Otro Tema 2
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Los cantares son relatos heroicos en verso en los que se exaltan las hazañas de seres
superiores cuyo ideal es la persecución del honor. El esfuerzo y el riesgo son dos
características que condicionan las vidas de los protagonistas de estas gestas.
Características:
Los románticos son los primeros en formular una teoría sobre la aparición de los
cantares de gesta. El origen germánico de los cantares hispánicos ha sido señalado por
Menéndez Pidal, ya que anteriormente Tácito, Amiano Marcelino y Jordanes señalaron que los
germanos memorizaban canciones que les servían de memorias y anales. Señala la existencia
de temas de los godos en la épica posterior dentro de romances, como el tema de La caída
del rey Rodrigo, el de Walther de España o de Aquitania, o el de la leyenda del héroe que libera
a los godos por el precio de un caballo. En contraposición, se argumenta que los visigodos
eran ya un pueblo romanizado, además de que el tema del caballo no es de origen germano, y
se cree que esas coincidencias tardías no deben suponer que esos sean los orígenes de
nuestra tradición épica.
Gaston Paris y Eduardo Hinojosa son sus dos tradicionales defensores, y es que Francia Res
tuvo gran influencia en nuestra cultura, sobre todo con el chovinismo francés. El primero dice erv
que los romances son anteriores a los cantares de gesta, o quizás fragmentos desgajados de
ellos. La asonancia transitoria es uno de los argumentos que más se utilizan para justificar este
origen, y consiste en que el primer verso de una tirada suele presentar la misma asonancia que
la anterior, y algo menos común, que el último verso de una serie anticipa la rima de la
siguiente. Menéndez Pidal rechaza que en España no hubiera ningún cantar de gesta hasta que
se conoció la épica francesa. Además, los contactos efectivos con Francia se dan muy tarde,
en el siglo XI, y hasta mediados del XII no conocemos cantares franceses en España, sin
embargo, entonces ya se habían narrado las hazañas de Fernán González y otras más. Hay
también quienes piensan que la épica francesa tiene origen en la española.
El apodo dignificador
La abundancia de diálogos
Deyermond, Chaplin y Glifford ven en muchos episodios de la épica más folklore que
historicidad. También autores como Walsh señalan las similitudes con las historias religiosas y
litúrgicas medievales. Teniendo todo esto en cuenta, no puede hablarse de un origen claro,
sino de muchos influjos distintos.
Períodos
Cronológicamente, se suelen distinguir los siguientes períodos:
Período inicial. Siglo X-XII (1140). Abarca desde los orígenes hasta el año 1140 (Mio Cid). Los
poemas son más breves, de 500 o 600 versos (Cantar del rey Rodrigo y de la pérdida de
España, el Cantar de Fernán González, La condesa traidora y el Romanz del infant García).
Período de plenitud (1140-1236). Hasta el Chronicon mundi, los poemas se alargan, gran
influjo francés (Cantar de Mio Cid, Cantar de la mora de Zaida, el Mainete, el Bernardo del
Carpio, el de Roncesvalles y La peregrinación del rey Luis de Francia)
Período de decadencia (XIII-XV). A partir de la segunda mitad del siglo, los poemas son
prosificados en las crónicas y pierden su razón de ser, hay un momento de descomposición y
transición a nuevas normas ideológicas, compiten con el mester a “sílabas contadas” y derivan
a lo fantástico anticipando los libros de caballerías.
Ciclos de la épica castellana.
Los poemas épicos se pueden agrupar por ciclos o temáticas, y tenemos tres ciclos
fundamentales:
Ciclo de los condes de Castilla
N
Alan Deyermond ha estudiado con mayor detalle los cantares de este ciclo. Este ciclo tiene un o
importante trasfondo histórico, y se reconoce por las motivaciones históricas que encontramos
en su composición. Se confirma el vínculo de los cantares con los cultos sepulcrales e intereses
monacales. El personaje femenino tiene mucha importancia, son mujeres fuertes y esto es
algo controvertido porque las mujeres ocupaban el lugar de los hombres.
Dentro de este ciclo encontramos Los siete infantes de Lara, leyenda sobre la cual pudo haber
dos cantares y que generó todo un ciclo de romances épicos durante la Edad Media. Es uno de
los más antiguos y célebres, posiblemente del año 1000, y solo se conservan 559 versos
reconstruidos sobre Menéndez Pidal, pero podemos recuperar el contenido gracias a su
presencia en las crónicas, donde lo encontramos prosificado (Primera Crónica General). Dice
que el poema primitivo se compone a raíz de unos sucesos de fines del siglo X, ya que el dato
histórico de la obra nos sitúa en el período de la lucha civil entre el conde García Fernández y
su hijo, sublevado contra él. Otros, en lugar de historicidad ven ficción inspirada en el folklore.
Resumen de Los siete infantes de Lara. Ruy Velázquez es el señor del alfoz de Lara, y quiere
casarse con doña Lambra, pariente del conde de Castilla García Fernández (970-995), hijo de
Fernán González. Aquí se unen dos familias, los Lara y los Fernández. Lara es una rama de
menor linaje, que busca medrar, de ahí la boda con una mujer familia del conde. En las bodas,
parientes de los Lara (los siete infantes) tienen una trifulca con los Fernández, tras una
competición deportiva con halcones. Aquí hay una clara manifestación de orgullo y
superioridad de linaje de los familiares del conde con los Lara, considerados de menor rango,
por lo que doña Lambra manifiesta su burla ante los Lara. Uno de los infantes tiene un conflicto
con uno de los Fernández y lo mata accidentalmente. Como intento de conciliación, los siete
infantes son entregados como vasallos a Ruy. Tras un día donde fueron a cazar los infantes con Res
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halcones y entregar las piezas capturadas a doña Lambra, se ponen a bañarse junto a la
ventana de ella, lo cual ella entiende que es una provocación, así que el criado de doña Lambra
lanza un pepino lleno de sangre al bañista de los Lara, y éste lo mata. El marido, Ruy Velázquez
decide vengarse de los infantes, así que les prepara una emboscada. Ruy es amigo de
Almanzor, y pretende aliarse con él para repartirse las tierras del condado de Castilla. Envía al
padre de los infantes a un castigo con Almanzor, pero éste le perdona y lo mantiene en la
corte, donde se relaciona con una princesa mora. Por otra parte, Ruy al no conseguir la
venganza por parte de Almanzor del padre de los infantes, planea otra estrategia: enviar a los
infantes a una trampa, para luchar contra los moros. Los moros, tras una resistencia heroica de
los infantes, los matan y cortan sus cabezas. Su padre se lleva las cabezas a Castilla, y se entera
de que va a tener un hijo con la princesa mora de Almanzor. Entonces parte un anillo, le da la
mitad a la mora, y él se queda con la otra mitad, diciendo que, cuando su hijo (Mudarra)
crezca, que se reúna con él. Mudarra se hace un valeroso soldado en tierra musulmanas, y al
crecer lleva la mitad del anillo para su padre en Castilla. El padre le acepta y entonces planean
la venganza de Ruy y doña Lambra. Mudarra mata a Ruy y quema viva a doña Lambra,
vengando la muerte de sus hermanastros, los siete infantes de Lara.
Esta lucha entre dos familias, una de menor linaje y otra emparentada con los condes de
Castilla refleja las luchas de poder entre los vasallos de un mismo territorio. Al no poder
conseguir el poder por matrimonio, cuando la rama menor se incorporaba (debido al rechazo
de algunos familiares por esa unión), se buscaban otros medios de conseguirlo. Los vasallos de
Castilla pactan con los musulmanes para alcanzar el poder en Castilla, pero los pactos no
siempre se cumplen. Existe una mezcla de sangre y venganzas de hijos bastardos, lo cual hace
pensar a Pidal que esta épica es de origen godo. Otros piensan que es de influjo musulmán. El
origen godo se debe a que los germanos solían preparar venganzas de sangre muy crueles,
hay paralelos en el folclore alemán. Presuntamente, éste es el primer cantar de gesta, de ahí
que Pidal se incline por esta opción.
Las cabezas de los infantes de Lara se custodian en el monasterio de San Millán. Su veracidad
se ha puesto en duda, pues otros lugares también afirman que conservan sus cabezas. Estos
cantares pudieron componerse para animar a los peregrinos a trasladarse y hospedarse en los
monasterios, camino de Santiago. Las historias, cuanto más exóticas, más entusiasmarían a los
peregrinos, que se dejarían el dinero por el camino. La misma motivación que tuvo Berceo con
sus milagros reintroducidos.
También encontramos el Cantar de Fernán González, héroe castellano vinculado a la
historia de la fundación del reino de Castilla. Solo lo encontramos en la Crónica najerense y
en la Crónica de 1344 (Segunda Crónica General). Exaltan la figura de este conde, arquetipo
del vasallo rebelde que se enfrenta al rey de León por la independencia de Castilla. El conflicto
se resuelve por vía folklórica: vendiendo un caballo y un azor al monarca con la condición de
que el precio acordado se duplicara cada día, y al cabo del tiempo, la deuda creció tanto que
tuvo que liberar Castilla para saldarla. Es el único cantar refundido por un autor culto a
mediados del siglo XIII. Está escrito en métrica distinta y es producto de la clerecía.
La condesa traidora es un relato novelesco que difiere de la sobriedad histórica de la
época de Castilla. Está prosificado en la Primera crónica general y en la De rebus Hispaniae.
Cuenta que el conde García Fernández (el mismo que aparece como familiar de doña Lambra
en el poema de los Siete Infantes de Lara) es engañado por su mujer doña Sancha, que es
seducida por Almanzor y éste le promete ser su esposa y gobernar en Córdoba. Sancha plantea N
la muerte de su marido el conde de Castilla alimentando a su caballo con salvado en lugar de o
cebada para que esté débil. Cuando el conde va a guerrear, la caballería no le responde y
pierde la vida. Para entregar el señorío de Castilla a Almanzor, le prepara a su hijo Sancho,
heredero, un filtro venenoso, pero es advertido del peligro y obliga a su madre a beberlo. En su
memoria levanta el monasterio de San Salvador de Oña. Este relato es de invención
juglaresca, y lo único real es la rebelión de Sancho García contra su padre. Se descubrió más
tarde que en la Crónica najerense hay otra versión más próxima a los hechos, aunque Ruiz
Asensio y Chalon no creen que esa versión se ajuste a la realidad, sino que solo hay un
trasfondo histórico, que son las guerras civiles en Castilla. Su prosificación no presenta restos
de asonancia. En la última versión, García Fernández tenía dos esposas: la primera lo
abandona y se marcha con un conde francés, y cuando éste va a vengarse, conoce a la hija del
conde, doña Sancha. Se confabulan para vengarse y él decapita al conde y a su exmujer,
casándose después con doña Sancha. De ambos, nacería el futuro conde Sancho García. A
partir de aquí, se vuelve al principio. Pasan los años y Sancha se aburre del conde, por lo que
se alía con Almanzor, prepara la comida del caballo y el veneno para su hijo, pero acaba
muriendo a manos de Sancho.
Aquí se ve la doble venganza. Como la esposa Sancha sabía que su marido era un
asesino, y tendría miedo de que ella fuera la siguiente, decide pagarle con la misma moneda
cuando no se siente feliz con ese matrimonio. Las influencias germánicas en contacto con la
ruta de peregrinación seguida por los franceses son bastante claras, más el influjo árabe por el
contacto con el califato. Es posible que se dieran los tres influjos a la vez.
El poema de Fernán González se refiere al primer conde independiente de Castilla, mientras
que el de La Condesa Traidora y Los Siete Infantes de Lara se refieren al segundo conde, su
hijo. Tres poemas referidos al siglo X, aunque compuestos en diferentes fechas. Sin duda,
debieron ser los primeros cantares de gesta. ¿Por qué en Castilla? ¿Qué hay de Asturias o
León? Al parecer, la relación con Francia es muy directa. En La Condesa Traidora, el conde
castellano contrae matrimonio con una peregrina francesa que acude a la ruta de Santiago. Por
tanto, pudo haber anteriores cantares vinculados a esa ruta, pero de reyes leoneses. O incluso
alguno relacionado con Alfonso II, dado que fue el primer rey que estableció la ideología
neovisigótica, y además, tuvo tratos con Carlomagno. Bien se pudo haber hecho un cantar del
saqueo de Lisboa.
El Romanz del infant García vuelve a tratar la historia de una venganza. No quedan
restos de este poema, apenas hay una referencia prosificada en la Primera crónica
general, en el Chronicon mundi y en el De rebus Hispaniae. Menéndez Pidal afirma la
historicidad de la segunda crónica, pues los otros tienen demasiados elementos poéticos y
folklóricos. El argumento cuenta la historia del infante García, último conde de Castilla, que va
a León a casarse con la infanta doña Sancha, donde es asesinado por los cuatro enemigos de su
padre Sancho. El conde murió sin ser vengado y el pueblo castellano cantó un lance en un
poema en el que se añadía la ficticia venganza: tres de los asesinos son quemados vivos por la
justicia. La venganza contra el cuarto la realiza la prometida de la víctima, cortando las manos,
los pies y la lengua, y arrancando los ojos al asesino. No hay historicidad, pero sí trasfondo
histórico. Tiene una intención política, pues refleja cierta hostilidad hacia el rey Sancho el
Mayor de Navarra, que es a quien pasó el condado, y no hizo nada para vengar la muerte de
su pariente. La mujer interviene para vergüenza del varón, restituyendo el orden natural de
justicia.
El experto Amistead prueba la existencia de seis versiones más, siendo la más antigua de
mediados del XIII. El cantar aparece prosificado en la Primera crónica general y la Crónica de
los veinte reyes. Pertenece al período de decadencia épica, cuando empiezan a aparecer los Res
erv
cantares interesados en la infancia de los héroes, con motivos más novelescos. Este cantar
tiene escasa historicidad, solo hay muchas referencias geográficas a Palencia. Deyermond
sostiene que la finalidad es propagandística: devolver su antiguo esplendor a la diócesis de
Palencia.
Respecto al contenido, el cantar comienza con una reseña de la historia legendaria leonesa,
desde la muerte de don Pelayo hasta la independencia de Castilla. Comienzan las hazañas de
Rodrigo en el verso 293, es una sucesión de batallas y enfrentamientos. Primero aparece en la
corte de Castilla. Lucha contra el conde de Gormaz, padre de Jimena, que robaba ganado. Lo
mata, y Jimena pide justicia al rey, el matrimonio, y el Cid la recibe. Se casan, pero él decide no
consumar hasta lograr cinco victorias militares. Comienza la lucha contra los moros, en la que
siempre gana. Tras cada una de ellas, se hace un detallado recuento del botín obtenido. En
otro episodio, el conde Martín González de Navarra desafía al rey Fernando I por Tudela y
Calahorra, y Rodrigo se enfrenta a él y vence, y antes peregrinó a Santiago, donde se le
apareció un leproso, San Lázaro, que le auguró éxito. A partir del verso 746 se narra una
expedición castellana a Francia capitaneada por el Cid, ya que exigían a Castilla tributo
perpetuo, y vuelve a triunfar. El Cid de este cantar es fanfarrón, agresivo y belicoso. Existen
otros poemas sobre este héroe, pero no se conservan. También el Cantar de Mio Cid forma
parte de este ciclo.
Encontramos el Cantar de Roncesvalles, y sus 100 versos son lo único que conservamos del
ciclo. Fue descubierto en 1916 en un registro de vecinos de Navarra de 1366. Dámaso Alonso
descubre en una nota emilianense que hacia el siglo XI ya se conocía la leyenda de Roldán en
España. Este y otros temas carolingios dieron lugar a algún cantar hispano. Según un estudio
de Menéndez Pidal, puede que el manuscrito se escribiera en Navarra hacia 1310 y debió
componerse antes de 1243, pero los rasgos dialectales son muy escasos. Los versos
conservados tratan de las lágrimas de Carlomagno ante los cadáveres del arzobispo Turpín y
del caballero Oliveros, con los que habla. El argumento cuenta cómo el rey francés encuentra
después a Roldán y, tras llorar su muerte, cae desmayado. El caballero Beart, duque de
Bretaña, va a socorrerlo con el duque de Aymón, que ha encontrado también el cadáver de su
hijo, Reinaldos de Montalbán. La crítica ha propuesto completar el argumento empezando con
la conquista de España por Carlomagno (excepto Zaragoza).
El Mainete es un cantar ficticio sobre las mocedades de Carlomagno, inspirado en un
cantar francés. El argumento imagina un viaje del joven Carlomagno a Toledo desterrado por
su padre, el rey Pipino. Allí tiene amoríos con Galiana, hija del rey moro, con la que se casa tras
heredar la corona. Esta es una explicación mítica de la obtención de la espada Durandarte,
obtenida tras luchar contra Bramante, líder musulmán. Combina la historia del Mainet francés
con el argumento del Cantar de la mora Zaida.
En Bernardo del Carpio aparece la leyenda de Bernardo del Carpio que, aliado con el
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rey Marsín de Zaragoza y con los navarros, derrota a los franceses y da muerte al mítico
Roldán. Recogen este mito el Chronicon mundi, De rebus Hispaniae y la Primera crónica
general alfonsí. Hay dos versiones sobre sus orígenes según Alfonso X: una hace a Bernardo
hijo de una hermana de Alfonso II; otra, de una hermana de Carlomagno casada con Alfonso
II. En los dos casos el padre es el conde Saldaña, que está en prisión y Bernardo se esfuerza por
liberarlo, aunque solo lo consigue cuando está muerto. Bernardo es un héroe desterrado por
el rey que marcha a Francia y vuelve triunfante. Hay una motivación personal y política para
que se convierta en un vasallo rebelde, y es la disconformidad con la cesión que Alfonso II
quiere hacer a Carlomagno de España.
Poema de Mio Cid
Como lo indicado anteriormente, este cantar pertenece al ciclo del Cid, y es la obra
más importante de la épica medieval española. La única versión conocida es un manuscrito del
siglo XIV, de cuyo colofón se pueden hacer las siguientes observaciones: el término ‘escribir’
en la Edad Media no ha de asociarse con la idea de autoría, significa poner en la letra de la N
escritura (señala que lo escribió Per Abbat), por lo que Per Abbat pudo ser autor, coautor o o
copista, aún se sigue intentando identificar el autor del poema; también se le llama ‘libro’, lo
que nos da una idea de unidad estructural y argumental.
La cuestión de la datación de la obra es controvertida, pues tenemos un manuscrito del
siglo XIV donde hay una firma y un año de datación, pero encontramos controversia porque
falta una letra en números romanos. Según los paleógrafos corresponde a la letra del siglo XIV.
Menéndez Pidal apoya la teoría de los dos autores, señalando que la primera versión se hizo
poco después de la muerte del Cid, entre 1105 y 1110, y que unos 40 años después fue
ampliada por otro juglar. Ubieto quiere demostrar que el cantar es posterior a 1200, ya que
refleja muchas realidades históricas posteriores a la fecha que propone M. Pidal (citar la
ciudad de Cetina, fundada en 1154). J. Horrent conjetura una sucesión de poemas situando la
versión inicial oral de alabanza poética del Cid como héroe (Alfonso VI, 1120); la versión
primitiva (1140-1150); la versión modernizada en tiempos de Alfonso VIII, descendiente del
héroe (después de 1160), y el texto del manuscrito de Madrid en el que Pedro Abad,
amanuense, copia un códice.
Autoría
El enigma de saber de quién es un texto es una obsesión moderna. En el caso del
Cantar de Mio Cid, ya hemos visto la teoría de los dos autores de M. Pidal, al primero lo llama
“el de San Esteban de Gormaz” porque tiene localismos, y señala que el segundo es el juglar de
Res
Medinaceli, al que se deben los anacronismos y episodios ficticios. Caso González cree en la erv
teoría de las cantilenas, que dice que el poema proviene de la reelaboración de cantos breves
anteriores, lo que podría explicar las incongruencias y contradicciones que hay en el texto,
además de las distintas procedencias geográficas y cronológicas de los fragmentos. Hay una
corriente crítica que postula que el autor era alguien culto, probablemente clérigo. Russell y
Smith han demostrado que el autor alude con frecuencia a temas legales. Tiene posibles
vínculos con el monasterio de san Pedro de Cardeña, donde fue enterrado el Cid en 1102.
Ubieto piensa que el autor es Per Abbat, y que fue criado por tierras de Teruel a principios del
XIII. Niega también la existencia de un juglar de San Esteban de Gormaz. Timoteo Riaño apunta
a un clérigo de Fresno de Caraceda, cuya firma aparece en un documento notarial de 1220.
Smith cree que un abogado laico que, en un pleito de 1233 defendió los intereses del
monasterio de Santa Eugenia de Cordobilla, pudo ser el autor, ya que Lacarra demuestra que N
conoce las cuestiones jurídicas e institucionales, aunque este cree que pudo ser Per Abbat. o
¿Ficción o historia?