El poema describe a un niño como el rey del hablante. A diferencia de los reyes de otras naciones que son sombríos, altivos o amenos, el rey del hablante es un niño desnudo, blanco y rollizo cuyo cetro es un beso y premio un mimo. El hablante jura lealtad a su reyecillo y ofrece cargarlo a través de mares sombríos, incluso dar la vida, antes que dejar que ame a otros reyes de los hombres.
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El poema describe a un niño como el rey del hablante. A diferencia de los reyes de otras naciones que son sombríos, altivos o amenos, el rey del hablante es un niño desnudo, blanco y rollizo cuyo cetro es un beso y premio un mimo. El hablante jura lealtad a su reyecillo y ofrece cargarlo a través de mares sombríos, incluso dar la vida, antes que dejar que ame a otros reyes de los hombres.
El poema describe a un niño como el rey del hablante. A diferencia de los reyes de otras naciones que son sombríos, altivos o amenos, el rey del hablante es un niño desnudo, blanco y rollizo cuyo cetro es un beso y premio un mimo. El hablante jura lealtad a su reyecillo y ofrece cargarlo a través de mares sombríos, incluso dar la vida, antes que dejar que ame a otros reyes de los hombres.
El poema describe a un niño como el rey del hablante. A diferencia de los reyes de otras naciones que son sombríos, altivos o amenos, el rey del hablante es un niño desnudo, blanco y rollizo cuyo cetro es un beso y premio un mimo. El hablante jura lealtad a su reyecillo y ofrece cargarlo a través de mares sombríos, incluso dar la vida, antes que dejar que ame a otros reyes de los hombres.
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MI REYECILLO . José Martí.
Los persas tienen
Un rey sombrío; Los hunos foscos Un rey altivo; Un rey ameno Tienen los íberos; Rey tiene el hombre, Rey amarillo: ¡Mal van los hombres Con su dominio! Mas yo vasallo De otro rey vivo,– Un rey desnudo, Blanco y rollizo: Su cetro– un beso! Mi premio– un mimo! Oh! cual los áureos Reyes divinos De tierras muertas, De pueblos idos –¡Cuando te vayas, Llévame, hijo!– Toca en mi frente Tu cetro omnímodo; Úngeme siervo, Siervo sumiso: ¡No he de cansarme De verme ungido! ¡Lealtad te juro, Mi reyecillo! Sea mi espalda Pavés de mi hijo: Pasa en mis hombros El mar sombrío: Muera al ponerte En tierra vivo:– Mas si amar piensas El amarillo Rey de los hombres, ¡Muere conmigo! ¿Vivir impuro? ¡No vivas, hijo!