Cartograf A y Practicas Sociales

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Cartografía social y prácticas territoriales: tensiones y estrategias

Por: Johana Herrera Arango

Esta mesa puso en diálogo múltiples voces de cartógrafos provenientes de las comunidades
negras del Caribe y del Chocó, así como de académicos acompañantes de las organizaciones,
interesados en el análisis de las prácticas, procesos y discursos relacionados con la cartografía
social en contextos de lucha por la tierra y el territorio. Así mismo, propició un espacio para
compartir experiencias críticas de organizaciones que han incorporado en sus estrategias de
manejo territorial, ejercicios de auto-mapeo y contra cartografía con el fin de conocer, caracterizar y
recuperar territorios tradicionales, desde diferentes perspectivas.
La mesa convocó cuatro experiencias presentadas por: el profesor Alfredo Wagner de la
Universidad Federal de la Amazonía de Brasil y director del programa Nova Cartografía Social,
Adith Bonilla, ingeniera geógrafa e integrante de la Comisión de Territorio y Autonomía del Consejo
Comunitario Mayor del Atrato - Cocomacia en el Chocó, Malvi Ariza, líder de la comunidad
afrodescendiente de San Cristóbal en los Montes de María del Caribe colombiano y miembro del
grupo de cartografía social del Caribe, y Johana Herrera Arango, ecóloga e investigadora del
Observatorio de Territorios Étnicos.

Desde la experiencia de cartografía social en el territorio de la Cocomacia, vale la pena resaltar


que el uso de esta técnica se ha combinado con sofisticadas herramientas de geo-referenciación, y
podemos considerar que la cartografía elaborada por el consejo comunitario está en el nivel
técnico de las exigencias de los mapeos estatales. Sin embargo, no por ello, se ha dejado de lado
la importancia del conocimiento espacial que emerge desde los pobladores locales sin mediación
del GPS o los software o programas de procesamiento especializados. Para la Cocomacia la
cartografía social, en diálogo y revisión de la cartografía técnica, ha sido columna vertebral en el
proceso de defensa y administración del territorio, pues ha devenido en un instrumento que ha
evitado la vulneración de los derechos de la poblaciones negras del río Atrato, y ha facilitado la
interlocución con el Estado ha sido útil como herramienta para el conocimiento y protección de los
recursos naturales.
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Así, en los veintinueve años de existencia de la organización, los mapas han cobrado importancia
en unos momentos más que en otros. Por ejemplo, al inicio del proceso de titulación colectiva, se
requirió identificar un sinnúmero de conflictos territoriales entre las comunidades indígenas y
afrodescendientes, con el agravante de que para ese momento no se contaba ni con cartografía
social o técnica. Por ello, Adith hizo particular relevancia en el “paso a paso” de la
institucionalización de la titulación colectiva, en discordancia con lo que sucedía en los ríos en ese
momento y la carencia de información espacial para darle forma al proyecto político de la etnicidad.

En contraste con esta experiencia, la trayectoria del profesor Wagner en el proyecto Nova
Cartografía Social plantea un debate a estas metodologías del mapeo social comúnmente
denominadas “participativas”. Para él la cartografía es una tecnología de dominación, en términos
de Foucault, de control y clasificación de los pueblos, sus entornos y geografías. Por eso, más que
promover la construcción de mapas “participativos”, su proyecto le apuesta a una crítica
cartográfica que controvierta y posicione las nociones de los pobladores indígenas,
afrodescendientes o quilombolas y campesinos de la Amazonía.

Vale la pena destacar que la ponencia de la experiencia brasileña, no emerge de un ejercicio


académico desconectado de los movimientos sociales o pobladores rurales a los que asesora, sino
que surge del acompañamiento y el trabajo de campo, que posibilita mayores elementos para una
crítica a las perspectivas del Estado brasilero para mapear, hacer inventarios de catastro y ejecutar
el ordenamiento territorial de la Amazonía.

El proyecto Nova Cartografía Social aporta instrumentos y capacitación a los pobladores de la


Amazonía, buscando cooperar con sus luchas por el reconocimiento de derechos territoriales,
teniendo claro que las disputas identitarias no se separan de las de carácter económico que ponen
en riesgo la permanencia de estos pueblos en la región. La propuesta de una nueva cartografía
social surge en la coyuntura de los cambios constitucionales, donde las políticas de la diferencia,
marcaron el ingreso de los grupos étnicos a unos mecanismos de participación específicos donde
se goza de relativa autonomía sobre el territorio y sus recursos. Para el profesor Wagner, en
Latinoamérica

Estamos presenciando nuevos patrones de relación política en el campo y en la


sociedad. Las nuevas formas organizativas pasan a incorporar aspectos étnicos, de
género, ecológicos, criterios de autodefinición colectiva e identitarios. Se trata de una

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Teniendo presente que antes de la Asamblea Constituyente de 1991, esta organización se denominó
asociación campesina.
dispersión de los movimientos sociales, muchas veces sin capacidad de
transformación de la sociedad.

En diálogo con la ponencia del profesor Wagner, se presentó la experiencia del grupo de
cartografía social del Caribe colombiano. En esta ponencia el líder de la comunidad de San
Cristóbal, San Jacinto, Melvi Ariza, explicó cómo los mapas sociales que construye la comunidad
están íntimamente vinculados a las lucha por la tierra que está en riesgo de despojo y por aquella
que ya las comunidades han perdido por la expansión del latifundio de ganadería y palma aceitera
que los circunda. Melvi mostró cómo los mapas de Estado no solo no están identificados en el
plano “oficial” del municipio, sino que se incluyen con un nombre errado.

Algo que vincula la experiencia del Chocó, la Amazonía brasileña y los Montes de María son los
contextos de luchas identitarias en torno al espacio físico y político de indígenas y
afrodescendientes. Pero, en los Montes de María, a diferencia de las otras dos experiencias, el
mapeo social ha sido una estrategia apenas desde haces tres años. Antes las organizaciones
sociales de esta región, si bien defendían y recuperaban tierras, no lo hacían bajo los parámetros
de la etnización.

A manera de cierre de la mesa, presentamos la ponencia del Observatorio que se enmarcó en las
reflexiones autocríticas de nuestro grupo de trabajo, con base en la experiencia de
acompañamiento a numerosos colectivos de comunidades negras o afrodescendientes. En este
marco se discutió ampliamente la estrecha relación entre los mapas sociales y las luchas por tierra
y territorio en el Caribe colombiano, ahondando los problemas teóricos metodológicos y políticos
de la interacción entre los mapas, territorios y la etnización en comunidades que recientemente
apelan a los discursos de la afrodescendencia por fuera del ámbito de la cuenca del Pacífico.

El Observatorio presentó la estrategia y opción política por el contra-mapeo, teniendo claro que la
cartografía del Estado colombiano está desactualizada, contiene alteraciones deliberadas de
ubicación, mediciones y topónimos que ponen en riesgo las expectativas de los pobladores rurales
de defensa de la tierra y los territorios.

En síntesis, esta mesa presentó un amplio debate sobre el uso, el alcance y las limitaciones de la
cartografía social, teniendo claro que estas técnicas se alteran continuamente, dado que las
organizaciones y circunstancias que afrontan son diferenciadas. Por ejemplo, no es lo mismo un
proceso de mapeo en el Pacífico colombiano con la institucionalidad ajustada para la expedición de
los títulos colectivos, tal como lo presentó Adith, que la construcción de mapas que trazan fronteras
étnicas en el Caribe, en regiones que han sido pensadas como campesinas. Esos mapas que
desafían el sentido común de los territorios negros, esos mapas que alteran las fronteras étnicas
del Pacífico para anclarlas al Caribe colombiano y aquellos que subvierten los mapas oficiales del
Estado brasileño, no pueden ser solo entendidos como el resultado de la aplicación de unas
técnicas. Estamos convencidos que aquí hay otras apuestas profundamente ligadas a la búsqueda
de autonomía.

En las cuatro experiencias presentadas en esta mesa, es claro que el mapeo social ha implicado
un despertar y la emergencia de otros sujetos “mapeadores”, sujetos políticos que no son como los
cartógrafos convencionales únicamente con sus instrumentos, sino la gente, los pobladores con
sus propias nociones de espacio, tiempo y lugar, puestos en contraposición con los mapas que los
borran, desconocen o representan “desde afuera”. En el Caribe el grupo de jóvenes del que Melvi
hace parte, plantearon en el seminario: “somos más que un punto en el mapa, somos lo que
construimos todos los días”. Y el profesor Alfredo Wagner enfatizó que la construcción de los
sujetos políticos detrás de las nuevas cartografías, pasa sin duda por la politización de los términos
de uso local de espacio, territorio, lugar, comunidad, entre otros.

Transversal a la cuatro ponencias, quedó planteada la necesidad de tener como objeto el análisis
la cartografía construida por los Estados y las empresas privadas que, en muchos sentidos,
proponen nociones territoriales que desconocen a los pobladores locales y sus referentes
espaciales.

El público asistente propició el debate en torno a las siguientes preguntas: ¿Cómo pueden los
mapas contribuir a la autonomía territorial? ¿Qué riesgos o trampas están contenidos en las
estrategias de mapeo social? ¿Cómo los procesos de cartografía social controvierten, modifican o
se someten a los mapas “oficiales” o estatales? ¿Qué uso tienen estas metodologías para los
procesos de restitución de tierras en Colombia?

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