Manual de Predicacion Evangelica Ibpsur
Manual de Predicacion Evangelica Ibpsur
Manual de Predicacion Evangelica Ibpsur
EVANGÉLICA
Por
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Instituto Bíblico Pentecostal del Sur
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 6
CAPÍTULO I ................................................................................................................................ 7
1. Definición de predicación ..................................................................................................... 7
2. La necesidad de elaboración de sermones .......................................................................... 8
3. Características del predicador .............................................................................................. 9
3.1. Convertido. ................................................................................................................................ 10
3.2. Gozar de una conducta intachable. ....................................................................................... 10
3.3. Maduro espiritualmente. .......................................................................................................... 11
3.4. Tiene aptitud para enseñar. .................................................................................................... 11
3.5. Es llamado por Dios para predicar......................................................................................... 11
3.6. Ha experimentado el bautismo con el Espíritu Santo. ........................................................ 12
3.7. La oración. ................................................................................................................................. 12
3.8. Lector e intérprete de la Biblia que la aplica a sus contemporáneos. .............................. 13
3.9. Hábito de la lectura. ................................................................................................................. 14
3.10. Emocionalmente estable. .................................................................................................... 15
3.11. Disciplinado. .......................................................................................................................... 15
3.12. Archivar sus sermones. ....................................................................................................... 16
4. Cualidades de la predicación evangélica ............................................................................ 16
4.1. Bíblica. ........................................................................................................................................ 16
4.2. Cristo céntrica. .......................................................................................................................... 16
4.3. Adaptado a la mente popular.................................................................................................. 17
4.4. Satisface las necesidades humanas. .................................................................................... 18
4.5. Gráfica. ....................................................................................................................................... 18
4.6. Unidad, interrelación, cohesión, progresión, simetría......................................................... 18
4.7. Profética. .................................................................................................................................... 19
4.8. En el poder del Espíritu Santo. ............................................................................................... 19
CAPÍTULO II ............................................................................................................................. 21
PROPÓSITOS DEL SERMÓN .................................................................................................. 21
1. Propósitos generales.......................................................................................................... 22
1.1. Evangelístico. ............................................................................................................................ 22
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INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO I
1. Definición de predicación
El otro término usado frecuentemente es Omilia que proviene del griego y significa
conversación con otros. Esto ya caracteriza a la homilía como un modo de hablar
familiar. El uso del nombre lo encontramos ya en el Nuevo Testamento. Pablo platicaba
en Troáde y prolongó su discurso hasta la media noche, de modo que el sueño abrumó
a un joven que, sentado en una ventana, cayó del tercer piso abajo (Hch 20:7-11). El
vocablo empleado es omilein, con la significación de hacer un sermón en tono familiar
(Calvo 2018, 167).
El uso del término homilética u omilia se institucionalizó a partir del siglo XVII para
designar la rama de la teología que se relaciona con el arte de la predicación, los
principios y reglas imprescindibles que el predicador requiere manejar para comunicar
el mensaje cristiano de un modo propio, digno y relevante a la situación y tiempo
pertinentes (Ropero 2015, 38).
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Los escritores del Nuevo Testamento planificaron sus escritos. Las epístolas o
cartas del Nuevo Testamento siguen una estructura elaborada por la cultura greco-
romana. Éstas estaban compuestas por un prólogo, en éste se subdividía los saludos
de entrada y un proemio, luego el cuerpo y finalmente un epílogo. Todas las epístolas
siguen aquella estructura, no diseñaron ningún formado original de cómo confeccionar
sus escritos que la iglesia reconoció posteriormente inspirados por el Espíritu Santo.
Los escritos no fueron improvisados, algunos fueron verdaderamente obras literarias,
elegantes, bien pensadas y reflexionadas como por ejemplo la Epístola a los Hebreos y
Romanos.
Podemos concluir que el Espíritu Santo utiliza las estructuras para compartir el
mensaje del evangelio. Ni en las cartas o sermones, Pablo, ni ningún otro escritor,
prescindió del Espíritu Santo para componer sus obras. Una estructura literaria, un
sermón elaborado previamente, es sólo un medio que el Espíritu Santo, usando como
instrumento al predicador, utiliza para cumplir el fin de persuadir, obra que finalmente es
propia del Espíritu, nunca del hombre. Sin embargo, en puntuales episodios, el Espíritu
Santo también saca de apuros, cuando no hay nada preparado, lo que equivaldría al
uso del don de profecía, es decir, una predicación inspirada por el Espíritu Santo sin el
resultado del estudio previo de la revelación escrita (Global University 2002, 148), pero
es la excepción y no la regla.
Evidentemente el Espíritu Santo usó a los predicadores que nos presidieron con
todas las limitaciones. Pero Dios emplea en su obra a personas conforme a las
posibilidades y capacidades y de acuerdo a las circunstancias históricas en que le
corresponde servir. En el pasado, la cantidad de analfabetismo era importante, junto
con la deserción escolar, y la cantidad de personas que no terminaba la enseñanza
básica y la media, incompleta. Hoy la gran mayoría de jóvenes han completado la
enseñanza media y egresado de la enseñanza superior, tanto técnica como profesional
o universitaria. Dentro de los universitarios, aumentan los creyentes que ostentan
posgrados y doctorados. Todos disfrutamos de acceso a la educación, capacitación,
nos enfrentamos a una explosión de la tecnología e información. Por tanto, el no
emplear las herramientas disponibles que Dios ha puesto hoy en nuestras manos,
resulta en indolencia injustificable. Si no nos capacitamos y preparamos con todos los
recursos disponibles, nuestros jóvenes buscarán satisfacer su necesidad de
información en otros lugares sin disponer de los criterios para evaluar y distinguir la
sana de las doctrinas heterodoxas o en el peor de los casos, deliberadas herejías.
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3.1. Convertido.
El predicador debe ser una persona que haya experimentado todos los resultados
de la fe en Cristo. Sabe lo que es nacer de nuevo, se sabe un justificado, elegido,
santificado, llamado, adoptado en la familia de Dios. Ha experimentado el perdón de
Dios. Comprende por experiencia propia lo que significa ser templo del Espíritu Santo.
El predicador que no ha “sentido y gustado interiormente” a Jesucristo (San Ignacio)
transmite ideas, pero no comunica un “sabor” (G.Michonneau-F. Varillon, citado por
Calvo 2018, 47).
Este nuevo nacimiento no se trata simplemente de una experiencia religiosa que los
convierte en “buena gente”, en persona “decente” o en buenos vecinos, sino en
ciudadanos responsables que deben dar cuenta de su nueva identidad, como primicias
de la nueva humanidad, tanto en el seno del hogar y en la iglesia, como en la sociedad
donde están situados como testigos del poder de Dios (López 2006, 72).
El predicador está sujeto a las más altas exigencias morales reclamadas por el
mundo. Como representante de Cristo, procura con la ayuda del Espíritu Santo a ser
digno embajador del cielo. Debe adoptar una conducta irreprochable en el hogar y fuera
de él. No sólo no debe haber acusación de su nombre, nos dice James Crane (2000,
37), sino que debe ser imposible formularle una acusación que pudiera resistir la
investigación.
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No debe ser un neófito, es decir, recién convertido. Pablo en Gálatas nos enseña las
cualidades de un maduro espiritual, éste restaura con mansedumbre al hermano que ha
sido sorprendido en alguna falta, se considera a sí mismo, pues sabe que también él
puede ser tentado. No es vanaglorioso, no se irrita con facilidad, sobrelleva su propia
carga y sobrelleva las cargas de los demás hermanos (Gálatas 5:26-6:5). Con esta
cualidad, el mensajero no predicará para exhibir sus dotes oratorios, sino de capacitar a
los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo (Ef.
4:12).
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Cuando una persona es llamada por Dios para el ministerio de la predicación vive
como hombres2 que tienen algo por lo cual vivir; y predican como hombres para quienes
la predicación es la más sublime actividad de su ser. Considera la predicación como lo
más importante que existe debajo del cielo, de lo contrario, es pura falsedad (Spurgeon
1975, citado por Ropero 2015, 54). El mensaje de Dios debe arrancar en el predicador
un entusiasmo desbordante. Debe ser algo que él quisiera gritar por las plazas y en las
esquinas de las calles. El que predica debe desear que cada persona oiga el mensaje
de Dios y que llegue hasta los últimos rincones de la tierra (Key 2017, 82).
3.7. La oración.
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Este término se usará en el escrito dándole el mimo sentido que la Biblia le da a la
humanidad incluyendo a hombres y mujeres (Génesis 1:27).
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Por esa razón se requiere un trabajo exegético previo, para ello, el predicador puede
asesorarse por un sólido comentario, esto le evitará no sólo que él flote en lo nebuloso,
en las libres ocurrencias de la imaginación, sino que también le hace ver y sentir la
situación histórica de los contemporáneos del texto. La exégesis pregunta críticamente
por el sentido original del autor. El objetivo del trabajo exegético sobre el texto es
comprender el sentido real de la Sagrada Escritura. Para la preparación práctica de la
predicación serán raros los casos en que podamos disponer del tiempo y de la
posibilidad de hacer una exégesis a fondo de la perícopa bíblica. Sin embargo, no
debería faltar nunca un mínimo de trabajo exegético en el quehacer de la predicación
(Calvo 2018, 30-35).
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autoaceptación, devoción y fe. Clemente de Alejandría, cerca del 190 al 200 d.C.,
alegorizó cada detalle de la parábola del hijo pródigo indicando que el manto
representaba la inmoralidad, las sandalias representaban un claro progreso del alma y
el becerro gordo representaba a Cristo, que alimentaba a todos los que de él comen.
Estos son algunos ejemplos de la espiritualización inapropiada de la Biblia, donde el
verdadero significado del texto se cambia por una simbología fantasiosa. Este recurso
lo utilizan predicadores que tiene la manía de intentar descubrir una nueva y misteriosa
interpretación, una verdad fuera de lo común o espectacular (Key 2017, 96, 118, 119).
Spurgeon, por otra parte, ostentaba una biblioteca de doce mil libros, se decía
que podía encontrar cualquiera de ellos, incluso, en la oscuridad pues sabía
exactamente dónde se encontraba el texto que requería para la ocasión. El apóstol
Pablo también se destacó por ser un gran lector, cuando estaba en la cárcel, manda a
pedir sus libros (2Timoteo 4:13). Las condiciones actuales, están para la adquisición de
literatura cristiana, más que en la inversión de tecnología, trajes de alto valor,
recreaciones costosas y otros lujos innecesarios y superfluos, el predicador invierte en
una voluminosa biblioteca personal.
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Gracias a este hábito, podrá satisfacer cada área de los creyentes. Evguenia
Fediakova (2013) menciona un dato alarmante, indica que muchos evangélicos en Chile
que salen al mundo profesional, abandonan la iglesia al descubrir que la doctrina
pentecostal no siempre es capaz de dar respuestas adecuadas a los problemas
laborales, interpersonales o existenciales que los esperan en la sociedad (39).
Por esa razón, el predicador de la Biblia debe examinarse para descubrir posibles
motivaciones ocultas. El predicador intenta satisfacer otras necesidades fundamentales
humanas como los deseos de prestigio, de ser querido, de poder. De este modo intenta
impresionar a un auditorio con un lenguaje deslumbrante, demostrar lo mucho que sabe
en un larde de erudición, superar a otros predicadores, buscar la aprobación o el
reconocimiento o simplemente acrecentar su autoestima por la tarea realizada con éxito
(Calvo 2018, 103). Un principio básico del arte de la oratoria es que el orador tiene que
ser una persona capaz, emocionalmente equilibrada, con una actitud adecuada hacia
su persona y hacia los oyentes (Hybels, Briscoe y Robinson 2008, 137).
3.11. Disciplinado.
Erich Fromm, en su libro El arte de amar (1959) señala que en todo arte se requiere
conocimiento y esfuerzo (13), dominio de la teoría y de la práctica (17). El arte requiere
disciplina, concentración, paciencia y preocupación. Si se aspira a ser un maestro en
cualquier arte, toda la vida debe estar dedicada a él o, por lo menos, relacionada con él
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4.1. Bíblica.
La Biblia es, sin discusión, el Libro del predicador, el texto fundamental que regula,
justifica y fundamenta su predicación. No hay otro. Lo es en sentido propio, dado su
carácter inspirado por Dios, dado formalmente a la Iglesia como norma de vida y
pensamiento; y lo es también por su intrínseca fuerza religiosa que despierta
resonancias éticas y espirituales en el oyente (Ropero 2015, 121).
Se debe predicar toda la Biblia, no sólo el Nuevo Testamento. Walter Kaiser (2015)
comenta el valor del Antiguo Testamento en la actualidad resaltando que es también la
poderosa Palabra de Dios, nos conduce a Jesús, el Mesías, se refiere a los temas de la
vida y fue utilizado como autoridad exclusiva en la iglesia primitiva (15-25).
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otros (Fernández 2011, 32-38). Según estos autores, Jesús de la fe, es un Cristo
inventado por los cristianos. La teología de la revolución predica de un Cristo
revolucionario. En los Estados Unidos Jesús ha sido visto como blanco y negro, liberal y
conservador, capitalista y socialista, un pacifista y un guerrero, un atleta y un estilista,
un agitador de los derechos sociales y un miembro del Ku Klux Klan (Prothero 2010,
70). Los predicadores de la prosperidad, enseñan a un Cristo multimillonario que hace
ricos a todos los creyentes.
Karl Barth (2005, 20) dijo que el mundo necesita oír en lenguaje profano lo que se
dice en un lenguaje eclesial, que fuera de las paredes de la iglesia, es un idioma chino.
Los términos académicos, eruditos, no caben en un púlpito donde se pretende
persuadir a los oyentes y en donde un niño pueda entender.
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La predicación responde a las preguntas profunda del ser humano. ¿Quién soy?
¿De dónde vengo? ¿Cuál es el sentido de mi existencia en este mundo? Estas
necesidades son espirituales. La predicación trae consuelo al sufriente, esperanza para
el desesperanzado, despierta la fe en el incrédulo.
4.5. Gráfica.
Las historias personales pueden servir también para ilustrar. Sin embargo, se debe
evitar transmitir la imagen de ser un individuo demasiado bueno, o demasiado sabio.
Una ilustración debe servir para ilustrar una verdad, y no para ensalzar al predicador. Si
vamos a contar una historia sobre nosotros mismos, generalmente es más eficaz
criticarse que alabarse (Hybels, Briscoe y Robinson 2008, 140).
Una predicación se destaca por la unidad, es decir, trata de un solo tema. Todas las
ideas se relacionan entre sí, éstas se encuentran interconectadas. Las ideas van
progresando hasta llegar a la cúspide. Existe simetría en los puntos principales y los
subpuntos se formulan con palabras simétricamente, de manera paralela.
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4.7. Profética.
Un profeta es una persona llamada por Dios para anunciar de parte de Dios. Cada
vez que un predicador, profesor de escuela dominical, evangelizador, misionero y
discipulador hable de Dios, ejerce el ministerio profético. No es profeta, pero ejerce el
ministerio profético. El profeta de Israel llamaba al pueblo constantemente al
arrepentimiento, a la obediencia a la ley, denunciaba las injusticas sociales, políticas,
económicas como la idolatría y la corrupción. Los profetas se caracterizan por su
libertad frente a las estructuras sociopolíticas y eclesiásticas (Ravasi 1989, 9), era un
hombre libre de cualquier compromiso para expresar la verdad. El predicador realiza la
misma labor de todos los profetas y asume la misma característica.
La predicación profética tiene que advertir respecto a la seducción que ejerce los
espíritus del afán de poder, de prestigio social y religioso; el engaño de las riquezas
disfrazadas de bendición divina. La función de la predicación profética tiene una nota
desafiante, pero en ningún momento quiere ser desagradable; su carácter
extraordinario se orienta a la estimulación de la fe apagada (Ropero 2015, 86).
Cristo llevó a cabo su ministerio en el poder del Espíritu Santo (Lc.4:14, Mt.12:28).
Los apóstoles comenzaron a predicar con valentía cuando fueron llenos del Espíritu
(Hch.2:1-14). Pedro va a testificar ante el tribunal judío en el poder del Espíritu Santo
(Hch.4:8). La iglesia primitiva rogaba a Dios para que le diera valentía para predicar,
como respuesta, Dios volvió a llenarle del Espíritu Santo (Hch. 4:23-31). Cuando Pablo
comenzó su ministerio, como Jesús, necesitó el poder del Espíritu Santo (Hch.9:17-19).
Gracias al Espíritu Santo, la predicación es acompañada por las señales, prodigios,
milagros y repartimiento del Espíritu Santo según su voluntad (Heb.2:4).
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considerar la unción del Espíritu es pensar en ella como algo que desciende sobre la
preparación. La preparación cuidadosa y la unción del Espíritu jamás deben
considerarse como alternativas sino, complementarias entre sí (Martin Lloyd-Jones
2015, 185).
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CAPÍTULO II
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1. Propósitos generales
1.1. Evangelístico.
1.2. Doctrinales.
Estos sermones son para instruir a los fieles sobre los temas fundamentales de la fe
cristiana. La predicación doctrinal no sólo satisface las necesidades espirituales sino
también las intelectuales de los creyentes. En este sermón el predicador expone los
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Para este fin, los predicadores procuran instruirse en las doctrinas básicas de la fe
cristiana. Conocer las doctrinas de: Dios, revelación, Biblia, ángeles, hombre, pecado,
Cristo, salvación, regeneración, santificación, elección, perseverancia de los santos,
adopción, justificación, iglesia, Espíritu Santo, y los temas escatológicos. Si carece de
instrucción doctrinaria impartida en los centros de capacitación bíblica, puede asistir a
los estudios bíblicos de su iglesia o escuela dominical, adquirir libros sobre teologías
sistemáticas. Respecto a los libros de teología, no comprar y utilizar sólo uno, sino
varios libros para que no tenga sólo una perspectiva doctrinaria sino un abanico de
posturas con la finalidad de que el predicador llegue a sus propias conclusiones. Para
no entrar en compromisos doctrinales con su comunidad, debe procurar instruirse en
los artículos de fe de su denominación para que colabore con su iglesia y no se
transforme en un obstáculo. La congregación que demande una explicación de alguna
doctrina bíblica como la divinidad de Cristo, la Trinidad, la salvación, la justificación, la
segunda venida de Cristo, el predicador confeccionará un sermón doctrinal.
1.3. Devocionales.
1.4. Consagración.
En este sermón el predicador procura que los oyentes consagren sus talentos,
bienes materiales y su tiempo al servicio del Señor. Si desea que los hermanos
dediquen más tiempo a las actividades de la iglesia predicará un sermón de
consagración. Si la iglesia requiere de recursos económicos como ofrendas para
construcción, misiones, compra de propiedades, compra de literatura para estudios
bíblicos y escuela dominical, el predicador elaborará un sermón de consagración. Si
muchos cristianos con talentos musicales, habilidades administrativas, oficios y
profesiones técnicas y profesionales no ofrendan sus dones a la iglesia, entonces el
predicador confeccionará un sermón de consagración.
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1.5. Ético-moral.
Estos sermones cumplen la tarea de orientar a la audiencia para que ésta ajuste su
vida a las normas y prácticas que demanda la Escritura. Este sermón señala los
principios que Dios ha establecido para que las relaciones interpersonales se
desarrollen en un plano de justicia, paz, decencia y honor. Estos principios se aplican a
la vida privada, como a la vida en comunidad (Rodríguez 1983, 41). Entre los temas
que aborda este sermón son la justicia social, la familia, la relación de los creyentes con
la política, las relaciones laborales, la distribución de las riquezas, el uso de los
recursos naturales, la sexualidad, eutanasia, inseminación artificial, la clonación de
órganos, bioética, aborto, racismo, derechos humanos y pecados que se enlistan en el
Nuevo Testamento.
2. Propósito específico
Ejemplos:
Propósito específico: Que los hermanos de la Iglesia del Señor la cual ganó por
su sangre de Santiago, comprendan, de acuerdo al testimonio bíblico, la
doctrina de la trinidad.
Propósito específico: Que los estudiantes del Instituto Bíblico Pentecostal del
Sur de Osorno, defiendan la fe con humildad y respeto.
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CAPÍTULO III
El texto se puede definir como aquel pasaje de las Escrituras, sean breve o extenso, del
cual el predicador deriva el tema de su sermón (Crane 2000, 78). El tema entonces,
brota y se origina del pasaje bíblico.
Con respecto a la extensión del texto bíblico, no existe un criterio rígido. Puede
ser un párrafo (conjunto de oraciones que tienen una idea en común), una frase, un
versículo, un conjunto de párrafos, un capítulo completo de un libro, o un libro completo.
Sin embargo, actualmente, se aconseja en los sermones expositivos, que el texto base
sea una porción extensa de la Escritura, desincentivando las frases y los versículos por
no tomar en cuenta el contexto del pasaje.
Una razón para emplear un texto bíblico es que le da autoridad al sermón. Un creyente
que llega a la congregación desea escuchar la voz de Dios, no le incumbe la opinión,
ideas o fantasías, que se originan del predicador. Quiere saber qué le dice la Biblia.
Una tercera razón para tener un texto bíblico es la variedad que le brinda a la
confección de sermones. Si es estudiante frecuente y disciplinado de la Biblia, podrá
desarrollar una multiplicidad de temas que se encuentran diseminados por toda las
Escrituras. De esta manera permitirá al oyente una comprensión general de la Palabra
de Dios. Tal predicador, puede exponer cada uno de los géneros literarios de la Biblia,
no tendrá entorpecimientos en predicar sobre narraciones bíblicas, poesías, leyes,
géneros proféticos y apocalípticos; sinópticos, historia, epístolas bíblicas. Podrá
articular la relación entre los pasajes y temas bíblicos sin descontextualizar las
Escrituras.
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iglesia con esta característica permite a los miembros ser confortados, motivados y
edificados por la predicación.
¿Cuáles son los criterios a emplear para definir el texto bíblico en el cual basaremos
nuestros sermones? Un criterio del cual podamos valernos es que el texto bíblico se
apodere del corazón del predicador. Cualquier predicador sabe en su interior, cuál es el
texto bíblico que Dios desea que se predique, si éste depende del Espíritu Santo, anda
en el Espíritu. Aquel predicador que medita un pasaje de la Escritura que ha leído, que
desea compartirlo con sus hermanos, un pasaje que le tiene al borde de la obsesión,
ese es el pasaje que el Señor desea compartir con su iglesia.
Finalmente, la situación actual del país o del mundo es otro criterio que se
debería considerar, señaló Miguel Ángel Palomino en la revisión de este texto (2022). Él
recuerda que visitando un país en tremenda crisis social, donde el pastor ni siquiera
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mencionó lo que la población estaba viviendo en esos días, parecía que el hombre vivía
en otro planeta y que lo que acontecía no era competencia de la iglesia. El propósito
general, específico y el texto bíblico son los primeros tres pasos para la elaboración de
sermones. Ahora pasaremos a determinar el asunto y el tema.
3. El asunto
“No se puede decir todo de una vez. Para la homilía vale lo de una sola idea en cada
homilía”. El público sólo asimila una idea a la que se le puede dar varias pasadas
(Calvo 2018, 105). A esa idea se le denomina asunto.
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el predicador tendrá que optar por aquel asunto al cual el pasaje le da más énfasis o
aquel asunto que concuerda más con el propósito sermonario (Costas 1989, 49).
Ejemplos:
En este pasaje el asunto es hijo, pues es la idea principal. Las primeras palabras
“recibir”, “cree” tienen como finalidad indicar el medio para ser hijos de Dios. El verso
trece explica cómo se ha producido esta adopción de hijo de Dios. Observe también
que el asunto se extrajo usando una palabra que se encuentra explícita en el texto
bíblico. Veamos ahora, el siguiente ejemplo.
4. El tema
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que consiste en una frase que señala la dirección que tomará el sermón. Esta frase
debe ser breve, sugestiva, interesante, no sensacionalista y no dirá nada del contenido
del sermón (Rodríguez 1983, 53), pero en este manual sólo trabajaremos con el tema
pues cumple con la misma función y también porque para otros autores, tema y título
son sinónimos, empleándose intercambiablemente.
Ejemplos:
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CAPÍTULO IV
1. Proposición
Ejemplos:
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Ejemplos:
Ejemplos:
a. Vale más reconocer a Jesucristo como Señor en el ahora que en el más allá.
b. La Biblia vale más que cualquier otro libro.
c. El ser humano tiene más valor que cualquier otra criatura en todo el universo.
d. El sacrifico de Cristo vale más que todos los otros sacrificios.
Ejemplos:
Ejemplos:
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1.2.6. Proposición exhortativa. El tema se formula de tal forma que exhorta a los
oyentes a seguir la sugerencia prescrita.
Ejemplos:
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2. Interrogante sermonaria
¿Qué son las interrogantes sermonarias? Son las herramientas que ayudan a
establecer el puente entre la proposición y el cuerpo del sermón. Cada proposición
debe sugerir por lo menos una interrogante. La interrogante es una pregunta que se
plantea como resultado de la proposición. Tiene la finalidad de establecer un
movimiento lógico y suave entre la proposición y el cuerpo del sermón. En ocasiones la
proposición despierta más de una interrogante, el predicador tendrá que seleccionar
aquella que sea más a fin al propósito de su sermón.
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¿Quién? Nos pone en contacto con un número de personas a las cuales se les
identifica o se les puede incluir al aplicar algún principio
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es un nombre plural, una forma verbal o un adjetivo en plural (Costas 1989, 73). Es
necesario que la palabra clave se redacte en plural, pues aquella palabra se emplea
para conectar la proposición con las divisiones principales que siempre son más de
una. La palabra clave es la cadena o eslabón que une la proposición con las divisiones.
También es muy importante aclarar que, en la oración de transición, no se responde a
la interrogante sermonaria, pues las divisiones cumplen con esa función.
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OT: Podemos saber con certeza que la salvación es sólo por la gracia de Dios y
nunca por las obras de los seres humanos por lo que nos enseña (palabra
clave) las Escrituras.
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CAPÍTULO V
LAS DIVISIONES
Las divisiones son las secciones principales de un discurso ordenado. Sea que se
indiquen en la predicación o no, un sermón apropiadamente planificado estará dividido
en partes concretas, contribuyendo cada componente a la unidad del discurso (Braga
1986, 161).
1.4. Cada punto tiene una idea central; única, que contribuirá al desarrollo del tema.
1.5. Los puntos principales deben ser dos como mínimo y cinco como máximo.
Es decir, que, si el primero es una afirmación, los demás deben serlo; que, si es una
pregunta, los otros igual. Esta uniformidad se extenderá a frases, adjetivos, sustantivos,
predicados, entre otros.
Han de facilitar el paso feliz; gradual y armónico del desarrollo desde la introducción
hasta la conclusión (Rodríguez 1983, 67-70).
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Este hombre fue condenado, no porque era rico, sino porque no quiso reconocer las
señales de su mundo (primer punto). Nuestro personaje fue también condenado porque
no quiso atender a sus necesidades espirituales (segundo punto). Sobre todo, el rico
fue condenado porque no quiso obedecer la Palabra de Dios (tercer punto).
1.4. Por medio de formas verbales tales como: noten, observen, vea, consideren,
etc.
2.1. El predicador puede anunciar previamente todas las divisiones y luego hacer
énfasis nuevamente sobre cada una de ellas según las vaya tocando en el curso
del sermón.
Este procedimiento es antiquísimo y todavía se presta para los predicadores cuyo fin
es el de la enseñanza, en los cuales se precisa ante todo la claridad de pensamiento.
Normalmente esta forma de anunciar las divisiones principales se encuentra en la
proposición. En los sermones de Spurgeon y Wesley es frecuente este tipo de anuncio
de las divisiones.
2.2. Otro plan evitaría todo anuncio previo de las divisiones, pero exigiría que en el
curso del sermón fuera anunciadas claramente y en la forma más paralela
posible.
2.3. También, sería posible que el predicador omitiera todo anuncio formal de las
divisiones, dependiendo únicamente de su capacidad como orador para hacer
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que sus oyentes percibiesen con claridad la ruta que el pensamiento del sermón
estaba siguiendo.
3. Ejemplos de divisiones
3.1. Proposición:
Divisiones:
3.2. Como proposición Wesley (1892, 15) dice: Precisa, por lo tanto, a fin de
alcanzar la gracia de Dios, que investiguemos cuidadosamente:
En los dos ejemplos vemos que las divisiones principales fueron anunciadas
previamente en la proposición. Algunos autores de texto de homilética desincentivan
este procedimiento, porque elimina la expectación de los puntos que el predicador
desarrollará en su sermón. Sin embargo, en este manual seremos flexibles y para no
limitar la forma de anunciar las divisiones y al mismo tiempo promover la variedad,
también lo recomendamos.
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En este sermón las divisiones fueron formuladas por el predicador. El orden dado
fue cronológico, pues comienzan desde el Antiguo Testamento, las circunstancias, los
anuncios y finalmente el lugar donde nacería el mesías. Cuando el sermón es de
carácter doctrinal, es mucho más fácil elaborar las divisiones pues los mismos textos de
teología sistemática le pueden indicar el orden. Veamos el siguiente ejemplo.
I. La santificación instantánea.
II. La santificación progresiva.
III. La santificación completa.
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CAPÍTULO VI
LAS SUBDIVISIONES
1. Definición de subdivisiones
Orlando Costas (1989, 78) orienta el modo en que se pueden desarrollar las
subdivisiones. Pueden ser a través de interrogación, argumentación, aplicación,
ilustración, exhortación o conversaciones imaginarias. Veremos a continuación
ejemplos de cada una de ellas.
Ejemplo:
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Texto: Jn.3:5-8.
Asunto: Espíritu Santo.
Tema: Lo que el Espíritu Santo realiza en el creyente en el momento de la conversión.
Proposición: ¿Qué realiza el Espíritu Santo en el creyente en el momento de la
conversión?
OT. El Espíritu Santo realiza las siguientes obras en el creyente en el momento de la
conversión.
Ejemplo:
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Los buenos predicadores se identifican con sus oyentes. Todos nosotros somos
iguales ante Dios, y todos tenemos que prestar atención al mensaje que Él despliega
para todos nosotros. En la explicación normalmente se usa el nosotros, pero llegado el
punto de la aplicación, el predicador suele dejar atrás el “nosotros” para hacer uso del
“tú”. El predicador es representante de Dios. No suena arrogante usar el pronombre “tú”
a esta altura de la predicación. Antes uno ya se ha identificado con los oyentes. No es
que ahora se distancie, sino que está retando a cada oyente en particular a que saque
una aplicación personal (Hybels, Briscoe y Robinson 2008, 71-72).
Es aconsejable realizar las aplicaciones en todos los puntos, no sólo del punto final
del sermón. Esta es la regla; y es pertinente también cuando se realizan estudios
bíblicos. También la aplicación no debe ser solamente negativa, mostrando lo que los
oyentes no deben hacer. Debe ser también positiva, señalando lo que ellos deben
hacer (Key 2017, 182, 301).
Ejemplo:
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Transición: Cristo presidirá el juicio final, el otro detalle que debemos conocer son:
II. LOS RECEPTORES DEL JUICIO FINAL.
A. Los receptores del juicio final son las personas no redimidas, las que
no participaron en la primera resurrección.
B. No habrá discriminación para los receptores del juicio final.
C. Los receptores del juicio final están de pie ante el trono de Dios.
D. La misma pregunta que le realizó Cristo a los fariseos te hago hoy.
¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?, ¿contratando a los
mejores abogados, los más preparados y de mayor experiencia? De
ninguna manera ¿Reuniendo todos tus bienes y posesiones materiales
y dárselas a Dios? No, pues la salvación no se compra con dinero, ni
Dios acepta soborno. ¿Asistiendo a alguna iglesia y hacer todo lo que
te pidan? No, la salvación no se obtiene por las buenas obras y
ninguna iglesia puede salvar un alma. La única forma de evitar el juicio
final, es por medio de Cristo. Él dijo: “el que cree en mí no irá a
condenación”.
Ejemplo:
OT: El Señor te llama a ser fiel hasta al muerte por las consideraciones que
encontramos en el texto leído.
En esta clase de desarrollo el predicador usa casos y ejemplos que clarifiquen algún
punto en discusión. Las ilustraciones pueden extraerse de la Biblia, de la experiencia
del predicador, de diarios, revista, literaturas o libros de ilustraciones para sermones.
Ejemplo:
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CAPÍTULO VII
1.1. Interesante.
Que capte el interés del oyente en el texto y en el tema.
1.2. Permite aflorar las necesidades.
Robinson (2000) cita una conclusión de un estudio científico social en lo que ocurre
con las personas cuando reciben información que afecta a sus necesidades. Éstas,
aumentan su aprendizaje y cambian sus opiniones en forma más rápida y permanente
que cuando se da la información y no se la aplica a la vida. Por tanto, encausar nuestra
predicación hacia las necesidades de la gente no es simplemente una técnica
persuasiva, es la meta de nuestro ministerio (164-165).
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1.3. Simpática.
1.4. Reconfortante.
1.5. Informativa.
Provee al auditorio una visión amplia del tema, satisfaciendo la natural curiosidad de
éste.
1.6. Apropiada.
Que tome en cuenta la cultura general del auditorio, sus tradiciones, costumbres y
gustos. Una introducción que relacione el texto bíblico con el campo, la ciudad, los
diversos trabajos, profesiones, oficios de los creyentes, será más significativo que si
hablara de situaciones o experiencias de otros creyentes en otros contextos.
1.7. Positiva.
Que apunte a las soluciones positivas que el Evangelio da a toda situación humana.
1.8. Inclusiva.
Incluirá resumidamente el pasaje bíblico integrado con el tema de la introducción.
1.9. Precisa.
Su movimiento se dirige a la proposición. La proposición es el sermón condensado,
será presentada explícita o implícitamente en la introducción.
1.10. Breve.
1.11. Creativa.
1.12. Modesta.
Introducción.
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Introducción.
Introducción
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Rubén Gil (1995, 276-283), presenta algunas sugerencias que podrían utilizarse para
comenzar un sermón.
3.2. Humor.
Es un recurso retórico que tiene como finalidad impresionar al espíritu y recalcar una
verdad. Un predicador comenzó su sermón diciendo: “El hombre, hecho a imagen y
semejanza de Dios” y luego añadió: “aunque mirándome a mí la cosa hay que ponerla
en duda”. Cuando la gente se ríe a gusto es cuando somos la víctima de la historia,
imaginan la escena y nos ven como protagonistas. Hay cierta simpatía por quien es
capaz de reconocer sus fallos, deficiencias o fracasos.
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Este punto es muy importante, pues recordemos que la introducción debe comenzar
con lo familiar lo conocido para luego deslizarse a lo desconocido y espiritual. Veamos
otros recursos que se puede emplear.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”, nos servirá para predicar sobre
Proverbios 13:20 “El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios
será quebrantado”. De tal palo tal astilla nos servirá para introducir algún sermón sobre
la naturaleza pecaminosa trasmitida por nuestros primeros padres Adán y Eva.
CAPÍTULO VIII
1.1. Brevedad.
Aunque la conclusión es una parte vital del sermón y tiene que ser preparada con
dedicación y esmero, no tiene que ser prolongada. Es muy eficaz si en pocas frases, en
forma muy marcada, mencionar las ideas fundamentales de la predicación (Calvo 2018,
141).
1.2. Sencilla.
1.4. Concreto.
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de los oyentes. Es la parte del sermón en que la aplicación directa a la vida del oyente
es más íntima, personal e intensa (Key 2017, 226).
1.5. Practicable.
1.6. Persuasiva.
Que deje un mensaje convincente y que abra las puertas a decisiones libres. Que
evite tanto la manipulación como la demagogia. Stott (2022, 16) señala que nos
sentimos tentados a forzar a escuchar a las personas cuando no responden al
evangelio, a utilizar técnicas psicológicas y a manipular a las personas para que crean.
No obstante, ese recurso, Pablo la rechaza. En 2 Corintios 4:2 dice: “Antes bien
renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la
palabra de Dios. La estrategia de Pablo era presentar más claramente el mensaje del
evangelio.
2.1. Recapitulación.
La reafirmación de las principales ideas del sermón, al final, sirve para recordarles
los aspectos principales que han sido considerados, y los prepara para la etapa final del
mensaje. No es una mera redundancia, una innecesaria repetición de las divisiones
principales. El predicador prudente no dará su resumen con las mismas palabras de las
divisiones principales, sino que utilizará afirmaciones concisas y precisas para expresar
cada una de estas ideas principales.
2.2. Ilustración.
4 Yiyi Ávila. (23 de julio 2018). Una madre que logró que todos sus hijos sean salvos. Descargado de
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2.4. Motivación.
Es un error pensar que un sermón tiene que acabar con un llamamiento emocional o
patético, en el que el predicador se lanza en un estado emocional. Bien al contrario, un
final natural, sencillo y apacible es, por lo general, mucho más impresionante y eficaz.
Las reprensiones y las advertencias solemnes podrán ser recibidas por la congregación
con mejor actitud, si se pronuncian con tierno afecto, que con atronadoras denuncias y
vehemencias. Sin embargo, es mejor respetar la personalidad de cada predicador, no
todos reúnen las mismas formas de predicar ni de concluir un sermón, algunos son
menos apasionados, otros terminan con un delirio o como fuera de sí. Spurgeon, por
ejemplo, en un sermón, terminó desmayado.
La cita puede ser de un himno, poesía o el texto bíblico. La cita debe ser breve, y el
expositor debe sabérsela de memoria. Estas citas al final de una conclusión expresan la
verdad del sermón de manera dramática.
Que no sea un nuevo sermón, sino la aplicación práctica de las verdades expuestas.
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CAPÍTULO IX
Este método resume también la introducción y la conclusión. Es una técnica útil para
sermones en cultos en hogares o al aire libre, donde es difícil usar un cuaderno de
notas.
Una de las técnicas más efectivas, pero menos usadas, consiste en llevar al pulpito
una lista de diez a doce palabras claves que resumen el contenido del sermón. El uso
correcto de esta técnica requiere la redacción del manuscrito completo, como si fuera a
leerlo ante la iglesia, lo repasa varias veces y termina escribiendo su lista de palabras
claves.
En algún momento, todo predicador debe hablar sin notas ante una audiencia. En el
cementerio, por ejemplo, es difícil predicar con notas. Sin embargo, el bosquejo ya se
encuentra en la mente del predicador.
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Sin embargo, se puede improvisar, ser fresco y espontáneo cuanto más se esté
preparado en doctrina sagrada a comunicar, sus detalles e interpretación, su desarrollo
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y aplicación en las distintas áreas de la vida (Ropero 2015, 110). La experiencia, indica
que, en más de una ocasión, los predicadores emplearán este método.
Tanto el hombre como la mujer al ir al púlpito deben lucir impecables. Vestir con
elegancia y sobriedad. Cuando Pablo declaró: “…a todos me hecho de todo, para que
de todos modos salve alguno (1Cor.9:22), estableció un principio básico de la
comunicación cristiana. Una regla básica en el arreglo y el vestido del predicador es
que deben ajustarse al público, la circunstancias y al propio predicador (Robinson 2000,
200-201).
Los hispanos hablan con el cuerpo, sin palabras. El quedarse todo el tiempo detrás
del púlpito privará al auditorio de parte del mensaje. Por esa razón es conveniente
moverse, sin exagerar, por la plataforma.
El predicador con éxito deja que su cuerpo hable por él. El gozo debiera motivar ese
movimiento. No debieran inhibir la expresión física que acompaña el pensamiento
enérgico. Los gestos nos ayudan a explicar y a describir. Si el predicador quiere
describir la muralla de Babilonia, puede mejorarlo con los gestos que con simples
palabras. Los gestos enfatizan nuestro discurso, imprime energía al tono de la voz,
captan la atención y mantienen el interés; además, ayudan a nuestros oyentes a
experimentar lo que sentimos al identificarse con nosotros (Robinson 2000, 203-204).
Hable alto, pero sin gritar. Module la voz para evitar la monotonía. Es importante
variar la voz, en ocasiones hablar rápido, en otras, lento. Bajar la voz y subirla. Las
variaciones en el volumen producen interés y destacan la idea.
Las pausas sirven como comas, punto y comas, puntos, y signos de exclamación de
la oratoria. Son los pensamientos silentes. Van más allá de una interrupción en la
predicación, y le dan al auditorio una breve oportunidad para pensar, sentir y responder.
La primera palabra o frase que se pronuncia después de una pausa se destacará con
respecto a la anterior. Una pausa antes del clímax de un relato aumenta el suspenso, y
una pausa dramática introducida en el momento en que el orador siente una profunda
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emoción, puede comunicar los sentimientos con más eficacia que las palabras
(Robinson 2000, 211-212).
También las pausas son importantes porque la mente del oyente va más lenta que
el discurso del predicador, por eso son importante las pequeñas pausas en el sermón
para que el oído de los oyentes tenga tiempo de digerir el alimento espiritual (Calvo
2018, 118).
Este se sitúa entre los medios más efectivos de comunicación no verbal. Los ojos
comunican. Brindan respuestas y al mismo tiempo, mantienen la atención del público.
El predicador logrará descifrar las reacciones de los oyentes al sermón y los oyentes,
advertirán que los predicadores que fijan su vista en ellos quieren hablarles en persona.
Al disponerse para hablar, ejecute una pausa para establecer contacto personal con
sus oyentes. Mueva sus ojos por la congregación, y permítales descansar por unos
momentos sobre varios de los oyentes (Robinson 2000, 206-207).
Todas las expresiones son correctas y útiles usadas en el lugar que les
corresponde, pero se convierten en fastidiosas muletillas tan pronto cuando se abusa
de ellas. El predicador debe velar sobre sí mismo para evitar tales hábitos viciosos
(Vila1984, 215). Entre las muletillas más frecuente son “amén”, “amén hermanos”,
“¡Gloria a Dios para siempre!”, “no es verdad”, “no es cierto”, “¡Aleluya!”, “hermanos
queridos”. Es verdad que Yiyi Ávila se destacó por sus muletillas, pero nosotros no
somos aquel gran predicador, ni tampoco debemos imitar su forma de predicar.
3.1. Claridad.
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3.2. Energía.
La energía, animación o viveza tiene como finalidad estimular la atención del oyente.
Pero eso no es todo, también demuestra la convicción del oyente. Ello provoca a su vez
convicción y decisión. La energía no es lo mismo que vehemencia. No se trata de que
el predicador sea un gritón que golpee el pulpito y camine agitadamente de un lado de
la plataforma a otro. La energía espiritual es aquel poder que penetra el alma y la hace
volverse de su pecado a un Dios perdonador.
3.3. Belleza.
Las figuras retóricas ayudan en impartir belleza al estilo del sermón. Ayuda de
manera eficiente la comparación, la metáfora y la personificación. Pero, lo que más
conduce a la elegancia de estilo es la sencillez. Lo sencillo es natural, directo y fácil de
comprender. En los sermones se evita la elaboración excesiva, la ornamentación
pomposa y la expresión grandilocuente. El predicador sencillo es aquel que habla con
naturalidad y no imitando a otro o esforzándose por usar expresiones coloquiales.
3.4. Economía.
Jorge Luis Borges denunció a los que comunicaban extendiendo las palabras y el
tiempo de la información. “Que desvarío laborioso y empobrecedor el de componer
vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición
oral cabe en pocos minutos” (Borges 2016, 11-12). Un sermón de una hora y media, es
posible reducirlo a 25 minutos, expresando la sustancia y los más relevante del
mensaje, y cada palabra accesoria, eliminarla.
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CONCLUSIÓN
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BIBLIOGRAFÍA
Bill Hybels, S. B. (2008). Predicando a personas del siglo XXI. Barcelona: Clie.
Braga, J. (1986). Cómo preparar mensajes bíblicos. Grand Rapids: Editorial Portavoz.
Fernández, S. (2011). Jesús: Los orígenes históricos del cristianismo desde el año 28 al
48 d.C. Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile.
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Desafíos.
Stott, J. (2002). Desafíos del liderazgo cristiano. Buenos Aires: Ediciones Certeza.
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Trimp, C. (2015). Elaboración del sermón. En A. Ropero, Homilética Bíblica (págs. 249-
257). Barcelona: Clie.
Wesley, J. (1892). Sermones por Juan Wesley Tomo I. Kansas City: Beacon Hill Press.
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Paulo Santis Lipán, es fundador y director del Instituto Bíblico Pentecostal del Sur. Se
desempeña en el ministerio de la educación cristiana a tiempo completo desde el año
2010, es graduado de Bachiller en Biblia y Teología (IBN), Licenciatura en Teología
(ISUM), Licenciatura en Biblia y Teología (Global University), Maestría en Teología
Práctica (FATELA) y candidato a doctorado en Teología en Ministerio (Midwestern
Baptist Theological Seminary). Miembro en plena comunión de la Iglesia Metodista
Pentecostal de Chile.
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