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Vladimir Karanović
Universidad de Kragujevac
1 Introducción
La literatura, como la mayoría de las artes, se desarrolla en el tiempo, es un
arte temporal. Una de las definiciones elementales de la novela en general
sería la de un relato extenso en prosa que narra lo que pasa a unos personajes
literarios en ciertos momentos y en determinados lugares. Mijail Bajtín, en su
obra Teoría y estética de la novela, usa un neologismo llamativo, el cronotopo, para
referirse al otro pilar narrativo, además de la modalización, de la arquitectura
narrativa. El cronotopo indica la implicación de las relaciones espacio-
temporales tal y como se manifiesta en la literatura general y la narrativa en
particular, en donde los índices de ambas dimensiones se funden en un todo
inteligible y concreto (Villanueva, 2006: 42). Se ha dicho que la novela es una
cronofanía, una modalidad artística en la que el tiempo adquiere una relevancia
sustancial. El hombre como autor de novelas puede manipular el tiempo de sus
personajes. Frente a una radical imposibilidad de intervención en el tiempo
vital, el novelista es dueño absoluto del tiempo literario.
Analizar el decisivo factor temporal en la novela pasa necesariamente por
el estudio de cómo el tiempo de la historia se ha transformado en el único
textualmente pertinente, el tiempo del discurso. En cuanto a la novela en general,
el destinatario hoy en día es el lector individual y aislado. Como destaca Darío
Villanueva (1991: 63), «el tiempo que dedica a la lectura del texto es discontinuo
y sin duda muy desigual según su competencia lectora, su interés y la atención
que sea capaz de poner al servicio de la obra que tiene entre manos».
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el matrimonio. Todo ello, junto con los repasos del pasado de Fermín de Pas
no nos da la sensación de duración, aunque implique un matiz temporal: el
pasado se presenta como un bloque del que se extraen razones para explicar la
situación presente.
Si tuviéramos que señalar un modelo o figura para explicar la composición
temporal de La Regenta, diríamos que es como una rueda en movimiento
que va dejando algo atrás a la vez que conserva su estructura intacta: el relato
comienza una tarde de octubre y termina tres años después con las mismas
condiciones climáticas; el campanero de la catedral, Celedonio, es el primero
que habla de la bonita señora Ozores de Quintanar y el último que verá a Ana
en el suelo de la catedral al final de la novela; la primera tarde Ana no podrá
confesarse, a pesar de estar esperando y la última tarde tampoco podrá hacerlo.
Todo parece repetirse para cerrar el círculo: los espacios se mantienen, los
personajes hacen las mismas acciones (Bobes Naves, 1993: 176).
4 Conclusiones
El epílogo, dentro del capítulo XXX, simboliza una especie de resumen de
la novela. Pasaron unos tres años y no cambió nada en Vetusta: las mismas
nubes sobre la ciudad, el paseo lleno de gente, solo la Regenta en su soledad.
Temporalmente, la obra tiene un tiempo cíclico, o según, Emilio Alarcos
Llorach (2001: 158), «se muerde la cola»: de octubre a octubre, de la catedral
a la catedral, del viento sur del principio al viento sur del final. Como si no
hubiera pasado nada, puesto que los que quieren tentar a los dioses merecen
un castigo.
El análisis de la articulación temporal permite intensificación del valor
pragmático de la novela, especialmente en la relación del autor con su texto.
Todas las intervenciones del autor en el texto de la novela dan una idea
bastante clara de la opinión e ideología de Clarín: sobre sus personajes, la
vida provinciana, el sistema cultural de su tiempo, de su visión del mundo.
El narrador de La Regenta, partiendo de la presuposición de que se tratara de
Leopoldo Alas, es una voz de cultura amplia, capaz de construir un amplio
mundo hermético y apasionante, anticlerical, de espíritu crítico a menudo
irónico.
Estamos de acuerdo con María del Carmen Bobes Naves (1993: 168-169)
que apunta el hecho de que el tiempo, si se considera como un signo, tiene
en esta novela clariniana una dimensión formal y se erige en un elemento
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arquitectónico y sémico del relato, en línea de igualdad con las funciones, los
personajes y el espacio. Desde la perspectiva temporal presente, el personaje
clariniano en La Regenta no es algo terminado, perfecto, en el sentido
etimológico del término. Por el contrario, para que los personajes principales
de la novela estén plenamente terminados habrá que esperar hasta el final de la
obra; de ahí que sean capaces de sorprendernos mientras dispongan de tiempo
en el discurso.
El tiempo no es una categoría estática en La Regenta, que vaya organizando los
fenómenos en simple sucesividad; es más una posibilidad de desarrollo de los
personajes y una posibilidad de elección de conductas de los personajes.
Sólo me gustaría añadir antes de terminar este estudio del tiempo y la
narración en La Regenta, que la parada completa del tiempo al final del relato,
el hecho de que todos los personajes se transforman en las últimas páginas en
unos seres inmóviles, después de tanta lucha y tanta agitación, ha cambiado
un campo semántico. Se detiene el tiempo, el ciclo ha terminado y nada ha
cambiado, más aún: es como si no existiera el tiempo. Todo vuelve aquí en la
novela: el verano, el otoño, la Navidad, los ritos…, pero no vuelve a presentarse
la oportunidad de elegir un modo de vida, así que el sentido del tiempo en la
novela clariniana no consiste en la nostalgia por su paso, aunque se advierte
este sentimiento, sino en la dramática información de que no se repite para las
acciones humanas.
Bibliografía
Alarcos Llorach, E. (2001): «Notas a La Regenta». En: José Luis García Martín
(ed.), Notas a La Regenta y otros textos clarinianos. Oviedo: Ediciones Nobel,
141-160.
Alas Clarín, L. (2003): La Regenta. Juan Oleza (ed.). Madrid: Cátedra.
Alfani, M. R. (2002): «Clarín, la provincia y el quijotismo». En: Antonio
Vilanova, Adolfo Sotelo Vázquez (eds.), Leopoldo Alas «Clarín»: Actas del
Simposio internacional. Barcelona, abril de 2001. Barcelona: Universidad de
Barcelona, 295-309.
Bertrand de Muñoz, M. (1987): «La articulación temporal en La Regenta de
Clarín». En: Clarín y La Regenta en su tiempo: Actas del Simposio internacional.
Oviedo, 1984. Oviedo: Universidad de Oviedo, 413-420.
Bobes Naves, Mª. C. (1993): Teoría general de la novela – Semiología de «La
Regenta». Madrid: Editorial Gredos.
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Vladimir Karanović
University of Kragujevac
This paper focuses on the ambiguous concept of time in the novel La Regenta
(1884–1885), by Leopoldo Alas Clarín. Time influences the sequence of
events in narrative text and materializes through narrative discourse. It can be
argued that time relates at once to the spatial and historical dimensions more
than it does just to temporal dimension in a narrow sense. Therefore, time
and narration in novel can be characterized as pseudo-temporal. The concept
of time in this novel of Clarín’s can be seen from two basic perspectives:
the linguistic time of narration which is present on the level of language,
and figurative time, related to the illusion of time created through narrative
text (story time and discourse time). Story time usually involves three methods:
retrospection, anticipation and inversion.
This paper also considers syntactic aspects of the category of time: the order,
sequence and duration of narration. When it comes to the structure of this
novel, two parts can be singled out. These parts have almost equal scopes that
match with the original version of the novel, which was divided into two
parts. The first part is static and expositive and has only a three day time span
(chapters I–XV). The second part is dynamic and spans three years (chapters
XVI–XXX). The structural and temporal features of the narration help us
to identify the cyclic structure of the novel more easily – time has passed
and nothing has changed. Vetusta, the static place, has caused one human
tragedy. That way, Clarín strategically plays with the concept of time, turning
his characters into inanimate beings that after a spiritual fight stay inert and
petrified.
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