Capítulo: Las Competencias
Capítulo: Las Competencias
Capítulo l
Las competencias
Objetivos
El enfoque de competencias, dentro de la gestión de recursos humanos,
cada vez está más extendido en las empresas y organizaciones de todo el
mundo occidental; sin embargo, en la bibliografía sobre el tema aparecen dis-
tintas definiciones del concepto de "competencia", lo que hace que el mismo
se aplique de manera diferente en distintas organizaciones.
Por ello, los objetivos del capítulo son que, al finalizar el mismo, el lector
conozca:
1. Las distintas a~epciones del concepto de "competencia".
2. Los componentes de las competencias.
3. Las aportaciones del enfoque de competencias a la gestión de recursos
humanos.
4. Las críticas planteadas al concepto de "competencia".
Introducción
Aunque la afirmación de Spencer y Spencer (1993) indicando que desde
finales de los sesenta y principios de los setenta se viene trabajando en el tema
de las competencias* sea cierta; aunque se sitúe el inicio del enfoque de com-
petencias en el trabajo de McClelland (1973); aunque desde los años ochenta
y sobre todo desde los noventa, se haya ido extendiendo, cada vez más, en el
mundo occidental la gestión de recursos humanos* por competencias ;... a
pesar de todo, el concepto de competencia sigue generando, entre los profe-
sionales, múltiples, diversas y, en ocasiones, enconadas discusiones.
Tal vez sea porque, como indica Levy-Leboyer (1997), tenga un carácter
no sólo impreciso, sino también variable, en función de las personas que lo uti-
lizan; o quizá sea por los distintos significados que, como resalta Prieto (1997),
puede tener, en castellano, el término competencia; tal vez sea pbrqu~ el enfo-
que de competencias obliga a los profesionales de recursos humanos a traba-
jar con nuevos conceptos y sistemas, abandonando los anteriores y muy trilla-
dos caminos; ... La razón de dichas discusiones no está clara, pero el hecho es
que ahí están.
Sin embargo, a pesar de todos los problemas, no es menos cierto que el
concepto de competencia se ha ido imponiendo en la literatura sobre gestión
empresarial y, al mismo tiempo, cada vez son más las organizaciones* que
desarrollan e implantan sus propios sistemas de gestión por competencias.
Es posible que una de las causas de los problemas que se plantean con el
concepto, sea la falta de una investigación rigurosa sobre las competencias, por
disciplinas como la Psicología Diferencial*, que permita concretarlo y opera-
tivizarlo de manera más exacta; quizá otra de las causas sea el hecho de que en
cada organización se necesitan competencias distintas que, en ocasiones, reci-
ben el mismo nombre, o las mismas competencias denominadas de manera dis-
tinta.
Como se puede comprobar, hay muchos interrogantes sobre las competen-
cias que todavía están sobre la mesa. Por ello, consideramos que es necesario
aclarar qué entendemos, en esta obra, por competencia, dejando claro, desde
un primer momento, que el hecho de que nosotros nos inclinemos por una de
las principales acepciones que el concepto suele adoptar en el mundo empre-
sarial, no quiere decir que consideremos inadecuados o erróneos los otros; sim-
plemente, nos parece más útil y operativo el significado de competencia que
adoptamos.
Asimismo, y aunque el tema se tratará con amplitud más adelante, también
creemos necesario resaltar, en estos momentos, que adoptar el enfoque de
competencias no significa olvidar o dejar de lado el anterior enfoque del
rasgo*, que sigue siendo muy útil en el campo de la gestión de recursos huma-
nos, aunque con un planteamiento y un valor distintos a los que tradicional-
. mente se le han dado.
Debemos empezar, por tanto, por definir el concepto de competencia, tal y
como lo vamos a utilizar en este capítulo y en los posteriores, de forma que se
evite la confusión que antes hemos comentado.
l. Concepto de competencia
En la gestión empresarial y en la bibliografía sobre el tema se pueden
encontrar distintas definiciones o acepciones del término competencia (Pereda
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Cuadro 1.1. Ejemplo de competencias según el concepto de Boyatzis (Tomado de Mitrani
et als., 1992). ·
COMPETENCIA: INFLUENCIA
Deseo de causar impacto en los demás y capacidad de afectar
a otras personas mediante estrategias de persuasión e influencia
2. Persuación Directa Realizar una única acción para persuadir a los demás a lo
largo de una conversación, reunión o exposición.
LAS COMPETENCIAS 21
Dentro de una organización existirán unas competencias que estarán
presentes en todos los trabajos de la organización; estas competencias
serán las estratégicas* o genéricas*, de las que se hablará más adelan-
te. Son las competencias que se derivan directamente de los valores, de
la misión y del modelo estratégico de la empresa y, aunque sean parte
del peifil de exigencias* de todos los trabajos de la organización, no es
menos cierto que, en cada uno de ellos, podrán estar representadas, más
bien estarán representadas, por comportamientos comunes y no comu-
nes a la totalidad o a varios trabajos.
Ahora bien, cada trabajo, en función de sus objetivos, de sus funciones,
de sus responsabilidades y de su contexto de trabajo, exigirá unas com-
petencias específicas*, que también se explicarán más adelante. Estas
competencias se pueden definir de dos formas:
• Horizontal, entendidas como que todos los trabajos de un determi-
nado nivel exigirán competencias, y comportamientos, comunes,
aunque también habrá otras particulares y específicas. Así, por
ejemplo, es de suponer que todos los trabajos directivos, o técnicos,
de una organización tendrán un perfil de exigencias que incluirá
competencias comunes a todos o algunos de ellos y otras particula-
res de cada uno de los trabajos.
• Vertical, en el sentido de que todos los trabajos de un área determi-
nada de la organización, por ejemplo recursos humanos, presenta-
rán perfiles de exigencias que incluirán competencias específicas
comunes y no comunes.
Como consecuencia, el catálogo de compete_ncias* de una organiza-
ción incluirá tanto las estratégicas como las específicas.
Con este planteamiento, como se puede apreciar, lo importante es defi-
nir los comportamientos que exige un trabajo; evaluar si una persona
lleva a cabo esos comportamientos; y desarrollar los comportamientos
que la persona no sabe llevar a cabo.
Asimismo, esta definición del concepto de competencia, lleva directa-
mente al de trabajador competente* que, en el mundo actual del traba-
jo, se puede entender en el sentido que Iribarne (1989) da al término,
como el trabajador:
• Experto*. Esto es, lleva a cabo su actividad con altos niveles de efi-
cacia y eficiencia. Por ejemplo, un psicólogo que trabaja como téc-
nico de selección de personal y lleva a cabo excelentes entrevistas,
independientemente de las características de las personas que tenga
que entrevistar.
• Multivalente*. La persona amplía sus actividades a otras dentro de
su misma profesión distintas de las que habitualmente lleva a cabo.
Por ejemplo, el anterior técnico de selección organiza, diseña e
imparte un curso de formación para mandos de su empresa con
excelentes resultados; en otra ocasión, diseña y dirige la implanta-
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ción y cooperación con los demás y demostrar un comportamiento
orientado hacia el grupo.
• Personal. Tener una imagen realista de sí mismo, actuar conforme
a las propias convicciones, asumir responsabilidades, tomar deci-
siones y relativizar las posibles frustraciones.
Por tanto, la Competencia de Acción Profesional, tendrá dos caracte-
rísticas fundamentales:
• Comportará todo un conjunto de conocimientos, procedimientos,
actitudes y rasgos de personalidad que se complementan entre sí.
• Sólo se podrá definir en base a la acción en la propia situación de
trabajo.
Como se puede comprobar, aunque con matices, esta acepción del concep-
to de competencia es similar al que hemos presentado anteriormente.
Para terminar este apartado, creemos necesario destacar que la popularidad
del término competencia puede llevar a encontrar en la bibliografía trabajos
(por ejemplo, Bustillo y Martínez, 1999) en los que se habla de gestión de
recursos humanos por competencias y se trabaja tal y como se hace dentro del
enfoque de competencias; sin embargo, a la hora de hacer la evaluación de las
mismas se siguen utilizando exclusivamente pruebas psicométricas aptitudina-
les y de personalidad para evaluar las que previamente se han incluido en el
perfil de exigencias de los trabajos. Pensamos que, al trabajar de esta forma, se
pierde toda la riqueza que realmente aporta el enfoque de competencias dentro
de la gestión de recursos humanos, ya que se ha cambiado el nombre genérico
de las variables que se evalúan, pero, en realidad, no se ha llegado a adoptar
un verdadero enfoque de competencias, sino que se ha seguido trabajando con
la vista fija en los rasgos.
Querer
Hacer
Saber
Estar
Poder
Hacer
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recursos humanos de la misma. En definitiva, lo que estamos planteando es un
aspecto relacionado con las actitudes y los intereses que se van a reflejar en el
Saber Estar de la persona.
Pero, todo lo anterior, aún siendo necesario, sigue sin ser suficiente para
que la persona lleve a cabo los comportamientos exigidos por su trabajo; ade-
más, es preciso que la persona esté motivada para llevar a cabo dichos com-
portamientos. En nuestro ejemplo, para que el técnico de selección llevé a cabo
los comportamientos que le permitirán realizar con éxito las entrevistas, es pre-
ciso que perciba que, de esa forma, puede llegar a satisfacer sus necesidades
básicas y/o superiores. En pocas palabras, estamos hablando del Querer
Hacer, indispensable para llevar a cabo cualquier comportamiento voluntario.
Hay un quinto aspecto que no forma parte de las competencias, pero sin el
cual la persona no puede llevar a cabo los comportamientos exigidos por su
trabajo. Este aspecto se refiere a disponer de los medios y recursos que exige
la actividad. De esta forma, si el técnico de selección de nuestro ejemplo, a
causa de la carga de trabajo que tiene, se ve obligado a realizar una entrevista
cada diez minutos durante toda su jornada laboral, difícilmente podrá llevar a
cabo buenas entrevistas. Este aspecto, por tanto, se refiere al Poder Hacer,
indispensable para llevar a cabo cualquier comportamiento.
Los componentes señalados presentan algunas características importantes:
a. Actúan conjuntamente sobre la conducta, sobre los comportamientos,
por lo que aunque se han explicado por separado, para facilitar su com-
prensión, no se pueden considerar de la misma forma al aplicarlos a
cada comportamiento concreto.
b. No son independientes entre sí, por lo que, se está ante una situación de
predicción múltiple (regresión múltiple*), en la que las variables pre-
dictoras* presentan unos determinados niveles de correlación entre
ellas, además de con el criterio (el rendimiento o la seguridad en el tra- ·
bajo, por ejemplo).
En esta situación, sabemos que, aunque se siga aumentando el número
de variables predictoras utilizadas, la varianza del criterio que se pre-
dice, a partir de las mismas, llega un momento (normalmente cuando
se superan las 5 ó 6 variables predictoras) en que no aumenta de mane-
ra significativa, a menos que se empleen para la predicción variables
independientes entre sí.
c. Las interacciones que se producen entre estas variables, en su influen-
cia sobre el rendimiento, no se conocen lo suficiente como para poder
hacer predicciones exactas; por ejemplo, ¿es mayor o menor el rendi-
miento de una persona con altos conocimientos y habilidades, pero con
destrezas medias, o sucede lo contrario?; y, en el ejemplo, sólo se han
utilizado dos componentes de las competencias y sólo con dos valores
cada uno de ellos, por lo que es fácil imaginar la complejidad de la
situación cuando se intentan hacer predicciones sobre los comporta-
mientos a partir de los componentes de los mismos.
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de potencial; esto es, de capacidad y/o tendencia para comportarse de una
determinada manera. Sin embargo, no se obtiene información sobre si la per-
sona evaluada se va a comportar de la forma que exige el trabajo y la organi-
zación; y es, en este punto, donde las competencias pueden completar, ampliar
y desarrollar los resultados obtenidos con la evaluación psicométrica de los
rasgos.
LAS COMPETENCIAS 29
dad de las acciones llevadas a cabo en la misma. Todo ello, como indi-
caba, entre otros, Fitz-Enz (1992) llevó a las direcciones de personal a
formar parte del Equipo de Gasto* de la empresa.
Sin embargo, el enfoque de recursos humanos exige que la dirección
forme parte del Equipo de Valor* de la organización (Fitz-Enz, 1992),
del equipo que proporciona valor añadido a la empresa y, para ello, se
hace necesario, más bien imprescindible, evaluar la rentabilidad de las
acciones llevadas a cabo.
El enfoque de competencias facilita lafocalización de todos los esfuer-
zos hacia los resultados. Por ejemplo, cuando se lleva a cabo . una
acción formativa se pueden definir más fácilmente sus objetivos de
aprendizaje* (comportamientos que los formandos deben llevar a cabo
al finalizar la misma) y sus objetivos operativos* (consecuencias con-
cretas que se espera que tengan sobre el rendimiento y/o la seguridad
los comportamientos aprendidos por los sujetos). Al disponer de ambos
tipos de objetivos se pueden evaluar la eficacia, la eficiencia y la ren-
tabilidad de la acción formativa.
• El profesional de recursos humanos tiene que hacer predicciones sobre
el rendimiento y la seguridad de las personas en su trabajo. Asimismo,
hemos comentado la dificultad con que se enfrenta para disponer de
predictores válidos.
Cuando una persona ha llevado a cabo un determinado comportamien- . .
to, en unas condiciones dadas, es claro que podrá repetir dicho compor-
tamiento en condiciones iguales o muy similares. Por tanto, el enfoque
de competencias permite utilizar como predictor del comportamiento
futuro el comportamiento pasado de la persona; esto es, el mejor pre-
dictor que se puede emplear.
Sin embargo, es preciso entender esta afirmación con algunas matiza-
ciones, para que realmente adquiera toda su utilidad:
En primer lugar, es posible que una persona no haya llevado a
cabo, en el pasado, el comportamiento que se busca, porque no
haya tenido la oportunidad de hacerlo, no haya dispuesto de los
conocimientos que exige, o por cualquier otra razón. Esto no quie-
re decir que no vaya a ser capaz de realizar el comportamiento en
el futuro, por lo que se pueden utilizar pruebas profesionales o
situacionales para ponerle ante la situación concreta y evaluar su
comportamiento; o se le puede incluir en un programa de forma-
ción para facilitar su desarrollo.
También es preciso tener en cuenta que las competencias, por lo
general, son hasta cierto punto generalizables; esto es, no es nece-
sario que la situación en la que se ha llevado a cabo un determina-
do comportamiento sea exactamente igual a la situación futura. La
razón es que la persona, ante situaciones similares, tenderá a com-
portarse de la misma forma.
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contrario, provocan accidentes, facilita el diseño y la implantación de
programas de prevención eficaces y eficientes.
En el campo de la evaluación del potencial* se facilita la utilización de
sistemas más adecuados para conocer la adecuación de cada empleado
al nuevo trabajo y los programas formativos necesarios para haber
superado sus puntos débiles cuando tenga que desempeñarlo.
En suma, al adoptar el enfoque de competencias es más fácil trabajar
de forma integrada entre todas las áreas de recursos humanos y dentro
del modelo estratégico de la empresa, lo cual es lógico si se piensa en
lo que se ha explicado antes sobre el uso de un lenguaje común en la
organización, la orientación de todos los esfuerzos hacia los resultados,
la facilidad de comparación entre perfiles y la utilización de predicto-
res más válidos del rendimiento de las personas.
• Al facilitar el planteamiento integrado de la gestión de recursos huma-
nos, el enfoque de competencias permite validar y mantener constan-
temente actualizados los perfiles de exigencias de los trabajos.
Así, con la periodicidad fijada en el programa, habitualmente de forma
anual, se llevarán a cabo las evaluaciones del rendimiento de los
empleados. En dichas evaluaciones se determinará el grado de eficacia
del empleado en su trabajo y se evaluará qué comportamientos, de los
incluidos en el perfil de exigencias de su trabajo, ha llevado a cabo y
cuáles no durante el periodo de tiempo evaluado, con el objetivo de
conocer la evolución de sus puntos fuertes y débiles.
Los resultados de estas evaluaciones del rendimiento son el criterio que
permitirá validar los perfiles de exigencias elaborados y conocer el
poder de discriminación de dichos comportamientos para predecir qué
trabajadores tendrán un rendimiento bueno, normal o deficiente.
A pesar de estas aportaciones del enfoque de competencias a la gestión de
recursos humanos, es preciso reconocer que el mismo también ha recibido
diversas críticas, las más importantes de las cuales se presentan en el siguien-
te apartado.
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de trabajos similares de distintas organizaciones, o en los de trabajos
distintos. El reto de encontrar estos aspectos comunes y analizar y
explicar las diferencias está planteado, por lo que sólo es cuestión de
trabajar de manera rigurosa sobre el tema, no de negar la realidad.
En definitiva, el mundo cambia, los trabajos cambian, las personas
cambian. Los profesionales de recursos humanos deberemos cambiar,
cuando sea preciso y trabajando de manera rigurosa, nuestros sistemas,
metodologías e instrumentos de trabajo si no queremos seguir traba-
jando como a principios del siglo XX, sin darnos cuenta de que esta-
mos a principios del siglo XXI.
Desde nuestro punto de vista, el concepto de competencia puede supo-
ner un punto de encuentro de las posturas académica y aplicada que, en
muchas ocasiones, han estado tristemente separadas.
Así, en el campo académico se trabaja en la elaboración de instrumen-
tos de evaluación fiables y válidos (desde el punto de vista de la vali-
dez de constructo y de contenido). Estos instrumentos serán, posterior-
mente, utilizados en el campo aplicado, empleándose, en cada caso, los
más adecuados para hacer predicciones sobre el rendimiento, la segu-
ridad y/o la satisfacción de los sujetos en un trabajo determinado y en
función de las exigencias del mismo. Por tanto, al aplicar los ·instru-
mentos de evaluación, en el campo aplicado, interesa, sobre todo, su
validez predictiva.
Ahora bien, esta diferencia de intereses, en el caso de las competencias,
se puede convertir en el puente de unión entre las posturas académica
y aplicada. El profesional de recursos humanos deberá elaborar y/o
adaptar instrumentos de evaluación de las competencias a lo largo de
su trabajo diario. Este es el momento en que el psicólogo académico
puede proporcionarle todo el apoyo que necesita para conseguir que las
pruebas construidas sean tan válidas y fiables como sería de desear.
Por tanto, cuando se trabaja dentro del enfoque de competencias, al
igual que debería suceder con cualquier otro tema u enfoque, no se
puede hablar de los campos académico y aplicado como de dos campos
opuestos, sino como de enfoques absolutamente complementarios. Es
tarea de los profesionales de ambos campos conseguir que esto sea una
realidad.
Conclusiones
Si el enfoque de competencias, poco a poco, se ha ido adoptando en gran
parte de las organizaciones y empresas del mundo occidental, es por las ven-
tajas que aporta a la gestión de recursos humanos de las mismas:
1. Facilita el enfoque integrador entre las distintas áreas dentro de la ges-
tión de recursos humanos.
Bibliografía básica
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nueva estrategia para los 90. Bilbao: Deusto.
Fitz-Enz, J. (1999). Cómo medir la gestión de los recursos humanos. Bilbao: Deusto.
Le Boterf, G. (2001). Ingeniería de las competencias. Barcelona: Gestión 2000-Epise.
Lévy-Leboyer, C. (1997). Gestión de las competencias. Barcelona: Gestión 2000.
Mitrani, A.; Dalziel, M. M. y Suárez de Puga, I. (1992). Las competencias: clave para
una gestión integrada de recursos humanos. Bilbao: Deusto. ·
Pereda, S. y Berrocal, F. (1993). La valoración de los puestos de trabajo. Madrid:
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