Mmariacaruiz, Asociación de Laicos

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ASOCIACIONES DE LAICOS Y RESPONSABILIDAD APOSTOLICA


P. Vicente Prieto Martínez
Doctor en Derecho de la
Universidad del Rosario-Bogotá 1980
Doctor en Derecho Canónico de la
Universidad de Navarra - España 1984
Vicario Jµdicial Adjunto del Tribunal
EclesÍástico Regional de MedelHn.

1. INTRODUCCION
"los laicos congregados en el Pueblo de Dios e in­
tegrados en el único Cuerpo de Cristo bajo una sola
Cabeza, cualesquiera que sean, están llamados, a fuer
de miembros vivos, a contribuir con todas sus fuerzas,
las recibidas por el beneficio del Creador y las otorga­
das por la gracia del Redentor, al crecimiento de la
Iglesia y su continua santificación". Con estas pala­
bras comienza el n. 33 de la Const. Dogm. Lumen Gen­
tium, dedicado al apostolado de los laicos. Su fuerza
comprometedora no admite dudas, y constituye una lla-

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mada constante a la participación de . los laicos en la
umca m1s10n de la Iglesia y en la edificación del
Cuerpo de Cristo. La consecuencia es clara: "Así, todo
laico, en virtud de los dones que le han sido otorga­
dos, se convierte en testigo y simultáneamente en vivo
instrumento de la misión de la misma Iglesia en la me­
dida del don de Cristo (Eph 4, 7)" (Idem)

La m1s10n apostólica del laico en la vida de la


Iglesia, explica el Vaticano II, tiene su fundamento y
su punto de apoyo en los Sacramentos del Bautismo y
de la Confirmación (I dem). Es pues algo inhere:pte a la
condición misma del cristianismo, de hombre redimido,
y no una función que pueda encontrar su razón de ser
en otro tipo de cimiento menos radical, como puede ser
la delegación por parte de la autoridad eclesiástica.

En plena consonancia con lo anterior, el n. 18 del


Decr . Apostolicam actuositatem afirma que "cada cris­
tiano está llamado a ejercer el apostolado individual en
las variadas circunstancias de su vida". Y añade a ren­
glón seguido: "Recuerde sin embargo que el hombre es
social por naturaleza y que Dios ha querido unir a los
creyentes en Cristo en el Pueblo de Dios. Por consi­
guiente, f}l apostolado organizado responde adecuada­
mente a las exigencias humanas y cristiana'!; de los fie­
les y es al mismo tiempo signo de la comunión y de la
unidad de la Iglesia en Cristo". En el n. 19 del mismo
decreto se reconoce explícitamente el derecho de asocia­
ción. de l_qs_ laicos: "Guardada la debida relación con la
autoriél.§.d eclesiástica, los laicos tienen el derecho de
fundar y dirigir asociaciones y el de afiliarse a las ya
fundadas".

Por otra parte, el Concilio determina también el pa­


pel de la autoridad eclesiástica en el desarrollo de las
formas asociadas de apostolado. Ya vimos, en este sen­
tido, la mención expresa del Decr. Apostolicam actuosi­
tatem, 19, sobre la necesidad de "guardar la debida
relación con la autoridad eclesiástica". El no. 24 del
m1smo Decreto afirma que "Es misión de la jerarquía fo-

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cos en la mentar el apostolado seglar, dar los pr inc ip ios y las
~ación del ayudas espirituales, ordenar el ejercicio del apostolado
'Así, todo al bien común de la Iglesia y vigilar para que se
o otorga- guarden la doctrina y el orden". Al mismo tiempo, ha-
en vivo blando de los carismas que el Espíritu distribuye entre
n la me- los fieles de cualquier condición, el n. 12 de la Consto
Dogm. Lumen Gentium dice que "el juicio de su autenti-
cidad y de su ejercicio razonable pertenece a. quienes
¡da de la tienen la autoridad en la Iglesia, a los cuales compete
rIame1'lto y ante todo no sofocar el Espíritu, sino probado todo y
utismo y retener 10 que es bueno (ci , 1 Thes 5,12 y 19:y)2)".
'ente a la
redimido, A partir de los textos conciliares citados, podemos
,ón de ser destacar algunas consecuencias. En primer lugar, desde
'puede ser el punto de vista de los laicos, conviene subrayar 10
istica. siguiente: a) Estos, como todos los fieles cristianos,
están llamq,.dos a contribuir con todas sus fuerzas a la
n. 18 del edificación del Cuerpo de Cristo; b ) La sociabilidad
lada cris- natural de todo hombre -y por tanto también de todo
'vidua1 en laico- encuentra en el seno de la Iglesia, y dentro de
I
'flde a reri- los fines de Esta, un campo de desarrollo propio y es-
rombre es pecífico. De aquí surgen las formas asociativas de
nir a los apostolado; c ) Los laicos gozan del derecho de fundar
or cons r- y dirigir asociaciones, y de afiliarse a las ya funda-
decuada- das; d ) Muchas de estas iniciativas son fruto de la
r los fie- acción del Espíritu, que distribuye sus carismas. entre
y de la los fieles en orden a la renovación y edificación de la
'del mismo Iglesia.
e asocia-
in con la A la autoridad eclesiástica le compete, por su par-
recho de te: a) Examinar las iniciativas de los laicos y, según
e, a las va '" la conocida expresión paulina, "retener 10 que es bue-
no", La Jerarquía no es por tanto -ni puede serlo- aje-
na al nacimiento y desarrollo de las e soc ie ciones de
~n el pa- laicos, que encuentran precisamente en el juicio de la
tio de las autoridad la garantía de autenticidad del propio caris-
este sen- ma; b ) Sin perjuicio de 10 anterior, cabe destacar la
actuosi- fina sensibilidad de que han de gozar los Pastores,
a debida para no "sofocar el Espíritu"; c ) La rr:.isión de la Je-
. 24 del rarquía no consiste en asumir totalmente la misión sal-
rquía fo- vífica de la Iglesia (cfr. Lumen gentium, 30): su fun-

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ción está en fomentar el apostolado -también el asocia­
tivo- de los laicos, proporcionar la ayuda espiritual
conveniente, ordenar su ejercicio y vigilar para que se
mantengan la doctrina y el orden;. d) En cuanto a la
"debida relación con la autoridad eclesiástica II hace
falta remitirse al estatuto canónico de las asociaciones
de laicos. Sobre este punto volveremos en detalle más
adelante.

2. RESPONSABILIDAD APOSTOLICA DE LOS LAICOS Y


Y PARTICIPACION ACTIVA EN LA VIDA DE LA IGLESIA

Puede advertirse con claridad la importancia que


tiene el adecuado equilibrio entre iniciativas de los
laicos y autoridad eclesiástica. La conexión de ambos
extremos es necesaria, y de su adecuado entendimiento
y puesta en práctica depende en no poca medida la
realización de la mente del Concilio en lo que se refie­
re a las asociaciones de laicos.

En efecto, tal como se deduce de los textos citados,


el papel de los laicos en la Iglesia posee una entidad
propia, que se deriva de la misión específica que han
de cumplir en la edificación de la Iglesia. Cada uno,
por el solo hecho de ser cristiano, está llamado a la
plenitud de la vida cristiana y a la difusión del men­
saje envangélico, independientemente de co'1tar o no con
el impulso, coordinación o dirección de los Pastores.

Lo anterior, que es cierto en lo que se refiere al


apostolado personal del laico cristiano, también lo es
cuando ·se trata de una asociación. En ambos casos
-apost:m:ado personal y asociaciones- lo deseable, de
acuerdo con la doctrina del Concilio, es que la inicia­
tiva parta del mismo laico quien, como fruto de la con­
ciencia de su propia misión, promueve, impulsa y diri­
ge formas de apostolado, entre las que destacan las de
tipo asociativo. Esto no quita, como es obvio, el que
los Pastores, impulsados por su celo; promueven y diri­
jan asociaciones de laicos. Pero es precisamente aquí
donde llegamos al núcleo de la cuestión. En efecto, am­
bas posibilidades son igualmente legttimas y necesa-

10
fn el asocia-
a espiritual rias. Pero, ¿ cuál de ellas toca realmente en su raíz la
para que se renovación que el Concilio ha querido promover acerca
cuanto a la del papel del laico en la vida de la Iglesia? Siendo
istice" hace consecuentes, es lógico llegar a la conclusión de que
aSOCIaCIOnes son las asociaciones nacidad "desde abajo", como fruto
detalle más de la responsabilidad apostólica del laico, las que sin-
tonizan mejor con los nuevos ideales promovidos por el
Vaticano II. Responsabilidad apostólica que lleva consi-
LAICOS Y go no sólo el derecho de fundar asociaciones, sino tam-
• LA IGLESIA bién de dirigirlas, en un marco de legítima autonomía
y dentro de los límites que señala la ley c.éUl.ónica.
ortancia que
'ivas de los Por otra parte, cabe el peligro de dejarse llevar
6n de ambos por una cierta mentalidad que se manifiesta en la con-
.ntendimiento
I sideración -consciente o no- del laico como un fiel de
medida la "segunda categoría", incapaz de asumir por sí mismo
ue se refie- -por su a falta de preparación, por su p esiv ided, etc.-
iniciativas apostólicas de cierta entidad, como pueden
ser las asociaciones. Es una mentalidad que con frecuen-
ktos citados, cia afecta a los mismos laicos, incluso a aquellos más
I una entidad comprometidos, y que los lleva a supeditar sus actua-
~ica que han ciones apostólicas a la presencia -a nivel de dirección,
l. Cada uno, coordinación, impulso, etc. - del clérigo. No se trata
Lemedo a la sólo de sentir la necesIdad del sacerdote en aquellas
I·ón del men- funciones más estrictamente ministeriales - 10 cual es
ar o no con lógico y necesario- como son la Confesión de los miem-
astores. bros de la asociación, la dirección espiritual, la ase-
soría doctrinal, etc. Es algo más: es sentir la necesi-
e refiere al dad de la "tutela" del pastor en asuntos que perfecta-
mbién 10 es mente podrían llevar a cabo los mismos laicos, con li-
ambos casos bertad y responsabilidad personales. Incluso en aque-
eseable, de llas iniciativas que pretenden desligarse de todo orde-
ue la inicia-
r de la con-
ulsa y diri-
namiento, vigilancia o control por parte
quía, no pocas veces se advierte el mismo fenómemo: es
de la Jerar-

el sacerdote -en estos casos "rebelde"- quien dirige,


~acan las de promueve, orienta, y los laicos se colocan a su vera
bvio, el que con mayor o menor dependencia.
leven y diri-
amente aquí Lo que acabamos de exponer es distinto del papel
,s efecto, am-
y necesa-
que ha de cumplir la autoridad eclesiástica en las aso-
ciaciones de laicos, en ejercicio de las funciones que

11
le son propias. El derecho de asociación, aun siendo en tal
un derecho natural, no es un derecho absoluto. Cabe mz s ion
por tanto -y 10 mismo sucede en las legislaciones CI VI- siste
les- una regulación de su ejercicio en función de bie- los as
nes superiores. Esta regulación pasa por un triple mo- lógico
mento. En primer lugar, a nivel del Legislador, que cret ers
establece las normas fundamentales por las que han de tiva -
regirse las asociaciones dentro de la Iglesia. En un bería
segundo lugar aparece la autoridad concreta que tiene quen
la función de dar aplicación a la ley, aprobando -o matri 1

reprobando- las distintas iniciativas asociativas. Puede ficado


hablarse también de un tercer momento de ejercicio de en el
la autoridad, que consiste en la vigilancia y control vestig
que han de ejercerse sobre las asociaciones, para que tiana
se mantengan la doctrina y el orden. znun ic
cer;
Estos niveles de intervención de la autoridad en el human
ejerc ic io del derecho de asociación son perfectamente
compatibles con una auténtica iniciativa de los laicos. El
Iniciativa no significa desligarse de toda autoridad o un la
control; sí significa asumir la propia responsabilidad, tua1,
promoviendo y dirigiendo asociaciones sin necesidad de rnrcz a
"tutelas" o dependencias que anulan ese mismo sentido real s
de responsabilidad. mas
del 1
De todo 10 dicho puede concluirse 10 siguiente: no Lume
se trata simplemente de constatar que e en la Iglesia verti
existen e soc iec iones de laicos, para de aquí concluir Es u
SIn más que los laicos participan activamente en la vi- a la
da de la Iglesia. El problema es más hondo, puesto
que "p ert ic ip ecion activa" no significa 10 mismo antes Vl
y' d-e.sjJl.J.és del Concilio. Y es precisamente aquí donde mativ
radlca: la nov=de d de los planteamientos del Vaticano adqui
11 y de toda la reforma legislativa en esta materia que cos ce
culminó con el Código de Derecho Canónico de 1983. adec
const
Por "participación ect iv e" no puede entenderse SIn gruen
más una mayor o menor colaboración del laico en las recto
funciones litúrgicas, o en organismos eclesiásticos. A
3. A
nivel de e sociec iones, "participación activa" no signi-
fica simplemente que haya un rnayor número de laicos

12
~ún siendo en tal o cual asociación parroquia1 o diocesana. Si la
uto. Cabe misión del laico, como afirma Lumen gentium, 31, con-
rones CIVI- siste en "tratar de obtener el reino de Dios gestionando
l,
pn d e b iIe- los asuntos temporales y orderuiridolos según Dios", es
triple mo- lógico pensar que su "participación activa" debe con-
ador, que cretarse sobre todo en esta línea. Por tanto, su inicia-
ue han de tiva -con las características señaladas más arriba- de-
ia. En un bería plasmarse en asociaciones que, por ejemplo, bus-
que tiene quen promover los valores fundamentales de la vida
iob erido -o matrimonial y familiar; el sentido santificante y san ti-
as. Puede ficador del trabajo ordinario; la presencia y actividad
'ercicio de en el mundo de la cultura, de la educación:;~e la in-
y control vestigación científica, de la diversión; una . visión cris-
para que tiana de la vida a través de los medios masivos de co-
municación; la defensa de la vida del que está por na-
cer; la ética profesional en las distintas actividades
'dad en el humanas; :loetc.
fectamente
~os laicos. El gran reto para los pastores consiste en preparar
utoridad o un laicado que esté en condiciones -por su vida espiri-
Isabilidad, tual, por su formación doctrina1- de poner en práctica
~esidad de iniciativas que, como las señaladas, contribuyan a una
o sentido real santificación de las realidades temporales. Lo de-
más -desde el punto de' vista de la peculiar vocación
del 1aico- aún siendo importante, es securide.do (cfr.
uiente: no Lumen gentium, 33), y lleva consigo el peligro de con-
11a Iglesia vertirse en cortina de humo que oculta 10 fundamental.
I - conc Lui
tI UIr Es una tarea sin duda más difícil, y más lenta, pero
en la vi- a la larga mucho más eficaz.
o, puesto
~ismo antes Vistas las cosas en esta perspectiva, la nueva nor-
qUÍ donde mativa canónica en materia de asociaciones "de laicos
1 Vaticano adquiere su plena significación. Son los cauces jurídi-
I ,
taterza que cos concretos que el Legislador establece para canalizar
1983. adecuadamente las iniciativas asociativas de los' laicos,
constituyendo al mismo tiempo la garantía de su con-
'nderse SIn gruencia con los Fines de la Iglesia, y por tanto del
lico enlas recto ejercicio del derecho natural de asociación.
ásticos. A 3. ASOCIACIONES PUBLICAS Y PRIVADAS DE LAICOS
no sIgnI-
de laicos El nuevo régimen jurídico de las asociaciones de

13
fieles -aplicable en su totalidad a las asociaciones de
La él
laicos, puesto que todo laico es fiel, aunque no 10 con-
ciativa
trario- se concibe fundamentalmente en función de su
gida po
mayor o menor incorporación dentro de la organización
en nom/3
oficial de la Iglesia, 10 que da lugar a asociaciones
la Jerar
públicas y asociaciones privadas.
toda p~
ellas 10
En el primer caso se trata de asociaciones erigidas
autorida
por la autoridad competente y sometidas no solo a su
epostolic
vigilancia genérica, sino también a su régimen y con-
trol directos. Régimen que comprende su actividad, sus
En
fines, su extinción, sus bienes, etc. A través de ellas,
En ella
como de un instrumento, la Jerarquía persigue aquellos
ponden
fines que le están reservados por su propia naturaleza,
en estas
como son la transmisión de la doctrina cristiana en
nombre de la Iglesia
Al mismo tiempo, aplicando
y la promoción del culto público.
el principio de subsidiarie-
1
dad, podrá la autoridad competente erigir asociaciones se c~~s~
les, por
públicas para la realización de aquellos fines que se
unos fin
consideran necesarios o convenientes y a los cuales no
provea suficientemente la iniciativa privada (cfr. can. ción de~
Apostolié
301) (1).
tienen 1
(2)
Una asociación pública queda automáticamente cons-
tituida como persone jurídica pública en virtud del 1
Para
mismo decreto de erección, recibiendo así la misión
mo tal
oportuna para los fines que pretende eleenzer en nom- condic ior
bre de la Iglesia (can. 313). Por esta razón, hace fa1-
est eblece
.ta tener en cuenta 10 que afirma el can. 116 sobre las sados (
personas jurídicas públicas: "Son personas jurídicas competen
públicas las corporaciones y fundaciones constituidas
por ia "autoridad eclesiástica competente para que, den-
tro ([é- los límites que se les señalan, cumplan en nom- En c
general
bre de la Iglesia, a tenor de las prescripciones del
privadas
derecho, la misión que se les confía mirando al bien
más per:
público; las deuuis personas jurídicas son privadas".
cristiana

(1) Cfr. V. PRIETO, Iniciativa privada. Personasjurídica privad. en IUS CANONI-


(2) Cfr. L
CUM 50 (1985), p. 559.
IL

14
lSOciaCiones de
que no 10 con- La asociación pública no surge por tanto de la Ini-
función de su ciativa de los laicos, sino del acto por el que es eri-
gida por la autoridad competente. Sus fines los cumple
a organización
en nombre de la Iglesia y en estrecha dependencia de
a asociaciones
la Jerarquía. Sus bienes son eclesiásticos, como los de
toda persona jurídica pública (cfr. can. 1257). En
iones erigidas ellas los laicos prestan su apoyo y colaboración a la
no solo a su autoridad eclesiástica en el desarrollo de actividades
égimen y con- apostólicas que podríamos llamar instituciones.
actividad, sus
avés de ellas, En caso de las asociaciones pr iv e de s, es distinto.
sigue aquellos En ellas fijaremos la atención, por consióerar que res-
ia naturaleza, ponden adecuadamente a las inquietudes" mandestadas
en estas páginas.
cristiana en
culto público.
~e subs~di~rie- El can. 299-1 establece que la asociación privada
r asocz aczones se constituye mediante el acuerdo privada entre los fie-
~ fines que se les, po/' libre iniciativa de los mismos, para conseguir
los cuales no unos fines eclesiales, lo que constituye la mejor aplica-
da (cfr. can. ción del can. 215 -que corresponde al n. 19 del Decr.
Apostolicam actuositatem, arriba citado-: "Los fieles
tienen la facultad de fundar y dirigir asociaciones ..• "
(2)
icamente cons-
n virtud del
sí la misión Para que una asociación privada sea reconocida co-
nzar en nom- mo tal por el ordenamiento canónico se requieren dos
zón, hace fa1- condiciones: que los iines : sean conformes con los que
116 sobre las establece el can. 298-1 y que sus estatutos sean revi-
sados Lrecognoscentur) por la autoridad eclesiástica
mas jurídicas
competen te (can. 299-3).
constituidas
ara que, den-
np1an en nom- En cuanto a los fines, el can. 298-1, hablando en
'cripciones del general de todas las asociaciones de fieles -públicas y
ando al bien privadas- establece los siguientes: "Fomentar una vida
privadas". más perfecta, promover el culto público, o la doctrina
cristiana, o realizar otras actividades de apostolado,

• en IUS CANONI-
(2) Cfr. L. MARTINEZ SISTACH, AsoCiaciones públicas y privadas de laicos, en
IUS CANONICUM 51 (1986), p. 151

15
a saber, irnc iet iv e s para la evangelización, el ejerci-
cio de obras de piedad o de caridad y la eriimecion La a
con espíritu cristiano del orden temporal". Ahora bien, sol emente
la mención que hace el can. 299-1 al can. 301-1, ex- que cobi
cluye para las asociaciones privadas aquellos fines que das las
son exclusivos de las públicas, cuales son transmitir de la a
la doctrina cristiana en nombre de la Iglesia, promover rrespondi
el culto público, o perseguir otros fines reservados por gridad
su misma naturaleza a la autoridad eclesiástica. Los introduz
fines de las asociaciones privadas quedan pues concre- tanto, a
tados en el fomento de una vida más perfecta, las ini- las a te
ciativas de evangelización -que incluyen la transmisión bién baj
de la doctrina cristiana, aunque no en nombre de la los ctinoi
Ig1esia-, las obras de piedad o caridad y la animación
con espíritu cristiano del orden temporal. Por
manifesta
Por 10 que se refiere a los estatutos, la norma ha- tatutos A
bla de revisión y no de aprobación. Martínez Sistach, can. 321
después de un detenido análisis del origen de este ca- designan
non concluye que revisión significa "que la autoridad cabo la
eclesiástica competente tiene conocimiento de la existen- o expu1s
CIa de una asociación de fieles mediante la presenta- asociació
ción de los estatutos y que dicha autoridad los examina
para comprobar si su contenido está conf~rme o no con La a
la doctrina, la disciplina y la integridad de las cos- dad jurí
tumbres. Fruto de esta intervención la autoridad ecle- gurada (J

siástica se pronuncia sobre la autenticidad o no auten- las zruevi


ticidad cristiana o eclesia1 de dicha asociación. En ca-
so' ei.irnret ivo, la asociación es admitida en la Iglesia
como -ppivada y en caso negativo no es admitida como
tal" (3).

La revisión de los estatutos debe tener en cuenta


además la utilidad de la nueva asociación, par? evitar
la dispersión de fuerzas y ordenar al bien común el
ejercicio de su apostolado (can. 323-2).

(3) L. MARTINEZ SISTACH, arto cit., p. 55 (4) Sobre el

16
on, el ejerci-
la animación La acción de la autoridad competente no se reduce
. Ahora bien, solamente al nacimiento de la asociación privada, sino
~n. 301-1, ex- que cobija también el. desarrollo de su actividad: "To-
ellos fines que das las asociaciones de fieles están bajo la vigilancia
on transmitir de la autoridad eclesiástica competente, a la que co-
",SIa, promover rresponde cuidar de que en ellas se conserve la inte-
eservados por gridad de la fe y de las costumbres, y evitar que se
esiástica. Los introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica; por
pues concre- tanto, a ella compete el deber y el derecho de visitar-
~ecta, las ini- las a tenor del derecho y de los estatutos y están tam-
~a transmisión bién bajo el régimen de esa autoridad, de acuerdo con
nombre de la los cánones que siguen" (can. 305-1). ::~
la animación
Por 10 demás, rige el pr incip io de autonomía, cuya
manifestación más clara es la posibilidad de darse es-
la norma ha- tatutos propios y de regirse de acuerdo con ellos (cfr.
tínez Sistach, can. 321). Así, según 10 previsto en los estatutos, se
.n de este ca- designan los directores de la asociación, se lleva a
. la autoridad cabo la administración de bienes (can. 325), se admiten
Ide la existen- o expulsan sus miembros (cc , 306-308), se extingue la
I
, la presenta- asociación (can. 326), etc.
d los examina
rme o no con La asociación privada puede. tener o no personali-
dad jurídica. Si la pide, y lá obtiene, quedará confi-
de las cos-
utoridad ecle- gurada como persona jurídica privada, que es otra de
las nuevas figuras creadas por el Código de 1983 (4).
d o no auten-
.
tación. En ca-
en la Iglesia
admitida como

tier en cuenta
, p ere evitar
bien común el

(4) Sobre el tema, vid. V. PRIETO, arto cit., pp. 528 ss.

17
CONCLUSIONES yen
apo
A partir de 10 expuesto, podemos concluir 10 SI-
guiente: e. No
que
a. En las asociaciones públicas los laicos cooperan en cua
la realización de actividades apostólicas que son Se
propias de la Jerarquía, y en estreclie dependencia for
de ésta. Se trata de una ayuda inva1uab1e, a tra-
vés de la cual el laico coopera codo a codo con los
pastores en las funciones que son propias de éstos. a
a e
b, Se corre sin embargo el peligro, si se entendiera dad
que la promoción del 1aicado se reduce a su coope-
ración en este tipo de asociaciones, de desnaturali-
zar 10 más propio de la vocación del laico, colo-
cándolo en una situación en la que fácilmente puede
perderse su responsabilidad apostólica.

c. Es en las asociaciones privadas donde el laico pue-


de encontrar el cauce más propicio para el ejercicio
de su libre iniciativa apostólica y para el desarro-
llo de 10 que les es más propio: la santificación de
las realidades temporales. Tanto l1)s fines como el
régimen jurídico de la asociación privada favorecen
este tipo de iniciativas. En ellas se concreta de
modo claro el derecho fundamental de asociación, y
se. goza de un régimen de sana autonomía que es
;. ngruente con la responsabilidad apostólica perso-
nal del laico. Al mismo tiempo, a través de los me-
canismos que la ley establece, la autoridad ecle-
siástica puede ejercitar adecuadamente el derecho
-deber de velar por la integridad de la fe y las
costumbres.

d. Se requiere una fina sensibilidad por parte de los


Pastores, para no ahogar iniciativas legítimas que
puedan enriquecer y edificar .Ie Iglesia. Guardada
siempre la unidad con la Cabeza, caben muchas
obras de apostolado que, aún sin estar previstas
dentro de la planificación del apostolado, constitu-

18

yen -por 10 menos- una manifestación de vigor


apostólico que vale la pena defender y promover.
S1-
e. No obstante 10 anterior, se advierte con claridad
que no basta contar con instrumentos jurídicos ade-
cooperan en cuados, como pueden ser las asociaciones privadas.
as que son Se requiere, antes que nada, una profunda labor de
dependencia formación del laico cristiano, que 10 capacite para
able, a tra- asumir de modo libre y responsable los compromisos
codo con los de la propia vocación, impulsándolo al mismo tiempo
as de éstos. a emprender iniciativas que contribuyan realmente
a extender el reinado de Cristo en todas las activi-
entendiera dades de los hombres.
a su coope-
'desnaturali-
laico, colo-
mente puede "

laico pue-
el ejercicio
el desarro-
íiicecián de
es como el
'a favorecen
boncreta de
ociación, y
ía que es
lica perso-
de los me-
idad ecle-
el derecho
fe y las

rte de los
ítimas que
Guardada
en muchas
previstas
constitu-

19

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