TP Final Integrador 6 7

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El presente informe de abordaje socio-comunitario se enmarca en la asignatura “Prácticas II

(Grupo y comunidad)”, correspondiente al programa de la Licenciatura en Trabajo Social de


la Universidad Nacional de La Matanza, en el primer cuatrimestre del año 2021. Se
pretende socializar la construcción de la problematización, como resultado del análisis
situacional realizado desde los principios de la IAP, como así también describir el proceso
de trabajo desarrollado por los/as actores intervinientes en la práctica, en este contexto de
pandemia.

En este sentido, es preciso señalar que el espacio elegido por las practicantes Álvarez
Marina, Adamczuk Nora, Sosa Natalia y Miguez Eva Victoria, fue la Dirección General de
Niñez, Adolescencia y Familia, perteneciente al Partido de Moreno. El equipo del centro de
prácticas está compuesto por: la Referente del proyecto, Goizueta Micaela Trabajadora
Social; Coronel Mirta Sandra Trabajadora Social, Psicóloga Social y directora en
psicodrama responsable penal juvenil; Fernanda Mendoza Bogado Trabajadora Social;
Matilde Jul Psicóloga; Leandra Silva Trabajadora Social y Ana Patricia Marín Márquez
Licenciada en Arte-terapia y Acompañante Terapéutica y por último la Docente Supervisora
de las clases prácticas Alejandra Giménez.
Cabe destacar que esta, es la primera experiencia como centro de prácticas que realiza la
institución. Esto trajo un doble desafío en el proceso, tanto para las referentes, como para
nosotras como practicantes. Por un lado, las referentes, quienes debían generar un vínculo
de confianza con nosotras, brindarnos sus herramientas de trabajo a fin de facilitar la
observación sobre la tarea que realizan. Por el otro, como practicantes debíamos conocer la
institución bajo esta modalidad dada en contexto de pandemia, generar espacios
enriquecedores, permitiendo la comunicación fluida, la cercanía y vinculación, que de
alguna manera podría verse dificultada por la distancia que implica la virtualidad.
Asimismo, es necesario explicar, que el Proyecto de Lazos Comunitarios para las Crianzas,
enmarcado dentro de la Dirección General de Niñez, Adolescencia y Familia, donde nos
encontramos insertas como practicantes, busca el fortalecimiento en el Proceso de Crianza,
en un nivel tanto familiar como social y comunitario, contribuyendo socialmente a la
construcción de un entramado que sostiene y garantiza entornos saludables para el
desarrollo integral de los niños y niñas de nuestro distrito. Desde esta perspectiva, el
proyecto busca trabajar por fuera de una mirada adultocéntrica con las madres, padres o
adultos referentes y/o afectivos con los/as que interviene, y considera al niño/a en el centro
del escenario, respeta y atiende plenamente sus necesidades, deseos y derechos, como
aspectos indispensables para su crecimiento.
El Programa Lazos Comunitarios para la Crianza, se encuentra regulado, en lo legal y su
accionar, por normas y leyes diversas. Una de las principales leyes es la Ley 13298-Ley de

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la Promoción y Protección Integral de los Derechos de los Niños. En segundo lugar, la Ley
Nº 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las NNyA. Ambas leyes toman a los/as
NNyA como sujetos de derechos donde se les debe garantizar el ejercicio y disfrute pleno,
efectivo y permanente de los mismos.
El Proyecto Crianza se propone trabajar basado en dos líneas de acción. La primera,
mediante Talleres Vivenciales Crianzas, con metodología grupal, enfocados en el
acompañamiento de las familias y/o referentes afectivos que ingresan en el Programa, les
brinda espacios de escucha y reflexión relacionados al cuidado y crianza de los NNyA,
como así también sobre la modalidad de relación e historias de vida propias. La segunda,
proporciona capacitación teórico-vivencial a los/as referentes, educadores y cuidadoras/es
que brindan atención a la primera infancia, a través de propuestas pedagógicas que
contemplan sus saberes, potencialidades y deseos propiciando espacios de reflexión y
acción que nutren sus prácticas cotidianas con niños y niñas de la comunidad.

Dichos talleres se plantean como facilitadores que permiten a los participantes transformar
las condiciones de vulnerabilidad que transitan, utilizando como herramientas las áreas del
arte, la salud y la educación para lograr alcanzar el objetivo del proyecto. Por tal motivo,
dentro del equipo del proyecto Crianza, están insertas profesionales de diversas áreas.
Entre ellas podemos mencionar un Arte Terapista, Psicólogas, Psicólogas Sociales y
Acompañantes Terapéuticas, además de las Trabajadoras Sociales, lo que enriquece el
trabajo con los grupos. En tal sentido los talleres son trabajados en forma interdisciplinaria
donde, de acuerdo con cada grupo, van pensando diversas estrategias, metodológicas,
habilidades, conocimientos y técnicas diferentes.
Dada la situación epidemiológica que nos encontramos atravesando, las referentes de la
institución decidieron darles continuidad a los talleres manteniendo su metodología, pero de
forma virtual, de la misma forma que lo daban presencialmente.

Los talleres se realizan una vez por semana, mediante la plataforma virtual WhatsApp, con
un horario establecido previamente. Los grupos fueron creados por las integrantes del
equipo de trabajo de la Dirección General de Niñez, Adolescencia y Familia. Actualmente se
encuentran trabajando con cuatro grupos de madres, padres o adultos referentes y/o
afectivos, donde cada una de nosotras, desde nuestras prácticas preprofesionales, nos
encontramos insertas.

En estos espacios se utilizan técnicas auditivas y audiovisuales con el objetivo de animar y


crear un ambiente participativo, donde se les permita compartir sus sentipensares. (Rearte,
2010). De esta forma, las referentes recurren tanto a meditaciones como cuentos,
canciones, videos, entre otros materiales.

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Ander Egg (1991) manifiesta que el taller es el lugar donde se trabaja, elabora y transforma
un espacio donde el proceso de enseñanza y aprendizaje es mediante alguna actividad que
se lleva a cabo conjuntamente. “Es un aprender haciendo en grupo” (pág. 10). Estos
espacios de reflexión, contención, creatividad, brindan a los sujetos involucrados la
posibilidad de que puedan despertar sus propias potencialidades, haciéndolos protagonistas
de sus propias historias de vida, buscando sumergirlos en su infancia, en los niños que
fueron alguna vez y así, que piensen que es lo que le hubiera gustado que fuera diferente o
de otra forma y pensar esa misma reflexión para transformar o tenerlo en cuenta para
ejercer la crianza con sus hijos. Es decir, se busca lograr con esos adultos, que conecten
desde su propio niño dejando de lado la cuestión adultocéntrica. De esta forma, las madres,
padres y adultos referentes y/o afectivos puedan reflexionar acerca de cómo llevar la
crianza de una manera más sana, a pesar de las problemáticas particulares que tienen
las/os integrantes que asisten a estos grupos.

Con respecto a la virtualidad, en el chat de los grupos, se puede apreciar que los/as
integrantes utilizan tanto la escritura, como los audios de voz para ir realizando el
intercambio, tanto con las referentes como entre ellas/os.
Tomando conceptos de García y otros (2008) los cuales refieren a la comunicación, en este
caso mediado a través de un dispositivo electrónico, las profesionales deben realizar un
proceso de “codificación y decodificación de las experiencias de las/os propias/os
participantes” que darán cuenta de la dinámica de dicho grupo. Además, debieron re-pensar
las dinámicas y actividades a realizar, a fin establecer comunicación con las/os participantes
y propiciar la resolución de algún obstáculo que surja y se interponga entre el grupo y los
objetivos planteados. Esto implicó un gran desafío para las profesionales dado que, de
forma presencial, previo a la pandemia, ellas podían codificar y decodificar esas
experiencias, cara a cara interpretando la lectura del cuerpo del participante.

Además, tanto a las profesionales como a nosotras practicantes, se nos presentó el desafío
de ver al grupo como un nudo (Jasiner, 2019), como esa articulación de cuerdas y agujeros,
de lazos que se entrecruzan mediados por un mensaje escrito a través del chat, donde la
escucha de los discursos de los/as participantes sea la lectura atenta de lo que se expresa y
la no respuesta de algún participante se traduzca como silencios, como “carencia de
palabras”.

A partir de nuestra inserción y de un primer acercamiento en la institución logramos obtener


una aproximación a las problemáticas que aborda el Proyecto de Lazos Comunitarios para
las Crianzas. Como sostiene Pavón Rico (2010), “Cuando hablamos de problematizar, nos
estamos refiriendo a ese esfuerzo por explicar un problema, hallando relaciones

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multicausales entre los factores que lo condicionan.” Esto nos permitió problematizar con el
fin de comprender y analizar las mismas en mayor profundidad.
Para llevar adelante la problematización se plantea la técnica del “Árbol de problemas”, ya
que consideramos que es la que más se adecua al centro de prácticas, debido a que
permite reflejar los problemas reales que se presentan. Asimismo, permite también
distinguir el problema central, permitiendo analizar en profundidad las causas y los efectos
que se encuentran relacionados directa e indirectamente con él.

En este sentido, y desde nuestras prácticas pre-profesionales consideramos que se puede


definir como problema central de los grupos de interés: “Las dificultades en el proceso de
crianza con respecto a la vulneración de los derechos de los niños, niñas y adolescentes”.
Una vez definido el problema central, es necesario establecer su relación con un conjunto
de otros problemas que aparecen estrechamente asociados al mismo. Relaciones que
refieren a las causas y efectos del problema central. Es así que, como tarea prioritaria para
continuar con el análisis, es menester identificar los grupos de interés. En consecuencia
mencionamos: Estado (Municipio desde La Dirección General de Niñez, Adolescencia y
Familia), Profesionales intervinientes de la Dirección General de Niñez, Adolescencia y
Familia, como Trabajadoras Sociales, Psicólogas, Acompañantes Terapéuticas,
Arteterapistas así como también las Familias (madres, padres y adultos referentes y/o
afectivos).

Como practicantes hemos reflexionado en grupo acerca de las problemáticas que afectan a
la población destinataria de la dirección de niñez, con el objetivo de desglosar la
problemática principal. Los mismos son: “Niños/as sin cuidados parentales y/o maltratados”;
“Bajo nivel económico de las familias”; “Desempleo en las familias”; “Madres que han
transitado violencia doméstica”; “Madres que han transitado abuso sexual”; “Cierre de
hogares de tránsito, donde niños/as se encontraban albergados a causas de medidas de
abrigo”; “Abandono de niños/as por parte de la familia de origen”.
Asimismo, en cuanto a las causas, las mismas las fuimos reflexionando en base a la
formulación sucesiva de la pregunta del ¿por qué?, ya que tienen incidencia en el problema
central. Por consiguiente, llegamos a la conclusión de que los factores causales son:
“Desigualdad socioeconómica”; “Padres ausentes por motivos laborales”; “Déficit de
contención familiar”; “Condiciones de vulnerabilidad”; “Consumo problemático de sustancias
por parte de los padres”; “Influencias negativas en el entorno”; “Carencias de proyectos de
vida”; “Déficit de espacios de contención y reflexión para los miembros de las familias”.

Otra forma de contribuir en la problematización fue la identificación de los efectos que se


provocan como consecuencia. Como resultado entendemos que estos son: “Medidas de
abrigo”; “La institucionalización de los/as niños/as”; “Exclusión social”; “Deserción escolar”;

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“Actitudes violentas”; “Violencia intrafamiliar”; “Desvinculación en la relación afectiva entre
pares”; “Depresión”; “Baja autoestima”; “Angustia en las madres, padres y adultos referentes
y/o afectivos”; “Imposibilidad de acceso a una crianza saludable”; “Problemas de salud
mental”.

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Desde nuestro proceso de práctica preprofesionales, como practicantes, en un primer
momento nos centramos en conocer y comprender la metodología de trabajo de la
institución. A partir de allí y en base a las propuestas de las referentes institucionales, se
nos planteó la posibilidad de insertarnos cada practicante en un grupo de WhatsApp donde
se llevan a cabo los talleres.

Nuestra inserción en los mismos se desarrolló en un principio, cumpliendo el rol de


observadoras en estos encuentros, teniendo que elaborar las crónicas de dichos talleres.
Las referentes nos proporcionaron modelos de crónicas realizadas por ellas, pudiéndose
observar en las mismas un carácter descriptivo. Siguiendo a García y otros (2008),
encontramos una serie de funciones y cuestiones a tener en cuenta en relación a nuestro rol
como observadoras, las cuales no serían factibles de realizar en estos espacios, tal como la
mirada sobre el contexto donde se establece el grupo, los integrantes, la figura grupal en su
disposición espacial. Aquí cobra relevancia el registro de todo lo descrito en las crónicas de
cada encuentro, ya que este instrumento les permite visualizar el proceso de los/as
participantes como también la producción de informes para las instituciones (juzgados,
servicios locales, instituciones educativas) que así lo requieran.
A partir de lo vivenciado y los emergentes de cada encuentro, se pudieron observar las
diferencias y particularidades de cada uno de ellos. Souto (1993), expresa que “lo grupal
surge en tanto hay pluralidad de individuos en situación de copresencia para algo” (pág. 6).
Asimismo, el autor sostiene que cada grupo tendrá variantes dependiendo de las
características de estos, el encuadre y las técnicas empleadas.

Esto nos permitió observar que cada dispositivo grupal genera sus espacios de interacción,
significancias compartidas dándoles su carácter singular. Asimismo, nuestras prácticas
preprofesionales se han visto enriquecidas ya que consideramos fundamental el trabajo en
grupo, a pesar de la modalidad virtual en la que se están llevando a cabo los talleres y/o
actividades, permitiendo a las profesionales de la Dirección de Niñez, Adolescencia y
Familia, abordar las diversas problemáticas de cada integrante, sumando los emergentes
de los mismos en el espacio de reflexión que se brinda.
Siguiendo a Giménez y Robledo (2020) “las intervenciones grupales son eficaces y generan
transformaciones en las/os sujetos que integran los grupos, enriquecen sus vidas y
aprendizajes, al mismo tiempo que dialécticamente a la vida del grupo”. (pág.5)

Sumando a lo anteriormente mencionado, se tuvo la oportunidad de realizar talleres. En una


oportunidad, una de las practicantes coordinó uno de ellos pudiendo elegir la temática,
dadas las características de su grupo. En otra oportunidad, se llevó a cabo un taller
propuesto grupalmente, en donde cada una de nosotras como practicantes, lo realizó en el

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grupo donde se encontraba inserta. La planificación del mismo fue propuesta a las
referentes a través de un documento formal y a partir de ello llevar a cabo el encuentro.
Esta vivencia, nos permitió analizar lo que Gnecco (2005) alude con relación al concepto de
cohesión grupal, el cual refiere al conjunto de fuerzas que hace que los miembros del grupo
permanezcan en él. Siguiendo con este lineamiento, encontramos que, en alguno de los
grupos, había mayor participación por parte de las/os participantes, además de apertura al
diálogo y a la reflexión. Denotando esa fuerza que hace que las/os participantes quieran
estar y permanecer en el grupo a pesar de tener dificultades de conexión o estar transitando
desánimo por las problemáticas que se encuentran atravesando, como medidas de abrigo,
familias de acogimiento, problemáticas con el consumo, la violencia intrafamiliar o
cuestiones vinculadas a las económicas o a la salud.

En cambio, en otros notamos que no participan la totalidad de madres, padres o adultos


referentes y/o afectivos y que su participación se da de manera alternada e intermitente,
dependiendo de sus días y horarios. Siguiendo a Gnecco (2005) “Si los lazos de interacción
son débiles la cohesividad es baja y es más fácil que el grupo se desintegre”. (Pág. 77). En
este sentido, en uno de los grupos, encontramos una débil cohesión grupal, por lo que se
decidió disolverlo dada la no participación de las/os integrantes. Asimismo, en otros de los
grupos, si bien es reciente la creación de este, se observa interacción entre ellas/os, pero
como en una fase que esperan recibir los nutrientes por parte de las coordinadoras y de
los/as compañeros/as. A partir de este análisis, reflexionamos nuevamente acerca de las
complejidades que presenta cada grupo, con sus características y particularidades.

Con relación a los principales aprendizajes que logramos alcanzar como estudiantes a lo
largo de las prácticas preprofesionales, nuestro acercamiento a la problemática comenzó a
partir de nuestra inserción allí. Siguiendo a Zagastizabal y Perlo (2002) comenzamos un
proceso de diagnóstico partiendo de las reuniones con las referentes, los informes dados
por ellas o lectura de algunos documentos donde se evidenciaban los problemas, como así
también las vivencias y la observación de los talleres a través de los chats del WhatsApp,
los cuales nos brindaron un diagnóstico aproximado de lo que sucede en la realidad de
cada sujeto participante del Proyecto Crianzas de la Dirección de Niñez de Moreno. Según
los lineamientos de las autoras, a partir de dicho acercamiento e identificación del problema,
continuamos indagando para una comprensión más detallada. De acuerdo con Pavón Rico
(2010) nos tuvimos que focalizar en algún punto de la complejidad que presentan cada
grupo, adhiriendo también a lo que dice Rodríguez (2019) que la complejidad es una forma
de interrogarse y dar lugar a configuraciones múltiples del pensamiento.
Una vez que conocimos, comprendimos y nos adentramos en las problemáticas de las
familias con las que trabaja el Proyecto de Lazos Comunitarios para las Crianzas, vemos la

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importancia de trabajar con una diversidad de miradas, no solo desde el trabajo social, sino
también con otras disciplinas. De acuerdo con lo anterior, vemos reflejado en el trabajo de
las referentes que, desde el método de la IAP, se considera que los/as protagonistas de la
transformación social son los/as sujetos de las comunidades mismas con quienes se
trabaja, en tanto son actores activos de participación.

Consideramos significativo posicionarnos desde la IAP, ya que este, es un proceso reflexivo


y colectivo, por el cual se pretende sensibilizar, desnaturalizar para poder transformar.
Siguiendo los lineamientos de Montero (2006) esta transformación a la que se pretende
llegar, “será llevada a cabo en un trabajo conjunto” (pág.169). De esta manera, en la
problematización de las distintas voces de actores involucrados, es que la IAP invita a
dialogar, teniendo presente las opiniones, reflexiones, experiencias y los sentires de todos
los que integran la red. Por ello, es interesante recuperar lo que propone Montero acerca de
este método que es que “para que una investigación activa sea participativa debe involucrar
a las personas que están involucradas a quienes va destinada o sobre quienes trata” (pág.
165). Siguiendo esta línea Teubal (2006) expresa que los aprendizajes que internalizan
tanto los participantes como el grupo en su totalidad cobran relevancia en otras áreas y
prácticas de su vida social.

Luego de una serie de reflexiones, creemos que es preciso volver a mencionar que la
Dirección General de Niñez, Adolescencia y Familia es la primera experiencia como centro
de prácticas. Si bien la institución llevaba a cabo sus talleres de manera presencial, nuestra
inserción se ha podido desarrollar virtualmente de manera satisfactoria. Asimismo, en los
encuentros pudimos protagonizar los distintos roles que emergen en los grupos, tanto como
observadoras y/o moderadoras. En el proceso hemos podido entrenar y desarrollar diversas
actividades como lo son la escucha atenta, la mirada grupal, pudiendo analizar en
profundidad. Además, se tomó registro de los talleres a través de crónicas institucionales,
las cuales nos permitieron desarrollar habilidades en la escritura. Al realizar y volcar lo
vivenciado en cada una de las crónicas, pudimos brindarle, desde nuestra perspectiva como
observadoras, una mirada diferente al grupo de trabajo. Al mismo tiempo, este espacio de
prácticas nos llevó a una retroalimentación permanente donde en cada encuentro nos
interpelamos a nivel personal con cada temática en los talleres y/o actividades.
Cabe considerar, por otra parte, que la experiencia que hemos vivenciado con este espacio
y con las referentes del mismo, nos ha enriquecido a partir de nuestra propuesta, de llevar a
cabo y moderar talleres y/o actividades, desde una perspectiva holística, siguiendo los
lineamientos de la institución.
Para concluir, en este proceso nos hemos visto favorecidas con los instrumentos,
herramientas y bibliografía que la cátedra nos facilitó, pudiendo adquirir aprendizajes

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nuevos y fortaleciendo otros. Al mismo tiempo, la propuesta de realizar las bitácoras nos
permitió analizar y articular el marco teórico con las clases teóricas brindadas por la cátedra
o con el proceso de nuestras prácticas. Algo semejante ocurre con las crónicas grupales,
las cuales tuvimos que adaptarlas acordes a nuestra inserción en la institución, debido a
que cada una de las practicantes nos encontrábamos en dispositivos grupales diferentes.
Estimamos que este instrumento y la implementación de este, pueda serles de utilidad a las
profesionales del centro de prácticas.

Finalmente queremos destacar el acompañamiento tanto de la docente supervisora Lic.


Alejandra Giménez, como de las profesionales del equipo del Proyecto Lazos Comunitarios
para las Crianzas, que a pesar de ser su primera experiencia como centro de práctica,
supieron brindarnos el espacio para nuestro desarrollo preprofesional. En igual forma por la
calidez, buen trato y predisposición en todo momento para con nosotras en el transcurso de
la práctica.

ELABORACIONES INDIVIDUALES

Practicante: Míguez, Eva Victoria


La dimensión instrumental en el nivel de intervención grupal y/o comunitario se inscribe
dentro de una perspectiva epistemológica y por lo tanto su utilización supone una decisión
no sólo teórica sino político-ideológica, ya que debemos saber cómo utilizarla y cuando
llevarla a cabo para lograr su mayor eficacia. Además, esta dimensión tiene por finalidad
generar conocimiento que luego será utilizado como un instrumento para actuar sobre la
realidad y transformarla. Asimismo, primero es necesario contemplar un análisis contextual
del campo problemático atravesado por múltiples inscripciones: deseantes, históricas,
institucionales, políticas, económicas.
A fin de alcanzar un análisis crítico y de reflexión para conocer, intervenir y transformar
durante mis prácticas preprofesionales utilicé varias herramientas:
En primer lugar, entrevistas con mis referentes, en acuerdo con Biviana Travi en su texto
“La dimensión técnico-instrumental en trabajo Social”, como camino de acceso y medio
privilegiado para conocer, no sólo al centro de prácticas y sus estrategias de acción para
cumplir con sus objetivos, sino también las situaciones particulares de cada una de las
familias que integran los grupos de talleres.

En segundo lugar, he podido entrenar la observación como técnica de recolección de datos,


utilizada sobre todo en una primera instancia en la que no sólo ocupaba ese rol, sino que a
partir de la misma debí utilizar como tercera herramienta, las crónicas de los procesos de
cada taller, como instrumento de registro solicitadas por “Crianzas”. Cabe mencionar que la

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observación, debido al contexto dado por la virtualidad no fue tarea sencilla. Se me hizo
muy difícil interpretar los silencios frente a la falta de expresiones corporales como los
gestos y posturas.

Por último, propuse al equipo recordar el encuadre a los involucrados y así garantizar el
cumplimiento de los objetivos del taller que coordinaría sobre “El abrazo”. Considero y
coincido con Travi, cuando afirma que el encuadre implica la toma de ciertas decisiones y
pone en juego la capacidad profesional de establecer con autonomía las normas que
regirán mi hacer. Asimismo, funcionaría como depósito de ansiedades y resistencias que
caracterizaron los grupos de los que formé parte.

Son varios los facilitadores que identifiqué en mi proceso de prácticas, entre ellos puedo
mencionar la buena predisposición de mis referentes Fernanda, Leandra y Ana Patricia,
siempre atentas a cualquier demanda, a disipar dudas, a responder a cada una de mis
preguntas, a dar palabras de aliento y apoyo estimulando mi seguridad.

Otro de ellos y no menos importante fue nuestra docente supervisora Alejandra, quien en
todo momento nos acompañó y guió, quien supo destacar nuestras potencialidades
incitándonos a trabajar cada vez más y mejor.
Asimismo, cabe mencionar el material bibliográfico otorgado por la cátedra, lo que nos
facilitó el desarrollo de las crónicas y bitácoras, las que al mismo tiempo nos sirvieron de
insumo para el presente trabajo.

Por último y el más importante, el grupo de practicantes, que con nuestras diferencias
supimos apoyarnos en el transcurso del cuatrimestre frente a las distintas actividades y
dificultades que se fueron presentando en cuanto a los TP.
Como obstaculizador puedo mencionar la falta de participación de las familias involucradas,
lo que no me permitía comprender con claridad las situaciones que se encuentran
atravesando, pero como describí con anterioridad mis referentes me hicieron de soporte por
lo que logré evacuar interrogantes sin dificultad.

Practicante: Adamczuk Nora


El nivel de abordaje grupal y comunitario implica la aplicación de herramientas específicas
para comprender la complejidad de las problemáticas y de los actores involucrados.
Siguiendo a Rearte (2010) el grupo posee un sentido y valor, el cual está dado en la
relación que establecen sus miembros, actores activos en su proceso de transformación,
que pueden mejorar situaciones personales o modificar aspectos negativos.

Con relación al proceso de práctica en la Dirección General de Niñez, Adolescencia y


Familia de Moreno, he podido entrenar aspectos tales como la entrevista y la escucha activa

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durante los encuentros virtuales con las referentes, desarrollados en un clima de respeto y
valoración de conocimientos compartidos. Asimismo, cumplí el rol de observadora a partir
de mi inserción en uno de los grupos de WhatsApp donde se desarrollan los talleres. Aquí
entrené la escucha activa y la observación, traducidas en lectura activa y atenta de lo que
se expresaba o no en el chat, viendo al grupo como un nudo, como esa articulación de
lazos que se entrecruzan mediados por un mensaje escrito. Por consiguiente, la redacción
de la crónica de dichos talleres para la institución ha sido realmente un gran desafío y un
entrenamiento valioso en cuanto a escritura.
Además, la realización de las crónicas grupales para la cátedra nos permitió recrear y
utilizar la creatividad sobre este instrumento. A su vez, pudimos teorizar lo vivido en dichos
espacios tomando como insumo lo plasmado en otro valioso instrumento, la bitácora.

Al mismo tiempo, junto a mis compañeras pudimos proponer a las referentes la realización
de un taller, su temática y actividades a abordar. Esta experiencia de coordinar nos permitió
enriquecer la práctica preprofesional. Posteriormente problematizamos y realizamos un
análisis respecto a la cohesión grupal de cada uno de los dispositivos.

En relación con los facilitadores que identifiqué en mi proceso de prácticas, quiero


mencionar en primer lugar las clases teóricas, el material bibliográfico, la confección de las
crónicas y la bitácora, que han contribuido tanto en la escritura como en la apropiación
nuevos saberes relacionados al nivel de abordaje. En segundo lugar, nombrar a la docente
supervisora Alejandra, quien nos guio, acompañó y alentó en este transitar. También hacer
referencia a la excelente predisposición y calidez de las referentes institucionales quienes
supieron acompañarnos, canalizar dudas y brindar el espacio para las prácticas. Por último,
mis compañeras de equipo prácticas, con quienes supimos sortear diferencias de opiniones,
de horarios, dificultades propias del contexto que atravesamos y pudimos brindarnos el
apoyo necesario para continuar y llegar hasta esta instancia de finalización del proceso.

Para finalizar, quiero mencionar que en un comienzo sentí mucha incertidumbre acerca de
cómo serían en la virtualidad las actuaciones desde el Trabajo Social, el espacio grupal, la
comunicación, la codificación y decodificación de las experiencias que darían cuenta de la
dinámica grupal. Pensé que esto sería un obstáculo para el proceso, pero con el transcurrir
de los encuentros y la observación de cómo llevan adelante las referentes el trabajo con los
grupos, dicha incertidumbre fue disipada y sin dificultad pude capitalizar la experiencia.

Practicante: Marina Alvarez

Para el nivel de abordaje grupal y comunitario trabajado en la práctica preprofesional II de la


carrera de Trabajo Social, consideramos significativo poder posicionarnos en el marco de la
Investigación-Acción-Participativa, haciendo protagonistas de la transformación social a

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los/as participantes que se encuentran implicados en el proceso, en forma conjunta con las
profesionales de la institución. De este modo se comienza a desarrollar un proceso reflexivo
y colectivo entre los/as involucrados/as.

Mediante nuestra inserción en la Dirección General de Niñez, Adolescencia y Familia, como


practicante he podido desarrollar distintos roles, donde tuve que poner a prueba tanto mis
habilidades como destrezas. El rol principal que tuve a lo largo de los encuentros fue el de
observadora, mientras que hacia el final de las prácticas asumí el rol de coordinadora de los
talleres y/o actividades que se desarrollaban.
Durante el proceso de la práctica en mi rol de observadora y coordinadora, pude lograr los
objetivos deseados para con la materia, entrenando la escucha atenta, lo que me permitió
reconocer, observar y analizar a los grupos. La virtualidad, implicó un desafío mayor al no
poder verse cara a cara con los/as sujetos con los/as que intervenimos. A partir de la
experiencia realizada fortalecí mi capacidad de registro y la escritura al tener que realizar
las crónicas para el centro de prácticas y para la cátedra. La elaboración de éstas fue
fundamental para mejorar mis cualidades de interpretación y problematización de las
situaciones vivenciadas en los talleres, debiendo a su vez, ampliar estas perspectivas sobre
la dinámica grupal con el fin de conocer al grupo en profundidad.

A su vez, tuve la oportunidad de proponer a las referentes realizar un taller sobre la temática
de límites para el grupo donde me encontraba inserta. Además, se acordó junto a las
referentes de la institución y mis compañeras realizar un mismo taller en cada grupo sobre
la temática de los abrazos con el objetivo de comparar la interacción y/o respuesta en los
diferentes grupos ante una misma propuesta. Realizar los talleres desde nuestro rol como
coordinadoras, nos permitió poner a prueba nuestra creatividad, ya que debíamos planificar
la actividad dependiendo de las particularidades y características de cada grupo, teniendo
en cuenta las problemáticas por las que atraviesan las madres, padres y adultos referentes
y/o afectivos.
Con respecto a los facilitadores es fundamental mencionar a las profesionales que, con su
calidez, confianza, y tranquilidad nos supieron acompañar y guiar durante este proceso. Se
mostraron en todo momento predispuestas y abiertas con nuestro aprendizaje y la
intervención que realizaríamos junto a ellas, compartiéndonos su dinámica y espacio de
trabajo. Otro facilitador fundamental a lo largo de nuestra práctica fue la docente
supervisora quien supo llevar a cabo su rol de manera eficaz. Por último, creo pertinente
mencionar las elaboraciones de las crónicas y bitácoras como facilitadores, lo que nos
permitió poder mejorar no solo el registro y escritura de nuestra práctica, sino también la
relación teórica que implica, sumado a la bibliografía y clases brindadas por la cátedra.

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Como obstaculizador que se nos presentó, mencionar al grupo de practicantes que no nos
conocíamos previamente a la hora de trabajar en grupo, pero que logramos resolver
mediante la comunicación y escucha entre todas las integrantes.

Practicante: Natalia Sosa

Durante el proceso de prácticas he tenido algunos inconvenientes personales, y mis


compañeras me sostuvieron durante la totalidad del proceso, precisamente por eso me
gustaría señalar en primer lugar que he aprendido acerca de la importancia del equipo, del
grupo. En esta misma línea, al observar al equipo de trabajo de Crianzas he aprendido que
se dividen las tareas, sin descuidar los espacios de reflexión grupal. He vivenciado el rol del
trabajador social en espacios grupales terapéuticos y educativos, y sus desafíos, cada
profesional era sumamente cuidadosa con las palabras expresadas en los talleres, tarea
que he experimentado al momento de llevar a cabo el taller “El abrazo”, el cual fue diseñado
junto a mis compañeras. Por otro lado, he observado el inicio de un grupo, que comenzaba
precisamente el día de mi incorporación, este factor no es menor ya que me ha permitido
observar el esfuerzo en la tarea de crear lazos grupales. asimismo, he ejercitado el manejo
de mis ansiedades, requirió paciencia para respetar el proceso.
En cuanto a herramientas de escritura, durante el cuatrimestre tuve la tarea de preparar las
crónicas institucionales del taller a cada semana, con lo cual he ejercitado la escritura, y
cómo influye la visión de quien escribe, principalmente en cuanto al recorte de información
seleccionado y la manera en la cual se expresa lo dicho. Por otro lado, se encuentran las
crónicas para la cátedra, en las cuales hemos seccionado el trabajo en la parte individual y
grupal, sumado a las bitácoras que fueron el instrumento de escritura que he percibido
como más personal y único.
Por último, quiero mencionar que el proceso fue acompañado por las referentes
institucionales y nuestra docente supervisora, todas ellas siempre han sido amables en el
trato y con mucha dedicación han resuelto nuestras dudas y escuchado nuestras
sugerencias.

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BIBLIOGRAFÍA

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