Tarea Post Grado
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ISSN: 1665-0441
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Universidad Autónoma Indígena de México
México
DE LA COLONIZACIÓN AL PROYECTO
DE EMANCIPACIÓN Y EDUCACIÓN
ZAPATISTA. RELATOS DE INFANCIA:
RACISMO, VIOLENCIA Y MEMORIA
COLECTIVA
Rico-Montoya, Angélica
DE LA COLONIZACIÓN AL PROYECTO DE EMANCIPACIÓN Y EDUCACIÓN ZAPATISTA. RELATOS DE
INFANCIA: RACISMO, VIOLENCIA Y MEMORIA COLECTIVA
Ra Ximhai, vol. 14, núm. 2, 2018
Universidad Autónoma Indígena de México, México
Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=46158063005
INTRODUCCIÓN
En este sentido, no sólo los abuelos, madres y padres son los que
deciden qué conocimientos y prácticas culturales se reproducen y cuáles
se olvidan, sino que son los y las niñas, quienes, de acuerdo a su
contexto, espacio y tiempo, deciden cuales conocimientos, experiencias
y enseñanzas les resultan más significativas y por lo tanto, deben ser
recreadas y transmitidas de generación en generación tal como lo hicieron
sus abuelos y sus padres.
Mis abuelitos llevaban su verdurita a San Cristóbal, a vender pues. Los coletos les
tiraban sus cosas y a patadas los bajaban de las banquetas, por ser indios, decían
que no eran gente de razón. Qué van a hacer los abuelitos si tenían que comer,
más que aguantar. Ahora ya no es así, después del levantamiento (1994) como que
empezaron a respetarnos (Mariana, 23 años, entrevista 2015).
Hablar con los niños del sufrimiento de sus abuelos, permite justificar
ante ellos por qué es importante luchar y organizarse. Además, incorpora
en este discurso la idea de lo que debería ser “un hombre y mujer
en resistencia”, sinónimo de “mujer y hombre verdadero” que para los
tseltales implica cumplir cabalmente con los principios comunitarios.
Freddy, niño tseltal de 12 años, quien también ha escuchado muchas
historias sobre la vida en la finca por parte de sus abuelos y Ana María, su
madre, relata lo siguiente:
Mi mamá me cuenta cosas tristes de los/as abuelitos/as que vivieron las fincas. A
veces sueño que voy a verlos…y los rescato pues…para eso soy zapatista. Dicen que
pagaban con trago, nada de dinero pa' comprar tu comidita, trago, golpes…veías
buena comida en la casa de los patrones…carne, frutas, dulces…y tu panza vacía
chillando, dormías con hambre (Freddy, entrevista 2015).
Figura 1
“Jmetatik”
Freddy tseltal, 12 años, 2015.
Nosotros no queremos una escuela que sean los libros, los salones, los maestros
o los niños, nosotros queremos ver y luchar para que la escuela sea la comunidad
toda, porque en la comunidad está el pueblo y su verdad (Proyecto EV, MAR-
RFM, 2001).
Si la idea era que todos los zapatistas fueran partícipes del proceso
político educativo impulsado desde las escuelas autónomas comunitarias,
lógicamente las niñas debían ser incluidas en el proceso. Dicho
posicionamiento cambió radicalmente la visión tradicional de la relación
niñas-educación.
La presencia de las mujeres en las filas insurgentes y como parte de
la Comandancia y autoridades políticas, así como la reflexión teórica
y la formación política en torno a la idea de que la liberación de los
pueblos no sólo podía ser impulsada por los hombres, sino que requiere
de la participación de las mujeres confirió sentido al principio indígena
zapatista del pajal yax benotik. Además, permitió impulsar y reforzar
la idea de que las niñas y adolescentes no sólo asistieran a las clases en
las escuelas autónomas de su comunidad, sino que fueran nombradas
en asambleas para ser promotoras y desempeñar cargos políticos. Ser
mandatada por sus comunidades en asamblea, no sólo legitiman la idea
de que las niñas tienen derecho a la educación y a decidir sobre su propia
vida, sino a ser dueñas de la tierra y a la participación política pública que
les ha sido negada durante siglos.
El aprendizaje-enseñanza en las Escuelas Autónoma busca desarrollar
en los niños y niñas una manera diferente de verse a sí mismos con relación
a su realidad inmediata, a diferencia de la percepción obtenida en escuelas
indígenas oficiales, pues no sólo se les enseña a leer y escribir, sino se
les enseña a concebir la educación como algo naturalmente político, se
les prepara para saber luchar, cuidar su entorno y sentirse orgullosos de
defender su cultura indígena y su tierra (Torres, 2012; Baronnet, 2012;
Rico, 2007).
Aprender el español o la “castilla” es visto por los y las zapatistas como
un arma de la lucha que permite debatir en igualdad de condiciones
en el ámbito político, conocer “las mañas del chopol a´wualil (el mal
gobierno)”, es decir, las estrategias de contrainsurgencia en contra de sus
comunidades, sus leyes, mentiras y a sus partidos políticos son esenciales
para la organización y para dar contenido a sus clases.
Aunque el proyecto educativo del Municipio, “Educación Verdadera”
tiene principios filosóficos, políticos y pedagógicos muy claros, en la
cotidianidad, la educación es resignificado y reapropiada por cada uno
de los y las promotoras, los niños, niñas sus culturas, lenguas y prácticas
comunitarias y por supuesto sus trayectorias de vida, su participación
política y experiencias de violencia. Para Mariana y Ana María, el
nopteswanej (quien aprende-enseñando) con los niños y niñas zapatistas
de su comunidad es diferente. Mientras Ana María siempre ha sido
promotora de niños/as tseltales, la lengua materna de ella; Mariana,
siendo tsotsil, primero fue promotora de niños y niñas tsotsiles, pero al
casarse con un hombre tseltal se mudó a otra comunidad, situación por lo
que ahora es promotora de niños/as tseltales:
Figura 2
“Dejó su arma para dar clase”
Toñito, 6 años, 2015.
CONCLUSIONES
LITERATURA CITADA
Notas
[1] Se entiende por herida colonial aquella en la que se sitúa, la experiencia de los damnés,
los desterrados de la tierra de Franz Fanon, las y los no adecuados al orden normal de la
sociedad (Mignolo, 2010, p. 45).
[2] En territorio zapatista, los militantes adoptan un “nombre de lucha” cuando inician
su participación política en la Organización, por lo que ese “alias”, pasa a ser el nombre
por el que son reconocidos y nombrados por sus compañeros y por el movimiento
rebelde.
[5] Los peones acasillados del Sureste vivían en deplorables condiciones en las fincas, en
las cuales perduraban las tiendas de raya y no podían salir de ellas. En Chiapas había dado
un movimiento contrarrevolucionario, encabezado por los finqueros que había detenido
el avance agrario en la entidad Núñez, Gómez y Concheiro (2013).
[6] Las bombas que los pobladores denunciaban en las cercanías a Rancho Nuevo y que
fueron grabados y difundido por los video-documentalistas de la casa productora “6 de
julio”. El Gobierno federal y el ejército, decían que no eran bombas sino rockets.
[8] Todavía en la década de los años 1980, “los coletos”, la gente no indígena o mestiza
de San Cristóbal, llamada así por los indígenas por usar el cabello en forma de coleta
como los españoles de antaño, no permitían a los indígenas usar las banquetas o mirarlos
directamente a los ojos sin ser reprendidos.
[9] Ejércitos privados organizados por los finqueros, conformados por ellos mismos y
sus hijos, además de personal armado contratado: contaban con la complicidad de las
autoridades, quienes no administraban justicia, ni en casos graves como asesinatos.
Notas de autor
SÍNTESIS
Angélica Rico Montoya
CURRICULAR
Doctora en Investigación Educativa por la Universidad
Veracruzana. Periodista y Maestra en Desarrollo Rural (UAM-
X). Asesora e investigadora en Colabal A.C. Líneas de
Investigación: Violencia política y prácticas de resistencia-
rebelde zapatistas frente a la contrainsurgencia. Infancias,
juventudes y maternidades en contexto de conflicto armado.
Educación, autonomía y decolonialidad.