Herbert Spencer
Herbert Spencer
Herbert Spencer
Cuando era adolescente y también cuando era un adulto joven, a Spencer le resultó difícil elegir una
disciplina intelectual o profesional. Trabajó como ingeniero civil durante el auge de los ferrocarriles de la
década de 1830, al tiempo de dedicar gran parte de su tiempo a escribir para revistas provinciales que eran
inconformes en su religión y radicales en su política. De 1848 a 1853 se desempeñó como subeditor de la
revista de libre comercio The Economist, tiempo durante el cual publicó su primer libro, Social Statics
(1851), que predijo que la humanidad eventualmente se adaptaría completamente a las exigencias de la vida
en la sociedad con la consecuente desaparición del estado.
Su editor, John Chapman, introdujo a Spencer a su tertulia, a la que asistieron muchos de los principales
pensadores radicales y progresivos de la capital, incluyendo a John Stuart Mill, Harriet Martineau, George
Henry Lewes y Mary Ann Evans (George Eliot), con quien fue brevemente ligado sentimentalmente. El
propio Spencer introdujo al biólogo Thomas Henry Huxley, que más tarde ganaría fama como el «bulldog
de Darwin» y quien permaneció su amigo de toda la vida. Sin embargo, fue la amistad de Evans y Lewes
la que le dio a conocer A System of Logic de John Stuart Mill y el positivismo de Auguste Comte y que le
puso en el camino del trabajo de su vida. Estaba fuertemente en desacuerdo con Comte.11
El primer fruto de su amistad con Evans y Lewes fue el segundo libro de Spencer, Principles of
Psychology, publicado en 1855, que exploró una base fisiológica para la psicología. El libro se basa en la
suposición fundamental de que la mente humana es sujeta a las leyes naturales y que éstas podrían ser
descubiertas en el marco de la biología general. Esto permitió la adopción de una perspectiva de desarrollo
no sólo en términos del individuo (como en la psicología tradicional), sino también de la especie y la raza.
A través de este paradigma, Spencer quería conciliar la psicología asociacionista de A System of Logic de
Mill, la noción de que la mente humana se construye a partir de sensaciones atómicas unidas por las leyes
de la asociación de ideas, con la teoría aparentemente más «científica» de la frenología, que encontraba
específicas funciones mentales en partes específicas del cerebro.12 13
14
Spencer argumentó que ambas teorías eran cuentas parciales de la
verdad: repetidas asociaciones de ideas se plasman en la formación
de cadenas específicas de tejido cerebral, y éstas se puedan
transmitir de una generación a la siguiente por medio del
mecanismo lamarckiano de la herencia de estructuras u órganos
frecuentemente usadas por un individuo durante su vida. Principles
of Psychology, a su juicio, haría para la comprensión de la mente
humana lo que Isaac Newton había hecho para la comprensión de
la materia.15 Sin embargo, el libro no tuvo éxito y el último de los
251 ejemplares de su primera edición no se vendió hasta junio de
1861.
En 1858 Spencer produjo un esbozo de lo que sería System of Synthetic Philosophy. Esta empresa de gran
envergadura tuvo el objetivo de demostrar que el principio de la evolución se aplicaba a la biología, la
psicología, la sociología (Spencer consignó el término de Comte para la nueva disciplina) y la moralidad.
Spencer previó que esta obra de diez volúmenes tardaría veinte años en completarse; al final le llevó el
doble de tiempo y consumió casi todo el resto de su larga vida.
A pesar de las dificultades para establecerse como un escritor que Spencer tenía al principio, por la década
de 1870 se había convertido en el más famoso filósofo de la edad.17 Sus trabajos fueron muy leídos
durante su vida, y en 1869 fue capaz de mantenerse únicamente con el beneficio de las ventas de libros y
de los ingresos de sus contribuciones regulares a publicaciones periódicas victorianas, que se publicaron en
tres volúmenes titulados "ensayos". Sus obras fueron traducidas al alemán, italiano, español, francés, ruso,
japonés y chino, y en muchas otras lenguas, y le ofrecieron honores y premios por toda Europa y América
del Norte. También se convirtió en un miembro del Athenaeum Club, un club de caballeros exclusivo en
Londres sólo abierto a los distinguidos en las artes y las ciencias, y el X Club, un club comedor de nueve
fundado por Thomas Henry Huxley que se reunía todos los meses e incluyó algunos de los pensadores más
destacados de la época victoriana (tres de los cuales se convertirían en presidentes de la Royal Society).
Los miembros incluyeron al físico y filósofo John Tyndall y al primo de Darwin, el banquero y biólogo
John Lubbock. También hubo algunos satélites bastante significativos como el clérigo liberal Arthur
Stanley, deán de Westminster; y huéspedes como Charles Darwin y Hermann von Helmholtz fueron
entretenidos de vez en cuando. A través de este tipo de asociaciones, Spencer tuvo una fuerte presencia en
el corazón de la comunidad científica y fue capaz de asegurar una audiencia influyente por sus opiniones. A
pesar de su creciente riqueza y fama, nunca fue dueño de una casa de su propiedad.
Las últimas décadas de la vida de Spencer se caracterizaron por una creciente desilusión y soledad. Nunca
se casó, y después de 1855 era un hipocondríaco perpetuo que se quejaba sin fin de dolores y
enfermedades que ningún médico pudo diagnosticar en aquella época. Por la década de los 1890 sus
lectores habían comenzado a abandonarlo mientras que muchos de sus amigos más cercanos murieron y él
había llegado a dudar de la fe confidente en el progreso que había hecho la pieza central de su sistema
filosófico. Sus últimos años fueron también aquellos en los que sus puntos de vista políticos se hicieron
cada vez más conservadores. Mientras que Social Statics había sido obra de un demócrata radical que creía
en el derecho de voto para las mujeres (e incluso para los niños) y en la nacionalización de la tierra para
romper el poder de la aristocracia, por la década de 1880 se había convertido en un firme opositor del
sufragio femenino e hizo causa común con la Liberty and Property Defence League contra lo que veían
como un desvío hacia el «socialismo» de elementos (como William Harcourt) dentro de la administración
de William Gladstone, en gran medida contra las opiniones del propio Gladstone. Los puntos de vista
políticos de Spencer de este período se expresaron en lo que se convertiría en una de sus obras más
famosas, The Man Versus the State.
En 1902, poco antes de su muerte, Spencer fue nominado para el Premio Nobel de Literatura. Continuó
escribiendo durante toda su vida, en los últimos años a menudo mediante dictado, hasta que murió acausa
de su mala salud a la edad de 83 años. Sus cenizas están enterradas en el lado oriental del Cementerio de
Highgate de Londres frente a la tumba de Karl Marx. En su funeral el líder nacionalista indio Shyamji
Krishna Varma anunció una donación de £ 1 000 para establecer una cátedra en la Universidad de Oxford,
en homenaje a Spencer y su trabajo.16
Filosofía sintética
La base para la apelación de Spencer a muchos de su generación era que parecía ofrecer un sistema de
creencia listo que podría sustituir a la fe religiosa convencional en un momento en que los credos ortodoxos
parecían desmoronarse bajo los avances de la ciencia moderna. El sistema filosófico de Spencer parecía
demostrar que era posible creer en la perfección última de la humanidad sobre la base de las concepciones
científicas avanzadas, como el primer principio de la termodinámica y de la evolución biológica.
En esencia, la visión filosófica de Spencer estaba formada por una combinación de deísmo y positivismo.
Por un lado, había absorbido algo del deísmo del siglo XVIII de su padre y otros miembros de la Sociedad
Filosófica de Derby y de libros como el inmensamente popular The Constitution of Man (1828) de George
Combe. Este trataba el mundo como un cosmos de diseño benévolo, y las leyes de la naturaleza como los
decretos de un «ser trascendentalmente amable». Las leyes naturales son por lo tanto los estatutos de un
universo bien gobernado que habían sido decretado por el Creador con la intención de promover la
felicidad humana. Aunque Spencer perdió su fe cristiana cuando era adolescente y más tarde rechazó
cualquier concepción «antropomórfica» de la deidad, se mantuvo firme en esta concepción en un nivel casi
subconsciente. Al mismo tiempo, sin embargo, le debía mucho más de lo que jamás reconocería al
positivismo, en particular, en su concepción de un sistema filosófico como la unificación de las diversas
ramas del conocimiento científico. También siguió al positivismo en su insistencia en que sólo era posible
tener un conocimiento real de los fenómenos y por lo tanto que era ocioso especular sobre la naturaleza de
la realidad última. La tensión entre el positivismo y su deísmo residual corrió a través de toda la obra
System of Synthetic Philosophy.
Spencer siguió a Comte en el objetivo de la unificación de la verdad científica; fue en este sentido que su
filosofía pretendió ser «sintética». Al igual que Comte, que estaba comprometido con la universalidad de la
ley natural, la idea de que las leyes de la naturaleza se aplican sin excepción, a la esfera orgánica tanto
como a la inorgánica, y a la mente humana tanto como al resto de la creación. El primer objetivo de la
filosofía sintética fue así demostrar que no había excepciones para ser capaz de descubrir las explicaciones
científicas, en forma de leyes naturales, de todos los fenómenos del universo. Los volúmenes de Spencer
sobre biología, psicología y sociología tenían por objetivo demostrar la existencia de leyes naturales en
estas disciplinas específicas. Incluso en sus escritos sobre la ética sostuvo que era posible descubrir «leyes»
de la moral que tenían el carácter de las leyes de la naturaleza sin dejar de tener contenido normativo, una
concepción que puede ser rastreada a The Constitution of Man de Combe.
El segundo objetivo de la filosofía sintética era mostrar que estas mismas leyes condujeron inexorablemente
al progreso. A diferencia de Comte, que destacó sólo la unidad del método científico, Spencer buscó la
unificación del conocimiento científico en forma de la reducción de todas las leyes naturales a una ley
fundamental, la ley de evolución. A este respecto, siguió el modelo establecido por el editor de Edimburgo
Robert Chambers en su anónimo Vestiges of the Natural History of Creation (1844). Aunque a menudo
descartado como un precursor de peso ligero de El origen de las especies de Charles Darwin, el libro de
Chambers era en realidad un programa para la unificación de la ciencia que pretendía demostrar que la
hipótesis nebular de Laplace sobre el origen del sistema solar y la teoría de la transformación de especies de
Lamarck eran ambas instancias de «una magnífica generalización de desarrollo progresivo» (frase de
Lewes). Chambers se asoció con la tertulia de Chapman y su trabajo sirvió de plantilla no reconocida para
la filosofía sintética.
Evolución
Spencer articuló por primera vez su punto de vista evolutivo en su ensayo Progress: Its Law and Cause
(publicado en el Westminster Review de Chapman en 1857), que más tarde formó la base de First
Principles of a New System of Philosophy (1862). En él se expone una teoría de la evolución que combina
ideas del ensayo de Samuel Taylor Coleridge The Theory of Life - a su vez derivado de la Naturphilosophie
o Filosofía de la Naturaleza de Friedrich Wilhelm Joseph Schelling - con una generalización de la ley del
desarrollo embriológico de von Baer. Spencer postuló que todas las estructuras en el universo se desarrollan
a partir de una simple e indiferenciada homogeneidad a una compleja y diferenciada heterogeneidad, siendo
acompañadas por un proceso de mayor integración de las partes diferenciadas. Este proceso evolutivo se
puede encontrar en funcionamiento, en opinión de Spencer, a través del cosmos. Era una ley universal, que
se aplicaba a las estrellas y las galaxias tanto como a los organismos biológicos, y a la organización social
humana tanto como a la mente humana. Se diferenciaba de otras leyes científicas solo por su mayor
generalidad, y las leyes de las ciencias especiales podrían ser demostradas de ser ejemplos de este principio.
Sin embargo, como Bertrand Russell declaró en una carta a Beatrice Webb en 1923, esta formulación tiene
problemas: «No sé si [Spencer] se dio cuenta alguna vez de las implicaciones del segundo principio de la
termodinámica; si es así, bien puede estar molesto. El principio dice que todo tiende a la uniformidad y a un
nivel muerto, disminuyendo (no incrementando) heterogeneidad».19
El intento de Spencer de explicar la evolución de complejidad biológica era radicalmente diferente al que se
encuentra en El origen de las especies de Darwin, que se publicó dos años más tarde. Es a menudo creído,
bastante erróneamente, que Spencer simplemente se apropió y generalizó la obra de Darwin sobre la
selección natural. Sin embargo, aunque después de leer la obra de Darwin acuñó la frase «supervivencia
del más apto» como su propio término para el concepto de Darwin,8 9 y es a menudo erróneamente
considerado como un pensador que se limitó a aplicar la teoría darwiniana a la sociedad, él solo incorporó a
regañadientes la selección natural en su sistema global preexistente. El principal mecanismo de
transformación de las especies que reconocía era el principio lamarckiano de la herencia de los caracteres
adquiridos, que postula que los órganos se desarrollan o se ven disminuidos por el uso o no uso y que los
cambios resultantes pueden ser transmitidos a las generaciones futuras. Spencer creía que este mecanismo
evolutivo también era necesario para explicar la evolución «más alta», especialmente el desarrollo social de
la humanidad. Además, a diferencia de Darwin, sostuvo que la evolución tenía una dirección y un punto
final, la consecución de un estado final de equilibrio. Trató de aplicar la teoría de la evolución biológica a la
sociología. Propuso que la sociedad era el producto de un cambio de formas inferiores a formas superiores,
al igual que en la teoría de la evolución biológica se dice que las formas más bajas de la vida evolucionan
hacia formas más elevadas. Spencer afirmó que la mente del hombre había evolucionado de la misma
manera a partir de las simples respuestas automáticas de los animales inferiores al proceso de razonamiento
en el hombre, que es capaz de pensar. Spencer creía en dos tipos de conocimiento: el conocimiento
adquirido por el individuo y los conocimientos adquiridos por la raza. La intuición, o el conocimiento
aprendido de manera inconsciente, fue la experiencia heredada de la raza.
En su libro Principles of Biology (1864), Spencer propuso una teoría de pangénesis en la que se describían
«unidades fisiológicas». Estas unidades hereditarias hipotéticas eran similares a las gémulas de Darwin.20
Sociología
Spencer leyó con entusiasmo la sociología positivista original de
Auguste Comte. Un filósofo de la ciencia, Comte había propuesto
una teoría de la evolución cultural según la cual la sociedad
progresa estando sujeta a una ley de tres estados. Tomando en
cuenta varios desarrollos de la biología, Spencer rechazó lo que él
consideraba los aspectos ideológicos del positivismo de Comte, en
un intento de reformular las ciencias sociales en términos de su
principio de evolución, que aplicó a los aspectos biológicos,
psicológicos y sociológicos del universo. Dada la primacía que
Spencer concede a la evolución en su trabajo, la sociología de
Spencer podría describirse como darwinismo social (mezclado con
lamarckismo). A pesar de la popularidad de este punto de vista, una
descripción de la sociología de Spencer como tal es equivocada. Si
bien escritos políticos y éticos de Spencer tenían temas consistentes
con el darwinismo social, tales temas no están presentes en los
trabajos sociológicos de Spencer, que se centran en la construcción Retrato de Spencer.
de una teoría sobre cómo los procesos de crecimiento social y
diferenciación llevan a las cantidades variables de complejidad
entre las diversas formas de organización social.21
Una sociedad es un organismo. Los dos tienen vida, crecen y mientras más crecen, sus elementos se
multiplican y se diferencian entre sí. Igualmente, las funciones de sus elementos se especializan cada vez
más, aunque no son enteramente iguales, pues mientras el organismo forma "un todo concreto", la sociedad
forma "un todo discreto", permitiendo a sus elementos cierta libertad. En los primeros, la conciencia está
concentrada; en la sociedad, la conciencia está difundida en todo el cuerpo.22
Aunque Spencer hizo algunas valiosas contribuciones a la sociología temprana, sobre todo por su
influencia sobre el funcionalismo estructuralista, su intento de introducir ideas lamarckianas o darwinianas
en el ámbito de la sociología no tuvo éxito. Fue considerado por muchos, por el contrario, como
sumamente peligroso. Hermenéuticos de la época, tales como Wilhelm Dilthey, serían pioneros en la
distinción entre las ciencias naturales (Naturwissenschaften) y las ciencias humanas
(Geisteswissenschaften). En los Estados Unidos, el sociólogo Lester Frank Ward, que sería elegido como el
primer presidente de la American Sociological Association, lanzó un ataque implacable contra las teorías de
laissez-faire y ética política de Spencer. Aunque Ward admiraba mucho el trabajo de Spencer, creía que los
sesgos políticos anteriores de Spencer habían distorsionado su pensamiento y lo habían llevado por mal
camino.23 En la década de 1890, Émile Durkheim estableció la sociología académica formal con un
énfasis firme en la investigación social práctica. Por la vuelta del siglo XX la primera generación de
sociólogos alemanes, sobre todo Max Weber, había presentado antipositivismo metodológico. Sin embargo,
cabe señalar que las teorías de laissez-faire de Spencer, la supervivencia del más apto y una mínima
interferencia humana en los procesos de la ley natural tuvieron un atractivo perdurable e incluso creciente
en los campos de las ciencias sociales de la economía y ciencias políticas.24
Agnosticismo
La reputación de Spencer entre los victorianos debía mucho a su agnosticismo. Rechazó la teología como la
representación de la «impiedad de los piadosos». Obtuvo mucha notoriedad debido a su rechazo de la
religión tradicional, y fue condenado con frecuencia por pensadores religiosos por supuestamente defender
el ateísmo y el materialismo. No obstante, a diferencia de Thomas Henry Huxley, cuyo agnosticismo era un
credo militante dirigido a «el pecado imperdonable de la fe» (en palabras de Adrian Desmond), Spencer
insistió en que no estaba preocupado en socavar la religión en nombre de la ciencia, sino en llevar a cabo
una reconciliación de las dos.
A partir de creencias religiosas o de la ciencia, Spencer argumentó, las personas estaban impulsadas en
última instancia a aceptar ciertas nociones indispensables pero literalmente inconcebibles. Si existe un
interés en un creador o el sustrato que subyace en la experiencia de los fenómenos, no se puede concebir la
misma. Por lo tanto, Spencer concluyó, la religión y la ciencia están de acuerdo en la verdad suprema de
que el entendimiento humano solo es capaz de conocimiento «relativo». Este es el caso, ya que, debido a
las limitaciones inherentes de la mente humana, solo es posible obtener conocimiento de los fenómenos, no
de la realidad («la absoluta») de los fenómenos subyacentes. De ahí que tanto la ciencia como la religión
deben llegar a reconocer como el «más seguro de todos los hechos que el poder por el que el universo se
manifiesta a nosotros es absolutamente inescrutable». Llamó a esta toma de conciencia de «lo
incognoscible» y presentó el culto de lo incognoscible como capaz de ser una fe positiva que podría
sustituir a la religión convencional. De hecho, pensó que lo incognoscible representaba la última etapa en la
evolución de la religión, la eliminación definitiva de sus últimos vestigios antropomórficos.
La política en la Gran Bretaña victoriana tardía se movió en direcciones que a Spencer le desagradaban, y
sus argumentos proporcionaron mucha munición para los conservadores e individualistas en Europa y
América que todavía están en uso en el siglo XXI. La expresión «There is no alternative» («No hay
alternativa»), hecha famosa por la primera ministra Margaret Thatcher, puede atribuirse a su uso enfático
por Spencer.29
Para la década de 1880 denunciaba «el nuevo conservadurismo», es decir, el «ala social reformista» del
partido liberal, el ala en cierta medida hostil al primer ministro William Gladstone, esta facción del partido
liberal Spencer comparó con el intervencionista «conservadurismo» de personas tales como el antiguo
primer ministro del partido conservador Benjamin Disraeli. En The Man Versus the State (1884), atacó a
Gladstone y al partido liberal por perder su misión propia (que debería ser defender la libertad personal,
dijo) y en su lugar promover la legislación social paternalista (lo que el propio Gladstone llamó
«construcción», un elemento en el partido liberal moderno al que se oponía).30 Spencer denunció la
reforma agraria irlandesa, la educación obligatoria, las leyes para regular la seguridad en el trabajo, las leyes
de prohibición y templanza, bibliotecas financiadas por impuestos, y reformas de asistencia social. Sus
principales objeciones eran tres: el uso de los poderes coercitivos del gobierno, el desánimo dado a la
automejora voluntaria, y el desconocimiento de las «leyes de la vida». Las reformas, dijo, eran equivalentes
a «socialismo», y dijo que era casi lo mismo que la «esclavitud» en cuanto a la limitación de la libertad
humana. Spencer atacó con vehemencia el entusiasmo generalizado por la anexión de las colonias y la
expansión imperial, que subvertía todo lo que había predicho sobre el progreso evolutivo para las
sociedades y los estados de «militantes» a «industriales».31
Spencer anticipó muchos de los puntos de vista de análisis de los teóricos liberales posteriores, como
Friedrich Hayek, especialmente en su «ley de igual libertad», su insistencia en los límites del conocimiento
predictivo, su modelo de un orden social espontáneo, y sus advertencias sobre las «consecuencias no
intencionales» de las reformas sociales colectivistas.32
Aunque a menudo caricaturizado como ultraconservador, Spencer había sido más radical al principio de su
carrera: oponiéndose a la propiedad privada de la tierra y afirmando que cada persona tiene una demanda
latente para participar en el uso de la tierra (puntos de vista que influyeron al georgismo),33 se hacía llamar
«un feminista radical» y abogó por la organización de los sindicatos como un baluarte contra la
«explotación de los jefes», y favoreció una economía organizada principalmente en cooperativas de trabajo
gratuitas como un reemplazo para el trabajo asalariado.34 A pesar de que mantuvo su apoyo a los
sindicatos, sus puntos de vista sobre los otros temas habían cambiado por la década de 1880. Llegó a
predecir que los programas de bienestar social conducirían finalmente a la socialización de los medios de
producción, diciendo que «todo socialismo es esclavitud»; Spencer definió a un esclavo como una persona
que «trabaja bajo coacción para satisfacer los deseos de los otros» y creía que en el socialismo o el
comunismo el individuo sería esclavizado a toda la comunidad en lugar de a un amo en particular, y «que
no significa nada si su amo una sola persona o la sociedad».
Darwinismo social
Para muchos, el nombre de Herbert Spencer sería prácticamente sinónimo de darwinismo social, una teoría
social que aplica la ley de la supervivencia del más apto a la sociedad; los impulsos humanitarios tienen que
ser resistidos ya que nada se debe permitir que interfiera con las leyes de la naturaleza, incluyendo la lucha
social por la existencia.
La asociación de Spencer con el darwinismo social podría tener su origen en una interpretación específica
de su apoyo a la competencia. Mientras que en la biología la competencia de varios organismos puede
resultar en la muerte de una especie u organismo, el tipo de competencia que Spencer abogó se acerca más
a la utilizada por los economistas, donde personas o empresas que compiten mejoran el bienestar del resto
de la sociedad. Spencer vio positivamente la caridad privada, impulsando la asociación voluntaria y el
cuidado informal para ayudar a los necesitados, en lugar de depender de la burocracia o la fuerza del
gobierno. Recomendó, además, que los esfuerzos de caridad privados serían prudentes para evitar el
fomento de la formación de nuevas familias dependientes por aquellos que no pueden mantenerse a sí
mismos sin la caridad.35
Influencia general
Mientras que la mayoría de los filósofos no pueden alcanzar un gran grupo de seguidores fuera de la
academia de sus pares profesionales, por los años 1870 y 1880 Spencer había alcanzado una popularidad
sin precedentes, como el volumen de sus ventas indican. Fue probablemente el primero, y posiblemente el
único, filósofo de la historia en vender más de un millón de copias de sus obras durante su vida. En los
Estados Unidos, donde ediciones piratas eran todavía un lugar común, su editor autorizado, Appleton,
vendió 368 755 copias entre 1860 y 1903. Esta cifra no difiere mucho de sus ventas en su nativa Gran
Bretaña. Como dijo William James, Spencer «agrandó la imaginación, y puso en libertad la mente
especulativa de un sinnúmero de médicos, ingenieros y abogados, de muchos físicos y químicos, así como
de los legos reflexivos en general».37 El aspecto de su pensamiento que destacó la autosuperación
individual encontró una audiencia receptiva en la clase trabajadora cualificada.
La influencia de Spencer sobre líderes de pensamiento también era inmensa, aunque se expresó con mayor
frecuencia en términos de su reacción, y repudio, a sus ideas. Como su seguidor estadounidense John Fiske
observó, las ideas de Spencer se encontraban «corriendo como la trama a través de toda la urdimbre» del
pensamiento victoriano.38 Variados pensadores tales como William James, Henry Sidgwick, Thomas Hill
Green, George Edward Moore, Henri Bergson, y Émile Durkheim definieron sus ideas en relación con las
de él. La división del trabajo social de Durkheim es en gran medida un extenso debate con Spencer, de
cuya sociología, muchos comentaristas están de acuerdo, Durkheim prestó ampliamente.39
En la Polonia posterior al Levantamiento de Enero, muchas de las ideas de Spencer se convirtieron en parte
integral de la ideología de fin de siècle dominante, el «positivismo polaco». El escritor polaco líder de la
época, Bolesław Prus, aclamó a Spencer como «el Aristóteles del siglo XIX» y adoptó la metáfora de la
sociedad-como-organismo de Spencer, dándole una presentación
poética sorprendente en su microrrelato de 1884 Moho de la tierra,
y poniendo de relieve el concepto en la introducción de su novela
más universal, Faraón (1895).
Influencia política
A pesar de su reputación como un darwinista social, el pensamiento político de Spencer ha estado abierto a
múltiples interpretaciones. Su filosofía política pudo servir de inspiración tanto a los que creen que los
individuos eran dueños de su destino, que no deberían tolerar ninguna interferencia de un estado de
intromisión, y los que creen que el desarrollo social requiere una autoridad central fuerte. En Lochner v.
New York, jueces conservadores de la Corte Suprema de los Estados Unidos pudieron haber encontrado
inspiración en los escritos de Spencer para derribar una ley de Nueva York que limitaba el número de horas
que un panadero podía trabajar durante la semana, en razón de que esta ley restringía la libertad de contrato.
Argumentando en contra de la participación de la mayoría de que el «derecho a la libre contratación» está
implícito en la cláusula del debido proceso de la Decimocuarta Enmienda, Oliver Wendell Holmes Jr.
escribió: «La Decimocuarta Enmienda no promulga [lo que está escrito en] Social Statics de Herbert
Spencer». Spencer también ha sido descrito como un cuasianarquista, así como un anarquista de plano. El
teórico marxista Gueorgui Plejánov, en su libro de 1909 El anarquismo y el socialismo, calificó a Spencer
como un «anarquista conservador».43
Las ideas de Spencer se hicieron muy influyentes en China y Japón, en gran parte porque hizo un
llamamiento a los deseos de los reformadores para establecer una fuerte nación-estado con la que competir
con las potencias occidentales. Su pensamiento fue presentado por el académico chino Yan Fu, que vio sus
escritos como una receta para la reforma de la dinastía Qing.44 Spencer también influyó en el
occidentalista japonés Tokutomi Sohō, que creía que Japón estaba a punto de pasar de una «sociedad
militante» a una «sociedad industrial», y que era necesario echar por la borda con rapidez todo lo japonés y
tomar la ética y el aprendizaje occidentales.45 También mantuvo correspondencia con Kaneko Kentarō,
advirtiéndole de los peligros del imperialismo.46 Vinaiak Dámodar Savarkar escribió en su En el interior
del campo enemigo sobre su lectura de todas las obras de Spencer, de su gran interés en ellas, de su
traducción al marathi, y su influencia en los reformadores sociales y educadores indios tales como Bal
Gangadhar Tilak y Gopal Ganesh Agarkar, y el apodo cariñoso dado a él en Maharastra, Harbhat
Pendse.47
Influencia en la literatura
Spencer influenció en gran medida la literatura y la retórica. Su ensayo de 1852 The Philosophy of Style
exploró una tendencia cada vez mayor de los enfoques formalistas a la escritura. Muy centrado en la
correcta colocación y el orden de las partes de una frase en inglés, creó una guía de composición eficaz.
Spencer apuntaba a liberar la escritura de la prosa libre de tanta «fricción e inercia» como fuera posible,
para que el lector no se viera frenado por extenuantes deliberaciones relativas al contexto y significado de
una frase. Spencer argumentó que los escritores deben tener como objetivo «presentar las ideas de manera
que puedan ser aprendidas con el menor esfuerzo mental posible» por el lector.
Sostuvo que al hacer el significado tan fácilmente accesible como sea posible, el escritor lograría la mayor
eficacia comunicativa posible. Esto se lograba, según Spencer, mediante la colocación de todas las
cláusulas subordinadas, objetos y frases antes del sujeto de una oración de manera que, cuando los lectores
llegaran al sujeto, tuvieran toda la información que necesitaban para percibir completamente su significado.
Mientras que la influencia global que The Philosophy of Style tuvo en el campo de la retórica no fue de tan
largo alcance como su contribución a otros campos, la voz de Spencer prestó apoyo autorizado a puntos de
vista formalistas de la retórica.
Muchos novelistas y autores de cuentos llegaron a abordar sus ideas en su trabajos. Aparte de los ya
mencionados George Eliot y Bolesław Prus, León Tolstói, Thomas Hardy, George Bernard Shaw,
Abraham Cahan, D. H. Lawrence, Joaquim Machado de Assis, R. Austin Freeman y Jorge Luis Borges
referenciaron a Spencer. Arnold Bennett alabó grandemente First Principles, y la influencia que tuvo sobre
Bennett puede verse en muchas de sus novelas. Jack London creó un personaje, el protagonista titular de
Martin Eden, como un firme spenceriano. El personaje de Vershinin en la obra de Antón Chéjov, Las tres
hermanas es un spenceriano dedicado. H. G. Wells utiliza las ideas de Spencer como tema en su novela, La
máquina del tiempo, empleándolos para explicar la evolución del hombre en dos especies. En la novela de
Rudyard Kipling, Kim, el anglófilo espía bengalí Hurree Babu admira a Herbert Spencer y lo cita para
efecto cómico: «Son, por supuesto, fenómenos desmaterializados, dice Spencer». «Soy un Herbert
Spenceriano suficientemente bueno, confío, como para encontrarme con algo tan pequeño como la muerte,
que es todo en mi destino, ya sabes». «Dio las gracias a todos los dioses del Indostán, y Herbert Spencer,
que seguía habiendo algunos objetos de valor para robar».
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Fuentes
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