El Poder Mediático Sobre El Poder

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 11

El poder mediático sobre el

poder
Sin medios no hay lobby. Los medios son claves para que las
empresas incidan en la toma de decisión política de
gobiernos,
legisladores y jueces. En este contexto, los medios invocan
la libertad de expresión para defender la libertad de empresa;
más
que informar libremente, son «usados» tácticamente por los
conglomerados económicos nacionales y transnacionales
para
incidir en las decisiones del poder. Esta preeminencia de lo
privado en la toma de decisiones es más preocupante en
estos tiempos de big data, cuando empresas y poderes
vigilan, controlan y dominan.
https://nuso.org/articulo/el-poder-mediatico-sobre-el-poder/
Los medios de comunicación se han convertido en actores políticos y económicos
cruciales de las democracias contemporáneas. Su poder reside en su capacidad
para influir en el poder: el poder de los gobiernos, jueces y legisladores; el poder de
la política; el poder de decisión de los ciudadanos. Los medios de comunicación
dejaron de ser «intermediarios» o la cancha de lo común de la democracia (si es
que alguna vez lo fueron), para pasar a jugar la batalla del poder constituir,
destituir o instituir. Y esto es así porque en el siglo XXI los medios perdieron su
«transparencia» de encarnar la libertad de expresión y muchos de ellos se
convirtieron en militantes de un modelo de sociedad (capitalismo financiero) y de
gobierno (menos Estado, más empresa privada). Su poder reside en la
representación y expresión de los intereses corporativos de grandes
conglomerados empresariales a los que pertenecen. Por eso, más que informar,
hacen lobby para sus propios negocios; más que ejercer activamente la libertad de
prensa, defienden la libertad de empresa.

Los medios, entonces, se convirtieron en voceros de sus amos y dejaron de ser los
voceros de los ciudadanos. Su poder está en que militan y operan para el relato de
hegemonía política que les conviene; operan sobre la opinión pública blindando
unos y atacando otros modos de hacer política, inventando grietas, polarizaciones,
crisis. Su poder de lobby e incidencia política y económica está en que trabajan en
la producción de visibilidades, percepciones, representaciones y emociones
públicas. Así su incidencia afecta directamente los ambientes simbólicos, los
climas sociales, el control y la vigilancia de la vida privada de los ciudadanos 1.

Los medios como poder


El poder de los medios para fomentar los negocios de sus dueños es tan potente
que muchas veces no importa el éxito económico de los mismos medios, interesa
su ganancia política. Esto significa que empresas como RCN en Colombia
(propiedad del millonario de las gaseosas Carlos Ardila Lülle) logran, por ejemplo,
frenar un impuesto a las bebidas azucaradas a través del bombardeo mediático
desde su canal de televisión; que el grupo El Comercio de Perú se blinda ante las
acusaciones de corrupción de sus dueños en el caso Odebrecht, o que el Grupo
Clarín en Argentina termina concentrando negocios de telecomunicaciones. Para
los grupos concentrados de medios ha dejado de importar el negocio mediático y
se han volcado a estratégicas acciones de lobby para conseguir decisiones en su
favor por parte de gobiernos, legisladores y jueces. Por eso en la actualidad la
acción periodística de los medios es defender lo que sus dueños defienden, más
que la democracia informativa y de opinión.

Y hay muchas formas de hacerlo: sobreposicionando los temas que impactan


positivamente en sus intereses como empresa, atacando a quienes contradicen
esos intereses o simplemente no diciendo nada. Para Carlos Cortés, director del
proyecto La Mesa de Centro impulsado por La Silla Vacía en Colombia, cuando se
sabe que el dueño del medio tiene un negocio, el periodista hace un cálculo a la
hora de investigar o hablar de un tema relacionado. Un periodista del
conglomerado de El Tiempo en Colombia nos contó que se autocensura en
relación con el dueño, Luis Carlos Sarmiento Angulo (la persona más rica de
Colombia según Forbes), porque «no se le da patadas a la lonchera», o dicho de
otra manera, no se juega con el salario. No es que los medios «expresen» la línea
de acción o la forma de abordar lo que toca sus intereses; pero el periodista
simplemente «interioriza inhibiciones y las manifiesta en la forma en cómo aborda
[o no] las noticias» 2.

La comunicación como táctica


En este contexto, los medios son actores privilegiados del lobby político. No es que
hagan exactamente la misma labor que el lobista; no es que le hablen al oído al
congresista. Para Miguel García, codirector del Observatorio para la Democracia de
la Universidad de los Andes de Colombia, no es que se salten directamente la
cadena de intermediación entre el ciudadano y el Estado 3 –que es lo que sucede
con el lobby tradicionalmente entendido–, sino que son parte clave de la
estrategia de incidencia en la toma de decisiones políticas. Por eso, en la
actualidad existe un negocio muy rentable que son los gabinetes o empresas
comunicativas para el cabildeo profesional, que se conocen como oficinas de
«comunicación estratégica» o de «comunicación de crisis». La comunicación para
el lobby político diseña múltiples tácticas: la pauta publicitaria; la publicación de
informes «científicos» favorables a la imagen del negocio; invitación a eventos,
almuerzos y viajes para líderes de opinión y periodistas; premios de periodismo;
creación de escenarios distractores de agenda informativa; aprovechamiento de
la obsesión mediática de los políticos. Toda una estrategia de uso de los medios
para llegar al fin que se busca a favor de la empresa que contrata.

Que un medio poderoso diga, contradiga o calle es más efectivo que la propia labor
de las oficinas de lobby. «Más si es un medio masivo. Si es televisión o radio, que
ellos reproduzcan el problema o que las empresas pauten en esos medios para
darle visibilidad a un tema es más efectivo que si lo hace la misma oficina de
lobby», explica Felipe Campo, lobista de la firma Axis 4. Lo que dicen o hacen los
medios puede jugar a favor o en contra de la labor de las oficinas de cabildeo. «Si a
nuestros clientes les interesa un tema y el medio no lo masifica del otro lado,
estamos perdidos. Aquí cada cual tiene sus intereses, y cuando un medio replica
información genera presión en el congresista o en el mismo gobierno» 5.
El poder está en los medios, pero las agencias de comunicación diseñan la
estrategia para usarlos para ganar incidencia. Y cuando los medios son parte de un
conglomerado económico, se convierten en parte esencial de la incidencia de este
en el campo político. Esta situación es más preocupante en América Latina, donde
la regulación del sector mediático es escasa y la que hay está al servicio de los
propietarios de los medios 6. Así, los medios de comunicación expresan la poca
diversidad y pluralidad de la opinión pública y son signos de la concentración
económica del poder 7.

Clarín en Argentina, El Comercio en Perú, Televisa en México, Globo en Brasil


y RCN en Colombia son solo algunas de estas grandes empresas de medios
latinoamericanas que actúan e inciden a escala nacional y transnacional, pública y
privada. Son empresas que no se limitan a las actividades de la información y la
comunicación, sino que integran otras esferas del poder económico, como
hidrocarburos, infraestructura, bancos, gaseosas, telecomunicaciones. Los
grandes medios no están para defender a los ciudadanos, sino a las empresas de
sus dueños. La concentración unifica la línea editorial y acaba con la diversidad.
Concentran el deporte, el espectáculo, la economía, la política y eso acaba con la
autonomía. Así, el periodismo pierde su poder democrático: ser contrapoder,
contextualizar la vida pública, verificar datos, diversificar y pluralizar las fuentes.
Esto significa que los medios están más interesados en los negocios de sus
dueños que en el oficio de la libertad de expresión, y son más empresas que
democracia8.

La libertad de prensa como lobby


Los grandes conglomerados de medios se escudan en la libertad de expresión
para evitar acciones del Estado. La libertad de expresión determina que se
necesita que los medios sean lo más libres que sea posible para que estén
disponibles todas las informaciones necesarias para que la ciudadanía tome sus
decisiones. El problema es que, de acuerdo con Pedro Vaca, director de la
Fundación para la Libertad de Prensa ( FLIP), la ecuación se distorsiona por la
incidencia de recursos y de relaciones. «No toda la información está disponible,
pudiendo estarlo. Hay decisiones conscientes de no darla o de dar solo
determinada parte de la información para proteger los intereses económicos o las
relaciones de los medios» 9. Los medios pueden tomar ventaja de sus privilegios y
no utilizarlos solo en pro del buen periodismo y el bien común. De acuerdo con el
investigador argentino Martín Becerra, la libertad de expresión se «convierte en
una suerte de fetiche a medida que sirve para validar la posición de quien la
invoca» 10. Cualquier grupo empresarial puede optar por tener un medio de
comunicación y hacerse propaganda en su medio o sus medios, y eso no se puede
restringir, señala Pedro Vaca. «Lo deseable (...) es que esos medios, como parte de
un grupo empresarial, expliquen cuáles son esos conflictos de interés que
tienen»11 . Es lo deseable, no lo que tienen que hacer, porque la libertad de
expresión incluye presunciones obligatorias que tienen como fin proteger la labor
de los periodistas y de los medios, pero que pueden jugar a favor del lobby político.
Pasa, por ejemplo, con la reserva de la fuente. Un medio puede recibir información
privilegiada, publicarla para favorecer los intereses de alguien o para incidir en
temas y decisiones del debate público y decir que no puede revelar su fuente. «Es
una gran paradoja de la libertad de expresión. Pedirle al periodista que revele su
fuente es algo que no vamos a hacer, es el costo que nos toca asumir», recalca
Vaca.

La ingenuidad desaparece
Ni los medios ni los periodistas pueden hoy responder a la antigua idea del
periodismo aséptico. Los medios que pertenecen a estos grandes conglomerados
empresariales que los concentran, e incluso muchos de los que no forman parte
de estas cadenas de valor, responden a intereses. La producción y la distribución
de la información responden, siempre, a intereses políticos y económicos. Lo ideal
sería poner en evidencia esos intereses. La Silla Vacía, el medio político
independiente por excelencia de Colombia, siempre ha hecho pública la
información sobre sus propietarios y financiamiento. La familia de Juanita León,
su fundadora y directora, tiene un porcentaje de las acciones del medio y al mismo
tiempo es dueña de empresas en el sector químico de alimentos. También en este
caso hay intereses de por medio, la diferencia es que lo dejan en claro. No
podemos esperar total independencia, pero sí debemos esperar y exigir
transparencia. Es lo mínimo. Es, como dice Pedro Vaca, «lo deseable».

Esa transparencia, la precisión y la actualidad de los datos sobre la propiedad de


los medios son esenciales para que haya pluralismo y para conocer el grado de
concentración de los medios. Si no sabemos quién los controla, hay más
posibilidades de que ejerzan una influencia fuerte en la opinión pública sin que la
audiencia se dé cuenta o tenga la posibilidad de cuestionarlo 12. Y no solo
necesitamos datos sobre la concentración, también sobre la pauta publicitaria,
porque esta se traduce en relatos e imaginarios e impone modelos de vida;
además de, como ha sostenido la Relatoría para la Libertad de Expresión de la
Organización de Estados Americanos ( OEA), producir formas de censura.

Una encuesta a periodistas colombianos realizada por Cifras y Conceptos en


201513 provocó alarma por la falta de transparencia en la pauta oficial en Colombia.
66% de los encuestados dijo que los medios evitan publicar temas delicados por
miedo a perder la pauta, 62% señaló que conoce medios que modifican su posición
editorial a cambio de pauta o de favores políticos y 49% respondió que el sector
privado ejerce presión sobre los medios a través de la pauta.

Se necesitan gestos de transparencia activa en los que el medio deje en claro a


quién pertenece, quién pauta y a quién le rinde cuentas, para así saber sobre qué
temas puede informar bien y sobre cuáles no. Y se necesitan también medios y
periodistas más valientes, que traicionen el pacto de no agresión: que señalen los
conflictos de intereses, que cubran con rigor los temas que el otro no puede o no
se interesa por cubrir 14.

Los medios en el lobby global


Las empresas transnacionales están cada vez más fortalecidas, mientras que las
fronteras de los países se desdibujan y las normativas internas son cada vez más
insuficientes. Las transnacionales han consolidado su poder en detrimento de los
Estados y, sobre todo, de los derechos de los individuos. Se valen de la falta de
regulaciones a escala global, y no solo local, para poner freno a su accionar; de su
capacidad de lobby político en los países donde operan; de la posibilidad de eludir
y evadir impuestos; de prácticas que van en contra de los derechos humanos y de
la impunidad que las protege. Utilizan su poder para conseguir privilegios y, a
través de la captura corporativa, imponer sus propias reglas de juego. Así
consiguen beneficios económicos y políticos, inciden sobre las instituciones y
políticas estatales y capturan la política, la economía, la información, la ciencia y la
tecnología. Y la captura corporativa de lo público se vuelve aún más amenazadora
cuando entran las empresas transnacionales de big data,  que obtienen el control
de la datos sobre los sujetos y la sociedad gracias a nuestros rastros digitales,  que
no tienen ninguna vinculación territorial y que pertenecen enteramente al mundo
global.  Las transnacionales de big data, como muchas otras empresas, no están
dispuestas a pagar impuestos y «desarrollan un inmenso poder de lobby para
evitar legislaciones nacionales y regulaciones contrarias a la concentración de
posiciones dominantes» 15. Pero no solo esto: también controlan, vigilan y censuran
sin que nos demos cuenta.

Y esto se hace vía Netflix y Amazon, Facebook y Google, Wallmart y los gobiernos.
Las empresas y los gobiernos han abrazado la religión de los datos con el objetivo
de extraer rendimiento económico y político de toda esta información. La
orientación a los datos es la nueva forma de centrarse en el cliente (negocio) y
vigilar terroristas (ideología). 16

Las empresas transnacionales, los conglomerados económicos y los medios de


comunicación inciden sobre los gobiernos a través del lobby para evitar
regulaciones que no les convienen o para garantizar políticas públicas que las
provean de apoyos económicos estatales, regulaciones tributarias preferenciales
o infraestructura y acceso a recursos públicos para ofrecer servicios. Por esto la
intervención del Estado queda reducida, en el mejor de los casos, a la regulación
de políticas de contenidos de identidad nacional. Por eso hay que sensibilizar y
movilizar. Sensibilizar a través de la producción de información que no esté
cooptada por los intereses económicos o que al menos los declare de manera
transparente. Hay que movilizar a través de las redes sociales. Hay que promover
buenas prácticas contra la evasión. Hay que apoyar, sensibilizar y visibilizar las
acciones de organizaciones de la sociedad civil y de Estados para delimitar el
accionar y poner fin a la impunidad de estas empresas. Por último, hay que
incentivar la discusión sobre la transparencia de los medios de comunicación, y
que quede más claro en qué medios se puede confiar sobre ciertos temas y en
cuáles no.

Los medios de comunicación son piezas claves en el lobby de las empresas ante la
toma de decisiones de gobiernos, legisladores y jueces, porque crean ambientes
favorables o adversos en la opinión pública frente a los asuntos públicos; inciden
en el clima social mediante imágenes sobre «buenos» y «malos», grietas y
polarizaciones que solo son claras para el relato periodístico; proveen a la sociedad
de emociones frente a los asuntos de interés colectivo. Y esta incidencia política
de los medios responde a estrategias diseñadas por las empresas a través de la
información, el entretenimiento y los eventos mediáticos. En este contexto, los
políticos, los gobiernos y los ciudadanos están condicionados, en su toma de
decisiones, por los intereses, tonos y modos que los medios proponen. Así, sin
medios de comunicación, no hay lobby.

Relacionados

O las grandes tecnológicas o la prensa libre

Steven Hill

Inteligencia artificial aplicada a la salud


Luces y sombras

Carolina Martínez Elebi

La amenaza fantasma
Inteligencia artificial y derechos laborales
Juan Manuel Ottaviano

Un golpe a los derechos de los trabajadores en California

Michelle Chen

¿De «BRICS» a «TRICS»?


Brasil y Turquía: entre la política doméstica y la geopolítica mundial

Carlos R.S. Milani

 1.

«De la captura corporativa a la captura de las corporaciones. Apuntes de la


conferencia de Buenos Aires», Nueva Sociedad, 11/2016, disponible en
www.nuso.org.

 2.

Martín Becerra: «Medios de comunicación: América Latina a contramano»


en Nueva Sociedad  No 249, 1-2/2014, disponible en www.nuso.org.

 3.

Miguel García, entrevista de los autores, 22/5/2018.


 4.

Entrevista de los autores, 21/5/2018.

 5.

Ibíd.

 6.

M. Becerra: ob. cit., p. 64.

 7.

Elizabeth Fox y Silvio Waisbord (eds.): Latin Politics, Global Media,


University of Texas Press, Austin, 2002.

 8.

O. Rincón: «Periodismo mutante y bastardo» en CS No 22, 5-8/2017.

 9.

Pedro Vaca, entrevista de los autores, 23/5/2018.

 10.

M. Becerra: ob. cit.

 11.
P. Vaca, cit.

 12.

«Transparencia de la propiedad» en ¿De quién son los medios? Monitoreo


de la propiedad MOM, 2015, www.monitoreodemedios.co/transparencia/.

 13.

Cifras y Conceptos: «Encuesta Libertad de Expresión y Acceso a la


Información en Colombia 2015», disponible en
http://cifrasyconceptos.com/wp-content/uploads/2015/10/099-15-
Presentación-final-libertad-de-expresión.pdf?8ab3a8.

 14.

P. Vaca, cit.

 15.

«De la captura corporativa a la captura de las corporaciones. Apuntes de la


conferencia de Buenos Aires», cit.

 16.

O. Rincón: «Los datos: la cancha donde se juega la democracia»


en Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación No 131, 2016.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 276, Julio -
Agosto 2018, ISSN: 0251-3552

También podría gustarte