Avant Propos

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El acercamiento a la homosexualidad vista desde al derecho, entre Durkheim,

Weber y Foucault

Desde el momento del nacimiento, los humanos vivimos en Sociedad, nos guste o
no, casi todo lo que hacemos en nuestra vida tiene lugar en la compañía de otros.
Pocas de nuestras actividades realizadas en completa soledad El estudio de cómo
somos capaces de actuar con otro, y de aquello que pasa cuando lo hacemos,
pudiera parecer una de las preocupaciones fundamentales del estudio de la
sociedad. Pero no fue sino hasta fechas recientes, alrededor del siglo XIX que los
especialistas comenzaron a interesarse en los aspectos de la existencia humana y
a formular teorías
De las teorías anteriormente dichas es que se ve que la sociedad se considera
como una estructura de reglas a seguir por todo Individuo al interior de estas,
imaginemos cuántas personas vivimos en una ciudad, a cuántas de ellas
conocemos bien. Ahora imaginemos cuantas de estas personas se encuentran
cada día y de cuantos individuos no sabemos nada, por ejemplo, cuantos
completos desconocidos viven y conviven diariamente en París, Nueva York o La
Ciudad de México. En sus calles, avenidas, tiendas o distintas localidades
públicas. En el devenir diario se ve cómo confluyen e interactúan distintas
personas que son totalmente desconocidas pero que no se agreden entre sí,
debido a que siguen una normativa socialmente establecida.
Una manera tradicional en la que los sociólogos explican el orden y la
predictibilidad de la vida social es al pensar en la conducta humana como una
conducta aprendida. Este enfoque se denomina consenso estructural. La clave en
este proceso se denomina socialización (Jones & Bradbury, 2018). Este término
se refiere a la manera en la que los individuos aprenden los modos de
comportamiento esperados en la sociedad en la que habitan (Jones & Bradbury,
2018) Desde este punto de vista las sociedades divergen las unas de las otras en
los modos de interactuar, mismos que van desde los saludos, pasando por
camaradería hasta llegar a los rituales de la muerte. Los individuos en distintas
sociedades actúan de manera distinta, y estos modos de actuar son distintos
debido a que han sido aprendidos no de manera única.
En este punto los sociólogos utilizan el término cultura para describir las reglas
que gobiernan tanto el pensamiento, como el comportamiento dentro de
determinada sociedad. La cultura existe antes que los individuos que la aprenden.
Desde el nacimiento los individuos se enfrentan a un mundo social preexistente en
donde distintos individuos tendrán un comportamiento similar, esto debido a lo que
se denomina estructuras sociales que no son visibles en un modo físico.
Ahora bien, poco ha sido investigado sobre los orígenes y la frecuencia del
comportamiento del homosexual masculino y su relevancia en el contexto en las
políticas sociales, públicas o de orden criminal, a través de la historia de la
sociedad y cultura mexicana. Las diversas posiciones que se han tomado en
investigaciones recientes están frecuentemente basadas suposiciones sobre
asuntos en los que hay evidencia a favor o en contra, en la medida en la que los
deseos homoeróticos son aceptados o rechazados, de manera aislada. Para los
sociólogos, tales afirmaciones pareciera que son irrelevantes, pero que no deben
ser ignoradas para tener el panorama de la historia y evolución de la
homosexualidad masculina y los diversos modos en que ha sido socialmente
concebida y saber explicar las razones del por qué aun en nuestros días puede
ser legal pero mortal.

El primer asunto que se debe tratar en esta investigación será clarificar el tema
que se pretende investigar, por tanto, las definiciones operativas son esenciales,
pues en la actualidad los actos de homosexualidad masculinos son fáciles de
identificar, pero aquello que significa homosexual, orientación homosexual o
identidad homosexual es menos certero (Diamant, 1995). Un simple recuento de la
frecuencia y tipos de actos y encuentros sexuales no serian suficientes para cubrir
todo el abanico de posibilidades, para la mayoría de las personas las
inclinaciones, deseos, fantasías y conductas sexuales son congruentes, pero no
siempre las practicas sexuales corresponden a los deseos del individuo.

En la sociedad mexicana, el matrimonio puede ser celebrado por razones de


usanza o de estatus, por otra parte, en ciertos lugares, especialmente en prisiones
y otras instituciones cerradas, los individuos pueden ser persuadidos,
chantajeados u obligados a tomar parte en actos sexuales en contra de su
inclinación ordinaria. En este punto cabe aclarar que la orientación sexual no es
permanente (Galindo, 2009) y algunos individuos, especialmente los bisexuales,
pueden identificarse como heterosexuales u homosexuales, dependiendo de las
situaciones y de las consecuencias sociales que esto traiga (Fox, 1995).

Aunque por otra arte cabe señalar que según Kinsey (Kinsey, Pomeroy, & Martin,
1998) el primer académico en investigar este tópico se debe atender a 3
clasificaciones según la orientación sexual de los individuos: homosexual,
heterosexual y bisexual, según las bases de la dirección del deseo sexual, tal
clasificación puede ajustarse a la mayoría de las personas, al menos del país en el
que aquellos que han alcanzado la adultez, generalmente no cambian de
orientación.

Los manerismos, travestismos o actitudes discordantes de género no son


relevantes para la clasificación anterior, tales características ocurren en una
minoría homosexual, pero también ocurren en la minoría heterosexual. La
homosexualidad masculina en el país, esta aún etiquetada con la afeminación o el
travestismo, pero es de resaltar que algunos hombres transexuales, quienes se
piensan a si mismos como “atrapados en un cuerpo equivocado”, no son
primariamente homosexuales, pues se preocupan más por realizar actos y roles
de mujer que por tener relaciones sexuales con otros hombres, pues en este caso
cabe diferenciar la identidad de género de la orientación sexual. En loas casos
menos frecuentes de intersexualidad psicológica, etiquetar a una persona como
homosexual se torna una cuestión académica cuando el sexo biológico es
ambiguo.

Aunado a lo dicho anteriormente, las encuestas mexicanas recientes 1 dan guía de


que la población adulta con una orientación sexual no heterosexual definida son
menores a las tasas planteadas por Kinsey (Kinsey, Pomeroy, & Martin, 1998)
pues en su conjunto el total de la población no heterosexual no rebasa el 5% a

1
En este caso señalamos a la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012 realizada por la Universidad
Nacional Autónoma de México, a Segunda Encuesta Nacional sobre Discriminación, realizada en 2010 por el
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación,
nivel nacional, sin embargo se señala la importancia del estudio, pues el propio
Instituto Nacional de Estadística y Geografía informó en el censo poblacional
2010, que en el país hay alrededor de 229 mil hogares compuestos por parejas del
mismo sexo, careciendo el mismo estudio de más información, población no
menor, cuantiosamente hablando.

Los derechos de los varones homosexuales han progresado tanto en México y en


el mundo. La homosexualidad era explícitamente considerada como una
enfermedad mental por la Asociación Psiquiátrica Americana hasta 1989. La
Organización Mundial de la Salud eliminó una clasificación similar de su
Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados
en 1992. Para el año de 1996, Sudáfrica se convirtió en el primer país en
establecer un prohibir la discriminación basada en la orientación sexual. En 2006,
la Ciudad de México fue la primera entidad mexicana en reconocer las uniones
civiles entre parejas del mismo sexo; y para el 2009 fue también la primera entidad
en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y aunque las encuestas
nacionales indican un mayor apoyo de los varones homosexuales, como grupo
aún no son inmunes a la experiencia de los problemas sociales, pues se vienen
arrastrando cuando menos tres siglos de discriminación y exclusión social, con
base en su orientación sexual, los varones homosexuales continúan
experimentando prejuicios y discriminación con respecto a la protección igualitaria
bajo el derecho familiar y la igualdad de oportunidades en el lugar de trabajo, y en
el peor de los casos son víctimas de delitos tan crueles como la tortura o el
asesinato.

Haciendo un análisis sociológico sobre esta perspectiva se examina cómo la


sociedad mantiene nuestro orden social y se deja notar que Émile Durkheim
argumentaba que nuestro orden social dependía de cuán bien la sociedad podía
controlar el comportamiento individual. Nuestro comportamiento humano más
básico, nuestra sexualidad, está controlado por las normas y valores de la
sociedad (Buisson-Fenet, 2004). Los sociólogos funcionalistas identifican cómo la
sociedad actual occidental defiende la heterosexualidad y la unión marital entre un
hombre y una mujer como un comportamiento normativo ideal. Esto también se
conoce como heterosexualidad institucionalizada 2, el conjunto de ideas,
instituciones y relaciones que definen a la familia heterosexual como la norma
social (Lind, 2004).

Los sociólogos plantean el control social es la base del heterosexismo y asumen


que la heterosexualidad es la norma, el fomento de la segmentación en favor de
los heterosexuales y en contra de los homosexuales. A efecto podemos mencionar
que el privilegio heterosexual se define como el conjunto de privilegios o ventajas
que se otorgan a algunas personas debido a su heterosexualidad (Feigenbaum,
2009). Por ejemplo, las parejas heterosexuales (casadas o en concubinato)
reciben más beneficios gubernamentales y sociales, que van, desde el derecho a
cobrar una pensión por viudez, acceso a beneficios de salud basados en el
empleo y la capacidad de tomar decisiones médicas en nombre de un compañero,
cosa que no ocurre en la totalidad de situaciones en varones homosexuales,
incluso la figura legal del matrimonio heterosexual es accesible vía código civil en
las 32 entidades federativas, pero el matrimonio homosexual solo se puede llevar
a cabo en esta vía en 12 entidades y en el resto se ha de tramitar vía amparo.

Ha de hacerse énfasis y enfocarse en los varios años que se ejerció control social,
específicamente en los prejuicios y privilegios heterosexuales en la política de
bienestar social, identificando su impacto de tres maneras: a través de políticas
que históricamente apuntaban explícitamente a varones homosexuales como
anormales o desviados, a través de definiciones federales , por todos los medios,
que suponían que todos los varones mexicanos eran heterosexuales y mediante
políticas que pasaban por alto e invisibilizaban la pobreza y la asolación de
varones homosexuales y necesidades debido a los estereotipos sobre la afluencia
entre las familias mexicanas.

2
Al respecto señalamos lo dicho por Vidal en su obra Arnaggedon?” 1989 “Para que una clase gobernante
pueda gobernar, debe haber prohibiciones arbitrarias. De todas las prohibiciones, el tabú sexual es el más
útil porque el sexo involucra a todos ... hemos permitido a nuestros gobernadores dividir a la población en
dos equipos. Un equipo es bueno, piadoso, heterosexual; el otro es malo, enfermo y vicioso.” (
De la primera vía hay ejemplos, como el caso de ataques a la moral en el código
penal mexicano de 1871, el famoso escándalo del baile de los 41, de la segunda
vía lo son los modelos educativos que antaño enseñaban la sexualidad solo desde
el punto de vista biologicista reproductivo y que impedía los modelos no
heterosexuales. Y del tercer tipo se conjuga en el caso de los crímenes de odio
por razón de homofobia que han llegado a cobrar varias víctimas a lo largo de los
últimos años.

En la sociedad mexicana, ningún varón tiene que "salir del closet" por ser
heterosexual. Hay poca controversia en identificar a alguien como heterosexual.
De allí que se diga que el control social expuesto por Weber entra en función.
Social, cultural y legalmente, el estilo de vida heterosexual es promovido y
elogiado. Aunque el homoerotismo ha existido en la mayoría de las sociedades,
por lo general a partir de la creación del cristianismo, se ha apegado a una
etiqueta negativa: anormal, pecaminosa o inapropiada. Un prejuicio socialmente
determinado, la homofobia, es un miedo irracional o la intolerancia de los
homosexuales (Tin, 2012). La homofobia está especialmente dirigida a los
hombres homosexuales, e incluso en nombre del bien social, se llegan a cometer
crímenes atroces.

Por otra parte, socialmente se tiende a pensar que la heterosexualidad es


inmutable y universal; sin embargo, Jonathan Katz, en relación a la teoría de
Weber explica cómo el término es una invención social que "designa una palabra y
concepto, una norma y un rol, una identidad individual y grupal, un
comportamiento y un sentimiento, y una peculiar institución político-sexual
particular de fines del siglo XIX y XX " (Katz, 2014). Aunque los actos hetero
eróticos (al igual que los homo eróticos) han existido desde que hombre apareció
en la tierra, la heterosexualidad no existía antes de que fuera nombrada a
principios del siglo XIX, "la titulación y la visión de la heterosexualidad
desempeñaron un papel importante en la consolidación de la construcción de la
existencia social heterosexual" (Katz, 2014, pág. 145).
De lo anterior es que podemos ver que, aunque el privilegio heterosexual es una
manera de control social, también lo es el combate y la destrucción de aquello que
no es heterosexual, hasta este punto es mencionable que la homosexualidad
masculina ha sido tratada históricamente desde la visión del derecho penal, con
modos de coerción brutales, que han cambiado a lo largo de la historia. Presentar
y captar esta evolución de las leyes en el manejo de las costumbres homoeróticas
es el objetivo central de nuestra tesis. Es el enfoque durkheimiano de la ley el que
se ha elegido punto de partida para nuestra reflexión sociológica, que descubrirá
la explicación de las razones del porqué la vituperación a los varones no
heterosexuales.

Aunque Durkheim no tenía la intención de desarrollar una verdadera sociología de


la ley o sobre el derecho penal, se considera, sin embargo, que el estudio de las
normas jurídicas ha de resultar más relevante para la comprensión de la
solidaridad social, las disposiciones normativas que constituyen los hechos redes
sociales observables por excelencia, el símbolo visible de la solidaridad social
(Durkheim, 1967). Esta forma de concebir la ley como viniendo de la "solidaridad"
descansa en una concepción "positiva": la ley no dice conflicto. el defecto, la
contradicción dentro del grupo, pero por el contrario presenta solidaridad contra el
crimen, el conflicto, etc.

Asumiendo que el derecho se basa en la solidaridad social y busca mantenerla,


Durkheim se enfoca en clasificar las diversas formas de normas legales para
asociarlas con los tipos de solidaridad social que les corresponden. Para lograr
esto, él elabora una tipología del derecho, comparando las sanciones que se
adjuntan a las reglas legales (Durkheim, 1967, pág. 33). Considera que el derecho
es siempre una norma de conducta cuya transgresión se sanciona, y que las
penas aplicadas en caso de estas sanciones se modifican según el papel
correctivo que han de desempeñar en la sociedad, según la importancia que
ocupan en la conciencia común y en el mantenimiento de la cohesión social. Por lo
tanto, es la forma institucional de la pena, la que es modificada históricamente, en
su forma, mas no su función. El papel del castigo es siempre el mismo: preservar
a la comunidad a través de una conciencia común compartida (Durkheim, 1967,
pág. 76).

Durkheim, dentro de su obra distingue dos amplias categorías de reglas jurídicas


según si tienen sanciones de corte represivo, es decir, el derecho punitivo
(derecho penal), o solo sanciones restitutivas: derecho civil, derecho mercantil,
derecho procesal, derecho administrativo y derecho constitucional,
"independientemente de las reglas penales que se le puedan atribuir” (Durkheim,
1967, pág. 33). Las sanciones represivas están enlazadas con las normas morales
y los sentimientos de conciencia colectiva, estas normas son el resultado del
crimen, de la ruptura del pacto social, su función es reprimir, castigar e incluso
infligir sufrimiento al agente perturbador que ha alterado el equilibrio de la
solidaridad social, atacando los sentimientos de la conciencia común. Las
sanciones restitutivas, por su parte, tienen el objetivo principal de restablecer las
relaciones sociales que han sido problemáticas dentro de la comunidad. Su
función consiste en mantener un cierto equilibrio entre las diferentes entidades del
grupo

Por lo tanto, Durkheim cree constatar que "cuanto más cercano es nuestro tipo
social a uno, más se vuelve predominante el derecho cooperativo; por el contrario,
el derecho penal ocupa tanto más espacio cuanto más se aleja de nuestra
organización actual” (Durkheim, 1967, pág. 120). En otras palabras, mientras que
en las sociedades "primitivas y tradicionales" predomina el derecho represivo, las
individualidades se reúnen por una conciencia común fuerte y homogénea
(solidaridad mecánica), en las sociedades industriales, es el derecho restitutivo 3 el
que se impone, las diferentes conciencias individuales sobrepasan en intensidad
la conciencia común (solidaridad orgánica). Es por eso que hoy, de acuerdo con
Durkheim, estamos siendo testigos de la reducción del derecho penal, el
ablandamiento de las sentencias represivas y la preeminencia del derecho
restitutivo, sobre todo en la materia de la homosexualidad masculina. En este

3
Recordemos en este punto que el derecho restitutivo es de cierta manera el derecho que se opone al
derecho represivo, y que toma la forma con la diferenciación de los individuos basado en la división social
del trabajo. (Durkheim, 1967, pág. 71)
sentido, el estudio de la represión de la conducta homoerótica es muy interesante
porque ya sabemos que, a partir de una severa represión penal, en la actual
sociedad mexicana se han aprobado una serie de regulaciones, en su mayoría
restitutivas en lo que se refiere a la gestión de la "cuestión homosexual "

Mientras que toda clase de comportamiento homoerótico fue severamente


reprimido por el derecho durante casi 1500 años, estos mismos comportamientos
se despenalizan y se aceptan,4 sobre todo por parte del derecho restitutivo, que
protege a los varones homosexuales de muchas maneras.

Además, en México, la represión criminal de la homosexualidad en general ya no


existe en sí misma, por el contrario, la discriminación contra los comportamientos
homosexuales si son objeto de represión legal. Estamos frente a una reversión
completa de la lógica legal: del derecho represivo, habríamos pasado al derecho
restitutivo. Retomando teoría durkheimiana de la evolución del derecho penal y el
proceso de criminalización, se intenta entender la evolución de sentimientos
colectivos y de aquellos discursos que trascienden la conciencia común y que
influencian en la redacción de normas penales y modifican los métodos
coercitivos.

En este sentido, Durkheim dibuja dos leyes fundamentales para la evolución del
derecho penal: una de naturaleza cuantitativa, la otra de naturaleza cualitativa. La
primera estipula que, en donde predomina el derecho represivo, las sociedades
tienden a estar sujetas a un fuerte poder central que domina el conjunto de
conciencias individuales. La segunda postula que la naturaleza de las sanciones
penales cambia cuando pasamos de una solidaridad mecánica a una solidaridad
orgánica, es decir que las penas privativas de la libertad tienden a convertirse en
la forma normal de represión (Durkheim, Deux Lois de l´Évolution Pénale, 1900).

Para validar estas dos leyes de evolución del derecho penal, Durkheim estudia
cambios en la naturaleza misma del crimen. Dado que los crímenes son siempre
actos que ofenden "los estados fuertes y definidos de la conciencia colectiva”
(Durkheim, De la Division du Travail Social, 1967, pág. 44), el trabajo del sociólogo
4
Al menos en la legislación
consiste en analizar cuáles son estos estados fuertes que trascienden la
conciencia colectiva en las sociedades determinadas y asociarlos con a la
solidaridad social que les corresponde. Para Durkheim, por lo tanto, es la
naturaleza de los sentimientos colectivos y los discursos que trascienden la
conciencia común los que están evolucionando.

Aunado a lo anterior vemos que el sociólogo en cuestión distingue dos formas


principales de crimen: aquellas dirigidas contra cosas colectivas y aquellas que
solo ofenden a individuos en la comunidad. Por lo tanto, el castigo de los delitos
contra la comunidad (crimen contra la religión, contra el Estado) dentro de las
sociedades tanto "primitiva, como tradicional" se está moviendo hacia los delitos
contra las personas en las sociedades modernas. De los crímenes de "lesa-
divinidad", se pasa a los de "lesa humanidad". Antiguamente, el escándalo moral,
se concebía como el crimen contra la autoridad divina, lo que ofendía a una
conciencia común fuerte y homogénea. Era crimen, porque atacaba a una figura
de trascendencia, naturalmente sobrehumana para el hombre, a una personalidad
colectiva, tal acto debía ser fuertemente reprimido en el nombre de todos.

Con la modernidad, los sentimientos colectivos ahora tienen por objeto al


individuo. Como los hombres son iguales, son los crímenes contra el individuo los
que perturban la conciencia común. En este caso, la teoría de Durkheim se aplica
bastante bien a la historia de la represión de costumbres homoeróticas: el pecador
o el sodomita de la Edad Media es castigado por su ofensa a Dios, y el enfermo, o
loco homosexual del siglo XIX, es separado del resto la sociedad debido a los
riesgos que presenta en cuanto otros hombres, especialmente aquellos de menor
edad.

Con esta modificación de la culpa social, es decir de aquello que ataca los
sentimientos colectivos de la sociedad, Durkheim señala que los modos de
coacción evolucionan para que las penas estén de acuerdo con las nuevas
mentalidades y los discursos dominantes (Durkheim, Deux Lois de l´Évolution
Pénale, 1900, pág. 94). Según él, con la idea de igualdad y la de libertad, como
producto de la razón moderna, los hombres, reconociéndose a sí mismos como
iguales entre sí, ya no podrían castigar severamente a sus semejantes porque
"cada uno de nosotros es un elemento del conjunto, lo que concierne al hombre
nos concierne a todos; porque todos somos humanos” (Durkheim, Deux Lois de l
´Évolution Pénale, 1900, pág. 88). Esta es la razón por la cual el sistema de
justicia ahora se basa en la privación de libertad, cuyo objetivo final es la
reinserción, y no se basa en oraciones o penitencias ejemplares como en el
pasado. Es a este respecto que se considera que el modelo de Durkheim muestra
sus límites. Como propone Michel Foucault, se cree que el principio de
ablandamiento punitivo al que se refiere Durkheim debe interpretarse más como
uno de los efectos de las nuevas tácticas de poder, y entre ellos los nuevos
mecanismos penales, que como procesos de individualización de la penalización
(Foucault, 2003, págs. 31-33). De manera indicativa, veamos brevemente la
evolución del discurso médico en la parte posterior del sistema judicial para
mostrar su influencia sobre la modificación de los modos de punición del desviado.
Entonces podemos establecer un paralelo con nuestro estudio sobre la represión
de los "varones homosexuales".

Antes del siglo XVIII, el tratamiento diferenciado entre el loco, el criminal y el


enfermo aun no existía, (habiendo considerado a estos 3 dentro de la figura del
pecador) el propósito de la represión de este individuo ofensor de Dios es
restaurar el desorden cosmológico ocasionado por el acto criminal. Lo anterior
cambió con el pensamiento de la Ilustración, en donde el sistema de justicia
procede a la separación, tanto en el confinamiento como en el trato, del loco y el
criminal. La sociedad aísla al primero en nombre de la violación del contrato social
y castiga al segundo para que pague por su culpa (Álvarez & De la Peña Esbrí,
2007). Desde mediados del siglo XIX, la psiquiatría establece su know-how en
patología al legitimar su experiencia a través del discurso científico. Por su
institucionalización como ciencia, la psiquiatría busca hacerse cargo de todas las
formas de desviación social. Así que, en el siglo XIX, la distinción entre lo loco y lo
criminal tiene lugar a través del derecho y la psiquiatría, en lo sucesivo la
medicalización de la condena en el manejo de las patologías tiende a
generalizarse, cambiando así la prisión por el manicomio. En la situación
contemporánea, el nuevo conocimiento médico, legitimado por su naturaleza
científica, tiende tanto a definir teóricamente, así como a ofrecer un tratamiento
adecuado a la patología del desviado social afectado con un mal mental. De aquí
en adelante es la ciencia la que define, trata y castiga a la vez al trasgresor de la
norma.

Con el final de la modernidad o dentro de la modernidad tardía -aún no se sabe


con exactitud-, las gestiones normativas del criminal y aquellas concernientes del
loco comienzan a funcionar de acuerdo con dos lógicas distintas pero
interconectadas. Mientras que el criminal causa miedo, odio y exclusión social, el
loco (el desviado) exige compasión y apoyo de la sociedad (Foucault, El
Nacimiento de la Clínica, 1991, págs. 26-27). Este último es definido, evaluado y
medido en términos tanto normales como patológicos. Por ese simple hecho, se
sanciona al inadaptado de acuerdo con su desviación a un estándar virtual, pero
"objetivo" de la ciencia es curar la enfermedad, pero alejar al loco de la sociedad
para evitar más ataques. Partiendo de este punto, sostiene Foucault, que las
cuestiones de lo ilegal y Io anormal, de lo penal y lo patológico interactúan entre sí
utilizando una nueva técnica de economía de retribución (Foucault, Los
Anormales, Una genealogía de lo Mounstroso, 2000, pág. 85), donde especialistas
y expertos de toda índole dictan las normas y modelos a seguir (Foucault, Vigilar y
Castigar, 2003, pág. 75). En este mismo sentido el sociólogo Schettino señala que
las ciencias sociales sirven entonces como un modelo para una gestión directa y
productiva de la realidad social, el sistema está cada vez más orientado hacia el
rendimiento y la eficiencia (Schettino, 2006, pág. 73).

Es cierto que se trata menos de castigar que de reformar y restablecer el


equilibrio. Sin embargo, la nueva racionalidad criminal -particularmente con
respecto a la gestión de las costumbres homoeróticas- sugiere el retorno de
ciertas prácticas típicas de la ley represiva. Por lo tanto, asumimos que, con el
desarrollo de un nuevo conjunto de poderes y saberes científicos, estamos siendo
testigos de un cambio radical en el significado de la pena que sugiere un nuevo
tipo de derecho. Este sería el resultado de una hibridación de derecho penal y
derecho restitutivo. Es cierto que el desviado es penalizado por su
comportamiento desviado. Por otro lado, la pena que se le impone tiene como
objetivo rehabilitarlo a toda costa, devolviéndolo a la llamada vida social normal
gracias a una intervención tecnocientífica legitimada por los nuevos discursos
dominantes de la medicina, la psiquiatría, entre otros. Este nuevo derecho se
designa, a falta de una mejor clasificación, como un derecho preventivo.

Este nuevo sistema de gestión de la desviación en el mundo contemporáneo


puede, según nuestra opinión, caracterizarse por lo que Denis Duclos define por la
empresa tecnocientífica. Para él, existe previamente un discurso institucional –
jurídico y administrador- que define y soporta las patologías sociales. A
continuación, se solicita una demanda social por parte de los individuos y de la
comunidad, misma que se pone en práctica por parte el discurso tecnocientífico, y
que se considera necesaria para responder efectivamente a la demanda social de
alivio (Duclos, 2000, págs. 8-9). Por este hecho, la 'ciencias' se ofrecen a
"descubrir el método correcto, la tecnología correcta, para generar la cultura
humana y conducir a la paz social mediante la eliminación de cualquier molestia
social manifestada mediante la enfermedad (Duclos, 2000, pág. 17).

Los anteriores son entonces los nuevos discursos dominantes que definen al
desviado y al tratamiento que ha de recibir. Por lo anterior, resulta esencial
analizar la revolución de la racionalidad del derecho penal y su modo de
aplicación, no sólo como indicador de las estructuras sociales, sino, sobre todo,
como una cuestión de poder, en donde los castigos deben interpretarse de
acuerdo con la "perspectiva de las tácticas políticas". En otras palabras, debemos
tratar de entender los mecanismos de poder y el discurso que legitiman, para
descubrir "cómo el hombre, el alma, el individuo normal y anormal han llegado a
duplicar el crimen como objetos de intervención criminal; y cómo un modo
específico de sujeción puede haber dado lugar al hombre como objeto de
conocimiento para un discurso con estatus “científico”'. Presentar y captar la
evolución de estos discursos trascendentales, que definen, modelan, castigan y
apoyan al "homosexual" (modo de coacción) como un desviado, representan el
punto central de la presente tesis.

Para esto, Laplante en su obra propone que se debe "observar la transformación


de los valores dominantes, designados como normales, en las normas
establecidas como obligatorias, para saber cómo se aplica el derecho penal y su
ejercicio5” El estudio histórico de la desviación y su las representaciones sociales
permiten resaltar la evolución de los discursos dominantes y, al mismo tiempo,
comprender cómo ciertos grupos llegan a ser más influyentes ante la mirada de la
comunidad y con el paso del tiempo logran apropiarse de la definición y gestión
del desviado (Terragni, 2000). Howard Becker considera que, en las sociedades,
ciertos "emprendedores morales" logran imponer sus representaciones del mundo
social y las formas de control necesarias para el mantenimiento del orden social.
De ahora en adelante, las figuras de la trascendencia y los modos de coacción
deben combinarse (Becker, 2008, págs. 177-205). En otras palabras, se ha de
estudiar la revolución del proceso de creación de normas penales de las que
inevitablemente emanan el crimen y el criminal. También se buscará entender
cuáles son los órganos y los discursos instituciones que se hacen cargo del control
social del desviado (aparato represivo, aparatos de salud, aparatos familiares o
religiosos) a lo largo de la historia, con la finalidad de entender la razón por la cual
aún hoy en México se considera al homosexual como un desviado, aun a pesar de
que se ha convertido en un sujeto de derecho restitutivo.

Se ha de poner especial atención a la evolución de los diferentes discursos que


han sabido apropiarse de la definición del personaje homosexual 6 Misma que va
desde el sodomita al gay, pasando por el invertido, el pederasta y el homosexual,
entre otros tantos personajes que han sido definidos por las diferentes poderes-
saberes científicos- al retomar las palabras de Michel Foucault. Al utilizar
determinada corriente sociológica y criminológica, se hará el análisis centrado
únicamente en la reacción social para interesarnos más particularmente en los
5
Vea Laplante, Jaques, Crime et traitement. Introduction critique a la criminologie, Montreal, Boreal, 1985,
p. 216.
6
A este fin entiéndase personaje según la idea de Foucault, véase, Foucault, Michel; Historia de la
sexualidad1. La voluntad de saber, Madrid, Biblioteca Nueva, 2012, p.58.
fenómenos que conducen a esta reacción social, es decir, a la constitución,
definición y a la tipificación del comportamiento socialmente desviado a través de
un sistema normativo dominante, donde "el conocimiento, las técnicas, los
discursos 'científicos' se cierran y se entrelazan con la práctica del poder de
castigar (Foucault, Historia de la Sexualidad 1. La Voluntad de Saber, 2012, pág.
32)"

El estudio comparativo de dos contextos sociales (México y España) en la gestión


criminal captará mejor la evolución de estos discursos de legitimación, de estas
figuras, o de la trascendencia y modos de coerción asociados a ellos. Dado que,
en toda sociedad occidental, durante un largo período histórico (casi 1,500 años),
toda costumbre homoerótica fue percibida como una abominables, misma que
lastimaba fuertemente la conciencia colectiva y que al mismo tiempo eran
fuertemente sancionada en la doctrina judicial, al mismo tiempo muy poco
sancionada en la práctica criminal. El análisis de las distinciones que existen en la
administración institucional de este tipo de prácticas homoerótica de acuerdo con
contextos sociales particulares es interesante de analizar.

Los sistemas judiciales de México y España servirán como base comparativa 7.


Para cada una de estas dos sociedades, se analizarán varios aspectos. Se
examinarán qué "clase social" tiene el poder centralizador, el poder de definir y
legislar sobre costumbres homoeróticas. ¿Qué discurso logra imponer su
definición del personaje “homosexual" y la legitimación de un tipo de intervención
(clerical, penal o médica) en lugar y en el otro ¿Qué función ejerce la represión de
las costumbres homoeróticas? ¿Para quién? ¿Cuál es el papel de la familia, el
clero, la medicina o la sociedad civil en la gestión del comportamiento
homoerótico? ¿En este sentido, pensar en distinciones existen entre el mundo de
lo rural y de lo urbano?

En un primer acercamiento En un primer capítulo conceptual, presentaremos la


teoría durkheimiana del derecho, donde éste se presenta como el garante de la
solidaridad social. La base de la solidaridad social y el tipo de derecho que de ella

7
Toda ves que ambos países tienen una raíz cultural común.
se deriva será objeto de críticas. Se tratará de enriquecer la teoría del modelo de
Durkheim que cambia la solidaridad de la homogeneidad hacia aquella de la
complementariedad de los individuos con la división social del trabajo, mediante la
adición de dos tipos intermedios; solidaridad estatutaria y solidaridad quiral.
Aprovecharemos esta oportunidad para aclarar nuestra concepción del vínculo
social que se deriva del enfoque psicoanalítico, basado en el reconocimiento y en
la identificación con otro en el exterior.

En este sentido, como muchos sociólogos y criminólogos, consideramos preferible


hablar de un orden social dominante en lugar de una conciencia común en el
sentido de Durkheim, la historia de la represión de la desviación revela que
algunos sistemas normativos tarde o temprano adquieren un valor más general a
los ojos de la comunidad, siendo legítimos por los discursos trascendentes
vigentes. Se prestará especial atención a los diferentes discursos que han logrado
apropiarse de las figuras de la desviación, que tienen legítima la aplicación de un
derecho y un tipo de represión en lugar de otro (modo de coacción).

Al emplear la teoría de Durkheim, se vuelve a trabajar la solidaridad social para


analizar la evolución de figuras de la trascendencia y las sociedades clásicas
idealistas que les son aferentes, de aquí se pueden presentar varias hipótesis para
caracterizar el manejo de las costumbres homoeróticas en España y México.
Antes de centrarnos específicamente en la represión vigente en estos dos
contextos sociales, creemos, que es pertinente presentar, de manera breve, el
manejo de las costumbres homoeróticas de la Antigüedad al Renacimiento para
comprender la evolución de la represión en este tipo de actos. A partir de allí, la
investigación se dividirá en cuatro períodos históricos (cuatro capítulos) que
corresponden a cambios importantes en la gestión legal de las costumbres
homoeróticas en México y España.

El primer período estudiado abarca la represión del comportamiento homoerótico


de la Gran Ordenanza de 1541 a la Conquista británica de 1810. Durante este
período histórico, el sistema de justicia penal de la Nueva España opera de
acuerdo con el aplicado dentro de la Madre Patria, España. El manejo del
comportamiento homoerótico -porque es una cuestión de represión de un
comportamiento y no de una individualidad particular- entre las dos sociedades
difiere poco. Al basarse en la teoría general de la ley según lo dicho por Durkheim,
podríamos deducir que el derecho penal aplicado en este periodo histórico, es
posiblemente muy represivo y responde casi totalmente a la opinión pública, a una
conciencia colectiva relativamente homogénea. Para mantener la cohesión social,
el sistema penal

debe castigar fuerte y claro cualquier conducta que se aleje demasiado del
"estándar común". Esto muy probablemente sea producto de un discurso religioso.
Las actitudes homoeróticos son castigados por una interpretación divina de la
sexualidad asociada con la imagen de sodomita, un pecador ante Dios y agresor
del orden divino. En estas sociedades todavía bastante homogéneas y
tradicionales, es la trascendencia religiosa la que predomina y sirve como un
discurso unificador de la comunidad.

El segundo período histórico se extiende desde 1810 a fines del siglo XIX.
Mediante análisis sucinto del fenómeno, es posible aprehender ciertos elementos
distintivos en el campo de la legitimación del derecho penal entre España, un país
en pleno estancamiento económico, debido a una invasión francesa y un atasco
económico agrario, y el México independiente, que estará fuertemente
influenciado por el caudillismo y la heterogeneidad de su población. Mientras que
en el mundo permea una idea ilustradora y el desarrollo de la burguesía, el
comienzo de una fuerte industrialización y la modernización de la sociedad. Por
otro lado, en nombre de la libertad y la razón universal el derecho se laiciza, la
trascendencia religiosa se descuida en cuanto a lo tocante en la justificación de la
represión de los delitos. La sentencia se basa ahora en principios equitativos y
racionales y ya no en ofensas contra Dios. en este periodo no solo se busca solo
al delincuente, sino que además se intenta prevenir el crimen y rehabilitar al
desviado. El sistema de justicia español del siglo XIX se refiere cada vez más al
discurso científico y a la medicina en su manejo de la desviación y el desviado
social, en donde el comportamiento homoerótico no escapa de tal suerte.
En cuanto a México se refiere la historia no es tan diferente, pues las mismas
ideas de secularización y laicización permean en las mentes de los gobernantes
mexicanos, y aunque la sociedad es heterogénea, esta sigue siendo en su
mayoría rural donde la familia tradicional tiene un lugar de en el que sus
decisiones se basan en principios católicos, la gran mayoría de los individuos se
adhieren al discurso eclesiástico dominante. Además, la industrialización de la
sociedad, así como la legitimidad del Estado en cuanto a la conducta moral de los
habitantes, siempre son condenados por la Iglesia, al menos la gran mayoría de la
sociedad mexicana actual
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