
noviembre del mismo año en León. Baldomero Gutiérrez Alba
volvió más adelante a España para continuar su actividad
clandestina en Barcelona, donde también fue encarcelado. El
único del primer grupo histórico de jefes anarquistas de Casayo
que se quedó en Galicia fue Abelardo Macías ‘Liebre’. ‘Liebre’
se pasó a la guerrilla comunista y se distinguió por su actividad
contra el régimen hasta su muerte el 17 de marzo de 1949
durante una batalla. Los fascistas habían asesinado a su pareja
en el año 1947 y la habían dejado en el monte para que la
encontrasen los guerrilleros. Estaba embarazada de cinco
meses como resultado de una violación, cuando llevaba nueve
meses presa365.

Aparte de ‘Liebre’, muchos anarquistas más optaron por


incorporarse al Ejército Guerrillero de Galicia, ya que preferían
una forma de acción violenta. Entre ellos destacaron Benigno
Andrade ‘Foucellas’, Elisardo Freijo y Ramón Rodríguez

365 La represión en el conjunto de las regiones de Galicia y Asturias sólo puede


compararse con lo que ocurrió en algunas comarcas de Granada, Córdoba y Teruel.
Asesinatos de enlaces, violaciones, torturas, incendios de bosques, de cultivos y de fincas,
así como ejecuciones colectivas tenían como objetivo aterrorizar a la población, que se
ponía del lado de los guerrilleros. La actividad de las contrapartidas en el norte era
continua ‒en Asturias seguían siendo conocidas como "brigadilla"‒ y en sus líneas estaban
‒además de policías y confidentes‒ delincuentes comunes de cárceles del país, a los que
pagaban sus crímenes por cabeza. Las contrapartidas se dedicaban a asesinar, robar y
violar para difamar a la guerrilla y aterrorizar a los aldeanos.
‘Curuxás’. Pronto los anarquistas se sintieron decepcionados
por la militarización estricta impuesta por los comunistas y
fueron distanciándose gradualmente eligiendo una acción más
independiente366. ‘Foucellas’ se incorporó a principios de 1945
y una de sus primeras acciones fue la ejecución de un oficial de
la policía franquista. Poco más tarde fue herido en la rodilla y
regresó a la montaña en enero de 1947. Tomó el mando de la
5a Agrupación de Pontevedra, donde causó muchos problemas
al régimen con continuos sabotajes y enfrentamientos con las
fuerzas de represión. Hasta mayo de 1948 su partida hizo
muchas expropiaciones y él en persona ejecutó a dos
conocidos fascistas de la comarca.

El 8 de mayo de 1948 su comando fue rodeado por la


Guardia Civil, cuando se escondía en el gallinero de una granja.
Cuatro de sus hombres fueron muertos después de haber
matado a un policía. Se vio obligado a limitar su actividad y se
distanció de los comunistas. En octubre de 1949 se las arregló
para evitar la emboscada que le habían tendido tras una
denuncia, pero perdió un compañero más. Continuó la lucha
con dos o tres compañeros, atracando y explotando una vasta
red de enlaces que tenía en la comarca. ‘Foucellas’ fue sin duda
el guerrillero más popular de la Galicia central, ayudaba a los
aldeanos pobres e inspiraba respeto y miedo a las autoridades.
Tanta era su fama que en la Galicia central a los guerrilleros se
les llamaba ‘foucelles’, independientemente de su identidad

366 Los dirigentes comunistas de Galicia aplicaron formas extremas de militarización,


con saludos, uniformes, consejos disciplinarios, etc... Si eso reforzó su eficacia, con
seguridad redujo el apoyo que tenía entre la población. Los enlaces y los aldeanos que se
incorporaban a la guerrilla se asustaban con esas prácticas y se marchaban. El último jefe
del Ejército Guerrillero de Galicia, el comunista Francisco Rey, causaba más terror a los
guerrilleros que la Guardia Civil. Vid. Nieto (2007), p.124 y Pons (1977), p.263.
política.

La Guardia Civil logró encontrar su rastro el 9 de marzo de


1952, en una cueva que su guerrilla utilizaba como base. En la
refriega que hubo a continuación, ‘Foucellas’ fue gravemente
herido y uno de sus compañeros de armas cayó muerto. Le
imputaron acusaciones casi por el conjunto de todas las
acciones habidas en el centro de Galicia desde 1936 hasta
1952. Benigno Andrade ‘Foucellas’ fue ejecutado a garrote vil
el 7 de agosto de 1952 en A Coruña.

Ramón Rodríguez ‘Curuxás’ asumió, junto con el socialista


‘Piloto’367, el mando de la 3a Agrupación del Ejército Guerrillero
de Galicia en 1945. Entre sus primeras acciones en esta fase de
la guerrilla estuvo la ejecución de un cura y un policía. Durante
los tres años siguientes ‘Curuxás’ siguió colaborando con los
comunistas, reforzando su agrupación y procediendo a decenas
de acciones entre las que destacaron algunos atracos a
terratenientes de la comarca. Asqueado por la militarización y
por el giro que había tomado la guerrilla comunista, se
independizó y siguió con su actividad de manera individual,
entre Santiago de Compostela y Lugo. En 1953 se le perdió el
rastro. ‘Curuxás’ ‒tras la muerte de ‘Foucellas’ y la eliminación
de la guerrilla en la región‒ decidió ocultarse en la casa de un
enlace suyo. Los datos sobre el resto de su vida son escasos. Se
supone que sobrevivió trabajando de sastre. En noviembre de
1967, a la edad de sesenta y tres años, murió de un ataque al

367 José Castro Veiga ‘Piloto’ era un guerrillero socialista muy capacitado. En 1949
abandonó la insurgencia y anduvo escondiéndose en casas. La década de 1960 decidió
ayudar a reconstruir el partido socialista en la comarca, pero alguien delató su escondite y
la policía irrumpió en él y lo mató en 1965.
corazón. Quien lo escondía lo trasladó a un cruce de la aldea de
Villamor. Cuando se dio a conocer la identidad del cadáver, se
realizó una colecta entre los aldeanos de la comarca para
asegurarle una tumba digna, muestra de la simpatía hacia su
persona y de la conformidad con su lucha.

En la vecina Asturias se observó de nuevo el fenómeno de la


separación de las organizaciones guerrilleras. En 1945 los
comunistas, que preferían una actividad más violenta ‒al
contrario que los socialistas que querían una actitud más
defensiva‒, fundaron la Agrupación Guerrillera de Asturias.
Muchos anarquistas de la región prefirieron recurrir a partidas
en las que había correligionarios suyos en las regiones vecinas
de Galicia, de León y de Cantabria. Algunos combatieron con el
anarquista ‘Santeiro’ que, según se ha contado en el capítulo
anterior, se suicidó en diciembre de 1947, tras una trayectoria
violenta e independiente. Otra partida con jefe anarquista,
sobre la cual los datos son limitados, era la del ‘Comandante
Flores’, que actuó en el entorno de La Felguera. La huida de
‘Flores’ a Francia, herido, llevó a la jefatura al comunista
‘Aladino’ y la partida se incorporó a la Agrupación.

En la guerrilla comunista de Asturias combatió el minero


libertario Ovidio Llaneza y tres hijos suyos, Andrés, Mario y
Olegario, a los que llamaban ‘Gitanos’ por el tono oscuro de su
piel 368. Ovidio Llaneza, jefe de una partida de cinco guerrilleros
fue atrapado el 21 de mayo de 1947 en una cueva en la que los
rodearon cincuenta soldados. Todos los guerrilleros fueron

368 Algunas fuentes cuentan que dos hijos eran miembros del PCE, quizá por su
participación en la Agrupación. Pons (1977), p. 190.
asesinados, causando solamente un muerto en la Guardia Civil.
A este duro golpe le siguió otro aún peor cuando el 28 de enero
de 1948 una operación bien organizada de las autoridades, en
la que también participaron muchos chivatos que se habían
enrolado en la Agrupación, concluyó con el asesinato de trece
guerrilleros y seis enlaces y con la detención también de
cientos de enlaces.

Las discrepancias sobre el camino que debería seguir la


guerrilla ‒algunos comunistas preferían la acción política
defensiva‒ redujeron su efectividad. Mario Llaneza ‘Gitano’
estuvo en el punto de mira de los dirigentes comunistas,
cuando ejecutó a dos confidentes sin el permiso del estado
mayor369. Después de su enfrentamiento con el estado mayor
comunista, decidió seguir un camino independiente hasta su
muerte en el monte en 1950. 1949 y 1950 fueron años difíciles
para la Agrupación, que fue diezmada por los fascistas en una
serie de batallas. Andrés ‘Gitano’ fue muerto por la Guardia
Civil el 30 de julio de 1952, cuando intentaba encontrar la
manera de escapar del país con dos compañeros suyos.

La guerrilla en la región de León se dividió geográficamente


en dos partes. La occidental se incorporó a la Agrupación
Guerrillera de León‒Galicia, cuyos más célebres guerrilleros
libertarios ‒como De la Parra o ‘Liebre’‒ procedían de León. En
la zona oriental de la región, las partidas de guerrilleros
estaban constituidas principalmente por anarquistas y
socialistas, la mayoría de los cuales eran mineros. Los

369 En Asturias la guerrilla ejecutó al menos a 148 confidentes y chivatos, cifra mayor
que en cualquier otra región. La política represiva en la región se basaba en la denuncia.
Vid Casanova et alii (2004), p. 265.
comunistas intentaron controlar la región a través de un
delegado que reunió a los guerrilleros y trató de incorporarlos
a la UNE, pero ellos se negaron y se incorporaron a la ANFD.
Protagonistas de la lucha armada en León fueron los
anarquistas Casimiro y Amable Fernández ‘Arias’, que eran
jefes de una partida, y Calixto López ‘Zara’. Su actividad
violenta ya desde el período de los huidos, continuó hasta
1947. En la primavera de 1947, las autoridades asestaron
golpes decisivos a la partida de los ‘Arias’. Entre las partidas en
las que los anarquistas eran mayoría poco a poco prevaleció la
opinión de que su lucha no conducía a ninguna parte y, por
tanto, en la primavera de 1948, muchos guerrilleros de León
emprendieron el viaje a Francia. Su relación con los guerrilleros
anarquistas de Cantabria, en el norte, jugó un papel catalizador
en su decisión.

La guerrilla de Cantabria tenía sus raíces en la partida de José


Lavín ‘Pin el Cariñoso’ y en la de ‘Machado’. La muerte de estos
dos anarquistas contribuyó a la penetración de los comunistas
en la región, quienes crearon en 1945 la Agrupación Guerrillera
de Santander, que tenía tres brigadas: la brigada Machado, en
la que los socialistas eran mayoría, la brigada García,
comunista, de capacidades reducidas, y la brigada Malumbres
‒descendiente directa del grupo de ‘Pin’‒ en la que los
anarquistas eran mayoría. Los comunistas trataron de reforzar
la guerrilla de Cantabria con otra brigada, pero el envío de
cuarenta y dos hombres procedentes de Francia terminó en
tragedia. Perseguidos por el ejército, apenas llegaron cuatro a
Santander y otros tres a Asturias. Ocho murieron en combates
y otros veintisiete fueron detenidos, de los cuales cinco fueron
fusilados.
La brigada Malumbres fue organizada por Raimundo Casar
‘Tampa’ y Rafael Arias ‘Ferroviario’. ‘Tampa’ había hecho viajes
a Francia, donde buscaba encontrar la manera de transportar
armas hasta Santander. La brigada Malumbres estuvo
especialmente activa entre 1945 y 1947 e hizo principalmente
sabotajes en líneas ferroviarias y torres de tendido eléctrico. Lo
que la distinguía a ella en relación con otras partidas fue la
insistencia en la distribución de material propagandístico en
favor de las tesis de la CNT y la ANFD. La identidad política de la
partida y la distribución de material propagandístico que no
estaba controlado por el PCE molestó a los comunistas, que
exigieron a ‘Tampa’ que disolviese la brigada y se fuese a
Francia. ‘Tampa’ ignoró las amenazas y eso le costó la vida. El 9
de septiembre de 1947 un comando de comunistas lo asesinó
cerca de las fuentes del río Asón. Tras el asesinato de ‘Tampa’,
muchos guerrilleros anarquistas optaron por huir a Francia, ya
que se sentían doblemente amenazados tanto por los fascistas
como por los comunistas. Los que se quedaron en Cantabria
fueron aniquilados a finales de 1948 por la Guardia Civil. Por
desgracia, la misma suerte tuvo la mayoría de quienes
intentaron el viaje a los Pirineos. La disolución del núcleo de
anarquistas en Cantabria actuó como catalizador en la decisión
de los guerrilleros de León de abandonar la lucha.

Los guerrilleros de Levante y de Aragón.

La última región del país con guerrilla consistente fue la de


Levante y el sur de Aragón. Ya desde el periodo de los huidos
había muchos guerrilleros en las grandes masas montañosas de
la zona y la ciudad de Valencia se convirtió en un refugio para
muchos perseguidos que se incorporaron a la actividad política
clandestina. En Valencia había una CNT completamente
organizada, con sindicatos, pero también con comités locales y
provinciales en los pueblos de los alrededores. Más al norte, la
acción de los libertarios se concentraba en la zona minera de
Utrillas, que nutrió la insurgencia con decenas de
combatientes.

En el capítulo anterior se ha registrado la existencia de


partidas de guerrilleros anarquistas, que estaban activos en la
región desde 1940. La renuencia de la CNT del interior a tomar
iniciativas para fundar una guerrilla libertaria dejó la iniciativa
de la organización a los comunistas también en esta zona. La
Agrupación Guerrillera de Levante (AGL) la crearon en la
primavera de 1945 unos diez guerrilleros comunistas, que
vinieron desde Francia, y libertarios locales, que ya actuaban
en la región. Su primer jefe fue Juan Delicado ‘Delicado’,
cuadro del PCE y de la resistencia francesa. Al inicio de su
actividad la AGL tuvo un papel menos importante en la región
en relación con las partidas de guerrilleros autóctonos, en su
mayoría anarquistas, que habían cubierto ya cinco años de
actividad.

Una de ellas fue la partida de las minas de Utrillas. Su


actividad fue independiente y se limitó a contactos con la AGL.
Los anarquistas de Utrillas no vivían en el monte, sino en las
minas, donde cumplían trabajos forzados en régimen de
semilibertad. Cuando en febrero de 1947 la represión disolvió
la red de la CNT en las minas, se vieron obligados a
incorporarse a la agrupación comunista, que hasta entonces
había establecido su supremacía. La más famosa y peligrosa
partida guerrillera de la región fue la de José Ramia ‘Petrol’,
exsecretario de la CNT de Aguaviva, que actuaba
inseparablemente con su amigo y compañero Fernando Castel
‘Rabos’ desde los tiempos en que se fugaron en 1940, cuando
fueron condenados a muerte.

La partida de ‘Petrol’ tenía una vasta red de enlaces y era


muy popular entre los campesinos de la región, cosa que
facilitaba su movilidad y su actividad. En los primeros meses de
1945, sus miembros procedieron a una serie de atracos en
casas de derechistas pudientes y de curas para asegurarse no
sólo dinero, sino también ropa, comida y armas. El 20 de mayo
de 1945, la Guardia Civil persiguió a la partida después de un
robo y en el tiroteo los guerrilleros mataron a un oficial. La
acumulación de unidades en la región fue inmediata, seguida
por continuos controles. Tres guerrilleros de la partida no
lograron romper el cerco y diez días más tarde fueron
localizados. Los tres guerrilleros fueron condenados a
muerte370. El resto de la partida continuó con su actividad
atracando y secuestrando y en noviembre de 1945 ejecutó al
alcalde falangista de Dos Torres de Mercader.

Una tercera partida insurgente importante fue la de Josep


Borrás ‘Cinctorrá’ y José Linares ‘Valencia’, integrada por diez
libertarios autóctonos. Su acción más importante fue el robo

370 Los tres guerrilleros eran Saturnino Colomer, Jesús Borrás y José Alarcón. No hay
datos de cuándo fueron ejecutados.
de la nómina de una mina de Teruel, con un botín de 200.000
pesetas. La acción congregó en torno a ellos a otros fugitivos y
guerrilleros de la zona. Durante el mismo periodo la AGL
permaneció relativamente inactiva, montando redes y creando
bases en la región. La principal preocupación de los fundadores
de AGL era el proselitismo político de los guerrilleros, ya que la
mayoría de ellos o bien eran miembros de la CNT o bien eran
simpatizantes. Para facilitar su labor, los comunistas
dispersaron a los miembros de la CNT en diferentes áreas con
el fin de evitar la oposición interna371.

Otro problema que tenía que resolver la AGL era el del


suministro de municiones. Delicado organizó la compra de
armas y municiones de los libertarios de Valencia a través de
Tiburcio Ferrer 372.

Las relaciones de Delicado con miembros de la CNT y la


política de unificación importunó a sus camaradas comunistas,
quienes encontraron un pretexto para quitarle la jefatura.
Habiendo aprendido de sus experiencias en Ciudad Real y León,
los comunistas no celebraron un congreso fundacional para
elegir a los jefes de la AGL, sino que definieron entre ellos ‒con
un delegado de Madrid‒ el organigrama de la Agrupación en
agosto de 1946.

Tres meses más tarde, el partido ‒siguiendo las notas


informativas de sus miembros‒ ordenó en secreto la

371 Para informes detallados de los comunistas al PCE de Francia, vid. Sánchez Cervelló
(2003), ps. 107‒108.
372 Tiburcio Ferrer (¿?‒1989) fue comandante de la Columna Durruti. Cuando se
conoció su actividad clandestina, pasó a Francia.
depuración de Delicado. El histórico fundador de la AGL y
héroe de la resistencia francesa cayó víctima de sus
compañeros, a causa de su política unitaria 373.

La posición defensiva de AGL, sobre todo en la primera mitad


de 1946, descargó todo el peso de la represión sobre los
grupos de anarquistas autóctonos. El 23 de abril de 1946 dos
guerrilleros de ‘Cinctorrá’, Máximo Gil y Antonio Martínez,
fueron rodeados por la Guardia Civil en una finca. Resistieron
valientemente mucho tiempo, hiriendo gravemente a un
atacante, pero al final fueron asesinados. Unos días más tarde,
el 6 de mayo, ‘Rabos’ fue detenido y asesinado in situ cerca de
Mosqueruela. Su baja costó cara a la partida de ‘Petrol’.

En el verano de 1946, tres ferroviarios de la CNT prepararon


con esmero un plan para atracar el tren que transportaba la
nómina de los funcionarios. Entregaron el plan al estado mayor
de la AGL, que lo llevó a cabo con éxito el 7 de julio de 1946 en
la estación de Caudé, a pocos kilómetros de Teruel. El botín fue
de 649.000 pesetas, una verdadera fortuna con la que se
montó toda la infraestructura de la guerrilla comunista de la
región. Los tres anarquistas se vieron obligados a abandonar su
trabajo y unirse a la guerrilla para escapar de la detención374.

373 Pocos días antes había sido depurado otro comunista de la partida original de
Delicado. De ambos se difundió que se habían ido a una misión, ya que era inconcebible
que se dijese la verdad, dada su forma de ser y su popularidad. Sánchez Cervelló (2003),
ps. 91‒92. ¡Fue tan unánime la ocultación del hecho y tal el repudio del PCE a Delicado,
que algunos historiadores creen que Delicado era miembro de la CNT! Vid Casanova et
alii (2004), p. 239.
374 Dos de ellos, Pedro Navarro y Jesús Hernández, fueron más tarde expulsados por los
comunistas y acabaron en Valencia. El tercero pasó después solo a Francia, participó en
expediciones a Aragón y finalmente cayó muerto por las balas de los policías en el octubre
Así, en el otoño de 1946 la AGL se sintió preparada para
llevar a cabo ciertas acciones violentas. Había adquirido gran
parte de sus armas a través de los anarquistas de Valencia, se
financió con un plan que habían proyectado miembros de la
CNT, engrosó sus líneas con combatientes libertarios locales,
estuvo conectada a través de enlaces anarquistas que querían
ayudar a derrocar el régimen tiránico. Mientras los anarquistas
ayudaban a la jefatura comunista de la Agrupación a
mantenerse en pie, ellos se mostraban incapaces de organizar
su propia guerrilla independiente. La iniciativa para algo
semejante fue tomada por los mineros anarquistas de Utrillas,
que, fieles a su práctica de unificación, quisieron entenderse
con los comunistas, antes de la fundación. Por desgracia, la
CNT del interior no les dio facilidades, ya que estaba
consagrada a la labor sindical y a las alianzas y entendimientos
políticos. La CNT ortodoxa de Francia no les ayudaba a causa de
su postura unionista y sus relaciones con los comunistas.

Los mismos comunistas, sabiendo la frágil situación en la que


estaba la Agrupación, pedían continuamente refuerzos a
Francia. Uno de los jefes de AGL escribía en París: [...] Sin
embargo estamos igual por igual canutos [CaNuTos, en
referencia a la CNT] y nosotros, como sucede que los de casa
[PCE] son muy flojos y los canutos son gente bien definida,
algunas veces me veo apurado para atender algunos servicios,
por eso interesaría enviar gente de casa a este Sector. Por otra
parte en esta provincia hubo tal dominio [de la CNT] que fue un
verdadero terror contra casa. Ahora después de mucho tiempo
vamos poniéndonos en relación con algún camarada que ellos

negro de 1949 en Barcelona. Era Luciano Alpuente.


han relegado [...]375. Como es evidente, no hubo ocasión de
que la AGL contribuyese a la creación de un núcleo guerrillero
anarquista. Así que se dedicó a una táctica dilatoria en Utrillas,
reclutando jóvenes guerrilleros ‒libertarios‒ para dispersarlos
por áreas remotas.

La segunda amenaza para los comunistas era la debilitada


partida de ‘Petrol’, principalmente debido a la popularidad del
jefe en la región. ‘Petrol’ era el único que podía reunir ‒si lo
pretendiese‒ a los libertarios de la zona de Teruel. El 24 de
diciembre de 1946 los comunistas lo mataron en una reunión a
la que le habían convocado. La noticia de la muerte de ‘Petrol’
se difundió rápidamente, ya que enseguida se puso en
circulación la prensa clandestina de la AGL, que presentaba el
suceso como un accidente. El artículo recordaba claramente los
comunicados de la Guardia Civil, cuando mataba a sangre fría a
combatientes, basándose en la ley de fugas. La dirección
comunista empezó a ser blanco de duras críticas por parte de
los primeros guerrilleros y enlaces que leyeron el periódico
clandestino. En un gesto sin precedentes, el estado mayor de la
AGL ordenó la retirada y destrucción del rotativo y lo sustituyó
por uno nuevo, en el que asumía la ejecución de ‘Petrol’ y lo
presentaba como delincuente y ladrón que aterrorizaba a los
habitantes de la región 376. Ese gesto puso de manifiesto que el

375 Carta del jefe de la AGL al partido el 12 de septiembre de 1946, escrita en clave, para
que fuese de difícil descodificación en caso de ser hallada por las autoridades. Vid.
Sánchez Cervelló (2003), p. 108. Por tanto, incluso estaba en juego el predominio político
en la región.
376 Los comunistas continuaron desacreditando a ‘Petrol’, al que calificaron de
bandolero, justamente como las autoridades los calificaban a ellos mismos. En marzo de
2008, localizamos en Aguaviva al hijo de ‘Rabos’, compañero inseparable de ‘Petrol’.
Durante su adolescencia admitió toda la propaganda de las autoridades contra los
guerrilleros y de los comunistas contra ‘Petrol’. Exceptuando su padre ‒a quien
Partido Comunista ya se había hecho con la primacía en
Levante y Teruel. Además, no había ningún guerrillero
anarquista de prestigio que pudiese poner en cuestión esa
primacía.

En febrero de 1947 las autoridades intentaron desmantelar la


red anarquista en las minas de Utrillas. Ante la amenaza del
arresto, veinticuatro anarquistas se echaron al monte y se
incorporaron a la AGL, mientras que otros diecinueve
miembros de la CNT fueron encarcelados. La entrada masiva de
los anarquistas en la Agrupación asustó a los comunistas, que
los diseminaron en áreas dispersas y los maltrataron377. Diez de
ellos abandonaron la guerrilla en un corto periodo de tiempo.
Sin embargo, muchos de los militantes de la CNT colaboraron
con los comunistas en armonía y luego asumieron cargos
dirigentes. Unos pocos llegaron con el tiempo a ser
considerados de confianza del partido. Aparte de los mineros
de Utrillas, otro reclutamiento importante, en la primavera de
1947, fue Isaías Jiménez ‘Maquinista’, ferroviario de la CNT de
Teruel, que colocó tres aparatos explosivos en la línea
Teruel‒Valencia y después de estos sabotajes llegó a la
montaña.

consideraba aparte‒ estaba de acuerdo con el parecer sin fundamento del PCE de que
‘Petrol’ y el resto de la partida eran bandidos corrientes. La prolongada falta de réplica a
esa difamación indujo, durante el franquismo, a una gran parte de los habitantes de la
región a aceptar la propaganda comunista.
377 ¡Los cuadros dirigentes de la AGL se alarmaron con el ingreso masivo de libertarios,
hasta tal punto que, según escribían al partido, se insinuaba el dedo de la policía para la
disolución de la guerrilla! Al mismo tiempo, se negaron a reclutar bastantes enlaces que se
descubrían, con el único criterio de su identidad política libertaria. Por la pureza de la
linea, los comunistas preferían dejar a sus colaboradores en manos de las autoridades,
hecho que más tarde admitieron incluso ellos mismos. Sánchez Cervelló (2003), p.
113‒114.
La AGL pasó al ataque en la primavera de 1947,
aprovechando el gran número de guerrilleros que tenía ya en
sus filas. Hasta agosto había hecho cerca de cincuenta
sabotajes en líneas ferroviarias, instalaciones de tendido
eléctrico y fábricas. Al mismo tiempo, comandos de guerrilleros
ocupaban pueblos, distribuían material impreso y ejecutaban a
confidentes y falangistas. Varios jefes de esos comandos eran
libertarios, como ‘Cinctorrá’ 378 y ‘Carlos’ 379 en la sierra del
Maestrazgo y ‘Manco de la Pesquera’ en Cuenca. La
Agrupación fue implacable con los confidentes y ejecutó a más
de cincuenta personas en ese periodo. También constituyeron
un éxito importante las ejecuciones de dos reconocidos
torturadores de la región, autoridades en los pueblos de
Castellote y Mas de las Matas. Este segundo ‒que durante
décadas había sido responsable de torturas y asesinatos de
parientes de guerrilleros‒ murió cuando trasladaba el cadáver
bomba de un confidente ejecutado que los guerrilleros habían
dejado en los límites de su jurisdicción. La explosión mató
también a un médico y un falangista e hirió gravemente a tres
policías, al juez, al alcalde pedáneo y al secretario de Mas de
las Matas.

Las fuerzas de la Agrupación ascendían, en el verano de

378 Josep Borras Climent ‘Cinctorrá’ (1918‒1997) se refugió en Francia en 1948


alarmado por la política comunista de la AGLA y temiendo por su vida. En febrero de
1948 se había negado a asaltar el autobús que transportaba a dos policías para no causar
victimas entre los pasajeros inocentes. Esa negativa lo puso en el punto de mira de los
comunistas. Murió en el exilio.
379 Jesús Caellas Aymerich ‘Carlos’ (1921‒1976) fue miembro de la FIJL en el exilio y
participó en la fallida invasión del valle de Aran. Cuando estuvo en la guerrilla de Levante
se afilió al PCE. En 1949 se fue a Francia por razones de organización, pero nunca regresó.
Él era jefe de una de las cuatro áreas en las que se dividía el radio de acción de la AGLA.
1947, a doscientos quince guerrilleros 380 . Además, la AGL
cambió su nombre a AGLA, para comprender en su
denominación la región de Aragón. Sus éxitos le ganaron el
favor del Partido Comunista. Ese favor se tradujo en una
dependencia más estrecha de AGLA con respecto al PCE, que
significó el comienzo de una nueva etapa. Militarización total,
grados, comités disciplinarios y purgas de anarquistas
compusieron el nuevo escenario, siguiendo las instrucciones
del partido desde Francia. Los jefes de las zonas guardaban
archivos detallados de los guerrilleros, con fotografías, datos y
valoración. Muchas veces, después de los ataques a
campamentos, las autoridades encontraron estos archivos
intactos, provocando detenciones y represalias de parientes y
enlaces. La nueva línea política y las purgas de disidentes
provocaron repulsa y miedo en muchos anarquistas, que
decidieron desertar e ir a Francia. Muchos de ellos no llegaron,
ya que el estado mayor comunista creó grupos de depuración,
que mataban a probables (!) disidentes justo cuando dormían.
Es significativa la nota que dejó atrás un grupo de militantes
anarquistas que desertaron: Compañeros, nos vamos porque
tenemos miedo a vuestras balas 381 . Otros guerrilleros que
intentaron escapar a Francia fueron cruelmente torturados por
sus compañeros de armas comunistas y, antes de ser
ejecutados, fueron obligados a firmar confesiones de que
colaboraban con las autoridades desde el principio. Los
métodos estalinistas reinaban en la AGLA.

La sintonía de ese terrorismo comunista con el del estado no

380 Sánchez Cervelló (2003), p. 178.


381 Sánchez Cervelló (2003), p. 260.
podía ser más devastadora. Desde el otoño de 1947, la
represión se intensificó y cambió de rostro en la zona. La
Guardia Civil organizó contrapartidas, incrementó las
ejecuciones por la ley de fugas, las torturas, las violaciones y
encarcelamiento de enlaces. Se vació de población a los
pueblos de montaña, decenas de miles de hectáreas de bosque
fueron reducidas a cenizas, para que no diesen cobertura a los
movimientos de la guerrilla, fuentes y manantiales fueron
envenenados y se prohibió la ganadería en zonas remotas. La
situación empeoró en 1948, durante el cual muchos
insurgentes murieron o abandonaron la lucha y las fuerzas de
la AGLA se redujeron a la mitad. Entre las bajas estaban dos
conocidos guerrilleros anarquistas, Justiniano García ‘Macho’ y
Pedro Acosta ‘Chaval’, que fueron detenidos cuando
intentaban cruzar a Francia y ejecutados a principios de 1949.

Las bajas y el intento del PCE de girar a la AGLA hacia formas


políticas de acción (creación de comités en los pueblos,
propaganda, etc...) dejaron libre otra vez el campo de acción a
los anarquistas, esta vez del exterior. A principios de 1949 el
MLE de Francia intentó crear una guerrilla anarquista en las
zonas controladas por la AGLA. En este esfuerzo participaron
solamente anarquistas que estaban exilados en Francia, sin que
hubiese contacto con los compañeros que continuaban la lucha
desde las líneas de la Agrupación. Los once combatientes que
participaron en la expedición tenían como objetivo exterminar
una contrapartida que actuaba en los Monegros (Aragón)
creando una red segura e intentando volar un tren en el que
viajarían oficiales de Franco. Pero los secretas que se habían
infiltrado en la organización en Francia, informaron a las
autoridades, que se desplegaron por el recorrido que seguiría
el comando anarquista. Pese a la estrecha vigilancia, los
compañeros lograron avanzar hasta el río Ebro, causando bajas
a las fuerzas de la región, pero fueron atrapados por la Guardia
Civil. Fueron atacados cuando intentaban cruzar el río. Dos se
ahogaron y uno fue asesinado por la policía. Los ocho restantes
fueron arrestados en un periodo de tiempo inmediatamente
posterior, cuando intentaban regresar a Francia. Todos fueron
ejecutados salvo los dos más jóvenes, sobre quienes los demás
declararon afirmando que los habían engañado para que
participasen en la misión 382. Los anarquistas organizaron una
segunda expedición a Aragón, que no logró establecerse en la
zona debido a los constantes ataques de la Guardia Civil. Dos
compañeros murieron en esos enfrentamientos y los nueve
restantes volvieron a Francia. El jefe de la expedición era
Luciano Alpuente383.

El fracaso de los anarquistas en la creación de nuevas


partidas guerrilleras concentró toda la represión en los
residuos de la AGLA. En noviembre de 1949 seiscientos
hombres de la Guardia Civil rodearon el campamento del
estado mayor y mataron a los doce guerrilleros que estaban
allí. El PCE trató de disolver gradualmente la Agrupación y
convencer a los hombres armados de intensificar su actividad

382 Los tres muertos en el enfrentamiento fueron Fabián Nuez, Jorge Camón y Rogelio
Burillo. Los seis ejecutados fueron Alfredo Cervera, Roger Ramos, Mariano Llovet, Josep
Capdevila, Manuel Rodenas y Marcos Sánchez. Los dos jóvenes eran Ángel Fernández
(dieciséis años de prisión) y Josep Ibáñez (veinte años de prisión). Ibáñez murió en 1966
en la calle, en Valencia, mendigo y sin techo. El estado español no reconoció la cualidad
de la resistencia ‒salvo a unos pocos‒, para evitar pagar jubilación e indemnizaciones a los
guerrilleros antifascistas. Vid. Marín (2002), p. 295.
383 Los muertos fueron Antonio Rivera y Aurelio Martí. Los demás eran Jaime Jordán,
Alejandro Tiburcio, Eusebio Ontes, Antonio Alquézar, Antonio Carruesco y tres
compañeros cuyo nombre se ha perdido.
política. Vinieron de Francia nuevos delegados del partido para
imponer la nueva línea. Muchos de los antiguos guerrilleros
discreparon de esas perspectivas. Bastantes se independizaron
y empezaron a actuar fuera del control de la Agrupación. Otros
fueron liquidados por sus compañeros porque querían
continuar la lucha. Entre ellos se encontraba en 1950 el
comunista Francisco Corredor, ex jefe de la AGLA y miembro
fundador con Delicado.

La inactividad de la AGLA reveló su impotencia funcional y las


autoridades intensificaron los esfuerzos para exterminar a sus
miembros. La única solución era la fuga de los guerrilleros a
Francia. Después de largos procedimientos y una larga espera,
el viaje a Francia del núcleo de guerrilleros de la AGLA
‒veintisiete hombres‒ se completó en mayo de 1952. Pocos
guerrilleros permanecieron en la región. Hasta ese momento,
la mayoría de los anarquistas de la Agrupación o habían
perdido la vida en enfrentamientos o habían sido purgados por
los estalinistas. El ‘Manco de la Pesquera’, ex secretario de la
CNT en su pueblo, fue el único guerrillero libertario que
participó en la expedición a Francia. En 1950 había llevado a
cabo un exitoso secuestro con un botín de 200.000 pesetas,
que habían contribuido a disuadir de la prematura disolución
de la AGLA. Durante el viaje de huida fue herido en una
emboscada y detenido el 27 de abril de 1952. Después de
crueles torturas dio ciertos datos sobre el itinerario de la
expedición que provocaron la muerte de un guerrillero, pero
finalmente no impidió la fuga de los demás. El ‘Manco’ fue
condenado a muerte y ejecutado en Paterna el 10 de diciembre
de 1955. Era una leyenda viva en la comarca de Cuenca, donde
actuaba, pero su arrojo y su entrega a la lucha disuadieron a los
comunistas de depurarlo. El último jefe comunista de la AGLA
decía de él: Tenía una mentalidad especial... odiaba ferozmente
el régimen franquista... Era indisciplinado, hacía lo que le daba
la gana y sin contar con nadie. Había que tener cuidado con él.
Me di cuenta de que hablarle de política era perder el tiempo...
Le faltaba munición para metralletas... 384.

Uno de los últimos anarquistas de la Agrupación fue Isaías


Jiménez ‘Maquinista’. ‘Maquinista’ fue de los guerrilleros más
activos de la Agrupación, pero nunca cambió de postura
política, cosa que lo llevó a enfrentarse con los dirigentes
estalinistas. Cuando en octubre de 1950 algunos compañeros
comunistas le avisaron de que caería víctima de una purga,
montó una emboscada para asesinar al comité político del
partido. La granada que arrojó no explotó y el ‘Maquinista’
escapó y siguió en solitario camino por el monte, preparándose
para huir a Francia. Pero después de un atraco cayó en manos
de las autoridades en abril de 1951. Durante los interrogatorios
dio datos sobre la situación en que estaba la Agrupación, de los
nuevos dirigentes comunistas que habían venido de Francia
para armar a la guerrilla y también de algunos guerrilleros que
ya habían escapado a Francia.

‘Maquinista’ no traicionó (según los documentos oficiales de


la policía 385), a ningún enlace ni a ninguno de sus antiguos
compañeros, sino solamente a la nueva dirección comunista
que quería liquidarlo. A continuación, por salvarle la vida, lo
utilizaban como guía para las contrapartidas, pero, como veían

384 Vid. Sánchez Cervelló (2003), ps. 390‒391.


385 Sánchez Cervelló (2003), p. 338.
que no cooperaba plenamente, no le confiaron un arma.
‘Maquinista’ esperaba pacientemente el momento oportuno y
el 26 de octubre 1952, cuando se encontraba con la
contrapartida en una finca remota, cogió la ametralladora de
un guardia y mató a tres hombres de la Guardia Civil, hiriendo
al mismo tiempo al oficial. Todas las fuerzas de la región se
echaron sobre él386.

El 3 de noviembre de 1952 fue encontrado desnudo,


ahogado en una fuente. Se había quitado la ropa para que
fuese más difícil su identificación por los sabuesos de la policía.
La Guardia Civil custodiaba casi todas las fuentes y pozos de la
provincia. Sediento y cansado, ‘Maquinista’ localizó una fuente,
pero al agacharse para beber agua, se desmayó, cayó y se
ahogó. La ametralladora había caído a la orilla. Algunos
campesinos que se habían cruzado con él transmitieron que
deliraba continuamente sobre una máquina que habían traído
los americanos y que podía encontrar a las personas en el
monte.

El último guerrillero de la región fue Florencio Pía ‘Durruti’ o


‘Pastora’. Su verdadero nombre era Teresa Pía, ya que una
anomalía congénita incitó a sus padres a registrarlo como
mujer. Esta peculiaridad le costó muchas humillaciones a
‘Pastora’, incluso de los agentes de la Guardia Civil, que en
1948 ‒cuando trabajaba de pastora‒ lo ataron y desnudaron
para satisfacer su curiosidad. ‘Pastora’ se echó al monte, se
cortó el pelo, se quitó la ropa de mujer y siguió a los

386 Antes de empezar su frenética ruta hacia la frontera, ‘Maquinista’ mató a su antigua
prometida, que lo abandonó cuando se hizo guerrillero.
insurgentes. No está registrada la identidad política de
‘Pastora’, pero el apodo que eligió para sí mismo (‘Durruti’), la
tradición libertaria de su pueblo y su ruptura con los
comunistas, llevan a clasificarlo al menos como no identificado.

En 1950, decidió, con Francisco Serrano ‘Francisco’, seguir un


camino independiente, puesto que habían discrepado de la
nueva línea de pasividad impuesta por el partido. Hasta 1954
cometieron unos quince atracos y dos secuestros,
principalmente destinados a partidarios del régimen y
campesinos que habían colaborado con las autoridades. El
arreglo de cuentas pendientes desde el período de actividad de
la AGLA y sus exhortaciones a los campesinos para que se
organizasen contra la dictadura echan abajo las afirmaciones
del estado y de los comunistas, de que se trataba de vulgares
bandoleros. En agosto de 1954 intentaron atracar una finca,
pero los propietarios opusieron resistencia y mataron a
‘Francisco’. ‘Pastora’ se escondió en el monte, donde
permaneció durante dos años, sin ponerse en contacto con ser
humano alguno. Durante el día se escondía en una cueva que
había en un lugar abrupto y retirado y se alimentaba de
hierbas, frutos del bosque y todo lo que arrebataba en
pequeños hurtos en granjas387.

A continuación ‘Pastora’ huyó a pie hasta el Principado de


Andorra, donde trabajó temporalmente como pastor y

387 Su soledad era tal que algunas noches iba a praderas y llevaba a las vacas a lugares
con hierba fresca para sentir que se comunicaba. Las noches en que el viento soplaba
fuerte, salía de la cueva y corría por el claro gritando al cielo. Cuando necesitó volver a
hablar, dos años después, le costaba mucho esfuerzo articular las palabras. Sánchez
Cervelló (2003), p. 399‒401.
agricultor. En 1960, lo denunció a la policía un contrabandista,
antiguo conocido suyo, al que había prestado algo de dinero.
Las autoridades del Principado se lo entregaron a la Guardia
Civil y ‘Pastora’ fue condenado a sesenta años de prisión.
Permaneció en la cárcel más de diecisiete años y no fue
incluido en la amnistía de los presos políticos que se proclamó
en la Transición. En 1977, Florencio Pía seguía siendo para el
estado español un bandolero y un malhechor común. La
amnistía abarcaba a los sindicalistas, a los mandos de partidos,
a los combatientes destacados. A los antiguos guerrilleros los
tapaba la amnesia...

Valoración y conclusiones.

La lucha armada contra el régimen fascista de Franco puede


haber salido tímidamente a la superficie, debido al esfuerzo de
unos pocos historiadores y algunos guerrilleros supervivientes,
pero sigue siendo ‒en proporción con sus dimensiones‒
desconocida para el público en general y deliberadamente
silenciada por parte del estado. Cómplices de ese
silenciamiento son también las fuerzas políticas que apoyaron
‒en menor o mayor medida‒ esta lucha. Las versiones
manipuladas del periodo que presentan los anarquistas, los
comunistas y los socialistas impiden la comprensión serena y
en profundidad del fenómeno.

La guerrilla empezó ya desde el triunfo de los fascistas, como


necesidad y como opción personal. Ante la amenaza del
asesinato o la tortura, muchas personas optaron por la
dignidad de la resistencia armada. Sólo cuando los
acontecimientos internacionales configuraron un clima
optimista para la culminación de la dictadura con ayuda
exterior, aumentó el interés de las organizaciones por los
combatientes armados. Para los dirigentes del bando
antifascista, los guerrilleros eran un peón poderoso en un vasto
tablero de ajedrez. Esto lo demuestra la escasa ayuda que les
prestaron incluso en la cúspide de su actividad, en el bienio
1946‒47, cuando los jóvenes que se presentaban en el monte
para enrolarse eran enviados de vuelta a sus pueblos debido a
la falta de armas.

Al mismo tiempo, en las ciudades había mayor urgencia por


crear estructuras organizativas clandestinas y sindicatos,
opción que para las pequeñas ciudades y los pueblos de
provincias era muy peligrosa debido a los marcos sociales
estrictos. Con pocas excepciones ‒en particular el caso especial
de Barcelona‒ los antifascistas de los centros urbanos de la
península no participaron en la lucha armada. A pesar de las
dificultades, los encarcelamientos, la necesidad y las
humillaciones, los “republicanos” de las ciudades habían
incrementado las posibilidades de supervivencia y no apelaron
al último recurso de defender su vida con las armas388.

Por lo que se refiere a la CNT del interior, la lucha armada

388 Puede establecerse una comparación interesante de esta realidad con otro ejército
guerrillero que nació en Europa en ese mismo periodo: el Ejército Democrático de Grecia.
El DSE estaba compuesto casi en su totalidad por gentes de provincias, más vulnerables a
la reacción debido a las circunstancias especificas del campo. Vid. Yorgos Margaritis,
Iaiopía too eááqvikov e/urpváwv noáéluov 1946‒1949 [Historia de la Guerra Civil
Griega 1946‒1949], Atenas, Vivliorama, 2001, tomo I, ps. 210‒212, 333.
nunca fue su prioridad. La Confederación se centró en la
creación de sindicatos y en los debates con las otras fuerzas
políticas. Pese a estar en contacto con la casi totalidad de los
núcleos guerrilleros libertarios, los compañeros del interior no
se preocuparon de la coordinación y el fortalecimiento de la
lucha armada. Al contrario, durante el período en que fue
secretario Enrique Marco hubo una discreta desaprobación de
la lucha armada para facilitar las negociaciones con las demás
fuerzas políticas. Más tarde, cuando todo había terminado, la
tendencia reformista se esforzó en poner de manifiesto sus
relaciones con la guerrilla, apropiándose de la lucha de las
personas con las que estaban en contacto 389.

El MLE‒CNT de Francia tenía como opción política central el


conflicto armado frontal con el estado. Pese a eso, nunca logró
consolidar su presencia en el interior de España, salvo en
Barcelona. Los esfuerzos que se consumieron en el resto del
país para ponerse en contacto con guerrilleros anarquistas los
condenó la lógica cismática que se había apoderado de él. Los
delegados de Toulouse pedían a los guerrilleros que
condenasen a la CNT del interior y que reconociesen los
organismos del exilio como requisito para enviarles ayuda.
Pero los grupos armados de la península vivían una realidad
completamente distinta, lejos de las controversias del exterior
y no estaban dispuestos a participar en tales juegos. En los
casos en que los anarquistas exilados intentaron instaurar su

389 ‘Juanel’ ‒figura central de los reformistas‒ registra las relaciones de los guerrilleros
con la CNT del interior, cuenta la disposición que habían mostrado a coordinarse con el
Consejo Nacional, pero no llega a una conclusión clara: el comité de la CNT del interior no
ayudó nada a los guerrilleros y no tuvo nunca la lucha armada entre sus prioridades. Vid.
Molina (1976), ps.189‒194, pero también constantes referencias en el resto del libro.
propia guerrilla cerca de regiones fronterizas fracasaron por la
infiltración de agentes en las estructuras organizativas de
Francia.

De ese modo, los guerrilleros libertarios de los montes de


España se vieron luchando simultáneamente contra muchos
enemigos. Por un lado estaba la Guardia Civil y los
paraestatales armados, por otro la estalinización de la guerrilla
a iniciativa del PCE y, además, hay que tener en cuenta
también la falta de voluntad ‒en el mejor caso‒ de las dos
tendencias de la CNT para percibir la situación real y las
necesidades de lucha guerrillera.

La evaluación global del fenómeno en cifras exactas la han


acometido solo analistas del régimen, que se han basado en
archivos del estado y solo en el período 1943‒1952. Estos
datos indican que los “bandidos” y “bandoleros” españoles
procedieron a 538 sabotajes, 845 secuestros, 953 asesinatos de
ciudadanos, 256 asesinatos de miembros de la Guardia Civil, 50
asesinatos de soldados y policías y 5.963 atracos de mayor o
menor importancia 390. Los guerrilleros muertos en combate
fueron 2.163, 2.841 los detenidos (muchos de ellos fueron
ejecutados), 546 los rendidos, mientras que fueron
encarcelados al menos 20.000 enlaces.

Hoy está demostrado que estas cifras representan un intento


de subestimar el fenómeno. Las investigaciones in situ de los

390 Estos datos se publicaron por vez primera en 1968 en investigaciones de la Guardia
Civil y desde entonces los reproducen los analistas del régimen. Hay valoraciones de ellos
en todos los libros sobre la guerrilla. Pons Prades los presenta pormenorizados por
provincias. Vid. Pons (1977), ps. 433‒436.
estudiosos391 y el análisis comparativo de otras fuentes ‒tales
como el registro de mortalidad anual de la Guardia Civil 392‒ han
ofrecido una mejor aproximación a la estampa cuantitativa de
la guerrilla. Los guerrilleros antifascistas eran por lo menos diez
mil, de los cuales murieron alrededor de una tercera parte en
combates o pelotones de ejecución. Los grupos armados se
apoyaron en los denominados "guerrilleros de llano", es decir,
enlaces que constituían la necesaria red de apoyo. Al menos
100.000 combatientes actuaron como enlaces y pagaron el
precio correspondiente: de ellos aproximadamente 70.000
fueron encarcelados durante algún tiempo, mientras que unos
mil fueron ejecutados in situ ‒sin juicio‒ por la Guardia Civil y
los paraestatales.

La cifra de los que fueron ejecutados por la guerrilla es más o


menos equivalente. Entre las casi mil víctimas de los
guerrilleros hubo veinte alcaldes, diez curas y ciento cuatro
jueces y mandos políticos del gobierno local. El resto eran
paraestatales, confidentes y derechistas que habían tenido un
papel protagonista en el terror de la Guerra Civil y de los
siguientes años. En cuanto a las bajas ocasionadas en las
fuerzas oficiales de represión, las estimaciones dan una cifra de
alrededor de mil muertos en la Guardia Civil y doscientos en el
ejército y la policía.

391 La enorme investigación de Francisco Moreno en siete zonas del centro y del sur del
país demostró que los datos oficiales ocultaban la existencia de al menos trescientos
noventa y siete guerrilleros, es decir, del 26% de esas comarcas. Vid. Moreno (2001), ps.
685‒690.
392 El registro anual se publica cada año y refiere la cifra de muertos de la Guardia Civil,
independientemente de la causa (p.ej. enfermedades, accidentes). El aumento del número
de muertos durante el periodo investigado es grande, de cien a doscientos muertos al año
por encima del término medio. Vid. Heine (1983), p. 434.
Pese a las dimensiones cuantificables ‒aunque con
dificultades‒, el resultado real de esta prolongada lucha fue
una mancha negra en las sociedades provincianas donde se
desarrolló. Los desplazamientos de población y las represalias
contra poblaciones enteras borraron del mapa bastantes
aldeas de montaña. Las áreas donde se desarrolló la guerrilla
vivieron un segundo periodo de terror, tras el del triunfo
fascista en la Guerra Civil. Ese terror no sólo se manifestó en las
ejecuciones, los encarcelamientos y las torturas. Los bienes de
guerrilleros y enlaces fueron confiscados y se impusieron
sanciones económicas devastadoras por faltas muy leves.
Mucha gente se vio obligada a emigrar a los centros urbanos y
a abandonar los afanes de su vida en manos de sus paisanos de
derecha. Los combatientes que se quedaron en sus pueblos, lo
hicieron a menudo en un régimen de miedo y aislamiento
social, que se ha mantenido incluso después de la Transición.

El coste fue muy alto también para la CNT. Muchos de los


guerrilleros que se perdieron en el monte eran los últimos
anarquistas eminentes en sus comarcas, los demás estaban en
la cárcel o habían sido enterrados en fosas comunes. Las
escasas posibilidades de organización de la provincia fueron
liquidadas. Al mismo tiempo, la represión había dado el golpe
decisivo al movimiento también en las ciudades. La
desaparición de todos esos combatientes condujo con
precisión matemática a un abismo generacional y al fin de toda
una época.
LA CAÍDA LIBRE (1952‒1960)

El decenio de rigidez.

Los años cincuenta empezaron con buenos augurios para el


régimen fascista de Franco. Las fuerzas de represión
exterminaron los restos de la resistencia armada en el interior,
mientras que los acontecimientos internacionales alejaron
cualquier riesgo de naturaleza diplomática para el estado
español. En la nueva época de la guerra fría, el pasado y
presente fascista del régimen no solo no era reprobable, sino
que constituía una garantía para colaborar de forma estable
con el mundo occidental contra el bloque comunista. Las
sanciones iniciales de la ONU a España cedieron su puesto a
tesis políticas más realistas, cuyo principal exponente era
Estados Unidos.

El propio presidente Truman dijo en una rueda de prensa que


la reprobación de la violación de los derechos humanos en
España no podía ser obstáculo para la planificación militar de
Estados Unidos 393. Las conjeturas sobre una Tercera Guerra
Mundial entre las dos superpotencias resaltaban la importancia
geopolítica de España. Era una puerta al Mediterráneo y los

393 Vid. Balfour‒Preston (1999), p. 235.


americanos consideraban, en una probable invasión de Europa
del Ejército Rojo, que los Pirineos podían constituir una línea
defensiva para contener el ataque, a fin de tener bases en
Europa continental. Esos análisis impulsaron a Estados Unidos
a un acuerdo militar y económico con Franco. El dictador
aceptó el establecimiento de bases americanas en muchos
puntos del país 394 . A cambio, España recibía seiscientos
millones de dólares en ayuda militar y quinientos millones de
dólares en ayuda económica. En los diez años siguientes
llegaron al país otros mil quinientos millones en forma de
inversiones o préstamo del estado americano.

Este acuerdo fue suscrito en septiembre de 1953 tras tres


años de negociaciones. Un mes antes, Franco había firmado un
acuerdo con el Vaticano. La iglesia católica oficial reconocía al
dictador, a su gobierno y su obra grata a Dios, mientras se
aseguraba un trato privilegiado a los clérigos y sus bienes por
parte del régimen. España estaba ahora en el escenario
internacional, purificada por Dios y por el capital. En diciembre
de 1955 fue aceptada en la ONU, poniendo fin a cualquier
noción de bloqueo contra ella.

La ayuda económica sostuvo la economía española, que


hasta 1950 se encontraba en una situación muy difícil. La renta
per capita apenas llegó en 1952 a niveles anteriores a la Guerra
Civil. El desarrollo de infraestructuras y las inversiones

394 Es significativo que, debido a la escasez de infraestructuras satisfactorias, las bases


tuvieron que ser construidas junto a grandes ciudades, donde las redes eran mejores. Eso
significaba que en una probable guerra su existencia pondría en peligro las zonas habitadas
adyacentes por los bombardeos. Los oficiales de estado mayor americanos y los españoles
reconocieron ese peligro, pero convinieron en que no iban a esperar a que mejorasen las
infraestructuras... Balfour‒Preston (1999), p. 236.
sostenían una economía que, si hubiese sido abandonada a su
suerte, se habría encaminado matemáticamente hacia su
desplome y probablemente a un consiguiente cambio de
régimen. Pero las potencias occidentales temían que el
régimen sucesor tuviese un talante filocomunista, así que
prefirieron afianzar la permanencia de Franco en el poder.

Los nuevos acontecimientos conllevaron cambios también en


el interior del régimen. En los años cincuenta empezaron a
escucharse las primeras voces que ponían en tela de juicio el
control total de la economía por parte del estado. Las
necesidades de gestión de los nuevos capitales se apoyaron en
una nueva generación de jóvenes burócratas que intentaron
impulsar la liberalización de la economía. Se encontraron
enfrente a la vieja guardia del régimen, militares
tradicionalistas, que no veían con buenos ojos la cesión de la
iniciativa a los gestores económicos. En 1957 Franco puso en el
gobierno a ministros del Opus Dei 395, con el propósito de
proceder a la liberalización de la economía. Esta tentativa
cristalizó en el proyecto de ley de liberalización económica de
1959, que, tras un corto periodo de crisis y adaptación, condujo
al gran desarrollo económico del país durante los años sesenta.

Estas importantes reorganizaciones y debates en la sociedad


española se produjeron en ausencia de las fuerzas políticas

395 El Opus Dei es una organización católica que se fundó en 1928 en Madrid con
carácter educativo y posiciones conservadoras extremas. En realidad es una organización
religiosa de tipo masón que floreció bajo el régimen franquista, fundó universidades e
incrementó su influencia económica y social. Hoy ‒su fundador y colaborador de Franco
ha sido beatificado mediante el procedimiento exprés por la iglesia católica‒ la
organización cuenta con unos noventa mil miembros en todo el mundo ‒clérigos y laicos‒
y su fortuna asciende a tres mil millones de dólares.
tradicionales del bando antifascista. El PCE decidió no hacer
manifiesta su presencia en la esfera pública, sino defender a
sus miembros y sus mandos, esperando una oportunidad
mejor. Su retórica cambió en el exilio y pasó de la lucha armada
que promovía hasta 1950 a la lógica de la reconciliación
nacional, de modo que todos los españoles juntos creasen una
sociedad que garantizase las libertades individuales y la
convivencia democrática 396. La postura del Partido Comunista
quedó sellada desde el 6o Congreso del PCE en Praga en 1960,
en el que la dirección consideró que Franco caería por sí solo
en pocos años. Así, se decidió que no se debía sacrificar a la
gente en las luchas contra el régimen, sino mantener
incólumes sus mandos para que se hiciesen cargo de la acción
durante la transición 397.

La inexistencia del PCE, del Partido Socialista, pero también


de la CNT en el interior del país dejó espacio a nuevas
formaciones políticas. Las tres organizaciones nuevas que se
desarrollaron en esta década fueron la HOAC, la JOC y el FLP398,

396 La propaganda del PCE decia exactamente: No a la violencia. No nos dividamos en


rojos y nacionales, seamos ciudadanos de una España con igualdad de derechos, vida y
libertades garantizadas. Vid. Oliver‒Pagés (1978), p. 382.
397 Vid. Coloma (1973), p. 75.
398 Las Hermandades Obreras de Acción Católica, Juventud Obrera Cristiana y Frente
de Liberación Popular fueron protagonistas de la escena politica hasta mediados de la
década de los sesenta. El peculiar marxismo cristiano que representaban algunos de ellos
llegó a extremos radicales, bien transformando su carácter o bien llevando a sus miembros
a organizaciones de izquierda. El dirigente del FLP ‒que se negó a firmar el acuerdo de
Munich entre las organizaciones opositoras‒ declaró en 1962: Cuando hay violencia
represora y la gente está sometida a ella, la negación a priori de la existencia de una
violencia defensiva es una traición. Esta declaración recuerda ligeramente la comparación
de Jesús sobre las dos mejillas... Los luchadores más activos del FLP renegaron de la
religión y siguieron un marxismo autónomo, mientras que otros pasaron a la órbita del
PCE. Las dos organizaciones restantes quedaron debilitadas y siguieron siendo antes que
representantes de la corriente del obrerismo católico. Su
identidad religiosa pudo asegurar en principio la tolerancia por
parte del estado, pero, cuando sus mandos empezaron a
participar activamente en las movilizaciones obreras y
estudiantiles, sufrieron la represión correspondiente. Las
sanciones y encarcelamientos de miembros de las
organizaciones obreras cristianas no fueron nunca rigurosas.
Las luchas de los estudiantes son otro elemento nuevo de esta
década. Aunque la procedencia social de la población
estudiantil no predisponía a tal evolución 399, su ánimo dejaba
claro que la gente joven quería un cambio en el régimen,
aunque no muy radical. Esa oposición era más antifranquista
que antifascista.

La CNT en el interior y la tendencia reformista en Francia.

En el capítulo anterior se ha dicho que en septiembre de


1952 la policía franquista arrestó a todo el comité nacional de
la CNT, excepto al secretario general Cipriano Damiano y Juan
Gimeno, su representante de Levante. Damiano, auxiliado por
Pedro Torremocha, mantuvo activa la organización hasta su
detención en junio de 1953. Al año siguiente un tribunal militar
lo condenó a quince años de prisión. El único miembro libre del

nada católicas. Vid. Gómez Peláez, carpeta 538.


399 En 1960 el 46’1% de los estudiantes eran hijos de militares y terratenientes, el 40’1%
de funcionarios (con procedencia ideológica clara), el 0’6% de obreros industriales, el
7’3% de campesinos y profesionales liberales y un 5’9% huérfanos. Vid. Gómez Peláez,
carpeta 538.
antiguo comité era ya Gimeno, que vivía en Valencia. No había
posibilidad de reorganizar la CNT a nivel nacional. Gimeno
siguió manteniendo la falsa impresión de la existencia de la
organización, carteándose con diversos compañeros, tanto en
España como en el extranjero, en nombre del comité nacional.
Recibía una ayuda económica mensual del comité francés, con
la que cubría las necesidades de compañeros y excarcelados 400.

La mejor prueba de la inexistencia del comité era la ausencia


total de la Confederación de las grandes movilizaciones
huelguísticas de 1956. Ese año hubo grandes huelgas en varias
regiones de España, en cambio la lucha más importante se dio
en Asturias. Las demandas de los trabajadores no provenían de
una base ideológica, sino de las tristes condiciones laborales y
económicas en las que vivían. La desmilitarización del trabajo
en las industrias sensibles para la nación, como eran las minas,
permitió a los trabajadores reivindicar ciertos derechos obvios,
como agua potable cerca del lugar de trabajo, agua caliente
para el baño en invierno y un botiquín de primeros auxilios,
incluso dentro de las filas del Sindicato Vertical del régimen.

La CNT estuvo ausente de las huelgas de 1956, pero también


de las que siguieron en 1958 con participación aún mayor. Por
supuesto, un gran número de militantes libertarios participó en
estas movilizaciones, pero esto por opción personal o de
amigos, ya que no hubo coordinación de anarcosindicalistas a
nivel local o nacional. Unos pocos decidieron incorporarse al

400 Hay sospechas de que Juan José Gimeno mantenía la falsa impresión de la existencia
de la organización para cobrar el dinero. Por otra parte es cierto que era el punto de
referencia de los libertarios que eran excarcelados. Los datos sobre su persona son escasos.
Vid. Herrerín (2004), ps. 172‒173.
sindicalismo del régimen, para fortalecer la postura de la
negociación ante la patronal. El único partido que animó a sus
miembros a incorporarse al Sindicato Vertical y trabajar desde
dentro fue el Partido Comunista. Esas luchas obreras
precipitaron la liberalización de la economía franquista y
crearon un nuevo terreno de lucha en la estancada sociedad
española de los años cincuenta.

Aunque esta situación se desarrollaba en el interior, el


secretario del comité francés, Ramón Liarte, mantenía
contactos con Gimeno y presentaba a la organización sus
confusos informes sobre los acontecimientos de España y la
actividad de la CNT. Varios compañeros exilados tenían
contactos en España con gente y dieron cuenta de la
exageración del supuesto comité nacional de España. La
tendencia reformista de Francia había quedado reducida a
mitad de la década a mil miembros aproximadamente,
perdiendo 75% de su fuerza, ya que muchos libertarios habían
dejado la organización desalentados por el cisma, pero
también por los nulos resultados de su lucha hasta entonces.
Esta situación de estancamiento en el bando reformista llegó a
molestar a un grupo de compañeros cuyo núcleo estaba en el
comité regional de París y cuya figura central era Ramón
Alvarez. Este grupo se opuso al mantenimiento indefinido de
ciertos individuos en los puestos orgánicos del movimiento y
cuestionó abiertamente la credibilidad del “comité” español de
Gimeno. Mediante presiones provocó la convocatoria de un
pleno nacional en agosto de 1957.

En ese pleno se eligió un nuevo comité con Ginés Alonso


como secretario general. Su primera acción fue enviar a España
a Olegario Pachón401, para que se informase de primera mano
sobre la situación de la organización allí. Pachón viajó en
primavera por el interior durante un mes y medio. Se reunió en
Valencia con Gimeno y ‒como comprobó que el comité
nacional no estaba constituido por nadie más que él mismo‒ le
quitó el sello de la organización y el derecho de hablar en su
nombre.

Al mismo tiempo, hizo contactos preliminares para


comprobar si había posibilidad de reconstruir la organización a
nivel nacional. La mayoría de los militantes que encontró se
oponían a tal perspectiva. Consideraban que la reconstrucción
de la Confederación simplemente llevaría más personas a los
calabozos franquistas, sin que hubiese posibilidad de éxito. Los
compañeros del interior ‒cansados y bastante mayores‒
preferían estar en un pequeño círculo, mantener
conversaciones privadas y editar folletos en copias limitadas a
exponerse a los peligros de la actividad sindical clandestina.

La tendencia reformista intentó crear un nuevo comité


nacional pese al negativo estado de ánimo. Con esta misión
viajó Ramón Álvarez a Barcelona en agosto de 1958. El nuevo
comité nacional, con Ginés Camarasa como secretario general,
no logró conectarse a nivel nacional y fue abocado al fracaso.

401 Olegario Pachón Núñez (1907‒¿1982?) era un campesino sin tierra de Extremadura.
Estaba ya activo en la organización en su región antes de la Guerra Civil, pero ganó fama
principalmente a causa de sus cualidades guerreras (al final de la Guerra Civil era jefe de
división). Escapó en el último momento a su ejecución por los estalinistas, fue detenido en
Alicante y escapó de un campo de concentración en Andalucía. En enero de 1940 llegó a
Francia después de haber atravesado a pie casi mil kilómetros. Fue encerrado en los
campos de concentración y siguió el destino común de sus compañeros exilados. Siguió
siendo permanentemente fiel a la línea de la participación política.
Fueron necesarios otros dos años de procesos internos para
que tuviese éxito el intento de reconstrucción real de CNT a
nivel nacional, que se discutirá en el siguiente capítulo.

Aparte de este movimiento desacertado, el comité francés


emprendió una serie de iniciativas que influyeron en el
movimiento reavivándolo y contribuyeron al acercamiento de
las dos tendencias. La organización de los reformistas intentó
colaborar con la UGT para crear una alianza de organizaciones
sindicales, la ASO 402 . Los socialistas fueron en principio
cautelosos ante la propuesta que presentó la CNT reformista
en 1958. Pero la repercusión del obrerismo católico en el
proletariado español tras las huelgas de 1958 y el ingreso de
miembros del PCE en el Sindicato Vertical les llevó a la
renegociación de la propuesta, que aceptaron en 1959. En
conversaciones preliminares para crear la ASO participaron los
reformistas, la UGT y el STV 403. La tendencia ortodoxa fue
invitada a participar, ya que veían la coexistencia en la ASO
como un buen paso hacia la reunificación de las tendencias. En
efecto, los ortodoxos asistieron a las reuniones, pero se
retiraron precisamente a causa de la presencia de los
reformistas. La base común para discutir la creación de la
alianza era la negativa a participar en el Sindicato Vertical y la
oposición al PCE. Otro acuerdo de las organizaciones fue
incorporarse a la UFD 404, una coalición de fuerzas políticas

402 Alianza Sindical Obrera.


403 Sindicato de Trabajadores Vascos. El STV admitía la religión católica y estaba
limitado geográficamente, ya que actuaba en el Pais Vasco.
404 Unión de Fuerzas Democráticas. La UFD era un frente antifranquista de
organizaciones políticas en el que participaban diversos partidos y organizaciones con el
único objetivo de derrocar la dictadura sin que hubiese acuerdo programático sobre el
régimen de transición. En ella participaban también centristas y democratacristianos.
contra la dictadura, que adoptaba la forma de frente y no se
limitaba solo a la acción sindical. La primera comisión de
coordinación de la ASO se creó finalmente el 25 de febrero de
1960. Pronto tuvo que modificar su reglamento a causa de la
reunificación de la CNT.

A lo largo de toda la década hubo una corriente mayoritaria


de la tendencia reformista en las bases que optó por la
reunificación de la CNT. Como se ha señalado en un capítulo
anterior, esta reunificación estuvo a punto de lograrse en 1948,
pero la exigencia de los ortodoxos de que los comités
reformistas se disolviesen y se reinsertasen individualmente en
las organizaciones ortodoxas no fue aceptada. Eso no arredró a
los libertarios de la CNT reformista que querían la
reunificación. Principal exponente de esta tendencia fue
Cipriano Mera, que estuvo intentando incesantemente acercar
ambas organizaciones. Contrarios a tales perspectivas eran
‘Juanel’ ‒que había salido de la cárcel en 1952‒ y Álvarez. Pese
a esas discrepancias, la tendencia reformista decidió en su
pleno nacional, en marzo de 1960, proponer la unión de ambos
comités.

La tendencia ortodoxa de los exiliados.

Los años cincuenta fueron un desastre para la tendencia


ortodoxa. El Secretariado Intercontinental (SI) había rehusado
la acción directa contra la dictadura de Franco y así había
perdido la principal causa para unir a sus bases. Además, la
inhibición del movimiento libertario español oficial de la
realidad política de Francia y la falta de una acción sindical
organizada en el exilio concentraron el interés necesariamente
en los conflictos internos del movimiento y disuadieron a sus
miembros de la participación imaginativa en los asuntos
públicos. Inevitablemente, el número de miembros de la
tendencia ortodoxa apuntó una caída constante durante la
década, por lo que de 22.000 miembros en 1945 y 15.146 en
1952, en 1958 sólo contaba con 9.080 miembros 405 . La
reducción de la dinámica del movimiento preocupaba a
muchos militantes, pero no parecía inquietar seriamente a la
elite dirigente, es decir, la pareja Esgleas‒Montseny y la FAI.

Esgleas siguió siendo secretario del comité intercontinental


durante tres mandatos consecutivos, desde 1952 hasta 1958.
Su mujer había ocupado siempre cargos directivos en los
periódicos de la organización. Los cargos en los comités y
también en los periódicos eran remunerados, de esa manera
casi nunca necesitaron trabajar en el exilio francés. La FAI
‒cuyos dirigentes eran ellos dos‒ había desarrollado una
amplia red de control del movimiento en Francia que se basaba
en las estructuras del SI y adulteraba la expresión de la
voluntad de la mayoría ‒pasiva‒. ¿Cómo fue esto posible?

La forma básica de organización de la CNT en el exilio, ya que


no había sindicatos, era la federación local. Las federaciones
locales de cada distrito geográfico de Francia constituían un
núcleo. También los grupos de anarquistas exilados de diversas
partes del mundo formaban un núcleo. Así, en los plenos

405 Tal número de anarquistas estuvieron representados en el pleno intercontinental de


1958. Para las cifras vid. Herrerín (2004), p. 195.
intercontinentales, que decidían la suerte del movimiento, los
diversos núcleos participaban con la fuerza de un solo voto,
independientemente del número de miembros que
representaban. El núcleo de Gran Bretaña tenía el mismo peso
que el claramente más numeroso núcleo de Burdeos o el
núcleo menor de Venezuela. Los núcleos de otros países rara
vez tenían capacidad financiera para viajar a Francia y cedían
su representación al Secretariado Intercontinental o a
compañeros aislados.

Esta disparidad estructural se agravaba con la creación de


diversas federaciones locales para manipular las decisiones.
Cada federación local ‒con independencia del número de
miembros‒ tenía derecho a un voto en las decisiones de cada
núcleo. Esgleas y Montseny, que vivían en Toulouse, no
participaban en la federación local de su ciudad junto con los
cientos de anarquistas compañeros suyos. ¡Prefirieron crear
una federación local en un barrio de Toulouse, en la que
participaban siete personas! Así evitaban la asamblea semanal
de Toulouse, para no tener que disputar con los “simples”
compañeros. De la misma forma los miembros de la FAI
también crearon otras federaciones locales de CNT por toda
Francia, para que en los núcleos de la periferia francesa fuesen
elegidos representantes “complacientes”406.

Otra forma de imponer la línea de FAI era la organización de


reuniones de sus miembros, en paralelo a los actos de la
Confederación. Los miembros de la FAI organizaban sus

406 El secretario de Esgleas, Juan Sans Sicart, admitió más tarde que habia montado
bastantes “apaños” locales de tal tipo por indicación de Esgleas. Herrerín (2004), p.194.
reuniones locales y nacionales la noche anterior de las
respectivas de la CNT. De ese modo evitaban los gastos de
transporte de los miembros de la organización, pero también
aparecían listos y concertados de antemano en las asambleas
de la CNT e influían en las decisiones hacia su propia tendencia.
La única esperanza de evitar ese sistema de control de
decisiones y de tesis orgánicas era la organización de un
congreso en el que pudiesen estar directamente representadas
las federaciones locales, trasladando más fielmente la voluntad
política de las bases.

El último congreso de la organización había sido convocado


en 1948. Tuvieron que pasar doce años y que se ejerciese una
gran presión de las bases para que se organizase el siguiente.
La excusa del Secretariado Intercontinental era siempre la
misma: los gastos de un congreso eran grandes y habría que
restar dinero de las remesas de solidaridad con los compañeros
presos. Esta excusa era mezquina y artificial 407. La tendencia
ortodoxa no tenía estructuras en el interior para gestionar con
transparencia los ingresos resultantes de las cotizaciones
mensuales de los miembros a favor de los presos. Por
supuesto, en los plenos se presentaban personas que decían
representar al comité nacional español (inexistente). A veces
estos “delegados” no aparecían en la asamblea, sino que
enviaban supuestas exposiciones informativas para eliminar el
riesgo de que su nombre se difundiese entre agentes de la BPS,
que seguía de cerca a los exilados. Esos trucos maquiavélicos
mantenían la falsa ilusión de actividad ‒por parte de los

407 Pese a que muchos sabían que esa tentativa carecía de fundamento, era difícil de
refutar, ya que casi todos los exilados tenían un pariente o amigo que había estado o estaba
en prisión. Vid. Peirats (2009), p. 634.
ortodoxos‒ dentro de España, pero daban información falsa a
las bases e impedían el planteamiento sereno de la
situación 408.

Contra esta rigidez impuesta al movimiento por una elite de


burócratas, poco a poco empezaron a articularse protestas de
grupos heterogéneos de militantes. A través de la libre
expresión de los anarquistas en la prensa del exilio y en las
asambleas locales de las confederaciones, crecía
constantemente una corriente de protesta en contra de la
perpetuación de la presencia de determinadas personas en los
cargos de los comités y el resentimiento por la prolongada
inactividad de la organización. Por una parte, esta crítica
provenía de los partidarios de la acción insurreccional, con las
Juventudes Libertarias y Quico Sabaté como representante
principal, y se presentará globalmente más abajo. Por otra,
había algunos destacados militantes que a través de asambleas
y publicaciones aglutinaban la protesta de las bases contra el
dominio de la FAI en el movimiento.

Desempeñó un papel central en esta intentona José Peirats,


exsecretario del SI y editor del semanario CNT de Toulouse.
También Fernando Gómez puso su piedra, con la edición de la
revista mensual Atalaya, cuyo propósito era demostrar la

408 Para que se entienda qué significaba para los ortodoxos un “comité nacional”, baste
con decir que, cuando la policía descubrió la guarida de Facerías tras el tiroteo de la plaza
Molina en 1951, encontró tres sellos diferentes. Uno era del comité nacional, otro del
comité de defensa de Cataluña y Baleares y el tercero del comité catalán de solidaridad con
los presos. Facerías, además de todo lo que hacía, enviaba informes a Francia con tres
identidades diferentes. Hasta en los informes policiales sobre el incidente queda claro que
se trataba de aumentar el prestigio del comité de los ortodoxos. Vid. Herrerín (2004), ps.
200‒202.
influencia de los aparatos de la FAI a costa de las
manifestaciones de las bases de la organización. El amplio
rechazo que recibió Esgleas por ocupar continuadamente el
puesto de secretario en el Secretariado Intercontinental, le
obligó a adelantar su marcha en el pleno de 1958 409. El otro
tema sobre el que había creciente presión era la reunificación
de CNT.

Entre 1953 y 1960, en cada pleno de la tendencia ortodoxa


había un grupo de personas que ponía en el orden del día la
cuestión de la reunificación del movimiento. La respuesta era
siempre la misma. Si los reformistas aceptaban el tríptico de
principios, tácticas y finalidades del anarcosindicalismo
ortodoxo y disolvían su organización para incorporarse
individualmente a la tendencia ortodoxa, no había problema.
Eso, por supuesto, no era una unificación, sino la absorción de
una tendencia por la otra. Además, era evidente que muchos
destacados militantes reformistas no serían aceptados en la
organización ortodoxa.

La consecución de la unidad.

La unidad era muy difícil de conseguir desde el momento en


que al timón de las dos tendencias estaban personas que
apoyaban su prestigio político en el sectarismo dentro del
movimiento. Pero a finales de los años cincuenta la sintonía en

409 Su marcha fue realmente un salto a la secretaría de la internacional anarcosindicalista


AIT, que asumió en 1958, con sueldo, claro. Como se verá más adelante, su marcha no fue
definitiva.
la voluntad de las bases de ambas tendencias con la coyuntura
política mundial no dejó, en principio, margen para objetar a la
unidad. Después de una década dura de reconstrucción de las
sociedades de las calamidades de la Segunda Guerra Mundial y
la consolidación de la Guerra Fría, empezaron a florecer los
movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo, que se
volvieron contra las potencias coloniales. Los exilados
españoles se sorprendieron por el triunfo de la revolución
cubana, en cuya preparación y apoyo se involucraron muchos
compañeros que estaban exilados en México. También tuvo un
impacto importante en el movimiento en Francia la lucha de
liberación nacional de los argelinos contra el estado francés. El
resultado para los miembros de la CNT era que la coyuntura
internacional favorecía las luchas contra las dictaduras y que la
Confederación debía liderar los esfuerzos por derrocar a
Franco, dejando a un lado sus discrepancias internas. En esa
dirección empujaba la nueva generación de la FIJL, que no
había vivido la derrota de la Guerra Civil combatiendo y estaba
impaciente por pasar a la acción para vengar las calamidades
causadas por los fascistas al movimiento libertario.

Los reformistas de París habían creado un comité en favor de


la unidad, ya en 1957, cuyo secretario era Manuel
Buenacasa 410 . En torno a este comité comenzaron a
desarrollarse lazos de cooperación entre los militantes de

410 Manuel Buenacasa Torneo (1886‒1964) era de las figuras más reconocidas del
movimiento. Secretario del comité nacional en 1919 y también de la regional de Aragón en
varias ocasiones, pagó su actividad con sucesivos destierros y encarcelamientos. Se le
considera una de las mejores mentes organizativas de la Confederación, ya que organizó
tanto los congresos de 1919, 1931 y 1936 como el congreso de grupos anarquistas de 1922,
que precedió a la fundación de la FAI. En 1923 organizó la fuga de Ascaso de la prisión de
Zaragoza.
ambas tendencias, que llevaron a las federaciones locales de
París a la vanguardia de la lucha por la reunificación. Esfuerzos
similares en favor de la unidad se desarrollaron también en
núcleos del continente americano, como Venezuela y México.
La tendencia reformista estaba permanentemente abierta a los
ortodoxos, ya que una mayoría abrumadora deseaba volver a
la acción común. En su sesión plenaria, en 1960, dio a conocer
un comité de tres miembros ‒con Cipriano Mera como figura
política central‒ que tenía la misión de negociar con la otra
parte con el fin de lograr la unificación.

A pesar de la amplia corriente mayoritaria en el seno de los


ortodoxos en defensa de ese punto de vista, la respuesta del
comité trimembre del SI fue tajantemente negativa. El
Secretariado Intercontinental no aceptaba que hubiese
negociaciones de organización a organización, puesto que no
reconocía la organización de los reformistas. También se
excluía la perspectiva de un “congreso de unificación” en el
que podrían fundirse ambas tendencias. Finalmente,
consideraba irrealizable la propuesta de los reformistas de la
organización de un congreso en España ‒tras la liberación‒ en
el que se elaborarían los principios y las tácticas de la CNT. Para
los ortodoxos, esa conversación se había producido y había
concluido en Zaragoza en 1936. La desviación política de la
organización durante la Guerra Civil fue un error doctrinal y la
participación política era censurable e intolerable de ahora en
adelante.

La acritud de la respuesta del SI no arredró al comité que


decidió esperar hasta el congreso de los ortodoxos previsto en
agosto de 1960 en Limoges. Las federaciones locales habían
conseguido imponer la celebración de un congreso después de
doce años de filtración de sus puntos de vista a segundo y
tercer nivel. A medida que se aproximaba la realización del
congreso, la prensa libertaria se llenaba de artículos que
comparaban el congreso de Limoges con el de Zaragoza de
1936, en el que se había aceptado la reintegración de los
Sindicatos de Oposición.

La batalla en el congreso fue dura. El comunicado, que fue


aprobado por unanimidad, aconsejaba a los reformistas
disolver su organización e integrarse individual o
colectivamente en las federaciones locales de su región, en las
que disfrutarían desde el primer momento de los mismos
derechos y obligaciones que los demás miembros. En el mismo
documento quedaba claro que la organización mantenía el
tríptico principios‒tácticas‒finalidades del anarcosindicalismo
ortodoxo, [...] la que mejor garantiza y asegura la eficacia de la
acción del sindicalismo revolucionario en su lucha por la
manumisión del proletariado [...] que, en el presente como el
futuro, ninguna eventualidad ni circunstancia ha de desviar a la
CNT del camino señalado y seguido a través de sus acuerdos y
de su actuación militante [...] 411.

El comunicado era vago, no resolvía las diferencias de las


tendencias y daba por seguro que en el futuro surgirían los
mismos problemas. Si bien no aceptaba la demanda de los
reformistas de negociar, el indirecto reconocimiento de su
organización y la disposición expresa de las bases a una
reunificación de la CNT condujeron al resultado deseado. La

411 En Peirats (2009), ps. 657‒658 hay fragmentos extensos del comunicado.
clave ‒y única concesión de los ortodoxos‒ para la unidad fue
que los miembros de los reformistas podían incorporarse en
masa a las federaciones locales de la CNT, hecho que evitaba la
exclusión y las represalias a nivel individual. Prácticamente no
hubo reunificación, sino una absorción de una tendencia por
otra.

Aún así, los reformistas aceptaron la propuesta con un


entusiasmo frenético. La unión de ambas tendencias era una
obsesión para ellos y, ante la oportunidad que se presentó, no
se preocuparon de los obstáculos que les ponía la otra parte. La
voluntad de las bases logró superar las continuas zancadillas de
la elite dirigente a los militantes destacados. Los dos
secretarios, Ginés Alonso y Roque Santamaría ‒cuya presencia
en lugar de Esgleas había facilitado la situación‒ firmaron la
unificación de la CNT el 1 de noviembre de 1960. Todo el
mundo empezó a ocuparse de la organización del siguiente
congreso de la CNT, en el verano de 1961 en Limoges. A este
congreso se le llamó congreso de la reunificación.

El destino de los perseverantes: los casos de Sabaté y


Facerías y el renacimiento de la FIJL.

El final del apoyo a la acción insurreccional por la tendencia


ortodoxa llegó en un periodo en el que la mayoría de los
militantes armados había perdido la vida o la libertad. Quico
Sabaté fue interrogado tras el fracasado atraco de Lyon en
1951 y, cruelmente torturado, “confesó” su implicación en el
atraco de 1948. Salió de la cárcel en 1952, pero se le prohibió
durante tres años acercarse a las provincias fronterizas. Para
Marcelino Massana las aventuras judiciales y las demandas de
extradición llegaron a su fin en agosto de 1956. Jesús Martínez
fue desterrado hasta 1955. Ramón Vila fue el único que siguió
sin ser molestado por la justicia francesa, mientras que Facerías
se vio obligado a huir en 1952 a Italia, temiendo por su vida.

Las autoridades españolas trataban de convencer a las


franceses de que extraditasen a Facerías, mientras que sus
agentes lo buscaban por todas partes para asesinarlo 412. La
única salida para él fue la entrada clandestina en la vecina
Italia, adonde lo acompañó su compañero Jesús del Olmo
‘Malatesta’. Los dos anarquistas se dirigieron a Génova, donde
se establecieron en un primer momento. Facerías pronto
adquirió documentación falsa y aprendió a hablar italiano
perfecto con acento toscano. Su nuevo nombre era Alberto de
Luigi y con él llegó a ser conocido entre sus compañeros en
Italia. Todos sabían que era un refugiado español, pero no
sabían quién era en realidad.

Durante su estancia en el país, Facerías trabajó activamente


en los procesos políticos y los conflictos del movimiento
anarquista italiano. Los muchos años en la clandestinidad le
habían privado de la oportunidad de participar en reuniones
públicas, asambleas y debates ideológicos, así que se aferró a
la oportunidad de participar activamente en la vida política de
los anarquistas italianos. Facerías apoyaba la transformación

412 Facerías había descubierto a bastantes confidentes que actuaban en Toulouse y se


vieron obligados a desaparecer tras ser descubiertos.
de la FAI italiana en órgano político central de los anarquistas
según el modelo español, en el que cabrían y se expresarían
todas las diversas tendencias del movimiento. Su percepción
unitaria ‒también centralista‒ lo enfrentó con muchos
compañeros italianos que preferían la división del movimiento
y su posición hegemónica entre las sectas ideológicas 413. Al
poco tiempo, para contrarrestar la influencia continuamente
creciente de Facerías, sobre todo entre la juventud, se
activaron los rumores y sospechas acerca de cómo se ganaba
su sustento.

Las sospechas no eran infundadas. A finales de 1952 y


principios de 1953, Facerías y ‘Malatesta’, en colaboración con
algunos camaradas italianos, cometieron dos atracos en
bancos, uno en Turín y otro en la región de Lombardía. Muchos
sospechaban de esta actividad de ‘Alberto’, aunque su
experiencia en la acción conspiradora hizo imposible a
cualquier enemigo encontrar algo de qué acusarle. El dinero de
los atracos cubría sus necesidades inmediatas de subsistencia,
pero también financiaban la principal tentativa italiana de
Facerías, que fue la organización de un campamento juvenil
anarquista. Quería que ese camping fuese un espacio anual de
encuentro de anarquistas italianos y extranjeros, para
coordinar a los jóvenes anarquistas europeos en su actividad
contraria al régimen. Su segundo objetivo era crear unas
Juventudes anarquistas italianas según el modelo de la FIJL,
que ‒lejos de las batallas ideológicas‒ se concentraría en la

413 A principios de los años cincuenta hubo una intensa polémica en Italia entre algunos
grupos de la FAI y los recién constituidos GAAP, fundados por Masini. La evolución de
esta controversia condujo a la fragmentación del movimiento y a la fuga de militantes
hacia los socialistas y los neocomunistas. Vid. Téllez (2004), ps. 329‒331.
labor subversiva a través de la acción directa.

El primer campamento de la juventud anarquista se celebró


entre el 1 de julio y el 31 de agosto en Carrara y tuvo gran
éxito. Hubo eventos, debates y charlas, algunos de los cuales se
dedicaron a la cuestión española. Los gastos de organización
fueron grandes, así que Facerías se vio obligado a proceder a
un “reintegro” en un banco de Bolonia cuatro días antes de
cerrar el camping. Con él estuvo por última vez ‘Malatesta’414,
pero también ‘Rodolfo’ 415, antiguo compañero de la partida de
Los Maños, que había venido desde Francia por este motivo.

El retorno de ‘Malatesta’ a Francia dejó al luchador catalán


sin colaboradores. Pero pronto Facerías fue informado de la
presencia en Italia de Luis Agustín ‘Metralla’, que era un
antiguo compañero suyo de los grupos de acción de Barcelona
y había escapado el año anterior del castillo de Montjuic. En
abril de 1954 constituyeron un grupo con jóvenes compañeros
italianos y el 5 de julio del mismo año procedieron a un
espectacular atraco en un banco en Génova. Cuatro días antes
había abierto sus puertas el segundo campamento juvenil
anarquista y así cubrieron los gastos.

El nuevo año fue muy difícil para Facerías, que tenía fuertes

414 Jesús del Olmo Sáez ‘Malatesta’ (1924‒1958) había perdido con catorce años tres
dedos cuando le explotó en las manos un detonador que había encontrado en la playa. La
vida en Italia no le satisfacía, pero se había quedado a ayudar a su íntimo amigo para
sufragar su sueño del campamento. Ayudó a Facerías de diversas maneras hasta el final.
Murió en un accidente de tráfico.
415 ‘Rodolfo’ ‒cuyo nombre real sigue siendo desconocido‒ regresó a Francia y desde
allí fue a Israel para escapar de las persecuciones y vivir en un kibutz. Su suerte desde
entonces es desconocida.
discrepancias políticas con sus compañeros y no podía llevar
adelante su plan de fundar una organización anarquista de la
juventud italiana. Su fracaso en esta tentativa fue seguido por
un intento fallido de robo en un banco de Roma, robo que
preparaba hacía tiempo y en el que se basaba para cubrir la
organización del tercer campamento. Este se llevó a cabo de
julio a agosto de 1955, pero la asistencia fue muy reducida.
Facerías se decepcionó y muchos de sus allegados se alejaron
de él. Estudió la perspectiva de emigrar a Latinoamérica, cosa
muy difícil, ya que con la documentación falsa no podía sacar
un visado legal y tenía que viajar como polizón.

De manera totalmente inesperada, a principios de 1956,


recibió una carta de Francisco Sabaté, quien lo convocaba a
una acción conjunta en España. Sabaté acababa de constituir
los “Grupos Anarcosindicalistas” y estaba en conflicto con la
CNT del exilio en Francia. Facerías se recuperó anímicamente y
aceptó la propuesta. Cruzó la frontera francoitaliana a
principios de febrero de 1956 junto con un joven compañero
italiano y encontraron a ‘Quico’, que corrió a su encuentro.
Sabaté y ‘Face’ hablaron de los planes del primero y estuvieron
de acuerdo en bastantes puntos, pero Facerías pensaba que él
debía tener una conversación con el Secretariado
Intercontinental, seguro de que iba a convencerlos de apoyar a
‘Quico’ por fin. Sabaté se negó radicalmente y puso como única
condición para cooperar que la misión fuese secreta para los
comités de Toulouse.

Por desgracia Facerías no cumplió su promesa. Su prolongada


ausencia le hizo creer que era capaz de convencer a
Esgleas‒Montseny y al resto del comité de la necesidad de la
lucha frontal en España. Después de un breve encuentro que
tuvo en Toulouse ‒viajó clandestinamente en el día‒, se dio
cuenta de que ‘Quico’ tenía toda la razón. Los comités veían la
lucha armada solo como una amenaza para sus vidas pacíficas y
para la legalidad del movimiento en Francia. Frustrado,
mantuvo en secreto la reunión y en pocos días cruzó la frontera
por los puertos pirenaicos con Sabaté y otros compañeros.

Antes de pasar a la acción en Barcelona, un amigo de Sabaté


de Toulouse le informó por carta del encuentro secreto de
Facerías con el comité. Los dos hombres discutieron
agriamente y ‘Quico’ no daba marcha atrás. Su confianza en el
compañero se había tambaleado y no quería nada con él. Esta
pelea apenó mucho a Facerías, ya que se sentía obligado con
Sabaté, que se había ocupado de los gastos del viaje, pero
también del armamento. Junto con su compañero italiano
atracó un garaje de coches de lujo el 19 de marzo de 1956 y
unos días más tarde regresaron a Francia y desde allí de nuevo
a Italia.

Su breve presencia en Barcelona dio un nuevo impulso a


‘Face’, que decidió reanudar la acción directa contra los
fascistas. Se puso de acuerdo con ‘Metralla’ y concertaron
cometer un atraco en Italia con el fin de financiar su
expedición. El 15 de enero de 1957 atracaron junto con sus
compañeros italianos el banco de Villanova, al norte de
Génova416. Un mes y medio después, los dos españoles estaban

416 El atraco acabó normalmente, pero, durante las investigaciones, un lugareño dio
informaciones que llevaron a la policía a la guarida de los atracadores. Facerías ya se había
ido. La policía ordenó a los presentes que los siguiesen a pie hasta la comisaría de la
ciudad. Durante el traslado, ‘Metralla’ disparó al aire para intimidar y huyó en mitad de la
noche.
en Francia y planeaban su expedición a Barcelona. Su primer
objetivo era establecer bases, reactivar los enlaces, pero
también ejecutar a ‘Chaval’, delator de la partida de Los
Maños. En Francia conocieron a Goliardo Fiaschi 417 , que
deseaba participar en la lucha antifranquista y acordó
acompañarlos. Mientras estaban en Francia, Facerías estuvo
intentando continuamente ponerse en contacto con Sabaté,
pero ‘Quico’ lo rehuía.

Los tres compañeros cruzaron la frontera el 15 de agosto de


1957. Su plan tenía previsto viajar en bicicleta hasta Barcelona,
fingiendo ser excursionistas. Después de una semana,
‘Metralla’ dijo que no aguantaba más con la bicicleta y que
continuaría en tren. Se citaron en Barcelona. Facerías y Fiaschi
llegaron el 27 de agosto a su refugio acordado previamente en
el Tibidabo, en las colinas boscosas sobre la capital de
Cataluña. El mismo día ‒sigue sin saberse cómo fue conducida
allí‒ la policía arrestó a ‘Metralla’ en la casa donde se escondía.
Sucumbió a las torturas e indicó su cita en el Tibidabo. El 29 de
agosto por la tarde, unas decenas de policías que peinaban las
colinas, detuvieron a Fiaschi. Facerías había ido a la ciudad para
arreglar las citas del día siguiente. Ya fuese porque tuvo que
cambiar su horario o fuese por instinto, no regresó por la
noche a su guarida, donde la policía lo esperaba con el dedo en
el gatillo.

A las once menos cuarto de la mañana del 30 de agosto de


1957, Facerías tenía una cita con un compañero mayor, que

417 Goliardo Fiaschi (1930‒2000), anarquista italiano, a la edad de catorce años


participó con los partisanos en la liberación de Módena. Salió de la cárcel en 1974.
previamente le había prestado dinero para comprar una casa
para utilizarla como base de los insurgentes. La cita era en la
esquina de las calles Verdún y Pi y Molist, en el Nou Barris de
Barcelona. Cuando se acercaba al lugar, Facerías recibió una
tormenta de fuego, de francotiradores que estaban apostados
en los balcones de alrededor. Sacó su pistola y saltó desde un
muro de cuatro metros de altura para cubrirse. Pero no había
salvación, el fuego venía de todas direcciones. Facerías cayó
muerto en un charco de sangre. Tenía en la mano la pistola y
una granada, a la que no había llegado a quitar el seguro. Sus
únicas pertenencias eran mil pesetas, cinco cargadores, un
pequeño espejo y una agenda con direcciones italianas. José
Luis Facerías ‘Face’, ‘Petro’ o ‘Petronio’ para sus amigos, tenía
treinta y siete años cuando murió. La prensa española e
internacional dedicaron extensos artículos a este éxito policial.
La única prensa que calló ostentosamente fue la de los
anarquistas exilados 418 . Fiaschi y ‘Metralla’ 419 fueron
condenados a largas penas de prisión.

La eliminación de Facerías dejaba a la policía con un único


asunto pendiente: Francisco Sabaté Llopart ‘Quico’. Se ha dicho
anteriormente que los problemas de ‘Quico’ con las
autoridades francesas lo habían llevado a la cárcel con la

418 La única excepción fue la revista Atalaya de Femando Gómez, que en su primer
número se refirió con duras palabras a ese silenciamiento. Reprobó la actitud de los
comités, recordó los inestimables servicios que Facerías había rendido a la causa
revolucionaria y comparó su actividad con la de Durruti. Finalmente lanzó la sospecha de
que la traición del grupo de Facerías había partido de Francia. Téllez (2004), p. 382‒383.
419 Luis Agustín Vicente ‘Metralla’ (1920‒¿?) era miembro de las partidas guerrilleras
de 1942 a 1947, cuando fue detenido. Según una información, salió de la cárcel de Burgos
en 1973, aunque la pérdida total de su rastro hace sospechar que nunca salió vivo de la
cárcel.
acusación de haber participado en un atraco, el de 1948, en el
que había perdido la vida un vigilante de la fábrica. El 13 de
noviembre de 1952 salió de la cárcel en libertad condicional,
puesto que el tribunal reconoció que se le había arrancado la
confesión mediante torturas. Una de las condiciones era la
prohibición de trasladarse a las provincias fronterizas. Cuando
esa condición expiró a principios de 1955, Sabaté se preparó
para volver a la acción dentro de España.

La posición del Secretariado Intercontinental a favor del cese


de la lucha armada fue un obstáculo para sus planes y por eso
se reunió con el comité del SI‒CNT con el fin de encontrar una
solución. Su propósito era actuar como una organización con
otro diferente para no causar problemas al movimiento del
exilio. El comité se opuso firmemente a cualquier perspectiva
semejante, pero Sabaté se mantuvo inflexible. En la primavera
de 1955, en colaboración con unos pocos más, fundó los GA
(Grupos Anarco‒sindicalistas 420 ). El 29 de abril llegó a
Barcelona el primer comando. Viajaron con ‘Quico’ Josep
Castells, Carlos Rioja y un ‘Luis’ sin más datos conocidos. El
equipo tenía en su equipaje miles de copias del primer número
del periódico El Combate, edición de cuatro páginas de los GA,
que inundó los barrios obreros de la ciudad el día 1 de mayo de
1955.

Como los recursos financieros limitados de los GA se


dedicaron a la impresión de El Combate y a la compra de armas

420 La composición de los grupos en Francia sigue siendo hoy casi desconocida. Su corta
vida, su controversia con los comités y el extremo secretismo de sus miembros han dejado
para la historia solo los nombres de los detenidos en España y pocas cosas más sobre las
que no es posible encontrar más datos.
en Francia, se hizo necesario rellenar la tesorería con la táctica
favorita de ‘Quico’. Promotor involuntario de la organización
fue el Banco de Vizcaya. Los cuatro compañeros atracaron la
sucursal de la calle Mallorca el 6 de mayo 1955 y expropiaron
700.000 pesetas. La respuesta de las autoridades fue
inmediata. Decenas de registros en casas y los interrogatorios
de anarquistas y sospechosos no pudieron llevar al grupo de
Sabaté, pero descubrieron la imprenta clandestina de
Solidaridad Obrera. El periódico se imprimía por una pequeña
iniciativa de compañeros de común acuerdo con el comité
regional ‒anquilosado‒ de la CNT. Pocos días después, Sabaté
se puso en contacto con el comité, para entregar dinero para
apoyar a los presos y para los gastos de la organización. En uno
de sus encuentros con el secretario, se vio obligado a atacar
con su ametralladora a una furgoneta de la policía que los
seguía, hiriendo al conductor 421.

La actividad de Sabaté en Cataluña se centró en la creación


de comités de la CNT y de una red de apoyo a la acción. Pese a
que funcionaba al margen de las normas de la organización, su
propósito no era extender los GA, sino el resurgimiento de una
CNT beligerante dentro de España. Su labor organizativa y
propagandística fue bastante eficiente. En julio y octubre de
1955 lanzaron otros dos números de El Combate. Pero la
acción más sensacional fue la lluvia de octavillas que inundaron
Barcelona el 29 de septiembre del mismo año, durante la visita
oficial de Franco a la ciudad. Usando una patente basada en un
lanzador de bengalas que había enviado Teófilo Navarro desde

421 Una detallada estampa del suceso se encuentra en Téllez (1978), ps. 125‒127. La
policía siguió al secretario del comité sin saber que se iba a encontrar con Sabaté.
Toulouse, Sabaté bombardeaba a distancia con material
propagandístico el centro de la ciudad. Hacia el final del año
‘Quico’ regresó a Francia.

La siguiente campaña fue la que realizó conjuntamente con


Facerías. La disputa entre ambos dividió el grupo, así que
‘Quico’ se quedó solo en Barcelona con Ángel Marqués
‘Pepito’. El 3 de marzo de 1956 ambos se dieron cuenta de que
un secreta los seguía, cerca de la estatua de Colón, en la
avenida marítima. Se dirigieron a él y le preguntaron quién era.
El protestó enérgicamente y gritó a unos transeúntes, que se
acercaron a ver lo que pasaba. Con sangre fría ‘Quico’ sacó su
pistola y una identidad falsa y les dijo que eran policías que
estaban arrestando a un malhechor. Yo soy el policía, se quejó
el inspector Gómez. Estas fueron sus últimas palabras, ya que
‘Quico’ le disparó a quemarropa y le quitó el arma y los papeles
antes de alejarse ambos rápidamente422. Al día siguiente los
periódicos de la ciudad tenían grandes fotografías en portada
de Sabaté y Facerías. La fotografía de ‘Quico’, a quien nunca
habían detenido los fascistas de Franco, fue una generosa
cortesía de la ‒democrática‒ policía francesa.

Pocos días después, los dos compañeros reanudaron el


bombardeo de zonas con material propagandístico, utilizando

422 Luego, las autoridades atribuyeron el asesinato a una pareja de pequeños


delincuentes homosexuales que fueron juzgados con una red de anarquistas. El único
elemento era la confesión de uno de ellos, que afirmó en el tribunal que la habia firmado
porque en la dirección de la policía lo habían colgado de los órganos genitales. Sabaté
envió una carta desde Francia en 1958 en la que asumía la responsabilidad, ¡pero el
tribunal la rechazó! La pareja fue condenada a muerte, la pena les fue conmutada a cadena
perpetua y salieron de la cárcel en los años setenta. Vid. Sánchez Agustí (2006), ps.
185‒186.
el lanzador. El 23 de mayo hicieron una expropiación en el
Banco Central próximo al mercado del Born, con un botín de
274.000 pesetas. Una vez reforzadas financieramente las
estructuras clandestinas, Sabaté y Marqués regresaron a
Francia en julio, para dotar de personal a un nuevo comando.
En el siguiente viaje vino con ellos Amadeo Ramón ‘Asturiano’,
guerrillero que había combatido en Asturias con la partida de
‘Santeiro’ hasta 1948, en que se fue a Francia. El grupo llegó a
Barcelona en noviembre de 1956 y el 22 de diciembre cometió
un espectacular atraco en una gran empresa de construcción
expropiando cerca de un millón de pesetas. Pero la acción
combinada de la policía francesa con la española llevó al
descubrimiento de una casa que frecuentaba Marqués y a su
posterior detención 423 . ‘Quico’ y ‘Asturiano’ pasaron
momentos muy difíciles tratando de escapar del cerco, ya que
‘Marqués’ había sucumbido a las torturas y desentrañado la
maraña de la red clandestina que habían establecido los GA.
Sus revelaciones causaron la detención de cuarenta y tres
personas en toda Cataluña 424 . A pesar de la movilización
policial, los dos guerrilleros hicieron estallar el 30 de diciembre
el monumento de la victoria.

En febrero de 1957 emprendió el largo viaje de regreso, junto


con Joaquina Dorado, compañera de Liberto Sarrau. Durante el
viaje, ‘Asturiano’ intentó huir con el dinero que había sobrado

423 Ángel Marqués Urdí ‘Pepito’ (1922‒¿?) salió de la cárcel en 1976, después de
veinte años. Participó en la guerrilla desde 1946, tras conocer a Facerías.
424 Entre los detenidos mencionamos de manera representativa a Josep Prat Closa
(1914‒1983) ‒obrero textil y responsable de la gran organización de la CNT en Terrassa‒
que salió de la cárcel en 1964, pero también a Santiago Marcos Rodríguez, que fue
acusado de atender en 1949 a José Sabaté, que estaba herido, y fue excarcelado en 1961.
del atraco. ‘Quico’ lo localizó, le quitó el dinero, pero
acordaron seguir todos juntos el camino hasta la frontera. En
Francia dio una cantidad al ‘Asturiano’ 425 y le dijo que
desapareciese de su vista. La situación en el país vecino era
muy difícil. El Secretariado Intercontinental había acusado
públicamente a Sabaté de desarticular el movimiento en julio
de 1956 y la policía francesa había descubierto ‒con la ayuda
de la española y el interrogatorio de Marqués‒ el arsenal de los
Pirineos. Su nueva aventura con la justicia francesa le privó de
libertad desde diciembre de 1957 hasta mayo de 1958.
Después de su liberación, se le impuso una pena de
confinamiento durante cinco años en la ciudad de Dijon.

La condena del SI, las detenciones en España y el


encarcelamiento de ‘Quico’ llevaron a los Grupos
Anarcosindicalistas a la disolución. El último dinero de los
atracos se envió a España para atender las necesidades de los
presos, ya que los comités de exiliados no se habían ocupado
en absoluto de ese asunto. Esto no arredró a Sabaté, que
estaba constantemente buscando formaciones y personas que
asumiesen la acción violenta en España. La FIJL tuvo un papel
fundamental en la evolución de los acontecimientos.

A finales de los años 50, las Juventudes Libertarias


recuperaron el dinamismo que las caracterizaba en los
primeros años de posguerra. Los hijos de los anarquistas
españoles exiliados, sobre todo en Francia, pero también en
otras partes del mundo, comenzaron a tomar la iniciativa, en

425 Amadeo Ramón Valledor ‘Asturiano’ (1920‒1963) se suicidó cuando el médico le


informó de que tenía cáncer.
paralelo e incluso fuera de las estructuras del movimiento
organizado. En México bastantes jóvenes libertarios
participaban en el apoyo a la revolución cubana y también en
la coordinación de las guerrillas y los movimientos
latinoamericanos. Figura central en esta lucha fue Octavio
Alberola. La participación de compañeros mexicanos en
sabotajes y grupos de apoyo a los cubanos creó un núcleo de
personas jóvenes que optaron por asumir la acción directa
contra la dictadura de Franco.

En Francia había muchos jóvenes que veían el resurgimiento


de la lucha armada como un factor clave en la desestabilización
del régimen franquista y estaban impacientes por pasar a la
acción.

Los núcleos dispersos de jóvenes anarquistas comenzaron a


coordinarse y a ser auxiliados por militantes mayores, como
era José Pascual 426, que estaban orientados hacia el mismo
objetivo. En poco tiempo se desarrollaron relaciones estrechas
entre estos núcleos y Sabaté. Otros compañeros de la FIJL
establecieron puentes de comunicación con Cerrada a pesar de
la condena unánime de los comités del movimiento

426 José Pascual Palacios (1916‒1970) fue responsable de coordinación de la acción


conspiradora del SI en el periodo de 1949 a 1952. Era miembro de la FAI, en la que
constituía el contrapeso de la tendencia de Esgleas. Fue siempre partidario de la lucha
armada, con extraña capacidad de organización y pensamiento creativo. Según un
testimonio, de él partió la idea de atacar objetivos españoles en países ‒salvo Francia‒ en
que las medidas de seguridad eran más reducidas. Vid. Edo (2006), p. 147. Hasta su muerte
a causa de una enfermedad pulmonar en 1970 ‒resultado de largos años de trabajo en las
minas de pirita‒ fue un pilar fundamental de las partidas de guerrilleros durante más de
veinte años. En una de sus últimas cartas decía a un amigo suyo: No creas que mi
entusiasmo, mi optimismo natural, mi confianza en el porvenir de nuestro ideal, se ha
aminorado, no; cada día creo más que no hay otro camino que el camino de lo libertario
[...]. Edo (2006), p. 150.
organizado.

En las líneas del movimiento libertario existía la convicción de


que asumir la acción directa en España sería el primer
resultado de la reunificación. Había ya anarquistas que
colaboraban en esa dirección con antifascistas de otras
tendencias. Un caso particular fue el de Liberto Sarrau, que
salió de la cárcel en 1958 y se fue a Francia, donde en mayo de
1959 se fundó el MPR 427. El esfuerzo de Sarrau, aunque
parecía estar ganando terreno al principio debido a su
personalidad, en realidad quedó sobre el papel. Sobre el papel
quedó también un segundo intento de fundar un frente al
estilo del FLN argelino, que sería financiado por el gobierno
yugoslavo. Sus miembros se reunieron con Sabaté en
diciembre de 1959, sin asegurarse su consentimiento para
participar.

El único esfuerzo que valió la pena fue el DRIL428. El DRIL fue


fundado por opositores portugueses y españoles, con el
propósito de luchar conjuntamente contra las dos dictaduras
vecinas de la Península Ibérica. En sus líneas participaban viejos
militantes libertarios, entre ellos Antonio Abad, responsable de
los grupos de acción de Barcelona en 1946. En marzo de 1960,
hubo un atentado con bomba en la Casa de la Villa de Madrid

427 Movimiento Popular de Resistencia. A pesar de los contactos con muchos


compañeros anarquistas y partidarios de la acción directa de otros ámbitos políticos, el
MPR no logró nunca dotarse de personal adecuado y pasar a la acción real. Imprimió y
distribuyó en España material propagandístico, reunió a personalidades internacionales
para denunciar al régimen, hizo escasos enlaces en el interior, pero la CNT no afianzó su
esfuerzo. Sarrau mantuvo su red hasta los años setenta, aunque ‒ya desde 1965 ‒ el MPR
prácticamente había dejado de funcionar.
428 Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación.
y, poco después, un miembro del DRIL murió al explotarle en
las manos la bomba que llevaba. En la investigación posterior
fue arrestado Abad y después de un consejo de guerra urgente
fue ejecutado a garrote vil en el mismo mes. La acción más
llamativa del DRIL ‒y la última antes de su desaparición‒ fue el
secuestro del buque transatlántico Santa María en enero de
1961. Esta acción tenía por objeto recordar a la opinión pública
internacional la existencia de las dictaduras ibéricas. En el
comando armado que lo llevó adelante participaron también
militantes anarquistas, que pidieron asilo político en
Venezuela.

Por lo tanto, 1959 fue un año de intenso proceso de


revitalización de la resistencia armada contra Franco. En
agosto, se organizó el pleno del SI en la localidad francesa de
Vierzon. Allí asistieron formal y oficiosamente algunos
partidarios de la lucha armada, que lograron aprobar una
resolución secreta que reinstauró la lucha armada en el centro
de atención429. Las aguas volvieron a su cauce, aunque hubo
fuertes resistencias dentro de la organización, que, por razones
de eficiencia, postergaron la asunción coordinada de la acción
hasta la reunificación de movimiento.

Sabaté estaba deseoso de pasar a la acción, aunque todo el


mundo le aconsejaba que tuviese paciencia hasta que se
construyese el nuevo aparato conspirador. En otoño de 1959,

429 Las actas del pleno no se han publicado nunca, aunque habitualmente se publicaban
en la prensa de los exilados. Los testimonios de los presentes son contradictorios, sin
embargo parece que hubo acuerdo para renegociar el tema de la lucha armada y se le dio
luz verde a un intento de asesinato de Franco. La FIJL habia organizado su propia reunión
unos días antes y había decidido apoyar la vuelta a la acción directa. Vid. Íñiguez (2008),
tomo 2, p. 1795.
‘Quico’ recibió una llamada de la justicia francesa en relación
con la causa de su solicitud de prescripción del confinamiento
por el atraco de 1948. La solicitud fue rechazada a principios de
diciembre. Eso significaba que podía ser arrestado en cualquier
momento y juzgado de nuevo. Ante esta amenaza, unos
compañeros le arreglaron o bien que Yugoslavia le ofreciese
asilo político o bien que se le facilitase la huida a
Latinoamérica. Pero ‘Quico’ sabía que eso equivaldría a la
muerte de su actividad revolucionaria y decidió volver a luchar
a España.

A través de sus contactos con miembros de la FIJL constituyó


un comando de combatientes430 y hacia finales de diciembre
los compañeros cruzaron la frontera. El grupo lo completaron
cuatro miembros de la FIJL de Lyon y Clermont‒Ferrand.
Rogelio Madrigal, de veintisiete años, había desertado en 1956
del ejército español y trabajaba en la construcción en Francia.
Antonio Miracle, de veintinueve años, había sido detenido en
1955 en Barcelona, cuando se descubrió la imprenta
clandestina de Solidaridad Obrera y tras su liberación pasó en
Francia. Fue un pacifista declarado (!) y secretario de las
Juventudes de Clermont‒Ferrand. Martín Ruiz era el benjamín
del grupo, ya que no había cumplido aún los veintiún años.
Había nacido en el exilio francés. Francisco Conesa, de treinta y
nueve años, había emigrado a Francia en 1950 y trabajaba de

430 Sabaté mantenía un contacto estrecho con el grupo de Lucio Urtubia y Luis Andrés
Edo en París. Urtubia le había ayudado en un atraco para financiar la misión. Ambos
jóvenes le habían puesto en contacto con otros grupos de la FIJL, entre los que se reclutó el
comando. Edo y Urtubia, al igual que muchos otros compañeros suyos, trataron de
disuadir a ‘Quico’ de su último viaje, tanto porque consideraban obsoleta y peligrosa su
forma de cruzar la frontera como porque se había filtrado la información de que se iba a
realizar. Vid. Edo (2006), ps.138‒ 139.
conductor en Lyon. Todos eran inexpertos en el uso de las
armas. Su plan era establecer una red de enlaces y proceder al
secuestro de los hermanos Creix, conocidos torturadores de la
policía franquista, a quienes Sabaté quería llevarse de vuelta a
Francia.

El viaje fue atribulado desde el principio, ya que la policía


francesa había informado a la española y la Guardia Civil había
inundado la frontera. A pesar de la localización del grupo
después de un tiroteo, los correctos movimientos de ‘Quico’
sacaron al grupo del cerco inicial. Llegaron a la zona más
refuerzos, que cubrieron caminos, masías y cumbres. En la
mañana del 3 de enero una patrulla localizó al grupo entrando
en la remota masía Mas Ciará, en la provincia de Girona. Poco
después, la inquilina de la casa se dirigió a una granja vecina
para comprar víveres. Los propietarios de la granja avisaron a
las autoridades, ya que les parecía extraña esa compra masiva
de alimentos. Las fuerzas de represión estaban seguras de que
habían localizado al comando de Sabaté.

Por la tarde empezó el cerco de Mas Clará. En la operación


participaron más de cien hombres de la Guardia Civil, muchos
falangistas locales y paraestatales y por la noche llegó una
unidad de artillería. Además, el inspector Quintela, ya retirado,
vino desde el otro extremo de España para estar presente en la
eliminación de su último gran enemigo. Cuando las fuerzas se
aproximaban a la masía, uno de ellos disparó una ráfaga hacia
los anarquistas, que estaban en el patio. Las balas hirieron a
‘Quico’ en la pierna y a Conesa en la ingle. Todos se
atrincheraron en casa, salvo Conesa, que, gravemente herido,
se arrastró hasta el corral. Durante mucho tiempo se
registraron esporádicamente tiroteos. La Guardia Civil tuvo un
herido. La oscuridad cayó temprano y Sabaté intentaba pensar
en una manera de escapar de los tres cordones sucesivos que
se habían montado.

Cuando la luna se escondió tras las colinas, intentó salir. Los


cuatro compañeros salieron del sótano, cubiertos detrás de
dos vacas, disparando y lanzando granadas. Les recibió una
descarga de disparos y todos ‒salvo ‘Quico’‒ se apresuraron a
entrar en la casa. Sabaté corrió durante unos cuantos metros y
cayó de bruces. Un hombre se arrastró hacia él susurrando: No
disparen, soy el teniente. Sabaté le disparó en la cabeza casi a
quemarropa y continuó arrastrándose en la oscuridad,
repitiendo la frase del teniente cada vez que se cruzaba con
uno de sus enemigos. En unos pocos minutos había roto el
cerco.

Al amanecer, la Guardia Civil entró en Mas Ciará. Miracle y


Madrigal estaban ocultos tras sacos de pienso y heridos. Ruiz
estaba escondido en la chimenea del horno de casa, pero se vio
obligado a salir cuando la policía lanzó gases lacrimógenos en
el horno. Los tres fueron ejecutados in situ.

Conesa estaba aún en el corral, moribundo por la


hemorragia, pero en lugar de atenderlo, lo torturaron hasta
que expiró. La fuga de Sabaté puso en alerta a toda la
provincia.

A la noche siguiente, ‘Quico’ cruzó a nado el río Ter helado y


al amanecer se subió a la locomotora de un tren comercial.
Bajo la amenaza del arma, los conductores le dieron comida y
agua, pero le explicaron que no podían llevarlo a Barcelona,
como pedía, ya que para hacer eso tenían que cambiar la
máquina del tren. Su situación era muy mala. Las heridas de su
pierna se habían infectado, tenía fiebre y para soportar el dolor
se puso inyecciones de morfina. Bajó del tren y trató de
encontrar un médico en el pueblo de Sant Celoni. Allí llamó a
una puerta equivocada y trató de entrar en la casa del
desconocido que le había abierto.

Los dos hombres llegaron a las manos y rodaron por la calle.


Entretanto, se había informado a todos los falangistas y a las
fuerzas policiales de la comarca de que ‘Quico’ se dirigía a su
pueblo. El falangista Abel Rocha estaba de patrulla con otros
paraestatales cuando se dio cuenta de la refriega. Corrió hacia
los dos hombres y disparó, alcanzando al ciudadano. ‘Quico’
tuvo tiempo de disparar dos veces a Rocha. La primera bala le
alcanzó en la pierna y la segunda se detuvo en una granada que
había en el bolsillo de su uniforme, a la altura del corazón. La
suerte, que sonrió al falangista, había abandonado ya a ‘Quico’,
que cayó muerto por el segundo disparo de su enemigo. Otro
paraestatal que se acercó a ellos vació el cargador sobre el
cuerpo inerte de Francisco Sabaté Llopart ‘Quico’, deformando
la cara del muerto hasta tal punto que ya no era reconocible.
Fue el 5 de enero de 1960 431.

La noticia dio la vuelta al mundo en muy poco tiempo, a


través de la radio y los periódicos en Europa, pero también en

431 Toda la historia del viaje y los enfrentamientos está en griego en Téllez (1978), ps.
177‒186. Algunos errores en el relato de Téllez, que se deben a la imposibilidad de
consultar fuentes oficiales y testigos presenciales cuando se escribió el libro en 1970, están
corregidos en la versión de más arriba.
el continente americano. El anuncio de su muerte en la prensa
oficial de la CNT de Francia con un artículo de Federica
Montseny, levantó una tormenta de protestas, ya que, aunque
le rendía tributo, recordaba sus “desintegradoras” iniciativas y
consideraba que el móvil de su acción era vengar a sus
hermanos. Los burócratas rígidos de los comités no podían ‒y
no querían‒ comprender el espíritu de Sabaté. Pero la acción
del enemigo del régimen más buscado y de sus cuatro
compañeros funcionó como un ejemplo entre todos los
jóvenes combatientes que ansiaban desenterrar el hacha de
guerra. Los albores de la década de los sesenta marcaron el
comienzo de un nuevo ataque contra Franco, de una
generación de combatientes que querían parecerse
LA CNT UNIDA Y LA DI (1961‒1965)

Las nuevas circunstancias.

El optimismo en las líneas del movimiento a la vista del


congreso de Limoges en 1961 era excesivo. La estimación de la
situación en que se encontraba el régimen franquista y la
coyuntura internacional alimentaban ese optimismo. La
situación social en España era tensa. La liberalización de la
economía emprendida había provocado una crisis y las
reivindicaciones obreras se hacían más frecuentes. Al mismo
tiempo, las dificultades económicas y el elevado desempleo en
muchas regiones ‒del sur principalmente‒ habían llevado a
grandes segmentos de la población a emigrar. Las disputas
entre la vieja guardia de fascistas y los tecnócratas católicos
habían creado desavenencias dentro del gobierno y
expectativas entre los disidentes por una probable crisis
política. Incluso hasta las formaciones políticas de la derecha se
comprometían en la acción opositora, con la esperanza de
llenar el vacío político que dejaría un posible cambio de
régimen.

A nivel internacional, el proceso de liberación de los países


del Tercer Mundo de las potencias coloniales se encontraba en
pleno desarrollo. La revolución arraigaba en Cuba y se
fortalecía el movimiento revolucionario en América Latina. La
ONU aprobó en diciembre de 1960 el derecho inalienable de
los pueblos a la autodeterminación. En Europa occidental se
vislumbraba ‒tras los difíciles años de la reconstrucción de
posguerra‒ un giro progresista, que cristalizó en la ampliación
del estado de bienestar y la radicalización de la nueva
generación. Los sucesos de Hungría en el bloque del este y la
consolidación de la revolución china provocaron nuevos
procesos políticos dentro de los movimientos comunistas, con
la creación de la nueva izquierda y el debilitamiento de la
influencia de la URSS en la nueva generación de radicales.

En este clima de cambio continuo, el dictador español


consiguió maniobrar con eficacia y dar vuelta a su favor a las
situaciones que podrían haberlo puesto en peligro. Las
relaciones del estado español con los Estados Unidos se
estrecharon y aseguraron el flujo de capitales de Estados
Unidos para apoyar la economía. Días antes del asesinato de
Sabaté, Eisenhower llevó a cabo la primera visita de un
presidente norteamericano a Madrid. El total de la ayuda
económica de los EE.UU. a Franco, incluidas las inversiones
privadas y el suministro de material, alcanzó los 7.600 millones
de dólares durante el período 1960‒1974 432. La migración de
mano de obra al extranjero también tuvo efectos beneficiosos
para la economía española, ya que redujo el desempleo y trajo
seis mil millones de dólares más al mercado español por las
trasferencias de dinero de casi un millón y medio de
emigrantes a sus familias.

432 Para las dimensiones económicas, vid. Herrerín (2004), p. 236‒237.


Sin embargo, el gran éxito de Franco en el ámbito económico
fue la explotación del turismo. Muchos miembros de su
gobierno temían la expansión del turismo por el país. Se
consideraba a los visitantes foráneos agentes de malas
influencias por proceder de regímenes capitalistas liberales.
Por otra parte, las inevitables comparaciones entre el nivel de
vida de los turistas y el de los españoles nativos podían causar
problemas. La España de los años sesenta era un país pobre y
atrasado, con el campo oprimido por la confabulación de
terratenientes e iglesia católica, donde casi el 50% de los niños
no tenía acceso adecuado a la educación básica. El
analfabetismo era una realidad muy extendida. Para los
católicos conservadores, la presencia de turistas ‒muchos de
los cuales deambulaban por las zonas costeras en traje de baño
consumiendo alcohol‒ era escandalosa. Pero el dictador se dio
cuenta de los importantes beneficios económicos del turismo y
vio en él una oportunidad de mejorar la imagen internacional
de su país. En el subconsciente colectivo europeo la imagen de
España como país de la masacre fratricida y la tiranía fue
reemplazada por la imagen de destino vacacional barato. El
Guernica de Picasso y la fotografía de Robert Cappa del
miliciano en el momento de morir cedieron su puesto a tarjetas
postales llenas de sol, sangría, mar y corridas de toros. Los seis
millones de turistas de 1960 se convirtieron en treinta y cuatro
millones en 1973. El dinero que dejaron en el país sostuvo el
régimen fascista y financió el enorme aparato de represión.

La represión en todas sus formas fue especialmente dura en


esa década. No podía ser de otra manera, ya que los frentes
que tenía abiertos el régimen eran muchos y peligrosos. Las
condiciones contrarias a los intereses de los trabajadores que
se derivaban de la liberalización de la economía comportaron
una situación crítica para la clase obrera. La emigración interior
creó una nueva situación, especialmente en las zonas
industriales en torno a las grandes ciudades. Allí se
concentraron muchos jóvenes que dieron aliento nuevo al
movimiento obrero, dentro y fuera de las fuerzas políticas
tradicionales. La protesta consolidó su existencia también en
las universidades, donde los chicos de clase media
‒principalmente‒ reclamaban presencia en la escena política.

En estas circunstancias, surgieron inevitablemente


percepciones de lucha más radicales. En diciembre de 1959
ETA hizo su aparición con tres bombas433. En agosto de 1961 un
comando de trece guerrilleros intercambió disparos con una
patrulla de la Guardia Civil en los Pirineos, que causaron un
muerto y un herido. En la retirada del comando a Francia, sus
miembros fueron detenidos y se descubrió que eran socialistas
y apóstatas del partido comunista que estaban en contacto con
el ‘Campesino’ 434 y miembros del PSOE que se habían
disgregado. También se ha contado en el capítulo anterior la

433 Muchos consideran, equivocadamente, que ETA se creó en 1959 y que su primera
acción fue el intento de descarrilamiento de un tren con falangistas en julio de 1961. Su
nacimiento se remonta al año 1958, a unos jóvenes vascos que se oponían a la pasividad
del PNV y querían combinar el elemento nacionalista vasco con una perspectiva social
socialista. Los jóvenes de ETA fueron ayudados en sus primeros pasos por los anarquistas
‒principalmente en el suministro de armas‒ y colaboraron con ellos en algunas
circunstancias. Se supone que el logotipo de la organización es obra de Félix Likiniano,
anarquista vasco que poco a poco se fue orientando hacia el nacionalismo vasco. Vid
Íñiguez, (2001), p. 927. Sobre ETA y su trayectoria posterior, vid. Casanova (2007).
434 Valentín González ‘El Campesino’ fue el más famoso dirigente militar durante la
Guerra Civil. Tras la derrota fue a la URSS, donde discrepó de los estalinistas y fue
recluido en un gulag. Logró escapar en 1949 por el Cáucaso y pasó a pie a Irán y de allí a
Europa. En 1959 se había reunido con Quico Sabaté, quien se había reservado el derecho
de reconsiderar el caso de colaborar con él. Vid. Edo (2006), ps. 129‒130.
actividad del DRIL en 1960 y 1961, así como el resto de
tentativas fracasadas de actividad antifranquista. En el período
que se estudia, la tentativa de resistencia más organizada y
capaz era la de los anarquistas.

Su punto de partida son las iniciativas emprendidas por la


FIJL a finales de la década anterior. Mediante las deliberaciones
de las Juventudes y de los militantes que la apoyaban con los
representantes de la CNT y de la FAI, la acción directa pasó al
primer plano, teniendo a la vista la organización del Congreso
de Reunificación en Limoges, en el verano de 1961. Las
Juventudes estaban decididas a despertar al movimiento del
letargo en el que lo habían dejado los dirigentes anquilosados y
la renuncia de sus miembros más viejos, cansados.

El Congreso de la reunificación y la constitución de la DI.

El congreso se celebró del 26 de agosto al 3 de septiembre.


Los reproches entre los irreductibles de ambas tendencias
fueron en principio muy intensos y dirigidos por la facción de
Esgleas‒Montseny. Pero, en una de las primeras reuniones, los
representantes mantuvieron a la pareja en los cargos que
ocupaba (secretario de la AIT y directora del semanario CNT).
Esto contribuyó a la normalización del movimiento, ya que
había miedo a que se intentase ostracizar a ambos de los
puestos de responsabilidad del movimiento. A continuación, un
comité de reconciliación definió el proceso de reunificación de
las federaciones locales y propuso mantener las publicaciones
de ambas tendencias. En realidad las estructuras de la
tendencia ortodoxa (oficinas de vivienda, carnés de miembros,
sellos, etc...) permanecieron intactas y se incorporaron a ellas
los reformistas.

La segunda cuestión atañía a la ASO y a la colaboración con la


UGT y el STV. El congreso decidió por unanimidad dar un voto
de confianza a la coalición con los otros sindicatos y que la CNT
participase activamente en este primera iniciativa. Tres meses
antes una representación unitaria de la CNT había suscrito su
participación en la ASO, sobre la base de cuatro puntos. El
primero era que se concedería amnistía a todos los presos en el
cambio de régimen. El segundo, que se devolverían los bienes
confiscados por los fascistas. El tercer punto era que la ASO
apoyaría la creación de un mecanismo de administración de
justicia que no sería vengativo y, finalmente, las fuerzas
políticas de la transición se comprometían a no intentar
instituir un régimen político, sino que dejarían decidir al pueblo
español, después de restablecer antes las libertades
individuales.

La declaración de buenas intenciones de la ASO se quedó


sobre el papel. A pesar de la decisión del congreso, la CNT
pronto abandonó su participación activa, cuando los partidos
que tenían el control de ambos sindicatos procedieron a crear
una formación política más amplia, la UFD, en la que la
confederación no participaba. La ASO no dejó de existir, pero
en el exilio se ocupó sobre todo de contactos con los sindicatos
europeos. Dentro de España la cooperación de los tres
sindicatos era más activa y tuvo resultados en la promoción de
las grandes huelgas de 1962. Pero el esfuerzo de los exilados
por controlar totalmente a los sindicalistas del interior llevó a
estos últimos a desvincularse. A pesar de los pundonorosos
esfuerzos de algunos antiguos militantes que se habían
quedado dentro, la represión y el surgimiento de nuevas
organizaciones sindicales condujeron a la disolución efectiva de
la alianza hacia mediados de la década.

La decisión más importante adoptada por el congreso de


Limoges fue la creación de DI 435. DI era la organización que se
encargaría de planificar el resurgimiento de la acción directa en
el interior, con el tiranicidio como objetivo último. Sus
miembros permanecerían en secreto y rendirían cuentas a la
comisión de defensa de la CNT, que participaría también en las
reuniones para controlar y aprobar la acción. Para los
propósitos de DI se preveía una contribución financiera
especial de los miembros de la Confederación436.

El congreso concluyó sus trámites en un clima de euforia, que


“barría bajo la alfombra” los problemas reales. La unidad que
se había logrado era superficial, ya que no hubo convergencia
de puntos de vista entre ambas tendencias, sino más bien la
convergencia de propuestas. Las elites dirigentes, que se
oponían a la unión, hicieron cuanto estaba en su mano por
mantener un clima de guerra en la organización. El
compromiso de volver a activar la acción directa irritó tanto a
los reformistas extremos, que preferían la táctica de las
negociaciones, como a los burócratas ortodoxos de los
comités, que estaban preocupados por la legalidad de la

435 Defensa Interior.


436 La resolución de la fundación se encuentra en Alberola‒Gransac (1975), ps. 51‒52.
organización en Francia y la posibilidad de quedarse sin sueldo.
La guerra entre tendencias contrarias no tardaría en
restablecer el cisma en dimensiones todavía aún mayores. Sin
embargo, por el momento, predominaban los aires de
optimismo.

Los miembros representados en el Congreso de Reunificación


fueron 7.135 437 . En el congreso participó también un
representante de la reconstruida CNT del interior, Fidel Gorrón.
El nuevo comité nacional de España se había constituido el
otoño de 1960 y tenía como secretario a Ismael Rodríguez. Era
el primer comité, después de siete años, que tenía una red
nacional rudimentaria, con regionales organizadas en
Andalucía, Cataluña, Centro, Norte, Levante, Galicia, Asturias y
Aragón. Sus miembros eran más de quinientos en todo el país.
El comité alquiló una oficina en el centro de Madrid, donde
multicopiaba los textos y preparaba material propagandístico.

En octubre de 1961 la BPS del estado dio un golpe mortal a la


organización, arrestando a cuarenta y cuatro personas y al
comité nacional casi al completo. El abismo generacional en la
organización del interior es evidente por la edad de los
detenidos, ya que solo tres de ellos eran menores de
veinticinco años, mientras que la mayoría había pasado de los
cuarenta y cinco. Pese a que la CNT en España era una
organización envejecida, eso no quiere decir que no hubiese
anarquistas jóvenes. Al contrario, había numerosos núcleos de
jóvenes dispersos y muchos de ellos ya estaban en contacto
con la FIJL en Francia. La información de la detención del

437 Vid. Herrerín (2004), p. 225.


comité fue recibida en Francia como una señal de que Franco
consideraba a la Confederación de nuevo como un rival capaz y
tenía prisa por eliminarlo. Además, la comparecencia de doce
compañeros en París y el registro de sus viviendas por parte de
la policía francesa confirmó tal percepción. Ese mismo mes el
gobierno democrático francés prohibió la circulación de las
revistas de los anarquistas españoles. La asunción de la acción
por parte de la CNT había alarmado a Madrid, que colaboraba
con el gobierno francés para controlarla. La primera acción
internacional de apoyo a los españoles vino de un grupo de
compañeros suizos que intentaron quemar el consulado
español de Ginebra.

La detención del comité nacional de España retrasó un poco


la formación de DI, ya que se había previsto un puesto en la
organización para el representante del interior. Finalmente el
nombramiento de los miembros fue en invierno de 1961‒62. El
criterio para la selección de los militantes que la compusieron
fue complejo. Los participantes debían ser personas de gran
prestigio, para garantizar la seriedad del esfuerzo. Al mismo
tiempo, debían tener conocimientos de acción conspirativa y
capacidad de organización.

Los equilibrios de la reunificación hacían necesaria la


representación de ambas tendencias en DI. Por último, el
carácter transcontinental del comité del exilio debía quedar
estampado en su composición y proporcionar el máximo apoyo
posible a la tentativa por parte de todos los núcleos exiliados.

La composición, después de muchas consultas y entre


bastidores, fue la siguiente: Germinal Esgleas, Vicente Llansola,
Acracio Ruiz, Cipriano Mera, Octavio Alberola, Juan García
Oliver y Juan Jimeno438.

La primera reunión de la organización tuvo lugar en marzo de


1962. En ella participaron todos los miembros de DI excepto
García Oliver, que se quedó en México y envió sus propuestas
por escrito. La estrategia que sometía a consideración fue
aceptada por unanimidad por el resto de miembros. El
propósito de DI era: [...] servir de instrumento dinamizador de
esta radicalización, a la vez que paralelamente debe organizar
un respaldo y solidaridad activa para hacer frente a los
desmanes represivos del Régimen. En otras palabras, su misión
debe consistir en hacer del problema español” un problema de
permanente actualidad y de repercusiones internacionales, que
obligue a todos a tomar nuevamente partido y a buscar otra
solución que la del statu quo, que sólo favorece la continuidad
de la Dictadura [...]439. Los ataques tenían que tener claro
carácter antifranquista, pero también divulgativo. DI no quería
causar víctimas ‒salvo el dictador‒, sino perturbar la paz social,
de la que Franco hacía gala en cada oportunidad que se le
presentaba. También era necesario golpear a la industria
turística y provocar la protesta internacional contra el régimen.

438 Juan Jimeno era representante de África del Norte y no tiene relación con Juan José
Gimeno, quien mantuvo el comité del interior falso en los años 50. Acracio Ruiz es el
seudónimo de José Molina Ortega (1908‒1994). Ruiz era representante de Gran Bretaña,
adonde habia emigrado tras la derrota. En la Guerra Civil estaba constantemente en
primera linea del frente, a menudo colaborando con Mera. Fue uno de los jefes que
participaron en el golpe de Estado de 1939. Vicente Llansola Renau (1915‒1996) era
hombre de confianza del Esgleas, secretario de Defensa de 1945 a 1949 y miembro fijo de
los comités hasta su muerte. Muchos lo llamaban irónicamente “compadre” y “chófer” de
Esgleas.
439 Vid. Alberola‒Gransac (1975), p. 63.
Los miembros de DI se asignaron diversas competencias.
Esgleas asumió la propaganda y Llansola la organización del
tiranicidio. Octavio Alberola era el responsable de la
coordinación de los grupos y las acciones, ya que tenía la
experiencia necesaria y contacto directo con la FIJL. Los
restantes miembros sirvieron de enlaces y activaron todos los
contactos que podrían ser útiles para reiniciar la acción directa.
DI tenía que confiar en el dinero que recibía del Secretariado
Intercontinental y no recurrir a las prácticas ilegales del
pasado. En el congreso de Limoges se había decidido
respaldarla económicamente con una cuota especial y se
calculó que para iniciar la actividad se necesitaban diez
millones de francos. La suma era elevada y se había fijado ese
nivel a propósito para retrasar el inicio de la acción. En la
primavera de 1962 se habían recogido poco más de cuatro
millones. Esgleas solicitó cien mil para propaganda y otro
millón se le entregó a Llansola para organizar la ejecución de
Franco. DI decidió entrar en acción con el resto.

Llevarían a cabo los golpes los miembros de la FIJL en el


exilio, pero también los jóvenes antifascistas europeos que
quisiesen contribuir a derrocar la dictadura. Se consideró
conveniente que los anarquistas que vivían en España no
llevasen a cabo acciones, porque eran más vulnerables a la
represión. Así, los núcleos del interior se encargaron de apoyar
los comandos, garantizar casas seguras y la red de información.
Los miembros de los comandos entraban en España
principalmente en tren o en coche, haciéndose pasar por
turistas, con pasaportes falsos de otras nacionalidades.

Los militantes que componían DI habían creado una red muy


vasta de apoyos a la tentativa. Los contactos con el interior se
hacían a través de correspondencia secreta o de enviados, para
minimizar el riesgo. Las Juventudes de París habían establecido
relaciones secretas con Cerrada, quien les procuraba
documentos de viaje falsos de gran calidad. Los viejos
arsenales de la posguerra fueron desenterrados y puestos a
disposición de DI. Especialistas en productos químicos y
explosivos enseñaron a los jóvenes e introdujeron innovaciones
en los artefactos explosivos, tales como la detonación por
control remoto 440. Compañeros que trabajaban en talleres de
automoción arreglaban los coches de los grupos de acción y
escondían armas y explosivos en los lugares más increíbles. La
maquinaria bien engrasada se inició en mayo de 1962, sin
esperar el apoyo financiero adicional.

Ya a principios de abril habían comenzado en Asturias


huelgas considerables, que se extendieron por todo el norte
español y por fábricas de Cataluña. Franco declaró la ley
marcial en algunas comarcas y unos dos mil huelguistas ‒de los
setenta mil que habían participado en la huelga indefinida‒
fueron torturados, encarcelados y aún más fueron despedidos.
La represión fue tan severa que provocó protestas ‒tibias‒

440 Merece la pena hacer mención especial a Antonio Verardini Díaz‒Serreti (1910‒¿?).
Verardini fue colaborador directo de Cipriano Mera en la Guerra Civil y jefe de su estado
mayor durante la victoriosa batalla de Brihuega. Fue capturado y detenido por los
estalinistas en Madrid, pero escapó cuando Mera envió un batallón acompañado por
tanques a liberarlo. Al final de la guerra huyó al norte de África y de allí a París. Trabajó
estrechamente con Cerrada en la falsificación de la peseta española y se vio obligado a
vivir el resto de su vida con documentación falsa, para evitar el arresto. En 1962 trabajaba
en el Instituto Curie, ya que era un ingeniero con una gran inteligencia. Proveyó a DI de
dispositivos de comunicación experimentales sin cable y sistemas de control remoto.
Intentó durante años perfeccionar un pequeño avión teledirigido capaz de transportar
explosivos para atentar contra Franco. Vid. Edo (2006), ps..161‒164.
hasta de personalidades de la derecha. La huelga terminó el 6
de junio, sin ningún resultado positivo para los trabajadores.

Los días 7 y 8 de junio 1962 se convocó un congreso en


Munich al que asistieron ciento dieciocho personalidades de la
oposición española, tanto del interior como del exilio.
Derechistas, obreristas católicos, republicanos y socialistas
declararon su propuesta de una transición pacífica a la
democracia, diciendo significativamente que el orden y el
progreso garantizarían evitar una revolución. El remilgado
manifiesto fue apoyado por el Partido Comunista, que no había
sido invitado al congreso. La prensa española se refirió al
congreso con comentarios despectivos y las autoridades
enviaron un ultimátum a los participantes que vivían en
España: podían optar bien por quedarse en el extranjero o bien
regresar, en ese caso serían deportados a las Islas Canarias.

Los anarquistas optaron por responder a la política


antiobrera con su arma tradicional, la acción directa. El 5 de
junio colocaron un artefacto explosivo en la sede episcopal de
Madrid. Otras dos bombas estallaron en la misma ciudad el 7 y
el 12 de junio, la primera en el Banco Central y la segunda en el
Instituto Nacional de Previsión. El 29 y 30 de junio le tocó el
turno a Barcelona con tres explosiones en las oficinas de
Falange, en la residencia del obispo y en la oficina del Instituto
Nacional de Previsión. El 14 de julio estalló una bomba en el
interior de la basílica de San Pablo, en el Vaticano. El
mecanismo de relojería funcionó correctamente y la explosión
se produjo de noche, para evitar víctimas. Las autoridades
vaticanas ocultaron la nota encontrada en el lugar, que se
refería a la actitud del Vaticano con Franco y emitieron un
comunicado diciendo que la explosión había sido obra de un
terrorista desequilibrado. En los días siguientes algunas
filtraciones en la prensa internacional revelaron los verdaderos
motivos.

El 15 de julio una bomba estalló en el balcón del


ayuntamiento de Valencia. El día anterior el dictador había
visitado la ciudad y había pronunciado un discurso desde ese
mismo balcón. DI envió un comunicado a los corresponsales de
prensa extranjera en Madrid, que se dirigía al dictador y decía
en concreto: Te seguimos los pasos 441. Cinco días más tarde
una explosión muy fuerte sacudió el centro de Barcelona,
cuando un automóvil arrojó por la mañana una bomba en la
plaza del Teatro. La noche del 23 al 24 de julio de 1962
despertó fantasmas del pasado a la Guardia Civil de Cataluña.
Tres postes de alta tensión fueron destruidos en Fonollosa por
sendas fuertes explosiones. Grandes zonas de la comarca de
Manresa se sumieron en la oscuridad. Los sabotajes fueron
obra de Ramón Vila ‘Caraquemada’, que volvía a entrar en
acción después de un decenio. A Vila lo acompañaba Pedro
Sánchez, de cincuenta y tres años. Los dos hombres se vieron
obligados a separarse durante un tiroteo con la Guardia Civil,
que los perseguía. Sánchez fue rodeado en una masía y
detenido442.

Vila consiguió regresar a Francia a pie. Su apartamiento de la


guerrilla todo ese tiempo se debía a la observancia de la

441 Edo (2006), p. 75.


442 Pedro Sánchez Martínez (1909‒¿?) había perdido todos los dedos de su mano
derecha en la Guerra Civil. Fue condenado a treinta años y salió en libertad condicional en
1971. Vid. Sánchez Agustí (2006), ps. 207‒208.
decisión de la CNT de aplazar la acción armada. Vila mantenía
una relación muy estrecha con Federica Montseny y Esgleas.
Este último fue el que le propuso volver a la acción 443. El plan
de acción de DI se oponía al uso de esas viejas tácticas, porque
el riesgo de detención era desproporcionadamente grande en
comparación con el resultado, algo que por desgracia se
demostraba en la práctica con Sánchez y se comprobaría de
manera trágica el año siguiente.

El 12 de agosto se llevó a cabo el golpe más impresionante


hasta entonces. Una bomba explotó en el altar de la basílica de
la Santa Cruz del Valle de los Caídos 444, poco después de
finalizar la misa. Pocas horas más tarde llegó a los
corresponsales de prensa extranjera de Madrid la asunción de
la responsabilidad por parte de DI. El autor concluía el texto
con una amenaza: Franco, ni en tu tumba te dejaremos
descansar tranquilo 445.

La amenaza no era casual, ya que la organización había

443 Alberola sostiene que Esgleas tomó esa iniciativa para hacer ostentación de labor
conspiratíva ante los miembros de DI. La acción de Vila estaba fuera de la planificación
general de la organización. Entrevista con O. Alberola, Perpiñán, 12/5/2007.
444 El Valle de los Caídos es un enorme monumento inspirado por Franco que se
construyó al final de la Guerra Civil. Su construcción duró diecinueve años. Para erigirlo,
miles de presos políticos, muchos de los cuales perdieron la vida por las calamidades,
hicieron trabajos forzados. Tallaron en la roca una gran basílica de doscientos sesenta
metros de largo bajo cuyo altar está enterrado el dictador Francisco Franco. En la cima del
monte, sobre la roca, una enorme cruz de granito de ciento cincuenta metros es visible
desde una distancia de decenas de kilómetros. En el mismo lugar se encuentra también la
tumba del fundador de la Falange. Este monumento se supone que está dedicado a todos
los muertos de la Guerra Civil y simboliza la reconciliación. En realidad es un monumento
al odio y la sumisión, un mausoleo del dictador carnicero, donde se reúnen en el
aniversario de su muerte extremoderechistas y nostálgicos del régimen para rendirle
tributo.
445 Vid. Alberola‒Gransac (1975), p. 76.
preparado un atentado contra el dictador que tenía muchas
posibilidades de éxito.

El plan preveía volar el coche del dictador en el trayecto


hacia su residencia de verano en Donostia. Para llevarlo a cabo,
los anarquistas colaboraron con miembros de ETA, que
transportaron a España los veinte kilos de carga de plástico y el
mecanismo de control remoto por los puertos de los Pirineos
vascos. Se sabía que Franco iba siempre a mediados de agosto
a Donostia, donde asistía a las pruebas anuales de regata de
vela y veraneaba. Cuando estaba en su palacio de verano,
había vigilantes cada cien metros desde allí hasta la ciudad. El
artefacto debía ser colocado antes de su llegada, pero la fecha
se mantuvo siempre en secreto. Sobre la base de cálculos y
programas anteriores, la bomba fue colocada el 12 de agosto,
justo al lado de la carretera por donde pasaría el coche y el
comando esperaba pacientemente la llegada del dictador.

Su esposa llegó unos días más tarde, pero no había ninguna


información sobre el programa de Franco. Alberola y Mera
estaban en la frontera francesa, en contacto permanente con
el grupo responsable del atentado. Por desgracia, la pila del
dispositivo de control remoto tenían una duración de tan sólo
siete días, en ese caso no eran para esperar indefinidamente.
Ante el miedo de que el dispositivo fuese descubierto o
estallase inopinadamente, se decidió detonarlo el 19 de
agosto. Poco después del paso de la caravana de automóviles
de la esposa de Franco, se detonó el potente artefacto, lo que
causó mucho ruido y un cráter en el borde de la carretera. DI
no quería causar más víctimas, el objetivo era la cima de la
pirámide del régimen.
El mismo día de la explosión en Donostia estallaron otras tres
bombas más. Dos estaban en las oficinas de redacción de dos
periódicos de Madrid y la tercera en otro periódico de
Barcelona. La impresión que causaron tantos golpes
consecutivos y el atentado fallido contra Franco fue enorme
tanto en el país como a nivel internacional. La policía española
solicitó la colaboración de su correspondiente francesa y
aumentó su actividad para prevenir nuevos ataques. El 23 de
agosto se anunció la detención de tres miembros de
organizaciones “terroristas”. Se trataba de la francesa Yvette
Parent, la española Francisca Román y el español Julio Moreno,
al que se creía el cabecilla de la organización. No había
evidencias que los vinculasen con acciones específicas. Su
arresto se debió a un cruce de datos con la policía francesa,
que llevó a la policía franquista a las dos mujeres enlaces.

La retórica que acompañó a estas detenciones fue curiosa.


Los artículos de los periodistas ‒dictados por la BPS‒ hablaban
de ataques terroristas organizados por el Partido Comunista,
con la colaboración del FLP y algunos jóvenes anarquistas.
Además daban el nombre de dos de ellos, Jacinto Guerrero y
Fermín Pérez. El régimen silenciaba la verdadera autoría de las
acciones subversivas y hacía responsable de la acción a los
comunistas, para beneficiarse del clima de la guerra fría
internacional y para evitar posibles simpatías hacia la práctica
anarquista.

La referencia nominal a los dos conocidos anarquistas de la


FIJL, que se encontraban en Francia, tenía tal vez motivos más
oscuros. Guerrero había llegado a Francia en 1960 con las
recomendaciones del comité nacional de España. Desde el
primer momento se había mostrado dispuesto a participar en
la acción. Algunos sospechaban de él debido a su carácter
indiscreto, mientras que otros confiaban ciegamente en él por
sus capacidades organizativas. El verano de 1962 Guerrero
perdió una bolsa con datos muy importantes sobre la
estructura clandestina de DI. Inmediatamente fue puesto en
cuarentena. La bolsa contenía datos que iban en detrimento
suyo también. La referencia a su nombre podía deberse en
realidad a esos datos o constituía un intento de la policía
franquista de eliminar las impresiones negativas y sospechas
de la FIJL hacia él, si finalmente Guerrero estaba infiltrado en la
organización. Las opiniones sobre si Jacinto Guerrero trabajaba
desde el principio para la policía varían446.

La labor de represión no se detuvo ahí. Con nuevos datos


derivados de la tortura de los detenidos hubo más arrestos de
individuos de las Juventudes Libertarias del interior. Pero no
había evidencia de la conexión de su actividad con

446 Jacinto Guerrero Lucas ‘Peque’ (1939) se alistó oficialmente en el cuerpo de policía
en 1978, cuando regresó del exilio francés. Alberola ‒de quien fue estrecho colaborador‒
considera a posteriori que era un infiltrado en la organización. Entrevista con O. Alberola,
Perpiñán, 12/5/2007. Salvador Gurucharri cree que fue confidente de la policía francesa
solo en tomo a 1970 y que ingresó en la policía española en 1978, recomendado por logias
masónicas. Entrevista con Salvador Gurucharri, Barcelona, 14/5/2007. Edo no toma
postura en su libro, mientras que Íñiguez dice en su enciclopedia que, pese a las
informaciones contradictorias, Guerrero era un infiltrado desde el principio. Además,
Ramón Álvarez afirma que había hecho una investigación en tomo a su persona y había
comprobado ya desde 1962 que Guerrero era hijo de un policía y que tal vez él mismo
trabajaba para ella. Vid. Íñiguez (2001), p. 802. El hecho es que Guerrero siguió trabajando
en el movimiento hasta 1971, aunque lejos de las estructuras clandestinas, después de su
sospechoso papel en el caso Granados‒Delgado en 1963, que se estudia más abajo. En
1978 regresó a España y en 1984 apareció como representante sindical de la policía
española en un congreso internacional. Ejerció como asesor especial del ministro
socialista Vera, quien apoyó los grupos paraestatales de asesinos GAL, que actuaron
contra ETA, pero también contra civiles inocentes.
atentados‒bomba. Por desgracia la policía llegó a su objetivo
en uno de los pogromos de detenciones que se desencadenó
contra estudiantes disidentes en Barcelona. Los estudiantes
pertenecían al FLP, pero uno de ellos tenía en su casa la
dirección de un joven anarquista, Jorge Conill. Registrando la
casa de Conill, la policía encontró pruebas que lo vinculaban
con los atentados con bomba de Barcelona. Sus colaboradores
eran Antonio Mur y Marcelino Jiménez y la detención de los
tres anarquistas se comunicó el 19 de septiembre de 1962. Tres
días después fueron remitidos a un consejo de guerra
extraordinario.

Las valoraciones del resultado del juicio fueron nefastas. El


24 de septiembre se anunció que el fiscal había pedido la pena
de muerte para Conill y veinticinco años de reclusión para los
otros dos acusados. La decisión se comunicaría solo cuando las
autoridades militares la ratificaran. El riesgo de ejecución
inmediata del anarquista de veintitrés años era grande. La
respuesta la dio un comando de anarquistas italianos, que el 29
de septiembre secuestraron en Milán al vicecónsul español Isu
Elias y solicitaron la conmutación de la pena de Conill. Junto
con el secuestro, las protestas estallaron por toda Europa. La
prensa internacional hacía extensas referencias al represivo
régimen de Franco y expresaba su angustia por la suerte tanto
de Conill como del diplomático español.

El 2 de octubre los anarquistas italianos liberaron a Elias en


un gesto de buena voluntad, ya que no se proponían matarlo y
ya habían conseguido la difusión mundial del caso. Tres días
más tarde se anunció la ratificación de la sentencia de muerte a
Conill. Las manifestaciones en Europa ‒sobre todo en Francia e
Italia‒ tuvieron un nuevo impulso. En Milán la policía logró
disolver, tras largos enfrentamientos, a miles de personas que
intentaban ocupar el consulado español. Al amanecer del 6 de
octubre estalló una bomba de poca potencia en la entrada de
la casa del cardenal Spellman, vicario católico de Nueva York447.
Bajo la presión del movimiento y de las acciones enérgicas, el
arzobispo de Milán ‒posteriormente papa Pablo VI‒ envió a
través de los periódicos una carta, en la que solicitaba al
dictador clemencia para Conill. El 8 de octubre la sentencia de
muerte fue conmutada por cadena perpetua, dando por bueno
el gran movimiento de solidaridad que se había desarrollado 448.

En el mismo periodo se celebraron los juicios de los demás


jóvenes libertarios que habían sido detenidos en España449.
Incluidas las tres de Barcelona, las sentencias que se
notificaron fueron una pena de muerte ‒no ejecutada‒ y
trescientos sesenta años de prisión para veinticinco personas.

La retórica del régimen siguió tildándolos de comunistas y


agentes de Moscú, en un intento de denigrar la política de
conciliación del PCE, pero también para ocultar la reactivación
de los anarquistas. Algunos comunistas que fueron detenidos

447 La reivindicación de esa acción, asi como de las dos bombas incendiarias que habían
estallado en el Vaticano el 23 de septiembre, la hizo la organización Mano Negra, que
envió al Papa notas amenazantes en relación con su actitud hacia Franco. Vid.
Alberola‒Gransac (1975), p. 363.
448 Los seis anarquistas italianos que llevaron a cabo el secuestro fueron juzgados en
noviembre en Várese. El juicio se convirtió en una condena del régimen franquista por
personalidades de todo el espectro político italiano. Las condenas fueron mínimas y
formales y los seis fueron puestos en libertad solemnemente al final del juicio.
449 Cuatro acusados en uno de los juicios habían asistido a clases de paracaidismo y se
tenía la convicción de que organizaban un secuestro aéreo.
en esa misma época por participar en el aparato del partido,
fueron castigados con penas mucho más leves.

A finales de año, la policía de Madrid arrestó a Julián Grimau,


miembro del comité central del PCE. Su intento de asesinato
por defenestración desde el cuarto piso de la jefatura provocó
una campaña pacífica de solidaridad mundial, que fue
organizada por los comunistas450. Los anarquistas continuaron
con los ataques‒bomba en señal de solidaridad tanto con sus
propios presos como con el conjunto de presos políticos de la
dictadura. El 2 y 3 de diciembre de 1962 colocaron bombas en
los palacios de justicia de Valencia y Lisboa, en la dirección de
prisiones de Lisboa, en la residencia del gobernador militar de
Donostia, en el Tribunal de Cuentas del Reino, en Madrid, y en
el consulado español en Ámsterdam. Se reivindicaron en
nombre del CIL451. El cambio de nombre de DI se hizo por
sugerencia de Esgleas, que temía que se relacionase a DI con la
CNT y quería evitar la deslegitimación de la organización en
Francia. Con estos ataques terminó la actividad en 1962.

Mientras persistía el ataque de DI, dentro del movimiento


continuaban los procesos políticos para controlar la CNT
unificada. En el congreso de 1962 Roque Santamaría fue
reelegido para el cargo de secretario. La iniciativa unitaria
progresaba, pese a las dificultades que había en algunas

450 Julián Grimau García fue acusado por delitos durante la Guerra Civil (era director de
prisiones de Barcelona y responsable de ejecuciones de fascistas, pero también de algunos
anarquistas y trotskistas) y fue condenado a muerte. A pesar del clamor mundial, fue
ejecutado el 20 de abril de 1963. En su última carta expresó la certeza de que sería la
última victima antes del inminente cambio de régimen. El PCE lo bautizó “mártir de la
reconciliación nacional”.
451 Consejo Ibérico de Liberación.
federaciones y núcleos locales donde ambas tendencias no
estaban unificadas. Durante el congreso hubo voces de
protesta por la actividad, no sometida a control, de la
secretaría de coordinación, que era responsable de las
relaciones con DI. Un gran número de compañeros creía que el
coste del mantenimiento de la lucha armada era grande y se
basaba en procedimientos opacos, aunque no faltaban
tampoco los que afirmaban que la lucha armada ‒dirigida
desde el exilio‒ obstruía la reorganización de la Confederación
dentro de España. Paradójicamente, esas acusaciones fueron
dirigidas principalmente contra Esgleas ‒como miembro de la
estructura clandestina‒, mientras que en la realidad Esgleas y
Llansola eran los que ponían los mayores obstáculos dentro de
DI. Pese a las protestas, el congreso dio un voto de confianza a
DI. En efecto, el nuevo secretario de coordinación, Marcelino
Boticario, era partidario de la acción de las Juventudes.

A principios de 1963 la composición de DI varió


considerablemente. García Oliver, Jiménez y Ruiz se vieron
obligados a regresar a sus países de residencia, mientras que
Esgleas y Llansola aparecían solamente para crear problemas y
no contribuían en absoluto al esfuerzo. Alberola y Mera se
habían quedado prácticamente solos en el sector de
organización, auxiliados por la FIJL e incluso algunos militantes
conocidos.

Al mismo tiempo el estado español comenzó su gran ataque


contra la actividad anarquista. El principio fue un acuerdo
oficial entre el estado español y el francés para erradicar el
terrorismo. Los franceses se comprometieron a tomar medidas
contra los anarquistas a cambio del compromiso de los
fascistas de reducir la actividad de los miembros de la OAS que
se habían refugiado a España452.

La noche del 3 de marzo ‒tras unas llamadas de advertencia‒


unas bombas estallaron en los aeropuertos de Londres, París,
Ginebra y Frankfurt dentro de aviones españoles. Al mismo
tiempo, estallaron bombas en aviones de líneas aéreas
españolas en Madrid y Barcelona. Al día siguiente se
produjeron los ataques bomba en las oficinas de Iberia y el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Roma.
Asumió la responsabilidad el CIL, que: [...] ha montado la
operación «Advertencia» con objeto de prevenir al turismo
internacional del serio peligro que éste corre de utilizar las
líneas franquistas (Iberia y TAP) de navegación aérea y de
continuar afluyendo a nuestro territorio. Hasta que el último
foco del nazifascismo no sea eliminado de Iberia, la
tranquilidad en Europa no será posible, […] 453.

Las primeras pruebas de escritura de la policía francesa se


dieron a finales de marzo. El secretario de coordinación de la
CNT, Boticario, y cuatro personas más fueron puestos en
arresto domiciliario. La revista de la FIJL fue prohibida y hubo
amenazas de prohibición de las publicaciones libertarias. Pero
la campaña de los anarquistas contra el turismo continuó con
intensidad reducida. El 16 de abril estallaron bombas en un
barco que cubría la ruta Mallorca‒Barcelona y en las oficinas
de Iberia en Valencia y Alicante. Por las dos primeras acciones

452 La OAS era una organización terrorista de fascistas franceses que actuaba por la
independencia de Argelia mediante ataques con bombas ciegas. Sus miembros
encontraban refugio seguro ‒y ayuda‒ en España.
453 Alberola‒Gransac (1975), p. 99
fueron detenidos los anarquistas franceses Alain Pecunia, de
diecisiete años, y Bernard Ferry, de veinte. Un tercer francés,
de veintitrés años, Guy Batoux, fue localizado al intentar
colocar una bomba en la embajada de Estados Unidos en
Madrid 454. El CIL reivindicó la responsabilidad de este aluvión
de acciones, como también de la siguiente, el 6 de junio de
1963, cuando unas bombas incendiarias destruyeron aviones
de Iberia en Londres, Frankfurt y Ginebra. [...] Las campañas y
operaciones que el CIL ha montado en los últimos meses
responden a los planes que se han trazado para llevar la lucha
hasta su punto decisivo, después de crear las condiciones
favorables para el entendimiento y unión de todas las fuerzas
auténticamente antifascistas, verdaderamente interesadas no
en una lucha protocolaria y platónica de condenas
intrascendentes, sino en una lucha efectiva contra el
franquismo y el salazarismo […] 455.

A pesar de estos esfuerzos, los turistas europeos siguieron


llegando en oleadas a la Península Ibérica, sedientos de
vacaciones baratas y playas soleadas. Los militantes
anarquistas decidieron reanudar su intento de eliminar al
propio dictador. Esta tarea fue encomendada a Llansola, que
había cobrado un millón de francos para llevarla a cabo. Su
pasividad obligó a los demás miembros de DI a hacerse cargo
de esta operación. Los núcleos del interior organizaron un plan
para volar la comitiva del dictador. Cada vez que nuevos
embajadores entraban en servicio en Madrid, Franco les recibía

454 Los tres fueron condenados a largas penas de prisión en el otoño, pero fueron puestos
en libertad después de tres años, tras las presiones del gobierno francés.
455 Alberola‒Gransac (1975), p. 107.
en un palacio concreto para que le entregasen sus
credenciales. En el camino hacia el palacio, necesariamente
pasaba por un puente, que los anarquistas tenían intención de
hacer explotar por control remoto. Las ceremonias de entrega
de credenciales no se anunciaban en la prensa, pero la llegada
de nuevos diplomáticos salía con letra pequeña en los
periódicos. Nada más llegar un embajador, pondrían bombas
en el puente, a la espera de la comitiva. Esta vez se había
previsto una pila de vida más larga para el sistema de
detonación por control remoto.

Se encargó la ejecución del plan a Francisco Granados456.


Vicente Martí, mecánico experto en explosivos y amigo de
Granados, preparó un coche en el que escondió la carga
explosiva y el dispositivo de control remoto. El anarquista de
treinta años viajó a Madrid a mediados de mayo y esperó el
anuncio deseado. Sin embargo, los días pasaban y no había
noticias de la llegada de diplomáticos. A mediados de julio
Jacinto Guerrero pidió a Cipriano Mera y José Pascual que lo
pusieran en contacto con Granados para recoger los explosivos
y llevar a cabo un segundo plan para asesinar a Franco. Ellos
aceptaron, pero el enviado de Guerrero a Madrid, Robert
Ariño, no pudo ponerse en contacto con el poseedor de los
explosivos.

Se acercaba el final de julio e ‒incluso aunque se publicase


una llegada‒ la ceremonia de recepción de credenciales se
celebraría después de las vacaciones de verano. Alberola envió

456 Francisco Granados Gata (1935‒1963) emigró a Francia en 1960. Padecía una
leucemia e insistió en hacerse cargo de la ejecución de Franco, para dejar algo antes de que
la enfermedad le atacase. Estaba casado y tenía tres hijos.
a Joaquín Delgado con la misión de encontrar a Ariño y
Granados y decirles que abandonasen el país una vez que
ocultasen los explosivos. De hecho Delgado encontró a Ariño
‒que se fue en tren el 28 de julio‒ y al día siguiente informó
también a Granados. Su propósito era irse ese mismo día, pero
una avería en el coche les obligó a permanecer más tiempo en
la capital.

Mientras duraba la misión de Granados en Madrid, en el


verano de 1963, el norte español volvió a ser el centro de
movilizaciones huelguísticas y reivindicaciones laborales de los
mineros. La represión de las huelgas fue dura, con cientos de
trabajadores detenidos y torturados. DI decidió responder al
terrorismo de estado y envió un comando a Madrid, con la
misión de llevar a cabo ataques a principios de agosto. Los dos
activistas que participaron en ese comando, sin saber que
había otro grupo clandestino en la ciudad, se apresuraron a
ejecutar su misión.

El 29 de julio colocaron dos bombas. La primera estalló por la


noche, como estaba previsto, en la sede central de la Falange,
cuyos hombres controlaban el sindicato vertical. La segunda,
aún con un simbolismo mayor, fue colocada en la sección de
pasaportes del edificio de la Dirección General de Policía de
Madrid, lugar de tortura de presos políticos y de huelguistas.
Un error en el mecanismo de relojería hizo que estallase por la
tarde.

Unas veinte personas, policías y civiles, resultaron levemente


heridas. Los dos militantes que llevaron a cabo los ataques,
Antonio Martín y Sergio Hernández457, regresaron ese mismo
día a Francia en tren.

Los atentados con bomba provocaron un escándalo en


Madrid y rabia en el estado mayor de la policía. El 31 de julio
fueron detenidos Granados y Delgado y en su posesión se
hallaron veintiún kilos de explosivos plásticos y el mecanismo
de detonación por control remoto 458. Dos días más tarde los
agentes de Franco colocaron en las oficinas de la CNT de
Toulouse una bomba que causó daños menores. Las
autoridades sabían que esos hombres no tenían ninguna
relación con los atentados, pero por desgracia sabían también
el destino de los explosivos que tenían. Los dos anarquistas
fueron sometidos a torturas sistemáticas para arrancarles una

457 Antonio Martín Bellido (1938) participó también en el atentado del Valle de los
Caídos y en acciones en Italia. Después de mayo de 1968, fue encarcelado en Francia
como secretario de las Juventudes Libertarias de París acusado de pertenecer a una
organización criminal. Sergio Hernández dejó el movimiento, tras la ejecución de
Granados y Delgado, con problemas psicológicos. Ambos asumieron en 1994 la
responsabilidad de los ataques en un intento de reparación jurídica de los dos compañeros
ejecutados. Pese a su confesión, la justicia española se niega hasta hoy a reabrir el caso.
458 Oficialmente la detención fue fortuita y fue provocada porque los dos compañeros
estaban molestando a unas turistas. Treinta años después el jefe de policía de Madrid
admitió que los dos anarquistas estaban bajo vigilancia. ¿Quién los había delatado? Hay
dos versiones. La primera es que Jacinto Guerrero ‒si ya era colaborador de la policía‒
delató la llegada de Ariño y los secretas lo siguieron para llegar a Delgado y, por
consiguiente, a Granados. La segunda versión atiende al nombre de Inocencio Martínez.
Martínez era miembro de los grupos de acción y se había puesto en contacto antes con
Granados en Madrid. Ya está demostrado que Martínez era confidente, simplemente no
está verificado cuál de los dos es responsable de esta detención en concreto. Fuentes de la
policía filtraron, casi cuarenta años después del suceso, que el responsable fue Martínez,
pero la muerte de Martínez y el cargo de Guerrero en la policía española hacen inciertas
cualesquiera conclusiones. Entrevista con O. Alberola, Perpiñán, 12/5/2007. Sobre el
asunto se ha filmado el documental Granados y Delgado. Un crimen legal, Lala Gomá y
Xavier Montanyá, 1996. Vid. Carlos Fonseca, Garrote vil para dos inocentes. El caso
Delgado‒ Granados, Temas de Hoy, Madrid, 1998.
confesión, ya que no había ninguna prueba que los relacionase
con las explosiones. Una vez arrancadas las confesiones, fueron
conducidos a un tribunal militar.

El régimen se apresuraba a ejecutar de manera


ejemplarizante a Granados y Delgado y se benefició de la
lasitud veraniega. La respuesta de los jóvenes libertarios en
Francia fue inmediata. Se organizaron manifestaciones y
ataques a edificios españoles, mientras que el CIL entregó a los
corresponsales de prensa extranjera en Madrid un comunicado
que daba fe de la inocencia de ambos en relación con los
ataques que se les imputaban 459 . Además, los dos
perpetradores de los ataques propusieron revelar también sus
nombres, algo que se juzgó inútil, porque se estimó muy
acertadamente que la decisión no iba a cambiar. El 13 de
agosto el tribunal militar falló que eran culpables y los condenó
a muerte. Excepto las de los anarquistas, las reacciones
internacionales fueron tibias, mientras que el aparato
propagandístico de los estados y los partidos comunistas no se
ocupó del asunto. El 17 de agosto de 1963 Delgado 460 y
Granados fueron ejecutados a garrote vil. El garrote era la
herramienta de ejecución de los delincuentes comunes. El
dictador no aceptó reconocer el carácter político de sus casi
ejecutores, a diferencia de la ejecución hacía pocos meses de
Grimau, que había sido mediante fusilamiento.

459 El comunicado está traducido al griego en Meltzer (1977), p 70.


460 Joaquín Delgado Martínez (1934‒1963) emigró a Francia en 1949 con su madre.
Desde 1954 participó en el movimiento a través de la FIJL y 1960 ejerció como secretario
de la federación local de Grenoble. Tenía la intención de participar en el último viaje de
Sabaté, pero lo disuadió Alberola. En 1960‒62 hizo ingentes viajes a España para
colaborar en la reorganización de la CNT. Participó en ataques bomba en Frankfurt.
La muerte de los dos jóvenes anarquistas no fue el único
golpe que recibió el movimiento en ese mes. El 2 de agosto
Ramón Vila voló tres torres de alta tensión en la comarca de
Manresa. La movilización de la Guardia Civil fue inmediata y sus
hombres se desplegaban cada noche por el campo tendiendo
emboscadas. El 6 de agosto Vila esquivó a cientos de policías.
Pero la medianoche del 6 al 7 de ese mes, una patrulla le
disparó sin previo aviso en Castellnou de Bages, mientras
caminaba por un sendero. El guerrillero de cincuenta y cinco
años fue gravemente herido y murió de una hemorragia al
amanecer. Sus asesinos permanecieron también inmóviles
hasta el amanecer, porque no estaban seguros de que hubiese
muerto.

Su muerte puso fin a una trayectoria de treinta y cinco años


de lucha. Desde su participación en los grupos de autodefensa
obrera hasta sus años en prisión, en la Guerra Civil, en la
resistencia francesa y en la guerrilla antifranquista, Ramón Vila
Capdevila ‘Maroto’, ‘Pasos Largos’ ‒o ‘Caraquemada’ para sus
perseguidores‒ fue un modelo de luchador cabal. Él mismo
decía: Hoy o mañana sé que he de caer. Luchas como las
nuestras reclaman víctimas. No se puede pensar en salvar la
vida siempre. Si se sobrevive, se tiene suerte. Si se muere,
entonces es una deuda ya pagada. Hasta el presente la muerte
me ha respetado. Si viene, aquí o allá, tanto me da461. La

461 Vid. Sánchez Agustí (2006), p. 208. La leyenda de este guerrillero catalán pervivió
en su tierra patria durante años. El intento de la CNT de organizar un evento en su honor en
1978, fue la causa de que los jubilados de la Guardia Civil amenazasen con un ataque
armado y fue cancelado. Su almacén de municiones, que estaba oculto en una masía
semiderruida se quemó, abandonado, en un incendio forestal en 1983. Se registraron
sucesivas explosiones y fue necesaria la ayuda de técnicos en desactivación de minas para
limpiar la zona.
Guardia Civil le quitó las botas para exhibirlas en su museo de
Madrid. Lo mismo hizo con sus últimas armas, un Colt 45 y una
9 mm.

Al mismo tiempo que los fascistas en España ejecutaban a


representantes de las dos generaciones del movimiento, en
Francia la FAI de Esgleas se preparaba para el congreso de
octubre, donde trataría de recuperar las riendas del
movimiento. Esgleas y Llansola habían dimitido a principios del
verano de DI, en un intento de paralizar su labor, pretextando
excusas baratas de naturaleza organizativa. El congreso recibió
permiso de las autoridades francesas para celebrarse en
Toulouse. Era la primera vez, después de años, que las
autoridades francesas daban permiso. Toulouse era la sede de
Esgleas, Montseny y Llansola y a su alrededor había muchas
pequeñas federaciones locales bajo su control. El “favor” de las
autoridades francesas benefició claramente las maniobras de
FAI.

Pero la policía francesa hizo otros movimientos antes de que


comenzase el congreso. El 11 de septiembre de 1963 llevó a
cabo una operación coordinada contra los anarquistas de todo
el territorio francés. Sesenta casas fueron meticulosamente
registradas y decenas de compañeros fueron internados en
calabozos. Excepto Cipriano Mera y José Pascual, el resto eran
miembros de las Juventudes Libertarias. Entre ellos se
encontraban el secretario clandestino de la FIJL, Salvador
Gurucharri, el tesorero José Luis Sos, Nardo Ibernón, miembro
de los grupos de acción e hijo de la tesorera clandestina de la
organización, Ángeles, Vicente Martí, Robert Ariño y otros
combatientes, en cuya posesión se halló material
propagandístico y algunas armas. Los detenidos fueron
acusados de formar parte de una asociación de malhechores.
Las autoridades francesas declararon ilegal a la FIJL en octubre.

El golpe fue fuerte, pero no arrollador. Entre los doscientos a


trescientos militantes que participaban en los grupos de acción
había muchos que mantuvieron siempre oculta su identidad y
contribuyeron a continuar la acción. La mente organizadora de
Octavio Alberola esquivó el arresto, mientras que se emitió una
orden contra Jacinto Guerrero 462 . El mensaje del gobierno
francés a la CNT era rotundo: si la organización no enterraba el
hacha de guerra, corría peligro de quedar fuera de la ley en
Francia. La inactividad de la FIJL, el encarcelamiento de
destacados rivales de Esgleas (Pascual y Mera) y el permiso
para la celebración del congreso en Toulouse, despejaban el
camino a los devotos de la inflexibilidad y la burocracia.

A mediados de octubre de 1963 se celebró el congreso de las


federaciones locales. Allí se discutió la acusación de las
Juventudes a Esgleas y Llansola por haber dimitido de las tareas
que habían asumido, pero también de DI. Sobre todo pedían a
Llansola la devolución de un millón de francos que había

462 De los grupos de acción nadie volvió a confiar en Guerrero. La confidencialidad que
caracteriza la actividad de los miembros de DI hasta hoy es notable. Los datos sobre los
autores de ataques específicos son principalmente conjeturas policiales. Mencionamos a
modo de ejemplo que de los ocho o nueve militantes de la FIJL que vinieron de Gran
Bretaña, sólo conocemos los nombres de tres. Salvador Gurucharri afirma que los que
siguen siendo ignorados por el registro histórico fueron los que hicieron la mayoría del
trabajo. Entrevista a S. Gurucharri, Barcelona, 14/5/2007. De la mayoría de los detenidos
en el pogromo de septiembre de 1963 no hay datos satisfactorios en la bibliografía
anarquista, a pesar de que han pasado más de 45 años desde su detención. Para mayor
información vid Gurucharri, Salvador y Ibáñez, Tomás. Insurgencia Libertaria. Las
Juventudes Libertarias en la Lucha contra el Franquismo, Barcelona, Virus, 2010.
recibido para organizar la ejecución de Franco, sin haber
llevado a cabo ninguna acción. El dinero no se devolvió. Antes
de discutir ese tema ‒que no concluyó en ese congreso‒ los
adversarios de Esgleas consiguieron aprobar la constitución de
un comité que supervisaría el balance económico del consejo
general del MLE en el período de 1939‒1944. El propósito de
este comité era desacreditar al dirigente de la FAI. Por último,
el congreso, a pesar de los problemas, renovó su confianza en
DI y en las acciones subversivas.

Aparentemente los oponentes a la casta de la FAI tenían la


sartén por el mango. Pero cuando llegó el momento de votar el
nuevo comité nacional, Esgleas había contado mejor las habas.
Su candidatura para el comité central recibió 2.202 votos
frente a los 1.774 de Acracio Ruiz. La federación local más
grande del exilio, la de París, con cerca de mil votos, se
abstuvo. Si hubiese votado, habría sido elegido secretario
Ruiz 463. Pero unos astutos manejos de los miembros de la FAI
en París habían provocado el compromiso a priori de
abstenerse en la votación. El golpe de estado de Esgleas
triunfó.

La presencia de Esgleas y Llansola en el nuevo comité y la


continuación de DI significaba que ambos asumían de nuevo un
puesto de responsabilidad en el aparato conspirativo, del que
habían dimitido cinco meses antes. Las Juventudes

463 El recuento de los votos se hacía solo entre las federaciones directamente
representadas. Algunas federaciones remotas, a las que les era imposible enviar miembros,
podían registrar sus opiniones por escrito, pero sin voto. Si se hubiesen contado los votos
de los no representados, el resultado habría sido de 2.659 para Ruiz y 2.366 para Esgleas,
sin contar los mil votos a favor de Ruiz de la federación en París. Ver Alberola‒Gransac
(1975), p.124 y Peirats (2009), p. 679.
denunciaron la incompatibilidad de este procedimiento, pero
no podían cambiar nada. Los burócratas de los comités ya
habían empezado su ataque contra la acción directa. El
congreso de 1963 fue el comienzo de la crisis global del
movimiento anarquista español, que disolvió tanto la tentativa
unitaria de los años anteriores como cualquier perspectiva
anarcosindicalista organizada de resistencia a la dictadura.

La retención de anarquistas en las prisiones francesas se


prorrogó sin aportar justificación jurídica suficiente. A finales
de octubre empezó a haber excarcelaciones selectivas. Ya el 11
de octubre las autoridades belgas habían detenido a Francisco
Abarca tras una demanda suiza. Abarca era sospechoso de
volar aviones en el aeropuerto de Ginebra y estaba pendiente
de una solicitud de extradición. El 25 de octubre estallaron dos
bombas en el Salón de Productos de España en México. La
policía arrestó a un joven anarquista español, que resultó
herido por la explosión. La organización de las Juventudes en
Francia detuvo por un momento su actividad frenética contra
el régimen con objeto de recomponer fuerzas para luchar tanto
contra las fuerzas policiales internacionales como contra el
enemigo de dentro del movimiento.

Un dato notable en la actividad de las Juventudes fue que la


situación se afrontó con coherencia en el movimiento, pese a la
labor conspirativa, a la presión de las policías europeas y a las
calumnias que sufrían. Sus miembros ‒entre todas sus demás
actividades‒ se dirigieron a muchos núcleos y federaciones
para informar de cerca a los compañeros exilados. Su actitud
no fue arrogante ni pensaron que constituían una vanguardia
armada; por el contrario, funcionaron siempre dentro de los
órganos del movimiento y respetando sus decisiones. El 1 de
diciembre de 1963 se reunió el pleno de la FIJL clandestina. Sus
miembros se ocuparon de la situación de los presos y las
nuevas informaciones tras el congreso y decidieron que, si la
CNT se planteaba el cese de DI, las Juventudes continuarían
ellas solas con la propaganda armada464.

Siguió una reunión infructuosa con el Secretariado


Intercontinental, la nueva y la saliente, en la que las
Juventudes volvieron a plantear la cuestión de la
incompatibilidad de Esgleas y Llansola con sus nuevas tareas. A
continuación comenzó el sistemático esfuerzo por informar a
las bases con charlas y folletos. Este esfuerzo culminó tres
meses más tarde con la publicación de un texto en el que
denunciaban no solo la rigidez de los comités del exilio, sino
también la degeneración ideológica y revolucionaria del propio
movimiento:

[...] El que estos hechos hayan podido producirse es


síntoma de una profunda crisis interna que viene
manifestándose en el seno del Movimiento con
características alarmantes, como son: 1.° El colocar los
intereses personales o de grupo por encima de los intereses
generales del Movimiento. 2. ° El abuso del derecho «al
secreto» orgánico 465, en manos de representaciones que
tratan a la base como menor de edad, lo que permite que

464 La FIJL había tomado esa decisión ya en 1961 y en esta reunión simplemente la
confirmó. La clarividencia de las Juventudes en los momentos de euforia de la
reunificación era notable.
465 La tendencia de Esgleas no respondía a las acusaciones, invocando el carácter
secreto de DI.
problemas graves queden sin solución [...] 3.° La existencia
de intereses creados, de toda índole y condición, en el exilio,
que lo desvincula y desolidariza, en gran parte, de las
luchas de nuestro pueblo y que, a su vez, convierten a esa
parte del exilio en masa conservadora, impropio de un
movimiento revolucionario 466. 4° El abandono de toda labor
proselitista [...] particularmente entre la juventud española.
5.° El sabotaje y descrédito sistemático de la línea de acción
directa, acordada en el Dictamen del 61, por quienes no
están ya dispuestos a comprometerse, ni directa ni
indirectamente, con las responsabilidades de una acción
revolucionaria. 6.° La influencia creciente y determinante en
el seno del Movimiento de la mentalidad derrotista que lo
está castrando y llevando al inmovilismo, cayendo cada vez
más en la pendiente de la demagogia y en la dejación de lo
que un día fue su razón de ser.

A la Organización Juvenil sólo le quedaban dos caminos a


elegir: o aceptar los hechos consumados, convirtiéndose en
cómplice de quienes representaban el conservadurismo, la
esterilidad y el inmovilismo demostrado en largos años de
actuación, llámense como se llamen o, por el contrario,
denunciar los hechos ante el Movimiento Libertario 467...

Aunque la mayoría de los detenidos de septiembre habían


sido puestos en libertad, en febrero de 1964 cinco

466 No se trata solo de mantener la legitimidad ‒a toda costa‒ de la organización en


Francia. Las Juventudes reprobaron la opción de algunos exilados de abrir empresas y
aprovecharse de la plusvalía del trabajo asalariado, mientras permanecían al mismo
tiempo en el movimiento.
467 Vid. Alberola‒Gransac, o.c., ps. 136.
permanecían presos en Francia, al igual que Abarca en Bélgica.
El 19 de febrero empezaron una huelga de hambre. Apenas al
cuarto día fue liberado José Pascual, cuya grave enfermedad
pulmonar había empeorado en prisión, dejándolo casi inútil.
Agustín Sánchez468 y Vicente Martí fueron puestos en libertad
el décimo día y al posterior les siguieron los dos últimos presos,
Antonio Ros y Salvador Gurucharri. Francisco Abarca
interrumpió la huelga el día vigésimo quinto, cuando ingresó
gravemente enfermo en el hospital y finalmente fue liberado
en junio.

Mientras la huelga y la campaña de solidaridad estaban


vigentes, el 23 de febrero el Secretariado Intercontinental
convocó a los delegados a una plenaria extraordinaria. Las
Juventudes pidieron la gestión económica de los recursos para
la acción directa, acusaron de nuevo a Esgleas y Llansola de
mala gestión financiera y organizativa y reclamaron que se
defendiesen. El SI acusó a las Juventudes de haber llevado a
cabo la mayor campaña de desprestigio en la historia de la
CNT. Pese a todo, estaba dispuesta a aceptar la participación
de las Juventudes en el consejo de defensa, siempre y cuando
se comprometiesen a cumplir con la resolución de 1951, es
decir, ¡el alto el fuego! Esta propuesta del SI constituía
directamente un cambio de la decisión de las bases en el
congreso de 1963, en el que se había decidido la continuación
de la acción directa. El retroceso a las viejas prácticas
centralizadas de los comités era evidente.

468 Agustín Sánchez Fuster (1936) participó en muchas misiones en España entre 1960 y
1965. En 1968 protagonizó los acontecimientos del mayo francés, como muchos otros
anarquistas españoles.
La actitud hostil del Secretariado Intercontinental no
amedrentó a las Juventudes. Sus miembros continuaron
preparando golpes en España y elaboraron nuevos planes para
ejecutar a Franco. En septiembre del año anterior, pero
también en junio de 1964, decenas de atentados bomba de
poca potencia conmocionaron Madrid cada día. Esos golpes los
dio un exmilitar, socialista, que estaba en contacto con el
‘Campesino’. Su detención a finales de junio puso fin a su
actividad continua, pero tres explosiones de las decenas que se
le atribuyeron, no las había provocado él. Fernando Carballo,
enlace de las Juventudes Libertarias en el interior, había
tomado por sí solo la iniciativa de actuar para fortalecer la
campaña de bombas de la época.

La misión de Carballo y su grupo en Madrid era preparar un


atentado contra el dictador. Su plan tenía previsto volar el
aparcamiento de autoridades en el estadio Santiago Bernabéu
de Madrid a la llegada de la comitiva de Franco en la final de la
Copa española. Todo estaba listo y Carballo esperaba el envío
de los explosivos desde Francia. El que se comprometió a hacer
el transporte fue el joven anarquista escocés de dieciocho años
Stuart Christie.

Christie se había ofrecido a contribuir a la lucha


antifranquista y había hecho contactos con miembros de la FIJL
en Londres. Desde allí avisó que se trasladaba a París, donde le
entregaron los explosivos y los detalles del encuentro con
Carballo. Viajó en autostop a Madrid, donde fue detenido el 11
de agosto. Al día siguiente, los agentes de la BPS lo llevaron al
punto de encuentro en el que atraparon también a Carballo 469.
El juicio de los dos hombres ‒apenas un año después de la
ejecución de Delgado y Granados‒ alcanzó gran popularidad
debido a la nacionalidad del joven colaborador. Tal vez esa
identidad evitó la sentencia a muerte del tribunal militar
extraordinario. Carballo fue condenado a treinta años y Christie
a veinte 470.

En ese mismo año no emprendieron ninguna otra acción en


España. El 21 de octubre se registró un atentado contra la
embajada española en Copenhague. El 27 de noviembre hubo
un incendio provocado en dos instituciones eclesiásticas
españolas en Roma. El 17 de diciembre 1964 explotó una
bomba en el Vaticano. Unos días más tarde, el 2 de enero de
1965, una explosión en el consulado en Nápoles causó daños
menores. Siguió a continuación la voladura en febrero de la
oficina española de turismo en Copenhague y en abril de las
oficinas de Iberia en Milán. Estas acciones esporádicas en el
extranjero intentaban mantener vivo el interés por la cuestión
española, mientras las Juventudes se preparaban para el
conflicto dentro de la organización.

469 El viaje de Christie, el encuentro con Gurucharri, Mera, Alberola, Ros, entre otros, la
detención, los interrogatorios y lo que siguió los presenta de manera especialmente
elocuente él mismo en Christie (2005). Christie, uno de los anarquistas británicos mejor
conocidos, fue acusado y encarcelado por participar en la Brigada Iracunda, en los años
setenta.
470 Femando Carballo Blanco (1922‒1993) se quedó huérfano cuando los fascistas
ejecutaron a su padre anarcosindicalista. Fue encarcelado en muchas ocasiones desde el
final de la Guerra Civil por atraco y actividad política. Quedó en libertad con la amnistía
de 1976. Stuart Christie (1946) fue puesto en libertad después de tres años. El único
anarquista extranjero que cumplió su condena en las cárceles franquistas fue el
colaborador de Facerías: Goliardo Fiaschi.
El congreso de 1964 se pospuso después de las maniobras
del Secretariado Intercontinental, que trataba de conseguir las
mejores relaciones posibles para celebrarlo. Finalmente se hizo
pública la fecha de inicio, que fue el 31 de julio de 1965, en
Montpellier. La facción de Esgleas se hizo cargo de los gastos
de viaje y alojamiento de todos los representantes de las
federaciones locales que lo apoyaban. En efecto, como
secretario del SI, Esgleas sacó un comunicado en el que
destacaba: [...] De todo lo que se hace y se dice en contra de un
Secretariado Intercontinental no es el SI finalmente el
perjudicado, sino toda la Confederación Nacional del Trabajo,
todo el pueblo español [...]. La FIJL respondió lo siguiente: Esta
forma de autodefensa de los Comités superiores, de corte y
concepción genuinamente estaliniana (el secretario general es
el partido y el partido es la revolución...), resulta una
innovación de muy graves alcances para la vida de nuestro
Movimiento como entidad libertaria.[…] 471.

El Congreso de Montpellier empezó con los peores presagios.


El congreso anterior había nombrado una comisión para
investigar la gestión económica de la tesorería de la CNT,
durante el mandato del consejo general del MLE. La comisión
hizo una investigación exhaustiva, pero se encontró la
respuesta hostil de la mayoría de los antiguos miembros del
consejo. Finalmente propuso que se prohibiese a los miembros
del consejo ocupar puestos de responsabilidad en el
movimiento hasta que rindiesen cuentas de la gestión
financiera. Eso significaba que el secretario general y su mujer
tenían que ser depuestos automáticamente de los comités.

471 Vid. Alberola‒Gransac (1975), p. 166


¡Pero la propuesta no fue discutida nunca en el congreso de
Montpellier, ya que el Secretariado Intercontinental no envió
nunca una invitación oficial a participar en dicho comité y no
incluyó el tema en el orden del día! Cuando los miembros del
comité pidieron una explicación, surgió un impedimento
organizativo y funcional y la cuestión quedó en el aire. La
resolución de 1945, que exigía a los miembros del consejo a
rendir cuentas en un congreso ordinario en España, se
mantuvo vigente.

Así, todas las tendencias se preparaban para el gran evento


del congreso, que no era otro que las acusaciones de Alberola y
Mera contra Esgleas y Llansola 472 . Los dos miembros del
Secretariado Intercontinental habían respondido con la misma
táctica, acusando a los dos combatientes de mala gestión de un
millón y medio de francos. Mera 473 y Alberola negaron las
acusaciones, desarrollaron argumentos en contra, pero
obviamente no podían denunciar públicamente a los
beneficiarios del dinero, ya que tenían que nombrar a todo el
aparato clandestino y a los grupos de acción de DI. Esgleas y
Llansola recurrieron repetidamente a evasivas, afirmaron que
algún dinero había ido a cubrir otras necesidades del
movimiento, pero presentaron los cargos en su contra como un
intento de golpear al anarquismo ortodoxo y de reducir el
prestigio del movimiento.

472 El texto completo de la acusación de Mera se halla en Álvarez (1982), ps. 254‒256.
473 Cipriano Mera Sanz (1897‒1975), cuya trayectoria en el movimiento sigue este
libro, trabajó como albañil hasta la edad de setenta y dos años (decía en broma que iba a
morir con la paleta en las manos). Es significativo que compartiese su salario como albañil
con los aprendices. A pesar de su carácter irreprochable, los ortodoxos no olvidaron nunca
su apoyo a la tendencia reformista. En 1970 fue expulsado de la CNT de París, por seguir
con su dura crítica a la casta de Esgleas‒Montseny.
Bastantes representantes creyeron ciertamente esa versión.
La comunicación entre los núcleos dispersos de exilio era difícil
y sólo el SI tenía todos los contactos, monopolizando en
muchos casos la información. Los representantes mayores de
núcleos distantes, pero también aquellos cuyas federaciones
habían sido creadas por la tendencia ortodoxa encontraban
más lógicos los argumentos del equipo de dirigentes históricos
del movimiento que las acusaciones de una juventud
desenfrenada (aunque apoyada por personalidades bien
conocidas, como Mera y Pascual). Por desgracia, la conciencia
política de los representantes declinaba y el abismo
generacional y de ideas se hacía evidente. Tras las
explicaciones de las partes implicadas, muchos de los
mencionados representantes tomaron la palabra y acusaron a
las Juventudes de teorías infundadas y violación del secreto en
los procesos conspirativos 474 . Las Juventudes se vieron de
acusadores en reos y muchas federaciones locales solicitaron la
aplicación de sanciones a Mera y Alberola. Se formó una
comisión para investigar el asunto, que absolvió a los
miembros del SI y consideró inaceptable la conducta de sus
acusadores, pero no propuso sanciones con objeto de
mantener la armonía del movimiento. Lo que propuso
públicamente esa comisión fue una revocación de la decisión
de 1961 sobre la acción directa.

La reacción a esta propuesta fue inmediata. El Si informó a

474 Esa acusación fue en principio manifestada por Esgleas, que consideró que, cuando
la FIJL habló de la incompatibilidad de sus cargos tras el congreso de 1963, en realidad
reveló que Esgleas y Llansola eran miembros de DI. Ciertamente, cuando se constituyó
DI, ambos eran los que filtraban en todas direcciones los nombres de los miembros, en un
intento de neutralizar la iniciativa, pero también de granjearse el título de
revolucionarios...
los congresistas de que la votación se haría sobre la base de un
voto por federación local, lo que garantizaba la victoria para las
numerosas federaciones inventadas de la FAI. Las dos mayores
federaciones del exilio, la de París y Toulouse, se salieron del
congreso, seguidas de otras once federaciones mayores y
menores. La voluntad de la mitad de los miembros de la CNT
no se expresó nunca y el nuevo golpe de estado de la facción
dirigente condenó al movimiento a la inacción y al cisma
definitivo 475. La facción del secretario quedó con las manos
libres. Los que se quedaron en el congreso, suspendieron la
acción directa y volvieron a votar a Esgleas para el cargo de
secretario, puesto que ocupó bastantes años más. Los
congresos se interrumpieron ‒como ya antiguamente‒ y
fueron sustituidos desde entonces por plenarias de núcleos
hasta 1975. La CNT, tras el congreso de Montpellier, entró en
una de las épocas más oscuras, llena de expulsiones, disputas y
centralización.

El movimiento se había disgregado ahora en cuatro


tendencias distintas. La primera era la de las Juventudes, que
siguió comprometida con la doctrina de la acción directa. La
segunda era la tendencia de los antiguos reformistas, la
mayoría de los cuales se había sentido decepcionada por el giro
que había tomado la reunificación. La tercera era la tendencia
de los antiguos ortodoxos, que aspiraban a la reunificación y se
oponían a la conducta sectaria de la FAI. La cuarta tendencia,
que fue la que prevaleció orgánicamente‒ la componían los

475 La estimación de ambos bandos es significativa. Si cada federación votaba según el


número de miembros, la prevalencia sería de escasa importancia para el ganador. ¡Con el
sistema de una federación un voto, Esgleas ganaba 141 a 26! Vid. Alberola‒Gransac
(1975), p.168.
partidarios de Esgleas y de la FAI, de la que habían sido
expulsados los que no apoyaban la línea de Esgleas. La quinta
tendencia y la mayoritaria era la de la renuncia general, actitud
debida a la fatiga, la decepción por las disputas intestinas y el
envejecimiento de los militantes. El número de miembros de la
CNT del exilio se redujo significativamente.

El acuerdo de los cinco puntos.

Como se ha dicho más arriba, en octubre de 1961 la policía


desarticuló el comité nacional de España y detuvo a muchos
miembros de la organización. Esta fue la última vez, durante la
dictadura, que el comité nacional representaba a una base
suficiente de miembros dentro del país. En abril de 1962 hubo
en Madrid una plenaria de comités regionales, de la que surgió
un nuevo comité nacional, el decimoséptimo de los años de
dictadura. El secretario general era Francisco Calle, cabecilla de
base de unas decenas de militantes, la mayoría de los cuales
eran conocidos por la policía.

La acción más importante del comité fue la fundación de la


ASO en el interior, en colaboración con socialistas disidentes y
separatistas catalanes católicos. La ASO del interior reivindicó
su autonomía respecto a la afianza del mismo nombre que
habían constituido las organizaciones del exterior. Su creación
se debía a la intención de sus miembros de frenar la expansión
de la influencia comunista ‒los comunistas colaboraban con
sindicatos de base católicos‒ en el movimiento obrero español,
que vivía momentos de intensa politización, con huelgas
continuas en el norte y en Cataluña. Al mismo tiempo,
expresaba el deseo de los sindicalistas del interior de funcionar
independientemente, ya que en líneas generales la base
programática de ambas ASO era la misma (federalismo, lógica
anticomunista, etc.).

El Secretariado Intercontinental de la CNT mantuvo


relaciones con el comité nacional de Calle, aunque se
produjeron muchas fricciones en relación con la actividad de la
ASO en el interior. Cuando agentes de la BPS arrestaron en
febrero de 1964 a los miembros del comité nacional, las
relaciones entre interior y exilio se interrumpieron. Cipriano
Damiano asumió las funciones de secretario general del comité
nacional de España. Sus esfuerzos por fortalecer las bases de la
ASO en el interior no fructificaron. Al contrario, la influencia de
los comunistas llegó a ser mayor gracias a la creación de CC
OO 476, sobre todo después de su decisión de participar en las
elecciones para sacar representantes sindicales. El golpe final a
la ASO lo asestaron algunos miembros de la CNT, que abrieron
un canal de comunicación con cuadros del sindicato vertical del
régimen.

476 Comisiones Obreras. Su creación se remonta a 1964. Se habían creado comités


obreros espontáneos en algunas luchas obreras, pero su funcionamiento cesaba en cuanto
acababa la reivindicación pertinente. El Partido Comunista explotó la tradición obrera de
los comités espontáneos y creó una formación sindical a fin de guiarlos. Fiel a la linea de la
reconciliación nacional, el PCE pidió a sus miembros que se organizaran en el sindicato
vertical fascista, el CNS, e hiciesen proselitismo entre sus miembros desde dentro. CC OO
era aparentemente neutral (y de hecho muchos de sus miembros no tenían identidad
política). Con él sintonizaron también sindicalistas católicos. En principio el régimen dejó
que se desarrollase, creyendo que podía controlarlo y fortalecer su máscara liberal en la
escena internacional. En 1967 fue declarado ilegal, pero sus miembros continuaron
participando en el CNS.
La iniciativa ‒destructiva para el movimiento libertario‒ fue
tomada por seis miembros de la regional centro. Entre ellos
estaba Francisco Royano, que, después de la detención del
comité nacional, en abril de 1965, había ejercido de secretario
provisional. La iniciativa elaboró un texto en el que hacía
hincapié en la necesidad de avanzar en el sistema político, que
debería emanar de una base sindical. Según ellos, debería
crearse un sindicato libre y democrático mediante la
cooperación de todas las fuerzas políticas para que hubiese
una distribución más equitativa de los recursos sociales y
legalizar el derecho de huelga. Ese texto, que se dio a conocer
en abril de 1965, llevó a algunos cuadros del sindicato vertical a
dirigir a los redactores una convocatoria para negociar.

Esa reunión se celebró en julio de 1965 en Madrid. Los diez


representantes de los colaboracionistas de la CNT aceptaron la
condición de los fascistas de limitar el debate a las perspectivas
de cambios sindicales y no políticos. Quedaba cancelada
automáticamente la intención que ellos mismos habían hecho
pública tres meses antes. El acuerdo final se suscribió en
noviembre de 1965, sin que se hiciese público y sin que
ninguna de las partes asumiese la carga de representar a sus
organizaciones. Este acuerdo entre “miembros de los
sindicatos oficiales y miembros del sindicato libertario”
cristalizó en cinco puntos y se le conoció como cincopuntismo.
Los cinco puntos de convergencia eran los siguientes: 1) Un
único sindicato de afiliación obligatoria automática de todos
los que ejercen una actividad laboral. 2) Autogestión de los
trabajadores, autonomía sindical frente al estado y a las
organizaciones políticas, separación de las organizaciones
patronales. 3) Creación de redes de solidaridad y seguridad y
participación del sindicato en la planificación y ejecución de
políticas de seguridad social a nivel estatal. 4) Reconocimiento
del derecho de huelga, que sería legal solo cuando fuese
convocada por el sindicato único. 5) Expansión de las
cooperativas477. Los representantes de los miembros de la CNT
propusieron notificar el acuerdo a la UGT, a CC OO, a los
democratacristianos, pero también a la CNT, ya que los
firmantes consideraban que no vinculaban a su organización.

El acuerdo de colaboración dejaba de lado cuestiones tales


como la represión, los presos políticos, la libertad de prensa,
las libertades civiles y los derechos humanos. Los cinco puntos
no estaban muy lejos de la realidad ya existente o de los
objetivos inmediatos del sindicato vertical. La única innovación
fue la referencia al derecho de huelga, cercenado y controlado.
Los anarcosindicalistas, ancianos y decepcionados, cayeron en
la trampa del régimen, cualesquiera que fuesen sus
intenciones478.

Su texto traicionero y su decisión de participar en las


elecciones sindicales del CNS fueron apoyados por algunos
conocidos viejos combatientes que estaban en el exilio. Entre
ellos se encontraba el secretario de la CNT en 1936, Horacio
Martínez Prieto, Abad de Santillán y el ministro durante la
Guerra Civil, Juan López.

Por desgracia, este movimiento en falso podría haberse

477 Vid. Herrerín (2004), ps. 270‒271.


478 Entre los que firmaron estaban Lorenzo íñigo y Enrique Marco, quienes en 1947, tras
su detención, habían recibido presiones, canjes y torturas para cooperar con el CNS, pero
no habían sucumbido. Veinte años más tarde lo hicieron voluntariamente...
evitado, si el movimiento en el exilio no hubiese estado
inmerso en sus propias controversias. Pocos días antes de la
organización del congreso de Montpellier, el verano de 1965,
Luis Andrés Edo, de las Juventudes Libertarias, se comprometió
a llevar clandestinamente a Francia a Royano. El comité
nacional del interior era hostil a Esgleas, por lo que la presencia
de su secretario contribuiría potencialmente a la creación del
clima. En cuanto Royano informó a Edo de las conversaciones
de Madrid, éste se quedó sobrecogido. Militantes de todas las
tendencias opuestas a Esgleas, jóvenes, reformistas y
ortodoxos, intentaron disuadir a Royano en discusiones
interminables. Esgleas ‒que conocía de antemano las
conversaciones con los fascistas‒ puso en marcha un plan
maquiavélico.

Habiéndose reunido con Royano en Montpellier, le prohibió


mencionar esas conversaciones en el inminente congreso y le
pidió que informase sólo sobre el estado de la situación del
movimiento en España. Después, no permitió hacer preguntas
al secretario del interior. Royano regresó a España sin que el
congreso condenase el comportamiento de los
colaboracionistas. Inmediatamente después, Esgleas dejó que
se filtrasen las informaciones sobre los contactos con el CNS y
acusó falsamente a las tendencias rivales de estar
manifiestamente de acuerdo con esa táctica, ya que habían
llevado a Francia a Royano y habían conversado por extenso
con él. El maquiavelismo del secretario del SI logró su objetivo.
Implicó a todos sus oponentes en una situación que ‒si hubiese
querido‒ podría haber evitado y volvió a aparecer como el
salvador del anarquismo ortodoxo. En los próximos años
muchos de sus enemigos más conocidos fueron expulsados de
la CNT como presuntos cómplices o responsables de los planes
de los colaboracionistas, mientras que en realidad fueron los
que trataron de frustrarlos. Quienes finalmente sacaron las
castañas del fuego fueron una vez más las Juventudes, con sus
enérgicas acciones en 1966. De todos modos, salvo una
vergonzosa minoría de militantes, el movimiento condenó
unánimemente a los cincopuntistas, tanto a través de las
organizaciones del exilio como mediante la prensa clandestina
en el interior del país.
DESCOMPOSICIÓN DE LA CNT.
LAS JUVENTUDES INTERNACIONALIZAN LA LUCHA. (1966‒1975)

El desmoronamiento definitivo de la CNT en España y su


inactividad en el exilio.

El plan de cinco puntos fue un importante foco de fricciones


en el interior. Los libertarios dispersos, que no tenían contacto
con el comité nacional de Royano, se enteraron por la prensa
de la existencia del acuerdo, en las circunstancias que se
presentarán a continuación. La mayoría discrepó. Los que
participaban en pequeños grupos denunciaron el
cincopuntismo a través de textos o de sus contactos cotidianos
en los lugares de trabajo. Algunos viejos anarcosindicalistas
aprovecharon la oportunidad para participar en las elecciones
sindicales, creyendo que de esta forma podrían fomentar las
reivindicaciones laborales y oponerse a los comunistas de CC
OO

Lo seguro es que el cincopuntismo puso fin a la continuación


orgánica de la CNT clandestina. Los miembros del comité
nacional que firmaron el acuerdo abandonaron la CNT para
pasar a trabajar legalmente en el sindicato vertical. Los
militantes que siguieron estando fuera del CNS no se hicieron
cargo de la reorganización del aparato clandestino. Después de
años de calamidades y la clara falta de una nueva generación
de anarcosindicalistas organizados, la Confederación dejó de
existir como una unidad dentro de España. Su reaparición se
produjo solo tras la muerte de Franco.

La presencia de los cincopuntistas en el escenario sindical fue


efímera. Después de unos primeros resultados positivos en
zonas con fuerte tradición libertaria, el colaboracionismo se
hundió por sus propias contradicciones. Los representantes del
CNS habían rechazado tres de los cinco puntos, apenas tres
años después de la firma del acuerdo. Era evidente que los
exmiembros de la CNT habían sido utilizados por el estado en
un esfuerzo por compensar la influencia de los comunistas y los
democratacristianos en el movimiento obrero. En 1968 dejó de
haber presencia organizada de antiguos libertarios en el
sindicato vertical.

El SI hizo un intento de cubrir el vacío dejado por la


organización del interior y creó un comité nacional controlado
desde Francia. Sus cuatro miembros nunca convencieron a
nadie de la existencia real de una organización en el interior.
Pero entre 1966 y 1967 distribuyeron cuatro números de
Solidaridad Obrera ‒impresos en Francia‒ cuyo único propósito
era desacreditar a los cincopuntistas. Todas estas rivalidades y
procedimientos eran obra de la vieja generación de la CNT, que
no podía o no quería entender los cambios dentro del país y las
transformaciones sociales que se estaban produciendo.

Los militantes que salieron a escena a mediados de los


sesenta hasta el fin de la dictadura y que podríamos calificar de
libertarios, anarquistas o antiautoritarios eran personas que
tenían poca o ninguna conexión con la CNT tradicional. En
muchos casos eran jóvenes inspirados por los ideales del
anarquismo que abordaban con nostálgica admiración el
nombre de la Confederación y las luchas de sus miembros.
Estos jóvenes eran estudiantes y trabajadores, que habían
crecido en las particulares circunstancias del tardofranquismo y
la erupción ideológica y política de la generación de 1968.

Una primera muestra de las nuevas condiciones la dieron los


círculos estudiantiles. Las movilizaciones fueron especialmente
intensas a primeros de 1965, con los estudiantes demandando
la creación de órganos universitarios autónomos, en los que
participasen también ellos. Con esta tentativa se
comprometieron también algunos profesores, de los que tres
fueron castigados con el despido de por vida de la universidad
en agosto de ese mismo año479. En este periodo se inició el
proceso de creación del grupo de estudiantes Ácratas 480. Su
presencia fue importante sobre todo en la Universidad de
Madrid y sus textos eran provocadores y antiautoritarios.
Aunque el movimiento Ácratas no tuvo desarrollo cuantitativo,
influyó en gran parte en el pensamiento político del resto de
los libertarios, pero también de los grupos de izquierda.

479 Entre ellos Agustín García Calvo (1926‒2012), activista social y pensador con
abundante obra literaria. En griego se ha editado Evavzíov zov amoiavqzov [Contra el
automóvil], Scópelos, Nisides, 2002.
480 Ácratas (“los que persiguen la acracia”), palabra que se introdujo en el español en
1886 y proviene de la raíz griega antigua ms.uq y el prefijo privativo α. Su actividad llegó
a su apogeo en 1967, año que diversas fuentes refieren como el de la fundación del grupo.
La renuencia de los fundadores del grupo a dar forma reglamentaria o estable a su
provocadora empresa significó su final cuando se fueron de la universidad.
Después de 1966 comenzó a desarrollarse en España ‒y
especialmente en las comarcas industriales de Madrid, de
Cataluña y del norte‒ una rápida politización, tanto en los
lugares de trabajo como en las universidades. El movimiento
obrero había abrazado al principio con fervor la tentativa de CC
OO 481, pero cuando se hizo ampliamente evidente que los
comités eran manipulados por el Partido Comunista, muchos
las abandonaron y crearon nuevas formaciones políticas. Los
puntos de referencia de estos grupos eran diversos. Hubo
grupos que se volcaron hacia el maoísmo, hacia el trotskismo,
pero también hacia teorías marxistas heterodoxas, como el
comunismo consejista. La amplitud y la diversidad de puntos
de vista fueron tales que llevaron a la aparición de una
agrupación sindical anarquista cristiana, que se congregó en
torno a ediciones XYZ.

Además de las teorías de izquierda, otra fuente de influencia


del movimiento obrero y estudiantil fueron las reivindicaciones
localistas‒separatistas, principalmente de catalanes y vascos.
En ambas regiones se había desarrollado una multitud de
organizaciones políticas, que tenían el propósito declarado de
la liberación tanto nacional como social. De ese crisol de
teorías políticas, reivindicaciones secesionistas, prácticas y
alianzas, surgió más tarde la tendencia de los grupos
autónomos, cuyo desarrollo se presentará en el próximo
capítulo. La verdad es que la CNT del interior, herida de muerte

481 En 1967 el estado declaró ilegal a CCOO, pero sus representantes siguieron
operando dentro del sindicato vertical, sin mencionar que eran miembros suyos. La línea
política moderada de los sindicalistas comunistas ‒pese al prestigio que otorgaba la
“clandestinidad”‒ condujo a un éxodo masivo de los trabajadores más activos y
concienciados de los comités.
por la traición de los cincopuntistas, no pudo ni actuar ni influir
en ninguna medida en este movimiento.

El único empeño desarrollado hasta finales del franquismo


con raíces en la antigua Confederación fue Solidaridad.
Solidaridad era una agrupación sindical constituida
principalmente por obreros y obreras de fábricas que
apoyaban el sindicalismo revolucionario, pero daban prioridad
a la vuelta de la democracia. En el grupo se daba un énfasis
grande a la autoformación y al diálogo político entre miembros,
ya que la procedencia ideológica de los participantes era
bastante heterogénea. La figura central de este empeño fue
Félix Carrasquer, un antiguo militante de los comités del
interior. Solidaridad congregó en su torno alrededor de unas
trescientas personas, principalmente en Madrid y Cataluña,
pero también en Valencia y Andalucía. Durante la Transición, el
grupo se disolvió y sus miembros se incorporaron masivamente
a la reorganización de la CNT.

La organización en el exilio mostró la misma debilidad que su


homologa del interior. El Secretariado Intercontinental no pudo
tender puentes de comunicación con el nuevo movimiento
obrero, algo lógico tras su ruptura con las Juventudes
Libertarias, que eran la única relación seria de la organización
con militantes jóvenes en España.

Sin la existencia de un campo de acción creativa, el SI se


hundió en la introspección y solo se dedicó a purgar disidentes
de la línea marcada por Esgleas, fuese la que fuese la tendencia
de la que procediesen. El SI dejó de organizar congresos y hasta
1975 los restos del movimiento estuvieron representados por
plenarias de núcleos, controladas por el consabido aparato de
la FAI en el exilio.

En 1967 el pleno de Marsella ‒funcionando más como un


tribunal militar que como una asamblea libertaria‒ creó una
Comisión de Asuntos Conflictivos, que constituía el aparato de
expulsión del SI. Bastantes compañeros se opusieron a esta
malsana situación. Fernando Gómez creó en 1965 el Centro de
Estudios Sociales y Económicos en París, en torno al cual trató
de congregar a los miembros de la CNT en Francia que aún
creían en un esfuerzo unitario. En 1967 se crearon los Grupos
de Presencia

Confederal, que constituyeron el polo de reunión para los


miembros expulsados de la CNT. Los Grupos organizaban
congresos y asambleas en Francia en los que condenaban la
actitud del SI y proponían la reorganización en profundidad de
la Confederación. Los miembros del Grupo eran militantes de
sobra conocidos, que habían sido expulsados de la CNT
mediante procesos sumarios, entre ellos Roque Santamaría,
Marcelino Boticario y José Borrás482.

Una de las expulsiones más estruendosas fue la de Cipriano


Mera, en 1970, que se basó en la acusación de Esgleas de
malversación de recursos. Por iniciativa de Mera en 1970 se

482 El clima entre los expulsados queda estampado en una carta de Peirats a Stuart
Christie en la que escribe: [...] Por lo menos los estalinistas y el capitalismo ofrecen un
simulacro de juicio. Aquí eres condenado a la pena capital (expulsión y vergüenza
pública), sin siquiera estar presente [...]. Vid. Archivo Peirats, correspondencia
Peirats‒Christie, 2/2/1974, carpeta 109. Es sintomático el caso de expulsión de un
miembro de la CNT por “delito de opinión”. Mientras se discutía su expulsión, alguien
informó a la Comisión de que en el ínterin el miembro había muerto. La respuesta fue
desconcertante: Es lo mismo. Vid. Herrerín (2004), p. 292.
editó la revista Frente Libertario, desde cuyas páginas los
expulsados apoyaron las huelgas salvajes en la Península
Ibérica y las formas activas que adoptaba la lucha del
movimiento obrero, al tiempo que condenaba la inacción del
Secretariado Intercontinental y su lógica sectaria. La tirada de
la revista oscilaba entre dos mil y cuatro mil quinientos
ejemplares. Entre los que publicaron textos en Frente
Libertario destacan Peirats 483, Cohn‒Bendit, Alberola y Mera.
La publicación concluyó en 1977, tras el restablecimiento de la
CNT en España.

Aparte de esos intentos organizados de oposición al


Secretariado Intercontinental, también era importante la
oposición de los miembros de base de la CNT a las decisiones
de los comités. Hubo varios casos de federaciones locales que
fueron expulsadas de la Confederación porque sus miembros
no habían aceptado expulsar de las asambleas a los
compañeros cuya purga pedía la Comisión de Asuntos
Conflictivos. Por lo tanto, las dos mayores federaciones de
Francia, las de Toulouse y París, quedaron fuera del
movimiento libertario. También otras federaciones más
pequeñas se retiraron voluntariamente de la CNT, para
protestar por la línea del SI. Entre estas últimas había algunas

483 Durante ese mismo periodo se pidió a Peirats que escribiese artículos en una revista
clandestina de Barcelona. Su respuesta fue: [...] preferiría escribir en una revista sobre
cuestiones teóricas sobre el anarquismo y no en la prensa revolucionaria de combate. A
mis sesenta y seis años y con un delicado estado de salud, tengo que ser prudente en
aconsejar a los jóvenes que hagan lo que yo ya no puedo. Es una cuestión de honestidad
intelectual [...]. Es importante hacer hincapié en el aspecto prudente y reacio al
protagonismo del carácter de muchos de los militantes en el período referido, para no dar
la impresión al lector de que todas las figuras importantes del movimiento estaban
imbuidas de la pertinacia autoritaria y protagonista de la camarilla dirigente de la FAI. Vid.
archivo Peirats, correspondencia Peirats‒Christie, 26/2/1974, carpeta 109.
que apoyaban la línea de la participación política y una minoría
vergonzosa que apoyó la negociación de los cinco puntos.

Consecuencia de esta situación fue la drástica reducción del


número de miembros de la CNT en Francia. En 1975 el
Secretariado Intercontinental congregaba solamente a 2.275
miembros en todos los núcleos del exilio 484. Las discordias, las
expulsiones y las dimisiones fueron un factor importante de
reducción, pero el más importante fue el envejecimiento
natural. Después de la segregación de las Juventudes, no se
afiliaban nuevos miembros a la organización, mientras que los
veinteañeros de la Guerra Civil cumplían ya sesenta años. Una
gran parte de la prensa de los militantes exilados estaba
consagrada a los obituarios de los compañeros fallecidos. El
único valor constante en este atolladero fue la pareja de
Esgleas y Montseny. Esgleas mantuvo su puesto de secretario
del SI hasta 1975, con una pequeña pausa de dos años.

Las Juventudes internacionalizan la lucha. El grupo Primero


de Mayo.

La FIJL siguió siendo una organización clandestina en Francia


desde 1963. En diciembre de 1963 decidió continuar su
actividad radical contra el régimen, aunque la CNT y la FAI
habían cancelado el pacto de la DI. Así, en julio de 1965,
apenas unos pocos días antes del congreso de Montpellier, las

484 Vid. Herrerín (2004), p. 310.


juventudes empezaron una campaña internacional por la
liberación de presos políticos en España y Portugal. El texto
básico de la campaña se tradujo a cuatro idiomas y los
militantes de la FIJL viajaron por muchos países de Europa,
llevando a cabo reuniones y asambleas para coordinar la
solidaridad.

Durante estos viajes hubo contactos con muchos jóvenes


anarquistas de diferentes nacionalidades y se montó una red
informal internacional con los anarquistas españoles como
epicentro. Sobre esta red sostuvo posteriormente su actividad
el Grupo Primero de Mayo. Tras el congreso de Montpellier, la
derrota de las Juventudes a nivel de organización del
movimiento libertario español y la falta de actividad de la DI y
la acción directa, la FIJL decidió dar un giro hacia la
internacionalización de la lucha. Europa vivía al borde de la
revuelta de 1968 y las condiciones eran ideales para esas
expectativas.

El 5 de abril de 1966 Luis Andrés Edo convocó una rueda de


prensa clandestina con corresponsales extranjeros en Madrid,
donde, en calidad de secretario de la federación local de París,
denunció las conversaciones entre el CNS y los cincopuntistas.

La prensa mundial dedicó amplios extractos al


acontecimiento, mientras en España hubo fricciones tanto en
el bando estatal como entre los militantes del interior, que se
enteraban por vez primera de la iniciativa de los
colaboracionistas. La policía franquista puso en alerta roja
cualquier posible salida del país, pero Edo no tenía intención de
irse. Permaneció en España a la espera de recibir un mensaje
en particular. El mensaje que le informaría del secuestro de
monseñor Marcos Ussía, asesor eclesiástico de la embajada
española en el Vaticano.

El 29 de abril, un comando de compañeros españoles e


italianos llevó a cabo el secuestro en Roma. Al día siguiente los
periódicos en Italia se extrañaban de la suerte de Ussía, cuyo
automóvil había sido encontrado con el motor encendido y las
puertas abiertas en medio de una calle de la capital. Las
diversas conjeturas sobre su suerte llegaron a su fin el primero
de mayo de 1966, cuando Edo reivindicó el secuestro en un
encuentro secreto en Madrid con el enviado especial de la
agencia de noticias francesa. En su texto decía que el secuestro
lo había realizado un comando anarquista que exigía el
intercambio de todos los presos políticos de las cárceles
españolas ‒independientemente de las tendencias políticas‒
por el clérigo español. En sus declaraciones añadía que:
Nuestro objetivo, al principio, era desenmascarar,
secuestrándolos, a los antiguos compañeros, Royano e Íñigo,
que han usurpado el nombre de la CNT (Confederación
Nacional del Trabajo), para entablar conversaciones con los
representantes de los sindicatos del régimen franquista 485. La
asunción de la responsabilidad se hizo en nombre de Edo 486.

485 Vid. Alberola‒Gransac (1975), p. 187.


486 En sus memorias, Edo describe cómo para la redacción del texto solicitó la ayuda del
anarquista Melchor Rodríguez, a quien aseguró que los secuestradores no harían daño a
Ussía. Melchor Rodríguez García (1893‒1972) era conocido por amigos y enemigos como
‘el Ángel Rojo’. Su apodo se debía a sus servicios como director general de prisiones en la
Guerra Civil, durante la que puso fin a las ejecuciones de fascistas sin juicio, práctica que
salvó la vida de centenares de fascistas. Fue el único que se alzó contra las cárceles
estalinistas específicas y logró cerrar algunas de ellas. Rodríguez asumió el triste deber de
entregar Madrid a los fascistas el 28 de marzo de 1939. Fue condenado a treinta años de
El 3 de mayo reivindicó el secuestro el Grupo Primero de
Mayo (Sacco y Vanzetti), con un texto en el periódico italiano
Avanti: Somos un grupo de anarquistas españoles, que nos
hemos visto obligados a utilizar esta forma de acción para que
el embajador de España ante la Santa Sede envíe una petición
al Papa, para que éste a su vez solicite públicamente al
gobierno del general Franco la libertad de todos los demócratas
españoles (obreros, intelectuales y jóvenes estudiantes)
condenados a diferentes penas en las cárceles franquistas
[…] 487. La noticia causó sorpresa en todo el mundo, sorpresa
que fue creciendo a medida que pasaban los días, ya que ni la
policía italiana podía localizar a los secuestradores ni la
española a Edo. El 5 de ese mismo mes, el Grupo Primero de
Mayo envió una nueva carta a la agencia de noticias francesa
de Roma.‒ [...] Nos comprometemos a liberar a monseñor Ussía
tan pronto hayamos obtenido una declaración de la Iglesia en
favor de la liberación de los presos políticos detenidos en
España. Nuestra acción tiene por objetivo poner a la Iglesia
frente a su conciencia y a su responsabilidad, en este momento
crítico para el pueblo español [...] 488.

El 10 de mayo una columna del periódico del Vaticano ‒que


se hacía eco del punto de vista personal del Papa‒, después de

prisión y no a muerte por las reacciones de los cuadros de alto rango del régimen que le
debían la vida. Luchó con todas sus fuerzas por la reconstitución de la CNT en España,
participó en los comités y fue encarcelado en repetidas ocasiones. Muchos fascistas
consideraban que le debían la vida, hecho que explotó para conseguir la salvación de
muchos compañeros o la reducción de sus penas. Fue un enemigo fanático de los
cincopuntistas. Rodríguez, humanista y pacifista declarado, fue detenido en treinta y
cuatro ocasiones y pasó una gran parte de su vida en prisión.
487 Alberola‒Gransac (1975), p. 186.
488 Alberola‒Gransac (1975), p. 188.
una amplia referencia al hecho, afirmaba el deseo del Vaticano
de que la convivencia pacífica de todos los españoles llegase en
breve. Al día siguiente los anarquistas dejaron libre a Marcos
Ussía, ya que tenían primero que asegurarse de que Edo estaba
a salvo en Francia. En caso contrario, se había decidido retener
al rehén e intercambiarlo con Edo. El éxito del plan fue
completo. La iglesia se había expresado en favor de un cambio
de régimen en España, la cuestión de los presos políticos había
vuelto al escenario mundial y los manejos del sindicalismo
colaboracionista habían sido desenmascarados. Además, no
hubo bajas; al contrario, se provocó el despido del jefe de
policía de Roma y rivalidades internas en la policía española
por la imposibilidad de localizar a Edo. Los anarquistas
españoles estuvieron en primera línea de la actualidad durante
dos semanas consecutivas y los comentarios positivos
continuaron aún durante mucho tiempo en la prensa
internacional.

Mientras los periódicos democráticos y de izquierda


mostraban su simpatía hacia los secuestradores, el 5 de mayo
vio la luz pública el comunicado del Secretariado
Intercontinental. Esgleas condenó el secuestro diciendo: [...]
ignoramos esta historia. Se trata de una acción marginal,
realizada, seguramente, por militantes de nuestra organización
pero sin contacto alguno con los órganos directivos. Dada la
actual situación de la lucha política, retenemos tal iniciativa de
naturaleza puramente negativa [...] 489 . La prensa española

489 Alberola‒Gransac (1975), p. 187. Diecinueve grupos anarquistas franceses


repudiaron ese comunicado del Secretariado Intercontinental, reclamando una
rectificación pública del SI, pero también que diese explicaciones al movimiento
anarquista internacional por esas devastadoras declaraciones. Vid. Martínez
Guerricabeitia, carpeta 1238.
reprodujo esas declaraciones durante días, como también el
repudio público del secuestro por los cincopuntistas unos días
más tarde.

El impacto internacional de la acción alimentó las rivalidades


internas del régimen español entre la vieja guardia y los
burócratas liberales que intentaban maquillar la dictadura y ‒a
cambio de algunas concesiones moderadas‒ lograr la adhesión
de España al Mercado Común. La FIJL tensó con sus
movimientos la ya aguda situación social y procuró la
radicalización de la acción de los obreros y los estudiantes. En
el verano de 1966 los fascistas trataron de elevar el
sentimiento patriótico de los españoles para lograr un
incremento de la aprobación social. Franco reclamó al gobierno
de Gran Bretaña la anexión de Gibraltar y puso en marcha una
campaña nacionalista. Las juventudes anarquistas decidieron
responder a esta campaña con un nuevo secuestro. Esta vez el
objetivo fue el jefe militar de la base americana de Torrejón, a
las afueras de Madrid, que estaba al cargo de todas las bases
de EE.UU. en España.

El plan fue minuciosamente trazado, pero, por desgracia,


entre las personas que lo llevarían a cabo estaba Inocencio
Martínez, que se había convertido en chivato a sueldo de la
BPS.

El 26 de octubre la policía detuvo a Luis Andrés Edo, Antonio


Cañete, Jesús Rodríguez, Alfredo Herrera y Alicia Mur. Martínez
“escapó” del arresto el día anterior y había vuelto a Francia. La
policía anunció la desarticulación de Primero de Mayo y afirmó
que el comando de Madrid era el que había cometido el
secuestro en Roma. Así intentaron preparar el terreno para un
consejo de guerra severo, que impondría graves y ejemplares
condenas.

La solidaridad internacional se puso de manifiesto


inmediatamente. En Ámsterdam hubo manifestaciones el 30
de octubre y el 3 y el 4 de noviembre, que fueron organizadas
por los provos y concluyeron en el consulado español. En el
mismo período salieron a las calles los anarquistas de Milán y
los provos belgas en Bruselas. También en Francia hubo actos
de apoyo. El 9 de diciembre de 1966 Alberola dio una rueda de
prensa secreta en Nueva York en la que reivindicó el secuestro
fallido de Primero de Mayo y expuso las razones para hacerlo.
La FIJL denunció la demagogia nacionalista del régimen y su
complicidad con el imperialismo americano y la guerra de
Vietnam, mofándose al mismo tiempo de las promesas de
amnistía para los presos políticos y la liberalización del
franquismo490. La policía española ya citaba a Octavio Alberola
como jefe del Grupo Primero de Mayo y los agentes de Franco
lo buscaban por todas partes. A finales de diciembre se celebró
en Italia un encuentro internacional de anarquistas europeos
procedentes de diez países, que en una nota de prensa
amenazó al gobierno español con la destrucción de edificios de
intereses españoles por todo el continente, si el comando de
Madrid no era liberado.

1967 empezó a ritmo frenético para los miembros de las


Juventudes Libertarias. Las protestas internacionales habían

490 En griego se encuentran bastantes textos, la rueda de prensa y diversas informaciones


sobre ese asunto, que se denominó “operación Durruti”, en Meltzer (1977), ps. 50‒60.
desaconsejado el tribunal militar para el grupo de detenidos y
sus compañeros maquinaban planes para expresar más
eficazmente la solidaridad. Los contactos europeos
continuaron, mientras Alberola aprovechó el viaje al
continente americano para ponerse en contacto con los
compañeros de allí. Las Juventudes conservaban sus relaciones
con militantes en España, a quienes suministraban
regularmente material impreso. El responsable de esa
distribución era Floreal Rodríguez, miembro de la FIJL y
conductor de camión de transportes internacionales. El
‘camión de Floreal’ tenía el apoyo económico de la
organización y funcionaba por toda Europa para transportar
material propagandístico de manera segura.

El comienzo del año fue especialmente atribulado en España,


ya que a finales de enero estallaron en Madrid unos incidentes
salvajes durante unas movilizaciones obreras y estudiantiles. La
dura represión y las detenciones que vinieron a continuación
provocaron disturbios principalmente en las universidades,
pero los órganos de coordinación clandestinos que controlaba
el PCE funcionaron para contener la expansión de la
indignación social. La insatisfacción de muchos estudiantes por
estas maniobras de la politiquería los llevó a independizarse de
estos órganos y a engrosar el movimiento de Ácratas. Varios de
esos estudiantes ‒liberados de la tutela del partido‒
participaron posteriormente en la actividad de los grupos
autónomos.

El Grupo Primero de Mayo entró en acción de nuevo en abril


de 1967, esta vez en Londres. Los miembros del grupo
secuestraron durante unas horas al secretario y asesor legal de
la embajada española y enviaron ‒a través del embajador‒ una
carta al ministro de Asuntos Exteriores de España. En la carta
amenazaban con secuestrar a diplomáticos españoles, si las
condenas para el comando de Madrid no eran leves.

Pocos días después, el 1 de mayo de 1967, una escalofriante


noticia sobrecogió a todo el movimiento libertario. En la ciudad
de México se halló asesinado en su casa ‒amordazado y
colgado‒ al profesor José Alberola, padre de Octavio y
miembro del Consejo de Aragón durante la Guerra Civil. El
militante de setenta y dos años de edad había sido torturado
durante veinticuatro horas por cuatro agentes de Franco, que
intentaban arrancarle información para localizar a su hijo.
Como no consiguieron obtener ningún dato, lo colgaron el 1 de
mayo, en un gesto de macabro simbolismo.

Dos meses más tarde comenzó en Madrid el juicio de los


compañeros. El clima de terror en la capital era inaudito,
mientras circulaban rumores de un intento de liberar al
comando por las armas 491 . Al juicio asistieron cuatro
observadores internacionales. Las condenas que se notificaron
provocaron sorpresa a amigos y enemigos. A Herrera se le dejó
en libertad ya que su condena era de solo tres meses. Los tres
restantes ‒salvo Edo‒ fueron condenados a tres años y medio y
Edo a nueve años y tres meses. No había habido nunca en los
años del franquismo una pena menor contra un comando
armado de anarquistas. La euforia se extendió por los

491 Todos creían que las informaciones sobre una liberación por las armas era un ardid
para crear un clima. Más tarde se supo que Floreal Rodríguez ‒que esos días hacía un porte
por España‒ estuvo llamando desde cada parada que hacía en la ruta Bilbao‒Valencia a la
dirección de la policía en Madrid y profería amenazas. Vid. Edo (2006), p. 397.
miembros de la FIJL. Se consideró que la continuación de la
actividad revolucionaria era la orientación más oportuna del
movimiento de solidaridad.

La noche del 18 de agosto los coches estacionados de dos


asesores de la embajada española en Londres fueron
acribillados a balazos. Dos días más tarde, unos desconocidos
abrieron fuego contra el edificio de la embajada americana en
la misma ciudad. La acción fue reivindicada por Movimiento de
Solidaridad Revolucionaria Internacional, que estaba en
contacto con Primero de Mayo. El propósito de las acciones era
ejercer presión en favor de los presos políticos españoles, pero
también la denuncia del imperialismo americano, que era el
sostén de muchos regímenes dictatoriales en todo el mundo.

Ese mismo mes el Grupo Primero de Mayo, junto con la FIJL,


hizo público un llamamiento con el título siguiente: “A todos
los movimientos y organizaciones revolucionarias del mundo”.
En el texto se incitaba a la lucha armada contra las fuerzas de la
represión fascista, se repudiaba el sectarismo ideológico
negativo y se apoyaban las tesis de las guerrillas
hispanoamericanas, que subrayaban que la revolución no sería
patrimonio de ningún partido, sino conquista del pueblo en
armas.

Primero de Mayo llamaba a la coordinación e intensificación


de la solidaridad internacional revolucionaria contra el
capitalismo privado y del estado. El texto concluía:

¡Revolucionarios de todos los países, unios para hacer


efectiva la solidaridad revolucionaria internacional e
impedir el exterminio de los que, en cualquier parte del
mundo, luchan por la revolución! 492

Los contactos de los anarquistas españoles con las guerrillas


latinoamericanas eran estrechos, principalmente a través de
Alberola, pero también de otros compañeros que habían
crecido en el exilio del continente americano y participaban en
los procesos revolucionarios de allí 493. Un mes después de la
muerte del Che Guevara el 12 de noviembre 1967, un aluvión
de explosiones sacudió el continente europeo. En una noche
fueron atacadas las embajadas de Bolivia, Grecia y España en
Bonn, la de Venezuela en Roma, las de EE.UU., Grecia y España
en La Haya y la de EE.UU. en Madrid, así como las oficinas
españolas de turismo en Ginebra y Milán. En total hubo diez
ataques con bomba en seis ciudades de cinco países diferentes.
Primero de Mayo las reivindicó en colaboración con las
guerrillas de América Latina. Como era lógico, las policías
europeas intensificaron su cooperación para controlar la
actividad revolucionaria. Ya el 10 de octubre fue detenido en la
frontera francoespañola Julio Millán, de la FIJL494. El 26 de
diciembre, la policía francesa recomendó a la franquista la
detención de

492 Vid. Alberola‒Gransac (1975), ps. 219‒220. El texto completo del llamamiento está
traducido en Meltzer, (1977), ps. 33‒37.
493 Alberola conocía a Castro y a Guevara, ya que antes de la revolución cubana habían
participado juntos en el Frente Antidictatorial de Suramérica. Además, había colaborado
con los movimientos contra la dictadura de la República Dominicana y Venezuela. Vid.
Christie (2005), p. 237.
494 Julio Millán Hernández (1934) permaneció cinco años en prisión preventiva sin
juicio. Fue acusado de las acciones de 1963 (era amigo de Delgado y Granados) y
condenado a veintitrés años de cárcel en 1972. Fue liberado con la amnistía de presos
políticos en la Transición.
David Urbano 495 , que estaba en Madrid, por estar
relacionado con Primero de Mayo. Aparte de las detenciones,
hubo también una liberación inopinada, la del escocés Stuart
Christie, a quien el dictador otorgó el indulto en septiembre de
1967. Ese gesto pretendía mejorar el perfil europeo del
régimen y se precipitó tanto por las presiones británicas como
por la acción directa solidaria anarquista.

El 9 de febrero de 1968 la policía belga detuvo a Octavio


Alberola y a su compañera Ariane Gransac en Bruselas. Fueron
acusados de suplantación de identidad, posesión de pasaportes
falsos, tenencia de armas y entrada ilegal en el país. El
verdadero propósito del viaje a Bélgica era preparar el
secuestro del representante del Estado español en la CEE. La
detención se debía ‒una vez más‒ a la traición de Inocencio
Martínez. Alberola permaneció encarcelado durante cinco
meses. Mientras estuvo en las cárceles belgas, Primero de
Mayo procedió a una nueva lluvia de ataques. El 3 de marzo
estallaron bombas simultáneamente en las embajadas de
España, Grecia y Portugal en La Haya, en el consulado español
en Turín y en el club de oficiales del ejército americano en
Londres.

En la reivindicación de las acciones el Grupo Primero de


Mayo se enfrentaba al gobierno de EE.UU. y su apoyo a las
dictaduras de América Latina y de Europa, censuraba el
genocidio en Vietnam y manifestaba su oposición a los
regímenes comunistas, incluido el chino. El apoyo a la opción

495 David Urbano Bermúdez fue condenado a seis años de prisión y estuvo entrando y
saliendo de prisión con diversas acusaciones hasta la Transición. La última fue la de 1974
por contactar con los GARI.
de la acción directa estaba vinculado a una constatación:
Puesto que no se trata de oponer al terrorismo a escala
planetaria de las grandes potencias técnicas un terrorismo
«artesanal», sino más bien de generalizar un movimiento
ofensivo capaz de romper la pasividad en que los gobiernos
intentan someternos por medio de un condicionamiento cada
vez más científico496.

Pero durante 1968 se hizo evidente que la posición de los


miembros de la FIJL clandestina sobre la manera en que podría
expandirse el movimiento y ser más eficaz no era unánime.
Muchos compañeros habían dejado de participar en las
acciones de Primero de Mayo tanto por razones de diferencias
ideológicas como por razones de agotamiento psicosomático.
Se habían cumplido aproximadamente seis años de actividad
continua, en los que había habido muchos encarcelamientos,
ejecuciones y deportaciones de militantes. Los demás
anarquistas de la clandestina FIJL estaban bajo la presión
constante de las policías europeas. Estos compañeros estaban
trabajando normalmente, ya que la acción del grupo no tenía
financiación ni del movimiento ni de prácticas ilegales497. La
negativa a recurrir a los atracos fue unánime. Los miembros de
la organización se oponían radicalmente a la creación de un
brazo clandestino especializado. Consideraban que dedicarse a

496 Alberola‒Gransac (1975), p.240. El panfleto está traducido integramente en Meltzer


(1977), ps. 48‒50.
497 Excepción a esta regla constituyó la financiación esporádica de gastos de
funcionamiento ‒no de supervivencia‒ por la explotación de la red de falsificación de
pasaportes y otros documentos que habia creado Cerrada, en cuyo funcionamiento
participaba Lucio Urtubia. El mismo Urtubia ‒exagerado y presumido‒ declara en el
documental sobre su vida que sus gastos personales los cubría trabajando en la
construcción. El documental es Lucio, José Mari Goenaga y Aitor Arregi, 2007.
atracar enajenaba de sus objetivos al militante, porque
acababa siendo un fin en sí mismo para la propia manutención,
entonces optaron por financiar al grupo con su trabajo legal498.

La fatiga de muchos militantes se combinó con la gran


explosión social de 1968, que abrió nuevos campos de acción y
volvió a dar alas en Europa a las esperanzas en movimientos de
masas e insurrecciones. Una tendencia dentro de la juventud
anarquista española optó por la reconstrucción organizativa de
la FIJL para que funcionase ‒aunque fuese clandestinamente‒
sobre modelos clásicos dentro del movimiento libertario
español. Este esfuerzo no tuvo éxito. La otra tendencia prefirió
las acciones independientes de los miembros de las
Juventudes, pero hubo discrepancias sobre cuáles deberían ser.

Una de las actividades apoyadas por miembros de las


Juventudes fue “el camión de Floreal”. Como se ha dicho
anteriormente, el objetivo de esta actividad era la entrada
clandestina de material propagandístico en España, en un
momento de extrema intensidad estudiantil y obrera. Floreal
Rodríguez ‒auxiliado y acompañado a veces por otros
compañeros‒ continuó con la distribución clandestina hasta
septiembre de 1968, cuando la policía española lo detuvo en
Elche, con otros seis anarquistas. Fueron acusados de preparar
el atraco de un banco y de posesión de material

498 En todos los años de la DI y del Grupo Primero de Mayo, los únicos militantes que
fueron sostenidos económicamente con las contribuciones de dinero de los miembros de la
CNT fueron los miembros de la DI. Eso sucedió alrededor de dos años, pero el dinero era
tan escaso que al mismo tiempo tenían que trabajar. De hecho, Alberola ‒que circulaba
con documentación falsa‒ trabajó en la economía sumergida para no vivir de prestado. Su
oposición al robo sigue siendo firme en la actualidad. Entrevista con O. Alberola,
Perpiñán, 12/5/2007.
propagandístico ilegal. Los periódicos españoles vincularon a
Floreal con Primero de Mayo. En el juicio consiguiente él fue
condenado a dieciocho años de prisión y sus compañeros a
penas menores. Así terminó la masiva y libre entrada de
material en España. Muchos habían aconsejado a Floreal que
se abstuviese de otras actividades en el interior, a fin de no
poner en peligro la operación. Sin embargo, las evidencias
posteriores apuntan a que su detención finalmente fue el
resultado de la información que envió el Scotland Yard
británico y no fruto de su imprudencia499.

Una segunda actividad que surgió de los militantes de las


Juventudes fue la editorial La Hormiga. La idea de crear una
editorial se cultivó durante mucho tiempo y finalmente
prosperó en 1970. Sus fundadores aspiraban a difundir libros y
textos que no tenían cabida en las editoriales filocomunistas y
que también entraban en conflicto con la línea de la CNT
oficial.

Ediciones La Hormiga funcionó hasta 1975 y entre los libros y


publicaciones que editó destacan la primera edición del libro
de Téllez sobre Sabaté, la primera edición en español del
herético libro de Vernon Richards sobre la Revolución Española
y El derecho a la pereza de Lafargue. El equipo editorial dejaba

499 Meltzer (1977), p. 74. Floreal había sido deportado de Gran Bretaña durante un viaje
suyo allí. Floreal Rodríguez de la Paz y González Nicolás (1938) intentó escapar de la
prisión en Alicante en 1970 junto con un conocido preso común. El plan de Floreal
funcionó para su colaborador, pero no para él, lo que le costó ocho meses en celda de
aislamiento. Más tarde, participó en la preparación de la célebre fuga masiva de la cárcel
de Segovia, pero sus colaboradores ‒miembros de ETA‒ no lo incluyeron entre los que
finalmente se fueron. Floreal salió con la amnistía de 1976 y sigue siendo hasta hoy un
miembro activo de la CNT.
su impronta a través de la selección de textos para publicar y
también a través de los prólogos de los libros. El prólogo del
libro sobre Sabaté expresa sus opiniones:

[...] La lucha social tiene que crear una sociedad nueva


para todos con la violencia necesaria. [...] Cuando aparecen
guerrillas no pueden adoptar una estructura centralizada a
la imagen de los órganos de lucha militar del Sistema
(Vietnam), o limitarse a la toma del poder (Cuba), porque
en ambos casos desembocan en un nuevo sistema de
opresión siendo los explotadores los antiguos guerrilleros.
[...] La guerrilla en sí no es una panacea. No puede
separarse del movimiento de las masas. [...] Nos toca a
todos cerciorarnos de la inevitabilidad de la respuesta
violenta al sistema que nos oprime, así como de los peligros
latentes que existen500.

De los demás militantes, los que aún mantenían su impulso


inicial, pero también la convicción de que la acción directa
debía continuar, siguieron dando vida al Grupo Primero de
Mayo. En este punto hay que subrayar el hecho de la
participación de jóvenes anarquistas de diferentes
nacionalidades en las acciones de la organización. La juventud
española había protagonizado la creación de contactos
paneuropeos entre los jóvenes libertarios de Europa ya desde
mediados de los años sesenta. Esos contactos tuvieron como
resultado la creación de una red de acción directa y solidaridad
activa que se extendió a países como Italia, Francia, Gran
Bretaña, Alemania, Holanda y Dinamarca.

500 Memorias (1993), p. 474.


Los estudiosos de la época no han documentado
adecuadamente la cuestión de la solidaridad internacionalista y
de la coordinación concreta, algo absolutamente lógico, ya que
los participantes todavía están vivos, son parcos en palabras y
responsables de decenas de actos subversivos. Esos encuentros
se interrumpieron a principios de los años setenta. La posición
central de Alberola en la red paneuropea creó en las
autoridades expectativas en cuanto a la reducción de los
aluviones de bombas y acciones agresivas. Estas esperanzas no
se cumplieron precisamente porque la estructura no jerárquica
de las organizaciones libertarias no da oportunidad de que la
represión las decapite. El movimiento tenía una gran cantidad
de compañeros dotados de carisma por toda Europa, que
continuaron la actividad del Grupo Primero de Mayo, como se
mostrará a continuación, pero procedieron también a decenas
de acciones contra intereses españoles en todo el continente,
sin reivindicaciones comunes. Por otra parte, el propio Alberola
siguió ayudando a coordinar lo más posible, ya que, tras los
cinco meses de prisión, fue desterrado a un pueblo cerca de
Lieja, donde todas las mañanas y todas las tardes hacía acto de
presencia en comisaría.

La FIJL clandestina organizó sus dos últimos plenos en otoño


de 1968 y 1969. En el primero se puso de manifiesto que por
primera vez había tendencias que discrepaban de la acción
directa y la conspiración. Como se ha explicado más arriba,
para unos la discrepancia surgía de su falta de ánimo para
seguir viviendo arriesgadamente, mientras que para otros el
mayo del 68 había mostrado el camino hacia procesos
insurreccionales más masivos, en los que la conjuración y
procesos cerrados ya no tenían lugar. En el pleno de 1968 no
hubo ruptura entre las tendencias, simplemente se decidió
separar las secciones de propaganda, solidaridad con los presos
y relaciones políticas y que los responsables de estas secciones
operasen en ciudades distintas. Esta dispersión de
responsabilidades y la relajación de las estructuras de cohesión
de la FIJL llevó a un gran número de miembros de la
organización a abandonar la lucha. Cuando en el otoño de 1969
se celebró el último pleno de la organización, muchos
compañeros simplemente no acudieron.

En ese pleno el clima fue positivo a pesar de las discrepancias


políticas. Se decidió la autonomía de acción tanto para los
partidarios de la propaganda armada como para los que no
querían continuar con la actividad conspirativa. A pesar de que
mantuvo el nombre de la organización y se nombró una
comisión de relaciones internas, la FIJL prácticamente se
disolvió en 1969.

Un gran número de los que habían dejado de participar en el


Grupo Primero de Mayo (algunos de la editorial La Hormiga,
pero también otros) concentraron su atención en los contactos
con los grupos libertarios y autónomos de dentro de España.

Antes de referir la continuación de la actividad del Grupo


Primero de Mayo, se presenta brevemente cuál era el clima
que impulsó a muchos anarquistas de la FIJL a cambiar de
rumbo después de mayo de 1968. La participación de los
jóvenes anarquistas españoles en el mayo francés fue evidente.
También fue evidente la participación de muchos miembros
mayores de la CNT, especialmente los que se habían opuesto a
la tendencia introvertida y rígida de Esgleas. Entre los
estudiantes de las universidades francesas había bastantes
españoles, hijos de la generación de los refugiados políticos. Un
caso típico era el de Tomás Ibáñez501, cofundador de la Liga de
Estudiantes Anarquistas, del que surgió el grupo de Nanterre,
que desempeñó un papel fundamental en los acontecimientos
que desencadenaron la insurrección.

La participación de los anarquistas españoles en la


insurrección ampliaba los canales de comunicación que había
con la juventud francesa. El carácter antiautoritario y
espontáneo de la insurrección impulsó a un gran número de
participantes a orientarse hacia las ideas libertarias y preferir
los contactos políticos con el ámbito anarquista. Pero al mismo
tiempo una gran parte de la juventud libertaria española fue
seducida por la manifestación masiva de fuerza y
espontaneidad revolucionaria que se expresó a través de los
comités de acción autoorganizados del mayo francés. Con la
convicción de que la insurrección francesa era el primer paso
hacia la revolución inminente, esos compañeros decidieron
apoyar los procesos de democracia directa abiertos y
espontáneos y dieron la espalda a la lucha armada
conspirativa.

En septiembre de 1968 se celebró en Carrara, Italia, el Quinto


Congreso Anarquista Internacional. Los ojos del mundo entero
se volvieron hacia la cuna del anarquismo italiano, donde
jóvenes anarquistas de los países europeos se reunían con las

501 Tomás Ibáñez Gracia (1944) era miembro de la FIJL clandestina y ejerció como
miembro del comité de relaciones de la organización. Después de mayo, la justicia
francesa lo desterró durante seis meses de París. A él se le atribuye la creación gráfica en
1964 del símbolo de los anarquistas ‒ya universal‒ con la A en el círculo.
federaciones y sindicatos anarquistas tradicionales. En lugar de
llevar a cabo una síntesis de las opiniones basadas en los
recientes disturbios, el congreso simplemente ratificó la brecha
generacional, que tan claramente se había manifestado en el
movimiento español hacía unos años. Tras una demostración
de formalismo y maniobras politiqueras, el congreso se celebró
en un estrecho círculo y condenó las opiniones políticas de los
jóvenes rebeldes. Federica Montseny se desató contra la FIJL y
logró que no se permitiese su participación en el proceso. En la
calle, fuera de la sala del congreso, cientos de jóvenes
anarquistas celebraban sus propias asambleas, oponiéndose al
anquilosamiento del anarquismo tradicional. En un discurso en
Carrara, Daniel Cohn‒Bendit señaló las discrepancias: ¿Por qué
nos oponemos a la marcha de este Congreso? Porque el
Congreso vuelve la espalda a la espontaneidad, que es, según
nosotros, la clave de la revolución. [...] Para nosotros el
problema no está entre marxismo y anarquismo. El problema
está en descubrir y poner en acción métodos más radicales con
vistas a la revolución 502.

La coincidencia de una gran parte de la FIJL con las tesis de la


espontaneidad revolucionaria y la desactivación de muchos
militantes debido al cansancio y a su integración en la
sociedad, redujeron la actividad de Primero de Mayo. El 3 de
febrero de 1969, estallaron dos bombas en sendos bancos
españoles de Londres. Seis días más tarde, se realizó un ataque
similar en el Banco de España en Liverpool. El 15 de marzo la
policía detuvo a Alan Barlow y Phil Carver, justo después de

502 Vid. Alberola‒Gransac (1975), p. 259. Según Alberola y Gransac, el resumen del
dilema era atemporal: o servir al anarquismo como a un ideal o servirse de él para preparar
la revolución.
haber realizado un ataque con bomba contra el Banco de
Bilbao, en el Covent Garden de Londres. Los dos ingleses
habían puesto mecha corta en la dinamita que habían colocado
‒muy corta, según se demostró después‒, por lo que la
explosión se produjo cuando se alejaban corriendo del lugar.
Scodand Yard los detuvo ya que vigilaban el banco tras una
información de la policía española. En su poder encontró una
nota con la reivindicación en nombre del Grupo Primero de
Mayo.

A principios de mayo la policía italiana arrestó a seis


anarquistas que fueron acusados de ciertos ataques contra
edificios de intereses españoles y de una serie de golpes ‒de
neofascistas, según se demostró a posteriori‒ con los que
seguramente no tenían ninguna relación. El más significativo de
ellos fue la explosión en la Feria de Milán, golpe ciego con
varios ciudadanos gravemente heridos503. El 25 de mayo se

503 No insinúo en ningún caso que los seis anarquistas fuesen responsables de los demás
ataques, ya que ellos no asumieron nunca esa responsabilidad. Sólo señalo el hecho porque
fue la primera persecución de anarquistas en el marco de la estrategia de tensión que puso
en marcha el estado italiano en colaboración con los grupos neofascistas y los servicios de
inteligencia americanos. Su objetivo era establecer un régimen militar en Italia y sus
agentes eran entrenados y financiados por la Junta de los Coroneles griega. Un documento
público que probaba la financiación griega de los golpes fascistas fue entregado por Stuart
Christie ‒cofundador de la Cruz Negra Anarquista‒ al anarquista milanés Giuseppe
Pinelli, para que lo utilizara en defensa de sus compañeros. El juez lo desestimó. Le
siguieron unos dias más tarde una provocadora explosión en la Piazza Fontana, la
persecución de los anarquistas italianos y el asesinato de Pinelli en la comisaría de Milán.
Los seis fueron absueltos dos años después. Algunos de ellos pertenecían al circulo de
conocidos de Feltrinelli. Christie, viejo conocido de los anarquistas españoles y figura
clave en la solidaridad revolucionaria internacionalista en los años 60 y 70, describe los
acontecimientos en Christie (2005), ps. 308‒313. En griego se ha publicado la colección
de textos O wiwg dávamg svóg avapxikov. Hvnóosoq Giuseppe Pinelli [Muerte accidental
de un anarquista. El caso de Giuseppe Pinelli], Atenas, AUTONOMÍA de 1999, donde se
presentan más en detalle los datos de este caso.
provocó una explosión en la embajada española en Bonn. La
reivindicó la FAI ‒obviamente no la canónica, sino algún
nostálgico del nombre‒ porque la embajada española había
aprobado ya la deportación de un grupo de obreras españolas
por participar en una huelga.

El Grupo Primero de Mayo salió de nuevo a escena a


principios de 1970. El 28 de enero colocó una bomba en el
centro cultural de la embajada española en París y un mes más
tarde ‒en la misma ciudad‒ dos nuevas explosiones tuvieron
como objetivo el Banco de Bilbao y las oficinas de RENFE. Estos
golpes forjaron el clima para el plan definitivo de los
anarquistas españoles, que era el secuestro del embajador
español en la UNESCO, Emilio Garrigues. Los tres militantes que
se comprometieron a llevarlo a cabo fueron Juan García, José
Cabal y José Cañizares, que habían emigrado recientemente a
Francia, ya que estaban pendientes los juicios contra ellos en
España.

El 3 de marzo los tres anarquistas intentaron detener al


embajador en el momento en que salía de las oficinas de la
UNESCO en París. Pero no se habían dado cuenta de que la
policía los seguía de cerca, ya que había sospechas de un
probable secuestro del dignatario español.

Tras su detención, los compañeros se negaron a declarar a


qué organización pertenecían y justificaron su acción como
muestra de solidaridad con los presos políticos del régimen
franquista. Toda la prensa internacional los relacionó con
Primero de Mayo. El 22 de abril se produjo en Bélgica la
detención de otro militante que tenía vínculos con la
organización. Era Ivo della Savia, un anarquista italiano, contra
quien había pendiente una orden de detención de las
autoridades de su país.

Primero de Mayo desató una serie de ataques por toda


Europa como muestra de solidaridad con los recientemente
detenidos, los presos políticos españoles, pero también con los
procesados vascos del primer “Juicio de Burgos”504. El 10 de
mayo, después de una llamada de aviso a las torres de control‒
artefactos incendiarios prendieron fuego a aviones de Iberia
que estaban en los aeropuertos de Ámsterdam, Ginebra,
Frankfurt y Londres, justo antes de despegar para España. El
Grupo Primero de Mayo se adjudicó la responsabilidad. Luego
vino un aluvión de ataques con bomba el 3 de julio. Los
objetivos fueron las embajadas de Grecia y España en Londres,
la oficina española de turismo en la misma ciudad, las oficinas
españolas de turismo y cultura en París. El 9 de agosto de 1970
una explosión destruyó las oficinas de Iberia en Zurich y el 18
de agosto las de Londres. El 26 de septiembre volvieron a
llevarse a cabo ataques incendiarios contra aviones de Iberia
en Londres, París, Frankfurt y Ginebra. A estos ataques no les
acompañó ninguna reivindicación.

La solidaridad revolucionaria internacionalista no se


manifestó más que en el caso español. La red de anarquistas

504 El “Juicio de Burgos” fue un juicio montado contra dieciséis miembros de ETA que
habían sido detenidos en 1968‒69. El régimen había reunido sus casos en uno solo,
considerando que al hacerlo heriría de muerte a la organización vasca. El resultado fue
exactamente el contrario. ETA salió reforzada del juicio y se organizó un amplio
movimiento internacional en solidaridad con los procesados vascos. Las nueve condenas a
muerte que se dictáronse conmutaron por penas de prisión. Vid. Casanova (2007), ps.
117‒131.
europeos, a la que pertenecían los compañeros españoles,
procedió a nuevos ataques, como los reabzados contra
intereses de empresas italianas en cuatro ciudades europeas
con el fin de probar la conspiración fascista en el país vecino. El
3 de diciembre el Grupo Primero de Mayo prendió fuego a la
embajada española en Londres. Esta fue la última vez que
Primero de Mayo reivindicó un atentado 505. Los golpes de
integrantes de Primero de Mayo y compañeros suyos que
tuvieron lugar posteriormente en el continente europeo o bien
fueron reivindicados con algún otro nombre (Grupo Marius
Jacob, Movimiento de Solidaridad Revolucionaria
Internacional, etc), o bien su simbología era tan evidente que
ni siquiera fue necesario.

Europa vivía ya en serio en el período de las organizaciones


armadas. El fenómeno floreció sobre todo en Italia y Alemania.
En Gran Bretaña los grupos armados ‒con la Brigada Iracunda
como vínculo de conexión‒ eran claramente antiautoritarios. A
riesgo de omitir algunas acciones ‒o de cargar algunas acciones
de más al círculo de Primero de Mayo‒, parece que los
militantes vinculados con la organización que engendró la FIJL
española, son responsables de los siguientes golpes: el 22 de
mayo de 1971 pusieron bombas en las oficinas de los
ferrocarriles británicos, de Rolls Royce y de Land Rover en

505 En tomo al nombre bajo el que se hizo la reivindicación del golpe reina una
confusión. Alberola en su libro se lo atribuye a Primero de Mayo. Meltzer lo deja sin
comentarios. Después de este golpe se hizo público el primer comunicado de la Brigada
Iracunda, que relacionó ese ataque con otros anteriores. Es evidente que la sección inglesa
del Primero de Mayo estaba estrechamente vinculada ‒a partir de entonces casi se
identificó‒ con la Brigada Iracunda, nombre que adoptaron diversos núcleos armados
anarquistas para golpes que se llevaron a cabo en Gran Bretaña. Sobre este grupo en
detalle hay en griego Opykjpévq Taijiapxía [Brigada Iracunda], Atenas, Sispírosi
Anarjicón, 1994.
París. Ese mismo día estalló una bomba en la jefatura de policía
de Londres. Los golpes se llevaron a cabo como muestra de
solidaridad con los presos anarquistas británicos. El 6 de
noviembre del mismo año hubo ataques con bomba en el
Banco Lloyd's de Ámsterdam, en el consulado italiano en
Basilea y en la embajada inglesa en Roma. El propósito de las
acciones era solidarizarse de hecho con los presos italianos y
los detenidos de la Brigada Iracunda. Con el mismo propósito el
23 de febrero de 1972 se puso una bomba en la embajada de
Italia en Bruselas. El 24 de marzo, en la misma ciudad, se
produjo un atentado fallido contra la embajada inglesa. Dos
meses después, el 26 de mayo, explosiones simultáneas
pusieron patas arriba el consulado de Estados Unidos y las
oficinas de la Legión Americana en París, así como el consulado
español en Stuttgart. El 12 de junio le tocó el turno al
consulado español en Munich. El 18 de julio de 1972 una
explosión destruyó la oficina española de turismo en
Estocolmo, el mismo día del trigésimo sexto aniversario del
golpe de estado fascista.

El Grupo Primero de Mayo salió a escena por última vez con


un comunicado publicado el 1 de mayo de 1973 titulado: “Y
ahora, ¿qué?”. El texto comenzaba con una breve presentación
de la situación internacional y a continuación criticaba a los
grupúsculos izquierdistas que [...] “retrocedieron a posturas
más moderadas, menos radicales y más integradas [...] Como la
represión precisamente había perdido intensidad, así también
esos grupúsculos se impusieron un autodominio (para no ceder
a la provocación) que les hizo respetar cada vez más la
legalidad hasta el punto de estar encantados de ser la ‘extrema
izquierda’ de la izquierda clásica. [...] Solo los grupos
marginales, que no han negado el objetivo revolucionario,
siguen siendo ahora los auténticos representantes de la
negación del poder, de un objetivo que consiste ‒según se
confirmó particularmente en el mayo del 68‒ en vivir la
revolución a cada instante. Solo éstos son los que siguen
luchando contra el sistema, radicalizando las luchas en los
diversos sectores de la sociedad a los que insisten en mantener
en los límites de la legalidad los otros grupúsculos,
organizaciones y partidos.

[...] La explotación capitalista y la opresión estatal


constituyen aún ‒incluso mucho más que antes‒ la esencia y la
realidad cotidiana de todos los sistemas autoritarios con la
inevitable serie de injusticias y crímenes interminables de
violencia y barbarie capitalista, miseria moral y alienación
cultural. Aún siguen siendo los objetivos la insurrección y la
liberación para que el hombre pueda aspirar y conseguir su
realización más perfecta. Incluso el despertar de la opinión
pública y la denuncia de los flagrantes abusos y delitos contra
los derechos humanos ‒independientemente del país en el que
sucedan‒ y oponemos a la solidaridad represiva de los estados
la solidaridad de los oprimidos.

[...] Sugerimos a todos cuantos hayan superado los nocivos


sectarismos ideológicos y renunciado a la quimérica lucha
legalista, unir sus esfuerzos a los nuestros para fomentar el
activismo revolucionario en todas sus formas, con el fin de
poner en marcha procesos de presión capaces de sensibilizar las
masas en torno a las luchas de los pueblos, de las minorías o de
los individuos víctimas de la opresión y de la represión de los
Estados y del Capital. Esta unión o colaboración puede estar
basada en las premisas ya enunciadas en nuestros documentos,
previos a la explosión revolucionaria de mayo de 1968 [...] 506.

El último comunicado del Grupo Primero de Mayo no


produjo ningún impacto visible en el movimiento
revolucionario europeo. Además había ya claramente formas
más amplias y dinámicas de lucha armada, que estaban más
definidas geográficamente. La invocación a los textos
anteriores a 1968 era difícil que atrajese a las nuevas fuerzas
de la lucha armada y revelaba la insuficiencia de producción de
teoría y discurso en el contexto de los nuevos acontecimientos
europeos. La solidaridad internacionalista recibió golpes
fuertes por la acción coordinada de los cuerpos de policía
europeos, independientemente de que perteneciesen a
regímenes democráticos o autoritarios. Pero Primero de Mayo
dejó tras de sí un gran legado. Su actividad fue el punto de
partida para el establecimiento de contactos entre la juventud
rebelde de toda Europa, antes incluso de mayo del 68. Sus
miembros enseñaron las prácticas conspirativas y el uso de
armas y explosivos a una serie de activistas de muchas
nacionalidades. La notable red de falsificación de pasaportes,
cheques de viaje y papel moneda que montó de manera atípica
la FIJL, se hizo accesible a revolucionarios de todo el continente
europeo. Explosivos y armas que pertenecían a la Comisión de
Defensa española se repartieron entre activistas europeos.

El legado más importante de la organización fue la


reactivación de la solidaridad internacionalista y el
resurgimiento de las prácticas de acción directa en el

506 El comunicado completo está en griego en Meltzer (1977), ps. 44‒48.


movimiento antiautoritario. Sus activistas, aunque cansados
por los muchos años de actividad en la primera línea, no se
amedrentaron. Como se verá a continuación, su experiencia
fue aprovechada por la nueva generación de militantes
anarquistas que se cinceló en la explosión ideológica de la
revuelta de 1968.
LOS GRUPOS AUTÓNOMOS HASTA LA MUERTE DE FRANCO.
(1966‒1975)

Los orígenes de los Grupos Autónomos españoles.

La aparición de CC OO en la escena sindical de los años 60 fue


un incentivo para que muchos trabajadores ‒especialmente los
jóvenes‒ se ocupasen más activamente de las cuestiones
políticas. La manipulación de los comités obreros por parte del
Partido Comunista Español y la actitud de consenso que
mantenían sus dirigentes ofrecía posibilidades de crítica, tanto
a los grupos de izquierda que actuaban en el país como a
trabajadores aislados que tenían una conciencia radical. Por lo
tanto, la primera oleada de movilización masiva en CC OO, que
siguió a las huelgas en Asturias a mediados de la década, dio
paso a una oleada de controversia en la dirección del partido,
que se vio reforzada por el proceso ideológico de la revuelta de
1968. Aunque más adelante CC OO se convirtió en sindicato
oficial del Partido Comunista, en su origen tenía claro
marchamo de democracia directa y aportación política de
diversos colectivos. Su estructura ‒con comités de trabajadores
en cada fábrica y asamblea general‒ hacía guiños a la idea de la
autoorganización, pese a los propósitos contrarios de los
comunistas.
Ya se ha mencionado que la CNT no podía reivindicar su lugar
en el panorama del movimiento obrero español en este
periodo. La primacía del PCE a través de CC OO tenía frente a sí
al sindicalismo cristiano ‒en continua reducción‒, a las
organizaciones sindicales secesionistas ‒que a menudo eran de
signo izquierdista‒ y a diversos grupos de izquierda, el más
importante de los cuales era el FLP507. Cabe señalar que no
había sindicato o tendencia socialista. La UGT, que adquirió una
dimensión enorme durante el paso a la democracia y la
Transición, fue en realidad un sindicato que nació más tarde
por fecundación in vitro 508 y se rodeó de trabajadores que no
tenían aspiraciones revolucionarias.

La fuerza motriz del movimiento obrero español no fueron


las organizaciones políticas, sino la clase obrera, que, a pesar
de la increíble represión, se organizó y peleó duramente,
empujada a posiciones cada vez más radicales. La presentación
detallada de las luchas obreras de la época constituiría un libro
en sí mismo. Una presentación breve y selectiva de los hechos
es sin embargo indispensable para entender las circunstancias
en las que nacieron las formas políticas del tardofranquismo.

La tradición de grandes huelgas en el norte de España


continuó en 1965 con la huelga de los mineros en Asturias.
Durante la huelga general en la ciudad de Mieres los

507 Vid. la nota 6 del capítulo La caída libre 1952‒1960.


508 La creación de la UGT y la resurrección de un PSOE muerto fue obra del partido
socialista alemán y de los demócratas americanos. Estos dos partidos y algunos sindicatos
socialistas europeos financiaron con grandes fajos de dinero el renacimiento de la
socialdemocracia española histórica porque se dieron cuenta de la gran brecha existente
entre las fuerzas dictatoriales ultraconservadoras y el radicalismo revolucionario de la
clase obrera.
huelguistas atacaron el cuartel de la Guardia Civil y liberaron a
sus compañeros de lucha. El 30 de noviembre de 1966
comenzó la gran huelga en Laminación de Bandas, en
Echevarri, Vizcaya, que continuó sin dirección política hasta
mayo de 1967. Aproximadamente setecientos trabajadores,
con la contribución de la sociedad local, prolongaron la lucha
durante ciento sesenta y tres días. La huelga concluyó con
cientos de detenidos y despidos el día en que el régimen
declaró el estado de excepción en toda la provincia de
Vizcaya 509 . 1967 fue un año de intensificación de las
reivindicaciones de trabajadores, durante el cual se registraron
cuatrocientas dos huelgas, que ‒hay que recordar‒ eran
ilegales y la participación en ellas podía costar hasta penas de
prisión.

El clima de agitación continuó en 1968, año en el que se


registraron disturbios estudiantiles, principalmente en Madrid.
El movimiento estudiantil fue a menudo solidario con las luchas
obreras en esos años y muchos estudiantes y trabajadores
desarrollaron acciones violentas en los actos de apoyo a las
huelgas y en las manifestaciones. En el verano de 1968 hubo
grandes movilizaciones de campesinos en Andalucía, que en
varios casos (Jerez, Puerto de Santa María, etc.) concluyeron
con ataques a los cuarteles de la Guardia Civil. La situación era
crítica en todos los niveles. El 20 de enero 1969 la policía
defenestró a un estudiante desde el séptimo piso de su casa en
Madrid durante un registro. Con ese asesinato como pretexto,

509 El estado de excepción comprendía la prohibición de circular y de reunirse, además


de censura y supresión de artículos de la constitución de la dictadura y se daba la
posibilidad de detenciones masivas y prisión preventiva sin acusación durante muchas
semanas.
al día siguiente estallaron protestas violentas en la capital, pero
también en otras ciudades y Franco declaró el estado de
excepción en todo el país hasta el 24 de marzo de 1969. La
oleada de represión culminó con miles de arrestos y
centenares de encarcelamientos.

A finales de año arrancó una oleada de huelgas en Asturias


que duró hasta febrero de 1970. La huelga de mineros en la
comarca de Gijón aguantó con altibajos desde marzo a
diciembre de 1970. Ese mismo año destacó la gran huelga de
SEAT en Barcelona, pero también la lucha obrera autónoma en
Granada, donde la policía mató a tres obreros durante los
enfrentamientos. En diciembre de 1970 la situación se agravó
mucho, ya que las movilizaciones huelguísticas coincidieron
con las protestas del movimiento vasco por haberse dictado
nueve sentencias de muerte contra miembros de ETA. En la
manifestación que se realizó el 8 de diciembre en Eibar durante
la huelga general de solidaridad, la policía mató a un joven
manifestante. Los conflictos en el norte, pero también en el
resto del país, llevaron al dictador a declarar el estado de
excepción el 14 de diciembre. Desafiando la amenaza, los
trabajadores de la empresa Harry Walker de Barcelona
procedieron a una huelga indefinida. Esta huelga, clave en el
posterior desarrollo de los grupos autónomos, se basó en la
asamblea de trabajadores y adoptó un carácter antisindicalista.
Los cientos de obreros participantes aguantaron durante
sesenta y dos días en la lucha y cayeron víctimas de una dura
represión.

Las continuas huelgas prosiguieron por todo el país y Franco


ordenó un nuevo estado de excepción en junio de 1971. La
actitud intransigente de los obreros frente a los patrones
inquietó a la dirección sindical de CC OO, que intentó sin éxito
contener la rabia social con llamamientos a la conciliación. El
caso de la fábrica de SEAT en Barcelona fue típico. CC OO
comenzó una lucha por incrementos salariales, pero los
trabajadores tomaron la lucha en sus propias manos a través
de asambleas generales y procedieron a ocupar la fábrica el 17
de octubre 1971. A continuación hubo enfrentamientos con la
policía en los que murió un trabajador. Entre otras acciones, la
asamblea decidió quemar las octavillas y los panfletos que CC
OO repartía en la fábrica porque hacían llamamientos a la
conciliación. Esta práctica de quemar folletos de propaganda
sindical se extendió por todo el país. La clase obrera quería la
lucha en sus manos y no en las de los representantes.

En marzo de 1972 se declaró en huelga la mayoría de los


ocho mil obreros de los astilleros del Ferrol. El 10 de ese mes
los huelguistas hicieron una conflictiva manifestación en la
ciudad y la policía respondió con fuego real. Dos obreros
murieron y dieciséis resultaron gravemente heridos por las
balas. A mediados de septiembre el testigo lo tomó la vecina
Vigo, donde cuatro mil trabajadores de Citroën cerraron la
fábrica durante dos semanas. La policía procedió a golpear
brutalmente a los huelguistas y a quienes los respaldaban,
provocando muchos heridos graves, con el objeto de volver a
poner en funcionamiento la fábrica en medio de incidentes
inéditos en la ciudad.

Otra huelga salvaje ‒independiente de la burocracia sindical‒


fue la de la central térmica de San Adrián del Besos, en
Barcelona. Los dos mil trabajadores se enfrentaron en varias
ocasiones con las fuerzas de represión y en una de esas
ocasiones la policía mató a un obrero e hirió de bala a otros
dos el 3 de abril de 1973. En 1973 se inició un período de
inseguridad laboral generalizada, ya que muchas fábricas
estaban cerrando, los salarios subían menos que los precios de
los productos básicos y el desempleo anotó un incremento.
Aparte de las regiones con tradición en las reivindicaciones
combativas, como Cataluña, Madrid y el norte, estallaron
luchas incontrolables en otras regiones del país. El verano de
1974 una huelga en una filial de Renault, en Valladolid,
desembocó en una huelga general en toda la zona que fue
totalmente espontánea.

El sistema económico se encontró ante una situación muy


crítica. Por desgracia, los que contribuyeron a superarla fueron
el Partido Comunista y los otros grupúsculos de izquierda, que
luchaban por las sillas de CC OO. En el verano de 1974, CC OO,
CNS y los patrones llegaron a un acuerdo para poner fin a la
huelga en la empresa Elsa de Cornellá. Unos días más tarde se
declaró una huelga general en la zona industrial del Baix
Llobregat, en Cataluña. Los fabricantes firmaron un acuerdo
con los reformistas de CC OO y rompieron la unidad de la clase
obrera. Los comunistas alardeaban de su habilidad para
negociar en el momento en que los obreros más radicales eran
puestos a merced de la represión. La miserable politiquería de
los sindicalistas ‒que culminó unos años más tarde con la firma
de los Pactos de la Moncloa‒ consiguieron frenar hasta un
punto al movimiento obrero autónomo. Al mismo tiempo,
muchos trabajadores de la corriente autónoma fueron
empujados a través de estas controversias a su posterior
ingreso en la CNT, que se reconstituyó en 1976.
La experiencia de la lucha impulsó a los obreros a superar la
tradicional lógica sindical. Más allá de la lógica partidista de CC
OO, los obreros españoles adoptaron nuevas formas, más
duras, de lucha y repusieron en escena la violencia como arma
indispensable y eficaz de la clase trabajadora. Los instrumentos
legales y los procesos de diálogo con la patronal dejaron de
considerarse prolijamente y se utilizaron solo como
herramientas para fortalecer la conciencia de clase. El nuevo
elemento en juego era que los trabajadores no se conformaron
con reivindicaciones económicas y sectoriales parciales, sino
que exigieron demandas globales de transformación de la
sociedad y de su propia vida. Al mismo tiempo se desarrolló
una fuerte relación de solidaridad entre los militantes, que se
manifestó especialmente con quienes habían sido víctimas de
la represión. Todos esos elementos, que hacia el final de la
dictadura estuvieron claros para la clase trabajadora, se
pusieron sobre el tapete desde 1969, principalmente en
Barcelona. Algunas de las primeras personas que se ocuparon
de la cuestión de la superación del sindicalismo controlado,
participaron luego en el grupo autónomo más célebre del
periodo, el MIL.

El MIL‒GAC.

El MIL‒GAC510 fue un grupo de revolucionarios con rasgos


especiales a nivel teórico, pero también práctico. Su identidad
política diversa, los textos que redactó, a menudo

510 Movimiento Ibérico de Liberación ‒ Grupos Autónomos de Combate.


contradictorios entre sí, y las fascinantes trayectorias de sus
miembros han llevado a muchos a un intento de apropiación
política y efectista de su historia 511. Comunistas de extrema
izquierda, anarquistas y hasta separatistas catalanes han
tratado de integrar la historia del MIL en su marco ideológico
poniendo énfasis en unas características concretas y ocultando
otras. Por encima de cualquier otra etiqueta, los activistas del
MIL‒GAC fueron revolucionarios anticapitalistas consecuentes.
Sus alternativas estuvieron influidas por el comunismo
consejista, la anarquía, los situacionistas y muchos teóricos
marxistas antileninistas, aunque cada miembro había seguido
su propia trayectoria política independiente a través de una o
más corrientes políticas de ese conjunto. La referencia al MIL
en este libro no constituye un intento de “apropiación
anarquista”, sino que es necesaria por las peculiaridades
libertarias y anarquistas que “contribuyeron” a darle forma.

La historia del MIL se ha quedado equivocadamente


estampada en la mayoría de los libros, unas veces con gran
responsabilidad de los historiadores y otras sin ella. Una de las
principales razones del engaño de los escritores es ‒por
facilidad‒ la tipificación, que introdujo el miembro del MIL
Santi Soler al dividir los orígenes del grupo en tres equipos: el
ET, el EE y el EO 512. Cuando Soler utilizó ese esquema, se refería

511 Quizá, más exactamente, del mito (intento de apropiación del mito) que se desarrolló
en tomo a él. El mito lo reforzaron los medios de comunicación y la forma en que
presentaron la actividad del grupo, por el brutal asesinato de Salvador Puig Antich y los
actos de solidaridad ‒y posterior memoria‒ hacia su persona, pero también por el posterior
asesinato de Oriol Solé, después de la espectacular fuga de Segovia. Dos años después del
asesinato de Puig, era muy difícil encontrar los textos del grupo que explicaban su
actividad, pero muy fácil comprar un póster con la fotografía de Puig.
512 Equipo Teórico ‒ ET, Equipo Exterior ‒ EE, Equipo Obrero ‒ EO.
a grupos informales de personas con intereses y objetivos
comunes y no a grupos políticos 513. En realidad, el MIL‒GAC fue
el resultado de la colaboración de los que Soler denomina EE
con algunos activistas que decidieron participar en esta
experiencia revolucionaria. En el siguiente relato de los
acontecimientos se prefieren los términos ET para el equipo
teórico (puesto que incluye a su inspirador), 1000 para el
equipo del exterior (cuando adquirió su forma más típica) y
“EO” para el obrero (entre comillas, ya que nunca ha existido
como tal en relación con el MIL). Pero refiramos los hechos en
orden cronológico.

La base del ET la crearon dos militantes de AC514, Santi


Soler 515 e Ignasi Solé 516 . Ambos desarrollaron una estrecha
amistad basada en los tanteos políticos comunes. Ya en 1968
empezaron a alejarse ideológicamente de su organización

513 La primera referencia a los grupos se hizo en un texto de Soler a finales de 1971,
antes de la “fundación” del MIL. El texto “Notas para el análisis del conjunto de ‘Nuestra
Tendencia’ y sus perspectivas” se puede encontrar traducido como “ETUÍEUBCJEU yta pía
aváxnari oxókxqpqi; rpi; xáaripa? xat xrav npoomikévx”, en Cortade (2009), ps. 55‒64.
En nota a pie de página se refiere que es un texto de 1973, pero en realidad en 1973 Soler le
dio forma, lo reimprimió y lo distribuyó internamente.
514 Acción Comunista. Esta organización surgió en 1965 de la escisión del FLP en el
exterior. La tendencia de AC seguía un marxismo independiente, abierto a los teóricos
antileninistas olvidados, y estaba influida por la producción teórica de la extrema
izquierda francesa.
515 Santiago Soler Amigó ‘Fede’ y ‘Petit’ (1940 o 1944‒1999) había estudiado Filosofía
y Filología y trabajaba como profesor, a pesar de la poliomielitis y la epilepsia que lo
atormentaban desde la infancia. Después de su liberación en 1976, escribió artículos en
numerosas publicaciones, trabajó en la reconstitución de la CNT y fue editor de
Solidaridad Obrera en 1978‒79.
516 Ignasi Solé Sugranyes ‘Montes’ (1950) es uno de los hermanos Solé, que fueron el
eslabón de unión para muchas personas que luego formaron el MIL. Tras la disolución del
grupo continuó con su actividad y fue deportado de Francia, Italia y Bélgica. Fue
encarcelado en España en 1978 durante un año.
política. Ese año se reunieron en Francia con Raoul Vaneigem,
quien puede que no les diese especial importancia, pero les dio
bastantes textos que no circulaban en España y la dirección de
una librería en París: La Vieille Taupe 517 . El ET desarrolló
relaciones con el grupo informal de la librería y especialmente
con Gilles Dauvé 518 , que tuvo bastante influencia en su
orientación política a través de fecundas conversaciones y
correspondencia. En 1969 ambos jóvenes adoptaron una
actitud crítica con AC, instigados por la huelga en
AEG‒Telefunken de Terrassa, donde los trabajadores se
organizaron participando en asambleas y se negaron a la
intermediación sindical de CC OO. La inclinación del ET por el
comunismo de consejos y su crítica al modelo leninista de la
organización los llevaron a la salida de AC a principios de 1970.

Durante el mismo período había cristalizado la división


dentro de CC OO en Barcelona y se habían creado tres
tendencias. La primera y más numerosa era la que estaba
controlada por el Partido Comunista. La segunda se encontraba
bajo la influencia del sector catalán del FLP. La tercera y más
radical se congregó en torno a la revista ¿Qué hacer? La revista
cambió su nombre por el de Nuestra Clase cuando los miembros
del equipo editorial crearon los CFC519. Los miembros del ET

517 La Vieile Taupe (El Viejo Topo) era una librería fundada en 1965 por Pierre
Guillaume que cerró en 1972. Aparte de librería fue un lugar de encuentro de partidarios
de las teorías marxistas revolucionarias y situacionistas.
518 Gilles Dauvé ‒conocido también con el pseudónimo de Jean Barrot‒ es un activista y
pensador francés, con abundante obra escrita.
519 Círculos de Formación de Cuadros. El propósito de los trabajadores que formaron los
CFC era la formación política de los trabajadores afiliados con el fin de fortalecer la
tendencia autónoma en luchas políticas que se daban con los cuadros de los partidos en las
fábricas.
‒aunque nunca se incorporaron a estos grupos‒ tenían
estrechos contactos políticos con la tercera corriente del
movimiento obrero. Lo que Soler denomina “EO” no es sino el
grupo dirigente de Nuestra Clase, partidario de un sindicalismo
revolucionario, independiente de partidos y organizaciones
políticas. Las figuras centrales del “EO” eran autodidactas
obreros del metal en industrias pesadas de Barcelona.

En 1970 el ET imprimió un folleto titulado “El movimiento


obrero en Barcelona”, en el que criticaba a todas las tendencias
y grupúsculos políticos, incluida ¿Qué hacer?, a cuyos
redactores acusaba de ser la “nueva cara del oportunismo”. La
crítica no impidió al ET colaborar pocos meses después con
Nuestra Clase en la edición del “Diccionario del Militante
Obrero”. El diccionario fue una iniciativa interesante para
ayudar a los simples trabajadores a familiarizarse con la
fraseología revolucionaria, pero también para promover la
autonomía obrera. Algunas entradas del diccionario las
escribió el ET 520 . La impresión del diccionario se hizo en

520 En el libro Cortade (2009), p.48, “Cortade” dice que el ET corrigió el texto
tergiversando algo la realidad. ‘Andró Cortade’ es el pseudónimo de una o más personas,
probablemente francesas, que publicaron el libro en Francia en 1985. Aunque es de los
pocos libros que se han ocupado del tema de una manera políticamente cualificada, su
proximidad a los hechos que describe, la consiguiente falta de información y textos clave
(la cual el autor admite en p. 33) y la disposición a distorsionar los hechos en aras de la
justificación de la tesis política del autor, restan bastante credibilidad a la narración. (Mi
comentario no se dirige a la calidad científica de la obra, sino a la falta de fiabilidad
política de las conclusiones que no se basan en hechos reales). La cronología de “Cortade”
‒que se inicia simbólicamente en 1937‒ está llena de inexactitudes. Elimina el papel del
Partido Comunista de España en la guerrilla (en lugar de criticarlo), subestima la función
de la CNT en la clandestinidad, oculta la envergadura de la actividad de DI y del Grupo
Primero de Mayo en favor de noticias más importantes (como que los Beatles tenían
éxito), refiere que los Nueve de Burgos fueron ejecutados (aunque lo desaconsejó la
solidaridad internacional), que los episodios de San Adrián fueron los más violentos desde
la Guerra Civil (exageración), tiene errores evidentes en la cronología de acontecimientos
Toulouse y se registró como editor el EE,‒Nuestra Clase. De ahí
deriva la idea de Soler del nombre del EE. En realidad, el
EE‒Nuestra Clase era una y la misma persona: Oriol Solé 521.

Oriol empezó su carrera política en las juventudes del Partido


Comunista. Más tarde, hubo una escisión de las juventudes y
fue encarcelado en 1968 por actividad política clandestina. En
1969 salió de la cárcel y participó en violentas acciones de
solidaridad, siendo así que, en busca y captura, tuvo que huir a
Francia. En 1970 participó en Nuestra Clase, pero tuvo
contactos también con el ET, para el que había editado “El
movimiento obrero en Barcelona”. Los contactos de Oriol en
Toulouse eran muy vastos. En aquella época tenía una relación

del MIL, así como muchas otras inexactitudes. El plano de la p. 230 (si procede del mismo
libro) es ‒siendo benévolo‒ deficiente y erróneo. Los errores continúan también en el texto
que se inserta entre los textos originales del MIL. El ET y el EE no pertenecían a los GOA
ni discrepaban del “EO” respecto a las elecciones sindicales. El empleado del Banco
Hispano‒Americano no resultó levemente herido por los activistas “parcos en violencia”,
sino que recibió un disparo a quemarropa en la cabeza porque presionó la alarma. Aparte
de estos errores significativos, el autor saca conclusiones sin fundamento: [...]La calidad
de sus acciones (MIL) era una crítica viva del idealismo anarquista ingenuo [...]& 69).
¿Cuál es la diferencia cualitativa entre la manera de atracar bancos de Facerías y la de
MIL? El redactor califica la acción de los GARI como acción defensiva y cataloga a
Jean‒Marc Rouillan como vil terrorista (p. 94) ¿Por qué no estigmatiza su “vil”
comportamiento cuando ‒en el MIL‒ planificó con Oriol Solé el asesinato del jefe de
policía de Barcelona? ¿Por qué el autor califica el texto de disolución como [...] el texto
más importante del MIL [...] que no [...] fue entendido en absoluto por sus redactores
[...]? (p.77). ¿No sería más honesto admitir que en la alternativa concreta y en el texto
había desempeñado un papel clave la mediación de Gilles Dauvé, ya que sabe que [...] se
echaron de menos mediadores [...]? (p. 76). La traducción de los textos del MIL al griego
‒más allá de mi opinión‒ es un paso notable y la crítica de “Cortade” ‒pese a los errores‒
es en muchas ocasiones especialmente creativa y de calidad.
521 Oriol Solé Sugranyes (1948‒1976) fue uno de los once hijos de una familia
pequeñoburguesa catalana. Cinco de los hermanos participaron más o menos en los grupos
autónomos. Oriol ‒paradigma del hombre de acción‒ fue encarcelado en repetidas
ocasiones a lo largo de su vida y fue asesinado el 6 de abril de 1976, a apenas cien metros
de la frontera francesa, tras su fuga de la cárcel de Segovia.
muy estrecha con ETA ‒a cuyos miembros había ayudado de
varias maneras‒, con los anarquistas exilados y también con los
separatistas catalanes. Pero quienes se ganaron sus mayores
simpatías fueron unos jóvenes del grupo anarquista Groupe
Autonome Libertaire‒1871‒Vive La Commune 522 . Esos
compañeros eran Jean‒Marc Rouillan ‘Sebas’, Jean Claude
Torres ‘Cri‒Cri’ y Enríc Oller ‘La Carpe’523.

En Barcelona el ET se había reforzado con la participación de


Xavier Garriga 524 e intentaba continuamente influir
ideológicamente en los miembros de los CFC. Dos sucesos
acercaron el ET al “EO”. El primero fue la escisión de los CFC en
noviembre de 1970 en cuatro partes y la segunda la gran
huelga de Harry Walker al mes siguiente. Durante los sesenta y
dos días de la huelga los obreros tomaban las decisiones en
asambleas ordinarias, al margen de los partidos políticos y los
sindicatos. El ET y el “EO” participaron con todas sus fuerzas en
el comité de solidaridad con los trabajadores e influyeron

522 Grupo Autónomo Libertario‒1871‒Viva La Comuna.


523 Jean‒Marc Rouillan ‘Sebas’ participó a la edad de dieciséis años en los sucesos de
mayo en Toulouse. Siguió una trayectoria frenética de acciones con explosivos que lo
llevó cofundar el MIL, los GARI y Action Directe. Inflexible pese a los continuos
encarcelamientos, Rouillan sigue preso desde 1987. Un régimen de semilibertad que se le
concedió en 2007 se le retiró después de unos pocos meses porque se le habia prohibido a
hablar sobre su actividad. Sobre su trayectoria tras el periodo que estudia este libro, vid.
“...Mía trexísa, pía tnpaípa, pía oexísa, pía tnpaípa...” Harropía rqaction directe:
xpovikó‒keípsvo‒snvsvxeúeiq, [“... Una página, una bala, una página, una bala...”.
Historia de Action Directe: Crónica‒Texto‒Entrevistas], Atenas, Demon tu Tipografíu,
2004. También está traducido Jean‒Marc Rouillan Tpáppa trio Zix Mnovó [Carta a Jules
Bonnot], Atenas, Enalactikés Ecdosis‒Notios Ánemos, 2006. Jean‒Claude Torres
‘Cri‒Cri’ era hijo de un refugiado político de Lleida. Enrié Oller ‘La Carpe’ era hijo de
anarquistas de Olot exilados y estaba influido por los situacionistas. Los tres eran
anarquistas.
524 Xavier Garriga Paituví ‘Secretario’ era compañero de estudios de Ignasi Solé en el
instituto Maragall. También estudiaba con ellos Salvador Puig Antich.
bastante en sus alternativas políticas. La posición privilegiada
del “EO” en esa relación era evidente, ya que los trabajadores
estaban en su espacio vital, al contrario que los teóricos del ET,
hecho que reconoce el ET en sus textos.

Durante la huelga el ET empezó a escribir ‒después de


debatirlo con el “EO”‒ el folleto “La revolución hasta el fin”. El
texto sostenía tesis consejistas, era filosituacionista y se
proponía sentar las bases de una teoría antileninista en cuanto
a la organización de los trabajadores. Al mismo tiempo, la
huelga continuaba y se hacían esfuerzos por convertirla al
menos en una huelga sectorial del metal en la región. Los
pobres resultados de esos esfuerzos demostraron la debilidad
del movimiento autónomo para superar las fuerzas políticas
organizadas en un nivel fundamental. El ET consideró más
adelante que durante la huelga y en el período
inmediatamente posterior había habido una unificación del ET,
del 1000 y del “EO”525.

Durante los primeros días de la huelga España estaba en


estado de excepción a causa de las protestas por la condena a
muerte de nueve miembros de ETA en el juicio de Burgos. En
Toulouse Oriol Solé, junto con los miembros de Vive La
Commune, procedió a una serie de acciones en solidaridad con
los combatientes vascos. Del 16 al 26 de diciembre de 1970
llevaron a cabo tres atentados contra el Centro Español de
Toulouse, destruyeron las oficinas de Iberia y colocaron un

525 Eso se cuenta en los textos del MIL‒GAC y en la mayoría de los libros que han
contado su historia. Pero los componentes del “EO” nunca aceptaron que hubiese
unificación de ningún tipo más allá de la simple colaboración. Vid. Rosés (2002), ps.
84‒87.
artefacto explosivo en el consulado español. El grupo de
Toulouse ya había decidido tomar las armas. En enero ETA, con
la que colaboraba, proveyó de armas a Oriol Solé. El 19 de
enero de 1971 Oller, Rouillan, Torres y Oriol Solé fundaron el
grupo en una reunión en la que también estaba presente Ignasi
Solé. El nombre simbolizaba la intención de difusión numérica
de esta práctica. El propósito del 1000 era funcionar como un
grupo de apoyo a la clase obrera, mediante expropiaciones y
acciones violentas. Ignasi sería el enlace con la clase obrera
revolucionaria de Barcelona. Un día antes de la fundación del
1000, sus miembros habían procedido a su primera
socialización, obteniendo equipos y materiales de impresión. El
1 de febrero Rouillan y Oriol, con Oller de conductor, hicieron
la primera tentativa de robo en una empresa de transporte de
mercancías valiosas que acabó en un tiroteo, sin que pudiesen
llevarse dinero.

En ese tiempo la huelga de Harry Walker se acercaba a su fin.


Uno de los problemas fundamentales de los trabajadores eran
las dificultades económicas en que se encontraban. El 1000
decidió robar las nóminas de Harry Walker para repartir el
dinero a los trabajadores. El “EO” estuvo de acuerdo con esa
acción e incluso proporcionó las informaciones necesarias,
pero un contratiempo de última hora canceló el robo. Los
miembros del 1000 regresaron a Francia e imprimieron en las
máquinas robadas el folleto “Boicot elecciones sindicales: no a
la legalidad burguesa”. La publicación llevaba la firma del 1000,
en cuyo símbolo el número 1000 cortaba siete fusiles de
combate. Aparte de la crítica a las elecciones, en el folleto se
reconocía que se había imprimido con medios socializados y
había un plano para fabricar cócteles molotov. El 1000
mostraba una clara tendencia al agrupamiento, frente a las
opiniones del ET sobre la no separación de la acción
revolucionaria.

La primavera de 1971 fue decisiva para el posterior


desarrollo del MIL‒GAC. Hasta finales de marzo los miembros
del 1000 habían realizado un atraco y quince hurtos de
materiales y robos (coches, libros para las bibliotecas obreras,
máquinas de escribir). El 25 de marzo la policía francesa detuvo
a Oriol, Rouillan y Sánchez526 cuando viajaban a la frontera para
pasar clandestinamente a Barcelona el folleto sobre las
elecciones. Solamente fue acusado Oriol no sólo porque el
coche era robado sino también porque llevaba armas. La
sentencia fue de nueve meses de prisión, pero un fracasado
intento de fuga ‒lo estuvieron persiguiendo las autoridades
francesas durante cinco días‒ le costó otros ocho meses en la
celda. Oriol fue finalmente puesto en libertad el 29 de mayo de
1972. En abril de 1971 en Barcelona el ET rompió con el “EO”.
El pretexto fue la negativa del “EO” a distribuir el folleto “La
revolución hasta el fin” entre los trabajadores, ya que
consideró que estaba escrito en un tono muy especulativo. La
causa de la ruptura fue que al ET el “EO” le parecía muy
obrerista, defensor del grupusculismo y le imputaba tendencias
egoístas de dirigismo, mientras que, por el contrario, el “EO”
creía que el ET no eran más que intelectuales
pequeñoburgueses que querían dirigir al proletariado sin ser
obreros.

526 Vicente Sánchez‒Bermejo participó en acciones con el 1000, pero tras esta detención
se asustó y abandonó el grupo.
La ruptura ET‒“EO” llevó al 1000 a una relación más estrecha
con el ET. Ambos grupos habían perdido muchos contactos que
les garantizaba la buena relación con el “EO”, sin que eso
significase que se hubiesen aislado de las relaciones con el
movimiento obrero. Los miembros del “EO” se congregaron en
los GOA 527 . El vacío de Oriol en el 1000 lo cubrieron su
hermano, Jordi Solé ‘Pancho’ y Salvador Puig Antich, ‘Gustavo’
(luego ‘Metge’). En constante movimiento entre España y
Francia, los miembros del 1000 socializaron bastantes
máquinas de escribir y accesorios de impresión que se
enviaban a los obreros de Barcelona. Por desgracia, el folleto
“La revolución hasta el fin” finalmente no se editó 528. Tras un
corto periodo de entrenamiento en Toulouse (robo de
automóviles, manejo de armas, etc...), los miembros del 1000
pasaron a Barcelona. En Francia se habían provisto de armas de
viejos combatientes anarquistas como Teófilo Navarro,
compañero de armas de Sabaté. Por lo general, bastantes
guerrilleros y guerrilleras de la CNT ayudaron como pudieron a
los jóvenes combatientes.

527 Grupos Obreros Autónomos. Los miembros del MIL no participaron nunca en los
GOA, como erróneamente se dice en Tajuelo (1977).
528 Sigue sin saberse hasta hoy si el original está en alguna parte. Hay fragmentos
extensos en un archivo privado y hay datos sobre él en correos intemos, así como en un
prólogo escrito para su edición. El “Mamotreto”, como se denominaba al folleto de
cincuenta páginas, dejaba claro que la lucha debía ser anticapitalista y no antifranquista,
con la revolución socialista y la abolición del trabajo asalariado como objetivos, no la
democracia o la revolución socialdemócrata. El texto arremetía contra los partidos, el
leninismo y la lógica obrerista. La clase obrera tenia que poner fin a su alienación social,
económica y de conciencia. Revolucionarios podían ser también los no trabajadores. Su
desaño era la renovación constante de la teoría revolucionaria, los objetivos, los medios y
las formas de lucha. Pese a todo, no se habló de lucha armada, típica de la iniciativa del
1000 sobre la lucha armada, antes de su reivindicación teórica del ET. Vid. Roses (2002),
ps. 69‒72,112‒113.
Los activistas del 1000 permanecieron en actitud de espera a
principios de 1972. Pero la liberación de Oriol a finales de mayo
dio otra vez un ritmo frenético a su actividad. En la prisión Oriol
se había convencido de que había que pasar a una lucha más
dura, influido tanto por la experiencia de las guerrillas del
Tercer Mundo como por un nacionalismo catalán latente, ya
que contaba con grupos armados que luchaban por la
independencia catalana. También tenía contactos con los
separatistas catalanes Ignasi Solé. A pesar de estas influencias,
no había perdido de vista el objetivo inicial, es decir, la función
ancilar del grupo con respecto al movimiento obrero.

Pocos días después de su liberación Oriol Solé fabricó un sello


con el nombre del MIL‒GAC y una estrella. El número mil se
transformó en acrónimo para poner de relieve la continuidad
del grupo y se añadió “Grupos Autónomos de Combate” para
subrayar el carácter combativo del MIL en contraposición a los
obreristas GOA. El propósito de crear una biblioteca
revolucionaria y un grupo editorial, que ofrecería a los obreros
libros sin cobrar, era común con el 1000 y el ET, que desde el
verano de 1972 se habían rebautizado definitivamente como
MIL‒GAC. Los textos teóricos sobre ediciones y agitación
armada sentaron las bases teóricas del nuevo grupo en
octubre. Para entonces las acciones del MIL ya habían
comenzado.

El 1 de julio el grupo hizo una expropiación en una oficina de


pago de pensiones en Barcelona con un botín de 800.000
pesetas. En la noche del 14 de agosto, desvalijaron una
imprenta de Toulouse, de donde se llevaron máquinas por
valor de un millón de pesetas. El 9 de septiembre la policía
francesa localizó la imprenta y una gran cantidad de
armamento en una granja alquilada. El 13 de septiembre los
activistas del MIL fracasaron en dos intentonas de robo en
localidades al sur de la provincia de Barcelona. Pero dos días
después fueron más afortunados en Bellver de Cerdanya, lugar
montañoso cercano a la frontera francesa. El botín del banco
que habían atracado llegó al millón de pesetas. Dos días más
tarde, tras una redada en un apartamento de Toulouse, la
policía detuvo a Oriol y a Torres, mientras que Rouillan huyó
por la ventana en calzoncillos. Torres fue puesto en libertad
por falta de pruebas, pero Oriol volvió a la cárcel otros nueve
meses, acusado por el caso de la imprenta.

El encarcelamiento de Oriol impidió la ejecución de un plan


que había elaborado con sus compañeros y que tenía prevista
la colaboración de separatistas catalanes, pero también de
otros grupos autónomos 529. Ese plan, llamado “Septiembre
Negro‒Octubre Rojo”, incluía una serie de acciones, como
matar al inspector de policía Creix, secuestrar al embajador de
Venezuela y la voladura de la jefatura de la policía de
Barcelona 530 . Para llenar el vacío de Oriol, pasaron a la

529 Tal como se refiere más abajo, el MIL colaboró en muchas ocasiones con grupos
autónomos de Barcelona (que la policía luego denominó “OLLA”). Las acciones citadas
aquí corresponden a las que llevaron a cabo solo los activistas del MIL, ya que en algunas
incluso colaboraron con miembros de la “OLLA”. En el CIA n° 1, que editó el MIL en
1973, hay una reivindicación de los atracos y se hace una clara referencia a [...] otras
acciones que pueden complicar a militantes legales de los dos lados de la frontera y de
otras acciones efectuadas por grupos de autodefensa obrera, que son un poco flojas para
revindicar acciones armadas [...] debido a que no actúan en la clandestinidad. Vid. C.I.A.:
Conspiración Internacional Anarquista, n° 1, Ediciones por un Movimiento Ibérico de
Liberación, 1973, archivo Martínez Guerricabeitia, carpeta 1547.
530 Vid. Roses (2002), ps. 151‒152.
clandestinidad Salvador Puig Antich y José Luis Pons ‘Queso’531.
Los otros tres, que participaban indefectiblemente en las
acciones armadas, eran Rouillan, Torres y Jordi Solé. El 21 de
octubre de 1972, atracaron un banco en Mataré, con un botín
de alrededor de un millón de pesetas.

Ese mismo mes se completó el texto para la agitación


armada, pero también el texto interno sobre la fundación de
Ediciones Mayo ’37. El propósito de los editores era: [...]
Reforzar y acelerar la radicalización que está teniendo lugar en el
movimiento obrero en Barcelona [...]. Neutralizar toda clase de
ingerencia de sectarismos y oportunismos que traten de infiltrarse
en el seno de la lucha de clases [...]. Establecer un instrumento capaz
de estrechar los lazos entre los revolucionarios de las distintas
regiones del Estado [...]. Demostrar la inviabilidad de las acciones
limitadas a la legalidad burguesa (reformismos) [...]. Contribuir; en
la medida de nuestras posibilidades, al avance de la lucha
revolucionaria internacional mediante una experiencia de nuevo
tipo, etc... (podemos aguantar más o menos, pero aunque duremos
solo un año por ejemplo, no nos vencerán, habremos ido mucho
más lejos que los editores y las revistas de izquierdas del exterior,
habiéndoles dado una lección)532.

El texto “Sobre la agitación armada”, explicaba cómo veía su


actividad el MIL‒GAC: En primer lugar, queremos distinguir el
concepto de agitación armada del de lucha armada o militar. Un

531 José Luis Pons Llobet ‘Queso’ tenia apenas diecisiete años entonces y era
compañero de estudios de un hermano menor de los Solé. Fue el último miembro del MIL
excarcelado, en 1977. Había participado anteriormente en la fuga de Segovia y estaba
junto a Oriol cuando fue asesinado.
532 “Tareas político‒prácticas de una biblioteca socialista”, Roses (2002), ps. 132‒133.
núcleo de lucha militar no busca planteamientos políticos de lucha
de clases sino que se considera a sí mismo como la vanguardia o
punta de lanza de la lucha y halla en sí mismo toda justificación. En
cambio, un núcleo de agitación armada no puede admitir que se
mitifique su actividad considerándose autosuficiente sino que se
define por su relación con la lucha de clases. Es decir, un grupo de
agitación armada es un grupo de apoyo que sitúa su propia
actividad en el seno del conjunto de la lucha de clases del
proletariado, que forma parte de dicha lucha de clases. [...] Un
núcleo dedicado a la agitación armada tiene varios objetivos:

‒cubrir los objetivos concretos, ‒radicalizar la lucha obrera y


multiplicar la aparición de núcleos dedicados a la agitación armada,

‒plantear en la actual fase transitoria el paso que va desde la


actual fase de radicalización de la lucha de clases hasta la
insurrección533.

En el momento en que este texto fue escrito había bastantes


activistas en Barcelona que habían escogido la violencia como
forma de acción contra el estado y la patronal. Aparte del MIL y
la “OLLA”, grupo al que dio nombre la policía 534, se crearon
también grupos de autodefensa obrera en algunas grandes
fábricas. En SEAT estaba el Grupo de Defensa Ruiz Villalba, que
recibió su nombre del trabajador asesinado en la huelga de
octubre de 1971. Grupos análogos de trabajadores había
también en otras fábricas y se dedicaban a apalizar jefes y a

533 En griego hay dos traducciones completas de este texto. La primera en el tiempo en
Pesodromio 4, Oxaijikói; róxap,os oxqv bapketaávq [La guerra de clases en Barcelona],
Atenas, Dieznis Vivliociki, 1974, ps. 124‒125; y la segunda en Cortade (2009), ps. 78‒81.
534 Organització de la Lluita Armada.
sabotajes. Por lo tanto, el texto sobre la agitación armada
quería responder a una pregunta que se había puesto sobre la
mesa de una manera apremiante.

El 18 de noviembre los miembros del MIL hicieron una


expropiación en una oficina de pagos de jubilación en
Barcelona, con un botín de cerca de 200.000 pesetas. Dos días
más tarde entraron en una sucursal del Banco Central y se
llevaron un millón de pesetas. En estos atracos aparecieron por
vez primera ametralladoras Sten, que se hicieron muy
populares en la prensa amarilla de la época, la cual ‒ocultando
el carácter político de las acciones‒ bautizó al grupo como “la
banda de las Sten”. El MIL‒GAC dejó tras de sí octavillas y
folletos que explicaban los motivos del atraco, y, durante los
atracos, se informaba a clientes y trabajadores535.

El grupo se amplió en invierno de 1972. De París vino la


pareja de Emili Pardiñas y Nicole Entremont 536, a quienes había
reclutado Ignasi Solé. Otros miembros ancilares del MIL‒GAC
fueron las compañeras de Ignasi y de Pons, Beth Calsapeu y
María Mateos ‘Quesita’, así como Ricard Vargas y María
Piguillem. Por otra parte, el ET se había reforzado con dos
obreros que estaban interesados principalmente por la tarea

535 Parte del panfleto que dejaron en el atraco del 20 noviembre está traducido, Cortade
(2009), p. 77. En un panfleto posterior, el MIL aclaraba que su acción se encuadraba en las
necesidades inmediatas de la lucha de clases y censuraba a los grupos armados
pequeñoburgueses, que intentaban virar la lucha de clases hacia objetivos separatistas
(catalán y vasco obviamente). Ver Roses (2002), p. 165.
536 Emili Pardillas Viladrich ‘Pedrals’ era traductor y habia sido encarcelado durante
tres meses después de los incidentes del mayo parisino. Junto con Nicole Entremont
‘Aurora’ estaba encargado de cruzar la frontera, de la intendencia de los grupos armados y
de alquilar vehículos y escondites. Pardillas había participado en algunos atracos como
conductor.
de las ediciones, pero habían dejado claro que no querían
participar en atracos. El nuevo “EO”, según se dice en algunos
libros, eran Ernest Núñez y Marcelo López, obreros industriales
con especial influencia en las fábricas y en los comités obreros
de sus barrios.

Ediciones Mayo ’37 decidió, entre otras cosas, la edición de


textos de Berneri, de Balazs, de Pannekoek y de ICO (revista
Informations et correspondances ouvriéres). Para sacar
adelante las publicaciones, el MIL socializó en Francia las
mismas imprentas que había robado en agosto y que la policía
había devuelto a su propietario. Finalmente, las condiciones
objetivas retrasaron la publicación de los folletos, la mayor
parte de los cuales se imprimieron después de la disolución de
la organización.

Los atracos continuaron durante los meses de invierno. El 29


de diciembre atracaron un banco en Badalona y dejaron un
panfleto que recordaba el aniversario de la muerte de Quico
Sabaté, mientras que en su huida se llevaron 800.000 pesetas.
El 19 de enero le llegó el turno a una institución de crédito en
Barcelona, en la que expropiaron 650.000 pesetas.

El 23 de enero, dos miembros del MIL fueron localizados por


la policía en el momento en que intentaban pasar
clandestinamente la frontera francoespañola. Siguió a
continuación una persecución durante la cual ambos
compañeros se vieron obligados a dejar una bolsa con 250.000
pesetas, material propagandístico y una Sten.

Cuatro días más tarde, el MIL ‒en colaboración con otros


activistas‒ expropió tres millones de pesetas en el Banco de
Vizcaya de Sarria, en Barcelona. 537

La movilización policial fue enorme durante el invierno. Eso


se debía al gran número de atracos que se habían producido. El
2 de marzo el MIL atracó el banco Hispano‒Americano en
Horta (Barcelona). Mientras los atracadores llenaban sus sacos,
un empleado trató de presionar la alarma. Esa decisión
equivocada le costó una grave herida de bala en la cabeza y
otra en el brazo. Dos vigilantes que patrullaban por allí cerca,
oyeron los disparos y corrieron al banco. Los tres compañeros
de dentro del establecimiento lograron salir disparando con las
Sten, pero se llevaron sólo un millón y medio de los seis de la
caja fuerte538. Pese al final feliz, este atraco fue un hito en la
actividad del MIL.

La policía formó una nueva unidad principalmente para


desarticular al MIL, pero también al resto de grupos
autónomos que se dedicaban a atracar. Algunos activistas se
asustaron con las responsabilidades penales que podía
acarrear herir gravemente a un empleado. Otros estaban
predispuestos desde el principio a tal evolución. En todo caso,
después de un robo de documentos públicos el 17 de marzo, el
brazo ejecutor del MIL se retiró a Toulouse, en el momento en

537 En el intervalo de aproximadamente un año, desde el verano de 1972 hasta el


siguiente, hubo treinta atracos a mano armada en bancos de Cataluña. El botín total
ascendió a veinticuatro millones de pesetas. Once de ellos fueron atribuidos a la “Banda de
las Sten”. En algunos de los otros, que no se mencionan aquí, participaron los miembros
del MIL, en cooperación con otros combatientes autónomos. Vid. Tajuelo (1977), p.
38‒39.
538 Una emocionante narración de este atraco ‒escrita por un participante‒ está en
Rouillan (2006), p. 19‒25.
que la represión preventiva en Barcelona adquiría grandes
proporciones. Estallaron discrepancias serias entre los
miembros del grupo.

La primera disidencia en el tiempo fue la de Ignasi Solé. Ignasi


había dejado poco a poco de dedicarse al ET y estuvo creando
la infraestructura para extender la agitación armada. Siguiendo
fielmente el texto que en gran medida había redactado él
mismo el año anterior, había establecido contactos con
miembros de la “OLLA”. El pasado de algunos miembros de la
“OLLA” en grupos separatistas catalanes y el rechazo de sus
miembros a pasar a la clandestinidad hicieron que los demás
miembros del MIL se le opusiesen despectivamente. La actitud
frontalmente negativa del MIL a la colaboración política con
“OLLA” llevó a Ignasi a salir del grupo en la primavera de 1973.
La segunda disidencia fúe la de Rouillan. ‘Sebas’ quería tomar
iniciativas con las que el grupo de ediciones no estaba de
acuerdo. Para él la “acción teórica” y la “acción armada” no
podían ser juzgadas en debates interminables, sino en la
práctica. Estas reflexiones las desarrolló en un texto, mientras
promovía en Toulouse el cambio de nombre del grupo a
GAC‒Insurrección Libertaria, mostrando tendencia a
independizarse. El tercer conflicto provino de Santi Soler, quien
estaba molesto por la acción estratégica elitista que, según él,
se alejaba de la lucha de clases real. También pensaba que
Rouillan actuaba egoístamente y que el grupo había hecho mal
yéndose de Barcelona dejando al resto de compañeros del MIL
solos en una peligrosa coyuntura de represión.

En medio de la escalada de la crisis, Rouillan, Jordi Solé,


Entremont y Torres editaron una revista llamada C.I.A.539, que
estaba firmada por el MIL. Los textos incluidos tenían clara
orientación anarquista. Fue una maniobra política típica, como
el propio Rouillan admitió más tarde540, para consolidar la
estructura existente y poder proceder a una escalada de
acciones violentas. Soler y el nuevo “EO” no querían distribuir
el folleto en Barcelona junto con Ediciones Mayo ’37, ya que se
relacionaría directamente el proyecto con “acción terrorista” y
se pondría en peligro la posibilidad de distribuirlo, pero
también la libertad de ellos.

Quien se comprometió a resolver la crisis fue Salvador Puig


Antich. En la primavera de 1973 escribió una serie de
documentos internos. En ellos abogó por la continuidad de la
organización con el mismo nombre, pero consideraba que
había que reorientar políticamente la acción.

Según el “Metge”, el grupo debería preferir una forma de


organización politicomilitar estructurada, en la que el brazo
político tendría la primacía. Criticaba al brazo armado,
considerando que se habían apoderado de él los egoísmos, que
se había obrado mal yéndose de Barcelona y que se había
hecho un mal planteamiento mirando por encima del hombro a
los miembros del MIL que no participaban en la acción armada.
Puig no discrepaba de la calificación del grupo como
anarquista, en la medida en que la definición derivaba de la
evidencia de la acción directa. Pero pensaba que había llegado
el momento de revalorizar la acción armada (y no agitación)

539 Conspiración Internacional Anarquista.


540 Vid. Roses (2002), ps. 176,215.
con bombas, ejecuciones y ataques a comisarías, junto con los
atracos 541.

La propuesta de Puig de una organización politicomilitar


prorrogó la vida del MIL. Soler ‒que seguramente se oponía a
tal orientación‒ aceptó la propuesta, para que no se disolviese
el grupo hasta la inminente salida de la cárcel de Oriol Solé. El
respeto que todos en el grupo albergaban hacia Oriol hacía
concebir esperanzas de que las diferencias pudiesen allanarse
con su presencia. Mientras esperaban su liberación, los
compañeros atracaron otro banco en Barcelona. El botín fue de
tres millones de pesetas, pero este éxito fue ensombrecido por
dos hechos. El primero fue el descuido de Puig Antich, que
olvidó en un bar una bolsa, en la que la policía logró encontrar
pruebas y desenmarañar más adelante el hilo de la
organización. El segundo acontecimiento fue que un “preso
común” que había participado en el atraco ‒y al que querían
integrar en el grupo‒ cogió la mitad del botín y desapareció.

La cuestión urgente para el MIL‒GAC, después de la


liberación de Oriol en junio, era que hubiese un debate para
decidir la estrategia que seguirían. Después de varios retrasos,
debidos a la frágil salud de Santi Soler, el congreso tuvo lugar a
mediados de agosto en Toulouse y en él participaron doce
activistas. Hay tres versiones diferentes de cómo se desarrolló.
Intentando realizar una síntesis de lo sustancial de las tres y no
de los detalles, surgen dos tendencias. Según el que cuenta la
historia, una era la teórica o marxista o firme en sus posiciones
iniciales. La otra era la “activista” o “tupamara” o la “de la

541 Roses (2002), ps. 188‒193.


intensificación de la acción armada”. Todos están de acuerdo
en que había un grupo que en principio no se situaba en estos
dos polos. En él estaban seguramente Puig y Pardiñas542.

Después de las discrepancias iniciales, el congreso se


interrumpió y algunos miembros viajaron a París y solicitaron la
mediación de Gilles Dauvé543. La influencia de Dauvé en la
opción por la disolución es bastante clara en los relatos de
Soler y Pons. Por desgracia el propio Dauvé no recuerda cómo
se desarrollaron las conversaciones de 1973 544. La verdad es
que predominó la opción de la disolución y se redactó un texto
con el acuerdo y la participación de todos, aunque el que le dio
forma principalmente fue Santi Soler. El texto concluía hacia el
final: [...] Así toda acción que no lleve una perspectiva de crítica y
rechace total del Capitalismo, queda dentro del mismo y es
recuperada por él. Hoy día, hablar de obrerismo y militantismo, y
llevarlo a la práctica es querer evitar el paso al comunismo. Hablar
de acción armada y de preparación de la insurrección es lo mismo:
hoy día no es válido hablar de organización político‒militar; tales
organizaciones forman parte del “racket” político‒militar y sus
miembros se disponen a asumir la profundización comunista del
movimiento social. [...] 545.

El texto de disolución dejó muchas preguntas sin respuesta.


No hubo ningún intento de autocrítica seria de la trayectoria

542 Por descontado que Soler y Rouillan estaban en tendencias diferentes. Versiones en
detalle, Roses (2002), ps. 199‒207.
543 Soler afirma que, simultáneamente a estos contactos, Garriga se entrevistó con
Alberola para tener su opinión. Roses (2002), p. 201.
544 Roses (2002), p. 224.
545 El texto íntegro de disolución está en griego en Cortade (2009), ps. 82‒87.
del grupo. Ni siquiera hubo mención al término “agitación
armada”, que fue sustituido por lucha armada. No hubo
ninguna valoración de la experiencia armada para sacar una
conclusión sobre si había contribuido y en qué medida o sobre
si fue correcto limitarse a las expropiaciones de dinero y
materiales. Por último, en la medida en que en el texto se
justifica tanto la línea de la biblioteca como la de la opción
armada, queda claro que el MIL‒GAC no fracasó ‒según sus
miembros‒ en su actividad, sino que se disolvió porque había
fracasado actuando conjuntamente, como se había anunciado
a través de sus textos y sus tesis. La oportunidad de que las
personas que formaron parte de él ofreciesen una valoración
convincente y exhaustiva del MIL se perdió para siempre.

Parece que la disolución fue recibida con alivio por las dos
tendencias enfrentadas. Ahora ya cualquiera podía avanzar por
el camino que le interesase. El texto de disolución se imprimió
en el segundo número de la C.I.A., que salió con la anuencia de
todos y contenía bastantes textos más en una orientación más
marxista en relación con la acción armada. La estancia en
Toulouse actuó beneficiosamente también sobre Ediciones
Mayo ’37, ya que se imprimieron algunos folletos que se
habían puesto en marcha hacía tiempo. Ediciones Mayo ’37
desde ese momento en adelante procedió a editar más de diez
textos, entre ellos “Los consejos obreros en Alemania” de
Pannekoek, “Entre la revolución y las trincheras” de Berneri,
“Violencia y solidaridad revolucionarias: el proceso de los
comunistas de Barcelona” de Dauvé, “Lenin y la Revolución
Rusa” de Ciliga, etc, cumpliendo así su objetivo inicial.

¿Qué camino prefirieron seguir los demás miembros del MIL?


La represión no permitió una respuesta global a esta pregunta.
El 15 de septiembre de 1973 Oriol y Jordi Solé atracaron con
Pons el mismo banco que habían atracado hacía un año en
Bellver de Cerdanya. La policía llegó muy rápidamente al lugar
y comenzó una persecución de dos días contra los tres
compañeros. Tras varios tiroteos en las boscosas montañas de
la frontera francoespañola, la Guardia Civil detuvo a Oriol y a
Pons, mientras que Jordi logró cruzar la frontera. La Guardia
Civil paseó a ambos atracadores esposados por los pueblos de
los alrededores, para ejemplo y edificación de la sociedad. A
partir del día siguiente comenzó una cascada de detenciones
en Barcelona.

La primera en ser detenida fue María Mateos, de dieciséis


años, compañera de Pons, que vivía en la casa de sus padres. A
continuación, tocó el turno a Piguillem, Pardiñas y a un
miembro periférico, Manuel Canestro. El 23 de septiembre la
policía llegó a Santi Soler, que ‒tras crueles torturas‒ indicó su
próxima cita con Garriga. El 25 de septiembre, la policía puso
una trampa a Garriga, que, sin embargo, llegó a la cita con Puig
Antich. Puig intentó escapar utilizando sus armas y mató a un
subinspector y él mismo resultó gravemente herido en el
tiroteo 546. Si la disolución del MIL puso punto final a la historia

546 Muchos libros sobre el MIL o la vida de Puig, y también la versión dramatizada de la
película ‒históricamente ridicula‒ "Salvador", presentan la muerte del policía como más o
menos fortuita o como resultado del fuego cruzado de sus colegas. En el juicio de Puig, su
abogado ‒que luego se presentó como resistente antifranquista‒ sostuvo que Puig había
perdido la razón por los golpes que había recibido en la cabeza y que creyó que el policía
era un gángster de una banda rival. Sobre la base de la declaración del médico forense de
que el cuerpo del policía tenía siete u ocho heridas de bala, mientras que la carpeta del
juicio refiere tres, la familia de Puig trata en los últimos años de que se revise la sentencia.
Patrocinadores de esa tentativa son muchos de los posteriores admiradores de Puig Antich
y principalmente los catalanes separatistas, que intentan santificarlo y quitarle de encima el
de la organización, la represión vino para pasar página. Seis de
los doce participantes en el congreso de disolución fueron
encarcelados. En los juicios que siguieron, Puig Antich fue
condenado a muerte, Pons a treinta años de prisión y Mateos a
cinco. Los demás esperaban su turno. Los miembros del
antiguo MIL continuaron sacando textos a través de los centros
penitenciarios. En el más significativo de ellos establecieron la
forma de solidaridad que deseaban: [...] Los comunistas del
GAC‒septiembre‒73 consideramos que la intensificación de la lucha
por la destrucción del sistema que engendra la represión es la mejor
manera de desarrollar la solidaridad revolucionaria con los
represaliados. [...]547.

Los activistas autónomos desconocidos y los primeros


grupos libertarios.

Inmediatamente después de las detenciones de septiembre


hubo contactos para crear un comité de solidaridad. El comité
se basó en una coordinadora de grupos autónomos existente,

estigma de “asesino”. Es una lástima para la memoria de un luchador armado


anticapitalista que haya gente que suplique a la democracia capitalista burguesa que horre
su alternativa revolucionaria para hacerlo más fácil de asimilar... Jean Marc Rouillan ha
declarado en una reciente entrevista que tanto él como Puig habían decidido defenderse
hasta la última hala: La miséria de l'actual societat neofranquista és tan gran, que el fet
d'haver empunyat les armes per combatre la dictadura no ens afavoreix pas, ben al
contrari! Nosaltres, els antics guerrillers, hem de continuar justificant‒nos, com sempre,
per haver matat uns esbirros de Franco! Entrevista con Jean‒Marc Rouillan de Xavier
Montanyá, 2008, archivo personal.
547 El comunicado entero está en griego en Cortade (2009), ps. 95‒98.
que más tarde la policía denominó “OLLA”. Además de la
“OLLA”, participaban también miembros del antiguo MIL y
bastantes jóvenes anarquistas, que se encontraban en un
proceso de reconstrucción del movimiento en Barcelona. La
“OLLA” es la gran desconocida del período, principalmente
porque las detenciones y la ejecución de Puig dieron un papel
protagonista al MIL. Algunos miembros de estos grupos
autónomos procedían de un grupo catalán autonomista, al que
abandonaron para consagrarse a la lucha anticapitalista.

La colaboración de la “OLLA” con el MIL fue ocasional y


‒como se ha referido más arriba‒ no progresó porque los
miembros del MIL diferían del origen separatista de algunos
miembros y por la negativa de la “OLLA” a pasar a la
clandestinidad. Por su parte, la “OLLA” discrepaba de las
decisiones del MIL, que se había transformado en una
organización y se había ganado un nombre por haber escogido
una acción integrada en la lucha de clases, sin grupos
revolucionarios especializados. Las acciones conjuntas de
ambos grupos fueron cuatro atracos a bancos, aunque sus
miembros intercambiaron armas y municiones548.

Los miembros de la “OLLA” eran principalmente de origen


obrero y estaban divididos en diversos grupos que actuaban en
las afueras de Barcelona (Mataré, Santa Coloma, Terrassa,
Badalona) y en cuatro o cinco grupos en la ciudad. Su período
de actividad se inició en noviembre de 1972 y terminó bajo el
peso de la represión en 1974. Alrededor de treinta miembros

548 Datos de la charla de Ricard Vargas, miembro del MIL, con título “L’ OLLA”, el
13/3/2008 en Barcelona, en el marco del seminario Histories deis grups autónoms que
organizó la asamblea libertaria de la Universidad de Barcelona.
‒hombres y mujeres‒ participaron en las acciones armadas,
que eran principalmente atracos a bancos y atentados con
bombas. Con el dinero de estas acciones se financió el comité
de solidaridad con los presos del MIL. Este comité hizo un
trabajo enorme, ya que era el único que poseía bastantes
textos de los detenidos y logró dar a conocer, tanto en España
como en el extranjero, el carácter político de la actividad del
MIL549. Los textos fueron impresos en las sucesivas ediciones
del llamado “Archivo MIL”. Empezaron a crearse desde octubre
por toda Francia, Bélgica y Suiza los respectivos comités de
solidaridad. En Ginebra se llevó a cabo el 20 de octubre un
atentado contra las oficinas de Iberia.

El comité de solidaridad se ocupó en principio de la


contrainformación y la difusión de los textos de los presos. En
el periodo anterior al juicio de Puig Antich, el 20 de diciembre
de 1973, se produjo el atentado mortal contra el almirante
Carrero Blanco por un comando de ETA en Madrid.

Carrero era el segundo en la jerarquía después de Franco y


quizás el único que podría suceder al dictador manteniendo
con éxito la cohesión del régimen cuando él muriese.

A pesar de la furiosa reacción de los cuadros de extrema


derecha del régimen y el clamor por las represalias y el
endurecimiento de la línea, el liberal Arias Navarro había
asumido la presidencia del gobierno. Poco después de la
ejecución de Carrero, Franco dio garantías de imponer penas

549 Hasta entonces la censura franquista había ocultado cuidadosamente el carácter


político de los atracos. El comité dio a conocer ampliamente la propia existencia del MIL,
que hasta entonces era desconocida.
pequeñas a algunos sindicalistas comunistas encarcelados y
liberó a demócratas catalanes, muestra del consenso social que
quería conseguir550.

A medida que se acercaba el juicio de los miembros del MIL,


los combatientes de la “OLLA” se preparaban para una
solidaridad explosiva. En diciembre procedieron a expropiar
centenares de kilos de explosivos de una cantera a las afueras
de Barcelona. El 4 de enero de 1974 estalló un artefacto
explosivo en una comisaría de San Andrés, en Barcelona. El
juicio se celebró el 7 y el 8 de enero y las sentencias fueron las
esperadas: doble condena a muerte a Puig Antich, treinta años
a Pons (por ser menor era ilegal que recibiese una pena de más

550 Muchos consideran todavía que esa ejecución costó ‒como represalia‒ la vida a
Puig. La película “Salvador” ‒históricamente ridicula‒, va un paso más allá y pone en la
hoca del activista la frase: “ETA me ha matado”. En realidad, la ejecución de Puig era
irreversible. El asesinato del policía durante su detención, su participación en el tiroteo con
la policía, etc., no permitían ningún optimismo en cuanto a la condena. El ambiente en las
filas conservadoras del gobierno ya estaba tenso desde el 1 de Mayo de 1973, cuando otro
policía había perdido la vida en enfrentamientos en una manifestación convocada por el
FRAP en Madrid. Es imposible para un activista demandar ‒en muestra de solidaridad‒ la
intensificación de la lucha por la destrucción del sistema y tres meses después hacer
responsable de su ejecución a la guerrilla de ETA. La atribución de responsabilidades a
ETA es una lectura cómoda, a posteriori, de la situación, al servicio de la campaña
antiterrorista contra la organización vasca. El beneplácito de los rebeldes a ese golpe se
expresó entonces tanto con consignas en las manifestaciones como en la prensa
revolucionaria: “Frente Libertario", portavoz anarcosindicalista de la emigración y
expresión militante del Movimiento Libertario que actúa dentro de España, se solidariza y
saluda con efusión a los autores del atentado efectuado contra el siniestro Carrero
Blanco. En oposición a las declaraciones lamentablemente contemporizadoras del P.C.E.
y otros grupos políticos que se pretenden representantes de la oposición, entendemos y
proclamamos que esta ejecución constituye un acto liberador para la clase obrera y para
todos los pueblos oprimidos por el Estado Español. Al abatir a Carrero Blanco, los
responsables del atentado han atacado directamente a Franco, a su Policía y a su
Ejército, probando así que no puede haber “paz civil" en España bajo un poder
dictatorial fundado en una concepción ultraautoritaria del orden. ¡Viva, pues, la acción
directa contra el franquismo! Frente Libertario, n° 38, enero de 1974. Archivo Gómez
Peláez, carpeta 337.
de veinte años) y cinco años para Mateos. Cuando se
notificaron las penas, el 10 de enero, hubo una conflictiva
marcha por el centro de la ciudad y ataques con cócteles
molotov contra la policía.

El 11 de enero se registraron cuatro atentados con bomba en


Barcelona. El más fuerte tuvo como objetivo el monumento
franquista a los caídos. Una gran parte del monumento fue
destruido y lo mismo todos los cristales de los alrededores en
un radio de distancia grande. Las otras tres bombas fueron
colocadas en una comisaría y dos bancos. Esos atentados los
hicieron combatientes de la “OLLA”, que había organizado un
congreso desde el 12 hasta el 19 de enero para decidir la
postura que seguiría en el futuro. La decisión fue intensificar la
acción.

El 13 de enero se registró una serie de explosiones contra


edificios del estado en Madrid. El 17 del mismo mes estalló una
bomba en un monumento a los caídos en Mataró, mientras
que el 26 dos bombas interrumpieron un acto de los fascistas
en favor del monumento destruido en Barcelona. La situación
parecía estar fuera de control, por lo que se creó una unidad
policial especial antianarquista, para desarticular los grupos de
acción.

Al tiempo que los atentados de España, una ola de


solidaridad violenta se manifestó en el resto de Europa,
reclamando la anulación de la muerte a Puig Antich. En Turín,
Zurich, Dublín y Toulouse se colocaron artefactos explosivos en
edificios del estado español. Se destruyeron o se ocuparon
oficinas de Iberia en París, Buenos Aires, Bruselas y Zurich.
Hubo manifestaciones conflictivas y otros actos violentos en
muchas ciudades europeas551.

A pesar de la solidaridad práctica en el extranjero y en el


interior y la protesta internacional contra la dictadura, Salvador
Puig Antich fue asesinado a garrote vil la mañana del 2 de
marzo de 1974. Simultáneamente al ritual sádico, que tuvo
lugar en la cárcel modelo de Barcelona, otro hombre fue
asesinado de la misma manera en la prisión de Tarragona. Era
Heinz Chez 552, un actor alemán del este que había sido acusado
del asesinato de un agente de la Guardia Civil. Ambas
ejecuciones fueron las últimas hechas utilizando este método,
pero no fueron las últimas en lo que se refiere a la lucha contra
la dictadura. Antes de morir, Franco llegó a firmar la sentencia
de muerte de dos miembros de ETA y tres del FRAP 553, en
septiembre de 1975. Al menos a éstos se les reconoció una
condición que rebasaba la del delincuente común y se ordenó
su fusilamiento. Por el contrario, Puig, como Delgado y
Granados en 1963, como el grupo de Oset en 1953, como la
partida de Pallarés diez años antes y tantos otros guerrilleros
anarquistas, fue considerado simple delincuente de derecho
penal común y condenados a la deshonrosa muerte por garrote
vil.

551 Hay una relación bastante detallada de las acciones a nivel europeo en Cortade
(2009), ps. 25‒26. Algunas acciones que llevaron a cabo los GARI en ese periodo serán
relatadas más adelante.
552 Su nombre real era Georg Welzel y había declarado un nombre falso y nacionalidad
polaca a los policías que lo detuvieron por el asesinato de un guardia civil.
553 El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota fue fundado en noviembre de 1973
por el PCE m‒1, una escisión izquierdista del PCE. El verano de 1975 el Frente decidió
pasar a la lucha armada y ejecutó a dos hombres de las fuerzas de seguridad e hirió a otro.
Por estas acciones fueron fusilados tres de sus miembros. El FRAP se disolvió en 1978.
Las noticias sobre la ejecución dieron la vuelta al mundo. Ese
mismo día estallaron en Barcelona violentos enfrentamientos
en muchos puntos de la ciudad. Todas las facultades
universitarias permanecieron cerradas y muchos bancos y
vehículos del estado fueron entregados a las llamas. Por la
noche un grupo de la “OLLA” dio a conocer a los demás grupos
su intención de atentar contra la jefatura de la BPS en la Vía
Laietana. Para ese plan tenían preparado armamento pesado
cargado en vehículos robados. El plan no se llevó a cabo
porque la mayoría de los miembros se oponían a tal acción, ya
que provocaría un gran número de muertos de uno y otro lado
y una intensificación de la represión desproporcionada. Era la
segunda vez que la “OLLA” cancelaba un plan de atentado en la
Vía Laietana. El primero, poco antes, preveía la voladura del
edificio con dinamita, pero se canceló debido al riesgo de que
muriesen presos en las mazmorras de la jefatura.

El 3 de marzo la policía atacó a las tres mil personas que


volvían en orden del funeral de Puig al cementerio de
Montjuic. Los enfrentamientos esporádicos continuaron
durante todo el día y se registraron nuevos ataques
incendiarios en la ciudad. Muchos bancos saltaron por los aires
con dinamita y una bomba explotó en la Escuela de Artillería de
Barcelona. Toda la semana siguiente estuvo llena de tensión. La
“OLLA” siguió usando a diario explosivos expropiados para
atacar bancos, oficinas de periódicos, transformadores de alta
tensión y vehículos del estado, entre ellos un vehículo de un
oficial de la BPS.

El 4 de marzo hubo una huelga en algunas industrias


importantes de Barcelona. La culminación de los
acontecimientos en la ciudad fue la manifestación, el 10 de
marzo. La participación fue muy grande para los datos de la
dictadura. Más de cinco mil personas descendieron por la calle,
protestaron por el asesinato y se enfrentaron a la policía. Los
incidentes se extendieron por el centro de la ciudad y la policía
procedió a unas doscientas detenciones. Con éstas, el número
de detenciones en una semana de incidentes continuados
ascendió a cuatrocientos cincuenta aproximadamente.

Además de en Barcelona, hubo reacciones en el resto del


país. En muchas ciudades hubo marchas, que se disolvieron
violentamente y concluyeron en enfrentamientos con muchos
heridos y detenidos. Al mismo tiempo, hubo atentados contra
objetivos estatales y bancarios. Los más impresionantes se
hicieron en la imprenta del boletín oficial del estado en Madrid
y en el castillo‒monasterio de Ponferrada, cuya explosión
demolió sesenta metros cuadrados de la fortificación 554.

Las protestas se extendieron por una gran parte del


continente europeo, con manifestaciones y enfrentamientos
violentos ante edificios del estado español. En los dos días
siguientes a la ejecución hubo innumerables atentados. En Pau
se produjo un atentado con cócteles molotov en el consulado
español, en Lyon se arrojaron cócteles molotov al Banco
Español, en Roma alguien disparó a las ventanas de la
embajada española, en Génova una bomba destrozó la cámara
española de comercio, en Milán una muchedumbre de gente
arrasó las oficinas de Iberia e hirió a un policía.

554 En la revista Solidaridad España (mayo‒junio de 1974) hay una lista pormenorizada
de los atentados. Archivo Gómez Peláez, carpeta 553.
Manifestaciones conflictivas se celebraron también en
Bruselas, Lieja, Luxemburgo, Bayona, París, Nimes, Ginebra,
Perpiñán, Toulouse, así como en muchas otras ciudades.

En Barcelona la policía no se quedó de brazos cruzados.


Basándose en informaciones que había recogido la recién
creada unidad antianarquista, el aparato represivo detuvo el 22
de marzo a veintidós miembros del comité de solidaridad con
los presos del MIL. La mayoría de ellos eran miembros de los
colectivos libertarios de la ciudad, mientras que otros eran
miembros de la “OLLA”. Ante esta situación, la “OLLA” decidió
mejorar su funcionamiento. Sus miembros prepararon un plan
para ejecutar al gobernador militar de Barcelona. Para la
realización de este proyecto se necesitaban minas, que
obtuvieron en Suiza.

El 7 de abril de 1974 dos combatientes mexicanos subieron al


tren de Ginebra a Barcelona y cargaron una maleta de minas
antitanque en el vagón de equipajes. Los dos hombres
desembarcaron en Perpiñán, antes de que el tren pasase a
territorio español. En el control formal hecho en la frontera
‒no se sabe si hubo información o no‒ se encontró la maleta,
pero el tren, con una pequeña demora, siguió su trayecto, con
objeto de descubrir a los destinatarios. Los tres miembros de la
“OLLA” que se habían encargado de la recepción y transporte
de los explosivos cayeron en la trampa. Eran Ramón Carrión,
Juan Vinyolas y Georgina Nicolau.

Los datos que revelaron a la policía después de la tortura y


los registros en sus casas y en las de sus parientes sacaron a la
luz hallazgos inesperados para las autoridades. En total se
descubrieron trece escondrijos y doce vehículos robados.
Aparte de las minas, la policía confiscó dos metralletas, ocho
pistolas, cientos de balas, trescientos kilos de explosivos, ocho
paquetes de dinamita, multitud de detonadores de muchas
clases, un dispositivo control remoto, mapas, planos de
comisarías de policía y cuarteles de la Guardia Civil, planos del
abastecimiento de agua de la ciudad, documentos secretos de
jefes militares y policiales, decenas de pasaportes, carnés de
identidad y permisos de conducir, así como otros documentos
útiles. A continuación hubo más detenciones y se emitieron
órdenes de busca y captura para cinco activistas, que huyeron
al extranjero. La policía publicó un comunicado triunfante en el
que afirmaba que había desarticulado la “OLLA”. Había que
bautizar de alguna manera a la organización para reflejar el
éxito policial ante un público amplio. De lo contrario, sería
difícil explicar que treinta hombres y mujeres, habitualmente
obreros, sin antecedentes judiciales, habían decidido proceder
a tantas acciones sin querer reivindicarlas en nombre de una
organización. Lo esencial fue que, tras las detenciones de abril,
determinados grupos autónomos de Barcelona se disolvieron
antes de incrementar aún más el nivel de su actividad.

Una de las partes más dinámicas del movimiento en


Barcelona fue el grupo anarquista que se congregó en torno al
boletín CNT‒Informa. Este grupo utilizaba el nombre de la
Confederación, aunque no tenía ninguna relación orgánica con
ella ni con el interior ni con el exilio. Sus miembros eran
principalmente activistas jóvenes, obreros y estudiantes que
intentaban resucitar la larga tradición anarcosindicalista y de
acción directa de la ciudad. El folleto que editaron tenía
carácter esencialmente informativo sobre las luchas obreras sin
abandonar las referencias a los movimientos de solidaridad con
presos, pero tampoco las denuncias de los grupos neofascistas
que se desarrollaban en aquel periodo. Entre los combatientes
más experimentados de este grupo estaba David Urbano,
miembro de Primero de Mayo que había salido de la cárcel en
1972.

Junto con otros grupos anarquistas dispersos y combatientes


aislados, CNT‒Informa participó en el comité de solidaridad
con el MIL y en las acciones colectivas antes y después de la
ejecución de Puig Antich. En el clima de tensión que se
desarrolló en la primavera de 1974, el grupo trató de hacer
propaganda de la celebración del 1 de Mayo y manifestar
solidaridad real con los detenidos de días anteriores. El 26 de
abril de 1974 cien anarquistas detuvieron un tren con
quinientos pasajeros en la estación de la calle Muntaner. En
menos de cinco minutos escribieron consignas por todo el tren,
en los andenes y las paredes circundantes, arrojaron octavillas
y gritaron consignas. Provocaron un caos enorme en la red de
transporte ferroviario, ya que las autoridades detuvieron los
trenes hasta que se apercibieron de lo que había sucedido. El
tren pudo ser retirado sólo unas paradas más abajo, así que las
consignas desfilaron ante los ojos atónitos de los pasajeros en
las horas punta.

El 28 de abril un grupo de cincuenta anarquistas atentó


contra un banco en el barrio del Born, en la ciudad vieja, que
fue quemado después de haber escrito consignas en las
paredes circundantes. El 1 de Mayo los anarquistas, con
activistas autónomos, llevaron a cabo un ataque colectivo en el
centro del barrio de Poblé Nou, en Barcelona y destruyeron
totalmente cinco bancos lanzando cócteles molotov y cargas de
dinamita. Pocos días más tarde, el grupo de CNT‒Informa
colaboró también con activistas de los GARI, en un intento
conjunto de expresar su solidaridad con los presos restantes
del MIL, que corrían peligro de ser condenados a penas de
muerte. Esta actividad continua de los grupos libertarios de
Barcelona, junto con su activación manifiesta ‒principalmente
en las fábricas, pero también en universidades y barrios‒
facilitaba el trabajo a las fuerzas de represión. Durante 1974
decenas de anarquistas fueron perseguidos y encarcelados en
Barcelona. Muchos de los que participaban en estos grupos,
tanto los autónomos como los anarquistas, constituyeron la
más importante voz de protesta durante el periodo de la
transición política a la democracia capitalista.

Los GARI.

Los GARI555 no fueron un grupo en el sentido clásico. Fueron


más un sello bajo el que se firmaron decenas de acciones
llevadas a cabo en Francia como muestra de solidaridad con los
presos políticos españoles. El nombre de GARI surgió de la
necesidad de firmar la acción más impresionante de estos
grupos: el secuestro de Baltasar Suárez, director del Banco de
Bilbao en París. En las acciones de los GARI participaban
exmiembros del MIL, antiguos activistas del Grupo Primero de
Mayo, militantes libertarios y autónomos de Francia y España y
revolucionarios internacionalistas de otros países. La

555 Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista.


coordinación de estos grupos bajo un sello dio origen a los
GARI.

Su punto de vista político se expresó en el texto de


reivindicación del secuestro: Declaramos que:

Después de la ejecución de Salvador PuigAntich, que mostró


la ineficacia de las protestas pacíficas nacionales e
internacionales, y ante el peligro de nuevas ejecuciones de
militantes revolucionarios, al mismo tiempo que para hacer
frente a la oleada represiva en curso, particularmente en
Cataluña y Vasconia, los grupos firmantes de la presente
declaración han decidido pasar a la acción para responder y
combatir el franquismo y a todos los gobiernos cómplices.

A pesar de las continuas declaraciones de liberalización y de


apertura hacia Europa '‘democrática", la creación en estos
últimos meses de una brigada especial (semejante a la brigada
especial que actúa en el País Vasco) en Cataluña, al igual que la
constante discriminación represiva de que son víctimas todos
los grupos revolucionarios que no aceptan el juego político
tradicional supeditado a los grandes intereses y compromisos
internacionales, muestra elpropósito del régimen franquista de
aplastar toda tentativa de rebelión podiendo poner en peligro el
sistema capitalista.

Nuestra acción se inscribe en el proceso de desarrollo de una


lucha revolucionaria continua ‒más allá de toda consideración
de orden nacionalista‒ contra todas las formas de opresión y de
explotación.

Convencidos de que, frente al terrorismo del Poder, una de las


formas de lucha eficaz es la acción directa revolucionaria,
manifestamos nuestra más firme decisión de extender nuestro
combate por la libertad en España, a Europa y al Mundo556.

La causa directa del acercamiento de estos combatientes


heterogéneos fue la salvación de Oriol Solé y Pons Llobet, que
estaban esperando que se formase un tribunal militar contra
ellos y se temía la imposición de la pena de muerte. Poco
antes, con el pretexto de la condena a Puig, activistas de los
posteriores GARI habían acometido actos de solidaridad con el
combatiente del MIL ejecutado. El 16 de enero de 1974 la
policía francesa detuvo en Ivry a cuatro anarquistas
(Jean‒Claude Torres, Michel Camilleri, Ángel Moreno y Pierre
Roger, porque estaban en posesión de armas y documentación
falsa. Su propósito era llevar a cabo un acto de piratería aérea
en el vuelo de Iberia que partía de Ginebra, para salvar la vida
de Puig. Un segundo plan para secuestrar al embajador español
en París y su intercambio por un indulto a Puig nunca prosperó.
El 28 de febrero miembros de los posteriores GARI acribillaron
el coche del cónsul español en París.

Pero el destino de Puig Antich estaba decidido. Los recién


aparecidos GAI 557 colocaron el 22 de marzo tres artefactos
explosivos en Francia, cerca de la frontera española, con el
propósito de llevar a cabo una acción puntual para salvar a
otros miembros del MIL. Los dos primeros destruyeron puentes
de ferrocarril y el tercero un puente de autopista. El objetivo
de los atacantes era perturbar el tráfico fluido de productos

556 Vid. CNT‒Informa, junio de 1974, p. 2, archivo Gómez Peláez, carpeta 553.
557 Grupos Autónomos de Intervención. Estas acciones fueron reivindicadas más tarde
por los GARI. Vid. Dossier G.A.R.I., archivo Gómez Peláez, carpeta 553.
entre ambos países. Dos semanas más tarde, los miembros de
los GARI atracaron un banco en Toulouse para financiar su plan
principal, que era el secuestro del director del Banco de Bilbao.

El núcleo original de los posteriores GARI ‒constituido por


antiguos miembros del MIL y sus compañeros más allegados‒ a
principios de 1974 se puso en contacto en París con activistas
de Primero de Mayo, como Alberola y Edo558. El contacto lo
pretendieron los miembros de Primero de Mayo, ya que
querían contribuir a rescatar a los miembros del MIL. En este
sentido, los anarquistas de Primero de Mayo elaboraron dos
planes de secuestro, de los cuales rechazaron uno contra el
director de Iberia en París y se decantaron por el segundo.

El viernes 3 de mayo de 1974, tres hombres enmascarados


armados irrumpieron en el garaje subterráneo de la casa de
Baltasar Suárez. Después de inmovilizar a sus dos hijos
adolescentes y amordazarlos con cinta, montaron al director
del Banco de Bilbao en un automóvil que los estaba esperando
a las puertas del garaje. Desde el primer día del secuestro los
medios de comunicación hablaron de una injerencia de
Alberola en el caso y acusaron del secuestro al Grupo Primero
de Mayo. El día 7 del mismo mes se organizó en Barcelona una
rueda de prensa clandestina, en la que la acción fue
reivindicada por los GARI. El texto fue enviado el mismo día a la
agencia de noticias francesa en Madrid, pero también al Daily
Mirror de Londres. La rueda de prensa de Barcelona fue
encomendada a Luis Andrés Edo, que colaboró con David

558 Seguramente había un canal de comunicación antes de ese encuentro, tanto el de Edo
y Urtubia con alguno de los hermanos Solé como el de Alberola con Rouillan. Vid. Edo
(2006), p. 234 y Roses (2002), p. 223.
Urbano. Las demandas de los GARI eran las siguientes: 1) La
publicación de los comunicados de la organización en los
medios de comunicación. 2) La libertad condicional de Santi
Soler por razones de salud. 3) La publicación de la acusación
contra los miembros del FRAP que habían sido detenidos por
los incidentes del 1 de mayo de 1973 en Madrid, ya que se
sospechaba de una posible sentencia de muerte. 4) La
liberación inmediata de los presos políticos (de todas las
tendencias), que habían cumplido una parte de la pena, de
manera que tenían derecho a ser puestos en libertad
condicional.

En el primer texto no se hacía referencia directa a los


miembros del MIL Solé y y Pons, pero en los comunicados
emitidos los días siguientes se exigió su liberación, así como el
pago del rescate por parte del Banco de Bilbao. El mismo día
del secuestro los miembros de GARI expropiaron un banco
español en Bruselas. Desde el 7 de mayo ‒y tras la rueda de
prensa clandestina‒ se puso en marcha en Barcelona el Comité
Libertario Antirrepresivo, que aspiraba a sustituir al comité de
solidaridad con el MIL, disuelto por la represión. El secuestro
de Suárez tuvo un enorme impacto en toda Europa. El
secuestro del banquero duró diecinueve días y la policía
francesa fue incapaz de localizarlo. La noche antes de su
liberación, el “Comando Puig Antich” de los GARI prendió fuego
a las oficinas de un periódico francés. El 22 de mayo Suárez fue
puesto en libertad en un bosque cercano a París, una vez que
se pagaron tres millones de francos como rescate.

Unas horas después de la liberación, la policía detuvo a


nueve militantes anarquistas, entre ellos la pareja
Alberola‒Gransac y la pareja de Ana y Lucio Urtubia. En
posesión de los detenidos se encontró repartido el dinero del
rescate. Esa misma noche un coche bomba explotó frente a las
oficinas de Iberia en Bruselas y dos más fueron desactivadas en
otras ciudades belgas. La autoría la asumieron los GAI559. A
principios de julio se realizaron en Barcelona hasta treinta
detenciones de anarquistas que estaban relacionados con la
investigación judicial del caso. Finalmente, cuatro activistas
acabaron en la cárcel. Entre ellos estaban Edo y Urbano. Los
GARI respondieron a la intensificación de la represión con la
solidaridad activa.

El 15 de mayo los GARI habían dado dos meses de plazo al


Estado español para satisfacer sus demandas. Santi Soler fue
puesto en libertad condicional por razones de salud y se
hicieron públicos los cargos contra miembros del FRAP, que no
justificaban la imposición de la pena capital. Pero los presos
políticos que habían cumplido tres cuartas partes de su
condena no fueron liberados. Además, el juicio de los

559 De aquí en adelante las reivindicaciones se hacen en nombre de los GARI. La


mayoría de los detenidos fueron puestos en libertad después de un breve periodo de
tiempo, mientras que Alberola quedó en libertad condicional en mayo de 1975. El
responsable de esas detenciones fue Inocencio Martínez, conocido informante que
también fue responsable de anteriores detenciones de combatientes de la FIJL. Esta
aportación suya a las autoridades fue la última, un vez que todos estuvieron seguros de su
culpabilidad. Tras el secuestro de Suárez, los ex miembros de Primero de Mayo
contribuyeron mínimamente a la actividad de los GARI. Alberola ha dicho de este asunto:
[...] No teníamos ningún acuerdo ideológico ni relaciones estrechas con esa gente, pero
colaboramos y ayudamos por razones de conciencia [...]. De la propuesta de Octavio
Alberola en la charla sobre los GARI el 6/3/2008 en Barcelona, en el marco del seminario
Histories deis grups autónoms, organizado por la asamblea libertaria de la Universidad
de Barcelona. El juicio del caso Suárez se celebró en 1981(!) y los acusados fueron
absueltos. Hasta entonces fueron rehenes del estado francés, en una época en que en
España habían sido amnistiadas todas las acciones antifranquistas. Entrevista con O.
Alberola, Perpiñán, 12/5/2007.
miembros del MIL se había fijado para finales de julio y no
había tiempo que perder560. Los GARI mantuvieron su palabra
durante los dos meses del plazo. Justo dos meses después, el
15 de julio de 1974, un impresionante aluvión de acciones
sacudió Francia. Se colocaron dos bombas en el arzobispado y
en la caja de beneficencia española del Estado de Andorra.
Otra explotó en los baños del tren de París a Madrid cuando se
encontraba en la estación parisina de Austerlitz. Se volaron
torres de alta tensión que conectaban las redes de Francia y
España en Ule sur Tete y Brialou. Al día siguiente se llevó a
cabo un atentado con explosivos contra los vehículos de la
caravana del Tour de Francia, el más importante
acontecimiento ciclista mundial. El recorrido de la carrera
ciclista se obstruyó con troncos de árboles arrojados en la
carretera Baréges‒Tourmalet. Casi simultáneamente, trece
autobuses de peregrinos católicos fueron calcinados por una
bomba incendiaria en el estacionamiento del santuario de
peregrinación de Lourdes. Los GARI reivindicaron estos ataques
vía telefónica y amenazaron la vida de los ciclistas españoles
del Tour. El 17 de julio un comando de los GARI secuestró al
hijo de un industrial en Madrid y lo liberaron el día siguiente.

El juicio de los miembros del MIL por el atraco de Bellver se


celebró el 23 y 24 de julio. Solé y Pons fueron condenados a
cuarenta y ocho y veintiún años, respectivamente. La evitación
de las condenas a muerte animó a los GARI a seguir ejerciendo
presión. El 25 de julio volaron la fachada del Banco Popular en

560 Testimonios anónimos en la prensa española de la época refirieron que el régimen


había prometido en mayo que no ejecutaría a Solé y Pons para evitar la afrenta al país de
los atentados en el extranjero. Vid. Tajuelo (1977), p. 117. 1974 fue un año de recesión
para el turismo español, ya que muchos europeos eligieron otros destinos, alarmados por la
difusión de la represión y la ejecución de Puig.
Toulouse. La noche del 27 de julio cometieron otros dos
atentados con bomba. El primero arrasó una parte de la
estación ferroviaria de Hendaya y la segunda explotó en el
atribulado consulado español en Toulouse. En la explosión en
el consulado fueron heridos tres bomberos y seis policías561.
Los atentados continuaron los tres días siguientes. Dos
vehículos de una compañía francoespañola de transportes y
yates de lujo en el puerto deportivo de Grand‒Motte fueron
dinamitados, mientras que dos coches bomba explotaron en
las aduanas fronterizas de Bourg‒Madame y Le Perthus. Todas
esas acciones fueron reivindicadas por los GARI e igualmente
los tres atentados con coches bomba en Bruselas, uno contra
Iberia y dos en sucursales de bancos españoles.

En el periodo siguiente los diversos comandos redujeron su


actividad por la presión insoportable de la policía francesa. A
principios de septiembre atracaron dos bancos, mientras en la
prensa las conjeturas de la policía divulgaban que los GARI
tenían intención de secuestrar al príncipe Juan Carlos durante
sus vacaciones en Monaco. Pero los planes de actuación de los
GARI fueron interrumpidos por la represión. De septiembre a
diciembre de 1974 muchos activistas fueron detenidos tras
intensos registros y también controles al azar. Entre ellos
estuvieron Pierre Roger (a finales de julio), Víctor Manrique,
Michel Camilleri, Mario Inés Torres, Jean‒Michel Martínez,
Roberto Safont (fue detenido en Barcelona acusado de

561 Un mes después los GARI enviaron una caja de champán a los tres bomberos como
reparación por haber resultado heridos. La policía confiscó la caja. El responsable de la
explosión prematura fue el inspector de policía, que, sin esperar la llegada del técnico en
desactivación de explosivos, sacó la bomba para transportarla a otro lugar. Su estupidez
precipitó la explosión en diez minutos y le costó un brazo. Tajuelo (1977), p. 121.
participar en la “OLLA” y los GARI), Txema Bofill Condom,
Floreal Cuadrado, Raymond Delgado y Jean‒Marc Rouillan.

Tras las primeras detenciones de septiembre, los GARI


dejaron de utilizar este nombre para las acciones que llevaron
a cabo. Así, el 10 de octubre, reivindicaron la colocación de dos
bombas (sin detonador) en el estadio del Pare des Princes
durante el partido entre el Reims y el F.C. Barcelona como
Grupos Autónomos Internacionalistas (GAI). El 30 de octubre
expropiaron documentos y armas en una comisaría de policía
de París y lo reivindicaron como TDC 562 . Ese mismo día
prendieron fuego a una oficina de correos con una bomba
incendiaria como muestra de solidaridad con la huelga de
trabajadores de correos y lo reivindicaron como PTT 563. El 4 de
noviembre, mutilaron la cabeza y las manos de la efigie de cera
de Juan Carlos en el Museo de Grévin. Luego ‒junto con el
panfleto‒ enviaron los dedos a periódicos franceses, una oreja
a la embajada española y el resto de la cabeza a la agencia de
noticias francesa. Reivindicaron esa acción como GAROT 564. Los
nueve presos de los GARI en Francia iniciaron una huelga de
hambre el 27 de diciembre 1974 para que se les otorgase la
condición de presos políticos. En solidaridad con su lucha, el
grupo Marineros del Kronstadt (miembros de los antiguos
GARI) colocaron un artefacto explosivo en la exposición de arte
español del museo de la Marina de París. El 8 y el 16 de enero
miembros del grupo arrojaron gases lacrimógenos en los

562 Trou Du Coul (Ano).


563 Pouvoir Total aux Travaillers (Todo el Poder para los Trabajadores). El nombre es
un juego de palabras con las iniciales del servicio de correos francés, que son PTT.
564 Grupo de Acción Revolucionaria Ocasionalmente Terrorista.
juzgados en Toulouse y París. El resultado final fue la liberación
de Bofill y Cuadrado, después de treinta días de huelga de
hambre y el reconocimiento de la condición de presos políticos
a los seis restantes, cuarenta y tres días después. Al único al
que no se le otorgó esa condición fue a Roger, quien había sido
acusado exclusivamente de atraco a un banco.

Así terminó la historia de los GARI, a principios de 1975.


Muchos de los participantes en esta historia siguieron sus
trayectorias revolucionarias en otras formaciones o después de
su liberación. La tensión de la cuestión española empezó a
declinar en Francia después de 1975, cuando el 20 de
noviembre de ese año Franco murió a edad avanzada y el
capitalismo democrático empezó a reclamar su lugar. Por el
contrario, en España el inminente cambio de régimen desató
nuevas tensiones, ya que las fuerzas revolucionarias que se
habían desarrollado en los últimos años no soñaban con una
simple transición a la democracia.
LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA. (1975‒1979)

El Capital y la Senectud deciden: Democracia.

A mediados de los años setenta España se encontraba en una


encrucijada decisiva. La salud del dictador se deterioraba, pero
gobernaba cuanto estaba a sus pies con la mano de hierro que
le había distinguido en toda su trayectoria. La economía estatal
protegida sentía el aliento de la crisis mundial que se acercaba
amenazante. La clase obrera española condensaba dentro de sí
un fuerte impulso, que se había adquirido en una década de
luchas continuas en las condiciones más adversas. Una gran
parte de ella funcionaba independiente de los sindicatos y las
formaciones políticas y constituía una amenaza seria para los
patrones locales. Dentro del sistema, delfines, tecnócratas,
católicos, tradicionalistas y reformistas luchaban entre sí para
garantizar los máximos beneficios en el periodo posfranquista
inminente. En los límites entre el estado y el paraestado, el
fascismo había formado una serie de grupos neofascistas, que
estaban listos para enfrentarse o aterrorizar al enemigo
interno.
Este enemigo interno tenía diversos rostros. Tenía los rostros
de los movimientos separatistas dispersos, principalmente el
vasco. Euskadi estaba en constante agitación hacía una década.
Las manifestaciones del nacionalismo vasco eran muchas y
también los medios utilizados. Aparte de ETA, había otras
organizaciones, algunas incluso con un discurso mucho más
radical, pero sobre todo había una participación social muy
amplia y apoyo al movimiento de auodeterminación de
Euskadi. Teniendo en cuenta la importancia que tenía ‒y tiene‒
la industria vasca para la economía española, se entiende
fácilmente que este problema tuviese un impacto múltiple.
Otros movimientos separatistas que crearon problemas,
aunque no tan amplios, fueron el de Cataluña y en menor
grado el de Galicia y el de las Islas Canarias.

Más allá de las variantes nacionalistas locales ‒que muy a


menudo tenían marchamo izquierdista‒ estaba el enemigo
interno de clase. Una amalgama multicolor de comunistas
revolucionarios, anarquistas, obreros furiosos, formaciones
armadas, iniciativas autónomas, reivindicaciones estudiantiles
y subculturas juveniles dudaba ‒más allá del franquismo‒ del
propio sistema capitalista y el futuro que les reservaba. La
actividad de esas personas se propagaba y, más allá de las
reivindicaciones de clase clásicas, también ponía en escena
nuevas cuestiones, como la alienación, la emancipación de la
mujer, la ecología y otras. Las reivindicaciones de todas esas
cuestiones, desde los actos más simples hasta las pujantes
huelgas de la industria, sufrían una dura represión del aparato
franquista.

1975 fue un año de gran tensión latente. La crisis económica,


la complacencia del sindicalismo de izquierdas semioficial y la
represión llevaron al movimiento a un relativo repliegue. El
capital local e internacional elaboraba una fórmula de
democratización del régimen ante la muerte del viejo dictador,
que ya se vislumbraba, para que España pudiese disfrutar del
privilegio de entrar en la CEE y el capitalismo consolidase su
dominio en un país con un pasado y presente revolucionario
fuerte. Fondos estadounidenses y alemanes apoyaron el
restablecimiento del partido y del sindicato socialistas para
crear un polo de atracción democrático moderado. Opositores
de los conciliábulos y las asambleas estudiantiles, tales como el
posterior presidente Felipe González, recibieron la orden de
difundir los ideales de la democracia y del consumismo en un
país extenuado por la imposición fascista y de constituir la
fuerza de equilibrio del sistema en una situación precaria.

El repliegue del movimiento en 1975 significó una reducción


parcial de las movilizaciones obreras. Los conflictos en la calle y
en las fábricas disminuyeron, aunque con ocasión de
acontecimientos como el aniversario de la ejecución de Puig
Antich hubo incidentes y atentados incendiarios en muchas
ciudades de España. El FRAP decidió pasar a la lucha armada en
verano y ejecutó a dos policías. ETA siguió secuestrando
industriales e intensificando los atentados contra las fuerzas
represivas de ocupación del País Vasco. La respuesta del estado
en ambos frentes fue inmediata. Por una parte se votó una ley
que congeló los salarios para que los industriales pudiesen
gestionar la crisis y por otra once activistas de ETA y del FRAP
fueron condenados a muerte. El 27 de septiembre de 1975
‒tras muchas manifestaciones de protesta con
enfrentamientos‒ cinco de ellos fueron fusilados. Fue el último
acto criminal del viejo dictador 565. El 20 de noviembre de 1975
se anunció la muerte de Francisco Franco. Dos días después fue
coronado rey Juan Carlos, que nombró el 11 de diciembre un
gobierno reformista, compuesto por miembros de todas las
tendencias del antiguo régimen.

La muerte de Franco provocó una explosión de optimismo en


una parte del pueblo español. La situación que había dejado
tras de sí el sanguinario carnicero era realmente trágica. En
España había a finales de 1975 alrededor de millón y medio de
parados, mientras que tres millones de españoles eran
migrantes económicos en otros países. La tasa de
analfabetismo era muy alta para un país europeo y por el
contrario florecía el trabajo infantil mal pagado. Las
condiciones de trabajo eran inaceptables, circunstancia que
costaba cerca de dos mil quinientas muertes por accidentes
laborales cada año 566 . La seguridad social y el bienestar
estaban en el nadir. Las pensiones eran inexistentes o
extremadamente bajas, los hospitales difíciles de conseguir y
los salarios más bajos que los aumentos de precios constantes
de los productos. Una parte de las barriadas de las afueras de
las zonas industriales habían sido sustituidas por monstruosos
complejos de bloques obreros. El régimen podía jactarse sólo

565 En ese periodo comenzaron a actuar también los GRAPO: Grupos de Resistencia
Antifascista Primero de Octubre. Los GRAPO eran el brazo armado del PCE (r), una
escisión intransigente del Partido Comunista. Su primera acción fue la ejecución de un
policía el 2 de agosto de 1975, mientras que, en respuesta a los fusilamientos de 27 de
septiembre, el 29 de septiembre y el 1 de octubre ejecutaron cinco policías en Madrid. Más
tarde la democracia presentó a los GRAPO como brazo armado de la CNT y
filoanarquistas, montando una teoría interesada sin fundamento alguno.
566 Las cifras proceden de estadísticas del estado y periódicos españoles de la época.
Vid. Gurutazoiak (2003), p. 8994.
de dos cosas. La primera era la industria turística que lo
mantenía y la segunda el enorme aparato represivo que
garantizaba su perpetuación.

El período que se inauguró desde la muerte de Franco hasta


la promulgación de la primera constitución posfranquista, en
diciembre de 1978, se denominó Transición. Para algunos
analistas políticos, el período de transición acabó el 23 de
febrero 1981, día del fracasado golpe militar, cuando se
demostró la estabilidad de la estructura democrática. Otros
extienden la Transición hasta el ascenso de los socialistas al
poder en 1982. En todo caso, el sentido de la Transición
depende de la estabilización del nuevo modelo de estado de
gestión capitalista. Por lo demás, la propia palabra Transición
revela la ausencia de ruptura de cualquier tipo con el pasado
fascista. El ejército, la policía, los funcionarios públicos e
incluso los políticos permanecieron en sus puestos y cambiaron
de etiqueta, simplemente.

Muchas leyes siguieron intactas. A pesar de la amnistía a los


presos políticos, que se consiguió con memorables luchas y con
sangre, no hubo revisión de casos judiciales ni siquiera
sustitución de los jueces franquistas de extrema derecha. El
consenso, que se construyó para evitar cualquier explosión
social en España, tenía muchos pilares. Protagonistas del
consenso fueron los partidos socialdemócratas. A saber: el
Partido Socialista y el Partido Comunista, junto con las
organizaciones sindicales CC OO y UGT. Los derechistas
moderados ‒cuadros del régimen fascista‒ que en muchas
ocasiones se mostraron más progresistas que los
socialdemócratas. La CEE, la Iglesia y los medios de
comunicación apoyaron con todas sus fuerzas el nuevo status
quo y limaron los conflictos en una sociedad anegada
sistemáticamente por el consumismo y las drogas.

La única fuerza organizada que se resistió a la Transición de


terciopelo ‒salvo en el País Vasco‒ fue la renacida CNT. Junto a
ella, y en ocasiones contra ella, estuvieron los combatientes
autónomos, aunque muchos optaron finalmente por participar
en la CNT. La postura de la CNT, contraria al consenso, y su
espectacular renacimiento la colocaron en el punto de mira del
Estado español, junto con el nacionalismo vasco y las
organizaciones armadas. El proceso de reconstitución de la CNT
constituye en sí mismo material para un libro. Dado que este
libro se centra en el período de la dictadura y también que la
democracia fue la que acabó con la perspectiva revolucionaria
de la Confederación, más abajo se presentará muy
resumidamente la trayectoria de la CNT hasta el 5o Congreso
de 1979. Junto con el proceso de reconstrucción, se
presentarán también las luchas de los demás componentes
anarquistas, autónomos y libertarios del movimiento
revolucionario.

El renacimiento de la CNT durante la Transición.

El proceso de reconstrucción de la CNT se había puesto en


marcha lentamente pero con decisión durante 1975. En el
momento de la muerte del dictador había en España varios
grupos del espectro libertario más amplio que estaban
dispuestos a apoyar una tentativa semejante. En Madrid se
había creado el sindicato de la construcción de la CNT,
mientras que otros trabajadores estaban en proceso de
organización por sectores. En esa misma ciudad había
pequeños grupos anarquistas, así como un movimiento obrero
autónomo bastante desarrollado. En Barcelona, según se ha
referido en el capítulo anterior, había numerosos grupos
anarquistas y autónomos, con bases sólidas en las fábricas de
la zona industrial en torno a la ciudad, pero también influencia
en la juventud y en las universidades. En Valencia funcionaba
un núcleo de antiguos combatientes, que mantenían contactos
con la Secretaría Intercontinental de la CNT en Toulouse567,
pero también un gran grupo de trabajadores que se
congregaban en Solidaridad 568. Había grupos de Solidaridad en
Madrid, Barcelona y Andalucía.

En Andalucía, los grupos libertarios de Sevilla, Cádiz y


Granada consiguieron coordinarse a finales de 1975 y organizar
un comité regional. En Asturias, los esfuerzos por reconstruir el
comité regional fueron anteriores a la muerte de Franco. Junto
a la dinámica creativa de este grupo heterogéneo, malvivía un
comité nacional ‒nominalmente‒ de la CNT, probablemente
resultado de la coordinación de unas decenas de antiguos

567 A principios de los años 70, el SI de Esgleas intentó establecer bases en España. La
renuencia de muchos militantes del interior a colaborar con los ortodoxos de Toulouse
llevó al SI a buscar aliados entre los circuios estudiantiles radicales. La premura del SI por
encontrar aliados le hizo ponerse en contacto hasta con marxistas (!). La figura central del
grupo de Valencia fue Juan Ferrer, que más tarde resultó ser un trotskista que intentaba
transformar la naturaleza política de la CNT. Los colaboradores del SI en otras zonas eran
pocos y por lo general estudiantes.
568 Hay información sobre Solidaridad en el capítulo 10: “Descomposición de CNT, las
juventudes internacionalizan el conflicto. 1966‒1975”.
militantes, que no tenía fundamento real y se disolvió a
principios de 1976 569.

Las dos asambleas que inauguraron el nuevo período de la


CNT fueron la de diciembre en Madrid y la del 29 de febrero de
1976 en el barrio de Sans en Barcelona. En la primera
participaron alrededor de doscientas personas y en la segunda
setecientas. Como no había sindicatos estructurados, estas
asambleas tenían un carácter más amplio y se centraban
principalmente en el proceso que debía seguirse para
reconstruir la Confederación. En Sans y Madrid se nombraron
comités regionales provisionales de Cataluña y Centro. El
comité de Centro funcionaba en coordinación con todos los
comités que se reconstituían en otras regiones.

Todas estas iniciativas tenían lugar en una zona gris entre la


ilegalidad y legitimidad. El gobierno de transición hizo la vista
gorda ante la organización de los sindicatos, a pesar del hecho
de que el Sindicato Vertical CNS era el único agente sindical
legal y las huelgas eran todavía ilegales.

El estado aceptaba la organización de los sindicatos, ya que


esperaba que a través de la representación y las
contraprestaciones que ofrecería podría apaciguar las luchas
obreras que habían estallado inmediatamente después de la

569 La existencia de este comité nacional se dio a conocer mediante una supuesta
plenaria organizada en Madrid en febrero de 1976. En su comunicado ‒evidentemente
extraído de la reconstrucción real de la CNT‒ advertía de la “estafa” del nombre de la CNT
y de la “traición”. Después de esa sesión plenaria el comité en concreto se disuelve. Vid.
Gómez Casas (1984), p.10. En relación con los grupos y las publicaciones que había en
España en 1975, hay una exposición más detallada en Meltzer (1977), ps.128‒136. El
autor del texto es Freddy Gómez, hijo del jefe de redacción de Frente Libertario en París.
muerte de Franco. 1976 iba a ser el año más explosivo de las
reivindicaciones obreras desde la Guerra Civil.

El ejemplo más estremecedor de estas luchas fueron las


huelgas de Gasteiz. En enero de 1976 se declararon huelgas
por todo el territorio español. En Madrid la participación de los
ramos de la construcción y del metal fue casi universal y más
de trescientos mil trabajadores participaron en las
movilizaciones. Simultáneamente estallaron huelgas en
Cataluña y el País Vasco, pero también en todos los centros
industriales de la periferia. Ante el riesgo de parálisis general,
el gobierno movilizó a los trabajadores de transportes570. A
esta primera oleada de huelgas ‒que empezó
espontáneamente y desde abajo‒ se le hizo frente mediante la
colaboración del gobierno con los sindicatos socialistas,
comunistas y cristianos. Con diversos pretextos, los
representantes de estas organizaciones lograron dividir la
unidad de los trabajadores y detener la ola de huelgas. Muchas
grandes fábricas siguieron con su lucha autónoma hasta el
agotamiento económico de los trabajadores. Fue de larga
duración la resistencia de los trabajadores de Gasteiz, en la que
la toma de decisiones a través de asambleas impidió la
actividad de los sindicalistas.

El 3 de marzo de 1976 se proclamó una huelga general en la


ciudad de Gasteiz. La participación fue universal y pronto
estallaron enfrentamientos entre huelguistas y policías. El
volumen de manifestantes y su determinación obligaron a los

570 Hay fotografías típicas de la época en que policías armados hasta los dientes
garantizan por la fuerza el funcionamiento del metro madrileño.
policías a retirarse. La situación evolucionó de modo trágico.
Cuando los trabajadores se reunieron en la iglesia de la ciudad
para celebrar la asamblea general prevista, la policía los rodeó
y les ordenó disolverse. Tras la negativa de los cinco mil
trabajadores a salir de la iglesia, los policías lanzaron gases
lacrimógenos desde las puertas. A continuación se produjo el
pánico. La multitud empezó a romper las ventanas intentando
respirar. Fuera de la iglesia las fuerzas de policía recibieron un
ataque de otros habitantes y trabajadores de la ciudad, que
pretendían rescatar a sus compañeros. Cuando comenzó la
salida masiva de los trabajadores que participaron en la
asamblea, la policía los recibió nuevamente con gases
lacrimógenos, pelotas de goma y una lluvia de munición real.
Cinco personas murieron y otras ciento cincuenta resultaron
heridas, treinta de gravedad. Alrededor de treinta más fueron
gravemente heridas por pelotas de goma o palizas. Las
comunicaciones se interrumpieron y el acceso a la ciudad fue
prohibido, en un intento de retrasar la difusión de la noticia 571.

Los “sucesos de Vitoria” dejaron claro que una transición


normal a la democracia podía lograrse solo si la clase obrera
dejaba al margen demandas radicales y adoptaba la forma de
un “miembro social” institucional. El primer gobierno de

571 Las conversaciones entre destacamentos de la policía se han conservado ‒pueden


encontrarse en la red‒ y son reveladoras: [...] Manden fuerza para aquí. Ya hemos
disparado más de dos mil tiros. [...]. hemos contribuido a la paliza más grande de la
historia. Aquí ha habido una masacre [...]. Pero de verdad una masacre [...]. En griego
hay traducido un texto crítico muy hueno de valoración de las luchas obreras concretas,
eaManuscrito encontrado en Vitoria, en Cortade (2009), p. 199‒229. Los que firman
como Incontrolados son Jaime Semprún ‒principal autor del texto‒ y Miguel Amorós,
situacionistas que estaban en Francia en 1976. Para otros textos suyos, vid. Los
incontrolados, crónicas de la España salvaje 1976‒1981, España, Editorial
Klinamen‒Biblioteca Social Hermanos Quero, 2004.
transición fue herido de muerte por estos sucesos. Dimitió en
julio y el moderado Adolfo Suárez formó un nuevo gobierno. El
nuevo gobierno tuvo que afrontar una intensificación de las
luchas obreras, de los grupos armados separatistas y
comunistas, pero también de las provocaciones de extrema
derecha de los fascistas que no querían abandonar las riendas
del país.

Una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue la


iniciativa de las negociaciones con los sindicatos semilegales.
Comunistas y socialistas aceptaron de buen grado participar en
el diálogo social, a diferencia de la CNT, que a finales de agosto
rechazó públicamente la propuesta del ministro de Trabajo. En
septiembre de 1976 se celebró una plenaria en Madrid, en la
que quinientos miembros de la CNT eligieron el primer comité
nacional de la nueva época, con Juan Gómez Casas como
secretario general. Este comité funcionó hasta abril de 1978 y
cumplió con la titánica tarea de organizar y coordinar las
tendencias ‒tan diferentes‒ que compusieron la renacida
Confederación.

Desde el comienzo del empeño por reconstituir la CNT, se


trazó una línea divisoria entre la tendencia que quería la CNT
como sindicato de trabajadores ‒única y exclusivamente‒ y la
tendencia que creía que a través de la Confederación había que
coordinar todo el movimiento libertario 572. La ideología y la

572 Esa opinión expresa Margaret Torres Ryan en su tesis doctoral y cree que en este
doble polo la organización del exilio (Esgleas‒Montseny) encontró ocasión de intervenir
en el interior para controlar el proceso de reconstrucción. La teoría de la imposición de la
FAI del exterior en la reconstrucción de la CNT es una constante que recorre todos los
relatos que provienen del lado de los renovadores, que en 1979 procedieron a la ruptura de
la organización y cuya continuidad histórica es la CGT (Confederación General de
extracción social de los miembros era bastante heterogénea.
Cuando Gómez Casas escribió la historia de la reconstrucción
de la CNT distinguió quince tendencias, corrientes y grupos
‒más o menos formales‒ que la componían 573 . Fueron,
ordenadas casualmente, las siguientes:

- Los grupos sindicalistas preexistentes de Solidaridad y CNT


(antes de la reconstrucción). Se centraron principalmente en la
acción sindical, sin constituir un todo homogéneo.

- La corriente juvenil antiautoritaria: influidos por el Mayo


del 68, la cultura política de la época, Ácratas, etc..., muchos
jóvenes encontraron en la CNT terreno abonado para la
politización, pero afrontaron la Confederación bajo el prisma
del grupo anarquista y no el del sindicato revolucionario.

- Los “pasotas”: constituyeron la segunda oleada de jóvenes


que inundó la CNT. Algunos de ellos manifestaban una opción
de vida hippie, basada en el hachís y el amor libre. Otros eran
extremistas en sus posiciones y en la crítica que ejercían al
reformismo de cualquier tipo. Su punto en común fue que
vieron a la CNT como una nueva moda y se perdieron después
de un corto y apasionado paso. De ellos, pocos se quedaron en

Trabajo). Aunque hubo injerencias e intentos de manipulación de la situación por parte de


la organización exilada, su explotación por parte de los medios de la tendencia
reformista‒sindicalista para justificar su retirada de la CNT, permanece constante. El
artículo de Torres se encuentra en Memorias (1993), ps. 653‒674.
573 Vid. Gómez Casas (1984), ps. 24‒46. El análisis del entonces secretario del comité
nacional es bastante crítico con los renovadores. En cualquier caso, es más objetivo y
menos sectario que el relato de los hechos que hace el bando de los renovadores. Gómez
ahonda en la multitud de diferencias y contradicciones que caracterizaron a la CNT entre
1975‒1979 y no se limita a las clásicas dicotomías (anarquismo ortodoxo‒sindicalismo,
exilio‒España, antiguos‒nuevos) que caracterizan otros relatos de la época.
el movimiento y tomaron conciencia de la lucha.

- Los grupos radicales y autónomos: sus miembros


participaron en las primeras asambleas y formularon agresivas
tesis revolucionarias. Poco a poco se redujo su presencia en el
brazo organizativo y sindical de la CNT. Algunos de ellos fueron
detenidos más tarde por acciones enérgicas e invocaron su
condición de miembros de la CNT. La solidaridad con ellos fue
el punto de fricción para algunas tendencias dentro de la
Confederación.

- Los veteranos: Gómez incluye en esta categoría a todos los


viejos militantes independientemente de la tendencia, que,
debido al abismo generacional no podían entender a la
juventud. Conocían el funcionamiento orgánico de la CNT y su
experiencia podría haber sido útil de haberla compartido con
los jóvenes y de haber sido más conciliadores. Salvo ilustres
excepciones, la mayoría fue inflexible y arrogante con la nueva
generación.

- La vieja generación de reformistas y cincopuntistas: su


influencia era mínima y se limitaron a pedir a través de
publicaciones la celebración de un congreso para orientar la
organización hacia posiciones conservadoras.

- Los consejistas: influidos por las teorías de Pannekoek


sobre el comunismo consejista, estos miembros de la CNT
mantuvieron una postura antisindicalista y optaron por crear
consejos de trabajadores y asambleas espontáneas. En la CNT
encontraron una audiencia dispuesta, por lo que participaron.

- Los “integrales”: para ellos la CNT no debía ocuparse de


cuestiones laborales, sino de incluir en la acción todos los
aspectos de la vida cotidiana y todas las cuestiones políticas
que surgiesen, como la ecología, las luchas vecinales, la
insumisión al servicio militar, los presos, los marginados
sociales, etc.... Muchas tendencias discreparon de los
integrales, ya que consideraban que así debilitaban la acción
sindical 574.

- Los renovadores: era un grupo que se congregaba en


torno a la oposición a la CNT‒FAI del exilio de Esgleas y la FAI
del interior ‒numéricamente insignificante‒. Sus miembros
pedían la sincronización de la CNT con las demandas de la
nueva era y el acercamiento a la clase obrera 575. Gómez piensa
que la cohesión de este grupo se fundamentó en las diferencias
personales y no en una propuesta política coherente.

- Los apaches: así llamaron los medios de comunicación al


grupo de la CNT que desde el primer momento optó por la
acción directa como arma fundamental de los trabajadores y se
negó a cualquier conciliación con los jefes. Su base estaba en
Barcelona, donde se distinguieron por su continuo activismo.
Fueron el objetivo privilegiado de la represión.

- Los “cristianos”: eran exmiembros de sindicatos católicos


que se habían afiliado a la CNT. Aunque eran pocos ‒y ya
ateos‒ sirvieron como chivos expiatorios para el ejercicio de la

574 Eso no significa que los obreristas no se interesasen por esas cuestiones,
simplemente creían que no era competencia de la CNT ocuparse de todo y que las
iniciativas para esas cosas debían provenir de grupos especializados, ateneos libertarios
(locales) u otras colectividades.
575 Gómez Casas (1984), p. 39.
politiquería y los ataques personales.

- Los marxistas: cuando se reconstruyó la CNT, se


incorporaron a sus filas muchos marxistas. Algunos se definían
como anarcocomunistas y se agrupaban en torno al diario
vasco Askatasuna. Otros eran trotskistas de la IV Internacional
y practicaban el intrusismo en la CNT. Su base era Valencia. Un
tercer grupo era el de los marxistas libertarios que se ocuparon
exclusivamente de la organización sindical.

- El exilio: los delegados de Esgleas y viejos exilados que


habían vuelto trasladaron a España los problemas y conflictos
del exilio. Su actitud era intervencionista, eran influyentes,
pero no determinaron la política global de la CNT, según se ha
intentado presentar más adelante.

- La FAI: el intento de reconstrucción de la FAI en España


fue un completo fracaso. La inexistente FAI del interior sólo
sirvió como objetivo de provocación por parte de la policía y
como blanco de las críticas de los sindicalistas.

- El bloque anarcosindicalista: Gómez simplifica en este


conjunto a la masa heterogénea de militantes de la CNT, que se
mantuvo alejada de los sectarismos y las tentativas de ataque
de las minorías.

Lo que queda claro a partir del análisis de la procedencia de


los miembros del sindicato CNT es que la tendencia sindicalista
era numéricamente menor que la que quería crear un
movimiento libertario. Un problema grave residió en que la
nueva generación tenía dificultades para comprender la
estructura sindical de la CNT, su forma de actuar y de tomar
decisiones. Los comités eran vistos como estructuras
burocráticas y no como instrumentos de coordinación. Muchos
trabajadores de las tendencias autónoma, consejista y
antisindicalista de la CNT instaban a sus compañeros a no
registrarse como miembros de la Confederación, sino a luchar
por la aparición de movimiento obrero asambleario
espontáneo. Una gran proporción de los trabajadores que
estaban de acuerdo con el sindicalismo revolucionario de la
CNT se dirigió a otros sindicatos porque consideraban poco
serias esas contradicciones.

En otoño de 1976 estalló una nueva oleada de movilizaciones


huelguísticas. La reforma no había afectado aún a las viejas
instituciones sindicales, de manera que el único sindicato
vertical siguió siendo único representante legítimo de los
trabajadores. Los miembros de UGT y CC OO continuaron
participando en él. En octubre de 1976 los trabajadores de la
fábrica de Roca en Gavá ‒al sur de Barcelona‒ celebraron una
asamblea abierta en la que eligieron un comité para presentar
sus demandas a los patrones. En Roca había representantes
electos ‒la mayoría miembros de CC OO‒ en el sindicato
vertical, pero la asamblea decidió, mediante democracia
directa, reemplazarlos. La patronal se negó a conciliar con el
comité y, por tanto, la asamblea procedió a una huelga
salvaje576.

576 La huelga era todavía ilegal en España y no se permitió sino en determinadas


condiciones hasta la primavera de 1977. Los casi 4.500 trabajadores de la fábrica de
calefactores Roca apagaron todas las máquinas de la fábrica y se paralizó totalmente la
producción, lo que rara vez se conseguía en esa época (normalmente se recortaba la
producción y no se dañaba a las máquinas).
La CNT se solidarizó con los huelguistas desde el primer
momento, a pesar de que no tenía ningún miembro en la
fábrica. La reivindicación clave de la huelga era legal y no una
demanda económica. Los trabajadores de Roca exigían ser
representados por comités revocables y decidir en asambleas.
Las manifestaciones de los trabajadores en Gavá destacaron
desde el principio por la violencia de las barricadas. Los
habitantes del municipio se solidarizaron y muchos sectores
obreros declararon huelgas de apoyo. La CNT convocó una
huelga general en la comarca del Baix Llobregat, donde tenía
una gran influencia. La UGT se negó a apoyarla, mientras que
CC OO ‒ante la indignación general de los obreros‒ convocó un
paro de cuatro horas. La huelga general en Gavá duró una
semana. Los trabajadores bloquearon las entradas de la ciudad
con barricadas y mantuvieron a distancia a la policía. Cuando la
policía finalmente tomó la ciudad, dejó tras de sí cientos de
heridos, detuvo a doscientas personas y llevó a prisión (por
poco tiempo) a unas treinta. Roca procedió a cuarenta y seis
despidos. Cientos de trabajadores se unieron a la CNT, la única
fuerza sindical que se había solidarizado activamente con la
huelga salvaje.

Mientras perduraba la huelga de Roca y la lucha llegaba a su


culmen también en otras ciudades del país, las direcciones de
UGT y CC OO ofrecían un apoyo fundamental al gobierno de
transición. Los sindicalistas y sus periódicos fomentaban
constantemente el comportamiento pacífico y el compromiso,
disolvían las huelgas prolongadas y trataban de calmar la lucha
obrera en concentraciones espectaculares. La identidad
sindical de CC OO en la Transición significaba para el trabajador
el acceso más fácil a puestos de trabajo, ya que los patrones
preferían a los trabajadores “disciplinados” del sindicato
comunista. La culminación de los intentos de manipulación del
movimiento fue el intento de los demás sindicatos de
reemplazar el sindicato único vertical por uno equivalente
“democrático” 577. La CNT denunció el intento y sus miembros
tomaron las calles de Barcelona el día en que el comité de
coordinación de los demás sindicatos había convocado una
movilización. La tentativa de centralización y homogeneización
del movimiento sindical fue ahogada en Cataluña.

La perseverante actitud combativa de la CNT y la progresión


geométrica en que aumentaban sus militantes ‒sobre todo en
Cataluña‒ llevó al estado español a considerarla uno de los dos
peligros mortales para su normal desarrollo 578. El primero era
el nacionalismo vasco. En diciembre de 1976 se ratificó en
referéndum la ley que allanaba el camino a las elecciones
parlamentarias libres. Izquierdistas, anarquistas y separatistas
vascos hicieron propaganda por la abstención, que se situó en
el 23%. En las zonas industriales el porcentaje de abstención
fue más elevado, mientras que en el País Vasco alcanzó el 50%.

En 1977 el país entró en la recta final para el


restablecimiento de la democracia. La estabilidad del nuevo
sistema se basó en la difamación, la provocación y represión de
los agentes políticos que buscaban una ruptura con el pasado y
no su aceptación tácita. El 24 de enero de 1977 un grupo de

577 La tentativa aspiraba a crear una estructura correspondiente a la griega GSEE, en la


que participan todos los sindicatos mediante elecciones bajo una dirección común. La
GSEE griega ha demostrado la utilidad perdurable de este modelo... para los patrones.
578 Junto con la CNT, el estado incluía también los grupos autónomos que actuaban en
sus márgenes.
fascistas asesinó a sangre fría a cinco miembros ‒e hirió a otras
cuatro‒ del equipo de apoyo legal del sindicato comunista en
Madrid. La “Matanza de Atocha” ‒como se le llama desde
entonces‒ favoreció en muchos sentidos al sistema. La
reacción pacífica del PCE presentó credenciales de acatamiento
de la democracia inminente 579 . El líder histórico del PCE,
Santiago Carrillo, que estaba en el país clandestinamente,
apareció en público y nadie se lo impidió. Dos meses después,
el Partido Comunista ‒sepulturero de las luchas obreras en la
Transición‒ fue legalizado sin reacciones graves. Muy pronto
los autores materiales fueron encontrados y encarcelados con
la ovación de los medios de comunicación. Los grupos
“extremistas” y la violencia fueron unánimemente condenados
por las fuerzas del sistema que deseaban una democracia de
consenso580.

Seis días después de la matanza de Atocha, la policía allanó

579 El PCE convocó una manifestación en Madrid, en la que participaron cerca de cien
mil manifestantes. No hubo el menor incidente y la policía no interfirió en su desarrollo, a
pesar de que el PCE era un partido ilegal. Además protegió el recorrido de las reacciones
de ultraderechistas y falangistas.
580 La matanza de Atocha se presentó como obra de falangistas fanáticos contrarios a la
influencia comunista en el sindicato de transportes de Madrid. De hecho, uno de los
asesinos era miembro de la Falange y sindicalista de CNS del Transporte. Pero ¿quiénes
fueron los autores intelectuales y cuántos participaron en última instancia en la acción? No
se darán nunca respuestas concretas. De los cuatro principales acusados, sólo uno cumplió
su condena. El segundo se escapó en su primer permiso después de catorce años y huyó a
Colombia, donde fue encarcelado por tráfico de drogas. El tercero escapó de la cárcel unos
meses después de su detención y antes del juicio. El cuarto murió en circunstancias poco
claras en la cárcel antes del juicio. En 1990 los archivos italianos revelaron que en la
acción había participado también un neofascista italiano de Gladio ‒la conocida
organización neofascista fundada por la CIA‒ que se había refugiado en España en 1972,
cuando se demostró su participación en actos terroristas. El Estado, la fiscalía y la policía
cerraron el expediente con procedimientos exprés, pese a las protestas de los ahogados de
las victimas.
una reunión de la FAI catalana y detuvo a cincuenta y tres
personas 581. Reuniones secretas de contenido político eran
habituales en aquella época y la policía, a pesar de que sabía
que se celebraban, no intervenía. Pero ésta en concreto fue
asunto de portada en los medios de comunicación y se
presentó como un intento de fundación de una organización
terrorista. Los arrestados fueron retenidos durante muchos
días sin ningún tipo de pruebas reales. Una semana más tarde
las pruebas se cocinaron en Murcia. La policía detuvo a cinco
personas que se encontraban en posesión de dos maletas con
armas y municiones. Los detenidos fueron acusados de
participar en la FAI, trasladados a Barcelona y su caso se unificó
con el de los catalanes. El caso fue una provocación
perfectamente elaborada por la BPS con la colaboración de los
medios de comunicación. El proveedor de las armas fue
Joaquín Gambín en una misión encomendada 582 . Las

581 La FAI nunca tuvo pujanza real durante la Transición. La fundación de los grupos de
la FAI se cimentó ‒y en muchos casos fue suscitada ‒ sobre la FAI del exilio, que quería
ejercer control político sobre ellos. Apenas en diciembre de 1978 se celebró un congreso
de la sección española de la FAI, en el que participaron sesenta delegaciones (cifra que
prefiguraba un número de miembros inferior con mucho a quinientas personas). En
realidad, la FAI de la Transición era un fantasma abocado al fracaso desde su nacimiento,
con influencia mínima y el valor único de la historicidad de su nombre. Fue útil sólo para
la oposición sindical de la CNT y ‒como enemigo inexistente‒ para las conjeturas y
provocaciones policiales. Vid. Íñiguez (2001), p. 571.
582 Joaquín Gambín nació en 1929. En 1946 empezó su carrera por las prisiones
españolas, donde entraba y salía constantemente acusado por robos y asaltos. En sus
reclusiones sucesivas siempre tuvo excelentes relaciones con los directores y guardias ya
que era informante. En la Transición fue protagonista en dos casos de provocación, el de la
FAI de Murcia y en el “caso Scala”. Explotando su edad, sus informaciones y su
experiencia, Gambín se presentaba a los jóvenes anarquistas haciéndose pasar por
guerrillero de la época de la guerrilla, ofreciéndoles armas y explosivos. Su papel lo
revelaron algunos compañeros tras el caso de Murcia, pero ‒sin saber por qué‒ la
información se perdió al ser transmitida por el comité nacional de la CNT al comité
peninsular de la FAI y de allí a la FAI de Murcia. Sobre el caso Gambín, véase Tinta
Negra, ps.10‒13 y Cañadas (2008), ps. 28‒67.
acusaciones se desmoronaron mucho más tarde, pero el daño
ya estaba hecho. Parte de la opinión pública registró a la FAI y a
los anarquistas en el bando de los “extremistas”, antes de que
la sangre de Atocha se secase.

La provocación de la BPS no pudo detener la poderosa oleada


de la CNT entre la juventud y los obreros. La Confederación
siguió aumentando su fuerza, pero también su presencia tanto
en las luchas obreras como en las sociales, con la solidaridad
con el movimiento de presos y el apoyo a la petición de
amnistía general (independientemente de la infracción) como
ejemplos significativos. El 27 de marzo de 1977 la CNT convocó
su primer mitin público tras la Guerra Civil en un lugar a las
afueras de Madrid, San Sebastián de los Reyes. Alrededor de
treinta mil participantes asistieron a los mítines. El 1 de mayo
la CNT organizó marchas en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbo
y otras ciudades del país. La afluencia de gente fue grande. Una
de las dos marchas de la Confederación en Madrid fue atacada
por la policía antes de empezar y se provocaron graves
incidentes con detenciones y heridos por ambas partes. El 7 de
mayo de 1977 la CNT presentó sus estatutos a las autoridades
judiciales y fue reconocida oficialmente como sindicato.

La legalización no cambió en nada el comportamiento de la


organización y sus miembros. El país estaba en periodo
preelectoral, pero la Transición continuaba su curso con dos
espinas clavadas que la molestaban: el nacionalismo vasco y el
movimiento libertario. Del 8 al 15 de mayo se celebraron
concentraciones y marchas en Euskadi a favor de la amnistía de
los presos políticos. La CNT apoyó las marchas y siguió con su
lucha por la amnistía general en todas las ciudades donde tenía
presencia. En los enfrentamientos que se produjeron en el País
Vasco esa semana murieron siete manifestantes 583 . Las
reacciones de los medios de comunicación y las fuerzas de
consenso fueron mínimas.

En los últimos diez días del mes, la Confederación celebró


otras dos concentraciones exitosas. La primera se celebró en
Jaén con la participación de aproximadamente cuatro mil
personas y la segunda en Valencia, a la que asistieron cuarenta
mil. Las elecciones fueron el 15 de junio de 1977 y confirmaron
la anunciada y ansiada victoria del centroderecha ‒de pasado
dictatorial‒ con un 31,1%. El PSOE quedó en segundo lugar con
el 28,6%, el PCE reunió el 9,4% y la extrema derecha el 8,5%.
Los partidos separatistas locales obtuvieron porcentajes
elevados y representación en el parlamento. La respuesta de la
CNT a la farsa electoral fue la organización del mitin de
Montjuic, en Barcelona. El mitin tuvo lugar el 2 de julio y la
multitud congregada fue enorme 584 . Entre los oradores se
distinguieron Montseny, Peirats585 y Gómez Casas.

La demostración de fuerza del movimiento libertario


continuó en Barcelona en el verano de 1977 con la

583 En 1977 ETA fue considerada responsable de veintiocho ejecuciones.


584 Las diferentes estimaciones oscilan entre 100.000 y 300.000 congregados. Más cerca
de la verdad parece estar la evaluación de Gómez Casas, quien habla de 150.000. Vid.
Gómez Casas (1984), p. 76.
585 Vale la pena decir que, dos dias después, el comité regional de Cataluña dio una
rueda de prensa en la que distanció su postura del discurso de Peirats. Éste se habia
referido a la cuestión de la autonomía catalana y había dicho que la CNT debía reivindicar
el comunismo libertario y no autonomías regionales. A pesar de las objeciones planteadas
en el comité, se dio la rueda de prensa y la CNT parecía disculparse por los comentarios
antinacionalistas de Peirats. Vid. Edo (2006), ps. 283‒284.
organización de las Jornadas Libertarias. Este festival incluía
presentaciones, reuniones, conciertos, espectáculos teatrales y
otros eventos, se prolongó durante cinco días y asistieron
centenares de miles de personas de España y del resto de
Europa. La CNT consolidaba continuamente su imagen a través
de su presencia sindical, pero también mediante su
contribución al desarrollo de un movimiento social. 1977 fue
decisivo para la bisoña democracia. En verano se produjeron
algunos intentos de provocación por parte de informantes
dispersos, que ofrecían armas y munición a diversos comités y
a jóvenes militantes de la CNT. El único resultado de estos
intentos fue la detención de dos jóvenes anarquistas en agosto
de 1977586.

En septiembre de 1977 se pusieron en huelga los


trabajadores de las estaciones de servicio de Cataluña, en
protesta por la congelación salarial. Muchos de ellos eran
miembros de la CNT y la Confederación se solidarizó con su
lucha desde el principio. Después de los primeros días de la
huelga y la parálisis general causada por la falta de
combustible, el gobernador de la región ordenó que las
estaciones volviesen a funcionar con policías armados como
empleados. Algunas gasolineras que funcionaron de esta
manera fueron destruidas por incendios en dos días ardientes.
Los trabajadores afirmaron que los responsables del desastre
habían sido los policías no adiestrados que manejaban las

586 Uno de ellos fue Agustín Rueda, que murió en prisión meses más tarde. Hay
sospechas de que su asesinato estaba relacionado con el intento de encubrir la
provocación. A este caso se refiere también el anexo sobre la COPEL al final de este libro.
El informante de la policía en el caso Rueda también desempeñó un papel importante en el
desarrollo de los GAL, organización paramilitar de inspiración socialista, que asesinó a
miembros de ETA en los años 80. Vid. Tinta Negra, p.10.
bombas. La verdad fue que hubo un dedo incendiario que
prendió la solidaridad sindical. La huelga terminó de manera
apresurada con la satisfacción parcial de las demandas de los
huelguistas, un fenómeno poco frecuente en medio de una
crisis económica.

La cuestión crucial del otoño de 1977 fue la firma de los


Pactos de la Moncloa. El nuevo gobierno democrático tenía
que afrontar una difícil crisis, con altas tasas de desempleo,
inflación del 47% y disturbios sociales recientes. En un esfuerzo
por preparar el terreno del compromiso ‒y bajo la presión del
fortísimo movimiento de solidaridad‒ el gobierno ya había
anunciado una amnistía general para todos los presos políticos
sin importar las acusaciones. En septiembre y octubre se
celebraron reuniones preparatorias del presidente Suárez y sus
ministros con los dirigentes de los partidos de la oposición. Su
propósito era firmar un tratado que asegurase el beneplácito
de la oposición a las reformas económicas y políticas. Los
sindicatos CC OO y UGT no estuvieron representados en las
negociaciones, pese a que fueron invitados a acatar las
decisiones de los partidos que los controlaban. La CNT estuvo
desde el principio contra los Pactos de la Moncloa, aunque sus
comunicados y sus gestos fueron sistemáticamente silenciados
por el conjunto de los medios de comunicación.

La firma del acuerdo se realizó a finales de octubre y se


presentó por las partes interesadas como una tabla de
salvación nacional. El queso eran los acuerdos sobre las
reformas políticas. Se reconoció el derecho a la libertad de
expresión, la libertad de prensa, el derecho de reunión (con
previo aviso) y manifestación (sin impedir las comunicaciones).
El adulterio dejó de ser perseguido, se castigó la tortura y se
abolió la competencia de la justicia militar en asuntos políticos.
También se decidió reestructurar (modernizar) la policía. La
trampa eran las reformas económicas. Se convino la
devaluación de la peseta, se liberalizó el despido del 5% de la
fuerza laboral de una empresa (se permitía también en
porcentajes superiores en determinadas condiciones) y se
acordó un tope a los aumentos de salarios del orden del 20 y el
22% (cuando la inflación estaba por el 47%). También se
acordó una serie de cambios en la legislación sindical, en torno
a la firma de los convenios colectivos de empresa, pero
también a la representación sindical, que minó las
posibilidades del movimiento obrero. Mientras los fiases
resplandecían en el palacio de la Moncloa, bajo la mesa se
dieron las manos en un pacto de caballeros: obstruir las
huelgas, diálogo social, estrangulamiento de las luchas obreras
radicales con el consenso social. Todos los partidos firmaron
los Pactos de la Moncloa, excepto la extrema derecha que se
negó a firmar la parte política y firmó sólo la económica. Los
medios de comunicación celebraron el acuerdo de clases
alcanzado que garantizaba la recuperación nacional.

La CNT de Cataluña fue la vanguardia de la lucha contra el


pacto 587 . Sus sindicalistas siguieron una táctica de frente
obrero contra los dirigentes partidistas de los sindicatos del
régimen y de momento lograron lo impensable. Durante la

587 Hasta enero de 1978, la CNT de Cataluña había repartido 140.000 carnés a sus
miembros. Vid. Edo (2006), p. 276. Dado que en septiembre de 1977 los miembros de la
CNT en toda España eran 120.000, es evidente que muchos trabajadores en Cataluña
habían abandonado los sindicatos del régimen en otoño de 1977 e ingresaron en la CNT.
Vid. Gómez Casas (1984), p. 85.
firma de los Pactos de la Moncloa, organizaron una
concentración de protesta en Barcelona, en la que participaron
los sectores catalanes de CC OO y UGT. Cuatrocientos mil
trabajadores y gente solidaria inundaron las calles de la ciudad.
Los partidos de la democracia española fueron sacudidos por la
rebelión de los sindicatos y se entregaron a una carrera por
restaurar el orden acordado. CC OO de Cataluña puso de
manifiesto cismas y tendencias de disolución. El partido
socialista se mostró más capaz de reducir a sus sindicalistas. Lo
que le quedó claro al sistema político fue la capacidad del
movimiento libertario de torpedear el pacto de estabilidad, si
podía extender por todo el país la unidad de la lucha sindical.

La solución se encargaron de darla los servicios secretos del


Estado. El 15 de enero de 1978 la CNT organizó una
manifestación en Barcelona contra los Pactos de la Moncloa.
Tres días antes llegó “en secreto” a la ciudad Joaquín Gambín,
conocido por los combatientes por el caso de los armas de la
FAI en Murcia. Lo que no se sabía era su condición de chivato
de la BPS. Gambín se acercó a un grupo de jóvenes
militantes 588 e intentó convencerlos de que se llevasen armas
‒que él les proporcionaría‒ para defender la manifestación de
las provocaciones fascistas. Los jóvenes se negaron y
decidieron ir a la manifestación sólo con cócteles molotov.

588 Algunos de los miembros del grupo estaban afiliados a la CNT, pero habían decidido
actuar de forma independiente de la Confederación y pasar a la lucha armada. Los
acusados por el caso, aunque fueron auxiliados por la CNT, que no rechazó su condición
de miembros, se identificaron en prisión como autónomos. Es significativo que antes de la
manifestación se presentaron en las oficinas de la CNT catalana, donde era mayoría la
tendencia sindicalista, informaron de los cócteles molotov que llevaban y preguntaron si
necesitaban su presencia en algún punto de los piquetes de defensa. Los organizadores
respondieron que todo estaba en orden (la seguridad tenía cócteles por razones de
autoprotección). Vid. Cañadas (2008), p. 29‒32.
Gambín señaló como objetivo adecuado de los molotov ‒si no
se producían incidentes en la manifestación‒ la sala de fiestas
Scala, un edificio de siete plantas al otro lado de la zona centro
de la ciudad, donde se divertían los nuevos ricos de la clase
burguesa catalana.

En la manifestación participaron alrededor de quince mil


personas. Muchos compañeros jóvenes decidieron dirigirse a la
cárcel modelo, en solidaridad con la lucha de los presos. La
policía se mostró especialmente conciliadora en su
comportamiento y se evitaron los incidentes. Gambín instó al
grupo de jóvenes a llevar a cabo el ataque al Scala y ellos
aceptaron. Después de que acabase la manifestación se
dirigieron al otro lado de la ciudad y arrojaron los cócteles
molotov en la entrada del edificio, cerrada con cristales. Los
servicios secretos habían colocado en el edificio artefactos
incendiarios. En cuestión de minutos fue envuelto por las
llamas y se quemó totalmente589. Cuatro obreros que hacían
trabajos de mantenimiento fueron carbonizados. La
investigación in situ de los bomberos reveló la existencia de
restos de fósforo residual en las ruinas, pero el archivo
desapareció de las pruebas. El edificio fue demolido dos días
después del incendio y el gobernador de Cataluña atribuyó el

589 Los participantes en el ataque aseguraron más tarde que el fuego de los molotov se
había extinguido casi antes de que se perdieran por los callejones de enfrente y que cuando
fueron al Scala ya salía una columna de humo de la parte trasera, que ellos creían que
procedía de las chimeneas de una industria. Cañadas (2008), p. 34. La descripción de los
hechos por la tendencia sindicalista de la CNT ‒y posteriormente la CGT‒ es a menudo
incompleta y selectiva en relación con la responsabilidad de los servicios secretos y la
planificación estatal más amplia. Hay una referencia completamente errónea en griego en
el prólogo de Ceacero et alii, p. 11. donde se dice: [...] La manifestación de la CNT en
Barcelona contra el Pacto es ahogada en sangre cuando del bloque de la FAI sale un
cóctel explosivo hacia la ópera (Scala) de la ciudad [...].
incendio a motivos políticos antes incluso de que se redactase
la acusación. Esa misma tarde comenzaron las detenciones de
siete jóvenes, chicos y chicas, que Gambín delató a la policía. El
mismo “escapó” tras reunirse con el inspector de policía y se
emitió la orden de detención contra él590. Los jóvenes fueron
cruelmente torturados hasta que firmaron sus confesiones.

El “caso Scala” fue una provocación elaborada, de inspiración


goebbelsiana, con múltiples beneficios para el estado591. La
difamación de la CNT fue enorme y orquestada desde el primer
momento. Todos los medios de comunicación hablaron de los
obreros muertos ‒miembros de la UGT y la CNT‒ que había
asesinado una organización sindical, de la recuperación del
terrorismo anarquista y de un intento de desestabilizar la

590 El propio Gambín aceptó su papel en el “caso Scala”, cuando fue detenido por error
en diciembre de 1981, por posesión de explosivos que no había conseguido trasladar a
ETA. Pasó menos de un año de prisión, fue liberado y continuó su vida con un nombre
falso. En 1978 había delatado a miembros del ERAT, el grupo autónomo de trabajadores
de SEAT, que había cometido atracos para financiar las huelgas. Hay una referencia
pormenorizada al ERAT en Cortade (2009), ps. 168‒178. Debord, en los textos traducidos
en este libro sobre los autónomos, muestra una gran diligencia difamando en conjunto a las
Brigadas Rojas y GRAPO como corrompidos por la policía, pero se le escapa que los
combatientes autónomos de España habían caído, desgraciadamente, también ellos
víctimas de la provocación en algunos casos, dato que crea desigualdades en su análisis.
591 La referencia al nazi Goebbels no es casual ni grandilocuente. El ministro del Interior
del gobierno democrático, que organizó el “caso Scala”, fue Martín Villa. Éste había
ejercido durante la dictadura como secretario nacional del sindicato vertical y era un fírme
defensor del modelo de organización nacionalsocialista (nazi). El responsable de la
ejecución del plan ‒está probado que se reunió con Gambín‒ fue el inspector de la BPS,
Conesa. Éste había comenzado su carrera en la policía franquista en 1939 y durante la
Segunda Guerra Mundial fue enviado a cursos de formación con la Gestapo en la Francia
ocupada, con la tarea de vigilar a los refugiados españoles. Antes de la Transición fue
responsable de contactos con neofascistas italianos, franceses, croatas, argentinos y
portugueses, a los que daba asilo ‒y trabajo‒ en España. Vid. Edo (2006), ps. 296‒297.
Antes del caso Scala, los medios de comunicación habían intentado culpar a la CNT
también de muchos otros hechos, tales como ¡ataques a separatistas catalanes, acciones del
GRAPO y planes para secuestrar ministros!
democracia. La policía lanzó una campaña de represión contra
los libertarios, con detenciones, interrogatorios y acusaciones
infundadas. La doctrina de la responsabilidad colectiva de la
Confederación en el “caso Scala” asustó a muchos miembros
de la CNT y sirvió como pretexto de la represión. El cambio en
la opinión pública en detrimento de los anarquistas fue
inmediato. Aún más desastrosas para la organización fueron las
desavenencias que estallaron en torno a la cuestión de la
solidaridad con los detenidos. La mayoría de la organización se
solidarizó con los jóvenes detenidos, bien reconociendo la
provocación o bien porque los detenidos eran miembros de la
CNT. La tendencia sindicalista condenó a la FAI como
responsable de los hechos y manifestó sus reparos a
solidarizarse con los detenidos si no era acompañada por la
renuncia a las acciones individuales.

La Confederación entró en una fase de intensa aniquilación


interna. Muchos análisis simplistas de la historia de la CNT
consideran que el caso Scala fue el único responsable del
hundimiento del movimiento libertario y la caída en vertical del
número de miembros de la Confederación. Sin embargo hubo
diversos factores que condujeron a ese resultado. Las
discrepancias entre las tendencias habían llegado a un punto
crítico. La CNT estaba en contra de la participación en las
elecciones sindicales, después de una decisión colectiva. Contra
esa decisión, el ala sindicalista presentó sus candidatos en las
papeletas de las fábricas ‒en las zonas donde tenía la mayoría‒
provocando la intensificación del conflicto interno. Debido a las
discrepancias internas, la CNT retrasó el reemplazo del comité
nacional desde septiembre de 1977 hasta abril de 1978,
cuando el secretario de Cataluña asumió las funciones de
secretario general. La discordia interna se expresó en la
primavera de 1978, hasta incluso con el ejercicio de violencia
física, en los locales de los sindicatos y los ateneos libertarios.
Otro factor que condujo a la reducción de miembros fue la
expulsión de algunos marxistas y trotskistas que creyeron que
era el momento conveniente para revelar su identidad política
y hacer proselitismo dentro de la organización. La crisis global
del movimiento obrero, en los años 1978‒79, desempeñó
también su papel en la retirada de los trabajadores de la CNT.
Los nuevos convenios colectivos de la patronal con los comités
electos favorecieron a los sindicatos del régimen y restaron
poder de negociación a la Confederación, que prefirió quedarse
al margen de los compromisos sociales y lejos de la
intermediación. La solidaridad con los presos del caso Scala no
era más que un pretexto cómodo para romper con una mayor
intensidad las hostilidades entre las múltiples tendencias592.

Desde abril de 1978 hasta la celebración del 5o Congreso de


la CNT en diciembre de 1979, las actividades de la mayoría de
los miembros de la Confederación se centraron en los
conflictos internos. Esa fue la razón principal de la reducción de
su pujanza, junto con el terrorismo de Estado. En este año y
medio, los miembros de la CNT disminuyeron drásticamente en
un 80% aproximadamente593. La división interna era evidente

592 Es un error entender la historia de la CNT, desde el principio hasta nuestros días,
como una lucha dialéctica anarquismo‒sindicalismo, FAI‒treintistas,
ortodoxia‒reformismo. A pesar de la importancia crucial de esta hipolaridad, huho
siempre implicaciones de ideologías, injerencias externas, terceras vías, razones
personales superiores a las políticas y militantes que estaban en ambos bandos. En cada
momento de la historia de la Confederación hay que tener en cuenta muchos factores en el
análisis y no basarse en modelos maniqueos.
593 No hay un recuento exacto de los miembros de la CNT en ese periodo. El secretario
general Enrique Marco Batlle calculó en abril de 1978 como número máximo 250.000
por la fundación en secreto de los GAA594. Los GAA los creó la
minoría sindicalista que quería modernizar la CNT, es decir, su
participación en las elecciones sindicales y los comités de
empresa y la desconexión de las decisiones del Congreso de
Zaragoza en 1936. En esencia, los GAA aspiraban a convertirse
en un equivalente sindicalista a la FAI que pudiese influir en las
decisiones de los sindicatos de la CNT, funcionando en paralelo
a ellos. Su funcionamiento les llevó a ser denominados
despectivamente “paralelos”. La revelación de su existencia dio
la posibilidad a la otra paralela, la FAI, de difamarla y solicitar la
baja de los miembros de la CNT que participaban en los GAA.
De hecho, la mayoría de las asambleas de sindicatos ‒en las
que los reformistas no tenían mayoría‒ dieron de baja a los
miembros de los paralelos, entre ellos dos miembros del
comité regional de Cataluña595.

Otra muestra más de la diferencia de las tendencias que


constituían la renacida CNT fue la creación de la FIGA596. La

miembros. Vid. Gómez Casas (1984), p. 133. La enciclopedia de la Íñiguez habla de cerca
de 200.000 miembros a principios de 1978. Vid. Iñiguez (2001), p. 413. La mayoría de los
historiadores de la época toman como base los 120.000 miembros que pagaron la cuota en
septiembre de 1977. En el 5o Congreso de la CNT en Madrid, en diciembre de 1979,
estuvieron representados aproximadamente 30.000 miembros (cifra que dio Miguel
Amorós en su presentación en la feria del libro de Santiago de Compostela, 25/10/2008).
594 Grupos de Afinidad Anarcosindicalista.
595 Como son raros los textos griegos que se refieren a ese periodo, se impone una crítica
a la perspectiva de Emilio Cortavitarte en Ceacero et alii, (p. 47), donde dice que los GAA
[...] intentaban restaurar la democracia interna en la CNT, si bien es evidente que el
propósito de los GAA era intentar imponer la linea sindicalista en la política de la CNT.
Además el hecho de que las decisiones sobre las bajas se tomasen en asambleas generales
de sindicatos hace un poco débil su argumento de que [...] la mayor parte de los que
hicieron efectivas las bajas estaban relacionados (con la FAI). En cambio, es acertada la
pregunta retórica sobre si la FAI y los GAA tenían una actividad paralela de tipo diferente,
ya que tenían las mismas características.
596 Federación Ibérica de Grupos Anarquistas.
FIGA la fundaron en diciembre de 1978 siete grupos
anarquistas que pretendían crear una organización sobre el
modelo de la FAI del periodo anterior al comienzo de la Guerra
Civil. Su objetivo era fortalecer la corriente anarcosindicalista
dentro de la CNT y tomar parte activa contra el Estado y el
capitalismo apoyando las huelgas salvajes, llevando a cabo
expropiaciones y secuestros y realizando sabotajes. La
evolución y la disolución de la FIGA fueron rápidas. Hasta mayo
de 1979 el número de grupos anarquistas que se habían
incorporado a ella llegaba a treinta y tres. Sus miembros habían
atracado bastantes bancos (fueron acusados de más de veinte)
y con el dinero habían apoyado iniciativas de la CNT y del
movimiento libertario, así como huelgas en Extremadura,
Galicia y Madrid. También habían robado armas a la policía en
España y Portugal para reforzar su arsenal. En mayo de 1979 la
policía detuvo a Alejandro Mata y mató a Agustín Valiente en
un enfrentamiento armado. Ambos estuvieron entre los
fundadores de la FIGA y eran muy conocidos en el movimiento
libertario. A continuación hubo muchas detenciones y la
organización fue prácticamente desarticulada597.

En el plano sindical, la CNT intentó tomar iniciativas en el


bienio 1978-79, pero sus éxitos fueron limitados. Las luchas
obreras estuvieron en mínimos históricos durante este
periodo, tras la capitulación de clase de los sindicatos del

597 Hay en traducción griega, en Cortade (2009), ps.152‒168, una entrevista de


miembros de los grupos autónomos a miembros de la FIGA presos. El epílogo de los
autónomos es especialmente despectivo en ciertos puntos. A pesar de las discrepancias
razonables entre ambos grupos, no es correcto afirmar que la FIGA no hizo nada
subversivo. Dieciséis miembros de la FIGA fueron juzgados en 1983 y se dictaron
sentencias muy graves. Muchos de ellos permanecieron en prisión hasta 1989, cuando
fueron liberados mediante indulto.
régimen. La Confederación tomó la iniciativa en algunas
huelgas de carácter local en Alicante, Elda, Madrid, Badajoz y
otros lugares. Pero su firme posición en contra de las
elecciones y a favor de la acción directa, de las asambleas en
las fábricas y las huelgas, congregaba sólo a una parte de los
trabajadores y desmoralizaba a una clase obrera que cada vez
más se hundía en el fango del consenso y de la sociedad del
apartamiento de lo público.

El tiro de gracia se dio en septiembre de 1978 con la nueva


huelga de estaciones de servicio de Cataluña. Ese ramo laboral
había asegurado en la región ‒con la huelga de 1977‒ un
aumento de sueldo mayor que el de sus colegas de ramo en
otras regiones de España. Cuando se decidió congelar los
salarios en Cataluña durante un año, los trabajadores se
declararon en huelga indefinida con el apoyo de la CNT. De
nuevo aparecieron policías armados para hacer funcionar las
mangueras y una vez más hubo incendios provocados en las
estaciones esquiroles. La policía atacó las marchas de
solidaridad y el gobierno se mostró intransigente. El secretario
del comité nacional, Marco ‒que pertenecía a la tendencia
sindicalista‒, aceptó reunirse con el ministro del Interior. A
pesar de que las demandas de los trabajadores no fueron
satisfechas, la huelga terminó el día siguiente. Las reacciones
dentro y fuera de la CNT fueron muchas. No sólo no se había
logrado el objetivo ‒difícil de cualquier modo‒, pero la CNT
había accedido a conciliar con el estado al más alto nivel. El
carácter revolucionario de la Confederación se hizo cada vez
más borroso para los trabajadores.

En 1979 la atención se centró en el 5o Congreso de la CNT.


Durante muchos meses hubo asambleas y plenarias para
determinar los temas de debate, la fecha y el lugar de
celebración del congreso. Las diversas tendencias y los
sindicatos intentaban encajar en el orden del día todos los
temas de actualidad e históricos, ya que el último congreso de
la CNT en España había tenido lugar en 1936. La FAI del exilio y
sus aliados locales trataron de influir tanto en el tema como en
la selección de los delegados. Lo mismo hizo también por su
parte la tendencia sindicalista, con la esperanza de poder
lograr una renegociación del tríptico
medios‒tácticas‒finalidades, que se había decidido en
Zaragoza en 1936 y constituía la base del anarcosindicalismo
ortodoxo.

Consecuencia de estos procesos fue que la mayoría de los


miembros dejó de ocuparse de cuestiones laborales y sociales.
El congreso monopolizaba el interés. La prensa anarquista y
libertaria fue inundada por artículos de representantes de
todas las tendencias, que tenían un fuerte tono polémico. El
desarrollo del congreso se fijó para la semana entre el 8 y 15 de
diciembre en Madrid. Participaron 773 representantes de 353
sindicatos, mientras que cerca de cuarenta sindicatos
estuvieron representados indirectamente por otros
representantes. El orden del día incluía tantos temas y tan
importantes que sería imposible que se encontrasen soluciones
minuciosas, incluso aunque hubiese a disposición de los
asistentes el doble de tiempo. Desde el principio hubo
problemas con el procedimiento, ya que los participantes no
tenían experiencia en este tipo de procesos y hubo
malentendidos y encontronazos.
Cuando el Congreso empezó a funcionar satisfactoriamente y
se vislumbraron las correlaciones reales, el bando sindicalista
se dio cuenta de que no podría ganar la partida. A medida que
pasaban los días y las resoluciones no satisfacían a la tendencia
sindicalista, se decidió un movimiento que dinamitó el futuro
de la CNT. El 13 de diciembre, dos días antes del final del
congreso y aunque muchas cuestiones ni siquiera se habían
tocado, cincuenta y cuatro delegados de cincuenta y un
sindicatos sacaron un comunicado que denunciaba la falta de
libertad de expresión, amenazas contra ellos y violaciones de
normas de funcionamiento. Solicitaron la anulación del
congreso, la realización de uno nuevo en primavera y la
prórroga del mandato del comité nacional. El congreso
respondió negativamente y ellos se fueron. Su fuerza
representaba el 8% de los miembros, algo más de dos mil
miembros. El congreso continuó con normalidad y por
desgracia cerró varias cuestiones importantes ‒entre ellas el
comportamiento de la CNT durante la Guerra Civil y también la
acusaciones contra los dinosaurios del exilio‒ con
procedimientos abreviados absurdos.

Lo que está claro para cualquiera que estudie las


resoluciones del 5o Congreso es la división de tendencias
dentro de la CNT y las diversas posiciones que expresaban. En
cualquier caso, el congreso cerró el primer ciclo de la
Confederación después de la dictadura. Los delegados que se
fueron desmembraron la CNT y, a través de un largo proceso,
crearon la actual CGT 598 . La mayoría de la organización

598 Confederación General del Trabajo. La historia de la CGT se presenta en griego en


Ceacero et alii. En la página 50 de este libro, el autor cree que en el 5º Congreso se impuso
en la CNT [...] el radicalismo marginal “antisistema”. El radicalismo antisistema
permaneció en la Confederación, pero la tendencia a la baja en
el número de miembros continuó. A finales de 1980 la CNT
contaba con 5.000 miembros y los reformistas casi 1.000 599. A
partir de entonces, la historia del anarcosindicalismo en España
ha estado marcada por las divisiones y las decepciones. Incluso
hasta hoy la CNT no ha logrado recuperar el impulso y la
repercusión que le aseguraría una posición de liderazgo en las
luchas sociales y de clase.

Pero ¿dónde se fue todo ese impulso de los combatientes de


los primeros años de la Transición? ¿Qué pasó con el
movimiento que puso en tela de juicio y aterrorizó al capital
español? El movimiento obrero fue derrotado en el momento
en que se perdió la comunidad de base de los trabajadores y
‒con la instalación de la legislación de la democracia
representativa‒ fue sustituida por la cesión de la lucha a
burócratas y comités. En condiciones de crisis económica y de
incertidumbre laboral, eso significó el distanciamiento de los
sueños colectivos, la introspección y la actitud individualista del
obrero. El movimiento social, que tenía un apoyo enorme y una
gran participación de los jóvenes, especialmente en las

distinguió a la CNT desde su fundación. Si el término “marginal” se refiere al pequeño


impacto que tenía ya el radicalismo antisistema en 1979, entonces el problema radica en
las correlaciones sociales y no en la CNT. Un organización sindicalista revolucionaria no
está para cambiar así de simplemente a posiciones reformistas única y exclusivamente
porque la sociedad se haga más conservadora. Si fue responsable de algo la CNT en la
Transición fue de su incapacidad para escuchar, para aglutinar y agudizar las luchas
obreras y sociales. Eso era difícil de hacer, cuando muchos de sus miembros estaban
inmersos en la lucha intema por el control político de la organización. Mientras los
revolucionarios intachables de todo tipo se devoraban entre sí, la moderna sociedad
capitalista y la crisis económica nublaban la visión de la acción revolucionaria colectiva.
599 Ceacero et alii, p. 51. No se menciona la fuente de las cifras, de todos modos en el
mejor caso tal vez aún participaban unos pocos miles de miembros en la CNT.
ciudades600, comenzó a disminuir gradualmente después de
1977. El consumismo, la droga, el arribismo social y la
alienación rompieron los procesos colectivos y condujeron a las
personas adonde el capitalismo los quiso siempre:
atrincherados en su universo privado, lejos de cualquier
concepto de solidaridad social.

600 Un ejemplo característico era la ciudad de Valencia. Había asambleas de


trabajadores, asambleas por los presos, asambleas escolares, vecinales, etc... Hasta incluso
los gitanos de la ciudad (categoría social tradicionalmente marginada) participaba en
asambleas y los más jóvenes de ellos mantenían relaciones con algunos autónomos,
participaban en expropiaciones de grandes almacenes y otras acciones. Datos del discurso
de Femando Etxavier “Alcatraz”, miembro de los grupos autónomos de Valencia el
11/03/2008, en Barcelona en el marco del seminario Histories deis grups autónoms,
organizado por la asamblea libertaria de la Universidad de Barcelona.
GRITOS DE LIBERTAD DESDE LAS PRISIONES

RAMÓN RUFAT

Primer testimonio: 1939 ‒ Ramón Rufat Llop:

Ramón Rufat Llop nació en 1916 en Aragón y murió en 1993


en Cataluña. En julio de 1936 era miembro de las Juventudes
Libertarias de Barcelona y fue al frente con los primeros
milicianos. Desde octubre de 1936 hasta su detención en
diciembre de 1938 fue miembro de los servicios secretos del
ejército republicano, que recogían información del bando
sublevado, hacían sabotajes y rescataban a encarcelados en la
retaguardia fascista. El 4 de mano de 1939 fue condenado a
muerte. Tras su peregrinaje por varias cárceles y campos de
concentración ‒durante el cual le sometieron dos veces al
tormento de su ejecución simulada‒ consiguió ser puesto en
libertad con documentos falsos en 1944. Se incorporó
inmediatamente al aparato clandestino de la CNT y en mano de
1945 asumió el cargo de secretario en junciones. En octubre del
mismo año fue detenido y condenado a veinte años y puesto en
libertad condicional en 1958. Huyó clandestinamente a Francia,
de donde regresó a España en 1976.
[...] Todos se levantaron al verme, y todos me preguntaron
casi a la vez si yo era uno de los condenados que habían
llegado días antes de Calatayud. Cuando les contesté que sí,
hubo uno que exclamó:

‒¡Vaya ofensiva que nos habéis traído!

En sus rostros quise leer una especie de repulsa hacia mí,


como si fuera yo el culpable de que nos tuvieran que fusilar. No
me gustó nada esta primera impresión. Y siguieron conmigo
duros y secos, dándome en cada frase un tiro de gracia.

‒Mira ‒me dijo el veterano‒: La costumbre de la celda es que


el último que ingresa pase a ocupar el lugar junto al retrete;
pero como tú tienes que salir mañana seguro, y contigo alguno
de nosotros, si no, no te hubieran puesto aquí, es mejor que te
quedes en la puerta, en el lugar del que se ha llevado ahora, y
así mañana nos molestarás menos.

‒Me parece bien ‒respondí‒. Por un día que voy a estar con
vosotros no quiero causaros ninguna molestia.

Y me senté en el petate que seguía existiendo para tomar


posesión. Las caras de aquellos nuevos compañeros me
parecieron destrozadas por el sufrimiento. Supuse que no
habían dormido en toda la noche y que continuaban sus
nervios en tensión, convencidos como estaban de que durante
varios días continuarían las sacas601.

601 Los dos días siguientes, 7 y 8 de noviembre (1939), se realizaron dos nuevas sacas:
en cada una de ellas se asesinó a 15 presos.
Tocaron salida al patio, y también nosotros salimos, pero con
una formación menos perfecta. Nuestro patio era el de la
enfermería, y allí nos juntábamos con los enfermos, los
sarnosos y los viejos. Era el único patio por el que se podía dar
algún paso sin hacinamiento. Nos dieron el café en el patio, y
pronto se formaron corrillos comentando las ejecuciones. Los
paisanos y conocidos acudían, como podían, a ese patio para
dar la enhorabuena a los que habían quedado y la condolencia
por los que se habían ido. Nos volvieron a la celda para darnos
la comida y una hora de reposo. Todos mis compañeros
durmieron esta hora, sentados o medio tendidos. Yo no tenía
ánimos ni para dejarme dormir. Nos llevaron de nuevo al patio,
y en este rato de la tarde todo el empeño de los condenados
era saber cuántos tenían que sacar la mañana siguiente y
quiénes eran los desgraciados.

Como se le ocurriera a algún oficinista pasar por el patio era


asaltado en tromba. La verdadera psicosis del condenado
estaba en saber de antemano la hora de su muerte. Había
entre los condenados un jovenzuelo asturiano que, por sus
acusaciones de sangre, había sido sentenciado a pena de
muerte a garrote vil y tenía verdadero horror a la horca. Este
dormía tranquilo si sabía que se trataba solamente de
fusilamientos. Pero el día antes de la saca preguntaba a todo el
mundo a ver si había ingresado alguna persona sospechosa,
porque le habían dicho que el verdugo venía a la prisión como
un detenido, llevando en su bolsillo una orden de prisión y otra
de libertad. Si por desgracia se le ocurría a alguien dar un
nombre como posible, todos sin excepción se veían
relacionados con el seguro, y aquello era un constante vivir en
la muerte.
Cuando regresamos a la celda para la cena y el recuento todo
estaba redondeado. El veterano de la 56 sabía que tenían que
sacar quince y que de la celda nuestra íbamos otro y yo. No dio
el nombre del otro, porque no se lo habían querido dar, pero le
aseguraron que no era él. No durmió tranquilo, sin embargo, a
pesar de toda la seguridad.

Pasamos el recuento en la galería, fuera de las celdas,


formados de a dos. Los presos de los salones que salían
también a formar nos hacían ademanes y señas, dándonos
ánimo y deseándonos buena suerte. Todo nos hacía falta.
Cuando se cerró la celda, dejándonos dentro con nuestra duda
y nuestros temores, todos los comentarios y rumores del día
cambiaron por completo. Más de uno suponía que no habría ni
saca; habían fallado algunos detalles, como la venida del cura a
las diez de la mañana y darse una vuelta por la prisión sin dejar
la teja en la percha de la Jefatura de Servicios. El personal
estaba atento a todos estos detalles ínfimos. El capellán venía a
la cárcel todos los días; entraba en jefatura, saludaba al jefe del
día y colgaba el sombrero en la percha. Luego lo recogía al
marcharse. Pero los días de vísperas de saca, como él se
enteraba al subir a la prisión porque le daban una orden para
que avisara a los frailes carmelitas 602 de Torrero que le
ayudaban en el intento de confesar a las víctimas, tenía prisa

602 No se trataba de los frailes carmelitas sino de los capuchinos. Su convento, llamado
de San Antonio de Torrero, estaba próximo a la prisión. En 1940, se inauguró su basílica,
financiada por el régimen fascista de Benito Mussolini. En su torre se ubicó el “Sacrario
Militare Italiano”, en donde hasta hace unos años, reposaron los restos de 2.889 soldados
mussolinianos muertos en combate durante la guerra civil española. El capellán de la
prisión de Torrero publicó en 1980 sus memorias, en las que reconoció que la mayoría de
los ejecutados eran completamente inocentes y condenó el genocidio que se había llevado
a cabo en España en nombre de la patria y de dios.
para ir a cumplir su cometido y recorría la prisión con la cabeza
cubierta. Tengo que reconocer que el día que se enteró de este
detalle enmendó radicalmente su descuido y hubiera o no saca
colgaba la teja en la percha. Pero hoy no había venido siquiera.
Era una razón de un peso enorme en aquellos momentos y nos
quisimos convencer todos de que podíamos dormir tranquilos.
Tanto, que el veterano se puso a estudiar francés como hacía
todas las noches que no se temía la saca. Un hombre de
Binéfar603, optimista, se atrevió a entonar una jota. Lo hacía
muy mal. A mí me sonaba a funeral.

Había un detalle, en cambio, que era entonces un infalible


metafísico: el avance de la infantería. Como los salones estaban
tan repletos, al toque de camas quedaba invadido todo el
espacio de la Prisión, hasta nuestra galería. A nosotros nos
alegraba infinito ver por las mirillas cómo avanzaban aquellos
presos, petate a cuestas, e invadían toda la galería, llenándola
con sus riñas y discusiones por el milímetro de espacio y
animándola hasta que la corneta tocaba silencio. Si la
infantería no avanzaba, ya no había que dudar. Cuando tocaron
a hacer camas, todos, los diez, nos amontonamos en la puerta
para ver y esperar.

Pronto oímos el ruido de los hombres que salían de los


salones y bajaban por las escaleras. También sonaban
imperiosas las voces de los cabos de los acomodadores. De vez
en cuando, el chasquido de unos correazos o el estallido de
sonoras bofetadas. Pero la marea no llegaba a nuestra vista.

603 Se llamaba Manuel Feres Alzuria, tenia veinte años y fue fusilado en la saca
siguiente, la del 7 de noviembre de 1939.
Todo ocurría lejos, tan lejos, que nos parecía en otro mundo.
Fueron cesando las voces y los ruidos, y nosotros seguíamos en
la mirilla sin ver nada.

Tocaron silencio, y ya nadie dudó: había saca. Todo el


optimismo forzado se convirtió en un mutismo obligado. Oímos
los pasos quedos de un funcionario y nos retiramos de la
puerta, sentándonos o tumbándonos en nuestros sitios como si
tuviéramos miedo de ser vistos. El funcionario nos miró
primero por el chivato y luego apagó la luz. En la celda
teníamos una vela, que encendimos y pusimos elevada sobre la
mesilla. Ni que estuviéramos velando a un difunto. A la luz de
la vela adquiría la celda un aspecto raro. Yo ya me había
alumbrado en los calabozos con el aceite de las latas de
sardinas y una torcida. Pero esta luz de ahora me parecía más
lúgubre. Y era aún mucho más impresionante la razón de que la
vela estuviera encendida. Todos sacaron papel y pluma o
lapicero y se pusieron a escribir una carta. En la despedida
final, el testamento. Me senté también en el petate y me puse
a escribir. No sabía a quién dirigir mi último mensaje. Si lo hacía
a mi padre, susto seguro; si lo hacía a mi hermano, no valía la
pena. Pero había que escribir a alguien. Era un momento
contagioso: uno necesitaba decir algo a quien fuera, y como
todos escribían callados, serios, pensando lo que sentían a ver
si eran capaces de poderlo plasmar, no podía hablar ni conmigo
mismo. En estos instantes el hombre no puede reflexionar ni
desdoblarse. Se me ocurrió, por fin, escribir a un hermanastro
mío que estaba haciendo el servicio militar en Zaragoza para
decirle que procurara por todos los medios no tener que
formar a las cinco de la mañana para un servicio especial, no
fuera caso de encontrarse con una escena desagradable. Nos
habían asegurado que todas estas cartas salían porque las
consideraban como nuestra última voluntad. Y así era. Y salían
también, si las echábamos, las que hacíamos los que
quedábamos con vida. Yo hice la carta sin pensar que, si me
sacaban por la mañana, mi advertencia era inútil, porque él no
recibiría la carta hasta los dos o tres días. Terminé pronto, el
primero, y me quedé mirando a los demás. Los había que
pensaban y repensaban buscando la palabra adecuada, casi
siempre figurada, para que pudieran entender lo que ellos
querían significar. Pero lo normal era que lo dijeran todo con
tanta claridad, como el grito final de viva o muerte delante del
piquete 604 . Se fueron terminando las cartas y dejándolas
encima de la mesita con el sello puesto. Allí quedaron las diez,
a la luz trémula de la vela, dando testimonio de unas ansias de
vida ante el temor de la muerte. Durante la escritura habíamos
comenzado ya el desfile al retrete. Siempre lo empezaba un
viejo, peón caminero de Belchite. Cuando ya no había duda de
la saca, este hombre quedaba descompuesto, y diciendo “no lo
puedo remediar”, nos obsequiaba con su perfume. Después
seguíamos los demás. El que menos, el más insensible, meaba
ocho o diez veces durante la noche. Razón tenían para dar al
nuevo el lugar junto al retrete. A eso de media noche
apagamos la vela, y ya a oscuras seguimos hablando, porque
no era posible dormir. El de mi derecha, que tenía los pies
debajo de la mesita, comprobó a tentones que todo estaba en
regla. Dejamos encima, junto a las cartas, un paquete de
tabaco y cigarrillos liados, un trozo de pan y alguna onza de

604 Ante el piquete de fusilamiento, los presos solían proclamar a voz en grito su
inocencia y lo injusto de su muerte. En cuanto a los gritos, eran muy fiecuentes los mueras
a Franco; en cuanto a los vivas, iban dirigidos a la República, a Azaña, la FAI y también a
Rusia.
chocolate, y además, esto infalible, la peor ropa de los que
estuviéramos allí. Ya me habían advertido que, en el caso de
que saliera yo solo, me tenía que poner aquella ropa y dejar la
mía para los compañeros que se quedaban. Asentí sin pedir
explicaciones; pero me las dieron diciéndome que, después de
fusilados les quitaban a todos las ropas y la llevaban a los
asilos. Y como entonces los más necesitados del mundo
éramos nosotros, era preferible que lo bueno se quedara allí.
Yo había mirado aquellas alpargatas cansadas de hacer un
verano en chancleta, con el suelo por suela y llenas de mugre,
aquel pantalón que hubiera rechazado un leproso y una
guerrera de uniforme de soldado que había pasado todas las
campañas de la sarna, de los piojos y de mil buitres
desgarrándole hasta los dos botones que le quedaban. Casi me
alegré de tener que salir con esta vestimenta, sin más
calzoncillo ni camisa ni nada, convencido de que mi propio
padre no me conocería si me viera.

Este fragmento se encuentra en Ramón Rufat, En las


prisiones de España, Zaragoza, Fundación Bernardo Aladren,
2003, ps. 110‒115 605 . Aquella noche sacaron de la celda
solamente a un condenado que había participado en la
ejecución de monjes de Calanda en 1936. Todos los presos de la
celda 56 estaban ya condenados a muerte hacía más de ocho
meses, uno de ellos estuvo viviendo ese proceso durante casi
tres años. El viejo de Belchite no fue ejecutado, se le conmutó la
pena por una cadena perpetua. Había sido acusado de señalar
al ejército republicano la ejecución de los asesinos de su mujer.

605 No se incluyen en el texto griego todas las notas ni se traducen literalmente las que se
incluyen. En la traducción española se incluyen las notas del libro griego.
Aunque demostró su inocencia y logró esquivar el pelotón de
fusilamiento, admitió después de mucho tiempo ante Rufat que
sí había delatado a los fascistas.
VICENTE ESPÍN ‒ ANTONIO CEREZO

Segundo testimonio: 1948 ‒ Vicente Espín Tamarit y


Antonio Cerezo Toledano:

El 28 de mayo de 1948 doce anarquistas huyeron del penal de


Ocaña. Para lograrlo, entre otras cosas, tuvieron que excavar
un túnel de trece metros en tres meses y medio. Su
espectacular fuga fue traicionada luego por un compañero que
finalmente se reveló confidente de la policía. Salvo dos, todos
ellos fueron detenidos muy pronto y devueltos al penal de
Ocaña. Cuarenta y cinco años después de la fuga, el más joven
de los participantes en ella, José Yáñez, tomó la iniciativa de
reunir a los participantes supervivientes y publicar sus
testimonios. Los fragmentos de más abajo hacen referencia al
periodo que siguió a la detención de los fugitivos.

[...] Presos de nuevo, fuimos trasladados al cuartel de la


Guardia Civil de Valle Hermoso. Era el 16 de mayo de 1948.

Tras haber sido durante varios días sometidos a


interrogatorios e infamantes vejámenes, nos trasladaron al
Penal de Ocaña, encerrándonos en la galería de las celdas de
castigo, sucias y negras como boca del lobo. Para que no
pudiéramos comunicarnos estábamos separados cada uno por
una celda intermedia vacía, y castigados a media ración de
asqueroso rancho, compuesto, en general, de lentejas
agusanadas. Durante casi dos años estuvimos sometidos a los
mismos procedimientos que habían reinado en los campos
nazis. Los domingos nos obligaban a salir a un pasillo largo
donde un cura oficiaba la misa. Separados unos de otros por
unos seis metros de distancia, sólo los dos primeros veían una
especie de altar improvisado. Y como sea que cualquier drama
comporta su nota cómica, Manolín decía ver oficiar al cura a
través de mis orejas, ¡tan finas se habían vuelto!

Tras veintitrés meses de soportar ese régimen de muerte


lenta, nos visitó un médico de la prisión. El examen de nuestro
estado físico fue somero en extremo. Consistía en bajarnos el
párpado inferior de un ojo y se volvía cerrando la celda con un
tremendo portazo. Una visita muda; aunque expresiva por
ambas partes: nosotros mostrándole nuestro cuerpo
esquelético y él mostrando ser un pelele al servicio de la
Inquisición rediviva entonces en España.

El día 20 de enero de 1950 fuimos juzgados y condenados por


el Tribunal presidido por el fatídico coronel Enrique Eymar, y
destinados a cumplir condena en diversos penales de los
establecidos por el fascismo a lo largo y ancho de toda la
geografía española.

Pocos meses antes de ser juzgados nos sacaban a un


pequeño patio para pasear, separados unos de otros por ocho
metros de distancia.
Los que cumplían condena estaban encerrados en las galerías
altas del sector. El paseo duraba escasamente media hora. De
aquel patio, recuerdo un episodio que enaltece al hombre. Al
evocarlo, renace en mí la emoción que entonces sentí.

Hasta aquel día el paseo dentro del cuadrilátero formado por


los edificios era monótono. Pero aquel día fuimos sorprendidos
en extremo cuando vimos unos hilos colgantes en cuyo
extremo y al alcance de la mano había, atados, pedazos de
tocino, de queso o de chocolate. Aquello nos parecía ser una
broma pesada. Se trataba, sin duda, de algo parecido al
fenómeno que suele producirse en los desiertos, consistente
en ver uno lo que más desea. Sobre todo agua, cuando la sed
anuncia la muerte. Un espejismo colosal y colectivo. Pero, no.
Resulta que los presos de allí ‒sin distinción de causa común o
política‒ tenían a pecho aportarnos su solidaridad. Así pusieron
audazmente en juego su generosidad, mostrando su desprecio
por el castigo que de su gesto podía dimanar en caso de ser
descubiertos. De uno de los bramantes pendían dos pastillas de
chocolate. Con disimulo di un tirón y me las apropié.

Los ángulos del patio estaban ocupados por los guardias. Con
mucha precaución escondí el chocolate entre el vientre y los
calzoncillos. Conducidos que fuimos a las celdas me desnudé y
descubrí que lo que mis carnes sentían como algo anormal era
debido a que, con el calor del cuerpo, el chocolate se había
derretido en gran parte, pegándose a mi cuerpo. Despacito,
con mucha paciencia y cuidado para no perder ni un ápice de
aquel suculento manjar, fui limpiándome llevando a la boca
cuanto recogía, sin reparo en recoger cuidadosamente lo que
se había pegado a la pelambre del pubis. [...]
[...] En el curso de los años que pasamos en Ocaña
sometidos a las celdas de castigo, los esbirros utilizaron todos
los medios destinados a “triturarnos” física y moralmente. ¡No
pudieron con nosotros! El malvado que dirigía la Prisión trató,
en primer lugar, de matarnos a palos. El Juez Eymar se le
opuso. No porque fuera buena persona, que de bueno no tenía
nada, pues era un monstruo de iniquidad. Se opuso porque se
había armado tal revuelo en Europa con nuestra evasión, que
procuraban dar motivos de repulsa hacia la dictadura
franquista. Sabía que todos los corresponsales de prensa
extranjeros y las Embajadas estaban al acecho para ver lo que
se hacía con nosotros.

El castigo máximo impuesto en aquella época era de dos


meses y medio de celdas de castigo. A nosotros nos tuvieron
en celdas durante dos años. Algo horrible. Inenarrable. Sólo los
que hemos tenido la desgracia de pasar por ellas podemos
valorar lo monstruoso que es meter en tal situación al hombre,
sean cual fueren los motivos. Ordenar tal castigo sólo puede
hacerlo un loco monstruoso. Y yo creo que Jerónimo de Toca
Ganzo tenía mucho de monstruo y de loco. Y, como él decía
constantemente: “¡católico!”. [...]

Los doce militantes anarquistas que escaparon de la prisión


de Ocaña tuvieron la suerte siguiente:

Germán Horcajada fue puesto en libertad a principios de los


años sesenta y murió antes definalizar esa década.

Antonio Ejarque escapó a Francia, donde murió en 1950.

Pedro González fue liberado en 1961 y murió en 1980.


Juan José Caba (1919‒1970) ya tenía en su activo una fuga de
la cárcel de Yeserías, en 1947. Tras su fuga de Ocaña fue
detenido con sus compañeros, pero en 1954 logró escapar otra
vez de Girona, falsificando su expediente judicial dentro de la
cárcel. Pasó clandestinamente a Francia.

Ensebio Azañedo también tenía fama por sus fugas. Había


logrado fugarse dos veces, en 1940 de la prisión regional de
Madrid y en 1944 de Santa Rita.

Cuando fue detenido después de la de Ocaña, le produjeron


daños irreparables en la columna vertebral a causa de las
torturas. Fue puesto liberado en 1958 con la salud destrozada y
murió en Francia en los años ochenta.

Francisco Romero logró escapar a Francia dos meses después


de la fuga.

Vicente Espín se quedó en España tras su excarcelación.


Murió a finales de los años noventa, afiliado al sindicato de
jubilados de la CNT.

Luciano Torrontegui (1917‒2010) fue puesto en libertad por


razones desalud en 1951.

José Yáñez (1921‒2006) después del juicio de 1950 fue


trasladado al sanatorio penitenciario de Cuéllar por una grave
tuberculosis. Sobrevivió y fue puesto en libertad a finales de la
década, cuando pasó a Francia.

Antonio Cerezo fue liberado a principios de los años sesenta,


aunque muchos compañeros suyos creían que había muerto
durante su internamiento en San Miguel de los Reyes, en 1960.
Su participación en 1993 en la redacción del libro sobre la fuga
puso en evidencia lo contrario.

Sobre Alberto García y Manuel Martínez Manolín no hay


datos precisos, solo que en los años noventa estaban vivos.

Dos compañeros que contribuyeron a la fuga desde fuera de


la prisión y unieron su suerte a la de los doce militantes fueron
Juan Gil y Francisco San Gil.

Juan Gil, gitano, secretario de defensa del comité regional de


CNT Centro fue detenido y fusilado el 17 de noviembre de
1949por ciertas acciones suyas durante la Guerra Civil.

Francisco San Gil, que esperaba a los huidos con una


furgoneta fuera de la prisión, fue detenido junto a ellos unos
días más tarde. En 1983 fue tesorero del comité nacional de la
CNT. Murió en 1991.

Los fragmentos anteriores son de J. Yáñez, A. Cerezo, V. Espín,


Evasión del Penal de Ocaña, 1948. Madrid, Fundación Anselmo
Lorenzo, 1993, ps. 90‒92, 103‒104.
MIGUEL GARCÍA

Tercer Testimonio: 1959 Miguel García García:

Miguel García (1908‒1981) se vio obligado a refugiarse en


Francia a los doce años, a causa de su participación en la
huelga de repartidores de prensa. Su padre estaba en los
grupos anarquistas de autodefensa durante el pistolerismo y
murió en 1919. Pronto Miguel ocupó su lugar, nada más
regresar de Francia. Durante la

Guerra Civil estuvo siempre en el frente y tras la derrota


estuvo treinta meses en un campo de concentración cerca de
Madrid, donde conoció a José Sabaté y Facerías. Escapó a
Francia, pero regresó clandestinamente a Barcelona para
luchar contra los fascistas. Fue miembro del grupo Talión y
estaba especializado en la falsificación de documentos públicos
y edición clandestina de prensa (era tipógrafo y camarero de
profesión). Fue detenido en la gran oleada de represión de 1949
y condenado a muerte en 1952, por el gran volumen de
documentos falsificados del que era responsable. Más tarde, se
le conmutó la sentencia por treinta años de prisión y fue
condenado a otros diez, ya que durante un traslado los
guardias encontraron un revólver en su maleta. Fue puesto en
libertad después de veinte años y un día (el tiempo máximo de
prisión entonces, ahora con la democracia se ha incrementado
a cuarenta), después de presiones internacionales. Emigró a
Inglaterra, donde convivió con el conocido historiador
anarquista inglés Albert Meltzer y fue cofundador de la Cruz
Negra Anarquista. Después de la muerte de Franco, regresó a
Barcelona, donde murió.

[...] 1959. El tiempo en prisión pasa lenta y dolorosamente.


Las ilusiones y esperanzas del principio se pierden. La sensación
de letargo que siguió a las ejecuciones masivas al terminar la
guerra continuó, pero yo quedé condicionado por el terror, la
monotonía y la rutina. El resentimiento y la amargura se
guardan pero la vida continúa.

El acontecimiento que más me conmocionó a mí ‒y a la


mayoría de presos de la CNT‒FAI‒ fue la emboscada a Facerías
en 1957. Su osadía y habilidad habían mantenido nuestras
esperanzas vivas. Nada podía perderse mientras hubiera
personas como él. Recordábamos a El Yayo, El Pepe, El Sheriff;
todos estaban muertos606.

[...] Un día recibí un mensaje de mi sobrina Sarita. “La tía


Rosario está muy enferma. Se está muriendo. Desea verte”.

La noticia me dejó terriblemente apesadumbrado. Imaginaba


que iba a ver al director y, llorando, le suplicaba que me dejara
salir bajo fianza o, al menos, con escolta. Debía ver a Rosario.
¡Tenía que hacerlo! Pero era inútil esperar un gesto

606 (N. del a.) Se refiere a Pedro Adróver, José Sabaté y Santiago Amir.
humanitario de los directores de prisiones, y menos aún de
éste.

Es cierto que, en algunas ocasiones, incluso en España donde


la fianza no existe, se permite a los presos ‒con mucha
vigilancia y esposados‒ salir a ver a familiares cercanos que se
están muriendo o asistir a su funeral. Por supuesto deben
pagar todos los gastos, incluyendo la escolta armada.

Pero Rosario no era mi esposa, aunque para mí era como si lo


fuera. La cuestión era encontrar algún papel que pudiera
utilizar para justificar delante del director mi solicitud de salir
de la cárcel para despedirme de ella.

Sólo una persona perturbada habría tratado de convencer al


director sobre la nobleza de sentimientos como el amor u otros
ideales. Un certificado de matrimonio era lo único válido en
casos como éste.

A menudo los anarquistas que tenían familia se veían


obligados a pedir permiso al director para que sus esposas los
pudieran visitar. La conversación, o mejor dicho el monólogo,
se desarrollaba siempre de la misma manera.

“¿Su esposa? ¿Qué esposa? Aquí en los registros aparece


como soltero. No conozco esa familia que se atribuye. Si quiere
que su mujer lo visite, vaya a ver al cura. El los casará. Esta es
una institución cristiana y no vamos a favorecer uniones
inmorales”.

[...] A veces, si el cura era hábil, lograba una presa aún


mayor. Se suspendían todas las visitas hasta que los padres no
permitieran que sus hijos fueran bautizados por el cura. Sólo
entonces podían ver a su padre tras las rejas, un privilegio que
no se extendía fácilmente a los no creyentes.

En el caso mío y de Rosario, ni siquiera habíamos vivido


juntos. Aparte de maldecir aquella situación, no había otra cosa
que pudiera hacer. Poco tiempo después llegó otra carta de mi
sobrina en la que me decía que Rosario había muerto. Un
profundo dolor se apoderó de mí. ¿Cómo podía una mujer tan
llena de vida, estar muerta? ¡Y yo pudriendo mi vida en una
cárcel!

[...] El asistente del director, al ir a misa, fue insultado por


todos los presos. “¡No se olvide de confesar sus robos,
ladrón!”. El lunes por la mañana sonó la diana para el trabajo y
nadie fue. Aunque estaba cayendo un fuerte aguacero los
presos permanecieron en posición de revista en el patio pero
no entraron. El jefe de los oficiales les preguntó exasperado:
“¿qué es lo que quieren?”, y la respuesta fue una inmediata y
confusa retahila de quejas por parte de todos. Pidieron que
viniera el director para expresarle sus quejas, pero cuando vino
lo recibieron a gritos.

“¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Todos fuera del patio!”. Los


funcionarios empezaron a empujar a los presos hacia adentro y
como la lluvia estaba cayendo a cántaros, obedecieron. Pero en
vez de ir a las celdas, aquella gran aglomeración de presos
entró en uno de los dormitorios más grandes que estaba en el
piso de arriba. De los 400 penados un buen número de ellos
estaba en la enfermería. Cuando vino el cambio de guardia, se
duplicó la fuerza de los guardias entre los que iban y los que
llegaban, pero incluso entonces no pudieron contener lo que se
estaba convirtiendo en un motín.

Nos dimos cuenta de que los guardias tenían miedo de


agravar más aquel incidente que amenazaba con escapárseles
de las manos. Los funcionarios más odiados no entraron con el
nuevo turno.

[...] Vino el director y pidió orden. “¡Díganme exactamente


qué es lo que quieren!

Un viejo preso se levantó y pidió que lo dejaran hablar.


“¡Queremos que venga el Inspector Central de Prisiones de
Madrid para que vea lo bandido que es usted!”, gritó. “No
puede robarnos de esa manera; él está ahí para vigilarlo y
nunca viene”.

Otros se unieron en apoyo gritando: “¡Tiene razón, la gente


aquí está cumpliendo treinta años por menos de lo que usted
hace aquí todos los días!”. Uno le lanzó un cacharro. Era sólo
una sartén de mango largo, pero por la fuerza que llevaba
habría podido matarlo. Falló por poco. El director se puso
pálido y se retiró. Poco tiempo después los guardias fueron
retirados. Todos saltaron de alegría. “¡Fuera de aquí bastardos,
hijos de puta!”, gritaron llenos de felicidad. La dirección de la
cárcel aún no parecía haberse decidido a tomar represalias.

Llegó el mediodía y se sirvió la comida. Era peor de lo


habitual. Nadie comió. La privación de alimentos es uno de los
peores castigos en la cárcel, pero negarse a comer es también
una ofensa grave ya que devalúa el castigo. Si se ha de morir ha
de ser a consecuencia de una orden y no por propia voluntad.
Independientemente de lo mala que fuera la comida, era claro
que para la mayoría el rechazo colectivo a comer era en sí
mismo un motín. Los funcionarios tenían que protegerse para
que no les golpearan con las gavetas que traían con la comida y
que los presos les lanzaban violentamente. “¡Dénselo a los
cerdos para que les amargue la Navidad a ellos!”. “¡Nos
negamos a comer esa porquería!

El director vino una vez más al dormitorio. “Se acabó”, dijo.


“¡Los que no pertenezcan a esta galería fuera ahora mismo!
¡De lo contrario intervendrá la Fuerza Pública!”.

Y se largó. Empezó a correr el rumor de que había pedido la


presencia del Gobernador. Pero el Gobernador de Valencia se
había ido debido a las fiestas navideñas y ocupaba su lugar el
Inspector Regional de Policía. Este respondió rápidamente. En
menos de una hora oímos chirridos de frenos, sonido de
sirenas, toques de corneta. El Gobernador en activo había
enviado tres compañías de la Policía Armada, un escuadrón de
ingenieros y seis ambulancias, todos llegaron rápidamente y
formaron en el jardín de la prisión. El capitán de la policía dio la
orden de asalto y la compañía se puso en marcha. Todo el
mundo estaba con mucha tensión. Durante dos años se había
estado acumulando el descontento de los presos. Aunque la
Policía Armada estaba bien entrenada no esperaban una
reacción tan violenta. Los presos les arrojaron todo tipo de
objetos ‒botellas, sartenes, jarros, literas, colchonetas y todo
lo que se encontraban a mano. Los “grises” fueron obligados a
retirarse.

El capitán de la policía disparó al techo para advertir que


abriría fuego. El director de la cárcel manejaba torpemente una
pistola atascada. De pronto los dos se encontraron en medio
de la revuelta y a punto de recibir una paliza. La policía se había
defendido con sus porras pero no había tenido tiempo de
alcanzar sus pistolas. Ahora estaban casi rodeados. El director
se escabulló del dormitorio abandonando a los demás a su
suerte. El capitán de la policía, viendo que estaba en peligro de
quedar atrapado, hizo lo mismo. Un momento después sonó el
toque de retirada. ¡Cuánto tiempo hacía que no había
escuchado un toque de retirada!

“Viva la República”, gritó uno de los presos. “¡Pedid ayuda a


la aviación alemana! ¿Dónde están los moros?”, gritaban los
presos exaltados por la victoria. Y entonces la policía empezó a
lanzar gases lacrimógenos mientras los presos intentaban
cerrar las puertas.

“Están gaseándonos. ¡Hijos de puta!”.

“No, es humo”, les dije. “No se atreverían a usar gas ya que


ellos no tienen máscaras”.

Lanzaron una granada lacrimógena y empezamos a


ahogarnos. Alguien dio una patada a la ventana y el sonido de
los cristales rotos puso en tensión a todos e inmediatamente
después una lluvia de objetos acabó con los cristales que
quedaban intactos.

La policía consiguió finalmente forzar su entrada en el


dormitorio y nosotros comenzamos a levantar una barricada
contra la puerta con las literas. Con los colchones atravesados
esperábamos impedir que dispararan a través de la puerta.
Nuestra única comunicación con el mundo exterior era a través
de las rejas de hierro que estaban por encima de la puerta.

Contamos nuestras bajas: dos heridos graves, uno de ellos


que quedaría cojo de por vida, y varios heridos leves.

Los presos seguían insultando vehemente al director. Los


ánimos empezaron a calmarse cuando se supo que la
calefacción estaba apagada, y todas las ventanas estaban rotas.
Hacía mucho frío y había empezado a nevar con fuerza. Antes
de que anocheciera Valencia ya estaba cubierta de una espesa
capa de nieve. Algunos compañeros empezaron a hacer una
fogata. “¡No hagáis el tonto y tened cuidado con el fuego, vais
a encender todo el edificio!”, clamó una voz desde el exterior.
Empezamos a acomodarnos para pasar la noche. Yo estaba
medio dormido cuando un megáfono empezó a gritar a través
de las rejas. Yo apenas lo oí a través de mi sueño, por lo que
tuvieron que venir algunos presos a despertarme.

“¡Miguel! ¡El delegado de la policía está aquí! ¡Tú sabes cómo


hablar a estos políticos!”. Era el Gobernador en activo de
Valencia. Hablaba en un tono muy conciliador. Debió darse
cuenta de que, en ausencia del titular de gobernación, él sería
el máximo responsable si ocurría cualquier disturbio grave.

“A veces hay que aceptar la cosas como son, ¿no es así?


‒dijo‒. Aunque no me imaginé que éstas fueran tan malas
como son. Me dijeron que era una fuga, pero veo que sus
quejas son reales”.

Asentí. “Se nos ha robado y estafado durante años, pero ya


no aguantamos más y pedimos justicia”, le dije.
“Tienen mi palabra de honor de que si me dan por escrito
todas sus quejas irán al Ministerio del Interior inmediatamente
después de que se acaben las fiestas. Yo les prometo que no
habrá represalias ni castigos si deponen su actitud y vuelven a
sus dormitorios y al trabajo con normalidad”.

No es que confiara en él pero, además de que sonaba


razonable, no había otra alternativa. Confiaba en poder
engañarlo. “Debo consultar con los demás. Yo no soy el jefe”.

“Le esperare”.

Les comenté lo que me había propuesto y todos me dijeron


lo mismo: “¡No le creas! ¡Es un estafador como el director!”.

Pero cuando les pregunté qué otra alternativa teníamos


permanecieron callados. ¿Qué podían decir si solo
representábamos una mínima parte de los penados? Un gran
número de presos estaba en la enfermería, muchos simulando
enfermedades para evitar comprometerse con el motín.
Algunos dormitorios se habían negado completamente a
participar. De hecho, los presos comunistas fueron a decirle al
jefe de los oficiales que no tenían nada que ver en todo
aquello; con la excepción de uno de ellos, que participó en el
motín, el resto se mantuvo al margen aduciendo que aquélla
era una revuelta de delincuentes que no les concernía en
absoluto ‒aunque en realidad se comportaban de tal modo por
temor a que no les fuera aplicada la reducción de pena por
buena conducta.

Hablé con los amotinados y finalmente todos acordaron


rendirse.
Le dije al Inspector Regional que habíamos formulado
nuestras demandas y las pondríamos en un documento oficial y
nosotros le dijimos que llevaríamos a los heridos a la
enfermería y quitaríamos las barricadas.

“Ah, Miguel, deberían haberte tenido a ti en el 39 en vez de a


Casado”, me dijo uno de los veteranos de la Guerra Civil en
broma. Pero era una rendición de todas formas. Marchamos de
vuelta al patio y fuimos contados. El motín había terminado.
Nos dejaron ir a la tienda a comprar bebidas y luego de vuelta a
los dormitorios. Los clarines ordenaban nuevamente nuestras
vidas. [...]

El motín navideño de 1959 en San Miguel de los Reyes mejoró


mínimamente la situación en esa cárcel. Pese a los
compromisos en sentido contrario, veintisiete presos fueron
conducidos en traslado disciplinario a la cárcel de Teruel. Entre
ellos el único político era Miguel García. El comité de presos del
Partido Comunista comunicó durante el motín que se trataba
de un plan de amotinamiento y de fuga con el que no tenían
relación alguna. No querían poner en peligro los inminentes
aplazamientos de penas que pretendían. Miguel García cumplió
el máximo periodo de arresto y fue puesto en libertad después
de diez años.

El fragmento anterior procede de Miguel García, Francos


Prisoner, Londres, Hart Davis, 1972, ps. 95‒103. [traducción de
José Ignacio Álvarez Fernández: Prisionero de Franco. Los
anarquistas en la lucha contra la dictadura, Madrid, Anthropos,
2010, ps. 97‒106].
STUART CHRISTIE

Cuarto Testimonio: 1964‒1967 ‒ Stuart Christie:

Stuart Christie nació en el distrito obrero de Partick, en


Glasgow. En 1964 fue detenido en Madrid, cuando estaba en
una misión de DI para transportar explosivos que serían
utilizados en un atentado contra la vida de Franco. El entonces
joven de dieciocho años, escocés, fue condenado a veinte años,
pero se le dejó en libertad después de tres, debido a una
maniobra diplomática del dictador.

[...] La prisión provincial de Madrid se asentaba, como una


enorme nave espacial marciana, en los cerros de Carabanchel
Alto, al sur de Madrid. Construida por trabajadores forzosos en
los años 40 para albergar el inmenso número de víctimas
derrotadas y oponentes al nuevo y victorioso régimen militar,
[...] Carabanchel era la joya de la corona represiva. Había sido
el epicentro del reino del terror de la posguerra en los
cuarenta. En los cincuenta y primeros sesenta se labró una
reputación de feroz brutalidad y de condiciones inhumanas.
[...]

Había oído tantas historias terroríficas sobre Carabanchel


que no me cabían los presagios ni la cagalera en el cuerpo al
atravesar los portones hacia el patio central. [...]

Carabanchel tenía forma de rueda de carro. Sus cuatro


galerías principales partían de la nave central circular hasta los
altos muros que formaban el perímetro exterior de la prisión.
La oficina principal de administración, con visión panóptica de
todas las galerías, se encontraba en la nave bajo la cúpula. [...]
Cuatro paneles iluminados de cristal tintado en los cuatro
puntos del compás [...] dejaban arquitectónicamente claras las
conexiones entre el catolicismo y la legitimidad franquista. [...]
En el centro estaba el altar, una rotonda de ocho metros de
diámetro en la que se guardaban los documentos de cada
preso y cada ejecutado en Carabanchel desde mediados de los
años cuarenta. Su terraza servía también como altar mayor en
el que los curas celebraban misa cada domingo. [...] Bajo la
rotonda, según supe más tarde, estaban las celdas donde los
condenados pasaban sus últimas horas antes de ser atados con
correas al garrote‒vil.

Nada más entrar en la rotonda para que quedase registrada


mi llegada, se hizo el silencio. Un oficinista dejó sus papeles e
hizo una broma a mi costa que la mayoría celebró riéndose.
Víctor, el encargado de mi expediente, me dijo en un inglés
pasable que “en la calle” era escritor, un poco intelectual y,
susurrando, un poco “radical”.

Mi expediente estaba abierto frente a él. Sobre su cubierta


habían estampado en tinta roja: “Terrorismo y bandidaje:
¡Vigilancia!”. Tras responder a un cuestionario, me asignó un
número de preso y me adscribió a una galería. Luego, mirando
a todas partes por si le vigilaban, sacó las fichas de Delgado y
Granados. Su visión me dejó helado: eran fichas normales de
tamaño A5 con las desoladoras palabras “última pena”
subrayadas en rojo en el casillero de la fecha de excarcelación.
El que me hubiese mostrado esas fichas me lo tomé como un
acto amistoso, como gesto de solidaridad clandestina.

Víctor me explicó rápidamente que me aguardaba un consejo


de guerra sumarísimo con cargos que implicaban
automáticamente la pena de muerte. Me mantendrían aislado
como preso de máxima seguridad en la séptima galería.

[...] Los primeros días de prisión, medía la celda ‒cinco pasos


de extremo a extremo, pivotando al final de forma que pudiese
mantener el ritmo. Lo encontraba hipnótico y tranquilizador.
Silbaba suavemente para concentrarme mejor y tener
confianza en mí mismo. Probé una serie de rutinas
matemáticas ‒contar las millas que había caminado o las
baldosas de la pared‒, pero en mi mente seguía atestada con
otros pensamientos. Al final, me limité al pasatiempo principal
de mi confinamiento: pasearme.

De vez en cuando, de noche, sofocado, tenía repentinos


ataques de pánico: me despertaba el ruido del chivato al
abrirse o cerrarse. Alguien me estaba mirando, alguien venía.
¿Iban a hacerme desaparecer? ¿Iban a dispararme aplicando la
ley de fugas cuando intentara escapar? Pero la tapa del chivato
se cerró y los pasos se hicieron más distantes.

El tiempo en prisión sólo puede medirse en términos de


hechos sucesivos, la mayoría de ellos indistinguibles y todos
señalados por el son de la corneta. No había relojes. La diana
era a las siete, le seguía el cacofónico concierto de las puertas
de las celdas al quitarles el cerrojo, abriéndose y cerrándose de
nuevo mientras el carcelero nos contaba a toda prisa por toda
la zona. Si las cuentas salían y nadie se había escapado, se
había ahorcado o no había sido contado, te llevaban el
desayuno a la celda a las siete.

[...] El director fue la primera de las tres visitas. La segunda


fue el sacerdote. El odio de esos capellanes de prisiones por los
presos políticos ‒a quienes calificaban en misa con frecuencia
de “escoria roja”, “asesinos” y “hordas ateas”‒ no era siempre
retórico. [...] En un famoso incidente en la cárcel de Castellón
de la Plana, un grupo de presos políticos dijo al capellán que no
eran creyentes y fueron golpeados de inmediato y humillados
por su “insolencia intolerable”.

Un domingo, en misa, cuando la campanilla anunció que los


feligreses tenían que arrodillarse, permanecieron de pie y, en
consecuencia, recibieron puñetazos y patadas mientras los
funcionarios les sacaban de allí. Lo más horrible es que cuando
la misa acabó, llevaron a los reticentes políticos al patio y les
fusilaron delante de los demás presos.

El cura iba acompañado de su preso de confianza e


intérprete, José Pineda, un joven alto y de tez morena con una
distinguida nariz aguileña y un flequillo negro peinado a lo
Hitler, en diagonal sobre al frente. [...] José Pineda era un
gigolo andaluz, un mentiroso patológico, un embustero y la
ruina de mi vida en Carabanchel.
El cura me hacía preguntas fríamente, pero a través de
Pineda se transformaban en fanfarronas y paternalistas:

‒¿De verdad cree usted que es ateo? ¡No es posible!

‒Sí.

‒¿Pero usted es protestante? ¿En qué religión le educaron?

‒En la Iglesia de Escocia.

La respuesta enfadó al cura. ‒¡La Iglesia de Escocia, ridículo!


¡Sólo hay una Iglesia, la de Cristo Salvador nuestro! Eso no es
una Iglesia, es un culto hereje protestante.

Su última observación, comunicada por Pineda, fue la


siguiente: ‒Al menos le ocurrirá algo bueno por estar aquí.
Haremos de usted un cristiano aun a su pesar. Se convertirá al
credo católico antes de irse.

Le contesté a través de Pineda: ‒Quizá ‒y luego murmuré la


famosa observación de Galileo‒ Eppur si muove (Sin embargo,
se mueve), con el tono más insolente que pude.

Se puso pálido de ira en cuanto le recordé la retractación


forzosa del astrónomo. Por un momento pensé que
directamente me iba a dar.

[...] Una semana o así después de recibir mi sentencia, un


ordenanza vino para acompañarme a la sala de
“antropometría” adjunta a la enfermería. Era una habitación
gris, amueblada, y que olía a clínica dental. Fuertemente
iluminada por fluorescentes, tenía una silla ajustable, escalas y
vitrinas en las que se exponían en pulcras hileras siniestros
instrumentos de acero inoxidable. No había oído hablar de
antropometría antes y no tenía ni idea de lo que suponía ni de
su propósito.

Un hombre pequeño, calvo y meticulosamente vestido con


bata blanca y gafas de montura metálica, escribía en un
cuaderno. Me saludó con un gesto cuando entré y me señaló
una mesa de reconocimiento. Durante un segundo me entró
pánico, pensando que me iba a trepanar o a someterme a una
forma diferente de psiconeurocirugía subpirenaica.

Tras una breve presentación, el hombre de la bata blanca


empezó a tomar notas en su cuaderno. El formulario que
rellenaba tenía esquemas preimpresos de partes del cuerpo y
el cráneo, de frente, de perfil y en sección, que él estaba
comprobando. El formulario tenía también mi foto policial
grapada. Afianzó un par de calibradores de acero en diversos
puntos de mi cabeza. “Dios mío ‒pensé para mí‒, me toman
medidas para una máscara de hierro”. En realidad se trataba
de la supuesta ciencia de determinar la criminalidad de una
persona midiéndole la parte del cuerpo adecuada.

Anotó las distancias de todas y cada una de las partes de la


cabeza, así como el tamaño y la forma de la nariz, la inclinación
de la frente y la distancia entre los ojos. Observó muy de cerca
mi piel, buscando cicatrices y heridas y señalando en su
formulario meticulosamente cada detalle.

Anotó mi altura, el tamaño de mi cabeza, la extensión de mis


brazos abiertos, la longitud de mi antebrazo izquierdo y mi
dedo corazón izquierdo y el perímetro de mi muñeca. Su
momento de gloria llegó cuando examinó mis orejas y
descubrió que no tenía lóbulos. Su cara delgada y oscura se
animó y resopló profundamente. Había descubierto oro
antropométrico.

[...] Aparte de los indultos ocasionales, podía reducirse un


tercio más del total de la sentencia gracias a la “redención” o el
trabajo. Eso significaba que por cada dos días de trabajo un
preso reducía en uno la pena que le quedaba. Habría preferido
no tener que trabajar para Franco ‒bastante malo era ser su
prisionero y hasta entonces había pasado el tiempo
amablemente, aprendiendo español, hablando, tomando café,
tomando el sol tras la ropa tendida, jugando a la pelota‒. Sin
embargo, no podía decir que no. Además, estábamos a
mediados de octubre y los vientos que soplaban de la sierra de
Guadarrama se iban haciendo más fríos, así que la opción de
cambiar un patio o una celda ásperos, tristes y grises por un
cálido taller era tentadora. [...] Me habían reservado una celda
individual en la planta baja de la galería. Un privilegio. La mayor
parte de los presos se hacinaban de cuatro a seis por celda.

Don Benigno me llamó la mañana siguiente después del


recuento de las diez para hacerme de guía por los talleres
penitenciarios, la carpintería de la cárcel y la imprenta. Yo iba a
trabajar en la imprenta: extraño negocio para una dictadura
fascista enseñar a un anarquista. La actitud del régimen de
Franco con la enseñanza la resumió el grito del fanático general
Millán Astray “¡Muera la inteligencia!” durante un discurso
crítico con el nuevo régimen de Miguel de Unamuno y Jugo
(1864‒1936). ¿Estos pirómanos de libros no habían aprendido
nada en los últimos cuarenta años de la fuerza de la palabra
impresa? ¿No sabían que el negocio tipográfico había sido un
bastión libertario durante muchos años especialmente en
España?

Don Benigno me dejó con el dueño de la imprenta, un


empresario gordinflón y alegre, llamado Carmona, que
aprovechaba la oportunidad de unos salarios bajos con el
mínimo de problemas a cambio de una pequeña inversión de
capital. Una o dos veces a la semana, Carmona daba clases de
artes gráficas y al final del primer curso fui el primero de la
clase. No se debía a ninguna habilidad mía, sino al hecho de
que era uno de los pocos encargados de máquinas que podía
leer. Casi todos los demás aprendices eran analfabetos.

Manejar una imprenta Heidelberg ocho horas al día era


tedioso. El único momento en que se rompía el trance era
cuando la máquina cogía mal una hoja ‒por error o accidente‒
o la plancha funcionaba mal y teníamos que arreglar la
máquina. Eso pasaba dos o tres veces al día.

Yo era uno de los peor pagados del taller. Mi salario mensual


era de más o menos dos libras, es decir de doscientas a
trescientas pesetas, mientras que el encargado, también un
preso, ganaba veinte libras, un dineral por entonces. Sin
embargo, seguía siendo más de lo que ganaban los presos
británicos en un sistema penal supuestamente más progresista.
Por suerte no dependía de mi salario.

Mamá me enviaba de casa cinco libras cada mes ‒mucho


dinero para un jornal semanal de doce libras‒ y también recibía
mil pesetas más al mes del Comité de Apoyo a presos de la CNT
en Toulouse. [...]

Más tarde, en 1967, Christie fue trasladado a la cárcel de


Alcalá de Henares, de la que finalmente fue puesto en libertad
al poco tiempo.

[...] La noticia de mi indulto fue para mí uno de los secretos


mejor guardados en Alcalá. Todos parecían saberlo y, por lo
visto, las calles durante tres días estaban plagadas de
periodistas españoles y británicos y de equipos de televisión,
pero nadie me dijo nada.

El régimen sacó todo el partido posible. Al final el dictador


tenía corazón y podía aceptar la súplica de una madre por
misericordia. Nadie creía una palabra, pero era un buen teatro
político y yo no iba a protestar. Lo primero que supe fue
cuando Miss Forrester vino a darme la noticia de que me
soltarían al día siguiente. Me quedé atónito y casi me atravesó
un sentimiento de alivio. Balbucí un agradecimiento y me fui a
decírselo a mis amigos, pero los pillos bastardos ya lo sabían y
se reían a mandíbula batiente.

Bebimos un trago para celebrarlo a la sombra del muro de la


prisión con un botijo de vino que me había agenciado, pero se
tiñó de tristeza. Estaba a punto de ser liberado y perdería mi
pequeño grupo de amigos. Habíamos llegado a un cruce de
caminos y los amigos que dejaba atrás iban a quedarse en
prisión quién sabe cuántos años. Me sentía especialmente mal
por aquellos por quienes no había ningún interés fuera. Salvo
que tuvieran mucha suerte, quienes veían conmutada su pena
de muerte debían cumplir sus veinte años de condena, el
tiempo máximo que se puede cumplir de seguido,
teóricamente, en una cárcel española.

Siguiendo la vieja tradición de la cárcel, repartí mis


pertenencias entre mis amigos. De alguna manera eso me
ayudó a apaciguar el extraño sentimiento de culpa por dejar a
los amigos atrás, mientras que yo salía fuera y recobraba mi
vida en el mundo exterior. Al llegar el momento, nos
estrechamos las manos, nos abrazamos emocionados y nos
dijimos adiós. Volví a mi celda, inquieto por el futuro, para que
me encerraran y contaran por última vez.

Año y medio más tarde, Stuart Christie participó en la


fundación de la Cruz Negra Anarquista, de la que fue el
principal inspirador. El propósito de esa organización era crear
una red internacional de solidaridad con los presos políticos
anarquistas en todo el mundo, independientemente de las
acusaciones que pesasen sobre ellos. Christie también conoció
las prisiones inglesas, acusado de participar en la actividad de
la Brigada Iracunda.

Los extractos anteriores son del libro autobiográfico Stuart


Christie, Franco Made me an Anarchist, Londres: Scribner,
2005, pp. 172‒174, 178‒179, 180-182, 204‒205, 214‒215 y
242‒243.
LUIS ANDRÉS EDO

Quinto testimonio: 1975 ‒ Luis Andrés Edo:

Luis Andrés Edo (1925‒2009) fue una de las figuras más


importantes del movimiento de posguerra español. Fue
encarcelado por vez primera por haber robado en 1946 un saco
de patatas para su familia. En 1952 estuvo encerrado en
prisiones militares, de donde huyó después de un año. En 1966
fue detenido en Madrid por participar en el Grupo Primero de
Mayo y condenado a nueve años (pena menor que la esperada
por la solidaridad fehaciente hacia su persona a nivel europeo).
Fue puesto en libertad en 1972, pero su participación en la
reivindicación del secuestro de Suárez por los GARI le costó la
libertad en 1974. Salió con un indulto que se concedió en 1976,
continuó con su trayectoria combativa y fue encarcelado en
democracia durante otros diez meses, en 1980-81. Ejerció de
secretario de la CNT catalana a finales de los años ochenta y de
la CNT catalana desconfederada afinales de los años noventa.
Además de partidario ‒y partícipe‒ de la acción directa
anarquista, produjo una notable obra teórica política que ‒pese
a haberse consagrado de por vida a la CNT‒ en muchas
ocasiones tenía elementos antisindicalistas.

Pero pronto iba a cambiar todo en el interior de la Modelo:


se producía el primer motín. Los acontecimientos que habían
originado el motín se habían producido en la 3a galería, donde
estaban destinados el mayor número de presos comunes.

Resultó que un funcionario apalizó a un preso común


conocido por el apodo ‘El Habichuela’, con tal crueldad que
éste falleció a las pocas horas. Al día siguiente se publicaba en
los periódicos una nota de prensa de la dirección de la cárcel
según la cual ‘El Habichuela’ había muerto por haber ingerido
una sobredosis de droga.

Esta noticia de prensa, corrió como la pólvora entre los


presos comunes de la 3a galería, y empezaron a desmontar las
camas de las literas y acumularlas en la puerta del rastrillo, de
tal forma que los funcionarios de la galería tuvieron
dificultades para abandonar la galería. No se pudo realizar el
recuento del cambio de guardia de la 9.00 horas de la mañana.
Al motín de la 3a galería se sumaron las otras galerías entre las
que cabe resaltar, por su radicalidad, la 6a, que era la de los
jóvenes menores de 20 años. Estos se manifestaban por la
planta de la galería cantando: “la Modelo unida jamás será
vencida”.

En nuestra galería, “el submarino”, nos reunimos enseguida


los políticos. Decidimos posicionarnos en plan de protestar
pacífica, visiblemente delante de la reja del rastrillo. Decidimos
que todo aquel que no quisiera participar debía retirarse a su
celda, sin ningún problema.

De todos los grupos políticos u organizaciones, se retiraron


dos o tres de cada uno, algunos que no querían irse se les
convenció por simple estrategia607. [...] Los funcionarios del
“Submarino” habían abandonado sus puestos y se agrupaban
en las dependencias de lo que se viene a llamar “El Centro”,
que se hallaba repleto de funcionarios. Lo primero que hice fue
sacar del escondite el transistor y pasárselo a Salazar, uno de
los militantes del FRAP, que tenía su celda en la planta de la
galería. Como íbamos a ir a celdas todos los que
participábamos en la protesta, yo convine con Salazar para que
siguiera las noticias de Londres y de París y que vigilara en la
celda del segundo piso que me meterían a mí, para que él
cambiara de celda en la planta a la vertical de la mía, para
poder comunicar con facilidad por el conducto del desagüe del
water.

Hacia las 6 de la tarde, ‘Zalacaín el Aventurero’ pasó por


delante de cada uno de los rastrillos de las seis galerías,
comunicándonos que debíamos retirarnos a nuestras celdas. Y
la respuesta de los presos era una firme negativa. Este pasaje
de Zalacaín por los rastrillos de las seis galerías, era la última
advertencia, previa a la contundente acción de los batallones
policiales de antidisturbios, que sabíamos que estaban
preparados, desde hacía horas, en el túnel de entrada a la
cárcel.

Y así fue, cuando Zalacaín hubo pasado por el último rastrillo


de galería, se dirigió directamente al túnel y dio a la policía la
siguiente orden: “Procedan, a partir de este momento les
dejamos libre acceso para que restablezcan el orden”. En aquel

607 Se trataba de que cada grupo designara a alguno de sus miembros de retirarse de la
protesta para eludir el castigo y así poder comunicar a los familiares sobre la situación.
preciso momento un nutrido grupo de presos políticos nos
encontrábamos dando la cara, en primera línea del rastrillo de
la 5a galería (llamada, como ya se ha dicho más arriba “El
Submarino”).

Y cuál sería nuestra sorpresa que el primer ataque del


Batallón Antidisturbios, no fue a dirigirse hacia la 3a galería,
donde había surgido el motín, además desarrollado con mayor
radicalidad; sino que se abalanzaron contra el “Submarino”
lanzándonos bombas de humo y balas de goma, en cuanto
aparecieron en el Centro, incluso antes que abrieran la puerta
del rastrillo de la galería.

Nos sorprendió porque los del “submarino” no


representábamos la mayor peligrosidad, y, además, en todo
momento habíamos manifestado de forma pacífica nuestra
protesta.

En definitiva, una bomba de humo estalló en la pared, tan


cerca que me dejó prácticamente ciego, y me costó varias
horas recobrar finalmente la visión. Así es que, mientras abrían
el rastrillo, empezamos a correr subiendo a nuestras celdas,
ante la imposibilidad de respirar, y porque en la parte interior
de nuestro rastrillo no habíamos erigido barricada alguna,
como así lo habían hecho en las demás galerías los presos
comunes.

Tras la avalancha de los antidisturbios, siguióla la carrera una


oleada de funcionarios, que empezaron a “meter el cerrojo” en
todas las puertas de las celdas. Era la primera vez que veía
“meter el cerrojo” a un funcionario, esta función la realizaban
siempre los “cabos de planta” (presos comunes que tenían ese
cargo).

Pero muy pronto, unos minutos después, empezamos a oír el


“abrir cerrojos”; el primero fue el de mi celda, con un nutrido
grupo de funcionarios empuñando largas porras, con una larga
lista de nombres, en la que el mío figuraba en primer lugar. Esa
lista la habían confeccionado antes del asalto de los
antidisturbios. Así es que fui conducido a pista (que es como se
llama a la última planta de la galería) y arrojado de un violento
empujón a la celda de castigo.

Una hora después se volvió a utilizar el cerrojo para abrir la


puerta de la celda en que me encontraba; y en esta ocasión fue
para “depositar” dos cuerpos molidos a palos, que apenas
podían moverse por sí solos. Hasta el punto de que al volverse
a cerrar la puerta, me precipité a socorrerlos, y pude
comprobar cómo uno de ellos tenía empapada la camisa de
sangre, que inmediatamente empecé a quitar con todo
cuidado y luego utilizando mi propia camiseta estuve
enjugando su sangre que aún brotaba. Se trataba de un preso
político menor de edad (18 años) de la 6a galería, llamado Pi,
domiciliado en Terrassa. Pi se había destacado en sus protestas
del motín, y es por lo que los funcionarios se habían ensañado
con él, propinándole una salvaje paliza (por la que aún hoy,
según he podido saber, sufre perniciosos efectos de salud). El
otro menor (también de 18 años), se llamaba Mezquida, así
mismo ingresado en la 6a galería. El cuerpo lleno de
magulladuras, pero no brotaba sangre; tenía la espalda
ennegrecida por los golpes.
Deduje varias cosas: 1) Los funcionarios me enviaban un
mensaje: me metían dos presos en aquellas condiciones para
advertirme. 2) Por el tiempo transcurrido, la segunda galería
invadida por los Antidisturbios fue la 6a galería, la de los
menores. 3) El hecho de que estuvieran obligados a meter en
cada celda tres o cuatro presos (las celdas de castigo siempre
son individuales), demostraba que los castigados éramos varios
centenares.

Al principio no sabía qué clase de presos eran los dos que


habían metido en la celda. Rápidamente me di cuenta de que
no se trataba de comunes, sino de jóvenes con ideas políticas.
Los dos creyeron que yo era un preso común, un hombre tan
mayor y con el pelo blanco...; se estableció entre los tres un
ambiente muy armonioso, lo que me permitió desarrollar toda
una analítica sobre lo ocurrido en el motín: “Aquí no hay presos
políticos o comunes, aquí todos somos presos del sistema”. O
sobre la situación política y sus perspectivas inmediatas, con la
enfermedad de Franco (ya lo habían ingresado otra vez).

Estos dos jóvenes, Mezquida y Pi, seguro que no habían oído


análisis políticos semejantes en su corta vida. Aún más
sorprendidos, porque yo no me había definido
ideológicamente, es decir, primeramente, me habían tomado
por un preso común, después yo no les hablaba nunca en clave
política, sino siempre en clave social... en otras palabras para
ellos era una especie de rara avis... Pero aún no habían llegado
al colmo de su sorpresa. En efecto, ésta se produjo unas
cuantas horas más tarde, cuando oigo las señales (ya
establecidas con Salazar, desde la planta de la galería),
indicándome que querían “telefonear”. Para ello no tengo más
que vaciar el agua del sifón del water. La sorpresa de los
jóvenes Mezquida y Pi se desorbita, me comunican por el
“teléfono” que del “Submarino” han subido a las celdas de
castigo 34, y que el cómputo de castigados en toda la cárcel
desborda los 400. Pregunto sobre la enfermedad de Franco:
“No hay nada nuevo”. Me dicen que ya se habla de la
“Plata‒Junta” democrática, en las emisiones del extranjero.
Quedamos de acuerdo en utilizar el “teléfono” solo una vez al
día, y que la mejor hora sería un cuarto de hora antes del
toque de diana, es decir, a las siete de la mañana. Interesan
sobremanera las informaciones de Radio París y de la BBC de
Londres, emitidas en español. Me veo obligado a explicar a mis
compañeros de celda que los tres estamos en posesión del
“secreto informativo” más importante de toda la prisión, y que
por tanto, debemos guardar la más completa reserva. Por
supuesto estos dos jóvenes han empezado a vivir una nueva
experiencia.

Pero no saben exactamente con quien están tratando. De


pronto se dan cuenta de que tanto Huertas Clavería (que saben
perfectamente quién es), y el que llamamos el “Monje de
Montserrat”608 (que ni es monje ni es de Montserrat), ambos
del mismo sumario en el que son acusados de colaboración con
banda armada (ETA) y que no han sido castigados por no haber
participado en la protesta, me pasan constantemente, cada
día, mensajes de otros presos. Esos dos presos se cuidan de
pasar, cada día, a repartir el pan, el desayuno y la comida, y se
establece con ellos una comunicación de ida y vuelta con los
demás castigados. Así es como hemos establecido que cuando

608 Se llama Bofill.


se muera Franco, se indicará con tres toques de cuchara en las
paredes de las celdas: “¡Taca, Taca, Taca!”. Con inusitada
rapidez la Junta de Régimen de la cárcel había dictaminado los
días de celdas que debían sufrir los castigos (la sanción
consistía en que durante esos días el recluido no podía fumar,
ni leer libros, ni salir al patio). Las sanciones por lo del motín
oscilan entre los 4 días de celdas para las faltas leves, hasta un
máximo de 120 días para las faltas graves. A mí me cayeron 80
días.

Cuando ya llevábamos 40 días de castigo cumplidos, una


buena mañana, un poco antes de la hora convenida oímos la
señal del “teléfono”; rápidamente empezamos vaciando el
agua del sifón del water. Cuál no sería nuestra alegría cuando
Salazar nos anunciaba la noticia tan esperada: Franco había
muerto aquella madrugada del 20 de noviembre.

Eramos, aparte de Salazar, los primeros en la galería del


“Submarino” (y seguramente los primeros presos de toda la
Modelo) en conocer la noticia. Se trataba pues de poner en
práctica el “taca, taca, taca”, que todos los presos castigados
en nuestra planta estaban esperando. Lo primero que hicimos
fue volver a llenar de agua el sifón del water (por si acaso se
nos olvidaba), luego los tres de la celda meditamos
profundamente. Nos dijimos, no podemos dar la señal ates del
toque de diana; hubiera sido muy sospechoso. Había que
esperar el toque de diana (faltaban treinta minutos), pues a
partir de ese toque se empezaban a abrir los cerrojos de
aquellas celdas en todas las galerías de los presos que tenían
destino.
Así lo hicimos, cinco minutos después del toque de diana,
hicimos el primer “taca, taca, taca”, inmediatamente después
obtuvimos la primera respuesta, y el “taca, taca, taca” se
sucedió por todas las celdas de castigados y se fue oyendo
sucesivamente repetido, durante un cuarto de hora, con un
ensordecedor ruido que se oía por toda la cárcel.

Nada más comunicarse la muerte de Franco, el rey Juan


Carlos anunció un indulto parcial a los presos condenados a
penas menores de tres años. Al mismo tiempo se anularon
todas las penas disciplinarias a todos los presos, así los
amotinados de la Modelo salieron de las celdas de aislamiento.

Los fragmentos anteriores proceden de Luis Andrés Edo, La


CNT en la encrucijada. Aventuras de un heterodoxo, Barcelona,
Flor del Viento, 2006, ps. 250‒255.
ANEXO:

COPEL Y AMNISTÍA GENERAL

La situación en las prisiones españolas hacia el final de la


dictadura era explosiva. La negativa del régimen a reconocer la
existencia de presos políticos seguía manteniendo la
convivencia cotidiana de políticos y comunes en las miserables
condiciones de represión del obsoleto sistema “correccional”
del franquismo. La revitalización de la lucha contra la dictadura
en la última fase del régimen llevó a las cárceles a cientos de
presos políticos: libertarios, comunistas, maoístas,
secesionistas vascos y catalanes, obreros en huelga, miembros
de los grupos autónomos, armados, teóricos... sea cual sea la
manera en que se intente clasificarlos, esos hombres
trasladaron a las prisiones una cultura política de
autoformación y lucha, que tuvo gran repercusión en los
presos comunes.

Los gobiernos de transición que siguieron a la muerte de


Franco, así como los democráticamente elegidos que los
sucedieron, tuvieron que tomarse muy en serio la cuestión de
las cárceles. Las expectativas de una amnistía general o de una
drástica reducción de las penas y un cambio radical en el
sistema correccional, fueron el aliciente para que la casi
totalidad de los presos luchase por conseguir aproximarse más
a su objetivo humano fundamental: la libertad.

Como se ha referido en el testimonio precedente, tras la


muerte de Franco el rey procedió a conceder el indulto a los
presos que tenían que cumplir hasta tres años de condena. Casi
seis mil presos se beneficiaron de esta medida, pero todavía
quedaron en las prisiones muchos. En lugar de calmarse los
ánimos con ese gesto, la tensión continuó incrementándose. En
verano de 1976 se concedió un indulto a un pequeño grupo de
presos políticos: aquellos cuyos delitos no estaban
relacionados con acciones violentas. De hecho, la concesión de
ese indulto se hizo según el criterio discrecional de las
autoridades judiciales, lo que hacía aún más lenta y difícil su
excarcelación. Los reclusos de las prisiones esperaban que la
cuestión fuese afrontada más favorablemente por el gobierno
de transición, y así, nada más anunciar que el indulto reducido
era una concesión única, el 31 de julio de 1976 se declaró una
huelga en la cárcel de Carabanchel, la prisión más importante
del país.

El comportamiento de los presos en Carabanchel fue pacífico.


Unos organizaron una sentada en el patio, negándose a volver
a las celdas. Otros se negaron a aceptar el rancho u ocuparon
pacíficamente el comedor. Un pequeño grupo de la séptima
galería ocupó un tejado y desplegó una pancarta. Los presos
solicitaban una reunión con el ministro de Justicia para
presentar una demanda de revisión del código penal, de
mejora de las condiciones de las cárceles y
‒fundamentalmente‒ la demanda de una amnistía general. En
el texto entregado argumentaban que ellos no eran
responsables de su reclusión, sino la propia sociedad
capitalista, basada en la protección ‒por cualquier método‒ de
la propiedad privada. Incluso se definían a sí mismos como
presos del status quo politicoeconómico de la propia sociedad,
y a partir de ese momento cambiaron el término “comunes”
por el de “sociales”.

La respuesta del gobierno de transición fue inmediata.


Decenas de patrullas de antidisturbios tomaron Carabanchel y
cientos de presos fueron trasladados a Ocaña o encerrados en
celdas de aislamiento. Los medios de comunicación anunciaban
el indulto parcial y ocultaban las verdaderas condiciones. Las
organizaciones políticas, partidos y sindicatos ‒a pesar de tener
miembros en la cárcel‒ hicieron silencio, excepto la CNT, que
se situó públicamente a favor de una amnistía general para
todos los reclusos. En las otras cárceles se declararon huelgas
de hambre en solidaridad con Carabanchel y como herramienta
de presión para la amnistía.

En enero de 1977 algunos presos de Carabanchel, recién


salidos del régimen de aislamiento, así como otros que habían
regresado de Ocaña, crearon la COPEL 609 . Este intento de
coordinación se presentó como democrático, abierto a todos
los presos, independientemente de partidos y organizaciones y
en un principio funcionó sólo en Carabanchel, pero declaró su
voluntad de expandirse, con procedimientos de democracia

609 Coordinadora de Presos en Lucha.


directa y asamblearia, a todas las cárceles del país. Sus
demandas fueron más allá de la amnistía general, buscando
poner límite a la explotación laboral de los presos, mejorar las
condiciones del arresto y cambiar el código penal franquista y
el resto de leyes fascistas que limitaban el sistema correccional
y la impartición de la justicia.

El estado respondió con traslados disciplinarios de los


protagonistas a las cárceles de Ocaña y Zamora. Los presos
respondieron autolesionándose masivamente y algunos
ocupando el tejado del hospital de la prisión de Carabanchel,
haciendo publicidad del suceso. La organización de los presos
se aceleró en los meses siguientes y fuera de las prisiones se
creó un importante movimiento de apoyo. Grupos autónomos,
libertarios y familiares de presos crearon comités de
solidaridad con la COPEL en barrios, regiones o ciudades, en
Madrid, Barcelona, Valencia, el País Vasco y en otros lugares.
Los movimientos de solidaridad comprendían publicaciones de
revistas, manifestaciones, ataques simbólicos, murales,
incendios provocados, recaudación de fondos y cualquier otra
cosa en que pudiesen pensar las personas heterogéneas que
participaban en ese movimiento.

Los comités de solidaridad dieron a conocer el tema en un


momento ‒la primera mitad de 1977‒ en el que el país estaba
viviendo grandes cambios y se preparaba para las primeras
elecciones libres610. En el País Vasco, donde la mayoría de la
gente se congregaba en torno a la amnistía de los presos

610 Tenga en cuenta lector que en marzo de 1977 se restituyeron la libertad sindical y el
derecho de huelga y en abril se abolió la censura de la prensa. Las elecciones fueron el 15
de junio de 1977.
políticos (de ETA y otras organizaciones), en mayo se organizó
una semana por la amnistía. Estallaron manifestaciones
violentas e incidentes por toda la región y siete personas
perdieron la vida en los enfrentamientos. El gobierno
provisional sucumbió a las presiones y extendió la amnistía a
una gran parte de presos políticos. De marzo a mayo fueron
liberados muchos políticos, mientras que sólo en octubre ‒y
después de haber sido elegido un gobierno de derechas‒ la
medida tuvo validez para todos los políticos,
independientemente de las acusaciones. El propósito del
gobierno era dividir la unidad de los presos políticos y sociales
y restringir la solidaridad que mostraban las organizaciones
políticas con los sociales.

La COPEL decidió pasar a la ofensiva en un día señalado. El 18


de julio de 1977 ‒aniversario del comienzo de la Guerra Civil‒
estalló la “batalla de Carabanchel”. Los presos se habían
preparado para aguantar lo más posible los ataques policiales y
dar tiempo al motín de extenderse a muchas cárceles del país.
Durante cuatro días, participaron hasta setecientos presos en
el motín de Carabanchel, defendiéndose en los tejados. El resto
de las cárceles de la península siguieron con mayor o menor
participación y energía: Oviedo, Málaga, Badajoz, Burgos,
Puerto de Santa María, Zamora, Valencia, Canarias, Barcelona,
Yeserías, Alcalá, Sevilla, Granada, Mallorca, Almería. Las
patrullas de la policía reprimieron las movilizaciones y en
algunos casos ‒especialmente en Carabanchel‒ su proceder
adquirió una forma violenta extrema.

Las movilizaciones del verano llevaron a una increíble


escalada de la violencia insurreccional de los presos. Las
autolesiones, las huelgas de hambre, los motines y los
incendios de galerías se convirtieron en un fenómeno cotidiano
de las cárceles españolas. Las patrullas policiales se
establecieron dentro y fuera de las salas de tortura de la recién
nacida democracia. En Carabanchel dormían en la escuela y en
la biblioteca de la prisión para poder intervenir en cualquier
momento. En el motín del 29 de octubre en la cárcel modelo
de Barcelona se utilizaron cincuenta ambulancias para
trasladar presos heridos (por palizas y pelotas de goma) al
Hospital Central de Barcelona. Al final el hospital emitió un
comunicado diciendo que no podía atender a todos los presos
por falta de espacio.

La concesión de la amnistía al conjunto de presos políticos en


octubre constituyó un punto de inflexión. El estado mostraba
su intención de estudiar la perspectiva de una reducción
general de penas o indulto y empezó a preparar una ley. Los
presos sociales ‒desesperados por haber sido excluidos de la
amnistía‒ continuaron con las acciones violentas 611 . En
diciembre de 1977 se publicó una entrevista de un miembro de
la COPEL en la que decía: Allá donde haya COPEL, si no
conceden el indulto antes Navidad, arderá todo, seguirá
habiendo hombres que se tiren desde los tejados gritando
libertad. La consigna es: o indulto, o arrasar todas las cárceles
antes de enero612.

En realidad la violencia siguió en las cárceles españolas, pero


las dimensiones del movimiento remitieron. En febrero de

611 En 1977 se registraron más de nueve mil consejos disciplinarios por faltas graves o
muy graves, cifra más del doble que la del año precedente.
612 Entrevista en la revista Ajoblanco, n° 28, diciembre de 1977.
1978 se ordenó el traslado de casi quinientos presos ‒los
pilares de la COPEL‒ al Dueso (Santander). Poco después, esos
presos publicaron un comunicado en el que admitían: Se ha
demostrado que la COPEL ‒como vanguardia de la lucha en las
cárceles‒ se ha visto superada por el caos y la violencia
incontrolada. Las asambleas habían perdido fuerza y muchos
presos afrontaban personalmente las cuestiones que se
derivaban, torpedeando la unidad. En el mismo periodo
empezó a circular heroína dentro de las cárceles y a crearse
una nueva casta de “líderes” que se beneficiaban de esa
situación. Pese a todo, la lucha continuaba.

El 14 de marzo un grupo de funcionarios de prisiones mató al


anarquista Agustín Rueda 613 en Carabanchel, cuando lo
torturaban para que revelase detalles de un plan de fuga. Ocho
días después, el GRAPO asesinó al director general de
prisiones. El nuevo director se sumó a la política del palo y la
zanahoria. Con los promotores principales de la COPEL
recluidos en el Dueso y los medios de comunicación apoyando
sus iniciativas progresistas, puso en marcha la concesión de
privilegios por buena conducta y dio el golpe de gracia a la
unidad de los presos. Como significativamente dijo uno de
ellos:

Por un lado nos secuestraron. A los que despuntábamos un


poco más, ¡zas!, nos sacaban a las cinco de la mañana con un
esparadrapo en la boca, los ojos vendados, las manos a la

613 Agustín Rueda Sierra (1952‒1978) era obrero de la industria textil y en 1972
participó en las movilizaciones de su sector. Fue despedido, acusado y encarcelado por su
actividad. En 1977 cayó en una trampa de la policía y compró armas a un secreta, hecho
que lo condujo a prisión.
espalda, sin nuestra ropa, nos daban un mono lleno de polvos,
nos daban zotal, y nos rapaban el pelo... bueno pues a los que
veían más así cabecillas nos separaron nos llevaron por todos
los lados a Santoña, al Puerto, a Burgos... y a los otros les
dieron su vis a vis, los hincharon a permisos y así los
contentaron. Divide y vencerás esa fue la reforma de García
Valdés.

Desde el verano de 1978 en adelante, la COPEL


prácticamente dejó de existir, aunque continuaron publicando
comunicados de prensa con menos frecuencia y el nombre se
mantuvo. El ritmo de sedimentación del movimiento en las
prisiones iba exactamente a la misma velocidad que fuera de
ellas. La CNT ‒única organización que seguía apoyando la lucha
de los presos sociales‒ recibió el ataque orquestado de los
medios de comunicación sobre esta cuestión concreta, cosa
que aumentó las discordias en su interior. Los comités de
apoyo a los presos se disolvieron y ‒salvo una pequeña minoría
del movimiento‒ las únicas que siguieron un tiempo
ocupándose del tema de las prisiones fueron las organizaciones
armadas de la transición española. De esta vergonzosa manera
se extinguió el movimiento de los presos en las cárceles
españolas, un movimiento con raras cualidades sociales, que
puso en una difícil prueba las resistencias de la transición
española de una dictadura fascista totalitaria a una democracia
capitalista totalitaria.

La información y las cifras de este anexo proceden


principalmente de dos trabajos del profesor César Lorenzo
Rubio (El mal necesario o la política penitenciaria en la
Transición y La Revuelta de los Comunes, que están publicados
en:

http://www.uclm.es/Grupo/EPIP/pdf/CesarLorenzo/El%20M
al%20necesario%20o%201a%20pol%C3%ADtica%20penitenciar
ia%20en%201a%20transic i%C3%B3n.pdf

http://www.uclm.es/Grupo/EPIP/pdf/CesarLorenzo/LA%20R
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‒Terrades, Josep. Girona 12/5/2007.


SIGLAS

AC Acción Comunista
AGLA Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón
AIT Asociación Internacional de Trabajadores
ANFD Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas
ASO Alianza Sindical Obrera
BBC British Broadcasting Corporation
BOC Bloc Obrer i Camperol
CC OO Comisiones Obreras
CGT Confederación General del Trabajo
CIA Agencia Central de Inteligencia
CIC Comité de Coordinación Interior
CIL Consejo de ibéricoLiberación
CI‒MLE‒MLE Comité Intercontinental
CFC Circuios de Cuadros de Formación
CNT Confederación Nacional del Trabajo
CNS Confederación Nacional de Sindicatos
COPEL Coordinadora de Presos en Lucha
DI Defensa Interior
CEE Comunidad Económica Europea
ERAT Ejército Revolucionario de Ayuda a los Trabajadores
ETA Euskadi Ta Askatasuna
FAI Federación Anarquista Ibérica
FAI Federazione Anarchica Italiana
FIGA Federación Ibérica de Grupos Anarquistas
FIJL Federación Ibérica de Juventudes Libertarias
FLP Frente de Liberación Popular
FORA Federación Obrera Regional Argentina
FRAP Frente Revolucionario Antifascista y Patriota
FSL Federación Sindicalista Libertaria
GAA Grupos de Acción Anarquista
GAA Grupos de Afinidad Anarcosindicalista
GAAP Gruppi Anarchici di Azione Proletaria Anarchici
GAI Grupos Autónomos Internacionalistas
GAI Grupos Autónomos de Intervención
GAL Grupos Antiterroristas de Liberación
GARI Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista
GAROT Grupo de Acción Revolucionaria Ocasionalmente Terrorista
GOA Gmp os Obreros Autónomos
GRAPO Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre
HOAC Hermandades Obreras de Acción Católica
ICO Information et Correspondance Ouvriére
JEL Junta de Española de Liberación
JOC Juventud Obrera Cristiana
MIL‒GAC Movimiento Ibérico de Liberación ‒ Grupos Autónomos de
Combate
MIR Movimiento Ibérico de Resistencia
ML‒CNT Movimiento Libertario‒CNT
MLE Movimiento Libertario Español
MLR Movimiento Libertario de Resistencia
MPR Movimiento Popular de Resistencia
OLLA Organització de la Lluita Armada
OEA Organisation de l’ Armée Secréte
PCE Partido Comunista de España
PCE (m‒l) Partido Comunista de España (marxista‒leninista)
PCE (r) Partido Comunista de España (reconstituido)
PNV Partido Nacionalista Vasco
POUM Partido Obrero de Unificación Marxista
PSOE Partido Socialista Obrero Español
PSUC Partit Socialista Unificat de Catalunya
SI‒CNT Secretariado Intercontinental de la CNT
STV Solidaridad de Trabajadores Vascos
UFD Unión de Fuerzas Democráticas
UGT Unión General de Trabajadores
UJA Unión de Juventudes Antifascistas
UNE Unión Nacional Española

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