Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"-CELACP
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REVISTA DECRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA
Afo XVIII,N° 36. Lima,2do.semestrede 1992;pp. 51-73.
Hugo Achugar
Northwestern University
Universidad de la Republica. Uruguay
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LA HISTORIA Y LA VOZ DEL OTRO 53
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noamericano contemporaineo antes de la segunda mitad del siglo
XX no niega nuestra afirmacion acerca de la institucionalizacion a
nivel socio-cultural del testimonio en tanto practica discursiva es-
pecifica o generica. M's aun, la institucionalizacion s6lo viene a re-
conocer que el testimonio ocupaba un espacio legitimo en la lucha
por el poder dentro de la esfera pu'blica.
La institucionalizacion y eclosion del testimonio y no su apari-
cion como practica discursiva, al menos en Latinoamerica, parece
ser posible solo en el periodo actual, cuando el sujeto central ha sido
precisamente descentrado. El testimonio sin embargo, en tanto re-
gistro de las barbaries realizadas en nombre del progreso, vendria a
ser una escritura propia de la modernidad y, a la vez, se inscribirfa
u(topicamente en el proyecto, seguin Habermas incompleto, de la
Ilustracion por su apuesta a la superacion, moral y material, inde-
finida del hombre 8.
Por otra parte, si atendemos a que el desarrollo de America La-
tina no es homogeneo y de que coexisten modos de produccion eco-
n6mica y cultural premodernos, modernos y postmodernos podria-
mos, quizas, entender la ambivalencia o complejidad del testimo-
nio9. Otro modo de encarar el problema de la ambivalencia del tes-
timonio, y que no desarrollamos sino apenas anotamos, consistiria
en distinguir entre varias lineas o tendencias del discurso testimo-
nial y proponer distintos corpus. Por un lado, los testimonios que
vehiculizan la lucha por el poder de un sector, grupo o comunidad o
clase que intenta desalojar a aquel o aquella en el poder, y por otro,
los testimonios que, sin negar lo anterior, aspiran al establecimien-
to por coparticipacion de una comunidad plural o heterogenea sin
hegemonias absolutas al menos a nivel discursivo.
La historia del testimonio, previa a su institucionalizacion,
acompafia la del proceso de erosion del discurso monologico del su-
jeto central europeo, blanco, masculino, heterosexual y letrado que
se da desde fines del siglo XVIII al presente. En esta linea de argu-
mentacion, el testimonio puede ser vinculado a la modernidad y a la
revolucion industrial; es decir, al proceso desatado durante la
brutal alteraci6n de la vida cotidiana que fue la revolucion indus-
trial y que implico una serie de vivencias no solo en los sectores he-
gemonicos sino tambien entre los sectores marginados o que vivian
dicha revolucion desde los mairgenes. Pero el testimonio se relacio-
na con la modernidad de una manera ambivalente ya que se apoya
en uno de sus aspectos para desmontar o desconstruir otro. Pienso,
siguiendo lo planteado por Matei Calinescu para la modernidad,
que en el testimonio la burguesa modernidad racionalista, competi-
tiva, tecnologica y jugada al progreso es desmontada desde la mo-
dernidad culturalmente critica y autocritica que apuesta a desmis-
tificar el autoritarismo de la otra modernidad. Pero lo hace desde la
racionalidad y creyendo que la realizacion burguesa del proyecto de
la Ilustracion conllevo la destruccion, la opresion y el irracionalis-
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LA HISTORIA Y LA VOZ DEL OTRO 55
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truye a partir de mediados del siglo XIX junto con la emancipacion
y consolidacion de los estados nacionales. Por lo mismo la historia
no oficial solo surgira' como una respuesta ante los silenciamientos
realizados por la version hegemonica.
Precisamente, el caracter de 'historia otra' o de 'historia alter-
nativa' que tiene el testimonio solo parece posible cuando los 'silen-
ciados' o 'excluidos' de la historia oficial intentan acceder a la me-
moria o al espacio letradoI3. La organizaci6n y, sobre todo, la par-
ticipacion en el espacio letrado de los sectores excluidos o silencia-
dos de y por la historia oficial esta escasamente registrada en los
archivos y bibliotecas de los vencedores o de los gobernantes. Salvo
en aquellos casos en que constituye la propia pre-historia de quienes
antanlo fueran a su vez excluidos. Es decir, aquella historia previa a
su llegada al poder; en el caso de nuestra America la historiografia
imperial espaftola14. En cambio, los derrotados, por ejemplo cuando
la lucha por la independencia de Espafna los espanioles o los criollos
realistas quedan, teoricamente y de hecho, no s6lo fuera del archivo
sino fuera del espacio social y cultural de Hispanoamerica por
entrar en otra categorfa diferente: la de extranjeros.
La historia oficial, sin embargo, no ignoraba al Otro pero lo in-
cluia en su vision y en su espacio con el prop6sito y el resultado de
disefiar una imagen del Otro que no cuestionara la centralidad del
sujeto central15. En ese sentido, otro caracter sino exclusivo, do-
minante o singular en muchos testimonios es el de ser adema's de
una 'historia otra', una historia desde el Otro. Pero una historia del
Otro no es siempre y necesariamente una biografia desde el Otro.
En esa linea de pensamiento, quiza' cabe anotar que la biografia,
cierta biograffa al menos, combina una 'representacion del Otro' y
la fabricacion y legitimacion del 'texto como un testigo del otro'16.
Pero no solo la biografia ha intentado representar al Otro, la
historia, la novela y el ensayo tambien lo han intentado. Desde Las
cartas persas de Montesquieu hasta Me llamo Rigoberta Menchui,
para tomar dos casos diferentes en mas de un sentido, la perspec-
tiva del Otro, como "ficcion" o "realidad", ha circulado o ha servido
en Occidente como modo de cuestionar el status quo o como un mo-
do de romper la univocidad del discurso hegemonicol7 pero, como
hemos sefialado, la perspectiva del Otro no siempre supone la pers-
pectiva desde el Otro. La biografia, incluso desde Plutarco, es una
historia sobre el Otro o de Otro que no siempre es un Otro homoge-
neo pero al que, generalmente, se le homogeneiza. El testimonio es,
en cambio, una historia y no una biografia, aparentemente al me-
nos, desde el Otro. Es por esto que creo que podria ser posible sos-
tener el caracter heterogeneo18 del testimonio, sobre todo de
aquellos textos que son realizados por un "intermediario" o "com-
pilador", sea este o esta periodista, antrop6logo, novelista, docente
-en suma un letrado (el ejemplo clasico o canonico lo constituye Bio-
grafia de un cimarron de Miguel Barnet)19. La heterogeneidad con-
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LA HISTORIA Y LA VOZ DEL OTRO 57
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LA HISTORIA Y LA VOZ DEL OTRO 59
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LA HISTORIA Y LA VOZ DEL OTRO 61
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del mairtir, ya sea a nivel individual como a nivel social. Esto apunta
a algo tratado anteriormente, en relacion al vinculo entre testi-
monio e historia otra o historia alternativa. La biografia sobre el
martir y el testimonio aparecen de este modo cumpliendo una fun-
cion de contra historia ejemplarizante que el biografo o mediador
del testimonio asumen conscientemente.
La funcion ejemplarizante es parte de la intencionalidad del
responsable de la escritura; esto es evidente para el caso del biografo
y del autobiografiado. Pero en el caso del testimonio que incluye un
mediador merece la observacion de que el responsable de la es-
critura y el de la informacion o testimoniante no son o no tienen la
misma funcion e intencion. Y, aun mas importante para nuestra
linea de pensamiento, en el testimonio la presencia del Otro, letrado
o iletrado, no opera como una reafirmacion del sujeto central del
discurso dominante sino como un elemento erosionador. Un caso
opuesto puede ser visto en la Anabasis de Jenofonte, otro texto que
nos Ilega de la Antigiiedad, y que ha sido considerado como cuasi
fundacional del genero autobiograifico.
En Anabasis, texto ambiguo entre la historia y la autobiografia
donde apenas si en un par de ocasiones se emplea la primera per-
sona3l, Jenofonte narra la excepcionalidad de un hecho que atiende
a la celebracion del espitiru griego y que funciona, consciente o
inconscientemente, como la proposicion de un modelo de compor-
tamiento ejemplar. Al mismo tiempo, la descripcion del Otro, del
"barbaro", funciona aquf, de modo similar a como ocurre en Hero-
doto32, no como una descalificacion del discurso hegemonico sino
por el contrario como un modo de reafirmacion del sujeto enuncia-
dor central; en este caso, los griegos similares a Jenofonte.
Pero si hemos descrito la funcion ejemplarizante como consus-
tancial al testimonio aunque no exclusiva de el, tambien debe des-
cribirse su funcion denunciatoria. El testimonio en la mayoria de
las veces es tambi6n una denuncia, precisamente por lo que antes
seialaramos acerca de su atencion al Otro y a la historia Otra. De-
nuncia de excesos del poder, denuncia de la marginacion, denuncia
del silencio oficial, denuncia en definitiva que va de la mano con el
comportamiento extraordinario de que da cuenta el testimonio. El
yo y el Otro, sin embargo, no necesariamente son siempre excep-
cionales o extraordinarios. Pero el caso de los testimonios sobre vi-
das no extraordinarias siempre conlleva un rasgo de excepcion, ya
sea el origen social del informante, ya otro rasgo, pues si un testi-
monio similar (es decir sobre las llamadas "vidas grises") se reite-
rara, perderia "interes"33.
La funcion ejemplarizante supone o implica una adhesion a la
ideologia del progreso no solo a nivel material sino tambien moral.
La difusion de vidas ejemplares operaria como un medio de alcan-
zar el deseado fin: la ut6pica y futura perfecci6n moral. El ideal
moral y la aspiracion a que el discurso, escrito u oral, cumpla una
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phie de ceux qui n'ecrivent pas', deux font come s'ils n'etaient
qu'un"36.
El hecho de que el testimonio original o proto-testimonio surja,
en la casi totalidad de los casos revisados, de una instancia oral es
lo que lleva a ese efecto de oralidad que ha sido entendido como un
rasgo especifico del testimonio37. Rasgo que el testimonio no com-
parte ni con la memoria, ni la biografia ni con la autobiografia ni si-
quiera, paradojicamente, con el "diilogo"38. Las huellas de la orali-
dad varian de testimonio a testimonio y mientras en alguin caso
pueden ser recogidas por medio de la permanencia del diailogo ini-
cial (el tui marcado en el texto, referencias a lo dicho o vivido por el
interlocutor), en otros, pueden ser registradas por la permanencia
de registros propios del discurso oral y transcriptos en el discurso
escrito (recurso a onomatopeyas, visualizacion, etc.39).
El diailogo oral, propio de la situaci6n de enunciacion real o fic-
ticia, implica un interlocutor. Pero no se trata mas que de un artifi-
cio retorico establecido, para nada identificable, siquiera, con los re-
cursos y exigencias propios del genero mas cercano a la oralidad en
la cultura romana: me refiero a la Oratoria de la que Cicer6n fuera
maestro. En ambos casos el efecto de oralidad no pretendia pasar
"gato por liebre" y las interpelaciones a los interlocutores eran, pre-
cisamente, mera retorica.
Asi, Plutarco comienza sus Vidas paralelas -ejercicio de la bio-
grafia, de la semblanza o historia de vida- marcando en el enun-
ciado el nombre del tu que funciona como interlocutor de su narra-
cion.
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3. Final.
La aspiracion de este trabajo no era tanto describir el testimonio y
su funcion ideologica como tratar de entender una discusion que, a
proposito de este y otro tipo de textos, se esta dando en la comunidad
intelectual. Dado el tipo de material de que se trata, sin embargo,
uno tiene la impresion, mas fuerte que en otras oportunidades, que
la presente discusion no solo no afecta a la propia escritura tes-
timonial sino que le es totalmente indiferente; al menos a parte de
ella. El letrado solidario que se interesa por el testimonio sabe de
sobra que su puiblico aunque letrado no es academico y todos sabe-
mos que el jardin de la Academia es cada dia ma's exclusivo e ino-
perante. Y como dice una de las testimoniantes, Ramona Caraballo,
"esta es la pura verdad". Despues de todo los testimonios operan en
otra 6rbita y no soloen la Academia; sobre todo aquellos testimonios
que circulan en un espacio ajeno al literario: me refiero a los oidos
en los juicios de Nuremberg, en el Tribunal Russell o en los "Nunca
Jamas" argentinos, uruguayos o brasilenios. Ellos no son literatura
siendo testimonios, ahi esta' la diferencia. Explicar tal diferencia
nos obligaria a otro ensayo mas amplio y tiene que ver con una dis-
cusion que subyace y por momentos aflora en el presente trabajo:
aquella que tiene que ver con la nocion actual, fines del segundo
milenio, de literatura.
NOTAS
* Muchas de las ideas desarrolladas en este articulo fueron discutidas o sur-
gieron de la discusi6n que sostuvimos en el Seminario de investigaci6n sobre
el testimonio latinoamericano en el Departamento de Literatura Lati-
noamericana de la Universidad de la Republica en Montevideo, Uruguay. A
Alfredo Alzugarat, Eleonora Basso, Andrea Blanqu6, Francisco Bustamante,
Carmen Freire, Cecilia Garcia, Carla Giaudroney Ana Maria Payoti, partici-
pantes en dicho seminario, mi agradecimiento.
1. Paul Jay "What'sthe Use? Critical Theory and the Study of Autobiography"
en Biography, Vol. 10, Ng 1, Winter 1987, pag. 39. Una revisi6n de la biblio-
grafia preparada por Phyllis E. Watcher en varios numeros de Biography du-
rante 1986 y 1987 sobre temas vinculados a la "escritura de historias de vi-
da", sean biografias, autobiografias,testimonios o novelas vinculadas al yo in-
dividual o colectivo, muestra que la producci6ncritica sobre el tema es abru-
madoray creciente.
2. Respecto del prop6sito, aunque no necesariamente del "deseo",de las Vidas
paralelas de Plutarco, criticos modernos como R. H. Barrow han considerado
tanto su "diplomaticoprop6sito"de conciliar las relaciones entre griegos y
romanos como su "interes en demostrar la superioridad de la cultura griega"
o ain el simple "prop6sitode decir la verdad"(Plutarch and his Times, Lon-
don: Chatto & Windus, 1967). Mas convincente, C.P. Jones ha sostenido que
"His aim was to depict character and provide examples for imitation, not to
write history or compete with the standard authors. Though he abhors delib-
erate falsehood, he is not botheredby casual inaccuracy"y "TheParallel Lives
do not reveal a cleavage between Greeks and Romans, but rather their unity".
(Plutarch and Rome, Oxford:ClarendonPress, 1971; pp. 85 and 109).
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los silenciados frente "al mon6logo autoritario del discurso en el poder que
posee una verdad previamente establecida".La misma Zavala senialala fecha
de 1813 como el comienzo de la transformaci6nde la representaci6ndel sujeto
colonial: 'Thus, after 1813 the colonial signifier and its representations were
devoid of a referent. The colonial subject re-appropiated language; the
'subversion of the subject' brought forth the deliverance of the imprisoned
meaning". (Hispanic Issues 4. Minneapolis: The Prisma Institute, 1989), pp.
323-348; y en especial la pag. 343.
14. En relaci6n a los sectores excluidos por los duefios del discurso durante el
apogeo del imperio espaniol,el tardio ingreso al "archivo"de textos como el de
Guaman Poma es un elocuente ejemplo. En este sentido, tambi6n es intere-
sante el caso de los moros durante el siglo XVI como senialaRolena Adornoen
"Voices of Protest and La ciudad letrada" (manuscrito leido en el MLA
diciembre de 1986). Adorno analiza el Memorial (1575) del moro Francisco
Nuiiez Muley, texto que respondia a la Pragmatica que prohibia tanto las
costumbres como el uso de la lengua de los moros en Espafia.
15. Vease al respecto y como ejemplo la descripci6n de los Escitas realizada por
Herodotoen Herodoto.LibroIV (Cambridge:HarvardUniversity Press, 1950).
16. Ver a este respecto lo que de Certeau dice del libro cuarto de Herodoto."Mon-
taigne's Of Cannibals': The Savage 'I"'en Heterologies. Discourse on the Other,
(Minneapolis: Univ. of Minnesota Press, 1986), pag. 68. Tambi6n lo senialado
por Iris M. Zavala en el articulo antes citado y lo senialadopor Lejeune en Je
est un autre. L'autobiographie de la litt6rature aux medias. (Paris: Ed. du
Seuil, 1980).
17. Es cierto que hay antecedentes de diferente tipo; Herodoto y Montaigne son
dos ejemplos distintos de esto, al respecto v6ase de Certeau, Heterologies.
18. Sobre la noci6n de la heterogeneidad vale la pena ver lo anotado por Antonio
CornejoPolar y Angel Rama; en un sentido similar o cercano v6ase ademas lo
sefialado por Martin Lienhard a prop6sito de "biculturidad".En: La voz y su
huella (La Habana: Casa de las Am6ricas, 1990). La noci6n de hete-
rogeneidad, sin embargo, plantearia algunos problemas para el caso de Plu-
tarco que no vamos a consideraren esta oportunidad.
19. Como veremos mas adelante con mayor detalle, este tipo de testimonios tiene
cierta afinidad con la autobiografia aunque, al mismo tiempo, la presencia
del intermediario tambi6n acerque el testimonio a la biografia. Philippe
Lejeune plantea el tema del autor de "las autobiografias de aquellos que no
escriben", como 61 los llama, con gran lucidez en Je suis un autre. Mi coin-
cidencia con lo planteado por Lejeune, a quien lei cuando practicamentehabia
terminado el presente articulo, no es, sin embargo, absoluta dado que 61
trabaja, basicamente, el intermediario segun el modelo del entrevistador
cientifico o periodista. Ver ademas Autobiography. Essays Theoretical and
Critical. James Olney, ed. (PrincetonUniversity Press, 1980).
20. En este sentido se podria hablar de caracter postmodernodel testimonio pero
no nos es posible desarrollaresa linea de argumentaci6nen esta oportunidad.
21. La importancia del trabajo de los antrop6logos, historiadores y otros cien-
tistas sociales en la constituci6n o institucionalizaci6n del testimonio es fun-
damental.
22. Al respecto ver el caso del testimonio de Omar Cabezas, La montana es algo
mds que una estepa verde. Cabezas sirvi6 como su propiointerlocutor'letrado',
grabando su narraci6n oral y despues haciendo una transcripcion de ella.
Ademas de lo que se puede observar en Omar Cabezas respecto del modo de
producci6noral de su texto es posible encontrar algo similar en otros autores
como EduardoGaleano y Ernesto Gonzalez Bermejo.
23. Stephen Spender cita como ejemplos de "depersonalizedautobiography"los
textos de Albert Schweitzer, Freud y Croce en "Confessions and Autobiog-
raphy"incluido en Autobiography..., ed. por J. Olney; pag. 117. Tomo presta-
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