Los Amigos No Traicionan

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«Los amigos no traicionan»

Autora: Clara Pérez

3 personajes:
1. Ana: Amiga que quieren traicionar.
2. Julia: Amiga confundida.
3. Rosa: Chica que quiere que se realice la traición.
Ambientación: Patio del liceo, hora del receso.

Introducción: Ana y Julia se encuentran sentadas en una banca del patio del liceo
conversando amenamente, mientras Rosa las observa parada en un pilar frente a ellas.

ACTO ÚNICO
Ana: Estoy muy molesta, el día que escogieron los equipos de trabajo, no viniste y me
obligaron a trabajar con Rosa, no hizo nada, yo realicé todo el trabajo y no voy a poner su
nombre, le diré a la profesora que no trabajó y perderá la calificación.

Julia (asombrada): ¿Te atreverás a sacarla del trabajo? Rosa es vengativa y sé que necesita
esa calificación para poder aprobar esa materia.

Ana (encogiendo los hombros): Lo siento por ella, debió pensarlo antes de dejarme todo el
trabajo a mí.

Julia (con tono preocupado): Yo tengo un problema, tengo que dar mi parte de los gastos
para el trabajo con el grupo que trabajé y no lo tengo, participé en todo, pero si no pago,
puede pasarme como a Rosa y necesito esa puntuación, ¡bueno ya resolveré!

Ana (poniendo su mano sobre el hombro de Julia): ya verás que no vas a perder esa
calificación, algo haremos.

Ana se levanta de la banca y se dirige al salón de clases, Julia se queda sola y Rosa se
acerca.
Rosa: Hola Julia, sin querer escuché lo que hablabas con Ana y te tengo una propuesta, si
sacas el trabajo del bolso de Ana y me lo entregas, yo te pagaré y podrás cancelar lo que
debes y tener tu calificación.

Julia (molesta): eso es robar y yo no hago eso Rosa.

Rosa (sonriendo maliciosamente): necesitas el dinero ¿vas a perder la materia, por lealtad?


¡Yo que tú lo pensaría!

Julia sintiéndose confundida se queda pensativa por unos segundos, dudando si hacer lo que
Rosa le pide, y luego responde
Julia (decidida): Lo siento Rosa, no hay dinero que compre un buen amigo, los amigos no
traicionan, así que lárgate de aquí.

Rosa (molesta): ¿Perderás la calificación por sentimentalismos baratos? ¡Que torpe!

Rosa se levanta de la banca y Julia va en busca de Ana que se encuentra leyendo el trabajo
que deben entregar

Julia (apenada): Ana, Rosa me pidió que robara tu trabajo y me pagaría lo que necesito por
hacerlo, pero eres mi amiga y me negué, nunca te traicionaría.

Ana (sonriendo y tomando la mano de Julia): Gracias amiga por tu lealtad, tú no tienes que
traicionarme para conseguir ese dinero, yo te voy a dar lo que necesitas y tendrás tu
calificación.

Julia (alegre): ¿En serio? ¡Gracias amiga!

Ana (abrazándola): gracias a ti por no traicionarme amiga, ahora vamos a pagar eso que
debes.

Ambas caminan por el patio, hasta perderse de vista.


FIN
“Mi color no determina mi capacidad”
Autora: Clara Pérez

4 personajes:
1.- Pedrito: Niño que sufre un accidente.
2.- María: Madre de pedrito.
3.- Arturo González: Hombre de tez morena que intenta ayudar a pedrito.
4.- Enfermera: Quien se comunica con la mamá de pedrito.

ACTO 1

Ambientación: Lugar donde hay un muro alto donde pedrito se sube a jugar


Introducción:  María está sentada en una banqueta, mientras pedrito juega corriendo y
saltando por todo el lugar, hasta subirse a un muro y comenzar a hacer equilibrio, no
lográndolo y cayendo desde la altura golpeándose muy fuerte.
María (algo distraída leyendo una revista): Pedrito no corras, te vas a caer.
Pedrito (sin hacer caso a su mamá y sin dejar de brincar de un lado a otro): No me caigo
mamá, yo soy muy ágil
María  (sin levantar la cabeza de la revista que lee): Bueno, ya te dije, si te lastimas te voy
a castigar y no volvemos a salir a jugar.
Pedrito (sin prestar atención a lo que decía su madre, se sube al muro): Mira mamá voy a
caminar por la cuerda floja.
María (levantando la cara y mirando hacia donde esta pedrito): ¡Pedrito, baja de ahí!
Pedrito (haciendo maromas): no pasa nada ma… Ahhhhhhhh
Pedrito se desploma ante los ojos de su madre, quien suelta la revista y corre despavorida
hacia donde ha caído su hijo. Cerca se encuentra un hombre de color que al ver lo sucedido
corre a prestar su ayuda
María (gritando angustiada): Pedrito hijo, pedrito. ¡Por favor ayúdenme!.
Arturo (acercándose a pedrito y agachándose cerca de él para revisarlo): Tranquila señora,
déjeme ver cómo está el niño.
María (mirando con malos ojos a Arturo):  Suelte a mi hijo ¿Usted que va a saber cómo
está? ¿Quiere ayudar? Llame a un médico.
Arturo (tratando de explicarle): Señora cálmese yo…
María (sin querer oír razones): ¿Qué me calme? Mi hijo esta inconsciente y usted
estorbando ahí, ya le dije que lo suelte ¿qué puede saber un negro de medicina? Aléjese de
mi hijo ya.
Arturo (intentando hablar nuevamente): Señora, el niño tiene signos vitales, si me
permite… bueno mire ahí viene la ambulancia, ya alguien la llamó, llevemos al niño al
hospital.
María (molesta): ¿Llevemos? Yo voy a llevar a mi hijo al hospital y usted va alejarse de él,
¿quién sabe que está buscando realmente?
Arturo guarda silencio, mientras ve como suben el niño a la ambulancia y lo llevan al
hospital.
ACTO 2

Ambientación: Sala de espera del hospital.


Introducción: María espera ansiosa noticias de su hijo.
Enfermera (acercándose a María): Buenas tardes señora
María (angustiada): Buenas tardes enfermera ¿Dígame, como esta mi hijo?
Enfermera (colocando su mano en la muñeca de María y sonriendo): El estará muy bien
señora, afortunadamente fue atendido por uno de los mejores médicos que hay en toda esta
ciudad y su hijo muy pronto se recuperará. Pero siéntese y espere que ya pronto el Dr.
Arturo González, vendrá a hablar con usted y podrá hacerle todas las preguntas que tenga.
María (un poco más camada): Gracias señorita.

María toma asiento, jugando con sus manos y mirando hacia donde sabia tenían a su hijo,
cuando ve venir al hombre que intentó ayudarla en el momento del accidente, esta vez con
una bata blanca y caminando seguro hacia ella.
Arturo (acercándose a María y extendiéndole la mano): Mucho gusto señora, soy el Dr.
Arturo González, atendí a su hijo y él está completamente fuera de peligro, se quedará en
observación un par de días y luego podrá llevarlo a casa y cuidarlo según nuestras
recomendaciones.
María (casi sin poder hablar y sin saber que decir): ¿Usted fue el médico que lo atendió? ¿El
mejor médico de este hospital? Ay doctor que vergüenza tengo, de verdad disculpe y
muchas gracias por salvar a mi hijo, creo que lo juzgue mal.
Arturo (sonriendo levemente): Usted no me juzgo a mi señora, juzgo mi color de piel,
pensó que por ser un hombre de tez oscura no podía saber nada de medicina, no vuelva a
hacer eso, si esto hubiese sido más grave, por su discriminación, su hijo pudo perder la
vida.
María (bajando la cara avergonzada): Tiene razón doctor, he actuado mal.
Arturo (sonriendo para aliviarla): No pasa nada señora, una lección de la vida,
acompáñeme para que pueda ver a su hijo.
Ambos caminan en dirección a la habitación, María aun sin atreverse a levantar la cara de la
vergüenza.
FIN.
«Confía en tu talento»
Autora: Silvina Carrasco

7 Personajes:
1. Pedro: Es un pintor muy talentoso e inconformista que no logra reconocer su talento.
2. Miguel: Dueño de una galería de exposición de arte. Es amigo de Pedro y admira
mucho su trabajo. Es quien lo anima a reconocer la belleza de su obra.
3. Asistente 1: Es parte del grupo que asiste a la exposición y admira el cuadro de
Pedro.
4. Asistente 2: Es parte del grupo que asiste a la exposición y admira el cuadro de
Pedro.
5. Asistente 3: Es parte del grupo que asiste a la exposición y admira el cuadro de
Pedro.
6. Asistente 4: Es parte del grupo que asiste a la exposición y admira el cuadro de
Pedro.
7. Asistente 5: Es parte del grupo que asiste a la exposición y admira el cuadro de
Pedro.
ACTO I
Personajes que intervienen en este acto: Pedro y Miguel.
Escenario: Taller de pintura de Pedro. Cuadros hermosos por todas partes, pinturas. En el
atril, un lienzo sin terminar cubierto por una suave tela.
Los amigos conversan en el taller
–Miguel: Cada vez que vengo, sigo sorprendiéndome por las maravillas que pintas.
–Pedro: Me parece que el aprecio que me tienes te nubla la objetividad.
–Miguel: También me sigue sorprendiendo que no puedas reconocer tu talento, que no
puedas ver la belleza en lo que creas.
–Pedro: No es talento amigo, es dedicación. Lo que pasa es que tú estás condicionado por
el cariño que me tienes.
–Miguel: Si te decidieras a compartir tu obra con otros, a exponerla; verías que generarías
lo mismo en otros que no te conocen.
(Miguel se acerca al atril y observa la tela que tapa a la pintura.)
–Miguel: ¿No me vas a dejar verla?
–Pedro: No hasta que esté terminada.
–Miguel: Que intriga. Nunca habías tardado tanto en una pintura.
–Pedro: Es que en ésta sí tenía esperanzas. Pensé que iba a lograr al fin crear algo
extraordinario. Aunque una vez más empiezo a perderlas. Quizás finalmente deba asumir
que no tengo talento para ésto.
ACTO II
Personajes que intervienen en este acto: Pedro y Miguel.
Escenario: El taller de pintura de Pedro.
–Miguel: (Entusiasmado) ¿Entonces ya está lista?
–Pedro: Sí, pero no te emociones. Solo te la muestro porque te prometí que lo haría
cuando estuviera terminada y la verdad, ya no puedo hacer más.
(Se acercan al atril. Pedro quita la tela y la pintura queda a la vista: la figura de una mujer
intentando salir de un denso remolino, con su mano señalando al cielo y una delicada
expresión de súplica en su rostro.)
–Miguel: (Maravillado y conmovido)  Es maravilloso.
–Pedro: No lo sé, hay algo que no termina de estar bien.
–Miguel: Es que su mirada conmueve…  (Contempla a la mujer en silencio)  Tienes que
exponerlo.
–Pedro: No lo sé, hay algo que no termina de estar bien. Es… plana. Es una pintura plana.
–Miguel: Sé de lo que te hablo: yo también pinto y expongo arte. Créeme, nunca vi algo
igual.
–Pedro: Gracias amigo, pero no puedo ver lo que tu ves.
ACTO III
Personajes que intervienen en este acto: Pedro, Miguel y Asistentes 1, 2, 3, 4 y 5.
Escenario: La galería de arte de Miguel. Paredes claras, buena iluminación y cuadros
expuestos.
Pedro entra y se dirige al fondo de la galería. Ve un grupo de gente alrededor de un cuadro.
A medida que se acerca más, observa los rostros maravillados de las personas que
contemplan la pintura como hipnotizados. Hablan de ella sin reparar en la llegada de Pedro.
– Asistente 1: Es conmovedor.
–Asistente 2: La mezcla de los colores es tan sutil que parece tener relieve.
–Asistente 3: La mujer parece tener vida.
–Asistente 4: Parece querer salir de la pintura. ¡Bellísimo!
–Asistente 5: Realmente bellísimo.
–Pedro: (Se acerca a Miguel que está con el grupo) Es extraordinario. ¿Lo has pintado tú
inspirado en el cuadro que te mostré? No me molesta porque es maravilloso. Yo no he
sabido plasmarlo así pero es la idea que tenía en mente cuando pinté la mujer que te
mostré. Es la pintura que hubiera querido crear.
–Miguel: Es la pintura que has creado. Me tomé el atrevimiento de sacarla de tu taller
porque sabía que tú no lo harías.
–Pedro: Pero… se ve diferente.
–Miguel: Solo le puse otro fondo, un marco y la iluminación apropiada. La diferencia más
grande es que esta vez antes de analizarla con tu mirada crítica has visto como conmovía a
otras personas.
FIN

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