Síntesis: Los Antiguos Mexicanos A Través de Sus Crónicas y Cantares
Síntesis: Los Antiguos Mexicanos A Través de Sus Crónicas y Cantares
Síntesis: Los Antiguos Mexicanos A Través de Sus Crónicas y Cantares
CUAAD
El tercer capítulo, “Los cien años del pueblo del sol”, hace una transición entre la parte
histórica e iconográfica que aborda Miguel León Portilla en los primeros capítulos, y una
parte en donde se dedica a comprender elementos de la filosofía náhuatl y el
desenvolvimiento de su creencia existencial y de creación universal.
Aborda desde la famosa y difícil travesía de los aztecas, el último grupo idioma náhuatl de
los 7 grupos que habían partido de Chicomóztoc (“el lugar de las 7 cuevas”, para
encontrar un lugar en donde fundar su pueblo. Hasta la educación cívica, ética y sexual
que recibían los niños a la edad de 6 a 7 años.
Comienza explicando cómo los aztecas no fueron una nación libre y exenta del yugo de los
tepanecas de Azcapotzalco y de sus tributos sino hasta 1426, lo que les dio menos de 100
años para poder ser amos del México prehispánico.
Habla del Xiuhmolpilli, en el mundo náhuatl representaba una atadura, un manojo de
hiervas, pero también era llamado así a un período de 52 años. Por lo tanto, ya de entrada
el autor está haciendo una analogía poética con el nombre de este capítulo, un juego de
palabras ingenioso.
Cada 52 años las culturas mesoamericanas llevaban a cabo una importante ceremonia,
conocida como “del fuego nuevo”, en el caso de los mexicas. En dicha ceremonia se
celebraba un cambio de ciclo, era el equivalente conceptual de lo que en la actualidad
representa un siglo.
Este capítulo muestra la introducción de lo que era el ambiente bélico de los mexicas, y de
la que sería la única derrota reconocida por los propios mexicas; se dice que es la única
puesto que no existe algún otro registro de una derrota en sus códices.
Ya durante el reinado de Axayácatl los mexicas impusieron su visión conquistadora a los
pueblos cercanos, teniendo un primer encuentro bélico con Tlatelolco, cuyo resultado, a
favor de los mexicas, fue la incorporación total de Tlatelolco a los dominios Aztecas.
Sin embargo, las victorias mexicas toparían con pared al encontrarse con los Tarascos.
Según la versión de Tezozomoc, los mexicas habían conseguido que los Tarascos se
replegaran en Charo, dónde para su infortunio se encontraron con una contraofensiva de
miles de guerreros. Según la propia historia mexica los tarascos los superaban por más de
16,000 hombres, sin embargo, esta cifra no ha podido comprobarse, lo que si es cierto es
que derrotaron al ejército de Axayácatl.
En el libro se expresa incluso un viejo cantar en el que se alude a dicha derrota,
aparentemente traumática y que pesó hondamente en el orgullo Azteca. Tanto así que el
cantar pareciese incluso una excusa, una manera de justificar su pérdida. Además de un
intento por consolar al rey Axayácatl y al señor de Tlacaélel.
Axayácatl, fue sucedido por Tizoc, su hermano menor, pero su reinado duró poco tiempo,
pues a los 4 o 5 años murió. Durán en su Historia explica la muerte de Tizoc: “viéndolo los
de su corte tan para poco, ni deseoso de engrandecer y ensanchar la gloria mexicana, creen
que le ayudaron con algún bocado, de lo cual murió muy mozo y de poca edad”.
No es difícil interpretar dicha descripción de lo sucedido como un envenenamiento. Lo cual
vuelve a la cultura mexica y a sus regentes aún más pretensiosos, pues al parecer si un
mandatario no cumplía con las expectativas de la corte, de le desvanecía de la pirámide
jerárquica.
Así pues, habiendo desaparecido del camino Tizoc en el cuarto capítulo se apertura
hablando sobre la asención al trono de Ahuízotl en 1486, quien fuese el hermano menor de
Axayácatl y Tizoc. Fue este quien brindó del esplendor anhelado por su corte a la ciudad
mexica, pues no solo concluyó con la edificación de dos templos, uno en honor a
Huitzilopochtli y otro a Tláloc y embelleció México-Tenochtitlan, sino que con sus victorias
militares extendió el poderío e influencia de su reinado hasta la provincia de Guatemala.
Todo iba muy bien hasta que su ambición lo llevó a querer traer agua de Coyoacán para
poder dotar de este preciado bien a su población, y a la vez poder regular el nivel del lago,
pues eran constantes las crecidas. La planificación no fue la óptima y dicho intento terminó
por ser contra producente, pues provocó no solo la inundación de la ciudad, sino que
también produjo la muerte de Ahuízotl pues según se dice, durante la evacuación de su
palacio debido a la inundación, se golpeó en la cabeza con el marco de la puerta al salir de
su aposento, golpe que lo conduciría a los umbrales del inframundo en 1502.
Es en 1502 (año 10-Conejo) cuando Motecuhzoma Xocoyotzin se hace rey de los mexicas,
era hijo de Axayácatl. Es mayormente conocido por haber sido el último de los señores
mexicas.
Su gobierno es reconocido por su intento de conformación de México –Tenochtitlan en una
nación poderosa y grande. Puso en altos puestos de gobierno a todos los estudiosos que
constantemente mandaba traer de los centros superiores de educación, buscando con ello
elevar el nivel de su gobierno.
Hablando desde el punto de vista espiritual, Motecuhzoma estaba influenciado por la
antigua tradición tolteca, aquella que hablaba constantemente de Quetzalcóatl.
Motecuhzoma, trató de acercarse al culto de todos los pueblos que sometía, por estrategia
militar y de gobierno, esto lo llevó a construir un adoratorio dentro del conjunto conformado
por los templos de Tláloc y Huitzilopochtli, conocido como Coateocalli, o la “casa de los
diversos dioses”.
También era sabido que el gran señor mexica tenía una “casa de lo negro”, un lugar en el
que se encerraba por largos períodos de tiempo a meditar y a orar.
Al mantener esta idea filosófica y teológica sobre lo que representaba está antigua religión
de sus ancestros los Toltecas. Motecuhzoma a la llegada de los españoles, en lugar de
empuñar las armas y salir a la defensa de su territorio, consultó sus antiguos códices, y se
llegó a preguntar si acaso Quetzalcóatl y los antiguos dioses habían regresado, como lo
narraba el mito.
Incluso son muy mencionadas las idas y venidas de los mensajeros que fueron enviados
por Motecuhzoma al encuentro de los españoles. Tanto para conocerles, así como a sus
intenciones.
Así, un 8 de noviembre de 1519 fueron abiertas las puertas de la gran ciudad de México-
Tenochtitlan, para recibir a los españoles.
“Parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís… algunos de
nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños”
(Bernal Díaz del castillo, 1833)
Se abre el quinto y último capítulo, “El legado espiritual del México Antiguo”, señalando
como su mismo nombre lo dice algunos de los regalos del México antiguo que perduran en
nuestros días, como las plantas medicinales y las plantas alimenticias.
Nos habla de la presencia, en casi todas las lenguas del mundo, de términos de origen
náhuatl como: chocolate, cacao, tomate, aguacate chicle, etcétera. Sin olvidarnos de la
también grande cantidad de especias y otros tipos de materias primas que provienen de
México como el maíz, el algodón, frijol, tabaco, hule e incluso los pavos.
El mensaje del autor se resume en que los textos prehispánicos son la clave que ayudar a
abrir el secreto de la huehuetlamatiliztli, esto es, la sabiduría antigua del mundo Maya.
En cada cultura hemos visto cómo se han tratado de representar los conceptos filosóficos
que integraban al hombre. Desde los griegos, quienes veían a través de una metáfora el
rostro de los individuos a su prosopon, es decir, máscara, analogía que representa los
rasgos propios de la fisonomía moral de cada individuo.
En cambio, los romanos pensaron que las personas o personas venían de per-sognare,
hablar a través de.
El mundo náhuatl mediante las reglas de Tecpillatolli, que era el lenguaje de los nobles y
cultivados, hacía una descripción del supremo ideal del hombre y la mujer nahuas.
Los hombres debían ser dueños de un rostro, dueños de un corazón, In ixtli, in yóllotl,
"rostro-corazón".
Viéndose que para ellos Corazón, de raíz etimológica Oll-in, significaba movimiento, la
forma abstracta de interpretar esto es con el término Yoll-otl, "la movilidad de cada quien".
Por lo tanto, podemos decir que los nahuas poseían una fisonomía moral de un principio
dinámico del ser humano en dónde el hombre ideal debe de poseer energía propia y
esencial, pura; y y debería ser auténtico.
Así como las mujeres o Cihuáyotl, en su "corazón y en su rostro debe brillar la feminidad".
Así basaban también su educación, qué era un sistema de educación global y obligatorio,
en esta cosmogonía en dónde buscaban cultivar la Ixtlamachiliztli, acción de dar sabiduría
a los rostros, y la Yolmelahualiztli, acción de enderezar los corazones.
Incluso en el códice Florentino se mencionan los ritos qué se llevaban a cabo al nacer un
niño náhuatl, en dónde desde el nacimiento se le hacía la dedicación o consagración a una
escuela determinada.
Es admirable además el hecho de que desde la corta edad de 6 o 7 años los padres
hablaban con su hijo o hija para explicarles sobre las afluencias y pormenores de la vida,
sobre la adoración a sus dioses, las reglas sociales e incluso, la cuestión sexual, en dónde
se alude a un fragmento de un texto en donde un padre nahua le explica a su hija, a su
“collar de piedras finas, su plumaje de quetzal”, la manera en que ha de cuidarse de no
entregar a una persona incorrecta su corazón y su pureza, y que, el dejarse llevar por el
placer físico puede convertirla en una mujer pública.
Como ya se había hablado, fue tal la admiración que encontraron en la ciudad de México
Tenochtitlan los conquistadores que creyeron estar inmersos en un sueño adornado de
plumas de quetzal y color jade.
Desde luego los españoles no dejaron desapercibidos los preciosos objetos de hechura
indígena, como los discos del Sol y la Luna y otras figuras en oro y plata, que obsequió
Motecuhzoma a Hernán Cortés y este a su vez los envió al emperador Carlos V, objetos
que en Europas fueron admirados y reverenciados.
Pues cada que se hacía alguna analogía sobre las creaciones artísticas occidentales, éstas
recibían únicamente elogios. A pesar de que los ideales estéticos no se asemejaban a los
del otro continente, esculturas como la cabeza de Coyolxauhqui o de la Coatlicue no dejaron
de ser aduladas.
La principal fuente de inspiración para la creación nahua fue la cultura tolteca. Veían en
Quetzalcóatl una grandeza que valía la pena adorar, tal cual la vieron los antiguos Toltecas.
Comentaban incluso acerca del gran ingenio artístico que poseían los Toltecas.
Muestran los textos incluso una manera un tanto idólatra de querer representarse a sí
mismos como una versión mejorada de los toltecas.
El arte náhuatl encuentra así la manera de reivindicar la magnificencia de los toltecas
mediante una producción de elevada ejecución y técnica artística.
Pero, no cualquiera podía ser un artista, los había con esta habilidad desde el nacimiento.
Y tiene sentido, pues no cualquiera podía ser el medio a través del cual se manifiesta Dios.
Además, no todo tenía que ver solamente con una capacidad innata. También era necesario
que el niño continuase su educación en algún centro nahuas de especializado en la
educación del arte, como los cuicacalli, “casas de canto”.
Una vez transformado, el artista será un “ladrón de flores y cantos”. Obrara con paciencia,
con sigilo, íntegramente, siendo “dueño de un rostro, dueño de un corazón”.
En sí, la educación náhuatl estaba inspirada en la pretensión por querer humanizar el
corazón de las personas, volverles más sabios, con un corazón más firme, más puro.
Hacer brotar de su interior las flores y el canto.
Por último, se llega a la desembocadura de toda esta obra extraordinaria, la concepción del
sentido que le dan los nahuas a la vida. Quienes tenían una formar de apreciar la vida que
incluso parecería una ideología moderna.
Su alusión sobre la vida ofrece la posibilidad de contemplar, desde un punto de vista
distinto, los eternos enigmas que circundan el existir humano en la tierra a través de lo
perecedero, de la fragilidad de la existencia misma, y convierte a su cultura en su propia
máscara de rostro y corazón Puesto que la inestabilidad de lo que existe, la fragilidad del
mundo, y su fatalidad, son los motivos que invitan al sabio indígena a meditar y a buscar
un más hondo sentido en las cosas pero también a comprender y disfrutar por ello la
fugacidad de la vida y dedicarla no solo a agradecer a los dioses sino a realizar una
búsqueda interior, aquello que los aproxime más a la verdad, a Dios.
Y así, mediante esta búsqueda individual hacia un mismo objetivo, y la convergencia de
todos aquellos rostros y corazones con un valor supremo que los une, es como puede
llegarse a ser una cohuáyotl, “comunidad”.
CONCLUSIONES
Este libro es una recopilación basta de todos aquellos cantares, pasajes, reseñas, crónicas,
etc., que expresan lo que en su momento fueron los últimos años de las culturas
mesoamericanas, así como de la narrativa histórica, desde un punto de vista en primera
persona, de lo que fue la conquista de México.
Muestra una visión muy romántica sobre lo que sería la visión, las hazañas y los
pensamientos de los sabios y reyes de esa época. De su filosofía profunda.
En lo personal me parece alentador conocer la manera en que, a partir de una duda tan
común sobre nuestra existencia y el papel de Dios en esta, los nahuas desarrollan una sería
de visiones que los llevan a constituir doctrinas no solo religiosas o filosóficas, sino que
conformar su descripción sobre el ideal del hombre y la educación para convertirlos en
mejores seres humanos, en seres que hablen de verdad, cuyas raíces son firmes.
Una manera interesante y didáctica de interpretar los sentires de nuestros antepasados.
Además de destacar lo comprensible que es esta importancia dada por Miguel León Portilla
a nuestro pasado cultural, a las raíces de, y el intento por captar el mensaje y el
entendimiento de este desde la propia reflexión indígena vertida en su legado documental.
Y también por ello la importancia del resguardo y la recuperación de todos estos textos en
náhuatl.
BIBLIOGRAFÍA
Bernal Díaz del Castillo. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, edición
Guillermo Serés, Real Academia Española-Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2011,
pg. 271, Madrid-Barcelona.
Miguel León Portilla. Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. Editorial
Fondo de Cultura económica, 2010, México