Carta de Penalistas y Criminólogos (As) Acerca Del Proyecto de Ley "Nain Retamal"
Carta de Penalistas y Criminólogos (As) Acerca Del Proyecto de Ley "Nain Retamal"
Carta de Penalistas y Criminólogos (As) Acerca Del Proyecto de Ley "Nain Retamal"
En primer lugar, las modificaciones introducidas a las normas que regulan la legítima defensa
afectan radicalmente la claridad de las reglas que rigen la labor policial aumentando los
niveles de confusión que actualmente afectan su función. Esto es precisamente lo contrario
a lo que necesitamos. Nuestro legislador debe contribuir a dar certeza y claridad a las formas
aceptables del uso de la fuerza, para que las policías puedan cumplir con su labor en la
comunidad de manera adecuada y sin incertidumbre.
Otro problema relacionado con esta regulación de la legítima defensa es que, por la utilización
de una discutible técnica legislativa, la norma ha sido incorporada en el Código Penal por lo
que es de aplicación general, pudiendo ser esgrimida en contra de cualquier ciudadano
incluso contra adolescentes, facilitando así una respuesta excesiva frente, por ejemplo, a las
manifestaciones estudiantiles.
La indicación 77, por su parte, propone agregar un nuevo párrafo segundo al numeral 10 del
artículo 10 del Código Penal que introduce una preocupante norma de impunidad. Este nuevo
párrafo altera las reglas de participación criminal y de responsabilidad jerárquica respecto de
delitos que no sean tortura, introduciendo una norma de impunidad para el superior jerárquico
que “no impide o hace cesar” la aplicación de apremios ilegítimos. De acuerdo con la
indicación propuesta, el superior jerárquico sólo es responsable cuando consintiere
expresamente, a sabiendas, o hubiere ordenado la comisión de los ilícitos.
Nada es más urgente y valioso que la seguridad y celebramos la urgencia que se le está
dando a un reclamo tan transversal y presente. Las policías cumplen una función esencial en
un Estado Democrático de Derecho y por eso se requiere la creación de un estatuto que dote
de dignidad y certeza a quienes ostentan dicha calidad. Sin embargo, no se ha escuchado la
voz de quienes, en todo el espectro político, llevamos décadas estudiando el problema de la
delincuencia, no se ha mirado la evidencia que hemos aportado, no se ha abierto espacio
alguno en que los expertos de derecha o izquierda puedan contribuir con esta agenda. El
legítimo anhelo de dar seguridad a la población, de desbaratar al crimen organizado, de
recuperar nuestros barrios y de respaldar la labor y dar mayores protecciones jurídicas a los
miembros de las fuerzas de orden y seguridad, no son excusa para minar nuestro sistema
jurídico y retroceder en la protección de los Derechos Fundamentales de los ciudadanos. Por
el contrario, la legitimidad y legalidad de tales tareas sólo se consigue a través de la protección
y aseguramiento de tales Derechos, tanto de los ciudadanos como de los propios miembros
de los organismos de orden y seguridad.