Ponencia Reflexiones Sobre La Implementación - TEC PDF
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www.congresoinvestigacion.com
ISSN: 2395-9711
Vol. 6, No.1, Noviembre de 2018.
Memorias
Congreso Internacional
de Investigación Científica
Multidisciplinaria
Sección Humanidades
MEMORIAS CONGRESO INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA MULTIDISCIPLINARIA, Año 6, No. 1,
Enero – Diciembre 2018, es una publicación anual editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey,
Ave. Eugenio Garza Sada 2501, 64849 Monterrey, N.L. México, Tel (614) 439-5084, www.congresoinvestigacion.com,
[email protected]. Editor Responsable: Elías Solís Rivera. Reserva de Derechos uso exclusivo No. 04-2015-
052207545900-203, ISSN 2395-9711, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, calle Puebla 143, Col
Roma, Delegación Cuauhtémoc. C.P. 06700. Responsable de la última Actualización de este número, Departamento de
Investigación del Tecnológico de Monterrey Campus Chihuahua, Ing. Elías Solís Rivera, Calle H. Colegio Militar, 4700, Col.
Nombre de Dios, Chihuahua, Chih. C.P. 31300, fecha de última modificación 14 de Diciembre del 2018. El editor no
necesariamente comparte el contenido de los artículos, ya que son responsabilidad exclusiva de los autores. Se prohibe la
reproducción total o parcial del contenido, ilustraciones y textos publicados en este número sin la previa autorización que por
escrito emita el editor.
MEMORIAS CONGRESO INTERNACIONAL DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA MULTIDISCIPLINARIA
Resumen
Abstract
This paper reflects on the process of implementing the Digital Storytelling method for the project
"Humanizing Deportation", from the University of California, Davis, with returnees from the
United States who were in the city of Tijuana, BC, a project that has been replicated in other states
of the Republic such as Chihuahua, Guadalajara, Monterrey, Mexico City y Oaxaca. The main
challenges faced are related to the adaptation of the method to the context, and ethics in mediation
to achieve the objective, which is to facilitate a process of reflection for change. This reflection
allows the appropriation of emotions and feelings around the expulsion from the United States, so
that people rework their past and their experiences and give a new meaning to their experience.
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The project privileges the voice of people who have been silenced in public discourse and on whom
a negative stereotype has been constructed with the anti-immigrant discourse that permeates the
media, especially in the United States, although it is reproduced in Mexico. The Digital Storytelling
method allows recovering the stories of people, but from the perspective of self-representation, to
empower them and position them in the public sphere through digital media, which favors the
humanization of these processes.
Key words: Digital Humanities, Deportation, Digital Storytelling, International Migrations, Mass
Media.
Introducción
Mientras que en las deportaciones masivas de los años treinta a los setenta, las expulsiones
cesaban en poco tiempo y no rebasaban los dos millones de personas retornadas en cada coyuntura,
desde los años noventa hasta la actualidad las deportaciones han sido incesantes. Más aún, de 1998
al 2000 se alcanzaron cifras históricas de más de un millón de personas retornadas por año
(SEGOB, 2015); de manera que el actual ciclo de deportaciones masivas se diferencia de anteriores
procesos por su durabilidad e intensidad.
Según datos de la SEGOB (2015), de 1995 a 2016 se registraron 13.5 millones de eventos de
repatriación, es decir, retornos forzados de Estados Unidos ―se consideran eventos porque una
persona pudo haber sido retornada más de una vez―, lo cual implica el regreso abrupto de por lo
menos seis millones de personas a nuestro país en una década (Gandini, Lozano-Ascencio y
Gaspar, 2015). Las entidades receptoras han sido Baja California, Chihuahua, Coahuila, Sonora,
Tamaulipas, Ciudad de México y Jalisco, en las que se ubican los diferentes puntos de repatriación.
De ellas, Baja California recibió el 41% de los retornados; Sonora, el 29%; Tamaulipas, el 14% y
Chihuahua, el 9%, mientras que el resto de las entidades recibió menos del ocho por ciento
(SEGOB, 2015). Por esta razón se considera que el mayor impacto de este fenómeno se presenta
en la región norte y fronteriza de nuestro país.
La investigación académica ha dado cuenta de las dificultades que enfrentan las personas
retornadas para reinsertarse social y laboralmente en nuestro país, al no contar con documentos de
identidad después de haber residido por décadas en Estados Unidos; al no encontrar un trabajo en
el corto plazo; al no tener suficientes recursos económicos, pues sus bienes materiales se quedaron
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Las causas de la expulsión también son distintas a otros ciclos históricos, aunque prevalece
el estatus migratorio irregular como causa principal. Por ejemplo, es motivo de deportación el
cometer cualquier falta administrativa o penal, que puede ir desde una infracción de tránsito hasta
un delito grave; estar involucrado en el trasiego de drogas; manejar con aliento alcohólico; haber
cumplido una sentencia en prisión, entre otras (Mejía, 2011; Alarcón y Becerra, 2012; Woldenberg,
2013). Estas medidas no distinguen si se trata de mujeres que tienen hijos en Estados Unidos; si la
persona es el único sustento de su familia, o si fue llevada en la infancia a aquel país y por lo tanto
no tiene vínculos en México, salvo la herencia cultural de sus padres.
Fue a partir de la efervescencia de este discurso que surgió el proyecto de narrativas digitales
“Humanizando la Deportación”, en la Universidad de California, Davis, para ser implementado en
México con personas afectadas por la deportación, a fin de ponerle un rostro humano a este
fenómeno. El proyecto tenía por objetivo privilegiar la voz de las personas y posicionar sus
historias en la esfera pública a través de los medios digitales, para empoderarlas, estimularlas para
el cambio, y al mismo tiempo comunicar una historia distinta que pudiera contrarrestar el discurso
hegemónico y humanizar estos procesos.
El método de la narrativa digital se derivó del paradigma sociocrítico, y tiene como propósito
intervenir con grupos y personas silenciadas y marginalizadas para facilitar un proceso de reflexión
que conduzca al cambio desde las personas mismas. Esta reflexión permite la apropiación de
emociones y sentimientos en torno a una experiencia vivida, a fin de que las personas reelaboren
su pasado y le den un nuevo sentido.
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La narrativa digital surgió a raíz del movimiento por el arte popular en Estados Unidos, alrededor
de la década de los setenta, con el propósito de dar visibilidad a aquellas historias personales que
habían sido silenciadas por conflictos de raza, género u orientación sexual, o a historias de personas
que habían tenido alguna experiencia traumática y que permanecían ocultas, ya fuera por el temor
a expresarlas, por censura o autocensura. En aquel movimiento, estas historias eran contadas por
sus protagonistas en obras de teatro popular, cine experimental u otras formas de expresión artística
(Lambert, 2013).
Sin embargo, en los años noventa, a partir de la masificación de las tecnologías digitales, las
narrativas adoptaron el formato digital para llegar a un público más amplio, tanto en su producción
y emisión como en su recepción. Así, el Centro de Medios Digitales de San Francisco creó las
bases del método de la narrativa digital, y se focalizó en el servicio social y educativo al ver la
transformación positiva que generaba la expresión de quienes habían sido marginados en el
discurso público y la reconfiguración de su experiencia en una obra creativa. Como relata el co-
fundador del Centro, Joe Lambert (2013), “nos dimos cuenta del sentido y del significado que
resultaba cuando una persona encontraba su voz y hacía que su voz fuera escuchada” (p. 27). En la
primera década del año 2000, el proyecto se convirtió en el Centro de Narrativas Digitales
(StoryCenter), el cual ha implementado este método con cientos de organizaciones y comunidades
alrededor del mundo.
Sin embargo, este proceso no siempre es un trabajo solitario, como ha reflexionado Worcester
(2012), sino que en muchas ocasiones requiere la ayuda de un mediador. De esta manera, el método
de la narrativa digital lleva a cabo una intervención o más propiamente una mediación para facilitar
la expresión de las personas, a fin de que se conviertan en actores de su propia historia, en agentes
del cambio.
La narrativa digital, en palabras sencillas, es una historia breve, contada y dirigida por una
persona, y producida en un video no mayor a cinco minutos de duración. Contiene imágenes o
fotografías que la misma persona selecciona para ilustrar lo que desea comunicar, y está narrada
con su propia voz. Así, el producto final es su autorepresentación: lo que ha querido decir y la
forma en que ha decidido narrarlo.
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Las narrativas no son disertaciones sobre una problemática, sino historias humanas que
buscan establecer contacto con otros seres humanos. Por ello, no pretenden ser videos profesionales
para ser exhibidos en los medios masivos de comunicación, como la televisión o el cine. Son
producciones de tipo artesanal que suelen publicarse a través de Internet, ya sea en sitios creados
exprofeso, en redes sociales o en plataformas de acceso abierto como YouTube.
Por otra parte, las narrativas digitales no buscan convertirse en videos virales, porque en este
caso importa más el proceso que el producto (Mak, 2012). Esto es, que la construcción de la
narrativa, desde el proceso mismo en que inicia la reflexión sobre la historia que la persona quiere
comunicar; cuando selecciona de entre todas sus experiencias, aquella que le parece más
significativa, y cuando decide elaborarla creativamente, va desarrollando un agenciamiento y una
apropiación de sus emociones respecto a aquella experiencia particular. Después, cuando graba su
voz para acompañar las imágenes que le dan ritmo a su narración, reelabora su experiencia y le
atribuye un nuevo sentido. Por último, cuando publica su narrativa, reafirma su identidad y su
posición respecto a la experiencia, lo cual se traduce en empoderamiento. Si su video tiene cien
visitas o más, es irrelevante, porque ya desarrolló el proceso de construcción y reconstrucción de
su historia.
Como afirma Lambert (2013), las pequeñas historias, especialmente de aquellas personas que
experimentan distintas formas de injusticia, tienen la fuerza necesaria para crear una grieta en la
muralla del silencio y generar un diálogo público donde antes no existía. Ese es el propósito de la
narrativa digital: empoderar a las personas, posicionando su discurso individual en la esfera pública
para ejercer el derecho a ser escuchados como parte esencial de toda democracia.
Ahora bien, el modelo ortodoxo de la narrativa digital plantea que el primer paso es crear un
grupo de posibles narradores dentro de una comunidad, lo que Lambert (2013) denomina círculo
de historias. Este paso evoca la tradición ancestral de los círculos narrativos, en los que los hombres
antiguos se reunían alrededor del fuego para compartir sus experiencias de caza o de vida. En este
caso, se trata de un taller coordinado por un facilitador, al que acuden los participantes interesados
en comunicar una historia o una experiencia.
Para ello, el facilitador lleva la tecnología para producir dichas narrativas, como pueden ser
computadoras o teléfonos inteligentes que tienen programas sencillos para la edición de audio,
video y fotografía. Del mismo modo, proporciona la plataforma en la que serán publicadas las
narrativas, ya sea una página de Internet creada específicamente para ese fin, o en una plataforma
de acceso libre.
Previamente debe haberse establecido una relación de confianza con los participantes, a fin
de que se sientan seguros de compartir su historia en un ambiente de respeto y colaboración. Por
lo general, los talleres tienen una duración de 20 horas, distribuidas en varios días de la semana, o
en distintas semanas, en las que se desarrollan siete pasos (Ibid.):
1. La elección de la historia que se quiere contar, mediante una reflexión honesta que tenga
claridad sobre su propósito, pensando en la audiencia y en su posible impacto. La persona
determina si asume su identidad real o si desea permanecer en el anonimato.
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2. La narrativa digital tiene como base los hechos recordados y el sentido que tienen para el
narrador, para lo cual ofrece un contexto mínimo que permita a la audiencia comprender sus
circunstancias en una pincelada. No se trata de transmitir datos, sino de apropiarse de las emociones
que fluyen a partir de la historia y reflejarlas.
3. Encontrar el momento de cambio, esto es, identificar un momento o una serie de momentos
que produjeron un cambio en la persona; lo vivido y lo aprendido, a través de anécdotas
significativas. En este paso, el facilitador ayuda al participante a escribir un guión en el que se
estructure la historia en principio, medio y fin.
4. Producción de la narrativa digital. Aquí se define el contenido audiovisual del video, como
las imágenes, el sonido ambiental, los efectos o la música que, al yuxtaponerse, producen el efecto
deseado.
5. El participante graba su voz a partir del guión escrito para acompañar el contenido
audiovisual. En caso de no poder escribir un guión, puede ser apoyado por el facilitador en el
registro de notas que servirán para la historia.
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El proyecto pretendía destacar las consecuencias humanas de la deportación, más allá de las
estadísticas y el discurso antiinmigrante que estaba en boga desde el año 2015, así que la UC Davis
estableció vínculos con El Colegio de la Frontera Norte (COLEF), en Tijuana, para aplicar el
método de la narrativa digital con personas afectadas por la deportación, y facilitar que las propias
personas comunicaran su experiencia y la posicionaran en la esfera pública, a fin de contrarrestar
los efectos del discurso negativo en torno a la migración irregular, tanto en Estados Unidos como
en México (McKee, 2016).
En este proyecto nos tocó colaborar como facilitadores durante la estancia de investigación
en El COLEF. Como herramientas de trabajo utilizaríamos nuestras propias computadoras, con el
programa gratuito de edición de audio, Audacity, y programas de edición de video y fotografía
como iMovie o Adobe Photoshop / Premiere Elements. De este último, la coordinación del
proyecto nos facilitó una licencia de uso. Para el trabajo de campo, el equipo se concentraría en la
ciudad de Tijuana en los meses de junio a agosto de 2017.
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profundo y atención personalizada, se estimaba que podían llegar entre 12 y 15 personas, por lo
que asistimos ocho facilitadores; sin embargo, solo tuvimos cinco participantes.
Aunque el taller se desarrolló conforme a lo planeado, en una reunión posterior del equipo
se decidió que era mejor dividirnos en grupos de dos o tres facilitadores para trabajar de manera
directa con las personas, tanto en las calles, como en las organizaciones. Lo anterior, porque en una
de las visitas al albergue de La Roca del Alfarero, las personas expresaron que no podían asistir al
taller porque trabajaban a esa hora o no podían pagar el transporte hasta el Centro Comunitario.
Sus necesidades más apremiantes ―alimento, casa y vestido― eran evidentes, pues se trataba de
personas sin recursos que desempeñaban un trabajo informal, y lo que ganaban les alcanzaba para
vivir al día y pagar su estancia en el albergue, que costaba 20 pesos por noche. De modo que era
mejor flexibilizar el trabajo uno a uno, acudiendo a las personas, y no esperando que ellas acudieran
a nosotros.
La segunda etapa del trabajo de campo, que correspondía a la producción de las narrativas,
estuvo marcada por uno de los principales desafíos que se tuvieron que enfrentar: la disponibilidad
de los participantes y sus distintos grados de compromiso para elaborar su narrativa. Era frecuente
que algunas personas no se presentaran a la cita o no se comunicaran para darle continuidad a su
proyecto. Debe recordarse que la producción requiere de varias reuniones en distintos días o
semanas.
Por otra parte, no todos los participantes tenían las habilidades técnicas necesarias para editar
los materiales; en algunos casos, nunca habían manejado una computadora, de modo que la tarea
de edición recayó en los facilitadores, en la mayoría de los casos. Además, no todos se sentían
cómodos con la idea de escribir un guión o diseñar un guión gráfico para decidir la secuencia de
las imágenes. En su lugar, nos daban una idea general, tomábamos notas y ellos hacían un esfuerzo
por contar la historia con la mayor concreción posible, directamente en la grabadora. Y
posteriormente, los facilitadores editábamos la voz hasta lograr que la persona estuviera satisfecha
con la narración.
En cuanto a las imágenes, muchos aportaron fotografías personales que tenían consigo o que
estaban en su página de Facebook, pero otros requirieron de la búsqueda de imágenes
representativas en internet, a falta de fotografías personales. El hecho de que los facilitadores
asumiéramos parte de la producción visual al seleccionar las imágenes, nos convertía en co-
creadores de los videos. Esto nos obligaba a mantener un diálogo permanente con los participantes
para preservar la horizontalidad del proceso. Es decir, ellos debían tener el control para que no
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fuera “nuestro video”, sino su video. En cualquier caso, debían autorizar el producto final y estar
seguros de que los representaba, y en este sentido fue posible percibir que se apropiaban de la
narrativa digital como su historia, contada y dirigida por ellos.
Los textos y los videos se ponían a disposición de los asistentes de postproducción que
elaborarían los subtítulos desde la UC Davis. Finalmente, cada video debía comprimirse en una
resolución menor a 200 Megabytes que permitiera su distribución por internet con suficiente
calidad, y posteriormente era publicado en el sitio oficial del proyecto
humanizandoladeportacion.ucdavis.edu. En su primera etapa, hasta septiembre de 2017, el archivo
de narrativas digitales contenía 45 historias.
Este evento fue el más importante porque los participantes pudieron compartir sus creaciones
con el público. Al final de la exhibición comentaron su experiencia ante la comunidad y
revalorizaron el trabajo que habían realizado. Los participantes se mostraron satisfechos con sus
narrativas y orgullosos de sí mismos por lo que habían logrado. El impacto que los productos
pudieron haber tenido en sus vidas no puede medirse científicamente, pero, para la mayoría, que
no había realizado algo similar, representó una hazaña, pues la idea de ser publicados en internet
los hacía sentir visibles e importantes al saber que su opinión y sus vivencias serían escuchadas por
alguien más, lo cual puede interpretarse como un reflejo de la agencia que pretendía conseguirse.
Sin duda, la narrativa será parte de sus recuerdos de esta etapa como migrantes, y que además estará
disponible en la red para que pueda ser vista por un público diverso en cualquier parte del mundo
y en cualquier momento.
Después del evento fue interesante constatar que los narradores se comunicaban entre sí, se
reconocían, confiaban en unos y otros porque ya habían visto sus videos y sabían quiénes eran.
Contaban que antes solían encontrarse en los albergues o en otros espacios, pero no se hablaban
porque no se conocían; en cambio, al compartir su historia tenían una suerte de identificación en la
que asumían una experiencia común, de manera que puede interpretarse también como una forma
de crear comunidad.
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Universidad Autónoma de Chihuahua, por lo que el archivo continúa en expansión. Hasta el día de
hoy, el archivo reúne casi 80 narrativas digitales.
Una de las principales temáticas que abordaron los participantes en sus narrativas digitales fue la
separación familiar que han sufrido con la deportación, tanto en el caso de mujeres que tienen hijos
menores de edad o infantes, como en el de los hombres, que también son padres y que eran el
principal sostén de su familia. Para ilustrar estos contenidos, se referirán algunos fragmentos de las
narrativas digitales de Emma Sánchez de Paulsen, titulada “El muro separa familias, pero jamás el
sentimiento”; de Alex Murillo, “Soldados americanos en el exilio”, y de Martín, “Vas para tu país”.
Emma Sánchez de Paulsen se casó en Estados Unidos y tuvo tres hijos. Cuando tramitaba su
residencia legal en las oficinas del Consulado, en Ciudad Juárez, le prohibieron el reingreso a
Estados Unidos; desde entonces, ha estado separada de su familia. La situación se agravó cuando
su esposo tuvo una cirugía de corazón abierto, pero no hubo ninguna autoridad capaz de facilitarle
un permiso de carácter humanitario para que acompañara a su esposo. Sin embargo, cuando él pudo
recuperarse, se casaron de manera simbólica en el muro fronterizo de Tijuana, como una protesta
por la dureza y falta de humanidad de las autoridades.
Aun cuando el modelo ortodoxo de las narrativas digitales establece que la duración de los
videos debe ser entre tres y cinco minutos, para que sean accesibles a una audiencia más amplia, la
narrativa de Emma Sánchez tiene una duración de ocho minutos porque participaron tanto la
protagonista, como su esposo e hijos. Uno de sus fragmentos cuenta lo siguiente:
¿Cómo es posible que crean que unas leyes que separan a una madre de niños pequeños, de
bebés, sean correctas? ¿Cómo es posible que crean que es correcto dejar a niños pequeños,
adolescentes, sin su madre? Mi nombre es Emma Sánchez de Paulsen. Soy madre de tres
niños ciudadanos americanos. Soy esposa de un americano, veterano de la Marina. Tengo
once años viviendo en el exilio. Me casé y traté de arreglar mi situación legal. Siguiendo sus
trámites, salí a Ciudad Juárez. Una vez que estuve en Ciudad Juárez, me dijeron que no podía
regresar en diez años por haber entrado al país indocumentada. Tenía a mis tres hijos muy
pequeños. El más chiquito tenía dos meses de edad. [...] Cuando me dijeron que no podía
regresar en diez años, sientes que el mundo se te viene abajo. [...] No sabes qué va a pasar
con tu vida, no sabes qué va a ser de tus niños. [...] Primero me quedo yo con mis tres niños
porque eran muy chiquitos. Pero veo que a cada paso que daba encuentro obstáculos. No me
los querían vacunar porque son ciudadanos americanos. [...] No podía meterlos a las escuelas
[...] necesitaba hacerles doble ciudadanía y muchos requisitos que eran costosos y no
teníamos los medios para pagar en ese entonces doble renta y doble todo. Entonces decidimos
que cuando los nenes cumplieran cinco años, se fueran a su país de origen con su papá [...]
Es difícil para mis hijos el cambio de vida, tener que venir a verme cada domingo, cada
quince días. [...] A pesar de todo [...] tienen muchos diplomas, le han echado muchas ganas
a la escuela y yo como madre me siento muy orgullosa [...] (Sánchez de Paulsen, 2017,
narrativa digital).
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Por su parte, la narrativa digital de Alex Murillo, titulada “Soldados americanos en el exilio”,
tiene una duración de seis minutos. Es un veterano de la Marina de Estados Unidos, que fue llevado
a Estados Unidos cuando tenía un año de edad, por lo que no habla español. Hace cinco años fue
deportado a México por haber consumido mariguana. Un fragmento de su narrativa dice lo
siguiente:
Estuve en los Estados Unidos toda mi vida [...] todos mis pensamientos y recuerdos son los
de un chico americano. Me identifico con ser estadounidense, no es algo que puedan quitarme
con una deportación. Cuando estaba en el Ejército me enviaron a lugares como Abu Dabi,
Emiratos Árabes Unidos, Haifa, Israel. Y todo el tiempo fui un americano, siempre estaba
protegido por la bandera, mi unidad, y nunca dejé de ser fiel a América y eso es algo que no
nos pueden quitar [...]. Como veteranos deportados sentimos que deberíamos haber estado
protegidos por el país por el que estábamos dispuestos a luchar y morir. [...] Me metí en
problemas en 2008, por mariguana, fui sentenciado a 37 meses en prisión federal [...] después
[...] mi caso fue señalado como asunto de migración [...]. Mis hijos me estaban esperando y
nunca volví a casa. [...] Me deportaron [...]. Creo que América es un país que dice una y otra
vez, es como si nuestro lema nacional fuera apoyar a las tropas, honrar a los veteranos y
honrar a los soldados. Así que si decimos tanto que hay que apoyar a las tropas, ¿por qué
deportamos a las tropas? ¿Por qué fui lo suficientemente bueno para luchar y morir por
Estados Unidos, pero no he sido suficientemente bueno como para vivir ahí? [...]. Pienso que
América ha sacado su uso de mí, he hecho mi tiempo en América, he hecho mi tiempo en el
sistema de educación pública, he hecho mi tiempo en las fuerzas armadas, he hecho mi
tiempo en el sistema de prisiones federales. América muy bien sacó su uso de mí, me utilizó
a fondo, yo estaba feliz de complacerlos, pero ahora quiero estar en casa, estoy cansado de
estar lejos de casa, estoy cansado de ser exiliado [...] (Murillo, 2017, narrativa digital).
Otro caso significativo es el de Martín, quien decidió participar con su nombre de pila para
proteger su identidad. Él cometió un crimen en Estados Unidos y fue sentenciado a más de 30 años
en prisión. Sin embargo, cuando se cumplieron 25 años, fue deportado a México. En el tiempo que
estuvo en prisión, estudió computación y recibió capacitación técnica en refrigeración y motores
de vehículos. Su narrativa tiene una duración de cuatro minutos y dice en uno de sus fragmentos
lo siguiente:
Cuando llega la deportación para mí, a la frontera de Tijuana y San Ysidro, es casi media
noche, ¿a dónde voy a ir?, no sé, no conozco a nadie, la ciudad en sí no la conozco... La
persona encargada de recibir a los recién deportados en ese tiempo era el padre Óscar, quien
era el director general del Desayunador del Padre Chava. Él me dio la oportunidad de vivir
en el albergue del Desayunador. Me integré al servicio, en ayudarles a atender a más de mil
personas que llegaban diariamente a recibir un desayuno decente en las mañanas, que era tal
vez su único alimento al día. [...] De recién que llegué, a los quince o veinte días apliqué para
un trabajo y me dijeron que no; fui a otro trabajo y me dijeron que no... ¿Por qué?, simple y
sencillamente porque no tenía estudios en México. Traía conocimiento de Estados Unidos,
pero básicamente no servía para nada. Decidido a cambiar esta situación, le pedí su apoyo al
padre Óscar para empezar a revalidar mis estudios. Él dejó la dirección del lugar, pero
después llegó el padre Jesús, el cual tuvo la amabilidad de llevarme al CECATI número 6,
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donde revalidé mis estudios de inglés y de mecánico. Y me llevó también al CECATI número
144, en el cual revalidé mis estudios de técnico en refrigeración y aire acondicionado, que es
donde yo tengo planeado hacer mi futuro. [...] Siempre voy a estar agradecido con este lugar
[...] y albergo la emoción y la idea de que la sociedad de Tijuana me acepte como un
ciudadano más de ellos [...]. (Martín, 2017, narrativa digital).
Como puede observarse en estos tres casos, las consecuencias humanas de la deportación no
pueden ser conocidas a través de las estadísticas, o un discurso hegemónico que demoniza a los
inmigrantes. Es solo a través de los métodos cualitativos y otras formas de aproximación a esta
población como puede comprenderse su experiencia, sus vivencias y las circunstancias que
enfrentan con la deportación. Debe destacarse también que este proyecto de narrativas digitales es
uno de los pocos que se ha acercado a esta población con la intención de generar un cambio en las
personas, a diferencia de otros productos mediáticos como los reportajes y las entrevistas.
El proyecto pretendía recuperar la voz de las personas afectadas y hacerla pública, pero desde
la autorepresentación, para evitar las interferencias que se dan desde otras aproximaciones
epistemológicas en las que los investigadores o los periodistas tienen el control del proceso al
determinar con preguntas y respuestas lo que las personas pueden decir. En cambio, cuando se les
ofrece una plataforma para expresarse sin directrices que los conduzcan a determinados discursos,
articulan con libertad sus sentimientos profundos y los acontecimientos que han afectado el curso
de su vida.
En algunos casos, los testimonios tienen forma de denuncia; en otros, son historias que hablan
del crecimiento, de la pérdida de identidad, de los choques culturales con su país de origen, de las
adversidades que enfrentan día a día, o los problemas que derivaron en su expulsión; otros, envían
mensajes a sus familias o a las autoridades mexicanas en busca de alguna intervención diplomática
que les permita regresar con los suyos.
Reflexiones finales
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Uno de los desafíos del proyecto fue que los participantes no tuvieran habilidades técnicas
para la elaboración de su narrativa, lo cual condujo a que los facilitadores se involucraran en la
construcción del producto desde su propia subjetividad. Así, la narrativa digital llegó a convertirse
en una co-creación que es importante reconocer como tal (Spurgeon, 2009). En este sentido, se
procuró ser autocríticos para minimizar nuestra intervención y maximizar el control de los
participantes sobre todos los detalles de la producción, mediante un diálogo permanente, a fin de
que el producto realmente los representara, como han sugerido Lizarazo, et al. (2017).
La ética en la implementación del método va más allá de conducir con respeto un taller u
obtener la autorización para la publicación de una narrativa, pues se trata de un proceso en el que
están involucradas personas (Gubrium, Hill y Flicker, 2014). La práctica ética, por tanto, se
fundamenta en un compromiso de atención, transparencia, empatía y cuidado de la persona o grupo
de participantes (Ibid., p. 1606).
En términos generales, puede considerarse que el proyecto se apegó a la esencia del modelo
ortodoxo, pero fue indispensable hacer ajustes de acuerdo a las condiciones de la comunidad. Desde
otro punto de vista, esta adaptación puede interpretarse como parte del compromiso con las
personas porque de otra manera no habrían podido expresar su historia sin la intervención de la
tecnología y de un facilitador que los apoyara durante el proceso.
Por esta razón consideramos que la comunicación y los medios digitales tienen un papel
protagónico en la humanización de estos procesos, porque logran vehicular las consecuencias
humanas de un fenómeno como el de las deportaciones masivas, a través de medios que empoderan
a los participantes y que pueden llegar a un público cautivo que eventualmente podrá abrir un
debate público al respecto, fundamentado en la voz de las propias personas que viven o han vivido
esta experiencia.
Referencias consultadas
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