Enrrico Ferri Sociología Criminal

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ENRRICO FERRI SOCIOLOGÍA CRIMINAL

El criminalista italiano Enrico Ferri resumió y sistematizó en Sociología


criminal (1900) sus ideas sobre criminología y derecho penal, diseminadas
anteriormente en innumerables monografías. En la introducción enuncia Ferri
los principios de la escuela criminal positiva; la gran escuela clásica de
Beccaria y de Carrara, afirma, se ha perdido en estériles especulaciones
metafísicas, resumidas en la fórmula carrariana de que el delito es un ente
jurídico.

Pero, para el autor, los tiempos plantean una nueva exigencia, nacida de un
fenómeno cotidiano: el aumento de la delincuencia. Tal exigencia impone el
estudio del delincuente, tanto desde el punto de vista antropológico como del
psicológico. Lo mismo puede decirse respecto de las penas. La escuela
penitenciaria de Howard ha dirigido los métodos de Carrara hacia metas más
humanitarias, olvidando sin embargo la higiene criminal, esto es, la prevención
de los delitos. Frente a ello, la escuela positiva aplica el método experimental a
la ciencia criminal, sin entender destruir con esto los resultados de las escuelas
anteriores, sino integrarlos y renovarlos. Así como en la medicina la nueva
dirección se ha desplazado del examen de la enfermedad al del enfermo, así
en la criminología lo ha hecho del delito al delincuente. Por tanto, al problema
de la disminución de la pena contrapone el de la disminución de los delitos, y al
estudio abstracto del delito como ente jurídico contrapone el estudio del delito
como fenómeno natural y social. Así, pues, ha de examinarse la actuación del
delincuente a la luz de varios factores: psicopatológicos, ambientales,
hereditarios, etc.

Expone primero Enrico Ferri los datos de la "Antropología criminal", que es


la "historia natural del hombre delincuente". Ella ha demostrado que el
delincuente es "un salvaje perdido en nuestra civilización", esto es, una
variedad antropológica con existencia propia que representa las razas
inferiores, a causa de degeneración, retorno atávico o desarrollo insuficiente. El
hombre delincuente es estudiado bajo dos aspectos: el orgánico y el psíquico.
Del lado orgánico interesan los datos craneológicos y somáticos (reacción
fisiológica, sensibilidad al dolor, etc.) que son el fundamento de la herencia
criminal. Los datos psíquicos fundamentales son la insensibilidad moral y la
imprevisión.

El delincuente no es un tipo abstracto: presenta variedades que pueden


clasificarse. Hay que distinguir sobre todo al delincuente habitual del ocasional.
A este propósito, la estadística de la recidiva general y de la recidiva en las
varias especies de crímenes confirma indirectamente la observación de que,
del número total de delincuentes, sólo una parte presenta anormalidades
individuales que la antropología ha revelado. Sobre esta clasificación surge
otra, más completa y específica, entre delincuentes "locos" (afectos de
imbecilidad moral, epilépticos, etc.), "natos" (los "salvajes" de que acabamos de
hablar), "habituales" (generalmente corrompidos sociales), "pasionales"
(temperamentos morales, pero hipersensibles) y "ocasionales" (que llegan a la
delincuencia por incentivos externos).

Se consideran después los datos de la estadística criminal. Tres son los


factores que influyen sobre la criminalidad de un pueblo dado: antropológicos o
individuales, físicos o cosmotelúricos, y sociales. Estos últimos determinan las
variaciones estadísticas de la criminalidad en el tiempo. De la acción
combinada de estos factores se desprende la ley de "saturación criminosa",
según la cual en un ambiente social dado se comete un determinado número
de delitos. Las penas, tal como son aplicadas, ejercen por tanto una influencia
mínima sobre la criminalidad, influyendo psicológicamente sólo sobre la clase
social fundamentalmente honesta. Es preciso recurrir, por tanto, a remedios de
otro orden: a los "sustitutivos penales", o sea, a medios indirectos para impedir
las condiciones favorables a la criminalidad.

Ferri no acepta la teoría de la libertad de la voluntad o libre albedrío, porque la


considera desmentida por la ciencia, que demuestra que todo se halla ligado al
principio de causalidad. Por tanto el hombre, cuya personalidad está
determinada por la herencia psicofísica y por el ambiente, "obra como siente y
no como piensa". Se debe entonces determinar el derecho de castigar de otro
modo de como hacen las escuelas clásicas. Al no poderse hablar de
responsabilidad moral individual, deberá hablarse de responsabilidad social,
esto es, de responsabilidad frente a la sociedad, que tiene el derecho de
defenderse. Por lo tanto, el hombre es siempre responsable de todos sus actos
únicamente porque vive en sociedad.

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