La Libertad Según Hannah Arendt
La Libertad Según Hannah Arendt
La Libertad Según Hannah Arendt
Hannah Arendt fue una filósofa alemana de descendencia judía, que más
adelante se nacionalizó como estadounidense y es considerada una de las
filósofas más importantes del siglo XX. Cursó estudios de filosofía y teología
entre los años 1924 y 1929, teniendo de maestros a filósofos importantes como
Edmund Husserl.
Su marido, Günter Stern, fue un filósofo polaco, y junto a él y a su madre
escaparon a Estados Unidos como refugiados en 1941, debido al estallido de la
Segunda Guerra Mundial. Allí colaboró con numerosas revistas y acabó
enseñando teoría política en la School for Social Research de New York.
Fue autora de numerosas obras, la más importante, Los orígenes del
totalitarismo, escrita en 1951 y con la que se dio a conocer. En este libro, Hannah
Arendt, describe y analiza los dos movimientos totalitarios más importantes del
siglo XX: el nazismo y el estalinismo.
También destacan otras obras como: La condición humana (1960), Sobre la
revolución (1963) o Pensar, querer, juzgar (1989).
Hannah Arendt
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Günter Anders
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habría que rechazarla por muchas demostraciones que aportara, por mucha
erudición con la que contara, porque no se puede aceptar que una doctrina
niegue la posibilidad de amistad entre dos seres humanos de raza diferente. Esto
explica que por muy superior que encontremos una raza de otra no podemos
considerarlo así ya que se impediría la amistad entre dos humanos de distinta
raza.
Por otra parte, nos encontramos con el concepto de verdad, el cual nos juega
una mala pasada ya que tendemos a inclinarnos hacia las demostraciones que
nos parecen irrebatibles bajo nuestro propio juicio. Arendt aleja este concepto
de verdad de la política, ya que esta se basa en la discusión, y la verdad rehúsa
de ello. Para que podamos considerar algo como verdad debemos estar todos
de acuerdo en ello, evitando el diálogo o la discusión sobre quien debe o tiene
la razón. Sócrates postula que los humanos no pueden poseer la verdad, Arendt
tampoco considera a Sócrates como un filósofo.
Al final del capítulo aparece la siguiente cita: “Aunque sabemos que los seres
humanos son capaces de pensar—de tener intercambios consigo mismos—
ignoramos cuántos se satisfacen en esta empresa no lucrativa; todo lo que
podemos decir es que el hábito de pensar, de la reflexión sobre lo que uno está
haciendo, es independiente de la situación social, educativa o intelectual del
individuo”.
Esta cita afirma que la capacidad de pensar es independiente de las condiciones
sociales, intelectuales o educativas, esto podemos identificarlo con el
racionalismo de Descartes. Este decía que existimos como seres pensantes.
También podemos relacionarlo con el concepto de virtud de Sócrates, en el cual
se habla sobre el aspirar a conocer y abandonar la ignorancia.
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En la anterior imagen podemos observar a un hombre aparentemente con prisa
que pasa al lado de un espejo donde se ve reflejado, este se fija de pasada, pero
no se para a observarse.
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En esta otra imagen, una mujer que aparentemente también va con prisa, si se
detiene a observarse frente al espejo.
Esto podemos vincularlo con el contraste o diferencia entre amistad y las
ideologías. El espejo representa que el pensar es igual a todas las personas
independientemente de cualquier condición, el hombre posee unas ideologías
fijas que le hacen apartarse de su propio reflejo, en cambio, la mujer tiene la
mente más abierta y se para a pensar.
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Adolf, y le llevo a pensar sobre la ``banalidad del mal´´. Su libro Einchman en
Jerusalén trata como tema principal la banalidad del mal, Arendt acuñó la
expresión``banalidad del mal´´ para expresar que algunos individuos actúan
dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus
actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, solo por el
cumplimiento de las órdenes. La tortura, la ejecución de seres humanos o la
práctica de actos «malvados» no son considerados a partir de sus efectos o de
su resultado final, con tal que las órdenes para ejecutarlos provengan de
estamentos superiores.
A partir de estas reflexiones, Hannah, se cuestiona en que consiste el pensar, y
esta llega a la conclusión de que el pensar como actividad no puede separarse
de la acción de juzgar. Cuando pensamos damos vueltas y más vueltas entorno
a un problema, y con esto no se encuentran resultados definitivos ni absolutos.
Entonces podemos definir el pensar como una actividad que realizamos en
cualquier momento del día y consiste en reflexionar y juzgar sobre distintas
cosas cotidianas, esto hace que nos alejemos de las creencias comunes y nos
volvamos más atentos a lo particular.
Otro tema relacionado con el pensar es el juzgar, que consiste en establecer
distinciones, cuando emitimos juicios aplicamos a una situación concreta un
valor o criterio. Es importante hacer una distinción entre juicios y prejuicios: los
prejuicios son opiniones que no están basadas en sólidos argumentos que
sostienen esa opinión. Estos prejuicios son una especie de protección ante estar
pensando constantemente. En otros casos donde hay reflexiones críticas
aparecen los juicios, utilizamos el pensamiento crítico y demoledor, para
concluir sobre un tema después de conocer los puntos a favor y en contra de
ello, y hacer distinciones, por eso, Arendt, exponía el pensar y el juzgar de la
mano.
Al final del capítulo aparece la siguiente cita: “Pensar tiene inevitablemente un
efecto destructivo; socava todos los criterios establecidos, todos los valores y
pautas del bien y del mal, en suma, todos los hábitos y reglas de conducta que
son objeto de la moral y de la ética. Esos pensamientos congelados, parece
decirnos Sócrates, están tan a la mano que los podéis usar incluso mientras
dormís; pero si el viento del pensamiento, que ahora soplaré en vosotros, os saca
del sueño y os deja totalmente despiertos y vivos, entonces os daréis cuenta de
que nada os queda en las manos sino perplejidades, y que lo máximo que podéis
hacer es compartirlas unos con otros”.
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En la ilustración anterior podemos observar a un profesor impartiendo clase y
una serie de alumnos que no consiguen comprender lo que está explicando el
profesor, por lo que cada uno tiene una idea distinta de lo que dijo.
Se busca representar los pensamientos congelados del maestro, mientras que
los alumnos utilizan su capacidad de pensar y su capacidad destructiva,
descongelan estos valores, y tal y como se menciona en la cita acabarán
quedando solo perplejidades que solo podremos compartir.
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En estas ilustraciones podemos ver a dos personas hablando, y al descubrir uno
de ellos que un familiar o ser querido ha fallecido, se entristece, y esto provoca
que se quede en silencio hasta que decide marcharse. Esto refleja como nuestro
estado anímico nos hace actuar de una forma u otra, siendo la felicidad lo que
impulsa las conversaciones, una vez que esta felicidad deja de estar presente,
no hay motivo para continuar con la conversación. Esto lo podemos vincular a
las ideas estoicas, ya que algo que no depende de ti cambia tu estado anímico.
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La ilustración anterior muestra lo mencionado en la cita, Sócrates comienza a
cuestionarse sobre la X en este caso, y cada vez que uno de sus discípulos razona
una respuesta, Sócrates le pregunta algo sobre esa respuesta llevándolo a un
camino al que no pueda contestar más y se dé cuenta de que no puede contestar
a la pregunta inicial de Sócrates.
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espectadores como de participantes en una performance, como pudimos ver en
distintos diálogos de Platón en clase. En esa actuación Sócrates se convertiría en
un tábano, un pez torpedo y una comadrona.
Se convertía en un tábano porque era un insecto molesto que molestaba y
bombardeaba a los demás con preguntas a las que él no podía encontrarle una
respuesta, motivando a otros a reflexionar a través de los diálogos.
De ahí pasaba a ser un pez torpedo, eliminando significados obvios de los
receptores y sometiendo a los oyentes a un estado de confusión, que es el
comienzo de un profundo ejercicio intelectual.
Su última transformación, la comadrona, oficio de su madre, en vez de ayudar a
dar niños al mundo el ayudaba a parir ideas u opiniones a través de la mayéutica,
el arte de pensar de forma independiente, después de todo esto seremos
capaces de sacar nuestra propia perspectiva de la cuestión en sí.
Al final del capítulo encontramos la siguiente cita: “La importancia política del
descubrimiento socrático está en la afirmación de que la soledad—que antes y
después de Sócrates se consideró requisito y habitus profesional exclusivo del
filósofo y que la poli consideraba antipolítica—era, por el contrario, condición
necesaria para el buen funcionamiento de las polis, incluso una garantía mejor
que las reglas de conducta puestas en vigor por las leyes y el miedo al castigo.
[...]Nosotros, por otra parte, quienes conocemos la experiencia de las
organizaciones de masas totalitarias, cuyo objetivo primero es eliminar toda
posibilidad de soledad—excepto en su forma no humana de confinamiento—
podemos dar testimonio, sin ninguna dificultad, de que todas las formas de
conciencia, tanto secular como religiosa, quedan abolidas en el momento en que
ya no está garantizada la más pequeña posibilidad de que uno esté solo consigo
mismo. El hecho frecuentemente observado de que la conciencia misma deja de
funcionar bajo condiciones totalitarias de organización política, y ello
independientemente del miedo y del castigo, es explicable a partir de estos
factores. Nadie es capaz de mantener intacta su conciencia, si no puede
actualizar el diálogo consigo mismo, es decir, si carece de la soledad que requiere
toda forma de pensamiento.”
En esta cita explica que la sociedad es un pilar fundamental para comprender el
buen funcionamiento de la poli.
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Capítulo 6: Dokei Moi.
Este capítulo comienza que la objeción de Hannah de que todas las cosas que
nos rodean tienen en común una apariencia que puede ser percibida por los
seres sensibles, esto hace que sea imposible que algo exista en singular, por
ejemplo, no existe el hombre en singular, sino el conjunto de humanos. El
mundo se muestra con una apariencia o forma distinta según desde donde lo
veas, este conjunto constituye el mundo humano.
Esta opinión verdadera de cada uno o dokei moi es aquello que Sócrates quería
sacar a la luz y mostrar a sus seguidores o discípulos, pero para ello faltaba
comprender cuales eran las condiciones de algo así, la primera de ellas supone
que este tipo de opinión debe poder ser comunicada a través de un discurso
racional apoyada por argumentos, de esta forma podríamos comprender
porque la persona entiende eso. Explicando esto acabamos en la segunda
condición, y es que una persona que exprese una opinión forma parte de eso
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que postula o que defiende, ya que pertenece a su propia verdad y no tendría
sentido alguno tomar un camino contrario a tu verdad propia.
Arendt utilizaba un método para comprender la mayéutica que no concuerda o
no coincide con nuestra forma de ver la verdad, ya que debemos separarla en
una verdad objetiva, denominada científica, que es independiente del sujeto, y
una verdad con elementos subjetivos, que es una versión distorsionada capaz
de llevar a confusiones. Somos capaces de asociar las opiniones con algo
verdadero ignorando esta forma de pensamiento.
Según Arendt, los prejuicios e ideologías nublaban nuestra mente de encontrar
la propia verdad, por lo que era necesario eliminarlas de nuestra cabeza, esto
permitía que la opinión y la verdad científica sea verosímil y auténtica. Sócrates
contemplaba sus puestas en escena como actividades políticas, al obtener como
resultado un diálogo sin conclusiones definitivas.
Ser empático no es todo lo necesario para entender a otro, de la misma manera
que nosotros debemos liberarnos de nuestros prejuicios también debemos
evitar el de los demás, nuestra opinión no es realmente nuestra si parte desde
un punto de vista de otra persona. Es necesario desarrollar un pensamiento
individual que evite ideologías propias o ajenas. El vínculo que aparece en
capítulos anteriores sobre amistad y política consiste en comprender las
opiniones de otros, que junto con las de uno mismo forman lo que conocemos
como el mundo común. Lo conocen otros puntos de vista hace expandir nuestra
mente ya que sobrepasa los límites de esta.
El último requisito para comprender la realidad es, además de no incluir
nuestros intereses, el apoyarnos en las perspectivas de otros, de esta forma
lograremos una libertad de movimiento mental, al no estar regidos por lo que
pensamos de forma independiente.
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En el relato de la guerra de Troya, Homero, refleja una narración en la que evita
caer en el punto de vista de un único bando, poniéndose en el lugar de todos.
La cita e ilustración anterior buscan explicar que es a lo que realmente llamamos
casa. En los dibujos se nos muestran una serie de conceptos por los cuales se
acaba concluyendo que es una casa, de la misma forma que debemos recopilar
perspectivas hasta llegar a juicios generales.
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denominado anteriormente como nuestro ``otro yo´´ ni siquiera nosotros
seriamos capaces de soportarlo.
Las personas que realmente ``ejercen´´ el mal carecen de conciencia y esperan
que los demás también actúen como él. Estos actos están motivados por su
percepción del mundo, lo que también constituye el ya mencionado
anteriormente mundo común. Por esta razón es imposible el pensar bien y
actuar mal, nuestra conciencia hará que nos arrepintamos de ello. Si le damos
la vuelta a esta cuestión, sí que podríamos pensar mal, pero actuar bien, ya que
nuestra conciencia al final nos hará rectificar.
El ser humano es un ser actuante y pensante a la vez, el pensamiento nos facilita
entablar la amistad política y a la vez intercambiar puntos de vista. Cuando
pensamos nos alejamos del mundo sensible y utilizamos nuestra mente como
un instrumento, pero al dejar de pensar todos estos objetos imaginativos se
desvanecen.
Platón no estaba de acuerdo con esta concepción de Sócrates, él separó la vida
del pensamiento y la vida de la acción, es decir, la del filósofo y la del político,
considerando así que la libertad la podemos encontrar en la primera de ellas.
Todo este contraste entre Platón y Sócrates viene dado por la desconfianza que
le producía a Platón las polis griegas, al ser una amenaza para la inmortalidad de
la imagen de los filósofos.
Al final del capítulo encontramos la siguiente cita: “La filosofía, tanto la filosofía
política como todas sus otras ramas, nunca podrá renegar de que su origen es
thaumadzein, asombro ante lo que es tal y como es. Si los filósofos, a pesar de
su necesario extrañamiento respecto de la vida cotidiana y los asuntos humanos,
han de llegar alguna vez a una verdadera filosofía política, habrán de convertir
la pluralidad humana de la cual surge todo el ámbito de los asuntos humanos —
con toda su grandeza y miseria— en el objeto de su thaumadzein. Hablando en
términos bíblicos, no les quedará más remedio que aceptar —de la misma
manera que aceptan con muda admiración el milagro del universo, de los
hombres y del Ser— el milagro de que Dios no creó al Hombre, sino que «varón
y hembra los creó». Habrán de aceptar, en fin, con algo más que resignación
ante la debilidad humana, el hecho de que «no es bueno que el hombre esté
solo».”
Esta cita nos intenta explicar que el origen o el nacimiento de la filosofía fue
gracias al asombro de los humanos de las cosas tal y como son, y en el caso que
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se llegase realmente a una verdadera filosofía política, también se deberá
aceptar al ser humano tal y como es, deberán dejar a un lado su concepción de
forma individual y empezar a considerarlo un plural.
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La ilustración anterior muestra a un posible filósofo pensando en el ``Hombre
de Vitruvio´´, este se está cuestionando cuales son los rasgos ideales del ser
humano o cuales son los rasgos necesarios para encuadrarlo dentro del
concepto de hombre. Llega a una ciudad donde encuentra a una multitud de
personas, las cuales tienen rasgos muy distintos entre sí, tras no encontrar el
concepto de hombre, el filósofo regresa a la torre insatisfecho.
Esto está relacionado con lo mencionado en este capítulo ya que, aunque los
filósofos abandonen su estado de aislamiento para desempeñar cargos políticos,
deben reconocer la pluralidad del ser humano.
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En este capítulo, Arendt, reflexiona sobre la acción humana y relaciona esta con
el nacimiento. Cada ser humano cuando nace lo denominamos como un
begginer, un comienzo nuevo que introduce a la persona en el mundo mediante
la acción y el uso de las palabras, teniendo en cuenta que actuar no es lo mismo
que laborar o producir. Laborar significa el tener que trabajar mucho para
conseguir alguna cosa, en cambio, producir es trabajar para laborar un objeto.
Actuar consiste en aparecer ante un mundo de relaciones entre humanos en el
que los instrumentos empleados son la palabra y el espacio de trabajo, esto es
aquello que le da un valor o un sentido a nuestra vida una vez llegamos al
mundo, para disfrutar nuestra estancia en él, debemos vivir actuando. Podemos
vivir sin laborar o producir, pero jamás sin actuar.
Al actuar, comienza en el mundo una sucesión de acciones y reacciones que no
pueden llegar a terminar nunca, cuando el proceso empieza ya no podemos
deshacerlo. Son infinitos que los acontecimientos que pueden ocurrir, y al ser
tantos, que ocurran unos u otros no lo podemos controlar. Por este motivo,
Hannah Arendt, niega que la libertad pueda ser la soberanía, al contrario que
muchas escuelas filosóficas. No pueden existir una soberanía hacia los actos,
debido a que estos no podemos controlarlos, pero si hacia el deseo.
La libertad impone un respeto que provoca que las personas eviten actuar
siempre que sea posible, ella propone que la existencia es un valor moral,
basado en las relaciones entre las personas de forma pública, el perdonar. Esto
es algo que pueden hacer unas personas a otras, pero nunca una sola persona.
Como begginers demostramos nuestra libertad al ser capaces de mentir, esto
nos demuestra que somos algo más que seres naturales. Mentir es similar a
actuar, ya que en ambos casos se modifica la realidad, y el parecido lo podemos
demostrar al ser la mentira una herramienta utilizada por los políticos, esto
significa que no reconoce la existencia de las mentiras más allá de este parecido.
Un hecho no es lo mismo que una opinión, por lo tanto, una mentira y una
falsedad tampoco son lo mismo que una opinión, por lo que podemos concluir
que todas las opiniones deben ser respetadas por igual.
Al final de este capítulo encontramos la siguiente cita: “El embustero […] dice lo
que no es porque quiere que las cosas sean distintas de lo que son, es decir,
quiere cambiar el mundo. Se aprovecha de la innegable afinidad de nuestra
capacidad para la acción, para cambiar la realidad, con esa misteriosa facultad
nuestra que nos permite decir “brilla el sol” cuando está lloviendo a cántaros.
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[…] Nuestra habilidad para mentir es uno de los pocos datos evidentes y
demostrables que confirman la libertad humana”.
Esta cita que lo mentirosos mienten porque quieren cambiar el mundo y para
esto aprovecha el parecido con la capacidad de acción del ser humano para
camuflarlo, concluyendo que la capacidad de mentir es una prueba de la libertad
del ser humano.
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En esta ilustración muestra nuestra capacidad para poder mentir, fingiendo así
que hace un día soleado, cuando está lloviendo, algo que le reprochan los
animales porque solo nuestra especie puede hacerlo.
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Debido a la ocupación nazi de Francia durante la WWII, los intelectuales
franceses realizaban políticas a espaldas de la ley, esto se consideraba un tesoro,
porque esa experiencia era satisfactoria. Esto permitió el contexto ideal para
que estos intelectuales se estableciesen en un espacio público en el cual podían
entablar amistad y relaciones, donde compartían las opiniones sin temor.
Esta situación donde se encontraban fue denominada por Arendt como la
``felicidad pública´´, una libertad que se produce cada vez que ocurre un suceso
revolucionario. Hannah consideraba esto de la felicidad pública como una
utopía, un mundo imaginario perfecto, en el cuál esto desaparece cuando el
movimiento revolucionario termina, al haber perdido el tesoro de la felicidad
pública.
Probablemente todos hayamos experimentado esta felicidad pública alguna vez,
un ejemplo es el poder hablar entre nosotros sin tener que ocultar nada, siendo
libres de decir lo que realmente pensamos.
Por otra parte, Hannah, analiza el caso contrario, el de la experiencia jurdía
durante los siglos XIX y XX. La necesidad de los judíos de huir para refugiarse
creo un lazo entre ellos, un sentimiento de hermandad y seguridad hacia los que
sufren lo mismo que tú, denominado fraternidad. Según Arendt, esta
fraternidad está relacionada con la inhumanidad, porque aquello que humaniza
nos hace hablar del mundo y poder establecer que podemos hacer para
cambiarlo.
La autora de este libro concluye comentando la siguiente objeción: “... Ahora,
en 2016, puedo añadir que he vuelto a ver el brillo de la felicidad pública”.
Personalmente pienso que con esto quiere referirse a todos los sucesos
ocurridos en los últimos años, como cambios políticos, golpes de estado,
acuerdos internacionales... todas estas cosas someten al mundo a un punto
elevado de felicidad pública, donde las personas pueden expresarse libremente.
Al final de este capítulo encontramos la siguiente cita: “El mundo se muestra de
modo diferente a cada ser humano, de acuerdo con la posición de éste en él; al
mismo tiempo la mismidad del mundo, su carácter común (koinon, como dirían
los griegos, común para todos) u objetividad (como diríamos nosotros desde la
perspectiva subjetiva de la filosofía moderna) reside en el hecho de que es el
mismo mundo el que se muestra a todos y de que, a pesar de todas las
diferencias entre los hombres y entre sus posiciones en el mundo —y
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consecuentemente de sus doxai u opiniones—, «tanto tú como yo somos
humanos»”.
Esta cita nos quiere explicar cómo el mundo se nos muestra de forma distinta a
cada uno de nosotros, según nuestra posición en él, pero al mismo tiempo existe
una objetividad igual para todos.
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Conclusión/Reflexión final
Este libro, y sobre todo la concepción de Hannah Arendt sobre la libertad ha
cambiado de forma significativa mi manera de ver el mundo, me parece muy
interesante como va tratando los distintos temas a través de los capítulos, pero
al final todo está relacionado con todo y de esta forma es más fácil comprender
lo que quiere expresar.
También se nota como a lo largo del tiempo, la idea de la propia Hannah Arendt
va cambiando y evolucionando, condicionado esto en parte por su situación en
la época del holocausto y su emigración a otros países.
Volviendo a la libertad, al contrario que muchos, Hannah, no solo expone la
importancia del pensar, sino también la del actuar. Su explicación de prejuicios
y del espacio público también me parecen muy fáciles de entender y te ayuda
más a comprender sobre la filosofía en aquella época socrática.
De todo lo que he leído estoy de acuerdo en especial con el hecho de que nadie
imponga el dialogar sobre los demás.
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