Tasa Media de Ganancia
Tasa Media de Ganancia
Tasa Media de Ganancia
Es necesario no olvidar que las propias crisis son el modo convulsivo en que el
capital intenta poner freno a esta tendencia y restablecer una rentabilidad
aceptable. Depurado el capital excedente, liquidado una parte de éste bajo la
forma de mercancía que se desecha o fábricas y empresas que quiebran o cierran,
es posible reconstruir la tasa de ganancia. El proceso recomienza, pero para dar
lugar más adelante a una crisis aún más profunda, por la mayor magnitud (en
volumen y valor) del capital excedente y la sumatoria y el alcance de las
contradicciones acumuladas.
Críticas
Otra objeción en boga está vinculada con la idea de que los capitalistas nunca
escogerían emplear una técnica de producción que disminuya su tasa de ganancia.
Por consiguiente, automáticamente, se excluye una tasa de ganancia decreciente.
"El error fundamental en este caso reside en el supuesto de que el progreso
técnico es simplemente una cuestión de elección y no de necesidad. La necesidad
de la competencia empuja al capitalista a escoger la técnica de menor costo
unitario, aunque esto implique una tasa de ganancia menor. Quien lo haga primero
venderá más que el resto. Entonces, la única elección de los demás capitalistas es
la de tener alguna ganancia con menor tasa o no tener absolutamente ninguna
ganancia porque su producto cuesta demasiado."(4) Además, es preciso no olvidar
que en una economía regida por la anarquía del mercado, la intención y la acción
individual de los capitalistas no coinciden con su resultado final. Las leyes que
gobiernan la economía se imponen a espaldas y, muchas veces, en contra de sus
propios actores. Los beneficios extraordinarios que puede reportarle a un
capitalista una nueva técnica tienen un carácter transitorio y quedan neutralizados
cuando ésta pasa a ser un patrimonio de los demás capitalistas. Eso se refleja en
una caída de los precios, una vez que dicha técnica se ha difundido al conjunto de
la rama o actividad considerada. Los beneficios vuelven a su normalidad pero
sobre la base de una inversión mayor.
Por otro lado, los capitalistas individuales sacan provecho de los menores costos
unitarios generados por un nuevo método de producción rebajando sus precios y
expandiendo su participación en el mercado. Para citar a Marx: "La batalla de la
competencia es librada mediante el abaratamiento de las mercancías"; en ella "un
capitalista puede expulsar a otro del campo y capturar su capital solamente
vendiendo más barato". Y "a fin de poder vender más barato sin arruinarse, debe
(…) aumentar la fuerza productiva del trabajo tanto como sea posible", lo que a su
vez es logrado "sobre todo por medio de la mayor división del trabajo, por la
introducción y mejoramiento más universal y continuo de la maquinaria".(7)
"En efecto, si se asume que se espera que los precios sean constantes aun en el
caso de cambio técnico (comportamiento tomador de precios perfectamente
competitivo), el comportamiento maximizador de tasa de ganancia lleva
necesariamente a elevar la tasa general de ganancia para cualquier salario dado.
Por otro lado, si se supone que se espera que los precios caigan con el cambio
técnico (comportamiento recortador de precios), el mismo comportamiento
maximizador de tasa de ganancia favorecerá las técnicas que tengan menores
costos unitarios."(8)
De un modo general, las críticas expuestas, particularmente las expresadas en
último término, son el punto de partida para la formulación de otra interpretación
conocida como "estrangulamiento de la ganancia por presión salarial" (profit
squeeze), que atribuye la caída de la tasa de ganancia al comportamiento alcista
de los salarios. Descartados los otros factores, la contracción de los beneficios
capitalistas residiría en los ascensos de las remuneraciones en el marco de la
disputa entre capitalistas y asalariados por la distribución del ingreso. Por esta vía,
los mecanismos responsables de la crisis pasan de la esfera de la producción a la
de la distribución. Este enfoque fue expuesto por Dobb, parcialmente por Sweezy,
y retomado en forma más reciente, entre otros, por los teóricos de la regulación,
quienes plantean la influencia determinante del régimen salarial sobre la tasa de
ganancia. Los cambios en la distribución de ingresos pueden esclarecer las
oscilaciones en el nivel de rentabilidad en el corto plazo pero no dan cuenta de sus
tendencias de largo plazo.
"Para Marx, la lucha de clases por el salario real opera dentro de ciertos límites
objetivos, los límites marcados por la acumulación de capital. Esos límites son
intrínsecos al propio capitalismo y sólo pueden ser superados derribando a éste."
No es ocioso agregar que esta concepción acuñada por sectores que se jactan de
su filiación "progre" o marxista guarda una asombrosa semejanza con los planteos
neoliberales que sostienen que la actual crisis tiene su origen en aumentos
superiores de los salarios con relación a la productividad y la extrema rigidez de los
regímenes laborables vigentes y su incapacidad para ajustarse a los
requerimientos de mercado. La "corrección" de los salarios sería el punto de
arranque para darle un nuevo impulso a la economía capitalista. El "profit squeeze"
conduce a estas conclusiones reaccionarias.
Otros autores han puesto el acento, como rasgo saliente para explicar la ley, en el
peso creciente de las actividades "improductivas", que no producen plusvalía.(10)
La declinación tendencial de la tasa de beneficio ya no sería patrimonio del
proceso global de trabajo organizado bajo su forma capitalista sino tan sólo de su
fracción improductiva. Esta oposición entre trabajo productivo e improductivo es
totalmente artificial, puesto que la extensión de las actividades improductivas es
una expresión de la impasse del propio capital productivo, que socava las bases de
su propia valorización. Es decir, la extensión del trabajo improductivo es una
consecuencia y no la causa de la caída de la tasa de ganancia. Más aún, la función
del trabajo improductivo, al igual que la economía especulativa en expansión, es
atenuar la declinación de la tasa de ganancia hasta que, dialécticamente, su acción
concluye provocando un efecto contrario.
Para Mandel, los ascensos de las llamadas ondas largas serían "exógenos",
provocados por factores extraeconómicos, en contraste con los descensos, que
tendrían su origen en las llamadas causas "endógenas".
No son pocos los que han señalado las contradicciones de esta interpretación, su
base empírica endeble (no hay ninguna expresión estadística, que al menos otros
sostenedores de ese enfoque, en el pasado, sí habían intentado), su eclecticismo y
confusión teóricos, y por sobre todo su impresionismo con relación a la prosperidad
económica de la posguerra (que condujo a Mandel a sostener que se abría una
nueva etapa histórica que identificó como "neocapitalismo"). (11)
En lo que respecta al objeto específico del presente análisis, todos los vicios
apuntados también están presentes y amplificados.
Una interpretación como la señalada, que gira en torno a una sucesión cíclica que
se extiende por largos períodos históricos, está hablando de una "regularidad", y
tal regularidad supone un regulador interno, que no puede sino provenir de fuerzas
internas inherentes a la dinámica capitalista. Si los factores "exógenos", como
Mandel gusta llamarlos, tienen un peso determinante, sería inútil hablar de ondas,
ya que habría que remitirse a la peculiar combinatoria de estos factores,
determinados por los avatares de la lucha de clases (salvo que a alguien se le
ocurriera considerar la existencia de "ondas largas" pero… en la lucha de clases;
Mandel, al menos, no se atrevió a ir tan lejos).
La distinción, por lo tanto, que se pretende hacer entre ciclos cortos y largos es
caprichosa. A lo sumo, asistiríamos a una diferencia de grado pero no de calidad,
originada en la influencia que ejercen los acontecimientos políticos y sociales.
"El método de Mandel culmina en una exacta inversión del método marxista. Si
éste demostraba que todos los factores del desenvolvimiento del capitalismo se
transformaban por su propia dialéctica interna en factores de crisis, Mandel va a
procurar demostrar cómo todos los factores de crisis se transforman en factores de
desenvolvimiento."(12-13)
Así como sería imposible entender los precios a partir de sus múltiples oscilaciones
(lo que obliga a identificar su regulador interno, abstrayéndose del juego de la
oferta y la demanda), del mismo modo hay que obrar cuando se aborda el
desenvolvimiento general capitalista.
"Mientras que haciendo uso del análisis del valor es posible extraer conclusiones
acerca de la tendencia general del desarrollo del capital, a partir de los
movimientos correspondientes de las variables de Mandel la consideración
particular de tales variables impide concluir nada en relación con la tendencia del
desarrollo, quedándose en una mera descripción de situaciones de hecho."(15)
En realidad, el salario puede situarse por encima o por debajo del valor de la
fuerza de trabajo, pero jamás puede desplazar – sin poner en cuestión a la misma
sociedad capitalista – la plusvalía por debajo de las condiciones de acumulación
del capital. Esta frontera de la evolución de los salarios no viene dada sólo por la
relación de oferta y demanda de la fuerza de trabajo y por tanto determinada por la
acumulación, sino ya por el control capitalista sobre los medios de producción. De
esta manera, es posible prescindir de las "muchas variaciones" de la evolución de
la plusvalía a través de las luchas de clases en la exposición del proceso de
acumulación sin que por ello esa exposición pierda su vinculación con la realidad.
(17)
Vamos a referirnos ahora a otro de los ejemplos propuestos por Mandel: "La tasa
de crecimiento de la composición orgánica del capital – según este autor – no
puede ser definida simplemente como una función del progreso técnico
condicionado por la concurrencia. El progreso técnico impulsa ciertamente a la
sustitución de trabajo vivo por trabajo muerto con la finalidad de rebajar los costes
(…). Pero el capital constante se compone de dos partes (…), una fija y una
circulante. El crecimiento rápido del capital fijo y el rápido aumento, determinado
por este crecimiento, de la productividad del trabajo social, no tiene, por tanto,
ninguna implicación definitiva sobre las tendencias del desarrollo de la composición
orgánica del capital". La conclusión, entonces, es que no se puede sacar ninguna
conclusión; estamos… en el reino de la incertidumbre.
Brenner y la competencia
Importa destacar, antes que nada, que Marx partió del criterio inverso al de
Malthus. (23) "La tasa de ganancia cae, aunque la tasa de plusvalía siga siendo la
misma o aumente, porque la proporción de capital constante asciende con el
desarrollo de la potencia productiva del trabajo. La tasa de ganancia de este modo
cae, no porque el trabajo se vuelve menos productivo, sino porque se vuelve más
productivo."(24)
La contradicción no es de Marx sino del propio Brenner, quien confunde
productividad con rentabilidad. Esta confusión es la que tienen los teóricos neo-
ricardianos – de los cuales Brenner se nutre – , los cuales colocan un signo igual
entre las variables económicas en términos físicos y de valor, y consecuentemente
con ello, identifican la ganancia con su excedente material. Obviamente, queda a
un lado la ley del valor, pero en dicha ley está la clave de la resolución del
problema. La dicotomía entre productividad y rentabilidad proviene – y no es más
que su corolario – de la dicotomía propia de la producción mercantil, donde las
mercancías son una unidad contradictoria de valor de uso y de valor de cambio. El
aumento de la productividad desenvuelve esa contradicción, que se expresa en el
hecho de que la disminución operada en el valor de cambio de las mercancías
tiene como contrapartida un incremento del volumen de los valores de uso. La
productividad, cualquiera sea la forma de medirla (ya sea con relación a la fuerza
de trabajo, al capital o ambas variables en forma conjunta), aumenta. No ocurre lo
mismo cuando pasamos de las unidades físicas al valor. Dicho valor desciende con
el aumento de la productividad, pero aun esto es insuficiente para indicarnos su
rentabilidad, que no está asociada al total del trabajo incorporado en un bien sino
sólo al trabajo vivo generado por los obreros. Esta fracción es la que
progresivamente desciende empujando hacia abajo los márgenes de beneficio. El
único medio que tiene el capital para compensar esa caída de la ganancia unitaria
y aumentar la masa total de beneficios es ampliando todavía más, en una
proporción mayor, los volúmenes de producción; en otros términos, redoblando los
ritmos de acumulación, lo que conduce a reproducir la misma contradicción en
forma agravada hasta que ésta se torna insostenible y estalla una crisis.
Brenner toma distancia de los teóricos del "profit squeeze" pero comparte su matriz
teórica. Como rechaza sus conclusiones, procura fabricar una nueva interpretación
fundada en el "desarrollo desigual" y la "competencia". Lo primero que debe
decirse es que dicha interpretación no es nueva sino que ya tiene suficientes
antecedentes, empezando por Adam Smith, quien pretendió deducir la caída de la
tasa de ganancia precisamente de la competencia. Marx refutó esta concepción
explicando que las mismas causas que producen el descenso de la rentabilidad
son las que terminan por restablecerla. La movilidad del capital conduce a una
nivelación de la tasa de ganancia dentro de una esfera de actividad y de la
economía en su conjunto. Brenner pretende ver en los obstáculos que se
presentan a esa nivelación, que atribuye a las particularidades del capital fijo (y las
dificultades que eso plantea para su movilidad), el origen de la declinación de la
tasa de ganancia. Pero dicho fenómeno, por más relevancia que revista, sólo
puede tener un carácter transitorio y no puede alterar la dirección general del
proceso. Los capitalistas con costos mayores no tienen más remedio que
restablecer sus niveles de rentabilidad o están condenados a desaparecer.
Nuevamente, está ausente en el razonamiento la ley del valor, pues este esquema
presupone que los precios se sitúan en forma perpetua por debajo de su valor.
Pero los formidables recursos de Estado que han sido puestos en movimiento,
apenas han permitido que la economía mundial crezca a un magro dos por ciento,
se revelan cada vez más ineficaces para dinamizar el capitalismo y, lo que es más
grave, se han terminado convirtiendo en factores del agravamiento de su crisis. "El
desarrollo financiero facilita el pasaje del capital de una rama de producción sobre-
expandida o no rentable a otra en desarrollo o que ofrece mayores beneficios;
moviliza con mayor rapidez esos capitales; ayuda a superar dentro de sus propios
límites (conciliar) la contradicción entre la creación y la destrucción de capitales
(absorciones); extiende los límites del consumo más allá de los salarios que paga a
la población trabajadora; desenvuelve una acumulación de capital propia (ficticia)
que actúa como un crédito sui géneris tanto para la producción como para el
consumo. Este desarrollo (parasitario porque no crea valor) actúa como factor
contrarrestante de la crisis capitalista hasta que se transforma en el principal factor
de su estallido. Esto ocurre cuando la sobreacumulación de capital que no asume
una forma productiva directa, y que se ha sobre-acumulado para contrarrestar los
límites impuestos por la sobreacumulación de capital productivo, alcanza
proporciones incompatibles con la plusvalía total que este último puede arrancar a
la fuerza de trabajo. Se percibe entonces que el capital financiero, en sus diversas
formas, se ha transformado en una gigantesca hipoteca que traba más allá de toda
posibilidad la reproducción del capital en general. Su derrumbe constituye, por eso
mismo, la etapa final de una crisis que ha tenido ya un largo proceso de
incubamiento, así como la condición destructiva para iniciar una nueva etapa."(29)
La misma mecánica puede constatarse en el gasto público. Porque si, por un lado,
permite aumentar la demanda y ampliar las fronteras de la producción, sustrae, por
el otro, ya sea a través de impuestos o de la deuda pública, recursos que dejan de
funcionar como capital. Al hombre de negocios, considerado individualmente, le es
indiferente que la demanda efectiva esté financiada por sectores privados o
estatales. De la misma forma, para el banquero es absolutamente igual que los
créditos le sean concedidos a empresarios privados o del Estado, mientras sean
"seguros" y le permita cosechar el tipo de beneficio apetecido. No es lo mismo si se
considera a la economía en su conjunto, pues el beneficio sólo lo produce el sector
privado. De allí la tendencia a las privatizaciones, que tiende a transformar
actividades no lucrativas en actividades rentables. Del mismo modo se explica la
negativa del capital ya no sólo a ampliar el pago de impuestos sino a pagar los ya
existentes. El capital procura no sólo no aportar al Estado, sino que exige que sea
éste, el Estado, el que aporte a su sostenimiento (subsidios, exenciones
impositivas, etc.). Este proceso mina las bases de sustentación del Estado y no
sólo lo inhabilita para cumplir su rol de salvataje del régimen de explotación sino
que termina contribuyendo a su hundimiento, acumulando un endeudamiento cada
vez mayor que se convierte en una carga insostenible para la economía tomada en
su conjunto, incluyendo a la propia clase capitalista.(30)
Todas estas contradicciones, que han adquirido características explosivas, son una
medida de la impasse capitalista. El exceso de productos invendibles que inundan
los mercados, cualquiera sea la rama o actividad considerada, y de capitales
sobrantes que no encuentran una colocación redituable, es un indicador de la
actualidad y vigencia de la ley formulada por Marx, que hace su trabajo de topo, a
pesar de lo que digan sus detractores.
Notas:
"El plustrabajo que un obrero puede realizar tiene determinados límites; por una
parte la duración de la jornada laboral, por la otra la porción de la misma necesaria
para la reproducción de la propia fuerza de trabajo. Si la jornada normal de trabajo
comprende, por ejemplo, 8 horas, ningún aumento de la productividad puede
exprimirle al obrero mayor plustrabajo que 8 menos tantas horas como
correspondan a la producción del salario. Si la técnica de producción lograse
reducir el tiempo de trabajo necesario de, por ejemplo, 4 horas a media hora, el
plustrabajo (en el caso de una jornada laboral de 8 horas) aún seguiría
constituyendo no más de 15/16 de la jornada laboral. Ascendería de las 4 horas
originarias a 71/2, vale decir que ni siquiera se duplicaría. Pero al mismo tiempo, la
productividad del trabajo debería crecer monstruosamente (como ya lo destaca
Marx en los Grundisse). Cuanto mayor sea el plusvalor del capital antes del
aumento de la fuerza productiva – escribía allí – (…) o cuanto menor desde ya la
fracción de la jornada de trabajo que constituye el equivalente del obrero (…) tanto
menor es el crecimiento del plusvalor recibido por el capital gracias al aumento de
la fuerza productiva. Su plusvalor se eleva, pero en una proporción cada vez
menor respecto al desarrollo de la fuerza productiva. Por consiguiente, cuanto más
desarrollado sea ya el capital (…), tanto más formidablemente tendrá que
desarrollar la fuerza productiva para valorizarse a sí mismo en ínfima proporción,
vale decir, para agregar plusvalor, porque su barrera es siempre la proporción
entre la fracción del día – que expresa el trabajo necesario – y la jornada entera de
trabajo. Únicamente puede moverse dentro de este límite."
10. Mosley, "The decline of the rate of profit in the postwar economy", Capital and
Class N° 48.
11. Para una visión crítica más integral del planteo de Mandel se puede consultar
los trabajos de Richard Day, Teoría de los grandes ciclos, Ed. Akala, y Paul
Mattick, Crítica de los neomarxistas, Ed. Península; o el trabajo más reciente de O.
Coggiola en torno a las "ondas largas" en Neoliberalismo o crisis de capital, Ed.
Xama. Al respecto Coggiola señala: "Lo principal es que para justificar su esquema
teórico preconcebido Mandel se vio obligado a considerar unilateralmente los
factores de expansión capitalista de post-guerra (corrida armamentista, inflación
mundial) como factores de desenvolvimiento de las fuerzas productivas y no como
factores que evidencian un profundo anacronismo y parasitismo del modo de
producción capitalista que preparaban, en el marco de los negocios, las bases para
una crisis sin precedentes en la historia del capitalismo por su extensión y
profundidad".
12. Osvaldo Coggiola, Neoliberalismo o crisis del capital, Ed. Xama, pág. 157.
La tasa de ganancia es un indicador central para diagnosticar si una nueva fase del
capitalismo ha comenzado. Los índices de recuperación en el corto plazo son
numerosos (!!), pero un juicio sobre la tendencia en el largo plazo requiere
incorporar otros elementos de análisis, ligados a la mundialización y a la lucha de
clases. En el marco teórico de la ley de Marx y su interpretación contemporánea en
un sentido débil, fluctuante y en períodos históricos es una pieza central de esta
caracterización." (Claudio Katz, Op. Cit., pág. 165-166). Los destacados y signos
de admiración son nuestros
15. Paul Mattick, Crítica de los neomarxistas, Ed. Península, página 183.
Tasa de media ganancia y tasa de ganancia media
La tasa media de ganancia en los diversos ramos de la producción resulta determinada no por la
composición del capital, particular de cada uno de ellos, sino por su composición social media.
La tasa de ganancia siempre expresa la tasa de plusvalor más baja de lo que es. Hemos visto ahora que
hasta una tasa creciente de plusvalor tiene la tendencia a expresarse en una tasa declinante de ganancia. La
tasa de ganancia sólo sería igual a la tasa del plusvalor cuando c = O, es decir si todo el capital se
desembolsara en salarios. Una tasa decreciente de ganancia sólo indica una tasa decreciente del plusvalor
si la relación entre el valor del capital constante y la cantidad de fuerza de trabajo que pone en movimiento
a dicho capital constante permanece inalterada, o si ésta ha aumentado con relación al valor del capital
constante.
Con la baja de la tasa de ganancia aumenta el mínimo de capital requerido en manos del capitalista
individual para un empleo productivo del trabajo; es el capital requerido tanto para su explotación en
general, como para que el tiempo de trabajo empleado sea el tiempo de trabajo necesario para la
producción de las mercancías, esto es, no sobrepase el promedio del tiempo de trabajo socialmente
necesario para producirlas.
Las empresas sumamente grandes, con una proporción extraordinariamente elevada de capital constante,
como por ejemplo los ferrocarriles, no arrojan la tasa media de ganancia, sino solamente una parte de la
misma, un interés
El crecimiento del capital, es decir la acumulación del capital, sólo implica una disminución de la tasa de
ganancia en la medida en que con ese crecimiento se verifiquen las modificaciones antes consideradas en la
relación entre los componentes orgánicos del capital.