Traducción Al Español de Cristián Rizzi Iribarren.
Traducción Al Español de Cristián Rizzi Iribarren.
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Pero, ¿cómo podría terminar? Si hay una pared al final del universo, ¿qué hay al otro
lado? Estas preguntas me frustraban y fascinaban por igual. Por supuesto, me encontré con
muchas otras preguntas que no pude responder. Pero para la mayoría de las preguntas,
incluso si no sabía la respuesta, al menos podía imaginar que había una respuesta. Las
preguntas sobre el "fin del universo" adquirieron un estatus especial para mí. Eran
preguntas para las que ni siquiera podía imaginar una respuesta. No parecía posible una
respuesta.
A medida que fui creciendo, me interesé por los acertijos y las paradojas. Pasé muchas
horas tratando de resolver la siguiente oración: esta oración es falsa. Si la oración es
verdadera, entonces debe ser falsa. Pero si es falsa, debe ser verdadera. Una vez más, un
acertijo para el que ni siquiera podía imaginar una respuesta. En la escuela, me atrajeron
las matemáticas y la física, dos campos llenos de paradojas e ideas contraintuitivas.
Me fascinó un objeto que nos mostró mi profesor de física de la escuela secundaria. El
objeto era notablemente simple: dos ruedas y un eje, con un alfiler colgando del centro del
eje (sin tocar el suelo del todo) y una cuerda en el extremo del alfiler. El profesor preguntó:
¿Qué pasa cuando se tira de la cuerda? Como la cuerda está unida al extremo del alfiler,
parece que el alfiler debería acercarse a uno. Al mismo tiempo, parece que las ruedas
deberían venir hacia mí. Ambas cosas no pueden ser ciertas: si el alfiler viene hacia mí, las
ruedas se alejan; si las ruedas vienen hacia mí, el alfiler se aleja. ¡Otra paradoja!
Pero este objeto era diferente de las estrellas de mi infancia: podía sostenerlo en mis
manos y probarlo. De hecho, fui a casa, desarmé un viejo camioncito de juguete e hice mi
propia versión del artefacto, probando alfileres de diferentes longitudes. Incluso después de
"saber" la respuesta, me encantaba tirar de la cuerda y pensar en la paradoja. En la
universidad, con una especialización en física, estaba decidido a desarrollar una mejor
comprensión de lo que ahora consideraba mi paradoja máxima: la paradoja de un universo
que no puede durar para siempre pero que nunca puede terminar. En los cursos de física,
aprendí a derivar y manipular las ecuaciones de la Relatividad, el campo más directamente
relacionado con mi paradoja. No eran las ecuaciones lo que realmente me interesaba, eran
solo una base, un punto de partida para pensar en la paradoja misma. Traté de abordarlo a
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través de nuevas estrategias de pensamiento, a través de nuevas intuiciones y metáforas:
aprendí que el universo puede curvarse sobre sí mismo, al igual que la Tierra se curva
sobre sí misma mientras uno viaja por el mundo. Pero ¿qué significa eso? ¿Cómo puede el
espacio tridimensional "curvarse sobre sí mismo"? ¿Cómo podría imaginarme eso? ¿Cómo
podía "sentir" eso?
Durante la universidad, había planeado hacer un posgrado en física. Pero al final del
último año, decidí trabajar como periodista. Me preocupaba que el posgrado en física
estuviera demasiado lleno de ecuaciones y que tuviera muy pocos conocimientos
cualitativos. Todavía estaba fascinado con los misterios y las paradojas de la ciencia.
Esperaba, como periodista especializado en ciencia y tecnología, poder compartir mi
fascinación con los demás. Durante cinco años, cubrí universidades y empresas de alta
tecnología en Boston y luego en Silicon Valley. Disfruté de mi trabajo, pero me faltaba algo.
No sentía el mismo nivel de entusiasmo intelectual que había sentido en la universidad.
Había perdido el contacto con mi obsesión. Empecé a reconocer la importancia de tener
obsesiones. Luego, en 1982, escribí un artículo de tapa para la revista Business Week
sobre la investigación en el campo de la inteligencia artificial (IA). Hablé con muchos
investigadores líderes en el campo. Me interesé cada vez más en las preguntas sobre la
mente. ¿Cómo puede una mente emerger de una colección de partes inconscientes?
Parece claro que ninguna parte está "a cargo" de la mente (o de lo contrario también sería
una mente). Pero, ¿cómo puede una mente funcionar de manera tan eficaz y creativa sin
nadie (ni nada) a cargo? Por fin, tuve una nueva paradoja máxima, una nueva obsesión. No
estaba tan interesado en los detalles de la neurociencia, ni siquiera en la investigación
tradicional en inteligencia artificial, más bien, quería desarrollar formas cualitativas de
pensar sobre la idea de emergencia.
Me interesé no sólo por las mentes, sino también por otros sistemas en los que surgen
patrones complejos a partir de interacciones simples entre partes. Me interesé
particularmente en la selección natural y la evolución, con la esperanza de comprender
mejor cómo evolucionaron las sofisticadas formas de vida actuales a partir de unas pocas
sustancias químicas simples. Para mí, había algo intrigante y hermoso en esta emergencia
autoorganizada del orden del desorden, de la complejidad de la simplicidad. Desarrollé una
inversión emocional en esta idea. Pocas cosas me molestaron más que escuchar a los
creacionistas atacando la idea de evolución, atacando la idea de que la complejidad puede
surgir a partir de piezas simples. Por esa época, llegué al MIT durante un año como becario
de Knight Science Journalism Fellow. Durante ese año, estudié con Sherry Turkle, quien
investigaba el poder emocional de las cosas con las cuales pensamos, y Seymour Papert,
quien describió cómo, un objeto en particular, los engranajes, había cambiado su forma de
pensar en la infancia. Papert se había enamorado de los engranajes y, en el proceso, de las
matemáticas.
Lo más importante durante ese año fue la forma en que llegué a ver a la computadora
desde una nueva perspectiva. Para mí, la idea clave no era que la computadora en sí sea
un objeto evocativo (aunque seguramente lo es para muchas personas), sino que la
computadora puede usarse para crear objetos evocativos. Y esos nuevos objetos
evocativos podrían usarse para ayudar a las personas a aprender cosas nuevas de nuevas
formas. Al diseñar la tortuga LOGO, por ejemplo, Papert había intentado explícitamente
hacer un objeto evocativo para ayudar a los estudiantes a involucrarse en las ideas
matemáticas y el pensamiento matemático. Así como el joven Papert se había enamorado
de las matemáticas a través de los engranajes, los niños ahora podían enamorarse de las
matemáticas a través de la tortuga. La idea de crear objetos evocativos con fines educativos
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no es una idea nueva. Cuando Friedrich Froebel abrió el primer Jardín de Infantes del
mundo en 1837, diseñó cuidadosamente un conjunto de objetos físicos (bloques, pelotas,
cuentas) que se conocieron como los regalos de Froebel (“Froebel gifts”). A medida que los
niños experimentaban lúdicamente con los regalos de Froebel, aprendían ideas importantes
sobre los números, la forma, el tamaño y el color.
Este enfoque ha resistido la prueba del tiempo y sigue siendo la base de los Jardines de
Infantes de todo el mundo en la actualidad.
Los estudiantes han utilizado StarLogo para explorar una amplia gama de fenómenos.
Han convertido a las tortugas en pájaros para explorar cómo surgen los patrones de vuelo
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en las bandadas; en automóviles para explorar cómo se forman los atascos de tráfico; en
hormigas para explorar cómo surgen los patrones de búsqueda de alimentos; y en
compradores y vendedores en el mercado bursátil para explorar cómo se forman los
patrones económicos. Me ha dado una gran satisfacción ver a los estudiantes
comprometidos con mi última paradoja. Para algunos, se ha convertido en una obsesión,
como lo fue para mí. Durante los últimos veinte años, mi investigación ha girado en torno a
la creación de objetos evocativos para la educación. Trabajando con la compañía LEGO, he
incorporado componentes electrónicos dentro de los ladrillos LEGO para que los niños
puedan hacer que sus construcciones LEGO cobren vida, sensando, reaccionando, e
incluso bailando entre ellos. Aspiro a que estos "ladrillos programables" sirvan como un
regalo de Froebel para el siglo XXI. Así como las estrellas del cielo nocturno me inspiraron,
intrigaron y provocaron cuando era niño, mi esperanza es crear nuevos objetos que ayuden
a otras personas a encontrar sus propias obsesiones.
Mitchel Resnick es Profesor-investigador del aprendizaje de la cátedra LEGO Papert y Director del
grupo de investigación Lifelong Kindergarten en el MIT Media Lab.