Cuando Las Personas Son Grandes y Dios Pequeño
Cuando Las Personas Son Grandes y Dios Pequeño
Cuando Las Personas Son Grandes y Dios Pequeño
“Lo que te podía decir es que no había camino de salida. Esta era mi vida.
Inseguridad, controlado por las opiniones que otros tenían de mí. Como fuera
que se llame, sólo podía ser manejado, pero no controlado.”
El autor confiesa que él sabía que como cristiano, debía existir un camino de salida a su
problema, una respuesta Bíblica que fuera suficiente para la dependencia en servidumbre que
tenía de las opiniones de los demás. El principio de la respuesta llego en su tiempo en el
seminario, mientras se preparaba para liderar un estudio bíblico en el libro de Romanos.
Considerando la doctrina de la justificación por fe, se encontró con la realización que “Dios me
ama y me hizo justo a sus ojos, entonces, no debería importarme lo que otros piensen de mi”
(p.11). Él nos hace notar que esta realización le trajo cierto alivio hasta que contrajo
matrimonio. Después de su casamiento, Welch sintió un dramático resurgimiento en esta
dependencia en la aprobación de los demás, sólo que en este punto se convirtió algo más
extremo porque lo canalizaba totalmente en la necesidad de aprobación de su esposa. El
admite “Creo que era como un tanque de amor con una gotera” (p.12). Esta realización lo llevó
a una búsqueda aún más ferviente de una respuesta bíblica a este problema, que luego
identificaría muy propiamente como “El Temor del Hombre”
Welch, Ed. Cuando las personas son grandes y Dios es pequeño. P & R Publishing, 1997.
que solemos usarlo en estos tiempos. Él clarifica que “incluye tener temor de alguien, pero que
se extiende a tener un temor reverencial de alguien, ser controlado o dominado por alguien,
adorar a otras personas, poner tu confianza en personas, o necesitar personas
profundamente.” Él también clarifica que “hombre” incluye hombre, mujeres y niños.
Welch ofrece una lista comprehensiva de preguntas que exponen el hecho de que todos, de
una u otra forma, somo culpables de claudicar ante el temor del hombre. Así es que antes de
que el lector pierda el interés y crea que no es su problema, es enfrentado a la realidad
innegable de que todos sufrimos del temor del hombre. Entonces ¿cómo enfrenta Welch este
problema tan común? La respuesta es proporcionada al final del capítulo.
“El tratamiento más radical para el temor del hombre es el temor a Dios. Dios
debe ser mayor para ti de lo que son las personas” (p.18)
La respuesta que el autor da a este problema es simple y compleja a la misma vez. Él opina que
nunca venceremos nuestra malsana dependencia de las opiniones de otros con solo
recordarnos que Dios nos ama y piensa que somos excepcionales. Mientras esto es verdad para
aquellos que estamos en Cristo, Welch concluye que simplemente debemos gastar menos
tiempo enfocados en nosotros mismos y pasar más tiempo embelesados y controlados por esa
profunda admiración del esplendor y grandeza de nuestro Santo Dios.
Welch, Ed. Cuando las personas son grandes y Dios es pequeño. P & R Publishing, 1997.