La Vida Eterna
La Vida Eterna
La Vida Eterna
…Durante nuestras vida anhelamos que llegue diciembre, cuantos hemos despedido…
…Los curas puede que estén alegres celebrando un bautizo y en minutos orando en un entierro.
…Nosotros en el día a día, a cuantos matrimonios de amigos y conocidos hemos ido y cuantos
divorcios hemos tenido que presenciar.
1. La muerte
La vida va muy acelerada y esto a muchos nos hace pensar en la vida eterna.
Cuando era niña pensaba mucho en la vida eterna. Que es eso de no morir nunca, ¿Cómo sería?
Eso me abrumaba, pasaba noches sin dormir….
Es cierto:
En la juventud, teneos energía dinamismo, pero no tenemos nada de experiencia y el joven tiende
a equivocarse mucho y la mayoría está pelado, cuando llegamos ya ha tener experiencia, tener
cobres, pao… La muerte….
Cuando somos padres atendemos a los hijos a media, porque hay que trabajar, cumplir metas
personales y profesionales, cuando tenemos tiempo para cuidar a los nietos…pao…la muerte…
La vida se va tan rápida… Es un ratico nada más… a unos les irá bien, otros sufren enfermedades,
calumnias, pobreza…
Y muchos pensarán ¿Qué objeto tiene mi vida? ¿Por qué vivir? ¿Para qué me creó Dios?
El caso es que llegamos a la existencia sin previa consulta. A nosotros no nos preguntaron si
queríamos vivir. Y lo otro es que moriremos contra nuestra propia voluntad, porque nadie se
quiere morir.
Sin embargo, para nosotros los cristianos la muerte no debe ser un enigma. Pues nosotros
creemos que la muerte no es un punto final, sino el primer punto de la vida eterna…
Un cura amigo en una homilía pregunto quién quería vivir eternamente y todos levantaron la
mano, pero al preguntar quién se quería morir nadie la levanto. Y es que la alcabala de la vida
eterna es la muerte.
En una oración de San Francisco de Asís nos dice que muriendo es como tenemos vida eterna.
Es el transito al paraíso
La muerte es nacimiento a la vida eterna.
Tenemos que creer que la vida no termina, sino que se transforma. Somos seres eternos…Nuestra
vida temporal es la aurora de la eterna.
Creer en la vida eterna, es abrazar la muerte, aceptarla y buscar querer estar con Dios.
2. El examen Final.
Parábola de los talentos. Mateo 25 (14-30)
Nuestra vida son los talentos (con nuestra salud, nuestra cultura, nuestros medios, nuestras
circunstancias, nuestros años). De eso se nos pedirá cuenta.
Nos suspenderán por nuestras comisiones (por haber malgastado el tiempo) y por la omisión (por
no haber empleado los talentos).
Nos aprobarán por nuestro amor a Dios y por nuestro amor al prójimo. Ese amor tiene una
medida: como el que nos tenemos a nosotros mismos y como el que nos tuvo Jesús a nosotros…
Ahora bien si me pidieran cuentas en este momento ¿Me encontrarían con las manos vacías de mí
o llenas de servicios al prójimo? ¿Estaría seguro de un levántate, siervo bueno y fiel…? ¿Figuraría
entre los benditos de mi padre?
3. El más allá
El padre Gil nos indica que los sociólogos y pedagogos de hoy han convencido a los padres de
que no deben hablar ni del infierno, ni del cielo.
El caso es que inevitablemente terminaremos o con Dios en el cielo o de espaldas a Dios en el
infierno.
Desde que Dios decretó la creación, proyectó la felicidad del hombre. Y, después de su
perdición por el pecado, Dios planificó su salvación.
Dios no quiere condenar a nadie: Dios envío a su Hijo al mundo no para condenarlo, sino para
que el mundo se salve por Él (Jn 3, 17).
Dio no quiere aniquilar a nadie, ni tampoco perder a nadie, Dios quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
San Agustín resumió así el plan de Dios: Nos hiciste, Señor, para Ti. Y Nuestro corazón está
inquieto, mientras no descanse en ti.
EL INFIERNO
Lo mismo que el pecado, es obra de los hombres. Dios infinitamente bondadoso, no puede
querer ni, por lo tanto, crear el infierno.
En el infierno nuestra vida resulta sin razón de ser, no tiene sentido, carece de esperanza.
Todo por culpa de una opción irrepetible que sólo nosotros podemos evitar.
¿Qué es el Reino?
Es la llamada de Dios, que pide una respuesta del hombre. Es el plan de Dios, que necesita ser
realizado por el hombre. Es el premio por esa respuesta y por esa realización.
Cuando llegue el fin (Mt 24, 33). Se acerca nuestra liberación, con su retorno comienza
nuestro triunfo final.
¿Cómo vendrá el Reino?
El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Ya está entre nosotros Lc 17, 20-21. Lo importante es
que a su llegada estemos dispuestos a recibirlo, en vela (Mt 24, 43-44)
En cualquier parte. Como el relámpago que cruza el horizonte y es percibido por todos. Lo que
interesa es que nos encuentre consigo más y vigilantes.
El Reino es por y para los hombres. Por eso se llama también salvación y vida eterna.
Reino es la casa donde Dios vive en familia con los elegidos. Es la morada de Dios con los
hombres.
El Reino de los cielos es la mansión donde todo sucede al revés: los pobres se vuelven ricos, los
últimos son los primeros.
El Reino es el pueblo con gente de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, reunidos como
hijos del mismo Padre.
El Reino es l coro de todos los que han triunfado de la muerte y cantan alegres… ¡grandes y
maravillosas son tus obras!
La opción cristiana para conseguir el Reino debe ser una opción integral: ni verticalismo puro,
ni horizontalismo a ultranza.
Se equivocan los que consideran que pueden olvidar las tareas temporales. Jesús trabajó por
30 años y mandó echar las redes-
Se equivocan también los que piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos
temporales. Jesús se retiraba a orar.
La religión compromete toda la vida del hombre. Para conseguir el tesoro del Reino hay que
venderlo todo.
Jesús nos mandó que aguardáramos su retorno con lámparas encendidas, haciendo fructiferar
los talentos y amando a los hermanos.
En conclusión:
Por eso el que desea la muerte como triunfo sobre el tiempo indica que se está abriendo a la
eternidad.
Dios nos prepara una morada, donde habita la justicia y donde la alegría saciará los anhelos de
paz, que brotan del corazón humano.