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Análisis Del LCR: Tema

El documento describe el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) o estudio del LCR, incluyendo la técnica de punción lumbar para obtener una muestra de LCR y las pruebas realizadas en el LCR para diagnosticar enfermedades del sistema nervioso central. El LCR se analiza para medir la presión, observar su aspecto, y someterlo a pruebas de laboratorio que pueden identificar infecciones, sangrados, tumores u otras afecciones del SNC.

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Análisis Del LCR: Tema

El documento describe el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) o estudio del LCR, incluyendo la técnica de punción lumbar para obtener una muestra de LCR y las pruebas realizadas en el LCR para diagnosticar enfermedades del sistema nervioso central. El LCR se analiza para medir la presión, observar su aspecto, y someterlo a pruebas de laboratorio que pueden identificar infecciones, sangrados, tumores u otras afecciones del SNC.

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TEMA:

ANÁLISIS DEL LCR


PUNCIÓN LUMBAR Y ESTUDIO DEL LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO (LCR) O 
CEREBROSPINAL
Este examen es de gran utilidad, pero debe ser utilizado con buen juicio, ya que no está exento de
riesgos.  Como se trata de un examen relativamente cruento, se debe procurar obtener la mayor
precisión en su  realización e interpretación, para que no tenga que repetirse innecesariamente. 
La punción lumbar se realiza introduciendo una aguja en el fondo del saco del canal raquídeo,
para:
1. Medir la presión del LCR.  
2. Observar el aspecto macroscópico del LCR.  
3. Someter el LCR a diversas pruebas de laboratorio.  
4. Realizar, si es necesario, pruebas que precisen si existe bloqueo del espacio subaracnoideo
ANATOMÍA DEL SISTEMA QUE ALOJA AL LCR 
El líquido cefalorraquídeo (LCR) o cerebrospinal es un humor orgánico, transparente de aspecto
acuoso  y ligeramente alcalino, de densidad aproximada a la del agua que se encuentra alojado en
el sistema  ventricular del sistema nervioso central (SNC) y en el espacio subaracnoideo. 
Se origina principalmente a nivel de los plexos coroideos situados en el techo de los ventrículos
tercero  y cuarto y en el suelo del cuerpo y cuernos inferiores de los ventrículos laterales.
Los plexos coroideos de los ventrículos laterales son los principales productores del LCR (95 %),
de  donde pasa a través de los orificios interventriculares (agujeros de Monro) al tercer
ventrículo; de ahí,  al acueducto del cerebro (acueducto de Silvio) y más tarde al cuarto
ventrículo, de donde drena en el  espacio subaracnoideo a nivel de la cisterna cerebelomedular
(magna), a través de las aperturas laterales  (agujeros de Luschka y Magendie), desde donde se
difunde sobre el encéfalo y la médula espinal hasta  llegar a los puntos de reabsorción. Además
de los plexos coroideos, el epéndimo participa de la  producción del líquido. 
Por métodos experimentales se ha calculado que los plexos coroideos producen
aproximadamente unos  250 mL diarios. En condiciones normales el volumen total de líquido es
de 150 mL, por lo que se encuentra en constante renovación varias veces al día. 
El punto de máxima reabsorción se encuentra a nivel de las vellosidades o granulaciones
aracnoideas,  que son protrusiones de las aracnoides hacia los senos venosos de la duramadre,
principalmente en el  seno sagital superior. La velocidad de reabsorción del LCR depende de su
presión, pues las vellosidades  aracnoideas actúan como válvulas en una sola dirección. Parte del
líquido se reabsorbe también en la  túnica ependimaria de los ventrículos y a través de los
capilares de la piamadre. 
FUNCIONES DEL LCR 
1. El LCR actúa probablemente como una especie de cojín amortiguador para el cerebro,
impidiendo  o disminuyendo la trasmisión de golpes o sacudidas que podrían actuar sobre el
cerebro y la médula.
2. Su papel metabólico es problemático. Es posible que el LCR lleve materiales nutritivos a los
centros  nerviosos y arrastre los metabolitos. 
3. Los cambios en el volumen intracraneano se compensan a veces mediante producción de LCR.
Esto  se ve claramente en las lesiones destructivas o posoperatorias. 
4. Controlaría la inmunidad celular y humoral del sistema nervioso central, pues en el curso de
algunos  procesos inmunopatológicos (tipo de esclerosis en placas, leucoencefalitis esclerosante
subaguda)  se encontrarían en el LCR ciertos productos que han sido designados como
metástasis  inmunológicas. 
TÉCNICA DE LA PUNCIÓN LUMBAR 
Debe realizarse una explicación previa al paciente y sus familiares de la necesidad de que él se
someta  a la prueba con la menor aprehensión posible. 
Se requiere material esterilizado: trocar de unos 8-10 cm de largo (calibre 18-21), varios tubos
de  ensayos, torundas, pinzas corrientes y guantes de cirugía. 
El paciente debe permanecer en decúbito lateral, acostado sobre una superficie rígida (borde de
la cama);  los muslos deben estar flexionados al máximo posible sobre el vientre (rodillas hacia
la barba) y el  tronco sobre el pecho. Un ayudante o una enfermera deben evitar que el paciente
abandone esta posición. Se realiza la anestesia local de la piel y los tejidos subyacentes,
empleando una aguja calibre 26 o 27. 
La espalda debe estar descubierta desde la parte baja de la columna dorsal hasta el mismo inicio
de la  región glútea, para proceder a esterilizarse con alcohol o merthiolate, la zona donde se
realizará la  punción: espacio entre L3 y L4 (aunque puede hacerse un espacio más arriba o un
espacio más abajo).  El punto de referencia es la cresta iliaca; el espacio interespinoso que queda
a nivel de ella es el sitio  escogido. Este espacio se puede determinar con bastante exactitud,
trazando una línea imaginaria que  una ambas crestas iliacas. Con las manos enguantadas se
precisa bien el espacio con un dedo y con la  otra mano se introduce el trocar en un plano
perpendicular (algo inclinado hacia arriba) y sin ninguna  desviación lateral, sino estrictamente
en la dirección anteroposterior.
Normalmente, el médico percibe la sensación que produce el trocar cuando pasa el ligamento
amarillo  y atraviesa la duramadre. Entonces se retira el mandril del trocar, por donde debe fluir
de inmediato el  LCR, gota a gota. 
Si esto no ocurre, se puede mover el trocar unos milímetros hacia atrás. Si se encuentra hueso,
debe  retirarse casi hasta extraerlo y dirigirlo nuevamente. Si se desvía lateralmente, el paciente
puede quejarse  de un dolor súbito y fulminante en una pierna, lo que indica que se ha
puncionado una raíz posterior y  que el trocar debe redirigirse a la línea media. Si sale sangre y
luego se aclara, quiere decir que estamos  dentro del canal, pero que la punción fue traumática; si
solamente sale sangre, el trocar se debe retirar  unos milímetros atrás e intentar nuevamente. Al
finalizar la punción lumbar, hay que retirar el trocar  con rapidez y dejar al enfermo en reposo en
cama, por lo menos durante 24 h. 
El aspecto del LCR normalmente es claro como agua de roca. Para medir la presión se utiliza el 
manómetro de Claude. La presión inicial normal debe estar entre 7 y 18 cm de agua. La presión
habitual  es de 8-14 cm de agua. 
Si el LCR es hemorrágico, debe hacerse la prueba de recogerlo en tres tubos separados, cada uno
con 2- 3 mL, si el color es el mismo en los tres, no se trata de punción traumática, sino de sangre
en el LCR  (hemorragia subaracnoidea, hemorragia cerebral con inundación ventricular). 
Si la presión inicial está por encima de 18 cm de agua, debemos asegurarnos que no interviene
un factor  externo, como una flexión exagerada del cuello o de las piernas, una almohada
comprimiendo el cuello  o el paciente contraído, respirando superficialmente. En este caso
debemos eliminar el obstáculo y  repetir la observación de la presión del LCR. Las cifras por
encima de 20 cm son definidamente  hipertensas. Durante la observación se puede ver un
movimiento de subida y bajada de 1 mm  aproximadamente, en relación con los movimientos
respiratorios, lo cual indica que la aguja no está  obstruida. 

ANÁLISIS DEL LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO (LCR) 


El análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) es un grupo de pruebas que examina el líquido
cefalorraquídeo puede ser de ayuda para el diagnóstico de una gran variedad de enfermedades y 
trastornos que afectan al SNC. Algunos ejemplos incluyen: 
• Enfermedades infecciosas como meningitis y encefalitis - las pruebas se utilizan para
determinar  si la infección está causada por una bacteria, un virus y de manera menos
frecuente por M.  tuberculosis, hongos o parásitos y para distinguirla de otros trastornos. El
análisis del LCR  también puede utilizarse para detectar infecciones de la médula ósea o
cercanas a la médula  ósea. 
• Sangrados (hemorragias) en el cerebro o cráneo. 
• Enfermedades autoinmunes que afectan al SNC como el síndrome de Guillain Barré o la
esclerosis múltiple. 
• Tumores localizados en el sistema nervioso central (primarios) o que se han extendido al
SNC  (cáncer metastásico) 
• En la enfermedad de Alzheimer, una forma irreversible de demencia.
El análisis del LCR suele incluir la determinación inicial de un conjunto de pruebas: 
• Características físicas del LCR – apariencia del LCR (color, claridad) y presión con la  que
fluye hacia el tubo de recolección cuando se obtiene la muestra 
• Proteínas en LCR 
• Glucosa en LCR 
• Recuento celular en LCR 
• Análisis diferencial de las células en LCR 
• Si hay sospecha de infección, se puede realizar una tinción de Gram, un cultivo de LCR  y
pruebas moleculares que detectan el material genético de cualquier microorganismo  presente. 
Según los resultados de la primera serie de pruebas o el diagnóstico sospechoso se puede
solicitar una  amplia variedad de pruebas adicionales. Las pruebas específicas que se solicitan
dependen de los  signos y síntomas y de la enfermedad que el médico sospecha que puede ser la
causa. 
En función de la historia clínica del individuo, el análisis del LCR se puede solicitar cuando
aparece una  combinación de los siguientes signos y síntomas, especialmente cuando se combina
con síntomas  similares a los de la gripe que se intensifican en pocas horas o días: 
• Cambios del estado mental y de la conciencia 
• Dolor de cabeza repentino, severo o persistente o rigidez de la nuca 
• Confusión, alucinaciones o convulsiones 
• Debilidad muscular o letargia, fatiga 
• Náuseas (severas o prolongadas) 
• Fiebre o erupciones 
• Sensibilidad a la luz 
• Entumecimiento o temblor 
• Mareos 
• Dificultades del habla 
• Dificultad para la marcha, pérdida de coordinación 
• Cambios del estado de ánimo, depresión 
• Los niños pueden mostrarse irritables, lloran al cogerlos, presentan rigidez, rechazan la  comida
y tienen las fontanelas (espacios membranosos del cráneo antes de que éste  alcance su
osificación completa) abultadas 
Se analizan los parámetros y componentes siguientes:

1. Presión. Es el primer dato que salta a la vista del médico que realiza la punción, antes
casi que reparar en el aspecto del líquido. Oscila entre 50-200 mm H2O, aunque algunos
consideran que el límite superior es de 180 mm H2O.
Patológicamente, puede haber:
a) Hipertensión (> 200 mm 11,0). Meningitis agudas y meningismos, hemorragia
subaracnoidea y cerebral, infarto cerebral por trombosis o embolia (en un 20 % de casos),
encefalitis, traumatismos craneales (18,5 %), bloqueo del conducto raquídeo (si se
punciona por arriba), etc.
b) Hipotensión (< 50 mm H2O). En el shock y deshidrataciones manifiestas, por debajo
de un bloqueo del conducto raquídeo, en las pérdidas de líquido fuera de las meninges
(traumatismos craneales abiertos o cerrados), en las fístulas nasales de líquido
cefalorraquídeo, en algunas infecciones degenerativas crónicas del sistema nervioso
central, etc.
2. Aspecto. Normalmente es limpio, cristalino, transparente como «agua de roca». Muchas
veces, no basta el simple aspecto del líquido en el tubo, sino que precisa compararlo con otro
tubo igual lleno de agua destilada, ya que las pequeñas turbideces pasan inadvertidas. La
turbiedad depende del número de partículas o de micelas que contenga el líquido,
pudiéndose afirmar que un líquido turbio es siempre patológico, mientras que no se puede
decir que sea normal un líquido perfectamente claro y transparente. La turbidez suele ir
acompañada de aumento de células, de albúmina o de ambas cosas a la vez.
3. Pigmentos. No existen normalmente. A la luz blanca, el líquido obtenido parece agua.
Existen dos pigmentos fáciles de detectar en el líquido amarillento (xantocrómico).
La oxihemoglobina y la bilirrubina, mientras un tercero, la metahemoglobina, se revela sólo
mediante análisis químico.
La oxihemoglobina es roja, pero se torna rosada o anaranjada al ser diluida. Se libera en la
lisis de los eritrocitos y suele aparecer en el sobrenadante 4 h después de que penetre la
sangre en el espacio subaracnoideo. Alcanza su máximo, aproximadamente, a las 36 h de un
episodio hemorrágico, y desaparece en forma paulatina en el curso de 7 a 10 días.
La bilirrubina, de color amarillo, es el producto (libre de hierro) del metabolismo de la
hemoglobina por parte de las células tecales. Aparece en el LCR, aproximadamente, 10 h
después de la hemorragia subaracnoidea y alcanza su máximo a las 48 h. A veces, persiste
durante 2 o 3 semanas. La severidad de los signos meníngeos asociados a hemorragia
subaracnoidea se correlaciona más o menos con el nivel de bilirrubina en el líquido
cefalorraquídeo. Esta cantidad suele alcanzar su máximo a las 48-72 h de haberse presentado
una hemorragia única.

Cuando el líquido contiene muchas proteínas (más de 200 mg/ml) puede haber coloración
amarillenta debida a la albúmina sérica, la cual absorbe bilirrubina sérica. No obstante, una
xantocromía acentuada, o líquido de color de paja, y un aumento de proteínas entre ligero y
moderado (50-150 mg) significan que hubo una hemorragia previa dentro del líquido
cefalorraquídeo o en sus inmediaciones. El color de paja indica también que la hemoglobina
de los eritrocitos que sufrieron lisis ha sido convertida en bilirrubina por las células
leptomeníngeas.
La metahemoglobina, que se manifiesta en el líquido, generalmente indica que una
hemorragia intracerebral antigua se ha enquistado en sus cercanías.
En el llamado «síndrome de Froin», coinciden la xantocromía del líquido con su coagulación
espontánea y disociación albuminocitológica. Se considera patognomónico de bloqueo
espinal.

4. Proteínas. Su cifra normal es baja; menos de 40 mg/dl. El estudio de sus diversas


fracciones es útil pues facilita el
diagnóstico neurológico.
Las cifras se dan en porcentajes y no
en valores absolutos pues, a
diferencia del plasma, el LCR es un
medio en el cual las proteínas totales
varían notablemente (tabla
10-6).

Es clásico dividir en grupos los aumentos de proteínas globales en el LOR:


a) Aumentos leves. Se dan en las afecciones desmielinizantes, esclerosis en placas,
parálisis progresiva, siringomielia, etc. Se afecta el grupo de las globulinas β.
b) Aumentos discretos. Tabes dorsal, meningitis víricas, tumores del sistema nervioso
central, etc. Aumentan todas las fracciones globulínicas. La prealbúmina es propia de
ciertas formas de tumores.
c) Aumentos considerables. En caso de meningitis epidémicas y supuradas, síndrome
de Guillain-Barré, bloqueos espinales. En presencia de sangre por hemorragia cerebral,
el valor de las proteínas en el líquido se corrige restando 1 mg por cada 700 eritrocitos.
Así, si el recuento de éstos es de 7.000/µl y las proteínas totales alcanzan 110 mg/dl, la
cifra rectificada sería 100 mg/dl.
Conviene señalar que estas correcciones tienen validez únicamente cuando el recuento
celular y la determinación de proteínas totales se efectúan en el líquido de un mismo
tubo.

5. Citología. Se estiman el número y la calidad de los elementos formes. En condiciones


normales, no se encuentran más de 5 linfocitos o células mononucleares por milímetro
cúbico. Su aumento (pleocitosis) puede ser ligero (10-30), moderado (30-100) y patente
(100-500 o más). En las "meningitis supuradas, se alcanzan cifras de 5.000 o' más células
(de predominio polinuclear) por milímetro cúbico. Podemos observar:

a) Linfocitos. En las meningitis tuberculosas y víricas. En las fases muy precoces de


cualquier tipo de meningitis, pueden predominar los polinucleares.
b) Polinucleares. En las meningitis agudas o comienzo de tuberculosas.
c) Eosinófilos. En las parasitosis del sistema nervioso central (cisticercosis,
equinococosis)
d) Monocitos. En los tumores cerebrales y estados postepilépticos.
e) Células reticulares, Aumentadas en la tabes dorsal, parálisis general progresiva y
meningitis tuberculosa.
f) Histiocitos. En la esclerosis tuberosa (enfermedad de Bourneville).
g) Células plasmáticas. En diversos tumores y esclerosis en placas.
h) Células tumorales. Con señales de malignidad, en meningiomas y en tumores
metastásicos (carcinomas de bronquios, parótida, etc.).
i) Células espumosas. En la enfermedad de Tay Sacha
j) Macrófagos. Los eritromacrófagos pueden englobar hematíes y los leucomacrófagos,
leucocitos. Los primeros se encuentran en las hemorragías meningeas (dato
patognomónico |Bischoff); los segundos, en los meningitis bacterianas y
meningoencefalitis víricas.
La cifra de proteínas del LCR guarda cierta relación con el número de elementos formes.
Tienen cierto interés las llamadas «disociaciones albuminocitológicas» (encefalitis
víricas, síndromes de Guillain-Barré) y citología albuminósica (esclerosis en placas,
tumores).
6. Bioquímica. Los cristaloides del LCR dependen, en general, de sus fluctuaciones en el
plasma. De ahí el interés que pudieran tener estos exámenes con vistas al diagnóstico de
enfermedades extraneurológicas:

a) Glucosa. Su cifra normal es algo más de la mitad de la glucemia (50-70 mg/dl). Su


aumento o hiperglucorraquia, excluida la diabetes mellitus, se observa en las encefalitis,
poliomielitis, algunos tumores cerebrales, uremia. Se admite un aumento de
permeabilidad de los endotelios vasculares meníngeos o encefálicos. Su disminución o
hipoglucorragia se observa en las meningitis bacterianas (purulentas, tuberculosa) por la
necesidad que de ella tienen estos microorganismos para su metabolismo. El descenso
es mínimo en las meningitis víricas y sífilis neurológicas.

b) Cloruros (valor normal: 720-750 mg/dl expresados en CINa). Desciende en las


meningitis purulentas y tuberculosa; cifras normales en las víricas Debe descartarse el
que su descenso no dependa de un desplazamiento extrarrenal de cloruros (uremias
cloropénicas).

7. Bacteriología. Serología. El VOR es aséptico en condiciones normales. Los gérmenes


pueden demostrarse directamente unas veces por simple tinción; en otros casos, es
necesario recurrir al cultivo mediante procedimiento adecuado o a la inoculación animal.
El examen serológico resulta especialmente positivo en la sífilis, brucelosis antigua y
leptospirosis.

8. Enzimas. Se estiman las aldolasas, deshidrogenasa láctica y málica, transaminasa guta


micooxalacética, creatinfosfocinasa, fosfohexoisomerasa, glucoronidasa y fosfatasas
ácidas.
En los tumores cerebrales, pueden observarse las mismas enzimas que en los sujetos
normales, aumentando sólo su cantidad y ascensos simultáneos de la creatinfosfocinasa y
fosfohexoisomerasa.
En los bloqueos espinales, la normalidad de la transaminasa glutamicooxalacética y
deshidrogenasa láctica presuponen una causa benigna (discal o tumoral); si están ambas
aumentadas, probablemente la causa será un proceso maligno.
En las meningitis agudas, aumentan la fosfohexoisomerasa (en especial en las
tuberculosas), glucuronidasa y fosfatasas ácidas.
La creatinfosfocinasa se eleva en la necrosis y daño cerebral y la glucuronidasa en las
afecciones desmielinizantes.

EXAMEN DEL LCR 

Caracteres normales del LCR 


Apariencia: como agua de roca 
Presión: 7-18 cm de agua 
Proteínas: 15-45 mg/dL (en región lumbar) Electroforesis de las proteínas: 
 Prealbúmina: 2-6 % 
Albúmina: 44-62 % 
Alfa 1 globulina: 4-8 % 
Alfa 2 globulina: 5-11 % 
Betaglobulina: 13-26 % 
Gammaglobulina: 6-13 % 
Glucosa: 50-75 mg/dL (2,8-4,2 mmol/L) 
Cloruros: 120-130 mEq/L (20 mEq mayor que en suero)
Reacción de Wasserman: negativa 
Curva de oro coloidal: 000000000 - 0001222111
Examen directo y cultivo bacteriológico: no gérmenes
Células: 0-5 células mononucleares 

Cantidad de LCR que se requiere para cada prueba 

Proteínas: 1,5-2 mL 


Electroforesis de las proteínas: 10 mL 
Glucosa y cloruros: 3 mL 
Reacción de Wasserman: 2 mL 
Oro coloidal: 0,5 mL 
Cultivo y examen directo: 2 mL 
(para bacilo tuberculoso, 3-5 mL) 
Conteo celular: 0,5 mL

Hay día con la utilización de los micrométodos la cantidad de LCR que se requiere es mínima.
INDICACIONES DE LA PUNCIÓN LUMBAR
Se indica en casos de meningoencefalitis, accidentes vasculares encefálicos, paraplejías y para
realizar otras pruebas (neumoencefalograma).
CONTRAINDICACIONES DE LA PUNCIÓN LUMBAR 
En la hipertensión endocraneana. En estos casos solo se podrá realizar en coordinación y bajo la 
supervisión del neurocirujano, en un centro preparado para intervenciones neuroquirúrgicas
(peligro de  enclavamiento del tallo cerebral en la tienda del cerebelo o del cerebelo y el bulbo en
el foramen  magnum). 
INFORMACIÓN QUE PUEDE APORTAR 
1. En el caso de que exista un bloqueo a la circulación del LCR en la parte baja de la columna
(tumores  medulares), además de ser positiva la prueba de QueckenstedtStoockey, el líquido es
xantocrómico  (xanto: amarillo) y presenta marcado aumento de las proteínas, por lo cual puede
coagularse. 
2. En el síndrome de Guillain-Barré es típica la disociación albúmino-citológica: células
normales y  aumento marcado de las proteínas. 
3. Descenso marcado de la glucosa en la meningoencefalitis bacteriana purulenta.
4. Reacción de Wasserman y curva de oro coloidal positiva en los casos de sífilis del sistema
nervioso  central. 
5. Líquido de color rojo en los tres tubos en la hemorra gia subaracnoidea pura y en la
hemorragia  subaracnoidea secundaria a una hemorragia cerebral. Si se deja sedimentar, el
sobrenadante es  xantocrómico. Pasados unos días del sangramiento, el LCR es xantocrómico
con albúminas  elevadas. 
6. Meningoencefalitis. En la bacteriana es fundamental el estudio del LCR. El aspecto
macroscópico  (turbio o francamente purulento) permite tomar decisiones precoces sobre el
tratamiento, sin  necesidad de esperar por los estudios bacteriológicos; el conteo celular explica
el aspecto: 400 o  más células blancas, con más de 70 % de polimorfonucleares. Una coloración
de Gram puede ser  útil para orientar sobre el germen causante, pero el verdadero diagnóstico de
este solo puede hacerse  con el cultivo. 
En las meningoencefalitis virales el LCR es claro (a menos que la cantidad de células sea muy 
elevada en cuyo caso puede ser algo turbio) y el conteo celular es alto y con predominio de
linfocitos. En la meningoencefalitis tuberculosa el líquido tiene el aspecto clásico de agua de
arroz con algunas  mallas de fibrina. El conteo celular es de 50-200 células, con predominio de
linfocitos. La glucosa  y los cloruros están bajos, dato que cuando se encuentra tiene valor
diagnóstico, pero solo el  aislamiento del bacilo de Koch mediante cultivo o inoculación al curiel
permite asegurarlo.

BIBLIOGRAFÍA: 

1. Llanio Navarro R, Perdomo Gonzáles G. Propedéutica Clínica y Semiológía


Médica. Segunda ed.  Médicas CNdIdC, editor. La Habana: Editorial Ciencias
Médicas; 2003. 
2. Lab Tests Online-ES. Educación sobre pruebas de laboratorio en sangre, orina y
otros líquidos  biológicos | Lab Tests Online-ES [Internet]. Análisis del líquido
cefalorraquídeo; [consultado el 14 de  julio de 2022]. Disponible en:
https://labtestsonline.es/tests/analisis-del-liquido-cefalorraquideo
3. Surós A, Surós J. (2001). Semiología Médica y Técnica Exploratoria. 8va.Ed. Barcelona
España. Mason. Disponible en: Biblioteca Salud Pública.

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