Avant Propos
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Weber y Foucault
Desde el momento del nacimiento, los humanos vivimos en Sociedad, nos guste o
no, casi todo lo que hacemos en nuestra vida tiene lugar en la compañía de otros.
Pocas de nuestras actividades realizadas en completa soledad El estudio de cómo
somos capaces de actuar con otro, y de aquello que pasa cuando lo hacemos,
pudiera parecer una de las preocupaciones fundamentales del estudio de la
sociedad. Pero no fue sino hasta fechas recientes, alrededor del siglo XIX que los
especialistas comenzaron a interesarse en los aspectos de la existencia humana y
a formular teorías
De las teorías anteriormente dichas es que se ve que la sociedad se considera
como una estructura de reglas a seguir por todo Individuo al interior de estas,
imaginemos cuántas personas vivimos en una ciudad, a cuántas de ellas
conocemos bien. Ahora imaginemos cuantas de estas personas se encuentran
cada día y de cuantos individuos no sabemos nada, por ejemplo, cuantos
completos desconocidos viven y conviven diariamente en París, Nueva York o La
Ciudad de México. En sus calles, avenidas, tiendas o distintas localidades
públicas. En el devenir diario se ve cómo confluyen e interactúan distintas
personas que son totalmente desconocidas pero que no se agreden entre sí,
debido a que siguen una normativa socialmente establecida.
Una manera tradicional en la que los sociólogos explican el orden y la
predictibilidad de la vida social es al pensar en la conducta humana como una
conducta aprendida. Este enfoque se denomina consenso estructural. La clave en
este proceso se denomina socialización (Jones & Bradbury, 2018). Este término
se refiere a la manera en la que los individuos aprenden los modos de
comportamiento esperados en la sociedad en la que habitan (Jones & Bradbury,
2018) Desde este punto de vista las sociedades divergen las unas de las otras en
los modos de interactuar, mismos que van desde los saludos, pasando por
camaradería hasta llegar a los rituales de la muerte. Los individuos en distintas
sociedades actúan de manera distinta, y estos modos de actuar son distintos
debido a que han sido aprendidos no de manera única.
En este punto los sociólogos utilizan el término cultura para describir las reglas
que gobiernan tanto el pensamiento, como el comportamiento dentro de
determinada sociedad. La cultura existe antes que los individuos que la aprenden.
Desde el nacimiento los individuos se enfrentan a un mundo social preexistente en
donde distintos individuos tendrán un comportamiento similar, esto debido a lo que
se denomina estructuras sociales que no son visibles en un modo físico.
Ahora bien, poco ha sido investigado sobre los orígenes y la frecuencia del
comportamiento del homosexual masculino y su relevancia en el contexto en las
políticas sociales, públicas o de orden criminal, a través de la historia de la
sociedad y cultura mexicana. Las diversas posiciones que se han tomado en
investigaciones recientes están frecuentemente basadas suposiciones sobre
asuntos en los que hay evidencia a favor o en contra, en la medida en la que los
deseos homoeróticos son aceptados o rechazados, de manera aislada. Para los
sociólogos, tales afirmaciones pareciera que son irrelevantes, pero que no deben
ser ignoradas para tener el panorama de la historia y evolución de la
homosexualidad masculina y los diversos modos en que ha sido socialmente
concebida y saber explicar las razones del por qué aun en nuestros días puede
ser legal pero mortal.
El primer asunto que se debe tratar en esta investigación será clarificar el tema
que se pretende investigar, por tanto, las definiciones operativas son esenciales,
pues en la actualidad los actos de homosexualidad masculinos son fáciles de
identificar, pero aquello que significa homosexual, orientación homosexual o
identidad homosexual es menos certero (Diamant, 1995). Un simple recuento de la
frecuencia y tipos de actos y encuentros sexuales no serian suficientes para cubrir
todo el abanico de posibilidades, para la mayoría de las personas las
inclinaciones, deseos, fantasías y conductas sexuales son congruentes, pero no
siempre las practicas sexuales corresponden a los deseos del individuo.
Aunque por otra arte cabe señalar que según Kinsey (Kinsey, Pomeroy, & Martin,
1998) el primer académico en investigar este tópico se debe atender a 3
clasificaciones según la orientación sexual de los individuos: homosexual,
heterosexual y bisexual, según las bases de la dirección del deseo sexual, tal
clasificación puede ajustarse a la mayoría de las personas, al menos del país en el
que aquellos que han alcanzado la adultez, generalmente no cambian de
orientación.
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En este caso señalamos a la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012 realizada por la Universidad
Nacional Autónoma de México, a Segunda Encuesta Nacional sobre Discriminación, realizada en 2010 por el
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación,
nivel nacional, sin embargo se señala la importancia del estudio, pues el propio
Instituto Nacional de Estadística y Geografía informó en el censo poblacional
2010, que en el país hay alrededor de 229 mil hogares compuestos por parejas del
mismo sexo, careciendo el mismo estudio de más información, población no
menor, cuantiosamente hablando.
Ha de hacerse énfasis y enfocarse en los varios años que se ejerció control social,
específicamente en los prejuicios y privilegios heterosexuales en la política de
bienestar social, identificando su impacto de tres maneras: a través de políticas
que históricamente apuntaban explícitamente a varones homosexuales como
anormales o desviados, a través de definiciones federales , por todos los medios,
que suponían que todos los varones mexicanos eran heterosexuales y mediante
políticas que pasaban por alto e invisibilizaban la pobreza y la asolación de
varones homosexuales y necesidades debido a los estereotipos sobre la afluencia
entre las familias mexicanas.
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Al respecto señalamos lo dicho por Vidal en su obra Arnaggedon?” 1989 “Para que una clase gobernante
pueda gobernar, debe haber prohibiciones arbitrarias. De todas las prohibiciones, el tabú sexual es el más
útil porque el sexo involucra a todos ... hemos permitido a nuestros gobernadores dividir a la población en
dos equipos. Un equipo es bueno, piadoso, heterosexual; el otro es malo, enfermo y vicioso.” (
De la primera vía hay ejemplos, como el caso de ataques a la moral en el código
penal mexicano de 1871, el famoso escándalo del baile de los 41, de la segunda
vía lo son los modelos educativos que antaño enseñaban la sexualidad solo desde
el punto de vista biologicista reproductivo y que impedía los modelos no
heterosexuales. Y del tercer tipo se conjuga en el caso de los crímenes de odio
por razón de homofobia que han llegado a cobrar varias víctimas a lo largo de los
últimos años.
En la sociedad mexicana, ningún varón tiene que "salir del closet" por ser
heterosexual. Hay poca controversia en identificar a alguien como heterosexual.
De allí que se diga que el control social expuesto por Weber entra en función.
Social, cultural y legalmente, el estilo de vida heterosexual es promovido y
elogiado. Aunque el homoerotismo ha existido en la mayoría de las sociedades,
por lo general a partir de la creación del cristianismo, se ha apegado a una
etiqueta negativa: anormal, pecaminosa o inapropiada. Un prejuicio socialmente
determinado, la homofobia, es un miedo irracional o la intolerancia de los
homosexuales (Tin, 2012). La homofobia está especialmente dirigida a los
hombres homosexuales, e incluso en nombre del bien social, se llegan a cometer
crímenes atroces.
Por lo tanto, Durkheim cree constatar que "cuanto más cercano es nuestro tipo
social a uno, más se vuelve predominante el derecho cooperativo; por el contrario,
el derecho penal ocupa tanto más espacio cuanto más se aleja de nuestra
organización actual” (Durkheim, 1967, pág. 120). En otras palabras, mientras que
en las sociedades "primitivas y tradicionales" predomina el derecho represivo, las
individualidades se reúnen por una conciencia común fuerte y homogénea
(solidaridad mecánica), en las sociedades industriales, es el derecho restitutivo 3 el
que se impone, las diferentes conciencias individuales sobrepasan en intensidad
la conciencia común (solidaridad orgánica). Es por eso que hoy, de acuerdo con
Durkheim, estamos siendo testigos de la reducción del derecho penal, el
ablandamiento de las sentencias represivas y la preeminencia del derecho
restitutivo, sobre todo en la materia de la homosexualidad masculina. En este
3
Recordemos en este punto que el derecho restitutivo es de cierta manera el derecho que se opone al
derecho represivo, y que toma la forma con la diferenciación de los individuos basado en la división social
del trabajo. (Durkheim, 1967, pág. 71)
sentido, el estudio de la represión de la conducta homoerótica es muy interesante
porque ya sabemos que, a partir de una severa represión penal, en la actual
sociedad mexicana se han aprobado una serie de regulaciones, en su mayoría
restitutivas en lo que se refiere a la gestión de la "cuestión homosexual "
En este sentido, Durkheim dibuja dos leyes fundamentales para la evolución del
derecho penal: una de naturaleza cuantitativa, la otra de naturaleza cualitativa. La
primera estipula que, en donde predomina el derecho represivo, las sociedades
tienden a estar sujetas a un fuerte poder central que domina el conjunto de
conciencias individuales. La segunda postula que la naturaleza de las sanciones
penales cambia cuando pasamos de una solidaridad mecánica a una solidaridad
orgánica, es decir que las penas privativas de la libertad tienden a convertirse en
la forma normal de represión (Durkheim, Deux Lois de l´Évolution Pénale, 1900).
Para validar estas dos leyes de evolución del derecho penal, Durkheim estudia
cambios en la naturaleza misma del crimen. Dado que los crímenes son siempre
actos que ofenden "los estados fuertes y definidos de la conciencia colectiva”
(Durkheim, De la Division du Travail Social, 1967, pág. 44), el trabajo del sociólogo
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Al menos en la legislación
consiste en analizar cuáles son estos estados fuertes que trascienden la
conciencia colectiva en las sociedades determinadas y asociarlos con a la
solidaridad social que les corresponde. Para Durkheim, por lo tanto, es la
naturaleza de los sentimientos colectivos y los discursos que trascienden la
conciencia común los que están evolucionando.
Con esta modificación de la culpa social, es decir de aquello que ataca los
sentimientos colectivos de la sociedad, Durkheim señala que los modos de
coacción evolucionan para que las penas estén de acuerdo con las nuevas
mentalidades y los discursos dominantes (Durkheim, Deux Lois de l´Évolution
Pénale, 1900, pág. 94). Según él, con la idea de igualdad y la de libertad, como
producto de la razón moderna, los hombres, reconociéndose a sí mismos como
iguales entre sí, ya no podrían castigar severamente a sus semejantes porque
"cada uno de nosotros es un elemento del conjunto, lo que concierne al hombre
nos concierne a todos; porque todos somos humanos” (Durkheim, Deux Lois de l
´Évolution Pénale, 1900, pág. 88). Esta es la razón por la cual el sistema de
justicia ahora se basa en la privación de libertad, cuyo objetivo final es la
reinserción, y no se basa en oraciones o penitencias ejemplares como en el
pasado. Es a este respecto que se considera que el modelo de Durkheim muestra
sus límites. Como propone Michel Foucault, se cree que el principio de
ablandamiento punitivo al que se refiere Durkheim debe interpretarse más como
uno de los efectos de las nuevas tácticas de poder, y entre ellos los nuevos
mecanismos penales, que como procesos de individualización de la penalización
(Foucault, 2003, págs. 31-33). De manera indicativa, veamos brevemente la
evolución del discurso médico en la parte posterior del sistema judicial para
mostrar su influencia sobre la modificación de los modos de punición del desviado.
Entonces podemos establecer un paralelo con nuestro estudio sobre la represión
de los "varones homosexuales".
Los anteriores son entonces los nuevos discursos dominantes que definen al
desviado y al tratamiento que ha de recibir. Por lo anterior, resulta esencial
analizar la revolución de la racionalidad del derecho penal y su modo de
aplicación, no sólo como indicador de las estructuras sociales, sino, sobre todo,
como una cuestión de poder, en donde los castigos deben interpretarse de
acuerdo con la "perspectiva de las tácticas políticas". En otras palabras, debemos
tratar de entender los mecanismos de poder y el discurso que legitiman, para
descubrir "cómo el hombre, el alma, el individuo normal y anormal han llegado a
duplicar el crimen como objetos de intervención criminal; y cómo un modo
específico de sujeción puede haber dado lugar al hombre como objeto de
conocimiento para un discurso con estatus “científico”'. Presentar y captar la
evolución de estos discursos trascendentales, que definen, modelan, castigan y
apoyan al "homosexual" (modo de coacción) como un desviado, representan el
punto central de la presente tesis.
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Toda ves que ambos países tienen una raíz cultural común.
se deriva será objeto de críticas. Se tratará de enriquecer la teoría del modelo de
Durkheim que cambia la solidaridad de la homogeneidad hacia aquella de la
complementariedad de los individuos con la división social del trabajo, mediante la
adición de dos tipos intermedios; solidaridad estatutaria y solidaridad quiral.
Aprovecharemos esta oportunidad para aclarar nuestra concepción del vínculo
social que se deriva del enfoque psicoanalítico, basado en el reconocimiento y en
la identificación con otro en el exterior.
debe castigar fuerte y claro cualquier conducta que se aleje demasiado del
"estándar común". Esto muy probablemente sea producto de un discurso religioso.
Las actitudes homoeróticos son castigados por una interpretación divina de la
sexualidad asociada con la imagen de sodomita, un pecador ante Dios y agresor
del orden divino. En estas sociedades todavía bastante homogéneas y
tradicionales, es la trascendencia religiosa la que predomina y sirve como un
discurso unificador de la comunidad.
El segundo período histórico se extiende desde 1810 a fines del siglo XIX.
Mediante análisis sucinto del fenómeno, es posible aprehender ciertos elementos
distintivos en el campo de la legitimación del derecho penal entre España, un país
en pleno estancamiento económico, debido a una invasión francesa y un atasco
económico agrario, y el México independiente, que estará fuertemente
influenciado por el caudillismo y la heterogeneidad de su población. Mientras que
en el mundo permea una idea ilustradora y el desarrollo de la burguesía, el
comienzo de una fuerte industrialización y la modernización de la sociedad. Por
otro lado, en nombre de la libertad y la razón universal el derecho se laiciza, la
trascendencia religiosa se descuida en cuanto a lo tocante en la justificación de la
represión de los delitos. La sentencia se basa ahora en principios equitativos y
racionales y ya no en ofensas contra Dios. en este periodo no solo se busca solo
al delincuente, sino que además se intenta prevenir el crimen y rehabilitar al
desviado. El sistema de justicia español del siglo XIX se refiere cada vez más al
discurso científico y a la medicina en su manejo de la desviación y el desviado
social, en donde el comportamiento homoerótico no escapa de tal suerte.
En cuanto a México se refiere la historia no es tan diferente, pues las mismas
ideas de secularización y laicización permean en las mentes de los gobernantes
mexicanos, y aunque la sociedad es heterogénea, esta sigue siendo en su
mayoría rural donde la familia tradicional tiene un lugar de en el que sus
decisiones se basan en principios católicos, la gran mayoría de los individuos se
adhieren al discurso eclesiástico dominante. Además, la industrialización de la
sociedad, así como la legitimidad del Estado en cuanto a la conducta moral de los
habitantes, siempre son condenados por la Iglesia, al menos la gran mayoría de la
sociedad mexicana actual
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