Dolor Salvífico
Dolor Salvífico
Dolor Salvífico
EL DOLOR SALVÍFICO
Acompañando
a nuestros enfermos y ancianos
con la reflexión y la plegaria
ISBN 978-987-9438-12-1
CONTENIDOS...........................................................................................5
“LA CRUZ TIENE ALAS”........................................................................7
1. BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS......................11
2. ORACIÓN PARA CUANDO ME TOQUE SUFRIR......................17
3. CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS EN LAS
ENFERMEDADES...........................................................................19
4. A UN ENFERMO.............................................................................23
5. QUIEN AMA A JESUCRISTO SUFRE CON GUSTO LOS
PADECIMIENTOS DE LA VIDA...................................................25
6. UN CONSEJO A SANTO DOMINGO SAVIO, ENFERMO..........35
7. CARTA DE UN ENFERMO............................................................41
8. TEXTOS DE JUAN PABLO II A LOS ENFERMOS.....................43
9. A LOS ENFERMOS.........................................................................53
10. ORACIÓN DE CONFIANZA DE UN ALMA ATRIBULADA.....57
11. EL SACRAMENTO DE LOS ENFERMOS....................................59
12. TEXTOS SOBRE EL SUFRIMIENTO............................................67
13. PLEGARIA DE UN ENFERMO......................................................69
14. LA BARCA DE LA VIDA...............................................................73
15. PENSAMIENTOS............................................................................75
16. SABER SUFRIR...............................................................................77
17. A LOS ANCIANOS..........................................................................79
18. EL ENFERMO JUNTO A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,
HOMBRE DE DOLORES Y SUFRIMIENTOS..............................83
19. ORACIÓN AL CRISTO DOLIENTE..............................................91
20. ANTE EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE..............................93
21. LA SANTA SÍNDONE: TESTIMONIO DE LA PASIÓN..............97
22. VÍA CRUCIS..................................................................................103
23. ORACIÓN AL CORAZÓN TRASPASADO DE JESÚS..............109
24. ORACIÓN DE UNIÓN CON EL CORAZÓN DE JESÚS............111
25. ORACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS.........................................113
26. NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS......................115
27. LETANÍAS A LA SANGRE DE CRISTO....................................117
28. ORACIÓN A LA SANGRE DE CRISTO......................................119
29. LOS ENFERMOS JUNTO A LA VIRGEN...................................121
30. EL SANTO ROSARIO...................................................................125
31. LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA......................129
32. EL ENFERMO JUNTO A SAN JOSÉ...........................................135
33. DEVOCIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL................................141
ÍNDICE...................................................................................................173
“La cruz tiene alas”
Un día, con un gesto de cortesía, dibujó una cruz para una hermana
de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará que lo
visitaba, y se la dio con la expresa indicación de que “debía
compartirla con las otras hermanas”. ¿El secreto? El de todos los
santos: el amor de Dios. Pocos meses antes de morir, el 18 de
octubre, día de San Lucas, pidió a su papá que le hiciese una
canción a “Saint Luke John” (es decir, a él, ya considerado como
santo); su papá le dijo: “Vas a perder tu humildad”; pero él le
replicó: “Papá, ¿acaso los santos no son aquellos que aman
mucho a Dios? Bueno, yo lo amo mucho”. Él mismo un día,
mientras estaba en Misa, se quedó mirando el crucifijo, y le dijo a
su mamá: Mamá, ¿ves? La Cruz... tiene alas para llevarme al
Cielo.
¿No tendrá alas también para nosotros?
El Autor
9
1
Bienaventurados los misericordiosos
12
EL DOLOR SALVÍFICO
13
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
15
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
1
Cf. P. Treviño, Hacia la Vida Eterna (Buenos Aires 1976) 275-276.
17
coronación de espinas,
crucifixión.
Beberé, Señor, este amargo cáliz
para recobrar la salud de mi alma;
lo beberé sin temblar, porque para animarme
lo has bebido Tú primero.
Beberé este cáliz
hasta que pase toda la amargura de este mundo
y llegue a la otra vida
en la que no habrá más maldad ni dolor.
Amén.
18
3
Conformidad con la voluntad de Dios en
las enfermedades
San Alfonso María de Ligorio 2
2
Del libro de San Alfonso: “Conformidad con la voluntad de Dios” (quinta
meditación, punto 3º). El Santo explica aquí, con un refinado equilibrio, cuál ha
de ser la actitud serena y sopesada del enfermo en medio de sus padecimientos.
19
Es servir a Cristo
Personas hay que se forjan la ilusión de desear la salud, no para
evitar el sufrimiento, dicen, sino para servir mejor al Señor, para
observar con más perfección la regla, para servir a la comunidad,
para ir a la iglesia y comulgar, para hacer penitencia y emplearse
en los ministerios de la salvación de las almas, confesando y
predicando. Pero dime, ¿por qué deseas hacer estas cosas? ¿Para
dar gusto a Dios? ¿Por qué andar buscando complacerle, cuando
estás seguro de que es de su agrado que no reces como antes, ni
comulgues, ni hagas penitencia, ni estudies ni prediques, sino que
con paciencia estés tranquilo en tu lecho soportando los dolores
que te aquejan? Une entonces tus dolores a los de Jesús.
Pero lo que me desagrada, dice otro, es que estando enfermo
soy carga para la comunidad y doy pesadumbre a la casa. Pero si tú
te resignaras a la voluntad de Dios, debes creer que tus superiores
harán lo mismo, viendo que no por mala voluntad, sino por
voluntad de Dios eres gravoso a la casa. Pero ¡ah!, que estas quejas
y lamentos no nacen ordinariamente de amor a Dios, sino del amor
propio, que va buscando pretextos para sustraerse a la Voluntad del
Señor. Si de veras queremos complacerle, cuando nos veamos
clavados en el lecho del dolor, digámosle estas solas palabras:
“Hágase tu Voluntad”, y repitámoslas hasta mil veces, repitámoslas
siempre, que con ellas daremos más gusto a Dios que con todas las
mortificaciones que podamos hacer. No hallaremos mejor manera
de servirle que abrazándonos alegremente con su adorable
Voluntad.
¿Padecer es servir?
San Juan de Ávila, escribiendo a un sacerdote enfermo, le dice:
“No consideres, amigo, lo que harías estando sano, sino cuánto
agradarás al Señor con contentarte de estar enfermo. Y si buscas,
como creo que buscas, la Voluntad de Dios puramente, ¿qué más te
da estar enfermo que sano, pues que su Voluntad es todo nuestro
bien?”. Y tanto es así, que Dios es menos glorificado por nuestras
obras que por nuestra aceptación a su santa Voluntad. Por eso decía
20
EL DOLOR SALVÍFICO
21
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
3
Oraciones siglo XX.
23
6. Jamás resolverás bien el problema del dolor si lo planteas
mal. Jamás plantearás bien el problema del dolor si prescindes de
estos dos factores: amor de Dios al hombre y libertad humana.
7. Jamás comprenderás cabalmente el amor que Dios te profesa,
porque tú eres un misterio viviente de ese amor. La fe y sólo la fe
puede, en parte, descorrer ese velo.
8. Jamás entenderás nada de lo humano, si olvidas que Cristo
crucificado y resucitado, es la única solución de todos los
problemas que se le presentan al hombre.
9. Ten presente que la felicidad no es algo que cae del cielo,
como la lluvia. No es algo que surge de una fuente, fuera de
nosotros mismos. Llevamos la felicidad en nosotros, al igual que
un germen puesto por Dios y del cual somos responsables. La
felicidad estriba en la paz interior.
10. La paz interior es la floración de la buena conciencia.
Medita.
24
5
Quien ama a Jesucristo sufre con gusto
los padecimientos de la vida
4
San Alfonso María de Ligorio
4
A continuación quiero transcribir algunas de las páginas más hermosas que
se han escrito sobre el sentido del sufrimiento y sobre el modo cristiano de
asumirlo. Se trata del capítulo quinto de la obra de San Alfonso María de Ligorio
“Práctica del amor a Jesucristo”. El Santo escribió este tratado en medio de
grandes dolores, pues a comienzos del año 1768 la enfermedad de la artritis que le
venía martirizando desde hacía tiempo, se estableció en las vértebras del cuello,
doblándole de tal manera la cabeza que el hueso de la barbilla se le quedó clavado
en el pecho, abriéndole una llaga profunda y dolorosa. Tenía 78 años. En medio
de sus padecimientos escribió estas páginas que son fruto de su amor y de su
experiencia dolorosa.
25
En el gran día de las cuentas, cuando se ha de someter a juicio
el negocio de nuestra salvación, menester será, para obtener la
sentencia feliz de los predestinados que nuestra vida se halle en un
todo conforme con la vida de Jesucristo. Porque todos aquellos
que Dios desde toda la eternidad escogió para su gloria,
determinó que fuesen conformes a la imagen de su unigénito Hijo
(Rom 8,29). Que éste fue el intento que el Verbo eterno se propuso
al venir al mundo: darnos ejemplo con su vida y enseñarnos a
llevar con paciencia las cruces que Dios nos manda. Cristo padeció
por vosotros —escribe San Pedro— dejándoos ejemplo, para que
sigamos sus huellas (1P 2,21). Para esforzarnos al combate quiso
Él padecer; y ¡oh cielos! ¿quién no sabe que la vida de Cristo fue
vida de ignominias y de penas? Llámale Isaías: El despreciado,
varón de dolores
(Is 53,3). Y en efecto, los días de Jesús no fueron otra cosa más
que un tejido de trabajos y amarguras.
Pues bien, así como Dios ha tratado de esta suerte a su amado
Hijo, de la misma manera tratará al alma que Él
ama, y admite por hija suya. El Señor —dice San Pablo— a quien
ama, castiga, y azota a todo aquel que recibe por hijo
(Hb 12,6). Que por eso dijo un día a Santa Teresa: “Cree, hija, que
a quien mi Padre más ama, da mayores cruces”. Y, por lo mismo,
la Santa, cuando se veía tan apretada de tantos sufrimientos, decía
que no los cambiaría ni por todos los tesoros del mundo.
Apareciéndose después de su muerte a una de sus religiosas, le
reveló que gozaba en el Cielo de gran gloria, fruto, no tanto de sus
buenas obras, cuanto de los padecimientos que en vida sufrió con
serenidad de ánimo por amor de Dios; y si algún deseo pudiera
tener de tornar al mundo, el único sería el poder sufrir alguna cosa
por Dios.
Quien padece amando a Dios, dobla la ganancia para el Cielo.
Era sentencia de San Vicente de Paúl que el no penar en esta tierra
debe reputarse como grande desgracia. Y añadía que una
congregación o persona que no padece y es de todo el mundo
aplaudida y celebrada, está ya al borde del precipicio. Por esto el
26
EL DOLOR SALVÍFICO
día que San Francisco de Asís lo pasaba sin algún sufrimiento por
Cristo, temía que Dios le hubiera dejado de su mano. Cuando el
Señor concede a alguno la merced de padecer por Él, le da mayor
gracia, en sentir de San Juan Crisóstomo, que si le concediera el
poder de resucitar a los muertos; porque en esto de obrar milagros,
el hombre se hace deudor de Dios; pero en el padecer, se hace Dios
deudor del hombre. Y además, añade, que el que pasa algún
sufrimiento por Cristo, aunque otro favor no recibiera, que el de
padecer por Dios, a quien ama, eso sería para ella la más hermosa
recompensa. Y concluye que en mayor estima tenía la gracia hecha
a San Pablo de ser encarcelado por Jesucristo, que la de haber sido
arrebatado al tercer cielo.
La paciencia perfecciona las obras (St 1,4); que es como si
dijera que no hay cosa que más agrade a Dios que el contemplar a
un alma que con paciencia e igualdad de ánimo lleva cuantas
cruces le manda; que esto es obra del amor: hacerse el amante una
misma cosa con el amado. “Todas las llagas del Redentor —decía
San Francisco de Sales— son como bocas que están abiertas para
enseñarnos cómo hemos de padecer trabajos por Él. Padecer con
constancia con Cristo, ésta es la ciencia de los santos y atajo seguro
por donde pronto llegaremos a la santidad”. Quien ama a Jesucristo
desea ser como Él: pobre, despreciado y humillado. Vio San Juan a
los bienaventurados vestidos todos con blancas vestiduras y con
palmas en las manos (Ap 7,9). La palma es emblema del martirio;
mas no habiendo padecido martirio todos los santos, ¿cómo es que
todos llevan palmas en las manos? Da la respuesta San Gregorio,
diciendo que todos los santos han sido mártires, o a manos del
verdugo o sufridos por la paciencia; de suerte —añade el Santo—
que “nosotros sin hierro podemos ser mártires, con tal que nuestra
alma con brío varonil se ejercite en la paciencia”.
En el amar y sufrir consiste el merecimiento de un alma que
ama a Jesucristo; esto precisamente fue lo que el Señor dijo a Santa
Teresa: “¿Piensas, hija, que está el merecer en el gozar? No está
sino en obrar, y en padecer y en amar... Y ves mi vida toda llena de
padecer... Cree, hija, que a quien mi Padre más ama, da mayores
27
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
29
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
conocida que no hay paz para el que lleva una vida desordenada; y
sólo gozará cumplido gozo aquel que vive unido con Dios y
sometido a su santa voluntad. Asistía cierto día un misionero de las
Indias a un hombre condenado a muerte. Hallábase ya éste en el es-
trado de la ejecución, cuando llamó al padre y le dijo: “Sabed,
Padre, que yo fui de vuestra Orden; mientras observé con fidelidad
las Reglas, llevé una vida sin mezcla de amargura; pero cuando
comencé a relajarme, en el mismo momento sentí pena y
sufrimiento en todo, de tal manera que abandonando la vida
religiosa, me entregué a mis desenfrenadas pasiones, que me han
arrastrado a este final desventurado en que me veis. Os digo esto
—añadió— para que mi ejemplo sirva a otros de escarmiento”. El
Venerable Padre Luís de la Puente decía: “si quieres vivir en
perpetua y tranquila paz, toma lo dulce de esta vida por amargo, y
lo amargo por dulce”. Así es en verdad; porque las dulzuras,
aunque suaves al paladar, dejan tras sí amarguras y remordimiento
de la conciencia por la complacencia desordenada que en ellas se
tiene; mientras que los trabajos aceptados de la mano de Dios con
resignación, se tornan dulces, y los ama el alma que está
enamorada de Él.
Persuadámonos, pues, que en este valle de lágrimas no es
posible que goce verdadera paz de corazón sino el que sobrelleva
los padecimientos y se abraza gustoso a ellos por agradar a Dios;
que tal es la herencia y estado de corrupción, que nos legó el
pecado original. La condición de los justos sobre la tierra es
padecer amando; mientras que la de los santos en el paraíso es
gozar amando. Cierto día, el Padre Séñeri el joven, aconsejó a una
de sus penitentes, para animarla a padecer, que a los pies del
Crucifijo escribiese estas palabras: Así se ama. No es tanto el
padecer, cuanto la voluntad de padecer por amor de Cristo, lo que
constituye la señal más cierta de que un alma ama al Señor. “Y
¿qué más ganancia —decía Santa Teresa— que tener algún
testimonio de que agradamos a Dios?”. Pero ¡ay!, que la mayor
parte de los hombres desfallecen con sólo oír el nombre de cruz, de
humillación y dolores; sin embargo, todavía hay almas que ponen
todas sus delicias en padecer, y andan como inconsolables cuando
EL DOLOR SALVÍFICO
31
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
33
6
Un consejo a santo Domingo Savio,
enfermo
San Juan Bosco 5
36
EL DOLOR SALVÍFICO
37
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
39
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
7
Carta de un enfermo
De una carta de Luigi Rocci (11 de febrero de 1974) 6
6
El autor tiene introducido el proceso de canonización.
41
8
Textos de Juan Pablo II a los enfermos
Jubileo de los enfermos 7
Al hacerse hombre, el Hijo de Dios ha venido a visitar a cada
una de las personas y se ha convertido para cada una de ellas en “la
Puerta”: Puerta de la vida, Puerta de la salvación. Si el hombre
quiere encontrar la salvación, debe entrar a través de esta Puerta.
Cada uno está invitado a cruzar este umbral.
Hoy estáis invitados a cruzarlo especialmente vosotros,
queridos enfermos y personas que sufrís...
Amadísimos hermanos y hermanas, algunos de vosotros estáis
inmovilizados desde hace años en un lecho de dolor: pido a Dios
que este encuentro constituya para vosotros un extraordinario
alivio físico y espiritual. Deseo que esta conmovedora celebración
ofrezca a todos, sanos y enfermos, la oportunidad de meditar en el
valor salvífico del sufrimiento.
El dolor y la enfermedad forman parte del misterio del hombre
en la tierra. Ciertamente, es justo luchar contra la enfermedad,
porque la salud es un don de Dios. Pero es importante también
saber leer el designio de Dios cuando el sufrimiento llama a
nuestra puerta. La “clave” de dicha lectura es la cruz de Cristo. El
Verbo Encarnado acogió nuestra debilidad, asumiéndola sobre sí
en el misterio de la cruz. Desde entonces, el sufrimiento tiene una
posibilidad de sentido, que lo hace singularmente valioso. Desde
hace dos mil años, desde el día de la pasión, la cruz brilla como
suprema manifestación del amor que Dios siente por nosotros.
Quien sabe acogerla en su vida, experimenta cómo el dolor,
iluminado por la fe, se transforma en fuente de esperanza y
salvación.
Ojalá que Cristo sea la Puerta para vosotros, queridos enfermos
llamados en este momento a llevar una cruz más pesada. Que
7
11 de Febrero de 2000.
43
Cristo sea también la Puerta para vosotros, queridos acompañantes,
que los cuidáis. Como el buen samaritano, todo creyente debe dar
amor a quien sufre. No está permitido “pasar de largo” ante quien
está probado por la enfermedad. Por el contrario, hay que
detenerse, inclinarse sobre su enfermedad y compartirla
generosamente, aliviando su peso y sus dificultades.
Santiago escribe: ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame
a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con
óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al
enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados (St 5,14-15). Dentro de poco
reviviremos de modo singular esta exhortación del Apóstol, cuando
algunos de vosotros, queridos enfermos, recibáis el sacramento de
la unción de los enfermos. Él, devolviendo el vigor espiritual y
físico, pone muy bien de relieve que Cristo es para la persona que
sufre la Puerta que conduce a la vida...
...La Iglesia entra en el nuevo milenio estrechando en su
corazón el evangelio del sufrimiento, que es anuncio de redención
y salvación. Hermanos y hermanas enfermos, sois testigos
singulares de este Evangelio. El tercer milenio espera este
testimonio de los cristianos que sufren...
Que se incline sobre cada uno de vosotros la Virgen
Inmaculada, que nos visitó en Lourdes, como hoy recordamos con
alegría y gratitud. En la gruta de Massabielle confió a santa
Bernardita un mensaje que lleva al corazón del Evangelio: a la
conversión y a la penitencia, a la oración y al abandono confiado
en las manos de Dios. Con María, la Virgen de la Visitación,
elevamos también nosotros al Señor el “Magníficat”, que es el
canto de la esperanza de todos los pobres, los enfermos y los que
sufren en el mundo, que exultan de alegría porque saben que Dios
está junto a ellos como Salvador.
Jornada mundial del enfermo realizada en Loreto 8
8
11 de Febrero de 1998.
44
EL DOLOR SALVÍFICO
45
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
47
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
49
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
51
9
A los enfermos
P. Marcos Pizzariello 10
Quisiera ahora llegar, por medio de estas líneas, a todos los que
están sufriendo de alguna manera, para decirles que la única
solución a su problema, es la fe vivida intensamente, con todas sus
vibrantes y vivificantes consecuencias.
No es fácil saber sufrir cuando se tiene una fe lánguida; es
imposible cuando se cree que los límites de la vida terminan
definitivamente en la tumba. Sólo cuando se tiene una perspectiva
de eternidad, sólo cuando se enfocan todas las vicisitudes de la
existencia con una visión sobrenatural, el misterio del dolor
humano tiene sentido.
Deseo estar al lado del enfermo recientemente operado; junto al
que está angustiado y experimenta la sensación de que le falta
oxígeno para respirar; quiero hablarle en voz baja y quedamente al
que ya se ha declarado derrotado frente a las contrariedades. A
todos ellos, que ahora pueden estar leyendo estas líneas o
escuchándolas por boca de un familiar o amigo, quisiera decirles,
que nosotros no tenemos en esta tierra ciudad permanente, que
vivimos en tiendas de campaña, que somos futuro, que esta vida no
es verdadera, sino la otra. Quisiera decirles, sí, decirles todo esto...
Pero ¿qué repercusión pueden tener estas palabras en un alma sin
fe y sin esperanza. Por estas almas hemos de elevar nuestra súplica
al Altísimo, para que las fecunde con el don sobrenatural de la fe.
No dudo que muchos de mis lectores tienen fe, y no pocos de
ellos necesitan una palabra de aliento en los momentos difíciles en
que se encuentran. Para ellos quiero transmitirles la siguiente
exhortación de autor desconocido y que dice:
10
Mensajes Espirituales (Lumen 1989) 55-57.
53
Cuando todo se oscurece,
cuando el camino es difícil,
cuando la tristeza llama,
cuando la vida es pesada,
porque su carga la aplasta,
cuando la salud es pobre
porque Él permitió que fallara,
cuando al doblar un sendero
sólo las penas aguardan,
cuando las lágrimas corren
porque de adentro las mandan,
cuando todo se derrumba
porque las bases son malas,
cuando nos creemos solos
porque nadie nos ampara,
tomemos un Crucifijo,
y en él puesta la mirada,
contémosle nuestras penas,
que por ser nuestras se agrandan,
y hablemos de sufrimientos,
a Quien sufrió más que nadie,
y ofrezcamos nuestras lágrimas,
a Quien lloró de sangre;
y Quien jamás nos faltará,
aunque creímos su falta,
nos consolará diciendo:
“Desde aquí yo te acompaño,
eres mi hermano por hombre,
pues hijo eres de mi Padre...
Y esta Cruz yo la he elegido
por amarte más que nadie.
Carga la tuya y me sigues
54
EL DOLOR SALVÍFICO
55
10
Oración de confianza de un alma
atribulada
Santa Faustina Kowalska 11
11
En el año 1933, durante una hora de adoración, Dios le reveló a Sor
Faustina todo lo que ella tendría que sufrir: falsas acusaciones, la pérdida del buen
nombre, y muchos tormentos. Cuando la visión terminó, un sudor frío bañó su
frente. Jesús le hizo saber que aun cuando ella no quisiese recibir estos sacrificios,
igualmente se salvaría y Él no disminuiría sus gracias y seguiría manteniendo una
relación íntima con ella: la generosidad de Dios no disminuiría para nada.
Consciente que todo el misterio dependía de su conformidad voluntaria, consintió
libremente al sacrificio en completo uso de sus facultades. Luego escribió lo
siguiente en su diario: “De repente, cuando había consentido hacer el sacrificio
con todo mi corazón y todo mi entendimiento; la presencia de Dios me cubrió, me
parecía que me moría de amor a la vista de su mirada”. Faustina fue canonizada el
30 de abril del año 2000. De ella es esta hermosa oración.
57
Y así pasa día tras día,
y el alma se hunde en un mar de amargura,
y el corazón se diluye en lágrimas,
¡Oh, Jesús crucificado, Tú me iluminas como la aurora!
Y cuando el cáliz de amargura ya rebosa,
y todo conspira contra el alma,
y ella vive momentos de Getsemaní,
¡Oh, Jesús crucificado, en Ti tengo mi defensa!
Cuando el alma consciente de su inocencia
acepta de Dios estas pruebas,
entonces el corazón es capaz de compensar
las molestias con el amor,
¡Oh, Jesús crucificado, cambia mi debilidad
en omnipotencia!
58
11
El sacramento de los enfermos
Catecismo de la Iglesia Católica 12
60
EL DOLOR SALVÍFICO
61
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
63
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
65
12
Textos sobre el sufrimiento
San Pio de Pietralcina 13
13
Tomo estos textos del libro de Melchor de Pobladura, En la Escuela
Espiritual del Padre P’io de Pietrelcina (León 1983).
67
“Ten la certeza de que, mientras duren las pruebas, el Señor te
ama con predilección y habita en el centro de tu espíritu”.
“No temas: después de haber sido traspasada con Jesús y puesta
en el sepulcro de Jesús, verás la luz indefectible, y del Calvario
pasarás al Tabor eterno”.
“No desees bajar de esta cruz, ¡oh mi querida hija! Esta vida es
breve; las recompensas que nos esperan en el ejercicio de la cruz
son eternas”.
“¡Ah! no desees bajar de esta cruz, porque sería el descenso del
alma a la llanura donde Satanás nos tiende las asechanzas”.
68
13
Plegaria de un enfermo
P. Marcos Pizzariello 14
14
Mi palabra es oración (Buenos Aires 1989) 28-31.
69
Y ahora, Señor, esta cruz
de mi enfermedad, la he de llevar
junto a Ti, con serenidad, con paz,
con paciencia si no puedo con alegría.
Esta cruz es muy prolongada.
No me quejo, solamente te manifiesto
lo que siento, porque al fin y al cabo
soy hombre y no puedo naturalmente
amar esta enfermedad, que me limita,
que me distrae de mis ocupaciones
más apremiantes, que me...
Te pido insistentemente que,
a pesar de tantos sinsabores,
a pesar de las debilidades de mi cuerpo
y de mi alma,
me envíes tu paz,
esa paz que únicamente Tú puedes dar,
porque eres la fuente de la misma,
porque Tú eres la paz.
No puedo pedir al mundo esa paz
que necesito, porque el mundo
es incapaz de brindar una paz profunda,
que dimana de la buena conciencia,
que nace de la fe
constantemente vivida.
No puedo pedir a la medicina esa paz,
porque la paz de las inyecciones
es instantánea, pronto se disipa.
Tú sí. Tú, Señor, eres el único dador
de la paz verdadera y profunda.
70
EL DOLOR SALVÍFICO
71
14
La barca de la vida
Santa Faustina Kowalska
73
Pero sobre todo, únicamente
por ser Tú mi timonero, oh Dios,
la barca de mi vida navega tan serenamente;
lo reconozco en la más profunda humildad.
74
15
Pensamientos
San Luis Orione 15
15
Del Libro de Carlos Sterpi, El Espíritu de Don Orione (Mar del Plata 1950).
75
16
Saber sufrir
P. Marcos Pizzariello 16
78
17
A los ancianos
Juan Pablo II 17
17
1 de Octubre de 1999.
79
que enseñen a las jóvenes a ser amantes de sus maridos y de sus
hijos (2,2-5)...
Así pues, a la luz de la enseñanza y según la terminología
propia de la Biblia, la vejez se presenta como un “tiempo
favorable” para la culminación de la existencia humana y forma
parte del proyecto divino sobre cada hombre, como ese momento
de la vida en el que todo confluye, permitiéndole de este modo
comprender mejor el sentido de la vida y alcanzar la “sabiduría del
corazón”. La ancianidad venerable —advierte el libro de la
Sabiduría— no es la de los muchos días ni se mide por el número
de años; la verdadera canicie para el hombre es la prudencia, y la
edad provecta, una vida inmaculada” (4,8-9). Es la etapa definitiva
de la madurez humana y, a la vez, expresión de la bendición
divina...
La fe ilumina así el misterio de la muerte e infunde serenidad en
la vejez, no considerada y vivida ya como espera pasiva de un
acontecimiento destructivo, sino como acercamiento prometedor a
la meta de la plena madurez. Son años para vivir con un sentido de
confiado abandono en las manos de Dios, Padre providente y
misericordioso; un periodo que se ha de utilizar de modo creativo
con vistas a profundizar en la vida espiritual, mediante la
intensificación de la oración y el compromiso de una dedicación a
los hermanos en la caridad...
El Evangelio nos recuerda, a este propósito, las palabras
del anciano Simeón, que se declara preparado para morir una vez
que ha podido estrechar entre sus brazos al Mesías esperado:
Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se
vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación (Lc 2,29-30).
El apóstol Pablo se debatía, apremiado por ambas partes, entre el
deseo de seguir viviendo para anunciar el Evangelio y el anhelo de
partir y estar con Cristo (Flp 1,23). San Ignacio de Antioquía nos dice
que, mientras iba gozoso a sufrir el martirio, oía en su interior la voz
del Espíritu Santo, como “agua” viva que le brotaba de dentro y le
susurraba la invitación: “Ven al Padre”. Los ejemplos podrían
continuar aún. En modo alguno ensombrecen el valor de la vida
80
EL DOLOR SALVÍFICO
81
18
El enfermo junto a nuestro
Señor Jesucristo, hombre de
dolores y sufrimientos
Acompañando con los salmos a Cristo que sufre por ti, puedes
pensar en Cristo sufriente mientras lees estos textos del Antiguo
Testamento que hablan del Mesías de Dolores.
SALMO 22 (21)
(Salmo que recitó Jesús en la Cruz)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?;
a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día clamo, y no respondes,
también de noche, no hay silencio para mí.
¡Mas tú eres el Santo,
que moras en el santuario de Israel!
En ti esperaron nuestros padres,
esperaron y tú los liberaste;
a ti clamaron, y salieron salvos,
en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos.
Yo soy un gusano, que no hombre,
vergüenza del vulgo, asco del pueblo,
todos los que me ven de mí se mofan,
tuercen los labios, menean la cabeza:
«Se confió a Yahveh, ¡pues que él le libre,
que le salve, puesto que le ama!»
Sí, tú del vientre me sacaste,
me diste confianza a los pechos de mi madre;
a ti fui entregado cuando salí del seno,
83
desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios.
¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca,
no hay para mí socorro!
Novillos innumerables me rodean,
me acosan los toros de Basán;
ávidos abren contra mí sus fauces;
leones que desgarran y rugen.
Como el agua me derramo,
todos mis huesos se dislocan,
mi corazón se vuelve como cera,
se me derrite en mis entrañas.
Está seco mi paladar como una teja
y mi lengua pegada a mi garganta;
tú me sumes en el polvo de la muerte.
Perros innumerables me rodean,
una banda de malvados me acorrala,
taladran mis manos y mis pies.
Puedo contar todos mis huesos;
ellos me observan y me miran,
se reparten entre sí mis vestiduras
y se sortean mi túnica.
¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos,
corre en mi ayuda, oh fuerza mía,
libra mi alma de la espada,
mi única de las garras del perro;
sálvame de las fauces del león,
y mi pobre ser de los cuernos de los búfalos!
¡Anunciaré tu nombre a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré!:
«Los que a Yahveh teméis, dadle alabanza,
raza toda de Jacob, glorificadle,
84
EL DOLOR SALVÍFICO
SALMO 69 (68)
(Refleja proféticamente los sentimientos del Corazón de Jesús en
su Pasión)
¡Sálvame, oh Dios, porque las aguas
me llegan hasta el cuello!
Me hundo en el cieno del abismo, sin poder hacer pie;
he llegado hasta el fondo de las aguas,
y las olas me anegan.
Estoy exhausto de gritar, arden mis fauces,
85
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
86
EL DOLOR SALVÍFICO
87
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
88
EL DOLOR SALVÍFICO
89
19
Oración al Cristo doliente
91
20
Ante el Cristo de la buena muerte
José María Pemán
94
EL DOLOR SALVÍFICO
95
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
96
21
La santa Síndone: testimonio de la
Pasión
18
Equivalente a 14.30 pies de largo por 3.6 pies de ancho.
97
—un Amor herido por una lanza en su costado, del cual han
manado Sangre y Agua;
—un Amor que ha llevado un pesado madero sobre sus
hombros;
—un Amor sometido a golpes en su Rostro, a vejaciones y
burlas (tiene la barba arrancada);
—un Amor con un rostro sereno, que muerto habla de Vida y de
Resurrección.
“La Sábana Santa es también imagen del amor de Dios y del
pecado del hombre. Invita a redescubrir la causa última de la
muerte redentora de Jesús”
Juan Pablo II
Juan Pablo II, en su visita a la Santa Síndone 19
Lo que cuenta sobre todo para el creyente es que la Sábana
Santa es un espejo del Evangelio. De hecho, si se reflexiona sobre
el sagrado lienzo, no se puede olvidar que la imagen que se
encuentra presente en él tiene una relación tan profunda con lo que
narran los cuatro Evangelios sobre la pasión y muerte de Jesús que
cada hombre sensible se siente interiormente tocado y conmovido
al contemplarla. Quien se acerca a ella es consciente también de
que la Sábana Santa no sólo impresiona el corazón de la gente, sino
que hace referencia a Aquel a cuyo servicio la ha puesto la
Providencia amorosa del Padre. Por lo tanto, es justo alimentar la
conciencia de la preciosidad de esta imagen, que todos ven y que
nadie puede explicar por ahora. Para toda persona profunda es
motivo de hondas reflexiones que pueden llegar a implicar la vida.
La Sábana Santa constituye de este modo un signo
verdaderamente singular que hace referencia a Jesús, la Palabra
verdadera del Padre, e invita a modelar la propia existencia según
la de Aquel que se dio a sí mismo por nosotros.
19
Turín, 24 de Mayo de 1998.
98
EL DOLOR SALVÍFICO
99
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
Regueros de sangre
de la coronación
de espinas.
Barba mesada y
cargada de sangre.
Manos perforadas
por los clavos.
Pies taladrados
por los clavos.
Heridas de un casquete
100
EL DOLOR SALVÍFICO
de espinas.
Heridas de la flagelación
en todo el cuerpo.
Pies ensangrentados
y perforados por clavos.
101
22
Vía Crucis
Madre Teresa de Calcuta 20
Un recorrido por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy.
Oración
Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las
fatigas, las torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos
levante, para que lleguemos a una más grande y creativa
abundancia de vida. Tú que has tomado con paciencia y humildad
la profundidad de la vida humana, igual que las penas y
sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos el dolor y las
dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como
personas y lleguemos a ser más semejantes a ti.
Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y
fortalece nuestra confianza en tu ayuda. Déjanos comprender que
sólo podemos alcanzar una vida plena si morimos poco a poco a
nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas. Pues sólo si
morimos contigo, podemos resucitar contigo. Amén.
I. Jesús es condenado a muerte
Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los
ancianos del pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y
atado lo llevaron al procurador Pilato (Mt 27,1-2). El pequeño
niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito
porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez
hambre. Esta es la primera estación del Calvario.
II. Jesús carga con la cruz
Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron,
pues, a Jesús, que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario,
que en hebreo se dice Gólgota (Jn 19,16-17). ¿No tengo razón?
20
Compuesto por la Madre Teresa de Calcuta para los jóvenes con motivo de
la clausura del Congreso Eucarístico Internacional de 1976.
103
¡Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros
tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al
Calvario, si queremos reencontrarnos con Él. Yo creo que
Jesucristo, antes de su muerte, nos ha dado su Cuerpo y su Sangre
para que nosotros podamos vivir y tengamos bastante ánimo para
llevar la cruz y seguirle, paso a paso.
III. Jesús cae por primera vez
Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la
perderá: pero el que pierda su vida, ése la salvará
(Mt 16,24). En nuestras estaciones del Vía Crucis vemos que caen
los pobres y los que tienen hambre, como se ha caído Cristo.
¿Estamos presentes para ayudarle a Él? ¿Lo estamos con nuestro
sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles de personas
que morirían por un bocadito de amor, por un pequeño bocadito de
aprecio. Esta es una estación del Vía Crucis donde Jesús se cae de
hambre.
IV. Jesús encuentra a su Madre
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu
en Dios mi salvador, porque ha mirado la humilla-
ción de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las gene-
raciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí
(Lc 1,45-49). Nosotros conocemos la cuarta estación del Vía
Crucis en la que Jesús encuentra a su Madre. ¿Somos nosotros los
que sufrimos las penas de una madre? ¿Una madre llena de amor y
de comprensión? ¿Estamos aquí para comprender a nuestra
juventud si se cae? ¿Si está sola? ¿Si no se siente deseada?
¿Estamos entonces presentes?
V. El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón
de Cirene, que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar
la cruz (Lc 23,26). Simón de Cirene tomaba la cruz y seguía a
Jesús, le ayudaba a llevar su cruz. Con lo que habéis dado durante
el año, como signo de amor a la juventud, los miles y millones de
104
EL DOLOR SALVÍFICO
cosas que habéis hecho a Cristo en los pobres, habéis sido Simón
de Cirene en cada uno de vuestros hechos.
VI. La Verónica limpia el rostro de Jesús
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis
de beber (Mt, 25,35). Con respecto a los pobres, los abandonados,
los no deseados, ¿somos como la Verónica? ¿Estamos presentes
para quitar sus preocupaciones y compartir sus penas? ¿O somos
parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?
VII. Jesús cae por segunda vez
¿Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su
mano sobre sus discípulos dijo Jesús: he aquí a mi madre y a mis
parientes quienquiera que haga la voluntad de mi Padre (Mt
12,48-50). Jesús cae de nuevo. ¿Hemos recogido a personas de la
calle que han vivido como animales y se murieron entonces como
ángeles? ¿Estamos presentes para levantarlos? También en vuestro
país podéis ver a gente en el parque que están solos, no deseados,
no cuidados, sentados, miserables. Nosotros los rechazamos con la
palabra alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien
necesita nuestras manos para limpiar sus caras. ¿Podéis hacerlo?,
¿o pasaréis sin mirar?
VIII. Jesús consuela a las mujeres
Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se
lamentaban y lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de
Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas
y por vuestros hijos (Lc 23,27-28). Padre Santo, yo rezo por ellas
para que se consagren a tu santo nombre, santificadas por Ti; para
que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en el sacrificio. Para
eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio con
Cristo.
IX. Jesús cae por tercera vez
Os he dicho esto para que tengáis paz conmigo. En el mundo
tendréis tribulaciones, pero confiad: yo he vencido al mundo (Jn
16,33). Jesús cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus
105
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
106
EL DOLOR SALVÍFICO
107
23
Oración al Corazón traspasado de Jesús
Lansperigius y San Juan Eudes 21
21
Del libro de San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús. Esta oración es
de Lansperigius “Rosario de la Pasión de Nuestro Señor”, Partera divini amoris,
libro 1, parte 5.
109
24
Oración de unión con el Corazón de
Jesús
San Juan Eudes 22
22
De San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús, sexta meditación para la
fiesta del Sagrado Corazón, segundo punto.
111
25
Oración al Corazón de Jesús
De Santa Faustina Kowalska
113
26
Novena al Sagrado Corazón de Jesús
115
Ave María.
116
27
Letanías a la Sangre de Cristo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
118
28
Oración a la Sangre de Cristo
119
Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que
gracias a Ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo
lo malo. Amén.
120
29
Los enfermos junto a la Virgen
122
EL DOLOR SALVÍFICO
123
30
El Santo Rosario
126
EL DOLOR SALVÍFICO
127
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
128
31
Los Siete Dolores de María Santísima
Y a ti, Madre, una espada de dolor
te atravesará el corazón
(cf. Lc 2,35).
Quien ama sufre con el amado. Nadie ama a Jesús más que Su
Madre Santísima y por eso nadie sufre más por amor a El. Siete de
los sufrimientos de la Virgen se recogen en el rosario a los Siete
Dolores.
La devoción a los Siete Dolores de la Virgen María se
desarrolló desde muy antiguo. La Virgen comunicó a Santa Brígida
de Suecia (1303-1373): “Miro a todos los que viven en el mundo
para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas
hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos.
Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y
menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que
pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que
sean tan pocos los amigos de Dios”.
Nuestra Señora prometió que concedería siete gracias a aquellas
almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave
Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores:
1. “Yo concederé la paz a sus familias”.
2. “Serán iluminadas en cuanto a los divinos Misterios”.
3. “Yo las consolaré en sus penas y las acompañaré en sus
trabajos”.
4. “Les daré cuanto me pidan, con tal de que no se oponga a la
adorable voluntad de mi divino Hijo o a la salvación de sus almas”.
129
5. “Los defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo
infernal y las protegeré cada instante de sus vidas”.
6. “Les asistiré visiblemente en el momento de su muerte y
verán el rostro de su Madre”.
7. “He conseguido de mi Divino Hijo que todos aquellos que
propaguen la devoción a mis lágrimas y dolores, sean llevadas
directamente de esta vida terrena a la felicidad eterna ya que todos
sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su consuelo y gozo
eterno.”
Según San Alfonso María Ligorio, Nuestro Señor reveló a
Santa Isabel de Hungría que El concedería cuatro gracias
especiales a los devotos de los dolores de Su Madre Santísima:
1. Aquellos que antes de su muerte invoquen a la Santísima
Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una contrición perfecta
de todos sus pecados.
2. Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden
esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su
muerte.
3. Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán
su recompensa en el cielo.
4. Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin
de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.
Meditar los Siete Dolores de Nuestra Madre Santísima es una
manera de compartir los sufrimientos más hondos de la vida de
María en la tierra.
La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de
septiembre, al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz. Al
pie de la Cruz, donde una espada de dolor atravesó el corazón de
María, Jesús nos entregó a Su Madre como Madre nuestra poco
antes de morir.
El Rosario de los Siete Dolores
130
EL DOLOR SALVÍFICO
131
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
132
EL DOLOR SALVÍFICO
133
32
El enfermo junto a San José
San José es modelo para todos los hombres: para los solteros,
por su castidad; para los casados, como padre de la Sagrada
Familia; para los religiosos y apóstoles, por su entrega a Jesús y
María; para los sacerdotes por su respeto al tratar a Cristo; para los
trabajadores, pues fue siempre un trabajador. Además es el patrono
de la buena muerte, ya que murió en los brazos de Jesús y María.
De él dice Sta. Teresa: “No me acuerdo de haberle pedido cosa
que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes
mercedes que me ha hecho Dios por medio de este santo, los
peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma. Que a
otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una
necesidad; mas este glorioso santo tengo experimentado que
socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que, así
como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hará cuanto le pida”.
“Aunque no hubiera otra razón para alabar a San José, decía
San Claudio de la Colombière, habría que hacerlo, me parece, por
el solo deseo de agradar a María. No se puede dudar que ella tiene
gran parte en los honores que se rinden a San José y que con ello se
encuentra honrada. Además de reconocerle por su verdadero
esposo, y de haber tenido para él todos los sentimientos que una
mujer honesta tiene para aquel con quien Dios la ha ligado tan
estrechamente, el uso que él hizo de su autoridad sobre ella, el
respeto que tuvo con su pureza virginal le inspiró una gratitud igual
al amor que ella tenía por esta virtud y, consiguientemente, un gran
celo por la gloria de San José”.
Y San Bernardino de Siena: “Si toda la Iglesia está en deuda
con la Virgen María, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de
modo semejante le debe a San José, después de ella una especial
gratitud y reverencia”.
135
Los dolores y gozos de San José
1. Casto esposo de María Santísima, glorioso San José: por el
dolor que tuviste ante la duda de tener que abandonar a tu querida
esposa, y por el gozo que te causó la revelación, por el ángel, del
misterio de la Encarnación; te suplico me alcances dolor de mis
juicios temerarios e indebidas críticas al prójimo, y el gozo de
ejercer la caridad viendo en él a Cristo. (Padrenuestro, Avemaría y
Gloria).
2. Feliz patriarca, padre adoptivo del Verbo humanado, glorioso
San José: por el dolor que te conmovió viendo nacer al Niño Jesús
en tanta pobreza y por el gozo que te inundó al verle cantado por
los ángeles y adorado por los pastores; te suplico me alcances dolor
de mis codicias y egoísmos, y el gozo de servirle con pobreza y
humildad. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
3. Obediente ejecutor de las leyes divinas, glorioso San José:
por el dolor que te produjo en la circuncisión ver derramar la
primera sangre al Mesías, y por el gozo que sentiste al oír su
nombre de Jesús, Salvador; te suplico me alcances dolor de mis
vicios y sensualidades, y el gozo de purificar mi espíritu practi-
cando la mortificación. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
4. Fiel santo, partícipe en los misterios de nuestra reden-ción,
glorioso San José: por el dolor que te traspasó al escuchar en la
profecía de Simeón lo que había de sufrir Jesús y María, y por el
gozo que te llenó al saber que sería para la salvación de
innumerables almas; te suplico me alcances dolor de haber
crucificado a Cristo con mis culpas, y el gozo de llevarle los
hombres mediante mi ejemplo y mi palabra. (Padrenuestro,
Avemaría y Gloria).
5. Vigilante custodio del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso
San José: por el dolor que te angustió al saber que Herodes quería
matar al Niño, y por el gozo que te confortó al huir con Jesús y
María a Egipto; te suplico me alcances dolor de mis pecados de
escándalo, y el gozo de apartarme de las ocasiones de ofender a
Dios. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
136
EL DOLOR SALVÍFICO
137
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
138
33
Devoción a San Miguel Arcángel
San Miguel, defensor de los moribundos
San Miguel continúa su ministerio angélico en relación a los
hombres hasta llevarnos a través de las puertas celestiales. No sólo
durante la vida terrenal, San Miguel defiende y protege nuestras
almas; él nos asiste de manera especial a la hora de la muerte ya
que su oficio es recibir las almas de los elegidos al momento de
separarse de su cuerpo.
En la liturgia la Iglesia nos enseña que este arcángel está puesto
para custodiar el paraíso y llevar a él a aquellos que podrán ser
recibidos ahí. A la hora de la muerte, se libra una gran batalla, ya
que el demonio tiene muy poco tiempo para hacernos caer en
tentación, o desesperación, o en falta de reconciliación con Dios.
Por eso es que en estos momentos se libra una gran batalla
espiritual por nuestras almas. San Miguel está al lado del
moribundo defendiéndole de las asechanzas del enemigo.
San Anselmo cuenta de un religioso piadoso que a punto de
morir recibía grandes asaltos del demonio. El demonio se le
apareció acusándole de todos los pecados que había cometido antes
de su bautismo (tardío). San Miguel se aparece y le responde que
todos esos pecados quedaron borrados con el Bautismo. Entonces
Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo.
San Miguel le contesta que estos fueron perdonados en la
confesión general que hizo antes de profesar. Satanás, entonces, le
acusa de las ofensas y negligencias de su vida religiosa. San
Miguel declara que esos han sido perdonados por sus confesiones y
por todos los buenos actos que hizo durante su vida religiosa, en
especial la obediencia a su superior, y que lo que le quedaba por
expiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad
vividos con resignación y paz.
En los escritos de San Alfonso María de Ligorio encontramos:
“Había un hombre polaco de la nobleza que había vivido muchos
141
años en pecado mortal y lejos de Dios. Se encontraba moribundo y
estaba lleno de terror, torturado por los remordimientos, lleno de
desesperación. Este hombre había sido devoto de San Miguel
Arcángel y Dios en su misericordia permitió que este arcángel se le
apareciera. San Miguel le alentó al arrepentimiento, diciéndole que
había orado por él y le había obtenido más tiempo de vida para que
lograra la salvación. Al poco rato, llegan a la casa de este hombre
dos sacerdotes dominicos, que dijeron se les había aparecido un
extraño joven pidiéndoles que fueran a ver a este hombre
moribundo. El hombre se confesó con lágrimas de arrepentimiento,
recibió la Santa Comunión y en brazos de estos dos sacerdotes
murió reconciliado con Dios”.
La oración a San Miguel del Papa León XIII
El 13 de octubre de 1884, el Papa León XIII, experimentó una
visión terrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba
consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla
privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y
quedó sumido en una realidad que sólo él veía. Su rostro tenía
expresión de horror y de impacto. Comenzó a palidecer. Algo muy
duro había visto. De repente, se incorporó, levantó su mano como
saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le
preguntaron: ¿Qué le sucede su Santidad? ¿Se siente mal? El
respondió: “¡Oh, qué imágenes tan terribles se me ha permitido ver
y escuchar!”, y se encerró en su oficina.
¿Qué vio León XIII? “Vi demonios y oí sus crujidos, sus
blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desa-
fiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar todo
el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder.
Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder
influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo”.
También León XIII pudo comprender que si el demonio no lograba
cumplir su propósito en el tiempo permitido, sufriría una derrota
humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás
con sus legiones en el abismo del infierno.
142
EL DOLOR SALVÍFICO
143
Apéndice
Pedagogía del dolor inocente
23
Tomo como base la versión “Pedagogia del dolore innocente”, publicada
en: Carlo Gnocci, “Gli Scritti”, Ed. Àncora Milano, Fundazione Pro Juventute,
Milano 1993, pp. 747-770.
145
helado, flagelados por la tormenta, con 40 grados bajo cero, sin
víveres, con pocas municiones arrastradas fatigosamente sobre los
trineos sobrevivientes, durmiendo al descampado, a veces
caminando durante la noche, atacados rabiosamente por el
enemigo, agredidos a traición por los partisanos, asaltados a cada
momento por tanques enemigos, bajo la pesadilla de las incursio-
nes aéreas, cuando los camiones se detenían por falta de
combustible, la artillería quedaba bloqueada por la nieve, las
mulas caían extenuadas por el frío y la fatiga, las armas se encas-
quillaban por el hielo, la fila de los combatientes menguaba poco a
poco por los caídos, los heridos y los congelados; quince días de
marchas y combates, de vigilias y hambre, de privaciones y
heroísmos en la más inhóspita y cruel de las estaciones y de las
tierras europeas, contra enemigos aguerridos y enardecidos por el
éxito, constituyen una de las más altas victorias del espíritu sobre
la materia, de la voluntad por sobre la fortuna adversa, y una de
las más luminosas afirmaciones de la grandeza de nuestro
pueblo”, escribía Don Carlo Gnocchi en uno de sus más conocidos
escritos: “Cristo con los alpinos”24.
Fue precisamente su experiencia del dolor en esta terrible
huida la que inspiró su futura fundación. Habiendo caído a un
costado de la helada ruta rusa junto a un grupo de agotados
soldados y a punto de morir, un vehículo militar que pasaba
intentó llevarlo sólo a él hasta la próxima base militar, pues no
tenían más lugares en el transporte, dejando allí agonizando al
resto de los soldados. Don Carlo se negó a abandonar a los suyos;
pero estos le insistieron diciendo: “Vaya, Capellán, y ayude a
nuestros hijos, ampare usted a nuestros huérfanos”. Sólo ante la
impresión de este conmovedor testamento, aceptó ser trasladado al
hospital militar, terminando de este modo su participación en la
guerra.
24
Don Carlo Gnocchi, “Cristo con gli alpini”, en “Gli Scritti”, Ed. Àncora
Milano, Fundazione Pro Juventute, Milano 1993, pp. 481-554. El texto que
traduzco está en página 498.
146
EL DOLOR SALVÍFICO
147
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
148
EL DOLOR SALVÍFICO
149
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
150
EL DOLOR SALVÍFICO
26
Es muy sugestiva e iluminadora esta imagen del Autor, que compara la
doble circulación sanguínea (la arterial, rica en oxígeno y vivificante del
organismo; y la venosa, que recoge la sangre empobrecida y la conduce al corazón
y a los pulmones para ser purificada) con la doble circulación espiritual del
Cuerpo Místico: la de los beneficios de las obras meritorias que todos los santos
vuelcan incesantemente sobre la Iglesia y la de purificación, por la que los
llamados a ser víctimas con la Víctima recogen sobre sus espaldas los pecados de
todos los hombres purificándolos en su propia carne y sufrimiento. — Nota del
Editor.
151
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
152
EL DOLOR SALVÍFICO
153
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
154
EL DOLOR SALVÍFICO
28
Discurso de Pío XII a los mutiladitos, 27 de agosto de 1953.
155
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
156
EL DOLOR SALVÍFICO
157
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
158
EL DOLOR SALVÍFICO
159
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
160
EL DOLOR SALVÍFICO
161
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
162
EL DOLOR SALVÍFICO
32
El sentido que el Autor quiere dar al término “despersonalización” es el de
“quitarle el carácter personal”, o sea, hacer comprender al niño (y al inocente en
general) que su dolor no tiene relación única con sus pecados personales sino que
cumple una función “vicaria”: cargar con los pecados de otros y purificarlos con
sus sufrimientos, como Cristo mismo hizo por todos nosotros. — Nota del Editor:
163
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
33
Nota del Editor: Don Carlo Gnocchi debe referirse al famoso sacerdote y
escritor francés Auguste-Joseph-Alphonse Gratry (1805-1872).
164
EL DOLOR SALVÍFICO
34
Es decir, los niños de la obra fundada por Don Carlo Gnocchi, a quienes
había enseñado a hacer este acto cotidianamente.
165
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
35
El monograma de Cristo está compuesto por dos letras griegas superpuestas:
la c (que se escribe como una larga “x”) y la r (que se escribe como una “p”). —
Nota del Editor.
166
EL DOLOR SALVÍFICO
167
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
168
EL DOLOR SALVÍFICO
169
MIGUEL ÁNGEL FUENTES
170
Índice
CONTENIDOS...............................................................................................5
“LA CRUZ TIENE ALAS”...............................................................................7
1. BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS........................................11
2. ORACIÓN PARA CUANDO ME TOQUE SUFRIR........................................17
3. CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS EN LAS ENFERMEDADES.19
Es servir a cristo..............................................................................20
¿Padecer es servir?..........................................................................21
Orar con humildad..........................................................................21
Prueba la virtud...............................................................................22
Un ejemplo de la vida de San Francisco.........................................22
4. A UN ENFERMO.....................................................................................23
5. QUIEN AMA A JESUCRISTO SUFRE CON GUSTO LOS
PADECIMIENTOS DE LA VIDA...............................................................25
172
EL DOLOR SALVÍFICO
173
Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de
Tribalwerks Comunicación
25 de Julio de 2008
Fiesta de Santiago Apóstol