Formacion Social
Formacion Social
Formacion Social
El término políticas públicas (PP), se asocia de inmediato con asuntos del gobierno y
sistemas políticos o como actividades de las instituciones públicas, que van dirigidas a
tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos, para considerarse
como pública tiene que haber sido generada, o al menos procesada en el marco de los
procedimientos, instituciones y organizaciones gubernamentales.
Subirats (1989: 40), considera el término polisémico, bien sea, entendido en un campo
de actividad (política social, política exterior); como medio para alcanzar fines (política
a seguir en casos de conflicto); como conjunto de programas u objetivos que tiene el
gobierno en un campo determinado (política energética); como resultado final, output
o producto (el subsidio de paro, para paliar el desempleo); como out-come, impacto
cierto sobre la realidad (política de vivienda); como proceso, secuencia de hechos y
decisiones que buscan modificar una realidad (política sanitaria).
Esto, evidencia que la PP siempre se dirige a una situación que requiere una
intervención por parte del Estado, para lograr ciertas transferencias directas o
indirectas a la sociedad. Pueden incluir orientaciones o contenidos, instrumentos o
mecanismos, así como aspectos institucionales. Sin embargo en algunas podría faltar
uno o más de los elementos mencionados, cuyos objetivos pueden ser confusos o
meramente declarativos.
Para comprender el entramado de los actores de política social, bajo la premisa de que
las decisiones estatales expresen las necesidades del conjunto de la sociedad, se
requiere del concurso de la democracia, que garantice la actuación de una ciudadanía
capaz de intervenir activamente en las decisiones, compartidas con los representantes
del Estado, desvirtuados en la práctica concreta de su función social. En consecuencia
los actores de política desarrollan sus guiones de acuerdo a su escenario estatal o
social
Actualmente una de las principales dificultades presentada por los gobiernos, es precisamente su
capacidad a la hora de diseñar y establecer políticas y programas públicos no solo eficaces sino
efectivos capaz de responder a una nueva administración pública. El ideal es que se consulte a la
población sobre las necesidades imperantes en las comunidades, realizar un diagnóstico para
priorizarlas, sin embargo, en la praxis la cosa no funciona de esta manera. Es decir, se diseñan
políticas públicas direccionadas a solucionar problemas o satisfacer necesidades poco relevantes
para la sociedad, mientras las necesidades básicas continúan insatisfechas. De ahí la importancia
de cumplir unas fases en este proceso porque de esta manera se minimizan esfuerzos y se atacan
las dificultades comunitarias.
Al respecto, Garretón (2004) afirma, uno de los temas presentes en el debate político de los últimos
años es el del diseño y la práctica de las políticas públicas, especialmente en América Latina. En
ese sentido, las políticas públicas constituyen un factor común de la política y de las decisiones del
gobierno así como de la oposición. De esta forma, parte fundamental del quehacer del gobierno se
refiere al planteamiento de las políticas públicas.
Indudablemente el sistema político se encarga de diseñar las políticas públicas obligatorias para la
satisfacción de las necesidades de la población. Desde esta perspectiva coincido con la opinión de
Piñango (2003), quien considera que las mismas son proposiciones gubernamentales sobre la
mejor forma de lograr determinados objetivos sociales. Es decir, se trata de ideas que contienen
toda la fuerza y debilidades de éstas, no obstante las mejores ideas pueden generar efectos
indeseables, precisamente porque se atacan las necesidades poco prioritarias.
Dentro de este contexto, en el cometido de las políticas sociales, la jerarquía del Estado es
incuestionable, perfectamente reconocida por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo (CLAD,
1998 p. 7), cuando expone “el Estado continúa siendo un instrumento fundamental para el
desarrollo económico, político y social de cualquier país”. En ese orden de ideas, autores como
Majone (2001) reconocen en esta forma de hacer políticas públicas una estrategia real para recrear
el contrato Estado-Sociedad y definir de esta forma, las estrategias interinstitucionales que
garantizan la eficacia de las soluciones buscadas.
En ese sentido, la condición fundamental de una política pública basada en derechos de los
ciudadanos, pasa por el otorgamiento de poder a los sectores habitualmente relegados y por el
reconocimiento de los deberes que el Estado tiene por tratarse de seres humanos titulares de
derechos. Este enfoque se enmarca en la búsqueda del cambio en la lógica de elaboración de
políticas orientadas en la consideración de las personas como víctimas pasivas receptoras de
ayuda. Todos estos señalamientos dan a conocer la importancia de diseñar políticas públicas
dirigidas a la solución de los problemas esenciales de los habitantes de una comunidad, estado o
país, pero sin olvidar la necesidad de participación de éstos de una manera activa y protagónica en
la creación de las mismas, porque ellos son los más afectados, además es su derecho, aunado al
deber del Estado de procurar la satisfacción de las necesidades de un pueblo.
En conclusión, la metodología empleada en el diseño de políticas públicas sin abarcar las
opiniones de los sujetos afectados, no solo violenta los derechos de las personas a disfrutar de un
bien colectivo, sino que además deja insatisfechas necesidades prioritarias en las comunidades,
razón por la cual, se considera pertinente escuchar, atender, jerarquizar y luego realizar el diseño
de esas políticas, a objeto de obtener la participación e involucramiento de las personas en sus
procesos políticos.