El Museo
El Museo
La Arquitectura
La sede del MALBA fue diseñada por los arquitectos cordobeses Atelman-Fourcade-Tapia,
ganadores de un concurso de proyectos realizado en 1997. El jurado estuvo conformado por
Norman Foster (inglés), César Pelli (argentino) y Mario Botta (italiano), y otros arquitectos de
prestigio a nivel internacional.
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El Diseño
Ya desde su origen, como idea rectora, el proyecto del estudio Atelman-Fourcade-Tapia tenía
como meta integrar el edificio a la ciudad y generar una atmósfera propicia para la mejor
interacción entre los visitantes y las obras de arte.
En el diseño realizado confluyen muchas influencias, aunque la más dominante sea la de las
formas anudadas de Álvaro Siza. De hecho, la planta del Malba tiene una estrategia muy
similar a la planta del Centro Gallego de Arte Contemporáneo en Santiago de Compostela: una
mezcla de formas rectangulares y triangulares que se anudan sobre sí mismas y que se abren al
entorno. Todo ello se realiza con el lenguaje tardomoderno y liviano de los contenedores de
Richard Meier, poniendo énfasis en las placas de piedra caliza, los grandes paramentos de
cristal y los detalles high tech. El resultado es una estructura espacial que se anuda mediante
el uso de formas geométricas recortadas, con profusión de grandes ventanales horizontales.
En el interior, el acceso principal a las colecciones es por el lateral este del edificio, mediante
una serie de escaleras mecánicas que van recorriendo esa fachada vidriada a medida que
suben.
Los espacios interiores tienen una cualidad dada a través de la calidad de la luz natural,
matizada en las salas, y en las características del gran espacio público del patio interior de
planta triangular que actúa de hall, distribuidor y foyer. Un pabellón liviano, de piedra y cristal,
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a la vez cerrado y abierto, con la cafetería dando directamente a la plaza. Especialmente en el
vestíbulo, patio central de distribución, y en las escaleras, se ha sabido sacar un buen partido
del precedente del atrio central del Ala Este de la National Gallery of Art de I. M. Pei en
Washington (1969-1978), con sus formas triangulares y dinámicas que sirven para entrar en el
museo, orientarse dentro de él y acceder a los distintos niveles y usos.
Las salas de exposición pueden ser compartimentadas en diferentes galerías en función de los
distintos formatos de las obras por exponer. Los diseñadores afirman que buscaron generar
espacios que promuevan una natural predisposición a la contemplación de obras de arte, y
que por tal motivo las salas se plantearon en su interior como si fueran cajas blancas, sin
distracciones visuales, con estudiadas hendiduras que permitirán el ingreso de luz natural.
En las fachadas, el diseño tanto de los cerramientos vidriados como los muros revestidos en
piedra se recurrió a un trabajo de ingeniería de fachadas que resulta de gran sofisticación y
complejidad. Cada pieza requirió un diseño singular dada la importancia que en un edificio de
estas características poseen la seguridad y el ingreso de luz, en tanto riesgo potencial para las
obras de arte.
Su contexto
El planteo trata de responder a cada uno de los cuatro frentes del terreno en forma
diferenciada. El ingreso, la recepción y el giftshop están en coincidencia con la fachada
principal, frente a la gran explanada de la avenida Alcorta. La biblioteca y una terraza para
exposición de esculturas se orientan hacia la calle San Martín de Tours, más tranquila. El
restaurante-coffeeshop y el auditorio con capacidad para 300 personas se abren hacia el gran
espacio verde de la plaza Perú, integrado a través de un deck de madera. Por último, el ingreso
de vehículos y personal se dará por la calle Martín Coronado.
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Planta Baja
Corte Longitudinal