INTERCULTURALIDAD Ficha de Clase (Pensar La Interculturalidad)

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SEMANA 4. PENSAR LA INTERCULTURALIDAD.

UNA MIRADA DESDE EL


GÉNERO Y LOS DERECHOS HUMANOS

Les damos la bienvenida a esta semana de formación en la que trabajaremos en


torno a la Interculturalidad desde la perspectiva de género y los Derechos Humanos.
Esperamos que el diálogo y el intercambio que construiremos en esta semana nos permitan
fortalecer las acciones de protección y promoción de derechos en los territorios en los que
habitan y trabajan como una primera instancia que esperamos profundizar con ustedes a
partir de los cursos que se dictarán desde abril.
El objetivo de esta jornada breve es trazar algunos recorridos sobre los modos en los
que las ciencias sociales, los Estados y la sociedad civil a través de sus organizaciones han
teorizado y abordado la desigualdad y el acceso a derechos de las mujeres en el contexto de
la migración y de mujeres indígenas y afrodescendientes en la Argentina. Para ello es
fundamental construir una mirada decolonial e interseccional que reconstruya las
problemáticas de vulneración de derechos de manera situada. Partimos de una concepción
de los Derechos Humanos como resultado de luchas socio-históricas que libran los pueblos
para reconocerlos, visibilizarlos, conquistarlos, defenderlos y promoverlos. Estas luchas
forman parte de entramados propios de regiones, países y localidades y se sostienen en
configuraciones que dan sentido a las ideas de autonomía, dignidad y persona. En este
sentido, no podemos trazar una historia universal de los Derechos Humanos sin atender a
las particularidades de los países y de los colectivos históricamente silenciados.
Esta mirada nos exige pensarnos desde América Latina y desde lo que Aníbal Quijano
definió como colonialidad del poder:

La idea de raza, en su sentido moderno, no tiene historia conocida antes de


América. Quizás se originó como referencia a las diferencias fenotípicas
entre conquistadores y conquistados, pero lo que importa es que muy
pronto fue construida como referencia a supuestas estructuras biológicas
diferenciales entre esos grupos. La formación de relaciones sociales
fundadas en dicha idea produjo en América identidades sociales
históricamente nuevas: indios, negros y mestizos, y redefinió otras. Así,
términos como español y portugués, y más tarde europeo, que hasta
entonces indicaban solamente procedencia geográfica o país de origen,
desde entonces cobraron también, en referencia a las nuevas identidades,
una connotación racial (...) En América, la idea de raza fue un modo de
otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuestas por la
conquista (Quijano, 2000, p. 778-779).

Bajo esta clasificación se establecieron jerarquías y relaciones sociales de poder que,


a su vez, es necesario que pensemos cómo se fueron configurando en los distintos países,
sociedades y momentos históricos de la región (como lo hicieron Claudia Briones y Rita
Segato a través de sus estudios sobre las formaciones nacionales y provinciales de
alteridad​1​). En la actualidad existen discursos y prácticas sostenidos en definiciones
provenientes de la época colonial basados en la superioridad racial, que generaron un
estereotipo que moldeó la visión del “otro” según los relatos construidos históricamente, de
ahí que es fundamental volver a la matriz colonial de nuestros modos de organización social
y de la manera de construir simbólicamente a las personas según su raza, su etnia, su color y
su clase social.
Quijano entiende que el poder está estructurado en relaciones de dominación,
explotación, y conflicto entre actores sociales que se disputan el control de “los cuatro
ámbitos básicos de la existencia humana: sexo, trabajo, autoridad colectiva y
subjetividad/intersubjetividad, sus recursos y productos” (2001-2002; p. 1). El poder
capitalista, eurocentrado se organiza a través de la colonialidad y de la modernidad. Al
concepto de colonialidad de poder y su inherente categoría de raza esbozado por Aníbal

1
Briones, C. (2005). Cartografías Argentinas. Políticas indigenistas y formaciones provinciales de alteridad.
Antropofagia y Segato, R. (2007). La Nación y sus Otros. Raza, etnicidad y diversidad religiosa en tiempos de
políticas de la identidad. Prometeo.
Quijano, teóricas de la perspectiva decolonial tales como María Lugones​2 han hecho aportes
sustanciales para pensar las implicancias del género en este sistema. Lugones sostiene que
el límite del aporte de Quijano parte de considerar al género como anterior a la sociedad y
la historia, lo cual naturaliza las relaciones de género y heterosexualidad, inmunes a los
efectos de la postcolonialidad. Por su parte, agrega a este debate que el género ya existía
antes de la colonización y que la modernidad captura, reorganiza y magnifica la jerarquía de
género.

En la famosa imagen del “descubrimiento” de América, por Théodore Galle en 1580


(figura 1), el europeo Américo Vespucio, enhiesto y sosteniendo las herramienta de la
ciencia racional (un astrolabio) y su religión encuentra a “América” en su hamaca,
desnuda mas llena de asombro en vez de temor, pareciendo abierta a sus avances.
“Europa”, el símbolo femenino del continente de Vespucio, no se ve por ninguna parte en
este encuentro alegórico; no es, pues, un encuentro entre iguales. Vespucio le da al nuevo
continente una versión femenina de su propio nombre de pila, y la naturaleza
profundamente “generizada” y sexualizada del encuentro es bastante aparente. De
hecho, el pie de nota reza: “Al punto la llamó; a partir de entonces siempre estaba
excitada”. La respuesta de América es ambigua, ya que la palabra en latín excitam
significa tanto levantarse como excitarse. Es claro que América está haciendo ambas.

2
Lugones, M. (2008). Colonialidad y género. Tábula Rasa (9), pp. 73-102. ​ISSN 1794-2489.
http://www.scielo.org.co/pdf/tara/n9/n9a06.pdf
El subtexto sexual de este grabado ha merecido considerable comentario (De la Guerra,
2003; Hulme, 1984; McClintock, 1995; Montrose, 1991; Schreffler, 2005), pero lo que se
nota menos a menudo es que América está representada por una mujer rubia de
apariencia europea.

Peter Mason (1990) ha escrito con algún detalle sobre la manera en que los nativos del
Nuevo Mundo fueron inicialmente incorporados a las nociones occidentales del “hombre
salvaje”, una alteridad interna europea llevada a través del Atlántico y proyectada sobre
los moradores del nuevo mundo. Más importante aún, es un hecho también el que, a
partir de la conquista, los nativos americanos han sido conceptualizados como femeninos:
en su célebre debate con Las Casa, Sepúlveda hizo una comparación explícita entre las
capacidades morales e intelectuales de los indios y las mujeres españolas (Padgen, 1982),
y hay numerosos ejemplos, desde tribunales hasta relatos militares, en que los indios han
sido explícitamente descritos como comparables a las mujeres europeas (Lewis, 2003,
Silverbaltt, 1987). Los nativos americanos han sido concebidos desde hace mucho tiempo
como el interno otro europeo -lo que alega Mason – y, específicamente, femenino.

Esta imagen va más allá de la descripción alegórica del encuentro colonial; es también una
ilustración de una de sus manifestaciones concretas: desde los primeros días de la
conquista, los españoles tomaban mujeres indias como parte del botín de guerra, pero
también como herramienta de conquista. El ejemplo más célebre es la historia de Cortés y
Malinmtzin (La Malinche), que Octavio Paz considera como el mito fundador de México y
los mexicano; pero hay otros e incontables ejemplos, por supuesto, durante el imperio
español.

Fragmento de “El sexo y el ciudadano” de Andrew Canessa​3

En el fragmento del artículo de Andrew Canessa, podemos repensar la colonialidad


del poder desde una mirada de género, que ilumina el carácter feminizado de la
desigualdad. América, construida como territorio femenino a ser conquistado, nos introduce
a las particularidades de las violencias a las que han sido sometidas las mujeres por parte
del poder colonial.
En esta ficha de clase les proponemos pensar los puentes entre las luchas
interculturales y las luchas de género y visibilizar los sistemas de dominación o las relaciones
de poder existentes entre unos colectivos y otros (hombres sobre mujeres o blancos sobre
indígenas y afrodescendientes) y las implicancias de acumular más de una identidad
sometida a relaciones de poder. Estas poblaciones, marcadas por el esclavismo y la
colonización, siguen siendo en la actualidad afectadas por la desigualdad y la pobreza en el

3
Andrew, C. (2017) El sexo y el ciudadano. Barbies y reinas de belleza en la era de Evo Morales. Raza, etnicidad
y sexualidades: ciudadanía y multiculturalismo en América Latina, Colección Lecturas CES.
acceso a una multiplicidad de derechos. En nuestra región, el sistema de acumulación
capitalista-colonial y de género se manifiesta en las enormes desigualdades sociales,
territoriales y económicas que dañan el ambiente y la salud de las poblaciones y atentan
contra la diversidad en materia de cosmovisiones y de modos de producción y reproducción
sustentables. Este es el marco estructural en el que es necesario estudiar los Derechos
Humanos y las desigualdades de género en nuestros contextos.

Hacia una equidad de género e intercultural

El concepto de interseccionalidad fue usado por la académica afroestadounidense


Kimberlé Williams Crenshaw en 1995 para definir algo que vivía y observaba en el marco de
su trabajo y de su activismo en la lucha negra y feminista. Crenshaw definió la
interseccionalidad como la expresión de un “sistema complejo de estructuras de opresión
que son múltiples y simultáneas”. En su marco teórico, la subordinación interseccional es, a
menudo, la consecuencia de un factor de discriminación que, al interactuar con otros
mecanismos de opresión ya existentes crean, en conjunto, una nueva dimensión de
desempoderamiento” (1995, p. 359). Esta idea fue fundamental para problematizar el
carácter universal de la idea de mujer blanca y burguesa desde la cual se proyectaban los
problemas de la totalidad de las mujeres.
En el caso de las mujeres afro, las mujeres indígenas, las mujeres migrantes y
mestizas es ineludible pensar el género en relación a otras desigualdades que las unen a sus
varones en la lucha contra la opresión colonial y de clase​4​. La acumulación de opresiones
requiere que las estrategias de abordaje y las políticas públicas sean integrales, porque la
desigualdad no es una sumatoria de partes distintas sino un proceso multidimensional.

4
En el “Manifiesto Río Combahee”, el colectivo de mujeres negras y lesbianas identificado con el mismo
nombre situado en Boston entre 1974 y 1980 se desarrollan y discuten conceptos clave de los feminismos, la
identidad y la lucha política, estableciendo la necesidad de luchar con los compañeros a la vez que se tienden
puentes con mujeres de otros colectivos y clases sociales.
Para las mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes no blancas las situaciones
de exclusión y subordinación se combinan. A diferencia de los primeros movimientos
feministas europeos, ellas visibilizan que el solo hecho de ser mujer no explica sus
posiciones en contextos racistas y etnocentristas. Y al mismo tiempo, el solo hecho de ser
indígenas, migrantes o afrodescendientes no es suficiente para comprender y abordar la
desigualdad y la discriminación en entramados culturales, económicos y políticos
patriarcales y sexistas.
Sin embargo, los objetivos de las luchas por la igualdad de género y las luchas
indígenas o migrantes no siempre han ido y no siempre van de la mano. El encuentro entre
los derechos individuales de las mujeres y los derechos colectivos de los pueblos indígenas
ha generado y genera resistencias y dificultades. Un ejemplo de ello son las posturas de de
determinadas corrientes de los feminismos que ven en los derechos colectivos una potencial
amenaza para los derechos individuales de las mujeres.

Derechos colectivos​: Hacen referencia a aquellos derechos de los que gozan


determinados colectivos o grupos sociales. En estos derechos el sujeto no es el individuo
sino un colectivo o pueblo. Estos derechos buscan la protección y garantía de los intereses
y la identidad de dichos colectivos. Fueron definidos a partir del derecho a la “libre
autodeterminación de los pueblos” que quedó recogido en la Carta de Naciones Unidas
(1945) y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), y se engloban en
los llamados “derechos de tercera generación” (derechos de solidaridad o de los pueblos)
que se encuentran en proceso de maduración. Entre ellos estarían: derecho a la
autodeterminación, a la independencia económica y política, a la identidad nacional y
cultural, a la paz, a la coexistencia pacífica, al medio ambiente, a la justicia internacional, a
la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos, al
desarrollo que permita una vida digna, etc.

Derechos Individuales​: Hacen referencia a aquellos derechos inmanentes e inalienables


de los que gozan los individuos como sujetos particulares. Estos son: el derecho a la vida,
a la integridad personal, a la libertad de expresión, igualdad ante la ley, a participar en la
vida y en las decisiones políticas, al trabajo, a la salud, a la educación, entre otros.
Por su parte, los colectivos indígenas y afrodescendientes también han tendido a
mirar críticamente las demandas de la agenda feminista dominante por tratarse de un
discurso europeizante con pretensiones de universalización alejado de las latitudes y de las
tramas culturales de las mujeres no europeas.

El ​etnocentrismo ​es el término para nombrar la percepción de las cosas según el cual
nuestro propio grupo es el centro de todo y todos los otros grupos son medidos y
evaluados en relación con él. El etnocentrismo puede tomar formas extremas de
intolerancia cultural, religiosa y política. También puede tomar formas sutiles y racionales.
En el campo de las ciencias sociales, se puede hacer como si se reconociera el fenómeno
de la diversidad de las culturas y, al mismo tiempo, se concibiera la variedad de las
culturas como una simple expresión de diferentes etapas de un único proceso de
civilización. De esta manera, el evolucionismo del siglo XIX, al imaginar “estadíos” de un
desarrollo social unilineal, se permitía clasificar las culturas particulares sobre la base de
una sola escala de civilización (la occidental). La diferencia cultural, desde esta
perspectiva, es solo apariencia; tarde o temprano está llamada desaparecer. En ruptura
con esta concepción, la antropología cultural introduce la idea de la relatividad de las
culturas y su imposible jerarquización a priori (Cuche, 2004). Esta disciplina incorporó el
método etnográfico para el estudio de las culturas: una estrategia y una perspectiva de
observación participante en la que los/as investigadores/as pasan largos períodos de
tiempo con las personas para conocer qué significado dan a las cosas y cuáles son sus
prácticas. A través de la etnografía se han estudiado las religiones, las sexualidades, las
formas de organización de la familia y la comunidad, las prácticas de salud... y se
demostró en muchos estudios que fenómenos que suelen considerarse naturales como
los roles de varones y mujeres, las etapas de la vida y las emociones, se dan de manera
muy distinta en sociedades no occidentales e incluso al interior de las mismas sociedades.

Frente a estos desencuentros, las mujeres indígenas y las mujeres afrodescendientes


a través de la organización han visibilizado las discriminaciones asociadas a “su identidad de
género y su identidad étnica de una manera integral, configurando un proyecto de género
intercultural” (Rodríguez Blanco, 2013), corriendo los límites de las teorías y las luchas
feministas. A la vez que, por su parte, los movimientos feministas del último medio siglo han
incorporado - a través de la presencia y la interpelación de las mujeres indígenas,
afrodescendientes y migrantes en sus espacios - la necesidad de incluir la problemática del
racismo y la discriminación en sus agendas.

Durante tres horas se reafirmó la identidad Plurinacional de


Mujeres y Disidencias, en La Plata
Encuentro Nacional de Mujeres: Abya Yala, la asamblea de los
pueblos indígenas latinoamericanos

https://www.pagina12.com.ar/225138-encuentro-nacional-de-mujeres-abya-yala-la-asam
blea-de-los-p

La antropóloga Rodríguez Blanco propone construir un enfoque de género


intercultural, que impacte en políticas públicas y programas de desarrollo capaces de
abordar la equidad de manera integral, partiendo de la base de que existe un denominador
común entre ambas luchas basado en la equidad,

“Equidad entendida como el trato justo de las personas y/o grupos en función
de sus necesidades respectivas. Este principio de justicia social puede incluir
intervenciones iguales o diferenciadas con el objetivo de que todos y todas
tengan las mismas oportunidades sin discriminación de ningún tipo. La
propuesta de equidad que la lucha de género y la de interculturalidad reclaman
supone, por tanto, reconocer las diferencias de género y las diferencias étnicas,
y a partir de ellas plantear acciones que atiendan sus necesidades sin
discriminación.” (Rodríguez Blanco, 2013)

Como se declaró en el Foro: “Las mujeres indígenas sólo pueden disfrutar del
derecho a una vida sin violencia cuando los derechos colectivos de sus pueblos son
respetados” (FIMI 2006, p. 16). Es por ello que en el Foro se señaló la importancia de
estudiar la violencia hacia las mujeres en relación a “aspectos de identidad que van más allá
del género”, a través de un enfoque que da cuenta de las formas en que las identidades y
los sistemas de dominación interactúan creando condiciones de vida de las mujeres. En el
caso de las mujeres indígenas estas condiciones están marcadas por la “colonización y
militarismo, racismo y exclusión social, políticas económica y de desarrollo que aumenta la
pobreza” (FIMI, 2006).
Las mujeres, varones y diversidades afro, por su parte, han lidiado históricamente
con la invisibilización y la negación de la presencia afro en Argentina, construida a través del
mito de la Nación banca. El papel de las mujeres y sus diversidades ha sido clave en el
sustento de las economías familiares, en la transmisión de la cultura y tradición a lo largo de
las generaciones y en la lucha política por la reivindicación de los derechos y contra el
racismo. Diferentes organizaciones de mujeres afroargentinas han alzado la voz para
erradicar las violencias raciales que persisten desde la época de la colonia y visibilizar y
combatir las desigualdades étnicas, económicas y sociales que pesan sobre sus cuerpos.

El marco normativo para una perspectiva de igualdad de género e


interculturalidad

El ​Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países independientes -


OIT (1989) y la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) representan
el marco normativo de los derechos colectivos de los pueblos indígenas. En su artículo 3,
el Convenio determina que los pueblos indígenas y tribales deberán gozar plenamente de
los Derechos Humanos y libertades fundamentales, sin obstáculos ni discriminación, tanto
para varones como para mujeres.
La ​Declaración de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación
Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia (2001), en sus disposiciones nº
69, 70 y 71 reconocen las particularidades en la subordinación y desigualdad que
experimentan las mujeres y niñas y reafirman la necesidad de integrar una perspectiva de
género en las políticas, estrategias y programas de acción contra el racismo, la
discriminación racial y la xenofobia.
La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer​, CEDAW (1979) no hace referencia explícita a las mujeres indígenas y/o
afrodescendientes. Su patrón universal del concepto mujer permea sus disposiciones y
recomendaciones para atacar lo que considera un mal común vivido por las mujeres,
independientemente de sus diversidades y asocia a las culturas con los obstáculos para el
goce de derechos de las mujeres.
Es a través de las observaciones y recomendaciones que realiza el Comité de la
CEDAW en sus informes periódicos presentados por los Estados Partes de la región,
donde se enfatiza la necesidad de desarrollar medidas para eliminar toda forma de
discriminación hacia las mujeres indígenas y afrodescendientes en las siguientes áreas:
● Eliminar los obstáculos que impiden su participación en la vida política y en los
procesos de toma de decisión, en los niveles estatal y municipal.
● Hacer frente a los altos índices de pobreza y analfabetismo.
● Reforzar el sistema judicial para garantizar su acceso efectivo a la justicia y
eliminar las prácticas nocivas dentro de los sistemas jurídicos indígenas que
perpetúan la discriminación contra las mujeres y niñas indígenas.
● Adoptar medidas especiales para hacer frente a las desigualdades en el acceso a la
tierra y la propiedad.
● Garantizar la aplicación efectiva de la legislación relativa a la prevención de la
violencia y favorecer el acceso inmediato a medios de reparación, protección,
apoyo y asistencia a aquellas mujeres que han enfrentado violencia de género.
● Garantizar su acceso a los servicios sociales básicos como la educación y la salud,
tomando en cuenta la perspectiva de interculturalidad.
● Aumentar su participación en el mercado laboral.
● Generar información estadística sobre la situación de las mujeres indígenas y
afrodescendientes.
La normativa constituye un marco que debe manifestarse en prácticas, herramientas
concretas y subjetividades profesionales que las puedan implementar. Los casos de
relevancia pública y aquellos que quedan escondidos en el día a día de la opresión que
padecen las mujeres dan cuenta de la desigualdad jurídica existente. El caso de Reina Maraz,
una mujer originaria de Bolivia, pobre y migrante condenada a cadena perpetua por el
delito de homicidio agravado por el vínculo y las redes que se desplegaron para visibilizarlo
y luchar contra la injusticia dieron cuenta del colonialismo y patriarcado jurídico del sistema
judicial argentino y la necesidad de políticas de acceso a la justicia atentas a las múltiples
situaciones de desigualdad, violencia y opresión que experimentan las personas en sus
vidas. Reina no podía comunicarse ni comprender el castellano y no contó con intérprete
durante la mitad del proceso, lo cual implicó el silenciamiento y la imposibilidad de defensa
por parte de la acusada, vulnerándose todos sus derechos​5​. Estos derechos están plasmados
en diferentes textos, como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) sobre Pueblos Indígenas antes mencionado, ratificado por el Estado en el año 2000. De
acuerdo al Convenio, “el derecho al uso del propio idioma es un corolario del principio de la
igualdad entre los pueblos”, al que debemos sumar la afirmación de la preexistencia étnica y
cultural de los pueblos originarios presente en el artículo 75 inc. 17 de la Constitución
Nacional Argentina.

Mujeres migrantes, indígenas y afrodescendientes en los Encuentros


Plurinacionales de Mujeres

En esta clase partimos de una definición de Derechos Humanos como resultado de


luchas históricas de los pueblos por su dignidad. Es por eso que elegimos resaltar en este

5
Para ampliar el caso se sugiere la lectura de Bidaseca, K. (año)., Colombaro, P. (2020) y la visualización del
testimonio en primera persona de Reina Maraz en el video producido por CAREF disponible en el siguiente
link: ​https://www.youtube.com/watch?v=m6faoGVQ378
apartado las luchas de las mujeres indígenas en el marco del movimiento de mujeres de la
Argentina, estableciendo un recorte de la multiplicidad de organizaciones por la equidad de
género y los derechos colectivos de los pueblos indígenas que esperamos ampliar en futuros
encuentros. A través de este apartado nos interesa dar cuenta de los tópicos y los abordajes
presentes en la agenda de derechos de género e interculturales en un espacio de gran
visibilidad y disputa como lo son los Encuentros Plurinacionales de Mujeres.
La antropóloga Silvina Sciortino a través de su trabajo etnográfico sobre los
Encuentros Nacionales de Mujeres​6 y la participación de mujeres de pueblos originarios (que
se da desde el primero en 1986), llega a la conclusión de que “las mujeres indígenas
construyen su agenda política insertas en un entramado de prioridades políticas,
legislaciones y acciones trasnacionales, regionales y nacionales; lo cual implica un
intercambio (conflictivo) con el movimiento indígena, el movimiento de mujeres, el
feminismo y otros posibles interlocutores dependientes de la escena local” (2017, p. 89).
En el Taller de “Mujeres de Pueblos Originarios” participan mujeres que se
reconocen como qom, mocovíes, guaraníes, charrúas, collas, quechuas-aymara, diaguitas,
huarpes, ranqueles, mapuches, mapuches-tehuelches, al igual que mujeres no indígenas.
Las mujeres participantes cuentan con una trayectoria de lucha en el marco de sus pueblos
y comunidades de pertenencia, por lo que su participación en el movimiento de mujeres es
precedida por experiencias de organización y acción en el movimiento indígena. En el primer
taller se establece que:
“No se puede hablar de la mujer india sin hacer referencia a su cosmovisión
como integrante del pueblo indio todo, pues en él no existe el conflicto
occidental de superioridad de un sexo sobre otro. Allí hay una
complementación de roles y cada uno asume el suyo naturalmente (...) nos
solidarizamos con las mujeres que sí sufren discriminación y les deseamos

6
Los ENM son espacios de reunión del movimiento amplio de mujeres en Argentina a través de los cuales se
acuerdan temas de agenda política, formas de vinculación y estrategias de participación. El primer encuentro
tuvo lugar en 1986 en la ciudad de Buenos Aires y desde entonces se describe como un espacio de mujeres
autoconvocado, autogestivo y autofinanciado. El corazón de los Encuentros son los talleres que se multiplican
en temáticas año a año.
éxitos en sus pedidos de necesarias reivindicaciones, ya que justamente por
sufrirlas pueden entender lo que el pueblo indio ha sentido hace 494 años, y si
ellas logran la igualdad de roles en su sociedad, favorecerán la igualdad de
derechos para nuestros pueblos (Cuadernillo de conclusiones del I ENM, 1986,
p. 61-62).

Entre los temas abordados y debatidos a lo largo de las últimas tres décadas se
destacan: trabajo, economía, educación bilingüe e intercultural, devolución de la tierra a los
pueblos indígenas, expropiación y extranjerización de la extracción de los recursos naturales
rescate de los cultivos andinos, la regulación e implementación de leyes como la 23.302 de
Asuntos Indígenas, el reconocimiento del carácter pluriétnico del país, la incorporación de
fechas históricas conmemorativas de los pueblos, la lucha contra los festejos del Centenario
del Genocidio iniciado en 1492, la participación en los medios de comunicación para la
justicia cultural y simbólica, acceso a la salud, las medicinas naturales, los métodos
anti-conceptivos naturales, la desnutrición, la violencia obstétrica, las violencias hacia el
interior de sus comunidades, el problema de la violación. Cabe destacar el carácter dinámico
de los posicionamientos y prioridades construidas a lo largo de los años, de acuerdo a los
contextos socio-históricos, siendo el problema de la colonización permanente y transversal a
cada uno de los temas y estrategias.
Sciortino (2013) sostiene que la identidad enunciada en los encuentros como mujeres
de los pueblos originarios se afirma a partir de tres categorías centrales. La primera, la
noción de ​mujeres que comparten una historia de subordinación común al poner el eje en
la “colonización” y el “genocidio” que como ​pueblos ​(segunda categoría) debieron y deben
enfrentar. Esta historia es común a todas las ​hermanas ​(tercera categoría) en su condición
de mujeres y marca una distinción fundante en la definición y afirmación de género.

La desigualdad racial, étnica y de género frente a la pandemia


En Argentina, la pandemia por COVID-19 tendió a reforzar, repensar y/o visibilizar
injusticias preexistentes, conmoviendo múltiples dimensiones de la existencia de las
comunidades indígenas, afrodescendientes y migrantes, cruzadas por el clivaje de la
pobreza. Distintos informes relevaron la profundización y exacerbación de la matriz colonial
y la criminalización, así como la persistencia de desigualdades estructurales previas a la
pandemia, todas demandas históricas que requieren de esfuerzos mancomunados para ser
resueltos en en pos de la igualdad y la justicia social.
En estos tiempos se dio - nuevamente - la disyuntiva entre la economía y la vida,
frente a la que hubo democráticos consensos que la entendieron como una relación
dialéctica en la que la salud es una prioridad. Bohoslavsky señala que “sostener que hay que
priorizar la economía ante todo no es consistente con el derecho internacional de los
Derechos Humanos” y en su informe “COVID-19: Llamamiento urgente para una respuesta a
la recesión económica desde los derechos humanos”​7 señala que el sistema económico
actual es sostenido en gran medida por la desigualdad de género y la discirminación contra
las mujeres en el mercado laboral. El valor del trabajo (remunerado o remunerado con bajos
ingresos) de las mujeres y su contribución a la economía ha sido históricamente vulnerado,
pero en tiempos de pandemia como la actual y sus crisis interconectadas, su valor se ha
multiplicado y las implicancias negativas para la experiencia vital de las mujeres también.
La pandemia ha expuesto a las mujeres de diferentes sectores e identidades a grados
más altos de discriminación y violencia de género, sin olvidar que estas formas son múltiples
y cruzadas por los diferentes clivajes de desigualdad que mencionamos a lo largo de esta
clase. El autor, a su vez, destaca el papel clave de las mujeres en las comunidades rurales, no
solo como proveedoras de alimentos en el hogar, sino también como productoras de
alimentos. Las trabajadoras agrícolas desempeñan un papel predominante en la cosecha de

7
Juan Pablo Boholavsky es un experto independiente de la ONU. En sus informes advierte sobre las
consecuencias de la deuda externa y las obligaciones financieras internacionales de los Estados para el goce de
los Derechos Humanos, sobre todo los derechos económicos, sociales y culturales. Documento completo:
https://www.ohchr.org/Documents/Issues/Development/IEDebt/20200414_IEDebt_urgent_appeal_COVID19_
sp.pdf
cultivos para alimentación, pero enfrentan una brutalidad inmensa tanto a manos de las
normas culturales a través del patriarcado, como de las fuerzas económicas, donde la tierra
es, en gran parte, propiedad de grandes terratenientes o entidades corporativas.
En este contexto, las políticas de reparación de distintas instancias de gobierno han
desempeñado un rol fundamental, sumadas a las ya existentes y a acuerdos que se
profundizaron y actualizaron. Sin la presencia estatal y de las redes sociales y comunitarias
para la contención de las comunidades frente a la crisis, las consecuencias hubieran sido
irreversibles. Estos elementos refuerzan ​la necesidad de construir políticas públicas
interculturales que respondan a las particularidades locales, situadas y arraigadas en los
territorios​, con la plena participación de las comunidades en su diseño e implementación,
sobre todo porque esta pandemia ha venido a mostrarnos que el mundo no es sostenible si
no se recrean otros mundos posibles y otras formas de organización sobre las que las
diferentes culturas tienen mucho que aportar.

Informes

Se sugiere la lectura de los relevamientos de la situación de vulneración de derechos


elaborados por diversas instituciones (universitarias, estatales, sociales, políticas).
- Informe sobre la “Situación de la población migrante/extranjera en Argentina ante
el avance del coronavirus”. Elaborado por Agenda Migrante 2020.
- Pueblos indígenas y COVID-19 en Argentina. Principales lineamientos de un
informe colaborativo.
- Diagnóstico de la situación de las mujeres rurales y urbanas, y disidencias en el
contexto de COVID-19. Elaborado por Conicet Unidad Coronavirus en conjunto con
el Ministerio de las mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.
En ellos van a encontrar información actualizada sobre la situación de acceso a derechos
de mujeres y orientaciones para el diseño y la implementación de políticas públicas.

Reflexiones finales para la construcción de políticas públicas con enfoque de


género e interculturalidad
A lo largo de este breve apunte en el que esperamos comenzar una conversación - y
en muchos casos retomarla y actualizarla - hemos recorrido los desencuentros y los
esfuerzos en la construcción de una agenda de lucha por la equidad de género y la justicia
intercultural, haciendo especial hincapié en la importancia de las organizaciones de las
propias mujeres por visibilizar, comprender y luchas contra las múltiples desigualdades
presentes en sus experiencias vitales.
En el contexto sanitario, político, económico y social actual, es necesario que los
gobiernos asuman medidas que atiendan a los problemas propios de la intersección entre el
género, la clase social, la raza, la etnia y la nacionalidad, tales como el trabajo de cuidados y
las violencias de género, feminicidios, trans y travesticidios y acceso a la alimentación.
Hemos visto que para las mujeres afrodescendientes, migrantes e indígenas la
vulnerabilidad estructural que padecen profundiza las desigualdades socio-económicas y
culturales. De ahí la importancia de políticas sociales, políticas alimentarias, de protección
social y de acceso a la vivienda, contra la violencia machista y de acceso a la salud de
manera integral, de acceso a la tierra y políticas de producción alimentaria para las mujeres
rurales. Para las mujeres migrantes y refugiadas, particularmente, es necesario que estas
políticas urgentes no tengan restricciones y sean de fácil acceso.
La mirada intercultural, de Derechos Humanos y de género apunta a pensar las
problemáticas en diálogo permanente con los puntos de vista de las propias mujeres que
experimentan las desigualdades de manera interseccional. Es necesario poner en cuestión
las políticas públicas con pretensión de universalidad que parten de una supuesta
neutralidad que esconde la hegemonía de lo blanco y lo masculino. Los y las trabajadores/as
y actores que participan en los territorios de la Provincia de Buenos Aires debemos atender
a las dinámicas locales y hacer parte a las personas implicadas para elaborar políticas
situadas de inclusión. ¡Esperamos seguir debatiendo en el foro!

Bibliografía​:
● Colombaro, Paola (2020). Ser o no ser. Reina Maraz ante la (in) justicia. Universidad
de Buenos Aires. Argentina Revista Derechos en Acción ISSN 2525-1678/ e-ISSN
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