El Mar de Lu Nombre Momentanio

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Un día normal en la península Dreik y también para lu.

Eran un jueves por la tarde, la biblioteca


Ross ya había cerrado sus puertas, toda la persona se retiraban mientras el sol caía. La
biblioteca quedo en silencio absoluto, hasta q la paz fue perturbada por Lu. La música le trajo
vida a toda la biblioteca. Lu ordeno los libros, sillas y lámparas muy gustosa, mientras
tarareaba una canción. Subir y bajar, ir de allá para allá por la gran biblioteca se volvía una
tarea divertida si tienes ritmo. La señora Havel no se quedaba atrás y también tarareaba.
Finalmente, a culminado otro día más. Las únicas 2 almas en toda la biblioteca se sentaron en
un balcón de la biblioteca en donde se podía ver toda la playa. El farol le daba la bienvenida a
los barcos que se acercaban como polillas a la costa de Dreik. Una tasa de leche fría para la
niña, Lu tomo el baso un poco disgustada, tener 16 años no ser una niña, replico. Un café tomo
la señora Havel. Un pie de manzana y pan se sirvió en la mesa. La adolescente hablaba sobre
cómo sería más allá del mar y la señora le contaba las maravillas del mundo. Lugares increíbles
como las islas galápagos, del viejo oriente y las Américas. Lu bromeaba si habrían monstros
raros, como un pez de dos cabezas que hablara en francés.

Paso el tiempo y la charla no paraba y las risas tampoco, la imaginación y las ocurrencias de Lu
eran incomparables. Sonó el reloj, marcaba las 8. Lu exclamo -Maldición ya es tarde. -Esa boca
señorita-Señora Havel. Apurada termino su trozo de pie. Corro hasta su habitación. Se puso sus
zapatillas, cogió su ukelele y su abrigo. La señora le alcanzo un sándwich y le dijo que no se
haga tarde y se despidió con un beso. Lu apurada bajo las escaleras de la biblioteca, deambuló
un rato por el inmenso lugar, se tropezó con sus pasadores desamarrados, maldijo y se
levantó. La dulce voz de la señora Havel se escucho indicando por donde debería ir. Lu
encontró la salida. Bajo las escaleras del exterior de la biblioteca, corrió por las calles, el pitido
de los autos, las personas por la calle y el rugir de los barcos le daban inicio al jueves azul.
Todos los jueves los capitanes de los barcos regresaban la península. Los bares se llenaban. Lu
llego a la conocida taberna de El Gran Pipita, era el dueño del lugar, un viejo muy vivaracho,
tenia decendencia italiana, de estatura pequeña y un bigote singular, aunque tenía un peculiar
acento inglés. En aquel bar era donde nuestra protagonista trabajaba, todas las noches.
Primero laboraba como bar tender y luego como artista, ella era la encargada de darle vida a la
noche con sus conciertos. Era el lugar soñado para Lu, le encantaba escuchar las historias de
los capitanes. Ella se había ganado el respeto y cariño de todos en la taberna. Eran las 10 y era
tradición iniciar con el espectáculo. Lu se alisto, calentó la voz e inicio con su concierto. Paso el
tiempo y todo iba de los más normal, la gente pedía canciones tras canciones. Todo bien hasta
las 11:20 de la noche. El viejo Carl ingreso a recinto, se podía ver en él dibujado una sonrisa y
alegría en su rostro. Lo primero que hizo fue gritar -¡Era verdad!!!!, ¡¡Finlend si existe, no era
una simple historia!!. El anciano fue tomado como un loco, pero igual se integro a la pachanga,
tomo y tomo, bailo u balbuceaba cosas sin sentido. Seres inigualables, lugares increíbles y
otras cosas raras. De un momento a otro, el viejo Carl alzo un vaso con wiski, se lo tomo y su
ebrio cuerpo se desvaneció. Lu de inmediato dejo de conversar con una de las pocas capitanas
que había en el lugar y se acero al cuerpo tendido. Le vio la presión, todos estaban en silencio,
-esta muerto, exclamó Lu a toda voz. Se escucho un grito de júbilo y la música de nuevo
continuo.
Lu, llamo a la jefe pipita y le conto la noticia. Al poco tiempo ya había retirado el difunto
cuerpo del viejo Carl. Ya van dos muertos este mes- dijo pipita, nos estamos volviendo
famosos, no de la mejor manera, pero la gente no para de llegar. Lu, se rio. Los 2 acomodaron
el cuerpo y dejaron que el cuerpo zarpe mar adentro. Pipita regreso a la taberna, pero Lu se
quedo a reflexionar sobre lo ocurrido, no es que este exaltada por la muerte, si no le pareció
curioso lo que decía el viejo Carl. La curiosa Lu, camino descalzo y luego de un rato se echó en
la arena, mirando la luna y las estrellas. El nombre de Finlend so salía de su cabeza.

Al día siguiente, las puertas de la biblioteca abrieron. Lu se encontraba como recepcionista y la


señora Havel ayudaba a las personas del lugar. Pareciese como si estuviera en todos lados,
daba un poco de miedo, pero para la señora Havel conocía la biblioteca como la palma de su
mano, había vivido y trabajado allí desde que nació. La biblioteca Ross, había sido de la familia
Havel, per generaciones. Lu cada vez estaba más inquieta por saber q era aquel lugar, le
pregunto a su madrastra, esta un poco ocupada acepto ser interrogada. La niña, prepotente
preguntaba sobre Finlend. La señora Havel, se para en seco y Lu quedo fría, ahora los roles se
intercambiaron, le pregunto de donde había escuchado de ese lugar. Confundida y nerviosa Lu
tocio y dijo que lo había escuchado a un capitán en la taberna. La señora Havel le dijo que
después del trabajo le iba a contar un cuento. Confundida Lu vio como Havel se alejaba poco
apoco y continuaba ayudando a las personas que estaban por allí. Regreso a su puesto y
continúo trabajando. Callo la tarde y la biblioteca cerro. Se abrieron las cortinas y el aire fresco
a la sala de la casa de la señora Havel, en el ultimo piso de la biblioteca Ross. El silbido del
viento, el atardecer y el mar asechaba. La señora Havel llamo a Lu e hizo que se sentase. Sirvió
un té ingles para las dos. Lu bromeo que por din tomaba algo además de leche. La voluptuosa
y elegante señora, se acomodó los lentes y empezó a contar el cuento pendiente.

Antes, de hace mucho tiempo, ocurrió un gran terremoto. La biblioteca quedo sepultada y en
ruinas mucha gente murió, la dulce niña que vez ahora sufrió el destre como todos. Miles de
libros y mapas se perdieron. Paso tiempo y los Havel lograron recomponerse, recuperaron
decenas de libros y poco a poco la biblioteca renació, pero desde entonces no fue lo que
alguna vez fue. Antes del desastre a mi me gustaba leer las historias de Favit. Eran cuentos
para niños, también recuerdo vagamente, grandes almacenes con basta cantidad de
documentos y muchos libros de aquel supuesto capitán Favit. Después de unos meses,
llegaron a tierra marineros que se creían muertos por los sunamis a causa del terremoto. Ellos
estaban aparente mente sanos, pero exaltados. Empezaron a contar historias de un lugar
llamado también Finlend, todos los oían ya que a todos les parecía curioso y extrañas su
historia. La mayoría los tomaban locos y que solo estaban delirando por los traumas del
naufragio del que habían sobrevivido. Poco a poco las personas los dejaron de escuchar, ya
que cada vez sus historias se volvían más fantasiosas y cuestionables para ser reales. Una
noche se corrió la voz que todos los “locos” habían muerto al parecer por un ruital. Ese fue el
boom para creer que esas personas, no eran, más que unos charlatanes que buscaban fama y
después de un tiempo nadie hablaba sobre ellos.

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