Irene Eizykovicz.: Significa La Palabra Desesperado"

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Curso Irene 2004 Reunión 1

01/04/2004

Irene Eizykovicz.

Voy a presentarles la segunda parte de un curso, es decir, el itinerario de un


asunto: La fobia como neurosis del espacio.

(La primera parte fue :algunas aproximaciones acerca de la concepción del


espacio en psicoanálisis).

Pasaje de una geometría euclidiana a un espacio infinito que permite figurar la


castración; de lo tridimensional a lo bidimensional.

Para comenzar, 2 citas:


La primera es de Guillermo Mordillo. Nacido en la Argentina, de donde se fue a
los 23 años, hace casi 50. Hoy vive en Mónaco.
Sus dibujos mudos lo convirtieron en uno de los humoristas más prestigiosos
del mundo.

“El humor es la ternura del miedo. Cuando era niño y tenía miedo porque
tenía que atravesar un lugar oscuro, silbaba. Ahora atravieso la vida dibujando,
haciendo humor para darme coraje. No sabemos si estamos solos o si alguien
se ocupa de nosotros, por eso es que soy agnóstico”.

Si el humor es la ternura de miedo, la fobia es ahí pertinente.

Otra cita:
Arthur Schopenhauer –filósofo alemán,1788-1860-,
“Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo, eso
significa la palabra desesperado”.
Del diccionario de María Moliner : “Esperanza: confianza en que ocurra o en
conseguir cierta cosa que se desea.”
Algo que caracteriza a la esperanza está del lado de la neurosis, algo que
caracteriza a la desconfianza está del lado de la paranoia. Y en esa frontera, la
entrada a la neurosis por la fobia. Además : “de la familia de esperar”
Esperanza, de la familia de esperar.

Lacan trabaja la espera en el Seminario de La Angustia, como el momento


anterior a la constitución de la escena fantasmática.
Espera, que se contrapone a la inminencia del peligro, ese tiempo donde ya no
hay espera que caracteriza a la fobia: el riesgo inminente de algo que va a
acontecer.
Y además porque ese historial paradigmático de Freud que es “el pequeño
Hans”, habla de un niño –Herbert Graf- que más tarde fue el primer regisseur.
Había en ópera el director de orquesta y el escenógrafo, pero la profesión de
director de escena de ópera, tal como sucede ahora, no existía entonces. -eso

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es un regisseur- “Es más –comenta H. Graf- no había escuela, ni indicaciones
para su estudio. Tuve que inventarla”

En la fobia se trata del tiempo previo a la constitución de la escena.

Del término “miedo”, en el diccionario dice: “estado afectivo del que ve ante sí
un peligro” y esto es relativo a la desconfianza y también a un talante
asustadizo, cobarde o tímido. María Moliner dice “achicarse” y achicarse es un
término relativo a alguien que es grande, si uno se achica es porque está ante
algo grande, por algunas cuestiones que después voy a retomar.

Me interesa la fobia como cierto talante subjetivo, para entenderla de otro modo
que una clasificación psicopatológica: como un momento de la constitución
subjetiva.
Así trabaja Freud las fobias universales de los niños, y es misterioso cómo a
veces estos síntomas desaparecen solos, por esta ubicación particular que
tiene en la constitución subjetiva.

Lacan, aludiendo a los 5 psicoanálisis, a los ejemplos freudianos, a los


ejemplos eminentes, dice: “esos ejemplos originales del descubrimiento
freudiano, estos ejemplos son más que soportes, incluso más que metáforas,
nos hacen palpar la sustancia misma de aquello con lo que tenemos que
vérnoslas.”
Fobia como entrada a la neurosis, como momento crucial en el sentido de
encrucijada, donde hay que elegir “o bien..., o bien...”, hay dos alternativas: o
bien se acepta, o bien se rechaza la castración.
Se acepta si se vuelve significante la privación. Porque lo que organiza cada
pérdida como falta, es la confrontación de la castración articulada a la
diferencia de los sexos, o sea, es en fase fálica donde se juega esta
articulación.
Confrontación de la castración, es decir, de la ausencia de pene en la mujer -en
términos de Freud- con la diferencia sexual.
“La fobia muestra un desfiladero obligado por el que el neurótico pasa, donde el
lenguaje simboliza algo de la sexualidad.”

Comparo desfiladero obligado, con el pasaje de una geometría euclidiana a un


espacio infinito que permita figurar la castración. Y esto es cada vez.

Algunas descripciones que me parecieron luminosas:


“Esa dificultad del fóbico de encontrar un lugar allí donde está parado,
sintiéndose como un elefante en un bazar, abarrotado de cristalería que hace
peligrar sus movimientos”.
“En lugar de penetrar en lo visible con una mirada selectiva y la percepción
dirigida a captar lo importante y a rechazar lo no importante, se queda en
actitud pasiva, al borde de lo visible, por lo cual la plenitud se le impone con
una desconcertante y oscura sensación de masa. Los síntomas más
sobresalientes son el vértigo y la hipersensibilidad a la luz.”

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Los 3 soportes del mundo visual dislocados. Cuando estudiaba medicina,
aprendí que hay un trípode de sustentación para el equilibrio, que está dado
por el sentido de la vista, el oído interno –la parte neurológica- y la
propiocepción de la planta de los pies.
Las pruebas neurológicas que se le hacen a un paciente que tiene vértigo
consisten en pedirle que se toque la nariz cerrando los ojos, o ver qué pasa si
cierra los ojos con los pies juntos - disminuyendo la base del trípode de
sustentación-.
La fobia remeda un trastorno del equilibrio –desde el punto de vista de la
fisiología-, cuando no hay lesión.

Es interesante comparar esto que le pasa al fóbico en el espacio, el espacio


visible, el hecho que quede en actitud pasiva al borde de lo visible y se le
presente un fenómeno de sensación de masa, no pueda discriminar lo
importante de lo accesorio; con la aprehensión de un concepto.

La primera operación del trabajo de lectura es recortar, buscar puntos de


referencia. Si un texto no está subrayado, no hacemos globitos, no escribimos
el margen, un texto puede ser una página en blanco, no nos dice nada, porque
no tenemos puntos de referencia para buscar lo principal, y distinguirlo de lo
accesorio.
Lacan, comentando el trabajo de los pedagogos, dice: “Debemos encontrar en
la elaboración de los conceptos el mismo obstáculo designado ‘la angustia de
castración’. No hay verdadero acceso al concepto sino a partir de la pubertad,
que es un momento caracterizado por la notación - y que es y no puede ser
sino la angustia de la castración.” La inscripción de la falta ahí, como
operación subjetiva que hace a la aprehensión de los conceptos.

Cuando Lacan comenta el análisis de Hans, dice que la fobia es un modo de


solución al difícil problema de las relaciones del niño con la madre, una llamada
de socorro a un elemento simbólico singular.
El niño apela a un término que sostenga esa relación que se le ha vuelto
insostenible. Se abre frente a él una hiancia –en el momento de la privación-
que es la de ser devorado por la madre. Las reglas del juego ordenadas en
relación al falo imaginario –el engaño y la sorpresa-, que daban la razón de ese
espacio, se rompen.
El espacio materno se le ha vuelto inseguro, incierto.
Es ahí que aparece un objeto, sobre fondo de angustia, no sobre fondo de
mundo como aparecen los objetos en relación al sujeto del conocimiento o de
la percepción.

Dice Lacan que alguna vez tendríamos que estudiar etnografía, una rama de la
antropología que estudia ,describe y clasifica a las distintas razas. En
etnografía es muy interesante estudiar cómo es la construcción de los espacios
en un poblado, los puntos de referencia, los umbrales.

Si traemos a un habitante de Purmamarca a la ciudad de Buenos Aires, por


primera vez, seguramente se pierda. Lo mismo que si a nosotros, porteños,
nos llevan a Purmamarca y nos dejan allí, seguramente nos encontrará la

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Gendarmería después de algunas horas de estar dando vueltas, porque allí, en
ese espacio, no tenemos puntos de referencia.

El caballo de Hans, es una señal que puntúa el límite, es un término nuevo que
Hans introduce –Hans es un investigador; introducir una pregunta en lo real es
la tarea de alguien que está investigando- y se trata de eso, Hans está
investigando.
“El alumbramiento de la castración pone término a la fobia y a la vez muestra
qué es lo que suple. Se trata de integrar el número 3, no sólo articularlo”.
No alcanza con negativizar el falo, tiene que pasar a ser operador simbólico.

La operación fóbica puede leerse como el pasaje de una geometría


euclidiana a un espacio infinito, que permite figurar la castración.
La acción del significante en el espacio, por el corte, engendra la superficie.
El caballo que se lee en el miedo de Hans no es un objeto tridimensional.
Es un nombre y es figura, hay una puesta en plano, es un contorno.
Es el nombre del objeto que nombra algo del deseo del Otro, cuando todavía
ese deseo del Otro no está intermediado por la escena del fantasma, está
en relación al malestar que el sujeto presiente ante su sola pronunciación, ya
que no hace falta que vea el objeto temido.

El malestar que el sujeto presiente ante su sola pronunciación, denuncia –como


diría Freud- sus lazos con el inconsciente:

Una nena decía “bicha” para no nombrar víbora, porque las víboras les daban
un miedo espantoso, entonces eran “las bichas”. Una paciente con fobia a las
víboras no sólo jamás las nombraba, sino que se detenía antes de nombrarlas.
En el zoológico cuando la llevaban de chiquita, ni bien entraban, estaba el
serpentario. Entonces “serpentario” sí podía nombrar, pero ella hacía todo un
rodeo para ni siquiera pasar cerca, y no las nombraba.

Si el caballo fuera un objeto de identificación no causaría miedo, es decir, hay


algo del retorno de un objeto unheimlich, de un objeto siniestro - en toda su
ambigüedad sexual, cuando “la falta viene a faltar”-, cuando todavía no operó la
diferencia - en el sentido de articular la castración, inscribir la falta-: es el
ataque histérico frente a la inminencia de la presencia.
La cercanía también es una cuestión de distancia, si se le viene encima, es ahí
la crisis de angustia, la histeria de angustia.

Hay un límite entre lo imaginario y lo simbólico donde se articula la fobia, que


anticipa lo simbólico y que retroactúa tipificando ese objeto que ya estaba en la
prehistoria, en la prehistoria de Hans. Antes de la eficacia de la castración -en
fase fálica-, ya estaba el caballo.
Se verifica que en los libros de cuentos ya estaba el animal fobígeno, o porque
antes jugaba al caballito con el papá.

Se trata de pasar de un espacio donde la relación con el saber es del


orden de “ver es conocer”( el falo imaginario dá consistencia a ese
mundo cerrado que se sostiene según la premisa universal del pene), a
un espacio que no depende de su visibilidad, de la del sujeto.

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Lo que dialectiza esta posición de omnipotencia de lo imaginario es el
descubrimiento de la castración, que en Lacan designa el pasaje al piso de la
privación y se resuelve en la operación castración, donde se simboliza la falta,
donde la dominancia simbólica suple la insuficiencia imaginaria ante la
introducción del pene real.

La frustración ,momento previo a la constitución de la fobia - lectura neurótica


de la privación- es algo que está en la estructura, o mejor dicho, que se anota
como no estando.
Y cómo ante el reconocimiento de la ausencia de pene en la mujer, es decir de
la privación como un dato de hecho -la castración siempre es por el lado de la
mujer- aparece la fobia como un intento de organizar el espacio. Es decir, de
instaurar una ausencia, con la introducción del punto al infinito.

La mancha negra en la cabeza del caballo, que persiste como esa


comunicabilidad, con el fondo de angustia, ya tiene un contorno, un borde, que
es la figura del caballo. Entonces: frustración, privación, fobia, y la castración
mostrando retroactivamente lo que la fobia venía a suplir: lo que estabiliza en el
campo de la neurosis la vertiente obsesiva o histérica, la metáfora paterna.

La introducción de un punto, momento 0 de la organización espacial, puede


leer retroactivamente. Hans tiene un ataque de angustia, y ya no es nostalgia o
mera añoranza de la mamá, lo llevan con la mamá y no se calma.
Ahí algo pasó: la aparición de su pene real, la tumescencia, toda la cuestión del
autoerotismo que Freud trabaja, y qué hacer con eso, con ese goce que no
puede nombrar todavía.

Ante esa madre angustiante –la castración no como amenaza paterna sino
como dato de hecho del lado de la madre-, el niño forja un significante con su
fobia que la vuelve más maleable. Lacan da el ejemplo de Hans cuando dibuja
esa madre fálica bajo la forma de una caballo, señalando la importancia de que
de ella se puede hacer entonces un bollo de papel.

Un trazado en una superficie plana que anticipa y de este modo instala la


posibilidad de la Metáfora Paterna que estabiliza la neurosis, haciendo del
nombre fóbico uno de los nombres del padre.

Hasta entonces, hasta fase fálica,” el marco encerraba el cuadro, asegurando


los límites del mundo cerrado.” Lo que Lacan denomina entonces la función
del cuadro, es el nombre de la operación de introducción del punto al infinito en
el plano euclidiano.
Es lo que trabajamos el año pasado como el punto de fuga de la perspectiva en
“Las Meninas” de Velásquez:
“Entonces se pasa a un espacio delante del cuadro en el que queda envuelto
el punto sujeto reservado para el supuesto espectador donde sólo habrá un par
de ojos abiertos.” Una estructura de envoltorio, así la llama Lacan, la del
espacio, diferente a la extensión cartesiana.

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Hasta aquí, algunas ideas que estuve trabajando, y para la próxima reunión
material clínico. Cómo aparece en el curso del análisis la neurosis infantil, el
relato de la fobia, y cómo a partir de ahí cambia la versión del padre.
Dos cuestiones que es necesario articular, dar razón del cambio de versión del
padre en relación a la fobia.

Esa será la continuación de este recorrido.

(como algunos de los comentarios y/o preguntas no llegan a escucharse bien en la grabación,
se han tratado de reconstruir a partir de las notas que fueron tomadas de los mismos)

Alfredo Eidelsztein: en el “o bien... o bien...” que planteás y que remite a la


castración, ¿no creés que se podría, para caracterizar mejor a la fobia, como el
límite a la visibilidad del sujeto, si es visible o no en la escena? Está bien el “o
bien... o bien...” pero la eleccción obligada que impone la fobia (aunque no
eligió, porque está congelado)
Viste que vos dijiste que es el tiempo previo de la constitución fantasmática,
que si es así, se podría decir que queda la elección entre neurosis y perversión,
o neurosis o perversión, porque a mí me parece que en la neurosis el sujeto se
ve en la escena, y en la perversión no, porque se considera objeto. Con lo cual
me parecía que si lo decíamos así, quedaba mejor lo que vos proponías de su
propia visibilidad.

Irene E.: estoy de acuerdo, porque además...

(aquí se detuvo la grabación, lo que sigue son notas)

Alfredo E.: como en la propaganda de Telecom que el chico dice “mirame,


mirame, mirame...” Si es una neurosis, está el “seguro que si me mira, yo
como un boludo no hago nada”, que es el superyó, pero en la fobia está
suspendido.
En la fobia, por ejemplo, es la rata, y en el límite de lo que es visible, yo no
entro en la escena.
El “o bien... o bien...” es una respuesta posible, como neurosis o perversión.
Esta versión de la fobia evita el pasar por la madre y la etapa fálica.
Lacan toma de Freud y de Heidegger la idea de que la angustia es el afecto del
sujeto. Agamben no está de acuerdo, él propone a la vergüenza o el pudor.
Pone un ejemplo tomado de Primo Levi, de cuando los rusos llegan a un
campo de concentración en Alemania, a caballo (símbolo de poder) y ven a los
sobrevivientes. Primo Levi se dio cuenta del pudor que le dio al soldado ruso
verlo a él, y eso es lo subjetivo puro.
La vergüenza presentifica la división subjetiva en el límite de lo visible.
Parafraseaste el título de Koyré, sobre el pasaje de la concepción antigua a
moderna del espacio, con la desaparición de la esfera celeste el universo
entonces se hace infinito. Pero no ha perdido el límite, lo que se introduce es
el punto de fuga: no se hace infinito por la extensión sino por el punto de fuga.

Fernando Rodríguez: un infinito “hacia adentro”, no una expansión “hacia


afuera”.

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Alfredo E.: es una maniobra, la de vaciar un punto del plano y sustituirlo por
un punto simbólico.

Martín Krymkiewicz: es una modificación del espacio...

Alfredo E.: pero imaginariamente no lo concebimos así, lo concebimos como


sujetos de la ciencia. Pero no hay un punto central desde el cual todo se aleja
en la concepción del Big Bang.

Fernando R.: ¿cuál es la maniobra que plantea Koyré como sustracción del
punto de fuga?

Alfredo E.: en geometría es la constitución del plano proyectivo. Fue


necesario el punto de fuga, científicamente. Teóricamente, es la línea del
horizonte (Desarges, fines del S. XVIII). En pintura, es el punto de fuga al
infinito.

Mauro Vallejo: en literatura está el cómo hacer que el sujeto se conciba a sí


mismo. El pasaje de Cervantes, del primer libro al segundo, en el que hablaba
del propio libro. En el segundo libro del Quijote se habla de personas del
primer libro.

Alfredo E.: la escena en la escena.

Mauro V.: el próximo pasaje es en Sade, en donde se infinitizan las escenas.

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