El Origen Del Pecado
El Origen Del Pecado
El Origen Del Pecado
Su Origen
Las Escrituras nos enseñan también que hubo otra caída: Adán y Eva fueron
creados “buenos” y colocados en el idílico huerto del Edén, donde disfrutaban de
una estrecha comunión con Dios (Génesis 1:26–2:25). Puesto que no eran
divinos, y eran capaces de pecar, necesitaban depender continuamente de Dios.
De igual manera, necesitaban comer habitualmente del árbol de la vida. Esto
queda indicado por la invitación que les hace Dios a comer de todos los árboles,
incluso el árbol de la vida, antes de la caída (2:16).
Algunos creen que el pecado y la maldad no son reales, sino simples ilusiones que
se pueden vencer por medio de una percepción correcta. La Ciencia Cristiana, el
hinduismo, el budismo, el pensamiento positivo de cierto cristianismo popular,
buena parte de la psicología y diversos aspectos del movimiento de la Nueva Era
resuenan con este punto de vista.
Entre las ideas más antiguas sobre el pecado, se halla el dualismo, la creencia de
que existe una lucha entre unas fuerzas preexistentes (virtuales o reales) e
iguales, o dioses del bien y del mal. Estas fuerzas cósmicas y su batalla causan la
pecaminosidad en la esfera de lo temporal. Con frecuencia, la materia, que es
mala (en especial la carne), o bien lleva en sí el pecado, es en realidad el pecado,
y debe ser derrotada. Esta idea aparece en las religiones antiguas del Medio
Oriente, como el gnosticismo, el maniqueísmo y el zoroastrismo. En muchas
versiones del hinduismo y el budismo, y en su derivación de la Nueva Era, se
reduce la maldad a una necesidad amoral.
Dios permitió que el Edén fuese invadido por Satanás, quien tentó astutamente a
Eva (Génesis 3:1–5). Haciendo caso omiso de la Palabra de Dios, Eva cedió ante
su anhelo de belleza y sabiduría, tomó de la fruta prohibida, se la ofreció a su
esposo, y comieron juntos (3:6). La serpiente había engañado a Eva, pero Adán
parece haber pecado a sabiendas (2 Corintios 11:3; 1 Timoteo 2:14; la aceptación
tácita de Dios en Génesis 3:13–19). Posiblemente, mientras que Adán había oído
directamente de Dios el mandato de no comer del árbol, Eva lo oyera solamente a
través de su esposo (Génesis 2:17; véase 2:22). Por consiguiente, Adán era más
responsable ante Dios, y Eva era más susceptible a los engaños de Satanás.
La sujeción al castigo: Todos los humanos, incluso los infantes, están sometidos
al castigo. “Hijos de ira” (Efesios 2:3) es un semitismo para indicar el castigo divino
(véase 2 Pedro 2:14).1 Las imprecaciones bíblicas contra los niños (Salmo 137:9)
indican esto. En Romanos 5:12 dice que la muerte física (véase 5:6–8, 10, 14, 17)
nos llega a todos, evidentemente, infantes incluidos, porque todos hemos pecado.
Los niños, antes de llegar a la edad de la responsabilidad o el consentimiento
moral (es probable que la edad cronológica varíe según la persona), no son
personalmente culpables. No tienen conocimiento del bien ni del mal
(Deuteronomio 1:39)
No todos como Adán: Está claro que algunas personas no pecaron de la misma
manera que Adán; sin embargo, sí pecaron, y también murieron (Romanos 5:14)
La justicia de Dios: Se debe conservar la justicia con que actuó Dios al permitir
que el pecado de Adán pasara a los demás.
Satanás
Como castigo por su maldad, Satanás fue arrojado del cielo, junto con su grupo de
ángeles que se habían plegado a su rebelión Mateo 25:41; Apocalipsis 12: 7;
Efesios 2:2, Mateo 12:24.
Su carácter: El carácter de Satanás está indicado por los nombres y títulos por
medio de los cuales es conocido como satanás, significa literalmente adversario, y
presenta sus intentos perniciosos y maliciosos de obstaculizar los propósitos de
Dios.
Demonios
Los ángeles fueron creados perfectos, intachables, y a igual que el hombre, fueron
dotados del poder de elegir. Bajo la dirección de Satanás, muchos de ellos
pecaron y fueron arrojados del cielo, el pecado por el cual Satanás y sus secuaces
cayeron era el orgullo.