Termodinámica
Termodinámica
Termodinámica
Cuando un sistema macroscópico pasa de un estado de equilibrio a otro, se dice que tiene lugar
un proceso termodinámico. Las leyes o principios de la termodinámica, descubiertos en el siglo
XIX a través de meticulosos experimentos, determinan la naturaleza y los límites de todos los
procesos termodinámicos.
Principio cero de la termodinámica
Frecuentemente, el vocabulario de las ciencias empíricas se toma prestado del lenguaje de la
vida diaria. Así, aunque el término de temperatura parece evidente para el sentido común, su
significado adolece de la imprecisión del lenguaje no matemático. El llamado principio cero de la
termodinámica que se explica a continuación proporciona una definición precisa, aunque
empírica, de la temperatura.
Cuando dos sistemas están en equilibrio mutuo, comparten una determinada propiedad. Esta
propiedad puede medirse, y se le puede asignar un valor numérico definido. Una consecuencia
de ese hecho es el principio cero de la termodinámica, que afirma que si dos sistemas distintos
están en equilibrio termodinámico con un tercero, también tienen que estar en equilibrio entre sí.
Esta propiedad compartida en el equilibrio es la temperatura.
Si uno de estos sistemas se pone en contacto con un entorno infinito situado a una determinada
temperatura, el sistema acabará alcanzando el equilibrio termodinámico con su entorno, es decir,
llegará a tener la misma temperatura que éste. (El llamado entorno infinito es una abstracción
matemática denominada depósito térmico; en realidad basta con que el entorno sea grande en
relación con el sistema estudiado).
Cuando un sistema se pone en contacto con otro más frío que él, tiene lugar un proceso de
igualación de las temperaturas de ambos. Para explicar este fenómeno, los científicos del siglo
XVIII conjeturaron que una sustancia que estaba presente en mayor cantidad en el cuerpo de
mayor temperatura fluía hacia el cuerpo de menor temperatura. Según se creía, esta sustancia
hipotética llamada calórico era un fluido capaz de atravesar los medios materiales. Por el
contrario, el primer principio de la termodinámica identifica el calórico, o calor, como una forma
de energía. Puede convertirse en trabajo mecánico y almacenarse, pero no es una sustancia
material. Experimentalmente se demostró que el calor, que originalmente se medía en unidades
llamadas calorías, y el trabajo o energía, medidos en julios, eran completamente equivalentes.
Una caloría equivale a 4,186 julios.
El primer principio es una ley de conservación de la energía. Afirma que, como la energía no
puede crearse ni destruirse —dejando a un lado las posteriores ramificaciones de la equivalencia
entre masa y energía (véase Energía nuclear)— la cantidad de energía transferida a un sistema
en forma de calor más la cantidad de energía transferida en forma de trabajo sobre el sistema
debe ser igual al aumento de la energía interna del sistema. El calor y el trabajo son mecanismos
por los que los sistemas intercambian energía entre sí.
En cualquier máquina, hace falta cierta cantidad de energía para producir trabajo; es imposible
que una máquina realice trabajo sin necesidad de energía. Una máquina hipotética de estas
características se denomina móvil perpetuo de primera especie. La ley de conservación de la
energía descarta que se pueda inventar nunca una máquina así. A veces, el primer principio se
enuncia como la imposibilidad de la existencia de un móvil perpetuo de primera especie.
Segundo principio de la termodinámica
La segunda ley de la termodinámica da una definición precisa de una propiedad llamada
entropía. La entropía puede considerarse como una medida de lo próximo o no que se halla un
sistema al equilibrio; también puede considerarse como una medida del desorden (espacial y
térmico) del sistema. La segunda ley afirma que la entropía, o sea, el desorden, de un sistema
aislado nunca puede decrecer. Por tanto, cuando un sistema aislado alcanza una configuración
de máxima entropía, ya no puede experimentar cambios: ha alcanzado el equilibrio. La
naturaleza parece pues ‘preferir’ el desorden y el caos. Puede demostrarse que el segundo
principio implica que, si no se realiza trabajo, es imposible transferir calor desde una región de
temperatura más baja a una región de temperatura más alta.
El segundo principio impone una condición adicional a los procesos termodinámicos. No basta
con que se conserve la energía y cumplan así el primer principio. Una máquina que realizara
trabajo violando el segundo principio se denomina “móvil perpetuo de segunda especie”, ya que
podría obtener energía continuamente de un entorno frío para realizar trabajo en un entorno
caliente sin coste alguno. A veces, el segundo principio se formula como una afirmación que
descarta la existencia de un móvil perpetuo de segunda especie.
Ciclos termodinámicos
Todas las relaciones termodinámicas importantes empleadas en ingeniería se derivan del primer
y segundo principios de la termodinámica. Resulta útil tratar los procesos termodinámicos
basándose en ciclos: procesos que devuelven un sistema a su estado original después de una
serie de fases, de manera que todas las variables termodinámicas relevantes vuelven a tomar
sus valores originales. En un ciclo completo, la energía interna de un sistema no puede cambiar,
puesto que sólo depende de dichas variables. Por tanto, el calor total neto transferido al sistema
debe ser igual al trabajo total neto realizado por el sistema.
Un motor térmico de eficiencia perfecta realizaría un ciclo ideal en el que todo el calor se
convertiría en trabajo mecánico. El científico francés del siglo XIX Sadi Carnot, que concibió un
ciclo termodinámico que constituye el ciclo básico de todos los motores térmicos, demostró que
no puede existir ese motor perfecto. Cualquier motor térmico pierde parte del calor suministrado.
El segundo principio de la termodinámica impone un límite superior a la eficiencia de un motor,
límite que siempre es menor del 100%. La eficiencia límite se alcanza en lo que se conoce como
ciclo de Carnot.
Tercer principio de la termodinámica
El segundo principio sugiere la existencia de una escala de temperatura absoluta con un cero
absoluto de temperatura. El tercer principio de la termodinámica afirma que el cero absoluto no
puede alcanzarse por ningún procedimiento que conste de un número finito de pasos. Es posible
acercarse indefinidamente al cero absoluto, pero nunca se puede llegar a él.
Fundamentos microscópicos de la termodinámica
El descubrimiento de que toda la materia está formada por moléculas proporcionó una base
microscópica para la termodinámica. Un sistema termodinámico formado por una sustancia pura
puede describirse como un conjunto de moléculas iguales, cada una de las cuales tiene un
movimiento individual que puede describirse con variables mecánicas como la velocidad o el
momento lineal. En ese caso, debería ser posible, al menos en principio, calcular las propiedades
colectivas del sistema resolviendo las ecuaciones del movimiento de las moléculas. En ese
sentido, la termodinámica podría considerarse como una simple aplicación de las leyes de la
mecánica al sistema microscópico.
Por ello se diseñaron métodos estadísticos para obtener los valores medios de las variables
mecánicas de las moléculas de un sistema y deducir de ellos las características generales del
sistema. Estas características generales resultan ser precisamente las variables termodinámicas
macroscópicas. El tratamiento estadístico de la mecánica molecular se denomina mecánica
estadística, y proporciona a la termodinámica una base mecánica.