Unidad 2 Publicacion de Cátedra
Unidad 2 Publicacion de Cátedra
Unidad 2 Publicacion de Cátedra
Y ESTADÍSTICA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO
INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA
UNIDAD 2
LA EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO Y SU
MARCO HISTÓRICO
MARZO 2021
2
I. OBJETIVOS
- Valorar el papel que tienen los conocimientos históricos para la comprensión de los
problemas que afrontan las sociedades actuales.
- Ubicar a las distintas escuelas del pensamiento económico en el marco histórico en que
se desarrollaron y conocer los caracteres más significativos de dichas escuelas.
II. TEMARIO
III. BIBLIOGRAFÍA
Principal
-PUBLICACIÓN DE CÁTEDRA: "La evolución del pensamiento económico y su marco
histórico".
-Pérez Enrri, Daniel: Introducción a la Economía, la economía como un todo y para todos,
Ed. Alfaomega, Buenos Aires, 2013. (Cap.14)
Complementarios
Siguiendo los temas de estudio se sugiere la lectura de los siguientes textos, como
complemento de la Publicación de Cátedra:
3
-Bengoechea, Sonia y otros: “El Mundo moderno”, Ed. Homo Sapiens, Rosario, febrero de
1995. “La revolución industrial”, Pág. 23; “La aparición de la economía capitalista”, pág.
33. Este texto complementa los temas que en el mismo capítulo tendrán que estudiar
para Introducción a las Ciencias Sociales.
Podemos señalar que la economía moderna surge con la economía clásica inglesa,
aunque sin embargo pueden rescatarse pensamientos anteriores que le van dando
contenido a la teoría económica. Este punto se estudia del texto ya citado de
Bengoechea y otros: Previo a “La economía Clasica” se debe leer “Mercantilismo”, Pág.
72 y “Fisiocracia”, 74 y “François Quesnay”, 105. Luego “La Economía Clásica”, pág. 68;
“Adam Smith”, pág 108 y “David Ricardo”, pág. 110. También “El materialismo histórico”,
pág.87 y “Carlos Marx”, pag. 114. “Las críticas socialistas al sistema capitalista” En
Publicación de Cátedra.
Es importante también que se integren estos aspectos económicos con los aspectos
sociales y políticos que se estudian en Introducción a las Ciencias Sociales.
INTRODUCCIÓN1
Se vuelve a señalar que esta presentación es sumaria e introductoria, ya que existe una
enorme complejidad en la historia económica, su relación con el desarrollo social y su
interpretación o análisis. Sólo se consideraron algunos hechos destacados, dejando de
lado otros aspectos que no podemos abarcar. También es imposible presentar a todos los
pensadores o corrientes de pensamiento. Se seleccionaron algunos de ellos y,
seguramente, faltan muchos importantes. Pero es sólo un avance, necesario para
entender algunos aspectos del sistema económico en el que vivimos, el interés de Uds.
podrá llevarlos a un mayor conocimiento.
Es importante, también, conocer cómo era antes la sociedad y cómo fue cambiando para
llegar al sistema de mercado o sistema capitalita, para poder comparar algunos aspectos
de su funcionamiento. Es por ello que se presentan algunas características de las
economías precapitalista: las más primitivas y las feudales. Como los cambios no se dan
instantaneamente hay un largo proceso de transición, que según los autores puede variar,
que se inicia con un hecho destacado como lo es el descubrimiento de América. En esta
etapa conviven el sistema feudal, que comienza a desaparecer, con el mercantilismo
urbano. Finalmente, la revolución industrial, la revolución agrícola y la de los transportes
marcan cambios económicos y tecnológicos fundamentales para el nuevo sistema.
También debe considerarse la independencia de EEUU, el incremento del comercio
internacional y el surgimiento del Reino Unido como potencia mundial indiscutida. En el
1
Publicación elaborada por la Profesora Alicia Inés Castagna, con aportes de los Profesores José Luis
Pellegrini y Alberto Gaudio y la colaboración de los docentes de la Cátedra.
2
Stark, W.: "Historia de la economía en su relación con el desarrollo social” Ed. FCE, México, 1974.
5
Los temas que se abordan son: Las economías previas a la aparición del sistema de
mercado. La economía en la Antigüedad. La obtención y la apropiación del excedente. La
Edad Media. La transición hacia la economía de mercado. El Mercantilismo. Distintos tipos
de organización mercantilista. El principio de la balanza comercial favorable. La
Fisiocracia. Francois Quesnay. La Tabla Económica. El producto neto. La intervención del
estado en la economía. El surgimiento de la economía de mercado. La revolución
industrial.
Los temas son: Las críticas al sistema capitalista. El socialismo utópico. Principales
características. Carlos Marx. El socialismo científico. La teoría de la explotación. La
plusvalía. La transición desde el capitalismo al socialismo. La teoría del imperialismo.
Entre el estado teocrático de Sumaria y la Grecia clásica o Roma hay un recorrido cultural que cubre
una distancia fantástica. Sin embargo, por debajo de las disparidades que presentan estas culturas en
arte, política y religión, existen similitudes en su estructura económica.
Fundamentalmente todas estas economías fueran agrícolas. Las sociedades vivían de lo que
producía la tierra. La posesión o propiedad de la misma estaba asociada a prerrogativas de caracter
religioso o militar. Quien la trabajaba no era el propietario sino el campesino, que fabricaba sus
implementos, consumía parte de su cosecha y el resto lo entregaba al dueño de la tierra.
Este labriego de la antigüedad estaba dominado por la tradición y su estímulo para la transformación
era el mando.4
Contrasta con este panorama del campo, la actividad comercial que se manifestaba en las ciudades,
donde se puede observar que:
a) Tenía un propósito restringido, ya que la mayoría de los artículos que se introducían eran de
lujo y destinados a las clases más elevadas.
El contraste entre el progreso de las ciudades y la pobreza del ámbito rural evidencia la particular
relación entre la riqueza y su organización económica.
Ese excedente pudo ser aplicado a distintos fines: mejoras agrícolas, aumento de maquinarias y
herramientas, al mantenimiento de un ejército activo, una orden religiosa o una casta de nobles y
cortesanos desocupados.
3
Helbroner, Robert y Milberg, William: "La evolución de la sociedad económica”, Ed. Prentice Hall, México,
1999, capítulos 2,3 y 4.
4
Ver en las publicaciones de la Unidad 1 y recordar las diferentes formas de resolver el problema económico.
7
La Edad Media abarca aproximadamente mil años, desde la caída del Imperio Romano de Occidente,
en el Siglo V, hasta mediados del Siglo XV. Si bien el período presenta diferencias de un siglo a otro y
de un lugar a otro de Europa, hay ciertos rasgos esenciales que podemos resaltar.
Los rasgos relativos a la estructura social, en particular los referidos a la distribución y regulación de la
propiedad tuvieron su origen en procesos que ocurrieron en el último período del Imperio Romano.
Por aquella época se había producido una creciente escasez de esclavos, por lo cual hubo de cambiar
el método de administración de las grandes propiedades. En lugar de ser cultivadas por los mismos
propietarios las parcelas se alquilaban a arrendatarios libres o a esclavos, a cambio de una renta en
especie y dinero, así comenzó un sistema que con el tiempo reemplazó a la antigua esclavitud.
La decadencia del Imperio Romano puso en manos de los terratenientes cada vez mayores facultades
administrativas y convirtió a sus propiedades en la nueva unidad económica y política, durante la
Edad Media la unidad básica de organización fue el feudo.
Cuál era la arquitectura del feudo? Existía la casa del señor armada con murallas para defensa, allí se
tejía, hacía herrería, molían los cereales. Alrededor se extendían parcelas de campo sembrado, la
mitad de ellas pertenecía a la jerarquía de familias libres y no libres que constituían el feudo.
Los agricultores libres tenían la seguridad de que no se los iba a hechar de su tierra pero no podían
venderla. Los siervos estaban adscriptos a su parcela, esto implicaba que no podían pasar a otro feudo
sin el permiso expreso y previo del señor feudal, además debían labrar sus tierras, trabajar en sus
talleres y abastecerlo con parte de su cosecha.
Como contrapartida el señor feudal otorgaba seguridad física, cierta seguridad económica en épocas
de hambre y les permitía utilizar su equipo de cultivo.
Cada feudo contaba con sus propias leyes y no existía intercambio entre ellos, ya que producían para
satisfacer sus necesidades. La vida económica se organizaba según la tradición y estaba
caracterizada por la ausencia de transacciones monetarias. Sin embargo, se realizaba cierto tipo de
cambio en los poblados, que eran núcleos de asentamiento, resto de las antiguas ciudades romanas.
Otro núcleo de vida económica era la feria, especie de mercado ambulante que se establecía en
ciudades fijas, en fechas determinadas en las que se intercambiaban todo tipo de mercancías. Por su
parte, los mercaderes ambulantes surgen en Europa, entre los Siglos VIII y IX y representan el primer
brote de comercio de aquella época. Estos aventureros recorrían los caminos transportando
mercaderías provenientes de Arabia o la India. De este modo iban tejiendo una red de
interdependencia económica.
Una derivación del mercader ambulante fue la reurbanización de la vida medioeval, aunque lenta,
ya que ellos se asentaban alrededor de los muros de los castillos formando pequeñas aldeas,
imponiendo sus propias leyes.
Es en este momento que las ciudades existen como entidades externas e independientes del marco
principal del poder social a diferencia de la antigüedad en que las ciudades habían sido avanzadas del
gobierno central.
En los poblados existían los gremios, centros de producción industrial, organizaciones comerciales,
profesionales y artesanales, cuyo objetivo era preservar una determinada manera de vivir dentro del
orden, y en donde la competencia estaba restringida y la ganancia mantenida dentro de ciertos límites.
Es decir, que junto al sistema feudad existía una economía urbana que se había desarrollado a partir
de las Cruzadas, cuando el mundo Occidental se puso en contacto con Oriente y renacieron los
intercambios de larga distancia. Se pusieron en contacto la sociedad feudal europea con la de Venecia
y Bizancio que no sentían como aquélla aversión al comercio y desinterés por los negocios, sino que
vivían del comercio y los negocios.
La Iglesia, uno de los principios unificadores de la sociedad feudal, regulaba las relaciones y la
conducta de los hombres y dentro de sus enseñanzas morales existían las ideas económicas. La
economía era para los canonistas de esta época un cuerpo de leyes morales encaminadas a conseguir
la buena administración de la actividad económica.
Con respecto al comercio, Santo Tomás por ejemplo, lo consideraba un mal inevitable en un mundo
imperfecto y únicamente podía justificarse si el comerciante buscaba sostener con él su hogar y tenía
por objeto beneficiar al país. La justificación del comercio dependía asimismo de que el cambio
efectuado fuera justo, es decir, si el valor de lo que se había dado y lo que se había recibido eran
8
iguales. El "justo precio" era un precio objetivo, inherente a los valores de las mercancías. Es imposible
explicarlo en términos que tengan alguna semejanza con lo que en las teorías económicas modernas
determina este precio.
La doctrina de los canonistas se fue debilitando a medida que el comercio se desarrollaba, hasta
perder por completo la posibilidad de regular la vida económica.
La existencia de la Iglesia, como principio unificador de la sociedad feudal, llegó a su fin con la
decadencia del sistema. La religión se convirtió en algo distinto y separado de las otras ramas del
pensamiento, particularmente de las relativas a los problemas mundanos de la adquisición de riquezas.
Este período de transición abarca tres siglos, aproximadamente desde fines de la Edad Media hasta la
revolución industrial, en el Siglo XVII. Puede dividirse en dos partes: la primera coincide con el
nacimiento del capitalismo comercial y la segunda acompañó la expansión del capital industrial. La
primera etapa se conoce como mercantilismo.
¿Cuáles fueron los factores que produjeron el cambio gradual de una economía feudal, cuyos
conceptos claves eran la tradición, la inmutabilidad y el orden, hasta el desarrollo del comercio entre
estados-naciones?
“La gran transformación de la economía moderna comenzó con la espectacular ampliación del
horizonte económico europeo provocada por la circunvalación de Africa y el descubrimiento de
América, que crearon la posibilidad de acceso a amplios mercados y a nuevos recursos productivos. La
conquista y la colonización de América provocó, también, un enorme flujo de oro y plata que aceleró
notablemente la monetización de la economía europea”.5
En la Europa del Siglo XVI se gestaron los grandes Estados Nacionales, acelerándose la
desarticulación del sistema feudal y fortaleciéndose la relación entre la monarquía absoluta y la
emergente burguesía comercial en detrimento de la nobleza.
Esta unión estaba apoyada en el comercio, y especialmente en el comercio exterior, ya que mediante
el monopolio que se les otorgaba a los comerciantes, el Estado se aseguraba importantes fuentes de
ingresos. Esto se daba fundamentalmente en la apropiación del excedente económico generado por la
conquista de tierras lejanas.
En este contexto España y Portugal organizaron el sistema en América del siguiente modo:
Se saquearon las zonas que contaban con metales preciosos y una vez concluído ello, se debió
organizar la explotación minera de las zonas anteriormente ocupadas por los imperios Inca y Azteca.
Esto no fue difícil ya que contaban con los recursos necesario y con una agricultura capaz de generar
excedentes alimenticios con las cuales sostener a los conquistadores y a la mano de obra indígena
transferida a la minería.
Fuera de los grandes imperios, donde los invasores no encontraron oro y plata, la colonización estuvo
orientada al desarrollo de nuevas actividades, necesarias para el abastecimiento de las zonas
coloniales centrales, o para la exportación a Europa de productos no minerales de alto valor, como
azúcar, café, tabaco, etc.
Donde ninguna de estas cosas fue posible y la escasa población no generaba un excedente del cual
apropiarse, como era el caso de la mayor parte del actual territorio argentino, el objetivo principal de la
colonización fue asegurar el control militar, implementándose una agricultura comercial orientada al
sostenimiento de las nuevas ciudades.
Para desarrollar las actividades económicas, fue necesario institucionalizar nuevas modalidades de
explotación de los recursos naturales, de organización del trabajo, de tributación y de comercio,
apropiados para transferir a las metrópolis un excedente tan grande como fuera posible y garantizar la
apropiación de una parte sustancial del mismo por parte del Estado.
La gran variedad de las instituciones implantadas pueden ser comprendidas teniendo en cuenta el
carácter mercantilista de la conquista, junto con la amenaza permanente que significaron las políticas,
también mercantilistas, de las potencias rivales de España y Portugal, así como el corso y la piratería.
Ello obligó a instalar un sistema de controles de la producción y comercio de alto valor en el extenso
imperio, a fin de evitar su captación por otros intereses.
Además de las fuerzas visibles de cambio que constituyeron los hechos económicos descriptos,
existieron otras de tipo intelectual que afectaron las creencias y actitudes de Europa. Una de ellas fue
un cambio en el clima religioso asumido a raíz de la Reforma, y sus consecuencias múltiples y
trascendentales en todos los órdenes.
5
El Mundo Moderno, Homo Sapiens editorial, pág.36
9
Quizás más importante que el estímulo hacia la búsqueda de riqueza fue la influencia sobre su empleo.
En lugar de gastarla viviendo holgadamente como lo hacía la nobleza, la riqueza debía ser
acumulada, el ahorro era otra virtud.
Otro de los aspectos que contribuyeron a alterar el marco medioeval de la vida económica fue la
monetización de las obligaciones feudales. Esto significaba que los arrendatarios saldaban sus
obligaciones pagando con dinero en lugar de hacerlo en especie y era así, entre otras cosas, porque se
había incrementado la demanda de alimentos por parte de las ciudades, lo que implicaba el incremento
de la capacidad para comprar bienes urbanos por parte del campo. Por otro lado, la nobleza veía
positivo el pago de sus tributos en dinero ya que esto le permitía también adquirir más bienes. Pero la
renta muchas veces se establecía en una suma fija y quedaba en inferiores condiciones ante las clases
mercantilistas a las cuales fluía naturalmente el dinero.
La aristocracia rural, ante la necesidad apremiante de dinero efectivo comenzó a ver sus propiedades
como fuente de ingreso. Los campos comunes destinados al pastoreo fueron cercados por el señor
feudal y utilizados para la cría de ovejas, con beneficio exclusivo para aquél. Como consecuencia, los
campesinos que vivían del trabajo de la tierra fueron expulsados y quedaron sin medios de
subsistencia.
Así, se creó una nueva clase de fuerza de trabajo: sin tierras, sin una fuente adicional de ingresos,
que buscaba trabajo por un salario donde se lo ofrecieran, dirigiéndose en la mayoría de los casos a
las ciudades. Así se produjo también su proletarización a medida que la estructura gremial daba paso a
un mayor número de empresas similares a las de los negocios.
El trabajo surge como una actividad completamente diferente de lo que había sido en el pasado,
cuando era parte de una relación social explícita (amo-esclavo, señor-siervo) en la cual un hombre
trabajaba para otro a cambio de tener asegurada la subsistencia. El trabajo pasó a ser una
mercancía destinada a ser vendida en el mercado a cambio de un precio. La aparición del trabajo
como factor de producción fue seguida de cambios relacionados con la tierra y la propiedad.
Anteriormente la tierra era considerada como territorio de un gran señor, pero ahora comenzó a verse
en su aspecto económico, como algo que puede comprarse o arrendarse por la renta que rinde.
Sucedió algo similar con la propiedad, que anteriormente era riqueza tangible, un tesoro, metálico,
joyas. Con la monetización y comercialización de la sociedad, la propiedad se expresa en dinero y
constituye el capital, cuyo valor depende de su capacidad de obtener ganancias.
Es dable señalar que ninguno de estos cambios fue planeado ni previsto con claridad, sino que fue una
lenta revolución que estableció en definitiva las nuevas relaciones de una sociedad de mercado.
III. MERCANTILISMO6
Durante los cambios que condujeron desde la economía feudal hasta el desarrollo del comercio entre
estados-naciones grandes, ricos y poderosos, se desarrollan en varios países europeos las ideas
mercantilistas, las cuales no llegan a conformar una doctrina teórica.
El llamado "mercantilismo" o "sistemas mercantil" por Adam Smith, es el conjunto de las medidas de
política usado desde la Reforma hasta mediados del siglo XVIII por varios hombres de estado
europeos, a fin de aumentar el bienestar económico de sus respectivas naciones.
Es importante señalar que el conocimiento económico ya no era construído por teólogos, sino por
hombres prácticos, negociantes, muchos de ellos vinculados a grandes empresas mercantiles (Mun,
director de la Cía. de Indias Orientales; North, Inspector General de Cuerpo de Aduanas; Malynes,
comerciante).
Se interesaban fundamentalmente por los problemas referentes a cómo deberían ser las cosas, por las
metas de política y por las medidas destinadas a realizarlas.
6
Completar la lectura con : Bengoechea, Sonia y otros: “El Mundo moderno”, “Mercantilismo”, Pág. 72 .
10
Así, a lo largo de tres siglos de esfuerzo intelectual incoordinado, lleno de controversias, que reflejaban
una gran variedad de circunstancias prácticas, ciertos hilos doctrinales aparecieron repetidamente. Son
estos "hilos" los que se agrupan bajo el concepto de "mercantilismo", imponiendo un sentido de
unidad y de coherencia lógica a todos sus principios o reglas de política económica, mayor de la que
tenían en realidad.
El final de la época mercantilista puede ser identificado como un período de transición en el cual los
distintos autores, de manera desigual y diversa, comienzan a superar progresivamente la problemática
señalada anteriormente. Se exponen así, nuevas ideas económicas y, con ello, nuevos aspectos
teóricos.
El fundamento ideológico fue la filosofía individualista que partió del derecho natural. Sus obras
políticas y de derecho público adquirieron un sello predominantemente liberal debido a los trabajos de
John Locke y de Montesquieu. Sus ideas político-económicas alcanzan una clara expresión sobre todo
en la concepción del principio del egoísmo y en la contemplación de los sucesos económicos en el
nivel de los procesos sociales.
Desde esa última perspectiva se descubrió el fenómeno de la división del trabajo y se desarrolló en sus
comienzos las teoría del valor trabajo.
La importancia del egoísmo como móvil natural de la actividad humana es inherente a toda la filosofía
política de Locke. Puesta de manifiesto luego por Mandeville (1670- 1733), Hutchison (1694-1744) y
Hume (1711-1776), entre otros.
Según Locke, ni la iglesia medieval, ni el rey por derecho divino eran la forma natural de organización
para fines de gobierno, sino que la monarquía constitucional era la expresión política válida. La libertad
sólo debe restringirse para conservarla. Su base era la propiedad, adquirida por laboriosidad y razón,
con derecho a la seguridad que pudiera darle el Estado.
Esta nueva filosofía adecuada a las nuevas condiciones económicas es un síntoma de la decadencia
del poder del Estado que el capital comercial había creado en una etapa anterior a su lucha contra el
feudalismo; es el inicio del liberalismo.
Simultáneamente con el principio del egoísmo, fue desarrollada la idea de la armonía, según la cual
las aspiraciones de toda persona, una vez alcanzadas sus metas egoístas, se orientan hacia el bien y
la felicidad de todos. Esto llevó al rechazo de todo proteccionismo estatal y a exigir una libertad
económica ilimitada.
El pensamiento económico comienza también a responder a los cambios históricos del período de
transición. Con el desarrollo de la industria, la producción se convirtió en el punto interesante, dejando
de ser el comercio el aspecto principal. Los problemas se refieren así, a la generalización a escala de
las naciones de la mercancía como forma de riqueza.
Si bien la preocupación principal sigue siendo el enriquecimiento del Estado, se amplía el campo de
análisis y se trata de comprender el funcionamiento de la economía nacional.
Aparecen las nociones de valor, precio y el fenómeno de la división del trabajo cuya importancia para la
productividad fue reconocida por varios autores en este período. Así W. Petty (1623-1687) y Ferguson
(1723-1816) describieron los efectos que tiene la división del trabajo sobre el incremento de la
producción. Por otro lado, en la obra de Boisguillebert y Ernest Carl (1682-1743) la teoría de la división
del trabajo ocupa un lugar predominante.
V. FISIOCRACIA7
En el siglo XVIII se desarrolla en Francia un cuerpo de teoría económica al que se conoce con el
nombre de Fisiocracia, iniciándose así la era de escuelas y sistemas del pensamiento económico.
Cubre sólo un período de unos veinte años entre su primera y última manifestación importante en el
terreno de las publicaciones ( Quesnay 1758 y Le Trosne 1777 ).
Sus principios llegan incluso al Río de la Plata por intermedio de Manuel Belgrano, quien los había
recibido durante su permanencia como estudiante en España.
Tanto su filosofía política (desarrollo lógico y natural de sus ideas económicas) y sus preceptos de
política económica fueron extraídos por los fisiócratas del concepto de producto neto. Si la agricultura
era la única que producía excedente, las medidas mercantilistas de Colbert tendientes a fomentar la
manufactura eran inútiles para incrementar las riquezas del país, por lo que deberían desaparecer, al
igual que la intervención del Estado en la economía. Propugnaban el "laissez faire, laissez passer", la
libertad natural dispondrá todo de la mejor manera posible. Por un lado aumentarían las cosechas a
través de una transformación de la producción, y por otro, se daría un crecimiento de los precios
agrícolas modificándose el mercado.
Se ve entonces como la Fisiocracia parte de un orden natural similar al que posteriormente fue
incorporada a la visión que sirve de fundamento a la escuela clásica inglesa; pero concibe al laisser
faire y al librecambio partiendo de una economía donde la agricultura es el sector clave y generador de
excedente. El marco de análisis obedece a condiciones objetivas diferentes. El librecambio de los
fisiócratas aparece a primera vista como una completa contradicción al intervencionismo de los
mercantilistas. Sin embargo, ambos se convierten en una poderosa ayuda para el desarrollo de la
industria, aunque sus políticas pueden no haber sido ideadas con ese propósito.
Si bien la Revolución Industrial es la que más se destacará, es necesario señalar la importancia que
tuvo la revolución agrícola en el siglo XVIII. “A partir del inicio del siglo XVIII algunos terratenientes
comenzaron a introducir innovaciones agronómicas como fertilizantes, nuevos métodos de cultivo,
nuevas especies y variedad de vegetales y animales, etc. que –junto con la supresión de los barbechos
que incrementó la superficie cultivable- aumentaron enormemente la productividad agrícola. La
producción rural, por otra parte, se fue convirtiendo cada vez más en una producción capitalista,
llevada a cabo por arrendatarios que empleaban personal asalariado”.8
A mediados del Siglo XVIII, se gesta el capital industrial, y la industria toma un papel preponderante en
la actividad económica, realizando inmensas transformaciones sociales. Esto se da a partir de la
Revolución Industrial que "fue fundamentalmente una revolución productiva, es decir una
transformación de la capacidad de producción y acumulación de la humanidad. No se trata
simplemente del desarrollo de la actividad fabril, es un acontecimiento mucho más amplio, es una
auténtica revolución social, que se manifiesta en transformaciones profundas de las estructuras
institucional, cultural, política y social. En lo económico se expresa fundamentalmente por la creación y
utilización de nuevos tipos de bienes de capital, la aplicación de nuevas fuentes de energía inanimada
a las tareas productivas y, en general, por el desarrollo y aplicación de técnicas y principios científicos
al proceso productivo. En último término, se trata de transformaciones sociales y tecnológicas que
generan un sustancial aumento de la productividad; esto a su vez, posibilita la captación de un
excedente cada vez mayor, dando lugar a un proceso acelerado de acumulación" (Heilbroner, R.,
1982).
La Revolución Industrial se desenvuelve en un sistema económico y político mundial que vincula los
países europeos entre sí y sus respectivas áreas coloniales. Dichas vinculaciones contribuyeron de
manera importante al proceso a través de la generación y extracción de un excedente, la apertura de
mercados y el aprovechamiento de recursos naturales y humanos de las colonias.
7
Completar con:Bengoechea y otros: “Fisiocracia”, 74 y “François Quesnay”, 105.
8
Op cit, pág.38
12
Este proceso comienza a manifestarse decisivamente a partir de mediados del siglo XVIII,
principalmente en Inglaterra. Por qué surge primeramente en dicho país y no en otros países de
Europa? Porque Inglaterra era en ese momento la nación más rica del mundo gracias a las
exploraciones, el tráfico de esclavos, la piratería y la guerra. Además, es en ese país donde más
completamente se había dado la transformación de una sociedad feudal a una sociedad comercial.
En tercer lugar, porque Inglaterra fue un foco de entusiasmo por la ciencia y la ingeniería. Por último,
porque contaba con las reservas de carbón y mineral de hierro y el desarrollo de un sistema nacional
de patentes que trató de estimular y proteger los inventos que se iban efectuando.
La Revolución Industrial requirió previamente una acumulación de recursos financieros. Esto se había
producido en Inglaterra a raíz de la apertura de nuevas áreas de comercio internacional y la política
mercantilista aplicada en épocas anteriores. El enriquecimiento y fortalecimiento de los grandes
comerciantes y empresas mercantiles, principalmente debido al tráfico colonial, significó la
incorporación de importantes recursos de capital tanto en la actividad manufacturera como en la
agropecuaria. Hacia mediados del Siglo XVIII, la nueva burguesía mercantil adquiere tierras. Ellos
introdujeron sustanciales mejoras en materia de cultivos y actividades tradicionales y renovaron la
técnica de la explotación rural, estimulados por condiciones económicas favorables.
A esta primera etapa se la conoce como capital manufacturero y se caracteriza porque los ríos y
canales son los que proveen el medio de transporte y la materia prima y la mano de obra proveniente
de las zonas rurales. En una etapa posterior se introducen innovaciones técnicas a la actividad
manufacturera, como por ejemplo, la máquina de vapor, que implicaban una verdadera revolución en la
industria.
Gracias al cambio en los transportes, dado por la aparición del ferrocarril, surge la posibilidad de
ampliar la generación de excedente con regiones apropiadas para producir determinados bienes y
comerciar en gran escala, entre regiones y naciones cercanas y distantes.
Por último, también se debe señalar que a principios del siglo XIX, la revolución de los transportes
acelera los cambios. La aplicación de la máquina a vapor y la nueva metalurgia a la navegación y a los
ferrocarriles, las mejoras de las carreteras permitieron abaratar fletes y facilitó el intercambio de
mercancías, ampliando la escala de los mercados.
A partir de 1750 y hasta fines del Siglo XVIII se sucedieron grandes cambios sociopolíticos,
tecnológicos y económicos, especialmente en Europa Occidental.
En el campo político se debe mencionar la Revolución Francesa (1789) contra el régimen social y la
monarquía. Además, la independencia de EEUU privó al antiguo sistema colonial de uno de sus
9
Completar con Bengoechea y otros: “La Economía Clásica”, pág. 68; “Adam Smith”, pág 108 y “David
Ricardo”, pág. 110.
13
sostenes más poderosos, sobre el cual se había levantado gran parte del pensamiento mercantilista.
En el área del comercio internacional debe destacarse la expansión del llamado comercio imperial y el
surgimiento del Reino Unido como potencia mundial indiscutida.
Los cambios económicos y sociales crearon la necesidad de transformar la política mercantilista, desde
antes de fines del siglo XVIII y, particularmente en Inglaterra, las estructuras políticas habían
comenzado a cambiar de acuerdo a las ideas liberales mucho antes que la Revolución Francesa
llevase el estímulo del liberalismo a todas partes.
El pensamiento social toma conciencia del nuevo orden social que está surgiendo, lo que se pone de
manifiesto con claridad en el campo del pensamiento económico.
Smith y Ricardo comienzan a poner orden en el estado todavía caótico de la investigación económica,
a ese orden se le dio el nombre de " sistema clásico".
Ideas fundamentales.
- Afirmaron que dejando operar libremente dicho mecanismo se llega a resultados óptimos. Es
decir, el sistema económico se ajusta en la medida necesaria para el logro de la máxima producción
posible. El crecimiento económico era la preocupación central, y la creencia en que los intercambios
podían llevarse a cabo con beneficios para todos.
-Toda interferencia por el estado o los particulares era indeseable, siendo esta la base sobre la que
se apoya la doctrina del liberalismo económico. Libertad de producción y de mercado son los
postulados de la política económica que surge del "orden natural".
- Los clásicos continuaron con el análisis de las clases sociales. A diferencia de los Fisiócratas que
dividían la socidad en campesinos, terratenientes y artesanos, Smith utilizó una estructura social
integrada por trabajadores, capitalistas y terratenientes. Para Ricardo la principal preocupación de la
Economía Política era determinar las leyes que regulaban la distribución del ingreso entre las clases.
- Definieron la riqueza como un concepto de flujo, de producción por período y sólo con ellos nace el
concepto moderno de producción social.
-La teoría de la distribución ocupa un lugar central en la economía clásica. Los distintos temas que
analiza y el conjunto de categorías que crean, surgen precisamente como un intento de explicar el
problema de cómo se distribuye el producto social, creado durante el ciclo productivo de la nación,
entre salarios, beneficios y rentas.
Las primeras décadas del siglo XIX muestran pauperismo, desocupación, o en el mejor de los casos
trabajo agotador en las fábricas para los trabajadores, sus mujeres e hijos. Jornadas de trabajo muy
largas y condiciones peligrosas e insanas y una vigilancia opresora eran la suerte común para ellos.
Las primeras rebeliones de la clase obrera se dirigieron a la abolición de esos males del sistema fabril.
Tomaron la forma de uniones de trabajadores que, presentando un frente único al patrono, trataban de
compensar la desigualdad económica y de hacer resistencia a la explotación. Así nació el movimiento
sindical, que gradualmente se fue impregnando de un propósito socialista, surgiendo una teoría de
oposición al sistema en general.
En la historia del pensamiento socialista se pueden observar tres etapas principales, la primera
denominada socialismo utópico, la segunda, que surge a partir de los trabajos de Carlos Marx, a la
que se conoce como del socialismo científico y la tercera la del socialismo posmarxista el cual
incluye, entre otras a la teoría del imperialismo, el fabianismo, el revisionismo alemán de fines del
Siglo XIX en Alemania, el socialismo de estado y las tendencias teóricas modernas que continúan
14
El “socialismo utópico” nació mucho tiempo antes que el desarrollo del capitalismo presentara los
primeros signos de crisis social a principios del Siglo XIX ya que pensamientos de este tipo pueden
encontrarse, por ejemplo, en Platón (428-348 antes de J.C.), quién presentó en “La República” el
modelo más antiguo de sociedad organizada sobre bases socialistas y, casi dos mil años después,
también Santo Tomás Moro (1478-1535) produjo, en su obra “Utopía”, una crítica a la sociedad
inglesa de su época disimulada en otra descripción de una sociedad ideal en la que reinaba el
comunismo estricto10.
De igual manera lo hicieron, Tomás Campanella (1568-1639) filósofo italiano escribió una de las
utopías políticas más famosas, La ciudad del sol y Francisco Bacon (1561-1626), filósofo, estadista y
jurista inglés completó un conjunto de obras filosóficas que se refieren a la debilidad de la naturaleza
humana, su principal obra se llama La nueva Atlántida.
A principios del Siglo XIX surgió un conjunto de autores muy críticos con el sistema capitalista y el
pensamiento de la escuela clásica ya que para ellos el capitalismo era injusto, inhumano e irracional.
Todos ellos coincidieron en el rechazo a la existencia de la “mano invisible” de Adam Smith y su idea
del “egoísmo individual” y en el optimismo en cuanto al comportamiento del ser humano.
En realidad, el pensamiento de los “socialistas utópicos” estuvo conformado por una mezcla de
buenas intenciones e hipótesis irrealizables y fue Carlos Marx quien los llamó de esta manera con el
claro objetivo de diferenciar a estas teorías de las propias a las cuales consideraba “científicas”.
Los principales socialistas utópicos del Siglo XIX fueron: Henri de Saint-Simon (1760-1824),Jean
Charles Sismondi (1773-1842),Robert Owen (1771-1858, Charles Fourier (1772-1837, Pierre Joseph
Proudhon (1809-1864)
El cambio más profundo en el pensamiento socialista lo produjeron Carlos Marx y Federico Engels a
mediados del Siglo XIX cuando publicaron en conjunto el Manifiesto Comunista en el que en apenas
treinta páginas presentaron la esencia de lo que habrían de desarrollar en la vasta producción que
realizaron en los años siguientes.
Carlos Marx (1813-1883) llevó a cabo una Crítica a la Economía Política, como subtituló su principal
obra teórica, "El Capital". Su estudio, al mismo tiempo que crítica a los discursos económicos
anteriores de la escuela clásica, fue también crítica del orden capitalista de organización de la
producción, la distribución y el consumo.
El esfuerzo teórico de Marx lo ubica como continuador del pensamiento clásico, particularmente de
Adam Smith, Francois Quesnay y David Ricardo, a quienes presenta como los más altos exponentes
de dicha corriente. Pero al mismo tiempo lo ubica en un proceso de ruptura en tanto cuestiona
abiertamente lo que denomina inconsistencias, lagunas y debilidades del pensamiento clásico.
Con Carlos Marx el socialismo adquiere el carácter científico, siendo jalonado por la publicación de
importantes obras. En 1848 aparece el Manifiesto Comunista, escrito en colaboración con Engels. En
1859 publicó su Crítica a la Economía Política, que contiene el germen de su principal obra: "El
Capital". El primer volumen de este libro aparece en 1867, publicando Engels el segundo y tercer
volumen en 1885 y 1894, respectivamente. El tomo cuarto, "Teorías sobre la Plusvalía" fue publicado
en 1904.
El principal interés de Marx fue el análisis de las leyes del movimiento de la sociedad y los principios
que determinan los cambios sociales.
Los dos pilares metodológicos del razonamiento de Marx son el materialismo histórico y el método
dialéctico, que se caracterizarán brevemente.
El materialismo histórico tiene la naturaleza de una teoría particular sobre el mecanismo del
acontecer histórico. El mismo proporciona una concepción o visión del proceso histórico en los
siguientes términos: Se parte de distinguir tres elementos o instancias que pueden ser identificados en
toda sociedad y entre las cuales se establece un orden principal de causalidad. En primer lugar
tenemos lo que Marx denomina la base material de la sociedad. La misma revela el grado de
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Utopía proviene del griego y su significado es “lugar que no existe”. Esta palabra es utilizada para denominar
planes, proyectos , doctrinas o sistema buenos y convenientes, pero que aparecen como irrealizables desde el
punto de vista de las condiciones existentes en el momento de la formulación. Las utopías , proyectos de
ciudades ideales, visiones de fundamento ético, son también al mismo tiempo susceptibles de ideologías
activas, imágenes estimulantes e inspiradoras de aciones concretas, capaces de modificar la realidad
existente, (Diccionario Enciclopédico Salvat).
15
desarrollo de las fuerzas productivas entendidas en un sentido lato que va más allá de las meras
condiciones técnicas de producción, porque se refiere a un conjunto de potencialidades en materia
productiva. Las fuerzas productivas son aquellos elementos que intervienen en la producción: tierra,
trabajo, capital y tecnología. Estas fuerzas productivas son dinámicas, están en constante
desarrollo y cambian en forma permanente debido a alteraciones en la población,
descubrimientos tecnológicos o mejoras en la educación.
En segundo lugar se consideran las formas de relación que se dan entre los individuos con motivo de
su participación en el proceso productivo: las relaciones sociales de producción. Estas relaciones
son dos tipos: relaciones de propiedad (entre las personas y las cosas) y relaciones humanas (entre
las personas).
En tercer lugar tenemos la superestructura compuesta por elementos de tipo institucional, jurídico,
etc.,que son intangibles pero que están presentes en toda sociedad. Esta superestructura corresponde
a una conciencia social determinada, incluyendo al estado y la Religión. El Estado para Marx, no es
más que la cristalización del poder de la clase social dominante que actúa en interés de ella misma y
en contra del interés general.
La base material se identifica como el determinante fundamental de los otros dos elementos o
instancias restantes, en el sentido que el condicionante que ella impone sobre éstos últimos es más
fuerte que cualquier influencia que opera en sentido inverso. Al enfatizar un orden particular de
determinación causal entre estos tres conjuntos de elementos que están presentes en cualquier
sociedad conocida, el materialismo histórico introduce los cimientos de una teoría particular del
acontecer histórico.
Por el contrario, el método dialéctico postula un modo de conocimiento que se estructura a partir de
distinguir la operación de una fuerza originaria (la tésis), con respecto a la cual se desarrolla una
fuerza contraria (la antítesis) y de las cuales resulta una nueva fuerza (la síntesis) que, a su vez,
adquiere la naturaleza de una nueva tésis en una instancia posterior.
Por el contrario, con respecto a una situación inicial de ajuste o correspondencia, el cambio sobreviene
en términos de una modificación autónoma y previa de la base material. En este proceso se genera un
desajuste entre las dos primeras instancias ya que las relaciones sociales de producción originales no
se corresponden con la nueva base material. Esta inconsistencia constituye una contradicción que
habrá de resolverse finalmente por un ajuste de las relaciones sociales de producción a las nuevas
características de la base material.
Se alcanza de este modo una nueva armonía entre ambas instancias que es en rigor puramente
ilusoria porque en un mundo en constante transformación ella sólo preanuncia la gestación de un
nuevo desajuste. El movimiento histórico se genera así por la creación y recreación continua de
contradicciones. El mundo histórico real se piensa como un estado de permanente conflicto, lo que no
excluye la existencia de momentos armónicos.
Para Marx la armonía (equilibrio) es un punto entre las dos contradicciones, mientras que para el
pensamiento neoclásico el desequilibrio (contradicción) es un punto entre dos equilibrios.
El valor fue para Carlos Marx un fenómeno real y el trabajo es la esencia de todo valor. El valor es
una propiedad objetiva de todas y cada una de las mercancías y su origen se debe encontrar en algo
más sustancial que las fuerzas de oferta y demanda del mercado. Debido a que era un materialista
consideraba que sólo lo material determinaba el valor y, en ese sentido, el precio de mercado sólo
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era un reflejo del valor causado por un elemento objetivo y común a todas las mercancías, el trabajo.
El valor de la fuerza de trabajo se puede dividir en dos partes, la cantidad de trabajo necesaria para
la subsistencia del trabajador la cual se denomina “trabajo socialmente necesario”, y una cantidad
por encima de este trabajo socialmente necesario llamada “plusvalía”, de la que se apropia el
capitalista que contrata al trabajador.
Para Carlos Marx el capitalismo dividió a la sociedad en dos clases, la de los capitalistas, que son los
dueños del capital, y la de los que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder
subsistir. El capitalista contrata a la clase obrera, su fuerza de trabajo, y el proletariado obtiene a
cambio de ello un salario que le alcanza para su supervivencia. El resto de lo que se produce es la
plusvalía, que es lo que persigue el capitalista cuando compra la fuerza de trabajo del obrero.
Precisamente, de acuerdo a Marx la esencia del capitalismo es, pues, la existencia de la plusvalía y
sin ella dicho sistema no podría existir y, en consecuencia, se puede decir que el capitalismo
consiste en la explotación de una clase por otra. Para explicar la explotación de la cual es
víctima el trabajador expuso su teoría de la plusvalía, comparando la actividad productiva en una
“economía natural” y en el régimen capitalista.
En una economía natural, que no conociera la división en clases sociales, el trabajador conservaría
para él todos los frutos del trabajo. El artesano cambiaría una mercancía por dinero para obtener en
forma inmediata otra mercancía (M-D-M).
Pero, a cambio del precio que paga, el empresario adquiere el derecho a utilizar las fuerzas del
obrero durante un día entero. El capitalista se beneficia entonces con la condición que tiene la fuerza
humana de trabajo de crear más valor que el consumido para su propia conservación. He aquí el
origen de la plusvalía.
Sin embargo, la plusvalía no basta para asegurar el aumento de la prosperidad. Marx distingue con
claridad entre el tipo de plusvalía y tipo de beneficio, para ello considera que el capital está
compuesto por dos partes, una de ellas se destina a la adquisición de útiles y materias primas
(capital constante) y la otra a la compra de fuerza de trabajo (capital variable). El tipo de plusvalía es
la relación entre el beneficio obtenido y la cantidad de capital variable empleado, mientras que el tipo
de beneficio es la relación entre el mismo beneficio y el capital total empleado.
Para Carlos Marx en el largo plazo la tasa de plusvalía tiende a aumentar, creciendo la explotación
de la clase trabajadora, mientras que la tasa de beneficio disminuye ya que a medida que se
desarrolla el capitalismo se produce un incremento de la cantidad total de capital necesario para
poder competir y un cambio en la composición orgánica del mismo ya que aumenta la proporción de
capital constante en comparación al capital variable debido a que se deben adquirir una mayor
cantidad de útiles (Ej. maquinarias).
La competencia entre capitalistas, la lucha por el aumento de los beneficios, obliga a los capitalistas
a convertir una parte de los beneficios en capital adicional, a acumular. La acumulación y el
progresos técnico se convierten en necesidades vitales para el capitalismo. Por otra parte, son
motivo de que se sustituya el trabajo humano por máquibnas, lo que conduce al desempleo y a la
formación del “Ejército industrial de reserva”. Origina, además, la concentración del capital en pocas
manos.
sistema capitalista.
Finalmente, la crítica que Marx dirige a las categoría del mercado y del Estado estará, también,
fundamentada en la lógica de la ganancia. En el mercado la misma opera como elemento regulador
de las conductas individuales de cada competidor, obligándolo a defender su posición y
motivándose para mejorarla. Igualmente el Estado queda sometido a esa misma lógica. El
intervensionismo se vuelve necesario para mantener el funcionamiento de las relaciones de
explotación y para controlar las disputas competitivas entre las diversas fracciones capitalistas. Es
decir que para Marx, el papel del Estado se explica por la necesidad de articular las voluntades
individuales y controlar los conflictos que amenazan la continuidad del sistema,
representando los intereses generales de los capitalistas.
Hasta mediados del Siglo XIX la industrialización sólo se había generalizado en Europa Occidental.
Pero en el medio siglo anterior a la Primera Guerra Mundial se produjo, además del vasto crecimiento
de Estados Unidos y el rápido desenvolvimiento industrial de Gran Bretaña y Alemania, una veloz
expansión de los modernos métodos comerciales e industriales en los nuevos países.
Es en esta época donde los principales rasgos del capitalismo tomaron sus formas definitivas:
El comercio, que en la primera parte del Siglo XIX se había concentrado principalmente en el
intercambio de productos, generalmente, en términos nada equitativos, paso a depender cada vez más
de la inversión de capitales en el extranjero en el desarrollo de proyectos, fundamentalmente de
transporte, por parte de los países más avanzados. Fue en esta situación donde se renueva la
tendencia hacia la interferencia política de los países más adelantados en los menos desarrollados.
El imperialismo económico llegó a ser una fuerza dominante en la política y es importante advertir la
influencia que tuvieron en el crecimiento económico el aumento de la magnitud de las empresas y la
tendencia a encontrar mercados, materias primas y campos de inversión para el capital excedente,
fuera de los países desarrollados.
La finalidad suprema de los diferentes programas pareció consistir en hacer al Estado lo más
independiente posible de la economía o por lo menos desarrollar la economía privada hasta el límite de
sus posibilidades.
En el movimiento de inversión en ultramar, Gran Bretaña, único país que disponía de un fuerte
excedente de capitales para invertir, se colocó al frente. El rápido crecimiento de su capacidad para
exportar productos elaborados suministró los recursos necesarios, pero como las exportaciones no
podían seguir creciendo a menos que los países adquirentes aumentaran su capacidad de compra, en
un principio se realizaron préstamos a los gobiernos o a algunos sectores privados, para luego
comenzar a financiar proyectos industriales privados, destinados fundamentalmente a transformar
productos primarios (es el caso de los frigoríficos).
La construcción de los ferrocarriles ocupa ciertamente una posición de extraordinaria importancia en la
evolución del capitalismo moderno, desempeñando un papel tan importante como la navegación en la
promoción del comercio internacional ya que multiplicó las rutas disponibles al comercio y la coloni-
zación.
El desarrollo del sistema capitalista mundial ha pasado por diferentes etapas. La primera de ellas se
extiende hasta la revolución industrial y puede ser definidad por el caracter mercantil adoptado por el
capitalismo; la segunda constituye el período de expansión del modo capitalista de producción, el
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dominio del nuevo capitalismo industrial competitivo; y la tercera el período imnperialista, de los
monopolios, que comienza a fines del siglo XIX.
La segunda etapa alcanzó su punto culminante en las décadas de 1860-1870 y durante el período
posterior se operó el tránsito hacia el capitalismo monopolista, cuyo rasgo distintivo es el reemplazo de
la libre concurrencia por los monopolios.
Se puede indicar como momento histórico del paso a la fase imperialista la gran crisis de 1870, sin
embargo, esta fecha es sólo indicativa pues este tránsito fue preparado por el proceso de
concentración de la producción, fruto del proceso de acumulación en el capitalismo.
La palabra imperialismo tiene un origen histórico, siendo empleada por primera vez por el economista
inglés Hobson, quien la relacionó con la expansión llevada a cabo por Inglaterra mediante conquistas
coloniales. Sin embargo la teoría del imperialismo se refiere a una etapa o fase del capitalismo en el
que prevalece una estructura monopolística de la sociedad y no a una particular política de agresión.
Este es el sentido que adquiere la palabra en la obra de Lenin "El imperialismo, fase superior del
capitalismo", que aparece durante la primera guerra mundial, y que se refiere a las modificaciones
institucionales que experimenta el sistema en esta nueva fase.
Entre los principales teóricos del imperialismo podemos citar, además de Lenin, a Rosa Luxemburgo y
a Bujarin. Los rasgos fundamentales del imperialismo según Lenin, son los siguientes:
Con respecto a las tendencias del sistema capitalista en su fase imperialista Lenin plantea que todo
monopolio engendra inevitablemente una tendencia al estancamiento al disminuir los estímulos al
progreso tecnológico y por otro lado produce la agudización de todas las contradicciones del
capitalismo. Estas tendencias llevan a Lenin a considerar que la época del capitalismo monopolista es
la etapa superior y última del capitalismo en que las contradicciones son de tal envergadura que es
inevitable su derrumbe definitivo.
Resumiendo, los aportes más importantes de Lenin y los demás teóricos del imperialismo son los
siguientes:
-El énfasis que se pone en la necesidad de la comprensión del sistema a partir de la economía del
mundo capitalista, en que cada uno de los países es parte integrante de dicho sistema.
-El carácter que asume el monopolio como elemento rector de la economía.
-Entender que el comercio mundial en base a la división internacional del trabajo no sólo provoca
una interdependencia de tipo comercial entre los países, sino que se da una integración sobre la base
de las exportaciones de capital de los países dominantes que penetran en el interior de lasa economías
del sistema.
Las tendencias visualizadas por los clásicos del imperialismo respecto del desarrollo desigual a nivel
mundial no es otra cosa que el gran desarrollo de un grupo pequeño de países y de un grupo cada vez
mayor de países subdesarrollados.
1. Introducción.
Suele fecharse el nacimiento de la Escuela Neoclásica alrededor del año 1870, época en que tres
autores (un inglés, Stanley Jevons; un austríaco, Karl Menger; y un francés, León Walras, profesor en
Lausana, Suiza), hicieron publicaciones en forma independiente, pero presentando un nuevo en- foque
de modo muy similar.
Sus sucesores formaron varias corrientes, generalmente identificadas por el nombre del país o de la
ciudad donde trabajaban sus representantes más notorios (Viena, Lausana). Estas, aunque se
influenciaron recíprocamente, dieron matices peculiares a un pensamiento de considerable
homogeneidad.
La nueva escuela consiguió imponerse y convertirse en una nueva ortodoxia, especialmente en Gran
Bretaña, a partir de 1890, gracias a la obra de Alfred Marshall, cuya concepción de la economía
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Muchos de los conceptos que hoy se consideran característicos de la Escuela Neoclásica ya habían
sido presentados antes de 1870, y Marshall mismo se consideraba un continuador de Adam Smith y
David Ricardo. Pero, indudablemente, en las últimas décadas del siglo pasado se operó una profunda
transformación tanto en los problemas que abordaban los economistas como en el modo de tratar los
problemas tradicionales.
Los economistas clásicos habían consolidado el status científico de la Economía Política afirmando la
existencia de "leyes naturales" que regían la actividad económica, y cuyo conocimiento era el objeto de
la nueva ciencia. Ellos interpretaban el concepto de ley natural en un doble sentido.
Por un lado, la entendían, según la definición de Montesquieu, como "las relaciones necesarias
derivadas de la naturaleza de las cosas". Así, las leyes de los rendimientos decrecientes o de la
distribución serían del mismo tipo que las leyes de la gravitación universal.
En un segundo sentido, las leyes económicas describían las condiciones necesarias para alcanzar el
óptimo económico: el máximo resultado con el menor esfuerzo. Esas condiciones no eran otras que las
instituciones del orden liberal, en particular la propiedad privada y la libertad económica, que se
suponían de carácter universal e impuestas por sí mismas, en la medida que no lo impidiera una
coacción exterior.
En todo tiempo y lugar los individuos o las naciones que no las adoptaran y respetaran se verían
excluidos de la posibilidad de alcanzar el óptimo, sin poder escapar a la acción de las leyes naturales.
En el transcurso del siglo XIX las leyes naturales de la economía clásica fueron ampliamente criticadas.
La nueva economía procuró formular sus leyes sobre el supuesto de una sociedad constituida como
una aglomeración de individuos, iguales entre sí por naturaleza, y dedicados al consumo y al esfuerzo
del trabajo y del ahorro. La forma de organización de tal sociedad ya no fue objeto de consideración
central para la economía, aunque se suponía, más o menos explícitamente, la vigencia de las
instituciones del capitalismo liberal. El estudio de los aspectos jurídicos, políticos, sociológicos, etc., fue
dejado al cuidado de otras disciplinas científicas.
El término Economía Política, con el que antes se denominaba a esta ciencia, fue sustituido por el de
Economía, nombre introducido por Marshall. Esta sustitución es más llamativa en inglés: Economics,
cuya traducción literal no sería Economía, sino Económica. Se tendría así a "la" Económica, como la
Física o la Química.
Si los clásicos atribuyeron universalidad a las instituciones liberales que se estaban estableciendo en
su época, los neoclásicos hicieron lo mismo con una clase especial de conducta: la que está
determinada por el interés individual. Esa conducta fue personalizada en el modelo del "homo
económicus": un ser sólo movido por el interés personal, con abstracción de cualquier otra motivación.
El estudio de un hombre abstracto, y de relaciones abstractas entre hombres abstractos, permitió a los
neoclásicos afirmar la neutralidad social de sus teorías. Como estas no pretendían ser la descripción
de algún régimen social determinado, tampoco se permitían juzgarlo. No obstante, ello no fue
obstáculo para que los economistas neoclásicos se alinearan, en la disputa entre defensores y
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adversarios del capitalismo, junto a los primeros. Y varios de ellos utilizaron las nuevas teorías para
refutar a Marx. Dentro de esta tendencia general, adoptaron una amplia gama de posturas políticas,
desde algunas socializantes, en el caso de Walras, hasta otras fascistas, en el caso de su discipulo
Pareto, pasando por una variedad de opiniones intermedias. Entre ellas las de Marshall, un reformista
social de tendencia liberal, que combinaba la defensa del sistema existente con la posibilidad de
introducir cambios en aspectos específicos.
De todos modos, y aunque muchos economistas se ocuparon en sus actividades políticas de los
conflictos sociales, estos tendieron a desaparecer de la consideración teórica de la economía
neoclásica. Por cierto no se volvió a la creencia en la armonía natural, pero el conflicto se redujo al que
surge de la oposición de los intereses individuales y que se resuelven en los regateos y transacciones
del mercado.
Las propuestas de reforma social, cuando las hubo, se centraron en la eliminación de todas las trabas
a la libertad económica y a la competencia, en un momento en que, paradójicamente, "la competencia
se destruía a si misma", por cuanto las empresas más exitosas tendían a ologopolizar o monopolizar
muchos de los mercados más importantes.
El cambio social fue visto como un proceso de avance lento y gradual. "Natura non facit saltum",
escribía Marshall, para sugerir que la sociedad tampoco los hace.
En este contexto, no hay un lugar destacado para la actividad del Estado. Esta debía limitarse a la
defensa exterior y la seguridad interior, sosteniendo el marco institucional de la economía y
defendiendo la competencia. Se atribuyó a la libre iniciativa individual, con un mínimo de interferencias
estatales, la capacidad de brindar a la sociedad el máximo bienestar posible.
La Matemática juega en la Economía, el papel de un lenguaje. Permite expresarse con sinplicidad y sin
ambigüedades, ya que cada término utilizado debe definirse explícita y cuidadosamente, al tiempo que
garantiza la coherencia interna de los razonamientos.
Los neoclásicos encontraron algunos instrumentos matemáticos, como el análisis diferencial, que se
adaptan admirablemente para representar su percepción del mundo, al que suponían muy estable y no
conflictivo.
Si el mundo cambia muy lentamente y sin conflictos, las transformaciones que ocurren en el sistema
económico, a lo largo del tiempo, no son muy importantes en ningún período breve. Puede
simplemente considerarse que no ocurren, analizándose la economía como si el tiempo no ocurrierra.
Por ello los neoclásicos desarrollaron un método de análisis de tipo estático, referido a unn único
momento en el tiempo. Es como si se tomara una fotografía del sistema económico y se lo analizara tal
como está en el momento de la observación, sin tomar en cuenta nada más, ni del pasado ni del
presente.
3. Valor y precios.
Como los clásicos, los neoclásicos buscaron una explicación fundamental del proceso económico, pero
mientras los primeros pensaron encontrarla en los fenómenos propios de la actividad productiva global
de la sociedad, los segundos se centraron en el individuo y sus necesidades. Esto provocó un
verdadero cambio teórico, en particular en el campo de la teoría del valor y la distribución.
Coherentes con la concepción de la riqueza como el conjunto de las "cosas necesarias, convenientes y
gratas de la vida", cuya característica fundamental es la cualidad de ser acumulables, los clásicos
habían estudiado la producción, distribución y el valor de las mercancías.
Los neoclásicos, por su parte, se ocupan de una categoría mucho más vasta de objetos: los bienes,
definidos como toda cosa apta para la satisfacción de una necesidad humana, y disponible para tal
función.
Pero el problema del valor de cambio sólo es atinente a un conjunto particular de bienes: los bienes
económicos. En efecto, algunos bienes existen en cantidades que a los fines prácticos son ilimitadas,
y están disponibles para cualquiera, como el aire y la luz del sol. Carecen de valor de cambio y son
considerados bienes libres.
La característica que distingue a los bienes económicos es su escasez. Un bien es escaso cuando la
cantidad disponible es insuficiente para saciar plenamente la necesidad con que se corresponde. En tal
caso, tiene valor de cambio, y es apropiable, individual o colectivamente.
Para la Escuela Neoclásica el valor de un bien depende de la importancia que se le atribuye como
medio para satisfacer las necesidades humanas. Depende, en otras palabras, de su utilidad, que es el
juicio que un sujeto hace acerca de la capacidad de un objeto para satisfacer sus necesidades.
Lo que distimgue a la escuela neoclásica, y constituye una ruptura con sus predecesores, es el énfasis
puesto en el hecho de que el valor atribuído por un sujeto a una unidad cualquiera de un bien depende
de la cantidad de ese mismo bien de la que el individuo ya dispone.
Jevons introduce el supuesto de que la utilidad es una variable que, aunque sicológica, tiene una
magnitud que puede ser cuantificada, del mismo modo que, por ejemplo, la temperatura del cuerpo.
Esto permite imaginar una unidad de medida, para la utilidad, de modo que sea posible realizar
cálculos aritméticos con cantidades de unidades de utilidad subjetiva. Tal idea, muy popular entre los
economistas ingleses de fines de siglo, hace mucho que cayó en el descrédito, pero aún se la utiliza a
modo de metáfora, como se hará aquí.
El razonamiento anterior procura explicar el modo en que las valoraciones subjetivas regulan las
conductas individuales, pero no alcanza para aclarar la forma en que la interacción de esas conductas
permite llegar a una valoración social que, una vez lograda, se impone a los individuos que deben
tomarla en consideración para tomar sus decisiones económicas. Esto exige considerar el problema de
la formaciónde los precios.
La teoría neoclásica de los precios se desarrolló como parte del análisis del problema más general de
la asignación de recursos escasos para la satisfacción de necesidades múltiples e ilimitadas. En la
perspectiva neoclásica, el problema económico central que debe abordar la sociedad es el de la
distribución de una cantidad dada de recursos entre las diversas aplicaciones posibles. Deberá decidir
qué bienes importa producir (ya que no podrán obtenerse todos los necesarios), cómo producirlos
(puesto que la escasez exige no desperdiciar los recuros y utlizar los medios técnicos más eficientes)
y, finalmente, distribuirlos de algún modo entre quienes participaron en la producción.
Los precios, que rigen los intercambios entre los agentes económicos, juegan un papel central en la
solución de estos problemas. Son, para los individuos, indicadores de la escasez social de los bienes
que compra o vende. Aquí la palabra precios, sin ningún aditamento, se utiliza significando precios
relativos, esto es, los de un bien en términos de otro.
Para analizar la formación de los precios, Walras construyó un modelo donde supuso que los agentes
económicosestán dotados de cantidades fijas de bienes, y concurren al mercado para realizar
intercambios con el fin de mejorar su situación. De el mismo modo que en los modernos mercados de
valores, cada participante puede actuar alternativamente como comprador o vendedor de un mismo
bien, según le convenga.
Cada agente económico tiene, inicialmente, intenciones de realizar intercambios de ciertos bienes por
otros en proporciones que reflejan sus valoraciones subjetivas, concurre al mercado y expresa sus
propuestas. Como las valoraciones de cada individuo difieren, seguramente, de la de los demás, habrá
un gran número de propuestas de intercambios para cada par posible de bienes. Para llegar a un
acuerdo, todos deberán ajustar sus intenciones originales, y vocearán nuevas propuestas hasta que,
mediante sucesivos tanteos, se logre determinar la cantidad de cualquier bien que será canjeada por
una unidad de cada uno de los demás. Esto es, hasta que se hayan determinado los precios relativos.
En ese momento, se realizarán efectivamente los intercambios, según las relaciones así establecidas,
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en el punto en que, para cada individuo, se igualen las utilidades marginales de las cantidades de
bienes entregadas (vendidas) con las recibidas (compradas).
Como se vé, este modelo deja de lado el problema de la producción, para centrarse en el estudio de
las relaciones en que se establece el intercambio entre cantidades dadas de bienes.
Marshall, quien a su tiempo también se despreocupó del problema de los fundamentos del valor, trató
de conciliar a la teoría de la utilidad marginal con la teoría clásica inglesa, enfatizando el papel de los
costos de producción en la formación de los precios.
Para Marshall los principios de los costos de producción y de la utilidad marginal son partes
componentes de la "ley suprema de la oferta y la demanda". Es célebre su afirmación de que "para
discutir sobre si es la hoja superior o inferior de las tijeras la que corta el papel no es más absurdo que
preguntarse si el valor se determina por la utilidad o por el costo de producción".
4. Competencia Perfecta.
Los clásicos habían supuesto que el principio de la libertad económica garantizaba que el sistema
económico alcanzara su funcionamiento óptimo. Pero los neoclásicos, utilizando un instrumental
matemático mucho más sofisticado, encontraron que para que se pueda demostrar la existencia del
equilibrio en los mercados se requieren condiciones mucho más restrictivas: las que corresponden al
modelo de competencia perfecta.
Los neoclásicos trabajaron generalmente con este modelo. Sabían, naturalmente, que semejante
economía no existe realmente, pero consideraban que para explicar un fenómeno es necesario
empezar trabajando con hipótesis muy simples.Comparaban el supuesto de la competencia perfecta
con el movimiento sin fricciones de los físicos: ambos permiten establecer relaciones sencillas, que
después pueden complejizarse mediante sucesivas aproximaciones a la realidad.
Los fenómenos del monopolio y el oligopolio no fueron ignorados, pero se los trató como fenómenos
especiales o como desviaciones respecto del caso general.
5. Teoría de la distribución.
En este punto, debe señalarse una importante diferencia con el punto de vista de los clásicos. Para
éstos la sociedad estaba dividida en tres clases, y a cada uno de estos grupos sociales le correspondía
una función económica y un tipo de ingreso. Se identificaba clase social con clase económica, y el
problema de la distribución era, en las palabras de Smith, el de la "distribución del producto anual entre
las diferentes clases que integran el pueblo", y no entre individuos o entre factores.
Para los neoclásicos los factores productivos son elementos concretos, útiles para la producción, que
existen en un momento determinado y son propiedad de individuos. A cada factor corresponde un
ingreso por el alquiler de sus servicios, que es percibido por sus propietarios, sin correspondencia con
su pertenencia a clase social alguna.
Marshall los agrupó en grandes categorías que recuerdan a las clásicas: tierra, trabajo y capital, y
agregó, siguiendo el criterio establecido por Walras y Jevons, a la capacidad empresarial, distinguiendo
así a las funciones del capitalista de las del empresario.
Las remuneraciones de los factores siguen siendo la renta y el salario para la tierra y el trabajo
respectivamente, mientras que el interés se asigna al capital, atribuyéndose el beneficio al empresario.
Los neoclásicos sostuvieron el punto de vista de que en una economía competitiva existe una
tendencia al pleno empleo de todos los factores productivos. Suponían que el dinero no tiene más
utilidad que la que se deriva de su aptitud para facilitar los intercambios, reduciendo los inconvenientes
del trueque. En consecuencia, ningún agente económico racional deseará acumular dinero por sí
mismo, y los gastará en bienes de consumo y de capital.
Si el ingreso de la economía se distribuye totalmente entre los propietarios de los factores, y estos no
atesoran dinero, sino que lo gastan, siempre habrá demanda suficiente de bienes como para que los
empresarios continúen empleando la misma cantidad de factores productivos.
Si en algún momento algún factor resulta muy abundante, su precio disminuirá, y los empresarios
estarán dispuestos a emplear una mayor cantidad. Todas las unidades disponibles de cualquier factor
serán, a la larga empleadas, siempre que su precio pueda bajar lo suficiente. El ajuste se realiza
23
mediante variaciones en los precios. Cuando una economía funciona así, se dice que "la oferta crea su
propia demanda", proposición conocida como la ley de Say, en homenaje al economista francés a
quien Ricardo la atribuyó.
La ley de Say asegura que nunca existirá una sobreoferta masiva de bienes, ni un desempleo masivo
de factores productivos. El libre juego de las fuerzas del mercado, a través de la flexibilidad de precios,
hará que los desajustes sean transitorios.
A largo plazo, todos los factores productivos serán plenamente empleados. Los fenómenos de las
recesiones prolongadas y el desempleo masivo quedaron, así, fuera de la consideración de la
economía.
Desde fines del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, la economía de los países más
avanzados se había comportado satisfactoriamente. El crecimiento económico era vigorozo y, salvo
algunas crisis cíclicas, no se habían registrado recesiones de mayor importancia.
La recomendación de política económica que se derivaba de este enfoque era la no intervención del
Estado en la actividad económica y, por consiguiente, la regla básica del presupuesto equilibrado, que
permitía que el mercado solucionase todos los desequilibrios que pudieran darse en el corto plazo. Los
precios de los bienes se moverían de acuerdo a su escasez o a su abundancia permitiendo así que el
sistema utilice plena y eficazmente todos los recursos. Sin embargo, los acontecimientos posteriores
mostraron que la política de no intervención era incapaz de hecer frente a los problemas económicos
de la depresión y desempleo que padecieron las economías occidentales enlos años veinte y treinta del
siglo XX.
La Primera Guerra Mundial fue seguida por una breve pero muy grave contracción industrial en Europa
y en los Estados Unidos. Luego los años '20 fueron prósperos, pero en 1929 se desató el comienzo de
lo que se conoce como la Gran Depresión.
Este hecho golpeó a los Estados Unidos como un tifón. La mitad del valor de toda la producción
simplemente desapareció, el 25% de los trabajadores perdió su trabajo, más de un millón de familias se
encontraron con sus hipotecas en juicio, perdiendo sus hogares. Nueve millones de cuentas de ahorro
se perdieron cuando los bancos se cerraron. Los economistas estaban tan perplejos por el
comportamiento de la economía como lo estaba el pueblo estadounidense (RobertHeilbroner,1985).
La crisis que comienza en USA en octubre de 1929 y se extiende progresivamente al resto del mundo,
pone fin al proceso de crecimiento económico iniciado en las últimas décadas del siglo XIX. No difirió
en pricipio de las que con anterioridad ya había sufrido el sistema capitalista: caída de la producción y
de los precios de los productos comercializados internacionalmente, contracción de los ingresos,
disminución de la ocupación.
Sin embargo, la profundidad y duración de la crisis llevó al abandono generalizado de las políticas que
caracterizaron al período previo, ya que las herramientas teóricas convencionales no mostraron poseer
condiciones para dar una respuesta satisfactoria.
Los nuevos rumbos que tomaron los países fueron las uniones aduaneras, los acuerdos bilaterales, la
devaluación de las monedas, el abandono del patrón oro, los controles de cambio, las cuotas de
importación, etc., teniendo como objetivo desvincular la economía interna de los problemas interna-
cionales a través de políticas fiscales y monetarias activas de los gobiernos.
Este período crítico culmina con la Segunda Guerra Mundial, provocando necesariamente todo un
reordenamiento de la economía internacional. Los países afectados trataron de centrar sus esfuerzos
en la reconstrucción, mientras que otros trataban de convertir su economía de guerra en economía de
paz.
Así las cosas, el bache entre la "economía tradicional" y la realidad se agrandó. La profundidad de la
crisis requería de decisiones adecuadas a su magnitud, no bastaba con efectuar pequeñas
correcciones a las ideas teóricas dominantes.
Las condiciones económicas reales, altas tasas de desocupación u un proceso de caída de la actividad
24
económica, forzaban a una explicación más adecuada del funcionamiento del sistema que el que la
"economía tradicional" podía ofrecer.
2. La teoría keynesiana.
La reacción no se hizo esperar, pero vino impulsada por un economista formado dentro del mismo
seno de la economía neoclásica. J. M. Keynes (1883/1943) nació en Inglaterra, era hijo de un
economista de Cambridge y alumno de Alfred Marshall en esa Universidad. Se lo ha presentado
siempre como un hombre polifacético, con un sinnúmero de actividades desarrolladas al mismo tiempo,
peroque a pesar del desacuerdo que pueda existir entre algunos economistas, no puede negarse que
marca una renovación de la teoría económica y de sus métodos de análisis.
Puede comenzarse diciendo que sus ideas económicas se fueron desarrollando a través del tiempo,
por lo que es posible encontrar entre ellas planteos contrapuestos. A su vez y, deteniéndonos un poco,
todas sus contribuciones pueden considerarse como una continuidad influída por el marco histórico y
social. Ya diez años antes de la aparición de su obra más famosa "La Teoría General del Empleo, el
Interés y el Dinero" (1936), había comenzado a preocuparse por la aplicación de medidas públicas
que más tarde serían asociadas a su nombre.
Es sumamente difícil intentar expresar en pocas líneas las ideas fundamentales de Keynes, en
especial las de su Teoría General. Aquí trataremos de mencionarlas, explicando brevemente la
vinculación que pueda existir con ideas anteriores y su influencia para la política económica que del
análisis pueda derivarse.
Su preocupación está enfocada hacia los grandes agregados económicos: el producto nacional, el nivel
de empleo, el nivel general de precios; es decir hacia la macroeconomía. El nuevo enfoque sirvió
tanto para abrir el camino a nuevos avances de la teoría económica como, además, para dar
basamento teórico a nuevas formas de política económica.
La economía política clásica se ocupó de la distribución del producto social más que de su cuantía, es
decir, que trata de explicar los determinantes de las participaciones relativas en el ingreso de los
diferentes factores de la producción y no las fuerza que determinan el nivel de dicho ingreso 11. El
supuesto implícito es que el sistema tiende en forma espontánea a producir ocupación plena de los
recursos disponibles, ignorando el problema de la crisis y la posibilidad que existan diferentes niveles
de actividad económica con la misma dotación de recursos. El razonamiento se basa en la aceptación
de la "Ley de Say", teorema económico que niega la posibilidad que en la economía se produzcan
excesos de producción o paro involutario en los mercados competitivos.
Para Keynes el nivel del ingreso nacional depende en todo momento de la "demanda efectiva", que
es el nivel en que realmente la demanda agregada intersecta la oferta agregada. Es una relación que
expresa no el volumen de "demanda deseada" sino de aquella que "efectivamente" se da y que
depende de dos tipos de gastos: los gastos de consumo y los gastos de inversión
A su vez consideró al consumo como una variable dependiente del nivel de ingreso, con un carácter
generalmente estable. La magnitud del gasto en consumo depende de una disposición sicológicaque
lleva a las personas agastar una fracción más o menos grande de su ingreso (propensión a consu-
mir)que la PMg.C es positiva y menor a 1.
El ahorro es para Keynes un simple residuo del consumo, es decir que cada individuo ahorra una vez
que considera que han quedado aseguradas una serie de satisfacciones.
Quienes tienen más renta de la que consumen de ordinario pueden atesorar dinero, prestarlo o
invertirlo en algún tipo de bien de capital. Si optan por acumular riqueza en forma de dinero no obtienen
renta ya que el mismo es estéril, sin embargo tiene que haber una explicación de porqué la gente
prefiere a veces hacerlo 12.
Keynes da como respuesta a esto que el dinero puede ser la forma más segura de acumular riqueza
ya que desaparece la incertidumbre y los poseedores tienen un tipo de seguridad que no poseen los
que acumulan bajo otras formas de riqueza.
11
Keynes utiliza la expresión "teoría económica clásica" designando así a los principios tradicionales u
ortodoxos de la teoría económica que han sido trasmitidos y generalmente aceptados por lo economistas
académicos desde la época de David Ricardo e incluyen a Stuart Mill, Alfred Marshall y Pigou.
12
Además de medio de cambio y unidad de valor, el dinero cumple ahora también la función de acumulación
de valor, que es sumamente importante.
25
El deseo por acumular riqueza en forma de dinero puede ser superado pagando un premio en forma
de interés, por lo tanto es la recompensa por transferir la disposición sobre la riqueza en su forma
líquida. El tipo de interés entendido como recompensa por no atesorar dinero es un cambio de
singular importancia, ya que desde el punto de vista de la teoría económica tradicional el mismo es
una recompensa por posponer el consumo.
Por lo tanto si la tasa de interés es alta el incentivo para invertir en los negocios disminuirá. Además si
las expectativas sobre el futuro son pesimistas aún con una tasa de interés muy baja no habrá
incentivo para invertir por parte de los empresarios.
La postura de Keynes es que las autoridades monetarias deben ser lo bastante fuertes como para que
permitan en las depresiones una política monetaria "blanda" que haga descender la tasa de interés,
favoreciendo la inversión y de ese modo la recuperación.
Si el consumo es una relación estable del ingreso, la posibilidad de incrementar la inversión, dado un
aumento en la eficacia marginal del capital, provocará un aumento de la demanda efectiva y por lo
tanto aumentará el empleo. Al aumentar la inversión aumenta el producto, y por lo tanto el ingreso, lo
que a su vez incentivará también el aumento del consumo (porque como ya se dijo este es función del
ingreso).
Las perpectivas de Keynes para el desarrollo capitalista no eran muy optimistas pues pensaba que se
tendía a una insuficiencia crónica y cada vez más grave de la demanda efectiva. Esto era resultado de
las mismas leyes de funcionamiento y no de simples contingencias históricas; se debía, sobre todo, a
la acumulación de capital, a la ley sicológica de baja de la propensión marginal a consumir y a la
prudencia excesiva demostrada en materia de provisiones financieras. La insuficiencia dela demanda
efectiva explicaba porque nuestro mundo está condenado a la subocupación. Una economía sin
ninguna intervención no posee, pensaba Keynes, ningún correctivo automático a esa tara (Emile
James, 1974).
Pero Keynes no creía que la situación no tuviera remedio, había que provocar indirectamente el alza de
esa variable dependiente que es el monto del ingreso nacional, mediante un incremento de la demanda
efectiva. Pero sus remedios iban en contra de lo principios hasta ese momento admitidos para
solucionar las depresiones.
Los clásicos utilizaban dos procedimientos: la baja de los salarios y la manipulación de la tasa de
interés. De la baja de los salarios esperaban una disminución del costo de producción para la empresa
productora y un incremento de los rendimientos probables y, por lo tanto, un estímulo de los gastos de
inversión.
Sin embargo según Keynes, la baja de los salarios no hace sino agravar la subocupación. En efecto, se
traduce por una menor distribución del ingreso a las clases cuya propensión a consumir es mayor, lo
que lleva a una disminución de la demanda efectiva e indirectamente del incentivo a invertir.Por otra
parte el ahorro, simple residuo del consumo, obedece a otros móviles que la esperanza de percibir un
ingreso, por lo que no puede ser estimulado por el alza de la tasa de interés. Por el contrario, ésta al
limitar los incentivos a invertir, disminuye el monto de los gastos de inversión y tiende a reducir
cuantitativamente el ingreso y el nivel de ocupación (Emile James,1974).
El objetivo fundamental de su política económica era así estimular la demanda efectiva, lo que
implicaba un alza del ingreso y del nivel de ocupación. Algunas de sus propuestas, que fueron aplicada
y recomendadas en diferentes países y condiciones son las siguientes:
Todo incremento de la circulación produce aumento de la demanda efectiva, lo que repercute más
sobre el nivel de producción y de actividad que sobre los precios.
Una política de gasto público puede aliviar la inestablidad propia de la eficacia marginal del capital, que
provoca una retracción de la inversión cuando las expectativas son pesimistas.
26
-Redistribución de la renta en beneficio de las clases gastadoras. Sin embargo, lo que más le
preocupaba era el subempleo y no la injusticia del sistema de distribución o al menos, ello le inquietaba
sólo en la medida que podía provocar una disminución del empleo. No opuso reparo a que el empleo
se lograra a costa de una baja de los salarios reales.
Si bien sus principales propuestas marcan una reacción muy clara contra los modos de pensar
clásicos, Keynes no pensó en modificar el sistema capitalista sino sólo reformar su funcionamiento.
Si para lograr la recuperación no basta con el descenso de las tasa de interés inducido por las
autoridades monetarias, una política de gasto público puede aliviar la inestabilidad propia de la eficacia
marginaldel capital, que provoca una retracción de la inversión cuando las expectativas son pesimistas.
Por lo tanto Keynes propugna una dirección social de la inversión (a través del Estado) de
maneradealiviarlas inevitables fluctuciones de la inversión privada.
Una síntesis del pensamiento keynesiano puede concretarse en los puntos siguientes:
1) La negación de la ley de Say y el consiguiente rechazo de la tendencia automática hacia el
pleno empleo.
2) El papel fundamental de la demanda agregada efectiva como elemento determinante del
nivel de actividad económica y del nivel de empleo, tanto a corto como a largo plazo.
3) La incorporación de la función de consumo y la distinción entre los deseos de ahorrar y de
invertir.
4) La importancia de las expectativas especialmente en la eficacia marginal de la inversión y en
la preferencia por la liquidez.
5) La incidencia de las fluctuaciones de la demanda de inversión en la inestabilidad económica.
6) El supuesto de que los mercados a menudo presentan rigideces e imperfecciones.
7) El papel fundamental de las políticas de estabilización de la demanda efectiva.
En esencia Keynes rechazó que el estado normal de la economía fuese el pleno empleo y justificó
la existencia de equilibrio con desempleo involuntario. Keynes además procuró soluciones de política
económica para acercar la economía a la senda del pleno empleo (F. Mochón,1988).
Una economía bajo una fuerte depresión podría permanecer estancada, a menos de
que se encontrara algún sustituto para las inversiones de capital de las empresas. Sólo existía
una posible fuente de estímulo y ésta era el gobierno. El punto crucial del mensaje de Keynes
era que el gasto del gobierno podría ser una política económica esencial para un capitalismo
deprimido que tratara de recuperar su vitalidad .
Estos dos modelos son extremos y quizá demasiado teóricos. La realidad es mucho más compleja, y
lo habitual es encontrar casos intermedios entre ambos, pero. sin embargo, hasta el año 1933 muy
pocos autores los analizaban. En ese año aparecieron dos obras que trataban este aspecto del
modelo: “Teoría de la competencia monopolística”, de Edward Chamberlin y “La economía de la
competencia imperfecta”, de Joan Robinson (1903-1983).
El origen de estos estudios se puede encontrar en Piero Sraffa (1898-1983), el cual en 1926 criticó la
teoría neoclásica por entender que estaba vacía. Fue el primero que afirmó que la competencia
perfecta y el monopolio puro eran casos extremos prácticamente inexistentes en la economía real.
Según él, los defensores de este modelo despreciaban las imperfecciones del mercado
considerándolas meras fricciones y las descartaban de sus análisis. Para Sraffa estas fricciones eran
fuerzas activas que producían efectos permanentes en la economía y eran dignas de constituirse en
objetos de análisis preferentes de la ciencia económica. Había que dar un giro radical a la economía
y estudiar lo que hasta entonces habían rechazado los neoclásicos, los fenómenos de la
competencia imperfecta.
27
Edward Chamberlain se fijó en que la mayoría de las empresas no se implicaban solamente en una
competencia de precios sino que también competían en un conjunto amplio de elementos que
caracterizaban al producto. Según él, podía existir un amplio número de empresas en el mercado, y
esto es lo que provocaba la competencia, pero cada empresa podía llegar a tener un control único o
disfrutar de una ventaja exclusiva que le otorgaba cierta influencia sobre el precio. Cada vendedor,
como consecuencia de ese elemento monopolístico, podía modificar el precio.
Chamberlain citó como elementos monopolísticos la situación geográfica de cada empresa, las
marcas, los derechos de autor, etc. Este economista creía firmemente en la naturaleza dual de los
mercados ya que la mayoría de ellos poseían componentes competitivos y de monopolio. Dentro de
este análisis dio una gran importancia a la publicidad y al esfuerzo de ventas de las empresas y dijo
que este esfuerzo era innecesario en la competencia perfecta y en el monopolio puro.
Este autor también tuvo una aportación en lo referente a lo que hasta entonces se había pensado
respecto del bienestar social. Según la teoría neoclásica, por definición el monopolio no era
socialmente óptimo porque producía menos de lo que permitían los recursos y a un precio superior.
Sin embargo, en el modelo de Chamberlain se tenía en cuenta que la diferenciación del producto
introducía variedad y aumentaba las posibilidades de elección del consumidor. Esto podía ser
deseable e incrementar el bienestar social, es decir, poseía utilidad por sí mismo si se comparaba
con la homogeneidad de la competencia perfecta. Así, como conclusión afirma que no está claro que
la competencia monopolística redujera el bienestar social.
Joan Robinson fue la primera mujer que ocupó un lugar en la primera línea del análisis económico.
Joan Robinson atribuye a Sraffa su interés por los modelos imperfectos y se declara expresamente
consciente de que existen componentes competitivos y monopolísticos mezclados en la mayoría de
los mercados, pero indica que solo va a estudiar a los componentes monopolísticos.
2. SÍNTESIS NEOCLÁSICA-KEYNESIANA.
"En las décadas de los cuarenta y de los cincuenta tuvo lugar una reconciliación de las corrientes del
pensamiento neoclásico y keynesiano, dando lugar a la denominada "síntesis neoclásica". La
rehabilitación y reformulación del modelo neoclásico supuso de hecho que el esquema keynesiano
quedaba englobado en el mismo como un caso especial. Así la síntesis neoclásica ofrece un modelo
con una estructura común, en el que uno de los posibles resultados podía caracterizarse como
keynesiano, en el sentido de que el sistema daba lugar a un equilibrio con desempleo.
El modelo general de la síntesis neoclásica es uno de equilibrio general agregado, que bajo el supuesto
de plena y absoluta flexibilidad de los precios alcanza el equilibrio en los diversos mercados.
En el modelo se puede introducir como uno de los supuestos el de la rigidez de los salarios o más
precisamente un desajuste básico entre las cantidades de dinero y el salario monetario. Asimismo, la
demanda de dinero se podría especificar de modo que incluyera "la trampa de la liquidez". En este
caso, el ajuste se puede lograr si la propensión al ahorro se hace depender inversamente de la riqueza
real neta de los consumidores ya que las variaciones en el nivel general de precios y salarios harán que
la economía tienda hacia el equilibrio con pleno empleo. Así pués, el supuesto crucial que justifica el
equilibrio con desempleo sería la rigidez de los salarios.
La síntesis neoclásica, aunque abandonó la esencia lógica de la teoría keynesiana, retuvo sus
prescripciones de política económica pues se confiaba en que las políticas monetaria y fiscal pudieran
estabilizar la economía a altos niveles de actividad."
3. EL MONETARISMO.
Los incrementos de la cantidad de dinero en la economía fueron vistos por los clásicos como un
elemento que influía en la demanda de las mercancías y que además incrementaba los precios pero
no analizaron el proceso de ajuste que tenía lugar en la transición hacia un nuevo equilibrio. Para
que ello ocurriese habría que esperar a los economistas neoclásicos de principios del Siglo XX,
sobre todo a Irving Fisher (1867-1947) y Arthur Pigou (1877-1959) quienes se preocuparon por la
relación entre el dinero y los precios, por lo que determinaba la velocidad de circulación del dinero y
por el estudio de los tipos de interés.
28
En 1956, cuando la teoría keynesiana era plenamente aceptada, Milton Friedman (1912), de la
Universidad de Chicago, rescató del olvido las ideas de Fisher, aunque con un matiz, la velocidad de
circulación del dinero (V) no era fija, pero sí estable y predecible a partir de las variables reales de la
economía, como son la renta, el tipo de interés o el capital, a partir de las cuales se podía
establecer. Entonces se podía reivindicar que la cantidad de dinero y el nivel de precios estaban
directamente relacionados.
La Escuela monetarista o Escuela de Chicago desarrollo una corriente crítica hacia la participación
del estado en la economía, afirmando que los procesos de mercado llevarán a su mejor equilibrio sin
la utilización de mecanismos fiscales.
Aunque la escuela presenta algunas ramificaciones y su dilatada labor resulta difícil resumir, podemos
exponer sus ideas centrales como sigue: 1) rechazo de las relaciones básicas del modelo keynesiano;
2) importancia de las variaciones de la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero respecto de la
evolución de la economía; 3) inoperancia de las políticas de estabilización, en el mejor de los casos,
cuando no producen fuertes perturbaciones en el sistema económico en su conjunto; 4) inconveniencia
de la política fiscal activa y 5) existencia de una tasa natural de desempleo que depende sólo de
factores reales y que únicamente se puede reducir a largo plazo.
Friedman ataca las definiciones y relaciones de los dos componentes básicos de la demanda agregada
keynesiana: el consumo y la inversión. En primer lugar, sostiene que los individuos ajustan su gasto en
consumo a su renta a largo plazo (lo que denomina renta permanente), pero a corto plazo, niega que la
relación entre consumo y renta sea estable. En segundo lugar, trata de demostrar empíricamente que
tampoco la relación renta-inversión es estable.
Por otra parte, sostiene que existe una relación estable entre la tasa de variación de la masa monetaria
y las fluctuaciones económicas y la inflación a largo plazo, si bien no puede determinarse con exactitud
dicha relación pues las variaciones monetarias se traducen en variaciones en el sector real con
retardos temporales variables y, además, porque no es posible determinar en qué medida se
transforman en incremento de precios, por un lado, y en aumento de la producción real, por otro.
Los monetaristas también mantienen que el Estado despilfarra los recursos que utiliza. Gasta no sólo lo
que recauda, sino que incurre permanentemente en déficits presupuestarios, asignando, además, las
distintas partidas de gasto de forma ineficiente por las presiones que recibe de los distintos grupos
sociales.
Las autoridades públicas no pueden fijar como objetivo de su política la reducción de la tasa de
desempleo a corto plazo, dado que esta depende de factores reales que sólo es posible modificar en el
largo plazo: rigideces institucionales, ineficacia del mercado de trabajo, etc., factores que determinan el
nivel de empleo y la tasa natural de paro.
Con esta concepción del funcionamiento del sistema económico, -afirman que las autoridades
económicas sólo deben proveer a la economía de una cantidad de dinero que crezca a una tasa
constante (compatible con el crecimiento esperado), reducir el tamaño del sector público todo cuanto
sea posible y suprimir las regulaciones administrativas que encorseten el funcionamiento de las fuerzas
libres del mercado.
Esta corriente del pensamiento surgió en la década de 1970 en los Estados Unidos y su objeto de
investigación es la pérdida de crecimiento de la productividad y de la inflación que se estaba
presentando en esa época.
Su conclusión fue que el origen de la inflación se debía a la existencia de salarios monetarios altos,
la pérdida de productividad de los trabajadores y la falta de incentivos en que se desenvolvía a
actividad productiva.
A diferencia de las políticas económicas tradicionales que pretendían actuar sobre la demanda, las
medidas que se recomendaron fueron la reducción de impuestos al sector productivo y el descenso
del gasto público con el objetivo de lograr un presupuesto equilibrado. Como consecuencia de estas
políticas se aspira a actuar sobre la oferta de bienes mediante la creación de estímulos a la inversión
privada.
En definitiva, los ofertistas destacan el papel que puede desempeñar la política fiscal sobre el
crecimiento económico y la oferta agregada. En términos de sus análisis la reducción de las tasas
impositivas ocasionan un aumento de los rendimientos del capital y del trabajo y ello generaría un
aumento de su oferta así como del ritmo de la innovación y, por consiguiente, el crecimiento de la
producción potencial y de la oferta agregada.
Esta escuela afirma que los agentes económicos cuentan con información sobre el futuro de la
economía y, de hecho, la utilizan en forma total para la toma de sus decisiones y ello les permite
anticipar los efectos de las políticas gubernamentales y, de esta manera están en condiciones de
contrarrestar por completo sus efectos.
Estas ideas tienen una estrecha relación con las de las escuelas clásica y neoclásica de que los
agentes económicos gozan de información perfecta y, por tanto, las políticas económicas son
ineficaces. En este contexto, sólo se puede influir en la evolución temporal de la producción
mediante políticas económicas no esperadas o imprevistas, pero como estas acciones son difíciles
de lograr se recomienda la utilización de reglas fijas.
Señalaremos algunas corrientes del pensamiento que reclaman una visión diferente de los
problemas económicos.
Corrientes institucionalistas.
“ Las diversas corrientes institucionalistas critican el formalismo e irrealismo del modelo neoclásico y
fundamentan su análisis en el estudio de las instituciones sociales y políticas donde se desenvuelven
los individuos y que consideran determinantes de los hechos económicos” 13
El evolucionismo.
13
Torres López, Juan: Economía Política, capítulo 1, pág.41.
30
Este pensamiento realiza una crítica a la economía neoclásica y se interesa, sobre todo, por el
estudio de las instituciones y el cambio tecnológico. Su idea clave es que la economía no es estática
sino dinámica, es decir, les interesa analizar el cambio de la economía.
Para los componentes de esta escuela la tecnología es, en buena medida, una cuestión de cada
empresa. Esta compuesta por conocimientos específicos acumulativos y en muchos casos tácitos e
implícitos. Por ese motivo el objeto de estudio no debe ser el mercado sino el interior de las
empresas y este estudio no debe realizarse al margen del contexto en el cual desarrollan su
actividad. Por consiguiente, los economistas evolutivos tienen también como objetivo el análisis de
las reglas del juego dentro de las cuales de mueven las empresas.
Los economistas evolutivos opinan que el desarrollo económico se deriva de las tecnologías. Las
diferencias en la capacidad tecnológica de los países son determinantes para elaborar una teoría del
cambio económico y del comercio internacional.No es casualidad que la economía evolutiva haya
desarrollado en un momento de ruptura tecnológica, en un momento histórico de cambio. Éste ha
dado lugar al abandono del análisis del equilibrio y al creciente interés por el estudio del
desequilibrio, de los continuos cambios.
El estructuralismo.
La escuela estructuralista representa una tendencia significativa e importante del pensamiento sobre
los problemas del desarrollo, especialmente en América Latina.
Otras deficiencias son el resultado de las relaciones económicas internacionales, ya que los países
de América Latina como productores de materias primas están a merced de los países
industrializados que se benefician con los frutos del proogreso técnico.
Consideraban que eran emprescindibles cambios estructurales básicos para lograr un crecimiento a
largo plazo, lo que nunca se lograría mediante políticas monetarias de corto plazo. 14
Parte de la idea de que hasta principios del Siglo XX la Economía y especialmente la Escuela
Clásica, se había dedicado a estudiar una situación de equilibrio, cuando, lo importante en un
sistema capitalista era, precisamente, el desequilibrio. Lo que caracteriza al capitalismo es la ruptura
continua de lo anterior y la creación de situaciones nuevas.
Según él, la figura del empresario, del agente que toma decisiones, es decisiva para entender el
14
El Estructuralismo Latinoamericano se desaarrollaará en la Unidad IV
31
desarrollo económico. La función empresarial consiste en destruir lo anterior y crear algo nuevo
mediante la introducción de nuevas condiciones en el proceso productivo. Esto lo llamó destrucción
creadora.
Estas nuevas combinaciones que introducen los empresarios en la economía podían ser de cinco
tipos:
La función empresarial termina cuando lo nuevo pasa a formar parte de lo viejo, ya que en ese
momento, cuando la novedad dejaba de serlo, el empresario se convierte en un mero gestor.
La función empresarial puede ir unida a otro tipo de funciones de tal forma que en una misma
persona convivan, además de la función empresarial, la función del capitalista, la función directiva, e,
incluso, la función de la mano de obra. Pero ninguna de ellas era imprescindible para ser empresario.
La función capitalista y la función empresarial, aunque a menudo iban juntas, eran cosas distintas y
de hecho se podía ser empresario sin disponer de capital, ya que si la innovación era convincente el
capital aparecería.
Para el futuro consideraba que era inevitable la llegada del socialismo y la muerte del sistema
capitalista debido a que éste se estaba convirtiendo cada vez en mayor medida en un sistema
formado por grandes corporaciones en las cuales la iniciativa individual, es decir la función
empresarial, tenía cada vez menos cabida, y las decisiones eran tomadas por directivos ajenos a la
propiedad de las empresas. Para Schumpeter esta separación entre propiedad y gestión iba a
acabar eliminando por completo el sistema capitalista, y suponía la antesala de un sistema socialista.
Amartya Sen
Amartya Sen es un importante economistas de nuestro tiempo que ha influído y cambiado las ideas
sobre el desarrollo económico. Para él el desarrollo es esencialmente el “mejoramiento de las capaci-
dades” de los individuos para realizarse en las diferentes dimensiones de la vida personal y de la in -
teracción social. (Estas ideas ya han sido adoptadas en sus análisis por numerosos estudiosos y or-
ganismos internacionales, tales como el Banco Mundial).
Sen reintroduce en la teoría económica la importancia que tenía la distribución del ingreso para los
economistas clásicos (David Ricardo, Marx, etc). Este tema, que había sido abandonado por los
grandes economistas, salvo escasas excepciones como las de G. Myrdal y A. M. Okun, Sen lo ubica
nuevamente en el centro del debate económico, haciendo numerosos aportes como la demostración
de la relación entre la llamada curva de Lorenz, que mide la desigualdad en ingresos, y la
distribución de diferentes activos por parte de la sociedad.
Actualmente la base del trabajo de Sen es: "terminar con la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y
la desigualdad de oportunidades”, según señaló al momento de recibir el premio Nobel de economía
en 1998 (aunque dicho premio se lo concedieron sobre todo por su teoría de la elección social).
Sen no ignora la importancia de los últimos aportes realizados por la Nueva Macroeconomía Clásica
ni los de la Escuela de la Economía del Desequilibrio, él va mas allá de las discusiones sobre cómo
se llevan adelante los ajustes entre cantidades y precios, va más allá de las discusiones meramente
instrumentales, e introduce en el análisis factores sociales que afectan a los diferentes grupos de la
sociedad, y que influyen sobre la elección de oportunidades.
32
Sen critica la visión de acuerdo a la cual la posesión de bienes y servicios sirve como criterio
exclusivo para definir el nivel de vida o calidad de vida, puesto que las posibilidades de
transformación de bienes y servicios a realizaciones varían de persona en persona, según sus
capacidades.
El argumento básico de Sen radica en concebir la calidad de vida en términos de actividades que se
valoran en sí mismas y en la “capacidad de alcanzar estas actividades”. El éxito de la vida humana
lo observa en términos del logro de las actividades humanas necesarias o realizaciones.
Sen percibe la vida la como un conjunto de 'haceres y seres' (es decir, de realizaciones) que son
valorados por sí mismos, por lo que para determinar la calidad la vida es necesario evaluar estas
'realizaciones' (logro de una persona: lo que él o ella hace) y la 'capacidad para funcionar'
(combinaciones de 'realizaciones' que él o ella puede alcanzar). De este modo Sen se diferencia
de los enfoques basados en el valor o bienestar que otorgarían las propias mercancías (en que se
confunden medios y fines, y que Marx denominó 'fetichismo de la mercancía'). Su enfoque de las
capacidades también supera al enfoque de la 'utilidad marginal' o noción de valor centrado
básicamente en la utilidad individual (propios de la teoría microeconómica y de la "economía del
bienestar").