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lectores para las distintas partes dramáticas con anticipación al culto. Se recomienda
realizar esta lectura dramática después de la epístola y el salmo omitiendo las
respuestas ordinarias antes y después del anuncio del texto. La congregación puede
permanecer sentada para la primera parte de la lectura: al versículo que dice"....
llegaron a un lugar llamado Gólgota." todos se ponen de pie por razones de tiempo, se
puede omitir la primera parte de la lectura acortándola hasta la señal ( ) para
comenzar desde allí.)
Evangelista: luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní
y les dijo:
Jesús: esta La angustia que me invade, que me siento morir quédense aquí y
manténganse despiertos conmigo.
Jesús: padre mío si es posible no me hagas beber este trago amargo pero no
sea lo que yo quiero sino lo que tú quieres.
Jesús: Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo,
hágase tu voluntad.
Evangelista: Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les
cerraban los ojos de sueño, así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez
diciendo lo mismo. Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo:
Jesús: ¿Siguen durmiendo y descansando? Miren , se acerca la hora, y el hijo
del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! ¡
Ahí viene el que me traiciona!
Evangelista: todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas uno de los 12.
Lo acompañaba una gran turba armada con espadas, enviada por los jefes de
los sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta
contraseña "al que le dé un beso, ese es; arréstenlo." Enseguida Judas se
acercó a Jesús y lo saludó.
Judas: ¡Rabí!
Jesús: Guarda tu espada porque los que y eso matan, a hierro mueren. ¿Crees
que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de
12 batallones de ángeles? Pero entonces ¿cómo se cumplirán las escrituras que
dicen que así tiene que suceder?
Jesús: ¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a
arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me
prendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron
los profetas
Evangelista: Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido
como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros. Por eso se le ha
llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy. Así se cumplió lo dicho por el
profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo
de Israel le había fijado, y con ellas compraron el campo del alfarero, como me
ordenó el Señor». Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y este le
preguntó:
Jesús:Tú lo dices
Evangelista: Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos,
Jesús no contestó nada. Le dijo Pilato.
Pilato: ¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman
Cristo?
Evangelista: Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el
siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he
sufrido mucho en un sueño».Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos
persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a
Jesús.Preguntó el gobernador.
Congregación:A Barrabás.
Congregación:¡Crucifícalo!
Evangelista: En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos,
de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los
sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron de los
sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y
se aparecieron a muchos. Cuando el centurión y los que con él estaban
custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron
aterrados y exclamaron:
Evangelista: Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido
a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas se encontraban María Magdalena,
María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al
atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había
convertido en discípulo de Jesús. Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo
de Jesús, y Pilato ordenó que se lo dieran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en
una sábana limpia y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había
cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro,
y se fue. Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra
María. Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los
sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.—Señor —le dijeron—, nosotros
recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días
resucitaré”. Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no
sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha
resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero. Llévense una guardia de
soldados —les ordenó Pilato, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.
Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron
puesta la guardia.