La Ilíada de Homero, Tomo III (Ignacio García Malo)

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T O MO. III.
LA I L IA D A
DE HO ME RO,
TRADUCIDA DEL GRIEGo
EN VERSO ENDE cAsíLAB o CASTELLANo

P O R.

D. IGNACIO GARCIA MALO.

TOMO TERCERO.

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coN LICENCIA EN MADRID,


Po R PANTALE o N Az N AR.
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LA ILIADA DE HOMERO.
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L I B R. O, o XVII.
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A R G U MENTo,
Queda muerto Patrocio generoso, , , ,
Y hay por su cuerpo un choque sanguinoso.
Va dé Aquiles Antilocho, con gran llanto,
A anunciarle su muerte; y mientras tanto
Sostienen el combate enfurecidos sea s
Los Ayaces valientes y aguerridos, º
- 3 r

N, se ocultó la suerte de Patroclo,


Muerto por los Troyanos en batalla,
A Menelao belicoso y fuerte. º

Quando soyó esta noticia, fue volando


A 3
(2)
Por las filas primeras de sus tropas
Armado con acero refulgente,
Y se acercó al cadáver de Patroclo.
Asi como se vé que una Becerra
En el parto primero anda girando
Al rededor del tierno Becerrillo,
Dando grandes bramidos, porque ignora
Hasta entonces lo que es dolor de parto;
Menelao tambien no de otra suerte -

Iba andando en contórno de Patroclo,


Cubriendole igualmente con su lanza
Y su inmenso broquél, pronto á dar muerte
Al que osára acercarse á despojarlo. - - - -

Viendo el hijo de Pantho al gran Patroclo


Extendido entre el polvo, no se olvida
De impedir, con yalor o que le defiendan,
Y acercandose pronto á donde estaba .. ..
Dice asi á Menelao, belicoso: , a -
»Menelao, de Júpiter, alumno,
»Y de les Pueblos Capitan valiente,
» Retirate, abandona el cuerpo muerto, -
»Y dexame el despojo sanguinoso, , , e d
» Porque yo entre los ínclitos Troyanos .
»Y bravos Aliados, fuí por cierto
»El primero en teñir mi aguda lanza
(3)
» Con la sangre funesta de Patroclo.
»Por esto no me prives de que lógre
» Una gloria inmortal entre los Teucros:
»Dexamela adquirir, si no deseas
»Que mi lanza en tu sangre vea teñida,
» Privandote al momento de la vida.” ,
El rubio Menelao le responde, o
Gravemente indignado, de esta suerte:
»¡Qué desprécio merece, Padre Jove,
» La sobervia á que fuerza no acompaña
»No hay Leopardo cruel, ni Leon fuerte,
e »Ni Javalí feróz (que tiene en pecho
» Espíritu en extremo furibundo)
» Que se iguále en la furia y en la audacia
» A este hijo de Pantho. Sin embargo
» Al bravo Hyperenor sirvió muy poco
»Su aliento ni valor, ni mucho tiempo
»Su juventud gozó , quando imprudente
»Tuvo la fiera audacia de insultarme,
»Y diciendo en voz alta que yo era
» El mas débil guerrero de los Danaos,
» Me esperó temerario cuerpo á cuerpo.
»Nada le aprovechó su ligereza
» Para escaparse entonces de mis manos;
” Pues no pienso que el necio retornáse
A4
(4)
» A calmar los temores de su esposa,
»Y de su padre y madre veneranda.
» La misma infelíz suerte de tu hermano,
»Tendrás tú brevemente, si te atreves ...
» A oponerte á mi esfuerzo. Vuelve luego -
» A entrar entre tus tropas y phalanges: :
»No te opongas á mí, no sea te cueste
» Muy caro tu insolencia; pues los locos
»No conocen el mal que han merecido,
»Hasta que ya lo tienen recibido.”
Dixo de esta manera, y sin embargo ...
No logró persuadirlo, antes Euphorbo ,
Asi le replicó con gran fiereza: -

» Menelao, de Júpiter alumno, s

»Tú pagarás la sangre de mi hermano, , ...


» A quien has dado muerte impetuoso, . .
»Y de que tú te: atreves á jactarte ..
» En mi presencia misma. Ciertamente
» Viuda á su amada esposa tú has dexado, -
» En duelo convirtiendo la alegría. .
» De un hymenéo dulce tan reciente, a ...
»Y á su padre y su madre les has dado
» Una tristeza y luto inexplicable: .
» Mas yo espéro lograr por algun tiempo
»Suspender sus dolores y congoxas, . -

*
- º -
-
(5)
»Y darles muy en breve algun consuelo,
» Que no será pequeño, quando lleve
» En triunfo tu cabeza, y la presente
» En las manos de Pantho, y de la noble
»Phrontide generosa. Mas el tiempo
» En palabras ociosas no perdamos.
»Es necesario, pues, que este debate,
»Lo decidan las armas al momento,
» Con la fuerza, el terror y el ardimiento.”
Asi dixo; y da un golpe á Menelao
En su escudo redondo, mas no pudo
Traspasar el metal, antes al golpe
Se remachó la punta del acero. , , , , , ,
Menelao, despues de resistirse r
A este golpe terrible, dirigiendo
Sus ruegos al gran Jove, enviste osado
A su fuerte enemigo, que se iba ges -
Acia atrás retirando ; le da un golpe
Con su lanza en el cuello, y de tal suerte
Apoya en el acero, que le sale º
Por detrás de la nuca. El bravo Euphorbo
Cae muerto, y al caer llena de espánto
El ruído de sus armas, á los Teucros.
Sus hermosos cabellos, que eran dignos
De las Gracias, se ven nadar en sangre,
(6)
Y los brillantes nudos de oro y plata,
Con que estaban sus rizos sostenidos,
Quedan tambien manchados. Asi como
Un Olívo reciente cultivado
Por un diestro y atento Jardinero
En un vergél al lado de un arroyo,
Donde abunda del agua la corriente,
Muy hermoso, y brotando verdes ramas,
Se mueve á los impulsos de los vientos,
Y de cándida flor todo se viste: .
Mas viniendo de pronto un viento fuerte
Con un grande uracán, le arranca y tiende
En el arroyo mismo, que ha servido
Para hacerle crecer ; no de otra suerte
Euphorbo, hijo de Pantho generoso,
En su juventud tierna fue abatido,
Y de sus bellas armas despojado
Por Menelao ilustre, hijo de Atreo.
Como quando un, Leon de las montañas
Fiandose en su fuerza, roba ansioso e A
La Baca mas hermosa de un rebaño,
Y despues que le ha roto el recio cuello, º
Chupa la sangre de ella, y le devora
º
Con rabia las entrañas, que los Perros o
Y Pastores le cercan congregados, -
(7 )
Dando unos fuertes gritos, sin que tenga
Ninguno la osadía de acercarse, •

Porque un pálido espánto los oprime; º

Asi ningun Troyano se atrevía.


A oponerse al valiente Menelao.
El fuerte hijo de Atreo facilmente
Entonces se llevára la armadura
Del hijo del gran Pantho, si envidioso ,
El inmortal Apolo de su gloria,
Semejante en la voz y en la figura .
A Mantes, que era Rey de los Ciconios,
No se hubiera acercado á Héctor, guerrero,
Y le hubiese incitado de esta suerte:
» Héctor, tú vas corriendo sin prudencia
-

» Por este vasto campo, en seguimiento


» De un honor, que no es facil que consigas.
»Vas corriendo detrás de los Caballos
»Del magnánimo. Aquiles, mas no sabes
» Que es muy dificultoso que los dome ,

»Ningun hombre mortal, y que no sufren i


» El yugo facilmente, sino solo o
»Báxo del fuerte Aquiles invencible,
» Que á una inmortal Deydad tiene por madre?
» A Menelao en tanto alli te dexas,
» Que defendiendo el cuerpo de Patroclo y
(8) -

»Ha inmolado sobre él al mas valiente


” De los Teucros, Euphorbo hijo de Pantho,
»Y detenido en medio de su curso
» A este joven guerrero impetuoso
» De combates y estragos deseoso.” o
Despues que asi le dixo, otra vez vuelve
Este Dios á internarse en el combate.
Héctor su corazon siente afligido
Del mas vivo dolor, y remirando
Por una y otra parte en las hileras, -.

A Euphorbo vé postrado, que corria


Ya de su abierta herida negra sangre, a .
Y que Atrida las armas le quitaba. f
No pudiendo á este aspecto contenerse, ...
Por las primeras haces entra al punto , ... ss
Armado con acero relumbrante, . . ...s

Dando gritos terribles y espantosos, -s


Semejante á una llama de Vulcano ... s
Por su grande furor inextinguible. . . .
El gran hijo de Atreo conmovido es
De esta voz tan terrible, reconoce º
A Héctor generoso, y suspirando
De rabia y de furor, entre sí dixo: .
»¡Ah qué infelice soy ! será posible .
» Que me déxe yo aqui tan bellas armas, -
(9)
--

»Y abandóne á Patroclo, que cadáver


', »Yace aqui por mi honor tan solamente ?
»Yo temo que si llega algun Argivo
»A vér que me retíro, ha de irritarse.
» Pero si aqui al presente por vergüenza
Ve » Combato solo yo contra el gran Héctor
»Y todos los Troyanos, y me cercan
» Por una y otra parte, ¿ no es temible
» Que entre tal multitud quéde oprimido?
» Asi será, pues Héctor viene al frente
»De todos los Troyanos. ¿Por qué causa
» Una vana esperanza me figúro?
»Siempre que algun mortal osa oponerse
- » Contra un hombre, que el brazo, poderoso
» De algun Dios le sostiene, en el momento
»Su temeraria audacia es castigada.
» Por lo mismo no creo que se irrite
»Contra mí algun Acheo, aunque me vea
»Ceder al fuerte Héctor; pues batalla
»Protegido de un Dios. Ah si á lo menos
» Oyese yo la voz aqui inmediato
»Del valeroso Ayax, los dos juntos
» Podriamos hacer frente con denuedo,
»Y combatir constantes, aunque fuera
” Contra un Dios inmortal y prepotente,
(Io)
» Para salvar el cuerpo de Patroclo,
»Y conducirlo á Aquiles; pues al menos
» Esto de algun consuelo nos sería,
» Y alívio en tantos males nos daría.”
Mientras asi pensaba entre sí mismo,
Arriban las escuadras de los Teucros,
Precedidas de Héctor. Menelao
Retrocede al instante, y abandona
El cuerpo de Patroclo. Se retira,
La cabeza volviendo cada instante,
Qual Leon fiero de encrespadas greñas
Que Perros y Pastores juntamente
Echan fuera de un parque de ganado,
A fuerza de las lanzas y los gritos,
Que opreso el corazon de pena y rabia
Del redíl se retira á pesar suyo;
De esta suerte se aparta Menelao
Del cuerpo de Patroclo; y quando llega
A donde están sus fieles compañeros,
Volviendo la cabeza, se detiene
Y mira á todas partes, si divisa
A Ayax de Telamón. En fin percibe
Que estaba en la ala izquierda, que exhortaba
A todos sus ilustres compañeros,
Y se esforzaba á entrarlos en combate,
(11 )
Porque el divino Apolo habia infundido
El terror en sus pechos. Al momento
Va corriendo ácia él rápidamente,
Y alcanzandole pronto, asi le dice:
»Vamos alli al momento, Ayax amigo,
» A salvar el cadáver de Patroclo,
»Para vér si podemos á lo menos
» A Aquiles conducirlo, aunque desnudo;
»Pues Héctor generoso y denodado .
»Ya sus armas lucientes le ha quitado.”
Dixo asi; y el gran Ayax belicoso,
De rabia conmovido, rompe al punto
Por las primeras filas juntamente
Con Menelao ilustre. Héctor, ya dueño
De las ínclitas armas de Patroclo,
Arrastraba su cuerpo, y con su espada
Iba ya á separarle de sus hombros
La cabeza, y despues á abandonarlo
A los Perros Troyanos por despójo.
Mas quando Ayax se acercó llevando -

Un broquél á una torre semejante,


Héctor entre sus sócios se retira,
Yá su carro se sube á toda priesa,
Despues de haber mandado que llevasen
A la Ciudad de Troya aquellas armas
(12)
Que antes habia ganado, y que debian
Realzar su valor y clara gloria.
Ayax, cubriendo entonces con su escudo
El cuerpo de Patroclo, le hace frente.
Como un Leon feróz, que conduciendo
Sus Cachorros aun tiernos por un bosque
Halla al paso un tropél de Cazadores,
Y en torno de sus hijos se detiene
Por su vigor y fuerza muy sobervio:
Espumea de rabia, y baxa al punto
Su piel sobre las cejas que le cierra
Los ojos al peligro; de esta suerte
Ayax enfurecido, vueltas daba
Al rededor del cuerpo de Patroclo,
Pronto siempre á cuidarle y protegerle,
Y Atrida Menelao por su parte
Viendo á su amigo muerto, renovaba
Los mas grandes dolores en su pecho.
El hijo de Hyppoloco, el bravo Glauco,
Capitan de los Lycios belicosos,
Milando á Héctor con rabia le reprehende
Con sangrientas palabras, de esta suerte:
» Héctor bueno tan solo en la apariencia,
» Muy presto abandonaste la batalla,
»Ciertamente que siendo un fugitivo
(13)
»Sin razon tienes fama de valiente.
»Piensa ahora de qué modo salvar puedes
» La Ciudad y tu roca por tí solo,
» Con las tropas que Troya ha producido,
» Porque no espéro yo que Lycio alguno
» Quiera ya combatir contra los Danaos,
» Quando mérito alguno nadie adquiere
»Pugnando contra huestes enemigas
»Sin el menor descánso. ¡Oh infelice !
»¿Cómo tú salvarás de entre la turba
» A otro menos valiente y animoso,
»Quando has dexado á Sarpedon tu amigo
»Y tu huesped, en manos de los Griegos,
»Y que sea despójo de sus íras? -

» Mientras que vivo estuvo sirvió siempre


» A tí y á tu Ciudad de un gran socorro,
»Y ahora valor y aliento no has tenido
» Para obstar, que los Perros le devoren.
» Pero si á mí los Lycios condescienden,
» Desde hoy nos volverémos á la patria,
»Y la ruína de Troya será cierta.
»Si los Teucros tuviesen el denuedo
»Y el invicto valor que siempre inflama
» A los que emprenden guerra por defensa
» De su patria con huestes enemigas,
Tomo III. B
(14)
»Llevariamos el cuerpo de Patroclo
» Al momento á Ilión, y conduciendo /

»Un muerto semejante á las murallas


»De la Ciudad del grande Rey Priämo,
» Los Argivos al punto volverían
» De Sarpedon las armas por tal precio,
»Y podriamos á Troya conducirle, -

»Siendo el muerto escudero del mas fuerte


»Y valiente de todos los Argivos,
»Que á las mas belicosas tropas manda.
»Pero tú no has osado esperar firme
» Al magnánimo Ayax, ni tampoco
»Su vista sostener, pues ciertamente
»Te aventaja en vigor, y es mas valiente.”
Mirandole irritado Héctor le dice:
»¿Quién esperar pudiera de tí, Glauco,
» Que hablases tan audáz y fieramente?
» Amigo, yo pensaba que en prudencia
»Superabas á todos los que habitan
» En la famosa Lycia; mas ahora
»Tu modo de pensar es reprehensible,
»Y me son tus palabras repugnantes,
» Quando dices incauto y temerario,
» Que no tengo valor para ponerme
» Al frente del gran Ayax. Ni el combate,
(15)
»Ni tampoco el fracaso de Caballos,
»Me ocasionan pavór. No, solamente
»Es el supremo Jove quien me aterra;
»Pues siempre sus consejos prevalecen,
»Y hace huír al mas fuerte, á quien le quita
» El triunfo y la victoria como gusta,
» Aun quando mas le incita á la batalla,
»Mas sigueme, y verás por mis acciones
»Si soy vil y cobarde todo un dia,
»Como vas profiriendo, ó si recházo
»Del cuerpo de Patroclo á qualquier Griego
» Que se ponga animoso á defenderle,
»Y que sea, qual dices neciamente,
»Mas fuerte que yo soy, y mas valiente.”
Despues que dixo asi, con altas voces
Exhorta á los Troyanos de este modo:
»¡Oh Troyanos, Lycienses y Dardanios !
» No olvideis vuestra fuerza impetuosa,
» Mientras voy á vestirme con las armas
» Refulgentes de Aquiles generoso,
»Que al ilustre Patroclo yo he quitado,
» Despues que de la vida le he privado.”
Luego que asi les dice, Héctor se aparta
De la ardiente batalla. Va corriendo,
Y alcanza muy en breve á los que á Troya
B 2
(16)
Estas armas de Aquiles conducian.
Estando separado del combate
Y guerra lagrimosa, se despoja
De aquellas que tenia, las entrega
Para llevar á Troya, y toma al punto
Las armas inmortales del gran hijo
Del ilustre Peléo, que los Dioses
Eternos y celestes habian dado
A su querido padre, cuyas armas
Quando ya viejo estaba, dió á su hijo:
Mas éste con las armas de su padre
No llegó á envejecer. Entonces Jove,
Viendo al ilustre Héctor que se armaba
Con las armas del hijo de Peléo,
Moviendo la cabeza en el instante,
Interiormente dixo: ». Ah desgraciado
»No piensas en la muerte que te espera,
»Y te vistes las armas inmortales
»Del varon mas ilustre y vigoroso,
» Que á todos los demás temor infunde.
» A su amigo tú has dado infausta muerte,
» El qual era igualmente distinguido
» Por su mucha clemencia y su denuedo,
»Y tú con grande oprobrio le has quitado
»Sus armas de los hembros y cabeza.
(17)
» Mas hoy te quiero dar una gran gloria
» Por compensar el mal que te amenaza,
»Y consolar á Andrómaca tu esposa,
»Que no podrá quitarte de los hombros
» Al volver de la guerra y el combate
» Esas armas de Aquiles tan lucientes,
» Que de tí tomaría en el momento
» Rebosando de gozo y de conténto.”
Dixo asi; y el Saturnio mover hace
Sus formidables cejas. Estas armas
Adapta al cuerpo de Héctor; prontamente
Le asalta el belicoso horrendo Marte,
Y siente que sus miembros están llenos
De fuerza y de vigor divinamente.
Marcha al punto á la frente de las tropas
De sus ínclitos sócios, dando gritos,
Y todos por Aquiles le tuvieron

Viendole con sus armas refulgentes.


Al instante se acerca á los Caudillos
Mesthles , Glauco, Medonte, Thersiloco,
Asteropéo, Deisenor, Hippoto,
Phorcis, Chromio y Eunómo el Adivino;
Y para darles ánimo y aliento
Les habla de esta suerte: , Numerosas
»Y belicosas tropas de Auxiliares,
B3
(18)
» Que sois todos vecinos de este Reyno,
» Atentas escuchad. No os he excitado
» A que vengais aqui de vuestras casas
»Para aumentar el número de gente,
» Pues me era muy superflua : mas tan solo
» A fin de que conmigo defendieseis
» Las mugeres é hijos de los Teucros,
»Del valor de los Griegos belicosos.
» Por lo mismo mis Pueblos yo consumo
» Para daros á todos alimento,
»Y premiar vuestro mérito y servicios.
»Ea, pues, invadid, vuelta la frente,
» A vencer ó á morir determinados;
»Pues éste es el convenio de la guerra. (to,
» Qualquiera que á Patroclo, aunque está muer
» Le arrastre ácia los Teucros, y haga osado
»Retirar al gran Ayax, le prometo
» Que la mitad tendrá de los despojos,
»Y partirá conmigo la gran gloria
» Que nos dará este dia la victoria.”
Asi dixo; y los fuertes Aliados
Enristrando las lanzas se encaminan
Acia los bravos Griegos fieramente,
Esperando arrancar el cuerpo muerto
De las manos de Ayax Telamonio.
(19)
¡Oh insensatos! pues Ayax sobre él mismo
Del espíritu priva á muchos Teucros;
Yá Menelao entonces asi dice: -

»¡Oh amigo, Menelao generoso,


» De Júpiter alumno! ya no espéro
» Que retornar podamos de la guerra.
»No temo tanto yo por el cadáver
»Del infelíz Patroclo, que ahora mismo
»Será presa igualmente de las aves
»Y perros de los Teucros, como temo
» De tu vida y la mia algun peligro,
» Porque nube de guerra Héctor furioso
»Todo lo va asolando, y es muy cierto
» Que una ruína fatal nos amenaza.
» Llama, pues, á los Griegos mas valientes,
» Que á nuestro ampáro vengan diligentes.”
Dixo asi; y Menelao belicoso
Siguiendo su consejo, fuerte grita
A los Danaos llamando en voces altas:
»¡Oh Príncipes y Xefes de los Griegos,
»Que en público os sentais siempre á la mesa
» De Agamenón Atrida y Menelao,

»Y mandais cada qual á vuestras tropas,


» Porque el honor y gloria os da el gran Jove!
»Tanto se halla encendido ya el contraste
B4
(2o )
»Del sangriento combate, que no es facil
» Que yo pueda llamaros uno á uno,
» Cada qual venga ahora por sí mismo,
» E indignese al mirar, que ya Patroclo
»Será con gran oprobrio en el momento
» De los perros Troyanos alimento.”
Asi dixo; y oyendole al instante
Ayax pronto y velóz, hijo de Oileo,
El primero rompiendo la batalla
A su encuentro salió. Despues le sigue
Idomenéo ilustre, y su escudero
Merión, que era igual al fiero Marte.
Mas ¿quién tendrá memoria suficiente,
Para decir los nombres de los Griegos,
Que á mas de estos la pugna renovaron?
Por Héctor los Troyanos precedidos
Invaden muy unidos los primeros
Con estrépito igual al que hace un rio
Por Jove acrecentado con las lluvias,
Quando al entrar al mar, su curso estorvan
Las ondas rebramando, y rechazadas
Sus aguas por el mar resuena en torno,
De las costas el ruído; de esta suerte
Resonaba el clamor de los Troyanos.
Los Acheos cercaban á Patroclo
(21)
Animados de un mismo ardor y aliento,
Y de escudos de bronce defendidos.
El Saturmio cercó con densa niebla
Sus yelmos refulgentes, porque nunca
El hijo de Menecio le fue odioso
Mientras en vida fue siervo de Aquiles;
Ni queria que entonces fuese presa
Del enemigo, por los perros Teucros.
Por esta causa excita á la defensa

De su cuerpo á sus sócios belicosos,


Aunque primero las Troyanas haces
Rechazan los Argivos, que aterrados
Huyen de alli, dexando el cuerpo muerto,
Sin embargo los Teucros generosos
No dieron muerte á alguno con sus picas
Sí bien lo deseaban, y tan solo
El sangriento cadáver se llevaban.
Mas debian estár muy poco tiempo
Lexos de él los Acheos; porque Ayax,
Que superaba á los demás Argivos
En presencia, en hazañas y proezas,
Despues del grande Aquiles, brevemente
Les hace retornar á la batalla.
Por las primeras filas rompe osado
A un Javalí en la fuerza semejante
(22 )
Que en un monte disipa facilmente
Los Perros y atrevidos Cazadores,
Volviendose con ímpetu improviso
Por las densas malezas; de esta suerte
Ayax de Telamón fiero y terrible
Disipa las phalanges de los Teucros
Que cercaban el cuerpo de Patroclo,
Y esperaban á Troya conducirlo,
Y adquirir una grande y suma gloria.
Ya de Letho Pelasgo el hijo ilustre
Hippothoo atrevido deseando
Agradar al gran Héctor y á los Teucros,
Habiendo atado al muerto una correa
Por el tobillo junto á los tendones,
Le sacaba arrastrando del combate.
Mas en breve le vino la desgracia
Sin que nadie pudiese defenderlo,
Por mas que lo anhelase. Ayax entrando
Por medio de la turba impetuoso
Desde cerca le da tan fiero golpe
Con su acerada lanza en la cabeza,
Que el yelmo le divide al grave impulso
De su robusta mano y grande lanza:
Salta el celébro de la abierta herida
Envuelto entre la sangre: queda al punto
(23) - -

Sin fuerzas ni vigor, dexa en la tierra


El pie del gran Patroclo, y cae sin vida
Inmediato á su cuerpo, tan distante
De su patria Larisa muy fecunda.
Ni á sus amados padres pagar pudo
Su buena educacion, porque el acero
Formidable de Ayax generoso
Cortó sus bellos dias cruelmente
En su edad juveníl y floreciente.
Héctor su hasta luciente enristra al punto
Contra el ilustre Ayax : mas él viendo
La ferrea lanza, evita el duro golpe,
Y al magnánimo Eschedio hijo de Iphito,
El mas fuerte y valiente de los Phorcios,
Que habitaba en la ínclita Panope,
Y á infinitos vasallos imperaba,
Le hiere por debaxo de la gola,
Mas tan en medio, que la ferrea punta
Por encima del hombro sale pronta.
Eschedio cae sin vida, y en la tierra
Resuena el ronco estruendo de sus armas.
Despues Ayax á Phorcis belicoso
Hijo del claro Phenops, que queria
Defender el cadáver de Hippothoo,
Por en medio del vientre le penetra.
(24)
Rompió la cavidad de su coraza,
Y las entrañas laceró la pica:
Cae de boca en la tierra, y de esta suerte
Le cubren las tinieblas de la muerte.
Al vér esto, cedieron los Troyanos
De las primeras filas, y el gran Héctor:
Los Acheos con ruído clamoroso
Sacaron los cadáveres de Phorcis,
Y del fuerte Hyppothoo, y al momento
Las armas de sus hombros les quitaron.
Entonces por los Griegos belicosos,
Rechazados los Teucros nuevamente,
Hubieran ascendido á la alta Troya,
Vencidos por su infame cobardía,
Y adquirido los Griegos mucha gloria
(No obstante los consejos del gran Jove)
Por su propio vigor y fortaleza,
Si en aqueste momento el mismo Apolo
Incitado no hubiese al bravo Eneas,
Semejante en el cuerpo á Periphante,
Que en casa de su padre Epyto anciano,
Hasta llegar á viejo habia exercido
El oficio y empléo de Rey de Armas,
Hombre instruído para dar consejos.
Con este aspecto Apolo hijo de Jove,
(25.)
Acercandose á Eneas, asi dice:
»¿Cómo podrás salvar, ilustre Eneas,
»La Ciudad de Ilión, contra la órden
»Del mismo excelso Jove, como he visto
»Hacer á algunos otros, confiados
» En su aliento, vigor y valentía,
»Y en el número grande de sus tropas,
» Al espánto y pavór inaccesibles ?
»Júpiter quiere darnos la victoria,
»Mas bien que á los Argivos: mas vosotros
» Estais ya de terror acobardados,
»Y no pugnais constantes y animados.”
Dixo asi; y el ilustre y grande Eneas,
Mirando atento á Apolo, le conoce,
Y dando fuertes gritos, dice á Héctor:
»¡Oh Héctor, y vosotros conductores
» De las tropas Troyanas y Auxiliares!
»¡Qué vergüenza es ahora, que nosotros
»Volvamos á Ilión por cobardía,
»Vencidos por los Griegos belicosos (cho
»Sabed, que un Dios eterno ahora me ha di
»Que Júpiter, supremo Consejero,
»Nos prestará su auxilio en la batalla:
»Vamos contra los Danaos rectamente,
»Y no les permitamos que se lleven
(26)
» A sus naves sin pena ni cuidado,
» El cuerpo de Patroclo ensangrentado.”
Dixo asi; y al instante impetuoso
De las primeras haces se adelanta.
Le siguen los Troyanos y Auxiliares,
Y haciendo todos frente denodados,
Se oponen al encuentro de los Griegos.
Entonces hiere Eneas con su lanza
A Leócrito hijo de Arisbante,
De Lycomédes compañero fuerte,
Y al mirarle caer se compadece
Lycomédes intrépido guerrero.
Estando cerca de él la lanza vibra,
Y hiere á Pisáon hijo de Hippáso,
De los Pueblos Pastor, pasando el hierro
Por la parte inferior de las entrañas,
Y le priva de espíritu y de fuerza.
De la fértil Peonia habia venido,
Y despues del famoso Asteropéo,
Era el mas bravo y fuerte en los combates
De todos los Peonios. Conmovido
De su muerte el guerrero Asteropéo,
Y dispuesto á pugnar contra los Danaos,
A sus haces intrépido acomete;
Mas no puede romperlas, porque estaban
(27)
Todos con sus escudos defendidos,
Al rededor del cuerpo de Patroclo,
Y vibraban sus lanzas con denuedo.
Ayax daba sus órdenes á todos,
A muchos exhortando, y no dexaba
Que nadie del cadáver se apartáse
Ni ácia atrás, ni adelante, ni tampoco
Para ir á pugnar con los Argivos;
Pues queria que todos estuviesen
Al rededor del cuerpo á defenderlo,
Y que firmes de cerca batallasen.
Asi mandaba Ayax, y la tierra
Con la purpúrea sangre se regaba.
Unos muertos caían sobre otros
Juntamente Troyanos y Auxiliares,
Y aun los Danaos tambien, pues no pugnaban
Sin perder mucha gente: sin embargo
Perecian muy pocos de su parte,
Porque atentos estaban mutuamente
A prestarse favor en tal conflicto. .

Asi, pues, unos y otros combatian


Con un ardor igual al de un incendio,
Y hubieras dicho entonces que el Sol claro
Y la Luna su luz habian perdido;
Pues una densa niebla rodeaba
(28)
Todos los campeones, que en contorno
Del cuerpo de Patroclo combatian.
Otros Teucros y Griegos, sin moverse,
Pugnaban báxo un Cielo mas sereno,
Porque el Sol para ellos derramaba
Sus luminosos rayos, y no habia
Ni en el campo, ni montes nube alguna.
Alli no combatian furibundos,
Pues estando unos y otros algo lexos,
Los dardos luctuosos evitaban.
Mas los que en medio estaban batallando,
Mucho daño y dolores padecian
Por la niebla y las armas igualmente;
Y aquel que era mas fuerte y mas guerrero,
Sufria mas daño del cruel acero.
Dos varones gloriosos, Thrasy médes
Y el valiente Antilocho, aun ignoraban
Que el ilustre Patroclo estaba muerto,
Y pensaban que vivo combatía
En el primer tumulto con los Teucros.
Ambos, viendo las muertes, la derrota
Y el temor de sus tristes compañeros,
En parte separada combatian,
Como Néstor anciano habia mandado
Quando exhortaba al arma en sus baxeles.
*:
(29)
Sigue por todo el dia el gran contraste
Del combate cruel y sanguinoso,
Y el sudor y fatiga permanente
De los Héroes, las fuerzas debilitan.
Ya sus robustas piernas vacilaban,
E inundaba el sudor ojos y manos
De los que en torno al cuerpo de Patroclo,
Escudero de Aquiles, combatian.
Como quando da alguno á muchos hombres
De un gran Toro la piel para estirarla,
Que la toman de grasa toda llena,
Y dispuestos en cerco, de ella tiran,
Y estirandola fluye el humor craso,
Y la líquida grasa se derrama , º

Al impulso de tantos que la dexan


Totalmente extendida; de esta suerte º
De aqui y de alli tiraban del cadáver
A porfia en espacio denso y corto, -

Esperando los Teucros conducirle ,

A la excelsa Ilión , y los Acheos


Llevarle hasta sus cóncavos baxeles. 2.
Por esto atróz combate alli tenian;
Ni Marte, incitador de las phalanges,
Ni Minerva, mirando esta refriega,
Aunque ayrada estuviese extremamente,
Tomo III. C
(3o )
Vituperado habrian la batalla:
Tal contraste de hombres y Caballos
Jove encendió aquel dia sobre el cuerpo
Del infeliz Patroclo. El noble Aquiles
La muerte de su amigo aun no sabía,
Porque el combate estaba muy distante
De sus veloces naves, y debaxo
De los muros de Troya: por tal causa
Que muerto ya estuviese no temia,
Y esperaba que vivo retornáse,
Despues de haber llegado hasta las puertas
De la eminente Troya combatiendo,
Porque el divino Aquiles bien sabía
Que no la arruinaría sin su auxilio,
Ni tampoco con él, pues muchas veces
En secreto lo oyera de su madre,
La qual le referia la sentencia
Del grande excelso Jove; mas entonces
No le quiso decir la nueva infausta
Y fracaso fatal acaecido
De haber su amigo caro perecido. -

Todos continuamente en torno al muerto


Con las agudas lanzas se encontraban,
Y se daban la muerte unos á otros. -

Entre tanto algun Griego, asi decia:


(31 )
»No es decoroso, amigos, ciertamente,
»Que á las cóncavas naves retornemos.
» Antes la negra tierra á todos trague,
»Pues sería mejor para nosotros,
»Que permitir ahora á los Troyanos,
» Que á su Ciudad, por triunfo muy glorioso,
»Llevasen el cadáver sanguinoso.”
Tambien qualquier Troyano asi decia:
» Amigos, aunque quiera ya el destíno
» Que en torno del cadáver perezcamos,
»Del combate fatal jamás huyamos.”
Asi alguno decia, y excitaba
El ánimo y valor del compañero:
Todos, pues, combatian audázmente,
Y del hierro el estrépito llegaba
Hasta el Cielo de bronce, penetrando
Por el espacio inmenso de la esfera.
Los Caballos de Aquiles, que distantes
Estaban del combate, quando vieron
Que estaba su escudero ya postrado
En el polvo por Héctor homicida,
Lloraban su desgracia amargamente.
El hijo de Dioréo Automedonte -

Con látigo velóz los incitaba,


Con Palabras suaves unas veces,
C 2
(32)
Y otras con amenazas: sin embargo
No querian volver á los baxeles
Acia el largo Helesponto, ni tampoco
A entrar en el combate ácia los Griegos;
Qual inmoble columna, que sostiene
Algun sepulcro, permanece firme;
De esta suerte inmovibles los Caballos
Báxo del yugo hermoso permanecen
Con las cabezas baxas ácia el suelo,
Y ambos ardientes lágrimas vertian
De sus ojos en tierra, lamentando
La pérdida fatal de su escudero,
Y en tanto de ambos las rizadas crines.
Cayendo junto al yugo se manchaban.
Jove al verlos llorar se compadece,
Y moviendo al momento su cabeza
Entre sí mismo dice: »¡Ay infelices!
»¿Por qué causa á Peléo os hemos dado,
»Siendo un hombre mortal, quando vosotros
» De la muerte y vejéz estais exéntos?
»¿ Participar debiais de los males
»Y desgracias que trae consigo siempre
» La humana condicion? Porque de todos
»Los tristes animales que respiran,
» Y en la tierra se mueven, no hay ninguno
(33)
»Mas infelíz que el hombre. Sin embargo
»No será por vosotros conducido
» En el hermoso carro, Héctor valiente,
»Pues yo lo impediré. ¿No es muy bastante
»Que las armas de Aquiles ya posea,
»Y que se jacte temerariamente ?
»Yo os daré tal espíritu y aliento,
»Que podais sacar sálvo del combate,
»Yá las naves llevará Automedonte,
»Ya que los Teucros lograrán la gloria
» De llegar dando muerte á los baxeles
» Hasta que el Sol tramonte ácia el Ocaso,
» Y empiecen á cubrir todas las cosas
» De la noche las sombras tenebrosas.”
Asi dice, é inspira á los Caballos
Una fuerza y vigor irresistible...
Levantan la cabeza, y sacudiendo
El polvo de sus crines en la tierra,
Ambos rápidamente el velóz carro
Llevan entre Troyanos y entre Argivos.
Pugnaba, aunque afligido, Automedonte
Por la muerte infelíz del compañero,
Llevando tan veloces los Caballos
Como va un Gavilán tras las Palomas,
Y tan facil huía del tumulto
C3
(34)
De las tropas Troyanas, como entrando
Por la mas densa turba impetuoso,
Rompia las phalanges: mas no obstante
A ningun enemigo muerte daba
Mientras iba corriendo por las filas;
Pues yendo solo en el sagrado carro
Combatir no podia á un mismo tiempo,
Y regir sus Caballos vigorosos.
En fin, Alcimedonte hijo atrevido
De Laercéo. Emónido, advirtiendo
El trance en que se hallaba, se detiene
Detrás del carro, y dice á Automedonte:
» ¿Qué Dios, Automedonte, te ha inspirado
»Tan inútil consejo dentro el pecho
» Quitandote el buen juicio? Tú combates
» En las primeras filas con los Teucros
»Solo estando ya muerto el compañero,
»Y Héctor lleva en sus hombros jactancioso
»Ya las armas de Aquiles generoso.”
Automedonte entonces le responde:
» Qué Acheo es á tí igual, Alcimedonte,
» Para domar Caballos inmortales,
»Sino Patroclo, que á los mismos Dioses
»Mientras vivió igualaba en la destreza:
» Mas de la muerte y hado está ya opreso.
(35)
»Toma el látigo y riendas fabricadas
» Con un sumo artificio, y sube al carro;
»Pues yo saltaré á tierra en el instante
» Para pugnar con ánimo constante.”
Dixo, y al carro sube Alcimedonte.
Toma el látigo y riendas en la mano,
Y Automedonte baxa al punto á tierra.
Le vé el ilustre Héctor, y asi dice
A Eneas, que inmediato de él estaba:
» Eneas, Capitan de los Troyanos,
» Los Caballos, de Aquiles yo descubro
» Que entran en el combate conducidos
» Por unos escuderos despreciables.
» Por esta causa espéro que podrémos
»Hacernos de ellos dueños, si te atreves
»Con ánimo á ayudarme; pues dos hombres
»No podrán sostener con osadía
»Nuestra gran resistencia y valentía.”
Dixo de esta manera, y al instante
El fuerte hijo de Anchises le obedece:
Van los dos rectamente muy cubiertos
Sus hombros con los cueros de los Toros
Aridos y muy firmes, guarnecidos
Fuertemente de bronce. Iban con ellos
Chromio y Areto de divina forma
C4
(36)
Esperanzados ambos de dar muerte
A los dos escuderos, y llevarse
Los Caballos de Aquiles, oh insensatos
Pues no debian partir de Automedonte,
Sin derramar los dos su infelíz sangre.
Este habiendo rogado al Padre Jove,
Sintió su corazon lléno de fuerza,
De audacia y de valor; y en el instante
Al fiel Alcimedonte asi le dixo:
» Amado Alcimedonte, no muy lexos
»Tén de mí los Caballos, mas tan cerca
» Que yo sienta su aliento en mis espaldas;
»Pues pienso que Héctor hijo de Priämo,
»No calmará su ardor hasta que monte
» Los Caballos de Aquiles generoso,
» Dandonos muerte á ambos, y que ponga
» Las haces de los Griegos en desórden,
» O que él mismo se quéde prisionero
»Entre todas sus huestes el primero.”
Dixo asi; llama al punto á los Ayaces
Y á Menelao ilustre, y asi dice:
» Ayaces, Xefes de las tropas Griegas,
»Y tú gran Menelao, dexad pronto
» A los que son mas fuertes el cuidado
» De circuír el muerto y defenderlo
(37)
» Ahuyentando las haces de enemigos,
»Y rechazad vosotros entre tanto,
» De nosotros que estamos aún con vida,
»Este dia cruel, pues invadiendo
»Entran ya en el combate lagrimoso
» Los dos mas animosos y mas fuertes
»Del Exército Teucro, Héctor y Eneas.
»El éxito felíz de esta batalla
» Depende de los Dioses, mas al menos
» Haré yo quanto pueda por mi parte,
»Y Júpiter en todo omnipotente
»Lo demás dispondrá segun su mente.”
Asi dixo; y vibrando su hasta larga
Da un golpe al fuerte Areto en el escudo:
Mas éste no impidió que el duro acero
El tahalí pasáse impetuoso,
Y que hasta el báxo vientre penetráse.
Como quando teniendo una hacha aguda
Un joven en la mano, da un gran golpe
A un Toro montaráz en medio el cuello,
Que cortandole el nervio enteramente,
Da un salto y cae en tierra; de este modo
Dando Areto un gran salto cae supino,
Y el hasta con gran ímpetu vibrada
En las entrañas le rompió los miembros.
(38)
Héctor entonces vibra su hasta ferrea
Contra el bravo y valiente Automedonte:
Mas viendola partir el golpe evita
Inclinandose un poco ácia adelante.
Detrás de él se clavó la lanza en tierra,
Y vibrando quedó su cuento extremo,
Que alli perdió su fuerza impetuosa. º

Con la espada en la mano finalmente


Se hubieran desde cerca acometido
Si no se hubiesen visto separados
Por los Ayaces fuertes y valientes,
Que venian por medio de la turba
A la voz de su amado compañero.
Temiendo á los dos Héroes retroceden
Héctor, Eneas y el divino Chromio,
Y alli á Areto se dexan en la tierra
Su corazon teniendo lacerado.
Automedonte, igual al velóz Marte,
Le despoja al momento de sus armas,
Y dice estas palabras jactancioso:
» Ciertamente que un poco he mitigado
» El dolor de la muerte de Patroclo,
» Aunque á él es inferior este guerrero
» A quien la muerte he dado con mi acero.”
Dixo asi; y en su carro puso al punto
(39)
Los cruentos despojos: sube él mismo
Con las manos y pies llenos de sangre,
Como Leon que á un Toro ha devorado.
Sobre Patroclo renovóse entonces
Aspera pugna grave y lastimosa:
Palas misma baxando desde el Cielo
Excitaba al contraste sanguinoso,
Pues la envió á incitar á los Argivos
Júpiter soberano Alti-Tonante,
Despues que habia mudado de consejo.
Como purpúrea Iris, quando Jove
En el Cielo la extiende á los mortales
Para dar la señal de alguna pugna,
O fria tempestad, que en el momento
Hace dexen los hombres en la tierra
Sus trabajos y afanes, y entristece --

Tambien á los rebaños; de este modo,


Envuelta Palas en purpúrea nube,
Entra en el campo de los fuertes Griegos,
Y á cada qual aníma á la refriega.
Incitando primero al fuerte Atrida
Menelao valiente, que se hallaba
Mas inmediato á ella, asi le dice
Tomando la figura del gran Phenix,
E imitando su voz infatigable:
(4o)
»Tú te verás cubierto ¡oh Menelao
» De indeleble vergüenza y grande oprobrio,
»Si los Perros veloces despedazan
» Al compañero fiel del noble Aquiles
» Báxo los muros de la excelsa Troya.
» Ea, pues, manifiesta ser valiente,
»Y exhorta á combatir toda tu gente.”
Menelao valiente le responde:
»¡Oh Padre Phenix, en edad maduro
»¡Ojalá que la sábia y gran Minerva
» Me inspiráse vigor, y me libráse
»Del ímpetu y furor de tantos dardos!
»Yo quisiera estár cerca de Patroclo
»Y combatir constante en su defensa,
» Porque siento su ruína gravemente:
»Mas Héctor está haciendo tanto estrago
» Como un furioso incendio, y el Tonante
»La gloria le concede en este instante.”
Dixo asi; y se alegró la gran Minerva
Porque le habia rogado Menelao
Antes que á los demás Dioses eternos,
Y le infundió vigor en piernas y hombros,
Inspirando en su pecho luego al punto
La audacia de una Mosca porfiada,
Que bien que rechazada muchas veces,
(41 ) -

Del cuerpo humano, siempre morder gusta,


Pues la sangre del hombre le es muy grata:
Tal audacia en el pecho le introduce, :

Y acercandose entonces á Patroclo,


Vibra su refulgente aguda lanza.
Habia entre los Teucros un guerrero e

Que se llamaba Podes, y era hijo


Del ilustre Etion, rico y muy fuerte, s

A quien Héctor honraba mas que á todos


Sus bravos Ciudadanos, y gustaba
De tener á su lado en los convites.
A éste da tan gran golpe con su lanza
El rubio Menelao, quando iba
Huyendo á toda priesa, que el acero
Le pasa el tahalí, y cayendo en tierra
Hace un ruído terrible con sus armas.
Mas ya sacaba Menelao Atrida
De enmedio de los Teucros el cadáver,
Y le llevaba al lado de sus sócios,
Quando Apolo se acerca á Héctor valiente,
Y excita su valor, tomando entonces
De Phenopo hijo de Asio la figura,
Que en la Ciudad de Abydos demoraba,
Y era el huesped de Héctor mas amado.
Con este aspecto, pues, le dice Apolo;
(42)
»Héctor quién de los Griegos es posible
» Que de tí temor tenga al ver que huyes
» Acobardado ya de Menelao,
» Que por débil guerrero está tenido?
» Ya se retira solo conduciendo
» De en medio de los Teucros el cadáver,
» Despues de que á la frente de tus tropas
» La muerte ha dado á Podes aguerrido,
».A quien mas que á ninguno has distinguido.”
Dixo asi, y á Héctor cubre en el momento
De dolor negra nube. Parte al punto
Armado con acero refulgente
Por las primeras haces. El Saturnio
Toma entonces su Egida formidable
De refulgentes flecos contornada,
Cubre el Ida de nubes muy espesas,
Lanza por todas partes sus temibles
Relámpagos y rayos, estremece
El encumbrado monte con sus truenos,
Pone en fuga á los Griegos, pavorosos,
Y dexa á los Troyanos victoriosos.
Peneleo Beocio huyó el primero,
Pues al volver la frente al enemigo,
Herido fue en lo alto de la espalda
Por la lanza del gran Polydamante;
(43)
Mas fue leve la herida, aunque la punta
Hasta el hueso llegó, pues le dió el golpe
Estando cerca de él. Héctor entonces
Hiere en la palma de la mano á Leito
Hijo de Alectryon grande y robusto,
Y abandonar le hizo aquel combate.
Huyó Leito de espánto poseído,
Mirando al rededor, pues no esperaba
Poder tener en mano mas la pica
Para pugnar constante con los Teucros.
Idomenéo hiere en la coraza
Por el pecho inmediato del costado
A Héctor, que al grande Leito perseguia;
Mas en el cerco se rompió la lanza,
Y los Teucros gritaron de contento.
Héctor lanza su dardo contra el fuerte
Ilustre Idomenéo que pugnaba
Desde encima del carro, y yerra el golpe;
Pero va el dardo á herir al gran Cerano,
El qual dexára la Ciudad de Licto
Para venir á Troya en seguimiento
Del fuerte Merión, y con destreza
Conducia su carro. En este dia,
Fue á pie desde las naves remadoras
El fuerte Merión, y hubiera dado
(44)
Gran victoria á los Teucros con su muerte,
Si Cerano alli cerca no llevára
Sus veloces Caballos con presteza.
Salvóse Merión por este medio;
Mas le llegó á Cerano el fatal dia,
Pues el alma perdió al impulso fuerte
Del homicida Héctor, quien le hizo
Encima de la oreja tal herida,
Que la lanza le echó fuera los dientes,
Y le cortó la lengua por enmedio.
Precipitóse al punto desde el carro,
Y las riendas dexó arrastrar por tierra.
Merión con sus manos las levanta
Inclinandose al suelo desde el carro,
Y dice á Idomenéo de esta suerte:
»Incita los Caballos con presteza
»Hasta llegar á las veloces naves,
» Porque bien claro ves que ya la gloria
»Los Griegos no tendrán de la victoria.”
Asi dixo; é incita Idomenéo
Acia las huecas naves los Caballos,
Porque ya de temor opreso estaba.
Ayax y Menelao belicoso
Perciben que el gran Jove concedia
La alternante victoria á los Troyanos.
(45)
Al momento el gran Ayax Telamonio,
Levantando la voz, dice á sus tropas:
» Aun el mas insensato advertiría
»Que á los Teucros da gloria el Padre Jove,
»Pues quantos dardos tiran no son vanos,
»Ya sea fuerte ó cobarde el que los tíre,
» Porque sin duda los dirige Jove,
»En vez de que los nuestros caen á tierra
»Sin hacer ningun daño á los contrarios.
» Ea, pues, consultemos prontamente
» El modo de sacar el cuerpo muerto,
»Y de poder causar nosotros mismos
» Al volver grande gozo á nuestros sócios,
»Los que quizá mirando ácia esta parte,
»Temen que no podrán ya resistirse
» Al vigor y á las manos invencibles
» Del homicida Héctor, antes todos
»Esperan á momentos ser funestas
»Víctimas de su furia en nuestras naves.
»¡Ojalá que aqui hubiese un compañero
» Que al instante avisáse al fuerte Aquiles,
» Pues no júzgo que sepa todavía o
»La triste nueva de su amigo muerto.
» Mas descubrir no puedo sócio alguno
» Entre los fuertes Griegos, porque todos
Tomo III. D
(46)
»Los hombres y Caballos juntamente
» Están cubiertos de una niebla oscura... ...,
» Padre Jove disipa esta funesta .

» Oscuridad que cubre á los Argivos, -

» Permite que veamos la luz clara, , , , es


»Y haz que todos nosotros perezcamos, y ...
»Si asi es tu voluntad omnipotente, ...,
» Con tal que nos alumbre el Sol luciente.”.
Asi dixo; y el Padre conmovido .
De su dolor y lágrimas, disipa
Al momento la niebla, y nube oscura:o: -
El Sol por todas partes resplandece, -
Y el campo de batalla se ilumina. , , , , n.
Entonces Ayax dice á Menelao; ,, , «.

» ¡Oh Menelao, alumno del gran Jove!.


»Mira ahora en torno, por si acaso puedes
»Vér aún vivo á Antilocho generoso
»Hijo del viejo Néstor: si le encuentras
»Exhortale á que vaya prontamente ... -
» A referir á Aquiles belicoso . . .. .
»La muerte de Patroclo desgraciado, . . . .
»Su amigo y compañero mas amado.” , , ,
Dixo asi; y Menelao le obedece.
De aquel sitio al momento se separa,
Como un Leon se aparta de un establo
(47)
Despues que está cansado de irritarse
Contra Perros veloces y Pastores,
Que estando vigilantes por la noche º
No le dexan robar un pingue Toro, .
Y ansioso de la carne muchas veces
Rectamente acomete, pero en vano,
Porque salen en contra espesas flechas
De audaces manos, y encendidas hachas,
Que horror le cáusan, aunque está furioso;
Y en fin, al despuntar la luz del dia, ..
Parte de alli muy triste; de esta suerte
Menelao se aparta de Patroclo,
Aunque con gran pesar , porque temia,
Que del miedo oprimidos los Acheos,
Le dexasen en presa á los contrarios.
Antes, pues, de partir , asi les manda
Al bravo Merión y á los Ayaces .
»Fuertes Ayaces, Xefes de los Griegos,
»Y tú gran Merión, ahora es preciso -s
- - º , º ,, "
» Que no olvíde ninguno de vosotros -
»Del mísero Patroclo la clemencia, º
»Que durante su vida habia aprendido
» A ser siempre con todos muy humano,
»Y ahora la muerte y hado inevitable
» Le cubren con su noche formidable.”
D 2
(48)
Despues que dixo asi, mirando en torno
El rubio Menelao de alli marcha, ,
Como Aguila que dicen que la vista
Tiene mas perspicáz que ave ninguna,
Que descubriendo quando va volando
Una Liebre velóz, que está escondida
Báxo frondosa mata, en el momento -
Se arroja sobre ella impetuosa, o
Y al punto la despoja de la vida; , , , ,
Asi gran Menelao de Jove alumno, a -
Girabas tú la vista á todas partes
Por la turba de muchos compañeros, -
Deseando ver vivo todavía - -

Al hijo del gran Néstor. Prontamente y


Le divisa á la izquierda del combate,
Que exhortaba á sus fieles compañeros, , ,
Y á todos incitaba á la batalla; , , ,
Y estando cerca de él, asi le dice: . . . .
»Antilocho, de Júpiter alumno, , , ,
»Vén te daré una nueva muy funesta.
»¡Ojalá no debiese referirla! -

» Pero dudar no puedo que tú mismo,


»Mirando con tus ojos, no conozcas r

» Que Dios causa á los Danaos grande estrago,


»Y que da á los Troyanos la victoria.
(49)
»Ya el Acheo mas fuerte muerto ha sido,
» Patroclo generoso, y ha causado sº

»Mucho dolor su pérdida á los Griegos.


» Mas anda tú corriendo á toda priesa
» A las naves Acheas, y refiere
» Esta infausta noticia al grande Aquiles,
» Por si venir quisiere prontamente
» A llevará las naves el cadáver
» Integro, aunque desnudo, de su amigo,
»Porque ya su armadura tan brillante
»Está en poder de Héctor arrogante.”
Dixo asi; y Antilocho se contrista
Oyendo esta noticia gravemente.
Quédase un largo espacio taciturno,
-

Sus ojos son de lágrimas bañados,


Y su sonóra voz queda oprimida.
Sin embargo la órden obedece * —

Del grande Menelao. Da sus armas , o


A Laodoco su amado compañero, -
Que cerca de él guiaba los Caballos,
Y derramando lágrimas, con priesa
Sálese del combate, y va á anunciarle
A Aquiles el fin triste y desgraciado
De su amigo valiente y estimado.
Mas á tí, Menelao, de Jove alumno,
(5o )
No dictó el corazon que socorrieses
A los sócios opresos de Antilocho
Ya separados de él, á quien los Pylios
Tener alli consigo deseaban.
Mas pone Menelao por Caudillo
A su frente al divino Trasy médes,
A fin de que pudiese socorrerlos,
Y al momento se vuelve nuevamente

Al gran Héroe Patroclo. Quando llega


A los Ayaces fuertes valerosos, -

Detiene el páso, y prontamente dice:


»Ya á las naves veloces he enviado
» A Antilocho que avíse al fuerte Aquiles.
» Mas no júzgo que venga aqui al presente,
» Aunque muy irritado esté con Héctor,
»Pues de ninguna suerte, estando inerme,
» Querrá ahora combatir con los Troyanos.
» Pero pensemos el mejor partido
» De sacar de este sitio el cuerpo muerto,

»Y de evitar nosotros muerte y hado,


» Del tumulto de Teucros denodado.”
Asi Ayax Telamonio le responde:
»¡Oh Menelao ilustre bien has dicho: , ,
»Sacad tú y Merión en vuestros hombros
»Sin tardanza el cadáver del combate,
& Cº.
(51)
»Y los dos, que tenemos igual nombre,
»Espíritu y aliento, pugnarémos
» Con Héctor el divino y los Troyanos:
»Nosotros dos que antes juntamente
»Sostuvimos constantes é inmovibles
» Los furores de Marte mas terribles.”
Dixo asi; y al instante con sus brazos
Levantaron de tierra en alto el muerto,
Y el Exército Teucro gritó entonces
Viendo llevar el cuerpo á los Argivos.
Los Troyanos con ímpetu acometen,
Como veloces Perros que siguiendo -
Delante de atrevidos Cazadores,
A un Javalí ya herido y furibundo,
Corren un largo espacio deseosos -

De hacerle mil pedazos con sus dientes:


Mas revolviendo el Javalí irritado
En contra de ellos, de vigor movido
Los llena de terror, y hace que huyan
Acá y allá dispersos: de esta suerte .
«

Los Troyanos los siguen largo espacio,


Hiriendo con espadas y con lanzas:
Mas quando los Ayaces aguerridos
Se volvian con ímpetu ácia ellos,
Mudaban de color, y no tenian
D4
(52)
Valor para pugnar por el cadáver;
Asi el muerto sacaban del conflicto,
Y á las cóncavas naves le llevaban
Con un ardor y aliento imponderable,
Aunque guerra cruel los oprimia.
Como un fuego, creciendo de improviso,
Una Ciudad poblada abrasa y quema,
Y con ímpetu arruína prontamente
Las casas en la negra activa llama,
La que bramando el viento agita, y mueve
Con furia y violencia ; de esta suerte
Era el tumulto horrisono y terrible
De los Caballos y hombres belicosos,
Que á los que iban huyendo perseguian:
Mas estos conducian el cadáver,
Como dos Mulos de vigor dotados
De un monte traen por áspero camino
Un gran mastil de nave, ó una viga,
ue apresurando el páso el uno y otro,
º trabajo y sudor son oprimidos;
Asi el muerto animosos conducian
El fuerte Merión y Menelao,
Y los grandes Ayaces á su espalda
Constantes rechazaban á los Teucros. . . .
Qual collado selvoso que extendido a
(53)
Por todo un campo los torrentes pára,
Y de los rios rápidos refrena *.

El curso violénto impetuoso,


Y repeliendo á todos los dirige
Por el declive al espacioso llano
Sin sufrir daño alguno de su empúje;

Asi yendo detrás los dos Ayaces


Refrenan el impulso de los Teucros:
Mas no obstante los siguen todos juntos,
Y con mayor constancia y violencia
Eneas de Anchises, y el ilustre Héctor.
Con tanto ruído como huyendo hace
Una nube de Grajos ó Estorninos
Viendo á un gran Gavilán que siempre lleva
A las pequeñas aves el estrago;
Asi por Héctor y el valiente Eneas,
Rechazadas las tropas de los Griegos,
Con clamoroso estruendo huyendo iban,
Y se olvidaban ya de la batalla.
Muchas armas hermosas y lucientes
De todos los Acheos fugitivos
Caen dentro, y en torno al ancho foso,
Pues no cesa el combate ni un momento
Para poder tomar algun aliento. - - -

- - .
(54)

Gºº agog) ===ge

LA ILIADA DE HOMERO.

L I B RO XVIII.

A R G U ME N TO.
Llora Aquiles con grande sentimiento
De su amado Patroclo el triste evento:
Thetis le da consuelo en tal estado:

Juno manda que salga desarmado;


Huye al verlo el Exército Troyano,
Y unas armas le hace el Dios Vulcano.

Mienta que asi los Teucros combatian


Con un ardor igual al de un incendio,
Llegó Antilocho nuncio al grande Aquiles
Le halló delante de sus altas naves,
Repasando en su mente las desgracias
Que ya habian sucedido, y suspirando
Decia entre sí mismo, de esta suerte:
» ¡Ay de mí! ¿Por qué causa los Acheos
(55)
»Huyendo muy turbados por el campo,
»Buscan un nuevo asílo en los baxeles ?
»Temo que ya los Dioses me preparan
» Los funestos cuidados que algun tiempo
»Me predixo mi madre, asegurando
» Que el Myrmidón mas fuerte y valeroso,
»Vencido por las manos de los Teucros,
»De las luces del Sol sería privado -

»Estando yo con vida. Ciertamente


»Ya ha muerto el hijo fuerte y miserable
»Del ilustre Menecio. Muchas veces
»Le mandé, que apartando el hostíl fuego
» Volviese á mis baxeles al instante,
»Sin combatir con Héctor arrogante.”
Mientras esto pensaba entre sí mismo,
A él inmediato llega el hijo ilustre
Del venerable Néstor, derramando
Ardiente llanto de sus tristes ojos,
Y asi la nueva infausta le refiere:
»¡Ay hijo belicoso de Peléo!
»¡Qué nueva vengo á darte tan funesta !
» Ojalá que anunciarla no debiese
» Patroclo ya no existe: ahora combaten
» Por llevar su cadáver unos y otros, , ,
» Pues yace de sus armas despojado -
(56)
» Con las que Héctor terrible está adornado.”
Dixo asi; y de dolor oscura nube
De Aquiles el espíritu rodea.
Toma con sus dos manos la ceniza
Todavía abrasando, la derrama
Encima su cabeza, y desfigura
Las graciosas facciones de su rostro,
Y la negra ceniza hace un ultrage
A su divina túnica. Al momento

Se tiende en tierra quanto largo era,


Ocupando extendido un grande espacio,
Y las manos poniendo en sus cabellos
Los divide y arranca fieramente. e

Las cautivas que á Aquiles y á Patroclo


Por suerte habian tocado en los saqueos,
Dan gritos y gemidos afligidas,
Y circuyen á Aquiles belicoso. -
En el pecho y el rostro se dan golpes, , ,
Y quedan todas ellas desmayadas.
Antilocho exhalaba por su parte
Suspiros muy profundos, oprimido -
Su generoso corazon de angustia, s.
Y sin cesar lloraba amargamente.
De Aquiles ase las robustas manos,
Temiendo que al impulso de su pena
(57)
En el cuello se abriese con su acero
Una mortal herida, y entre tanto
Horrendos gritos daba el triste Aquiles.
Le oyó su excelsa y venerable madre
Que en el fondo del mar sentada estaba
Al lado de su padre ilustre anciano, se c.
Y alzó el grto tambien en el instante, º
Las Nereidas que el mar tiene en su centro
Se reunen en torno de la Diosa " " -
Para darla consuelo: alli está Glauca,
Thalía, Cimodoce, Espio, Neséa,
Thoa, Hália atractiva, y Cymothóe,
Actéa, Limnoría, tambien Iera,
Amphithoe, Melita, Agave, Doto,
Proto, Pherusa bella, Dinamene,
Dexamene, Amphinome, Calianira,
Doris, Panope, Galatéa hermosa,
Nemertes, Apseudes, Calianasa,
Climene, con Ianasa y con Ianira,
Mera, Orithya, y Amathia rubia y bella,
Con las demás que el mar tiene en su seno.
Al momento la cueba refulgente -
Se llena de Nereidas, que de pena , , , ,
Se daban en el pecho grandes golpes,
Y Thetis da principio á su lamento: 2
(58),
»Nereidas mis hermanas, escuchadme,2
»Y el motivo sabreis de mis dolóres. ...
»¡Ay de mí desgraciada Ay infelice
»Madre del hombre mas valiente, y fuerte
»Despues que he dado á luz un hijo ilustre
» Que es el mas valeroso de los Héroes,
» El qual, creciera como verde Olívo,
» Pues yo le habia educado cuidadosa,
» Como una tierna planta en campo fértil,
» A Ilión le envié en las negras naves -

» A pugnar con valor contra los Teucros.


»Yo no debo ya verle de retórno .. . .
» En casa de Peléo, pues en tanto -

» Que me viva, y la luz del Sol divíse


» Afligido estará, sin que yo pueda,
» Aunque una Diosa soy, darle socorro.
» Mas iré á ver al hijo tan querido,
»Y sabré qué afliccion le ha contristado,
» Estando del combate separado.” , , , ,
. Luego que dixo asi, dexó la cueba.
La siguen las Nereidas lagrimosas,
Y las ondas del mar se dividian
Para hacerlas lugar. Quando arribaron a -
A la fecunda Troya, todas suben
Por órden á la costa, donde estaban
(59 )
Las naves de los fuertes Myrmidónes - es

Sin agua en torno á la del bravo Aquiles...; .


A él se acerca su madre venerable, ":

Y dando agudos gritos, y gimiendo .


Ase de la cabeza al hijo amado,
Y dice a presurada de esta suerte: ..
»Hijo querido mio, por qué lloras: .. ...
»¿Qué dolor y pesar tanto te oprime ? , ,
» Habla pues, tus congoxas no me ocultes. ...,
»Ya Jove te ha cumplido lo que antes .
»Levantando tus manos le has rogado,
»Pues se ven precisados los Acheos -

» A buscar en las naves su refugio, r es


»Y de tu gran valor necesitados, o "s

» De grave mal están todos cercados.” Iss


Entonces suspirando gravemente, C.
A su madre responde el fuerte Aquiles: y ,
»Es cierto, madre mia, que el Olympio
» Esta gracia y favores me ha otorgado: ,,
» Mas ¿qué gusto tendré si ha perecido
»Patroclo, mi, querido compañero, -
» A quien mas estimaba que á los otros, .
»Yá quien amaba yo como á mí mismo? ..
»Yo le he perdido, y Héctor homicida,
»Despues de darle muerte, le ha quitado
(6o)
»Las armas tan hermosas y admirables --

» Que á Peléo los Dioses regalaron,


»Como espléndido dón, el mismo dia -
»Que á títe colocaron en el lecho
»Y tálamo nupcial de un mortal hombre. -
»¡Ojalá que tú hubieras siempre estado
» Con tus Diosas marinas inmortales .
» En las grutas del mar, y que Peléo s
» A una muger mortal se hubiese unido, . . .
»Pues ahora no tendrias afligida - . .. .
» El alma por la muerte de tu hijo,
» Que recibir no debes de regréso : ,,
» En la paterna casa Ya la vida ...
» Me es odiosa, y el trato de los hombres -
»Triste é insoportable, si no lógro º -
» Quitar á Héctor la vida con mi lanza,
»Y no le hago sufrir en el momento e
»La misma iniquidad que ha executado -..
» Con mi amigo Patroclo tan amado.” , , , ...
La gran Thetis en lágrimas deshecha,
De esta suerte le dice: c» ¡Ay, hijo mio!
»Morirás brevemente si asi dices, e
» Porque despues de muerto Héctor valiente,
»Tu triste y fatal hado está inminente.” o
-

Aquiles suspirando le replíca: con o


(61 )
»En breve muera yo, quando á mi amigo
»Al morir no he podido dar socorro.
»Muy lexos de su patria está ya muerto,
»Y acaso habrá anhelado en tal peligro
» Que defensor yo fuese de su vida.
» Pero ya que á, mi patria tan amada
»No. debo retornar, ni yo he podido ,
»Salvar á mi Patroclo, ni á otros muchos
»Amados compañeros ya postrados
»Por el divino Héctor homicida,
»Y que sentado estoy junto á las naves
»Como un inútil peso de la tierra,
»Siendo mas valeroso en las batallas
»Que los demás Acheos, aunque muchos
»Me exceden en hablar con elocuencia,
»Mas que pierda la vida brevemente.
»¡Ojalá que entre Dioses y entre hombres
»Perezca la discordia y el enójo - - $

» Que impéle muchas veces al mas sábio


» A volverse cruel, y siendo, siempre . . ..
»Mas dulce que la miel que se destila, . . . .
» Crece en el pecho humano como el humo! ...s
» Asi, pues, me ha encendido en íra y rabia
»Agamenón, Rey de hombres. Mas no hablemos
» De lo que ya ha pasado, aunque afligidos,
Tomo III. E
(62)
»Y dómense en el pecho, los afectos, o
» Quando hay necesidad que á tanto obliga.
»Ahora voy á buscar á Héctor valiente,
» Matador de mi amigo mas amado,
»Y acabará mi vida quando Jove
»Y demás grandes Dioses lo ordenasen.
»Ni Hércules fuerte, siendo el mas amado
» Del Rey Jove Saturnio, evitar pudo
» El rigor de la muerte. El hado infausto
»Y la íra de Juno le vencieron:
» Asi haré yo si suerte igual me aguarda,
»Yaceré donde muera: ahora conviene
» Que yo adquiera gran gloria, pues alguna
» De las mugeres Teucras y Dardanias
» Quizá se limpiará con ambas manos
»Sus mexillas de lágrimas bañadas,
»Y exhalará suspiros muy frecuentes.
» Conozcan los Troyanos que hace tiempo
» Que dexo de salir á los combates;
»Y asi, querida madre, no te opongas
» Al ardor que me aníma osadamente,
» Pues harás tus esfuerzos vanamente.”
Despues la Diosa Thetis le responde:
» La verdad solo dices, hijo amado,
» Pues digno es de alabanza quien socorre,
(63 )
»En un grave conflicto, á sus amigos.
»Mas tus armas de acero refulgente º

» Están entre las manos de los Teucros, , , ,


»Y el formidable Héctor en sus hombros
» Las lleva jactancioso: yo no júzgo
»Que durará su gozo mucho tiempo,
» Porque muy cerca está de negra muerte.
»Pero en marcial combate entrar no debes
» Hasta que á verme vuelvas de regréso,
»Pues mañana al salir el Sol luciente
» Otra vez volveré con bellas armas, -

» Que te traeré yo misma por mi mano,


»Fabricadas por arte de Vulcano.” a
Dixo asi; y apartando de él los ojos
Los vuelve á las Nereidas sus hermanas, . . .
Y dice de esta suerte: » Andad vosotras
» Al profundo del mar, á ver al viejo
» Marino ilustre, y las paternas casas, o
»Y lo que aqui habeis visto referidle.
»Yo voy, al alto Olympo á ver si puedo
» Inclinar al artífice Vulcano, -

» A que dé á mi: hijo amado prontamente


» Unas armas de acero refulgente.”
Dixo asi, y al momento las Nereidas
En las ondas del mar se sumergieron:
E 2 -
(64)
Thetis sube al Olympo luminoso
A traer á su hijo tan querido
Unas ínclitas armas. Entre tanto
Que ella sube al Olympo, los Acheos,
Rechazados por Héctor homicida,
Con inmenso tumulto iban huyendo
A las naves y costa de Helesponto,
Sin haber conseguido los Argivos
Sacar de entre los dardos el cadáver
De Patroclo, de Aquiles escudero,
Pues ginetes é infantes, y Héctor mismo,
Semejante á una llama impetuosa,
Desde muy inmediato los seguia.
Tres veces de los pies Héctor le coge,
Deseando arrastrarle, y exhortaba,
Dando terribles gritos á los Teucros,
Y otras tres los Ayaces, revestidos
De fuerza impetuosa, le rechazan,
Con vigor y aspereza, del cadáver:
Mas constante, en su fuerza confiado,
Ya entraba por la turba impetuoso,
Y ya se detenia dando gritos;
Pero nunca ácia atrás se retiraba.
Asi como Pastores vigilantes
Por la noche en un campo, no es posible
(65)
Que obliguen á un Leon, del hambre opreso,
A abandonar su presa; de esta suerte
Los valientes Ayaces no pudieran
Retirar al gran hijo de Priämo
Lexos del cuerpo muerto, antes que hubiese
Gloria inmensa adquirido, si al instante
Iris pronta en el vuelo como el viento,
No hubiese descendido del Olympo,
Nuncia al velóz Aquiles para hacerle
Que al arma se aprestáse, sin saberlo
Júpiter, ni los otros Inmortales.
Por Juno fue enviada al grande Aquiles,
Y estando cerca de él, asi le dixo:
»Levantate, hijo ilustre de Peléo,
»Que eres el mas terrible de los hombres:
» Anda pronto, y socorre al gran Patroclo,
» Por el qual el combate se ha obstinado
» Delante de las naves. Con denuedo
»Se pierden mutuamente: unos combaten
» Por salvar el cadáver, y los otros
»Hacen grandes esfuerzos, deseando.
» A la ventosa Troya conducirlo.
»Especialmente anhela Héctor ilustre
» Arrastrar el cadáver, pues confia
»Fixar luego en un palo su cabeza
E3
/-s (66)
»E)el cuello delicado separada.
» Levantate, no tardes un momento,
»Ten rubor de que sea el gran Patroclo
» De los perros Troyanos el ludibrio;
» Pues será para tí muy grande afrenta,
»Si le hiciesen ultrages inhumanos,
» Quando en poder esté de los Troyanos.”
Aquiles le replíca: » Pero Diosa,
»¿Qué Dios á mí te envia presurosa 2”
Iris, velóz qual viento, le responde:
»Juno, la ínclita esposa del gran Jove,
»Me envia, sin que el hijo de Saturno,
»Ni los demás excelsos Inmortales,
» Que en el Olympo ocupan alto asiento,
»Tengan de ello ningun conocimiento.”
El pronto y fuerte Aquiles le replíca:
»¿Cómo puedo yo ir á la refriega
»Teniendo los Troyanos ya mis armas?
»Thetis, mi amada madre, me ha vedado
» Que al arma yo me apreste hasta que vuelva,
2» Pues traerme ha ofrecido bellas armas
»Fabricadas por arte de Vulcano.
» Al presente no sé de quién yo pueda
»Tomar ínclitas armas, si no tómo
» De Ayax de Telamón el grande escudo.
(67)
»Mas creo estará ahora con su lanza
» En las primeras haces combatiendo,
» Con ánimo esforzado y aguerrido,
» Por mi amado Patroclo ya extinguido.”
Iris pronta y velóz, asi le dice:
» Bien sabemos nosotras que tus armas, -

»Inclitas y divinas, ellos tienen:


»Mas asi como estás ponte en el foso,
»Pues tal vez á tu aspecto los Troyanos
»Se abstendrán aterrados del combate,
»Y los marciales hijos de la Grecia,
» Que afligidos están, podrán entonces
».Respirar algun poco, pues á veces
» Basta solo las tregua de un momento, ,
» Para poder tomar un nuevo aliento.”
Despues que dixo asi, parte volando
Iris de pies velóz; y el grande Aquiles
De Júpiter amado se levanta. . . ... -

Minerva circuyó los fuertes hombros


Del Héroe con su Egida formidable
De flecos contornada, y su cabeza
Con una nube de oro, y en la misma
Una llama encendió muy refulgente.
Asi como en el ayre sube el humo -.
Desde alguna Ciudad que está fundada
E4
((68)
En el centro del mar, en una Isla,
Que en todo el dia sus vecinos cesan
De pugnar desde encima de los muros,
Y quando el Sol se oculta en el Ocaso

Arden espesos fuegos en sus torres,


Para que asi las tropas Auxiliares
Tengan una señal si acaso intentan
En sus naves venir á dar socorro
A los que están sitiados; de esta suerte
Parecia la luz que despedia
La cabeza de Aquiles, y llegaba
Su resplandor á la region etérea.
Sale fuera del muro el grande Aquiles,
Y en el foso se pára sin mezclarse
Con las tropas Acheas, pues prudente
De su madre el precepto respetaba.
Alli da con gran fuerza recios gritos;
Minerva tambien grita al mismo tiempo,
Y excita entre los Teucros gran tumulto.
Asi como el sonído claro y fuerte
De una trompeta avisa en una Plaza
A las tropas que están en su defensa , y

Que van sus enemigos al asálto; /

Asi de Aquiles fue la voz sonóra. -

Luego que aquesta voz tan formidable


(69)
Los oídos hirió de los Troyanos,
Sus ánimos quedaron abatidos. -
Los Caballos hermosos por sus crines
Acia tras caminaban con sus carros,
Presintiendo funestas desventuras.
Turbaronse tambien los escuderos
Viendo el ardiente fuego que salía
De la cabeza del velóz Aquiles,
Y Palas avivaba de contínuo.
Tres veces en la orilla del gran foso
La voz alzó el divino y fuerte Aquiles,
Y otras tres los Troyanos y Aliados
Se turban y se ponen en desórden.
En aqueste conflicto doce Xefes
De los mas principales perecieron
Entre sus propios carros y sus lanzas.
En tanto los Acheos muy alegres,
Sacando el cuerpo yerto de Patroclo
De en medio de los dardos, le pusieron
En un mórvido lecho, y le cercaron
Sus fieles compañeros afligidos.
Aquiles, que tambien le acompañaba,
Su amargo llanto detener no pudo,
Viendo á su fiel amigo que yacía
En un féretro triste lacerado
(7o )
Por el agudo acero, aunque al combate
Le envió por sí mismo, defendido
Con su carro y Caballos, y que entonces
Asi le recibia infelízmente

En estado tan triste y diferente.


La venerable Juno obliga entonces
Al Sol infatigable á que se ocúlte
En el hondo Oceano á pesar suyo.
Se oculta el Sol al punto, y los Acheos
Dan fin á la refriega y grave pugna,
Y tambien los Troyanos por su parte,
Retornando de la áspera batalla,
Desatan sus Caballos de los carros,
Y antes de preparar nadie la cena
Se juntan en consejo. En pie se ponen
A tener la asambléa, porque nadie
Para sentarse en ella valor tuvo.

A todos el temblor los ocupaba,


Viendo comparecer al grande Aquiles
Despues de tanto tiempo retirado
Del funesto combate. Fue el primero
Que habló Polydamante hijo prudente,
Del generoso Pantho, porque él solo
Veía lo pasado y lo futuro.
Era fiel compañero del gran Héctor,
(71 )
Y en una misma noche habian nacido:
Mas aquel en prudencia á éste excedia,
Y éste al otro en saber vibrar la lanza.
Aquel sábio entre todos, asi dice: -

».Resolved prontamente, amigos mios,


»¿Qué consejo mejor tomar se debe ?
»Por mi parte yo exhórto á que al instante
»Todos á la Ciudad nos refugiemos,
»Sin esperar aqui á la hermosa Aurora,
»En el campo marcial junto á las naves,
»Porque estamos muy lexos de los muros.
»Mientras tanto que Aquiles persistia
» Contra el hijo de Atreo enfurecido,
»Los Griegos no eran fuertes en la guerra,
»Y yo gozoso estaba pernoctando
»Inmediato á sus naves tan veloces,
» Esperando apresarlas. Mas ahora
»Yo temo gravemente al pronto Aquiles.
»Siendo tan violénto no es posible
» Que ocioso se mantenga en este campo,
»Donde Teucros y Acheos hasta ahora
» De Marte han sostenido los furores,
»Y vendrá á combatir hasta los muros
» A apresar la Ciudad, y sus mugeres.
»En Troya entremos luego, obedecedme,
(72)
»Pues será indefectible quanto he dicho.
» La dulce noche obliga al fuerte Aquiles
» A contener su ardor: mas si mañana,
» Viniendo con sus armas, nos encuentra
» Quietos en este sitio, alguno entonces
» Conocerá muy bien quién es Aquiles.
» ¡Qué alégre volverá á la sacra Troya
» Quien pueda preservarse con la fuga!
» Porque muchos Troyanos ciertamente
»Serán presa de Buitres y de Perros.
»¡Ojalá que tan triste desventura
»No llégue á mis oídos, si sucede !
»Si seguís mi consejo, aunque os repúgne,
»Podremos esta noche en asambléa
» Consultar lo mejor, y reforzarnos;
»Pues las excelsas puertas y las torres,
»Y los anchos tablones bien dispuestos
»Y unidos entre sí, podrán entonces
» Defender la Ciudad. Por la mañana
» Al despuntar la Aurora nos podremos
» Presentar bien armados en las torres,
»Y si entonces Aquiles, separado
» De sus naves, debaxo de los muros,
» Quisiese combatir contra nosotros,
»Padecerá mas ruína y grave daño,
(73)
»Y á sus naves tendrá que retirarse
»Despues de fatigar inútilmente
» Al rededor de Troya sus Caballos; s
»Pues no tendrá ardimiento ni osadía
» De asaltar la Ciudad, y antes que lógre
» Arruínar sus murallas, como espera, º
» Dexará aqui su cuerpo en tal arrójo - s
» A los voraces Perros por despójo.” º
Le mira Héctor ayrado, y le responde: s
»¡Oh gran Polydamante no me agrada -s
» El consejo que has dado, pues exhortas y s
» A que á Troya volvamos nuevamente...
»¿Aún saciados no estais del largo encierro, se
»Y de yacer ociosos en sus torres?: , , , , ,
»Antes todos los hombres publicaban 9.
» Que era rica de oro y de metales º -

» La Ciudad de Priämo, y al presente es


» Está ya su opulencia consumida: -

»Muchas cosas preciosas que habia en ella


»Se han vendido en la Phrygia y la Meonia,
»Despues que se irritó contra nosotros
» El soberano Jove. Mas ahora
» Que el hijo de Saturno me concede -
» Que cerca de las naves gloria adquiera,
»Y que hasta el mar recháce á los Acheos,
(74),
»¡Oh necio! no propongas á las tropas
» Tan dañoso consejo, pues no júzgo
» Que Troyano ninguno te obedezca, :

»Ni lo permitiré. Mas vamos luego;


»Todos obedeced lo que yo mande:
» Por escuadras prepárese la cena, ---
» Acordaos de hacer todos la guardia,
» Y estad toda la noche vigilantes. «s.

»Si algun Troyano está muy cuidadoso


” De perder sus riquezas, que las trayga
» Aqui, y las distribuya á nuestras tropas,
» Pues vale mas que de ellas se aprovechen,
» Que no que se las lleven los Argivos. s.

» Mañana al darnos luz la clara Aurora,


» Puestos todos en arma, excitarémos - s.

» Inmediato á las naves fuerte pugna;


»Y si el divino Aquiles se presenta ... ....
» Delante de las naves al combate, -

» Recibirá sin duda grave daño.


» Yo no huiré de la horrisona batalla,
»Y esperaré su encuentro cuerpo á cuerpo,
» O para que él consiga brevemente a

» Una grande victoria, ó yo la adquiera.


» Marte siempre es comun, y muchas veces
» El Héroe mas valiente y aguerrido, -
(75),
» Quando espera vencer, queda vencido.”
Habló Héctor de esta suerte, y los Troyanos
Su discurso aplaudieron imprudentes, -

Porque Palas Minerva los tenia


De razon y prudencia enagenados... e
Todos de Héctor alaban los consejos e
Que eran tan perniciosos, y ninguno , ...
Siguió el sentir del gran Polydamante,
Que un consejo tan bueno. les propuso. . . .
Despues cenaron todos por el campo,
Y toda aquella noche están los Griegos, e
En torno del cadáver de Patroclo
Suspirando y gimiendo. Al triste luto,
Inconsolable Aquiles, da principio,
Y poniendo sus manos homicidas -

De su amigo en el pecho helado y yerto,


Exhalaba sollozos repetidos.
Qual Leon fiero de encrespadas greñas
A quien un Cazador en selva umbrosa
Sus Cachorros aún tiernos ha robado, . .
Que no hallando en su cueba quando vuelve
A sus amados hijos, se constrista,
Y corre muchos valles indagando - - º * -

Las huellas de los hombres, deseoso


De hallar al que ha robado sus hijuelos,
(76)
Pues un furor terrible le arrebata; s
Asi Aquiles gimiendo gravemente
Exclamó entre sus fuertes Myrmidónes: 2
»¡Oh Dioses vanas fueron mis palabras
» Aquel dia en que al gran Héroe Menecio,
» Procurando en su casa consolarle, . . . . .
»Le decia que á Oponto volvería
»Su amado ínclito hijo del asédio - ,

» De la sacra Ilión, despues que hubiese º


» Adquirido su parte en el despójo: , , •

» Mas Júpiter, no lleva siempre á efecto .


»Todos los pensamientos de los hombres. -

» El hado inexórable ha decretado


» Que ambos en esta tierra, y aqui en Troya
» Nuestra purpúrea sangre derramemos. -

»Jamás á mi regréso en su palacio


» Podrá el viejo Peléo recibirme, -

»Ni tampoco mi madre la gran Thetis,


»Pues aqui me tendrá esta infausta tierra.
» Ahora, pues, ó Patroclo! que tú has muerto,
» Anteste que
»No haré,yolasal exéquias
sepulcro funerales
haya baxado,
..., ; v.

» Hasta despues que trayga le cabeza. -

»Y las armas de Héctor tu homicida,


»Y que inmóle en tu pira doce Teucros
(77)
» De los mas principales, á los quales -
»Justamente irritado por tu muerte, ci
» Cortaré con mi acero las cabezas. . . . . . .
» En tanto yacerás aqui delante --,
» De los negros baxeles, y las Teucras ...a '
»Y Dardanias mugeres, que nosotros o
»Adquirimos con ásperos trabajos - o
» Con la fuerza y la lanza en la conquista º
» De las ricas Ciudades habitadas . ... - rió
» Por hombres elocuentes, dia y noche a A.
»Cercarán tu cadáver generoso, e', de
» Qué regarán con llanto caudaloso.”r o s
Dixo asi , yo al momento, el noble Aquiles
Mandó á sus compañeros que encendiesen
Fuego en torno de un trípode muy grande,
Para limpiar la sangre inmunda y negra C.
Del cuerpo de Patroclo prontamente. es
En el ardiente fuego al punto ºponen
Un trípode adaptado al lavatorio, c.
De agua todo le llenan, y debaxo, , , , -
Hacen arder la leña ya dispuesta. . . . . . . . s
Arde en torno del trípode la llama, a ,
Y el agua se calienta. Quando hervia
En el sonóro cobre, sin demora -
Le lavaron y ungieron con aceytes.
Tomo III, F
(78)
En sus graves heridas destilaron
Un bálsamo exquisito, y puesto al punto
En un fúnebre lecho, le cubrieron
Desde cabeza ás pies con velo blanco.
Toda la noche, pues, los Myrmidónes,
En torno del velóz y fuerte Aquiles,
Lloraban y gemian por Patroclo.
Entonces, dice Júpiter á. Juno, e: s.
Su hermana y su consorte, de esta suerte:
» Al fin has excitado al pronto Aquiles: º -
»Sin duda los Acheos, segun siento, s
» De tí misma han tenido el nacimiento.”
La venerable Juno le responde: ox.
»¡Oh terrible Saturnio! ¿qué has hablado?
» ¿Qué favor he prestado á los Acheos o
» Que los hombres no se hagan mutuamente
»Siendo mortales de consejo faltos,
»Sin tener los recursos ni prudencia
» Que yo, la mas excelsa de las Diosas,
»Ya por mi origen, ya por ser consorte
» De tí, que mandas á los Dioses altos?
»; Y maquinar la ruína no he debido º -
»De Troya, que en mi cólera ha incurrido?”
Tales cosas asi los dos hablaban;
Y mientras tanto llega la gran Thetis
.
(79)
Al inmortal palacio de Vulcano
De estrellas tachonado, el mas insigne
De todos los palacios de los Dioses;
Que de fino metal el mismo Numen
Con arte fabricára. En él le encuentra
Cubierto de sudor, y trabajando
Inmediato á sus fuelles cuidadoso.
Veinte trípodes aureos fabricaba
Para adórno, á un magnífico palacio.
Debaxo les ponia ruedas de oro,
A fin de que pudiesen por sí mismos
Entrar en el divino hermoso techo,
Y salir otra vez, cosa admirable !
Para acabar la obra solamente
Artificiosas asas le faltaban,
Las quales él estaba disponiendo,
Y los clavos fundía. De esta suerte
Con su ciencia divina trabajaba
Quando Thetis llegó: salió á su encuentro
Al punto que la vió la hermosa Charis,
Que era esposa del ínclito Vulcano,
Cubierta con un velo refulgente;
Y con mucha dulzura y suma gracia .
La mano le alargó, y asi le dixo:
»i Oh amada y venerable Diosa Thetis !
F 2
(8o )
»¿Qué motivo á esta casa te conduce,
» Quando antes rara vez nos visitabas?
» Entra, Diosa, pues quiero disponerte
»El manjar y refresco que aqui usamos,
»Y á los huespedes dar acostumbramos.”
Dixo; y dentro conduxo á la gran Diosa,
Despues la hizo sentar en una silla
Magnífica y hermosa, tachonada
De argenteos clavos, obra muy perfecta
Y de vário artificio, que debaxo,
Para los pies tenia un escabelo.
Llamó á Vulcano, artífice industrioso,
Diciendo de esta suerte : »Sal, Vulcano, .
» Pues Thetis quiere verte en el instante,
» Para un asunto grande é importante.”
El ínclito Vulcano le responde:
»Muy digna ciertamente es de mi obsequio
»Y todo mi respeto aquesta Diosa,
» Que me amparó y salvó quando afligido
» Caí precipitado desde el Cielo,
» Por consejo imprudente de mi madre,
» Que queria ocultarme por ser cojo.
»i Quánto dolor y afán habria sufrido,
»Si la divina Thetis y Eurynome,
»Hija del Oceano, no me hubiesen
(81 )
» Acogido en su centro Nueve años,
» Ocupado en hacer hebillas, broches,
» Anillos, braceletes y collares, -
» Estuve en una gruta muy profunda,
» En torno de la qual la onda espumosa
» Del inmenso Oceano se movia
»Con un ronco murmurio impetuoso,
»Y ningun Numen, ni mortal alguno
»Supieron donde estaba ; solo Thetis
»Y la hermosa Eurynome lo sabían.

» ¡Y esta Diosa ha venido á nuestra casa !


» Ahora es justo que yo reconocido
» Estos favores pague á la gran Thetis.
» Prepárale al instante los manjares
» Que á los huespedes dar acostumbramos,
» Mientras cierro los fuelles é instrumentos,
» Que sirven á mi arte de ornamentos.”
Dixo asi; y al momento el Dios ardiente,
Que tenia estatura extraordinaria,
Se aparta de su ayunque cojeando,
Y sus débiles piernas sostenian,
Y llevaban el peso de su cuerpo.
Quita al punto los fuelles de la fragua,
Y con todos los bellos instrumentos
Que empleaba en su obra, los encierra
F 3
(82)
En una arca de plata fabricada.
Despues toma una esponja, y en contorno
Se lava el rostro, y limpia entrambas manos,
Y su nervoso cuello, y pecho hirsuto.
La túnica se viste, empuña el cetro,
Y sale de su fragua cojeando.
A su Rey con un paso muy seguro
Regian dos doncellas hechas de oro,
A dos jovenes vivas semejantes.
Ambas tenian sentido, voz y fuerza,
Y á trabajar estaban enseñadas
Por los excelsos Dioses inmortales.
Siempre al lado del Rey ambas seguian,
Y él con un paso grave caminando
Llega cerca de Thetis, y se sienta
En un trono luciente; y al momento,
Tomandole la mano, asi le dice:
»¡Oh amada y venerada Diosa Thetis !
»¿Qué motivo á esta casa te conduce,
» Quando antes no venias con frecuencia ?
» Díme, pues, lo que tienes en tu pecho,
»Pues serás sin tardanza obedecida o

»Si por mí quedar puedes complacida.”


Thetis llorando entonces le responde:
»¿Qué Diosa hay ¡oh Vulcano! en el Olympo
(83)
» De tan graves afanes oprimida,
» Como yo estoy ahora de las penas ,
» Que Júpiter Saturnio me ha causado?
» A mí sola entre todas las Deydades
» Que habitan en el mar me hizo sujeta
» A un hombre, al Rey Peléo, hijo de Eaco,
»Y de un mortal el tálamo sostuve
» Con mucha repugnancia, el qual ahora
» De grave senectud muy consumido
» En su palacio yace: Mas son otros
» Los dolores que Júpiter me causa.
»Despues de concederme que á luz diese
»Y que criáse un hijo tan ilustre,
» Que es el mas valeroso de los Héroes,
» El qual creciera como verde Olívo,
»Pues yo le habia criado cuidadosa
» Como una tierna planta en campo fértil,
»Tambien me ha condenado á que le envíe
» A la excelsa Ilión en los baxeles
» A pugnar con valor contra los Teucros,
»Y ya no debo verle de retórno
» En casa de Peléo: mas en tanto

» Que me viva, y la luz del Sol divíse,


» Afligido estará, sin que yo pueda,
”Aunque una Diosa soy, darle socorro.
F 4
(84)
» Una doncella joven escogida,
» Que le dieron por premio los Acheos,
» El Rey Agamenón se la ha quitado.
»Irritado por esto y afligido
» Estaba sin salir á las batallas;
»Y entonces los Troyanos encerraron
» A todos los Acheos en sus naves,
»Y no dexaban que saliesen fuera.
» Esto viendo los Griegos mas ilustres
» A Aquiles suplicaron, ofreciendo
» Hacerle los mas ínclitos presentes;
» Mas se negó á apartar de ellos la ruína,
»Y vistió con sus armas á Patroclo,
»Y le envió al combate con sus tropas.
»Pugnaron todo el dia con constancia
» A las puertas Esceas inmediato,
»Y en este mismo dia los Argivos
»Hubieran expugnado la alta Troya,
»Si Apolo al hijo fuerte de Menecio,
»Despues de hacer sangriento y grande extrago,
»No hubiese por su mano dado muerte
» En las primeras filas, y á Héctor gloria.
» Por esto ante tus pies ahora me postro,
»Pidiendote que des á mi hijo amado,
»Que dentro breve tiempo morir debe,
(85)
» Una coraza, un yelmo, un fuerte escudo,
»Y unos bellos coturnos que se afirmen
»Muy bien con sus hebillas; pues sus armas
»Perdió su fiel y amado compañero,
»Postrado por los Teucros, y él en tierra
»Yace ahora entre el polvo revolcado,
»Su corazon de angustia penetrado.”
El ínclito Vulcano le responde:
»Ten buen ánimo, Thetis, no te aflixas.
». Ojalá que pudiese yo ocultarlo
» A la horrorosa muerte, quando venga
» El hado á interrumpir su vital hilo,
» Como le puedo hacer armas hermosas,
» Que serán de los hombres admiradas,
»Y en todo el universo celebradas !”
Dixo asi; y á la Diosa alli se dexa.
A su fragua se va, pone ácia el fuego
Sus fuelles, y les manda que trabajen.
Soplan á un mismo tiempo en veinte hornos,
Exhalando su soplo facilmente
De todas las maneras, ya de priesa
Segun mas convenia, y ya despacio
Como el diestro Vulcano deseaba,
Y la obra por sí lo requería.
Puso á fundir al fuego duro bronce,
(86)
Estaño no domado, oro precioso,
Y pedazos de plata. Luego puso
Sobre un enorme tronco el fuerte ayunque,
Tomó con una mano un gran martillo,
Y unas fuertes tenazas con la otra.

Primero hizo el escudo grande y fuerte,


Adornandolo bien por todas partes
Con artificio vário, y por defuera
Le hizo un cerco de oro con tres listas,
Que tambien adornó con mucho arte
De una franja flexible argentea y bella.
Eran cinco los dobles del escudo,
Y en el último hizo sabiamente
Artificiosas é infinitas cosas.
En él grabó la tierra, el mar, el Cielo,
El Sol infatigable, y Luna llena.
Grabó todos los Astros que coronan
El tachonado Cielo, las Pleyades,
El Orión violento, las Hyadas,
Y la Osa (que el vulgo llama Plaustro),
La qual siempre girando el vasto Polo
Observa al Orión, y es ésta sola
La que jamás se baña en Oceano.
Tambien en él coloca dos Ciudades
Hermosas, por mortales habitadas:
(87)
En la una se ven nupciales fiestas,
Y solemnes convites. Conducian
Por toda la Ciudad á las esposas
Entre lucientes hachas, é Hymenéo
Excitaba un clamor dulce y frecuente.
Iban saltando en torno unos mancebos,
Y en medio resonaba la harmonía
De cítaras y flautas. Las mugeres
Estaban en las puertas de sus casas
Inmoviles mirando aquella pompa.
Se veía en el foro mucha gente,
Y alli una gran contienda habia nacido,
Pues estaban dos hombres disputando
Sobre una grave multa que debian
Dar por satisfaccion de un hombre muerto.
Uno afirmando al pueblo declaraba
Que ya la habia pagado: mas el otro
Nada haber recibido sostenia.

Los dos para acabar esta contienda


Deseaban la prueba de testigos.
A ambos los Ciudadanos aplaudian,
Y de una parte y otra habia fautores,
Y los Reyes de armas dando voces
Todo el pueblo aquietaban. Los ancianos
En un círculo sacro se sentaban
(88)
En piedras bien labradas, y los cetros
Tenian los Heraldos en las manos.
Con los cetros de alli se levantaban,
Y daban alternando su sentencia.
Dos talentos de oro en medio habia

Destinados á aquel que sabiamente


Diese su parecer mas rectamente.
La otra Ciudad cercaban en contorno
Dos copiosos Exércitos de tropas
Cubiertas con sus armas refulgentes.
De parecer estaban divididos,
Pues el uno se ve que deseaba
Arruinar la Ciudad, y darle fuego,
Si el otro libertarla no procura
Cediendo la mitad de las riquezas
Que esta amena Ciudad dentro encerraba;
Y el otro á esta propuesta no asintiendo
Las armas empuñaba en su defensa
Para ir á tramar una emboscada;
Y entre tanto los muros defendian
Las mugeres, los niños y los viejos.
Parten, los mas robustos, conducidos
Por Marte y por Minerva, ambos de oro,
De aúreo manto vestidos, muy hermosos,
Y grandes por sus armas, qual conviene
(89)
A unos Dioses en todo muy insignes,
Y hacen por su estatura que parezcan
Los hombres á su lado muy pequeños.
Al llegar al lugar mas oportuno
Para ponerse bien en emboscada ,
A la orilla del rio á que acostumbran
Ir á beber el agua los rebaños,
Se ocultan encubiertos con sus armas,
Y hacen adelantar dos centinelas

Para que estén alerta, y les avisen


Quando al rio llegaban los rebaños.
Arriban estos, pues, con dos pastores, :
Los que no sospechando fraude alguno,
Tocaban muy alegres sus zampoñas.
Los Soldados que estaban escondidos
Salen á acometerles de repente,
Les quitan los rebaños apreciables, , , , ,
Las cándidas Obejas y los Toros,
Y dan muerte despues á los pastores.
Las tropas asediantes que aún estaban
Sentadas en consejo, quando oyeron
Cerca de los rebaños tal tumulto,
Montaron al momento en sus Caballos,
Yá donde estaban llegan prestamente.
Aqui firmes combaten en la orilla ...,
(9o )
Del caudaloso rio, y con las lanzas
Se causan mutuamente grande estrago.
Estaba en medio de ellos la Discordia,
El Tumulto y el Hado inexórable,
Que vivo sostenia á uno ya herido,
A otro guardaba ileso, y á otro muerto
Por los pies arrastraba de la pugna;
Y en los hombros tenia su ropage
Todo de sangre humana goteando.
Estas várias figuras se confunden,
Se mezclan y combaten fieramente,
Como si todas fuesen hombres vivos;
Y unos y otros los muertos arrastraban,
Disputando entre sí con grande arrójo,
Para llevar sus armas y despójo.
Tambien grabó Vulcano un campo pingue,
Novál, ancho, y tres veces barbechado,
Y muchos labradores revolviendo
Acá y allá los yugos lo labraban.
Quando al fin del barbecho hablan llegado,
Un hombre que al encuentro les salia
Les ponia en las manos una copa
De dulce vino llena. En el momento

Cada qual á sus surcos se volvia,


Ansioso de llegar al fin del campo.
(91),
Quando el barbecho araban, detrás de ellos
Negra toda la tierra parecia,
Aunque estaba con oro figurada,
Que era un prodigio grande y estupendo. o
Figura en otra parte un rico campo
De espesa mies cubierto, en la que entraban
Los segadores las agudas hoces --
Que en las manos tenian. Una parte -.

De manojos de espigas caen á tierra, . ..., '

Y tres hombres siguiendo detrás de ellos a


Los ataban en haces , y unos niños º

Del campo los sacaban á brazados.


El Rey estaba en medio taciturno
Con su cetro en la mano, muy alégre
De ver aquellas mieses tan copiosas.
Debaxo de una encina en otra parte. . . . 3
Unos Reyes de armas disponian o
Entre tanto un convite con las carnes .
De un gran Toro inmolado; y las mugeres
Blanca harina en gran copia alli mezclaban,
Y á los hombres la cena aparejaban.
Despues graba Vulcano una aurea viña ,
Muy cargada de uba con tal arte, .
Que negrear se vian los racimos.
Las vides se sostienen con estacas . . . .
(92)
De plata fabricadas, y en contorno
Hay un foso y cercado hecho de estaño:
En medio hay una senda muy extrecha
Por donde van llevando los racimos,
Despues de estár la viña vendimiada; .
Y los jovenes tiernos y doncellas,
En las cestas texidas con los mimbres,
Aquellos dulces frutos recogian.
Con su cítara aguda iba entre todos
Un joven que al sonido de la cuerda
Suavemente unia el tierno cánto.
Toda esta juventud tan juguetona
Va danzando y cantando alegremente,
Y gritando entre sí confusamente.
Grabó tambien de Toros un rebaño
Que la robusta frente alta llevaban:
Eran de oro y estaño entre sí unido,
Y mugiendo salian del establo
Para pastar de un rio en la ancha orilla,
Cuya corriente es rápida y sonóra, --

Y abundante de cañas su rivera. -

Quatro Pastores esculpidos de oro .

Guardaban el rebaño, y les seguian


Nueve Perros veloces. Dos Leones
Terribles por su aspecto, entre sus uñas
(93)
Tenian un gran Toro, que exhalaba
Horrorosos gemidos: mas no obstante
Que tan fuerte bramaba, se lo llevan.
Detrás corren los Perros y Pastores,
Mas del Toro el pellejo lacerando,
Beben ellos su sangre y sus entrañas.
En vano los Pastores los persiguen,
A sus veloces Perros incitando,
Pues no osaban morder á los Leones,
Y si á ellos se acercaban, les ladraban;
Pero al punto sus garras evitaban.
Graba tambien el ínclito Vulcano
En un valle abundoso un prado ameno
De cándidas Obejas, los redíles,
Los tugurios y chozas pastoriles.
El excelso Vulcano tambien graba
Con un vário artificio en él un coro,
Semejante al que Dédalo otro tiempo
Inventó en la Ciudad ancha de Creta
Para Ariadna de cabello hermoso.
Alli vários mancebos jovencitos
Y doncellas hermosas en un cerco,
Asidos de las manos, danzan juntos. a

Estas de sutíl lino iban vestidas,


Y llevaban coronas en sus sienes,
Tomo III. G
(94)
Los jovenes tambien iban vestidos
Con túnicas muy finas, bien texidas,
Y limpias con un bálsamo suave;
Y pendientes llevaban á su lado
En tahalís de plata, espadas de oro. -

Ya con los diestros pies en torno giran -

Con mucha lentitud, como una rueda .


Que sentado en su torno un Alfarero
Hace girar, para probar si corre;
Y ya á porfia corren mutuamente,
Por órdenes formando laberintos. -

Está viendo este coro tan hermoso


Mucha gente gozando un gran deleyte,
Y en medio iban dos jovenes saltando,
Que el armonioso cánto comenzaban. -
En fin, graba al extremo del escudo /
El inmenso Oceano, y parecia
Que sus ondas correr en torno hacía.
Despues de fabricar aqueste escudo -.
Sólido y grande, la coraza forma
Mas refulgente que el activo fuego.
Hizo un yelmo á las sienes adaptado,
De una grande hermosura y artificio,
Al que un aúreo penacho unió con arte;
Y finalmente hizo unos calzados
-
- -
(95)
Con estaño flexible fabricados.
Quando acabó de hacer todas las armas
El excelso Vulcano, fue al momento
A ponerlas delante de la madre
Del generoso. Aquiles ; y ella al punto,
Qual velóz Gavilán , baxó de un vuelo
Desde el excelso Olympo prontamente
- - - - - - -- - - -

Con aquesta armadura refulgente. - - - - y - - -


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(96)
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LA ILIADA DE HOMERO.
º---- L

L I B RO XIX.

A R G U ME N TO.
Thetis lleva las armas de Vulcano
A su hijo querido; y mas humano
Su íra depone, junta una asambléa,
Y entran todos de nuevo en la pelea:
Mas su Caballo Xantho tan valiente,
Le dice que su muerte está inminente.
«.
-

#., Aurora de color roxo adornada,


Ya salia del rápido Oceano
A dar luz á los hombres y á los Dioses,
Quando al campo navál Thetis arriba,
Con los dones del ínclito Vulcano.
Halla á su amado hijo, , que lloraba
Todavía inmediato de Patroclo,
Dando graves gemidos, y cercado
De muchos compañeros, que igualmente
º -
(97)
En abundante llanto se anegaban.
La Diosa se detiene en medio de ellos,
Y abrazando á su hijo, asi le dice:
»Hijo mio, dexemos á Patroclo,
» En su fúnebre lecho, aunque afligidos,
»Ya que antes muerto ha sido por consejo
» De los eternos Dioses, y recibe
» Estas ínclitas armas de Vulcano

» De tan bello artificio, que ninguno


» Hasta ahora de todos los mortales,
» En sus hombros ha puesto otras iguales.”
Dixo, y puso las armas esta Diosa
Delante de su hijo, el fuerte Aquiles.
Todas aquestas ingeniosas obras
Hicieron un estrépito tan fuerte,
Que el temblor ocupó á los Myrmidónes,
Y no osando mirarlas, consternados
Con presto curso huyeron. Mas Aquiles
Al punto que las vió, sintió en su pecho
Que su íra y furor mas se encendia,
Y báxo de los párpados sus ojos
Despedian terrible y fieramente
Unos rayos que llamas parecian.
Tenia entre sus manos, muy gozoso,
Los espléndidos dones de Vulcano,
G3
(98)
Y despues de probar deleyte sumo
En mirar estas obras ingeniosas,
Asi dixo á su madre velózmente:
» Madre mia , sin duda que te ha dado
» Algun Dios estas armas, porque tienen
» Un trabajo muy propio de Inmortales,
» A que llegar no puede un mortal hombre.
» Ahora me armaré yo; pero entre tanto
»Temo muy gravemente que las moscas,
» Entrando en las heridas que el acero
»Ha abierto al hijo fuerte de Menecio,
» Dentro engendren gusanos roedores,
»Y su yerto cadáver desfiguren;
» Pues privado de vida prontamente
»Se podrirán sus miembros facilmente.”
Thetis, de pies de plata, le responde:
» Hijo, depon al punto ese cuidado,
» Pues yo haré que se alexen del cadáver
» Los malvados enxambres de las moscas,
» Que devoran la gente muerta en guerra.
» Aunque muerto yaciese un año entero,
»Incorrupto hasta entonces estaría
»Y mas hermoso aún. Llama al instante
» A los Héroes Acheos á asambléa,
»Y depuesto, el rencor que todavía
(99 )
»Tienes á Agamenón, Pastor de Pueblos,
» Preparate al combate con constancía,
»Y vistete de fuerza y arrogancia.”
Dixo asi, y le infundió un audáz aliento:
Despues una ambrosía y roxo nectar
Destiló en la naríz del gran Patroclo,
Para dexar su cuerpo incorruptible.
En tanto iba el divino y fuerte Aquiles
Por la costa del mar estrepitoso,
Y dando horrendos gritos, excitaba
A los Héroes Acheos. Quantos antes
Permanecer solian en las naos,
Los Pilotos que rigen los timones,
Y los que de los víveres cuidaban,
Iban á toda priesa á la asambléa,
Porque Aquiles á ella concurría,
Despues de haber estado tanto tiempo
De los tristes combates alexado.
Iban tambien Diomédes belicoso
Y Ulises el divino, protegidos
Del insaciable Marte, cogeando,
Y en sus terribles lanzas se apoyaban,
Porque aún les aquexaba herida grave.
En las primeras sillas del Consejo
Se sentaron al punto. Ultimamente,
G 4
(Ioo )
Arribó Agamenón Rey de los hombres,
Por no estár aun curado de la herida
Que le hizo en un áspero combate
Coón Antenoréo con su lanza.

Despues que los Acheos se congregan


Aquiles se levanta, y asi dice:
» Atrida ¿qué provecho hemos tenido
»Ni tú ni yo de habernos entregado
».A la fatal Discordia que consume
» El corazon, estando tanto tiempo
»Irritados por solo una cautiva ?
»; Ojalá que Diana en los baxeles
» La hubiese con sus flechas traspasado
» En aquel mismo dia que yo hice
» A esta joven cautiva y prisionera,
» En Lynerso eminente y populosa !
» Entonces no cayeran tantos Griegos
»Báxo enemigas manos, por mi enójo.
»Mas útil esto ha sido á Héctor osado
»Y á todos los Troyanos, y presumo
» Que tendrán los Acheos mucho tiempo
»Mi discordia y la tuya en la memoria.
»Mas ya de lo pasado no conviene
» Que hablemos cosa alguna, aunque afligidos,
»Y dómense en el pecho los afectos,
(1o 1 )
» Quando hay necesidad que á tanto obliga.
»Yo depongo mi cólera obstinada,
»Pues no es justo que un hombre como Aquiles
» Conserve eternamente sus enojos. -

» Exhorta, pues, al punto á los Argivos


».A pugnar con valor, para que yendo
» A su frente á envestir á los Troyanos
» Experimente yo si todavía
»Se atreven á pasar la noche entera
» Cerca de nuestras naves, pues presumo
» Que el que escaparse pueda de mi lanza
» En aqueste combate tan sangriento,
» Reposará despues con gran contento.”
Dixo asi; y los Acheos se alegraron,
Viendo que el hijo ilustre de Peléo
Su cólera y enójo deponia.
El Rey Agamenón habló entre todos
Desde su mismo asiento, y sin ponerse
En medio del Consejo, asi les dixo:
» Amigos mios, Héroes de la Grecia,
»Y de Marte Discípulos, es justo
» Que todos me escucheis desde mi asiento,
»Ni interrumpir conviene, porque es grave
» Aun para el mas períto qualquier ruído.
» En tumulto tan grande de varones,
(Io2 )
» ¿Quién es facil que oyga, ni que hable?
» El orador mas fuerte y mas canóro
» Sería interrumpido. Mientras tanto
» Que mi oracion dirijo al grande Aquiles,
» Permaneced, Acheos, silenciosos,
»Y atienda cada qual á mis palabras.
» Muchas veces me han dicho los Acheos

» Que yo soy el autor de nuestros males,


»Y me han dado sangrientas reprehensiones:
» Mas yo no fuí la causa; y sí lo fueron
»Jove, el Destíno, y la nocturna Erinnys,
» Que estando en la asambléa me inspiraron
» Un dañoso consejo, en aquel dia -

» Que yo mismo privé del premio á Aquiles.


» Mas ¿qué podia yo hacer? De todo es causa
» La venerable Ata, hija de Jove,
» La que á todos infecta perniciosa,
» Porque siendo sus pies tan delicados
» En la tierra no toca, y solamente
» Anda por las cabezas de los hombres
» Dañando á los mortales. No soy solo
» A quien mal ha causado. En otro tiempo
», Ya ofendió al grande Jove, sin embargo
» De que se dice ser el mas potente
» De todos los mortales y los Dioses,
(Io3)
» Porque Juno, aunque hembra, con su auxilio e

» A este Dios sorprendió dolosamente -

» El dia que debia Alcmena hermosa *

»Dar á luz al gran Hércules divino -

» En la murada Thebas. El gran Jove


»Delante de los Dioses jactancioso
» Antes les habia dicho de esta suerte:

» Dioses todos y Diosas, escuchadme


» Lo que me dicta el ánimo en el pecho. .
» Hoy dará á luz Ilithya, que preside -

».A los tristes dolores de los partos,


» Un varon de la estirpe que son todos
» Los que mi sangre tienen en sus venas,
»Que, en todos sus vecinos tendrá imperio.
» La venerable Juno, asi le dice,
» Meditando un gran dolo: Será engáño,
» Y jamás cumplirás lo que prometes.
» Ea, pues, jura Olympio, que sin duda
» En todos sus vecinos tendrá imperio
» Qualquier varon que nazca en este dia
» De la estirpe de hombres, que en sus venas
»Tienen tu ilustre sangre. Asi le dixo:
»Y no entendiendo el fraude el sábio Jove,
» Hizo entonces un grande juramento,
” Que despues le causó muchos pesares;
(Io4)
» Porque dexando Juno impetuosa -

» Las cumbres del Olympo, fue al momento


» A la Ciudad de Argos, en la Achaya,
» En donde no ignoraba que la esposa
» De Esthenelo, hijo ilustre de Perseo,
»De un niño estaba en cinta, y que se hallaba
» En el séptimo mes; pero no obstante
» Aunque el debido mes no habia cumplidq,
»Hizo lo diese á luz, y al mismo tiempo,
» Reprimiendo de Alcmena los dolores,
» El parto retardó. Despues la Diosa
» Llevó á Jove Saturnio la noticia:
» Ya ha nacido un varon muy generoso,
» Que ha de mandar á todos los Argivos,
» Eurystheo, hijo amado de Esthenelo,
» Y nieto de Perseo: es de tu estirpe,
» Y no indigno que impére d los Argivos.
» Dixo asi; y en el centro de su pecho
» De un agudo dolor fue herido Jove.
» Al punto coge de Ata la cabeza,
» De cabellos hermosos adornada,
» De cólera y furor arrebatado.
» Juró entonces con grande juramento
» Que nunca volvería al alto Olympo,
»Ni al estrellado Cielo Ata terrible,
(Io5)
»Que á todos causa daño. Esto diciendo, ...
» Le hizo rodar al punto con su mano
»Desde el Cielo estrellado, y esta Diosa
»Vino á frustrar del hombre las empresas, ..
»Jove siempre gemia por su causa, -

» Quando miraba á su hijo tan querido ...


»Sujeto á los trabajos que Eurystheo
»Injustamente sostener le hacía.
» Asi yo, mientras Héctor belicoso ---

»Perdia á los Argivos en las popas , , , ,


»De las naves veloces, no podia a . . . .
» Olvidar á esta Diosa perniciosa, «

» Que una vez llegó á hacerme tanto daño. es


» Mas supuesto que el mal he recibido, . . ..
»Y el juicio me quitó Jove supremo, e ..
» Ahora quiero agradar al bravo. Aquiles, . ..."
»Y hacerle por enmienda inmensos dones. ..
»Muevete á combatir en el momento, .
»Y excita á pelear las demás tropas: .
»Yo te presentaré todos los dones
»Que ayer te ofreció Ulises en tu tiendas...
»Y si quieres espera un poco tiempo,
» Aunque anhelas entrar en la batalla, , ,
» Que tomando los dones de mi nave
»Mis siervos los traerán á tu presencia,
( 1o6)
» Para que veas tú que quiero darte -

» Regalos adaptados á aplacarte.”


En respuesta le dice el pronto Aquiles: .
» Agamenón Atrida, muy glorioso,
» De los Pueblos Pastor, déxo á tu arbitrio
» Dar los dones si quieres, como es justo,
» O en tu poder si gustas retenerlos. --

»Pensemos, pues, ahora solamente -

» En marchar al horrisono combate, -

» Pues no conviene estarnos aqui ociosos,


» Ni dilatar la pugna, y perder tiempo, .
» Estando aun imperfecta la gran obra.
»Vamos á combatir para que vea 2.
- - -

» Alguno de los Griegos nuevamente .


» Que Aquiles con su ferrea aguda lanza .
s» En las primeras filas va arruinando re. .
» Las phalanges Troyanas con aliento, ..
»Y que todos imiten mi ardimiento”. 2 ...
Ulises en consejos abundante, , , , , ..
Entonces le responde de esta suerte: ,, , , ,
» Aunque eres tan valiente, divo Aquiles,
»No impelas los Acheos ácia Troya
» A pugnar en ayunas con los Teucros, ...
» Pues durarái algun tiempo la refriega, . . ...
» Despues que las phalanges de los hombres
(1o7)
»Se lleguen á mezclar, y que el Dios Marte
»Inspire á unos y á otros ardimiento. -
»Haz, pues, que los Acheos en las naos
»Tomen algun sustento, porque inspiran
» El vino y pan vigor, fuerza y aliento,
» Pues sin comer un hombre todo un dia
» Hasta ponerse el Sol pugnar no puede.
» Aunque esté pronto el ánimo al combate,
» Con todo sin sentir pesan los miembros,
» El hambre y sed le asaltan, y vacilan
»Sus piernas al andar debilitadas,
» En vez de que el que está bien sustentado
»Invade todo el dia al enemigo o
» Con audácia y vigor dentro del pecho,
»Y sus miembros jamás se debilitan c. o, se
» Hasta apartarse todos del combate. s:
» Ea, despide el Pueblo, y da la órden
» De que al punto el sustento se disponga,
»Y el Rey Agamenón haga que traygan
»En medio la asamblea los regalos, s - -

» A fin de que los vean los Argivos, -s


»Y que al verlos tu espíritu se alégre.
»Tambien te afirmará con juramento, s;
» Estando en pie entre todos los Argivos,
» Que jamás con tu esclava unido ha estado, . .
(1o8)
»Como de un Rey de hombres y mugeres
» Es costumbre ordinaria; y de esta suerte
»Se aplacará tu ánimo en el pecho;
»Y despues finalmente debe darte
» En su tienda un espléndido convite,
» Para que nada falte á tu derecho.
»Y tú, Atrida, serás en adelante
»Mas justo y moderado con los otros;
» Pues nadie juzgará que es cosa indigna
» El que un Rey sastifaga á algun privado,
» Quando primeramente le ha injuriado.”
Agamenón entonces le responde:
»Mucho gozo, hijo ilustre de Laértes,
» El oír tus palabras me ha causado,
» Porque todo lo has dicho rectamente,
»Y has hablado con órden y prudencia.
» Ahora quiero jurar como has propuesto,
»Y en el pecho mi ánimo me dicta,
»Ni delante de Dios seré perjúro.
»Pero algo mas aqui subsista Aquiles,
» Aunque reprima el ímpetu de Marte,
»Y subsistid tambien todos vosotros,
» Que aqui estais congregados, hasta tanto
» Que traygan los regalos de la tienda,
..»Y hagamos pactos fieles. A tí ordéno
(Io9)
» Que escogiendo los jovenes mejores
» De todos los Acheos, al instante
» Conduzcas de mi tienda los regalos
»Que dar ayerá Aquiles prometimos, -

»Y conduce tambien á las mugeres,


»Mientras que va Talthybio al campo Acheo
» Un Javalí á buscar, que preparado * , ,

»A Júpiter y al Sol será inmolado.”


Replicandole dice el pronto Aquiles:
» Agamenón Atrida, Rey glorioso,
» Dexa para otra vez tal ceremonia,
» Quando nos dé la guerra algun descánso,
»Y en mi pecho no haya tanta íra. :

» Ahora abatidos yacen muchos Héroes,


» A quien Héctor valiente muerte ha dado,
»Quando gloria de Jove ha recibido.
»Mas andad á tomar algun sustento,
» Aunque yo haría marchar á la batalla
»Sin comer como están á los Argivos,
» Pues luego que se oculte el Sol hermoso
» De preparar la cena lugar tienen
» Despues de vindicar nuestras injurias.
» Antes no pasará por mi garganta
» Comida ni bebida, estando muerto
»Mi amado compañero, que en mi tienda
Tomo III. - H
(I Io)
»Yace de agudo acero traspasado
» Acia el umbral teniendo los pies vueltos,
»Y están mis compañeros en contorno
» Gimiendo amargamente. Por lo mismo
»No me ocupan ahora esos cuidados,
»Y tan solo me acuerdo de combates,
» De sangrientos estragos y debates.”
El sábio y diestro Ulises le responde:
»¡Oh Aquiles de Peléo, el mas valiente
» De todos los Acheos no es dudable
» Que en vigor y en aliento me aventajas;
» Mas yo supero á tí mucho en prudencia,
» Porque nací primero, y sé mas cosas.
» Por esto seguir debes mis consejos.
» Pronto se sacia el hombre de batalla,
» En la qual, si en la tierra con su acero
» Abate mucha paja, queda libre
»Muy poca mies en pie, quando el Tonante
» Inclina sus balanzas, porque en guerra
» Arbitro es de la vida de los hombres.
»No conviene que lloren los Argivos
» El muerto con el vientre: cada dia
»Son muchos los que caen, y tan espesos ,
» Que ayunarían siempre, ¿ quando entonces
» Del dolor respirar nadie podria º
«.
( III )
»Es muy justo enterrar á aquel que muere,
»Sufriendo con paciencia su desgracia,
»Y que un dia le lloren. Mas aquellos "

» Que de la horrenda pugna se libertan,


» De comer y beber han de acordarse,
» Para poder despues con mas aliento,
»Armados de un invicto acero agudo,
» Pugnar contra las huestes enemigas. -

»Nadie subsista entonces esperando


» Un nuevo belicoso incitamento,
»Pues tal exhortacion será en perjuicio
» Del que en las naves Griegas permanezca:
»Mas saliendo del campo todos juntos
» A los fuertes Troyanos destrocemos,
»Y un combate sangriento comencemos.”
Dixo; y, por sócios al momento elige
A los hijos de Néstor venerable,
A Megeta, hijo ilustre de Phyleo,
Thoante, Merión, á Menalippo,
Y á Lycomédes, hijo de Crionte,
Y á la tienda se fue del Rey Atrida.
Todo fue dicho y hecho en el instante:
Sacaron de la tienda los regalos
Que ya estaban á Aquiles prometidos:
Siete trípodes bellos: veinte hermosas
H 2 -
(112)
Y espléndidas calderas; é igualmente
Doce hermosos Caballos. Al momento
Tambien sacaron de ella siete esclavas
Muy bellas, y en labores instruidas,
Y la octava á Bryseida. El sábio Ulises
Delante iba de todos, conduciendo
Doce talentos de oro bien pesados,
Y los Acheos jovenes llevaban
Todos los demás dones, que al momento
Depusieron en medio la asambléa,
Y el Rey Agamenón en pie se puso.
Talthybio, semejante en voz á un Numen,
La víctima teniendo entre sus manos,
Cerca estaba del Rey, Pastor de Pueblos.
Sacó el hijo de Atreo su cuchillo,
Que llevaba pendiente siempre; al lado
De la preciosa vayna de su espada:
Cortadas unas cerdas por primicias
De la víctima sacra, y levantando -

Sus manos ácia el Cielo, rogóá Jove. .


Los Argivos estaban alli mismo
Sentados con respeto, y taciturnos,
Para escuchar al Rey, como debian; , ,
Y él atento mirando al ancho Cielo
Suplicó en alta voz de esta manera:
(113),
» Al grande Jove pongo por testigo,
»Que es el mas poderoso de los Dioses,
» A la Tierra y al Sol, y á aquellas Furias,
» Que castigan debaxo de la tierra
» A los hombres impíos y perjuros,
» Que nunca con mis manos he tocado
» La doncella Bryseida, con pretexto
» De marital deber, ni otro motivo,
»Y que intacta en mi tienda siempre ha estado.
»Si hubiese algun perjurio en mis palabras,
» Que los Dioses me den todos los males
» Que dan á los malvados desatentos,
»Que ofenden su Deydad con juramentos.”
Dixo; y cortó con el acero agudo
El cuello de la víctima, y Talthybio
La arrojó entre las ondas del mar cano,
Para que en él los peces la comiesen.
Aquiles puesto en pie entre los Argivos,
Fuertes y belicosos, asi dice:
»Tú causas, Padre Jove, ciertamente
» Grandes calamidades á los hombres.
»Nunca el hijo de Atreo enfurecido
» El enójo en mi pecho habria excitado,
»» Ni á mi pesar quitado la cautiva;
» Pero el invicto Jove asi dispuso
H 3
(I 14)
»Dar á muchos Acheos grave muerte.
»Mas id luego á tomar algun sustento,
»Y en combate entrarémos al momento.”
Esto dicho, despide la asambléa,
Y todos á sus naves se retiran.
Los magnánimos fuertes Myrmidónes
De los dones cuidaban. A la nave
De Aquiles el divino los llevaron;
En la tienda al momento los pusieron,
Y en sillas colocaron las cautivas,
Y despues conduxeron los Caballos
A las Yeguadas, claros escuderos.
Entonces, pues, Bryseida, semejante
A la hermosa aúrea Venus, quando advierte
Trucidado á Patroclo del acero,
Arrojandose á él, da un gran gemido,
Y se lacéra el pecho con las manos,
El cuello tierno, y el semblante hermoso;
Y esta ilustre muger, que se igualaba
A una excelsa Deydad, dice llorando:
»Patroclo tan amado de mí triste,
» Al tiempo de partir yo de esta tienda
»Te dexé vivo en ella, y al regréso
»¡Oh Príncipe de Pueblos muerto te hallo.
» Oh cómo un mal me viene de otro siempre !
(I 15)
»Vi caer traspasado del acero
»Delante la Ciudad al tierno esposo,
» A quien mi padre y madre me entregaron:
»Vi tambien tres hermanos infelices
»Nacidos de mi madre, todos dignos
» De mi amor y cariño, ir al encuentro
» De este dia fatal y deplorable:
» Mas con todo llorar no me dexabas,
» Quando el velóz Aquiles dió la muerte
» A mi querido esposo, derribando
»La Ciudad del divino y gran Myneto:
» Antes bien me decias que tú harías
» Que del divino Aquiles fuese esposa,
»Y que á Phtia en sus naves me lleváse
»Donde el nupcial convite se daría -

» En medio de sus fuertes Myrmidónes.


» Por esto al verte muerto, gran Patroclo,
»Tu pérdida yo lloro inmensamente,
» Recordando tu ánimo clemente.”
Asi dixo llorando. Las cautivas

Gemian igualmente, y con pretexto


De llorar á Patroclo, no lloraba
Sino sus propios males cada una.
Los ancianos Acheos entre tanto
Al rededor de Aquiles se juntaban,
H 4
(116)
Rogandole tomáse algun sustento:
Mas asi lo reusa suspirando:
»Si alguno de mis caros fuertes sócios
» Quisiese ahora escucharme, yo os suplíco
»No me mandeis que coma ni que beba;
» Pues un grave dolor mi pecho aflige.
» Hasta que el Sol se ponga, sin sustento
»Puedo aguantar sin mengua de mi aliento.”
Dixo; é hizo partir los demás Reyes.
Los dos hijos de Atreo, el sábio Ulises,
Néstor, el valeroso Idomenéo
Y Phenix el anciano se quedaron
A divertir su asidua y gran tristeza:
Mas no se alegra su afligido pecho
Hasta entrar en la pugna sanguinosa;
Y acordandose mucho de su amigo
Da frecuentes suspiros, y asi dice:
». Ah Patroclo infelíz, el mas amado
»De todos mis leales compañeros !
»Tú tambien algun tiempo me aprestabas
»En mi tienda la mesa diligente,
» Quando con mucha priesa los Acheos
»Llevar á los Troyanos intentaban
»El lagrimoso Marte; y ahora yaces
»» Tu pecho del acero penetrado;
(117)
»Pero mi triste corazon reusa
»La comida y bebida, de que abundo,
y

»Suspirando por tí. No, mayor pena


» Padecer no podria, ni aunque oyese
» La muerte, ó de mi Padre, que en la Phtia
» Acaso tiernas lágrimas derrama
» Deseando tal hijo, que combate
» En un Pueblo extrangero con los Teucros
»Tan solo por Elena odiosa á todos,
» O de mi amado hijo, que se cria
»En Scyro, si todavía vive
»Mi deiforme y querido Neptolemo.
» Antes me alimentaba la esperanza
»De. que yo moriría solo en Troya,
»Lexos de la fecunda y fértil Argos,
»Y que tú volverías á la patria,
» Que de Scyro á mi hijo llevarías
» A ella en una negra y velóz nave,
»Y que le mostrarías una á una
»Todas mis posesiones y mis siervos,
»Y mi grande y magnífico palacio;
»Pues creo que Peléo, ó ya no existe,
»O vivirá muy poco, por hallarse
» De molesta vejéz muy afligido,
»Y esperando á momentos cada dia
(118 )
» La triste nueva de la muerte mia.”
Asi dixo llorando; y los ancianos
Juntos con él suspiros exhalaban,
Acordandose entonces cada uno
De lo que habia dexado en su palacio.
Viendolos suspirar, se compadece
El glorioso Saturnio, y al momento
Dice á Palas Minerva de este modo:
»Ya dexaste, hija mia, enteramente
» Al varon grande y fuerte, ¿acaso Aquiles
» De tus cuidados ya no participa ?
» En las naves está llorando siempre
» A su querido amigo, y mientras tanto
» Que toman los demás algun sustento,
» El está sin comer. Anda al instante,
»Y destila en su pecho generoso
» El dulce nectar, y ambrosía amable,
» Para que no se vea en tal estado
» Por el hambre afligido y agoviado.”
Esto dicho, excitó con sus palabras
A Minerva, que estaba ya propensa,
Y qual velóz Arpía, la que tiene
Las alas largas, y la voz sonóra,
Por la eterea region baxó del Cielo.
Los Acheos se armaban por el campo,
(119 )
Y en el pecho de Aquiles introduxo
La Diosa el nectar, y ambrosía amable,
Para que de esta suerte el hambre acerba
A sus piernas la fuerza no quitára,
Hecho esto, volvió al palacio excelso
Del prepotente padre, y mientras tanto
Salian los Acheos de sus naves.
Como los densos copos de la nieve
Que Júpiter envia, caen volando
Del Bóreas al impulso impetuoso
Que trae serenidad ; de esta manera
Al salir los Acheos de las naves
Parecian los yelmos muy espesos,
Los redondos escudos, las corazas,
Y las lanzas de fresno refulgentes.
El resplandor subia hasta los Cielos,
La tierra estaba en torno muy risueña
Por los rayos que el bronce despedia,
Y toda retumbaba horriblemente
Debaxo de los pies de tantos hombres.
Entre todos se armaba el noble Aquiles,
Rechinaba los dientes, y sus ojos
Como llama de fuego centellaban.
Su corazon guerrero estaba opreso -
De insufrible dolor, y por lo mismo,
(12o )
Contra todos los Teucros irritado,
Toma este Héroe las armas tan divinas
Por mano de Vulcano fabricadas:
Se calza unos flexibles borceguies
Con hebillas de plata y arte unidos,
La coraza despues se ciñe al pecho,
Cuelga en sus hombros la acerada espada,
Que unos clavos de plata guarnecian:
En fin, toma su escudo grande y fuerte,
Cuyo fulgor de lexos se veía,
Qual la luz refulgente de la Luna.
Asi como aparece algunas veces
En el mar á los tristes navegantes
La llama de un ardiente activo fuego,
Que arde en la cima excelsa de algun monte
En lugar solitario, y entre tanto
La tempestad los lleva, á pesar suyo,
Lexos de sus amigos por el golfo;
Asi los resplandores del escudo -

Del magnánimo Aquiles, refornido


Con arte y hermosura, se remontan
A la eterea region. Despues tomando
Su gran yelmo, lo pone en su cabeza,
Y éste como una estrella relucia.
El penacho que el yelmo sombreaba
(121)
De espesas crines aúreas, que Vulcano
Encima de él con arte puesto habia,
A voluntad del viento tremolaban.
Ya Aquiles de sus armas adornado
Probaba si adaptaban á su cuerpo,
Y si sus bellos miembros facilmente
Con ellas se movian sin estorvo,
Y eran tales, que de alas le servian,
Y llevaban por sí al Pastor de Pueblos. - -

Saca, pues, finalmente del estuche


La hasta paterna grande, fuerte y larga
Que no podia vibrar ningun Acheo,
Pues tan solo sabía el grande Aquiles
Manejar esta lanza tan terrible,
Que antes cortó Chirón en la mas alta
Cima del Pelión, y dió á Peléo
Para que á muchos Héroes fatal fuese.
Automedonte y el ilustre Alcimo
Ponen báxo del yugo los Caballos,
Adaptan las correas admirables, - - -

Los frenos les colocan en la boca,


Y las bridas extienden por los lomos
Hasta el brillante carro. Automedonte
-

Tomando el bello látigo en su mano - -


(122)
Salta velóz al carro, y luego Aquiles,
Dispuesto para entrar en el combate,
Sube tambien en él, tan refulgente
Como el Sol luminoso por sus armas,
Y desde el carro con terrible tono
Manda asi á los Caballos de su padre:
» Xanto y Balio, hijos dignos de Podargo,
» Pensad en conducir salvo y con vida
» Al campo de los Griegos al que tiene
»Vuestras riendas en mano, quando estemos
»Saciados de homicidios y combate;
»Y no le dexeis muerto en tal estado

»Como al grande Patroclo desgraciado.”


El velóz Xantho, entonces de improviso
Inclina su cabeza tristemente,
Dexa caer las crines desde el cuello

Por el yugo hasta báxo, y dan en tierra;


Y recibiendo de la Diosa Juno
Al momento una voz articulada,
Habla de esta manera: "No, no dudes,
» Impetuoso Aquiles, que á lo menos
» Por esta vez te sacarémos salvo.

» Mas tu dia fatal está muy cerca,


»Y de esto no tendremos culpa alguna,
(123)
»Sino Jove, y el hado violento...2, .
»No fue nuestra pereza ni vileza
» Causa de que los Teucros despojasen
»De sus brillantes armas á Patroclo;
»Fue solo el hijo fiero de Latona.
» Este Dios tan terrible por sus flechas
» En las primeras filas le dió muerte,
»Y al gran Héctor la gloria de este triunfo;
» Pues nosotros corremos tan veloces

» Que al Zéphiro igualamos en presteza,


»Que dicen es el viento mas ligero. -

»Mas éste es tu destíno, que vencido


»Serás por este Dios tan poderoso,
»Y por mano de un hombre valeroso.”
Apenas dixo asi, quando las Furias
Le quitaron la voz, y el pronto Aquiles
Le dice muy ayrado de esta suerte:
»Xantho, por qué la muerte me predices?
» A tí no toca hacer tal vaticinio.
»Yo bien sé que el destíno me condena
» A que ya aqui perezca separado
» De mi padre y mi madre : mas no obstante
»No dexaré el combate hasta que vea
».A las tropas Troyanas derrotadas,
(124)
»Y del campo de guerra separadas.”
Dixo asi; y encamina sus Caballos :

Al frente de su Exército valiente,


Dando unos grandes gritos fieramente.
- (125) . -

LA ILIADA DE HOMERO.
L I B Ro XX.
A R G U M E N To. y , ,

Con permiso de Jove soberano


Al Erército Acheo y al Troyano - --
Dan autílio los Dioses mutuamente:
A Aquiles hace Eneas despues frente,
Mas le salva Neptuno, y la victoria -

Consiguen los Acheos con gran gloria.


- * - - 3 - º,

As á un lado, se armaban en las naos, s

Y en torno á tí, hijo ilustre de Peléo,


Los Acheos, de
e • "
¿royanos,
" - - «l
-

Y al mismo tiempo á otro los - r

En medio de aquel campo en la colina.


Júpiter. manda á Themis que convóque es
Desde diversas cimas del Olympo -

A los eternos Dioses á asambléa.


Esta Diosa girando á todas partes,
Tomo III. I
(126)
Mandó á todos que fuesen al momento
Al palacio de Jove. Fueron todos
Sin faltar ni los Rios, ni las Ninfas,
Que en las hermosas selvas habitaban,
C) en las—fuentes y prados—florecientes, -
Excepto el Oceano. Quando todos
Llegaron al palacio del gran Jove,
Se sentaron en sillas bien labradas
Debaxo de columnas, que Vulcano
Hiciera para Jove sábiamente. . . . ...,
Asi en casa de Jove se juntaban
Todos los Inmortales, ni Neptuno
Dexó de obedecer tampoco á Themis,
Y vino desde el mar á donde estaban. , ,
En medio se sentó de todos ellos,
Y esploró asi el designio del gran Jove:
»¡Oh Dios Fulminador! ¿qual es la causa .
» De llamar á los Dioses á asambléa? .
»: Revuelves en tu mente algun designio
»Sobre Teucrós y Acheos? Yo presumo
»Que arderá entre unos y otros brevemente
»La guerra y el combate nuevamente.”
Entoncesc el supremo y grande Jove,
Que las nubes domína, le responde:
»Tú, Neptuno, conoces mi designio,
* -
(127)
»Y el motivo de haberos congregado.
»Sin tener compasion, no me es posible
» Ver morir tantas gentes. Mas ahora
»Me sentaré en la cumbre del Olympo,
»Y miraré el combate con deleyte;
»Y vosotros podreis baxar al punto
» Al campo de Troyanos y de Acheos,
» A prestar á unos ú otros vuestro auxilio,
»Como cada qual guste; pues si Aquiles
»Solo contra los Teucros combatiese, \

»Ni aun por poco su esfuerzo sostendrian.


» Antes tan solamente al ver su aspecto
»Huyeron aterrados, y al presente -

»Temo que el fuerte muro no destruya :


» Contra la misma voluntad del hado,
»Estando por su amigo tan ayrado.”
Dixo de esta manera el gran Saturnio,
Y excitó una contienda inevitable.
Van los Dioses al punto á la refriega,
Todos en dos partidos divididos. º

Van á las huecas naves Juno y Palas,


Con Neptuno, que la alma tierra ciñe,
Y Mercurio, el autor de utilidades, a
Que está adornado de una gran prudencia.
Vulcano por su fuerzaI muy
2 sobervio, V
(128)
Iba tambien con ellos cogeando,
Y sus débiles piernas vacilaban.
El homicida Marte, Febo intonso,
Diana, muy amante de saetas, - s

Latona, Xantho, y la risueña Venus, s


Abrazan el partido de los Teucros. :
Mientras están los Dioses separados º-

De los hombres mortales, muy gozosos


Estaban los Acheos, porque Aquiles -

Comparecia entonces al combate, •

Despues de tanto tiempo de reposo; s


Y llenos de pavór todos los Teucros
Temblaban al mirar al pronto Aquiles,
De tal modo luciente por sus armas,
Que al homicida Marte parecia.
Quando entraron en medio de la turba s
De los hombres mortales los Olympios,
Se excita una refriega tan vehemente,
Que las tropas agita. Entonces Palas
Daba gritos estando en pie en el foso
Fuera de la muralla y las trincheras,
O en las costas sonóras; y el Dios Marte
Desde la parte opuesta voceaba
Semejante á un oscuro torbellino,
Exhortando á los Teucros, ya del alto
(129)
De la excelsa Ciudad, ya discurriendo
Por la hermosa rivera del Simois,
Y los collados fértiles y amenos.
Asi excitando los beatos Dioses
A un Exército y otro, los mezclaron,
Y encienden entre sí grave combate.
El Padre de los Dioses y los hombres
Tronó desde lo alto horriblemente,
Y Neptuno sus ondas levantando
Hizo temblar la tierra y altos montes.
Tiemblan tambien las cimas eminentes
Del Ida , hasta sus mismos fundamentos:
Troya, el campo sangriento de batalla
Y las naves Acheas, se estremecen.
Temió abáxo Plutón, Rey del Infierno,
Y espantado saltó desde su sólio,
Dando espantosos gritos, temeroso
De que Neptuno, que la tierra mueve, /
Hendiese la que cubre el centro oscuro
Con su fuerte tridente, y descubriese
Las estancias terribles y horrorosas
Que aun á los mismos Dioses causan miedo.
Tan grande era el estrépito que hacían
Caminando estos Dioses denodados,
Los unos contra otros irritados.
I 3
(13o)
Contra Neptuno estaba Febo Apolo
Armado de sus flechas voladoras:
Contra Marte, Minerva; contra Juno,
Diana, á quien deleytan las saetas
Con su arco hermoso de oro, que es insigne
Amante del tumulto de la caza,
Y es hermana de Apolo Sagitario;
Contra Latona estaba el Dios Mercurio,
Autor de utilidades; y el gran Rio
De cóncavos profundos, que los Dioses
Llaman Xantho, y los hombres Escamandro,
Hace frente á Vulcano. Asi los Dioses
Iban contra los Dioses: mas Aquiles
Penetrar deseaba por la turba
Contra Héctor el hijo de Priämo,
Para saciar primero con su sangre
(Como en su pecho el ánimo inspiraba)
A Marte invicto y fiero combatiente.
Mas Apolo, que alienta las phalanges,
Incita á Eneas contra el fuerte Aquiles,
Y le infunde valor é inmensa fuerza;
Pues fingiendo la voz de Lycaonte,
Hijo del gran Priimo, con su aspecto
Apolo hijo de Jove, asi le dice:
» Eneas, Consejero de los Teucros,
-
(131 )
»¿Dónde están las promesas que tú hiciste
» A los Xefes de Troya con el vino,
» Quando en su mesa estabas asentado,
» De pugnar contra Aquiles denodado?”
El generoso Eneas le responde:
»¡Oh hijo de Priämo ! ¿por qué intentas
» Que por fuerza al combate me presente
»Contra el hijo sobervio de Peléo ?
»No sería esta ya la vez primera
» Que de Aquiles la fuerza yo he probado;
»Pues al impulso fiero de su lanza
»Me hizo en otra ocasion huír del Ida,
» Quando osado asaltó nuestros rebaños,
»Y derribó el Pedaso y el Lynerso.
»Mas Jove me salvó de sus furores
» Inspirandome fuerza y ligereza.
»De otra suerte quedára yo rendido
» Por la mano de Aquiles y de Palas,
» Que precediendo á este Héroe presurosa,
» Le daba la victoria, y le exhortaba
»Que diese muerte con su ferrea pica
» A todos los Lelegas y Troyanos.
»Ningun hombre mortal, por esta causa,
»Puede entrar con Aquiles en combate.
º»Siempre á lo menos tiene al lado un Numen
I 4
(132 )
» Que aparta de él la muerte. Además vuela
»Tan recta y fuertemente el velóz dardo
» Que sale de su mano, que ninguno
»Se detiene hasta tanto que traspasa
» El cuerpo de algun hombre. Mas no obstante,
»Si igual suerte en la guerra Dios me diese
» Vencerme facilmente no podria,
» Aunque ahora se jacte enfurecido
» De estár todo de acero revestido.”
Apolo, hijo de Jove, le replíca:
» Héroe ruega á los Dioses sempiternos,
» Porque dicen tambien que tú naciste
» De la hija de Jove, Venus bella,
»Y de Diosa inferior él ha nacido;
»Pues de Venus es padre el grande Jove,
»Y el anciano marino lo es de Thetis.
» Ea, enristrale luego rectamente
»El indómito acero, y no te asusten
»Las ásperas palabras que dixere,
»Ni quantas amenazas profiriere.”
Dixo; y tan gran vigor infunde á Eneas,
Que á las primeras filas se adelanta
Armado con acero refulgente.
No dexó de advertir la Diosa Juno,
Que iba el hijo de Anchises contra Aquiles
(133)
Por medio de la turba, y congregados
Los Dioses juntamente, asi les dice:
» Considerad ahora en vuestra mente
»¡Oh Neptuno y Minerva de qué modo
» Acabará esta empresa, porque Eneas
» Armado con acero relumbrante
»Va á pugnar contra el hijo de Peléo,
» A lo que Febo Apolo le ha inducido.
»Ea, hagamos que al punto retroceda,
» O acerquese qualquiera de nosotros
» A prestar su favor á nuestro Aquiles,
»Y á infundirle valor y grande fuerza
» Para que nunca el ánimo le falte,
»Y conozca tambien que él es amado
» De los mas poderosos Inmortales.
»Valen poco los Dioses que hasta ahora
» El partido Troyano han defendido
» En la guerra y combate. Finalmente,
»Todos hemos baxado desde el Cielo
» A intervenir ahora en esta pugna,
» Para que no padezca en este dia
» En medio de los Teucros algun daño.
» Despues podrá sufrir quanto la Parca,
» Hilando de su vida el sutíl lino,
»Tiene ya decretado desde el dia
/
(134)
» Que nació, y le dió á luz su excelsa madre.
»Si de esto no está Aquiles advertido * .

» Por la voz de los Dioses, quando vea


» Que algun Dios en la guerra le acomete,
»Su encuentro temerá, porque los Dioses,
» Quando se dexan ver, son muy terribles,
»Y de todos los hombres muy temibles.”
Entonces le responde el gran Neptuno:
» O Juno! no te irrites sin motivo,
»Pues no te es decoroso. No quisiera
» Que en el combate entrásemos los Dioses,
» Porque somos nosotros los mas fuertes.
»Dexemos que tan solo los mortales
» Decidan sus contiendas, y nosotros
»Separados del campo de batalla
» Podremos retirarnos á una altura
» A ser espectadores del combate.
» Si el homicida Marte, ó Febo Apolo
» Comienzan los primeros la refriega,
»Y se oponen osados contra Aquiles,
»Sin permitir que púgne libremente,
» Entonces marcharémos contra ellos,
»Y nacerá entre todos gran contienda;
»Pues creo que muy pronto divididos,
»Y vencidos tambien por nuestras manos
(135 )
» Con el mayor impulso y violencia,
»Se verán obligados brevemente
» A volver al Olympo refulgente.”
Dixo asi; y el primero marcha Marte
Al muro excelso del divino Alcides
Con tierra fabricado, que Minerva
Y los Teucros hicieron otro tiempo,
Para que huyendo á él se libertáse
De la fiera Ballena, quando viese
Que este monstruo feróz le perseguia,
Y le ahuyentaba de la costa al campo.
Alli sentóse al punto el Dios Neptuno,
Y los demás excelsos Inmortales
Amigos de los Griegos, rodeados
Sus hombros de una oscura y densa nube.
Los Dioses, que á los Teucros protegian,
Sentaronse tambien en la eminencia
Del ameno collado, en torno todos
De tí Febo divino, y fiero Marte,
Destruídor de Ciudades. De esta suerte
Sentados en dos vandos consultaban,
E igualmente unos y otros diferian
El dar principio á la funesta pugna:
Mas Jove, que sentado estaba en alto,
Incitaba á unos y otros al combate.
(136 )
De tropas todo el campo lleno estaba,
Despidiendo el acero que cubria
Los hombres y Caballos resplandores,
Y temblando la tierra resonaba
Báxo los pies de tantos combatientes. -
Dos varones muy fuertes en extremo,
Eneas de Anchises, y el divino Aquiles,
En medio de unas tropas y de otras,
Van á envestirse de pugnar ansiosos.
Primeramente Eneas se adelanta
Amenazando al otro, tremolando
En su cabeza el fuerte y grave yelmo;
Y cubriendose el pecho con su escudo,
Vibraba su acerada y fuerte lanza.
De la otra parte Aquiles va á su encuentro
Como un Leon rapante, rodeado
De inmenso Pueblo junto, que desea
Darle la fiera muerte, y dexar libre
Todas las cercanías de su furia;
No hace caso al principio, y despreciando
Sus gritos y sus flechas, va adelante;
Mas si algun velóz joven animoso
Le hiere con su lanza, se revuelve a -

La boca abierta derramando espuma


En torno de los dientes, y en su pecho
(137)
El generoso corazon le late;
Se azota los hijares con la cola
Para excitarse él mismo al fiero asalto,
Y despidiendo rayos de sus ojos
Entre esta juventud, feróz se arroja,
Para saciar su rabia y su venganza,
O en la primera turba quedar muerto;
Asi llevado Aquiles de su fuerza º - s
Y espíritu furioso, se encamina -
Al magnánimo Eneas; pero quando .
Estuvieron ya cerca uno de otro
Para invadirse osados frente á frente, ... ,
Asi le habló primero el pronto Aquiles: e

» Eneas temerario ¿por qué tanto e o


» De en medio de la turba te adelantas ?.
»; Acaso combatir conmigo anhelas,
» Esperando ser Rey de la alta Troya,
» Con tanta dignidad como Priämo?
» Aunque tú consiguieras darme muerte,
»No por esto Priämo te pondria , , ,
s» En las manos tal premio y recompensa,
»Pues tiene muchos hijos, y no creo
» Que ha perdído el sentido para hacerles
»Injusticia tan grande. O por ventura
»: Han ofrecido darte los Troyanos ... o
(138)
» Alguna posesion hermosa amena a
» Que pueda llevar viñas, y labrarse,
» Para que dueño de ella la cultives,
»Si me dieses la muerte? Mas no espéro .
»Que podrás conseguirlo, facilmente,
» Pues bien sé que otra vez te puse en fuga
» Con mi acerada lanza. ¿No te acuerdas
» Que quando estabas solo con tus Bacas
»Te eché de las montañas altas de Ida
» Con mis veloces pies rápidamente 2
» Quando entonces huiste temeroso
º La cabeza ácia trás jamás volviste, , , , ,
»Y desde alli en Lynerso te salvaste; o
» Pero yo destruí sus altos muros . . . ..
» Con auxilio y ampáro de Minerva
»Y del supremo Jove, y aquel dia
» De libertad privadas las mugeres,
»De la Ciudad cautivas las conduxe.
»Júpiter, y los otros Inmortales
»Te salvaron entonces; mas presumo
» Que ahora no han de librarte de mis manos,
» Como en tu pecho el ánimo te induce.
» Por esto yo te exhórto á que retornes
» Entre la multitud sin esperarme,
» Antes que algun desastre te suceda,
v. (139)
»Pues el mal no es de un loco conocido
»Hasta que ya lo tiene recibido.” i

El magnánimo Eneas le responde:


»¡Oh hijo de Peléo! nunca esperes • --

» Que qual si fuese un niño has de aterrarme.


s

» Con esas tus palabras altaneras; -

» Pues yo tambien podria facilmente


» Proferir invectivas é improperios. s.
»Nuestro origen sabemos uno y otro, ... s:
»Y tambien quienes fueron nuestros padres :
» Por oírlo decir á muchos hombres, se

» Pues jamás tú á los mios conociste, , ,


»Ni yo he visto á los tuyos. Se asegura
» Que del claro Peléo tú eres hijo, o y
»Y que es tu madre la divina Thetis, sºs,
» Bella Ninfa del mar; y yo soy hijo , , ,
» Del magnánimo Anchises, y es notorio
» Que Venus es mi madre. En este dia ...),
» La muerte llorarán de su hijo amado
» Los unos ó los otros, pues, no pienso
» Que con estos discursos, tan pueríles
» De aqui nos separémos, sin que antes r
» Entremos en combate. Si deseas . . . . .
»Saber mi nacimiento extensamente,
º Escucha, y te diré lo que es notorio, Jea.
- (14o) • - -

»Pues de ello muchos hombres son testigos.


»Dárdano que por padre tuvo á Jove,
» A Dardania fundó; pues todavía
» En el llano no estaba edificada
» La sagrada Ilión, y mis pasados
» Habitaban aún en la pendiente 2
» Del alto monte Ida. Este Dárdano
»Fue padre de Ericthonio, que en su tiempo
» Entre todos los hombres fue el mas rico,
» Pues tenia en sus pastos tres mil Yeguas,
»Y otros tantos potrillos muy alegres. -

» Quando en ellos el Bóreas las vió un dia


» De su mucha belleza fue encantado,
»Y tomando al momento, la figura
» De un hermoso Caballo, se unió á ellas
» En las bellas praderas que pastaban,
» Y engendró doce Yeguas tan veloces, -

» Que quando alegres iban retozando


» Por en medio de un campo, caminaban -
»Corriendo por encima las espigas
» Sin hacer que á su esfuerzo se encorvasen,
»Y quando iban saltando por las ondas
» De la mar espumosa, sin tocarlas
»Corrian por encima, qual si fuese
»Sobre la misma costa. Este Erichthonio
(141 )
»Tuvo por hijo á Tros, Rey de los Teucros.
»Este engendró tres hijos muy ilustres,
»Ilo, Asaráco, y divo Ganimédes
» El mas bello de todos los mortales, e a ... -
» Que los Dioses al Cielo le llevaron
» Para ser del gran Júpiter copero, o
»Y por ser de hermosura tan perfecta
» Entre los mismos Dioses fue habitante. . .
»Ilo tuvo por hijo á. Laomedonte, ... -
»Y tambien Laomedonte engendró cinco,
» Thithón, Priámo, Lampo, Clytor ilustre, ..

» Y el bravo Icetaón, ramo de Marte. e

»Tuvo Asaráco á Capys, y éste á Anchises,


»Y de éster nací yo, del mismo modo
» Que nació Héctor divino de Priämo.
» Este mi origen es, ésta la sangre ... <

» De que yo me glorío haber nacido: ,


» Mas Júpiter aumenta ó disminuye .. . . C.
» La virtud en los hombres como gusta, s
» Porque de todos es el mas potente.
» Ea, pues, no perdamos ya mas tiempo
» En futiles discursos, como niños, º

» Que en medio de las armas se están quietos


»Siendo, pues, uno y otro muy capaces e
» De decir tantas cosas é invectivas,
Tomo III. K
(142 )
»Que no basta una nave de cien remos
» Para llevar su peso. Es muy voluble
» La lengua de los hombres, porque de ella
»Salen de todas suertes muchas voces, e

»Y hay siempre de discursos y palabras


» De una parte y de otra un ancho campo;
• Pues segun la palabra que dixeres, º-

»Tal acaso será la que escuchares.


» Mas hay necesidad que entre nosotros
» Con oprobrios é injurias alterquemos, -

»Como hacen las mugeres en las calles,


»Que riñen, se denigran y reprehenden
»Muchas cosas que son ciertas ó inciertas,
» Pues la íra las ciega y predomína ?
»Tú no conseguirás con tus palabras
» Retraerme del ánimo propuesto
» De combatir contigo. Es necesario
» Que ahora experimentemos sin tardanza
»Nuestra fuerza, al impulso de la lanza.”
Asi dixo, y dió un golpe tan terrible
Con su acerada lanza en el escudo,
Que resonó con ruído formidable. - -
Atónito y confuso el grande Aquiles
Del golpe violénto, con su mano
De sí apartó el escudo, pues pensaba
º --
(143)
Que la lanza del fuerte audáz Eneas
Penetrarlo podia facilmente.
Imprudente, pues, no reflexionaba
Que los ínclitos dones de los Dioses
No pueden facilmente ser domados,
Ni ceden de los hombres al impulso,
Como entonces de Eneas belicoso
El broquél no rompió la velóz hasta,
Que el oro lo impidió de un Dios regálo.
Los dos primeros dobles pasó solo,
Y aun otros tres quedaban ; porque puso
Vulcano uno sobre otro cinco dobles,
Dos encima de bronce, y dos de estaño
Entre estos dos primeros, y entre medias
Puso la plancha de oro donde el hasta
Su fuerza mitigó. El valiente Aquiles
Tambien su lanza vibra, y da en la orilla
Del escudo de Eneas, donde el bronce
Era menos espeso, é igualmente
Las pieles de los Toros mas sutíles;
Y la lanza del hijo de Peléo
Pasó de parte á parte, haciendo el golpe
Un estrépito horrible en el escudo.
El magnánimo Eneas, levantando
En el ayre su escudo, se apresura
K 2 -
(144)
A evitar aquel golpe, y temeroso
Acia el suelo se baxa; mas la pica
Pasando por encima de su espalda
Queda fixada en tierra, y dexa rotos X
Los cercos exteriores del escudo.
Despues que hubo evitado la hasta larga,
Se detiene, y extiendese en sus ojos 2 o 3
Un inmenso dolor, temiendo entonces o 4
Al ver cerca de sí fixada el hasta. o - c. -
Aquiles al mirar frustrado el golpe,
Empuñando su espada aguda y fuerte, ...
Acomete furioso á su contrario e . . . . .. . .
Dando un horrendo gríto: mas Eneas
Coge al punto una piedra de gran peso, , , ,
Que estaba cerca de él, la que dos hombres,
Como son al presente los mortales, , ,

Sin trabajo llevarla no podrian, 2


Y él solo la movia facilmente. . -

Entonces ciertamente el grande- Eneas . . . . .


Hubiera dado un golpe á su enemigo
Con la piedra en el yelmo ó el escudo,
Que le hubieran librado de la muerte, ...
Y Aquiles desde cerca con su espada -- "

De la vida privado hubiera á Eneas, ..


Si el Dios Neptuno, que la tierra mueve,
(145)
Advirtiendolo todo en el momento,
No dice de esta suerte entre los Dioses:
»¡Oh Dioses! ¡ quanto siento interiormente
» La infausta suerte del prudente Eneas,
» Que por mano de Aquiles agoviado,
»Va á descender al Orco oscuro y triste,
» Por haber dado crédito imprudente
» A las palabras del Arquero Apolo,
» Que despues de meterle en el peligro
»No evitará su muerte infausta y dura!
»¿Por qué motivo ahora injustamente,
» Por agenas contiendas y delitos,
» Padece este inocente tantos males,
» Quando siempre á los Dioses sempiternos
» Que habitan en el Cielo, ofrece dones ?
»Salvemosle al momento de la muerte,
»No sea que se irrite el gran Saturnio,
»Si Aquiles de la vida le priváse.
» El destíno tambien salva su vida,
» A fin de que la estirpe de Dardáno.
» (A quien amó el gran Jove en todo tiempo
» Mas que á todos los hijos que ha tenido.
» De mugeres mortales) no se quede
»Totalmente extinguida y acabada. -

» Este Dios aborrece con extremo


K3
(146)
»La estirpe de Priämo; y es Eneas
»El que reynar sobre los Teucros debe;
»Y despues de él serán sus herederos,
»Hasta el fin de los siglos venideros.”
La venerable Juno le responde:
» Dios del mar, delibera entre tí mismo
»Si salvarás á Eneas, ó si debes -

» Dexar que, aunque valiente, quede muerto


» Por las manos de Aquiles; pues Minerva
»Y yo delante de los altos Dioses,
» Hemos jurado muy solemnemente
»No rechazar jamás de los Troyanos
»El triste y fatal dia, aun quando Troya
»Del fuego hostíl ardiese vorázmente,
»Por los Griegos quemada enteramente.”
Oyendo esto Neptuno, va al instante
Por medio del combate, y del horrendo
Estrépito de lanzas, y se acerca
Al sitio donde estaban peleando
Eneas, y el valiente ilustre Aquiles.
Al momento extendió una oscura nube
En los ojos del hijo de Peléo;
Y arrancando la lanza que tenia
Eneas todavía en el escudo,
La arrojó ante los pies del bravo Aquiles.
(147)
Despues alzando en alto al claro Eneas,
Le impelió con tal fuerza, que llevado
Por la mano del Dios, pasó de un vuelo
Sobre muchas escuadras de los Héroes
Y veloces Caballos, hasta tanto
Que de un salto llegó á la parte extrema
De la pugna y mortífero combate,
Donde armandose estaban los Cauconios.
Acercandose entonces á él Neptuno,
Que la tierra conmueve, asi le dixo,
Con aládas palabras: » Claro Eneas,
»¿Quién de los altos Dioses te ha inspirado
»La temeraria audacia de que pugnes
» Con el sobervio Aquiles, que es mas fuerte
»Y mas caro que tú á los Inmortales?
» Quantas veces le encuentres retrocede,
»No suceda que muerto por su mano,
» A pesar del destíno al Orco baxes;
»Pero despues que esté el valiente Aquiles
» En poder de la muerte y del destíno,
»Pugna entre los primeros audázmente,
» Pues ningun otro Acheo valeroso
» Podrá darte la muerte impetuoso.” -

Despues de haberle dado este consejo,


Vuelve al momento á Aquiles, y disipa
K 4
(148)
De sus ojos la nube oscura y densa,
De modo que ve luego claramente;
Pero gimiendo dice entre sí mismo:
»¡Oh Dioses! ¡qué prodigio es el que veo!
»Yace aqui mi hasta en tierra, y no descubro
» Al hombre contra el qual la he dirigido,
»Deseando privarle de la vida.
»Sin duda que era amado el claro Eneas
» De los eternos Dioses : yo creía
» Que en vano de su auxilio se jactaba.
»Salvese, pues, mas nunca tendrá aliento
» De combatir conmigo, ya que ahora
» Con gusto se ha librado de la muerte.
»Vamos luego, y despues que haya infundido
»El valor en los Danaos belicosos,
» Al encuentro saldré de otros Troyanos
»A probar el impulso de sus manos.”
Asi dixo; y saltando entre las haces,
De esta suerte exhortaba á cada uno:
»¡Oh divinos Acheos ya no es tiempo
»De que lexos esteis de los Troyanos. -

» Andad, pues, con valor hombre con hombre,


»Y disponeos todos al combate,
» Porque dificil es, aunque soy fuerte,
» El perseguir yo solo á tantas tropas,
(149)
»Ni pugnar contra todos. Marte mismo,
» Aunque es Dios inmortal, ni la gran Palas
» Oponerse á su impulso no podrian,
»Ni sostener la pugna diligentes. “
» Mas en quanto yo valgo con las manos,
»Con los pies y el aliento, os aseguro
»No dexar la refriega ni un instante,
» Antes bien entraré con gran constancia
» Muy dentro de las haces, y no pienso
»Que tendrán mucho gusto los Troyanos
» Que á mi lanza se acerquen, ó á mis manos.”
Asi dixo exhortando. Héctor ilustre,
Increpando á los Teucros los aníma,
Y afirmaba que iría contra Aquiles:
»Magnánimos Troyanos (asi dixo),
»No temais al gran hijo de Peléo,
» Amenazar es facil. De palabra
»Pugnar contra los Dioses yo podria;
»Mas con la lanza no, que son mas fuertes.
» Dexad, hablar á Aquiles, pues no creo
»Pondrá en execucion quanto profiere,
»Y mas de la mitad de sus audaces
»Y fieras amenazas serán vanas.
» A salir á su encuentro voy ahora,
» Aunque su mano sea igual al fuego,
(I 5o )
»Y en vigor á una llama semejante,
»Y su aliento al acero rutilante.”
Asi los incitaba. Los Troyanos
Ya contra él sus lanzas enristraban:
El vigor de las tropas se reune,
Y el clamor se levanta. En este instante
Se acerca Apolo á Héctor, y le dice:
» Héctor, nunca combatas cuerpo á cuerpo
» Contra Aquiles al frente de tus tropas.
»Sostenlo solamente entre la turba.
»Y tus fuertes escuadras, no suceda
»Que á herirte alcance con su lanza osada,
» O te pase de cerca con su espada.”
Dixo asi; y entró Héctor nuevamente
En sus densas escuadras por el susto
Que le inspiró la voz del Dios Apolo;
Y Aquiles de furor el pecho lleno
Se arrojó á los Troyanos, dando gritos
Horrendos con vigor. Primeramente
Dió muerte al valeroso Iphitione,
Que era hijo del ínclito Otrynteo,
Y Capitan de tropas numerosas,
El qual dió á luz la Ninfa hermosa Nais
Al destruídor de muros Otrynteo
Al pie del monte Tmolo alto y nevoso,
(151 )
Entre el Pueblo opulento y rico de Ida.
A éste hirió el noble Aquiles con su lanza
Al tiempo que venia á acometerle
Muy animosamente en derechura.
Le rompió la cabeza por en medio,
Y resonó la tierra á su caída.
Aquiles jactancioso por su muerte,
Le dice de este modo: , Ya caiste
»¡Oh hijo de Otrynteo el mas terrible
» De todos los mortales de la tierra.
» Ahora aqui morirás, aunque has nacido
» En el lago Gygeo, donde tienes
» Paternas heredades en la orilla

»Del Hylo, que es de peces muy copioso,


»Y del Hermo profundo y vorticoso.”
Dixo asi, jactancioso de su triunfo:
Aquel cerró los ojos para siempre,
Y en las primeras haces de los Griegos
Laceraron su cuerpo los Caballos
Con los clavos del cerco de las ruedas.
Despues en una sien hirió igualmente
Al gran Demoleonte, audáz guerrero,
Y prole de Antenor: pasó la lanza
Por en medio del yelmo, que no pudo
La punta detener, y rompió el hueso,
(152)
Haciendo que los sesos le saliesen
Por una y otra parte; y de este modo
A este audáz temerario dió la muerte.
Despues á Hypodamante valeroso,
Que del carro baxaba, deseando
Librarse de sus manos, con su lanza
La espalda le pasó. Perdió la vida
Bramando, como un Toro que por fuerza
Los jóvenes conducen ante el ara
Del Heliconio Rey, que sus bramidos
Alegran á Neptuno: asi bramando
El ánimo feróz dexó los huesos.
Aquiles acomete con su pica
Al hijo de Priämo Polydoro,
A quien pugnar su padre no dexaba,
Porque era el mas pequeño de sus hijos.
Este era el mas amado de su padre,
Y en la carrera á todos superaba.
Por juveníl locura quiso entonces
Ostentar de sus pies la ligereza,
Y las primeras haces recorria,
Hasta tanto que alli exhaló su alma.
El generoso Aquiles mas ligero,
Mientras que asi corria, le da un golpe
Con su lanza en el medio de la espalda,
(153 )
Donde se unian las hebillas aureas.
Del cinturón extrecha y fuertemente, -
Y como una coraza doble hacían. -
La punta de la lanza le traspasa
Desde una parte á otra por el cuerpo: -

Cae luego de rodillas suspirando, . . . .


Y le cubre una densa oscura nube;
Y estando reclinado asi en la tierra, i s.
Recoge con las manos sus entrañas.
Héctor viendo á su hermano Polydoro
Tener los intestinos en las manos
Envuelto entre la tierra, sintió al punto
Que ofuscaba sus ojos una niebla, r

Y no sostuvo estár lexos mas tiempo. -


Salió osado al encuentro al fuerte Aquiles, s
Vibrando una hasta aguda, semejante. -

A una furiosa llama: mas este Héroe ...


Al punto que le vió, dió un grande salto, y
Y dixo estas palabras jactancioso: , ... D
» Al, fin cerca de mí, ya veo al hombre
» Que tanto me ha afligido internamente,
” Y que la muerte dió á mi amado amigo.
º Ya mas tiempo no huirémos uno y otro,
» De temor y de espanto consternados,
” Por la senda de guerra acobardados.”.
(154)
Asi dixo; y mirando con fiereza
Al divino y gran Héctor, asi exclama:
» Acercate ácia mí, pues de esta suerte
» Verás pronto las metas de la muerte.”
Héctor sin consternarse le responde: .

»¡Oh hijo de Peléo! nunca esperes


»Ni juzgues aterrarme, como á un niño.
»Tambien proferir puedo facilmente
» Oprobrios, invectivas y baldones.
»Sé que eres valeroso, y que sin duda
»Yo soy menos que tú ; pero no obstante .
» Arregla los sucesos de la guerra
» La voluntad suprema de los Dioses.
»¿Quién sabe si aunque soy menos valiente
»Te haré exhalar el alma con mi acero,
» Que tiene aguda punta, y es muy fiero?”
Asi dixo; y su lanza vibra al punto. ..
Con todo su vigor. La Diosa Palas ,
Con un soplo ligero la extravía -2 = -
Del cuerpo del glorioso y fuerte Aquiles,
Y hace que se revuelva contra Héctor, o
Y se cae á sus pies. Furioso Aquiles e
Dando un grito espantoso, le acomete
Deseando privarle de la vida;
Pero muy facilmente Febo Apolo
º

(155)
Le salva como Dios de este peligro,
Y de una densa niebla le rodea. . ..
Tres veces quiere Aquiles invadirle
Con su acerada lanza, y otras tantas .

Solo penetra la profunda niebla.


Quando la quarta vez, igual á un Numen,
Le acometió furioso el bravo Aquiles,
Gritando horriblemente, asi le dixo:s
» Ahora otra vez la muerte has evitado. )
» Ciertamente has tenido el daño cerca, y
»Y solo te ha salvado Apolo Febo, o
» A quien diriges fervorosos votos,
» Quando vas al estrépito de dardos: ...- c.
» Mas yo te acabaré quando te encuentre, ..
»Si tambien algun Dioso me dá su auxilio.
» Ahora me saciaré en otros Troyanos, ..
» Que lleguen á caer entre mis manos.” l
Asi dixo; y despues hiere á Dryope
Por en medio del cuello con su lanza,
Y á sus pies le derriba. Alli le dexa,
Y detiene al valiente Demodocho, . . . . . .
Hijo de Philétor, dandole un golpe
Con su acerada lanza en la rodilla. . . .
Despues le hiere con su grande espada,
Y hace que exhale el alma. En el momento,
( 156)
Asaltando á los hijos de Biante,
A Laogono y Dardáno, los derriba
Desde su carro á tierra, hiriendo al uno
Con su terrible lanza desde lexos,
Y al otro con su espada desde cerca.
En fin, dió muerte á Tros, hijo de Alastor.
Este encontrando á Aquiles valeroso e
Le abraza las rodillas, deseando . ..
Que vivo le dexára y perdonáse, a
Que su edad juveníl compadeciese,
Y preso le lleváse. ¡Qué insensato
En esperar con ruegos persuadirle .

No era Aquiles un hombre á quien pudiesen


Enternecer los ruegos ni los llantos, o
Pues era muy cruel é inexórable.
Al tiempo que extrechaba, sus rodillas,
Deseando rogarle y aplacarlo, e
Con su espada le pasa las entrañas, ..., ; º
Los miembros laceró, llenó su pecho, r - c.
La sangre que salía de la herida, 2 .
Y al faltarle la vida, rodeados , ,
Quedan sus ojos de una niebla oscura. . . . .
Asaltando despues al fuerte Mulio,
Le hiere con su lanza en una oreja,
Y le sale la punta por la otra. .. . . . .
º ( 157)
A Echeclo de Agenor, hirió igualmente
En medio la cabeza con su espada, -

Y toda la sacó llena de sangre,


Cerrandole los ojos al momento
El hado violénto, y negra muerte.
Despues á Deucalión hirió en la parte
Que los nervios se unen en el codo,
Y la mano pasó la ferrea punta.
De la mano agravado se detiene -

Viendo cerca de sí la dura muerte,


Y dando un golpe Aquiles con la espada
En medio de su cuello, hizo que fuese
Muy lexos la cabeza con el yelmo:
La medula saltó de las vertebras,
Y él en tierra cayó, yerto cadáver.
Despues se encaminó contra el gran Rigmo,
De Piréo hijo ilustre y generoso, --

El qual viniera de la fértil Thracia.


Le pasó por en medio con un dardo,
Quedó fixo en su cuerpo el duro acero,
Y del carro cayó rápidamente. --

Aquiles con su aguda y fuerte lanza


La espalda hirió á Areithoó, su escudero, º
Que sus Caballos ácia atrás volvia. . ..
Cae rodando del carro prestamente,
Tomo III. L
(158)
Y se quedan turbados sus Caballos, .. .
Asi como se extiende furibundo.
y
Un fuego ardiente por los valles hondos
De un monte árido y seco, y abrasando
La profunda floresta, á todas partes -
El viento agitador la llama gira; . . . .
Asi por todas partes furibundo
Aquiles con su lanza, igual á un Numen,
Proseguia causando horrible extrago.
Tal como quando alguno al yugo junta
Unos Bueyes que tienen anchas frentes
Para trillar la cándida cebada,
Por la hera girando, que muy facil
Debaxo de las huellas de estos Bueyes,
Que braman con vehemencia , se ve entonces
Saltar el grano de la rubia paja;
De esta suerte corriendo impetuosos
Los Caballos de Aquiles por el campo,
Hollaban los escudos y los muertos.
De sangre todo el exe se manchaba,
E igualmente los ámbitos del carro
Cercanos á la silla, con las gotas
Que alzaban los Caballos con las uñas,
O esparcian los clavos de las ruedas.
Aquiles deseaba adquirir gloria, -
(159 )
Y con el polvo y sangre que causaban
Los destrozos y estragos tan horribles,
Se manchaban sus manos invencibles.
(16o)

LA ILIADA DE HOMERO.

L I B RO XXI.

A R G U M E.N.T.O.

Los Teucros divididos con espánto -

Huyen de Aquiles á Ilión y al Xantho.


Hace Aquiles en él destrozos fieros, -

Pr prende doce jovenes guerreros.


Persigue muy velóz, pero engañado,
A Apolo en Agenor transfigurado.

B, pue que rechazó las tropas Teucras


Hasta dó vuelve su corriente el Xantho
Engendrado por Júpiter eterno,
Alli destroza Aquiles las phalanges,
Y las divide todas con espánto.
En tropél la mitad se pone en fuga
Acia la excelsa Troya, por la parte
Que el dia antecedente Héctor furioso
Las tropas de los Griegos rechazára.
(161)
Los fugitivos por alli corrian , , , ,
De temor comprimidos; pero Juno
Para impedir su fuga extiende entonces
Delante de ellos una densa niebla. , , ,-

La otra- mitad tambien se precipita , ,


Con estruendo en el riovorticoso, , , , , , , ,
Ancho, rápido, argentéo, y muy profundo.
Resonó la corriente, y en contorno,
La costa retumbó. Todos gritando
Iban nadando ácia una y otra parte el
Del vórtice agitados. Asi como, , , , , , ,
Para evitar el ímpetu del fuego, , , , , , , ,
Van volando ácia un rio las Langostas,
Y no cesando la improvisa llama, , , , ,
Báxo del agua con temor se ocultan;
Asi ahuyentando Aquiles á los Teucros,
La corriente sonóra del profundo
Y vorticoso Xantho se llenaba bá
De hombres y de Caballos juntamente. , , ,
El generoso Aquiles dexa entonces,
En la orilla del rio su hasta ferrea, y
Apoyada en los mirtos , y á él se arroja r
Con la espada en la mano , igualá un Numen,
Meditando destrozos sanguinosos,
Y haciendo á un lado y otro horrible estrago.
L 3 -

/
(162)
gemidos en el rio
Se oyen tristes
De aquellos que la espada derribaba,
Y el agua con la sangre se teñia.
Como huyendo los peces temerosos
De un enorme Delfin que los persigue,
Llenan los senos de un seguro puerto,
Porque devóra á todos quantos coge;
Asi huyendo de Aquiles los Troyanos º
Por la corriente rápida del rio, - el
Buscaban un asílo en las cavernas.
Ya cansado su brazo de dar muertes,
Escogió doce jovenes aún vivos, , ,, , ,
Dentro del mismo rio, con objeto o
De inmolarlos despues sobre la pira -
Del hijo de Menecio, el gran Patroclo, º
Que estaba de la muerte rodeado,
Y los sacó del rio hasta la orilla,
Atónitos de espánto, miedo y susto, º
Como si fuésen Cervatillos tiernos. r.
Por las espaldas les ató las manos
Con las bellas correas que llevaban o -,

Encima de sus túnicas, y al punto, si .


Dandolos á sus fieles compañeros º º
A fin de que á sus naves los llevasen,
Vuelve á entrar en el rio muy furioso,
( 163)
De muertes y destrozos deseoso.
Primeramente encuentra á Lycaonte,
Hijo del Rey Priämo, al mismo tiempo
Que para huír, del rio se salía.
Antes habia hecho á éste prisionero,
Puesº habiendose entrado por la noche
En el Jardin ameno de su padre,
Le encontró que cortaba con una hacha
De una higuera silvestre ramos nuevos, s

Para hacer unos cercos á su carro.


Lycaonte sorpreso de este lance
Para él imprevisto, quiso entonces
Libertarse de Aquiles con la fuga;
Pero éste le cogió, y en sus baxeles se
A la isla de Lemnos le conduxo; - -

De alli se puso en fuga ocultamente, -


Y retornó á la casa de su padre,
Donde estuvo once dias celebrando
Con todos los amigos su regréso
De la isla de Lemnos. A los doce
Hizo Dios que cayese nuevamente :
En las manos de Aquiles, que furioso
Iba á enviarle al Orco, á pesar suyo.
Quando Aquiles le vió salir del rio
Sin yelmo y sin escudo desarmado --
L4
(164),
(Ni aun la lanza tenia, porque todo r
Lo depuso en la tierra, tan opreso -
Del sudor al huír fuera del rio,
-.

Que el cansancio sus piernas fatigaba), - )


Entre sí mismo dice furibundo: , , , , , ,
»¡Oh Dioses! ¡qué milagro es el que veo
» A fé que los magnánimos Troyanos, lo 3
» A quienes yo dí muerte , nuevamente a -,
»Del tenebroso Infierno resucitan, ca, o
» Como ahora veo, á éste que ha venido cas
» Despues de haber huído el fatal dia o
» Desde la sacra Lemnos, donde antes , , ,
» Fue vendido por mí, sin que haya sido .
»Sumergido en el golfo del mar Cano, , , , , ,
» Que á otros muchos detiene á pesar suyo. .
» Es necesario, pues, que yo, le haga a
» Probar la punta de mi, aguda lanza,
» Para ver si tambien puede librarse - , ro
» Volviendo del sepulcro, ó si la tierra, o 3
» Que encierra tantos hombres valerosos, c ...,
»Le retiene en sus centros escabrosos.”
Mientras que asi esperandole pensaba,
Este joven de espánto consternado s".
Se acercaba á abrazarle las rodillas, , , , , ,
Deseando evitar el hado acerbo, , , ,, ,
(165)
Y la muerte que ya le amenazaba; 2
Pero Aquiles su lanza levantando, -
La vibra para herirle fuertemente.
Lycaonte huye el cuerpo, evita el golpe,
Y abraza sus rodillas, de manera e

Que la lanza en la espalda se desliza,


Y se fixa en la tierra, deseosa es
De saciar su rigor en cuerpo humano.
Entonces aterrado, sus rodillas
Con una mano extrecha, y con la otra
Teniendo firme el hasta, sin dexarla,
Suplíca de esta suerte al grande Aquiles:
» Aquiles, yo te abrázo las rodillas.
». Ah ten: piedad de mí, y oye mis ruegos.
» ¿Puede un hijo de Jove despreciarlos ?
»Yo soy, en algun modo, huesped tuyo;
» Pues los dones de Ceres he gustado
» Antes de ahora en tu casa , en aquel dia
» Que me hiciste tú mismo prisionero,
»Y me llevaste á Lemnos, tan distante
» De mi patria , mi padre y mis amigos,
» Donde tú me vendiste, recibiendo a
» El precio de cien Bueyes. Al presente .
»Yo te ofrezco pagar por mi rescate
»Tres veces mas que entonces, si te agrada.
(166).
» Hoy se cumplen tan solo doce Auroras
»Que á Troya retorné, despues de tantos
»Trabajos y fatigas que he sufrido; º i,
»Y el destíno cruel ha hecho que cayga
» Otra vez en tus manos, de que infiero
» Que muy odioso soy al Padre Jove, a 2.
» Quando ahora nuevamente á tí me entrega.
» Para tiempo muy breve á luz me ha dado
» Mi madre Laothóe, hija de Altes, ºe, º
» Que es Rey de los Lelegas belicosos, .
» La sublíme Pedaso poseyendo o, a .
» Cerca de las riveras del Satnion. , , ,
»Entre otras muchas hijas que éste tuvo,
» Esta fue la muger del gran Priämo,
»Y dos hijos de ella hemos nacido,
»Que de ambos tú serás el homicida, o
» Porque ya has dado muerte por tu mano
» A mi hermano el divino Polydoro, , , , ,
» Al frente de la diestra Infantería,
»Despues de haberle herido con tu lanza, s
»Y yo estoy en el riesgo peligroso , , , , ,
», De tener igual suerte que la suya; o s
»Pues no pienso librarme de tus manos, a
» Quando cerca de tí Dios me ha traído. º «
»Sin embargo una cosa he. de decirte,
(167)
» Que te ruego en tu mente reflexiones,
»No me quites la vida, pues teniendo
»Mi padre el Rey Priämo, esposas várias,
»Yo no soy uterino hermano de Héctor º
»Que dió muerte á tu amigo, aquel amigo
» Que unia á la clemencia imponderable
»El valor mas constante y envidiable”
Dixo asi el hijo ilustre de Priämo
En tono suplicante; pero Aquiles º -
s

Con furor y aspereza le responde:


»Insensato, no me hables de rescate.
»Antes que le llegáse el fatal dia º
» A mi amigo Patroclo, muchas veces º
»Perdonar á los Teucros me agradaba,
»Y muchos que he hecho vivos prisioneros,
»Despues los he vendido: mas ahora
» De todos los Troyanos que Dios haga
» En mis manos caer, y especialmente

» De los hijos sobervios de Priämo, A


»Ninguno evitará la muerte fiera.
» Muere tambien amigo: ¿por qué causa -
» Te lamentas en vano? El gran Patroclo, Lºs
» Que era mas valeroso, ya está muerto.
» Aunque ves que yo soy tan bello y grande,
» Que un padre muy ilustre me ha engendrado, vº:
(168),
º»Y es mi madre una ilustre excelsa Diosa, , ,
»Tambien ha de llegar para mí mismo ...
» El hado violénto, y negra muerte, .
» A la Aurora, á la tarde ó medio dia, . . ...s
»Quando alguno tambien con duro acero
»Me príve de la vida con pujanza, .
» A impulso de una flecha , ó, de una lanza.”
Asi dixo; y el triste Lycaonte , , , ,
Perdió del corazon y de los miembros o
Toda fuerza y. vigor, dexó la lanza
Del magnánimo Aquiles, y en la tierra ,

Se sentó alli extendiendo las dos manos. . . . ...


Sacó su aguda espada el fuerte Aquiles, -

E hiriendole en el cuello á la juntura, , , , ,


Dentro le sumergió toda la espada. . . . ..
Cayó al suelo extendido boca abáxo, , , , , ,
Y la tierra regó con negra sangre. . . . .
El valeroso Aquiles al momento
Asiendole de un pie, le arroja al rio, 2,
E insultando su suerte, asi le dice sº,
»Yace, infelíz, ahora entre los peces
»Que lamerán la sangre de tu herida,
»Ni llorarte podrá tu amada madre, , ,
» Puesto en fúnebre lecho, pues las aguas .
»Del rápido Escamandro brevemente egº
(169 )
»Te llevarán del mar al ancho centro,
»Donde un monstruo marino, levantado
»Sobre la superficie de las ondas, -

» Correrá á devorar la blanca grasa


» Del triste Lycaonte. El Cielo quiera
»Que todos perezcais, hasta que dueños -
» De la sagrada Troya nos hagamos, º.

» Que vosotros huyais á toda priesa,


»Y yo haciendo destrozos os persiga!
» Ni el rio con su curso vorticoso,
» A quien vosotros ya infinitas veces
» Muchos Toros habeis sacrificado,
»Y arrojado en sus vórtices profundos
» Tantos Caballos vivos, al presente
«Os podrá aprovechar, porque ya todos
» Perecereis aqui con hado adverso,
» Hasta que hayais pagado con la sangre
» La muerte de Patroclo, y el estrago
» Que habeis hecho y causado á los Acheos
» En sus veloces naves cruelmente,
»Mientras que yo de aqui me hallaba ausente.”
Dixo asi; y sus palabras irritaron
Al caudaloso Xantho, que furioso
Pensó el medio de hacer se contuviese
Su vigor, y salvar á los Troyanos.
( 17o )
Entre tanto el gran hijo de Peléo,
En la mano teniendo el hasta larga,
Y anhelando privarle de la vida,
Acomete al valiente Asteropeo,
Hijo de Pelegonte, á quien el rio
Axio, y la hermosa y bella Peribea,
Hija mayor del claro Acesumeno,
Habian dado la vida, pues el rio
De vórtices profundos se unió á ella.
Le asalta el fuerte Aquiles; mas el Héroe
Vuelto en contra del rio, espera firme
Con dos lanzas en mano, pues el Xantho
En su pecho infundió yigor y fuerza,
Indignado de ver el gran destrózo
Que Aquiles habia hecho entre sus ondas
De tantos y tan jovenes guerreros,
Sin tener compasion. Quando llegaron
Uno cerca del otro, el divo Aquiles
Dice primeramente á Asteropeo:
»¿Quién eres, de qué estirpe, de qué patria
»Tú que á mi encuentro sales atrevido?
»Son hijos de unos padres desgraciados
»Los que se oponen á mi fuerza osados.”
De Pelegonte el hijo le responde:
» ¡Oh magnánimo hijo de Peléo!
(171 )
»; Por qué mi estirpe y patria me preguntas?
» En la fértil Peonia yo he nacido,
»Impéro á los Peonios belicosos,
»Y hoy once dias hace que he llegado
» Al socorro de Troya. Yo desciendo
»Del grande rio Axio, cuyas aguas
»Riegan este distrito delicioso;
»Pues Axio padre fue de Pelegonte,
»Inclito por su lanza, á quien se dice
»Que yo debo mi sér y nacimiento.
»Mas dexemos discursos, que son vanos,
»Y vamos, fuerte Aquiles, á las manos.”
Dixo asi amenazando. Al punto Aquiles
Su lanza levantó, y Asteropeo,
Que era igualmente diestro de ambas manos,
Arrojó al mismo tiempo sus dos lanzas:
Con una hirió el broquél, y no pudiendo
Pasar la plancha de oro de este escudo,
Dón de un Dios inmortal, quedó la punta
Al golpe remachada, y con la otra
Le hirió el codo derecho levemente,
Y salió negra sangre: mas volando
El hasta por encima la cabeza,
En tierra se fixó profundamente,
Deseando saciarse de su cuerpo.
(172)
El segundo dirije el pronto Aquiles
Volando su hasta ferrea contra el fuerte
Y bravo Asteropeo: yerra el golpe,
Y da en el alta orilla, donde queda
Clavado el fuerte acero de la lanza,
Hasta mitad del hasta. Este Héroe entonces
Saca la espada aguda de su lado,
Y enviste contra él muy furibundo.
Mas la lanza de Aquiles no podia
Arrancar el valiente Asteropeo
Con su robusta mano de la orilla.
Tres veces la mimbrea, y otras tantas
Para arrancarla le faltó la fuerza.
A la quarta encorvandola queria
Romper la lanza del divino Aquiles;
Mas llegando éste antes, desde cerca
Con su espada le priva de la vida,
Hiriendole por medio de su cuerpo.
Caen todas sus entrañas en la tierra,
Y al punto las tinieblas de la muerte
Sus ojos le cubrieron espirando.
Entonces salta Aquiles á su pecho,
Le despoja al momento de sus armas,
Y glorioso del triunfo, asi le dice:
»Yace asi, porque no eras tú persona
(173)
» Para pugnar con hijos del Tonante,
» Aunque de un terso rio hayas nacido.
»Te jactabas de que eras descendiente
a» De un rio caudaloso; y yo me jacto
» De serlo del supremo y grande Jove,
»Pues me engendró Peléo, hijo de Eaco,
» Que reyna sobre muchos Myrmidónes,
»Y este Eaco era prole del Saturnio.
» Quanto mas este Dios es poderoso,
» Que los rios que al mar llevan su curso,
»Tanto mayores son sus descendientes,
» Que aquellos por los rios engendrados.
»Tienes en tu favor un grande rio, -

» Que quiere protegerte; mas no puede


» Resistir al Saturnio excelso Jove,
»Ni tampoco Acheloo Rey le iguala,
»Ni el Oceano inmenso con sus ondas,
» Del qual nacen tambien todos los rios,
»Toda la mar, las fuentes y los pozos;
» Pues aun el Oceano, aunque tan fuerte,
»Teme tambien los rayos del Olympio,
» Quando este Dios con truenos horrorosos
» Hace en el Cielo estruendos pavorosos.”
Dixo asi : arrancó el hasta de la orilla;
Y privado de vida Asteropeo,
Tomo III. M
(174 ) -

Extendido en la arena, alli se queda


Cerca del agua oscura que le baña.
Las Anguílas y peces le circuyen,
Royendo y devorandole sus miembros;
Y se pone á seguir á los Peonios,
Que mirando ya muerto por la mano
Y la espada del hijo de Peléo,
En áspero combate al mas valiente,
Aterrados huían hasta el rio
Profundo y vorticoso. Dió alli muerte
Aquiles generoso á Tersiloco,
A Mydonte, á Astypylo, á Mneso, á Trasio,
A Enio y Ophelestes. Y á mas de estos
Hubiera á otros Peonios muerto Aquiles,
Si el rio vorticoso enfurecido,
En figura de un hombre, no le hubiese
Desde el profundo vórtice, asi hablado:
»¡Oh Aquiles nada puede resistirte,
» Por tu grande valor, ni jamás hubo
» Un guerrero que hiciese mas destrózo,
» Porque los mismos Dioses te protegen.
»Si el hijo de Saturno en este dia
»Te concede que pierdas á los Teucros,
» Apartalos al menos de mi vista,
»Y haz tus árduas proezas en el campo;
(175)
»Pues mi corriente está llena de muertos.
»Ya no puedo verter mis tersas ondas
» En el centro del mar ancho y profundo,
»Y tú á todos das muerte impetuoso. .
»Dexa en fin, tus furores, y te baste,
»Príncipe de los Pueblos, que tu aliento
»Me cause ya estupór y aturdimiento.”
En respuesta le dice el pronto Aquiles:
» Escamandro, de Júpiter alumno,
» Otra ocasion haré lo que me mandes:
»Mas hoy no cesaré de dar la muerte
» A los sobervios Teucros, hasta tanto (tor
» Que en su Ciudad los cierre, y que con Héc
» Mi fuerza experimente, de tal suerte,
» Que me venza, ó que yo le dé la muerte.”
Dixo asi; y envistió contra los Teucros,
Semejante á un gran Dios. El hondo rio
Desde el vórtice, entonces dice á Apolo:
» ¡Qué vergüenza, hijo excelso del gran Jove
» Insigne por tu arco y por tus flechas
»Tú no has executado ciertamente *.

» Los consejos del hijo de Saturno, -

» Que con mucha eficacia te ha mandado ,


» Que asistas y protejas á los Teucros
»Hasta tanto que el Sol su luz oculte, -

M 2
(176)
»Y que la tarda noche tenebrosa,
» Cubra la tierra fértil y espaciosa.”
Asi dixo; y Aquiles dando un salto
Entró desde la orilla en medio al agua:
Mas con grande furor se opone el rio,
Y toda la corriente turbio agita.
Expele de su centro tantos muertos,
Por el brazo de Aquiles inmolados,
Yá todos echa fuera en tierra enjuta,
Bramando como un Toro. Los que vivos
En la corriente estaban, los liberta,
Ocultos en sus vórtices profundos.
Las horrendas y fuertes ondas turbias
En contorno de Aquiles se detienen,
Y batiendo el escudo, urgía el fluxo
De tal suerte, que Aquiles no podia
Sostenerse en los pies; y con sus manos
Se ase de un olmo grande y muy frondoso,
Que arrancado de quaxo por las ondas
Toda la orilla arruína y estremece,
La rápida corriente reprimiendo
Con sus espesas ramas, y caído,
Atravesado forma como un puente.
Sale Aquiles por él, y va volando /
Con sus veloces pies por la campiña,
(177)
De temor y de susto comprimido.
El gran Dios no por esto se detiene,
Antes bien acomete contra Aquiles,
Y con sus negras aguas le persigue
Para impedir sus bélicos destrozos, -

Y salvar de la ruína á los Troyanos. -

Aquiles dando un salto, entonces huye,


Quanto alcanza de un dardo agudo el tíro, N,

Con tanta rapidéz, y tan ligero, -

Como una Aguila negra cazadora,


Que es el ave mas fuerte y mas ligera;
De este modo corria, y el acero
Con horror en su pecho resonaba.
Por esto huyendo iba obliquamente,
Apartado del rio, y le seguia
Su rápida corriente con gran ruído.
Como quando conduce un Fontanero
El curso de agua de una oscura fuente,
Por las plantas y huertos, y teniendo
Su azadón en la mano allana y quita
Los estorvos que impiden su corriente,
Que mientras va corriendo, báxo el agua
Todas las piedrecitas se remueven,
Y ella va velózmente declinando
Por la dulce pendiente con murmurio,
M3
(178)
Y adelantando al mismo que la guia;
Asi siempre del rio la corriente
Sigue á Aquiles, aunque era tan ligero,
Pues son mas poderosos que los hombres
Los sempiternos Dioses. Quantas veces
Resistir intentaba el divo Aquiles,
Y saber, si los Dioses inmortales
Que el ancho Cielo habitan, le persiguen
Para ponerle en fuga, tantas veces
Las grandes ondas del divino rio
Hasta encima los hombros le cubrian.
Saltaba por en medio de la arena, s

Teniendo el corazon muy afligido.


El rio mas furioso minoraba -

El vigor y la fuerza de sus miembros


Con rapidéz corriendo obliquamente,
Y báxo de sus pies quitaba el polvo.
El hijo de Peléo dando gritos,
Al ancho Cielo mira, y asi exclama:
»¡Oh Padre excelso Jove! no hay ahora
» Algun Dios, que movido de mi suerte,
»Me saque por piedad de aqueste rio 3
»Despues padeceré qualquier desgracia:
»Mas yo culpar no puedo á Dios alguno
»Tanto como á mi amada excelsa madre,
(179 )
» Que con una mentira me ha engañado;
» Pues, me dixo que yo perecería
» Báxo los muros de la fuerte Troya,
» Por las saetas rápidas de Apolo.
» Ojalá que me hubiera muerto Héctor,
»Héctor el mas valiente de los Teucros !
».Asi un Héroe sería el homicida,
»Y un fuerte de otro fuerte despojado,
» En vez de que ahora el hado me prescribe
» Una muerte afrentosa, circuído
» De las ondas de un rio, semejante
» A un joven pastorcillo que perece
» Cubierto de un torrente muy crecido,
» Que al pasar le arrebata sorprehendido.”
Dixo asi; y al momento el Dios Neptuno
Y Minerva se acercan donde estaba,
Tomando de unos hombres el aspecto.
Le cogen de la mano, y le confirman
Con esto la verdad de sus promesas;
Y Neptuno en voz alta, asi le dice:
»Hijo del gran Peléo, no te turbes
»Ni temas cosa alguna, porque Palas
»Y yo, que soy el Dios del mar inmienso, -

»Venimos á prestarte nuestro auxilio,


» Aprobandolo Jove, pues el hado
M4
(18o)
» Que este rio te rinda no prescribe,
» Antes bien cederá muy prontamente, , ,
»Y lo verás tú mismo. Mientras tanto,
»Si obedecernos quieres, te darémos
» Un consejo prudente : Que no abstengas N.

»Tus manos de pugnar, hasta que encierres


»En los muros de Troya todo el pueblo,
»Sin que pueda escapar ningun Troyano,
»Y despues de quitar á Héctor la vida,
»Retirate á tus naves prontamente,
»Ya que te concedemos la victoria,
»Y que adquieras eterna fama y gloria.”
Apenas asi hablaron, quando al punto
Volvieron donde están los Inmortales,
Y Aquiles impelido del precepto
De los Dioses excelsos, va al instante,
Rompiendo la corriente, por el campo,
Lleno todo del agua derramada.
Nadaban muchas armas muy hermosas * -

De los jovenes muertos en combate,


Y tambien los cadáveres sangrientos.
Flaqueaban los pies del bravo Aquiles,
Yendo contra su curso rectamente,
Mas no le detenia el ancho rio,
Porque grande vigor le infundió Palas.
(181 )
Con todo no mitiga el Escamandro
Su fuerza impetuosa, antes se aumenta
Su enójo contra el hijo de Peléo,
Y levantando en alto hinchó las ondas -
De su rápido curso, y dando voces
Incitó asi al Simois: » Caro hermano,
» Refrenemos al menos ambos juntos
» La fuerza de este hombre impetuoso,
»Si no demolerá muy prontamente
»La Ciudad que gobierna el Rey Priámo,
» Pues no subsistirá Troyano alguno
» En el grave combate. Ven, pues, luego
» A prestarme socorro: llena al punto
»Tu corriente con agua de las fuentes,
»Y concita tambien todos los rios.
» Hincha tus grandes ondas, mueve, excita
» Con gran ruído los troncos y las rocas
» Para hacer se detenga este hombre fiero,
» Que ahora ya victorioso prevalece,
»Y á los Dioses iguala en ardimiento.
»Si conmigo te juntas, no imagíno
» Que podrá aprovecharle su estatura,
»Su fuerza, su vigor, ni armas divinas,
» Que yacerán envueltas entre el lodo
» En el profundo y vorticoso centro,
(182)
» Pues yo le cubriré todo de arena,
» Rodeandole el cuerpo con las mias
» De modo que no puedan los Acheos
»Sus huesos recoger: tanta es la arena
» Que encima le echaré, y hallará entonces
» Alli su mausoléo, y de esta suerte
»No tendrán que erigirle otro en su muerte.”
Dixo; y alzando el agua muy furioso
Contra Aquiles invade con murmurio,
De espuma, sangre y muertos todo lleno.
La onda purpúrea del divino rio
Hinchada se levanta, y sorprehendia
Al hijo de Peléo, quando Juno,
Temiendo le tragasen los abismos,
Da un grito formidable, y dirigiendo
La palabra á Vulcano, asi le dice:
» Levantate, Vulcano, hijo querido,
» Pues quiero que ahora entres en combate
» Con el rápido Xantho vorticoso.
» Corre pronto, y enciende grande llama,
» Que iré en tanto á excitar en el mar vasto
» Del Zéphiro furioso y velóz Noto
»Tan grave tempestad, que al punto abrasen
» De los Teucros las armas y cabezas,
»Llevando un horroroso y fatal fuego.
(183)
»Tú entonces en la orilla de Escamandro
» Quema todos los árboles que encuentres,
»Y despues entra en él tambien el fuego.
»Norte dexes vencer por sus promesas
»Ni vanas amenazas, y no calmes
»Tu furor hasta tanto que te avise:
» Entonces, á mis voces obediente,
»Calma tu fuego y llamas prontamente.”
Asi dixo; y Vulcano enciende al punto
Lumbre en todas sus fraguas ; y sus fuegos
Extiende por el campo de batalla,
Y consume los muertos con que Aquiles
Antes le habia llenado. En un momento
El campo se deseca, y se minoran
Las cristalinas ondas. Como secan
Los frios Aquilones en Otoño
Algun huerto que acaba de inundarse,
Y alegran al que atento le cultiva;
Asi aquel vasto campo se deseca.
Los muertos se abrasaban, y Vulcano
Contra el rio volvió tambien las llamas.
Arden olmos y sauces, y los mirtos,
Arden almetos, juncos y cipreses,
Que en gran copia nacían en contorno
De la hermosa corriente de este rio.
(184 )
Las Anguilas y peces perecian,
Asi los que entre vórtices moraban,
Como los que vagaban esparcidos, .
Nadando aqui y allá en el curso ameno,
Oprimidos del fuego y de las llamas
Del sábio y diestro artífice Vulcano.
Tambien ardía el rio violénto,
Y á Vulcano le dixo de esta suerte:
» Vulcano, no hay alguno de los Dioses
» Que pueda resistir á tu potencia,
»Ni yo contra tus llamas tan ardientes
»Me atreveré á pugnar. Dexa el combate,
»Y que expela el divino y fuerte Aquiles
» De la Ciudad á todos , los Troyanos.
»; Qué me importa la guerra y el combate,
»Ni mi auxilio prestar en tal debate ?”
Asi dixo ya ardiendo por el fuego, e

Y su hermosa corriente hirbiendo estaba.


Como hierbe por dentro una caldera -

De gran fuego envestida, en que se cuece


La densa grasa de nutrido Cerdo, ,
Que toda está cercada de las llamas
Que alza la leña seca, que hay debáxo;
Asi del rio hermoso la corriente .
Ardía á impulsos del activo fuego,
(185)
Y herbía toda el agua á borbotones.
Ya correr no podia libremente,
Y su rápido curso detenia,
Porque la ardiente fuerza de Vulcano
Sus aguas consumia. A Juno entonces
Suplicando le dice de esta suerte:
» Oh Juno! ¿por qué causa tu hijo amado
»Invade mi corriente tan furioso,
»Y á mí solo entre todos tanto infesta?
»Yo no tengo contigo tanta culpa
»Como tienen los otros Inmortales
» Que amparan y protegen los Troyanos,
Mas yo desistiré, si tú lo mandas; s

»Pero haz que el Dios Vulcano tambien ceda,


» Pues además te júro que yo nunca
» Daré auxilio ninguno á los Troyanos
» Para hacer que su ruína se retárde,
»Ni tampoco en el dia tan funesto
» Que con llamas será Troya abrasada,
»Y por los fuertes Griegos expugnada.”
Apenas oyó Juno aqueste ruego,
Quando dice á su hijo muy amado:
o» Retirate, Vulcano, ínclito hijo,
»Y calma tus furores, pues no es justo
» Que por ser protector de los mortales
(186)
» Causes á un Dios eterno tantos males.”
Asi dixo; y Vulcano extingue al punto
Sus fuegos y furor, y el rio entonces
Libre de un enemigo tan terrible
Lleva ácia el mar sus aguas apacible.
Despues que se calmó la violencia
Del caudaloso Xantho, ambos desisten
Y se quedan tranquílos, porque Juno,
- Aunque estaba irritada contra el rio,
Refrenó de su hijo los furores.
Mas entre aquellos Dioses inmortales
Que estaban divididos, se suscita
Una refriega grave é importuna.
Con un grande tumulto se acometen,

Resuena al rededor toda la tierra,


Y da el Cielo señal para el combate.
Jove sentado encima de la cumbre
Del eminente Olympo, oye el tumulto,
Y siente grande gozo internamente,
Viendo entrar en certamen á los Dioses.
No están sin envestirse ya mas tiempo,
Y comienza la pugna el fiero Marte.
Con su lanza en la mano asalta á Palas,
Y furioso la dice estos oprobrios:
»¿Por qué causa, atrevida é imprudente,
( 187 )
» A los Dioses incitas al combate,
» De audacia incontrastable siempre llena ?
»Un grande atrevimiento te ha inducido.
» ¿ No te acuerdas del dia que incitaste
» Al hijo de Tydeo á que me hiriese,
»Y tomando tú misma su gran lanza
» Rectamente ácia mí la dirigiste,
»Y mi cuerpo divino laceraste
»Ahora aquesta ocasion aprovechando,
»Me vengaré con rabia y con despecho
» De todas las injurias que me has hecho.”
Asi dixo; y dió un golpe con su lanza
El homicida Marte en la horrorosa
Y formidable Egida, que podia
Resistir aun al rayo del gran Jove.
La Diosa se retira algunos pasos,
Y cogiendo una piedra muy enorme,
Aspera y negra, que en el suelo habia,
Y las gentes antiguas habian puesto
Por límite de un campo, la despide.
Da con ella en el cuello un golpe á Marte,
Privando de vigor sus miembros fuertes.
Cae, y yugadas siete el cuerpo ocupa,
Se manchan con el polvo sus cabellos,
Y las armas resuenan en contorno.
( 188)
Palas se rie al verle, y asi dice
Insultando á este Dios: » Necio insensato!
». Aún no estabas del todo persuadido
» De que mis fuerzas son mas superiores,
» Quando á oponerte á mí tienes audacia?
» Asi pagas las furias de tu madre
» Que ayrada contra tí males maquína,
» Porque has abandonado á los Acheos,
»Y á los sobervios Teucros al presente
»Defiendes y proteges claramente.”
Despues que dixo asi, volvió á otra parte
Sus refulgentes ojos. Pero Venus, -

Hija del grande Jove, á Marte coge


De la mano, y le saca del tumulto,
Exhalando suspiros muy frecuentes,
Y apenas respiraba con fatiga.
Al punto que la ve la Diosa Juno,
Con palabras veloces dice á Palas:
»¡Hija invencible del Egiaco Jove!
»¿No ves aquella necia é imprudente
»Que saca al cruel Marte del estrago
» Por medio del tumulto? en el momento
»Sorprehende tú tambien su atrevimiento.”
Dixo asi; y excitó á la gran Minerva,
Que llena de alegría la acomete,
- (189),
Y en el pecho la da tan fuerte golpe
Con su robusta mano, que de fuerza
Y vigor despojó su pecho y miembros. -

Ambos yacían en la tierra fértil,


E insultandolos Palas, asi dixo: , , , , , ,
»Si fuesen tan audaces y constantes .. . . .
»Todos quantos protegen á los Teucros
»Como la débil Venus, que ha querido
»Dará Marte socorro, y oponerse
» A mi aliento y vigor, ya há mucho tiempo s
» Que estaría la. guerra, concluída, , , , , ,
»E Ilión por nosotros destruída”. ss
Dixo; y la blanca Juno se sonrie, . -

Y el Rey Neptuno á Apolo dice entonces: .


»i Oh Febo por qué estamos separados 2 ...,
» Esto no es decoroso, quando todos
»» Los demás Inmortales el combate
»Han comenzado ya. Fuera vergüenza .
»» Volvernos al Olympo y al palacio
»» Fabricado de bronce del gran Jove, , ,
» Sin haber combatido. Empieza, Apolo, es
», Pues eres tú mas joven, y no es justo .
, Que yo primeramente entre en la pugna, r.
»Pues tengo mas edad, y sé mas cosas.
» Oh necio! es necesario que tú tengas e
Tomo III. N
( 19o)
» El corazon privado de sentido º rº Y
» Quando prestas auxilio á los Troyanos.
»¿No te acuerdas de todos quantos males
» Ambos hemos sufrido solamente º "
» En torno de Ilión, quando handados
»Por Jove soberano, un año entero - º
»Servimos al sobervio Laomedonte
» Por cierto precio en que nos convenimos, o 2
»Y que éste muchas cosas nos mandaba 2
»Yo edifiqué aquel año á los Troyanos
» Esa Ciudad sobervia, y en contorno
» Unos muros tan anchos y tan bellos, y le
» Que fuese una Ciudad inexpugnable; y l
»Y tú, Febo, tambien apacentabas º 2
»Los rebaños de Toros en las cumbres 'íº
»Del Ida fértil, abundante en valles. oleº
»Mas quando al fin las Horas compasivas -
» De nuestra paga el término traxeron, a
» El sobervio é injusto Laomedonte
»Nos privó de los frutos del trabajo, -
»Y además con quitarnos no contento o
» El debido salario , duramente -
»Nos despidió de alli con amenazas. . . . .
» A títe amenazó que te ataría
» Las manos y los pies, y como esclavo
( 191),
»Te vendería, en islas muy remotas;
»Y tambien afirmaba que á uno y otro º no º
»Mandaría cortarnos las orejas . . . . . . . .
»Despues nos retiramos indignados obos
»De esta injuria tan grande, y ofendidos ss.
» De que no nos cumpliese la promesa: ji .ó
». Es, pues, la gratitud de tan buen trato -
» La que á sus pueblos protegerste obliga es
»¿Y no intentas, unido con nosotros a el se
» Ocasionar su mal y ruína entera oi es
» A todos.los Troyanos , ni ahora quieres , re
» Que perezcan con hijos y mugeres?” cC
El Flechador Apolo le responde: o "se
»Neptuno, con justiciaz me darías a oro es
» El nombre de imprudente, si yo entrárae
» En combate contigo por contienda o etio
» De unos tristes mortales miserables, fs
» Que siendo semejantes á las hojas, º
»Hoy florecientes son, y se alimentan
»Del fruto, que la tierra les produce, - a
»Y mañana perecen sin aliento. ,
»Dexemos, pues, pugnar los otros Dioses,
»Y que prosigan solos el combate,
»Y no entremos nosotros en debate.” * --

Dixo asi; y ácia atrás sus pasos vuelve,


N2
(192 ),
Temiendo por respeto: entrar en pugna sT.
Con su tio paterno el gran Neptuno: Y.
Mas su hermana la ínclita Diana,
Cazadora de fieras en los montes, a 29 a
De timidéz le acusa, y le reprehende -9 - .
Su fuga de esta suerte: »; Huyes, cobarde, s
»Tú que las flechas tan distantes, lanzas? H se
»; La victoria abandonas á, Neptuno? s
» ¿Le das impunemente aquesta gloria? o «
» Necio, ¿de qué te sirve llevar siempres. Orº
»Un arco que de nada, te aprovecha? 1 A “
» Que ho te oyga yo mas vanagloriarte 5 s
»En el palacio de mi padre excelso el l
» Como has hecho otras veces en presencia» º «
» De los eternos Dioses, de que siempre a s
» Contra el fuerte: Neptuno pugnarías, op 3º
»Y á su fuerza y vigor resistirías.” zoa, º tº
Asi dixo; y Apolo Sagitario obra a ca) es
Nada le respondió; pero irritada e ozo es
La venerable esposa del gran Jove, r .
A Diana de flechas tan amante q r: ; f. (s
Reprehende con palabras injuriosas: , 2ca ,
»¿Cómo, insensata , tienes la osadía orio es
»De oponerte á mi esfuerzo? muy dificil s
»Te será resistirme, aunque estás siempre
º
-.
( 193)
» Armada con tus flechas, y el gran Jove
»Te hizo un Leon feróz entre mugeres, -

»Y te ha dado poder para que mates , , ,


» A todos los mortales que tú gustes; -
» Pero mejor será, que por los montes s
»Vayas á herir las fieras y las Ciervas, . . .
» Que intentar oponerte vigorosa .

» A quien tanto en poder se te aventaja.


»Si quieres que vengamos á las manos
» Acercate ácia mí, y sabrás al punto,
»Pues quieres oponerte á mi potencia,
» Quanto mas fuerte soy, por experiencia.”
Dixo; y con la siniestra por la palma
Le coge las dos manos, y le quita -

Sus arcos y saetas de los hombros. -

Con sonrisa la hiere en las mexillas


Volviendola ácia un lado y ácia otro,
Y sus veloces flechas caen á tierra.
Huye la Diosa lagrimosa entonces,
Con tanta rapidéz como Paloma,
Que siendo perseguida de un Milano
Va á buscar un asílo en los escollos,
No queriendo el destíno que la alcance;
Asi Diana lagrimosa huye,
Dexando alli sus arcos y sus flechas.
N3
( 194)
Mercurio, dirigiendose á Latona, 3 o ar
Le dice de esta suerte: " Diosa excelsa,
» A combatir contigo no me atrevo; .

» Pues es temeridad entrar en pugna


» Con las mugeres del supremo Jove.
» Jactate quando quieras, y delante
» De todos los eternos Dioses altos,
» De que yo á tu poder no he resistido,
» Y que en áspera pugna me has vencido.”
Asi, dixo; y Latona coge al punto
Los arcos y las flechas de su hija,
Que dispersas estaban entre el polvo.
Luego, que las cogió, marchó á buscarla,
Y Diana volviendo al alto Olympo,
Llega al palacio excelso del gran Jove,
Sientase en las rodillas de su padre
En lágrimas desecha, y en contorno
Tiembla el velo divino que la cubre
A impulso de sus ayes y suspiros.
Júpiter la recibe con ternura,
Y le hace esta pregunta con sonrisa:
” Hija, querida mia, ¿ qual ha sido a
» De los excelsos Dioses quien te ha puesto
»Tan temerariamente en tal estado,
»Como si haciendo un mal te hubiese hallado ?”
(195) -

La Diosa Coronada le responde: .


» Padre mio, tu esposa la gran Juno
»Me ha causado este mal. No nacen de ella,
» Las contiendas, las quexas y los males
»Que hay siempre entre los Dioses inmortales?”
Mientras que asi habla Jove con su hija,
Entra en la sacra Troya Febo Apolo
A cuidar de sus muros eminentes,
Temiendo que los Danaos la arruinasen
Contra el órden del hado en aquel dia.
Todos los demás Dioses sempiternos
Retornan al Olympo, unos ayrados,
Y muy gozosos otros por su triunfo,
Y cada qual se sienta en el instante
En su lugar al lado del Tonante.
Aquiles entre tanto continúa
Destrozando Troyanos y Caballos;
Y como al ancho Cielo sube el humo
De Ciudad incendiada por el fuego ,
Que ha excitado el enójo de los Dioses,
Que á todos causa afanes y fatigas,
Y á muchos origina grave daño;
Asi Aquiles afán causa á los Teucros,
Y á muchos ocasiona grandes males.
Estaba en pie el anciano Rey Priämo
N4
- (196)
En la sagrada torre, y quando advierte ,

Al magnánimo Aquiles, y á los Teucros,


Que sin hacer alguna resistencia
De él huían dispersos y aterrados,
Exhalando suspiros muy profundos,
Desciende de lo alto de la torre,
Para dará las guardias de las puertas
Las órdenes precisas, y les dice:
»Tened ahora las puertas bien abiertas
»Hasta que en la Ciudad entren las tropas
»Que temerosas huyen, pues Aquiles
» Las viene rechazando desde cerca,
»Y temo su inminente y total ruína; -

»Y despues que encerrados en los muros


»Ya puedan respirar, poned al punto
» Las barreras bien hechas en las puertas;
»Pues temo que este hombre impetuoso
»Entre tambien con ellas muy furioso.” -
Asi dixo; y las puertas luego abrieron
Quitando sin tardanza las barreras;
Y el estár asi abiertas fue la causa
De que todas las tropas se salvasen.
Sale Apolo al encuentro á los Troyanos
Para impedir su ruína y exterminio,
Y estos á la Ciudad y excelso muro
(197)
Huían desde el campo en derechura " "
Del calor y la sed muy sufocados,
Y de sudor y polvo muy cubiertos.
Aquiles los persigue ardientemente
Haciendo gran destrozo con su lanza,
Porque estaba su pecho arrebatado
De una rabia y furor impetuoso,
Y de gloria y de triunfo deseoso.
Entonces fuera la eminente Troya
Tomada y expugnada por los Griegos -

Si no hubiese excitado Febo Apolo


Al ínclito Agenor de Anténor hijo,
Que era un Héroe muy fuerte y generoso,
Gran vigor inspirandole, y la audacia
De ponerse en combate contra Aquiles.
El mismo cerca de él en pie se puso
Para poder librarle de la muerte,
Y apoyado en una haya, en el momento
Se oculta entre una niebla oscura y densa.
Quando Agenor descubre al fuerte Aquiles,
IDestruídor de Ciudades, se detiene, -

Y pensando entre sí diversas cosas,


A su gran corazon dice gimiendo:
» ¡Ay infelíz de mí! ¿qué haré yo ahora?
» Si huyo del violénto y fuerte Aquiles
(198)
» Por donde huyen los otros aterrados,
» Me cogerá tambien, y dará muerte -
»Como á un vil y cobarde. Si yo déxo
»Que Aquiles de Peléo los dispérse,
»Y huyo lexos del muro ácia otra parte
» Por el campo Iliaco, hasta que llégue
» Al alto monte Ida, y en sus selvas
» Encubierto me estoy hasta la noche,
» Entonces yo saldré de la espesura,
» Y lavandome bien dentro del rio,
»Ya del sudor copioso refrescado,
» A Ilión volveré secretamente.
» ¿Pero qué es lo que el ánimo me dicta ?
» Quando yo vaya huyendo por el campo
» Acia la alta Ciudad, ¿no podrá verme ?
» ¿ No me perseguirá con pies ligeros, º
»Y podrá sorprehenderme ? ¿Cómo entonces
» Podré evitar el hado, y triste muerte,
»Siendo el mas valeroso entre los hombres 2
» Pero ¿ por qué al encuentro no le salgo
» Delante de Ilión, quando su cuerpo
» Con el agudo acero puede herirse,
»Y tiene una alma sola? Ciertamente
» Dicen que mortal es todos los hombres;
» Pero Jove Saturnio le da gloria,
(199)
»Y al presente le otorga la victoria.”
Dixo asi; y esperaba frente á frente
Al magnánimo Aquiles, deseoso a
De entrar con él en pugna y en batalla.
Asi como Pantera, que saliendo
De una profunda selva, invade osada
Al Cazador que de ella le ha ahuyentado
Sin que le falte el ánimo y aliento,
Ni acobardada huye, aunque haya oído
El ladrído ruidoso de los Canes,
Y si aquel desde cerca ó desde lexos
Le hiere con furor, aunque consiga
Pasarla con un dardo, nunca cesa
Del áspero combate, hasta que logra
O entrar en el tumulto que la sigue,
O acabar con su vida; de esta suerte.
El hijo de Anténor huír no quiere
Antes de entrar en pugna con Aquiles. -

Cubrese con su escudo, y enristrando


Su lanza para herir, dice en voz alta:
»Ya esperabas, Aquiles generoso,
» Arruinar la Ciudad de los Troyanos.
»Todavía , insensato, sufrir debes
» Por ella muchas penas y fatigas,
» Porque aún estamos dentro de sus muros
-
(2oo )
»Muchos hombres guerreros y valientes,
» Que la excelsa Ilión defenderémos
» Por nuestros padres, hijos y mugeres;
»Y tú, aunque eres tan fiero combatiente,
» Aqui hallarás tu fin y hado inminente.”
Dixo; y con mano grave vibra, el hasta,
No yerra el golpe, y en la pierna hiere
Báxo de la rodilla. En torno de ella
El coturno reciente hecho de estaño
Resuena horridamente: al fuerte impulso
El acero resalta, y no penetra,
Pues las divinas armas lo impidieron.
Contra Agenor Aquiles acomete,
Pero Apolo le impide la victoria.
Coge á Agenor, en torno le rodea
Con una espesa niebla, y hace salga
Tranquílo del conflicto. Apolo entonces,
Para engañar al hijo de Peléo, , -

E impedirle que siga á los Troyanos,


A Agenor en un todo semejante,
Se presenta delante de su vista,
Y Aquiles se apresura á perseguirle.
Mientras que él por el campo ameno y fértil,
Inclinado ácia el rápido Escamandro,
Perseguia al que un poco le avanzaba
-
((2o1),
(Porque Apolo medía la escarrera
* -- - -. :------- re------- ,
Segun su ligereza con engáño,
a que
Para de esta
de esta suerte le siguiere,
suerte le siguiese. / -
Esperanzado siempre de alcanzarle -

Con sus veloces pies), iban entrando -


En tropél los Troyanos fugitivos.

Y de gente apiñada se llenaba; . - -.

Pues fuera de Ilión y de sus muros


Esperarse unos á sotros no sufrian, º s.
Ni averiguar tampoco quién huyera, s. v. ; A.
Ni quién muerto quedaba en el combate;
Antes iban entrando muy gozosos es sus .
En su excelsa Ciudad rápidamente, es \sí.
Los que, sá sálvo llegaron aturdidós a A
Por sus robustas piernas conducidos. --
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zo
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a - -.
Ya los Teucros en Troya refugiados,
Espera Héctor díAquiles, y: los Hados
Hacen que tenga la funesta suerte el
De que Aquiles furioso le dé muerte. 2. Ii A
Despues le arrastra con rigor y audacia,
Y lloran los Troyanos su desgracia.e. -
zo ao o erciº cerdo º
Habiendo entrado asi ya los Troyanos
En su excelsa Ciudad, qual prestas Cabras,
Que recobran sus fuerzas con la fuga,
Comienzan á tomar algunº reposo
Al favor de sus fuertes baluartes,
Yá mitigar su sed: Mas, lós Acheos,
Echandose á los hombros sus escudos,
Muy próximo á los muros se acercaban.
Héctor se queda fuera, sujetado
(203)
Por su hado fatal como entre redes º º
Delante de Ilión, y Esceas puertas.
Entonces se descubre el Dios Apolo º
Al magnánimo Aquiles, y le dice: º .
»¡Oh hijo de Peléo ¿por qué osado, o a
»Siendo mortal, á un Inmortal persigues? -
»¿ No conoces aún que soy un Numen, top
»Ni calmas tu furor impetuoso ? , º .
»No te cuides ya mas de los Troyanos pA
» Que rá huir has obligado combatiendo, º )
» Porque ya en su Ciudad, están seguros, 1 Y
»Yá ello has dado lugar por perseguirme. A
» Una vana esperanza no te aliente, e: )
»Pues no me darás muerte por tu mano,
r
» Porque qual juzgas no es mi ser humano.”
Muy indignado Aquiles, le responde: e:
»¡Oh Flechador Apolo el mas dañoso
» De quantos Dioses hay me has ofendido,
»Haciendome apartar de las murallas.x, ra
- -

». A quantos diera yo funesta muerte a 2


» Antes que en Ilión entrado hubieran . . .
»Tú la gloria mayor me has impedido, J.
»Y has salvado engañoso á los Troyanos, o
» Porque tú á mi venganza no le temes: " +
» Mas yo me vengaría si pudiera, o
(204)
»Y facultad en mí para ello hubiera.” . . .
Dixo; y lleno de rabia y ardimiento e - ---

Marcha ácia la Ciudad rápidamente. ... . . . .


Asi como un Caballo generoso , , , ,,
Uncido de su carro, parte fiero . . . . . ...
Lleno de un noble ardor, de la barrera,
Y con gran rapidéz corre en el circo o o
Para ganar el premio; de este modo ", -
Aquiles sus pies mueve velózmente, o;
Quien primero le vió fue el Rey. Priämo,
Y pareció á su vista semejante el or.
Al Astro luminoso y refulgente o , ; ..
Que nace en el principio del Otoño, , , , , J.
Y corre por el campo, cuyos rayos a --
Un resplandor arrojan mas brillante 2.
Entre los muchos Astros que relucen a
En las tinieblas de la obscura noche, , , , ,
Que Perro de Orión le llama el vulgo, . .
Y su luz es muy viva; mas no obstante
Es un signo fatal y pernicioso, a p A
Y en los pechos mortales introduce , , , , , f ...
Un fuego muy ardiente , de esta suerte, , ,
Quando Aquiles corria por el campo,
Relucian las armas en su pecho. , , ,
El anciano de pena y dolor gime, en
(2o 5)
Y levantando en alto sus dos manos,
Muchos golpes se daba en la cabeza,
Exhalaba lamentos y suspiros,
Y á su hijo llamando en altas voces,
Que en la Ciudad entráse le rogaba:
Mas él se mantenia siempre enfrente
De las puertas Esceas, esperando
Al magnánimo Aquiles, deseoso
De entrar con él en bélico contraste.
El miserable anciano le decia,
Las manos extendiendo: o» Héctor amado,
» Hijo mio, no esperes, sin socorro
»De los demás, tú solo á ese hombre fiero,
»No sea que te venza, y te dé muerte,
» Porque en fuerza y aliento te supera.
» Ojalá que á los Dioses fuese odioso
» Quanto á mí detestable en breve tiempo
» De Perros y de Buitres pasto fuera,
»Y de dolor mi alma se librára.
» De muchos bravos hijos me ha privado,
» A unos ha dado muerte, á otros vendido,
»En islas muy distantes, y no puedo
»Ver entre los Troyanos encerrados
»En la excelsa Ciudad á mis dos hijos,
» Lycaonte guerrero, y Polydoro,
Tomo III. O
s
(2o6)
» Que tuve de la hermosa Laothoe.
»Si en el campo de Grecia presos quedan,
» Los podré rescatar con cobre ú oro,
» Porque á su hija ha dado inmensa dote
» Altes, anciano de gloriosa fama:
»Pero si han muerto ambos, y baxado
» Al Orco tenebroso, grave pena
» Me causará su muerte, y á su madre.
» Mas si á tí no da muerte el bravo Aquiles,
»Será breve el dolor de los Troyanos.
» Entra, pues, hijo mio, en nuestros muros,
»Y salva los Troyanos y Troyanas:
»No acabes de colmar de inmortal gloria
» Al hijo valeroso de Peléo,
»Si de tu amada vida nos privases.
» Al menos ten piedad de mí, infelice,
» Oprimido de penas y congoxas,
»Todavía capáz de sentimiento,
» A quien dará la muerte el Padre Jove
» En el umbral de la vejéz funesta,
»Y de acerba fortuna rodeado,
»Despues de ver mil males é infortunios:
»Mis hijos revolcados en su sangre,
»Mis hijas con violencia arrebatadas,
»Profanados los lechos, estrellados
, (2o.7)
»Mis tiernecitos hijos en las piedras,
» Mis nueras cautivadas por las manos
» Fieras y perniciosas de los Griegos.
»Yo el último seré que con agudo
» Acero traspasado fieramente,
» El alma exhalaré, y aquellos Perros,
»Que han sido alimentados de mi mesa,
» Y que guardan las puertas del palacio,
» Devorarán mi cuerpo furibundos,
»Y saciados de sangre de su dueño
»Se echarán á las puertas de mi casa.
»Un Héroe joven muerto en un combate
»Sin excitar horror, mirarse puede
» Extendido en la tierra, despojado,
»Traspasado de acero, y totalmente
»Desfigurado por la sangre y polvo:
»Mas un viejo, á quien ya los muchos años
» Cano han puesto el cabello, y que se halla
» Apartado hace tiempo de combates,
» El verle revolcarse por la tierra
» Descubierto á la vista de los Cielos,
»Y por crueles Perros devorado,
» Es siempre el espectáculo mas triste
» Que sucede á los míseros mortales,
» Entre todas las penas y los males.”
O 2
(2o8)
Dixo asi; y el anciano se arrancaba
De su cana cabeza los cabellos;
Mas el ánimo de Héctor no rendia.
Tambien su tierna madre en otra parte,
Exhalando gemidos lastimosos,
Y derramando lágrimas, descubre
Con una mano trémula su pecho,
Y lo muestra á su hijo con la otra:
»Hijo mio (le dice apresurada),
».Respeta aqueste seno, compadece
»Mi decrépita edad, si en algun tiempo
»Con mi leche calmé tu pueríl llanto.
»Ten presente, hijo amado, mis fatigas,
»Y entrando al muro, evita ese hombre infesto.
»No pugnes cuerpo á cuerpo con él solo,
» De tu valor intrépido excitado,
»Porque yo no podré, si te da muerte,
»Llorar sobre tu lecho, dulce prole, -
»Fruto de mis entrañas, ni tu esposa,
»Bien dotada, podrá llorar conmigo:
» Antes bien tú distante de nosotros
»Junto á las naves Griegas trucidado
»Serás por fieros Canes devorado.”
Asi llorando, y suplicando mucho
El padre y madre al hijo amado hablaban.
(2o9 )
Mas el ánimo de Héctor no rendian,
Y esperaba animoso al grande Aquiles,
Que á él llegaba ya cerca. Como espera
Un Dragon furibundo, alimentado
De venenosas yervas, y encendido
De rabia y de furor, á un Viajante,
Que á su cueba ligero se encamina,
Y haciendo vários cercos con su cuerpo
Le devora tan solo con los ojos,
Y alzando la cabeza, solo espera .
El momento oportuno de invadirle;
Asi lleno de rabia y ardor Héctor,
No se apartaba de la excelsa torre,
Inclinando su escudo refulgente;
Y asi dixo indignado entre sí mismo:
»¡Ay infelíz de mí! si yo me encierro
»Dentro de las murallas y las puertas,
» El primero será Polydamante
» En llenarme de oprobrios y de injurias;
»Pues él me amonestó que conduxese
» Dentro de la Ciudad á los Troyanos
» Aquella misma noche tan funesta
» Que salió á la batalla el noble Aquiles:
»Mas entonces no quise obedecerle,
” Aunque mucho mejor hubiera sido.
O3
(2 Io)
» Hoy, que por mi dañosa pertinacia,
» La ruína del Exército he causado,
» A los Troyanos y Troyanas temo,
»No suceda que diga el mas cobarde:
» Confiandose Héctor en sus fuerzas,
» Sus numerosas tropas ha perdido.
» De esta suerte dirán, y mas glorioso
» Entonces me será, ó volver á Troya
» Despues de dar pugnando muerte á Aquiles,
»» Opor la alta Ciudad gloriosamente .
» Aqui recibir muerte por su mano.
»Si dexando mi escudo refornido,
»Y mi grave celada aqui en la tierra,
»Y reclinada el hasta al fuerte muro,
»Voy delante de Aquiles, y le ofrezco
»Volver la hermosa Elena á los Atridas
» Con todas las riquezas y tesoros
» Que Páris en sus naves traxo á “Troya,
» Por lo que origen esta guerra tuvo,
»Y añadir otras muchas que contiene
» Esta amena Ciudad, para que sean
» Entre todos los Griegos divididas,
»Y exijo de los Teucros un solemne
»Y firme juramento, en que se obliguen
» A no ocultar despójo ó presa alguna,
(21 1 )
»Yá hacer la division con fiel justicia,
» De todo lo que guardan... Mas ¿qué digo?
»; Aunque yo á suplicarle me humilláse,
» Alguna compasion de mí tendría ?
»No, pues antes al verme desarmado
» Me daría la muerte impunemente,
» Qual si fuese muger. No, no es Aquiles
» Un hombre tan tratable, que se pueda
»Hablar con él de paz, ni entretenerse
» Desde una encina ó piedra inútilmente,
» Qual Pastor con su amada compañera.
» Conviene entrar en pugna sin tardanza
» Para ver á quien Jove soberano,
» Que reyna en el Olympo, da la gloria
» De conseguir ahora la victoria.”
Asi pensaba alli permaneciendo,
Y á él se acerca entre tanto el fuerte Aquiles,
Igual á Marte, fiero y belicoso,
Vibrando la Peliaca horrible lanza
Acia el hombro derecho, y en contorno
Fulguraba el acero, parecido
A los rayos que arroja el fuego ardiente,
O el Sol resplandeciente, quando nace.
Luego que Héctor le vió, quedó turbado,
Sin osar esperarle frente á frente;
- O4
(212)
Y dexando las puertas á la espalda,
Marchó ahuyentado de terror y miedo.
El hijo de Peléo le persigue,
En la presteza de sus pies fiado.
Qual Gavilán sobre los altos montes,
Que es la mas velóz ave, agil persigue
La tímida Paloma, que aterrada
Obliquamente huye, y él de cerca
La sigue redoblando el presto vuelo
Con agudos graznidos, deseoso
De asirla entre sus garras; de esta suerte
Volaba ardiente Aquiles via recta,
Y de temor opreso, en presto curso,
Báxo el muro de Troya Héctor huía.
Acia la alta Atalaya y Cabrahigo,
Que siempre está agitado de los vientos,
Por el camino público corrian
Hasta báxo del muro, y arribaron
Donde del Escamandro vorticoso
Brotan dos bellas y corrientes fuentes.
Tibia es una, y el humo que despide
En torno sube qual de ardiente fuego;
Y la otra en el tiempo del Estío,
Sus aguas vierte, como nieve fria,
Granizo, ó duro yelo. Estas dos fuentes
(2 13)
Caen en dos pilas de precioso marmol
Bien labradas, hermosas y muy anchas,
Donde frecuentemente á lavar iban
Sus espléndidas ropas las mugeres,
Y las hermosas hijas de los Teucros,
Mientras gozaron de la paz el fruto,
Y antes que alli arribasen los Argivos:
Mas allá de este sitio ambos pasaron,
Uno huyendo, y el otro persiguiendo.
Era fuerte sin duda el fugitivo,
Mas su perseguidor era mas fuerte,
Y mucho mas ligero. No anhelaban
Adquirir una víctima, y tampoco
Una bovina piel, que son los premios
Que á los hombres se dan en la carrera,
Mas por el alma de Héctor se corria.
Asi como en los juegos que celebran
Para honrar las exéquias de un difunto,
Los Caballos de huellas resonantes
Acostumbrados á adquirir victoria,
Rápidamente corren con sus carros
En torno de las metas, porque el premio
Del vencedor será un trípode lindo,
O una hermosa muger: del mismo modo
Aquiles y Héctor dan rápidamente
(2.14)
Tres vueltas en contorno á la alta Troya.
Todos los Inmortales los miraban,
Y rompiendo el silencio, entonces dixo
El Padre de los Dioses y los hombres:
». A y de mí! Con mis ojos estoy viendo
» A un hombre que yo amo, en gran peligro.
»Siento por Héctor pena y amargura,
»Pues muchos quartos de los pingues Bueyes
» En las cumbres del Ida me ha ofrecido,
»Y alguna vez en el excelso Alcazar
» De la murada Troya, y ahora Aquiles
» En torno á la Ciudad del Rey Priämo
» Con sus veloces pies le va siguiendo.
»Deliberad, ó Dioses! consultadme
»Si debemos salvarle de la muerte,
» O si harémos que cayga ya vencido
» Por la lanza de Aquiles aguerrido.”
Minerva le responde de esta suerte:
»¡Oh Padre que domínas á las nubes
»Y al rayo fulgurante ! ¿qué dixiste?
»»Ya libertar de triste muerte quieres
»» A un mortal hace tiempo destinado
».» Por el hado funesto? Hacerlo puedes,
, - Mas que asi lo executes no queremos,
º , Ni los Dioses á ello asentirémos.”
(215)
El fulminante Jove le responde:
»No te alteres, Tritonia, amada hija,
»Pues hacer lo que he dicho no resuelvo,
»Y quiero ser contigo mas clemente:
»Haz, pues, lo que te agrade solamente.”
Diciendo asi, impelió á la gran Minerva,
Que ya dispuesta estaba por sí misma;
Y desciende al momento impetuosa
De las cimas de Olympo. Mas Aquiles
A Héctor estrechaba vivamente,
Qual fogoso lebrél quando persigue
Por valles y florestas en un monte
A un cervatillo del redíl salido
Trémulo de pavór, que nunca dexa,
Aunque quiere ocultarse entre las matas,
De seguir sus vestigios, hasta tanto
Que consigue alcanzarle; de este modo
No podia el gran Héctor ocultarse
De Aquiles generoso ; y quantas veces
A las puertas Dardanias dirigia
Su curso impetuoso, y caminaba
Acia las fuertes torres rectamente,
Para ver si los Teucros le podian
Prestar algun socorro despidiendo
De lo alto muchas flechas, tantas veces
(2.16 )
Su presto curso Aquiles impedia,
Discurriendo furioso por el campo;
Mas él junto á Ilión siempre volaba.
Como quando durmiendo sueña alguno
Que persigue á otro hombre, ó que él le sigue,
Que á cada instante cree que ya le alcanza,
O que el otro le coge, y nunca puede
Ni su alcance evitar, ni sorprehenderlo:
Del mismo modo Aquiles, que creía
Alcanzar al gran Héctor, nunca puede
Cogerle entre sus manos, ni tampoco
Héctor puede escapar de las de Aquiles.
¿ Cómo hubiera evitado Héctor ilustre
Su funesto destíno tanto tiempo,
Si por la última vez el Dios Apolo,
Estando cerca de él, no le infundiera
Ligereza en sus pies, y vigor nuevo?
Con la cabeza entonces señal hace
El generoso Aquiles á sus tropas
Para que á Héctor no tiren algun dardo,
No fuese que antes que él, otro le hiriese,
Y le priváse de esta insigne gloria.
Quando la quarta vez ambos arriban
A los dos manantiales de Escamandro,
Tomando sus balanzas de oro Jove
(217)
Pone en ella dos hados de la muerte,
Que es de prolixo sueño conductora,
Uno del grande Aquiles, y otro de Héctor;
Y alzandolas con mano omnipotente
Exàmina su peso. El fatal dia
Inclina la de Héctor por mas peso,
Descendiendo ácia el Orco tenebroso,
Y al punto Febo Apolo le abandona.
Se acerca en el momento la gran Palas
Al magnánimo Aquiles, y le dice:
»¡Oh generoso Aquiles, caro á Jove!
»Yo espéro que al presente lograrémos
» Una gloria inmortal junto á las naves
» De los fuertes Argivos, muerte dando
» Al formidable Héctor, aunque tiene
» Insaciable deséo de combate.
» Que ya huya de nosotros no es posible,
» Por mas esfuerzos que haga Febo Apolo,
» Abrazando de Jove las rodillas,
» Pues todos sus intentos serán vanos.
» Pero detente ahora, y toma aliento,
» Porque vas á acercarte á tu enemigo,
»Yá hacerle combatir osadamente,
» Aunque con fuerza adversa ciertamente.”
Asi dixo Minerva. El grande Aquiles,
(218)
De gozo arrebatado, la obedece,
Y se apoya en su lanza. Mas Minerva
Le dexa en el momento, é imitando
La voz y la figura de Deiphobo,
Se pone al lado de Héctor, y le dice:
». Ah venerado hermano! ¡ quanto Aquiles
»Te extrecha y te persigue velózmente
» Al rededor de la Ciudad de Troya!
»Ea, pues, esperemosle á pie firme,
»Y uniendo nuestras fuerzas al presente
» A él nos opongamos juntamente.”
El magnánimo Héctor le responde:
»Siempre, Deiphobo mio, yo te he amado
» Con mucho mas cariño y mas terrura
» Que á los demás hermanos que han nacido
»De Hécuba y de Priämo ; y desde ahora
»Siento de honrarte ya mayor deseo,
»Porque habiendome visto en tal peligro
»Has salido de Troya á socorrerme,
»Mientras están los otros consternados
»Dentro de sus murallas encerrados.”
Minerva de ojos garzos le responde:
». O venerado hermano te aseguro
» Que el salir gran fatiga me ha costado,
» Porque el padre, la madre y los amigos,
(2.19)
, Abrazandome todos las rodillas,
» Unos en pos de otros me rogaban
» Que alli permaneciese : de tal suerte
, Tiemblan todos de miedo. Mas gran pena
» El verte en tal peligro me causaba.
»No perdamos el tiempo, vamos luego
» A envestir los dos juntos contra Aquiles,
»Vibrando con aliento nuestras picas,
»Para ver si se lleva á sus baxeles,
»Despues de darnos muerte, nuestras armas
»Y despojos sangrientos, ó si el hado
» Hace que por tu lanza sea domado.”
Dixo asi; y de repente le precede,
Para engañarle mas, la gran Minerva.
Quando los dos se ponen cuerpo á cuerpo,
Héctor dice primero al bravo Aquiles:
»¡Oh hijo de Peléo belicoso! -

»No huiré de tí como antes. Ya tres veces


» En torno á la Ciudad del Rey Priämo
»Discurrí fugitivo, y no osé nunca - -

» Esperarte á pie firme; pero ahora


» Aliento y fuerza el corazon me inspira
»De hacerte resistencia, y ciertamente
» O tú verás mi muerte, ó yo la tuya.
» Mas antes que al combate nos pongamos,
(22o )
» A los supremos Dioses invoquemos,
»Pues son fieles testigos y custodios
»De los solemnes pactos. Por mi parte,
»Si Jove me concede la victoria,
»Y que te prive del vital aliento,
»Júro que no te haré ignominia ó daño,
»Y que daré tu cuerpo á los Argivos,
»Despues de despojarte, noble Aquiles,
» De tus hermosas armas solamente:
»Jura lo mismo tú constantemente.”
Le mira fiero, Aquiles, y le dice:
» Héctor de acerbos pactos no me hables.
» Como hombres y Leones nunca pueden
» Tener fiel amistad, ni puede haberla
» Entre voraces Lobos y Corderos,
» Pues siempre mutuamente maquinando
» Están cruel venganza; asi tampoco
»Ser amigos los dos jamás podemos,
»Ni extrechar pactos fieles, hasta tanto
» Que de los dos, el uno con su sangre
a» A Marte sacie combatiente invicto.
» De todo tu valor armarte debes,
» Porque mas hoy que nunca necesitas
» Pugnar audáz, y manejar el hasta,
» Y no esperes librarte de mis manos.
(221 )
»Minerva en este instante hará que seas
»Vencido por mi lanza, y que ahora pagues
» Los destrozos que has hecho, y los dolores
» Que yo por mis amigos he sufrido,
»Dandoles tú la muerte enfurecido.”
Despues que dixo asi, vibra su lanza,
Y con todo su esfuerzo la dirige.
Héctor la ve partir, y hurtando el cuerpo,
Evita el fatal golpe. La hasta aguda
Voló sobre él, y se fixó en la tierra.
Palas la arranca, y vuelve á dar á Aquiles:
Héctor, Pastor de Pueblos, no lo advierte,
Y al hijo de Peléo asi le dice:
» Aquiles, tú has errado el fiero golpe,
»Y mi hado de Jove no sabías,
» Aunque saber de cierto me dixiste,
» Para hacer que de miedo poseído
»Mi valor olvidáse y ardimiento,
» Pues eres un loquáz y mentiroso.
»Mas no conseguirás el que yo huya,
»Ni con tu lanza herirme por la espalda.
»Si Dios te lo concede, ahora que al frente
2, Te espéro con valor, pasame el pecho,
»Y si puedes evita mi hasta ferrea.
”i Ojalá que en tu cuerpo toda entráse
Tomo III. P
(222 )
»Pues despues de tu muerte los Troyanos
» Sin duda facilmente se verían
» Libres de aquesta guerra tan horrible,
»Pues eres tú su ruína mas terrible.”
Dixo; y vibrada arroja el hasta larga,
Y sin errar el golpe en medio hiere
Del escudo del hijo de Peléo,
Que largo trecho rechazó la lanza.
Héctor queda irritado al ver que en vano
El hasta de su mano habia salido;
Se detiene, y confuso baxa el rostro,
Porque otra hasta de fresno no tenia.
Llama á Deiphobo, en albo escudo insigne,
Y le pide le dé otra larga lanza,
Mas estaba de alli lexos Deiphobo.
Conoce Héctor el fraude, y asi dice:
» Los Dioses me han llamado á acerba muerte.
o»Yo creí que Deiphobo aqui se hallaba,
»Pero él está encerrado en nuestros muros,
»Y la misma Minerva me ha engañado.
»Ya no hay duda, mi muerte está muy cerca,
»Y no hállo medio alguno de evitarla.
» En otro tiempo á Jove y á su hijo,
» El Flechador Apolo, les fue grato
» Fortificar mi brazo, y libertarme
(223 )
» De los mayores riesgos; y al presente
» A la Parca funesta me abandonan:
» Mas ya que yo perezca, quiero al menos
»Morir con tal valor y tanta gloria,
» Que inmortal sea siempre mi memoria.”
Dixo asi, y empuñó su aguda espada,
Que al lado le pendia grande y fuerte,
Y vuelto le acomete impetuoso.
Qual Aguila volante, que desciende
Por las nubes oscuras en un campo
A coger una tierna Corderilla, *.

O una tímida Liebre; de esta suerte


Se arroja Héctor vibrando el hierro agudo.
Aquiles acomete contra Héctor
De una cólera atróz arrebatado.
Al pecho pone su redondo escudo,
Hecho con hermosura y artificio;
Y ondeaban del yelmo refulgente
Las aúreas bellas crestas agitadas,
Que Vulcano pusiera en torno densas.
Como luce la Estrella Vespertina
En intempesta noche entre los Astros,
Siendo del alto Cielo la mas bella;
Asi era el resplandor que despedia
La ferrea aguda punta que vibraba
P2
(224)
El fuerte Aquiles en su mano diestra,
Maquinando hacer daño á Héctor ilustre.
Con los ojos miraba el cuerpo hermoso
Para ver por qué parte era mas facil
Entrar su aguda lanza; pues notaba
Que tenia su cuerpo enteramente
Cubierto con las armas admirables,
Que al valiente Patroclo habia quitado.
Por fin, entre su yelmo y la coraza
Percibe descubierta totalmente
La parte donde el cuello se une al hombro
Encima la clavícula en la gola,
Por donde el alma vuela mas ligera,
Y por este parage furibundo
Le hiere Aquiles con su aguda lanza,
Y el cuello le pasó de parte á parte.
Sin embargo el funesto y grave acero
No le cortó la arteria. Este infelice
Y desgraciado Príncipe, exhalando
Sus últimos suspiros, todavía
A Aquiles dirigir pudo sus ruegos:
Mas viendole caer éste en el polvo,
Glorioso de su triunfo, asi le dixo:
» Héctor, despues de dar acerba muerte
»A mi amigo Patroclo, tú pensabas
(225.)
»De aqui salir indemne, no temiendo
» A mí, que estaba ausente. ¡Oh insensato
»En mis cóncavas naves aún tenia
»Un vengador mas fuerte, á mí que ahora
» El vigor de los miembros te he quitado.
»Mientras hagan los Griegos sus exéquias,
»Los Perros y los Buitres juntamente
•» Lacerarán tu cuerpo torpemente.”
Héctor, casi espirando, le responde:
»Te ruego suplicante por tu alma,
» Por tus rodillas, y tus caros padres,
» Que no me dexes en las naves Griegas
» Devorar por los Perros lacerado,
»Y que recibas los copiosos dones -e

» De cobre y oro, que mi padre y madre


»Te ofrecerán por mí. Dales mi cuerpo,
» A fin de que á mi casa lo conduzcan,
»Y que los Teucros y mugeres Teucras
»Me hagan, ya muerto, ser participante
»Del honor de la pira en el instante.”
Mirandole irritado el grande Aquiles:
»¡Oh perro (le replíca)! no me ruegues
» Por mis rodillas, ni mis caros padres.
» Ojalá que mi rabia y mis furores -
»Me incitasen á hacerte mil pedazos,
P3
(226)
»Yá comer de tus carnes, aunque crudas,
» Para vengar los males que me has hecho!
»Nadie librarte de los Perros puede,
» Aunque ahora me ofreciesen un rescate,
»Que diez ó veinte veces mejor fuera
»Del que me puede dar el Rey Priimo,
»Y tambien me ofreciese otros mayores:
» Aunque el mismo Priämo pretendiera e

» Con oro compensarte, no tendría


»El consuelo tu madre de ponerte
» En un fúnebre lecho; ni tampoco
» Regará con su llanto tu cadáver,
» Antes serán tus miembros lacerados,
»Y por Perros y Buitres devorados.”
Héctor ya moribundo le responde:
»Yo te conozco bien, y no ignoraba
» Que mis ruegos asi despreciarías,
»Pues es tu corazon de fuerte hierro;
»Pero piensa á lo menos que mi muerte
»Suscitará la cólera y enójo
» De alguno de los Dioses, aquel dia
» Que Febo Apolo y Páris, aunque fuerte,
»En las puertas Esceas te den muerte.”
El término de muerte, asi diciendo, .
Le cubrió, y de sus miembros al instante
(227)
Volando el alma descendió en el Orco,
Por su suerte afligida; pues dexaba
Su juventud robusta y floreciente:
Mas aunque muerto, le responde Aquiles:
»Muere; pues quando Jove, y demás Dioses,
» Dispongan que yo sea aniquilado,
» Entonces sufriré mi fatal hado.”
Despues que dixo asi, le arrancó al punto
La lanza de su cuerpo, y puso á un lado,
Y le quitó sus armas de los hombros,
Todas ensangrentadas. Al momento
En tropél acorrieron los Argivos
A contemplar de Héctor la belleza,
Y admirar su estatura prodigiosa.
No hubo ninguno alli que no quisiese
Herirle por su parte, antes alguno
Vuelto á su compañero, asi decia:
»¡Oh Cielos ahora sí que es mas tratable
»Héctor, que quando intrépido y valiente
»Lanzó á las naves nuestras fuego ardiente.”
Asi alguno decia, y con su lanza
Una herida le hacía. Quando Aquiles
De sus armas dexó desnudo á Héctor,
Puesto entre los Acheos, asi dixo:
» Amigos mios, Príncipes y Xefes
P4
(228)
»De las tropas Argivas, ya que ahora
» Me han concedido los eternos Dioses
» Dar la muerte á este hombre vigoroso,
»Que él solo nos causó mayores males
»Que todos los demás, vamos al punto
» A acometer á Troya con las armas.
»Veamos si los Teucros abatidos,
»Y por la muerte de Héctor desmayados,
»Su Ciudad abandonan, ó si intentan
» Permanecer en ella muerto Héctor.
» Pero ¿qué es lo que el ánimo me dicta?
» En las naves Patroclo muerto yace,
»Todavía insepulto, y no llorado.
»Yo no le olvidaré mientras que viva,
»Y mis pies y mis miembros regir pueda,
»Y aunque descienda al Orco oscuro y triste,
» Olvído de los muertos, ni tampoco
» Alli me olvidaré del caro amigo.
»¡Oh jovenes Acheos Sin demora
»Volvamos á las naves, y cantando
»Hymnos por este triunfo, el cuerpo de Héctor
» Conduzcamos á ellas. Ya adquirimos
» Un grande triunfo y gloria, dando muerte
» Al generoso Héctor, á quien siempre
» En su Ciudad los Teucros respetaban,
(229 )
»Y como á un Dios sus ruegos presentaban.”
Dixo; y exerce Aquiles inaudítas
Indignidades con el divo Héctor.
De sus pies los dos nervios le traspasa,
Desde el talón al carcañál, é ingiere
Dos bovinas correas, con las quales
Le ata firme á su carro, de tal suerte,
Que por tierra arrastraba su cabeza.
Sube á su carro, pone en él las armas,
Con el látigo incita los Caballos,
Y ellos volando van con mucho gusto.
Los hermosos cabellos del gran Héctor
Confusamente arrastran por el polvo,
Y su triste cabeza, arrebatada
Por la gran rapidéz con que va el carro,
Ensangrienta la arena. Esta cabeza,
Que era un momento antes tan hermosa,
La abandonó el supremo y grande Jove
A la rabia y furor de sus contrarios,
Para que alli en su patria la ultrajasen.
Asi entre el polvo la cabeza andaba.
Hécuba, que divisa á Héctor su hijo
Tratado tan iniqua y cruelmente, --

Se arranca los cabellos, y arrojando


El espléndido velo de sí, lexos,
(23o )
Exhala sus lamentos y gemidos.
Tambien el padre amado se lamenta,
Con gritos lastimosos, y sus Pueblos
Por toda la Ciudad suspiran, gimen;
Y eran tantos los llantos, y el conflicto,
Como si hubiera sido toda Troya
Por las activas llamas devorada,
Y presa de enemigos. Mas los Teucros
Apenas al anciano detenian,
De dolor indignado, y deseando
De las Dardanias puertas salir fuera.
En el lodo revuelto ruega á todos,
Los llama por su nombre, les suplíca
Que su paso no impidan, y les dice:
»Dexad, amigos mios, que yo solo,
» Por mas que mis desdichas os lastimen,
»Salga de esta Ciudad, y vaya al punto
» A las veloces naves de los Griegos.
»Yo me echaré á los pies de ese hombre altivo:
»Tal vez respetará mi edad madura,
»Y tendrá compasion de éstas mis canas:
»Tal vez la triste imágen de su padre,
» Que es viejo, como yo, moverá entonces
»Su cruel corazon á la ternura.
»¡Ay de mí, que Peléo al engendrarle.
(231 )
»Fue causa de la ruína de los Teucros,
»Y sobre todo á mí causó mas penas!
» ¡De quántos hijos tiernos me ha privado
» En la edad floreciente ! Mas de todos
»Ninguno me ha causado tanta pena
»Como mi hijo Héctor; pues su muerte
»Me hará que con dolor báxe al Infierno.
» Ojalá que en mis brazos muerto hubiera
» A lo menos su madre y yo podriamos
» Aliviar nuestras penas y tormentos,
» Con suspiros, con llantos y lamentos.”
Asi dixo llorando, y los Troyanos
Su dolor acompañan con gemidos.
Hécuba en otra parte gime y llora,
En medio de las Teucras que la cercan:
» Hijo mio (asi exclama), Héctor amado,
»¡Cómo vivo! ¡ay de mí! ¡si te he perdido !
» Eras tú para mí de noche y dia
» Por toda la Ciudad mi dulce gloria,
»Y entibo de Troyanos y Troyanas,
» Que te adoraban como á un Dios eterno;
»Y quando estabas vivo, para todos
» Eras la mayor gloria ; mas ya vino
» A ocuparte la muerte y el destíno.”
Asi dixo llorando y suspirando.
(232 )
Andrómaca, infelíz, aun no sabía
De Héctor la infausta suerte; pues ni menos
Le habian dado noticia de que él solo
Fuera de la Ciudad habia quedado,
Despues de haber entrado en sus murallas
Las tropas de su mándo. Esta Princesa
Encerrada en el quarto mas ocúlto
De su rico palacio, trabajaba
Un bordado exquisito, en el que hacía,
Con el oro y la seda, várias flores.
Tambien habia mandado á sus doncellas,
Que un trípode con fuego rodeasen,
Para que Héctor halláse un baño tibio
Despues que retornáse de la pugna.
¡Oh insensata pues ella no sabía
Que muy distante de aquel tibio baño,
Minerva, de ojos garzos, le postrára
Por las manos de Aquiles vigoroso.
Mas en este momento oye en la torre
Unos ayes y gritos lamentables.
Un temblor excesivo la sorprehende,
La labor se le cae de entre las manos,
Levántase de alli precipitada,
Y dice á sus doncellas de esta suerte:
»Siganme dos doncellas al momento,
(233)
»Pues quiero ver lo que haya sucedido.
»De la Reyna, mi suegra venerable,
»Oygo la voz, mi corazon desmaya,
»Y no pueden las piernas sostenerme.
»¡Ah! sin duda á los hijos de Priämo
» Amenazan funestas desventuras.
»; Permitid, grandes Dioses, que me engáñe!
»Temo que el fiero Aquiles á estas horas
» Agita á mi audáz Héctor por el campo
»Solo fuera de Troya, y tal vez pienso
»Que haya rendido la fatal audacia
»Y valor denodado con que siempre,
» De sus tropas y huestes apartado,
»Solo él se avanzaba fieramente,
»No cediendo en vigor al mas valiente.”
Despues que dixo asi, salióse al punto,
Como muger furiosa, de su casa,
Su corazon de pena palpitante;
Y á su ama siguieron dos doncellas.
Llegando, pues, Andrómaca á la torre,
En medio de la turba de los Teucros,
Miró con gran temor por las almenas,
Y advirtió que al gran Héctor arrastraban
Los Caballos de Aquiles cruelmente,
Acia las naves Griegas. Al mirarle,
(234)
Cubre sus ojos una oscura niebla,
Cae desmayada en tierra, y casi el alma
Está pronta á exhalarse. Los adornos
Que brillaban en torno á su cabeza,
Sus lazos, su retículo, sus cintas,
El velo delicado que la cubre,
Y Venus la habia dado en aquel dia,
Que la conduxo Héctor por esposa
De casa de Etión, despues de darle
Dones esponsalicios infinitos,
Se esparcen en confuso por la tierra.
Las cuñadas estaban afligidas
Al rededor de Andrómaca, que solo
Opresa de dolor su muerte ansiaba.
Luego que volvió en sí, y abrió los ojos,
Tomando el corazon algun aliento,
Dió unos ayes y gritos lamentables,
Y exclamó entre las Teucras de esta suerte:
»Héctor, amado mio... ¡Oh infelice
»Y desgraciada Andrómaca sin duda
» Ambos báxo de un hado hemos nacido,
»Tú en Troya, y en la casa de Priämo;
»Y yo en Thebas Hypoplaco selvosa,
» En casa de Etión, el qual crióme
»Solo para heredar sus desventuras.
(235)
» Ojalá no me hubiese dado vida!
»Esposo mio amado, tú desciendes
» A casa de Plutón, báxo las hondas
»Y oscuras cuebas de la fértil tierra,
»Y á mí viuda me dexas en las casas,
» En un luto muy grave, y desventura.
»¡Qué será de este hijo tan amado,
» Que los dos engendramos infelices!
» En su mas tierna edad huerfano queda;
»Ni tú muerto serás, Héctor, su apoyo,
»Ni él podrá serlo tuyo. Auuque quedáse
»Indemne de esta guerra lagrimosa,
»Siempre será su vida desgraciada,
»Y llena de trabajos y de afanes.
» De los paternos campos y sus bienes
»Se harán unos extraños luego dueños,
» Pues en el mismo dia en que se queda
» Un niño huerfanito, y á pupílo,
»Se encuentra sin amigos, y entregado
» A todas las desdichas juntamente.
» Pareceme ya verle con el rostro
» Turbado y afligido, y sus mexillas
» Regadas con su llanto, é indigente
” Andar de puerta en puerta mendigando
” De todos los amigos de su padre
(236)
» Que un socorro le den, tirando á éste
» De su manto, y al otro de la toga,
»Y ser tal vez de todos despreciado.
»Si á alguno su desdicha á piedad mueve,
» Le dará de beber ; pero tan poco,
» Que solo regará sus tiernos labios,
» Mas no su paladar. Otro qualquiera
» Que florece por uno y otro padre,
» Le echará del convite maltratado,
»Y diciendole insultos é improperios:
»Anda, infelíz, de aqui, porque no asiste
»Tu padre á este convite con nosotros.
» Entonces volverá , desecho en llanto,
» Al seno de su madre, viuda y triste,
» El infante Astyanáx, que en las rodillas
» De su padre sentado antes estaba
» Comiendo del meollo delicado,
»Y la grasa mejor de los Corderos,
»Y quando de jugar cansado estaba,
»Y á sus ojos el sueño acometia,
» Dormia de su ama entre los brazos,
»Y sobre plumas blandas muy tranquílo,
»Lléno su corazon de gran contento.
» Ahora, privado de su amado padre,
»Sufrirá las desgracias mas funestas
(237)
» Este hijo querido, á quien los Teucros,
» Para honrar el valor de Héctor su padre,
» Le pusieron el nombre de Astyanáx,
»Porque tú, esposo mio, solamente
» Defendias sus muros y sus puertas;
»Y hoy desnudo, distante de tus padres,
» Cerca de los baxeles de los Griegos,
» De roedores gusanos serás pasto,
» Despues que estén los Perros totalmente
» De tus carnes saciados. ¿De qué sirven
» Entretanto las ropas tan preciosas
» Repuestas en palacio, y trabajadas
» Por manos de mugeres? Al momento
»Todas las quemaré en un fuego ardiente,
» Pues no aprovechan ya para tu uso,
»Ni en ellas yacerás; pero á lo menos
»Yo te haré aquestas honras, aunque vanas,
» En medio de Troyanos y Troyanas.”
Asi dixo llorando, y entretanto
Las Teucras la acompañan en su llanto.

Tomo III. Q
(238)
G? geG). sgº

LA ILIADA DE HOMERO.

L I B RO XXIII.

A R G U M E NTO.

Aquiles á Patroclo generoso


Un funeral le hace muy pomposo:
Inmola sobre él doce Troyanos,
Perros, Caballos vivos muy ufanos:
Despues da un espectáculo funesto
Con juegos de carrera, lucha y cesto.

A. por la Ciudad todos lloraban:


Los Acheos despues de haber llegado
A sus naves, y junto al Helesponto,
Cada qual á su nave se retira;
Solo á los Myrmidónes no permite
Aquiles dispersarse, y entre todos
Sus belicosos sócios, asi dice:
» Oh amados compañeros Myrmidónes,
» A quienes yo tan fieles siempre encuentro
(239)
» De desuncir no es tiempo todavía
»Los Caballos de huellas resonantes,
» Antes bien con los carros y Caballos
» Acerquemonos todos á Patroclo,
»Y lloremos sobre él, pues solamente
» Este honor á los muertos dar debemos;
»Y despues que nosotros afligidos
»Nos saciemos de luto y de tristeza,
» Nuestros carros á un lado dexarémos,
»Y todos al momento cenarémos.”
Dixo, y todos los fieles Myrmidónes
Exhalan sus lamentos, incitados
Del exemplo de Aquiles. Por tres veces
Agitan sus Caballos en contorno
Del lecho de Patroclo, todos dando
Unos tristes lamentos y gemidos.
Thetis excita entre ellos un deséo
Insaciable de lágrimas y luto:
Regaban con sus lágrimas la arena,
Y las armas lucientes de los hombres.

¡Tan grande era el Caudillo que lloraban !


Aquiles entre todos dió principio
A un luto y afliccion imponderable,
Y poniendo sus manos homicidas
De su amigo en el pecho, asi le dice:
Q2
(24o )
» Alegrate, Patroclo mio amado,
» Aunque estás en el Orco sumergido,
» Pues ves que mi promesa ya execúto.
» A Héctor aqui arrastré, para que sea
»Hecho pedazos por crueles Canes,
»Y antes ayrado por tu triste muerte
» Degollaré en tu pira doce Teucros,
» Hijos de las familias distinguidas,
»Y en la Ciudad de Troya esclarecidas.”
Despues que dixo asi, otra vez ultraja
El cuerpo del gran Héctor, y le arroja
Junto al féretro triste de Patroclo,
Extendido entre el polvo. Al mismo tiempo
Los otros se despojan de sus armas
De acero refulgente. Los Caballos
Altisonantes sueltan , y se sientan
En la nave de Aquiles, donde á todos
Un fúnebre convite les prepara.
Exhalaban mugidos horrorosos
Muchos y pingues Toros, báxo el hierro,
Al cortar sus cervices: muchas Cabras
Y Obejas que balaban, igualmente,
Y muchos Cerdos, de colmillos blancos,
Y por su mucha grasa florecientes,
Para quemar sus cerdas, extendian
(241 )
En las llamas activas de Vulcano,
Y la sangre corría en abundancia
En torno del cadáver de Patroclo.
Los Reyes del Exército de Grecia,
Para calmar de Aquiles los dolores,
Por fuerza hasta la tienda le conducen
Del Rey Agamenón. Apenas llegan,
Quando el Rey mismo manda á sus Heraldos
Que circuyan un trípode de fuego,
Por si al ilustre Aquiles persuadian
A que la inmunda sangre se laváse.
Mas él constantemente lo recusa,
Y un juramento añade, asi diciendo:
» No, yo júro por Jove, que entre todos
» Es un óptimo Dios, eterno y sumo,
» Que en el baño no es justo que yo entre
» Hasta que haya á Patroclo colocado
» Encima de la pira, que le erija
a» Un túmulo de tierra amontonada,
»Y que sobre él me corte los cabellos,
» Pues tanto es el dolor que me consterna,
» Que no tendré otro igual mientras que viva.
» Mas seguir la costumbre ahora es preciso,
»Y sentarse á este fúnebre convite.
» Mañana, Agamenón, quando amanezca
Q3
A

(242)
» Ordena á tus Soldados que aqui traygan
» La leña necesaria para hacerle *

»Los últimos honores á Patroclo,


»Y que el fuego en cenizas le reduzca,
» De nuestra vista el cuerpo separando.
» Despues sigan las tropas juntamente
»Sus trabajos y asedio osadamente.”
Dixo; y todos los Príncipes gustosos
Sus órdenes escuchan y executan.
Preparada la cena, cada uno
Sientase á recibir su nutrimento.
Las viandas de todos son iguales:
Y de beber y de comer saciados,
Cada qual á dormir se va á su tienda:
Mas Aquiles, gimiendo gravemente
En la costa del ponto estrepitoso,
Yacía entre sus muchos Myrmidónes
Sobre la arena enjuta , en un parage
Que limpiaban las ondas, quando el sueño,
Que la afliccion del ánimo disipa,
Dulcemente le cerca y le comprime,
Pues tenia cansados en extremo
Sus bellos miembros de pugnar constante,
Y de haber perseguido sin descánso
A Héctor en torno de Ilión ventosa.
(243)
Quédase alli dormido, y se aparece
El alma de Patroclo, semejante
En un todo á Patroclo quando vivo,
En estatura, en cuerpo y en los ojos,
En la voz y vestidos que llevaba
El dia del combate. En su cabeza
Se coloca, y le dice: » Grande Aquiles,
» ¿Tú duermes, y de mí te has olvidado?
»: Vivo no me desprecias, y sí muerto?
» Amigo, entierrame para que pueda
» En las puertas del Orco entrar al punto.
» Las almas hasta ahora (estas ligeras
»Imágenes de muertos) me rechazan,
»Y me impiden pasar el fatal rio.
» En torno de las puertas Infernales
» Errante voy sin encontrar reposo.
» Dame tu mano, pues, para que pueda
» Regarla con mi llanto, porque luego
» Que me hayas erigido una alta pira,
»Y las llamas mi cuerpo consumido,
» Nunca mas volveré desde el Erebo.

»Ya jamás separados de los sócios


» Podremos consultar nuestros designios
»Como mientras gozaba de la vida,
” Porque el hado cruel que me ha tocado
Q 4,
(244) -

» Al tiempo de nacer, ya me ha oprimido.


» El tuyo, pues, tambien, divino Aquiles,
»No será mas felíz, porque debaxo
» De los muros de Troya, tristemente
»Morirás como yo; pero te pido
» Una gracia, y te ruego no la olvides;
» Que dés órden, oh Aquiles que mis huesos
»No sepulten distante de los tuyos,
»Sino junto con ellos, como ambos
» Hemos sido nutridos en tu casa,
»Desde que siendo párvulo, Menecio
»Me envió á tu palacio desde Oponto,
» Por aquel homicidio tan acerbo,
» El dia que imprudente, y sin quererlo,
» De Aphydamante al hijo dí la muerte
» Por el juego de dados, lléno de íra.
»Me recibió en su casa el Rey Peléo,
»Me educó con cuidado, y quiso fuese
»Tu compañero de armas. Ambos siempre
»Hemos vivido juntos, y asi anhélo
» Que sean nuestros huesos colocados
» En la misma urna de oro juntamente,
» Que tu madre te ha dado por presente.”
Sin despertarse Aquiles le responde:
»¿Por qué causa has venido, caro hermano,
(245 )
»Y una á una me mandas tales cosas?
»No dudes que serás obedecido,
»Y que todo lo haré segun me ordenas:
»Mas acercate á mí, yo te lo ruego,
» Para tener el gusto de abrazarnos,
»Y ambos de tristes lágrimas saciarnos.”
Asi dixo; y los dos brazos le alarga
Con ansia de abrazarle, mas sin fruto,
Porque el alma del hijo de Menecio
En tierra, como el humo, sumergióse,
Exhalando suspiros penetrantes.
Aquiles se despierta consternado,
Y batiendo las manos, asi dice,
Con una voz muy lúgubre y funesta:
» Grandes Dioses! es cierto que las almas
»Subsisten en el centro del abismo
» Aun despues de la muerte, porque todas
»No son sino la imagen de los cuerpos
» Que animaron en vida, y separadas
»Ya de su entendimiento: en esta noche
» El alma de Patroclo miserable
»Se ha aparecido á mí mientras dormia,
»Yo he escuchado su voz y sus suspiros,
»Y separadamente me ha mandado
»Muchas y várias cosas, de tal modo,
(246)
» Que igual á mí, Patroclo, era en un todo.”
Dixo asi; é inspiró á todas sus tropas
De pesar y de luto un gran deseo.
Mientras que todos gimen y suspiran
En torno del cadáver, comparece
El rosiclér de la brillante Aurora,
Y el Rey Agamenón hace que salgan
De las tiendas los hombres y los mulos
Para traer la leña. El valeroso
Y grande Merión, fiel compañero
Del Rey Idomenéo, es elegido
Para esta comision; y los Soldados
Marchan todos con hachas cortadoras,
Y lias retorcidas, y los Mulos
Preceden á esta turba. Atravesando
Collados y malezas, al fin llegan
A los bosques del Ida, el qual abunda
De cristalinas fuentes, y al momento,
Dando unos grandes golpes con las hachas,
Abaten las encinas de altas cimas,
Las que al caer hacían ronco estruendo.
Despues por los Argivos echas rajas
Las cargan en los mulos, que la tierra
Con sus pies despedazan, deseosos
De arribar por los densos espinales
(247)
Al campo de batalla, y los Soldados
Cada qual toma un tronco, segun órden
Del claro Merión , fiel compañero
De Idomenéo, de valor amante,
Quando todos arriban á la costa, w

Esta leña colocan por su órden


En el lugar de Aquiles señalado,
Para el sepulcro de Patroclo y suyo.
Luego que dexan la materia inmensa,
Alli juntos sentados permanecen.
Aquiles al momento manda á todos
Sus bravos Myrmidónes, que se armen,
Y que unzan los Caballos á sus carros.
Al punto se levantan presurosos,
Vistense de sus armas relumbrantes,
Y suben en sus carros prestamente
Los fuertes combatientes y escuderos.
Primero marchan estos, y los sigue
Una nube copiosa de phalanges,
Y entre todas el cuerpo de Patroclo
Conducen sus amados compañeros,
Cubierto de cabellos, que se habian
Cortado por señal de tanto luto.
Despues los sigue Aquiles tristemente
Apoyado en el cuerpo de su amigo,
/ (248)
Del qual va sosteniendo la cabeza,
Y exhala los suspiros mas profundos;
Pues con fúnebre pompa al Orco entonces
Enviaba á su ilustre compañero.
Quando llegan al sitio señalado,
Su cuerpo depositan en la tierra,
Y la leña amontonan prestamente.
Alli el velóz divino y fuerte Aquiles
Revolvia en su mente várias cosas,
Y estando en pie distante de la pira
Se cortó sus cabellos rubicundos,
Que desde tierna edad los conservaba
Para ofrecer despues al rio Espechio;
Y sus ojos volviendo al negro ponto,
Gimiendo y suspirando, entonces dixo:
» En vano, Espechio, te ofreció Peléo,
» Mi amado padre, con solemne voto,
» Que quando yo tornáse á ver mi patria
» Para tí cortaría mis cabellos,
» Que un sagrado hecatombe ofrecería,
»Y un sacrificio de cincuenta Obejas
»Junto á las puras fuentes, donde tienes
»Tu sacro albergue y olorosas aras.
» Esto te prometió mi anciano padre;
»Pero tú sus deseos no has cumplido,
(249 )
»Pues no volveré á ver mi amada patria.
»Yo ofreceré á Patroclo mis cabellos,
» A fin de que con él se quemen ellos.”
Dixo; y al punto sus cabellos pone
En manos de su amigo tan amado.
Un deseo de luto excitó en todos;
Y pasáran llorando tristemente,
Hasta ocultar el Sol su luz hermosa,
Si Aquiles valeroso estando al lado -

Del Rey Agamenón, no le dixera: -

»Supuesto, Atrida, que si tú lo mandas


»Serás del pueblo Acheo obedecido,
»Tiempo habrá que de luto nos saciemos:
»Manda ahora se aparten de la pira,
»Y preparar la cena; pues nosotros,
» A quien mas el dolor y pena toca,
»Lo que en honor del muerto que hacer resta
»Solos acabarémos; y al presente
» Quedense aqui los Xefes solamente.”
Luego que Agamenón, Rey de los hombres,
Oyó lo que le dixo el bravo Aquiles,
Mandó á todas sus tropas retirarse
A sus tiendas y naves, y no quedan
Alli sino los que eran necesarios
Para esta ceremonia. En el momento
(25o)
Juntan toda la leña que alli habia,
Erigen una pira prodigiosa
De cuadro de cien pies, y en lo mas alto
Colocan afligidos el cadáver.
Muchas Obejas pingues y lanudas,
Con muchos negros Bueyes, degollaron,
Y pusieron delante de la pira.
Aquiles con la grasa cubre el cuerpo,
Desde pies á cabeza de Patroclo,
Y las víctimas todas amontona.
Despues tambien coloca á los dos lados
Unas urnas de miel y aceyte llenas,
Y exhalando suspiros muy profundos
Echa quatro Caballos en las llamas
De cabezas erguidas. Nueve Perros
Domésticos tenia, de los quales
En la pira arrojó dos desollados.
Mató con el acero doce hijos
Valientes de los Teucros generosos,
Y otras malas acciones meditaba.
Hechos los sacrificios, fuego pone
A la pira, y gritando fuertemente
Llama infinitas veces á su amigo,
Diciendole : , Patroclo, amigo amado,
»Alegrate, aunque estés en el Infierno.
(251)
-,

» Ahora cumplo quanto antes te he ofrecido. -

»Doce hijos valientes de Troyanos


»Magnánimos y fuertes, á cenizas .

»Serán junto contigo reducidos.


»Yo no daré á Priämo el cuerpo de Héctor
» Para que el fuego activo le devóre,
»Y sí á los Perros, aunque mucho llore.” º.

Dixo asi furibundo: mas los Perros .. . .


Junto al cuerpo de Héctor no se acercan;
Pues Venus, hija excelsa del gran Jove,
De alli los apartaba noche, y dia,
Y le ungió con rosado oleo divino
Para impedir que el cuerpo lacerasen
Al llevarle arrastrando. Febo Apolo
Conduxo sobre él del Cielo al campo
Una nube cerúlea, la que cubre
El espacio en que está extendido el cuerpo,
Para que el Sol luciente con sus rayos, -

Sus nervios y sus miembros no secáse.


Ni del muerto Patroclo el fuego ardía:
Aquiles lo percibe, y apartado
Un poco de la pira, les dirige
Al Aquilón y Zéphiro sus ruegos.
Les promete unos bellos sacrificios,
Y haciendo repetidas libaciones
(2 52)
Con una copa de oro, les suplíca
Que vengan prestamente con sus soplos
A volver en cenizas el cadáver,
Haciendo arder la pira brevemente.
A dar la nueva fue la velóz Iris,
Luego que oyó sus ruegos, á los vientos.
En un convite estaban todos juntos
Del Zéphiro molesto en las cavernas.
Luego que arriba Iris se detiene
En el umbral marmóreo: mas al punto
Que la vieron los vientos, se levantan,
Y cada qual le ruega que á él se acerque,
Y le ofrece un lugar. La Diosa Iris
Rehusa el asenrarse, y asi dice:
»No es tiempo de sentarnos, pues retorno
» Sobre el corriente y rápido Oceano
» Al país habitado de Etiópes,
»Dó bellos hecatombes sacrifican
» A los excelsos Dioses sempiternos,
»Y quiero de ellos ser participante;
»Pero Aquiles suplíca al punto vayan
»El Bóreas con el Zéphiro sonóro,
»Y les promete hermosos sacrificios
». Si hacen arder la pira en que ahora yace
»El cuerpo de Patroclo, á quien los Griegos
- (253)
»Hacen de las exéquias los honores,
» Con las mayores penas y dolores.”
Despues que dixo asi, voló la Diosa.
Sin detenerse el Zéphiro y el Bóreas
Parten haciendo estrépito horroroso,
Y echan delante de ellos á las nubes.
Llegan soplando en breve al vasto ponto,
Y del canóro soplo al fuerte impulso
Las ondas espumosas se levantan.
A la fecunda Troya luego arriban,
Y á la pira acometen. Grande ruído
Hace el ardiente fuego prodigioso,
Y por todas las partes de la pira
Toda la noche arrojan vivas llamas
Soplando con estrépito. Entretanto
Desde un vaso de oro el bravo Aquiles,
Teniendo en mano una redonda copa,
La llenaba de vino, lo vertia,
Y sin cesar regaba la alma tierra,
Llamando el alma de Patroclo triste.
Qual se lamenta y llora un tierno padre
Mientras quema los huesos de su hijo
Que acaba de casarse, cuya muerte
Causa á los tristes padres grave pena;
Asi se lamentaba el fuerte Aquiles,
Tomo III. R
(254)
Haciendo arder los huesos de su amigo.
De quando en quando este Héroe se acercaba
A la funesta pira reclinado, -

Y exhalaba gemidos muy frecuentes.


Quando el Lucero hermoso matutino, -

Detrás del que se esparce sobre el ponto


La clara Aurora con purpúreo velo, . .
Vino á anunciar la luz sobre la tierra,
Entonces se extinguió esta grande pira,
Y cesaron las llamas. Nuevamente - ,
Los vientos á sus cuebas se retiran
Pasando el mar de Thracia, el qual bramaba
Enfureciendo sus hinchadas ondas.
Muy cansado el gran hijo de Peléo . . .
Se apartó de la pira, y echó en tierra,
Donde del dulce sueño fue asaltado.
Entretanto los Xefes y Caudillos
En torno á Agamenón se congregaban.
Al ruído que hacen todos caminando
Despierta el fuerte Aquiles, quien al punto
Se levanta, y les dice: » Hijo de Atreo,
»Y vosotros Caudillos generosos
»Del Exército Acheo , extinguid pronto
»Toda la pira con el negro vino, , , ,,,
»Donde noteis vestigios de las llamas: , , ,
-

Aºs. - - - -- -
(2.55)
»Despues, sin confundirlos, sacarémos
»Los huesos de Patroclo, que muy facil
» Podremos conocer, porque yacía
» En medio de la pira, y se quemaban
» Aparte los demás, y confundidos
»Caballos y hombres en la orilla extrema.
»Despues de recogidos los pondremos
» En una urna de oro, rodeados
»Y cubiertos de grasa, hasta que báxe
»Yo tambien al Infierno, tenebroso.
» Un túmulo no grande, y sí mediano,
»Hacerle solo quiero por ahora,
»Y vosotros despues, fuertes Acheos,
» Que luego que yo muera en nuestras naves
»Vivos quedeis aún, tened cuidado
»De erigir uno grande y elevado.”
Dixo; y todos los Reyes le obedecen.
Primero extinguen con el negro vino
Quanto en la pira se extendió la llama.
Se aplanan las cenizas de lo alto,
Y recogen llorando en la urna de oro
Los albos huesos del clemente sócio,
Con una doble grasa rodeados. "
Depositan despues esta aúrea urna
En la tienda de Aquiles, y la cubren
R 2
(256)
Con un velo precioso y delicado.
Señalan para el túmulo el recinto,
Abren junto á la pira los cimientos,
Y amontonaron la cabada tierra.
El túmulo acabado, se retiran:
Mas Aquiles el Pueblo alli detiene,
Y hace se siente en torno á la palestra.
Despues hace traer de los baxeles
Los premios destinados: unos vasos,
Trípodes y Caballos, Mulos, Toros
De cabezas robustas, limpio hierro,
Y mugeres vestidas ricamente.
A la velóz carrera de Caballos
Primeramente puso ilustres premios.
Una muger de singular belleza
Instruída en labores admirables,
Un trípode de oro con dos asas,
Que veinte y dos medidas contenia,
La qual jamás al fuego se arrimára,
Y blanca todavía. Para el quarto
Dos talentos de oro, y para el quinto .
Un vaso de dos asas nunca puesto
Inmediato á la llama. Se levanta,
Y en medio de los Griegos, de esta suerte:
»¡Oh Atrida (dice) y esforzados Griegos!
(257)
»Los premios que ahora yacen en el circo,
»Son para los ginetes destinados.
» Si por otro motivo menos triste
» Combatiesemos ahora los Argivos,
»Yo entraría tambien en la carrera
»Seguro de adquirir el primer premio;
» Porque todos sabeis quánto aventajan
» Mis Caballos á todos en presteza.
» Ellos son Inmortales, pues Neptuno
» Antes los dió á mi Padre el Rey Peléo,
» Que despues me los dió para mi uso;
» Pero yo estaré quieto, y en reposo
»Dexaré mis Caballos resonantes,

» Los que están afligidos por la muerte


»De aquel caro Patroclo, á quien gustosos
» Obedecian siempre, pues tenia
»Tanto cuidado de ellos, que mil veces,
» Despues de haber lavado bien sus crines
» En una clara fuente, los flotaba
» Para mayor belleza con aceytes.
» De su pérdida están tan consternados,
»Que á moverse no aciertan. Siempre tienen
» La cabeza muy baxa, nada comen,
»Y sus crines arrastran por la tierra.
” Ea, pues, el que viva confiado
R3
(258)
» En su carro y Caballos, prontamente
» Empiece la carrera osadamente.”
Asi Aquiles habló, y en el instante
Todos los combatientes se congregan.
El grande Rey Eumelo, hijo de Admeto,
Que sabía muy bien guiar el carro,
Comparece el primero. Despues de éste
El valiente Diomédes se presenta
Montado sobre un carro, que tiraban
Los Caballos de Tros, que habia quitado
A Eneas generoso, á quien Apolo
Libertó de la muerte. Despues llega
El divino é ilustre Menelao , y

En un carro sobervio, que tiraba


Podargo su Caballo, y una Yegua
Del Rey Agamenón, llamada Ethe,
Que el Príncipe Echepolo, hijo de Anchises,
Diera á este Rey para exentarse entonces :
De marchar á la guerra, y de seguirlo
A la ventosa Troya, por quedarse
Disfrutando una vida muy tranquíla,
En medio de placeres, en la vasta -

Y espaciosa Sycion, en donde Jove


Le diera gran riqueza y muchos bienes.
Menelao á Podargo unió esta Yegua,
(259 )
Que por una inquietud noble mostraba,
Que impaciente correr siempre anhelaba.
Se presenta en la quarta fila el hijo
Del venerable Néstor Antilocho
Con sus Caballos de rizadas crines,
Los que en Pylos nacieran, y tiraban
Con suma ligereza de su carro.
Viendole, pues, su padre en la barrera,
Se acercó, y aunque mucho conocia
Su prudencia y valor, le dió el anciano
Estos sabios consejos: s»Hijo mio,
»Júpiter y Neptuno favorables
» Te han mirado,aunque tienes edad corta,
»Y de todas maneras enseñado
» A conducir los carros: por lo mismo
» De una gran instruccion no necesitas,
» Porque sabes hacer lo conveniente
» Para dar los rodeos á las metas;
» Pero son tus Caballos tan pesados,
» Que pienso que algun mal ha de venirte.
» Los Caballos que llevan tus rivales -
»Son mejores, sin duda, que los tuyos;
» Mas ellos en destreza no te igualan. -

» Ea, pues, mis consejos no desprecies, -


»No suceda que pierdas ahora el premio, -s

R4
(26o)
» Porque mas con destreza que con fuerza
» Un artífice á otro se aventaja:
» Mas tambien que con fuerza con el arte
» El Piloto su nave salva y rige
» Quando la agita el viento impetuoso;
»Y en fin, mas con destreza que con fuerza
» Un escudero á otro se aventaja.
» Aquel que en la presteza se confia
» De sus bravos Caballos y su carro,
» Imprudente los guia á un lado y otro,
»Y siempre van vagando por el circo
»Sin poderlos tener ; pero el que sabe
» Manejarlos con arte, conociendo
» Que guia unos Caballos inferiores,
» A la meta mirando atento siempre
»Da el gíro cerca de ella, y sabe quando
»Debe afloxar las riendas, ó tirarlas,
»Y observa al que precede de contínuo.
»Ahora te indicaré qual es la meta,
»Para que facilmente la conozcas.
» En un sitio en que cruzan dos caminos
»Hay un tronco grueso de una Encina
» O Pino no podrido del Invierno,
» El qual sobre la tierra se levanta
»Un codo, ó cerca de él, y á los dos lados
(261 )
»Dos piedras grandes y altas lo sostienen: s
»Mas en torno hay un ancho y llano circo
» Por el qual correr pueden los Caballos;
»Y es éste, ó el sepulcro de algun hombre e

» Muerto ya tiempo hace, ó una meta e

» De los siglos pasados. Justamente s

» Aquel es el lugar donde ahora ha puesto


» La meta el generoso y fuerte Aquiles.
» Quando llegues muy cerca de la meta
» Agita tus Caballos y tu carro;
» Pero inclinarte debes en la silla
» Un poco á la siniestra, y estimúla
» El Caballo derecho, alzando el gríto,
»Y aflóxale las riendas de la mano.
»Haz que el Caballo de la izquierda llégue
»Tan cerca de la meta, que parezca
» Que el cubo de la rueda, hecha con arte,
» Casi llega á tocarla; pero cuida
» De no dar en la piedra, no suceda
» Que hieras tus Caballos, y que hagas
»Tu carro mil pedazos, pues sería
» Para tí mucha afrenta y gozo sumo,
»Y motivo de gloria á tus rivales.
» Aprovechate bien de tu prudencia,
» Hijo querido mio, pues si pasas
(262 )
»La meta en presto curso, nadie entonces
» Podrá pasar delante, ni alcanzarte.
-

»Ni tampoco aunque el carro conduxese


» El divino Arión, velóz Caballo
” De origen inmortal, que Adrasto tuvo,
» O los valientes que en un prado herboso
» Nutrió aqui Laomedonte generoso.”
Despues que asi habló Néstor á su hijo,
Se retiró á su puesto, y tomó asiento.
Merión armó el quinto sus Caballos,
Cuyas hermosas crines ondeaban.
Ascienden á las sillas; y en un yelmo
Echan las suertes, las remueve Aquiles,
Y Antilocho salió primeramente:
Despues el Rey Eumelo: luego toca
A Menelao Atrida , ínclito en lanza:
Despues á Merión, regir el carro;
Y el último á Diomédes, el mas fuerte,
Agitar los Caballos con presteza.
Puestos todos en órden arreglados,
Mostró Aquiles la meta desde lexos
En un campo espacioso: cerca de ella
Puso por Inspector al divo Phenix,
El qual era escudero de su padre,
Para que alli notáse las carreras,
º (263 )
-
Y despues la verdad les refiriese.
Todos en sus Caballos ya dispuestos,
Los látigos en alto levantaron,
Les dieron en los lomos, y en voz alta
Los excitaron con ardor inmenso:

Ellos con rapidéz el ayre hienden


Distantes de las naves por el campo:
Debaxo de sus pechos sale el polvo,
Como si fuese niebla ó torbellino,
Y las crines á impulso de los vientos
Ondean en sus lomos: ya los carros
Tocaban la alma tierra, y ya parece
Que saltando, sublímes se levantan.
Los Héroes en pie estaban en las sillas,
Y ansioso de victoria interiormente
El corazon de todos palpitaba.
Cada qual excitaba sus Caballos,
Que por el campo, y levantando el polvo
Con rapidéz corrian. Quando llegan
Al fin de la carrera los Caballos,
Y ácia el mar espumoso se revuelven,
Mejor se ve el vigor de cada uno,
Y el curso era mas rápido y ligero.
Primero iban volando las veloces
Yeguas del Rey Eumelo, y detrás iban
(264)
Los Caballos Troyanos de Diomédes;
Mas seguian sus pasos tan de cerca,
Que á todos los instantes parecia
Que sus huellas ponian sobre el carro,
Y del valiente Eumelo con su aliento
Calentaban la espalda y anchos hombros;
Pues ácia él volaban prestamente
Sus cabezas erguidas extendiendo.
Es cierto que Diomédes iba entonces,
O á pasar adelante, ó muy dudosa
A dexar la victoria, quando menos,
Si Apolo, enfurecido contra el hijo
Ilustre de Tydeo, no le hubiese
El látigo quitado de la mano.
Diomédes derramaba furibundo,
Lágrimas de sus ojos, porque via
Que las Yeguas de Eumelo redoblaban
Sus esfuerzos y aliento, y sus Caballos
Mitigaban su brio y ardimiento,
Porque el látigo entonces le faltaba.
No se ocultó á Minerva, que con fraude
Dañaba Apolo al hijo de Tydeo,
Y con rápido vuelo al punto alcanza
Al Pastor de los Pueblos: en sus manos
El látigo le pone nuevamente,
(265 )
E inspira á sus Caballos fuerza y brío.
Además, indignada la gran Diosa -

Va ácia el hijo de Admeto, y sin tardanza


Rompe el sólido yugo de sus Yeguas,
Que fuera del camino van corriendo,
Y el timón en la tierra se revuelve. -

Cae él mismo rodando de la silla, s

Y báxo de la rueda queda envuelto.


La naríz se lacéra, boca y codos, -

En la frente se hirió junto á las cejas,


Sus ojos son de lágrimas bañados, N

Y pierde el uso de su voz sonóra.


Pasa delante el hijo de Tydeo -

Rigiendo sus Caballos resonantes, s


Y saca á los demás mucha ventaja, -
Porque fuerza Minerva les infunde,
Y á Diomédes prestaba grande gloria.
Despues de él incitaba el rubio Atrida
Menelao valiente sus Caballos,
Y Antilocho animaba de esta suerte ,
A los Caballos de su ilustre padre: e

»No omitais vuestras fuerzas, pues conviene


» Volar ligeramente. Yo no os mándo -->
» Que paseis los Caballos de Diomédes,
» A quien ahora da Palas ligereza,
(266)
»Colmandole de honor y suma gloria. .
» Pero alcanzad al menos los Caballos
» Del bravo, Menelao, sin dexarles
» Que caminen delante de vosotros, o ,
» Porque siendo Ethe Yegua, será afrenta
» Que venza unos Caballos de tal fama.
»; Por qué os quedais atrás, siendo tan bravos?
» Una cosa os diré, y será cumplida:
»Néstor . Pastor de Pueblos, de hoy mas nunca
» Tendrá el mismo cuidado de vosotros;
» Antes os dará muerte con su acero,
» Si por vuestra flaqueza y cobardía .
»Solo el último premio conseguimos. . . . .
» Ea, pues, proseguid, y apresuraos
»Todo quanto podais, pues por mi parte
»Yo pienso dirigiros con destreza -
» Por el camino extrecho y escabroso,
» Que sin duda será mas ventajoso.”
Dixo asi; y los Caballos aterrados
Con estas amenazas de su dueño,
Se esfuerzan algun tiempo quanto pueden.
Antilocho percibe brevemente -

Que era un camino extrecho y escabado s


El que tomado habia, pues el agua - -

De Invierno recogida en él hiciera


(267 )
En parte del caminó una rotura, . . . .
Dexando aquel lugar todo profundo.
Para evitar el bravo Menelao
De las veloces ruedas el encuentro,
Por alli sus Caballos dirigía. , , , , , ,
Antilocho, inclinandose ácia un lado,
Sus Caballos de huellas resonantes
Por fuera del camino estimulaba,
Y volviendose un poco, le seguía. . . ...
Al ver que se acercaba, Atrida teme,
Y asi dice á Antilocho en altas voces:
» Antilocho, tú vas incautamente: , , , , , .
» Detén esos Caballos, ¿no percibes
» Que es aqueste camino muy extrecho ? ,
» Despues incítalos quanto tú quieras, º
» No suceda que rompas, juntamente
» Este carro y el tuyo neciamente.”
Dixo asi; y Antilocho sin pararse
Incita mucho mas á sus Caballos .
Como si no le oyera. Tanto espacio en e

Como camina un disco despedido ,, , ,


Por un joven robusto, haciendo prueba ,
De su edad juveníl;, tanto de un salto t.

Pasaron los Caballos de Antilocho, o , , ,,


Y dexaron detrás á los de Atrida, a
(2.68)
Porque éste con destreza dexó entonces
De agitar sus Caballos resonantes,
Para que asi en camino tan extrecho
Tropezar no pudiesen , y á su empúje -
Los carros bien unidos derribasen,
Haciendo que cayesen ellos mismos
Entre el polvo revueltos, anhelando
Con presto curso conseguir victoria.
El rubio Menelao en voces altas
Le dice reprehendiendo de esta suerte:
» Antilocho, no hay hombre en este mundo
»Mas dañoso que tú : ¡Ojalá sea
» Castigada tu audacia !. Los Argivos
» En creerte prudente se engañaron.
» Mas sabe que con toda tu locura
»No lograrás el premio, si primero
»No haces un juramento verdadero.”
Asi habló ; y exhortando en voces altas
A sus Caballos, dixo de esta suerte:
»No me dexeis ahora abandonado,
»Ni quedeis oprimidos de tristeza N

» Porque os pasan delante ; pues yo afirmo


» Que antes se cansarán esos Caballos,
» Que vosotros, que sois tan animosos,
»Pues ni jovenes son, ni son briosos”
Y,

(269)
Dixo asi; y los Caballos animados
Con esta exhortacion , mas velóz corren,
Y prestamente alcanzan á Antilocho.
Sentados los Argivos en el circo,
Miraban los Caballos que volaban,
El polvo levantando por el campo.
Idomenéo, General de Creta,
Viendolos el primero, los conoce,
Porque estaba sentado fuera el circo,
Y sobre una atalaya muy excelsa.
Al oír que incitaba los Caballos
Uno desde lo lexos, le conoce,
Y ve un Caballo hermoso que corriendo
A todos superaba, el qual tenia
El cuerpo todo roxo, y en la frente ,
Una blanca señal, que era redonda
Como la Luna llena. Se levanta

En pie entre los Argivos, y les dice:


»¡Oh Príncipes, amigos y Caudillos
» De las tropas Argivas Solamente
»Veo yo los Caballos, ó vosotros
»Tambien los descubrís? A mí diversos -
» Parecen los primeros que ahora vienen,
-

»Y el escudero diferente júzgo


»Del que antes ganaba la victoria.
Tomo III. S
(27o )
»Sin duda ha sucedido algun fracaso
» A sus hermosas Yeguas, pues he visto
» Que volvieron la meta las primeras,
» Y ahora verlas no puedo, aunque mirando
» Gíro la vista por el campo Teucro.
»Sin duda que las riendas han huído
» De aquel que las regía, ó á la meta
»No pudo contenerlas diestramente,
» O no tuvo al volver buena fortuna.
»Yo júzgo que alli mismo se ha caído:
» Que su carro se ha roto; y que sus Yeguas,
» De animoso furor arrebatadas,
»Han corrido por fuera del camino.
» Pero mirad vosotros, levantaos,
» Pues yo no le distingo enteramente.
»No obstante, me parece es un Etolio, -

»Y yo me engáño mucho si no es éste


»Diomédes, hijo fuerte de Tydeo,
»Domador de Caballos muy briosos,
»Y Rey de los Argivos belicosos.”
Ayax, hijo de Oileo, se levanta,
E increpa á Idomenéo con injurias:
»; Por qué tú, Idomenéo, te apresuras
» A hablar tan importuna y necíamente ?
» De aqui lexos aún aquellas Yeguas
(271 )
»Corren con presto curso por el campo,
»Y no eres el mas joven de los Griegos,
»Ni vista perspicáz tampoco tienes;
» Pero siempre has de hablar inútilmente,
»Y no ser tan loquáz te convendría,
»Y mas en la asambléa donde hay otros
» Que hablan mejor que tú. El valiente Eumelo
» Conserva aún la ventaja que ha tenido.
»No creas que las riendas ha perdido.”
El General de Creta le responde,
De este ultrage ofendido: "Ayax, tú eres
» El mas valiente en proferir injurias,
»Pero, muy inferior en lo restante
» A todos los Argivos ; por lo mismo,
»Sin tanto disputar, luego apostemos
»Un trípodeó caldera, y elijamos
» Por Juez á Agamenón. El verá en breve
» Quales caballos son estos primeros,
»Y á tu costa sabrás por experiencia
» Que otra vez tener debes mas prudencia.”
Dixo asi; é irritado Ayax de rabia
Se levanta dispuesto á propasarse,
Y á llenarle de injurias é improperios;
Y se hubieran seguido á esta disputa
Consecuencias funestas, si al instante
S2
(272)
No se levanta Aquiles, y les dice:
» Ayax, y tú tambien Idomenéo,
» No disputeis con ásperas palabras,
» Porque esto no es decente entre vosotros,
»Y al que hiciese una cosa semejante,
» Reprehenderá vosotros tocaría.
» Ea, pues, asentados en el circo
» Observad los Caballos, pues en breve
» Vendrán aqui anhelando la victoria,
»Y sabreis los que vienen los primeros,
»Y tambien los que llegan los postreros”
Dixo; y cerca llegaba impetuoso
El hijo de Tydeo, que triunfante
Venía con el látigo incitando
Sin cesár sus Caballos en los lomos;
Y estos saltando en alto, con sus huellas
Levantabañ el polvo del camino,
Con el qual se cubria el escudero.
Los veloces Caballos conducian
Rápidamente el carro, en que brillaba
El oro y el estaño bien labrado,
Sin dexar en la arena ni aun vestigios
Visibles de las ruedas, pues volaban
Con presto y ágil curso. Se detuvo
En medio de aquel circo, y en la tierra
(273)
Cayó mucho sudor, los Caballos
que -
De su pecho y cervices destilaban. º

Diomédes saltó á tierra de la silla .


Espléndida y luciente, y en el yugo , , ,
Su látigo apoyó: mas perezoso a
No fue el fuerte Esthenelo; pues al punto
El premio recibió, é hizo llevasen s
Sus magnánimos sócios la cautiva, y
Y el trípode de oro con dos asas,
Y le desunce él mismo los Caballos.
Despues del hijo ilustre de Tydeo a
Antilocho de Néstor agitaba .. ...,
Sus robustos Caballos; pues con fraude, .
Y no con ligereza, habia pasado •

A Menelao Atrida : mas no obstante


Menelao tan cerca le seguia,
Cómo lo está un Caballo uncido á un carro
De la rueda que arrastra, conduciendo
Por el campo á su dueño, porque llega , , ,
Con los extremos pelos de la cola
Al cerco de la rueda, y aunque corre
Por un campo espacioso velózmente
Siempre está tan cercano, que no dexa
En medio un gran espacio: tanto entonces
Atrida Menelao detrás iba , , , ,
S3 - -
(274)
Del ilustre Antilocho. Sin embargo
Que Antilocho en la ondura peligrosa
Detrás se lo dexó, tanta distancia
Como un tíro de dardo, prontamente
Atrida le alcanzó, pues se aumentaba
La ligereza de Ethe, Yegua hermosa
De Agamenón Atrida, de tal suerte,
Que por un poco mas que la carrera

Hubiese sido larga, Menelao -


Llegára ciertamente mucho antes,
No dexando dudosa la victoria.
Atrida, que seguia tan de cerca
Al valiente Antilocho, iba delante
Del escudero fiel de Idomenéo
Como un tro de dardo de distancia,
Pues eran muy pesados sus Caballos,
Hermosos y bizarros por sus crines,
Y él para manejarlos no era diestro,
Ni en conducir el carro en el certamen.
El último de todos estos Héroes
Llegó el hijo de Admeto á la barrera,
Arrastrando su carro tan hermoso,
Y agitando delante sus Caballos.
De su infelice suerte piedad siente
El pronto y noble Aquiles; y en pie puesto
(275)
En medio de los Griegos, asi dixo:
»El mas fuerte varon último agita
»Sus Caballos de huellas resonantes.
» Ea, pues, como es justo concedamos
» A éste el segundo premio, y el primero
» A Diomédes, intrépido guerrero.”
Dixo asi; y aprobaron su dictamen
A un mismo tiempo todos. Ciertamente
Diera á Eumelo la Yegua con asenso
De todos los Argivos, si Antilocho,
Levantandose entonces, no decia
A Aquiles con razon estas palabras:
» Aquiles, si executas lo que dices,
» Me indignaré contigo justamente.
»; Porque Eumelo sea diestro, y se haya roto
»Su carro infelízmente en la carrera,
»Deberás darle el premio que he ganado?
»¿Por qué á los Inmortales no rogaba,
»Y no llegára el último de todos ?
»Si tú de su desgracia piedad sientes,
»Y á tu ánimo es grato, mucho oro,
»Cobre, Obejas, cautivas y Caballos
» De huellas resonantes en tu tienda

»Tienes en abundancia, con que puedes


»Darle un premio mayor y mas precioso,
S4
(276)
» Para que asi te alaben los Argivos:
»Mas por lo que hace al mio, no lo cedo, s
» Antes bien el que quiera disputarlo, -
» Con las armas podrá solo ganarlo.”
Dixo; y el fuerte Aquiles muy contento
De la noble osadía de Antilocho,
Su amigo y compañero, se sonrie,
Y al punto le responde de esta suerte: .
» Antilocho, supuesto que te agrada
» Que otro premio dé á Eumelo de mi tienda,
» Gustoso lo consiento. Voy á darle
» La coraza del bravo Asteropeo,
» A quien yo la quité, pues es de cobre,
»Y todo al rededor está bordada.
» De una faxa de estaño reluciente;
»Y éste para él será mayor presente.”
Manda, pues, al momento á Automedonte
Que trayga la coraza de su tienda.
Obedece, y Aquiles lada á Eumelo,
El qual con alegría la recibe. -

Menelao al momento se levanta


Contra el bravo Antilocho furibundo.
El Heraldo le puso en mano el cetro,
El silencio intimando á los Argivos.
Entonces el divino Menelao,
(277)
Puesto en medio de todos, asi dice:
»Antilocho, antes sábio, ¿qué ahora has hecho?
»Tú mi gloria y valor has denigrado,
»Y mis diestros Caballos ofendido
»Pasandome delante con astucia,
» Aunque los tuyos son muy inferiores.
»¡Oh Príncipes y Xefes de la Grecia !
»Juzgad entre los dos lo conveniente,
» Sin hacerme favor; pues yo no quiero

» Que jamás Griego alguno decir pueda,


» Que con falsos supuestos Menelao
» Ha quitado á Antilocho el justo premio
» Porque eran sus Caballos inferiores,
»Y él mejor en las armas, y la fuerza:
»Mas yo daré sentencia por mí mismo,
»Y no pienso que alguno de los Danaos ,
»Me incrépe ni reprehenda, pues es justa.
» Antilocho, de Júpiter alumno,
» Llega , como conviene, y en pie puesto
» Delante de tu carro y tus Caballos,
»Teniendo en mano el látigo sonante
» Con que antes los Caballos agitabas,
»Haz juramento por el gran Neptuno
» Que la tierra circuye con sus ondas,
» Que á tu pesar mi carro has impedido,
(278)
» Usando de un engáño inadvertido.”
El prudente Antilocho le responde:
»Sosiegate, divino Menelao.
»Yo en edad juveníl te excedo mucho,
»Y tú eres mas anciano y mas valiente.
» Bien conoces los ímpetus de un joven,
..» Pues su mente es velóz, ténue el consejo,
»Y asi á mi edad perdona la osadía,
» Que ahora yo mismo te daré la Yegua
» Que recibí por premio; y si pidieses
» Otra cosa mayor de las que tengo,
»Todo te lo daría mas gustoso
» Que perder tu amistad inestimable,
»Y ser contra los Dioses exécrable.”
Despues que dixo asi, tomó la Yegua,
A Menelao Atrida la dió al punto,
Y se extendió en su pecho el regocíjo.
Como el rocío en torno á las espigas
De la creciente mies, quando los campos
Mustios están del frio ; de esta suerte
Se difundió en tu pecho la alegría,
Menelao divino, y le dixiste
Asi al hijo de Néstor: » Antilocho,
»Ya depuesto mi enójo, quiero ahora
» A tí ceder yo mismo, porque nunca
(279 )
»Has sido, ni imprudente, ni ligero,
»Y ahora á tu juventud venció tu mente.
» Para otra vez evita con cuidado
»No disgustar jamás á los mayores:
»Ningun Argivo, pues, tan prontamente
»Mi cólera y enojos aplacára;
»Pero tantos trabajos has sufrido
» Por mi causa y defensa en esta guerra,
»Y tan grandes servicios me han prestado
»Tu buen padre y tu hermano, que ahora quiero
» Olvidar lo pasado, y excusarte. -

»Tambien te doy la Yegua, aunque en justicia


» Me toca y pertenece; y esto baste - -

» Para hacer que conozca todo Argivo,


» Que sobervio no soy, ni vengativo.”
Dixo; y al compañero de Antilocho
Noemón generoso dió la Yegua
A fin de conducirla; y él quedóse
Con la caldera espléndida contento.
El quarto premio Merión recibe,
Que en dos talentos de oro consistia.
Queda sin destinar el quinto premio, -

Que era un vaso luciente de dos asas,


Y Aquiles lo da á Néstor venerable, --

Llevandolo por medio del consejo º


(28o )
De los fuertes Argivos: »Ten (le dice),
» Padre mio, recibe este regálo,
»Que te hará recordar de las exéquias
» Del difunto Patroclo. ¡Ay de mí triste !
»Ya nunca le verás entre los Griegos.
»Yo te doy este premio gratuito,
» Pues no puedes ahora presentarte
» Al combate del cesto, ni á la lucha,
»Ni entrar en el certamen de los dardos,
»Ni correr con los pies, pues al presente :
» La senectud te oprime gravemente.”
Esto dicho en su mano el premio puso;
Y Néstor recibiendole gozoso, t.

Con aladas palabras le responde:


» Hijo, tienes razon, pues ya carezco
» De aquel grande vigor y ligereza
» Que tenia otras veces: estoy débil, ,
e» Mis pies están pesados, y mis brazos
» Fuerza y agilidad ya no conservan.
» Que no tenga la edad y vigor fuerte
» Que alentaba mi espíritu en el tiempo
» Que hicieron los Epeos las exéquias
»Del Rey Amarynceo en el Buprasio,
»Proponiendo sus hijos vários premios
» Entonces no encontré quien me igualáse,
(281 ) N,

»Ni entre Pylios, ni Epeos, ni tampoco


»Entre Etolios magnánimos y fuertes.
»En los juegos del cesto vencí al hijo
» De Enopo Clytomédes: en la lucha
» A mi rivál Anceo de Pleuronio:

»Pasé delante á Iphiclo en la carrera,


» Aunque era el mas robusto, diestro y fuerte:
»Y vencí á Polydoro y á Phileo,
» En arrojar el hasta. Solamente
»Los dos hijos de Actor me vencieron
» En la velóz carrera de Caballos,
» Porque eran dos rivales contra uno;
»Y envidiando que yo vencedor fuera,
»Y ganáse los premios destinados
» En aquella carrera á los ginetes,
» Contra mí los dos juntos se opusieron,
» Pues el uno las riendas dirigía,
»Y el otro los Caballos incitaba.
»Tal fuí yo en otro tiempo; mas ahora
” Es preciso dexar estas empresas
» Para gente mas joven; y á mí solo, l
»Sin resistencia, obedecer conviene .
» A la triste vejéz, aunque en mi tiempo
» A los Héroes Acheos superaba.
» Ea, pues, hijo mio, continúa
(282)
» Estos fúnebres juegos que celebras
» En honor de tu amigo; yo recibo
» El premio que me das con mucho gusto,
»Y el corazon rebosa de alegría
» Al mirar que de mí siempre te acuerdas,
»Y me haces los honores que merezco

» Entre los Griegos por mi edad madura.


»; Ojalá que los Dioses te prosperen,
»Y esta gracia piadosos remuneren!”
Dixo; y el hijo ilustre de Peléo,
Despues de haber oído los elogios
Que se daba el buen Néstor, prestamente
Por la gran turba de los Griegos marcha,
Y los premios propone para el juego
Y combate del cesto. Manda que aten
En medio de aquel circo y asambléa
Una Mula muy bella de seis años,
Que no estaba domada todavía, lº,

Y aún era muy dificil de domarse;


Y propone tambien para el vencido
Una taza redonda. Luego Aquiles
Se levanta, y les dice á los Argivos:
» Magnánimo é ilustre hijo de Atreo,
» Y vosotros Acheos generosos,
» Los dos mas valerosos campeones
(283)
»Al combate del cesto se presenten,
»Y sin repáro alguno se acometan.
» Aquel á quien Apolo dé victoria,
»Y todos los Acheos le conozcan,
»Se llevará á su tienda aquesta Mula,
» Que resistir podrá grandes trabajos; -

» Y además quedará para el vencido


» Esta taza redonda, que he elegido.”
Asi dice; y el hijo de Panopo,
El formidable Epeo, se levanta: -

Tenia una estatura prodigiosa,


Una fuerza excesiva, y gran destreza
En aquestos combates. Al momento
Pone las manos en la fuerte Mula,
Y en voz alta les dice de este modo:
»Acérquese al combate quien quisiere
» La taza conseguir; porque no júzgo
» Que se lleve la Mula algun Acheo,
»Venciendome en el cesto, pues me jacto
» De ser en esta pugna el mas valiente.
» ¿ No basta que inferior soy en la guerra?
»No puede ser un hombre fuerte y hábil
» En todos los combates. Yo asegúro,
»Y su efecto tendrá, que al rivál mio
» Dislocaré los miembros, y los huesos: .
(284)
»Mas aqui permanezcan sus parientes,
»Y podrán conducirle sin tardanza
»Vencido por mis manos y pujanza.”
Dixo; y todos quedaron silenciosos,
Contra él se levanta solamente
El valiente Euryalo, igual á un Numen,
Hijo de Mecistheo, cuyo padre .
Fue el grande Rey Talao. Mecistheo
En la guerra de Thebas habia estado,
Y hallandose en los juegos funerales
De Edipo, á quien en ella dieron muerte,
Alli venció en la fuerza á los Cadmeos..
En torno de él Diomédes se fatiga
Prestandole valor con sus palabras,
Porque anhelaba mucho que venciese.
Primero en torno de sus miembros puso
Un cinto, y en las manos dos correas
De pellejo de un Buey, que era silvestre,
Quando los dos estaban ya ceñidos,
En medio de aquel circo se presentan.
Con sus robustas manos levantadas
Ambos enfurecidos se invadian,
Y enlazaban sus brazos juntamente.
Excítase un vehemente estruendo horrible
A los golpes que dan en las mexillas,
(285)
Y el sudor les corria de sus miembros.
El noble Epéo asalta y hiere al otro,
Mientras miraba en torno, en la mexilla,
Y mucho tiempo estár en pie no pudo
Cayendo á tierra sus hermosos miembros.
Como al soplar el Bóreas un pez salta
Del pohto en la encrespada superficie
Contra la algosa costa, y de improviso
La onda negra le cubre; de esta suerte
Cae Euryalo herido, y de la mano
Asiendole le alzó de tierra Epéo.
Sus amigos se acercan, y le llevan
Por en medio del circo casi inmovil,
Pues sus pies le arrastraban por el suelo.
Un torrente de sangre vomitaba,
Su cabeza ácia un lado le pendia,
Y privado se hallaba de sentido.
Entre los conductores le colocan,
Y la taza redonda ellos reciben.
El hijo de Peléo les presenta
Los premios sin tardanza á los Argivos,
Para el tercer combate de la lucha.
Un trípode muy apto para el fuego
Al vencedor señala, que estimaban
Por el precio y valor de doce Bueyes
Tomo III. T
º. (286)
Entre sí los Acheos, y al vencido
Una bella cautiva diestra y hábil
En todas las labores, y estimaban
Por el precio y valor de quatro Bueyes.
En el circo estos premios colocados
Aquiles se levanta, y asi dice:
» Quien esté de estos premios deseoso,
»Levantese á esta lucha presuroso.” —r

Dixo asi; y al momento se levanta


El magnánimo Ayax Telamonio,
Y tambien comparece el sábio Ulises, y
En fraudes y consejos instruído;
Y luego que los ciñen se presentan
En medio de aquel circo. Mutuamente
Con sus robustas manos se asen ambos,
Y asi abrazados con vigor combaten,
Como de un alta casa un Arquitecto
Inclito adapta juntas grandes trabes
Para evitar del viento el fuerte impulso.
Cruxen todos sus huesos á la fuerza
De los nudos texidos de sus brazos:
Un humedo sudor cae de sus cuerpos,
Y cárdenos tumores se levantan
En hombros y costados, producidos
De la sangre contusa. Los dos siempre
(287)
Mas anhelaban adquirir victoria,
Y llevarse este trípode precioso;
Pero aunque mas esfuerzos ambos hacen,
Ni Ulises sacudir puede al gran Ayax,
Ni arrojarle en la tierra, ni Ayax puede
A Ulises aterrar ; pues, lo impedias
De Ulises el vigor, y grave fuerza.
Despues de darse inútiles embates,
Percibiendo el gran Ayax que los Griegos
Se fastidiaban ya de tanta lucha,
Le dice al sábio Ulises de este modo:
»Industrioso hijo ilustre de Laertes,
»o que alzarte yo pueda me permite,
» O levantame tú : de lo restante
»Cuidará el sábio Jove fulminante.”
Dixo asi, y levantóle. Mas entonces
No olvidó el diestro Ulises sus engaños,
Y cruzando la pierna , de tal - suerte
Encima del jarrete le dió un golpe,
Que de sus miembros el vigor quitando,
Le derribó en la tierra boca arriba.
Cayó sobre su pecho el fuerte Ulises,
Y las tropas miraban esta lucha
Con grande admiracion, y la aplaudian.
Ulises el segundo á Ayax alzaba;
T2
(288)
Mas le movió muy poco de la tierra,
Y no le levantó, pues la rodilla
Enredóse al embate. Ambos cayeron
El uno junto al otro en la alma tierra,
Y se cubrieron de sudor y polvo.
Vuelven á levantarse, y aún querian
Tercera vez luchar con nueva fuerza,
Si Aquiles no se hubiera levantado,
Y lo hubiese impedido, asi diciendo:
»No os canseis ni obstineis mas en la lucha:
»Vuestra gloria es igual; y asi igualmente.
» Recibireis el premio, Retiraos,
»Y dexad que otros Griegos á porfia es
» Disputen con ardor y bizarría.”
Asi dixo; y los Héroes obedecen: -

Se limpian el sudor y mucho polvo,


Y sus túnicas vuelven á vestirse.
El hijo de Peléo sin demóra a
Otros premios señala á la carrera.
Era una argentea hydria el primer premio,
Muy admirablemente trabajada: , .
Cogia seis medidas, y en belleza - º -

Otra mejor no habia, en todo el mundo.


De artífices Sydonios era obra,
La qual habian traído los Phenicios ,
(289)
Sobre el piélago negro en sus baxeles,
Y quando á Lemnos abordaron ellos,
A Thoante la dieron en regalo,
Y el hijo de Jasón, Euneo ilustre,
La dió al Héroe Patroclo por rescate
Del hijo de Priämo Lycaonte.
Aquiles quiso honrar con tan buen premio
Estos fúnebres juegos de su amigo,
Dandolo al mas ligero en la carrera.
El segundo era un Toro grande y pingue:
Y señaló por último y tercero
Medio talento de oro. El fuerte Aquiles
Se levanta, y les dice á los Argivos:
» Quien esté de estos premios deseoso,
» A correr se levante presuroso.”
Ayax pronto y velóz, hijo de Oileo,
Al punto se levanta: luego Ulises,
Y el hijo del gran Néstor Antilocho,
Que á los jovenes todos superaba
En suma agilidad y ligereza, -

Y se ponen en fila. El bravo Aquiles


Las metas les señala. Todos juntos
Parten como relámpagos. En breve
Pasa el hijo de Oileo á sus rivales;
Mas Ulises le sigue tan de cerca
T3
(29o)
Como una muger bella (que divide
Con sus manos la estambre) pasa el huso
Inmediato á su pecho: tan de cerca
Detrás de aquel corría el diestro Ulises.
Apenas dexa el pie del fuerte Ayax
Un lugar, quando el pie de Ulises bravo
Lo ocupa antes que el polvo se levante;
Y su aliento calienta y humedece
Del gran Ayax la espalda y la cabeza.
Los Acheos le aníman con sus gritos
A adquirir la victoria que anhelaba,
Y á correr se apresura en velóz curso.
Quando ya se acercaban á la meta,
No pudiendo alcanzarle el diestro Ulises;
Asi ruega á Minerva entre sí mismo:
»Escuchame propicia, excelsa Diosa,
»Y á mis pies da socorro presurosa.”
Asi dixo rogando; y la gran Palas
Oyendolo le inspira ligereza
En los pies, en los miembros y las manos.
Estando estos dos Héroes en el punto
De conseguir el premio, Ayax valiente
Pisando por un sitio todavía
Manchado de la sangre de los Toros,
Que el valeroso Aquiles inmolára
(291 )
Sobre Patroclo, su querido amigo,
Por Minerva impelido cae en tierra;
Ayax se llena de bovino estiercol
La naríz y la boca, y se levanta;
Mas la hydria se lleva el fuerte Ulises,
Porque arribó primero. Ayax ilustre
Solo recibe el Toro, y en pie puesto,
Teniendo con las manos por una hasta
A este Toro silvestre, exclama y dice,
Escupiendo el estiercol, de esta suerte:
»Yo no tendré otro premio, excelsos Dioses,
»Pues la Diosa que siempre ampara á Ulises,
»Y como buena madre va á su lado,
» Al fin de la carrera me ha parado.”
Dixo; y todos por esto dulcemente
Echaron á reír. Luego Antilocho
Toma el último premio, y con sonrisa
Dice asi entre los Griegos, en voz alta:
»Nada diré yo, amigos, que vosotros
»No conoceis mejor. Siempre los Dioses
» Por la edad avanzada se declaran:
» Ayax es superior á mí en los años,
» Un siglo entero ha visto el sábio Ulises,
»Y cruda senectud dicen que tiene.
”Sin embargo es tan agil y animoso,
T4
(292)
»Que no aconsejo yo á ningun Argivo
” Que en correr le dispúte: solamente
»Puede vencerle Aquiles el valiente.”
El hijo de Peléo satisfecho
De oír esta alabanza, asi le dice:
»No me has dado, Antilocho generoso,
» Este elogio tan grande inútilmente,
» Porque medio talento yo te añado
» Al otro medio de oro señalado.”
Dixo asi; y en las manos se lo pone,
Y gozoso Antilocho lo recibe.
Despues hace traer el noble Aquiles,
En medio de aquel circo, una hasta ferrea,
Un escudo y un yelmo, cuyas armas
A Sarpedon, Patroclo habia quitado,
Y en pie entre los Argivos, asi dice:
» Los dos mas valerosos que aqui haya
»Vayan á armarse pronto, y despues vengan
» A probar su vigor en fuerte pugna
»Delante del congreso, y el que tiña
» El primero sus armas con la sangre
» De su bravo enemigo, tendrá en premio
» Una espada de Thracia, guarnecida
»Toda de argenteos clavos, que yo mismo
» Le quité á Asteropéo. Además de esto
(293)
»Serán premio comun del uno y otro
»Del fuerte Sarpedón las bellas armas,
»Y despues en mi tienda suntuosa
»Les daré yo una cena deliciosa.”
Esto dicho, el gran Ayax Telamonio
Se levanta, y el hijo de Tydeo;
Y despues de tomar ambos sus armas,
Cada qual á su lado entran en pugna
De llegar á las manos deseosos,
Y se miran los dos horriblemente.
Viendo este ardor y furia los Argivos,
De terror y de espanto se sorprehenden.
Quando estos dos terribles campeones
Se ponen frente á frente, se invadieron
Tres veces con aliento, y otras tantas
Se asaltaron de cerca impetuosos.
Ayax da en fin tal golpe en el escudo
Del valiente Diomédes, que lo pasa:
Mas penetrar no puede hasta su cuerpo,
Pues la coraza al hierro se resiste.
Pero despues Diomédes anhelaba
Alcanzar por encima del escudo
Con la punta de acero refulgente
La cervíz del gran Ayax; mas entonces
Los Griegos aterrados del peligro
(294)
Del magnánimo Ayax, les ordenan
Que den fin al combate, y que dividan
El premio prometido. El bravo Aquiles
Da á Diomédes la espada con la vayna,
Y el tahalí con arte fabricado,
Que al vencedor estaba destinado.
Despues el hijo de Peléo puso
Una bola de hierro de gran peso,
Que el gran Rey Etión acostumbraba
A lanzar en los juegos como un disco.
Despues que á este gran Rey dió muerte Aquiles
Se traxo aquesta bola en sus baxeles
Entre muchos despojos. Este Héroe
Mostrandola á los Griegos, asi dice:
» Levantese el que aspíre á aqueste premio,
» Que será el mismo disco: el que lo gane,
» Por mas tierras que tenga, á buen seguro
» Que para cinco años tendrá hierro,
»Sin que sus Labradores ni Pastores,
»Dexando sus labores y rebaños,
»Vayan á la Ciudad para su compra,
» Como todos lo hacen al presente,
»Pues tendrán con él solo suficiente.”
Dixo asi; y al momento se levantan
El bravo Polypétes, el robusto
(295)
Ilustre Leontéo, Ayax valiente,
Hijo de Telamón, y el divo Epéo.
Todos ellos por órden se colocan:
Toma primero Epéo el fuerte disco,
Y dandole en el ayre algunas vueltas
Con un vigor terrible, lo despide,
Y á to los los Acheos causa risa.
El segundo lo arroja Leontéo,
Y delante lo pasa. Ayax robusto,
Hijo de Telamón, es el tercero,
Y lo arroja tambien con tal impulso,
Que dexa muy detrás á sus rivales.
En fin, le toca el turno á Polypétes.
Toma el disco, y lo arroja tan distante
De donde habian llegado los primeros,
Quanto llega un Pastor con una honda
Quando tira una piedra, deseoso
De apartar su rebaño de algun campo:
Tanto pasa del circo los confines.
Lo aplauden los Argivos, y al momento
Los sócios del triunfante Polypétes
Conducen á sus cóncavos baxeles
Este disco por premio destinado,
Que su Rey valeroso habia ganado.
Despues á los Arqueros les convida
(296 )
A despedir saetas, y propone
Para premio diez hachas, y otras tantas
Medias hachas de acero refulgente.
Fixa despues el árbol de una nave
Lexos de alli en la arena, y en lo alto
Ata del pie una tímida Paloma
Con una sutíl cuerda, les ordena
Que le tiren saetas, y les dice:
» El que hiera la tímida Paloma
» Llevará las diez hachas á su tienda;
»Y el que toque la cuerda, mas no al ave,
»Tan solo llevará las medias hachas,
» Como inferior en mérito al primero,
» Pues menor su destreza considéro.”
Dixo asi; y el Rey Teucro en el instante,
Con el gran Merión, siervo valiente
Del Rey Idomenéo, se presentan
A disputar el premio señalado.
En un yelmo de bronce echan las suertes,
Y saliendo primero la de Teucro,
La flecha con vigor tira del arco:
Mas no ofreciendo al grande Febo Apolo,
Que preside á este arte, un hecatombe
De ciento primogénitos Corderos,
Yerra el tíro que al ave dirigía,
(297)
Porque Apolo, ofendido de su olvído,
Le impidió la victoria que anhelaba;
Pero dió la saeta justamente
En la cuerda que ataba la Paloma,
Y la cuerda cortó la acerba flecha.
Libre, pues, la Paloma de su lazo
Vuela rápidamente ácia los Cielos,
Y la cuerda se cae ácia la tierra,
Aplaudiendolo mucho. los Acheos.
Merión, que tenia prevenida .
Su acerada saeta, toma el arco
De la mano de Teucro ; y hace á Apolo.
Promesa de ofrecerle un hecatombe
De ciento primogénitos Corderos.
Persigue con los ojos la Paloma, ,
Que en las nubes hacía inciertos gíros;
Despide su saeta, mas no obstante
La mucha rapidéz con que volaba,
Le da báxo de una ala: el dardo agudo,
De parte á parte pasa la Paloma,
Y volviendo á caer ácia la tierra, ºe

Al pie de Merión queda fixado.


Herida la Paloma volver quiere
A sentarse en el árbol mas al punto
Tuerce el cuello, y sus alas extendiendo
A
(298)
Cae apartada de él, de vida exhausta.
Admiradas y atónitas las tropas,
Repiten sus aplausos y sus gritos.
Merión toma luego las diez hachas .
Que al vencedor estaban prometidas,
Y las diez medias hachas solamente

Teucro lleva á sus naves prontamente.


El hijo de Peléo despues puso,
Llevandolas al circo una hasta larga,
Y una caldera nunca al fuego puesta,
Cuyo precio al de un Buey se atribuía,
Y de várias figuras adornada. - .

Se levantan al punto los lanceros;


Alzase Atrida Agamenón reynante,
Y Merión valiente, y vigoroso
Escudero del Rey Idomenéo.
Puesto en medio, el valiente y pronto Aquiles,
Habló de esta manera: , Ilustre Atrida,
»No hay ninguno que ignóre entre nosotros
» Que á todos los lanceros te aventajas,
»No menos en vigor, que en la destreza -

»De despedir el hasta : por lo mismo


»Lleva á tus huecas naves este premio,
»Y á Merión darémos sin tardanza,
»Si fuese de tu gusto, aquesta lanza.”
(299 )
Dixo de esta manera, y no disiente
El Rey Agamenón. La lanza ferrea
Dió al bravo Merión; y el Héroe mismo
A Talthybio su Heraldo, dió igualmente
Su premio tan hermoso y refulgente.
s
(3oo)

cº-==secue=sco
LA ILIADA DE HOMERO.

L I B R. O X XIV.

A R G U M E NT O.

Thetis, de órden de Jove, á Aquiles dice


Que entregue el cuerpo de Héctor infelice.
Priámo por Mercurio conducido
Va á rescatar su hijo tan querido;
Y vuelto á la Ciudad, le entierra al punto,
Haciendo las eréquias al difunto.

A atada los juegos funerales,


Y desunida toda la asambléa,
Cada qual á sus naves se retira
En la cena pensando, y del trabajo
Descansar con el sueño delicioso.
Aquiles, que un instante no apartaba
La imágen da su amigo de la idea,
Lloraba sin cesár; y el dulce sueño,
Que de todos alivia los pesares,
(3o 1 ) -,

Rendirle no podia. Siempre estaba *

Trayendo á su memoria la dulzura,


La fuerza, y el aliento de su amigo,
Las empresas que juntos habian hecho, .

Las fatigas sufridas mutuamente, :


Las guerras de los hombres, y los mares, º
Que con mucho peligro habian surcado,
Y acordandose de esto derramaba s.

En raudales sus lágrimas ardientes.


Ni echado boca arriba , ó boca abaxo,
Ni tampoco de lado reposaba;
Y poniendose, en fin, de pie derecho
Por la costa del mar camina errante,
De tristes pensamientos agitado. .
Los primeros fulgores de la Aurora - X

Le hallan todos los dias extendido y


En la costa del mar, y al despertarse
Uncía de su carro los Caballos, -

Ataba á él cruelmente el cuerpo de Héctor,


Y despues de arrastrarle por tres veces
En torno del sepulcro de Patroclo, X
A su tienda volvia á reposarse, ...,
Y en el polvo extendido le dexaba.
Mas Febo Apolo, de Héctor apiadado
Aun despues de su muerte, del cadáver
Tomo III. V
(3o2)
Aparta quanto puede corromperle, , ,,
Y con su Egida de oro le rodea
Para impedir que Aquiles al llevarle
Arrastrando por tierra tantas veces
En contorno á aquel túmulo funesto, -e
Su cuerpo laceráse. De este modo
Trataba á Héctor divino impiamente c.)
El valeroso Aquiles furibundo. . . . . . . .
Todos los Inmortales al mirarle -
Se compadecen de él ; y con instancia º .
Exhortan á Mercurio que al momento -
Vaya á robar su cuerpo ocultamente. . .
Agradó á los demás eternos Dioses,
Mas no á Neptuno, Juno, y la gran Palas,
Que tenian un ódio inextinguible
Contra Ilión, Priämo, y todo el Pueblo,
Por causa de la injuria de Alexandro, .
Que despreció á estas Diosas con afrenta
Quando fueron las dos á su tugurio, . . .
Dando la, preferencia á la aúrea Venus,
Que le inspiró despues en recompensa
Unos vivos deseos criminales,
Que fueron el origen de las llamas
Que su estimadaAurora
La duodécima patriayadestruyeron.
llegada, - . s
(303)
No pudiendo sufrir el rubio Apolo , , ,,
La crueldad de Aquiles, fue irritado .. .
A la asambléa de los altos Dioses;
Y estando en medio de ellos, asi dixo; .
»¡Oh Dioses perniciosos y crueles!... ...,,.
»; Acaso, Héctor, viviendo en vuestras aras
º. No hizo continuamente arder los quartos
» De Bueyes y de Cabras escogidas 2 .. . . . .
»Y ahora no sosteneis, aunque está muerto,
» Que intacto se conserve y permanezca, a
» Para que llégue á verle su consorte, e ...
»Su hijo, su padre y madre, y sus vasallos,
» Que una pira funesta le alzarían,
»Y le harian honrosos funerales, -
» Antes quereis, ó Dioses!, dar auxilio
»Al pernicioso Aquiles, que no tiene
» Ni clementes entrañas en su pecho, o

»Ni un ánimo flexible, semejante e . . .


» A un Leon furibundo, que impelido... . .
» De su sobervio espíritu, se arroja
» A un rebaño de Obejas, deseoso 2 . . r.
» De robar una presa de esta suerte s

»Toda piedad Aquiles ha perdido, a


» Y no tiene vergüenza la que al hombre .
»O causa mucho bien, ó muchos males.
V2
- (304) -r -

»¡Quantos mayores pérdidas tuvieron


»Si alguno pierde lo que mas estima -
*

»Un hermano uterino, ó algun hijo, º *.

» Gime, llora, y despues suspende el duelo,


»Pues han dado los Hados á los hombres .
» Un corazon paciente. Mas Aquiles, º
»Despues de dar la muerte á Héctor divino,
»Le ata todos los dias á su carro, ºs 2"
»Y le lleva arrastrando cruelmente sºn º
» En torno del sepulcro de su amigo º Cº
» Esto le es poco honesto, y menos útil, º
»Pues contra él podremos irritarnos, º º
» Porque á una tierra muerta injurias hace,"
»Y su furor en ella satisface” - º
Juno irritada entonces le responde: -º
»Hagase quanto has dicho, Febo Apolo,
» En arco argentéo insigne, si dispones º
»Dar tanto honorá Héctor, como á Aquiles:
»Pero ¿te has olvidado de que Héctor
» De una muger mortal mamó la leche, º
»Y que Aquiles es hijo de una Diosa "
» Que yo mismo he nutrido y educado,
a
»Dandola por esposa al Rey Peléo,
»Que siempre ha sido amado de los Dioses?
»Todos, pues, asististeis á sus nupcias,
(3o5)
»Y entre todos te hallaste con tu lira,
»Tú que á todos, los malos acompañas,
»Y con pérfidos fraudes siempre engañas.”
Entonces el Tonante le responde: ,
» Oh Juno ! no te irrites con los Dioses,
» Pues un igual honor jamás darémos
» A Héctor, y al grande Aquiles: mas de todos
» Los que Ilión habitan, siempre ha sido
» Héctor el mas amado de los Dioses, º.

» Y de mí mas querido, porque nunca


» Ha dexado pasar un solo dia o
» Sin ofrecernos, dones, ni en las aras ..
» Han faltado las víctimas mas tiernas,
»Libaciones, ni olores exquisitos,
» Que es el único honor que nos compete.
» Mas robar omitamos á escondidas
» Del generoso Aquiles (porque nunca
»Es lícito el hacerlo), al audáz Héctor,
» Pues su madre le asiste noche y dia;
» Pero al punto qualquiera de los Dioses
» Lláme á la Diosa Thetis al Olympo,
»Y le daré un consejo saludable,
» Para que asi prepare al fuerte Aquiles
» A recibir los dones de Priämo,
»Y á, que dé el cuerpo de Héctor redimido
V3
(306)
» A su padre infelice y afligido.”: .... -
Dixo; y la Diosa Iris, mas ligera
Que rauda tempestad, parte al momento,
Y baxa al negro ponto impetuosa
Entre Samos y el Imbro áspero y duro,
Y el piélago al caer bramando gime. -

Sumergese esta Diosa en su hondo centro,


Como cae el pesado y fuerte plomo en
Atado en el extremo de una caña, c o
Que un anzuelo mortal lleva encubierto
Báxo el cebo engañoso que presenta
A los voraces peces. Halla á The tis
En su profunda cueba , rodeada
De todas las Deydades del mar terso,
Y llorando entre todas el destíno 2.

De su hijo magnánimo, que en breve


En Troya fértil perecer debia,
Distante de su patria. Iris ligera, ..
Estando junto á ella, asi le dice:
»Levantate de ahí, Thetis, el gran Jove,
» Que en los consejos es el mas prudente,
»Dice al Olympo vayas prestamente.”.
Dixo; y la argentea Thetis le responde:
»; Por qué ese excelso Dios manda que vaya?
» De estár entre los Dioses me avergüenzo, s
-
(3o7)
» Hallandome tan llena de dolores. s

»Sin embargo yo voy, y ciertamente


»No será quanto él diga inútilmente.” s

Asi dixo la Diosa mas excelsa,


Y tomó una velo oscuro, que no habia
Un vestido mas negro. Sin tardanza
Comienza á caminar, yendo delante
La pronta y velóz Iris, y se abrian
Las ondas de la mar en torno de ellas. . .
Quando las dos llegaron á la costa, -.

Acia el Cielo su vuelo dirigieron,


Y muy pronto arribaron donde estaba s
* --
-

Rodeado, el supremo y sábio Jove,


De todos los beatos Inmortales. . . .
Sentóse luego Thetis inmediato e
De Júpiter eterno, y la gran Palas
Le cedió su lúgar. En el momento s.

Le dió Juno una copa aúrea y hermosa,


Y con palabras º procuró alegrarla.
Bebió Thetis el nectar, y la copa -

Volvió á la excelsa Juno. Al mismo tiempo


El Padre de los Dioses y los hombres
De esta suerte le dixo: »Diosa Thetis,
»Tú has venido al Olympo, aunque afligida,
»Y llena de dolores y de luto, ..
V4
(3o8),
»Pues muy bien lo conozco; pero ahora
»Te diré yo el motivo y grave causa o
» Por qué aqui te he mandado que vinieses...:
(
»Nueve dias há ya que divididos. A
»Están los Inmortales por el cuerpo ... º

» De Héctor ilustre, y por el bravo Aquiles


»Destruídor de Ciudades. Casi todos
» A Mercurio exhortaban á que fuese
» A robar el cadáver del gran Héctor: .

» Queriendo conservar eternamente ciº a


» La amistad y respeto que te tengo. . . . .
»Baxa pronto al Exército de Grecia, o
»Y esta órden suprema da á tu hijo: ; ;
» Díle, que su rigor tan inhumano
» Con el cuerpo de Héctor. ( que conserva
» En sus naves remeras todavía)
»Ha irritado á los altos Inmortales, , , ,
»Y á mí mas que á los otros indignado.
»Si teme mi rigor, que prontamente
»Entregue el cuerpo de Héctor á su padre,"
»Y enviaré al momento al Rey Priämo,
»Iris la mensagera, á prepararlo
» A que vaya á las naves de los Griegos,
»Yá Aquiles tales dones le presente, -
,
(309)
» Que su cólera aplaquen brevemente.”
Dixo asi, y no disiente la gran Thetis.
Desciende impetuosa de las cumbres e:
-
Del eminente Olympo, va á la tienda,
De su hijo querido, y dentro le halla,
Gimiendo amargamente: suspirando
En torno de él sus caros compañeros,
La comida con priesa aparejaban.: , , , ,
Sacrificado habian en la tienda z. c.
Una Obeja lanuda, y de gran peso.
Muy cerca de él su venerable madre, -

De dolor penetrada, asiento toma,


Asele de la mano, y asi dice:
» Hijo mio, ¿ hasta quando sumergido
» En tu dolor y lágrimas acerbas,
» Roerás tu corazon , sin acordarte o
» Del sueño, del sustento y amor tierno,
» Que solo en el estado que te hallas
» Puede calmar tus penas y disgustos?;
». A y de mí! ya te faltan pocos dias, e -.
» Porque cerca de tí la impía muerte , , , -

»Y el hado violénto ya se hallan:


» Mas oye lo que voy á referirte: .
» Aqui vengo de parte del gran Jove,
»El qual me ha dado órden de decirte,
(3Io )
» Que el rigor inhumano con que tratas ,
» El cadáver de Héctor (que retienes .
» En tus remeras naves todavía), -
»Sin querer permitir que lo rescaten, -

» Ha irritado á los Dioses sempiternos,


»Y á él mas que á los otros indignado.
» Ea, pues, da su cuerpo sin tardanza,
»Y acepta su rescate con templanza”.
Dixo, y el noble Aquiles le responde:
»Si asi es la voluntad del grande Jove, º
»Y me envia esta órden soberana, . . c.
» Que traygan el rescate yo consiento, c
». Y que el cadáver lleven al momento.”
Mientras asi en el cerco de las naves
Madre é hijo se hablaban mutuamente,
Llama el Saturnio á Iris, y le dice: .
» Desciende, velóz Iris, del Olympo,
» Anda á la sacra Troya, y dí á Priämo
» Que al campo de los Griegos vaya al punto
» A rescatar su hijo, y lleve á Aquiles
»Tales dones, que el ánimo le aplaquen;
» Pero que vaya solo, y no le haga
»Ninguno de los Teucros compañía,
»Sino solo el Heraldo mas anciano,
»Que el ágil carro con las Mulas guie,
(31 I )
»Y que á Ilión conduzca el cuerpo de Héctor,
» A quien dió muerte Aquiles. Tambien díle
» Que no piense en la muerte, ni tampoco :
»Tenga el menor terror, pues le darémos
» Por guia y conductor al Argicida,
» Por quien será guiado y conducido ... --
» A presencia de Aquiles valeroso;
»Y despues que en su tienda le introduzca
»No le dará la muerte con su espada, ... ...
» Antes bien cuidará que ningun Danao
» Le haga el menor insulto, porque Aquiles
»No es un necio malvado ni imprudente,
»Y tendrá compasion de un Rey tan viejo, ss.
» Que á sus plantas verá triste y postrado, se
» Como hace un suplicante desgraciado.” s
Asi dixo; y la Diosa prestamente
Desciende de las cimas del Olympo. -

Llega al palacio excelso de Priämo, , , ,


Y de luto y clamor lo encuentra lleno. «.

Los hijos en contorno de su padre,


Sentados en el patio, derramaban
Lágrimas en sus ropas, y el anciano
Todo cubierto, y en la toga envuelto,
Huía de la luz muy afligido, -

Teniendo la cabeza y las espaldas


(312),
Manchadas del estiercol, y del polvo -
Que él mismo con sus manos se habia echado,
Revolcado en la tierra. Las primeras
Sus hijas, y sus nueras por la casa , ---
Daban tristes lamentos y gemidos, -
Acordandose entonces de los muchos , , ,, , ,
Guerreros valerosos que la vida s:
Perdieran combatiendo con loso Danaos. . . .
La mensagera del supremo Jove
Se acerca al Rey Priámo ( cuyos miembros s
De temblor y pavór sorpresos quedan), --

Y con sumisa voz, asi le dice: ... .. . . ..


»¡Oh hijo de Dardáno! aliento cobra, es
»Y no tengas temor, pues yo no vengo
» A anunciarte mas males ni desgracias, . . . .
» Sino á darte una nueva favorable.
»Embaxadora á tí me envia Jove, , ,,
» Que, aunque de aqui distante, de tí cuida,
»Y tus penas y males compadece. ,,
» El Olympio te manda, que al momento
»Vayas á rescatará Héctor divino, 2
»Y que lleves á Aquiles tales dones, - .

» Que aplaquen sus rigores y su enójo;


» Pero que vayas solo, y no te haga
»Ninguno de los Teucros compañía, , , ,
(313)
»Sino solo el Heraldo, mas anciano, C . ..
» Que el ágil carro con las Mulas guie, ...
»Y que á Ilión conduzca el cuerpo de Héctor,
» A quien: dió muerte Aquiles; é igualmente
» Que en la muerte no pienses, ni tampoco -
»Tengas terror alguno, porque Jove .
» Hará que te conduzca el Argicida o As
» A presencia de Aquiles valeroso; ... . .
»Y despues que en su tienda te introduzcas
»No te dará la muerte con la espada, a
» Antes bien cuidará que ningun Danao C
» Te haga el menor insulto , porque Aquiles
»No es un necio malvado , ni imprudente, s
»Y tendrá compasion de un Rey tan viejo,
»Que á sus plantas verá triste y postrado,
» Como hace un suplicante desgraciado.” .s
Dixo, é Irisvelóz desaparece. lºs
Al momento Priämo hace á sus hijos .
Que el carro le preparen, y en él pongans
El arca en que debian ir los dones. o «s
Baxa á un cedrino tálamo coloroso, , , , ,
Cuyo techo era excelso, en el que habia
Muchas cosas preciosas. Llama adentro a 2.
A Hécuba, su muger, y asi le dice: I.
» Ay infelíz esposa á mí ha venido ...,
(314)
» La Olympia nuncia del supremo Jove, .
» A mandarme que vaya al campo. Acheo
» A rescatar el cuerpo de mi hijo,
»Yá presentar á Aquiles tales dones ....
» Que su ánimo aplaquen. Díme ahora e y.
»¿Qué piensas de esta órden ? por mi parte,
» Mi corazon y aliento me estimúlanº a ... s
» A ser á aquesta órden obediente, ... A ..
»Yendo á las naves Griegas prestamente.” es
Asi dixo; y su esposa le responde, -e
Dando horrorosos gritos, de este modo: ... ...
»¡Ay de mí! ¿Dónde tienes el buen juicio, e
» Que célebre te hacía entre extrangeros, s
»Y entre los mismos hombres que gobiernas?
»; Cómo á las naves Griegas irás solo .
» A presentarte á un hombre, cuya lanza , ,
»De tantos fuertes hijos te ha privado?
»Tienes un corazon de duro, hierro, r -
»Si te prendiese, y viera en su presencias º
»Ese hombre tan pérfido inhumano, ...,
»Piedad de tus desgracias no tendría, si
»Ni á tu avanzada edad respeto alguno. y
»Sentados en palacio, en parte oculta , , ,
»Lloremos nuestros males ; y á lo menos .
»Héctor cumpla distante de nosotros
(315)
»La funesta desgracia y desventura , ,,,,
»Que el hado violénto en otro tiempo, ....
» Quando, yo le dí á luz, le hiló con lino
» El dia que nació, para que fuese, , , , ..
» Distante de sus padres, y á la vista, y
»De este hombre implacable y furibundo,
»Despójo de los Buitres y los Perros. ela,
»¡Que no pueda saciarme con la sangre y
»De este bárbaro fiero, y con mis dientes
»Su corazon hacerle mil pedazos!a a .
» Asi satisfaría los ultrages o: , ,
» Que con mi amado hijo ha executado; D :
»Pues él no ha merecido estas injurias,
»Ni la muerte le ha dado por cobarde,
» Sino por defender hasta el extremo, , , , ,
» A costa de su sangre, con sus manos a
» A todas las Troyanas y Troyanos” , , , , ,
El deiforme Priämo le replíca: , . . ..
» He resuelto, ya ir, no me detengas, , , ,
»Ni ave me seas de siniestro agüero, a
»Pues no conseguirás el persuadirme. o
»Si me hubiera intimado aquesta órden
» Algun hombre mortal, ó fuese alguno
» De nuestros adivinos Sacerdotes
» O sacrificadores, juzgaríamos
(316)
»Que era engáño ó mentira, y ciertamente
»Muy lexos estaríamos de cumplirla.
»Mas la voz he escuchado de la Diosa, ºss
»Y con mis propios ojos yo la he visto.
»Voy, y no serán vanas sus palabras:
»Si mi hado dispone que yo muera a 2 -
»Junto á las huecas naves de los Griegos,
»Quiero morir (pues pronto el noble Aquiles
»La muerte me dará) con tal que tenga
»Entre mis brazos á mi amado hijo, , ,
»Despues de que mi pecho desgraciado
» Con llorar y gemir se haya saciado.”
Dixo; y quitando entonces de sus arcas
Las hermosas cubiertas, sacó de ellas as
Doce tapices en extremo hermosos, e -
Doce simples cubiertas primorosas, o
Otros tantos tapetes exquisitos, , , , ,
Doce mantos hermosos, y otras tantas
Túnicas excelentes y muy finas,
Diez talentos de oro bien pesados, s
Dos espléndidos trípodes muy bellos,
Quatro vasos de cobre, y una copa s.
De un precio imponderable, que los Thracios
Le dieron por regálo en otro tiempo,
Quando fue á su país por embaxada:
(317.)
Gran regalo por cierto mas ni aun ésta º
Quiso guardar el viejo en su palacio, -
Porque muy vivamente deseaba
Rescatar á su hijo tan querido.
El anciano del pórtico apartaba
A todos los Troyanos, increpando, s.

s
Con ásperas palabras, de esta suerte:
» Idos de aqui, infelices; id, infames,
»¿No teneis harto luto en vuestras casas,
»Que venís á aumentarme la tristeza ?
»; Os parecen pequeños los dolores -
» Que Júpiter Saturnio me ha causado s
» De perder de mis hijos al mas fuerte?,
»Ya lo conocereis vosotros mismos,
» Porque estando ya muerto, sereis todos
»Vencidos al impulso de los Griegos.
»¡Ojalá que yo báxe al tenebroso
» Palacio de Plutón, antes que vea
» Con mis ojos á Troya devastada,
»Y por las huestes Griegas saqueada !”
Dixo de esta manera; y con su cetro
Va apartando el tropél que se retira
De la presencia del anciano ayrado.
Llama irritado entonces á sus hijos,
A Heleno, al bello Páris, á Agathona, .
. Tomo III. X
(318)
A Pammona, á Antíphono, y á Polites,
A Deiphobo, á Hipothoo, y noble Agavo;
A estos nueve increpando, asi les manda:
»Daos priesa, hijos floxos y cobardes.
»¡Ojalá que vosotros todos juntos
» Hubierais perecido en esta costa
»Junto á las huecas naves de los Griegos,
» En lugar de mi Héctor tan querido!
»i Ay de mí, desgraciado! En la ancha Troya
» Unos hijos muy fuertes he engendrado,
»Y no creo me queda ni uno solo,
» Ni Méstor el divino, ni Troilo,
»Ni Héctor, que era un Dios entre los hombres,
»E hijo de un mortal no parecia,
»Sino prole divina. El cruel Marte
» De todos me ha privado, y me ha dexado
»Tan solo estos cobardes mentirosos,
»Muy diestros en danzar entre mugeres,
»Y en robar los Corderos y las Cabras
» Para cubrir sus mesas, de mi Pueblo.
»¿No me preparareis un ágil carro,
»Ni en él pondreis los dones primorosos,
»Y todos los regalos juntamente,
»Para emprender mi marcha prestamente?”
Dixo; y todos temiendo sus enojos
(319)
Sacan un bello carro para Mulas,
Hecho con quatro ruedas, y reciente,
Y en él atan el arca. Despues sacan
De su lugar tambien el yugo hermoso
Fabricado de box, y bien unido
Con anillos y clavos: de él pendia
Un buen lazo yugal de nueve codos,
El qual ponen al punto en el extremo
Del pulido timón, y en su clavija
Entraron el anillo. Por tres veces
Pasan por este anillo las correas;
Las unen báxo el yugó con un nudo,
Y con gran solidéz alli las fixan.
Despues cargan los dones infinitos
Que el Rey iba á ofrecer por el rescate
De Héctor tan infelíz, y uncen al carro
Los Mulos que los Misios antes dieran
Al anciano Priämo, ilustres dones!
Mas para el Rey conducen los Caballos
Que en el establo alimentaba él mismo,
Y este viejo infelíz, y su Rey de armas,
Los dos de consumada y gran prudencia,
Les ayudan á uncir. Quando ya prontos
Para salir en este carro estaban,
Hécuba, penetrada de tristeza,
X2
(32o)
Se acerca adonde estaban afligida,
Trayendo en una mano una aúrea copa
Con un vino suave y exquisito,
Para que el Rey Priämo antes hiciese
De partir, libaciones, y con ellas
A Júpiter volviese favorable.
Delante de su carro y sus Caballos
La Reyna se detiene, y asi dice:
»¡Ah Priämo! no partas sin que antes
» Hayas hecho al gran Jove libaciones,
»Y ruegale sumiso que bendiga
»Tu viage, y te trayga sano y salvo
» De en medio de tus fieros enemigos,
» Puesto que á mi pesar has ya resuelto
» Exponerte á su furia y su perfidia.
» Dirige, pues, tus ruegos al Saturnio,
» Que desde el Ida mira favorable
» A toda la alta Troya, y de él implora
» Que te envie en señal la ave ligera
» Que le es mas grata, y en vigor y aliento
»Sobre todas las otras se aventaja, -

»Y que vaya volando á tu derecha


» Para que tú la veas con tus ojos,
»Y vayas confiado en este agüero
» A las veloces naves de los Danaos.
(32 I )
»Si Jove Alti-Tonante no te envia
» Este fiel mensagero, te aconsejo
»Que á las naves Argivas nunca vayas,
» Por mas que lo desees vivamente,
»Pues te expondrás á riesgo incautamente.”
El deiforme Priämo le responde:
»¡Oh esposa á tu consejo no me opongo:
» El levantar las manos ácia, Jove
» Es siempre provechoso y conveniente
» Para implorar su proteccion clemente.”
Despues que dixo asi, manda al momento
Que una de las doncellas de la Reyna
En sus manos derrame el agua pura.
La doncella está en pie con gran respeto,
Teniendo en una mano la jofayna,
Y un rico vaso en otra. El Rey Priämo,
Despues que se lavó, tomó la copa
De mano de su esposa, y puesto en medio
Del atrio del palacio, y derramando
El vino por la tierra, con sus ojos
En el Cielo fixados, asi dice:
»¡Oh Padre Jove, que en el Ida imperas
» De magestad y gloria rodeado !
» Permite que yo sea grato á Aquiles,
»Y obtenga de él piedad. Dignate ahora
X3
(322 )
»De enviarme en señal la velóz ave
» Que te es mas grata; y en vigor y aliento
»Sobre todas las otras se aventaja:
»Haz que venga volando á mi derecha,
» Para que yo la vea con mis ojos,
»Y pueda, en tu clemencia confiado,
»Ir al Acheo campo asegurado.”
Asi dixo rogando. El sábio Jove
Envia de Priämo á la derecha
Su Aguila velóz, que Precnon llaman,
El agüero mas cierto entre las aves.
Tanto espacio como hay entre las puertas
Bien cerradas de un hombre poderoso;
Tanto ocupan sus alas en el ayre.
Todos la ven volar á la derecha
Sobre la sacra Troya, y al mirarla
Su corazon se llena de alegría.
Sube al carro el anciano con presteza,
Y guia sus Caballos fuera el patio
Por un pórtico grande y resonante.
Van delante los Mulos conduciendo
El carro á quatro ruedas, que guiaba
Idéo venerable, y detrás iban
Los Caballos que el viejo conducia
Por toda la Ciudad con ligereza,
(323)
Dandoles con el látigo. Asi el viejo
La Ciudad atraviesa, y le seguian
Sus amigos gimiendo amargamente,
Qual si á la infausta muerte le lleváran.
Despues de haber baxado desde Troya,
Y llegará la playa, todos juntos
Vuelven á la Ciudad, hijos y yernos.
Entonces caminando los dos solos
Por aquel vasto campo, no se ocultan
A Júpiter supremo, quien al verlos
Tiene piedad del viejo, y al instante
A su hijo Mercurio asi le dice:
». Ah Mercurio supuesto que te es grato
» Acompañar los hombres, y socorres
» A qualquiera que gustas, anda ahora
»Sin la menor tardanza al Rey Priämo,
»Y guiale á las naves de los Griegos
» De modo que ninguno le descubra,
» Hasta tanto que el viejo haya llegado
» A ver el noble Aquiles denodado.”
Dixo; y el Argicida mensagero
Obedece su órden. Sin tardanza
Ata báxo sus pies las taloneras
Bellas, aúreas y eternas, las que siempre
Sobre la inmensa tierra le conducen,
X4
- (324)
Y sobre el mar con mucha ligereza.
Despues toma en su mano el caducéo
Con que duerme á los hombres quando quiere,
Y del mayor letargo los despierta.
Hiende volando el ayre, y en un punto
Llega á Troya, y al rápido Helesponto,
Y tomando el aspecto y la figura
De un jovencito Príncipe gracioso,
De mucha magestad y gran belleza,
Comienza á caminar con presto curso.
Despues que el gran Priämo y su Rey de Armas
El túmulo de Ilo habian pasado,
Se pararon un poco á que bebiesen
Los Mulos y Caballos en el rio;
Y habiendo ya la noche derramado
Sus oscuras tinieblas por la tierra,
Divisa el Rey de Armas á Mercurio
Muy inmediato á ellos, y temblando
Asi dice á Priämo en voz sumisa:
». Ah Señor! está atento, pues exigen
»Los lances improvisos gran prudencia.
»Muy cerca de nosotros veo un hombre,
»Y somos ya perdidos: es preciso
» O volvernos huyendo en presto curso,
»O echarnos á sus pies sin resistencia
(325)
»A rogarle nos trate con clemencia.”
Dixo; y sorprehende el susto en el instante
El corazon del venerable anciano.
Todos sus miembros tiemblan, los cabellos
Se erizan de pavór en su cabeza,
Y atónito se queda y silencioso.
Conoce su sorpresa el Dios Mercurio,
Y acercandose á él, asi le dice
Asiendole la mano: » Padre mio,
»¿Dónde vas con las Mulas y Caballos
» Mientras dura la noche tenebrosa,
»Y están todos los hombres en el sueño 2
»¿No temes al valor de los Argivos,
» Que son tus enemigos mas terribles,
»Y están cerca de tí? Si alguno ahora
»Te encuentra en las tinieblas de la noche
» Llevando esas riquezas, ¿qué consejo
»Podrás imaginar º Joven no eres,
» Ese que te acompaña ya es anciano,
»Y si alguno se atreve á acometeros,
»Defender no os podreis: pero no temas,
» Porque no pienso hacerte mal alguno,
» Antes impediré que te lo hagan, -

»Pues eres á mi padre parecido,


»Y el respeto que á él tengo, á tí es debido.”
(326)
El divino Priämo le responde:
» Asi es como tú dices, hijo amado:
»Mas algun Dios sin duda me protege
»Y cubre con su mano poderosa,
»Supuesto que me envia en las tinieblas
» Un conductor tan fiel y tan propicio
»Como pareces ser por tu figura,
» Por tu aspecto admirable y tu prudencia.
»Sin duda que la vida no te ha dado
»Ningun hombre mortal, ni desgraciado.”
Responde el Argicida mensagero:
»Es cierto lo que has dicho , padre mio,
»Mas díme con verdad, y no me engañes,
»; Las riquezas que veo en ese carro
» Las envias acaso á gente extraña,
»Para que en salvo alli te las conserven ?
»¿O todos á Ilión dexais por miedo,
» A un extremo infelice reducidos,
»Porque ha muerto tu hijo valeroso,
» Que á Troya con aliento defendia,
»Y en combate á los Griegos no cedia ?”
El divino Priämo le responde:
»¿Quién eres, bello joven ? ¿de qué estirpe
»Desciendes por ventura, tú que sabes
»De mi hijo infelíz la triste suerte,
(327)
»Y estás tan informado de su muerte ?”
El nuncio de los Dioses le responde:
»Tú me quieres probar, ilustre anciano,
»Y sobre el noble Héctor me preguntas.
» Le he visto várias veces combatiendo
»Todo lleno de sangre en la refriega,
»Y hacer siempre el extrago mas horrible.
»Nosotros lo admirabamos de lexos,
»Pues contra Agamenón ayrado Aquiles,
»No nos dexaba ir á los combates.
»Yo soy un siervo suyo, y he venido
»En una misma nave á aquesta guerra.
»Soy de los Myrmidónes, y mi padre
»Se llama Polyctór, es hombre rico,
»Y anciano como tú. Seis hijos tiene,
»Y el séptimo soy yo; pero entre todos
» Habiendo echado suertes, fue la mia
» Que aqui le acompañáse; y ahora vengo
» Desde las naves Griegas á este campo,
» Para ver lo que pasa en torno á Troya;
» Porque ya los Acheos han resuelto,
» Mañana al despuntar la luz del dia,
» Atacar la Ciudad. Todas las huestes
»Se fastidian de estár tan desidiosas,
»Y los Reyes Acheos valerosos - - -
(328)
» Están de combatir muy deseosos.”
El divino Priämo le responde:
»Si eres, á la verdad, siervo de Aquiles,
» Lo cierto no me ocultes, ni me encubras.
»¿Yace mi hijo aún junto á las naves,
» O Aquiles en pedazos dislocado
»Sus miembros á los Canes ha arrojado?”
El Argicida nuncio le responde:
» Oh anciano! ni los Perros ni los Buitres
» Han comido su cuerpo. Todavía
» En la tienda de Aquiles á la entrada
»Yace con deshonor tendido en tierra,
»Y aunque há ya doce dias que está muerto,
»Se halla entero su cuerpo sin podrirse,
»Ni tampoco lo comen los gusanos,

» Que devoran la gente muerta en guerra.


»Es cierto que lo arrastra cruelmente
» Quando aparece la brillante Aurora
» En torno del sepulcro de su amigo;
»Mas no le desfigura. Si te acercas
»Te admirarás tú mismo al contemplarlo,
»Viendo sus carnes frescas, todo limpio
»De la sangre y del polvo enteramente,
»Y que ya están cerradas las heridas

»De que estaba cubierto, porque muchos


(329 )
»Clavaron en su cuerpo el duro acero.
»Asi cuidan los Dioses á tu hijo,
» Aunque está de la muerte rodeado,
»Pues de ellos todavía es muy amado.”
Dixo asi; y el anciano venerable,
De gozo enternecido, le responde:
»Siempre es bueno, hijo mio, que ofrezcamos
»Los dones que se deben á los Dioses,
»Pues dan la recompensa pronto ó tarde.
»Jamás mientras vivió mi Héctor amado
»Se olvidó en mi palacio de los Dioses
» Que habitan el Olympo; y por lo mismo
»Se acuerdan ahora de él despues de muerto:
» Mas esta copa de mi mano toma,
»Guardala para tí, te la regalo,
»Y sigue conduciendome propicio
» Con el favor y ampáro de los Dioses,
» Hasta que yo consiga haber llegado
» A la tienda de Aquiles denodado.”
Replíca el Argicida mensagero:
» ¡Oh anciano! por ser joven tú me tientas;
» Pero jamás esperes persuadirme.
»¿Por qué me mandas recibir tus dones,
» Estando ausente Aquiles? Le respeto,
”. Y temo despojarle indignamente,
(33o)
» Porque algun mal despues no me suceda.
»Yo ofrezco acompañarte cuidadoso
» Hasta llegar á Argos la famosa,
»Ya quieras ir por mar, ó ya por tierra;
»Y mientras los dos vamos juntamente, 4.

»Nadie podrá invadirte impunemente.”


Dixo; y saltando al carro muy ligero,
El látigo y las riendas toma en mano,
E inspira á los Caballos y á los Mulos
Un nuevo ardor y fuerza. Quando llegan
Cerca de las trincheras de los Griegos,
Y traspasan el foso que tenian
Debaxo de las torres , alli encuentran
Todas las centinelas ocupadas
En preparar la cena : el sueño dulce
Esparce el Dios Mercurio en todos ellos:
Despues levanta él mismo las palancas,
Abre todas las puertas, é introduce
A Priämo y al carro, que llevaba
Los espléndidos dones. Al fin llegan,
Pasando sin ser vistos por el campo,
A la tienda magnífica de Aquiles,
Que para su gran Rey los Myrmidónes
Con madera de abeto fabricáran,
Cubriendola con cañas recogidas
(331 )
A la orilla del rio en las praderas.
Tambien en torno de la tienda hermosa
Con espesa estacada habian formado
Una especie de átrio, cuya puerta
Con sola una palanca se cerraba,
La qual dificilmente tres Acheos
Alzaban y baxaban, y muy facil
La alzaba y la baxaba solo Aquiles.
Mercurio abre sin ruído aquesta puerta,
Hace entrar al anciano venerable
Con los ricos regalos que llevaba
Al hijo de Peléo, y dando un salto
Desde el carro á la tierra, asi le dice:
»Sabe, anciano, que soy el Dios Mercurio.
» Mi padre me ha enviado á tu socorro,
» Queriendo que de guia te sirviese,
» Pero retórno al Cielo, y á la vista .

» De Aquiles no me pongo; pues no es propio


» De la gran magestad de un Dios eterno
»Favorecer tan claro á los mortales. .

» Entra, pues, en la tienda sin tardanza,


» Abraza sus rodillas, y no dexes
»IDe suplicarle en nombre de su padre,
» De su madre y su hijo, de tal suerte
» Que el corazon le muevas á termeza,
(332 )
»Y aplaques sus rigores y dureza.”
Despues que el Dios Mercurio asi le dixo,
Acia el excelso Olympo se remonta.
Baxa el viejo Priämo de su carro,
Guardando los Caballos dexa á Idéo,
Y las Mulas tambien, y sin tardanza
En la tienda de Aquiles se introduce.
Halla á este Héroe sentado, y á sus sócios
Sentados lexos de él; pues los dos Héroes
Automedonte, y el valiente Ancimo,
En pie solos la cena le servian.
Apenas se apartaba de la cena,
Y aun no estaba la mesa levantada.
Priämo pasa entonces sin ser visto
Por en medio de todos: llega á Aquiles:
A sus plantas, se arroja presuroso:
Abraza sus rodillas; y le besa -

Sus manos tan terribles y homicidas,

Que la muerte habian dado cruelmente


A muchos de sus hijos. Como quando
Un hombre que comete un homicidio,
Viendo que la justicia le persigue, -

De su patria se ausenta, y se retira


A una Ciudad extraña, donde se entra
En la casa de un hombre poderoso
(333)
A buscar un asílo, que al mirarle
Todos quedan de espanto poseídos:
Del mismo modo Aquiles, quando advierte
Que Priämo á sus pies está postrado,
Admirado se queda, y sorprehendido,
Y no menos sus fieles compañeros,
Mirandose los unos á los otros.
Durante este silencio formidable, -

Extrechando Priämo las rodillas -

Del generoso Aquiles, y fixando


En su rostro los ojos lagrimosos,
Suspirando, le dice de esta suerte:
» Aquiles, semejante á eternos Dioses,
» Acuerdate al mirarme, de tu padre,
» Que es de mi misma edad, y está oprimido
» Como yo de vejéz y de los años,
»Y quizá sus vecinos al presente,
» Valídos de tu ausencia tan prolixa,
»Le oprimen, sin tener en tal peligro
» Quien le libre de males ni de daños;
» Pero sabe que vives, y la dulce -

» Esperanza que tiene cada dia , es


» De ver aún á su hijo tan querido
» Retornar desdeTroya victorioso, ,
»Le sostiene y consuela en tal estado;
Tomo III. Y
(334)
»Y yo, el mas desgraciado de los hombres,
» De tantos bravos hijos que tenia
» En la Ciudad de Troya, no imagíno
» Que me queda uno solo; ¡ay de mí triste !
»Yo tenia cincuenta en aquel tiempo
» Que llegaron los Griegos á esta costa,
» Diez y nueve nacidos de una madre,
»Y los demás de madres diferentes.
» El inhumano Marte impetuoso --".

» De casi todos ellos me ha privado;


»Y uno que solamente me quedaba,
»Unico defensor de mi familia, .
»Y de toda Ilión, mi Héctor querido,
» Acaba de ser muerto por tu mano, r

»Combatiendo animoso por su patria. s

» Por esta causa á las Acheas naves


» A rescatar su cuerpo vengo ahora
»Durante las tinieblas, y te traygo -

» Regalos infinitos. Grande Aquiles, - .

» A los eternos Dioses reverencia, - -

»Y ten piedad de mí triste afligido,


» Acordandote ahora de tu padre.
»¿Qué mortal en la tierra ha sostenido
»Tantas calamidades ni desgracias,
»Como yo, que me veo precisado
(335)
» A besar unas manos homicidas,
» Con sangre de mis hijos aun teñidas?”
Dixo asi; y sus palabras recordando
La imagen de su padre al grande Aquiles,
Le enternecen y arrancan sus suspiros.
Asiendo de la mano al noble anciano,
De sí muy dulcemente le separa.
Una tierna memoria á estos dos Reyes
Sumerge en una misma desventura.
Priämo á pies de Aquiles aún postrado,
En lágrimas amargas se deshace;
Y Aquiles, acordandose tan presto
De su padre, y tan pronto de Patroclo,
Sus lágrimas tambien triste derrama.
La tienda resonaba con sus gritos,
Gemidos y suspiros. Finalmente,
Calmando su dolor el divo. Aquiles,
Y saciado de llanto, se levanta,
Y de la edad y canas de Priämo
Movido y penetrado, compasivo
Le levanta, y le dice de esta suerte:
» Ah Príncipe infelíz y desgraciado!
» Por cierto que has sufrido muchos males.
»¿Cómo te has atrevido á venir solo
» A las naves Acheas, y ponerte
Y2
(336)
» A la vista de un hombre, cuya lanza
»De tantos fuertes hijos te ha privado? . . .
»Un corazon de hierro en verdad tienes.
»Mas toma al punto asiento, y treguas demos
» A nuestro gran dolor. ¿De qué aprovechan
» A un triste los pesares y aflicciones?
» Los Dioses han querido que las penas
»Y los llantos compongan el texido
» De la vida de míseros mortales,
»Y ellos viven exéntos solamente
» De cuidados, de penas y aflicciones;
»Pues hay á los dos lados del excelso
»Y formidable trono del Saturnio
»Dos cubos, los que son inagotables,
»Y los dos están llenos de los dones
» Que hace á los hombres este Dios supremo:
»Uno de males es, otro de bienes.
» Aquel para quien mezcla el Dios Tonante
»Igualmente ambos cubos, siempre tiene
» Una vida recíproca y mezclada
» De dicha y de desgracia juntamente;
»Pero aquel á quien solo da del cubo -
»Funesto y desgraciado, siempre vive
» De penas é infortunios rodeado,
» De maldicion horrible perseguido, -
(337)
» Aborrecido de los altos Dioses,
»Y de todos los hombres despreciado.
» Peléo es una prueba convincente,
»Pues los Dioses le han hecho mil favores
»Desde que vió la luz del claro dia.
» En fortuna y riqueza se aventaja
» A los mayores Reyes, porque impéra
» A los bravos guerreros Myrmidónes,
»Y aunque es mortal, los Dioses se han dignado
» Darle una Diosa excelsa por esposa.
» Mas tambien este Dios le causó males,
» Pues no le ha concedido que en su casa
»Naciese un hijo que su Reyno herede.
»Solo me engendró á mí, ya destinado
» A morir en la edad mas floreciente,
»Y que en la breve vida que me resta
»No puedo sostenerle en su edad larga,
» Porque estoy de mi patria muy distante,
»Y páso el tiempo en Troya, combatiendo
» Contigo, con tus hijos y vasallos,
» Sin poder consolar mi anciano padre.
»¿Y tú no eres tambien exemplo triste ?
» La fama hizo juzgarte en otro tiempo
» Por el mas felíz Príncipe de todos
» Quantos antes reynaron en el Asia;
Y3
, (338)
»Porque tú al Mediodia poseías
» La gran Isla de Lesbos, donde há tiempo
» Reynó el claro Macár: al Sol saliente
» La alta Phrygia; y al Norte las orillas
»Del rápido Helesponto, donde dicen
» Que á todos en riquezas superabas,
»Y tambien que tenias muchos hijos.
» Mas despues que la armada te enviaron
»Los Dioses inmortales, siempre has visto
» En torno á la Ciudad, guerras, combates
»Y muertes de varones denodados.

»Sufre, pues, con paciencia tus desgracias,


»Y á un eterno dolor no te abandones,
»Pues no remediarás con tu tristeza
»La suerte tan funesta de tu hijo,
»Ni lo podrás volver de muerte á vida,
» Antes padecerás infelízmente
» Alguna otra desdicha brevemente.”
El divino Priämo le replíca:
»No me hagas tome asiento, hijo de Jove,
»Mientras que yace Héctor en la tierra
»Sin darle sepultura. Solo ruego
» Que me entregues su cuerpo sin tardanza
» Para que yo le vea con mis ojos,
»Y recibe los dones infinitos
(339)
» Que aqui hemos conducido. ¡Quiera el Cielo
» Que goces mucho tiempo aquestos dones,
»Y que en breve retornes á tu patria,
»Supuesto que piedad en tí he encontrado,
»Yá mis ojos mirar has permitido
»La pura luz del Sol esclarecido!”
Despues que dixo asi, el valiente Aquiles,
Mirandole irritado, le replíca:
»No excites mas mi enójo, ilustre anciano,
».Resuelvo ya entregar tu amado hijo,
»Pues la Diosa mi madre, hija del viejo
» Respetable Nereo , aqui ha venido
» A traerme las órdenes de Jove:
» Y además sabe, anciano, y no me engáño,
» Que algun Dios inmortal te ha conducido
» A las veloces naves de los Griegos,
» Pues no hay ningun mortal, por mas osado
»Y animoso que sea, que Se atreVa.
» El campo á penetrar, ni habría podido
» Ocultarse á las guardias vigilantes,
»Ni abrir las puertas nuestras facilmente.
»Y asi con el dolor no me conmuevas
» El ánimo que está ya exàsperado,
»No sea que me olvíde de que eres
» Aqui mi suplicante, y que furioso
Y4
(34o)
» Rompa el órden de Jove poderoso.”
Dixo asi; y el anciano venerable,
Intimidado, á Aquiles obedece.
Este salió al momento de su tienda
Como un Leon furioso, y le siguieron
Automedonte, y el ilustre Alcimo,
A los quales amaba mas que á todos,
Despues que ya Patroclo muerto estaba.
Van sin tardanza al átrio, en él desuncen
De los yugos las Mulas y Caballos.
Al Heraldo del viejo entran al punto,
Hacen que tóme asiento; y alli llevan
Para el rescate de Héctor los regalos,
Y dexan en el carro solamente
Una túnica fina con dos velos
Para envolver elcuerpo antes de darlo

A este padre afligido é infelice.


Llama Aquiles despues á sus cautivas,
Les ordena que lleven el cadáver,
Y que con rico aroma le perfumen,
Distante de los ojos de Priämo,
No fuese que este padre miserable
A la vista del hijo se irritára
A impulso del dolor y sentimiento,
Y Aquiles, de furor arrebatado,
(341 )
No le diese la muerte, y quebrantáse
De Jove soberano los preceptos.
Despues que habian lavado las cautivas,
Y perfumado el cuerpo con aromas,
Le pusieron la túnica, y cubrieron
Con los velos texidos. Luego Aquiles
Tomandole en sus brazos, le coloca
Encima de una cama, y ayudado
De sus dos compañeros, pone el lecho
Al momento en el carro. El Héroe entonces
Gime, y llama á su amigo, asi exclamando:
» Patroclo mio amado, no te irrites
»Si en los Infiernos oyes por ventura (tor,
» Que he entregado á su padre el cuerpo de Hec
» Porque me traxo dones de mí dignos,
»Y de ellos te daré lo conveniente
» Para aplacar tus manes brevemente.”
Asi dixo; y entrandose en su tienda
Vuelve á sentarse enfrente de Priämo,
Y al anciano le dice de esta suerte:
» Priämo, ya entregado está tu hijo
» Como tú deseabas, y en el carro.
» Mañana al comenzar la clara Aurora
» A disipar las sombras de la noche,
»Lo verás conduciendole. Ya es tiempo
(342)
» De tomar alimento, pues la hermosa
»Nióbe, en su dolor igual al tuyo,
» Resolvió finalmente alimentarse,
» Aunque perdió en su casa doce hijos,
»Seis varones gallardos, y seis hembras.
»Los hijos le mató irritado Apolo
» Con sus terribles flechas, y Diana
» Con sus fuertes saetas á las hijas,
» Pues se atrevió á Latona compararse,
» Diciendo que á luz diera muchos hijos,
» Y la Diosa dos solos: mas con todo
» Estos dos, despreciados por Niöbe,
» De los doce al momento la privaron.
» Estos, pues, estuvieron nueve dias
» Entre el polvo y su sangre sumergidos,
»Sin que nadie les diese sepultura,
» Porque el hijo potente de Saturno
» En piedras convirtió todas las gentes.
»Mas al décimo dia los excelsos
»Inmortales por sí los enterraron:
»Niöbe de su llanto fatigada
»IDurante estos diez dias, finalmente,
»Se acordó de tomar algun sustento.
» Al presente se halla entre las rocas
» En el monte desierto de Sypilo,
(343)
»Donde dicen se hallan los ocultos
»Retiros de las Ninfas, que se ocupan
» En danzar cada dia en las riveras
»Del Acheloo terso, y alli mismo,
» Aunque está transformada en una roca,
» Eterno monumento de la íra
»Y venganza divina, nunca dexa
»De deshacerse en lágrimas. Priimo,
»Sigamos, pues, su exemplo, demos treguas
» A este vivo dolor, que nos aflige,
» Para poder tomar algun sustento;
»Y despues llorarás á tu hijo amado,
»Mientras que á la alta Troya le conduzcas,
»Pues te dará motivo suficiente
» Para llorar su muerte tristemente.”

Dixo asi; y levantandose al instante


Mata una Obeja blanca el grande Aquiles.
Sus sócios la despojan al momento,
La cortan en pedazos, y los asan,
Y la sirven despues. Automedonte
De las bellas canastas el pan toma,
Y lo pone en la mesa sin tardanza.
Aquiles distribuye las porciones,
Se sientan á la mesa, y concluyendo
De comer y beber, el gran Priämo
(344)
Atento mira á Aquiles, y se admira
De ver su magestad y su belleza,
Pues creía estár viendo ciertamente
Un Dios, y no un mortal; y el noble Aquiles
No menos se sorprehende y maravilla
Mirando de Priämo el grave aspecto,
Y oyendo sus palabras. Ya saciados
De mirarse uno y otro, y admirarse,
Rompe el divo Priämo aquel silencio,
Y dice asi primero: , Hijo de Jove,
» Permiteme gozar algun reposo,
»Y que el sueño mis fuerzas restablezca,
» Pues mis ojos un punto no he cerrado
» Desde el dia que diste muerte á Héctor.
» De infinitos dolores afligido
» He pasado este tiempo suspirando,
»Y. tendido en la puerta de mi casa
» Revolcado en el polvo y la ceniza:
» Ahora solo he bebido negro vino,
»Y á tomar nutrimento me he esforzado,
»Pues antes nada de esto habia gustado.”
Asi dixo; y Aquiles generoso
Manda á sus compañeros y cautivas
Que pongan en el pórtico unos lechos,
Que extiendan en la tierra várias pieles,
(345)
Que las cubran con paños exquisitos
De púrpura teñidos, que sobre ellos
Pongan bellos tapices, y que extiendan
Sobre aquestos tapices las cubiertas
Mas hermosas y ricas. Las cautivas
Con luces en las manos salen luego, -

Y preparan los lechos prontamente. -

Para excusarse Aquiles con Priämo, e

Por hacerle dormir fuera la tienda, r

Y ocultar el designio que tenia, :


Le inspira un miedo falso, asi diciendo:
» Unicamente vas, anciano amigo,
» Debaxo de mi pórtico á acostarte -

» Para que mas seguro alli estár puedas,


»No sea que te vea algun Argivo,
» Pues vienen á mi tienda dia y noche - ,
» A pedirme la órden y consejos,
»Segun en todo trance lo acostumbran;
»Y si alguno te viese en las tinieblas,
»No dexaría de advertirlo al punto -

» Al Rey Agamenón, y ciertamente e

»Impediría rescatar tu hijo.


» Mas díme, y no me engañes, quantos dias
»Tú quieres emplear en las exéquias
» De tu divino Héctor generoso, .
(346)
» Para estarme yo quieto mientras duren
»Sin salir á pugnar, y juntamente
» Contener á mis tropas, y á mi gente?”
El divino Priämo le responde:
»Si permites, Aquiles, que yo acabe
» Los funerales de mi amado Héctor,
» Es el mayor favor que hacerme puedes:
»Mas bien sabes que estamos encerrados
»Dentro de la Ciudad, que la floresta
"» De que se ha de traer para la pira
» La leña necesaria, está distante,
»Y que se hallan los Teucros consternados;
»Y asi nosotros solo llorarémos

» En mi palacio á Héctor nueve dias,


» A los diez le darémos sepultura,
»Y tendremos el fúnebre convite:
»Su mausoléo el once erigirémos,
»Y el doce, si nos fuese ya forzoso,
»Saldremos al combate sanguinoso.”
Aquiles el divino le responde:
»Todo se hará, Priämo, como anhelas.
» Las treguas durarán los nueve dias,
»Y el tiempo que tú mandas al presente,
»Estará sin pugnar toda mi gente” -
Dixo; y le dió la mano al noble anciano
(347)
Para que su temor se disipáse. y
Priämo, pues, é Idéo, ambos prudentes,
De su fé y su promesa asegurados,
Se acuestan báxo el pórtico, y Aquiles
Al fondo de su tienda se retira,
Dó le esperaba la gentil Briseyda.
Todos los Inmortales del Olympo,
Y todos los guerreros asediantes,
En torno á la alta Troya reposaban
En el mas dulce sueño sumergidos.
Solo el útil Mercurio está despierto
Consultando qué medio tomaría
Para sacar del campo al Rey Priämo, ---

Sin que llegáse á verle guardia alguna.


Ponese en su cabeza, y asi dice: º

» Anciano, tú no piensas en tu daño,


»Y tranquílo reposas sin temores
» En medio de tus fuertes enemigos,
» Porque has vencido el fiero ardor de Aquiles.
»Tu hijo has rescatado, y ya le has dado
» Unos ricos presentes; pero advierte,
»Que si el hijo de Atreo, y demás Griegos,
”Saben que estás ahora en este campo,
»Y que pueden ser dueños de tu vida,
”Aunque ofrezcan tus hijos un rescáte
(348)
”Tres veces mas por tí, seguramente ,
” Le ofrecerán despues inútilmente.”
Dixo asi; y el anciano venerable
A su Heraldo despierta temeroso.
Los Caballos al punto unce Mercurio,
Y las Mulas tambien ; y sin ser vistos
El Exército Acheo atravesaron.
Luego que ellos llegaron á la orilla
Del vorticoso Xantho, cuyo padre
Es Júpiter eterno, el Dios Mercurio
Se remontó volando ácia el Olympo.
La Aurora, de color roxo adornada;
Ya se esparcia por el alma tierra,
Y Priämo y su Heraldo dirigian
Su curso á la Ciudad, muy afligidos, .
Exhalando gemidos y lamentos,
Y se van acercando ácia los muros
Sin que nadie advirtiese su retórno. , ,
Casandra, en hermosura semejante
A la divina Venus, que se hallaba
En la Pérgama torre, fue primero o;

La que advirtió arribar al Rey su padre


Encima de su carro, y al Heraldo o
Que conducia el otro, donde iba
El cadáver de Héctor extendido.
(349 )
Entonces, en sus lágrimas bañada,
Por toda la Ciudad asi da gritos:
» Troyanos y Troyanas, salid luego
» A ver el cuerpo de Héctor á las puertas,
»Si antes ibais con gozo á recibirle,
»Quando venía vivo y victorioso
» De un sangriento combate, porque siempre
»Traía á todo el Pueblo la alegría,
»Y el triunfo á la Ciudad que defendia.”
Dixo; y en la Ciudad en un momento
Ni un hombre ni muger quedó tan solo,
Porque un mismo dolor todos sentian,
Y á su Rey encontraron en las puertas,
Que conducia el cuerpo de su hijo.
A este tropél del Pueblo iban siguiendo
La madre y la muger de Héctor valiente,
Que acercandose al carro lagrimosas,
Y tomando en sus manos la cabeza
De este Príncipe amado, se arrancaban
Los cabellos, y toda aquella turba
De innumerable Pueblo circuía
El carro sin dexarlo ir adelante.
Asi hubieran pasado el dia entero
Hasta ponerse el Sol llorando á Héctor
En las puertas Esceas, si Priämo
Tomo III, Z
(35o)
Asi desde su carro no decia:
» Dexad libre el camino prontamente
» Para que el carro con las Mulas páse,
»Pues quando esté en palacio colocado
»Podrá vuestro dolor quedar saciado.”
Dixo; y todos al punto se esparcieron,
Y abrieron para el carro ancho camino.
Quando los dos arriban al palacio,
Seguidos de aquel Pueblo innumerable,
Baxan del carro el cuerpo, le colocan
En un fúnebre lecho, le rodean
De hombres y de mugeres, que llorando :
Canciones lamentables entonaban,
Mezclando el cánto con funestos ayes, -
Y exhalaban gemidos las mugeres. . . .
Andrómaca bañada en tierno llanto, y

En sus manos teniendo la cabeza


Del homicida Héctor, asi exclama:
»Tú has perecido ya, mi esposo amado,
» En la flor de la edad, dexando viuda
» A tu muger, y huerfano á este hijo,
» Que los dos engendramos infelices.
» Que á puvertad él llégue ya no espéro,
»Pues primero será la excelsa Troya
»Totalmente arruinada y destruída,
(35 )
» Faltando tú, que apóyo de sus muros
»La Ciudad defendias, conservando
» Los tiernos niños y mugeres castas
»Que en las cóncavas naves brevemente
» Conducidas serán, y yo con ellas.
»Tú me acompañarás, hijo querido,
» A exercer las fatigas mas indignas
» Báxo un cruel tirano trabajando,
» O alguno de los Griegos furibundos
»Te arrojará á funesta acerba muerte
»Desde una torre con su propia mano,
» Para vengar la muerte de su padre, (tor
» De un hermano, ú de un hijo, á quienes Héc
» Acaso ha dado muerte entre los muchos
» E infinitos Argivos , qme su brazo
» Entre el polvo abatió, porque tu padre
»No era clemente en lagrimosa pugna.
» Por esto sus vasallos tanto sienten
»Su pérdida infelíz, y van llenando
» La Ciudad de suspiros y lamentos.
» ¡Qué afliccion, qué congoxa, Héctor querido,
» Has dexado á tu padre y á tu madre!
» Mas el duelo mas grave á mí ha tocado.
»No he tenido el consuelo, caro esposo,
» De recibir tus últimos suspiros,
Z 2
- (352 )
»Y de verte espirar sobre tu lecho,
»Ni tus débiles manos alargarme.
» Tampoco he recibido de tu boca
»Tus últimos preceptos con palabras,
» A pesar de la muerte, penetrantes,
» Para que yo pudiese dia y noche
» Repasarlas gimiendo, suspirando,
»Y mi dolor con llanto desahogando.”
Asi dixo llorando, y las mugeres
Con profundos gemidos la acompañan.
Despues Hécuba llega al triste lecho,
Y su dolor exhala de esta suerte:
» Héctor, el mas querido de mis hijos,
» Quando estabas con vida eras amado
» De los eternos Dioses; y estos mismos
» Han cuidado de tí despues de muerto.
» Los demás hijos mios que apresaba
..» El formidable Aquiles, los vendia
» Mas allá de la mar infructuosa
» En las islas de Samos, ú de Imbros,
»Y en Lemnos, cuyo puerto no es seguro:
»Y despues que de vida te ha privado
» Con el acero agudo, muchas veces
»Te ha arrastrado en contorno del sepulcro
» De Patroclo, á quien diste acerba muerte:

-
(353)
»Mas no obstante, con estas crueldades
» Del sepulcro sacarle no ha podido,
s»Y tú yaces ahora en mi palacio
»Tan fresco y tan entero, que parece
» Que acaban de matarte, y se diría
» Que ha sido el mismo Apolo que ha cortado
» El hilo de tu vida de repente
» Con sus plácidas flechas, dulcemente.”
Asi dixo llorando, y grande luto
Excitó en las demás. Elena entonces
Tambien asi exhaló sus tristes quexas: º
»Siempre, Héctor, me has sido el mas amado
» De todos mis cuñados, pues mi esposo
» Es Alexandro de divina forma,
»Yá la sagrada Troya me conduxo.
» (¡Ojalá que yo hubiese perecido
» Antes de haber venido á aquesta tierra!).
»Ya hace veinte y un años que aqui vine,
»Y me ausenté de mi estimada patria:
»Mas durante este tiempo, y triste guerra,
» Nunca oí una palabra de tu boca
» Que fuese ignominiosa, ni ofensiva,
» Antes bien, si qualquiera de la casa,
» O cuñado, ó cuñada, ó bien mi suegra
» Contra mí se irritaban (pues Priämo
23
(354)
» Para mí siempre ha sido un tierno padre),
»Tú mismo procurabas contenerlos
» Con tu mucha bondad, y tus palabras.
» Por lo mismo, llorando tu desdicha,
»Llóro tambien las mias; pues no tengo
» En Troya amigo alguno que me ampáre;
» Antes bien las Troyanas y Troyanos
»Me aborrecen crueles é inhumanos.”
Asi dixo llorando, y la acompaña
Todo aquel Pueblo inmenso con gemidos.
El anciano Priämo dice entonces
Al numeroso Pueblo de esta suerte:
» A la Ciudad traed luego, Troyanos,
» Leña para la pira, y os advierto
» Que no temais ataques, ni asechanzas
» De las tropas Argivas, porque Aquiles,
» Al despedirme de las naves negras,
»Me prometió no hacer hostilidades,
» Hasta el décimo dia justamente
» En que saldrá al combate nuevamente.”
Dixo asi, y los Troyanos al momento
Uncen Bueyes y Mulas á los carros,
Y delante de Troya se congregan.
Durante nueve dias traen del bosque
La leña necesaria ; y ya pasados,
(355)
Quando la Aurora décima aparece
Para anunciar la luz á los mortales,
Sacan el cuerpo de Héctor, derramando
Un abundante llanto, le colocan
En una pira excelsa y elevada,
Y en ella lanzan el ardiente fuego.
Apenas de la Aurora matutina
El rosiclér hermoso comparece,
Quando todo aquel Pueblo se congrega
En torno de la pira del gran Héctor.
Despues que todos fueron congregados
La pira extinguen con el negro vino,
Donde ocupó la fuerza de la llama,
Y sus sócios y hermanos recogieron
Todos sus blancos huesos suspirando,
Y bañados de lágrimas ardientes.
En una urna de oro los colocan,
Y con purpúreos velos los envuelven.
En aquel mismo dia la urna baxan
A un foso muy profundo, donde echaron
Gran multitud de piedras muy enormes,
Y sobre ellas el túmulo erigieron.
Colocaron en torno centinelas

En las altas murallas y las torres,


Para no ser sorpresos por los Griegos.
Z4
(356)
El túmulo erigido retornaron,
Y despues todos juntos reunidos
Tuvieron un espléndido convite
En el palacio excelso de Priämo,
Rey alumno de Júpiter supremo;
Y asi acaban los Teucros tristemente
Los funerales de Héctor el valiente.

FIN DE LA ILIAIDA.
A D V E RT E NC I A.

Me parece muy oportuno poner al fin de


mi traduccion una Nota, que al fin de la su
ya puso Madama Dacier; para hacer ver las
partes que comprehende este Poema, y la exäc
titud de su composicion. Dice asi: v

Los funerales de Héctor concluyen el Poè


ma de la Iliada, cuyo asunto es solo la cólera
de Aquiles, y los males que ésta causa á los
Griegos. Asi que este Poèma tiene todas sus
partes: tiene, como enseña Aristóteles en su
Poética, un principio, un medio, y un fin. El
principio es Aquiles, que irritado contra Aga
menón pasa de la tranquilidad á la cólera: el
medio, son los efectos de esta cólera, y todos
los males que produce; y el fin, es el retórno de
Aquiles á la tranquilidad por la muerte de
Héctor, que ha matado á Patroclo. Este fin
es muy justo, puesto que la tranquilidad a que
vuelve Aquiles, es el efecto de la venganza que
ha precedido; y que despues de esta venganza,
ya nada se espera de su cólera. Homero, pues,
ha llenado perfectamente su objeto; y es impo

sible imaginar una accion mas seguida, mas


completa, y cuyas partes estén ligadas mas
natural y necesariamente. Pero se dirá, estan
do apaciguado Aquiles, y habiendo entregado
el cuerpo de Héctor d Priámo, he aqui la ac
cion de la Iliada concluída; pues ¿por qué Ho
mero describe los funerales de Héctor, y señala
tan eráctamente la observancia de la tregua 3
esto no es ya de su asunto. El R. P. Le-Bossu
ha respondido admirablemente á esta objeccion
en el capítulo 17 de su Libro II, donde hace
ver la diferencia que hay entre el desenredo, y la
conclusion de la accion. Esta es propiamente el
fin del otro; y hay acciones que requieren necesa
riamente este fin: tal es la accion que forma
el asunto de la Iliada. Era de la mayor conse
cuencia para la conclusion de la accion persua
dir á los Lectores, que la cólera de Aquiles es
taba enteramente aplacada. Este Héroe ha
bia parecido tan fogoso, tan irracional é in
justo en toda la série del Poéma, que por muy
grande y exácta que haya sido la precaucion
del Poéta, sin embargo, se podia desconfiar
de tan extraño humor, mientras que el cuer
po de su enemigo se hallá se en estado de recibir
algun insulto. Iban á tributar á este cuerpo
los honores que podian hacer temer de su par
te algun exceso de furor. Asi que este Poè
ta se creyó obligado á describir totalmente los
funerales y la observancia de la tregua has
ta el fin, para persuadirnos enteramente de
la tranquilidad y del repóso de aquel cuyos can
tos, accion y cólera habia emprendido.
IND I CE
DE LOS LIBROS CONTENIDOS
en los tres Tomos.

T O MO PRIMERO.
Libro I. página I.
Libro II. pág. 47.
Libro III. pág. 11 1.
Libro IV. pág. 144.
Libro V. pág. 184.
Libro VI. pág. 249.
Libro VII. pág. 287.
Libro VIII. pág. 32o.
T O MO SE GUND O.

Libro IX. pág. 1.


Libro X. pág. 51.
Libro XI. pág. 93.
Libro XII. pág. 153.
Libro XIII. pág. 186.
Libro XIV. pág. 246.
Libro XV. pág. 281.
Libro XVI. pág. 332.
T O MO TER CER C.

Libro XVII. pág. 1.


Libro XVIII. pág. 54.
Libro XIX. pág. 96.
Libro XX. pág. 125.
Libro XXI. pág. 16o.
Libro XXII. pág. 2o2.
Libro XXIII. pág. 238.
Libro XXIV. pág. 3oo.

º
C O R. R. E C C I O N E S.

Página 64. linea 13. seguia: lease, seguian.


Pág. 181. lin. 4. levantando: lease, levantado.
Pág. 252. lin. 14. asenrarse: lease, asentarse.

N O T A.

En el Tomo II se olvidó poner las correcciones


siguientes:
Pág. 285. lin. 1. Y con rostro: lease, Con sem
blante.

Pág. 387. lin. 2. velóz: lease, feróz.


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