Sanidad Del Alma 2

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Hebreos 12: 12 

Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;   13  y haced sendas
derechas para vuestros pies,  para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.   14  Seguid
la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.   15  Mirad bien, no sea que alguno deje
de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura,  os estorbe, y por ella muchos
sean contaminados;
La Biblia no define la enfermedad como lo haría un libro científico, puesto que
es un libro espiritual, pero sí deja ver en este texto un concepto que vale la
pena profundizar. Dice: “…para que lo cojo no se salga del camino, sino que
sea sanado.” (v.13)
Una enfermedad del alma viene a ser semejante a una cojera espiritual. Pero
¿Qué es lo cojo? ¿En qué cojeamos? ¿Hay cojera en nuestros corazones?
Veamos, el cojo es una persona a la que le falta una extremidad y por tanto
camina con dificultad.
. A veces alguien cojea porque tiene una herida en un pie, o porque usa un
calzado inadecuado.
. El cojo, por su caminar dificultoso, suele salirse del camino o ruta trazada.
Espiritualmente hablando un cojo es:
a) Un cristiano que no se desenvuelve con naturalidad en el Reino de Dios.
b) Un hermano que tiene un problema de sanidad interior que le impide
desarrollarse como cristiano.
c) Un discípulo que no crece y provoca molestias al Cuerpo de Cristo.
d) Una persona que se desvía del Camino de Cristo, debido a su problema.

¿Cómo puede resolverse el problema de la “cojera espiritual”? Únicamente a


través de un proceso de sanidad interior.
. Es el corazón el que está cojo, hay una herida tal en esa persona que le
imposibilita de seguir a Jesucristo en forma normal. Podríamos hablar de un
desarrollo cristiano normal y de uno anormal.

SOLUCIÓN O TRATAMIENTO
¿Cómo podremos levantar a un cojo espiritual o enfermo del alma? El
tratamiento que el Espíritu Santo propone, se compone de tres pasos:
a. “levantad las manos caídas” (v.12a)
b. activad “las rodillas paralizadas” (v.12b)
c. “haced sendas derechas para vuestros pies” (v.13a)
Manos, rodillas y pies espirituales tendrán que ser activados.

A. LAS MANOS SON LOS ÓRGANOS QUE HACEN. Es típico del cristiano
enfermo del alma, la inacción frente a su problema. Sólo se lamenta y culpa a
otros de su problema, no asumiendo la responsabilidad que tiene de su vida.
Necesitamos movilizar a la acción a esa persona y si es nuestro caso,
comenzar a hacer algo para superar nuestro problema. “Levantad las manos
caídas” implica fe en Aquel que puede levantarnos y darnos victoria (Salmo
77:10)

B. LAS RODILLAS SON LAS BISAGRAS DEL CUERPO, las coyunturas que dan
movimiento a los huesos. Particularmente los cristianos utilizamos nuestras
rodillas para orar. Es imposible sanarse si no hacemos una profunda oración y
entrega de nuestros problemas al Señor. La oración de sanidad es poderosa
herramienta del Espíritu Santo. Por otro lado las coyunturas son las uniones
que dan movimiento al cuerpo, asimismo los tutores son los que unen un
miembro con otro en el Cuerpo de Cristo. El discipulado y la sujeción al tutor
es clave para la sanidad de los miembros del Cuerpo. La activación de “las
rodillas paralizadas” se puede realizar sólo por el amor de Dios a través del
Espíritu Santo que vive en la Iglesia (San Mateo 10:1)

C. LOS PIES NOS PERMITEN DESPLAZARNOS EN EL ESPACIO. Sin pies, como


sin piernas, estamos estáticos. Vamos a poder caminar el sendero de
desarrollo cristiano sólo si nos disponemos a ir tras la meta que es Jesucristo.
El Señor nos dejó sus huellas para seguirlas, nos indicó un camino: el camino
de la cruz, nos dio mandamientos y ordenanzas; la única manera de sanarnos
de nuestras enfermedades del alma es siguiendo Sus pasos, Sus directrices y
dejando de hacer lo que nosotros pensamos. “Haced sendas derechas para
vuestros pies” se cumple cuando encendemos la esperanza ante nuestros ojos.
Esa visión es la que nos lleva a tener éxito en nuestra restauración de la
enfermedad del alma como de la enfermedad del pecado, que es la peor.

LA PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD
¿Cómo podremos prevenir el mal? Para que una comunidad cristiana y sus
discípulos se conserven sanos, sin heridas ni amargura, es preciso desarrollar
disciplinas y un clima que propicie la buena salud espiritual, así como el
cuerpo requiere de alimento, ejercicio y buen aire. Estas medidas son las
siguientes:

1. Seguid la paz con todos (v. 14a)

2. Busquen la santidad (v. 14b)

3. Miren al Señor. (v. 14c)

ADVERTENCIA: EL PELIGRO DE NO SANAR LAS HERIDAS


Si no aplicamos el tratamiento necesario para sanar las heridas de nuestra
vida y de otros discípulos, corremos el grave riesgo tanto individualmente
como colectivamente, o sea como discípulo y como Iglesia, de sufrir las
siguientes consecuencias:

1. No recepcionar la gracia de Dios “Mirad bien, no sea que alguno deje de


alcanzar la gracia de Dios” (v.15a)

2. Que la herida se gangrene y se transforme en una raíz de amargura “que


brotando alguna raíz de amargura” (v.15b)

3. Que la persona se convierta en una molestia para sí misma y en un estorbo


para la comunidad “os estorbe” (v.15c)

4. Que esa persona finalmente contamine y contagie con su mal al resto de los
hermanos “y por ella muchos sean contaminados” (v.15d)

II. HERIDOS DEL ALMA


“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; / el cual no hizo pecado, ni se
halló engaño en su boca; / quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que
juzga justamente; / quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre
el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. / Porque vosotros erais como
ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras
almas.” (1 Pedro 2:21-25)

CRISTO LLEVÓ NUESTROS PECADOS


“quien llevó él mismo nuestros pecados” nosotros somos los enfermos, no
Dios. Nosotros somos los que necesitamos la salud completa. No podemos
culpar a Dios de nuestros problemas. Jesucristo llevó nuestros pecados en Su
cuerpo sobre el madero, para que nosotros no carguemos más con ellos.

a) La voluntad de Dios es sanar. La Palabra de Dios promete sanar al ser


humano cuando dice: “Dios sana a los que tienen roto el corazón y les venda
las heridas" (Salmo 147:3). Y en otro texto asegura: "y dijo: Si oyeres
atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y
dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna
enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy
Jehová tu sanador." (Éxodo 15:26) Lo más esperanzador es cuando afirma
“Ciertamente llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Isaías
53:4) es decir que nuestra salud ya está lograda. Por lo tanto la Iglesia sólo
tiene que tomarla y vivirla. El ministerio que se ocupa por la salud en la Iglesia
es el de sanidades y dentro de esta tarea está la sanidad del alma o “Sanidad
Interior”

b) Propósito de la Sanidad Interior. La meta de la sanidad interior es sanar


heridas emocionales. Los medios son el poder del Espíritu Santo, la presencia
sanadora del Espíritu Santo y la apropiación de la obra de Jesucristo en la
cruz. La estructura psicológica es una parte muy importante de nuestra
naturaleza humana. Sin embargo, casi nunca se habla en nuestras Iglesias
acerca de la sanidad que esta área requiere. Pocas veces se menciona que
Cristo también vino para sanar nuestra psiquis. Dicha sanidad casi siempre la
dejamos en manos de los psicólogos, la mayoría de los cuales no conocen a
Cristo. Es una lástima la carencia de una adecuada enseñanza en esa área, ya
que el Señor vino para sanar nuestra psiquis tanto como nuestro espíritu y
cuerpo. El apóstol Santiago no solamente nos habla de los enfermos que han
de ser sanados y los pecados que serán perdonados; también nos dice que
debemos confesar nuestras ofensas los unos a los otros, y orar los unos por los
otros para que seamos sanados. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y
orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16),

En Dios hallamos sanidad física, psicológica y espiritual

LA CRUZ FUE EL INSTRUMENTO DE MUERTE


“en su cuerpo sobre el madero,” Así como Él murió por nosotros, nosotros
tenemos que morir al viejo hombre y a la vieja mujer, para comenzar a vivir la
vida de Cristo y no la vida de la carne. No podemos continuar viviendo
conforme a nuestra naturaleza humana, si queremos ser sanados
integralmente. Necesitamos morir al viejo yo para vivir un nuevo yo. Este
nuevo yo es Cristo en nosotros. La cruz no es sólo para Jesucristo sino
también para cada discípulo. “El que quiera venir en pos de mi, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame.” No hay otra forma de seguir a Jesús que no
sea negando y aplastando la carne. Quien piense que puede haber un modo
más fácil de ser cristiano está muy equivocado. El discípulo muere, tal como
su Maestro murió en la cruz.

AHORA ESTAMOS MUERTOS A LOS PECADOS


“para que nosotros, estando muertos a los pecados,” Como antes estábamos
muertos a la santidad, hoy estamos muertos al pecado. Un muerto no peca, no
siente apetitos de la carne. En nuestras fantasías cinematográficas los
muertos o zombies caminan tras los vivos y tienen deseos perversos y
sexuales, pero eso es sólo una fantasía, que tal vez refleja como viven los
“muertos espirituales”, guiados por sus apetitos carnales. Un muerto no siente
deseos sexuales, ni hambre, ni frío, ni sueño, no piensa ni se mueve. Así deben
ser los cristianos con respecto a los pecados, como muertos, que el pecado no
“nos haga ni cosquillas”

NUESTRA OBLIGACIÓN ES VIVIR LA JUSTICIA DE DIOS


“vivamos a la justicia;” Vivir la justicia es vivir de acuerdo a la Ley de Dios,
vivir de acuerdo a Su voluntad. La Palabra de Dios está regada de enseñanzas
acerca de lo que Dios quiere para nosotros. Hay algunos resúmenes de ello,
como en los 10 mandamientos en el Antiguo Testamento o las
bienaventuranzas y el Sermón del Monte en el Nuevo Testamento. Se ha
contado 90 órdenes de Jesucristo para sus seguidores. Si hacemos lo que Él
nos enseña, estaremos siendo justos.

EL REVOLUCIONARIO MÉTODO DE DIOS PARA SANAR


“y por cuya herida fuisteis sanados.” En este punto hay dos aspectos: la herida
de Cristo y la herida del Hombre.

1. La herida de Cristo es nuestro pecado. Fueron nuestros pecados los que


llevaron a la muerte a nuestro Señor. Nuestros pecados agobiaron e hirieron su
alma y su cuerpo. La llaga de su ser fue ocasionada por nosotros. En el alma y
el cuerpo de Jesucristo se proyectó y materializó todo el pecado de la
humanidad. Su espíritu fue oprimido por las tinieblas al punto de clamar al
Padre: “Eloy, Eloy, lama sabactani; Padre ¿por qué me has abandonado?” En
medio de ese dolor por la Humanidad, entregó Su espíritu al Padre.

Nuestro Dios es un Médico que tiene un curioso método para sanar al Hombre.
Él no da a beber o ingerir algún medicamento; Él no nos receta cierta dieta
especial; tampoco nos interviene quirúrgicamente, aún cuando alguien pudiera
decir que nos ha dado a beber de Su Espíritu Santo, nos ha recetado la oración
y la lectura de Su Palabra y que ha intervenido en nuestro interior con Su
poder. Sin embargo la absoluta sanidad se da a través de un acto de Él que
sucedió fuera de nosotros. ¡Extraordinario! Por su herida fue sanada nuestra
herida. La herida de Cristo en la cruz sanó la herida del pecado en el Hombre.
Las heridas de Jesús en Su alma bendita sanaron nuestras heridas humanas
del alma. La sanidad operada por Él es completa, es una sanidad de espíritu,
mente y cuerpo.

2. La herida del Hombre es su propio pecado. El ser humano es portador de dos


tipos de heridas interiores, una en su conciencia y la otra en su alma. La herida
de la conciencia es sanada por Jesucristo con su sangre y su perdón. Las
heridas del alma son un tipo de enfermedad del alma, provocada por el pecado
propio y de otros.
a) Definición. La palabra “herida” tiene varias acepciones: un daño corporal
que causa efusión de sangre; Perforación o desgarramiento en algún lugar de
un cuerpo vivo; golpe de las armas blancas al herir con ellas; una ofensa o
agravio; aquello que aflige y atormenta el ánimo.

b) La primera herida. La primera vez que aparece la palabra herida en la Biblia


es en Génesis, cuando Lamec dijo a sus mujeres Ada y Zila –es el primer
polígamo que aparece en el Texto Sagrado- “oíd mi voz; / Mujeres de Lamec,
escuchad mi dicho: / Que un varón mataré por mi herida, // Si siete veces será
vengado Caín, / Lamec en verdad setenta veces siete lo será.” (Génesis
4:23,24) Las palabras de Lamec a sus dos esposas acerca de un
acontecimiento trágico en su vida están registradas en forma poética en
hebreo, y se las ha llamado con propiedad el "Canto de Lamec". Este canto
constituye la composición poética más antigua del mundo. Los versos hebreos,
algo críticos y ambiguos, se prestan a más de una explicación. Tal vez el
significado es que Lamec estaría listo para repetir su acto asesino en caso de
necesidad.

De tal modo que la palabra herida, en la Biblia, se la relaciona con: violencia,


asesinato, venganza, acción maligna. Indudablemente las heridas del alma no
son ocasionadas por Dios, sino por las tinieblas y la maldad del hombre. Es
algo que debemos comprender con toda claridad. Dios no hiere para muerte.

“¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos


depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron
atrás. / ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda
cabeza está enferma, y todo corazón doliente. / Desde la planta del pie hasta la
cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están
curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. / Vuestra tierra está destruida,
vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida
por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños. / Y queda la hija de
Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad
asolada.” (Isaías 1:4-8)

c) Causas de heridas. ¿Qué puede ocasionar una herida en el alma de una


persona? Numerosos son los motivos de heridas en el alma humana:
- Ofensa de los padres
- Rechazo de mamá o papá
- Ofensa de hermanos
- Ofensa de familiares
- Ofensa e amigo
- Rechazo por discapacidad
- Rechazo por defecto o apariencia
- Rechazo por clase social o nivel económico
- Rechazo por cultura
- Rechazo por origen (nacionalidad, etnia, etc.)
- Ofensa, palabras ofensivas, sobrenombres
- Maltrato verbal
- Falta de amor
- Maltrato físico
- Maltrato sexual, vejación
- Humillaciones por pobreza
- Abusos de autoridad
- Burlas
- Perdedores en competencias (vestido, moda, capacidades intelectuales,
capacidad física, dinero, casa, cosas, juguetes, etc.)
- Desprecio de otros
- Ingratitud de otros
- Abandono
- Vergüenzas, bochornos por actuaciones o palabras de otros
- Odio
- Comparaciones odiosas
- Acoso
- Descrédito
- Achatamiento, achicamiento, achunchar o avergonzar en público
- Robos (de propiedades tangibles e intangibles)
- Aislamiento
- Alabanza y preocupación por otros, en desmedro de la persona
- Injurias, insultos
- Desaprobación
- Suposiciones

Siempre la herida la causa el pecado, ya sea el propio o el de otros.

d) Los quebrantados de corazón


La Biblia habla de las “enfermedades del alma” como de “los quebrantados del
corazón”. Quebrantado de corazón es el que está angustiado, el que se siente
oprimido o está contrito, es decir siente pesar por haber ofendido. “Claman los
justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias./ Cercano está Jehová
a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu./ Muchas son
las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.” (Salmo 34: 17-
19)
Quien mejor puede sanar y calmar el corazón quebrantado por la angustia, la
opresión y contrición, es Dios, creador de la mente humana. “Alabad a JAH,
Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque suave y hermosa es la
alabanza. / Jehová edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá. /
El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.” (Salmo 147:1-3)

El abatimiento es la humillación o postración moral de una persona. El sentir


del quebrantado de corazón es el abatimiento.

Del siguiente texto podemos inferir la condición del quebrantado:


“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados
de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la
cárcel; / a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de
venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; / a ordenar que a
los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar
de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados
árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. / Reedificarán las
ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las
ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.” (Isaías 61:1-4)
a) abatido de corazón “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me
ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,…”
(verso 1)
b) herido, por eso necesita vendas; “a vendar a los quebrantados de corazón”
(verso 1)
c) cautivo de su dolor moral, necesita ser liberado de esa cárcel interior; “a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;” (verso 1)
d) sin esperanza de justicia, sólo Dios le brinda esa salida; “a proclamar el año
de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro;” (verso
2)
e) enlutado, de muerte, deprimido; “a consolar a todos los enlutados;” (verso 2)
f) afligido, triste (símbolo de la ceniza), angustiado; “a ordenar que a los
afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de
luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados
árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.” (verso 3)
g) casi destruido y debe ser restaurado. “Reedificarán las ruinas antiguas, y
levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas,
los escombros de muchas generaciones.” (verso 4)

III. VÍCTIMAS DE UN TRAUMA.


DEFINICIÓN DE TRAUMA
“Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación” (2
Corintios 1:8)

Hace casi dos mil años, el apóstol Pablo vivió situaciones aterradoras que
atentaron contra su integridad física. Él lo llama “tribulación”. La experiencia
fue tan impresionante, desgarradora, invalidante, que le abrumó. Estaba más
allá de sus fuerzas, al punto de perder toda esperanza de sobrevivir. Aunque no
se sabe con certeza qué le ocurrió en tal ocasión, de seguro fue algo
traumático.

La idea de “trauma” deriva de la palabra griega que significa herida. Un trauma


es una lesión duradera producida por un agente mecánico, generalmente
externo; también puede ser el choque emocional que produce un daño
duradero en el inconsciente o la emoción o impresión negativa, fuerte y
duradera. En Psicología es el conjunto de ideas, emociones y tendencias
generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban
su comportamiento.

CAUSAS DE TRAUMA PSICOLÓGICO


“que nos sobrevino en Asia” (2 Corintios 1:8)

Esta no fue la única ocasión en que el apóstol y sus discípulos experimentaron


una experiencia fuerte y hasta traumática. Leamos su confesión, en la que se
declara débil y haber estado permanentemente sometido a situaciones límite,
como: trabajos, azotes, lapidación, naufragios, peligros, enfrentamiento a
falsos hermanos, cansancio, desvelos, hambre, sed, ayunos, frío, desnudez y
preocupación por la Iglesia.

“Para vergüenza mía lo digo, para eso fuimos demasiado débiles. Pero en lo
que otro tenga osadía (hablo con locura), también yo tengo osadía. / ¿Son
hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de
Abraham? También yo. / ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco
hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles
más; en peligros de muerte muchas veces. / De los judíos cinco veces he
recibido cuarenta azotes menos uno. / Tres veces he sido azotado con varas;
una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he
estado como náufrago en alta mar; / en caminos muchas veces; en peligros de
ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles,
peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre
falsos hermanos; / en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed,
en muchos ayunos, en frío y en desnudez; /y además de otras cosas, lo que
sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. / ¿Quién
enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”
(2 Corintios 11:21-29).

Son causas de trauma:


· Veterano de guerra, sufre pesadillas y vivos recuerdos que le dan la
sensación de que todavía no ha terminado el conflicto.
· Víctima de un acto de violencia despiadada, asaltos, delitos, torturas,
secuestros, actos terroristas.
· Víctima de violación o abusos físicos en la infancia, sintiendo que una parte
de sí mismo murió por esa horrorosa experiencia.
· Pérdida de ser querido en forma inesperada.
· Pérdida de un familiar en un desastre natural como temporales, inundaciones,
huracanes y terremotos. Los efectos físicos de un desastre son evidentes.
Cientos o miles de personas pierden sus vidas o son gravemente heridos. Los
supervivientes arrastran las consecuencias durante toda su vida. Dolor y
sufrimiento se distribuyen a partes iguales.
· Pérdida de familiar en un accidente, por lo cual la vida sin él es sumamente
difícil.
· Miseria producida por el terrorismo, la violencia, la guerra o la delincuencia.
· Accidentes.
· Experiencias de combate.

Muertes, guerras, violaciones, raptos, accidentes causan traumas, ya que son


pérdidas que dejan heridas muy profundas. Otras formas de estrés severo, pero
no extremo, son la pérdida del puesto de trabajo, el divorcio y el fracaso
escolar. En la mayoría de las ocasiones los eventos traumáticos son
inesperados e incontrolables.

CONSECUENCIAS DE UN TRAUMA
“fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que
aun perdimos la esperanza de conservar la vida.” (2 Corintios 1:8)

Los traumas golpean de manera intensa la sensación de seguridad y auto-


confianza del individuo provocando intensas reacciones de vulnerabilidad y
temor hacia el entorno. Los efectos emocionales son:
miedo
ansiedad
estrés
ira
rabia
resentimiento
bloqueo emocional

Para muchas víctimas, estos efectos se mitigan e incluso desaparecen con el


tiempo. Sin embargo, para otros muchos, las secuelas son a largo plazo y
alcanzan en ocasiones la condición de crónicas.

En Psicología se le ha tipificado como STP “estrés postraumático” y “se trata


de una reacción intensa provocada por una situación de gran impacto afectivo,
que al retirar el motivo que lo causó, el dolor permanece. Se caracteriza por la
representación de la situación desencadenante a través de sueños, recuerdos
y la identificación ante eventos parecidos. El estrés postraumático ha sido
categorizado como un trastorno de ansiedad por la característica presencia de
ansiedad persistente, hipervigilancia y conductas de evitación fóbica.

La sintomatología del estrés postraumático se puede agrupar en tres bloques:


1. Re-experimentación del evento traumático
- Flashbacks. Sentimientos y sensaciones asociadas por el sujeto a la
situación traumática.
- Pesadillas. El evento u otras imágenes asociadas al mismo recurren
frecuentemente en sueños.
- Reacciones físicas y emocionales desproporcionadas antes acontecimientos
asociados a la situación traumática .

2. Incremento activación
- Dificultades conciliar el sueño / Hipervigilancia
- Problemas de concentración
- Irritabilidad / impulsividad / agresividad

3. Evitación y bloqueo emocional


- Intensa evitación /huida /rechazo del sujeto a situaciones, lugares,
pensamientos, sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento
traumático.
- Pérdida de interés.
- Bloqueo emocional / Aislamiento social

Frecuentemente, según estudios médicos, el trauma está asociado a


enfermedades físicas. Algunas personas que han estado expuestas a impactos
o traumas psicológicos reaccionan desarrollando depresión, otras tienen
reacciones de ansiedad o alcoholismo.

No cualquier cosa puede causar un SPT; deben ser situaciones que provoquen
un dolor que perturbe la vida normal y que persista, a pesar de ya haber
sucedido. No hay que sobre-diagnosticar porque no cualquier impacto
emocional es un trauma. No todas las personas son susceptibles a ser
traumatizadas.
Hoy cada vez se acepta más que problemas cotidianos se transformen en
profundas heridas, porque actualmente se da una fobia al dolor. Nuestra
sociedad rechaza el dolor como aprendizaje. Si uno cree que va a vivir siempre
feliz está menos preparado para enfrentar el dolor. “Crisis” en chino se asocia
a peligro y oportunidad, porque uno sale fortalecido de ellas, en contraste con
el “trauma” que es pérdida. Debiéramos intentar convertir en crisis los
problemas en vez de traumatizar todo.

LA SOLUCIÓN O CÓMO SOBRELLEVAR EL TRAUMA

1. CONFÍE EN DIOS
“Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2
Corintios 1:9)

No se sabe con certeza qué le ocurrió a San Pablo en tal ocasión en Asia, mas
de seguro fue algo traumático ¿Cómo lo sobrellevó? Primero, poniendo toda su
confianza en el Dios Todopoderoso, en Aquél que es poderoso para sacar del
sepulcro aún al muerto. No hay hecho más poderoso que ese y en ello
necesitamos confiar. Elohim, uno de los nombres de Dios habla de la fortaleza
y el poder de Dios y designa a Dios Elohim como el Fuerte y Poderoso, el que
tiene Plenitud de Poder. La Biblia dice: “En el principio creó Dios (Elohim) los
cielos y la tierra. (Génesis 1:1) y ; “Los cielos cuentan la gloria de Dios
(Elohim), Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1)

También es conveniente considerar que toda nuestra vida está bajo la voluntad
y control Divinos, que Dios es YAHWE-JIREH - Jehová Proveerá. "Entonces alzó
Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un
zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en
holocausto en lugar de su hijo. / Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar,
Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto."
(Génesis 22:13-14)

2. TRANSFIERA SU CARGA A DIOS


“el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan
gran muerte” (2 Corintios 1:10)

Si usted ha confiado en Dios, pues bien, haga concreta esa confianza, echando
sobre Él toda su carga, su dolor, su desesperanza, su sufrimiento. Dice el
salmista “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para
siempre caído al justo.” (Salmo 55:22) y Jesús asegura “Venid a mí todos los
que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. / Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas; / porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga.” (San Mateo 11:28-30)

3. SOLICITE AYUDA
“cooperando también vosotros a favor nuestro” (2 Corintios 1:11)

No enfrente su problema en forma individual, como si compitiera solamente a


usted, sino que busque ayuda en personas más maduras espiritualmente.
Recuerde que los cristianos somos parte de un Cuerpo y necesitamos de
nuestras “coyunturas o articulaciones”. Estas son los tutores y pastores.
Cuéntele a su tutor su “trauma”, de modo que reciba consejo, ayuda, apoyo,
bendición y sanidad interior. Su problema no es un problema sólo personal sino
de toda la Iglesia. Cuando un miembro del Cuerpo, por pequeño que sea,
padece, todo el Cuerpo se duele (1 Corintios 12:26).

4. PERSEVERE EN ORACIÓN
“cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración” (2 Corintios
1:11)

Si le cuesta orar porque siente ira, pídale a alguien maduro espiritualmente


que ore con usted (Santiago 5:14-16). Cuando se dirija al Señor, recuerde las
palabras de San Pedro: “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él
tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). Las Escrituras recalcan muchas
veces el interés que Dios tiene por cada uno de sus hijos.

Es muy posible que el escritor del Salmo viviera una experiencia traumática,
pues escribió: “Si no hubiera sido porque Jehová me dio auxilio, en poco
tiempo mi alma habría residido en el silencio. Cuando dije: ‘Mi pie ciertamente
se moverá con inseguridad’, tu propia bondad amorosa, oh Jehová, siguió
sustentándome. Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos
dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma”
(Salmo 94:17-19).

Hay quien se siente particularmente perturbado por “pensamientos


inquietantes”, los cuales en ocasiones dan origen a ataques de ansiedad o de
furia. Si ese es su caso, la oración sincera puede ‘sustentarlo’ hasta que se le
pasen. Vea a Dios como un padre afectuoso y considérese un niño pequeño a
quien él protege con amor. Recuerde la promesa bíblica de que “Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).

El Apóstol pudo obtener consuelo y confesar finalmente: “Bendito sea el Dios y


Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, / el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación,
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. /
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así
abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. (2 Corintios 1:3-5)

5. LEA Y MEDITE LA PALABRA DE DIOS


“para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don
concedido a nosotros por medio de muchos” (2 Corintios 1:11)

Las personas “traumatizadas” pueden hallar consuelo en la Palabra de Dios.


Ésta fue escrita por inspiración del Altísimo y en ella hay numerosos relatos de
creyentes que pasaron circunstancias iguales o similares a las nuestras.
También contiene palabras de sabiduría y buenos consejos para superar toda
enfermedad del alma, como son las heridas, los traumas, etc. Muchas personas
intervinieron en la escritura bíblica, por tanto “por muchas personas sean
dadas gracias a favor nuestro”

Si le cuesta concentrarse, pídale a alguien que lea con usted pasajes


animadores de la Sagrada Escritura. Tal vez sería bueno escoger algunos que
destaquen el cariño que el Señor siente por sus hijos fieles, sin importar lo
deprimidos o desesperados que estén.

Analice la situación actual del mundo, a la luz de las Escrituras y se dará


cuenta que nada de lo malo que sucede es desconocido por nuestro Padre
Celestial. Lamentablemente, no debería sorprendernos la actual proliferación
de violaciones, asesinatos, guerras y actos de violencia gratuita. (San Mateo
24:7-12).

Por otro lado, tenga en cuenta que un día todas las enfermedades del alma
desaparecerán. El fin del trastorno de estrés postraumático ya está cerca
(Apocalipsis 21:3,4)

IV. COMPLEJOS DEL ALMA


La palabra “complejo” deriva del latín complexus, y significa “enlazar”. Algo es
complejo cuando se compone de elementos diversos; entonces es considerado
complicado, enmarañado, difícil. También se llama complejo al conjunto o
unión de dos o más cosas. Por ejemplo un “complejo industrial”, el cual es un
conjunto de establecimientos fabriles de industrias básicas, derivadas o
complementarias, generalmente próximos unos a otros y bajo una dirección
técnica y financiera común. Puede ser nominado complejo un conjunto de
edificios o instalaciones agrupados para una actividad común. En Psicología
recibe el nombre de complejo el conjunto de ideas, emociones y tendencias
generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban
su comportamiento.

Se trata de problemas de emociones, actitudes y conductas que tienen su


origen en las relaciones infantiles del individuo, y que en gran medida están
ligados a todas las prohibiciones que los padres inculcaron en el inconsciente
del niño. Claro está, mucho de lo que popularmente es considerado un
complejo entraña un trastorno de personalidad.

Esta palabra para designar un fenómeno psicológico, no la encontraremos en


la Biblia, pues fue creada por Carl G.Jung y popularizada por la discusión del
psicoanálisis freudiano. Se utiliza tanto en la consulta como en el uso corriente
del idioma. La palabra complejo fue utilizada por primera vez por la escuela
psicoanalítica de Zurich por Bleuler y Jung, para significar situaciones internas
del individuo que se estructuran a lo largo de sus relaciones infantiles y que se
manifiestan en todos los niveles psicológicos: emociones, actitudes y
conductas adaptadas.

La palabra “complejo” utilizada por la Psicología, ciencia que data del siglo
XVII, siempre va unida al nombre de un personaje histórico, mitológico,
literario o bíblico. En esta oportunidad, sólo vamos a referirnos a cuatro
“complejos”, cuyas características las podemos hallar en las Sagradas
Escrituras.

COMPLEJO DE AGAR Y SARA


a) El sueño de un hombre.
(Génesis 12:1-3) Jehová Dios promete al patriarca Abraham grandes
bendiciones para él y su familia. Por su descendencia serán bendecidas todas
las familias de la tierra.

b) La impaciencia por el cumplimiento del sueño.


(Génesis 15:1-5) Abraham, dueño de muchas tierras, animales, siervos y de
gran inteligencia; se preocupaba sobre el futuro de sus bienes. No tenía
heredero y temía que fuesen administrados por un mayordomo extranjero.
Además contaba con la promesa de Jehová y nunca la veía llegar.
c) Una decisión apresurada, basada en un prejuicio.
(Génesis 16:1-16) El Señor prometió un hijo a Abraham, en su ancianidad, a
pesar de que su esposa Sara era estéril. Impacientes e incrédulos, los esposos
decidieron tener un hijo de su sierva Agar. El ángel de Jehová, al que se ha
identificado como Jesucristo en el Antiguo Testamento, le prometió grandes
bendiciones para su hijo, a la esclava Agar. Este es el origen de los pueblos
árabes. Esta determinación de Abraham y Sara hubiera sido correcta si no
hubiese otra alternativa para ellos poder ser padres; si lo hubiesen consultado
al Señor; si no hubiesen tenido el prejuicio de la mujer esclava, como objeto
útil a sus caprichos.

d) Incredulidad y burla por la Voluntad del Señor.


(Génesis 17:19; 18:9-15) La mujer se burló de la promesa de Dios, considerando
ridículo que una vieja pudiese parir. Le pondría al hijo de sus entrañas, el
nombre de Isaac, que significa “risa”. Dios tiene muy buen humor y ríe mejor
que nosotros.

e) Actúa el prejuicio y se manifiesta el complejo


(Génesis 21:1-14) Finalmente el Señor cumplió Su promesa a Abraham y Sara
dándoles un hijo en su vejez. El padre estaba gozoso y celebró banquete
cuando le destetaron. Pero Sara, molesta por la conducta de Ismael con Isaac,
le pidió a su esposo que despidiese a Agar. El patriarca complació a su esposa
y despidió a la sierva con su hijo, acto muy poco misericordioso, paternal e
inteligente, que hasta el día de hoy tiene sus consecuencias.

La tendencia masculina, a veces inconsciente, a clasificar a las mujeres en


dos grupos: las buenas, puras e intocables a semejanza de la madre Sara; y las
malas, aptas para la satisfacción sexual, pero indignas de amor, como la
esclava Agar, es llamada “complejo de Agar y Sara”. Este complejo se genera
en la infancia, por imitación del padre o de figuras masculinas adultas. No sólo
es un complejo de hombres, sino también de mujeres, las que pueden
considerarse Saras o Agares, buenas o malas.

El hecho fue anotado por Freud y bautizado por la pscicoanalista francesa


Maryse Choisy, aludiendo al episodio bíblico.

f) El triste epílogo.
(Génesis 25:9; Génesis 25:17). Ismael creció mucho y se fortaleció en el
desierto de Parán, al sur de Canaán. Se casó con una egipcia, fue padre de 12
príncipes y tuvo además una hija, que vino a ser esposa de Esaú, hijo de Isaac.
Ismael e Isaac sepultaron juntos a su padre Abraham. Ismael murió a la edad
de 137 años. Sus descendientes, los ismaelitas, se establecieron entre la
frontera de Egipto y el golfo Pérsico. El profeta Mahoma colocó a Ismael a la
cabeza de su genealogía. Según el Islam, Ismael colaboró en la construcción
de La Meca. Ismael es tradicionalmente considerado el padre de todos los
árabes.

La pregunta que a nosotros nos toca hacernos es: ¿Tengo el complejo de Agar
y Sara, en el sentido de ver a las mujeres divididas entre mujeres buenas,
castas y puras, y mujeres malas, sólo útiles para el sexo y los caprichos del
hombre? Otra pregunta podría ser ¿Soy una Sara con el hombre o soy su Agar?
La respuesta nos dará la pauta para quitar de nosotros estos prejuicios, evitar
dañar a nuestros hijos con estos prejuicios, y evitar establecer relaciones
inadecuadas como parejas.

La Biblia nos presenta el modelo correcto de la relación hombre – mujer


cuando enseña: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las
casadas lo estén a sus maridos en todo. / Maridos, amad a vuestras mujeres,
así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, / para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, / a
fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. / Así también los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a
su mujer, a sí mismo se ama. / Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, / porque
somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. / Por esto dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne.” (Efesios 5:24-31) Quiera Dios que como hombres y mujeres
cristianos, podamos superar este complejo de Agar, Sara y Abraham.

EL COMPLEJO DE CAÍN
Otro complejo del alma es el complejo de Caín. Antes de analizarlo vamos a
interpretar el pasaje bíblico que da nombre a este complejo, para
posteriormente descubrir sus relaciones con el cuadro psicológico.

a) Un hijo esperado y mimado.


“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por
voluntad de Jehová he adquirido varón.” (Génesis 4:1)
La primera pareja humana concibe un hijo, al cual llaman Caín, en hebreo
“qanah” que significa adquirir. Un hijo es algo que percibimos como muy
nuestro, casi como una propiedad, dado que es producto de una relación carnal
y nace del cuerpo de la mujer. Los hijos nos vienen por voluntad de Dios, es Su
Providencia la que los permite. Cuando una pareja no puede tener hijos, más
que desesperarse por ello debería preguntar ¿será la voluntad del Señor darnos
hijos? ¡Cuál no sería la alegría de nuestros primeros padres cuando Eva dio a
luz a Caín! Allí hubo emociones muy fuertes de curiosidad, temor y amor.
Quizás ellos ya habían visto dar a luz a los animales mamíferos y algo
sospechaban de cómo sería el parto humano. Los nueve meses de embarazo
de Eva tienen que haber sido de mucha expectación. En verdad, en este breve
versículo se resume una serie de acontecimientos, emociones, dudas y
expectativas de la primera familia. Caín, al nacer fue acogido con amor por
parte de sus padres, todas las caricias y atenciones fueron para él.

b) Dos hijos diferentes


“Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue
labrador de la tierra.” (Génesis 4:2)
Luego vino el segundo hijo. La Escritura no dice cuanto tiempo pasó desde el
nacimiento del primogénito, de tal modo que algunos han planteado que se
trataba de mellizos, pero si así fuese la Biblia sería más explícita. Preferimos
pensar que, como es natural no existiendo en esa época sistemas de control
de la natalidad, probablemente fue al año siguiente. Además, la fuerza física de
Caín era mayor que la de Abel, como se verá más adelante.
La identidad de cada joven estaba dada por su oficio. Uno era pastor y el otro
agricultor. Esto coincide con lo que la Historia nos enseña acerca de las
primeras formas de vida humana: la vida nómade de los que necesitaban
buscar buenas pasturas para sus animales y se trasladaban continuamente; y
la vida sedentaria de aquellos que poseían tierras y se dedicaban a cultivarla.
Desde el punto de vista espiritual nos habla de dos tipos de personas: los que
buscan la seguridad en las posesiones materiales y en la tierra, y los que van
como peregrinos por esta vida sin aspirar a lo material sino que tienen su vista
fija en un mundo espiritual (Hebreos 11:9,10)
Caín y Abel representan dos tipos de personas: el materialista y el espiritual.
Desde el comienzo de la raza humana se deja ver esta diferencia. En sí mismo
el materialismo y sentido práctico no es malo, si se equilibra con un poco de
espiritualidad. Por otra parte mucha espiritualidad sin algo de practicidad
puede ser muy dañina; es conveniente que pongamos nuestros ojos en los
altos ideales, pero con los pies bien plantados en la tierra. El equilibrio entre
materialismo y espiritualidad es la correcta vida cristiana.
Los hijos de Adán y Eva, como en todas las familias del mundo, eran diferentes
en su carácter. No podemos esperar que nuestros hijos piensen, sientan y
actúen igual. Cada uno viene con un temperamento y recibe distintas
influencias del medio, ya que es imposible que los padres guarden idéntica
conducta con todos. Por lo tanto desarrolla un carácter y una personalidad
distintos.
c) Un hijo educado en la fe
“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una
ofrenda a Jehová.” (Génesis 4:3)
La inspiración de Caín fue traer a Dios el producto de su trabajo, del fruto de la
tierra. Es probable que esto fuera a imitación de sus padres, que ya había una
forma de adorar a Dios y estar en una relación con Él, como un primer signo de
liturgia o religión. Como los pueblos primitivos rinden culto a la tierra y a las
entidades naturales –el rayo, los árboles, la lluvia, etc.- Caín ofrendó a Jehová.
Esto da cuenta de su clara formación religiosa en el hogar: tenía conciencia de
la existencia de un Dios, que no era ninguna fuerza de la creación sino una
Persona; sabía que debía ofrendar de lo obtenido de su trabajo, como hoy
diezmamos y ofrendamos al Señor. Señala un autor: “Al salir del Edén , Adán y
Eva parecen haber recibido instrucciones de Dios sobre la importancia de los
sacrificios de sangre, ya que Abel recibió testimonio de ser justo debido a su
sacrificio. Lea Hebreos 11:4, 9:22b, esta doctrina de los sacrificios fue de
origen divino.”
Adán y Eva habían tenido la triste experiencia de perder el Paraíso y una
relación pura e íntima con Dios, por su desobediencia; pero también
conocieron la misericordia de Dios cuando Éste mató un animal y les cubrió
con pieles para defenderlos del frío. Luego continuó una vida de trabajo y de
procreación en familia, en que, probablemente arrepentidos ellos buscaban al
Señor. La Biblia no muestra a Adán y Eva enojados o en contra de Dios, sino
tan sólo viviendo el camino que Dios les señaló: multiplicarse y cuidar de la
tierra. Claramente ellos creían en Dios, cuando Eva dice “Por voluntad de
Jehová he adquirido varón.” (v.1)
Es deber de todo padre y madre cristianos, educar a sus hijos en la fe. Lo más
básico es transmitirles la creencia en un Dios Trino, enseñarles a conversar
con Él y a confiar en Su sabiduría y amor, conocer la vida de Jesucristo el
Salvador –quien dice “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque
de los tales es el reino de Dios” (San Marcos 10:14) –y apreciar la Sagrada
Escritura. Esto ha de ser equilibrado. Hay una promesa de Dios para quien
obedece este principio: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él." (Proverbios 22:6).

d) Un hijo que sabe agradar a Dios


“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de
ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Génesis 4:4)
La ofrenda que trajo Abel fue la del tabernáculo. Él intuyó que debía ofrecer un
primogénito y lo más gordo, o sea lo mejor. Es lo que estaba preparado desde
la eternidad, que Dios ofrecería a Su Hijo, “el Primogénito de toda creación”
(Colosenses 1:15), y que lo mejor de la Humanidad sería ofrecido a Dios en el
altar del sacrificio. En Cristo habita toda plenitud (Colosenses 1:19). Por eso
Jehová vio con agrado la ofrenda de Abel, porque en ella estaba simbolizado el
misterio de la pasión de Su Hijo y la salvación de la Humanidad. Pero, más allá
de la ofrenda material, vio con agrado a Abel, vio dentro de él, miró su corazón
y sintió contentamiento, como cuando siglos después miraría a Jesús en el
Jordán al momento de ser bautizado y diría: “Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia” (San Mateo 3:17)

e) Raíz del complejo de Caín


“pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran
manera, y decayó su semblante.” (Génesis 4:5)
Cuando leemos que Dios no vio con agrado a Caín y su ofrenda, de inmediato
nos preguntamos ¿por qué? Incluso algunas personas no comprenden este
pasaje o se molestan con Dios, tildándolo de caprichoso. Es porque el versículo
no hace una radiografía del corazón del primogénito de Adán, sino que tan sólo
da cuenta del hecho, pero en los versículos siguientes sí podremos enterarnos
de quien es él. Jesús nos enseña “Por sus frutos los conoceréis” (San Mateo
7:20). Los actos posteriores de Caín lo delatan: ira hacia Jehová y Abel, falta
de dominio propio, odio hacia su hermano, asesinato (San Juan 3:11,12). Caín
cometió tres pecados capitales: soberbia, envidia e ira; faltó al quinto
mandamiento de “no matar”; y falló completamente en el amor (compare con 1
Corintios 13:4-7)
Caín quiso competir con su ofrenda. A veces queremos sobresalir por nuestra
religión y en vez de buscar agradar a Dios, queremos agradar a los hombres o
agradarnos a nosotros mismos. El primogénito de Eva se relacionaba con Dios
a través de un acto externo de religión, en cambio Abel por medio de ofrendar
su corazón, en un acto interno de fe. La palabra “religión” deriva de “religare”
que significa “religar”; la Religión se propone volver a ligar o unir al hombre
con Dios, pero si esta religión es externa de nada sirve, sino que ha de ser
interna, del corazón. Fue el tipo de religión o relación que pidió Dios a nuestro
padre Abraham: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le
apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y
sé perfecto.” (Génesis 17:1)
Pero Caín no tuvo esta actitud interna, sino que hubo soberbia, envidia e ira en
su corazón. Esa fue la raíz de su complejo. ¿Acaso no es el orgullo la raíz de
todo pecado?

f) Primera manifestación del complejo: enojo


“Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído
tu semblante?” (Génesis 4:6)
Lo humano y carnal es ensañarse y enojarse cuando la voluntad de Dios, Su
mirada, no nos agrada. Necesitamos acostumbrarnos a aceptar las decisiones
del Señor que no están en consonancia con nuestros pensamientos. Tenemos
nuestras propias ideas acerca del trabajo que nos conviene o mejor dicho “que
nos agrada” mas Dios tiene sus propias ideas acerca de la labor que tenemos
que desempeñar. Así mismo pasa con las elecciones que hacemos de estudios,
esposo/a, lugar de residencia, iglesia a la que pertenecer, actividades de
recreación, etc. Nosotros nos dejamos llevar por el placer, pero Dios tiene otro
plan: desarrollarnos en virtudes cristianas, usarnos para obras de bien y
multiplicarnos en nuevos cristianos. ¡Qué opuesto a nuestros “panoramas”!
La primera manifestación del complejo de Caín es el enojo con el hermano.
También hay un enojo con Dios o los padres que “prefieren” al otro hermano.

g) Solución del complejo: resistirlo o dejarlo entrar


“Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a
la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.”
(Génesis 4:7)
La ofrenda de Caín a Dios fue un corazón lleno de odio, envidia, rencor…, lo
cual no puede agradar al Señor. Dios le aconseja Si haces lo bueno y no te
enojas porque Yo me he agradado de tu hermano, tú serás admirado por todos,
tu persona se verá muy bien, será enaltecida. Pero si insistes en enrabiarte
ello te llevará a algo peor. No alimentes tu ira. El pecado está golpeando a tu
puerta, mas tú puedes resistirlo y no dejarlo entrar. ¡Qué consejo tan sabio! Por
no seguirlo se han separado hermanos, se han desunido familias y amigos, se
ha declarado la guerra y se han destruido los seres humanos. La historia de
Caín y Abel es un abstract de la historia del Hombre.

h) Resultado del complejo: la muerte


“Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando
ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.”
(Génesis 4:8)
Abel estaba consagrado a Dios, por tanto moriría. Su muerte es la muerte de
Cristo, Hijo Consagrado de Dios. Cuando alguien ama a Dios de esa manera, lo
más probable es que sea odiado. Ha pasado a través de toda la historia del
Cristianismo. El historiador romano Cornelio Tácito, dice en el libro XV de los
Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso,
Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los
que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”. Tertuliano,
teólogo del siglo III, dijo que la sangre de los mártires es semilla de la Iglesia
puesto que mientras más se la derramaba más cristianos había. Podemos decir
que Abel fue el primer mártir en la historia de la Humanidad y es un tipo de
Jesucristo: a) ambos fueron odiados; b) ambos fueron rechazados; c) ambos
fueron asesinados; d) ambos dieron una ofrenda excelente.
El resultado del complejo es la muerte de la relación, de la amistad, de la
hermandad y de la propia alma que pierde la paz.
i) Superación del complejo: el amor
“Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé.
¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9)
Caín, como hijo mayor, debía ser cobertura de su hermano, sin embargo no le
amó y lo destruyó. Cuidar del hermanito menor y respetar al hermano mayor es
siempre la solución al complejo. También los padres deben ser equilibrados en
los cuidados que prodigan a sus hijos (Efesios 6:4). “Padres, no irritéis a
vuestros hijos, para que no se desanimen” (Colosenses 3:21). La clave para
solucionar el complejo es el amor equilibrado.

j) La sangre de la reconciliación
“Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí
desde la tierra.” (Génesis 4:10)
La voz de Abel clama desde la tierra. Abel nos habla fuertemente a nuestra
conciencia de hombres y mujeres, a ser considerados con nuestros hermanos y
no dejarnos llevar más por el odio, la envidia y la soberbia. La voz de Abel es la
voz de Cristo. Cristo derramó su sangre por nosotros, como Abel derramó su
sangre por el rechazo de su hermano. La voz de Cristo clama desde la cruz:
“Miradme a mí y sed salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios,
y no hay más.” (Isaías 45: 22) Dar a conocer al niño esta historia bíblica será
muy positivo y puede llevar al arrepentimiento a un pequeño Caín. No nos
quedemos sólo en la acusación del pecado, sino que entreguemos la solución:
Cristo es la solución, Él ha muerto por Caín como por Abel, el perdón de Dios y
la regeneración es la mejor solución.

La Psicología moderna invoca la figura bíblica de Caín para caracterizar la


peculiar actitud del primogénito, celoso del hijo segundo a quien considera
como un intruso y un rival. El psicólogo francés Charles Badouin fue el primero
en usar el término “complejo de Caín” y señala: "El niño al que le cabe en
suerte un hermanito o una hermanita, reacciona primero, muy generalmente,
con unos celos desmedidos y de carácter completamente animal, que
subsisten luego, latentes y más o menos bien reprimidos. La hostilidad del
menor frente al mayor aparece como una réplica natural a dicha hostilidad".
Por eso se habla, también, de un “complejo de Abel” o mártir.
Según Sigmund Freud, padre del Psicoanálisis, la rivalidad existente entre los
hermanos sería la base de la justicia. Dice este autor: "El instinto gregario se
va formando sólo paulatinamente en la nursery como efecto de las relaciones
entre hijos y padres y como reacción al sentimiento de celos con que el hijo
mayor empieza por acoger la intrusión del hijo menor. El primero descartaría
de muy buena gana a éste último, para separarle de los padres y despojarle de
todos sus derechos; pero en presencia del amor igual que los padres
manifiestan hacia todos sus hijos, y ante la imposibilidad de mantener a la
larga dicha actitud hostil, sin perjuicio para aquellos mismos que empezaron
por adoptarla, acaba por operarse una identificación entre todos los hijos, y se
constituye un sentimiento de comunidad que sufrirá en la escuela su desarrollo
ulterior. La primera exigencia que nace de esta reacción, es la de justicia, de
trato igual para todos".

COMPLEJO DE JOB
“Complejo de Job” es el nombre global dado a las dolencias "psicógenas" de la
piel. Se ha observado proclividad a las dermatitis psicosomáticas en personas
que se ofenden con facilidad, que se sienten agraviadas, con o sin motivo. De
acuerdo a esto, estaría viviendo el complejo de Job, quien se sintiese víctima
de Dios, la vida o el destino, sin un motivo aparente. Hay muchas personas que
van por el mundo experimentando esa sensación de ser sujetos que padecen
por culpas ajenas o por causas fortuitas.

Un hijo de Dios santo y recto.


“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y
recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” (Job 1:1)
Este libro nos muestra a un hombre “perfecto” en el sentido bíblico.
Recordamos las palabras de Jesús en el sermón del monte, cuando nos
amonesta “Sed perfectos como mi Padre que está en los cielos es perfecto”
(San Mateo 5:48) Esta perfección se refiere a santidad, es decir esa condición
de vivir apartado para los valores de Dios. En el Antiguo Testamento el hebreo
Kadosch, santo, significa estar separado de lo secular o profano y dedicado al
servicio de Dios. El pueblo de Israel se conocía como santo por ser el pueblo
de Dios, así como Job “apartado del mal”.

La santidad de las criaturas es subjetiva y/o objetiva. Es subjetiva en esencia


por la posesión de la gracia divina y moralmente por la práctica de la virtud; es
objetiva porque ha sido consagrada para ello. Los cristianos somos
consagrados a Dios como sacerdotes del Dios Altísimo, por medio del
bautismo. La santidad de Dios identifica su separación de todo lo malo. Los
seres humanos son santos cuando se apartan del pecado y viven según la
voluntad de Dios. Los cristianos somos santificados o “hechos santos” por
medio del sacrificio de Cristo en la cruz; además vivimos un proceso de
santificación pues hemos sido “llamados a ser santos” (Romanos 1:7)

Un hombre próspero.
“Y le nacieron siete hijos y tres hijas. / Su hacienda era siete mil ovejas, tres
mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos
criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales. / E iban sus
hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar
a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.” (Job 1:2-4)
Los hebreos del Antiguo Testamento, particularmente en el período precedente
al exilio en Babilonia, creían en la “ley de retribución”. Según ésta, “la
bendición de Dios, que hacía vivir y prosperar, estaba condicionada a la
fidelidad del pueblo; la maldición, que llevaba a la miseria, el dolor y la muerte,
era consecuencia de la infidelidad.” En ese contexto religioso vivía el
protagonista del libro de Job, pensamiento que aún hoy muchos cristianos
sostienen.

Esta filosofía fue presentada por los amigos de Job, específicamente Bildad
Suhita, quien la sintetiza aproximadamente en el año 1520 antes de Cristo.
Apelando al argumento tradicional, formula su tesis en relación a estos tres
aspectos: pobreza, enfermedad y sufrimiento; él dice, “Así como el prado no
puede crecer sin agua, secándose primero que toda la hierba, tales son los
caminos de los que se olvidan de Dios”. (Job 8:11-13) Añade Bildad, “Job, tus
hijos pecaron contra Dios, por eso Él los echó en el lugar de su pecado”. (Job
8:4). Zofar, siguiendo la misma línea de pensamiento de Bildad, corrobora con
éste: “… ¡Oh quien diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo…
conocería entonces que Dios te ha castigado menos de lo que iniquidad
merece!” (Job 11:5,6). Concluye Bildad su tesis: “ Si fueres limpio y recto,
ciertamente… hará próspera tu morada…” (Job 8:6). Se puede deducir
fácilmente, que la filosofía de Bildad, aplaudida por Zofar, es esta: La pobreza,
el sufrimiento y la enfermedad, son el resultado de una vida que niega, se
aparta y se olvida de Dios, por cuanto Job no era ni limpio ni recto, su morada
no podía prosperar.

En el Nuevo Testamento los discípulos del Señor conservaban, por ignorancia,


la filosofía de Bildad; hecho que se revela cuando ellos le formulan esta
pregunta a Cristo: “Rabí, ¿Quién peco, éste o sus padres para que haya nacido
ciego?”. A tal aseveración Jesús responde categóricamente: “No es que pecó
éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
(Juan 9:1-3). Dado que muchos predicadores de la iglesia primitiva enfatizaron
la prosperidad en un solo aspecto: Riquezas, dinero y ganancias,
evidentemente fueron censurados por el Espíritu Santo y los apóstoles (Judas
11; Apocalipsis 3:16; 1Timoteo 6:5; 2 Pedro 2:3). El ataque apostólico apuntó
hacia aquellos que convirtieron el Evangelio en un camino de comercio y no en
contra de la prosperidad que es una promesa explícitamente demostrada en
las Escrituras (3 Juan 2)

Un hombre piadoso.
“Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y
los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al
número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y
habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos
los días.” (Job 1:5)

A través de este versículo podemos observar que Job era un hombre piadoso.
Dice la Palabra de Dios que “la gimnasia corporal es de poco provecho; pero la
piedad es útil para todo y tiene promesas para la vida presente y para la
futura.” (1 Timoteo 4:7,8). La sana enseñanza aconseja la práctica de la piedad
o vida devocional como un modo de apurar la venida del Señor (2 Pedro
3:11,12; 1 Timoteo 6:11) Hay un misterio de la piedad, cuyo conocimiento y
práctica lo guarda la Iglesia (1 Timoteo 3:16). Hablando del Padre Nuestro,
Santo Tomás, teólogo del siglo XIII, dice: “Consiste la piedad en un afecto
cariñoso y deferente al propio padre y a cualquier hombre sumido en
desgracia. Por consiguiente, siendo Dios Padre nuestro no sólo debemos
respetarle y temerle, sino además abrigar ese devoto y cariñoso afecto para
con Él”

Dios permite que el Diablo le someta a pérdida de sus bienes.


“Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los
cuales vino también Satanás. /Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes?
Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. /
Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro
como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del
mal? /Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de
balde? / ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al
trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado
sobre la tierra. / Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás
si no blasfema contra ti en tu misma presencia. / Dijo Jehová a Satanás: He
aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él.
Y salió Satanás de delante de Jehová.” (Job 1:6-12)

Robo de bueyes y asnas y asesinato de los criados de Job.


“Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su
hermano el primogénito, / y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando
los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, / y acometieron los sabeos y
los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo
para darte la noticia.” (Job 1:13-15)

Muerte de ovejas y pastores de Job.


“Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del
cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente
escapé yo para darte la noticia.” (Job 1:16)

Acuchillamiento de camellos y criados de Job.


“Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres
escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a
los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia.” (Job
1:17)

Mueren aplastados los hijos de Job.


“Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban
comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; / y un gran
viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual
cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la
noticia.” (Job 1:18-19)

Duelo y fidelidad de Job a Dios.


“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en
tierra y adoró, / y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré
allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. / En todo
esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” (Job 1:20-22)

Dios permite que el Diablo le someta a enfermedad.


“Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de
Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. /
Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y
dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. / Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has
considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón
perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su
integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin
causa? / Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el
hombre tiene dará por su vida. / Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso
y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. /Y Jehová
dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.” (Job 2:1-6)

Job enferma de su piel.


“Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna
maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. / Y tomaba Job
un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.” (Job
2:7,8)
El rubor por vergüenza o el sudor por miedo, son dos ejemplos que ilustran
cómo múltiples respuestas emocionales se ponen de manifiesto a través de la
piel. Mientras que las alteraciones cutáneas, como los angiomas, el vitíligo, los
lunares o las cicatrices deformantes, afectan a la estabilidad emocional del
individuo, determinadas alteraciones psíquicas desencadenadas por el estrés
pueden influir sobre la enfermedad cutánea, tal y como ha dejado de
manifiesto la Sociedad Española de Dermatología y Psiquiatría.

La palabra “estrés” deriva del término inglés "stress", que significa "fatiga", en
especial la fatiga de materiales. Es toda demanda física o psicológica fuera de
lo habitual y bajo presión que se le haga al organismo, provocándole un estado
ansioso. En la mayor parte de los casos, el estrés aparece debido a las grandes
demandas que se le imponen al organismo.

En el caso de las alteraciones dérmicas, cuando se reestablece el equilibrio de


la autoestima y cesa el sentimiento de agravio, éstas desaparecen.

El nombre “Complejo de Job”, creado por el psicoanalista norteamericano Félix


Deutsch, recuerda al patriarca bíblico Job, quien tuvo que soportar como
prueba divina, todo tipo de sufrimientos y plagas, incluyendo ulceraciones de
la piel.

De lo antedicho podemos colegir que el justo Job padeció una dolencia


"psicógena" de la piel. En cierto modo él se sintió agraviado por Dios, sin
comprender el motivo. Ante tanta calamidad vivida, su problema cutáneo fue la
respuesta emocional de su organismo. El estrés provocado por tales
experiencias, probablemente influyó sobre su enfermedad cutánea.
Indudablemente las pérdidas materiales y familiares sufridas por Job
ejercieron tal demanda y presión psicológica fuera de lo habitual que
provocaron un agudo estado ansioso.

Su propia esposa se vuelve contra Job.


“Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y
muérete. / Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has
hablado.” (Job 2:9,10a)

Aceptación de la prueba por Job.


“¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto
no pecó Job con sus labios.” (Job 2:10b)

¿Fue afectada la autoestima de Job con las pruebas a que fue sometido en el
pasaje estudiado? Si aplicamos a la conducta de Job este sencillo “test” de
cuáles son las conductas que nos hablan de una autoestima positiva,
podremos aventurar una respuesta a la interrogante.

Test de Autoestima: (Responda Si o No)


1. Cree firmemente en ciertos valores y principios, está dispuesto a
defenderlos aún cuando encuentre fuerte oposiciones colectivas, y se siente lo
suficientemente seguro/a como para modificar esos valores y principios si
nuevas experiencias indican que estaba equivocado/a.
2. Es capaz de obrar según crea más acertado, confiando en su propio juicio, y
sin sentirse culpable cuando a otros le parece mal lo que haya hecho.
3. No emplea demasiado tiempo preocupándose por lo que haya ocurrido en el
pasado, ni por lo que pueda ocurrir en el futuro.
4. Tiene confianza por su capacidad para resolver sus propios problemas, sin
dejarse acobardar por los fracasos y dificultades que experimente.
5. Se considera y realmente se siente igual, como persona, a cualquier otra
persona aunque reconoce diferencias en talentos específicos, prestigio
profesional o posición económica.
6. Da por supuesto que es una persona interesante y valiosa para otros, por lo
menos para aquellos con quienes se asocia.
7. No se deja manipular por los demás, aunque está dispuesta a colaborar si le
parece apropiado y conveniente.
8. Reconoce y acepta en sí mismo/a una variedad de sentimientos e
inclinaciones tanto positivas como negativas y está dispuesto/a a revelarlas a
otra persona si le parece que vale la pena.
9. Es capaz de disfrutar diversas actividades como trabajar, jugar, descansar,
caminar, estar con amigos, etc.
10. Es sensible a las necesidades de los otros, respeta las normas de
convivencia generalmente aceptadas, reconoce sinceramente que no tiene
derecho a mejorar o divertirse a costa de los demás.

(Si suma las respuestas positivas, obtendrá el resultado en términos


porcentuales)

Si analizamos la conducta de Job, a la luz del test, podemos concluir que su


autoestima jamás se vio infravalorada por las circunstancias. Mas quedaría
una prueba mayor: el juicio de sus amigos, cosa que veremos en otra
oportunidad.

Luego de leer completo el libro de Job, podemos hallar lo siguiente:


1) Conductas positivas de Job:
- No renunció a sus valores y principios espirituales, a pesar de las críticas de
su esposa y amigos.
- Su obrar no era de acuerdo al “qué dirán” sino a sus principios, al concepto
que Él tenía de la Divinidad.
- Se consideraba igual, como persona, a otros y reconocía diferencias en
capacidades, prestigio y posición económica.
- Daba por supuesto que era una persona interesante y valiosa para otros, por
lo menos para sus amigos, aunque ahora ellos le criticaran.
- Reconocía y aceptaba en sí mismo una variedad de sentimientos e
inclinaciones tanto positivas como negativas y estuvo dispuesto a
confidenciarlas.
- Evidentemente Job era una persona sociable, misericordiosa, trabajadora y
de muchos amigos, cosa que disfrutaba.
- Como “justo” del pueblo de Dios, era sensible a las necesidades de los otros,
respetaba las normas de convivencia, respetuoso de su prójimo.

2) Conductas negativas de Job:


- Sí se preocupó y quejó de su suerte, deseando incluso no haber nacido.
- Se dolió mucho ante los fracasos y dificultades que experimentó; en verdad
su fe tambaleó.
- En cierto modo permitió ser manipulado por el juicio de ellos.

En conclusión, pesan mucho más las conductas positivas de Job, de lo cual


podemos concluir que tenía una excelente autoestima, basada en una
indeclinable fe en Jehová. Su fe fue probada y, como humano, tambaleó, no
comprendió el propósito del Señor, pero finalmente, reestablecido el equilibrio
de su autoestima, cesó el sentimiento de agravio y recuperó su salud de modo
integral.

COMPLEJO DE JUDAS
Podemos llevar en el alma dolores muy grandes, aparte de la culpa por el
pecado. Hay heridas, traumas y complejos. Otro complejo del alma es el que la
Psicología llama “complejo de Judas”. ¿Por qué? Porque el que lo sufre
experimenta un ánimo de traición impulsado por cierto resentimiento. El sujeto
no soporta la superioridad, sobretodo moral, de otra persona de mayor valía, se
siente inferior y disminuido por el otro. Adopta conductas de deslealtad y con
su perfidia procura reestablecer inconscientemente su autoestima
quebrantada. ¿Cuál era el resentimiento de Judas? La evidente superioridad
moral y espiritual de su Maestro. La autoestima de Judas necesitaba poner en
un lugar de menor valor a Jesús, para sentirse bien y aprobado. Las treinta
monedas de plata no explican suficientemente la villanía del Iscariote. La
traición del “amigo” va más allá del interés material o económico.
En la lista de los apóstoles figura como el “traidor” (San Mateo 10:4; San
Marcos 3:19; San Lucas 6:16), Judas Iscariote, uno de los Doce, quien vendió a
su Maestro a los enemigos. La traición es una falta que se comete
quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener a alguien o
algo; en Derecho es un delito cometido por civil o militar que atenta contra la
seguridad de la patria. Se llama alta traición a la cometida contra la soberanía
o contra el honor, la seguridad y la independencia del Estado. Matar, entregar o
actuar a traición es hacerlo alevosamente, faltando a la lealtad o confianza.

La traición es una violación de la fidelidad o lealtad que se debe a una persona.


Puede llevarse a cabo por personas que amamos o en las que confiamos como
hermanos, amigos, cónyuges, compañeros de trabajo, etc., pero nunca con
extraños o enemigos. No se traiciona a un enemigo o a alguien desconocido
para nosotros. A mayor amor, confianza o compromiso que se tenga a una
persona más fuerte será el dolor de la traición.

Los apóstoles en su ministerio reconocieron a Judas como un traidor, el que


entregó a su Maestro. “Varones hermanos, convino que se cumpliese la
Escritura, la cual dijo antes el Espíritu Santo por la boca de David, de Judas,
que fue guía de los que prendieron á Jesús” (Hechos 1:16); “Para que tome el
oficio de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por transgresión,
para irse á su lugar.” (Hechos 1:25)

Podríamos nombrar otros traidores en la Biblia:


a) La historia humana se inicia con la traición de Adán y Eva hacia su Creador;
producto de la traición de Lucifer en los cielos.
b) Ya a la segunda generación, la Biblia da cuenta de otra traición, la de Caín
para con su hermano Abel.
c) Dalila, quien traicionó a Sansón, cortándole el cabello para que perdiera sus
fuerzas. La expresión de Sansón al verse traicionado, apoyado a una columna
del templo, fue: “Aquí morirá Sansón con todos los filisteos.” Sacudió la
columna y el templo se desplomó.
d) El Rey David escribe acerca de la traición de un amigo cercano con quien
incluso había compartido el pan: “hasta mi amigo cercano, en quien yo
confiaba, a quien compartí mi pan, ha levantado su talón en contra mía” (Salmo
41:9)

Cuenta el Evangelio que Judas Iscariote un día se contactó con los enemigos
de Jesús, que deseaban apresarlo para juzgarlo e inhabilitarlo como maestro
espiritual de Israel, y lo vendió por dinero. “Entonces uno de los doce, que se
llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, /y les dijo: ¿Qué me
queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de
plata. /Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.” (San Mateo
26:14-16) ¿Cómo devino la historia de Judas Iscariote hasta ese momento? Es
el proceso de degradación que vivió este discípulo hasta llegar a cometer la
más alta traición: vender a su Maestro.

A continuación vamos a examinar el camino de Judas, que es el camino de la


envidia, la avaricia, la traición y la perdición; es un camino de infidelidad,
huella que jamás debe pisar un discípulo. Para la elaboración de esta última
parte de la enseñanza hemos utilizado profusamente un interesante estudio del
hermano Fredy Monterroza.

Judas es atraído por la personalidad carismática de Jesucristo.


El Señor Jesucristo no solamente le ofreció a Judas una vida mejor, sino el
privilegio de ser parte de un grupo de ministros para predicar la salvación a los
que como él estaban perdidos. Mas Judas Iscariote jamás se convirtió, nunca
aceptó el regalo de la vida, pues los ideales de Jesús no eran compatibles con
los suyos. El Maestro le ofreció un Reino que no es de este mundo, Reino que
en la Persona de Jesús se acercó a nosotros. (San Marcos 1:15). Jesucristo es
un Rey que gobierna un reino espiritual; Él es Dios fuerte, Padre eterno,
Príncipe de paz (Isaías 9:6). Su reino que resplandece en medio de las tinieblas
(Isaías 9:2; San Juan 3:16-21). Lamentablemente Judas, como muchos seres
humanos, no aceptó ese Reino ni a su Rey.

Judas sigue al Maestro atraído por su fama.


Podemos pensar que al principio estaba entusiasmado por los prodigios y
milagros que hacia Jesús y por que mucha gente lo quería hacer rey: “Pero
entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió
a retirarse al monte él solo.” (San Juan 6:15).

Judas tiene dudas frente al tipo de Reino que ofrece Jesús.


Judas tenía ideas mundanas. El rechazo de Jesús al ofrecimiento del poder y la
gloria, le pudo sorprender al discípulo y pronto se produjeron dudas en su
corazón, resistiéndose a abandonar sus anhelos de verse como uno de los
principales del nuevo rey de Israel.

El estilo de vida que Jesús y sus discípulos llevaban era sacrificado e


itinerante. El Maestro se trasladaba con sus discípulos por ciudades y aldeas
predicando el mensaje del Reino de Dios. Muchas veces no tenían donde
recostar la cabeza, otras veces no tenía lo necesario para comer, y por
supuesto; había ausencia de todo tipo de lujos.
Para Judas, Jesús no parecía un hábil líder ni político. No se ganaba la
simpatía de los poderosos, sino que los confrontaba con sus pecados,
convirtiéndolos así en sus enemigos. Hombres con influencia, que podrían
haberle ayudado, como Nicodemo, permanecieron ocultos cuando se desató la
persecución contra él.

Judas comienza a rechazar la santidad y principios del Maestro.


No resistimos la santidad cuando vivimos en pecado. Una persona mediocre
experimenta un tremendo rechazo ante alguien santo, le repugna y puede
llegar a odiarle. Jesús ama a Judas, pero ese amor resulta en rechazo por
parte de Judas. Su mala conducta no se convierte en contacto con la santidad
de Jesús, sino que le rechaza con un espíritu negativo. Luego viene la crítica
amarga y la reacción entre los demás discípulos, podemos ver caras largas y
desánimo, lo que abre más la grieta de su corazón para cuando llegue la
tentación y poder entregar al amigo y Maestro. “A la verdad el Hijo del Hombre
va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es
entregado! / Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería
el que había de hacer esto.” (San Lucas 22:22,23)

Judas es ladrón.
Como administrador de las finanzas del ministerio de Jesús, Judas sustraía
dinero. Los apóstoles no entendieron cuando el Maestro le dijo a Judas que
hiciera cuanto antes lo que tenia que hacer. Creyeron que se refería a alguna
compra para la fiesta o que fuese a ayudar a los pobres, mas Jesús se refería a
la traición de Judas (San Juan 12:3-6; San Mateo 26:21,23-24)

Judas es avaro.
Lo retrata de cuerpo entero su reacción ante la unción de Jesús: “Seis días
antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había
estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. / Y le hicieron allí
una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la
mesa con él. / Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de
mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la
casa se llenó del olor del perfume. / Y dijo uno de sus discípulos, Judas
Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: / ¿Por qué no fue este
perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? / Pero dijo esto,
no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa,
sustraía de lo que se echaba en ella. / Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día
de mi sepultura ha guardado esto. / Porque a los pobres siempre los tendréis
con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.” (San Juan 12:3-8)
Con esta crítica Judas no sólo es miserable, sino que la misma alcanza a
Jesús quien lo exhorta en público con fortaleza y serenidad. La critica Judas
muestra su gran amargura de corazón, lo cual no es un deseo de justicia y
caridad hacia los pobres, sino de la rebeldía interior ante la evidencia de que
seguir al Maestro requiere abandonar las cosas mundanas, la avaricia, las
ambiciones y el poder terrenal.

En la entrada de la Pascua vemos a Jesús siendo amado por todos los suyos,
pero en todo este ambiente amoroso se encuentra un traidor, que ya se ha
puesto de acuerdo con los enemigos del Reino de Dios para entregarle.

Judas se vuelve apóstata.


Apostasía es abandonar públicamente las creencias religiosas o políticas;
volverse atrás, recaer (Hechos 21:21; Jeremías 31:30-34; Hebreos 3:12).
Apostasía es la fe que se abandona; indica la posición de la cual se puede
caer, una profesión de fé que se abandona de manera deliberada. No se trata
de un cristiano que caiga en pecado, sino de aquél que vuelve atrás, que
profesa la fe exteriormente pero que no ha experimentado la conversión
genuina. Las Escrituras no ofrecen ninguna esperanza para una persona en ese
estado.

Judas vende a su Maestro a los sacerdotes.


Probablemente la esperanza de un reino material indujo a Judas sustraer de la
bolsa el dinero. La idea de un rey terrenal le conduce a traicionar la fidelidad.
El designio divino es transparente en este caso. Judas fue a los principales
sacerdotes para entregar a Jesús. Los sacerdotes se alegraron por la noticia y
le ofrecieron dinero. La cantidad era treinta monedas de plata, profetizadas por
la Escritura (Zacarías 11:12). Treinta monedas de plata era el precio por un
cordero pascual y por otro lado también era el precio por la muerte de un
esclavo causada por un animal de labranza.

“Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fué á los príncipes
de los sacerdotes” (San Mateo 26:14; San Marcos 14:10)

Satanás entra en Judas.


Satanás entra en la vida de una persona sólo cuando se le permite entrar.
Puede tentar como lo hizo con Jesús, y lo puede hacer con todos, pero para
entrar necesita una puerta abierta. Satanás es rebelde pero inteligente,
conoce las debilidades de los hombres y las pone a prueba. Odia a Dios y sabe
que la mayor victoria que puede obtener es destruir al hombre que posee la
imagen de Dios mismo. Judas se convierte en instrumento de Satanás para
llevar a cabo el arresto de Jesús y su crucifixión. “Y entró Satanás en Judas,
por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce” (San Lucas
22:3); “Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de
Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase” (San Juan 13:2)

El Diablo conoce la debilidad de Judas, sabe las malas intenciones de Judas,


su deseo de poder y ambición económica. A lo largo de los tres años ha
observado sus malas intenciones y resentimiento por no aceptar lo que Jesús
está haciendo. Judas no entiende el amor tan grande de Jesús, que lo ha
conducido a muchos lugares para predicar del gran amor y misericordia Divina
hacia los quebrantados de espíritu, tampoco entiende su reacción contra los
religiosos fariseos. Esta acción de amor y paciencia llena a Judas de odio.

Jesús sabía perfectamente quien era Judas, conocía sui corazón como el de
cada discípulo. Es así que en una ocasión insinúa: “Jesús les respondió: ¿No os
he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? /Hablaba de
Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era
uno de los doce.” (San Juan 6:70,71)

Por lo demás, Jesús anuncia la traición de Judas: “Habiendo dicho Jesús esto,
se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno
de vosotros me va a entregar. /Entonces los discípulos se miraban unos a
otros, dudando de quién hablaba. / uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba,
estaba recostado al lado de Jesús. /A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para
que preguntase quién era aquel de quien hablaba. /El entonces, recostado
cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? /Respondió Jesús: A quien
yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote
hijo de Simón. /Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le
dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. /Pero ninguno de los que estaban a
la mesa entendió por qué le dijo esto. /Porque algunos pensaban, puesto que
Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la
fiesta; o que diese algo a los pobres. /Cuando él, pues, hubo tomado el bocado,
luego salió; y era ya de noche.” (San Juan 13:21-30) “Entonces respondiendo
Judas, que le entregaba, dijo. ¿Soy yo, Maestro? Dícele: Tú lo has dicho.” (San
Mateo 26:25)

Judas entrega a su Maestro en la oscuridad.


Judas le entrega de noche y le da un beso como señal para sus perseguidores.
“Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él mucha gente
con espadas y con palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los
ancianos del pueblo.” (San Mateo 26:47; San Marcos 14:43; San Lucas 22:47;
San Juan 18:2-5) El beso de Judas. “Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con beso
entregas al Hijo del hombre?” (San Lucas 22:48)
Judas no soporta su culpa y se suicida.
Judas siente cargo de conciencia por haber entregado a su Maestro y ser un
traidor. “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado,
volvió arrepentido las treinta piezas de plata á los príncipes de los sacerdotes
y á los ancianos” (San Mateo 27:3-5)

Judas se pierde eternamente.


¿Se salvó Judas Iscariote? De acuerdo a los conceptos y preceptos bíblicos, no
se salvó (Romanos 10:9-10; San Juan 17:12; San Mateo 3:7-10). Sin un
verdadero arrepentimiento no podemos ser salvos. Judas no se arrepintió
porque no cambio de actitud, arrepentirse es cambiar de actitud.

Finalmente cabría preguntarnos: ¿Tengo el “complejo de Judas” o lo he sufrido


alguna vez con un amigo, profesor, compañero de trabajo, pastor u otra
autoridad? ¿Me siento o he sentido disminuido frente a otras personas, lo cual
ha provocado en mí envidia, rechazo u odio? ¿Se ha incubado en mí alguna vez
la infidelidad hacia aquellas personas que me amaban? ¿He traicionado la
buena fe o confianza de otros? ¿Siento que esta Iglesia, mi familia o mi trabajo
no cumplen mis expectativas? ¿Cuál es mi motivación para seguir a
Jesucristo? ¿Me siento atraído al Señor por Él mismo o por sus líderes, por su
personalidad carismática o porque amo a Jesucristo? ¿Sigo a Jesucristo por lo
que Él me ofrece materialmente o por el legado espiritual? ¿Cuál es el Reino
que quiero para mí? ¿Me siento atraído por la santidad y principios de
Jesucristo, o me atraen más las cosas de este mundo? Ladrón no es solamente
quien sustrae una cosa a otro, también es aquél que aprovecha las bendiciones
del Reino sin dar nada por el Reino. En este sentido ¿soy un ladrón? ¿Soy una
persona generosa con el prójimo y con la obra de Dios o más bien soy un
avaro? ¿He apostatado alguna vez de la fe? ¿Estoy cuidándome de no seguir el
camino de la apostasía? Vender al Maestro es traicionar la lealtad que
debemos a Cristo; ¿qué tan leal soy al Señor? Cuidemos, hermanos, que
Satanás no entre en nosotros por medio de la deslealtad, la avaricia y la falta
de fe. Cuidemos el don más precioso que hemos recibido del Creador: nuestra
alma, salvada por la sangre de Jesús.

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