Contrato de Seguros y Concurso
Contrato de Seguros y Concurso
Contrato de Seguros y Concurso
Introducción
Sabido es que en nuestro país el contrato de seguros se encuentra regido por el Código
de Comercio de 1865; carecemos de una Ley especial de seguros en el sentido de las
modernas legislaciones a nivel mundial.
Es por esto que aspectos tales como la influencia o efecto del concurso en relación a los
contratos de seguros que, por ejemplo, estuvieran vigentes o se debieran renovar en el
transcurso del concurso, no están previstos por la legislación en seguros, debido por
cierto, a la etapa en que el Código fue sancionado.
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Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, Traductora Pública, Universidad de la República Oriental
del Uruguay. Presidente de CILA- Comité Ibero-Latinoamericano de AIDA (“Association Internationale
du Droit des Assurances”.- Asociación Internacional de Derecho de Seguros)- Presidente de AIDA -
Sección Uruguaya; Presidente del Grupo de Nuevas Tecnologías y Seguros en CILA, Miembro de la
Comisión Honoraria Asesora del Poder Ejecutivo en materia de seguros; Asesora legal de la Asociación
uruguaya de empresas aseguradoras; Profesora en seguros en el Instituto Universitario BIOS,
Universidad Católica y Cámara de Comercio, Uruguay; Profesora en Postgrado en Derecho de seguros
en la UBA, Argentina y Escuela de la magistratura, Brasil. Corredactora de anteproyectos de ley en
materia de Seguros. Autora de múltiples artículos en seguros y de los libros: “Los Seguros de Vida.
Distintas coberturas para personas. Principales aspectos técnicos, jurídicos y comerciales” agosto 2008 y
“Los Seguros de Responsabilidad Civil, Caracteres Generales y Coberturas principales” agosto 2011,
editorial Fundación de Cultura Universitaria. Conferencista internacional. Contacto:
[email protected]; www.andreasignorino.com.uy
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No obstante, la Ley sobre concursos N° 18.387 (de declaración judicial del concurso y
reorganización empresarial) refiere a los contratos, veremos con qué alcance, y
establece severas responsabilidades a Interventores y Síndicos.
Asimismo, existe en Uruguay un Proyecto de Ley de seguros, que estuvo a punto de ser
aprobado por la Cámara de Diputados en la legislatura que termina, y que muy
probablemente se convierta en Ley en el correr de la próxima legislatura. Este Proyecto
de Ley refiere al efecto del concurso judicial en el contrato de seguros y por cierto,
regula los seguros de responsabilidad civil en forma acorde a los tiempos que corren y a
la evolución de los seguros de responsabilidad civil a nivel regional e internacional.
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dentro de los cinco días siguientes a la recepción del requerimiento, ya no podrán
ejercitarla con posterioridad, salvo que el Juez apruebe un convenio que no
implique la continuación de la actividad profesional o empresarial del deudor o
disponga la liquidación de la masa activa.
Hecha esta precisión, el artículo establece la potestad de rescisión unilateral del contrato
por parte del Síndico o del deudor con autorización del Interventor, notificando a la
contraparte.
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Algunos autores opinan que la situación de concurso del asegurado agrava el riesgo
asumido por el asegurador y por lo tanto podría ameritar la rescisión unilateral, ya que
constituiría justa causa para solicitarla, la circunstancia de ser el asegurado declarado en
concurso.
Esta posición no puede ser sostenida en nuestro país, en la generalidad de los casos, ya
que el artículo 68 es claro en cuanto a que: numeral 5) “Serán nulas las estipulaciones
contractuales que declaren resuelto el contrato o atribuyan la facultad de resolución a
cualquiera de las partes, en caso de insolvencia o de declaración de concurso del
deudor “.
Claro que el artículo 68 tiene la limitante que señalamos en cuanto a que aplica a
contratos con obligaciones pendientes de ejecución por el deudor.
O sea, la norma no parece referir solo al caso de contratos con obligaciones pendientes
por parte del deudor, pues no parece tener sentido prever la nulidad de las cláusulas, de
rescisión en caso de insolvencia o declaración de concurso, para ambas partes en el
contrato, sólo para esos casos. Es decir, los casos en que el deudor deba, tenga
pendiente, obligaciones a su cargo, notoriamente en seguros, el pago de premios.
La prohibición debe aplicar, al menos en relación al contrato de seguros, tanto para los
casos en que el deudor deba o no deba premios pues esto no hace al fondo del asunto.
Entendemos que lo que la norma pretende es que no se rescinda el contrato, ante la
mera declaración del concurso, situación que resulta esencial en materia de seguros por
la protección, salvaguarda y hasta viabilidad, que estos otorgan al asegurado y a su
explotación comercial.
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del concurso, los seguros voluntarios pueden revestir una importancia esencial en el
funcionamiento normal de la actividad del deudor. Pensemos en los seguros de incendio
o de hurto, o incluso de responsabilidad civil. Su no mantenimiento puede resultar en un
perjuicio grave para el deudor y para sus acreedores.
Por eso, el principio general debe ser, y lo es en vistas a lo explicitado sobre el artículo
68 de la Ley N° 18.387 y en la interpretación amplia que hemos dado, que el contrato
de seguro con el auto declaratorio del concurso no se extingue ni puede ser rescindido
por el asegurador.
En materia de seguros, y razonando en contrario al tenor literal del numeral, esto puede
relacionarse con el caso que, en el cumplimiento del contrato, el deudor incumpla con
condiciones, obligaciones y cargas, esenciales.. Por ejemplo, que no cumpla con el
mantenimiento de la cosa, con las condiciones de asegurabilidad requeridas, con el no
agravamiento del riesgo, etc. En general el no cumplimiento de las obligaciones y
cargas por parte del asegurado supondrán que “el cumplimiento del contrato por parte
del deudor implique riesgo manifiesto y grave para la otra parte” (artículo 68 numeral
4, Ley N°18.387).
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a la prima, con más los recargos e impuestos correspondientes, o sea lo que en definitiva
debe pagar el asegurado) y otro el incumplimiento de las otras obligaciones y cargas.
Y tiene suma importancia mantener los contratos de seguros, aún cuando existan otras
obligaciones y se esté liquidando un patrimonio insuficiente para pagar todas las
deudas. La insuficiencia del patrimonio a liquidar para satisfacer las deudas del
concurso, debe sopesarse en relación a la importancia de mantener los seguros, en
riesgos tales como incendio de fábrica o de maquinaria, responsabilidad civil, y demás
riesgos que hacen a la actividad del deudor. La ocurrencia del riesgo, el siniestro, puede
significar la definitiva insolvencia del deudor.
2
Es la opinión de la Dra Alicia Ferrer, en ponencia presentada en las XIII Jornadas de derecho de
seguros de AIDA, abril de 2014
3
.Dra Alicia Ferrer en ponencia citada.
4
Veiga Copo, Abel. La incidencia del concurso del tomador en el contrato de seguro. Anuario de
Derecho Concursal , núm. 3/2004, Estudios Editorial Civitas, SA, Madrid, sept. 2004-dic. 2004
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Cuando la Ley prevé que la empresa continúe en marcha hasta el momento de su
adjudicación (artículo 172 de la ley N° 18.387), tanto en lo que hace a los seguros
obligatorios, cuanto a aquellos que cubren riesgos vinculados a la actividad
desplegada, tiene mucho sentido mantener el contrato y pagar la contraprestación 5.
Dice el profesor español Abel Veiga Copo “La liquidación o solución liquidatoria del
concurso de acreedores se configura por consiguiente como una solución subsidiaria in
extremis, que tiene lugar bien cuando fracasa el convenio, ya por no alcanzarse, ya por
frustrarse en su ejecución, bien cuando el deudor concursado desde el primer momento
apuesta por o no le queda más remedio que solicitar la liquidación. De este modo la
declaración de concurso del tomador o del asegurado no altera o no tiene por qué
alterar la continuidad del contrato de seguro”.6
Para mantener estos contratos de seguros en debida forma es necesario que el asegurado
cumpla con las obligaciones y cargas que le corresponden cumplir en el marco del
contrato celebrado.
Por ejemplo, deberá mantener la custodia exigida de la fábrica o el predio, cumplir con
los requisitos de seguridad para prevenir el incendio, o el hurto (mantenimiento de
bomberitos, de alarmas, de personal de seguridad, etc.), evitar la ocupación por terceros
de locales y maquinaria del concursado-asegurado, situación que puede darse cuando
ocupa el personal con la pretensión de custodiar activos que son garantía de sus créditos
salariales.
En el caso del incumplimiento de obligaciones y cargas, más allá del pago de premios,
entendemos que el asegurador puede solicitar la rescisión del contrato.
5
Cfrme, Dra Alicia Ferrer en ponencia ya citada.
6
Dr. Abel Veiga Copo en op., citado.
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Opinamos que esto es lo que busca establecer el numeral 4) del artículo 68 de la Ley
18.387 cuando refiere a que, en caso que “el cumplimiento del contrato por parte del
deudor implique riesgo manifiesto y grave para la otra parte ésta podrá solicitar al
Juez que rescinda el contrato o que se garantice suficientemente el cumplimiento del
mismo”. Si el deudor no cumple con sus obligaciones y cargas, pone en riesgo
manifiesto y grave a la otra parte, compromete las obligaciones a cargo de la
contraparte.
El proyecto de Ley de seguros, a que hemos hecho referencia, apunta a solucionar este
último aspecto.
En su artículo 63 (concurso judicial de las partes), establece que “El concurso del
asegurado no producirá la rescisión de los contratos de seguro”.
“En ningún caso los acreedores del contratante asegurado o de los beneficiarios
podrán ejercer sus derechos sobre las prestaciones que éstos reciban como beneficio
del seguro.”
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La responsabilidad de Síndicos e Interventores y el seguro
Esto seguros pues, ofrecen una cobertura de Responsabilidad civil profesional que cubre
la potencial exposición de los profesionales en el desarrollo de sus actividades.
En forma general podemos decir que la cobertura puede ser para cualquier tipo de
profesión donde exista la prestación de un servicio o consultoría para terceras partes.
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En consecuencia, en función de la naturaleza del daño, se puede diferenciar entre la
Responsabilidad civil general y la Responsabilidad civil profesional.
A veces el daño que se produce es sólo económico, una acción equivocada o una
negligencia en el actuar pueden provocar un menoscabo patrimonial al perjudicado, lo
cual se encuadra en la denominada Responsabilidad civil profesional.
Sin embargo, hay actividades profesionales que no requieren una titulación específica, o
requieren una profesión de base que no se identifica necesariamente con la función
desempeñada; por ejemplo: consultoría, sindicatura, servicios informáticos,
administración de una empresa, que también son susceptibles de producir un daño
patrimonial, y que vulgarmente se suele llamar también Responsabilidad civil
profesional, en sentido amplio, o Responsabilidad civil por errores y omisiones, al no
darse la condición imprescindible de poseer un título profesional.
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La Ley N° 38/2011 de 10 de octubre de 2011, exige a los administradores concursales o
“administración concursal”, un seguro de responsabilidad civil o garantía equivalente a
los riesgos cubiertos, por los daños en el ejercicio de su función.
El objeto del seguro de Responsabilidad civil profesional, no difiere del objeto del
seguro de Responsabilidad civil general. Consiste en trasladar a la Compañía
aseguradora el costo de defensa y en su caso, la cantidad a la que se condene al
profesional por cualquier demanda de la que sea objeto, relacionada con un daño sufrido
por un tercero.
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a la compañía el volumen realmente realizado con el fin, si procede, de regularizar el
premio.
Estas coberturas suelen otorgarse sobre base reclamos o “Claims Made”, con período
extendido de descubrimiento.
Es decir, que se cubren los siniestros que hayan ocurrido durante la vigencia de la póliza
y cuyo reclamo haya sido efectuado, ya sea durante dicha vigencia, o ya sea durante el
período de descubrimiento o ex post. Todo reclamo que se le formule al asegurador
dentro del citado período, generalmente dos años a partir del vencimiento de la póliza,
originado en un hecho ocurrido durante la vigencia del contrato de seguro, se hallará
cubierto por el mismo.
Este período extendido es usual y apunta a evitar que frente a un siniestro ocurrido el
asegurador rescinda el contrato de seguro o no lo renueve al vencimiento de la póliza,
dejando así al asegurado sin cobertura para el futuro o en descubierto.
La primera cuestión es qué se entiende por culpa grave en materia de seguros, ante la
ausencia de una definición legal.
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Se suele decir que la culpa grave debe configurar una negligencia o imprudencia
anormal, para lo cual se deberá tomar en cuenta la conducta del “asegurado medio” de
la actividad que se trate; es una imprudencia o una impericia extrema, es no prever o no
comprender lo que todos prevén o comprenden, es omitir los cuidados más elementales,
es descuidar la diligencia mas pueril, es ignorar los conocimientos más comunes; es la
exteriorización de una conducta de inusitada intensidad de negligencia y
despreocupación, manifiestamente indiferente a la suerte de los bienes asegurados. 7
Por ejemplo, el médico que por error opera el ojo sano del paciente y lo deja ciego, el
abogado que deja prescribir un caso encomendado por un cliente o las omisiones
culposas de sus obligaciones como Síndico en un concurso que ocasionan un perjuicio,
son casos de mala praxis profesional que, casi siempre, configuran casos de culpa grave.
Por tanto, cabe preguntarse si puede cubrirse la culpa grave del asegurado.
En nuestra opinión, no sólo se puede sino que se debe cubrir la culpa grave en el caso
de los seguros de Responsabilidad civil profesional pues se podría llegar a la conclusión
que si se terminara excluyendo de cobertura a los casos de culpa grave del asegurado o
beneficiario, el asegurador estaría vendiendo prácticamente “humo”, es decir, la póliza
estaría cubriendo nada o casi nada.
Nunca el dolo. La exclusión del dolo del asegurado, no admite pacto en contrario, ya
que no se puede cubrir la intención de provocar el siniestro, ni aún mediando acuerdo de
partes, porque ello atentaría contra la esencia misma del contrato de seguros el cual se
basa, entre otras cosas, en el carácter aleatorio del evento siniestral. No así la culpa
grave por lo que acabamos de referir.
7
Dr Domingo López Saavedra en “Ley de Seguros comentada”. Editorial la Ley, año 2011
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amplio, o por Errores y Omisiones, que abarcara obviamente y en forma expresa, la
cobertura de dichas eventuales responsabilidades.
La acción se promoverá, en vía ordinaria, ante el Juez del concurso y prescribirá a los
dos años a partir del momento en que, por cualquier causa, el Síndico o el Interventor
hubiera cesado en su cargo.
Artículo 41. (Sanción por rechazo de las cuentas).- Si las cuentas no fueran aprobadas,
el Síndico o el Interventor quedará inhabilitado para intervenir como Síndico o como
Interventor en cualquier otro concurso de acreedores durante el período que fije el Juez
del concurso, que no podrá ser inferior a cinco ni superior a veinte años.
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En realidad es el Real decreto 1333/2012, de 21 de setiembre de 2012 el que regula las
bases del seguro de responsabilidad civil y la garantía equivalente de los
administradores concursales en España.
Las normas de este Real decreto se han de completar no sólo con la Ley N° 22/2003, de
9 de julio de 2003, sino también con la Ley N° 50/1980, de 8 de octubre de 1980, de
Contrato de Seguro.
Haciendo uso de esa habilitación, el Real decreto se ocupa de este nuevo seguro o
garantía, que, naturalmente, no impide que, al amparo de la autonomía privada o de
otras previsiones legales, los administradores concursales contraten otros seguros
específicos e independientes de esa responsabilidad civil, para cubrir más intensamente
los riesgos del ejercicio de esa actividad profesional, o introduzcan esa cobertura
mínima obligatoria como ampliación de las pólizas de Responsabilidad civil profesional
de abogados, economistas, contadores o auditores.
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Al igual que en otros muchos seguros obligatorios, la obligación legal se configura con
carácter general, como condición para poder aceptar el nombramiento.
No se trata, pues, de un seguro por concurso, sino de un seguro para ser administrador
concursal o, más exactamente, para poder aceptar el cargo y para poder desempeñarlo a
lo largo del procedimiento.
A fin que el asegurador pueda conocer el nacimiento del riesgo, se impone al Juzgado la
notificación del nombramiento y de la aceptación del administrador concursal.
Con todo, ese mínimo se eleva por el Real decreto, bien por el número de concursos en
los que se desempeñe la administración concursal, bien por las condiciones subjetivas
del deudor común, como es el caso de los denominados concursos de especial
trascendencia.
Veamos algunas de las disposiciones del Real decreto relativas al seguro analizado.
CAPÍTULO I
Disposiciones generales
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propio administrador concursal asegurado de la obligación de indemnizar por los
daños y perjuicios causados en el ejercicio de su función.
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2. Si por sentencia se declarase la responsabilidad del administrador concursal, el
seguro cubrirá, además de la indemnización a que se refiere el apartado anterior, los
gastos necesarios que hubiera soportado el acreedor que hubiera ejercitado la acción
en interés de la masa.
CAPÍTULO II
Cualquiera que sea la duración pactada en la póliza, deberá preverse que el contrato
se prorrogará una o más veces por periodos de un año, salvo que cualquiera de las
partes se oponga a la prórroga.
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8, en el plazo máximo de 15 días, acreditándolo ante el Juzgado. Cuando la
terminación de otros concursos en los que intervenga permita una reducción de la suma
asegurada, el administrador concursal podrá efectuar la adaptación de su contrato de
seguro, acreditando su nueva cobertura, que siempre deberá cubrir su responsabilidad
en el concurso o concursos en que siga desempeñando su función.
a) La suma mínima asegurada será de ochocientos mil euros cuando, con la aceptación
del cargo, el asegurado tenga la condición de administrador concursal en, al menos,
tres concursos de acreedores de carácter ordinario.
1.º Cuando se trate del concurso de una entidad emisora de valores o instrumentos
derivados que se negocien en un mercado secundario oficial, de una entidad encargada
de regir la negociación, compensación o liquidación de esos valores o instrumentos, o
de una empresa de servicios de inversión.
2.º Cuando se trate del concurso de una entidad de crédito o de una entidad
aseguradora.
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3.Cuando el administrador concursal sea una persona jurídica, la cuantía de la suma
asegurada será de dos millones de euros.
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La acción directa no está admitida en el derecho uruguayo. El proyecto de Ley de seguros a que hemos
referido en este trabajo, la prohíbe, salvo leyes especiales como el seguro obligatorio automotor (SOA)
donde es de recibo. Pensamos que de existir un seguro obligatorio para Síndicos e Interventores sería
conveniente consagrar la acción directa. Para ahondar en este tema de la acción directa, nos remitimos a
nuestra obra “Los Seguros de Responsabilidad Civil. Caracteres esenciales y coberturas principales”
Editorial FCU, año 2011, págs. 104 y sgts.
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2. A los efectos de ejercicio de la acción directa, el asegurado estará obligado a
manifestar al tercero perjudicado o a sus herederos la existencia del contrato de
seguro.
Conclusiones
A la luz de nuestra normativa concursal, es claro que no puede pactarse la rescisión del
contrato de seguros por el mero hecho de la declaración de concurso del asegurado.
Estos no deben estar focalizados en evitar los riesgos que acompañan a su función sino
en el buen desempeño de la misma.
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Para que sea realidad lo dicho, es indudable la necesidad que en el mercado local de
seguros se ofrezca una cobertura adecuada para los riesgos implicados en la función de
Síndicos e Interventores.
Esperemos pronto contar con ellas, y así honrar la tradicional función del seguro que ha
acompañado y respaldado, a lo largo de los siglos, las actividades del ser humano, y
sobretodo, aquellas de trascendente importancia, como sin dudas lo son, las de Síndicos
e Interventores en el marco del concurso.
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