Tasa Media de Ganancia

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TASA MEDIA DE GANANCIA

Tasa de ganancia y descomposición


 
 
 
capitalista
Marx denominó a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia "la ley más
importante de la economía política". Dicha ley es la que más controversias ha
suscitado no sólo dentro de la economía convencional sino dentro de la propia
literatura marxista. No es para menos, porque lo que la ley postula es la tendencia
al colapso del capitalismo a partir de sus propias leyes internas. Las mismas leyes
que explican su desarrollo y apogeo son las que lo conducen a su decadencia y
disolución.
 
La tendencia a la baja de la tasa de ganancia se origina, contradictoriamente, en el
propio impulso capitalista a autovalorizarse e incrementar la ganancia. El método
fundamental para lograrlo es el aumento de la productividad del trabajo, que
permite comprimir el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la fuerza
de trabajo y, de ese modo, aumentar el tiempo de trabajo excedente apropiado por
el capitalista.
 
La mecanización es el recurso por excelencia del que se vale el capital para
promover ese proceso, y eso supone una inversión creciente en maquinarias e
insumos (capital constante) en proporción mayor que la invertida en fuerza de
trabajo. El producto final contiene progresivamente una menor proporción de
trabajo vivo con relación al trabajo muerto, es decir, ya objetivado en materiales y
medios de producción.

La creciente composición técnica se refleja, en términos de valor, en el aumento de


la composición orgánica del capital. Lo paradójico, entonces, es que la propia
dinámica de la acumulación, gobernada por el afán de ampliar los beneficios,
socava ese proceso al estrechar la base de acumulación cuya fuente de progreso
es la utilización del trabajo vivo, es decir, la explotación del trabajo asalariado. Al
multiplicarse el número de bienes enviados al mercado con decrecientes
posibilidades de generar beneficios, aumentan las dificultades para valorizar el
capital. Se pone en evidencia que la composición orgánica del capital, resultante
de la acumulación, no hace aumentar el beneficio lo suficiente como para proseguir
la acumulación bajo las condiciones de producción dadas; o lo que es lo mismo,
que se acumuló demasiado capital con relación a la tasa de explotación existente.

En una economía cuyos actores intervienen en forma ciega y anárquica, el proceso


que describimos emerge como un fenómeno de mercado. El excedente de
capitales aparece bajo una forma invertida, como una escasez de demanda o
sobreproducción de mercaderías (es decir, como un simple desequilibrio entre
oferta y demanda).

Marx señaló una serie de causas contrarrestantes de dicha tendencia, que se


derivan de los factores que inciden en su determinación (1). Enumera las fuerzas
contrarrestantes que elevan la tasa de plusvalía (mayor grado de explotación;
reducción del salario, incluso por debajo de su valor; sobrepoblación) o inciden en
la composición orgánica a través del abaratamiento del capital constante. También
menciona el comercio exterior que incide sobre ambos factores, o la rotación del
capital.

El conjunto de las causas enumeradas tiene límites precisos y opera como


contratendencia, es decir, su acción sólo es transitoria e insuficiente para invertir la
tendencia dominante a la baja de la tasa de ganancia, que concluye finalmente
abriéndose paso.

 
Es necesario no olvidar que las propias crisis son el modo convulsivo en que el
capital intenta poner freno a esta tendencia y restablecer una rentabilidad
aceptable. Depurado el capital excedente, liquidado una parte de éste bajo la
forma de mercancía que se desecha o fábricas y empresas que quiebran o cierran,
es posible reconstruir la tasa de ganancia. El proceso recomienza, pero para dar
lugar más adelante a una crisis aún más profunda, por la mayor magnitud (en
volumen y valor) del capital excedente y la sumatoria y el alcance de las
contradicciones acumuladas.

Críticas 

El proceso de acumulación encierra un movimiento contradictorio, pues el


incremento de la productividad que amplía la masa total de ganancia provoca la
caída de su tasa. Disminuye el precio de los productos y la plusvalía contenida en
ellos, pero aumenta la plusvalía total como resultante del crecimiento que se opera
en el volumen de la producción.

Es en este movimiento contradictorio que se han apoyado distintas corrientes para


cuestionar la validez de la ley decreciente y afirmar la imposibilidad de formular
una ley.

Un primer grupo de objeciones plantea que el aumento de la tasa de plusvalía


compensa el aumento de la composición orgánica del capital. Se omite en este
enfoque el hecho de que el primer indicador tiene límites precisos con los que no
tropieza el segundo. A medida que aumenta la productividad y la reproducción de
la fuerza de trabajo, el costo de la reproducción de la fuerza de trabajo queda
reducido progresivamente a una mínima expresión de la jornada de trabajo, de
modo que cualquier reducción del trabajo necesario implica subas insignificantes
del trabajo excedente.(2)

Un segundo grupo de cuestionamientos se concentra alrededor del abaratamiento


del capital constante. Los sostenedores de esta interpretación, sin embargo, "…
omiten aquí que semejante abaratamiento sólo se efectiviza si previamente la
composición orgánica se eleva, a través de la inversión en máquinas que producen
máquinas. La desvalorización compensatoria que se produce por el aumento
general de la productividad es un efecto posterior, mientras que la inversión
requerida para que este impacto se materialice es siempre anterior. Por eso, el
abaratamiento individual de cada máquina coexiste con la mayor inversión total en
estos instrumentos, en comparación al gasto comprometido en la fuerza de trabajo.
Por otra parte, si bien el capital circulante (materias primas) tiende a perder
relevancia a medida que avanza la tecnificación del proceso productivo, enfrenta
también un límite estructural a su desvalorización, que deriva de su dependencia
de los recursos naturales no renovables".(3)

 Otra objeción en boga está vinculada con la idea de que los capitalistas nunca
escogerían emplear una técnica de producción que disminuya su tasa de ganancia.
Por consiguiente, automáticamente, se excluye una tasa de ganancia decreciente.
"El error fundamental en este caso reside en el supuesto de que el progreso
técnico es simplemente una cuestión de elección y no de necesidad. La necesidad
de la competencia empuja al capitalista a escoger la técnica de menor costo
unitario, aunque esto implique una tasa de ganancia menor. Quien lo haga primero
venderá más que el resto. Entonces, la única elección de los demás capitalistas es
la de tener alguna ganancia con menor tasa o no tener absolutamente ninguna
ganancia porque su producto cuesta demasiado."(4) Además, es preciso no olvidar
que en una economía regida por la anarquía del mercado, la intención y la acción
individual de los capitalistas no coinciden con su resultado final. Las leyes que
gobiernan la economía se imponen a espaldas y, muchas veces, en contra de sus
propios actores. Los beneficios extraordinarios que puede reportarle a un
capitalista una nueva técnica tienen un carácter transitorio y quedan neutralizados
cuando ésta pasa a ser un patrimonio de los demás capitalistas. Eso se refleja en
una caída de los precios, una vez que dicha técnica se ha difundido al conjunto de
la rama o actividad considerada. Los beneficios vuelven a su normalidad pero
sobre la base de una inversión mayor.

Este tipo de objeciones se enuncia matemáticamente en el llamado teorema de


Okishio, que se apoya en una estructura analítica que omite el capital fijo y que
embellece los mecanismos de la competencia capitalista. La prueba de Okishio se
basa en un modelo de "sólo capital circulante". Al hacer abstracción del capital fijo,
Okishio hace abstracción de la maquinaria y, por lo tanto, de los medios por los
cuales se disminuye el flujo de costos. Marx comenta que "por cuanto la
maquinaria, además, se desarrolla con la acumulación de la ciencia social, de la
fuerza productiva en general, [esta] fuerza productiva de la sociedad se mide en
capital fijo [y] existente en forma objetiva"(5). Con la ausencia del capital fijo, "se
hace abstracción de los costos del desarrollo de las fuerzas productivas y
únicamente son capturados en este marco conceptual los beneficios (en la forma
de precios de costos reducidos). Esta formulación unilateral se manifiesta
naturalmente como un alza ineluctable de la tasa de ganancia."(6)

Por otro lado, los capitalistas individuales sacan provecho de los menores costos
unitarios generados por un nuevo método de producción rebajando sus precios y
expandiendo su participación en el mercado. Para citar a Marx: "La batalla de la
competencia es librada mediante el abaratamiento de las mercancías"; en ella "un
capitalista puede expulsar a otro del campo y capturar su capital solamente
vendiendo más barato". Y "a fin de poder vender más barato sin arruinarse, debe
(…) aumentar la fuerza productiva del trabajo tanto como sea posible", lo que a su
vez es logrado "sobre todo por medio de la mayor división del trabajo, por la
introducción y mejoramiento más universal y continuo de la maquinaria".(7)

Nótese que el comportamiento recortador de precios es un aspecto intrínseco de la


noción marxista de competencia. Tal comportamiento está excluido por principio de
la noción neoclásica de "competencia perfecta" sobre la cual la mayoría de los
escritores neo-ricardianos y neo-marxistas basan sus representaci ones de
competencia.

"En efecto, si se asume que se espera que los precios sean constantes aun en el
caso de cambio técnico (comportamiento tomador de precios perfectamente
competitivo), el comportamiento maximizador de tasa de ganancia lleva
necesariamente a elevar la tasa general de ganancia para cualquier salario dado.
Por otro lado, si se supone que se espera que los precios caigan con el cambio
técnico (comportamiento recortador de precios), el mismo comportamiento
maximizador de tasa de ganancia favorecerá las técnicas que tengan menores
costos unitarios."(8)
De un modo general, las críticas expuestas, particularmente las expresadas en
último término, son el punto de partida para la formulación de otra interpretación
conocida como "estrangulamiento de la ganancia por presión salarial" (profit
squeeze), que atribuye la caída de la tasa de ganancia al comportamiento alcista
de los salarios. Descartados los otros factores, la contracción de los beneficios
capitalistas residiría en los ascensos de las remuneraciones en el marco de la
disputa entre capitalistas y asalariados por la distribución del ingreso. Por esta vía,
los mecanismos responsables de la crisis pasan de la esfera de la producción a la
de la distribución. Este enfoque fue expuesto por Dobb, parcialmente por Sweezy,
y retomado en forma más reciente, entre otros, por los teóricos de la regulación,
quienes plantean la influencia determinante del régimen salarial sobre la tasa de
ganancia. Los cambios en la distribución de ingresos pueden esclarecer las
oscilaciones en el nivel de rentabilidad en el corto plazo pero no dan cuenta de sus
tendencias de largo plazo.

"Para Marx, la lucha de clases por el salario real opera dentro de ciertos límites
objetivos, los límites marcados por la acumulación de capital. Esos límites son
intrínsecos al propio capitalismo y sólo pueden ser superados derribando a éste."

"Esta es precisamente la observación que hace Marx en el Tomo I de El Capital, en


la primera parte del capítulo titulado La ley general de la acumulación capitalista
(C. XXIII, sección I), cuando señala que los salarios reales sólo pueden subir si no
interfieren con el progreso de la acumulación (T. I, Vol. 3, pág. 768). La cuantía de
acumulación es la variable independiente y la magnitud del salario la variable
dependiente, y no al revés."(9)

No es ocioso agregar que esta concepción acuñada por sectores que se jactan de
su filiación "progre" o marxista guarda una asombrosa semejanza con los planteos
neoliberales que sostienen que la actual crisis tiene su origen en aumentos
superiores de los salarios con relación a la productividad y la extrema rigidez de los
regímenes laborables vigentes y su incapacidad para ajustarse a los
requerimientos de mercado. La "corrección" de los salarios sería el punto de
arranque para darle un nuevo impulso a la economía capitalista. El "profit squeeze"
conduce a estas conclusiones reaccionarias.

Otros autores han puesto el acento, como rasgo saliente para explicar la ley, en el
peso creciente de las actividades "improductivas", que no producen plusvalía.(10)
La declinación tendencial de la tasa de beneficio ya no sería patrimonio del
proceso global de trabajo organizado bajo su forma capitalista sino tan sólo de su
fracción improductiva. Esta oposición entre trabajo productivo e improductivo es
totalmente artificial, puesto que la extensión de las actividades improductivas es
una expresión de la impasse del propio capital productivo, que socava las bases de
su propia valorización. Es decir, la extensión del trabajo improductivo es una
consecuencia y no la causa de la caída de la tasa de ganancia. Más aún, la función
del trabajo improductivo, al igual que la economía especulativa en expansión, es
atenuar la declinación de la tasa de ganancia hasta que, dialécticamente, su acción
concluye provocando un efecto contrario.

El énfasis puesto unilateralmente en el trabajo improductivo conduce a embellecer


el rol del capital productivo y atribuirle a éste la capacidad de revertir esta
tendencia y restablecer una nueva fase expansiva de los negocios. Este es el
punto de vista de aquellos que sostienen que hay que pasar de una "economía de
especulación" a otra de "producción", cuyos adeptos van desde sectores de la
burguesía imperialista hasta izquierdistas en el Foro de San Pablo y Attac.

Mandel y las ondas largas

Mandel ha procurado conciliar la declinación de la tasa de ganancia con su teoría


de las ondas largas. Reintrodujo en la literatura marxista la noción sobre la
existencia de un comportamiento oscilante en el largo plazo de la economía
capitalista donde fases de ascenso son seguidas por fases de contracción
capitalista. Mandel llegó a periodizar ese fenómeno, identificando en la historia del
capitalismo fases de esa naturaleza con una duración de 25 años, de modo que un
ciclo completo abarcaría aproximadamente 50 años. El último ciclo de esa
naturaleza habría sido el iniciado en la posguerra, con una etapa de prosperidad
que se agotó en el 70 y que desembocó en la actual etapa depresiva que aún
estamos atravesando.

Este comportamiento cíclico estaría gobernado por la evolución de la tasa de


ganancia a largo plazo, lo cual tendría el mérito, según el autor, de proporcionar
una explicación global de la dinámica capitalista a partir de una categoría
económica determinante, que resume todas las tendencias del capitalismo. El lugar
que le atribuye a la tasa de ganancia parte, entre otras, del reconocimiento de que
bajo el capitalismo no es concebible un largo período de acumulación sin
beneficios ascendentes, y lo mismo vale, en sentido inverso, para los períodos de
depresión.

Lo que distingue, según Mandel, la tasa de corto y largo plazo es la incidencia de


los factores extraeconómicos en su evolución. En el primer caso, las fluctuaciones
son centralmente dictadas por causas económicas propias de la dinámica
capitalista, responsables de los procesos de valorización y desvalorización del
capital; en el segundo caso, pasan a tener un peso gravitante los acontecimientos
políticos y sociales, que Mandel identifica como factores "endógenos" y
"exógenos", respectivamente.

Para Mandel, los ascensos de las llamadas ondas largas serían "exógenos",
provocados por factores extraeconómicos, en contraste con los descensos, que
tendrían su origen en las llamadas causas "endógenas".

No son pocos los que han señalado las contradicciones de esta interpretación, su
base empírica endeble (no hay ninguna expresión estadística, que al menos otros
sostenedores de ese enfoque, en el pasado, sí habían intentado), su eclecticismo y
confusión teóricos, y por sobre todo su impresionismo con relación a la prosperidad
económica de la posguerra (que condujo a Mandel a sostener que se abría una
nueva etapa histórica que identificó como "neocapitalismo"). (11)

En lo que respecta al objeto específico del presente análisis, todos los vicios
apuntados también están presentes y amplificados.
Una interpretación como la señalada, que gira en torno a una sucesión cíclica que
se extiende por largos períodos históricos, está hablando de una "regularidad", y
tal regularidad supone un regulador interno, que no puede sino provenir de fuerzas
internas inherentes a la dinámica capitalista. Si los factores "exógenos", como
Mandel gusta llamarlos, tienen un peso determinante, sería inútil hablar de ondas,
ya que habría que remitirse a la peculiar combinatoria de estos factores,
determinados por los avatares de la lucha de clases (salvo que a alguien se le
ocurriera considerar la existencia de "ondas largas" pero… en la lucha de clases;
Mandel, al menos, no se atrevió a ir tan lejos).

La distinción, por lo tanto, que se pretende hacer entre ciclos cortos y largos es
caprichosa. A lo sumo, asistiríamos a una diferencia de grado pero no de calidad,
originada en la influencia que ejercen los acontecimientos políticos y sociales.

Mandel no logra superar estas contradicciones, pero, de todos modos, importa


señalar que si el comportamiento de la tasa de ganancia en el largo plazo fuera
cíclico, ya no sería pertinente hablar de una declinación de la tasa de ganancia.
Las crisis capitalistas no serían una manifestación de la tendencia histórica del
capitalismo en dirección a su agotamiento y colapso en cuanto modo de
producción, sino una señal de su vitalidad, pues serían solamente la antesala y el
puntapié inicial de una nueva etapa expansiva.

"El método de Mandel culmina en una exacta inversión del método marxista. Si
éste demostraba que todos los factores del desenvolvimiento del capitalismo se
transformaban por su propia dialéctica interna en factores de crisis, Mandel va a
procurar demostrar cómo todos los factores de crisis se transforman en factores de
desenvolvimiento."(12-13)

La ley de la tasa decreciente no es una ley paralela que se desenvuelve al margen


de la teoría del valor sino una expresión – y, a la vez, un corolario – de ésta. Marx
deriva todos los fenómenos capitalistas de la ley del valor. Mandel, en cambio,
introduce como "novedad" teórica "seis particulares leyes de desarrollo" o variables
fundamentales del sistema capitalista. Pone énfasis en que "hasta cierto punto,
naturalmente, no de un modo totalmente autónomo y con total independencia unas
de otras, sino en un juego continuamente articulado por las leyes del desarrollo del
modo de producción capitalista – todas las variables fundamentales de este modo
de producción pueden jugar parcial y periódicamente el papel de variables
independientes". (14) Por variables fundamentales entiende Mandel la composición
orgánica del capital en general y en los dos sectores (medios de producción y
bienes de consumo); la distribución del capital constante entre el capital fijo y el
circulante, de nuevo en general y en particular para ambos sectores; la evolución
de la tasa de plusvalía; la evolución del tiempo de rotación del capital, y las
relaciones de intercambio de ambos sectores de la producción. La historia y la ley
del capital sólo pueden ser entendidos y captados … a partir de esas seis
variables.

El amontonamiento y superposición de variables, lejos de ayudar a desentrañar la


dirección del desarrollo capitalista, concluyen por oscurecerlo.

Así como sería imposible entender los precios a partir de sus múltiples oscilaciones
(lo que obliga a identificar su regulador interno, abstrayéndose del juego de la
oferta y la demanda), del mismo modo hay que obrar cuando se aborda el
desenvolvimiento general capitalista.

"Mientras que haciendo uso del análisis del valor es posible extraer conclusiones
acerca de la tendencia general del desarrollo del capital, a partir de los
movimientos correspondientes de las variables de Mandel la consideración
particular de tales variables impide concluir nada en relación con la tendencia del
desarrollo, quedándose en una mera descripción de situaciones de hecho."(15)

Mandel da algunos ejemplos para demostrar la justeza de su tesis. Aduce que en


todo momento la tasa de plusvalía es una función de la lucha de clases. "Si se la
considera como una función mecánica de la tasa de acumulación, se confunde las
condiciones objetivas que pueden conducir a un determinado resultado (…) con
este mismo resultado. El hecho de que una tasa de plusvalía aumenta
efectivamente depende, entre otras cosas, del grado de resistencia que la clase
obrera oponga a las pretensiones del capital."(16) Así se dan para Mandel
"muchas variaciones" en la determinación de la tasa de plusvalía, tal como lo
ilustra también "la historia de la clase obrera de los últimos 150 años". Pero esta
historia muestra también que la acumulación, a pesar de las interrupciones de las
crisis, ha sido un proceso continuo que ha tenido como premisa una tasa de
plusvalía adecuada…

En realidad, el salario puede situarse por encima o por debajo del valor de la
fuerza de trabajo, pero jamás puede desplazar – sin poner en cuestión a la misma
sociedad capitalista – la plusvalía por debajo de las condiciones de acumulación
del capital. Esta frontera de la evolución de los salarios no viene dada sólo por la
relación de oferta y demanda de la fuerza de trabajo y por tanto determinada por la
acumulación, sino ya por el control capitalista sobre los medios de producción. De
esta manera, es posible prescindir de las "muchas variaciones" de la evolución de
la plusvalía a través de las luchas de clases en la exposición del proceso de
acumulación sin que por ello esa exposición pierda su vinculación con la realidad.
(17)

Vamos a referirnos ahora a otro de los ejemplos propuestos por Mandel: "La tasa
de crecimiento de la composición orgánica del capital – según este autor – no
puede ser definida simplemente como una función del progreso técnico
condicionado por la concurrencia. El progreso técnico impulsa ciertamente a la
sustitución de trabajo vivo por trabajo muerto con la finalidad de rebajar los costes
(…). Pero el capital constante se compone de dos partes (…), una fija y una
circulante. El crecimiento rápido del capital fijo y el rápido aumento, determinado
por este crecimiento, de la productividad del trabajo social, no tiene, por tanto,
ninguna implicación definitiva sobre las tendencias del desarrollo de la composición
orgánica del capital". La conclusión, entonces, es que no se puede sacar ninguna
conclusión; estamos… en el reino de la incertidumbre.

Lo más notable de la teoría económica mandeliana es que está constituida de tal


modo que de ella se puede concluir todo y no se puede concluir nada, lo que le
sirve a Mandel para salir de cualquier apuro.

La reivindicación que hace Mandel de la ley decreciente de la tasa de ganancia, y


que puede encontrarse en diferentes pasajes de sus obras, no es un obstáculo
para que, a renglón seguido, dicha aseveración sea desmentida, aunque, por
supuesto, envuelta bajo un ropaje "dialéctico".

En este contexto, la declinación de la tasa de ganancia pasa a ser una fórmula


vacía de contenido y hasta su contraria. "De aquí se desprende que la ley de la
baja tendencia de la tasa media de ganancia es menos una explicación directa de
las crisis de sobreproducción propiamente dichas, que una revelación del
mecanismo básico del ciclo industrial como tal; dicho de otro modo, la revelación
del modo de crecimiento económico específicamente capitalista, es decir
desparejo, inarmónico, que lleva inevitablemente a sucesivas fases de declinación
de las tasas de ganancia, y recuperación de la tasa de ganancia como resultado,
precisamente, de las consecuencias de la declinación anterior."(18)

Esta caracterización de los ciclos industriales (cortos), Mandel la hace, por


supuesto, extensiva a los "largos".

"Hay abrumadora evidencia de que por lo menos en tres ocasiones – después de


las revoluciones de 1848; alrededor de 1893, y al comienzo de la Segunda Guerra
Mundial en Estados Unidos, a fines de los cuarenta en Europa occidental y Japón
– hubo un aumento significativo en la tasa media de crecimiento de la producción
capitalista (…). Y un aumento a largo plazo de la tasa de acumulación de capital es
inconcebible, en el marco de la teoría económica marxista, sin un brusco y
sostenido ascenso, en lugar de declinación, de la tasa media de ganancia". "…
Debemos examinar las condiciones imperantes inmediatamente antes de esos tres
puntos de inflexión y al comienzo de las tres ondas largas expansionistas. De ese
modo podremos comprobar en qué medida las Causas contrarrestantes
enumeradas por Marx se combinaron en una forma particular para neutralizar, o
incluso invertir, por un período más largo de lo que normalmente ocurre a cierta
altura del ciclo industrial, la baja tendencial de la tasa de ganancia."(19)

La afirmación de que la ley se impone en "última instancia", sirve como escudo, en


nombre de la "autonomía" de las variables que enunciamos, para que la dirección
general del proceso pase a ser un enigma y se vuelva totalmente incierta e
indeterminada.

Brenner y la competencia

La concepción de Robert Brenner(20) es presentada por The New Left Review


como "…un marxismo original que tiene poco en común con lo que frecuentemente
se ha hecho pasar como deducciones ortodoxas de El Capital. Ningún axioma de
la crisis basada en el aumento de la composición orgánica, en la subsecuente
caída de la rentabilidad de la inversión capitalista, se va a hallar aquí".(21)

Brenner plantea una contradicción en la formulación marxista: "Marx era, por


supuesto, ferozmente antimalthusiano. El carácter malthusiano de su teoría de la
tasa de ganancia es en consecuencia altamente incongruente, si bien lógicamente
inevitable, dado que contempla la caída de la rentabilidad como resultado de una
caída en la productividad, tomando en cuenta tanto los insumos de capital como la
mano de obra (…) Esto exige suponer – lo cual es otra vez paradojal en términos
de las propias premisas de Marx – que los capitalistas adoptan nuevas técnicas
que hacen bajar su propia tasa de ganancia – y terminan reduciendo la
productividad de conjunto".(22)

Importa destacar, antes que nada, que Marx partió del criterio inverso al de
Malthus. (23) "La tasa de ganancia cae, aunque la tasa de plusvalía siga siendo la
misma o aumente, porque la proporción de capital constante asciende con el
desarrollo de la potencia productiva del trabajo. La tasa de ganancia de este modo
cae, no porque el trabajo se vuelve menos productivo, sino porque se vuelve más
productivo."(24)
La contradicción no es de Marx sino del propio Brenner, quien confunde
productividad con rentabilidad. Esta confusión es la que tienen los teóricos neo-
ricardianos – de los cuales Brenner se nutre – , los cuales colocan un signo igual
entre las variables económicas en términos físicos y de valor, y consecuentemente
con ello, identifican la ganancia con su excedente material. Obviamente, queda a
un lado la ley del valor, pero en dicha ley está la clave de la resolución del
problema. La dicotomía entre productividad y rentabilidad proviene – y no es más
que su corolario – de la dicotomía propia de la producción mercantil, donde las
mercancías son una unidad contradictoria de valor de uso y de valor de cambio. El
aumento de la productividad desenvuelve esa contradicción, que se expresa en el
hecho de que la disminución operada en el valor de cambio de las mercancías
tiene como contrapartida un incremento del volumen de los valores de uso. La
productividad, cualquiera sea la forma de medirla (ya sea con relación a la fuerza
de trabajo, al capital o ambas variables en forma conjunta), aumenta. No ocurre lo
mismo cuando pasamos de las unidades físicas al valor. Dicho valor desciende con
el aumento de la productividad, pero aun esto es insuficiente para indicarnos su
rentabilidad, que no está asociada al total del trabajo incorporado en un bien sino
sólo al trabajo vivo generado por los obreros. Esta fracción es la que
progresivamente desciende empujando hacia abajo los márgenes de beneficio. El
único medio que tiene el capital para compensar esa caída de la ganancia unitaria
y aumentar la masa total de beneficios es ampliando todavía más, en una
proporción mayor, los volúmenes de producción; en otros términos, redoblando los
ritmos de acumulación, lo que conduce a reproducir la misma contradicción en
forma agravada hasta que ésta se torna insostenible y estalla una crisis.

¿Qué plantea Brenner como alternativa?

"(Yo) ofrezco un acercamiento alternativo, el cual toma como punto de partida la


improvisada, descoordinada y competitiva naturaleza de la producción capitalista, y
la particular incapacidad de los inversores individuales de reparar sobre los efectos
de su propia búsqueda de ganancias en las ganancias de otros productores y de la
economía en su conjunto."(25)

"Aquí no es la relación vertical existente entre capital y trabajo la que decide el


destino de las economías modernas, sino la relación horizontal entre capital y
capital. Es la lógica de la competitividad, no la de la lucha de clases, la que rige los
más profundos ritmos de crecimiento o recesión."(26)

Brenner prescinde de la teoría del valor y se desplaza a la economía burguesa,


donde las categorías de trabajo incorporado, valor y plusvalía son sustituidas por
costos de producción, precios y ganancias, perdiendo estas últimas toda conexión
dialéctica con las primeras. En el marco de este esquema teórico, el capital
aparece en su versión fetichizada (cosificada) como mera función y combinación
técnica, en la que todos los factores contribuyen a la generación del beneficio. La
explotación del trabajo asalariado desaparece como fundamento de la creación de
la riqueza. No por casualidad el autor le resta importancia a la relación capital-
trabajo (relación "vertical", en las palabras de Brenner) como motor de la
acumulación capitalista.

Brenner toma distancia de los teóricos del "profit squeeze" pero comparte su matriz
teórica. Como rechaza sus conclusiones, procura fabricar una nueva interpretación
fundada en el "desarrollo desigual" y la "competencia". Lo primero que debe
decirse es que dicha interpretación no es nueva sino que ya tiene suficientes
antecedentes, empezando por Adam Smith, quien pretendió deducir la caída de la
tasa de ganancia precisamente de la competencia. Marx refutó esta concepción
explicando que las mismas causas que producen el descenso de la rentabilidad
son las que terminan por restablecerla. La movilidad del capital conduce a una
nivelación de la tasa de ganancia dentro de una esfera de actividad y de la
economía en su conjunto. Brenner pretende ver en los obstáculos que se
presentan a esa nivelación, que atribuye a las particularidades del capital fijo (y las
dificultades que eso plantea para su movilidad), el origen de la declinación de la
tasa de ganancia. Pero dicho fenómeno, por más relevancia que revista, sólo
puede tener un carácter transitorio y no puede alterar la dirección general del
proceso. Los capitalistas con costos mayores no tienen más remedio que
restablecer sus niveles de rentabilidad o están condenados a desaparecer.
Nuevamente, está ausente en el razonamiento la ley del valor, pues este esquema
presupone que los precios se sitúan en forma perpetua por debajo de su valor.

La anarquía derivada de la competencia es un presupuesto para el análisis y no el


análisis mismo. Es un dato del problema y no la resolución del mismo. No por
capricho Marx prescindió de la concurrencia (tanto de mercancías como de
capitales) para dilucidar las leyes fundamentales del modo de producción
capitalista; Marx funda su análisis en el capital en general, es decir, en una
categoría abstracta, sin tomar en consideración si estamos frente a un "capital
individual" o frente a una "multiplicidad" de ellos.

Tasa de ganancia y etapa histórica

La tendencia decreciente de la tasa de ganancia expresa la tendencia al colapso


del capitalismo por obra de sus propias fuerzas internas. "El límite del capital es el
capital mismo". Como tal, esta ley tiene una incidencia decisiva para caracterizar
las diferentes etapas históricas del capitalismo.

No se trata de limitarse a un mero registro estadístico (sobre el grado de caída de


la tasa de ganancia) sino de sacar todas las conclusiones sobre las condiciones
históricas en que se desenvuelve la acumulación del capital. La caída de la
rentabilidad es, por sobre todas las cosas, un indicador cualitativo, es decir, si
estamos en presencia de un régimen en maduración y desarrollo o en plena
declinación y en descomposición. (27)

Si la ley opera, la declinación de la tasa de ganancia debe traducirse en crecientes


obstáculos, cada vez más insalvables para la valorización del capital. Y esto es lo
que presenciamos en la economía actual. El peso de los factores extraeconómicos,
empezando por el creciente intervencionismo del Estado, el endeudamiento sin
precedentes en la historia, la hipertrofia financiera, el crecimiento del capital ficticio
(28), pero por sobre todas las cosas la amplitud de la confiscación de las masas
(que ha provocado un retroceso de sus condiciones de vida y del nivel de
civilización – incluyendo los propios países industrializados – ), todo esto es un
síntoma de que el capital no puede sostenerse por sí mismo y que necesita de las
muletas de una contrarrevolución y de la guerra.

Pero los formidables recursos de Estado que han sido puestos en movimiento,
apenas han permitido que la economía mundial crezca a un magro dos por ciento,
se revelan cada vez más ineficaces para dinamizar el capitalismo y, lo que es más
grave, se han terminado convirtiendo en factores del agravamiento de su crisis. "El
desarrollo financiero facilita el pasaje del capital de una rama de producción sobre-
expandida o no rentable a otra en desarrollo o que ofrece mayores beneficios;
moviliza con mayor rapidez esos capitales; ayuda a superar dentro de sus propios
límites (conciliar) la contradicción entre la creación y la destrucción de capitales
(absorciones); extiende los límites del consumo más allá de los salarios que paga a
la población trabajadora; desenvuelve una acumulación de capital propia (ficticia)
que actúa como un crédito sui géneris tanto para la producción como para el
consumo. Este desarrollo (parasitario porque no crea valor) actúa como factor
contrarrestante de la crisis capitalista hasta que se transforma en el principal factor
de su estallido. Esto ocurre cuando la sobreacumulación de capital que no asume
una forma productiva directa, y que se ha sobre-acumulado para contrarrestar los
límites impuestos por la sobreacumulación de capital productivo, alcanza
proporciones incompatibles con la plusvalía total que este último puede arrancar a
la fuerza de trabajo. Se percibe entonces que el capital financiero, en sus diversas
formas, se ha transformado en una gigantesca hipoteca que traba más allá de toda
posibilidad la reproducción del capital en general. Su derrumbe constituye, por eso
mismo, la etapa final de una crisis que ha tenido ya un largo proceso de
incubamiento, así como la condición destructiva para iniciar una nueva etapa."(29)

La misma mecánica puede constatarse en el gasto público. Porque si, por un lado,
permite aumentar la demanda y ampliar las fronteras de la producción, sustrae, por
el otro, ya sea a través de impuestos o de la deuda pública, recursos que dejan de
funcionar como capital. Al hombre de negocios, considerado individualmente, le es
indiferente que la demanda efectiva esté financiada por sectores privados o
estatales. De la misma forma, para el banquero es absolutamente igual que los
créditos le sean concedidos a empresarios privados o del Estado, mientras sean
"seguros" y le permita cosechar el tipo de beneficio apetecido. No es lo mismo si se
considera a la economía en su conjunto, pues el beneficio sólo lo produce el sector
privado. De allí la tendencia a las privatizaciones, que tiende a transformar
actividades no lucrativas en actividades rentables. Del mismo modo se explica la
negativa del capital ya no sólo a ampliar el pago de impuestos sino a pagar los ya
existentes. El capital procura no sólo no aportar al Estado, sino que exige que sea
éste, el Estado, el que aporte a su sostenimiento (subsidios, exenciones
impositivas, etc.). Este proceso mina las bases de sustentación del Estado y no
sólo lo inhabilita para cumplir su rol de salvataje del régimen de explotación sino
que termina contribuyendo a su hundimiento, acumulando un endeudamiento cada
vez mayor que se convierte en una carga insostenible para la economía tomada en
su conjunto, incluyendo a la propia clase capitalista.(30)

Todas estas contradicciones, que han adquirido características explosivas, son una
medida de la impasse capitalista. El exceso de productos invendibles que inundan
los mercados, cualquiera sea la rama o actividad considerada, y de capitales
sobrantes que no encuentran una colocación redituable, es un indicador de la
actualidad y vigencia de la ley formulada por Marx, que hace su trabajo de topo, a
pesar de lo que digan sus detractores.

"La perspectiva de esta etapa no es que el sistema pueda colapsar o no colapsar


(si es que se puede hablar en estos términos) sino la forma que tomará ese
colapso (revolucionaria o contrarrevolucionaria) con guerras internacionales o con
revoluciones en los países más importantes."(31) El problema que resume todos
los problemas es de carácter subjetivo y se sintetiza en la construcción de una
dirección internacional de la clase obrera, la refundación de la IV Internacional,
tarea cuyo escenario de desarrollo es la mayor crisis mundial del capitalismo,
preñado de alternativas revolucionarias.

Notas:

1. Es útil, a los fines de entender la naturaleza y acción de esos factores,


descomponer la fórmula de la tasa de ganancia. Partiendo de la expresión inicial
G= p/(C+V) – que relaciona la plusvalía con el total del capital invertido – y
dividiendo ambos miembros por el capital variable, la tasa de ganancia se
convierte en: G= (P/V)/(C/V+1)

En esta segunda expresión se constata que la tasa de ganancia guarda una


relación directa con la tasa de plusvalía e inversa con la composición orgánica del
capital.

2. Rosdolsky desenvuelve extensamente este tema en su conocido trabajo sobre el


Capital.

"El plustrabajo que un obrero puede realizar tiene determinados límites; por una
parte la duración de la jornada laboral, por la otra la porción de la misma necesaria
para la reproducción de la propia fuerza de trabajo. Si la jornada normal de trabajo
comprende, por ejemplo, 8 horas, ningún aumento de la productividad puede
exprimirle al obrero mayor plustrabajo que 8 menos tantas horas como
correspondan a la producción del salario. Si la técnica de producción lograse
reducir el tiempo de trabajo necesario de, por ejemplo, 4 horas a media hora, el
plustrabajo (en el caso de una jornada laboral de 8 horas) aún seguiría
constituyendo no más de 15/16 de la jornada laboral. Ascendería de las 4 horas
originarias a 71/2, vale decir que ni siquiera se duplicaría. Pero al mismo tiempo, la
productividad del trabajo debería crecer monstruosamente (como ya lo destaca
Marx en los Grundisse). Cuanto mayor sea el plusvalor del capital antes del
aumento de la fuerza productiva – escribía allí – (…) o cuanto menor desde ya la
fracción de la jornada de trabajo que constituye el equivalente del obrero (…) tanto
menor es el crecimiento del plusvalor recibido por el capital gracias al aumento de
la fuerza productiva. Su plusvalor se eleva, pero en una proporción cada vez
menor respecto al desarrollo de la fuerza productiva. Por consiguiente, cuanto más
desarrollado sea ya el capital (…), tanto más formidablemente tendrá que
desarrollar la fuerza productiva para valorizarse a sí mismo en ínfima proporción,
vale decir, para agregar plusvalor, porque su barrera es siempre la proporción
entre la fracción del día – que expresa el trabajo necesario – y la jornada entera de
trabajo. Únicamente puede moverse dentro de este límite."

(Roman Rosdolsky, Génesis y estructura de El Capital de Marx, Ed. Siglo


veintiuno, pág. 450-451.

3. Claudio Katz, Herramientas N° X, "Una interpretación contemporánea de la ley


de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia", pág. 148.

4. Anwar Shaikh, Valor, Acumulación y Crisis. Ensayos sobre economía política,


Ed. Tercer Mundo, págs. 285-286.

5. K. Marx, Grundisse. Vol. 2, pág. 22.


6. Anwar Shaikh, Valor, Acumulación y Crisis. Ensayos sobre economía política,
Ed. Tercer Mundo, pág. 315.

7. K. Marx, Trabajo Asalariado y Capital.

8. Anwar Shaikh, Op. Cit., pág. 346.

9. Anwar Shaikh, Op. Cit., Ed. Tercer Mundo, pág. 284.

10. Mosley, "The decline of the rate of profit in the postwar economy", Capital and
Class N° 48.

11. Para una visión crítica más integral del planteo de Mandel se puede consultar
los trabajos de Richard Day, Teoría de los grandes ciclos, Ed. Akala, y Paul
Mattick, Crítica de los neomarxistas, Ed. Península; o el trabajo más reciente de O.
Coggiola en torno a las "ondas largas" en Neoliberalismo o crisis de capital, Ed.
Xama. Al respecto Coggiola señala: "Lo principal es que para justificar su esquema
teórico preconcebido Mandel se vio obligado a considerar unilateralmente los
factores de expansión capitalista de post-guerra (corrida armamentista, inflación
mundial) como factores de desenvolvimiento de las fuerzas productivas y no como
factores que evidencian un profundo anacronismo y parasitismo del modo de
producción capitalista que preparaban, en el marco de los negocios, las bases para
una crisis sin precedentes en la historia del capitalismo por su extensión y
profundidad".

12. Osvaldo Coggiola, Neoliberalismo o crisis del capital, Ed. Xama, pág. 157.

13. Un ejemplo de este método se puede constatar en un reciente trabajo de


Claudio Katz, quien reivindica el enfoque mandeliano: "Mientras la tendencia
depuratoria contribuye a recomponer efectivamente la tasa de ganancia, la política
opuesta de socorro bloquea este proceso. Pero ambas orientaciones coexisten,
porque expresan los intereses de grupos empresarios que atraviesan situaciones
muy dispares. Hasta tanto la primera tendencia no prevalezca categóricamente
sobre la segunda, los componentes de crisis y reorganización coexistirán en la
determinación del signo de la etapa. (!!)

La tasa de ganancia es un indicador central para diagnosticar si una nueva fase del
capitalismo ha comenzado. Los índices de recuperación en el corto plazo son
numerosos (!!), pero un juicio sobre la tendencia en el largo plazo requiere
incorporar otros elementos de análisis, ligados a la mundialización y a la lucha de
clases. En el marco teórico de la ley de Marx y su interpretación contemporánea en
un sentido débil, fluctuante y en períodos históricos es una pieza central de esta
caracterización." (Claudio Katz, Op. Cit., pág. 165-166). Los destacados y signos
de admiración son nuestros

14. Ernest Mandel, 100 años de controversia en el marxismo.

15. Paul Mattick, Crítica de los neomarxistas, Ed. Península, página 183.
Tasa de media ganancia y tasa de ganancia media
La tasa media de ganancia en los diversos ramos de la producción resulta determinada no por la
composición del capital, particular de cada uno de ellos, sino por su composición social media.
La tasa de ganancia siempre expresa la tasa de plusvalor más baja de lo que es. Hemos visto ahora que
hasta una tasa creciente de plusvalor tiene la tendencia a expresarse en una tasa declinante de ganancia. La
tasa de ganancia sólo sería igual a la tasa del plusvalor cuando c = O, es decir si todo el capital se
desembolsara en salarios. Una tasa decreciente de ganancia sólo indica una tasa decreciente del plusvalor
si la relación entre el valor del capital constante y la cantidad de fuerza de trabajo que pone en movimiento
a dicho capital constante permanece inalterada, o si ésta ha aumentado con relación al valor del capital
constante.
Con la baja de la tasa de ganancia aumenta el mínimo de capital requerido en manos del capitalista
individual para un empleo productivo del trabajo; es el capital requerido tanto para su explotación en
general, como para que el tiempo de trabajo empleado sea el tiempo de trabajo necesario para la
producción de las mercancías, esto es, no sobrepase el promedio del tiempo de trabajo socialmente
necesario para producirlas.
Las empresas sumamente grandes, con una proporción extraordinariamente elevada de capital constante,
como por ejemplo los ferrocarriles, no arrojan la tasa media de ganancia, sino solamente una parte de la
misma, un interés
El crecimiento del capital, es decir la acumulación del capital, sólo implica una disminución de la tasa de
ganancia en la medida en que con ese crecimiento se verifiquen las modificaciones antes consideradas en la
relación entre los componentes orgánicos del capital.

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