Hoja de Holocausto

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Hoja para el Holocausto

Primero: Aceptar a los Padres

Dios mío, si alguna vez sentí vergüenza o aversión por mis padres, en este día yo los acojo con
cariño y amor. Pido perdón por mi ingratitud; y de tus manos yo los acepto con gratitud y
emoción. Si acaso ellos ya fallecieron, igualmente yo los acojo, los abrazo, los amo, los acepto
profunda y totalmente en el misterio de tu Santa Voluntad. Gracias por el regalo de mis padres y
bendita sea su memoria para siempre.

Segundo: Aceptar la figura física

Padre mío, fuente de mi vida. Dame la gracia de hacerme amigo de mi mismo. Si alguna vez sentí
vergüenza de ser como soy, te pido perdón a ti, autor de mi vida y mi ser. Perdona mi insensatez y
mi ingratitud. Desde ahora quiero sentirme contento de ser como soy, feliz de ser como soy. Te
alabo, te admiro y te agradezco por estas manos, este rostro, esta figura general. Bendito seas por
haberme hecho tal como me hiciste. En tus manos me entrego, feliz de ser como soy.

Tercero: Aceptar la enfermedad y la muerte

Padre mío, dueño de mi vida y de mi muerte. Dame la gracia de aceptar el misterio doloroso de la
vida, las enfermedades, la decadencia y la muerte; acepto todo sin lamentos, sin lágrimas, en
silencio y paz. Me acuerdo de que tu Hijo transformó lo más negativo e inútil del mundo, como es
el dolor y la muerte, en fuente de redención y vida eterna. Yo también quiere que desde hoy mi
dolor y mi muerte sean fuente fecunda de redención. A partir de este momento quiero sufrir con
Jesús y como Jesús. En tus manos, Padre mío, me abandono con mi vida y mi muerte, mi salud y mi
enfermedad. Amén.

Cuarto: Aceptar (perdonar-amar) mi persona

Padre mío, en tus manos me pongo, con lo poco que soy, feliz de ser como soy. Si alguna vez sentí
tristeza y vergüenza de mi persona, te pido perdón por haberme avergonzado de la obra de tus
manos. Te doy gracias por haberme hecho capaz de pensar que pienso, portador de un aliento
divino e inmortal. Dame la gracia de perdonar-amar esta extraña personalidad. En tu voluntad
perdono-amo tantas cosas muy mías que hasta ahora no me gustaban. En tus manos me pongo y
con lo poco que soy, feliz de ser como soy, amigo de mi mismo. Hágase tu voluntad.

Quinto: Aceptar la propia historia

Dios mío, Señor de mi vida, dame la gracia de transformar el dolor en amor. Aquellos que nunca
me comprendieron, aquellos que nunca me aceptaron y sierre me rechazaron, aquellos que se
fueron detrás de mí con infundios, medias verdades y calumnias enteras, y me hicieron pasar
noches sin dormir y días con lágrimas…. Todos esos recuerdos dolientes quiero transformarlos en
una ofrenda de amor, y la deposito en silencio en lo profundo de tu voluntad.

Hágase tu voluntad.
Resistencias del alma, resentimientos del corazón, rebeldías de la vida, guerras interiores,
conflictos íntimos, aspectos de personalidad no suficientemente asumidos, heridas de la vida no
suficientemente curadas, clamores, lágrimas, gritos del alma… todo quiero reducirlo a silencio en
homenaje a tu santa y misteriosa voluntad. Hágase.

Todo aquello que fui y no debía haber sido; todo aquello que hice y no debiera haberlo hecho;
todo aquello que dije y no debía haberlo dicho… todo eso lo deposito para siempre en el olvido
eterno de tu corazón. Hágase.

Aquellas personas que me hicieron tanto daño…

Aquellas primeras enemistades…

Aquel fracaso y aquél otro que fue el peor de mi vida…

Aquella equivocación que después lamente tanto…

Aquellos proyectos que se fueron al suelo por mi culpa…

Aquellos ideales que no los pude realizar…

Señor, Señor, toda esta masa doliente y sangrante se transforme en este momento en una ofrenda
fragante, depositada para siempre con amor en el altar de tu Voluntad. Y sea este momento el
segundo nacimiento de mi vida, porque lo anterior de mi vida quedó para siempre olvidado y
borrado, y todo comenzó. Y, como niño recién nacido, comience yo hoy a caminar libre y feliz.

En tu nombre, Señor, Amén.

Sexto: Perdón en el espíritu de Jesús

Oh Espíritu Santo, poderosa fuerza de Dios, haz en este momento el prodigio de identificar mis
sentimientos con los sentimientos de Jesús.

Mi señor Jesucristo, muerto y resucitado, presente aquí en este momento, entra dentro de mi.
Toma posesión completa de todo mi ser. Hazte vivamente presente en mi cuerpo y en mi espíritu,
y asume completamente lo que siento, lo que pienso, lo que soy, lo que tengo. En este momento,
tus sentimientos sean mis sentimientos, tus emociones mis emociones, tus ojos mis ojos, tus
brazos mis brazos.

Jesucristo, poderoso y amoroso Señor, calma dentro de mi este tormento de hostilidad que siento
contra esa persona. Yo quiero sentir por esa persona lo que tu sientes en este momento por ella,
lo que tú sentías al morir en la cruz por ella. Perdónale Tú dentro de mi. Y con mis sentimientos,
transformados en tus sentimientos perdónale y ámale dentro de mi, en vez de mi, conmigo;
quiero perdonarle como tú le perdonas; quiero mirar a ese ser con tus ojos y abrazarlo con tus
brazos. Yo lo quiero, Yo lo comprendo. Yo lo perdono. Yo lo amo, como Tú, mi Señor.

El, Tú y yo, hechos los tres una unidad; en un estrecho abrazo los tres: él, Tú y yo; yo, Tú y él; Tú, él
y yo en un abrazo identificante; más que perdón, yo lo comprendo, yo lo amo, yo lo quiero…
Perdón de comprensión

Nuestro principio general es: Si supiéramos comprender, no tendríamos que perdonar

(Traer a la memoria a la persona con quien mantienen serios conflictos y aplíquele las siguientes
reflexiones)

Fuera de casos excepcionales, nadie actúa con mala intención. ¿No estará usted atribuyéndole
intenciones perversas que él nunca las tuvo? En fin de cuentas, ¿Quién es el injusto, él o usted?
¿Quién está equivocado?, ¿Si él le hace sufrir tanto a usted, ya pensó como usted le hará sufrir a
él?

¿Quien sabe si no dijo lo que le dijeron que dijo?, o lo dijo en otro contexto, o en un momento de
ofuscación. En un momento de nerviosismo, cualquiera de nosotros es capaz de decir cosas de las
que nos arrepentimos a los pocos minutos.

El parece orgulloso, no es orgulloso es tímido. La timidez y el orgullo aunque tan diferentes, tienen
la misma cara.
Su actitud para conmigo parece obstinación, no es obstinación es una necesidad de
autoafirmación.
Lo suyo parece agresividad en contra de mí, pero en realidad es una manera de darse seguridad a
sí mismo, el problema es consigo no conmigo.
Si él es difícil para mí, más difícil es para él mismo.
Si con ese modo de ser sufro yo, mucho más sufre él mismo.
Si hay una persona interesada en no ser así, esa persona no soy yo, es él.
Si él, deseando no ser así, haciendo todo lo posible para cambiar, no consigue cambiar, ¿tendrá
tanta culpa como usted le atribuye?

Le gustaría agradar a todos, y no consigue agradar a nadie por ese su modo de ser que él no lo
escogió.
Le gustaría vivir en paz con todos y siempre está en conflicto con todos.
Le gustaría ser encantador y es desabrido.
¿Acaso escogió él ese su modo de ser? ¿Qué sentido tiene enojarse con un modo de ser que él no
lo escogió? ¿Será que merece repulsa, o comprensión y misericordia? Al final en mi relación con él,
¿Quién es el injusto, él o yo?, ¿No seré yo el equivocado en mantener esa hostilidad y rechazo
respecto de él?

Si supiéramos comprender, no haría falta perdonar.

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