Introducción
Introducción
Meditación
Cuando estaba en primero de primaria, Marcos, un niño de mi clase, fue
acusado de haber robado la merienda de su compañero de banco. Yo
sabía que no era cierto, pero me callé, no era mi problema, y además
todos lo señalaban a él como culpable. ¿Por qué tendría que haber
intervenido?
Todavía, cada vez que lo recuerdo, siento vergüenza, me duele mi
actitud. Hubiera podido ayudar a mi amigo, decir la verdad y ayudar a
que se haga justicia, en cambio me comporté como Pilato y preferí mirar
hacia otra parte. Elegí el camino más cómodo y me lavé las manos. Hoy
estoy muy arrepentido. Hubiera querido tener un poco de valentía, seguir
mi corazón y ayudar a mi amigo en dificultad.
A veces sólo sentimos la voz de quien hace y quiere el mal, mientras la
justicia es un camino cuesta arriba, con obstáculos y dificultades, pero
tenemos a Jesús a nuestro lado, dispuesto a sostenernos y ayudarnos.
Oración de los niños
Jesús, concédeme un corazón sencillo y sincero, así tendré el valor y la
fuerza de caminar en tu justicia, aun en las dificultades. «Aunque camine
por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo» (Sal 22,4).
Oremos
Señor, Padre bueno,
infunde en nosotros tu Espíritu Santo
y concédenos tu fortaleza,
porque sólo así tendremos la valentía
de testimoniar tu verdad,
que es camino de justicia y reconciliación.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
II Estación
Jesús con la cruz a cuestas
Los hombres que habían detenido a Jesús se burlaban de él y lo
golpeaban y, tapándole los ojos, le decían: «¡Adivina!, ¿quién te pegó?».
Y le gritaban toda clase de insultos (Lc 22,63-65).
Meditación
En clase leíamos por turnos el libro Historia de una gaviota y del gato
que le enseñó a volar. Cuando fue el turno de Martina, comenzó a
confundir las letras unas con otras y así las frases perdieron el
significado. Palabra tras palabra empecé a reír y conmigo todos los
demás. Todavía recuerdo el rostro de Martina sonrojado, la voz quebrada
y los ojos llenos de lágrimas.
Tal vez no era nuestra intención burlarnos de ella, sin embargo, ¡cuánto
dolor le provocamos con nuestras carcajadas!
La persecución no es un recuerdo lejano de hace dos mil años, a veces
algunas de nuestras acciones pueden juzgar, herir y pisotear a un
hermano o a una hermana.
En ocasiones, haber hecho sufrir a alguien puede habernos causado un
poco de placer, porque detrás de esos sufrimientos enmascaramos
nuestros propios problemas.
Jesús nos ha enseñado a amar y en su amor se encuentra la respuesta a
todos los sufrimientos. Tenemos que estar dispuestos a todo para no
hacer el mal a los demás, por el contrario, para hacerles el bien.
Oremos
Señor, Padre bueno, que nos has enviado a Jesús,
obediente hasta la muerte,
concédenos la fuerza de tu amor
para tomar con valor nuestra cruz.
Concédenos tu esperanza y sabremos reconocerte
incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
III Estación
Jesús cae por primera vez
Él cargaba y soportaba nuestros dolores; nosotros lo consideramos un
castigado por Dios, golpeado y humillado. Pero él fue traspasado por
nuestras rebeliones y quebrantado por nuestros crímenes (Is 53,4-5).
Meditación
En quinto de primaria era el mejor en matemáticas, terminaba los
exámenes en pocos minutos y conocía solamente un resultado:
“excelente”.
Cuando por primera vez leí “insuficiente” pensé que era un inútil, sentí el
peso de un fracaso inesperado, estaba solo y sin ningún consuelo.
Pero ese momento me hizo crecer, en casa mis padres me animaron y
me hicieron sentir su amor; volví a levantarme y seguí esforzándome en
el estudio.
Hoy sé que cada día vacilamos y podemos caer, pero Jesús está
siempre ahí para tendernos la mano, para hacerse cargo del peso de
nuestras cruces y volver a encender en nosotros la esperanza.
Oración de los niños
Jesús, has caído debajo de la gran cruz que llevabas. También yo caigo
a menudo y me lastimo. Protégeme en mi camino y concédeme la fuerza
de llevar mis cargas junto a Ti.
Oremos
Señor, has asumido nuestros sufrimientos
y los has compartido hasta el patíbulo que aplasta y humilla.
No nos abandones bajo el peso de nuestras cruces,
que a veces nos parecen demasiado pesadas.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
IV Estación
Jesús encuentra a su Madre
Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: «Ya no tienen vino».
Pero Jesús le contestó: «Mujer, ¿qué tiene que ver eso con nosotros?
Todavía no ha llegado mi hora». Pero su madre dijo a los que servían:
«¡Hagan lo que él les diga!» (Jn 2,3-5).
Meditación
Cuando pienso en mi mamá veo su rostro amable, siento el calor de sus
abrazos y me doy cuenta de su amor por mí.
Ella me acompaña a todos lados, a los entrenamientos de fútbol, al curso
de inglés y a la catequesis el domingo por la mañana.
Por la tarde, aunque esté cansada, me ayuda mientras hago los deberes;
y cuando de noche tengo pesadillas, se pone a mi lado, me tranquiliza y
espera que me duerma otra vez.
Si tengo un problema, una duda o sencillamente pensamientos
desagradables, ella está siempre dispuesta a escucharme con su
sonrisa.
Y en los momentos más difíciles no necesito decir palabras, basta una
mirada, ella se da cuenta enseguida y me ayuda a superar cada
sufrimiento.
Oremos
Señor, Padre bueno,
concédenos que encontremos la mirada amorosa de María,
para que cada uno de nosotros,
libres de la propia soledad interior,
podamos descansar en el abrazo maternal de Aquella
que en Jesús abrazó y amó a todos los hombres.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
V Estación
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Cuando se llevaban a Jesús detuvieron a un hombre de Cirene, llamado
Simón, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz para que la
llevara detrás de Jesús (Lc 23,26).
Meditación
Durante el verano jugaba con los amigos del barrio en el parque que está
delante de mi casa. Desde hacía algunos meses teníamos nuevos
vecinos con un hijo de mi misma edad. Sin embargo, él no jugaba con
nosotros, ni siquiera entendía bien nuestra lengua. Un día noté que nos
estaba mirando de lejos, quería jugar con nosotros, pero no tenía el valor
de pedírnoslo. Me acerqué, nos presentamos y lo invité a jugar un partido
de fútbol con nosotros. Walid desde aquel día es uno de mis mejores
amigos, además de ser el portero de nuestro equipo.
Mirando de lejos una persona, lo primero que notamos es la figura,
después nos damos cuenta si es hombre o mujer y lentamente toman
forma los detalles de su rostro, pero sólo cuando lo reconocemos como
hermano estamos abriendo nuestro corazón a Jesús.
Meditación
Ese día tenía que jugar el partido más importante del campeonato, era la
oportunidad para demostrar todas mis habilidades. En el vestuario estaba
nervioso y asustado, pero cuando entré en el campo vi entre los
espectadores a Marcos, mi mejor amigo que, aunque no le gustaba el
fútbol, estaba allí para apoyarme. Era la primera vez que venía a verme
jugar, y por desgracia perdimos.
Mientras me duchaba estaba triste y desanimado, pero cuando salí del
vestuario me encontré con mi amigo, que me estaba esperando con un
refresco de naranja en la mano. Pasamos un rato juntos, y así esa hora y
ese refresco de naranja hicieron todo más llevadero, la derrota sufrida se
convirtió en un recuerdo menos amargo.
Un encuentro, una mirada, un gesto pueden cambiar nuestro día y llenar
nuestro corazón. En el rostro afligido de un amigo, o incluso de un
desconocido, está el rostro de Jesús que pasa por el mismo camino que
yo... ¿Tendré la valentía de acercarme?
Oración de los niños
Jesús, concédeme cruzarme con tu mirada en los momentos de
dificultad, para que así pueda encontrar consuelo en tu amor.
Oremos
Señor, haz que la luz de tu Rostro,
lleno de misericordia,
alivie las heridas del abandono y del pecado que nos afligen.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
VII Estación
Jesús cae por segunda vez
Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca. Él cargó sobre su
cuerpo nuestros pecados, llevándolos al madero, para que, muertos al
pecado, viviéramos para lo que es justo (1 P 2,22.24).
Meditación
En cuarto de primaria quería a toda costa ser el protagonista de la obra
de teatro escolar de final de curso. Había hecho todo lo posible para
conseguir el papel, había ensayado los diálogos varias veces frente al
espejo, pero la maestra decidió darle el papel a Juan, que era un niño
muy reservado.
En ese momento me sentí humillado y enojado, conmigo mismo, con la
maestra y con Juan. La obra fue un éxito, y desde ese momento Juan se
abrió más a toda la clase.
Mi decepción había servido para ayudar a otra persona, la decisión de la
maestra había dado una oportunidad a alguien que realmente lo
necesitaba.
Oremos
Señor, Tú caíste por tierra como cualquier otro hombre.
Concédenos la fuerza de volver a levantarnos
aun cuando no tenemos ni siquiera el deseo de hacerlo.
Aumenta en nosotros la convicción
de que, aunque estemos cansados y desanimados,
contigo a nuestro lado siempre podemos volver a caminar.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
VIII Estación
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
Seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y
se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: «¡Mujeres
de Jerusalén, no lloren por mí! Lloren más bien por ustedes y por sus
hijos» (Lc 23,27-28).
Meditación
Mi hermano y yo habíamos estado jugando a los videojuegos toda la
tarde. Al anochecer, mamá nos preguntó si habíamos hecho los deberes.
Los dos le contestamos: “Claro, mamá”. Inmediatamente me fui a mi
habitación y empecé a hacerlos, mientras mi hermano veía la televisión
en el sofá.
Al día siguiente él no fue a la escuela, fingiendo un terrible dolor de
estómago.
De regreso a casa, fui a su habitación y hablamos de lo que había
pasado: nos equivocamos al mentirle a mamá y él se equivocó al fingir el
dolor de estómago.
Le sugerí que hiciera los deberes enseguida, y lo ayudé a terminar los
del día anterior. Cuando acabamos, pasamos el resto de la tarde
jugando.
Corregir a un hermano es un gesto difícil pero necesario, requiere valor,
sencillez y delicadeza.
IX Estación
Jesús cae por tercera vez
[Jesús dijo:] Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no
muere queda solo; pero si muere da mucho fruto. El que se apega a su
vida la perderá; el que desprecia la vida en este mundo la conservará
para la vida eterna (Jn 12,24-25).
Meditación
Durante el último año, con mi familia no hemos vuelto a visitar a nuestros
abuelos. Mis padres dicen que es peligroso, podríamos hacer que se
enfermen de Covid. ¡Los extraño!
Igual que extraño a mis amigos de voleibol y a los scouts.
A menudo me siento sola.
También la escuela está cerrada, antes iba a veces de mala gana, pero
ahora sólo quisiera regresar a la clase para ver a mis compañeros y a las
maestras.
La tristeza de la soledad a veces se vuelve insoportable, nos sentimos
“abandonados” por todos, incapaces de volver a sonreír. Como Jesús,
nos encontramos caídos por tierra.
XII Estación
Jesús muere en la cruz
Era casi mediodía y se oscureció toda la tierra hasta media tarde, porque
el sol había dejado de brillar. La cortina del Templo se rasgó por la mitad.
Y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «¡Padre, en tus manos entrego mi
espíritu!». Y, después de decir esto, expiró (Lc 23,44-46).
Meditación
Hace poco, después de haber tratado el tema en el colegio, escribí una
redacción sobre los niños que eran víctimas de la mafia. Me pregunto:
¿cómo es posible cometer acciones tan terribles?, ¿es justo perdonar
algo así? Y yo, ¿sería capaz de hacerlo?
Jesús, muriendo en la cruz, nos ha dado la salvación a todos. No vino a
llamar a los justos, sino a los pecadores que tienen la humildad y la
valentía de convertirse.
Oración de los niños
Jesús, danos la fuerza de perdonar, Tú que has dicho: “Habrá más
alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y
nueve justos que no necesitan arrepentirse”.
Oremos
Señor Jesús,
que has muerto en la cruz por nosotros,
acoge nuestra vida
que se une a la tuya
como una ofrenda perenne y definitiva.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
XIII Estación
El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz
Al atardecer vino un hombre rico de Arimatea llamado José, quien
también se había hecho discípulo de Jesús, y se presentó ante Pilato
para pedirle el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo
entregaran (Mt 27,57-58).
Meditación
Bajaron de la ambulancia unos hombres que parecían astronautas,
vestidos con bata, guantes, mascarillas y visera, se llevaron al abuelo
que tenía dificultades para respirar desde hacía algunos días.
Fue la última vez que vi al abuelo, murió pocos días después en el
hospital, imagino que sufriendo también a causa de la soledad.
No pude estar cerca de él físicamente, decirle adiós y darle consuelo.
He rezado por él cada día, así pude acompañarlo en su último viaje
terreno.
Meditación
Querido Jesús: Me llamo Sara, tengo doce años y te quiero dar gracias
porque hoy me has enseñado a hacer el bien en nombre de tu amor. Me
has enseñado a superar todo sufrimiento confiando en ti, a amar al otro
como a un hermano, a caer y a levantarme, a servir a los demás, a
liberarme de los prejuicios, a reconocer lo esencial y sobre todo a unir
cada día mi vida a la tuya. Hoy, gracias a tu gesto de amor infinito, sé
que la muerte no es el final de todo.